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EL NOMBRE SECRETO DE LAS CIUDADES: LOS CASOS DE ROMA, JERUSALÉN Y SUDAMÉRICA

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"Cuadrado mágico" con anagramas y nombre secreto de Roma.
La creencia de que algunas ciudades tienen nombres secretos y no revelables al mundo profano, proviene de una costumbre del mundo antiguo: darle a las capitales o urbes cabeceras denominaciones públicas y, a la vez, nombres reservados sólo para iniciados, transmitidos por cada generación en su lecho de muerte a la siguiente. Tal nombre era como un mágico"abracadabra": se suponía que hacer revelación del tal título exponía a la ciudad a las calamidades y los conjuros en su contra, abriéndola al peligro de conquistas y castigos, llegando incluso a arrebatarle la protección divina que le era encomendada al ser fundada.
Pocos autores abordan estos temas en épocas más actuales, destacando el profesor Joseph Rykwert, que publicara en Londres su obra "The idea of the town", de 1976. Dice allí que muchos de los protocolos y costumbres ligadas a la fundación de una ciudad eran practicadas por los etruscos, desde donde pasan a los griegos y los romanos. Posteriormente, llegó a los cristianos y se expandió por Europa.
De acuerdo a lo explicado por Rykwert, un Augur o magistrado encargado de la fundación de una ciudad en las tradiciones etrusco-latinas, escogía un lugar por indicaciones naturales y observaciones sesudas del paisaje, generalmente desde un lugar alto y con un rito llamado Contemplatio. Haciéndolo coincidir con un punto elegido del cielo, el Augur determinaba un lugar en tierra que sería el centro del poblado en proyecto, trazando sobre él un diagrama o bosquejo llamado templum, que era excavado con una cavidad circular tapada por una losa y denominada mundus, donde originalmente se sepultaban tres símbolos: los restos de un ave que fuera identificada como portadora de los buenos augurios, en representación del Cielo; un poco de tierra traída de alguna ciudad hermana o la de procedencia de los fundadores, representando la Tierra; y, finalmente, los restos del héroe fundador de la nueva ciudad, en representación de la Humanidad.
Sobre la tapa de roca o piedra del mundus, se construía un altar con fuego, llamado focus, punto central y neurálgico de la energía de la nueva ciudad. Era justo en el acto de encendido del focus, que el fundador le daba a la ciudad los tres nombres: uno público, otro sagrado y otro secreto. Este nombre secreto incluso se compara con el valor de un "¡ábrete sésamo!" para la ciudad, pudiendo ser vulnerada y dejada indefensa si caía en conocimiento de enemigos.
Además de equivaler a los a los tres niveles representados en el eje del mundus (consecutivamente: Hombre, Tierra y Cielo), estos tres nombres parecen coincidir con el triple valor que se asigna al conocimiento esotérico, en cuanto a funcionar simultáneamente en tres espacios o ámbitos: uno que transmite (nombre público), otro que revela (nombre sagrado) y otro que oculta (nombre secreto).
La loba alimentando a Rómulo y Remo.
EL CASO DE ROMA: MITO DE RÓMULO Y REMO
Existen varias teorías sobre el origen del nombre de Roma, incluso algunas interpretaciones esencialmente poéticas, pero lo del nombre secreto podría tener cierto asidero histórico. El escritor y gramático italiano Servio (Maurus Servius Honoratus), hacia fines del siglo IV y principios del V, es quien comenta que el cuestor Quinto Valerio Soriano fue crucificado en Sicilia, en el año 82 antes de Cristo, por revelar aquel misterioso nombre secreto de la capital del imperio latino.
En la mitología romana, son Rómulo y Remo (Rommylos y Romos) los fundadores de la ciudad. Conocida es su historia, así que la abordaremos raudamente aquí.
Ambos hermanos eran hijos de Rea Silvia, también llamada Ilia o Ilía, quien fue poseída en sueños en un bosque por el dios de la guerra Marte, quedando encinta. Poco antes, en la ciudad de Alba Longa, capital en el siglo VIII antes de Cristo y fundada por Ascanio el hijo de Eneas, el rey Numitor había sido traicionado por su ambicioso hermano Amulio, tío de la princesa Rea Silvia. Tras tomar el trono con los conspiradores y dar la orden de matar a todos los varones del reino, el usurpador obligó a su sobrina a hacerse vestal y mantener la virginidad, sin contar con el problema de que Marte la embarazaría de ambos gemelos.
Cuando Rea Silvia tuvo a los niños, en el año 771 antes de Cristo, Amulio apresó a la mujer y, enfurecido, ordenó darle muerte a los hermanos ahogándolos en el río Tevere (Tíber). Pero el canastillo en que fueron arrojados flotó y fue llevado por las aguas hasta monte Palatino, donde fueron hallados por una loba, la Lupa Capitolina o Luperca, que los amamantó por varios días salvándoles la vida. La imagen de la loba alimentando a ambos niños es, quizás, el icono más potente y característico de la historia clásica romana. Fástulo, un ovejero local, encontró después a los niños bajo una higuera sacra llamada Ruminal, frente a la gruta de Lupercal en el Palatino, adoptándolos y criándolos con su esposa, Aca Larentia.
Los niños crecieron y, en un asalto a la familia, Remo fue llevado por sus secuestradores a Alba Longa. El pastor decidió revelar la verdad de su origen a Rómulo, advirtiéndole del peligro que pesaba sobre su hermano, y así partió a la ciudad a rescatarlo exitosamente, dando muerte a Amulio y reponiendo en el trono a Numitor.
Ambos se marcharon a fundar su propia ciudad, pero mientras Rómulo quería sentarla en monte Palatino y llamarla Roma, Remo insistía en que se la instalara en el Avertino y se la bautizara Remora. La diferencia se hizo tan grande que enfrentó a ambos gemelos, llevándolos a la lucha a muerte, según algunas versiones luego que Remo comenzara a traspasar los límites que trazaba Rómulo para fundar su ciudad.
Remo acabó, así, asesinado por su propio hermano en el 753 antes de Cristo, y la ciudad fue fundada en Palatino con el nombre de Roma, tal como quería Rómulo, su primer rey. La fundación habría tenido lugar el 21 de abril.
Estudiosos del lenguaje y las tradiciones griegas han pensado que el nombre público de Roma surge del arribo de un grupo de prófugos provenientes de Troya en la costa del Lacio, según una leyenda helénica, entre los que estaba el héroe Eneas, quien fundó la ciudad dándole el nombre de Rome, el mismo de la hija de Telefo o Italio, que en algunas versiones aparece como su esposa y en otras como su nuera. Ella acompañaban a los recién llegados y había propuesto levantar allí un campamento, después del largo viaje. Esta leyenda parece haber sido conocida entre los etruscos del siglo VI antes de Cristo, llamándola Romé, traducible como Fuerza, teoría considerada por el investigador Vladimir Soloviev. También existen figuras míticas con la misma raíz en sus nombres, como Romano, la hija de Odiseo y Circe; Roma, la maga troyana comentada en poemas de Stesicoro; Romo, el hijo de Emation; y el jefe Romido, que expulsó a los etruscos.
Servio declaró también que el nombre de Roma podría provenir de Rumor o Rumen, que era como se habría conocido al río Tevere en el pasado, por lo que significaría algo así como Ciudad del Río.
Curiosos y controvertidos manuscritos del año 50 después de Cristo, encontrados en 1955 entre los famosos Rollos del Mar Muerto, además de reproducir parte de lo que parece ser el texto del Evangelio de San Marcos, estaban junto a los restos de un ánfora cerámica con la inscripción "RWM" en hebreo, que los expertos leen como Ruma (se omitían las vocales), para referirse a Roma como su lugar de procedencia, a diferencia de los demás rollos de origen esenio en la región. Ruma, en etrusco, significa ubre, pudiendo existir una relación conceptual en esto con el mito de la loba Luperca que amamantó a Rómulo y Remo.
"Catón en las fiestas florales de Roma", óleo de Próspero Piati, en la Biblioteca Nacional de Santiago. Estas fiestas y juegos, conocidos como la Florali, habrían dado el nombre secreto de Roma, según algunos autores, mientras otros sostienen que dicho arcano era el nombre Amor (Roma, leído a la inversa).
LA DIOSA ANGERONA: ROMA Y VALENCIA
La introducción entre los romanos del culto a la diosa Angerona, cuya fiesta era en el período solsticio del invierno boreal, en diciembre de cada año y como sucederá después con Santa Lucía de Siracusa, se debió a la necesidad de encomendarle a la deidad el patronato sobre el secreto mismo de la ciudad y que no debía ser revelado. Esto lo señalaba Plinio el Viejo, en comentarios vertidos en su "Historia Naturalis" del siglo I.
Existe poco conocimiento categórico de Angerona y muchas dudas alrededor de su simbolismo. La curiosa deidad es representada como una hermosa mujer que lleva un dedo a su boca, como haciendo un gesto de silencio, o bien la tiene vedada y, por lo tanto, es muda. Esto hace pensar que se trataría de la diosa del silencio o de los secretos, aunque otras tradiciones la identifican como relacionada con las angustias y los temores de los hombres.
Las propuestas más famosas del supuesto nombre secreto de Roma que debía ser protegido por la enigmática Angerona, dicen que la ciudad se llamó Florenti o Valenti, según las versiones, de los que habrían surgido los títulos de las ciudades de Florencia y Valencia, además. El nombre sólo podía ser pronunciado por el pontífice máximo durante los sacrificios o los ritos elegidos. La misma creencia supone que cuando los galos, godos y bárbaros lograron enterarse de esta clave secreta y usarla, la capita de la Roma Imperial pudo ser invadida; o que cuando se enteraron los cristianos, cayó para dar paso al nuevo y sacro imperio.
Valenti, Valentia o Valencia aparece mencionada como nombre verdadero de Roma, por ejemplo, en las definiciones de la "Década primera de la Historia de la insigne y coronada ciudad y Reyno de Valencia" de 1610, del sacerdote Gaspar Juan Escolano:
"Roma se llamó primero Valencia, y que este debió de ser aquel nombre de ella, que con tanto secreto encubrieron, porque no se llamase del otra ciudad del mundo (...) Propónense varios pareceres acerca de su nombre secreto (....) Roma quieren algunos que se llamase Cephalo, que quiere decir Cabeza, porque lo había de ser del mundo y residir en ella San Pedro, que se llamó Cephas".
Otra referencia a la leyenda de Valenti la encontramos en un pie de página del libro "Historia de la navegación, del comercio y de las colonias de los pueblos antiguos en el Mar Negro", de Vincenzio A. Formaleoni, traducido al español por Antonio Gómez Calderón, en 1828:
"...sobre la margen del Ródano había edificada una antiquísima ciudad dicha Valencia. Se daba el nombre de Salios a los sacerdotes de los Sabinos, Latinos y antiguos Romanos. Los Volscos eran una nación del Lacio. Los Eduos se gloriaban de ser un mismo pueblo con los Romanos; y la misma Roma se llamó en su origen Valencia. Roma era nombre de origen griego, sinónimo de éste. Otro nombre secreto e inefable bajo pena de muerte tenía la misma Roma, y Lucio Serrano fue degollado por haberlo publicado".
A diferencia de lo expresado por Escolano, entonces, de esta obra se deduce que el nombre Valenti o Valencia, en caso de haber sido el primero que tuvo Roma según esta tradición, no era exactamente el secreto sino el original, aunque de todos modos era parte de sus contenidos para el conocimiento iniciático de la misma.
La actual ciudad de Valencia en España, en tanto, fue fundada en el año 138 antes de Cristo, según precisiones históricas recientes que confirmaron muchos de los datos dados por Tito Livio.
Ilustración de la ciudad de Jerusalén, siglo XVI. Pieza de la Moldovan Family Collection, New York. Fuente: Jnul.huji.ac.il.
ROMA, AMOR Y FLORENS
Un importante autor del siglo V, el escritor bizantino Giovanni Lido (Iohannes Lidus), escribe sobre la fundación mítica de la ciudad de Roma, señalando otro nombre como aquel secreto y protector de la urbe:
"Rómulo pronunció el nombre de la ciudad... Una ciudad que tiene tres nombres: uno secreto, uno sagrado y uno  público. El nombre secreto de Roma es Amor, el sagrado Flora o Florens y el público".
Ya en nuestra época, está también un interesante trabajo del ensayista argentino Héctor Álvarez Murena (1923-1975), donde aborda parte de esta creencia a modo introductorio de su libro "El nombre secreto", de 1969, subtitulado en ediciones posteriores como "O un intento de explicación de ciertos males argentinos y americanos, pasados y presentes". Dice allí este ameno y entretenido ensayista:
"Roma era el nombre público de una ciudad cuyo nombre sacerdotal era Flor o Florens, por lo que el día de su fundación coincidía con el de las festividades de Floralia. Tenía un tercer nombre, que era secreto. El historiador bizantino Lydas (Lido) dice que ese nombre era Amor, pero sus afirmaciones han sido puestas en duda. Se tiene la certidumbre de que ese nombre existe porque Plinio, en su Historia Natural, narra la ejecución de un magistrado por intentar revelarlo. Autoridades modernas suponen que el nombre es el de una diosa andrógina, lo que daría al propuesto por Lydas el valor de una metáfora respecto a los arcanos de la conciliación de los opuestos. Los tres nombres eran impuestos en la ceremonia de fundación de la ciudad. Y ese ritual fue practicado invariablemente en la fundación de ciudades, por lo menos hasta la Antigüedad clásica, tanto en Europa como en China, India, América, África, etc. 'Estoy persuadido de que la estructura esencial del rito (de fundación)... es más primitiva que la historia escrita de cualquier civilización': Joseph Rikwert, The Idea of a Town.

¿Cuál es el sentido de estos tres nombres? El público es de uso profano en general, corresponde al reino de la utilidad. El sacerdotal representa el aspecto exotérico de la religión, su parte abierta, eclesiástica. El nombre secreto es el fundamento de los otros dos: del sacerdotal porque, como lo indica su carácter de secreto, es la raíz esotérica, mística, de lo religioso; del público, porque así lo confirma el hecho de que se vea a Roma como anagrama de Amor. El nombre secreto corporiza la esencia del justo habitar humano sobre la tierra. Debe ser entendido como las tres letras mediante las cuales dice el Talmud que Dios creó el mundo. El nombre secreto es así el creador real del fenómeno que constituye la ciudad rectamente habitable y habitada por los hombres. Ha sido forjado gracias a la fusión de un temple especial de los hombres -que les permite arrancar un nombre a Dios- y de una disposición especial de Dios -que accede a descender entre esos hombres-. El temple de los fundadores queda esclarecido por una parte del ritual en la que cada uno arroja al mundus -foso de significación importante- un puñado de tierra del lugar del que procede. La religión prohibía el abandono de una tierra en la que había fijado el hogar y enterrado a los antepasados. Porque la religión religaba no sólo con los dioses sino también con la tierra, poblada por miríadas de númenes, para quien esté despierto para percibirlos. Al arrojar tierra del antiguo lugar en el nuevo, se declaraba que éste era también terra patrum, se purgaba la impiedad del abandono. El nombre secreto, símbolo del renovado matrimonio de la tierra y el cielo gracias a la mediación de los hombres, es el ser del vivir en común, lo que la comunidad posee en común y la comunica".
Por su parte, el español José Antonio Ríos González, en su guía "Roma, andar y ver", de donde hemos tomado algunas orientaciones útiles para este tema, escribe en tiempos incluso más recientes sobre el misterio nominal de Roma:
"El nombre secreto se encuentra ya en un escrito sobre la pared de una casa de Pompeya, en la vía que está entre las insule VI y IX de la primera zona o región, de forma que las cuatro líneas están colocadas en forma de cuadrado como aludiendo a la Roma cuadrada del Palatino y alternando Roma y Amor de tal modo que la secuencia se construye de modo que la última letra de una es la primera de la siguiente: romamoromamor".
Siguiendo en Pompeya, es conocida la existencia de un talismán-anagrama o cuadrado mágico con las siguientes inscripciones, encontrado también en Ostia Antica:
R O M A
O L I M
M I L O
A M O R
Y volviendo a las palabras de Ríos González:
"Servio (siglo V d. C.) cree que era un modo de manifestar por escrito el nombre oculto de la ciudad porque estaba prohibido por el Senado, para evitar que cayese en manos de los no iniciados provocando un sacrilegio. Lo que sí se encuentra es un escudo en el Campidoglio sobre el que está escrito 'Al genio della citá di Roma, maschio o fémina' ('Genio urbis Romae sive mas sive femmina')."
Según interpretó otro autor contemporáneo, el italiano Alfredo Cattabiani, la citada inscripción "sive mas sive femmina" (Templo de Júpiter en Terracina) señala dos aspectos complementarios masculino-femenino de la 'ruma', de las ubres de Luperca. La parte femenina es Venus (Flora), que expresaría la función materna, el amor; y la parte masculina es Marte, la función guerrera o viril. La misma contraposición sucedería con la teoría que considera que el nombre proviene de Romé y que se traduce como Fuerza en etrusco, pues la lectura en sentido contrario o "semítico", daría por resultado el concepto opuesto de Amor, como observó también Soloviev.
Así, la palabra Roma sería bifronte: leída en un sentido aludiría a Marte, padre de Rómulo y Remo (gemelos también símbolos de los opuestos) y defensor de la ciudad; y leída en otro sentido se referiría a Venus, madre de Eneas el progenitor del pueblo romano. Ahí estaría, pues, el secreto del nombre de la ciudad.
Fundación de Santiago en el Santa Lucía, según óleo de Pedro Lira (1889). La fundación material de la ciudad tuvo lugar en la Plaza Mayor o Plaza de Armas, más precisamente, en febrero de 1541, pero el 13 de diciembre del año anterior (día de Santa Lucía de Siracusa), Valdivia había tomado posesión del cerro y del poblado precolombino del valle, realizando la fundación "espiritual" de la futura urbe hispánica.
EL CASO DE JERUSALÉN
La ciudad de Jerusalén también habría tenido un nombre secreto tras su remotísima fundación. Según la tradición hebrea, habría nacido de pueblos asentados por Sem y Eber, los ancestros de Abraham, siendo conquistada hacia el año 1004 antes de Cristo por el  Rey David de Judá, quien la renombró Ir David, es decir, la Ciudad de David.
Tras ser destruida y refundada por los romanos luego de aplastar las las revueltas judías del año 66, Jerusalén pasó a ser la Aelia Capitolina. Los romanos celebraron este gran triunfo de Tito registrando relieves con pasajes del mismo en el famoso arco con su nombre, en el Foro de Roma.
El nombre dado secretamente a la ciudad de Jerusalén habría sido Ilía o Ilia, que parece guardar alguna relación con el antiguo nombre de la ciudad de Troya, conocida alguna vez como Ilión (de ahí el título de Homero, "La Ilíada"). También existió la vestal Ilia, madre de Rómulo y Remo tras ser tomada por Marte en sus sueños, como vimos más arriba. Roma misma habría sido llamada secretamente Silvia, el honor a la vestal Ilia, según ciertas creencias.
Otras tradiciones hablan de Ariel como el nombre secreto de Jerusalén, de acuerdo a lo que se desprende de la Biblia en el libro de Isaías, 29, 1 a 7 (lo que da, también, un indicio de lo antigua que es esta tradición):
"¡Ay de Ariel, de Ariel, ciudad donde habitó David! Añadid un año a otro, las fiestas sigan su curso. Mas yo pondré a Ariel en apretura, y será desconsolada y triste; y será a mí como Ariel. Porque acamparé contra ti alrededor, y te sitiaré con campamentos, y levantaré contra ti baluartes. Entonces serás humillada, hablarás desde la tierra, y tu habla saldrá del polvo; y será tu voz de la tierra como la de un fantasma, y tu habla susurrará desde el polvo. Y la muchedumbre de tus enemigos será como polvo menudo, y la multitud de los fuertes como tamo que pasa; y será repentinamente, en un momento. Por Jehová de los ejércitos serás visitada con truenos, con terremotos y con gran ruido, con torbellino y tempestad, y llama de fuego consumidor. Y será como sueño de visión nocturna la multitud de todas las naciones que pelean contra Ariel, y todos los que pelean contra ella y su fortaleza, y los que la ponen en apretura".
Sin embargo, Ilía también tiene cierto respaldo histórico, aunque se supone que la filtración del nombre secreto en las huestes del Islam, es lo que habría permitido la caída de Jerusalén en manos musulmanas, en el siglo VII. Es por esto que, en esta tradición religiosa, el Califa Omar (Umar Ibn Al Jattab) toma la ciudad de Jerusalén con la siguiente proclama de seguridad y respeto para su población, en el año 638:
"En el Nombre de Allah, el Más Misericordioso, el Más Compasivo, ésta es una garantía de paz y de protección dada por los siervos de Allah: Umar, comandante de los creyentes hacia la gente de Ilia’. Les doy una garantía de protección para sus vidas, propiedades, iglesias y cruces; para quienes están enfermos y para los saludables y para toda la comunidad religiosa... La gente de Ilia deberá pagar el yizia (impuesto a los no musulmanes) como hacen los habitantes de las ciudades…"
Los musulmanes siguieron llamando Iliya, Iliá o Ilía a Jerusalén, sin discreciones. Este nombre, ya no secreto sino revelado, se usó durante la Edad Media en algunos documentos producidos entre los siglos X y XI. Parece guardar alguna relación también con Hiria, nombre dado también en el medioevo a Siria, pero después vuelve a desaparecer y ser olvidado por completo.
Muchas otros países y ciudades del Viejo Mundo tuvieron también sus propios nombres secretos, como París, Atenas o Estambul-Bizancio. Algunas fuentes creen incluso que Damasco era el nombre secreto del Qumrán. Sin embargo, los ejemplos de Roma y Jerusalén grafican con mejor cobertura literaria esta interesante creencia.
Fundación de Buenos Aires por Garay, en primera de dos pintura sobre el hecho histórico, del español José Moreno Carbonero, ésta de 1910. Se muestra el poste-rollo central o "árbol de la justicia" en torno al cual se trazan las ciudades coloniales. Este cuadro está en el Salón Blanco del Palacio Municipal de la capital argentina.
¿HUBO NOMBRES SECRETOS EN AMÉRICA?
Como sucedió también en Italia, Alemania y Francia, la tradición del nombre secreto se practicó en la Península Ibérica, cuando heredada a los cristianos del Medioevo. Ciudades como Santiago de Compostela, Toledo, Córdoba, Zamora, Oviedo y Lisboa habrían tenido sus propios títulos ocultos, por la misma razón. Y si españoles y portugueses practicaron este protocolo, entonces no es especulación gratuita suponer que habrían hecho lo propio en las ciudades de América.
Las fundaciones de ciudades en América por parte de los conquistadores, coinciden en rasgos generales con la descripción hecha por el profesor Rykwert: en el punto central de cada plaza de armas se erigía el llamado Rollo o Árbol de la Justicia, poste que se empleaba también como gnomon útil en el trazado urbanístico que se proyectaba alrededor de este eje. El escritor y canónigo colonial Sebastián de Covarrubias y Orozco, describe algunos detalles sobre el aspecto de los Rollos, en su obra "Tesoro de la lengua castellana o española" de 1611, definiéndola como una picota u horca hecha de piedra y redonda; si no la había, se colocaba entonces un tronco con todas sus ramas y hojas podadas. Era el mismo sitio en que se hacía la justicia del Rey.
El Rollo, a su vez, era calzado sobre un agujero equivalente al mundus, y el acto de colocación del mismo era un evento muy ceremonioso en la España de entonces, solemnidades que se trajeron y practicaron también en la América Colonial, como testimonian los escribanos de cada gobernación. Cuando se refundó Buenos Aires por Juan de Garay en 1580, por ejemplo, el acta diría:
"...los dichos señores alcaldes e regidores se juntaron con su merced del dicho señor general para el dicho efecto, e todos juntos fueron a la plaza y allí pusieron y alzaron el dicho Rollo o Árbol de Justicia e mandó el dicho señor general que ninguna persona sea osada a le quitar, batir ni mudar, so pena de muerte natural y así lo proveyó y mandó".
¿Se repetía en esta operación tomada del mundo clásico, el protocolo de asignarle nombres secretos a las ciudades en fundación como lo describiera Rykwert? No lo cree tanto Murena, quien se mostrará convencido que las fundaciones en América durante la Conquista y la Colonia tendieron a carecer de ello, por no ser requerido un nombre secreto ni uno sagrado dado el propio origen que tuvieron como colonias de explotación y por la actitud obtusa de los conquistadores al respecto. Así lo señalaba en su mismo ensayo:
"Lo que se fundó en América fue el campamento. Y el campamento no necesita nombre secreto porque es precario: destinado a la extracción de riqueza, alberga gente de paso. Le basta con los nombres útiles, pues su sentido se agota en el reino de la utilidad. La ley que rige en el Campamento es la de la Fiebre del Oro, la cual si por un lado se manifiesta continuadamente como tal en forma abierta, por otro desempeña su papel decisivo bajo diversas apariencias. Porque Fiebre del Oro no es sólo la cruda rapiña del aventurero inicial y de sus infinitos sucesores hasta llegar al comerciante o industrial contemporáneos que con la baja calidad e injustos precios de sus productos estafan a sus conciudadanos sin miramientos. Fiebre del Oro es también la terrible anarquía que casi a partir de 1810 estalla en estas tierras debido a que Buenos Aires, el Campamento por excelencia, se resiste a compartir con las provincias el rédito que brinda la aduana. Y este ejemplo argentino de la persistencia de la estructura colonial de explotación de las provincias por parte de los puertos originarios de entrada de los conquistadores tiene su réplica en los restantes países latinoamericanos".
En el caso de Santiago de Chile, se quisiera pensar que también lo tuvo, por ser ciudad capital y bajo la advocación sacra y guerrera del patrono de las armas de España, el Apóstol Santiago el Mayor, a su vez figura tutelar del célebre camino jacobeo de peregrinación a Santiago de Compostela. Se sabe también que Santiago del Nuevo Extremo fue fundado como ciudad hispánica sobre un antiguo establecimiento bajo administración política del Tawantinsuyo, y es un hecho conocido que el primer acto material de fundación fue colocar el Rollo o Árbol de la Justicia al centro de lo que ahora es la Plaza de Armas, como correspondía al procedimiento.
También se ha especulado en algunos círculos de interesados en el tema, que hubo ciertas ramas de logias que heredaban e invocaban el "nombre secreto" de la ciudad de Santiago en sus ritos, compartido sólo entre cofradías muy desconocidas. Aquellas intrigas no son parte de nuestro tema aquí tratado, sin embargo.
Si acaso se tuviese que especular sobre cuáles podrían ser las pistas para dar con esos presuntos nombres sagrado y secreto de Santiago del Nuevo Extremo, considerando el caso de etimológico de Roma y Jerusalén con su trasfondo patronal divino, colocaríamos atención en lo que pudiesen arrojar dos observaciones: primero, que don Pedro de Valdivia aludió a la llamada tradición jacobea del Apóstol Santiago cuando le dio su nombre a la ciudad y eligió por eso un escudo de armas con ocho conchas veneras santiaguesas para ella (conchas que eran símbolos de la protección de Santiago Apóstol en España); y segundo, que Jacob o Jacobo es el nombre original del apóstol, mientras que para algunas creencias, Jacobo de Zebedeo o Santiago Apóstol pudo haber sido hermano de Jesús, quien lo llamaba Boanerges  según el Evangelio de San Marcos ("...a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno"), asegurándose que en su supuesto sepulcro en Judea se inscribió: "Jacob, hijo de José, hermano de Jesús".
A mayor abundamiento, cabe comentar que, en algunos planos coloniales de Santiago de Chile, como el de Emmanuel Bowen en 1747, la capital chilena aparece señalada como la ciudad de Saint Jago; y otros italianos hablan también de San Giacoppo, como el que publicara el Abate Juan Ignacio Molina hacia 1776. Sucede que, en tiempos medievales y por dispersión en diferentes lenguas, Jacobo fue transformado en Yaco y Tiago, surgiendo nombres santos como Sant Yaco, Sant Iago, San Tiago y, por supuesto, Santiago. Recuérdese que Santiago tiene también un ente "reflejo" en la mesa de Cristo: Santiago el Menor o Jacobo de Alfeo (Yakov ben Halfay), que en algunas tradiciones es interpretado como una suerte de dualidad de Santiago el Mayor, relacionándoselos con las constelaciones de Canis Mayor y Canis Menor en interpretaciones estelares del Camino de Compostela. El nombre Jacobo, por lo demás, se hace equivalente a James, Jacopo o Jacques, y el apellido de William Shakespeare para algunos parece proceder del francés Jacques-Pierre, traducible como Jacques-Padre o Jacobo-Padre (teoría que incluso comentara Sigmund Freud), lo que podría ser hasta un pseudónimo o alias del célebre Bardo.
Quizás en esta cuestión etimológica estén las claves del supuesto nombre secreto de Santiago del Nuevo Extremo, como reflejo nominal en el austrum del Santiago de la tradición jacobea en Compostela.
Por supuesto, al igual que sucede con muchos temas relacionados con asuntos mistéricos de la ciudad (subterráneo de los jesuitas, el río Mapocho con vida y voluntad propias, sus puntos indicativos de una geografía sacra, etc.), la realidad inevitablemente se amalgama con el mito y con interpretaciones ingeniosas que van enriqueciendo sus contenidos pero alejándolos de los hechos, aunque nadie puede negar que se trata de una leyenda cautivante.

LEYENDA DE UN SANTO MÁRTIR: HISTORIA DE LA IGLESIA DE SAN LORENZO IN PANISPERNA

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Imagen de la iglesia en grabado de Giuseppe Vasi (siglo XVIII).
Coordenadas: 41°53'50.41"N 12°29'35.46"E
El próximo 10 de agosto tiene lugar la celebración de San Lorenzo, mártir paleocristiano en Roma de origen español, considerado el santo patrono de los archiveros, los diáconos, los estudiantes y los bibliotecarios. En nuestro Chile es, por excelencia, el protector de los choferes, los camioneros, los que se consideren "parias" de una sociedad y, muy especialmente, de los mineros, con su gran fiesta popular y religiosa en la localidad de San Lorenzo de Tarapacá, en la quebrada y región del mismo nombre.
San Lorenzo es un santo con fama de "incendiario", que castiga con fuego y quemaduras a los devotos que le dan la espalda. Por mucho tiempo, siglos antes de la época de San Isidro Labrador, era también el señor de las lluvias, los vientos y un gran asistente de la agricultura. Su efeméride anual, correspondiente al día de su doloroso martirio, curiosamente coincide con el período de un fascinante fenómeno cósmico: una intensa caída de meteoros desde la constelación de Perseo, llamados por lo mismo Perseidas, que una tradición de origen medieval denomina poéticamente las Lágrimas de San Lorenzo.
Roma tiene varios templos de distintos tamaño consagrados al diácono mártir. De hecho, llegó a tener cerca de 30 centros religiosos para él, muchos ya desaparecidos. Uno de ellos y de los más importantes es la Iglesia de San Lorenzo in Panisperna, ubicada en el lugar que se supone el de su martirio en la actual Rione Monti, siendo quizás el primer o segundo templo más antiguo de Roma dedicado al santo, a pesar de ser poco conocido por los turistas debido a su relativo retiro de los centros de mayor atracción, y al hecho de que sólo abre en determinadas ocasiones del año o en eventos específicos, como el aniversario de su patrono y el Día de los Difuntos, cuando pude conocerlo interiormente.
Dejaré aquí un poco de la historia de San Lorenzo y la de su iglesia romana en Panisperna, sabiendo de sobra que el diácono mártir tiene en nuestro país muchos devotos que se sentirán complacidos con esta información e imágenes.
GALERÍA DE IMÁGENES:
EL DIÁCONO LORENZO
Lorenzo nació hacia el año 230, en la región de los Montes Pirineos Aragoneses de la antigua España bajo la dominación romana. Según la tradición oral recogida en los sermones de San Agustín de Hipona, durante el siglo siguiente, esto sucedió en Huesca, más específicamente en la localidad llamada Loreto. Hijo del matrimonio compuesto por Orencio y Paciencia, fue educado desde niño en el cristianismo y manifestó desde muy temprano su vocación por la nueva fe que se expandía vertiginosamente por tierras de dominio romano. La tradición supone, de alguna manera, que el muchacho venía predestinado: su nombre en el latín era Laurentius o Laurentis, que significa “laureado”.
Se cuenta que, todos los días, Lorenzo hacía con su hermano Orencio (llamado igual que el padre) una ruta a pie desde Loreto a Huesca para ir a la escuela. Su leyenda dice que habría completado estudios en Zaragoza y que fue compañero de Sixto, joven condiscípulo de origen griego que había llegado a residir a la misma localidad y con quien le unió una leal amistad, vínculo que sólo el trágico final de ambos hombres pudo separar en el mundo de los vivos. Decididos a servir a los pobres, los dos amigos viajaron a Génova y luego a Roma, donde Sixto se consagró como diácono, luego sacerdote, obispo y, finalmente, como Papa, asumiendo como Sixto II. Fue el número 24 en la línea de pontificados iniciados con San Pedro, sucediendo al infortunado Papa Esteban, quien murió ejecutado por los romanos.
Doña Paciencia falleció poco tiempo después, y el padre don Orencio se marchó a Francia con su otro hijo, por lo que Lorenzo no tenía más familia directa cerca. Permaneció rodeado, sin embargo, de sus amigos más cercanos y de sus correligionarios. Ni bien asumió Sixto II en el año 258, éste le nombró como uno de los siete diáconos de Roma, específicamente en las obligaciones de Arcediano Jefe de los Diáconos, encargándosele en tales labores la tesorería, la administración de los cementerios y el resguardo de los bienes y de los archivos de la Iglesia, además de la recolección de las limosnas de la ciudad que luego eran repartidas entre los pobres y los necesitados.
Como consecuencia de estas actividades, Lorenzo llegó a ser extraordinariamente querido y popular entre los más desposeídos, por lo que su presencia e importancia no habrían de pasar inadvertidas para las autoridades romanas. Su cargo era, además, la segunda jerarquía de la Iglesia, pues, como primer diácono, podía incluso reemplazar al Papa en ciertas situaciones que llegaran a complicar la labor de Sixto II.
Existen muchos relatos curiosos sobre la actividad de Lorenzo en este período, varios de ellos buscando anticipar un destino sacro y una fama de milagroso. Se cuenta que, un día de aquellos, mientras repartía entre los pobres las limosnas y las riquezas tan ambicionadas por los romanos, llegó hasta la casa de una mujer del monte Celio llamada Siriaca, viuda desde hacía 32 años y que sufría de continuos y atormentantes dolores de cabeza. Lorenzo la habría curado de sus males poniendo sus manos en la cabeza de la enferma y trazando la señal de la cruz en ella, mientras decía estas palabras que resultaron sanadoras: "En nombre de Jesús, Hijo de Dios, Padre Omnipotente, pongo mis manos sobre ti para que se te quiten los dolores de cabeza que sufres hace tiempo".
Hay más relatos parecidos, como que ejecutó un milagro más al visitar la casa de un fiel llamado Narciso, residente en el barrio canario. Allí, el diácono lavó los pies de todos los presentes, les regaló joyas y les proporcionó vestimentas, pero advirtió entonces que, entre ellos, había un invidente llamado Crescencio, quien conociendo su fama de milagroso le pidió que tocara sus globos oculares con sus dedos para recuperar la visión. Lorenzo hizo sobre esos ojos muertos la indicada señal de la cruz, mientras decía: "Que nuestro Señor te ilumine, igual como curó al ciego de nacimiento". De inmediato, Crescencio habría comenzado a abrir los ojos, aunque muy lentamente, sintiendo sobre ellos poco a poco la luz y distinguiendo el rostro del futuro diácono frente al suyo, en otra analogía clarísima con respecto a milagros de curación realizados por el propio Jesucristo.
Mas, sucedió que el emperador Valeriano había asumido en el año 253, irguiéndose de inmediato como una nueva y temible sombra sobre la religión de Lorenzo. Los temores alrededor de su amenazante presencia en el trono se cumplieron cuatro años más tarde, cuando, acosado por las invasiones bárbaras y persas, y urgido de financiamiento para mantener los ejércitos, el soberano reinició la dura represión contra los cristianos, similar a la que poco antes había sostenido Decio por el año 250. Así las cosas, e instigado por ambiciosos asesores de su corte, Valeriano promulgó un edicto de persecución con el que prohibió el culto de Cristo y se apoderó de los cementerios donde se reunían los miembros de esta Iglesia. Así acabó muerto el Papa Esteban, el año 257, a quien sucedió Sixto II en el pontificado, pero también en el camino inevitable hacia la muerte violenta y martirial.
Según su leyenda, Lorenzo recibió por entonces el encargo directo del pontífice para custodiar los tesoros eclesiásticos, incluido el mítico y famoso cáliz de Cristo conocido como el Santo Grial. El diácono habría llevado de forma secreta la sagrada copa y otras valiosas reliquias hasta una reunión clandestina organizada por Justino en la Cueva de Hepociana, dejándolas en manos de su amigo y compatriota Precelio para que éste transportara los valiosos tesoros hasta familiares de Lorenzo en Huesca, quienes los escondieron en un lugar seguro. Esta interesante historia aparece descrita en el manuscrito religioso titulado "La vida de San Lorenzo" de San Donato, documento que data del siglo VI; y si bien el original de este manuscrito se extravió, sí se conserva de él, en la Biblioteca Nacional de Madrid, una valiosa copia traducida al castellano por Lorenzo Mateu y Sanz, que fue hecha en el siglo XVIII.
Infelizmente, el destino ya estaba soplando sus más oscuros nubarrones de infortunio y de desgracia sobre la vida del diácono; tantos, que ni siquiera sus afamados talentos prodigiosos, ni el celo con que custodiaba los tesoros que le fueron encargados, podrían haber sido capaces de contrarrestar. El propio rol de Lorenzo como protector de los tesoros de los primeros cristianos, entonces, sería aquello que lo condenaría al destino de doloroso martirio.
Martirio de San Lorenzo, de Cati, siglo XVI, en el presbiterio del templo.
Acercamiento al gran fresco del presbiterio, mostrando al santo.
Vista de la nave hacia el Altar Mayor y el presbiterio.
LOS "TESOROS DE LA IGLESIA" Y EL MARTIRIO
La ferocidad de Valeriano pronto alcanzó al nuevo Papa, ordenando su decapitación sin piedad. Así, Sixto II fue apresado para su ejecución el 6 de agosto de 258 junto a sus fieles diáconos Felicísimo y Agapito. Según dice la tradición, Lorenzo fue llorando junto a Sixto II cuando éste ya estaba apresado y era llevado camino hacia el lugar donde le esperaban sus verdugos. Hasta se habría ofrecido acompañarle a su inminente martirio, diciéndole a su amigo:"¿A dónde vas sin tu diácono, padre mío?". El pontífice le respondió haciéndole un pronóstico escalofriante, y una instrucción precisa: "No pienses que te abandono hijo mío, pues dentro de tres días me seguirás... Anda y distribuye los tesoros de la Iglesia".
Efectivamente, el destino de Lorenzo se iba a cumplir tal como en la profecía de Sixto II: apenas los captores escucharon la instrucción dada por el apresado papa, aprehendieron velozmente al diácono y comenzaron a afilar las espadas.
Sucedió entonces que, aprovechando este clima de persecución anticristiana y la orden de dar muerte a Sixto II, un ministro romano identificado como Macranio, con autorización y complicidad del propio Valeriano, procedió a emplazar al detenido Lorenzo exigiendo entregarle todas las riquezas que pertenecían a la Iglesia y que estaban bajo su custodia. Lorenzo le respondió: "La Iglesia es muy rica y todos los tesoros del emperador no igualan los que ella posee. Te voy a traer los tesoros más valiosos de la Iglesia, pero para ello necesito tres días de plazo para reunir las riquezas".
Habiendo obtenido la autorización y este plazo perentorio que sirvió para prorrogar efímeramente el acoso de la muerte, Lorenzo se retiró reiterando la promesa de que traería y dejaría ante las autoridades todos los tesoros de la Iglesia. Y apenas puso de vuelta sus sandalias en las calles empedradas de la ciudad, el diácono llamó a todos los pobres, mendigos, lisiados, huérfanos, viudas, ciegos, leprosos, mujeres de mal vivir, pordioseros, ancianos abandonados y, en general, todos los marginados y despreciados de Roma; a los "parias". Acto seguido, repartió las riquezas de la Iglesia entre ellos, visitando los barrios miserables y los reductos; hasta vendió los vasos sagrados para entregarles también el dinero obtenido. Lo único que pidió a cambio es que se reunieran con él en la Plaza de Roma, a la hora sexta del día en que expiraba el plazo que se le habían puesto como ultimátum.
Al llegar ese tercer día, así, Lorenzo se presentó ante las máximas autoridades romanas con toda esta harapienta, gris y triste multitud. Y, para sorpresa y estupor de los potentados, lo hizo declarando que tal gente era la máxima riqueza del cristianismo, el único y verdadero tesoro de su fe:"Estos son el precioso tesoro de la Iglesia; estos son verdaderamente el tesoro, aquellos en los que reina la fe de Cristo, en los que Jesucristo tiene su morada".
Con esta desafiante acción, Lorenzo, el ex guardián del Santo Grial y custodio de las riquezas más incógnitas del cristianismo originario, echó los dados de su propia suerte final. Valeriano montó en cólera e inmediatamente ordenó a sus hombres tomarlo detenido para torturarlo y ejecutarlo. "Yo sé que buscas la muerte, pero no vas a morir tan pronto como tú lo deseas, sino que vas a morir pedazo a pedazo".
Entonces, el emperador mandó a encarcelarlo otra vez, para luego azotarlo, dislocarle los huesos y, finamente, quemarlo desnudo y tendido en una parrilla de fierro, advirtiéndole a Lorenzo que intentaría prolongar su sufrimiento de agonía y dolor tanto como fuera posible, sometido a tan horrendas torturas. Y así, procederían a ejecutar la orden final de asarlo vivo, el día 10 de agosto. En resumen, los diez tormentos a los que fue sometido el diácono en ese último día de su vida, fueron los siguientes según la enumeración taxativa que hizo de ellos el Papa Inocencio III, y que ha servido de base a una oración especial para describir los tormentos de Lorenzo en sus últimas horas. Dicha oración dice:
"Primero tormento: fue arrojado en una cárcel tenebrosa.
Segundo tormento: fue azotado y herido cruelmente.
Tercer tormento: le azotaron con escorpiones de acero.
Cuarto tormento: aplicaron en sus miembros desnudos láminas candentes.
Quinto tormento: lo golpearon terriblemente, moliendo sus carnes con azotes emplumados.
Sexto tormento: rasgaron sus carnes con peines de hierro.
Séptimo tormento: volvió a ser puesto en una cárcel terrible, sin alimento ni bebida.
Octavo tormento: fue puesto en la parrilla y fue quemado a fuego lento.
Noveno tormento: revolvieron su cuerpo en el fuego con garfios de hierro.
Décimo tormento: puesto sobre la parrilla, arrojaron sal sobre sus heridas".
Antes de ser llevado al fuego, ya muy mal herido y sufriente, Lorenzo se había permitido incluso atender a algunos de los últimos pobres que se acercaron hasta el lugar de su encierro pidiendo convertirse, bautizando a 19 de ellos. Sucedió así que un guardia romano, llamado Hipólito, quien estaba encargado de esa cárcel y tenía su morada sobre los calabozos, habría quedado tan impresionado y conmovido por la fuerza que demostraba el martirizado y por sus prodigios que, según la misma leyenda, decidió convertirse allí mismo a la fe cristiana. Es preciso añadir que Hipólito también fue martirizado después, de acuerdo a la tradición cristiana: fue atado a la cola de unos caballos que lo arrastraron hasta morir por entre piedras, roquerías y zarzas. Otro soldado o centurión de Valeriano, llamado Román, también solicitó al detenido ser bautizado por él.
Haciendo la misma señal de la cruz para darle bautismo, Lorenzo devolvió la vista a un ciego llamado Lucilo, que estaba preso con él en esos oscuros y húmedos calabozos. Información dispuesta en la Iglesia de San Lorenzo en Fonte, Roma (construida sobre el lugar de las celdas), dice que brotó milagrosamente agua del suelo, con la que lo bautizó. Quizás pueda haber un cripto-símbolo en esto: Lucilo, Lucio o Luciano son nombres que significan portador de luz. Se recordará, al respecto, que Santa Lucía de Siracusa (283-304) es representada ciega, con sus ojos en un plato pero capaz de ver “más” de lo que logra la vista humana.
La ejecución tuvo lugar al pie de monte Viminale, ante el llanto y la mirada compadecida de su gente mientras era objeto del terrible martirio de la parrilla. Lorenzo no habría mostrado señal de dolor durante el tormento, sin embargo, sorprendiendo más aún a sus verdugos y a todos aquellos seguidores que fueron a despedirlo. Por el contrario, su rostro se habría observado con un inexplicable y bello resplandor, de acuerdo al mito; y en lugar del olor de la carne asada, se cuenta que la muchedumbre de cristianos allí presentes sintieron un aroma perfumado, suave vaho que fue descrito como agradable al Buen Padre Dios. Incluso, una tradición dice que Lorenzo se permitió producir allí -en el tormento final- un último milagro mientras era quemado, devolviéndole la vista a otro ciego con la señal de la cruz.
Cuenta también su leyenda que hubo un instante del suplicio en que el diácono se reincorporó por un momento y dijo burlándose de sus martirizadores que atizaban las brasas de su muerte, asustándolos con la escalofriante escena:"Assum est, inqüit, versa et manduca" ("El asado ya está, parece, voltéalo y come").
Finalmente, rezando una oración por Roma y por la fe de Cristo, Lorenzo abandonó este mundo hacia los 27 ó 28 años de edad, sobre la parrilla de su sacrificio: "Gracias, Señor Jesucristo, por haberme concedido la dicha de entrar por la puerta a tu casa", fueron sus últimas y agonizantes palabras, mirando al cielo, ingresando así a la lista de los primeros mártires del cristianismo, aquel día 10 de agosto del año 258 de la Era Cristiana.
El templo, visto desde los  jardines y la explanada de acceso.
La hermosa puerta labrada del siglo XVII, entre la terraza de las escalinatas.
Vista de la fachada desde un ángulo de costado.
ORIGEN DEL CULTO Y DE LA IGLESIA DE PANISPERNA
Dice la tradición de la fe que la devoción por Lorenzo mártir comienza instantáneamente con su muerte, tras ser recogidos y sepultados sus restos por Hipólito y por el presbítero Justino, en un lugar desaparecido de las Catacumbas de Santa Ciriaca junto a la ruta de la famosa Vía Tiburtina, hasta donde llegó una gran cantidad de cristianos celebrando por él un sacrificio de alabanza. Es el lugar donde hasta ahora se encuentra el gran cementerio romano del Campo de Verano, construyéndose un templo llamado San Lorenzo de Extramuros alrededor de dicha sepultura.
El padre de Lorenzo regresó en esos mismos días a España y fue recibido cálidamente por la comunidad de seguidores de su recién fallecido hijo. Coincidentemente, había una gran sequía en los campos de Huesca, por lo que fue invitado a orar con la comunidad suplicando lluvias al mártir, petición que fue complacida allí mismo y que dejó asociado a Lorenzo también con el fenómeno pluvial.
Desde entonces, todos los sitios que tuvieron relación con Lorenzo mártir fueron consagrados por sus creyentes y aparecerían así los futuros templos, como dijimos al principio: el calabozo donde estuvo encerrado, el lugar de su catacumba, residencias de sus devotos y, por supuesto, el lugar de su martirio, donde se edificó un centro devocional que pasaría a ser la Iglesia de San Lorenzo in Panisperna de nuestra atención, con un convento funcionando dentro del recinto.
El templo de marras se ubicaría en las actuales esquinas de Vía Milano con Vía Panisperna de Roma, en la colina de Viminale. Está en el mismo barrio de la Basílica de Santa María la Mayor, donde se concentran algunos de los templos más antiguos de la ciudad, como el de Santa Prassede y el de Santa Pudenziana. Según la creencia de los fieles a San Lorenzo, el primer templo que existió en este sitio de su martirio en Viminale, fue erigido por el Emperador Constantino en el siglo IV, un siglo después de su cruel ejecución.
Sin embargo, el primer templo que demostradamente se habría levantado aquí (acaso sobre un centro de culto anterior, no lo sabemos), para los historiadores se debe a una orden del Papa Formoso (891 a 896), aunque algunas fuentes suponen que podía remontarse a una obra hecha un siglo antes por el Papa Adriano I (772 a 795). Formoso, sin embargo, también hizo pintar un desaparecido fresco en las paredes de una iglesia pequeña vecina al Templo de Claudio, pintura redescubierta en el siglo XIX, y donde se observaba a Cristo entre los santos mártires Pedro, Pablo, Lorenzo e Hipólito, y bajo ellos el propio Formoso y un soberano que podría corresponder al rey Bogoris de Bulgaria, quien realizaba una visita con peregrinación a Roma cuando se supone realizada la obra. Esto demuestra que Formoso tenía un interés particular y fervoroso por la figura del mártir San Lorenzo y los primeros mártires cristianos.
En aquella época, además, este lugar era conocido con el nombre de San Lorenzo in Formoso, aludiendo al pontífice que hizo levantar la primera iglesia históricamente reconocida allí.
En el siglo V, el templo era una de las llamadas Iglesias Estacionales de Roma, visitadas por el papa en días consagrados; en su caso, el primer jueves de la primera semana de la Cuaresma. Esta tradición se perdió por siglos, pero comenzó a ser restaurada durante el papado de Juan Pablo II.
 Sin embargo, ésta es sólo una de las siete iglesias que existen en Roma consagradas al mártir paleocristiano. Las otras corresponden a:
  • La Iglesia de San Lorenzo en Piscibus, a escasa distancia la Plaza de San Pedro del Vaticano.
  • La Basílica de San Lorenzo en Dámaso, donde estaba antes un templo del Papa Dámaso.
  • La Iglesia de San Lorenzo in Lucina, donde estuvo la casa de una matrona llamada Lucina, que daba refugio a los cristianos.
  • La Iglesia de San Lorenzo en Miranda, junto al Foro Romano y levantada entre los restos del antiguo Templo de Antonio y Faustina.
  • La Iglesia de San Lorenzo en Fonte, sobre el sótano con calabozos de su revisado cautiverio.
  • La Basílica de San Lorenzo Fuera de los Muros o de Extramuros, a un costado del Camposanto de Verano, en el comentado lugar de su catacumba.
A la "ruta" de San Lorenzo en Roma, también se agregan a veces las Catacumbas de San Calixto, que el diácono frecuentaba con Sixto II, y otras de la Vía Appia Antigua donde habría estado como administrador y director de reuniones; y la Capilla de San Lorenzo en Laterano (o Letrán), que formó parte del primitivo Palacio de Letrán y que actualmente integra el complejo del Sancta Sanctorum y la Escalera Santa, vecinas a la Basílica de San Giovanni en el mismo barrio lateranense. Existen otros centros importantes, incluyendo una capilla en la enorme Basílica de San Pablo de Extramuros, pero en general éstas son las principales dependencias religiosas romanas para el diácono mártir, hasta las que llegan sus peregrinos.
La iglesia primitiva fue ocupada también por sacerdotes de la Orden de San Benedicto, hacia fines del primer milenio, y adquirió desde entonces, gran importancia para la fe cristiana en Roma, época en la que se comenzó a construir su abadía. El Papa Eugenio III (1145 a 1153) cedió el monasterio al Abate Marino de la Abadía de Cava, uniendo allí a la Ordo Cavensis. Un documento testimoniando la presencia del templo como consagrado a San Lorenzo, proviene del 1300, cuando el Papa Bonifacio VIII (1294 a 1303) lo hizo remodelar con parte de la abadía. A inicios del siglo XIV, además, ambos recintos fueron traspasados a las monjas de la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara, por una gestión del Cardenal Giacomo Colonna. Con estos cambios, entre otras cosas, se redujo el interior del templo a sólo una nave y se le construyó el coro.
Santa Brígida de Suecia pasó en aquellos años por esta iglesia, tras viajar a Roma en el 1349, para participar de la celebración del jubileo del año siguiente y tratar de fundar una nueva orden religiosa. Residió en el convento de San Lorenzo in Dámaso y venía a la iglesia en Panisperna para ayudar en la recolección de recursos de asistencia a los pobres, sin regresar a su patria por el resto de su vida. Tras fallecer en 1373, fue enterrada acá mismo en una antiquísima cripta ubicada en una de sus capillas, como veremos, hasta que fue trasladada a Suecia cumpliendo con su voluntad. Cuando se presentó su expediente de canonización aprobada en 1391 por el papa Bonifacio IX, confirmaron todos estos datos y sus servicios de reunión de limosnas.
"Gloria de San Lorenzo", en el techo, obra de A. Bicchierai del siglo XVIII.
Altar de los mártires del siglo III Crispino y Crispiniano, guardando sus cráneos.
Vista de la nave hacia el acceso y el coro.
EL TEMPLO ACTUAL
Hubo un período en que el edificio fue reconstruido por decisión del Cardenal Guglielmo Sirleto, entre 1565 y 1574 según las fuentes, aunque la fachada lleva la fecha de 1573. El conjunto de trabajos se extendió por los pontificados de Pío IV, Pío V y Gregorio XIII, siendo realizados principalmente por el artista Carlo Rainaldi.
Esta larga intervención le dio el aspecto que aún conserva, con influencia barroca, y es en el mismo período que la iglesia comienza a aparecer con el nombre oficial de San Lorenzo in Panisperna, título cuyo origen no está del todo claro. Se especula que podría ser una fusión de las palabras pane-e-perna, es decir, pan y pierna (jamón), considerando que estos dos alimentos eran repartidos a los pobres en el día del santo, por las hermanas del convento de las monjas claras, con los fondos de las colectas y las limosnas de asistencia. La inscripción en la fachada, sin embargo, dice: "Inpanis Perna".
Durante el siglo siguiente, además, se le agregó al conjunto un elegante y vistoso pórtico exterior en el siglo XVII, tocando con su vecindad una antigua casona medieval que se conserva en buen estado y que también puede observarse por el interior del terreno, al lado de los jardines que hay adelante de la iglesia, tras señalado portal. Esta antiquísima y hermosa residencia con vanos pequeños, tejuelas y escaleras exteriores es una de las pocas de su época que se conservan en Roma.
La iglesia seguía siendo de gran importancia para la fe, a pesar de sus más bien pequeñas dimensiones comparadas con las de otros templos. En 1843, había sido ordenado obispo en ella el sacerdote Vincenzo Gioacchino Pecci, futuro Papa León XIII (1878 a 1903). Sin embargo, las clarisas fueron expulsadas de este lugar en 1872 y sus bienes confiscados por el gobierno del reino unificado de Víctor Manuel II. El espacio fue dispuesto para la Universidad de Roma, a partir de ese momento. Empero, fue regresado a sus dueños hacia fines del siglo XIX, ocasión en la que también se restauró el edificio principal y parte de la antigua abadía, pasando a albergar otra vez el espíritu inspirador de San Francisco de Asís que aún lo ocupa con sus religiosos.
Interiormente, destacan los siguientes elementos y espacios del templo:
  • El presbiterio, con una gran pintura mural de fondo correspondiente al "Martirio de San Lorenzo", fresco de Pasquale Cati di Jesi y realizado entre 1585 y 1589. Considerada por algunos la segunda pintura mural más grande de Roma, después del "Juicio Universal" de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, la enorme escena muestra un resumen de los detalles y actores del martirio de Lorenzo, como la presencia del Emperador Valeriano y del papa Sixto II siendo conducido a su propia ejecución.
  • El Tabernáculo y el Altar Principal, con forma de pequeña iglesia, datan de fines del siglo XVI y recibieron varias modificaciones durante el siglo siguiente. Sus alhajas son de gran exquisitez.
  • Los estucos y figuras del techo son posteriores al fresco del presbiterio. Muestran a Lorenzo mártir entre santos y ángeles, creyéndoselos obra de Nicola Cartoni, hacia el 1757. Llevan una inscripción en latín que dice: "A craticula ad coronam" ("De la parrilla a la corona").
  • A un costado, a la izquierda, está un fresco de Antonio Bicchierai del siglo XVIII, mostrando a San Tobías acompañado del Arcángel San Rafael.
  • A la derecha, está el fresco de Riccio Bianchini, de 1602, donde se ve al Arcángel San Rafael derrotando al demonio.
  • El Arco Triunfal que divide la nave central única hacia el sector del presbiterio, muestra ángeles de los estucos artísticos que sostienen un pliego con el siguiente eslogan: "Quo crudelius martyrium, eo gloriosior Laurenti triuphus" ("Cuanto más duro fue el martirio, más glorioso fue el triunfo de Lorenzo").
  • La pintura del techo al centro de la nave con bóveda de cañón, correspondiente a la "Gloria de San Lorenzo", es otra obra de Antonio Bicchierai del siglo XVIII, mostrando al mártir siendo recibido en el cielo por Cristo, serafines y querubines.
  • La puerta de acceso a la nave también es un magnífico trabajo de madera labrada de 1664, mostrando iconografía asociada al santo y su protección angelical, además de heraldos martiriales. Esta entrada reutilizó dos pilares del siglo VIII en su marco.
Sus dos falsas naves laterales están formadas por arcos y columnas formando tres capillas por lado, sobriamente dispuestas y decoradas durante la gran restauración y remodelación ejecutada en 1757, más otras intervenciones posteriores. Estas capillas son las que siguen, ubicadas a la izquierda:
  • Altar de San Francisco de Asís, que se estima obra de Cherubino Alberti o de Nicolás LaPiccola, siglos XVII-XVIII. Muestra una pintura del santo en el muro tras el altarcillo, titulado "Los estigmas de San Francisco". A la derecha de este altar está una inscripción diciendo:"El Santo Padre Pio IX a viva voz proclamado altar privilegiado a perpetuidad, 2 de agosto de 1859".
  • Altar de Santa Brígida de Suecia, con obra pictórica también de 1757, titulada "Santa Brígida ruega ante el crucifijo", hecha por Giuseppe Montesanti. Recuérdese que la santa estuvo sepultada acá, inicialmente. A la derecha del altarcillo, empotrado en el muro, está un artístico relieve de friso que perteneció a su cripta durante cinco meses antes de ser trasladado su cuerpo hasta el Convento de Vadstena en Suecia. El viejísimo sarcófago databa del siglo II a IV después de Cristo y fue esculpido por manos paganas, mostrando las Puertas de Hades y cuatro alegorías aladas de las estaciones del año en su diseño.
  • Altar de la Crucifixión, con pintura del siglo XVIII, cuyo autor no confirmado podría ser Giuseppe Bigatti. En ella se ve a Cristo en la Cruz, acompañado de María y de San Juan, mientras Dios Padre, el Espíritu Santo y los ángeles lo observan desde el cielo.
Los altares de la derecha, por su parte, corresponden a los siguientes:
  • Altar de Santa Clara de Asís, con pintura del 1756, del artista Antonio Nessi.
  • Altar de los Mártires Crispino y Crispiniano, retratados en una obra que podría pertenecer a Giovan Francesco Romano, en el siglo XVII. Estos hermanos son considerados santos patronos de los zapateros, talabarteros, curtidores y artesanos del cuero en general, pues ambos predicaban el cristianismo mientras se dedicaban a hacer calzados, cuando fueron torturados y decapitados en la Bélgica Galia durante el reinado de Diocleciano, el 25 de octubre del año 285 (o 286, en otras fuentes). Bajo el tabernáculo del altar menor, está un catafalco con los cráneos de ambos mártires. Una inscripción sobre este relicario y bajo el símbolo del crismón de Constantino, dice: "Hic requiescunt corpora sanctorum martyrum Crispini et Crispiniani" ("Aquí descansan los cuerpos de los santos mártires Crispino y Crispiniano").
  • Altar de la Virgen, particularmente de la Inmaculada Concepción representada en obra de Giuseppe Ranucci, de 1757.
Fue el Papa León XIII quien le hizo construir al recinto los jardines en la explanada de adoquines y agregar una suntuosa doble escalinata exterior del acceso por el portal, con una orgullosa presentación de la obra inscrita al centro de su primer nivel externo y fechada en 1893. Esta escalinata resolvió un problema de alturas dejado por la apertura y mejoramiento de la Vía Milano en ese mismo siglo, que dificultaba el acceso a la propiedad eclesiástica y su antigua casona. En su último peldaño se reutilizó un escalón medieval de mármol, con relieves de cruces y racimos. Recuérdese que León XII había sido obispo titular de San Lorenzo in Panisperna.
En tempos posteriores, se ha instalado una estatua de bronce de Santa Brígida de Suecia en sus jardines arbolados, obra del escultor sueco Axel Wallenberg, de 1964, que hace el gesto simbólico de "saludar" a los visitantes de la iglesia. Además, según la tradición, la iglesia atesoraría reliquias del mártir Lorenzo como un hueso del brazo, un diente y una ampolla de sangre grasienta. También resguarda otras pinturas valiosas y un crucifijo de escuela romana, del siglo XVIII. Las entradas laterales del templo permiten acceder al nivel del templo donde se habría encontrado la parrilla del martirio de San Lorenzo, pero no hay entrada abierta al público en ellas.

EL "LOLO" DE TARAPACÁ, UN SANTO INCENDIARIO: LA TRAGEDIA DE LA SALITRERA ROSARIO DE HUARA Y OTROS CASOS

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La fatídica oficina salitrera Rosario de Huara, en su época de actividad. Castigada a fuego en 1938, por el "Lolo" de Tarapacá. Fuente imagen: "Álbum de salitreras de Tarapacá", de L. Boudat y Ca., 1889.
Coordenadas: 19°59'3.75"S 69°48'43.39"W (exOficina Rosario de Huara) / 19°55'25.48"S 69°30'40.33"W (Iglesia de Tarapacá)
En la entrada anterior vimos la historia del santo de origen español Lorenzo mártir y su iglesia de San Lorenzo in Panisperna de Roma, ubicada en el supuesto sitio de su ejecución asado vivo, a fuego lento, por orden de Valeriano en el siglo III. Esto sucedió, según la leyenda, luego que el emperador le exigiera entregar los tesoros de la iglesia de Cristo y el joven diácono llegara hasta él con todos los pobres, abandonados, despreciados, enfermos, inválidos y mendigos de Roma, proclamando que esos eran los más grandes tesoros del cristianismo.
Ya entonces se visualiza una especie de "maldición de fuego" relacionada con el santo. El emperador Valeriano, que también había hecho asesinar a los papas Esteban I y Sixto II antes del diácono Lorenzo, vivió también el rigor de la venganza divina tras su fechoría: primero, cuando los godos arrasaron muchas de sus posiciones en el Oriente Medio; luego, al ver sus tropas diezmadas por epidemias en plena ocupación de Siria; y, finalmente, al sufrir el martirio en carne propia por parte de los persas que le dieron captura, siendo mancillado, torturado y obligado a beber oro fundido según la leyenda.
San Lorenzo tendría enorme popularidad en Roma y España tras su martirio, por lo que su patronato aparecerá en muchas localidades coloniales del Nuevo Mundo durante la Conquista y Colonia de América, incluyendo el poblado de San Lorenzo de Tarapacá, en la quebrada del mismo nombre en la actual Región de Tarapacá, donde se celebra una gran fiesta religiosa que se repetirá este 10 de agosto, día del martirio del santo.
En este lugar, San Lorenzo es llamado cariñosamente el "Lolo", por sus fieles devotos y peregrinos, pero también es temido: se lo considera un santo asombrosamente vengativo, que castiga a los que le traicionan o dan la espalda con el mismo fuego de su cruel martirio.
LA DESTRUCCIÓN A FUEGO DE LA PRIMERA IMAGEN
El pueblo tarapaqueño, alguna vez capital provincial, fue refundado por los hispanos sobre un asentamiento indígena anterior. Se cree que la primera imagen del santo fue llevada por los españoles en 1578 o cerca de esa fecha, pues fue ese año cuando se rebautizó al poblado como San Lorenzo de Tarapacá, con su respectiva fiesta devocional.
La celebración del "Lolo"llegó a ser la más grande y concurrida de todo el actual territorio al Norte de Chile, de hecho, superada mucho más tarde por las fiestas marianas de la Virgen de La Tirana y la de Andacollo, que a la sazón eran sólo pequeñas celebraciones y muy locales.
Tras sobrevivir a la Guerra del Pacífico y la terrible batalla al final de la Campaña de Tarapacá, un primer incendio ocurrido en la iglesia en 1887, casi la destruye por completo obligando a hacer grandes trabajos de reparaciones y reconstrucción del edificio. Se logró rescatar la imagen y otras valiosas piezas, pero como el templo quedó casi inutilizado, las misas y ceremonias se realizaron hasta 1890 en la municipalidad, iniciándose al año siguiente su reconstrucción y rehabilitación.
La antigua imagen de San Lorenzo dentro del templo de Tarapacá ya restaurado, era mantenida  sobre el Altar Mayor, donde permanecía durante casi todo el año sostenida por roldanas y muy decorada. Era bajado sólo el día 9 de agosto para la víspera de la fiesta, y los tarapaqueños eran tan reacios a sacarla de allí que incluso secuestraron al"Lolo" en 1902, para evitar que fuera de visita hasta la iglesia de la ex Oficina Salitrera Constancia.
Sin embargo, ni todas las posesivas precauciones tomadas por los pobladores evitaron que la querida y preciada figura colonial de San Lorenzo se salvara de sucumbir de la peor manera imaginable: atrapada entre las llamas de ese mismo fuego fatuo e inmisericorde que antes habría dado muerte al santo verdadero en Roma, cuando era aún de carne y hueso.
Fue así como un voraz incendio ocurrido el 6 de diciembre de 1955 y de cuyas causas hay varias suposiciones, destruyó todo dentro de la iglesia, incluyendo la venerada figura. Las 83 imágenes se quemaron en este siniestro, que las calcinó a puertas cerradas, incluyendo también la representación de la hermosa Última Cena hecha a tamaño natural, inspirada en la famosa pintura de Leonardo.
Tras una larga y dificultosa gestión, los tarapaqueños consiguieron una nueva imagen, correspondiente a la actual y fabricada por un fallecido vecino del pueblo de apellido Patiño. Curiosamente, sin embargo, el fuego siguió asociado al culto y a la fiesta del santo quemado en la parrilla, casi como un símbolo indivisible: durante sus celebraciones, las llamas de todo tipo están especialmente presentes y manifiestas entre los fieles, diríamos que muy por encima de la mayoría de las demás fiestas patronales de Chile. De esta manera, se observa su impronta en innumerables fogatas, pirotecnia, bengalas, antorchas, cirios y candelabros, como si alguna clase de principio zoroástrico subyaciese como enlace profundo de fe por el santo y su símbolo ígneo de transformación y sacrificio. Incluso debió construirse una capilla apartada del templo, para alejar el peligro de miles y miles de velas que son encendidas por los fieles precisamente por este período.
El "Lolo" y el fuego, entonces, son casi sinónimos en la fe de Tarapacá.
Figura principal de San Lorenzo en la Iglesia de Tarapacá. Reemplazó a la imagen colonial que se quemó en 1955.
LA FAMA DE SANTO INCENDIARIO
Otra de las claras diferencias que San Lorenzo de Tarapacá ofrece para con las demás entidades celebradas en las fiestas patronales chilenas, es su característica de ser tan temido como respetado.
Al manifestarse tan castigador como generoso, no tolerando las traiciones ni las deslealtades de quienes se digan sus fieles, la conexión con el santo funciona como una especie de contrato vitalicio, en donde aquel que rompa la palabra queda expuesto a durísimas “multas”. El fuego reaparece en esta propiedad atribuida por el folklore religioso al santo.
Se dice, pues, que San Lorenzo cobrará caro a quienes lo ofendan, le desobedezcan o le humillen. Darle la espalda o negarse a cumplir es un riesgo tremendo. Esto es, además, una especie de equilibrio a lo extraordinariamente milagroso que se describe al "Lolo", generando algunas muestras de devoción increíbles por parte de quienes se han sentido tocados por su generosidad y cumplimiento de peticiones.
El vecino e investigador pampino Rolando Danilla Leiva, escribía en el diario "La Estrella de Iquique" de 1988 que "Al santo siempre se le ha calificado de incendiario, que castiga con fuego a quienes lo ofenden". Esto, porque los incendios, las quemaduras, el arrasamiento por llamas y las explosiones abundan en el legendario local de San Lorenzo. Su más temible especialidad, entonces, la que todos le conocen y consideran confirmada con innumerables casos, es la de poder castigar con el fuego.
Como hacedor de los incendios, además de las lluvias y los vientos, San Lorenzo también sería capaz de provocar pérdidas especialmente en los hogares de quienes desertan a su fe y a su compromiso. Es ésta una de las razones por las que los cargadores de su multitudinaria procesión hacían la fatigosa marcha con las andas sobre sus hombros en total estado de ebriedad, ya que parte de la tradición señalaba también que, si se aventuran a cargar la imagen sobrios, San Lorenzo podía quemarles sus respectivas casas. La creencia popular considera, pues, que el "Lolo" es el santo patrono de los borrachos, y muchos intentan demostrarle su devoción haciendo loas a tal patronato durante toda la fiesta y sus octavas o "chicas".
Los mineros son sus principales protegidos desde los tiempos de la fiebre de la plata de Huantajaya y luego la de las salitreras, razón por la que muchas oficinas tenían nombres alusivos al santo. A estos trabajadores, el "Lolo" les exigía una norma precisa: no trabajar en el día consagrado a su memoria, el 10 de agosto de cada año. Se dice que incluso Chuquicamata jamás tenía faenas en aquel día y que en otras ciudades de gran influencia minera, como Copiapó, existía la creencia de que si desobedecieran la regla se arriesgarían a sufrir graves accidentes en sus jornadas laborales. Nuevamente, se trata de peligros de quemaduras y lesiones por fuego: si se trata de un barretero, por ejemplo, corre el peligro de quemarse con la pólvora del tiro; si era un calichero, podía caer en las bateas ardientes.
Así pues, hay una grave sentencia que se repite constantemente entre todos estos fieles de San Lorenzo de Tarapacá, a modo de advertencia para los que se muestren dubitativos o incrédulos del poder del santo: "El 'Lolo' te puede hasta incendiar la casa… ¡Jamás le prometas algo que no puedes cumplir!". Mandas y promesas se pagan rigurosamente, por lo que no es extraño encontrar gente repartiendo entre los concurrentes cientos de recuerditos, comidas, sándwiches, pequeños obsequios, frutas y todo lo imaginable, como forma de agradecer al santo y librarse de un castigo a fuego en caso de fallar con sus deudas.
El peligro de castigo incluye a los actos de ignominia y desmérito hacia su poder. Tan seriamente se toma este asunto, que incluso se recomienda pagar mandas o cumplir con promesas al santo aunque sea a medias, si es que no se puede responder con todo lo que se le ofreció.
No hay consenso de cómo se desata la "maldición" del castigo en el orden cósmico, sin embargo: mientras algunos creyentes aseguran que es el propio San Lorenzo el que penaliza con duras sanciones, otros creen que el mismísimo Diablo es el que arroja su tridente por donde se abran las grietas de desagradecimiento o deslealtad para con el mártir, provocándose así las calamidades descritas.
Ficha salitrera de Rosario de Huara (Fuente imagen: fichasalitrera.cl).
EL INCENDIO DE LA OFICINA ROSARIO DE HUARA
Sabemos que nunca han faltado los audaces y temerarios ante el peligro; los que han retado a San Lorenzo tentando con ello la mala suerte y la desdicha, como ocurrió en 1938 en la oficina salitrera Rosario de Huara, ubicada a poco más de tres kilómetros hacia el Sur del pueblo de Huara y perteneciente a la Compañía Salitrera de Tarapacá y Antofagasta, la misma que desde pocos años antes era propietaria también de las oficinas Humberstone, Mapocho, Bellavista y Prosperidad.
Según la información que se difunde del trágico caso ya cristalizado en el imaginario de los devotos del "Lolo", el gerente general era por entonces Alejandro Echegoyen, el administrador Carlos Petersen y el jefe local don Enrique Medina, aunque parece que la historia de esta salitrera es un poco confusa y no del todo bien conocida. Juan Ricardo Couyoumdjian, por ejemplo, escribe en "La industria salitrera de Tarapacá" (documento adjunto al "Álbum de las salitreras de Tarapacá" de L. Boudat y Ca.) que Rosario de Huara cesó operaciones en 1930, ocho años antes de la confirmada tragedia que allí ocurrió y, además, se indica que había sido fundada por J. Gildemeister, quien la recuperó tras la Guerra del Pacífico para transferirla a la Rosario Nitrate Company de Londres en 1889.
Como sea, fue un hecho cierto, verificado por testigos y periódicos de época, lo que generó la leyenda sobre el terrible castigo que San Lorenzo habría hecho caer sobre la oficina salitrera.
Sucedió allí que, el martes 9 de agosto de 1938, todos los obreros y residentes de Rosario de Huara fueron notificados por los dueños y gerentes de la Compañía de que no se les permitiría concurrir a la Fiesta de San Lorenzo de Tarapacá que iba a realizarse en el día siguiente, amenazando con despedir a aquellos que se ausentaran de la jornada laboral. El grave problema era, sin embargo, que los habitantes de la oficina eran muy fieles del santo y hasta tenían sus propios grupos de bailes religiosos ya dispuestos para asistir devotamente a los festejos, por lo que la noticia de seguro fue tremenda para ellos y sus familias.
Los trabajadores intentaron insistir a sus jefes en que desistieran de tamaña insensatez, pero estos respondieron negándose categóricamente, según lo que ha recopilado de este interesante e intrigante caso el investigador pampino Reinaldo Riveros Pizarro: "Si no están en sus puestos de trabajo–contestaron ellos- mañana serán despedidos y que San Lorenzo haga el milagro de buscarles trabajo en otra parte, pero acá no".
Llegó así el día miércoles 10 de agosto y los obreros no pudieron asistir a la fiesta de Tarapacá…
Hacia las 5 de la tarde, justo en la hora de la Procesión, el dedo castigador se dejó caer despiadado sobre la oficina salitrera: un agresivo incendio se desató sin que pudiera ser precisado su origen y, al rato, cuando ya se creía parcialmente controlado, una enorme explosión convirtió en un infierno el lugar, matando a siete personas, tres de ellas niños. El cronista y escritor Luis Díaz Salinas, agrega en su "Sendas de nostalgia: Iquique, recuerdos de un siglo inquieto", el detalle de que la explosión fue tan destructiva como se ha descrito porque el fuego alcanzó una caja fuerte de la bodega, donde un señor llamado Cecilio Ahumada guardaba los fulminantes con el objetivo de hacer más fácil la entrega de este material a los trabajadores durante las faenas.
Danilla Leiva precisa que los fallecidos fueron el joven cargador de carros Inocencio Ramírez Araníbar, el moledor de salitre Luis Órdenes Valenzuela, el obrero Juan Muñoz Balcasar (que hacía poco se había incorporado al trabajo, tras volver del servicio militar), Cosme Morales Miranda con su pequeño hijo Mario Morales Cortés, y los otros niños llamados Cayetano Ramón Muñoz Siles e Isidoro Carvajal Ceballos, seguramente acercándose al lugar del incendio sólo por infantil pero traicionera curiosidad.
El diario "El Ferrocarril" de Arica, del 11 agosto de 1938, en la nota "Última hora: violento incendio se produjo hoy en la oficina Rosario de Huara", informaba que el siniestro arrasó casi todo lo que encontró al alcance de tan inmensa hoguera: "…bodegas, almacenes y la administración y el fuego se propagó a un pequeño estanque de petróleo y a un depósito de pólvora, el cual estalló".
Talleres de la Oficina Rosario de Huara.
DESPUÉS DE LA TRAGEDIA
Cuenta la misma historia que, entendiendo perfectamente el severo mensaje que se les acababa de enviar desde algún lugar extraterreno, no bien se disiparon los humos de la tragedia el administrador de la salitrera partió raudo a la Quebrada deTarapacá con los conjuntos de bailes y los devotos de Rosario de Huara, a rendir honores a San Lorenzo y pedir perdón por no haber estado presentes el día 10.
Este grupo de tristes peregrinos habría estado formado, entre otros, por el administrador Carlos Petersen, el hermanito Ernesto Delucchi, el corrector José Antonio Tomé y la totalidad de los empleados con sus familias, suplicando las disculpas del diácono mártir y prometiendo nunca más negarle permiso a los trabajadores para asistir a la fiesta.
Las exequias de las víctimas de la tragedia fueron la continuación del tremendo drama desatado en esas tierras mineras. "El Tarapacá" homenajeó a los fallecidos con una sensible nota, en el mismo día del masivo funeral:
"Toda la provincia acompañará en un gran silencio interior, el lento cortejo que despide hoy para siempre a los infortunados restos, de aquellas siete vidas útiles segadas trágicamente por la desgracia. En solidaridad de los que viven, con los que mueren, cuando los que se van tienen títulos para pedir recuerdos en el corazón de los que quedan. Pocos… muy pocos, seguramente sabían que antes de esta amarga catástrofe, quiénes eran, y cómo era la vida pequeña, sencilla y dolorosa de los cuatro obreros y de los tres niños que murieron en la noche del miércoles. Sin embargo, después de su muerte, para nadie en la provincia han quedado como extraños: en cada familia, en cada corazón bien nacido, un pensamiento, una expresión de desconsuelo o de lástima".
Más de 3 mil personas asistieron ese día a la despedida de las infortunadas víctimas. Fue uno de los funerales más grandes que se habían realizado en Chile hasta entonces en lo que a recorrido horario se refiere, pues comenzó a las 10 de la mañana y terminó después de las 18 horas. Más de 30 representantes laborales, dirigentes sociales y autoridades pronunciaron discursos en un podio colocado en la entrada del camposanto, frente a la inmensa muchedumbre.
Tradicionalmente, se ha creído que fue el propio San Lorenzo quien castigó a la salitrera con su furia incontenible, pero Danilla Leiva tiene otra explicación bastante expiatoria para el santo, ofrecida en un artículo suyo justo en el cincuentenario de la tragedia de Rosario de Huara (de la que él fue testigo directo, además) y que se podría suponer "extensible" también a todas las otras descritas desgracias que ocurren cuando se falla al patrono de marras en Tarapacá:
"Es indudable que estas muertes no se le pueden cargar al Santo; fue más bien una colaboración satánica del demonio que queriendo colaborar con quien simpatizaba tanto, metió su repelente cola y se produjo la explosión en los momentos en que el incendio ya estaba totalmente controlado".
Bien sea el Diablo o el propio "Lolo", a las muertes se sumaron las millonarias pérdidas materiales de la salitrera. Los estragos resultaron múltiples y la gravedad de la situación mantuvo detenidas las actividades varios días, afectando también a oficinas vecinas como Santa Rosa de Huara, Constancia y el campamento de La Santiago, casi como un anticipo de la debacle final que esperaba a la industria salitrera chilena sólo un poco más allá en la línea de la historia.
Y así, el acto de asistir con la cola entre las piernas a Tarapacá no fue suficiente para obtener la disculpa del diácono mártir: dice Riveros Pizarro que desde entonces, la oficina Rosario de Huara comenzó a decaer económicamente y a arruinarse, hasta tener que paralizar sus actividades para siempre en 1940.
La trágica historia pasó rápidamente al relato oral del pueblo tarapaqueño, desde donde nunca se ha perdido. Fue adoptando algunas variaciones o adiciones, es verdad, pero no ha sido olvidada ni ha dejado de ser sermoneada como una clara exhortación sobre la necesidad de respetar esa suerte de contrato de fe con el santo, quizás la base de su concluyente penetración popular. Así la relataría, por ejemplo, muchos años después de sucedida y para una entrevista de investigación folklórica ("Fuentes para la historia de la República, volumen XXVI: Pampa Escrita. Cartas y fragmentos del desierto salitrero", Sergio González Miranda), don Rafael Quiroga, un ex obrero salitrero que trabajó en otras oficinas como Santa Lucía y La Palma (Humberstone) hasta la caída de la industria calichera:
"¿No ha oído una leyenda que ocurrió? Aquí hay un santo que llamamos San Lorenzo, la administración se negó a darle permiso a los devotos entonces se incendió la iglesia (Era la oficina) Rosario de Huara. (El administrador era) don Walter Müller, un alemán muy rudo. Fueron los devotos a pedir permiso por el día 10 de agosto, y se les negó, les dijeron aquí que la industria tiene que trabajar y venimos a producir salitre y no a comer santos, y al día siguiente, en el incendio, se quemó la bodega".
Hoy día quedan sólo algunos restos apenas reconocibles de lo que alguna vez fuera la bullente y activa salitrera de Rosario de Huara, castigada de forma inmisericorde y cual ciudad del Antiguo Testamento, no sabemos con certeza si por el poderío del propio San Lorenzo o, acaso, por el mero devenir entre las coincidencias insólitas sobre las que navegan, a veces, los barcos históricos por los mares del destino.
Capilla de velas de San Lorenzo, en el pueblo. La imagen del San Lorenzo que se observa en la imagen es la misma que se incendió en septiembre de 2012.
LA CREENCIA EN NUESTROS DÍAS
Este espinudo tema de los castigos a fuego no es tabú en Tarapacá: la superstición es bien conocida entre los fieles y abundan los testimonios dramáticos de algunos de ellos, muchos vividos en carne propia por los informantes.
Cuando otros obreros salitreros decidieron no ir algún año a la fiesta, por ejemplo, sufrieron accidentes terribles el mismo día de su irreflexión, como sucedió al músico de una banda religiosa al caer a una de las bateas de caldo caliente de caliche en una oficina justo tras resolver ausentarse, accidente del que sobrevivió con graves lesiones aunque era más o menos frecuente entre estos hombres, produciendo horribles quemaduras. Hay interesantes testimonios recogidos en la serie documental televisiva "Al Sur del Mundo", temporada año 1999, en el capítulo titulado "Tarapacá: epopeya del hombre en el desierto".
Del mismo modo, cuenta una mujer que no pagó el dinero prometido al santo, que se quemó ese mismo día con una olla de agua hirviendo, cuando la levantó de la cocina y se desprendió un asa de la misma; y otro sujeto que prefirió no viajar a Tarapacá durante las fiestas, acabó con su casa reducida a escombros ardientes al regresar de un encuentro "recreativo" con otros compañeros de juergas. Los comentarios sobre casas quemadas de quienes faltaron al santo son innumerables, así como los accidentes de conductores ingratos.
El hecho de que los devotos sientan que la voluntad espiritual pueda actuar a través del castigo y especialmente con la amenaza del fuego, sin duda ha de estar relacionado con la forma de la atroz ejecución de Lorenzo quemado vivo en una parrilla. Esta sensación no es exclusiva de Tarapacá, sin embargo: en la localidad de Ránquil, por ejemplo, es tal el temor que se le tiene a dicha capacidad del santo, que muchos lugareños tampoco trabajan en su día y lo toman por feriado, convencidos de que si llegan a desoír este precepto, también serán acosados por incendios y combustiones misteriosas en su entorno, como comenta Oreste Plath en su "Folklore religioso chileno".
Recalco que existen innumerables relatos de incendios y explosiones trágicas atribuidas a la ira de San Lorenzo por las faltas de sus súbditos, según lo han comentado también reputados investigadores. Acá sólo comentaré algunas pocas.
La cantidad de testimonios asombra, y la mezcla de cariño y temor de los fieles hacia el "Lolo" de Tarapacá alcanza proporciones tales que las salitreras también paralizaban en los día 10 de agosto, sucediendo toda clase de anécdotas y hechos insólitos alrededor de la fiesta y sus concurrentes, las que se han ido sumando al amplio legendario. También le he seguido la pista a algunos casos ilustrativos sobre lo caro que cuestan las deslealtades y las traiciones.
De alguna manera, para el imaginario popular la leyenda se va viendo reafirmada y confirmada constantemente en los hechos, ora por las casualidades, ora por la excesiva atención que se pone sobre tragedias a las que se puede atribuir la acción inquisitiva del santo con presencia de fuego. La mayor cuota de historias la ponen los fieles individual y personalmente, sin embargo: casi no existe alguno que no conozca un caso cercano o propio, con la clase de accidentes que suceden ante la más mínima falta o postergación para con el santo.
Mayoritariamente relacionados con esas llamas, líquidos ardientes y quemaduras, algunos testimonios son realmente sobrecogedores, y coinciden casi siempre con un accidente sucedido en el ámbito cotidiano del afectado: en su casa o en su trabajo, ni siquiera siendo necesario sacarlo del contexto habitual de vida para exponerlo al peligro divino con teteras hirvientes volteadas mientras el infeliz se prepara un café, golpes de corriente al manipular un artefacto eléctrico, cigarrillos mal apagados que inflaman un mantel, calefones que estallaron en la cara de sus dueños, cacerolas que se volcaron sobre las piernas de la cocinera, fogatas que se descontrolaron sin razón en un patio y velas que se dieron vuelta una noche de energía eléctrica cortada... Sólo por nombrar algunos ejemplos.
Iglesia y campanario colonial de San Lorenzo de Tarapacá.
SUPUESTOS CASOS RECIENTES
Los casos atribuidos a la capacidad incendiaria del santo no paran y todos los años llegan a incorporarse nuevas historias. Muchos pueden sonar sólo como algo anecdótico, pero retratan perfectamente el tipo de relación presencial y el cuasi temor que los devotos de San Lorenzo todavía sienten y hasta profesan por el mártir, además de las aprehensiones que los más leales tienen para cualquier acto que pueda ser interpretado como una falta o una incorrección hacia el mismo.
Me permitiré una infidencia, con relación a este mismo tema: como ocurre que hay cierto nivel de curiosa rivalidad entre algunos pequeños grupos de devotos de San Lorenzo de Tarapacá y otros de la Virgen de La Tirana, hace algunos años se echó a correr una controvertida teoría sobre lo que "realmente" causó el incendio que arrasó la casa y el museo que tenía en el Santuario de La Tirana, justo frente al templo, el respetado Andrés Farías, el querido y famoso vecino de ese pueblo que por décadas ofició como director y Cacique de las fiestas de la Virgen del Carmen, hasta su fallecimiento. El incendio ocurrido el 3 de julio de 2006 destruyó su casa y otras seis viviendas, además de gran parte de las colecciones de reliquias de Farías, quien se encontraba sentado en su museo particular cuando se inició el voraz siniestro, debiendo ser rescatado de allí a causa de los impedimentos que le dificultaban caminar.
Según el chisme fomentado entre ciertos devotos del "Lolo", lo que habría sucedido en verdad es que Farías fue castigado desde algún lugar de la bóveda celestial por no pagar una supuesta manda tenía contraída con San Lorenzo, y por eso éste le arrojó encima su conocida ira de fuego, justo cuando se realizaban los preparativos de la Fiesta de Virgen de La Tirana que tendría lugar sólo 13 días después… Pero demás está decir que esta fábula causa escozor entre los que conocieron al bienquisto y célebre Cacique Farías de La Tirana, siendo calificada inmediatamente como un vulgar embuste y otra leyenda más sobre el poder incendiario del santo.
Empero, a pesar de la fama pirómana, no todos sus castigos son con fuego o quemantes injurias físicas: existe también la creencia de que el "Lolo" puede perjudicar materialmente a alguien que le ha concedido un favor y no ha respondido con la misma generosidad, "multándolo" con el retiro de lo mismo que el santo le concedió. Este castigo más sutil puede plasmarse, así, en pérdidas de dinero o la reversión de lo que se le había dado como favor cumplido en cuestiones de salud, por ejemplo. Lo mismo sucede a quien ofenda, ridiculice o reniegue del santo, pues él no hace vista gorda a la soberbia ni las faltas de respeto.
Tengo registrado un caso de Alto Hospicio, que demuestra la forma en que los devotos interpretan su relación con las supersticiones y peligros que involucra el contrato con el santo: una pareja de casados bajo la protección de San Lorenzo, decide no ir durante un año por el avanzado estado de embarazo de la madre. Sin embargo, luego de una noche de extrañas y perturbadoras pesadillas que interpretó como advertencias del "Lolo", ella decidió echar pie atrás y urdió una forma de convencer a su esposo de ir a renovar sus votos matrimoniales en Tarapacá, como lo hacían todos los años. La señal fue dada por la figura de yeso del santo que el matrimonio mantiene en un pequeño altar del comedor: sin explicación aparente, cayó de bruces causando pavor en la casa y sin quebrarse a pesar del estrépito. Ella tomó el incidente como una definitiva advertencia del "Lolo" y, finalmente, obligó a su esposo a salir de su trabajo y marchar desde Iquique hasta Tarapacá, engañándolo con una llamada a su lugar de trabajo para decirle que se hallaba con posibles dolores de parto.
Por otro lado, tengo nota de un acontecimiento que fue tomado como castigo a una oveja descarriada, en una curiosa conspiración del destino caída sobre un neurótico vendedor de artesanías y bisuterías durante la fiesta. El sujeto cometió, en aquella ocasión, la imprudencia de declarar una noche y tras lo que consideró como magras ventas, que jamás volvería a visitar el poblado de Tarapacá "ni a este santo de mierda"… Coincidentemente, sólo un par de horas después fue objeto de un discreto robo o acaso la pérdida accidental de su billetera, extraviando toda la ganancia de la temporada de las celebraciones, además de sus documentos y el dinero que guardaba celosamente para realizar un viaje a Perú… Un año después, el mismo tipo estaba otra vez en Tarapacá vendiendo sus buhonerías, pero ahora sin despotricar con una sola palabra contra la fiesta y menos contra el santo. Sus labios, aparentemente, aprendieron algo de mesura y cuidado tras la desagradable experiencia.
Volviendo a los casos donde San Lorenzo arroja su maldición de fuego, tengo apuntado otro relativamente reciente, informado por la atenta y generosa familia Torres Barraza y del que dejo sólo una descripción general acá: un transportista amigo de ellos, que terminó con serias quemaduras en un accidente de camión cargado de ácido para la actividad minera, precisamente al faltar a la fiesta de su patrono, según él mismo reconocería después que su penuria.
Sin ir más lejos en reversa casuística, en una de las últimas fiestas en que estuvimos presentes en Tarapacá y en horas nocturnas previas al mismo día 10 de agosto, un grave incendio sucedido en una oscura casa de Huara, cobrando la vida de una persona. La noticia, al ser conocida entre los concurrentes a la Fiesta de San Lorenzo en la quebrada, fue inmediatamente interpretada como otra intervención castigadora, en este caso porque el finado –según el rumor favorecido por las extrañas circunstancias del siniestro- habría sido un músico o un devoto que postergó su asistencia y violó su compromiso con el "Lolo".
Es claro que hay una predisposición de los fieles a interpretar estos eventos como el tradicional castigo del santo de Tarapacá, pero la base del hecho recién descrito fue real y quedó documentado en la prensa, en medios como el diario "La Estrella" de Iquique, del viernes 10 de agosto de 2012 (artículo titulado "Vecino murió calcinado en incendio en Huara").
Por extraña coincidencia, una figura del santo colocada hacía no demasiados años en la capilla ardiente del pueblo, junto a la Cruz del Calvario que recibe a las cofradías, se quemó a fines de septiembre de ese mismo año, alcanzada por el fuego de las velas en su honor. Tras el incendio, la imagen quedó oscurecida e inclinada sobre su propio podio, con la cabeza del mártir doblada hacia el suelo, en una escena tan lamentable como siniestra, que no tardó en ser interpretada como otra señal: poco después, se hizo público el escándalo sexual que costó el puesto al Obispo de Iquique.
A pesar de todo, la Iglesia no avala oficialmente la creencia en estos supuestos castigos o las necesidades de hacer peticiones de favores con trueques obligatorios para complacer a San Lorenzo, y menos profesa que él pueda desatar semejantes puniciones pirológicas sobre sus propios fieles, cuando estos cometen algún error en el cumplimiento de mandas y compromisos. El tema sigue siendo, de hecho, algo notoriamente incómodo para los religiosos y las familias devotas más conservadoras, como lo es la propia fiesta y sus aspectos más excéntricos.

LOS ANALES DEL SÁNGUCHE DE POTITO

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Elizabeth González, más conocida como doña Eli de Pudahuel, con su carro de sánguches de potito en Alameda con Bulnes para el Día del Trabajador. Habitualmente los vende en el Hipódromo y el Club Hípico. Fuente imagen: diario "La Cuarta" (año 2013).
Recientemente, en abril de 2016, el solicitado pero vilipendiado sánguche (sándwich) de potito apareció mencionado entre los cuatro principales "platos de la cocina urbana de calle" del informe titulado "Gastronomía y Marca País: 14 cocinas chilenas", de la Gerencia de Estudios de Imagen de Chile. Compartió honores con el completo, la sopaipilla y la empanada.
Aunque sea una especie de sándwich con culto propio en nuestros estratos más populares, nunca he olvidado la cara de espanto de una turista europea en nuestra Plaza de Armas de Santiago, durante un evento de Navidad, cuando vio esa bandeja gelatinosa y de aspecto membranoso en un típico pequeño puesto de venta de sánguches de potito, mientras la gorda cocinera soplaba con un cartón las brasas bajo la misma. Si alguien se hubiese tomado el trabajo de explicarle qué era esa carne allí cortada en pequeños trozos junto a las longanizas, probablemente su impacto habría pasado a ataque de histeria.
De todos los sándwiches populares en Chile, pues, la propia naturaleza y nombre del sánguche de potito lo hace poco apto para tentar el apetito de un visitante más refinado y acostumbrado a la industria de la comida rápida o turística, esa donde hasta cuesta adivinar el origen de las materias primas. Sin embargo, como sucede también con el haggis escocés, los callos españoles o el guiso de mondongo colombiano, hay temerarios extranjeros que lo han probado venciendo escrúpulos, y lo han aprobado con distinciones en ciertos casos. Esto sucedió masivamente en Santiago, durante la Copa América 2015, dada la gran cantidad de hinchas hambrientos visitando el país y encontrándolo fuera del estadio.
Y aunque haya sido aplaudido también por el recientemente fallecido cronista gastronómico Roberto Marín Vivado, autor de "Chilenos cocinando a la chilena", hay que tener bastante valentía criolla para meterse con estos bocadillos tan típicos de la Zona Central, considerando también la cantidad de mitos que rondan alrededor de ellos: que vienen con caca por estar mal lavados, que las condiciones higiénicas de preparación son pésimas, que por tratarse de interiores portaría todo un laboratorio de armas biológicas y hasta que su origen no estaría en animales de ganadería sino más bien de mascotería, por decirlo de forma decorosa... Sin embargo, todos estos chismes han resultado demostradamente falsos, reflejando más temores que hechos.
Tradicionalmente vendido en los estadios deportivos y en celebraciones públicas en general, el sánguche de potito se caracteriza también por tener sus ingredientes a la vista en el carrito de cocinería y ser armado ante el propio cliente: el potito picado y caliente, las longanizas que lo escoltará en el pan, generalmente de marraqueta, además de cebolla, ajo, zanahoria, y acompañamiento de cubitos de cebolla con perejil-cilantro, salsa pebre, mayonesa, mostaza, ají crema y otros aditivos a gusto del consumidor. Se entrega firmemente envuelto en papel y con unas servilletas, casi como amortajado.
Los vapores en cada puesto de sánguches de potito suelen cargar el picante concentrado de olores de la mezcla, haciendo caer a algunos en la seducción y a otro en el asco. Los gustos se ponen a prueba frente a estos pequeños expendios.
Su base no es exactamente chunchul (tripas) ni guatitas, como han asegurado algunos autores sobre su receta original con cierto afán revisionista, aunque es verdad que este último producto que se usaba sólo como parte de la mezcla, ha ido reemplazando al más pequeño, caro y difícil de conseguir potito en la preparación y venta del sándwich, además de ser "aumentado" con menudencias como estómago de cerdo... Toda una clase de anatomía digestiva es este asunto.
El verdadero potito debía ser un tramo del recto de vacuno o de cerdo (incluso caballo, antaño en algunas zonas del Sur), y otro de la parte de su junta con el intestino grueso. Es cocido en olla por largo rato (horas, de ahí que los mitos sobre bacterias y gérmenes no sean reales), luego cortado en tiras y pasado desde ahí a una bandeja con cebolla en aceite, ajo, zanahoria, condimentos (ají de color, comino, orégano), ají chileno y a veces vino blanco, donde continúa sofrito y caliente en sus propios jugos, esperando sobre un brasero para ir a parar al pan. La mayoría de los sándwiches que se venden en las calles son de vacuno, sin embargo, pues suele ser más sabroso y demandado a pesar de ser más caro que el cerdo. Las guatitas picadas que se agregan a la mezcla sí tienden a ser porcinas en el comercio popular, según nuestro parecer y consultas.
Dicho lo anterior, y siguiendo información que nos han proporcionado los propios comerciantes de este producto, no comulgo con cierta teoría recientemente difundida en algunos medios de prensa, según la cual el nombre del sánguche de potito no se debería al guiso que lleva como relleno, sino a la posición que algunos adoptan al comérselo evitando chorrearse con sus abundantes jugos: con la cabeza levantada y apartando el cuerpo de la caída vertical de fluidos, con el "potito" parado, según esta teoría. Esto, pues, se contradice incluso con la propia frase tradicional de venta del sándwich en estadios y ferias exaltando el potito como contenido dentro del pan, precisamente.
Otra explicación aún más ruda y poco elegante, supone que el nombre se debe al olor "orgánico" que emana la mezcla o que deja en las manos una vez que es consumido. Volvemos al punto de partida, sin embargo, que es el valor nominal que sin duda debe tener el contenido del pan más que cualquier otra asociación con el potito.
En cuanto a su origen en Chile, una teoría que encuentro relativamente repetida en internet propone que el sándwich era vendido en las terminales de ferrocarriles y luego terminales de buses, originalmente en panes más primitivos como la tortilla de rescoldo o el amasado casero, hechos por los mismos comerciantes que los ofertaban en canastas y vistiendo delantales blancos similares a los que aún se usa en la venta de productos a viajeros, como las populares "palomitas" dulceras. Con el tiempo, y como sucedió a varios sándwiches populares, pasó a la venta en marraqueta cuando se lo ofrece en la calle, pero a veces en pan frica o hallulla en algunos restaurantes.
La anterior, es la teoría sobre el origen expuesta en trabajos como "Street food around the world: an Encyclopedia of food and culture" de Bruce Kraig y Colleen Taylor Sen, donde se asocia el surgimiento del sánguche de potito a la conexión ferroviaria entre Santiago y Valparaíso iniciada en 1851, aunque se sostiene también que su nacimiento habría sido hacia mediados de los años treinta. Es en aquella década cuando aparece en el Estadio Nacional de Santiago, según algunos.
La segunda teoría, que oí de los mismos comerciantes y en ciudades distintas, dice que fue popularizado en grandes ciudades de Chile en la entrada de los grandes centros hípicos como el Club Hípico de Santiago, el Hipódromo de Independencia o el Sporting Club de Valparaíso. Como se trata de un producto barato hecho con menudencias y de precio bastante conveniente, era vendido a los apostadores de caballos que siempre andaban menesterosos de dinero por malas rachas o cuidando los billetes con la esperanza de multiplicarlos como los peces de Cristo en un golpe de suerte hípico. Los vendedores iban temprano directamente al matadero, a proveerse de material para la venta diaria.
Como era corriente ver vendedores del sánguche de potito en estas instancias, se supone que comenzó a ser frecuente que apareciera entonces, en todos los grandes centros de recreación y deportes, pasado así a ser clásico de la salida de los estadios de fútbol, espectáculos, ferias y lugares de vacaciones, además de ser comida ideal para bajones nocturnos de hambre.
No he podido confirmar el dato, pero al parecer las autorizaciones a la venta de comistrajos en los accesos de recintos deportivos marcó una inclinación que habría favorecido la venta del sándwich como comida "de carritos", hacia mediados del siglo pasado.
Una tercera propuesta sobre su origen, supone que el sánguche de potito es un producto proveniente del campo, de la cultura campesina, donde existe la tradición de aprovechar todo en un animal, "excepto el grito" de su sacrificio. Esta suposición dice que, por tratarse de interiores y subproductos del desposte, era parte de la comida más barata y accesible para peones, temporeros e inquilinos en las haciendas o fundos, a diferencia de los patrones que comían la carne de los mejores cortes. Esta versión es parecida a la que se explica para la feijoada brasileña, como plato de esclavos negros hechos con restos de carnes y porotos oscuros.
Historia aparte es la variedad de gritos pregoneros que se vociferan por los comerciantes para ofrecer el sándwich, generalmente combinando el nombre del poto o potito con mensajes pícaros implícitos, de connotación sexual (el doble sentido tan utilizado en nuestro país). Dejo acá algunos inocentes y otros no tanto de estos cargos:
  • "¡A los de potito, oiga, a los de potito!"
  • "¡Calentito tengo el poto, calentito el poto!"
  • "¡Pruebe este potito, oiga, pa' los regalones!"
  • "¡Potito, potito, para todos hay potito!"
  • "¡Barato tengo el poto, barato el poto!"
  • "¡Prueben mi potito, señores, prueben mi poto!"
  • "¡Por 1.500 le paso el poto, aproveche, por 1.500!"
  • "¡Potito, potito, está de mascarlo, potito, potito!"
El bocado ha sido mencionado por autores como Roberto Castillo Sandoval en "Muriendo por la dulce patria mía" y Enrique Lafourcade en "Mano bendita", y su boom comercial parece iniciarse en los años sesenta y setenta. Desconozco ni habrá influido en algo el Mundial de Fútbol de 1962, celebrado en Chile y con concurridísimos encuentros, de la misma manera que la Copa América 2015 lo hizo recientemente pero ya entre público extranjero.
Varios son los populares puestos de venta de sándwich, siendo posible encontrarlo incluso en horas de la madrugada en la Alameda Bernardo O'Higgins. En avenida Hipódromo Chile cerca de Vivaceta, se instala don Beto y también la veterana doña María, y son famosas entre los hinchas futboleros doña Marisol, doña Berta González, don Iván Guajardo y don Juan Montero, entre varios otros comerciantes que los venden afuera del Estadio Nacional "Julio Martínez Pradanos" y del barrio Meiggs junto a la Estación Central; mientras que don Jorge Fuentes hace lo propio en Rancagua, donde es conocido como "El Rey del Sánguche de Potito". Ha saltado también al mundo gourmet, con propuestas de restaurantes como "La Superior Sandwichería" de Nueva de Lyon, en Providencia.

LA MARRAQUETA: NUESTRO PAN DE CADA DÍA

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Vendedor de pan a lomo de mula, por los cerros de Valparaíso, en 1899, fotografía de Harry Grant Olds. Se observa que el adulto lleva media unidad de marraqueta o pan batido en la mano. Información publicada por Pedro Encina (Flickr Santiago Nostálgico), detalla que los panaderos ambulantes o "petaqueros" traían el producto desde las panaderías para ofrecerlo "en carpachos de cuero curtidos".
Se atribuye al célebre ex futbolista y técnico Luis "Zorro"Álamos la famosa frase futbolera "el té sabe más dulce y la marraqueta más crujiente", que hemos tenido la suerte de oír con las dos copas de 2015 y 2016. La alusión a la sabrosura del pan más popular de Chile la habría proclamado a principios de los años setenta, cuando celebraba sus triunfos como técnico del club deportivo "Colo Colo", venciendo las desconfianzas del público albo a la capacidad de un hombre formado en su Némesis, la Universidad de Chile, para entonces a cargo del equipo.
Bien, ha pasado mucho ya desde que publiqué acá una entrada relacionada con la antigüedad de la panificación en la ciudad de Santiago, texto que también ha servido, más recientemente, como preámbulo histórico para el que considero mejor trabajo publicado hasta ahora sobre el tema de la tradición nacional del pan: "Agua, harina, sal y levadura", de la joven diseñadora e investigadora Gabriela Diéguez.
Entre otras cosas, en aquel texto comenté que ya desde los tiempos de la Conquista nuestro país comenzó a perfilarse como productor mundial de trigo para harina, precisamente para la panificación: si bien la primera etapa de esta historia fue para el consumo interior sin exportaciones, la gran cantidad de trigales para la demanda colonial nos permitió sentar una activa industria que intensificó sus capacidades comerciales en el siglo XVII, al producir y vender grandes cargamentos para el Virreinato de Perú y, al avanzar los siglos, a California y Australia, llegando a ser potencia hacia mediados del siglo XIX.
La panificación experimentó también sus mejoras, con el avance de la industria y del comercio. De las antiguas tortillas de rescoldo se pasó a nuevas variedades del producto que diversificaron las recetas y presentaciones del pan, muchas de ellas derivadas de introducciones desde Europa.  De todas, sin embargo, la que más ha destacado como bastión de tradiciones e identidad culinaria en Chile, es la clásica marraqueta, llamada también pan francés o pan batido, según el sector geográfico donde se la ofrezca en el país, desde el Morro de Arica hasta el Estrecho de Magallanes.
Me orbitan más que nunca aquellos contenidos sobre la marraqueta, en estas circunstancias noticiosas de supuestas amenazas a la industria, publicados en medios de comunicación a propósito de las actuales exigencias del Ministerio de Salud, así que quise publicar este pequeño artículo con un resumen de datos históricos sobre el mismo producto.
Acercamiento al detalle del personaje sosteniendo claramente una marraqueta, mientras saca otra, en la fotografía de 1899 tomada en Valparaíso.
Portada del libro "Agua, harina, sal y levadura", de Gabriela Diéguez, que recomiendo consultar a todos los amantes de las tradiciones panificadoras.
ORÍGENES DE LA MARRAQUETA EN CHILE
La primera característica del pan marraqueta es su presentación en unidad de pan doble, dividido en cuatro con una cruz central. Dorado, crocante y de miga blanda y esponjosa, aunque hay más de una receta, se prepara básicamente con harina, agua, sal y levadura en un proceso de fermentación que se prolonga un poco más que en el resto de las variedades de panes. Además, se ha recuperado también el uso de la llamada masa madre en su elaboración, que se consigue por el fermento de la propia mezcla sin adicionar levadura.
Otra diferencia con varios panes, es que la marraqueta no tiene grasa, lo que la hace más sana en este aspecto, existiendo variedades light e integrales.
En su "Historia física y política de Chile", el naturalista francés Claudio Gay observó esta popular industria chilena y la presencia dominante del pan francés en la oferta panadera nacional, que suponemos la versión rústica de la marraqueta o su precursora cuanto menos.
Gay confirmaría, de esta forma, la antigua y masiva oferta que ya tenía esta particular propuesta de las panaderías locales, remontándose a un período entre fines del siglo XVIII y los tiempos de la Reconquista española:
"En Chile hay varias clases cuyas principales son el pan francés que es el común de la Europa, el pan inglés de forma redonda y un poco menos cocido que el anterior, el chileno sazonado con grasa y generalmente usado en las provincias, la talera que se da a los peones y a los mineros y amasada con la harina en hoja, y en fin la tortilla preparada como si tiempo de Abraham y como la preparan todavía los árabes y otros pueblos de la África, es decir sin levadura y cocido bajo las cenizas poco antes de la comida. Hasta el último siglo su uso ha sido muy general y lo mismo entre las personas ricas de las provincias, pero hoy día se encuentra solo en la mesa de la plebe y en los ranchos de los campesinos.
Varias veces el gobierno ha querido obligar la venta del pan en pósitos especiales, sobre todo al tiempo de Marco del Pont; pero hasta ahora todos los decretos han quedado sin efecto pues esta venta se hace siempre en los bodegones, en las pulperías o más bien por mozos que corren las calles en mulas y de cuenta de los panaderos. En otro tiempo su precio era subordinado a un arancel. Así en 1793 los vendedores tenían que dar por medio real setenta y dos onzas de pan, dividido en cinco partes y en 1797 solo sesenta onzas, calculando por experiencia que la fanega de harina que no valía que un peso rendía diez y ocho reales de pan al dueño.
En la fecha la venta se hace un poco al arbitrio del panadero a lo menos por los panes de fantasía. En 1863 en el hotel ingles a Santiago un real de pan inglés pesaba cuatro libras y solo una libra y diez onzas el pan francés; esta misma calidad me dio dos libras diez onzas en la fonda de San Felipe y la diferencia fue mucho mas grande en otros varios pueblos, así como para los panes chilenos. Es verdad que seria imposible uniformar el precio de esta sustancia de primer orden en un país cuyos intereses económicos y los salarios varían tanto según las cosechas y según las provincias".
Soy de la idea de que esta mención que hace Gay a la marraqueta o pan francés, aparentemente podría desmetir cierta leyenda sobre su origen: una historia según la cual, la variedad habría entrado a Chile gracias a dos panaderos franceses oriundos de la localidad de Marquette-lez-Lille, en la región de Norte-Paso de Calais, quienes habrían instalado una panadería en el puerto de Valparaíso recién hacia principios del siglo XX, haciendo famoso el pan allá, desde donde llegó a Santiago y a otras ciudades del país. Versiones alternativas de esta historia dicen que los panaderos en realidad eran de apellido Marraquette o Marquette, heredándoselo a su producto.
Además de lo anteriores que son las observaciones del naturalista sobre la existencia del pan francés en Chile, la expuesta teoría del origen porteño presenta un problema adicional: hasta nuestros días se le llama en el puerto pan batido y muy excepcionalmente marraqueta, uso que también se extiende a parte del Sur del país donde aún predomina el nombre pan francés. No obstante, existen fotografías de fines del siglo XIX, donde ya se ven panes batidos o marraquetas a la venta por los cerros de Valparaíso, por lo que el puerto sigue siendo un lugar importantísimo en la historia cultural de la marraqueta chilena, aun si no fuese exacta la historia que señala bautizado o creado al pan allá.
Parecería más verosímil otra versión sobre su origen, que pone a un francés de apellido Marraquet o Marraquette adaptando el pan de su patria para venderlo en Chile, en su local junto a la Plaza de Armas (en el Portal de Sierra Bella o el posterior Fernández Concha, se agrega a veces), aunque estas versiones tampoco son claras ni están bien respaldadas. En tal sentido, podría tratarse entonces de una adaptación local de la baguette (que es menos crujiente y quebradiza, aclaramos), si bien la forma que adoptó acá con los descritos dos panes unidos y divididos en cuatro, parece ser especialmente chilena, pues la mayoría de los panes que se le parecen en otras latitudes, semejan más bien un bollo dividido sólo en dos.
Otra teoría de naturaleza más etimológica, supone que el nombre se asociaría, de alguna manera, a un origen lejano en Marruecos (Morocco) o su ciudad de Marrakech, y al pan baguette, como una combinación de ambas palabras. Sin embargo, es notable el detalle del sufijo eta al final de la palabra, que se utiliza en muchas palabras francesas castellanizadas (carpeta, chaqueta, camioneta, brocheta, etc.), suponiéndose también el concepto de marquette pudo haberse usado para señalar la línea de corte o pliegue de la masa que daba forma característica al pan, cuando un panadero de Valparaíso (no sabemos si los mismos de la leyenda sobre su origen) descubrió que era buen negocio dividirlo en cuatro partes para facilitar su consumo en grandes familiares y en hogares modestos. Cada unidad de marraqueta termina siendo, así, cuatro panes pequeños.
Sin embargo, Benjamín Vicuña Mackenna explica en nota a pie de página de su "Historia crítica y social de la ciudad de Santiago (1541-1868)" que este pan francés nace en realidad el mismo año de la Declaración de Independencia de Chile, en una panadería situada cerca de la entrada por el lado de La Chimba al Puente de Cal y Canto, propietada por un señor español:
"Conocíanse en la colonia sólo dos clases de pan: el español, que tenía mucha grasa, y por consiguiente mucha miga, y el chileno, que era aplastado y más cascarudo. El pan francés es coetáneo con la independencia, pues el primero que lo elaboró fue (en 1810) el conocido capitalista español don Ambrosio Gómez, que tenía su panadería a la bajada del puente, por el lado de la Chimba".
El mismo Vicuña Mackenna escribió en su obra "La Edad de Oro en Chile", en 1881, un testimonio que confirmaba el uso del nombre de la marraqueta para el pan francés ya en esos días, regresando la historia a Valparaíso:
"Sólo el cauto capellán llevaba todo su apero en regla y cabal como lo demostró sacando su breviario debajo del poncho y la sotana, y 'don Juanito' una buena marraqueta de pan francés de que había hecho prevención en la cariñosa mesa de nuestro matinal desayuno".
Retrocediendo más aún por el siglo, encontramos el nombre del pan marraqueta ya perfectamente señalado en la revista "La Estrella de Chile" de los talleres del periódico "El Independiente", de 1876; y hacia 1884, lo hace Román Vial en artículos citados en la "Revista de Artes y Letras" y compilados posteriormente en el trabajo póstumo "Costumbres chilenas", de 1907:
"En esos momentos entraban al socavón en medio de una aturdidora gritería; y como tal vez se habían puesto de acuerdo algunos para hacer de las suyas, doña Luz recibía en una pierna una marraqueta y en la boca un charqui, que le hicieron dar un salto...".
De acuerdo a notas de reseñas de Eugenio Pereira Salas, en sus "Apuntes para la historia de la cocina chilena", la introducción del pan francés en Chile desplazó del mercado los llamados panes de fantasía que eran producidos por panaderos "de Colina, de Rancagua o de las famosas Astudillo" (según desprende de testimonios de María Graham). El mismo autor anota que los franceses le atribuían a Madame Pharon la introducción del pan francés en 1822, en Valparaíso.
Ahora bien, es discutible cuál sería el pan europeo que inspiró a la marraqueta, en caso de haber existir tal conexión. Dijimos que se propone al baguette francés como candidato, pero varias fuentes en internet y textos publicados por amantes de la cocina, suelen declarar semejanzas con el llonguet de alma de Mallorca o el pain fendu de entro-Val de Loira, aunque nos surgen ciertas dudas del cotejo. Podría haber una posible relación más acentuada, quizás, con el caso del pain pistolet, fabricado principalmente en Bruselas, semejante a media marraqueta como las conocemos por acá, pero tampoco hay mucha información disponible al respecto, fuera de raudas comparaciones entre ambos productos.
Caricatura de sátira política "El Pan", del siglo XIX, con representación de una panadería. Se observa un gran contenedor con el rótulo "marraqueta" y otro "ayuyas" (sic). Fuente: Memoria Chilena.
"Panadería París" de don Juan Borghero (izquierda), y "Panadería Francesa de San Juan de Dios" de Arturo Jungue (derecha), ambas de Valparaíso. Publicadas en el libro "Inter America Chile", de 1924. Fuente imágenes: publitongas.blogspot.cl.
LA MARRAQUETA EN PERÚ Y BOLIVIA
Sin embargo, es un hecho que la marraqueta también pasea por desayunos y comidas de otros países de la comunidad sudamericana, con menos expansión y masividad que en Chile, pero de todos modos con un arraigo interesante.
En Uruguay, por ejemplo, un pan equivalente a nuestra marraqueta es llamado pan marsellés, aludiendo otra vez a un posible origen francés. En Argentina, en cambio, marraqueta se asocia a una palabra del lunfardo: marroco, para referirse al pan, pero no necesariamente a lo que identificamos como la marraqueta. En Paraguay, en tanto, existe un pan Felipe que algunos relacionan con la marraqueta y con la baguette.
Un caso particular lo representa la ciudad peruana de Tacna, donde se ofrece una marraqueta en unidades de forma alargada. Aunque algunos comerciantes tacneños me manifiestan su creencia de que se trata de una invención local (nombre incluido), se hace evidente que, cronológicamente, corresponde a un registro o retazo cultural de los casi 50 años en que la ciudad fue chilena, desde la ocupación en 1880 hasta el Tratado de 1929 que puso fin a la cuestión de Tacna y Arica en la post Guerra del Pacífico.
Denominada también como marraqueta y pan francés, lamentablemente el nacionalismo y el orgullo de algunos investigadores peruanos reacios a admitir la existencia de un pan introducido por chilenos en la región, no ha aportado mucho a revelar el origen del mismo. Lo claro es que desde Tacna llegó a otras ciudades, incluyendo Lima, pero en la capital peruana se lo fabrica de una forma tan diferente (aplanado y cuadrado, a veces oval) que parece relacionado más con el nombre de la marraqueta que con su identidad culinaria e histórica propiamente.
Sin embargo, tenemos un caso importante en el vecindario, sobre presencia y popularidad de marraquetas fuera de Chile: el pan homónimo de Bolivia, declarado oficialmente Patrimonio Cultural e Histórico en La Paz, durante el año 2006, proponiéndose incluso su nombre para una calle por una campaña de la Federación de Trabajadores Asalariados en Harina, que celebran su día en el mismo de San Nicolás de Tolentino (10 de septiembre), su santo patrono. La calle escogida para el bautizo fue Tarija, donde se encuentra en la cuadra entre Murillo y Linares, un viejo caserón de un siglo, sede de la Federación.
Denominado allá también pan crocante y pan de batalla, si bien la marraqueta paceña corresponde a una con más forma de bollo que la chilena, la masa y la consistencia final son bastante parecidos, dando por resultado un producto de interior blanco, con cáscara crujiente y dorada. Tiene cierta semejanza con la marraqueta tacneña, lo que quizás pueda dar alguna pista sobre el origen, y parece haber recibido también el nombre de pan francés, pues así aparece mencionado un pan crocante en la "La cocina en Bolivia" de Aída Gainsborg, obra de 1957, aunque actualmente se hace una distinción entre éste y la marraqueta propiamente dicha, en La Paz.
Otra semejanza de la marraqueta boliviana con la tacneña es que ambas son de menor tamaño que la chilena. Sin embargo, hay una salvedad para esta observación: marraquetas de La Paz fabricadas en los años ochenta, durante la crisis económica de la que ya diremos más, se hacían en tamaños de 15 y 30 centímetros, probablemente más parecidas a las proporciones de la chilena estas últimas, pero por su baja demanda sólo se continuaron produciendo las primeras.
La teoría que se observa mejor documentada de entre las que se manejan en Bolivia sobre el origen de su marraqueta, corresponde a la propuesta por la investigadora e historiadora Florencia Durán de Lazo de la Vega, quien a través de varios artículos publicados en medios de prensa locales ha sostenido que la marraqueta pudo haber sido incorporada en la panificación boliviana por el comerciante de origen griego Constantino Callispieris. Este panadero se instaló primero en Chulumani, en 1908, y más tarde en la ciudad de La Paz. Antes de independizarse Callispieris había trabajado también en la fábrica de fideos Figgliozzi, taller comprado posteriormente por la familia Sáenz y que siguió produciendo el pan. El caso es que, en algún momento, el inmigrante greco abre su oferta de dicho pan, primero en un establecimiento propio de calle Bueno y más tarde en el sector Miraflores de la misma ciudad.
Por su antigüedad y ajuste a las fechas, la teoría de la investigadora parece más cercana a los hechos que la de su colega Antonio Paredes Candia, quien propone a los daneses Andrés y Wigo Rasmussen como introductores de la marraqueta en La Paz. Sin embargo, si bien los hermanos eran expertos titulados en panadería y pastelería en la Universidad de Copenhague, su llegada a la capital boliviana sucede recién en los años veinte.
Tampoco nos suena del todo acertada, por lo tanto, otra teoría adicional derivada de observaciones hechas por historiadores como Luis Hernández, respecto de que la marraqueta es llamada también pan de batalla porque era hecho para alimentar soldados durante la Guerra del Chaco de 1932 a 1935, sugiriendo así que sus orígenes en Bolivia podrían estar en esas fechas, demasiado recientes.
Explorando la literatura, puede suponerse el período en que la marraqueta paceña pasa de ser un producto de raigambre más localista, a ser más masivamente conocido en el país. El escritor e historiador boliviano Rodolfo Pinto Parada, por ejemplo, la menciona en 1978 en su libro "Rumbo al Beni", pero lo asocia a una presencia chilena en el siguiente párrafo:
"Por la tarde unas muchachas chilenas estuvieron visitando a los presos y les dejaron una canasta con frutas, pan y dulces. Al partir el pan en forma alargada, llamado 'marraqueta', se encontró con una pistola pequeña. Lleno de curiosidad buscó más y encontró balas suficientes para abrirse paso a 'punta de pistola'".
La forma en que Pinto Parada describe y define al pan, sin embargo, no parece corresponder a algo de conocimiento general para el lector boliviano además de diferir del aspecto en que se produce actualmente la marraqueta paceña, por lo que pudo tratarse a la sazón, todavía de un producto bastante local, que sólo en años posteriores se hizo más masivo y conocido dentro del país altiplánico.
Información publicada por la historiadora y periodista Lupe Cajías en algunos medios de prensa paceños, además, afirma que la marraqueta se habría popularizado en Bolivia como alimento de acceso más fácil y barato durante la crisis económica de los años ochenta, lo que coincide con nuestras observaciones sobre el período en que salta a la actual popularidad que allá mantiene.
Marraquetas tacneñas, a la izquierda (fuente imagen: radiouno.pe) y paceñas, a la derecha (fuente imagen: foodiehub.tv).
Marraquetas chilenas en un canasto "cuna"... Calentitas y a la venta.
¿LA MARRAQUETA AMENAZADA?
Cabe indicar que no sólo la buena harina permitió la producción de marraquetas y otros panes de posible origen europeo en Santiago de Chile, sino también el mejoramiento de los hornos y las tecnologías panificadoras en general. En la actualidad, la producción masiva de este producto con la reconocida buena calidad que tiene la marraqueta chilena, se debe al tipo de horno que se usa en las panificadoras, razón por la que no se lo produce en forma casera. Esto explica, también, que el producto pueda conservar gran parte de la humedad de la masa en pleno proceso de cocción y hasta el momento de ser consumido fresco.
Hace pocos meses, además, aunque con cierta resistencia de la Federación Chilena de Industriales Panaderos (FECHIPAN), un decreto del Ministerio de Agricultura de Chile definió técnicamente el producto para efectos de producción y venta con su nombre, aclarando -de paso- una discusión de larga data sobre el mismo: una unidad de marraqueta en, en realidad, dos marraquetas unidas, que pueden partirse al medio y subdividirse en dos más. Es decir, una unidad llega a cuatro fracciones o medias marraquetas, cada una. Cada unidad que sale del horno, por lo tanto, es una doble marraqueta.
Empero, una noticia ha estremecido por estos días a las redes sociales y los medios de comunicación: la popular y querida marraqueta, soporte de tantos sándwiches tradicionales chilenos (como el sánguche de potito, que revisamos acá recientemente en la entrada anterior), señor reconfortante del desayuno de cada mañana y salvador de emergencia en tantos bajones nocturnos de hambre, podría desaparecer de nuestras panaderías a consecuencia de las restrictivas y radicales legislaciones sobre contenido nutricional de algunos productos y que, entre otros objetivos del Ministerio de Salud, buscan lograr que la sal en el pan no sobrepase los 400 miligramos por cada 100 gramos, siguiendo la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Como esta medida de sodios equivale a menos dos panes diarios para cumplir la cuota de sal, la baliza la encendió José Carreño, presidente de Asociación de Industriales del Pan en Santiago, entrevistado por el diario "La Segunda" (miércoles 10 de agosto de 2016). Al ser consultado sobre la posibilidad de que se mantenga la producción de marraqueta con estas restricciones, respondió:
"Hoy, con las condiciones actuales y las materias primas existentes: no. El promedio por unidad son 750 miligramos. ¡Es llevar a una reducción de casi el 50%! Tú por cada quintal de harina que amases, utilizas un kilo de sal. Esto significaría que por cada quintal, deberíamos usar medio kilo de sal. Ahí nos provoca el problema para el producto marraqueta.
...Perderíamos la marraqueta tradicional. Pasaría a ser otro tipo de pan, sería un pan con el diseño de la marraqueta, pero no tendría la crocancia, los sabores, porque los alcoholes en la producción no se desarrollarían de la misma forma".
Así pues, gracias a quienes deciden paternal pero imperativamente qué nos hace bien y qué no, los chilenos podríamos terminar con el pan marraqueta relegado en el mismo pozo de la inquisición cultural, donde se ha querido arrojar también desde el clásico cañonazo de las 12 PM en el Cerro Santa Lucía hasta los viejos bares santiaguinos de madrugada... Todo por nuestro bien.
Estadísticamente, este anuncio alarmista tiene lugar cuando la marraqueta domina el mercado chileno: con 1.300 millones de dólares de consuno anual de pan, el 70% corresponde a marraqueta, seguido por el 20% a hallulla. El 10% restante está repartido en baguette, coliza, pan frica, amasado, pita, chocoso, centeno, pan especial y otras variedades.
Además de los peligros, existen algunas historias negras sobre el producto, por cierto, como que en los supermercados se le adicionan sustancias para acortar su duración acelerando su endurecimiento y así obligar a los consumidores a comprar pan fresco a diario. En general, también existe la noción -bastante cierta- de que la marraqueta de los supermercados es menos sabrosa que la de panaderías. Otra creencia desmentida infinidad de veces pero persistente casi como superstición, es que la cáscara de la marraqueta engordaría menos que la miga, cuando se trata en realidad de la misma materia.
Pese a todo, el pan marraqueta sigue siendo recomendable: a su bajo contenido en calorías se suma la medida consensual tomada hace más de una década entre autoridades y productores, al aumentar la cantidad de fibra blanca en su harina y las proteínas vegetales entre sus ingredientes, para mejorar la calidad nutricional del producto.
...Y lo más importante es que la marraqueta, pan francés o pan batido, sigue siendo el favorito del consumidor, por lo que dudamos que, a pesar de los gritos de alerta y de las posibilidades de que deba cambiar su sacra fórmula alquímica, pueda haber poder de veto y de proscripción suficientes como para sacar de la mesa chilena a la marraqueta. O, al menos, así lo esperamos y deseamos.
Marraquetas en góndola de ventas.
Marraquetas ya convertidas en sándwiches de pernil, en el Parque O'Higgins.

LAS TENTACIONES MONARQUISTAS DE LOS PRÓCERES DURANTE LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA

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La célebre Entrevista o Conferencia de Guayaquil de 1822, basada en obra de Collignon (c. 1840). En la reunión entre Bolívar y San Martín se decidió poner fin al protectorado de este último en Perú y, como consecuencia, a los planes de instaurar una monarquía moderada o constitucional en el mismo.
Suena extraño y casi conspiranoico (o conspirómano, dirían otros) proponer que los patriotas de Hispanoamérica hayan barajado ambiciones de sentar monarquías en el territorio continental, pero esta situación se ajusta a muchos de los comportamientos de los próceres en esos años: los intentos de José de San Martín por instalarse como director vitalicio en Perú, el frustrado interés de don Bernardo O'Higgins por conseguir títulos de nobleza de su linaje paterno, el bloqueo en Buenos Aires a la escuadra de José Miguel Carrera, la defensa del guatemalteco Antonio José de Irisarri para que el imperio británico interviniera en América, etc.
El caso más revelador fue quizás el de Agustín de Iturbide, quien terminó coronándose a sí mismo Emperador de México, en julio de 1822, luego de que no lograra ser convencido Fernando VII para asumir él o uno de sus familiares el nuevo trono, anticipándose a lo que iba a suceder también en el intercambio de regímenes monárquicos entre Portugal y Brasil, a partir de ese mismo año.
Sabrosuras históricas como las descritas, han servido de argumento, por ejemplo, a parte de la trama de Francisco Ortega en su novela "Logia", que ha puesto el tema en caliente otra vez a nivel de cultura popular, al proponer que O'Higgins habría sido una especie de figura protegida de los monarquistas en la Logia Lautaro, partiendo por San Martín, quien quería coronar al general chileno en semejante proyecto y en vista de sus abolengos aristocráticos y la sangre de alcurnia que corría en sus venas.
Sin embargo, más allá de la ficción hay confirmaciones históricas precisas a las intenciones monárquicas que anidaron alguna vez entre los próceres de la Independencia de América Latina.
LA LOGIA LAUTARO
El alguna vez senador radical chileno, Exequiel González Madariaga, gran o'higginiano y colaborador de la campaña de Salvador Allende en el Frente de Acción Popular, escribió en su libro "Nuestras relaciones con Argentina. Una historia deprimente":
"...el General San Martín no ocultaba sus ideas monarquistas, a tal punto que después de la destitución del virrey de Pezuela se empeñaba en negociar la independencia del Perú sobre la base de un gobierno monárquico, se ofrece para integrar comisiones en busca de un príncipe de sangre real, escribe reiteradamente a O'Higgins para hacerlo desistir de sus ideas republicanas y, finalmente, es objeto de un proceso sustanciado por la masonería argentina, el que fue conocido con el nombre de 'Alta Traición y Monarquismo'. Con todo, en Argentina se le sigue llamando 'libertador' de Chile y Perú y en este último país se acoge con simpatía tal aseveración. Sin embargo, la historia acredita que después del 'Acta de Rancagua' del 2 de abril de 1819 presidida por Gregorio Las Heras y seguida de la consiguiente renuncia de San Martín al cargo de General en Jefe del Ejército de los Andes, O'Higgins se apresura a contratar a los oficiales y clases del Ejército de los Andes, que ha desaparecido, los que son incorporados al Ejército de Chile, con el mismo grado y rango que tenían. San Martín fue designado General en Jefe del Ejército Libertador del Perú y éste nunca dejó de reconocer en forma pública la autoridad del Gobierno chileno".
Pero San Martín no estaba solo en la inclinación que denunciara González Madariaga: varios de los máximos lautarinos argentinos como Manuel Pueyrredón, José Rondeau, Florencio Terrada, Bernardo Monteagudo, Tomás Godoy Cruz y Manuel Belgrano, lo secundaron en este controvertido proyecto.
Remontándonos un poco, se recordará que la llamada Logia Lautaro (que en realidad fueron varias, al llegar a América) había sido fundada a como matriz en Cádiz, por el humanista venezolano Francisco de Miranda, masón de alto rango profundamente influido por el enciclopedismo y los revolucionarios franceses. Con el título oficial de Logia de los Caballeros Racionales, los más importantes próceres de la Independencia de América no tardaron en sentirse atraídos por la organización secreta que buscaba la expulsión del yugo hispánico en América, como San Martín, Bolívar, Belgrano, Zapiola, Alvear, Carrera y O'Higgins.
Después de regresar a Buenos Aires en mayo de 1812 y ya integrado a la Logia de Cádiz, San Martín comenzó a organizar la sección argentina solicitando asistencia de la Logia San Juan de Jerusalén, que a la sazón se hallaba en proceso de decaimiento. Con Alvear y Zapiola instituirá el "Taller" y triángulo de tres líderes fundacionales, manteniendo las fórmulas, signos, juramentos y grados de las sociedades masónicas aunque con un fin político más que religioso, filosófico o de otra índole. Con apoyo estratégico de Londres, además, la organización se afianzó logísticamente e inició en los ritos a sus primera camada de militantes conversos, bajo juramento de entregar la vida por sus principios y arriesgarla si se rebelaban contra ellos.
Habría sido O'Higgins, ya en Mendoza, quien propuso a San Martín bautizar la Logia con el nombre de Lautaro, el caudillo mapuche que dirigió la primera gran rebelión independentista y militar contra Pedro de Valdivia y los demás hispanos en Chile, en el siglo XVI. El general argentino quedó encantado con las historias del toqui y no titubeó en elegir su nombre para la sociedad secreta. De ahí las denominaciones de Logia Lautaro para señalarla, y lautarinos para referirse a sus militantes.
La seducción por reponer gobiernos monarquistas en América comienza prácticamente con la misma entrada de la Logia en América. Se ha explicado que esto se debería a hechos tales como la falta de una experiencia institucional que permitiese construir un orden republicano seguro y confiable entre quienes habían vivido toda su existencia bajo el dominio de una corona. No obstante, en algunos casos parece haber sido más bien el deseo caudillista de algunos próceres por instalar sus propios apellidos en linajes dinásticos o atraer otros de Europa al continente. Por supuesto, debieron influir también razones sobre intenciones profundas de la sociedad secreta, hoy desconocidas, además de la identificación de buena parte de la población americana con la hispanidad y sus monarcas todavía en plenas Guerras de Independencia.
La razón principal de la adopción de propósitos monarquistas correspondería, sin embargo, el deseo de grupos aristocráticos e hispanistas por frenar las ideas republicanas totalmente autonomistas y soberanas que ya habían prendido en los grupos patriotas y ciertas logias, optando por la alternativa de una monarquía constitucional o moderada a cambio de abandonar directamente la tutela imperial de la corona española. Era, en el fondo, un plan B para resguardo de intereses corporativos y de élites. La ruptura de los hermanos Carrera con la Logia Lautaro y la irrupción del sentimiento federalista en Argentina, pueden haber sido consecuencias de este choque entre monarquistas y republicanos al seno de los esfuerzos independentistas.
Por otro lado, los próceres de la Independencia sabían de cómo se había dado la crisis del Imperio Español en la propia Península, con algunos militares que participaron directamente allá, como San Martín y Carrera. Éste último, además, pudo interiorizarse del sistema democrático de los Estados Unidos, durante su viaje para adquirir la escuadra para Chile. Lo mismo sucedió con Miranda, considerado el ideólogo de la emancipación americana.
Sobre lo anterior, ya tempranamente encontramos actividades diplomáticas de Buenos Aires que ponen al descubierto las intenciones de levantar una corona americana. El contexto histórico también aporta algo más para entender esta desconcertante situación: después de que Napoleón había devuelto el trono de España a Fernando VII, tras el Tratado de Valençay, corrió la noticia de que el soberano implementaba una flota de 15.000 hombres para dirigirla a Sudamérica, partiendo por Río de la Plata, para hacer frente a las colonias que se habían embarcado en la aventura de la Independencia aprovechándose de su desgracia. Esto hizo entrar en pánico a los miembros de la Logia Lautaro, como era de esperar, evaluando una vía alternativa al republicanismo para eludir un enfrentamiento.
La Casa de la Independencia, misma del Congreso de Tucumán, hacia 1868. Lamentablemente, la mayor parte de esta casa fue demolida poco después de la fotografía, siendo reconstruida en años posteriores.
PRIMEROS INTENTOS
Con la creación de una propuesta monárquica, según lo que hemos visto, los independentistas quizás esperaban obtener mayor apoyo de Londres (Belgrano alertaba que los ingleses se estaban desinteresando de la causa, por ejemplo) y, en un estado ideal, hasta hacer las paces con España logrando coronar a algún soberano miembro del linaje real hispano. Quedar bien con Dios y con el Diablo, en otras palabras.
Empero, según prominentes masones y divulgadores del legado lautarino, como el mismísimo Domingo Faustino Sarmiento, el compromiso de los iniciados en la Logia Lautaro exigía lo siguiente:
"Nunca reconocerás por gobierno legítimo de tu patria, sino aquel que sea elegido por la libre y espontánea voluntad de los pueblos, y siendo el gobierno republicano el más adaptable al gobierno de las Américas, propenderás por cuantos medios estén a tus alcances, a que los pueblos se decidan por este sistema".
Este juramento habría sido revelado por el General José Zapiola, y muchos han dado fe de que es auténtico, existiendo algún par de procesos internos de la sociedad secreta contra miembros acusados de alejarse de estos preceptos. Suena insólito, entonces, que el general Belgrano y el futuro presidente Bernandino Rivadavia, mismos que la historia ha laureado como grandes impulsores del republicanismo continental de la jura, fueran investidos de plenos poderes el 25 de enero de 1815 para ir a buscar y tentar a Francisco de Paula de Borbón, hermano del Rey Fernando VII, erigiéndolo "rey legítimo e independiente de los tres Reinos Unidos: Río de la Plata, Perú y Chile".
¿Se referiría a lo anterior el General Carrera, cuando desde la clandestinidad proclamaba después, que los destinos de Chile estaban echados, y que se convertiría en "una oscura provincia" de La Plata?
Como si la misión no fuese por sí misma un insulto al espíritu de la Independencia de los tres países mencionados, los enviados llevaban con ellos un borrador de la pretendida Constitución Monárquica que iba a entrar en vigor con la coronación, estableciendo a modo introductorio lo siguiente, en otra abyecta violación a los principios establecidos en la Gran Reunión Americana de Londres y en el propio juramento de ingreso a la Logia:
"Don Carlos por la gracia de Dios, Rey de Castilla, etcétera:

A vos, mi hijo primogénito, Don Fernando, e Infantes, mi hermano Don Antonio, hijo segundo Don Carlos, mis hijas Doña Carlota y Doña María Luisa, y todos los de mi Real familia; a vos, Duques, Condes, Marqueses, Ricoshomes; y a los Presidentes, Gobernadores, Gran Canciller, y los del Supremo Consejo de Indias; y a los Virreyes, Presidentes y Oidores de las Audiencias Reales, Gobernadores, Corregidores, Alcaldes mayores y ordinarios, Cabildo, y cualesquiera otros Jueces y Justicia, Contadores de Cuentas y oficiales de la Hacienda Real de los Reinos de Europa y América, Islas y tierra firme del mar Océano, Prior y Cónsules de los Consulados de Comercio, Presidentes, Jueces y Letrados de la casa de Contratación de Cádiz; y vos Generales, Almirantes, Oficiales de todas clases, y cabos de las armadas y Ejércitos y a cualesquiera otras personas a que lo contenido en esta toca o tocar puede; sabed:

Que habiendo llegado a mi real conocimiento por multiplicados conductos las desgracias y desolaciones en que están envueltas todas las Américas Españolas desde los infaustos sucesos de Aranjuez, Madrid y Bayona; reducido por mi situación a no tener otra facultad que la del dolor y la compasión esperé siempre cualquiera oportunidad para desahogar mis paternales afectos hacia aquellos mis muy amados pueblos; ellos hacía ya mucho tiempo que reclamaban con sobrada justicia una reforma muy sustancial; y ésta había hecho un objeto de las más serias meditaciones desde el Reinado de mi Augusto Predecesor el Señor Don Fernando el 6° Mi Augusto Padre (que en Dios descansa) dio a costa de grandes contradicciones, algunos pasos hacia este justo e importante fin; yo di también algunos y las mismas dificultades que demandaron su ejecución, me produjeron el convencimiento de que toda especie de remedio que no fuese radical era cuando menos insuficiente; consulté a este intento a mis más ilustrados Ministros y Obispos, y el resultado de mayores sufragios de más sólidos apoyos fue el establecer dos monarquías independientes en dichas Américas, colocando en ellas a mis muy amados hijos, los infantes Don Carlos y Don Francisco de Paula, bajo las bases que más consultase el interés de la España y el de ambas Américas, estas memorias angustiaban más mi Real Ánimo en la actualidad; pues me demostraban cuánto se había perdido por no tomar en tiempo el recurso que dictaba la justicia y los más bien entendidos intereses de España y América; en medio de estos conflictos no se me presentaba otra esperanza, que la de que cortada la revolución de España y consolidado en ella un Gobierno, los primeros cuidados de éste serían sofocar la guerra civil y sangrienta que asola la América por los únicos medios de eficacia en tales casos, la prudencia, la moderación y una constante buena fe, y disposición a la par. Pero hasta este ligero consuelo se ha arrancado a mi alma; los desastres sangrientos de América son en el día mayores, los ánimos de aquellos habitantes han llegado al último grado de encono y desesperación, la España agota inútilmente el resto de sus recursos, y aumenta su despoblación, en tan apurada crisis las provincias del Río de la Plata han ocurrido a mi Real Persona por medio de Diputados plenamente autorizados, imploran mi Real Beneficencia y reclaman mi Paternal Protección; me he instruido por documentos irrefragables de la verdadera situación de aquel país, de las disposiciones de sus habitantes: Dios y el Mundo me execrarían si pudiendo dar la paz y la felicidad a un rico continente, con tantas ventajas para mi Real Familia y para toda la Monarquía Española, no lo hiciera por respeto a los errores o a las pasiones que han hecho creer un deber el sojuzgar aquellos pueblos o destruirlos. Si mis Reinos de España me han debido tantos sacrificios que tengo aún que continuar, mis pueblos de América no merecen menos de mí, ni yo debo ser para ellos menos generoso.

Las Provincias del Río de la Plata han sido las primeras que postradas a mis Reales pies protestan que no han reconocido, ni pueden reconocer otro soberano legítimo que Yo, y como de su Rey y Padre claman y piden de mí el remedio de los males que padecen y de la ruina que les amenaza; sus justas quejas, las sólidas razones en que fundan su solicitud han penetrado mi Real Ánimo, y las luces e impulso de la Divina justicia me han decidido a acceder a sus humildes súplicas; consultando en ello el deber de Padre para con mi amado hijo, el Infante Don Francisco de Paula, cuya desgraciada situación exige de mí el ponerle en tiempo en un Estado independiente; por todo ello, por estar convencido que este es el único medio de acabar con una guerra exterminadora entre aquella parte de la América y la España y de poner a ambos países cuanto más antes en disposición de que contraigan sus esfuerzos a adquirir la prosperidad e importancia política que les corresponde, usando de mis imprescindibles derechos, y de la plenitud de facultades que me reviste, después del más maduro examen y serias meditaciones y consultas, he venido en ceder, como de hecho cedo, y renuncio por acto libre, y espontáneo y bien pensado a favor de mi nominado hijo tercero, el Infante Don Francisco de Paula de Borbón, el alto dominio y señorío que he recibido de mi Augusto Padre (que de Dios goza) de todas las ciudades, villas y lugares con todas sus dependencias y territorios que formaban el Virreinato de Buenos Aires, la Presidencia del Reino de Chile y Provincias de Puno, Arequipa, Cuzco, con todas sus costas e islas adyacentes, desde el Cabo de Hornos hasta el puente de
(ilegible), cuyo territorio lo creo indispensable atendida su población para mantener la dignidad de Rey e importancia de una Monarquía.

En consecuencia, elijo e instituyo a mi nominado hijo por Rey y Soberano independiente de dichos Reinos y Provincias; y a fin de que los gobierne y viva con el mayor acierto y conformidad a las luces del presente siglo he adoptado las bases de Constitución siguiente, los que ordeno y mando a mi amado hijo, el Infante Don Francisco de Paula y a la Nobleza, Autoridades, Ejército y Pueblos de su nuevo Reino que respeten, guarden y cumplan dichas bases constitucionales como principios sagrados e inalterables, y el primer fundamento de su Monarquía.

Y habiendo vos, mi hijo, Don Francisco de Paula, aceptado ante mi Real Persona la cesión que os hago, y el Reino que os dono con el valor y fuerza de última voluntad irrevocable sin necesidad de confirmación ulterior; y prometido observar y cumplir fielmente las bases prefijadas como condiciones esenciales de la donación, os mando que luego que lleguéis a tomar posesión de vuestro Reino juréis con la solemnidad de estilo guardarlas y cumplirlas y hacer que todos las guarden y cumplan, ocupándoos seriamente de la buena administración de vuestro Reino, reparando los males que han sufrido esos pueblos y contribuyendo a una sabia legislación que haga en todo tiempo el honor vuestro y la felicidad de vuestro Reino. Os ordeno igualmente que así que estéis en posesión de vuestra nueva dignidad y hayáis recibido el juramento y homenaje de los nominados pueblos, me deis sin pérdida de tiempo aviso de ello para dirigir mis cartas a vuestro hermano mayor y mi hijo primogénito, Don Fernando, y a todos los demás que corresponda y crea convenir; no obstante, que por éste ordeno y mando a dicho mi hijo primogénito, a todos los demás Infantes y Príncipes de mi Real Sangre y Familia, y pido a todos los Soberanos de Europa, y a mi muy amado hijo e hija, Príncipes Regentes de la Corte del Brasil, el que os reconozcan por Rey legítimo e Independiente de los tres Reinos Unidos, Río de la Plata, Perú y Chile, que como a tal os traten y respeten; entendiéndose con vos en todo lo relativo al territorio demarcado como el único y absoluto Soberano de dicho País. Por ser ésta mi expresa Real Voluntad espontánea y bien deliberada con toda plenitud de derecho; cuya determinación declaro que sirva de descargo a mi conciencia, y que alivia en mucha parte el gran peso de desgracias y pesares que me hace descender al sepulcro; por lo tanto quiero que sea tenida por válida y firme, no obstante, la falta de cualesquiera cláusula, requisito o condición que por ley o costumbre, o por cualquiera otro título se juzgue necesaria, pues mi situación y la urgencia del caso hace una justa excepción de cualesquiera disposiciones generales en contrario y así para darle todo el valor bastante, y todo el que necesario sea, firmo éste de mi Real Puño y Letra, sellado con el sello de Mis Reales Armas, y refrendado por mi Secretario en comisión especial para este caso en
(ilegible) a (ilegible) de (ilegible)..."
Y a continuación, el Artículo 1° decía con desparpajo insólito:
"La nueva Monarquía de la América del Sur tendrá por denominación el Reino Unido del Río de la Plata, Perú y Chile; sus armas serán un escudo que estará dividido en campo azul y plata; en el azul que ocupará la parte superior se colocará la imagen del Sol, y en el Plata dos brazos con sus manos que sostendrán las tres flores de los distintivos de Mi Real Familia, llevará la Corona Real, y se apoyará sobre un tigre y una Vicuña: su pabellón será blanco y azul celeste".
Y además de establecer que la corona se heredará por linaje familiar reconociendo la "real sangre", junto con títulos nobiliarios de primer grado (Duque), segundo (Conde) y tercero (Marqués), la Constitución, en el artículo 4°, indica una sumisión total al monarquismo, absolutamente reñida con el ideario de igualdad de la república:
"La persona del Rey es inviolable y sagrada. Sus Ministros son responsables. El Rey mandará las fuerzas de mar y tierra; declarará la guerra, hará la paz; tratados de alianza y comercio; distribuirá todos los empleos, estará a su cargo la Administración Pública, la ejecución de las leyes y seguridad del Estado a cuyos objetos dará las órdenes y reglamentos necesarios".
La misión de 1815-1816 también se evaluó enganchar en esta oferta monárquica a la infanta Carlota, hermana de Fernando VII, y al Príncipe Pedro de Portugal.
PROCLAMA MONÁRQUICA EN EL CONGRESO DE TUCUMÁN
Convencido de las bondades de este proyecto y que las monarquías europeas no reconocerían otro gobierno que no fuera equivalente a los suyos, en el célebre Congreso de Tucumán de marzo a julio de 1816, Belgrano propuso la forma monárquica constitucional tipo inglesa como nuevo gobierno a instalar, discutiéndose primero sobre elegir a algún príncipe europeo y luego a algún soberano de origen inca.
Su informe en la asamblea fue transcrito y comentado por Tomás Manuel de Anchorena en una carta muy posterior (4 de diciembre de 1846), dirigida a Juan Manuel de Rosas. Del  texto se desprende el siguiente contenido de la propuesta Belgrano, donde informaba:
"...que había acaecido una mutación completa de ideas en Europa en lo respectivo a la forma de gobierno. Que como el espíritu general de las naciones, en años anteriores, era republicarlo todo, en el día se trataba de monarquizarlo todo. Que la nación inglesa, con el grandor y majestad a que se ha elevado, no por sus armas y riquezas, sino por una constitución de monarquía temperada, había estimulado a las demás a seguir su ejemplo. Que la Francia la había adoptado, que el rey de Prusia, por sí mismo, y estando en el goce de un poder despótico, había hecho una revolución en su reino, y sujetándose a bases constitucionales iguales a las de la nación inglesa; y que esto mismo habían practicado otras naciones.
...en su concepto la forma de gobierno más conveniente para estas provincias sería la de una monarquía temperada; llamando la dinastía de los Incas por la justicia que en sí envuelve la restitución de esta Casa tan inicuamente despojada del trono".
Sólo cuatro días después de hacer esta proclama, tuvo lugar el gran anuncio de la Independencia de Argentina, con una gran mayoría de los asambleístas optando por la forma monárquica sugerida que, además, debía tener sede en la ciudad del Cuzco, la capital del proyectado Nuevo Reino. Sólo Godoy Cruz y parte de sus colaboradores exigieron que dicha capital estuviese en Buenos Aires, aunque de todos modos se suscribieron al plan monárquico americano, apoyado por personajes de la talla de San Martín y Martín Miguel de Güemes.
Sin embargo, los delegados porteños y elementos aristocráticos manifestaron su rechazo total a la delirante idea, sin ser escuchados. Se cuenta que uno de ellos llegó a gritar allí: "¡Prefiero estar muerto que servir a un rey con ojotas!"; y que los periodistas de Buenos Aires se mofaban de la decisión asegurando que ahora tendría que ir a buscarse "un rey patas sucias en alguna pulpería o taberna" en el Altiplano.
Entre los incas que se pretendía proponer entre los argentinos como candidatos a la flamante corona, destacó Juan Bautista Túpac Amaru, hermano menor del líder cuzqueño José Gabriel Túpac Amaru que, rebelándose contra los abusos españoles y el régimen de trabajo de"mita" al que se sometía a los indígenas, en 1780 se había proclamado Emperador del Perú declarando la guerra a los europeos. Ambos hermanos aseguraban ser descendientes del Inca Tupac Amaru (por eso cambiaron sus apellidos originales a éste), lo que facilitaba las cosas al no tener que inventar linajes reales para fabricar el estatus de un soberano. Sin embargo, para cuando se tuvo intenciones de coronar a Juan Bautista, éste ya estaba anciano y cerca de la muerte.
Nada de esto pertenece realmente a conocimientos recientes o novedosos, por cierto. En el archivo epistolar de Miguel Luis Amunátegui, existe una carta del escritor y diplomático Diego Barros Arana, enviada al Presidente Aníbal Pinto (28 de marzo de 1877) durante su misión en Buenos Aires buscando una salida a la cuestión de la Patagonia Oriental. Dice allí el historiador, en una parte de su iracunda misiva, donde intenta desmentir una a una las creencias que ha escuchado en las fiestas patrias argentinas y donde Buenos Aires se adjudicaba un papel fundamental en la Independencia de todas las repúblicas América del Sur:
"Los revolucionarios argentinos eran monarquistas; ellos enviaron a Europa a don Juan José Sarratea, a don Miguel Belgrano y a don Bernardino Rivadavia, a buscar un príncipe para coronarlo aquí. Otros buscaban algún indio de las familias de los Incas para hacerlo rey. Estos grandes liberales, libertadores de los dos mundos, no declararon siquiera la libertad de los esclavos; y las cosas quedaron en ese estado hasta 1840, en que Rosas, para engrosar su ejército, abolió la esclavitud."
Lo expuesto hasta ahora, explica que  los asambleistas del ala liberal liderada por Rivadavia crearan ese mismo año de 1816, además, el Partido Unitario, que sostenía el centralismo administrativo de las Provincias Unidas del Río de la Plata en Buenos Aires para bloquear así el avance de los republicanos y los federalistas. Además, la Logia Lautaro ya iniciaba en los ritos a Pueyrredón, arreglando las elecciones de ese año para dejarlo a la cabeza de la dirección platense y siendo un decidido partidario de la opción monárquica.
Después de considerar el compromiso que los lautarinos asumieron en Tucumán, cuesta creer en interpretaciones según las cuales, convivían en una suerte de "guerra fría" dentro de las logias independentistas las corrientes republicanas y monarquistas. Parece más bien que, en algún momento, las ideas de coronar un soberano superaron la inspiración de la causa republicana original y jurada de los miembros de tales grupos, si es que acaso existió, pues autores posteriores a Sarmiento incluso han puesto en tela de juicio la información sobre el supuesto juramento republicano de la Logia que reportara Zapiola.
Triángulo de la Logia Lautaro de Buenos Aires, con los rostros del "taller" de San Martín, Alvear y Zapiola. Dibujado por Osorio para publicación de la Logia Gran Oriente Federal Argentino.
PLANES PARA CHILE Y MISIÓN IRISARRI
Coincidentemente, el 14 de junio de 1816, San Martín le había escrito a Tomás Guido desde Mendoza, usando el argot masónico secreto tan bien manejado dentro de la Logia:
"Sería conveniente llevar desde ésta a Chile ya planteado el establecimiento de la educación pública (la Logia) bajo inmediata dependencia de esa ciudad (Buenos Aires). Esto sería muy conveniente porque el atraso de Chile es más de lo que parece. Hágalo Ud. presente al Gobierno, para si es de su aprobación, empezar a ojear algunos alumnos (iniciados). Yo creo que, aunque no sea más que por conveniencia propia, no dejaría a Pueyrredón de favorecer el establecimiento de pública educación".
Meses después, el 17 de enero de 1817, Pueyrredón autorizaba reservadamente a San Martín para nombrar a O'Higgins"en clase de presidente o director provisional de Chile" después de que fuese liberada la capital chilena. Así de poderosa era la Logia Lautaro: dando permiso incluso las elecciones de las autoridades en Chile, desde Buenos Aires.
Al respecto, el controvertido historiador chileno Oscar Espinosa Moraga, de fuerte acervo nacionalista, publicó algunas otras observaciones bastante polémicas sobre O'Higgins, San Martín y la Logia en su libro "El Precio de la Paz Chileno-Argentina", tan comprometedoras que su amigo González Madariaga debió salir a responderlas y minimizarlas en un "acápite o'higginiano" de uno de sus libros sobre el mismo tema de las relaciones exteriores Chile-Argentina.
Todo lo expuesto, entonces, cambiaría por completo el enfoque que tradicionalmente se ha tenido de las Guerras de Independencia en la siguiente etapa, con la participación argentina en el cruce de los Andes y después la expedición libertadora a Perú. Se nos ha repetido hasta el hastío que la cruzada fue un enaltecimiento del espíritu republicano, pues... No obstante, los hechos derivados del Congreso de Tucumán demostrarían, más bien, que todo el esfuerzo de esta etapa se orienta a unir Argentina, Chile y Perú bajo el trono de una nueva monarquía constitucional, muy ajena a la idea patriota concebida durante la Patria Vieja de Chile y al modelo de República que se había procurado ya en los días de Carrera.
Por fin, el 12 de febrero de 1818, O'Higgins puede firmar con Miguel Zañartu, Hipólito de Villegas y José Ignacio Zenteno la Proclama de Independencia de Chile, que decía en su parte central:
"...hemos mandado abrir un gran registro en que todos los Ciudadanos del Estado sufraguen por sí mismos libre y espontáneamente por la necesidad urgente de que el gobierno declare en el día la Independencia o por la dilación o negativa: y habiendo resultado que la universalidad de los Ciudadanos está irrevocablemente decidida por la afirmativa de aquella proposición, hemos tenido a bien en ejercicio del poder extraordinario con que para esta caso particular nos han autorizado los Pueblos, declarar solemnemente a nombre de ellos en presencia del Altísimo, y hacer saber a la gran confederación del género humano que el territorio continental de Chile y sus Islas adyacentes forman de hecho y de derecho un Estado libre Independiente y Soberano, y quedan para siempre separados de la Monarquía de España, con plena aptitud de adoptar la forma de gobierno que más convenga a sus intereses".
Pero la sorprendente resistencia de Buenos Aires a reconocer la Independencia de Chile durante los meses que siguieron, parecen confirmar el deseo lautarinos de someter la autonomía del país a una administración superior; a una nueva corona. Ya agotadas todas las excusas para seguir dilatando el acto diplomático, el 4 de agosto de 1818, Chile hizo presentar credenciales a Miguel Zañartu y así, el 12 de diciembre, el Congreso de la Plata accedió a reconocer su Independencia, lo que parece haber sido el primer gran revés a la causa monárquica que había anidado en tan importantes personeros de la Logia.
Sin embargo, los hechos demostrando cuál era el pensamiento por el que se deslizaban los próceres han estado siempre a la vista, casi como evidencia de los cargos. Ni siquiera da para hablar de revelación de aspectos ocultos de la historia de Chile.
El Director Supremo O'Higgins, envió ese mismo año de 1818 a su entonces ministro de relaciones exteriores, el mencionado señor Irisarri, hasta Londres, Francia y algunas casas monárquicas europeas para supuestamente buscar el reconocimiento de la Independencia de Chile, pero con una instrucción secreta precisa en su artículo 10, según la transcribe Ricardo Donoso en su trabajo titulado "Antonio José de Irisarri, escritor y diplomático":
"En todas las sesiones o entrevistas que tuviere con los Ministros de Inglaterra y con los Embajadores de la potencias europeas, dejará traslucir que en las miras ulteriores del Gobierno de Chile entra uniformar al país con el sistema continental de la Europa, y no estaría distante a adoptar una monarquía moderada o constitucional, cuya forma de gobierno, más que otra, es análoga y coincide en la legislación, costumbres, preocupaciones, jerarquías, método de poblaciones, y aun a la topografía del Estado chileno; pero no existiendo en su seno un príncipe a cuya dirección se encargue el país, está pronto a recibir bajo la Constitución que se prepare a un príncipe de cualquiera de las potencias neutrales que bajo la sombra de la dinastía a que pertenecen, y con el influjo de sus relaciones en los gabinetes europeos, fije su imperio en Chile para conservar su independencia de Fernando VII y sus sucesores y metrópoli, y todo otro poder extranjero.
El diputado jugará la política de este punto con toda la circunspección y gravedad que merece; y aunque podrá aceptar proposiciones, jamás convencionará en ellas sin previo aviso circunstanciado a este gobierno, y sin las órdenes terminantes para ello. Las casas de Orange, de Brunswick, de Braganza presentan intereses más directos y naturales para la realización del proyecto indicado, en que se guardará el más inviolable sigilo y para cuya dirección se incluye la clave número 1".
Un detalle salta a la vista: mientras en Argentina se había proclamado abiertamente la intención de instalar la monarquía constitucional, en Chile nunca se hizo pública semejante intención. Lejos de verificar que Chile no participaba del interés monarquista expresado en las instrucciones para Irisarri, más bien confirma que la voluntad política de Santiago aún estaba totalmente sometida a las prioridades de Buenos Aires, de manera nunca confesada y soterrada.
Por otro lado, cuando Irisarri -ducho en asuntos de protocolos y trámites- descubrió que la minuta con estas controvertidas instrucciones no venía firmada ni por O'Higgins ni por su ministro Joaquín Echeverría Larraín que se las habría entregado, la remitió desde San Luis de vuelta a Santiago, esperando que fueran formalizadas con las rúbricas. O'Higgins, sin embargo, las retuvo y no las remitió, desconociéndolas totalmente hacia 1820. Poco después de regresadas, además, por un acuerdo del Senado Conservador se hizo quemar todos los documentos relacionados con esta polémica intención monarquista en Chile, según informan investigadores de prestigio como Selim Carrasco Domínguez en "El reconocimiento de la independencia de Chile por España: la misión Borgoño".
La descrita situación ha servido a muchos historiadores e intelectuales o'higginianos decididos a proteger la figura del Libertador, para asegurar que las instrucciones jamás fueron suyas ni representaron su parecer. Sin embargo, es notable que este documento haya sido el único que se salvara de la señalada quemazón, en circunstancias poco conocidas y casi como si se lo hubiese guardado como prueba incriminante. También parece un absurdo mayúsculo creer que un ministro como Echeverría iba a actuar con autonomía suficiente para redactar tal borrador a espaldas de O'Higgins, y eso sin contar que, después de retenerse la devuelta minuta, Irisarri continuó en su misión como Ministro de Chile en Londres hasta la caída de su gobierno, en 1823, cuando poco y nada quedaba ya de la Logia.
EL PROYECTO MONARQUISTA EN PERÚ
Posteriormente, las confusas actuaciones de San Martín durante la expedición a Perú, que lo pusieron de punta con Lord Thomas Cochrane y parte de la propia expedición (leer las memorias del célebre marino británico), parecen estar relacionadas con su idea de negociar un cargo de alto privilegio en el país incásico y con la señalada expectativa mayor de instaurar allí una corona.
A mayor abundamiento, buena parte de esta gestión para captar simpatías a la corona en proyecto la dirigió el siniestro Monteagudo, tradicional consejero y asesor de San Martín. Personaje oscuro que, además de ser uno de principales responsables de los asesinatos de Manuel Rodríguez y los hermanos Carrera, era un convencido monarquista, quizás uno de los más decididos por esta opción. Desde el Congreso de Tucumán, además, se sabía entre los lautarinos que parte de las élites del Alto Perú y de Perú mismo comulgaban con esta propuesta, proponiendo por ello la instalación de la capital del reino en el Cuzco.
Hay que comprender también que, al margen del relato heroico y de las influencias de Monteagudo, el General San Martín era un europeo más que un americano. Vivió muy poco en tierra nativa, sólo durante la temprana infancia y después durante las Guerras de Independencia, poco de este período en Argentina. Quizás no haya sumado más de 20 años en suelo americano, por lo mismo. Su formación, su madurez y su muerte tuvieron lugar en el Viejo Mundo, así que culturalmente estaba necesariamente influido por la idea de los imperios de Europa más que por proyectos republicanos casi experimentales. Se ha propuesto, por lo mismo, que quizás adhirió a ideas monárquicas como una forma de garantizar un camino alternativo hacia la república, opinión que parece más bien un salvavidas arrojado para sacar a flote, otra vez, la creencia de que sus principios incondicionales no estaban con las monarquías, al igual que ha sucedido con O'Higgins.
Proclamado gracias a sus negociaciones como Protector, entonces, San Martín estaba convencido de instalar una monarquía en Perú, aunque no se atrevió a tomar pasos decididos en este sentido durante su confuso mando en Lima, pese a contar con apoyo de la acaudalada nobleza local para este propósito. Prefirió, en su lugar, un camino más cauto y así, en las Conferencias de Paz de Punchauca de mayo de 1821, otra vez trató de verter sus dotes de negociador, proponiéndole al Virrey José de La Serna que se coronase en Perú un príncipe de la Casa Real de España. Sin embargo, esta vez fallaron sus encantos: De la Serna se opuso, y la propuesta naufragó.
Empeñado en no frustrarse, el perseverante General San Martín hizo buscar por su cuenta también algún príncipe europeo, enviando a Buenos Aires, España y Londres una misión compuesta por el colombiano Juan García del Río, a la sazón su secretario de relaciones exteriores en Perú, y el médico y comerciante inglés James Paroissien. Como sucedió antes con la misión Irisarri de Chile, los enviados partieron bajo la fachada de ir a lograr el "reconocimiento" de la Independencia de Perú, aunque estaba escrito que no conseguirían ni lo uno ni lo otro.
Parece increíble que los patriotas hayan estado dispuestos a semejante retroceso político, como si se tratara del objetivo de todos los esfuerzos desplegados desde 1810 hasta la fecha, superando en humillación incluso al infame Tratado de Lircay de 1814, que reponía el dominio español sobre Chile y dejando de manifiestas las verdaderas fuerzas esenciales que chocaban en esta lucha: las de la república y las de la monarquía.
A pesar de la afanosa búsqueda de un príncipe de las casas reales de Inglaterra, Austria, Rusia, Francia y Portugal, pasando por el Duque de Luca en España y la entonces naciente casa de Saxe-Coburgo-Gota, la misión encomendada por San Martín resultó en un rotundo fracaso. De hecho, cuando Paroissien se enteró de la caída del protectorado de San Martín estando ya en Londres, en 1822, consideró que sus servicios ya no tenían sentido y se quedó en la capital inglesa, misma donde recibiría después al general argentino ya en sus días de decaído lustre.
Las intenciones de San Martín se habían visto frustradas no sólo por la irrupción de Simón Bolívar en el destino de la Independencia, sino por la fuerte oposición que encontró entre algunos de los propios peruanos y en el desprestigio que le arrastraron los errores y dislates de Monteagudo, perpetuado quizás uno de los personajes más nefastos para la historia de la emancipación de América. Poco antes de bajarse del cargo, San Martín escribía muy afligido desde Lima a su amigo el ministro Echeverría, el 11 de mayo de 1822:
"En Buenos Aires paso por un desobediente por no haber querido, como el Gobierno me mandó, sacar los gastos de la expedición, y no haber marchado con la división de los Andes a meterme en la guerra de los montoneros, abandonando el principal objeto que era la expedición al Perú. En Chile, excepto un corto número de hombres que me conocen y son amigos míos, dicen que soy un desagradecido, que después que he tomado a Lima no he querido enviar un solo cuartillo para socorrer sus necesidades a cuenta de la expedición; que he disuelto el Ejército de ese Estado, que se halla en ésta; que he querido apoderarme de su Escuadra, y otras sonseras de esta especie, que excepto don Bernardo y un par de docenas de hombres, las creen a puño cerrado. En el Perú, cuando estaba en el mando activo, y aun ahora en el día, que soy un tirano, que mi objeto es coronarme y que los voy a dejar por puertas. En fin, mi amigo, aquí tiene Ud, a este pobre capellán que después de once años de pellejerías no ha hecho más que granjearse el odio universal".
Agobiado por la situación, deja el protectorado en septiembre, tras la misteriosa Entrevista de Guayaquil que sostuvo con Bolívar, de cuyo contenido se ha especulado con ríos de tinta. Esto marcó el final de los intentos monarquistas de la Logia en Perú.
Una aproximación al aspecto de la bandera de la Expedición Libertadora de Perú, que en su diseño llevaba tres estrellas simbolizando la unidad de Argentina, Chile y Perú, aunque como criptosímbolo podría representar también la intención de unificar los tres países bajo una corona, idea vigente entre los lautarinos en aquel momento. La distribución de las estrellas en la bandera no siempre coincide en las reconstrucciones, pero sí se sabe con seguridad que eran tres.
OCASO DE UNA QUIMERA
Es conocido que Bolívar estaba empecinado en instalar en Perú un gobierno vitalicio, dictatorial y hereditario. Quizás por esta razón se hizo atribuir para sí el logro de Antonio José Sucre al conseguir la Independencia de Bolivia (Audiencia de Charcas) en 1825. Originalmente, sin embargo, Bolívar no estaba de acuerdo con que Bolivia se separase de las Provincias Unidas de la Plata o, en caso de proclamar su autonomía, no aspiraba a que corriera separada del ex Virreinato de Perú, al que había pertenecido hasta 1776.
De alguna manera, la visión administrativa y el ordenamiento de tiempos monárquicos persistía en la mentalidad de los próceres, como se ve. La propia decisión charqueña de bautizar al país como República de Bolívar y luego Bolivia, adulando el ego del prócer caraqueño, buscaba también convencerlo de apoyar el camino autonomista que había tomado la asamblea. Sin embargo, quizás porque Sucre era republicano y se hallaba lejos de las ideas de perpetuar gobiernos coronados, pasó a ser eclipsado en la historia de la misma manera que sucedió a José Artigas, Rudecindo Alvarado y, por supuesto, los Carrera. Posiblemente esté en esta nómina, también, Gregorio Las Heras, que rompe con San Martín en 1821, luego de ser acusado de conspirador; y hay señales de que Alvear también se habría retirado tempranamente de las seducciones monárquicas.
Sin embargo, es notable que Bolívar no visualizara una monarquía como opción válida para los países independizados, priorizando, dentro de sus ambigüedades, vaguedades políticas, discursos idealizados de unidad continental y hasta sus ambiciones personales manifiestas en Perú, una estructura más a favor del modelo republicano, que a la larga predominó alejando del ex Virreinato la sombra monárquica. Como había sucedido antes con Carrera en la Patria Vieja de Chile, entonces, la llegada de Bolívar a Lima acabaría siendo vital para el aplastamiento de los delirios monárquicos entre los patriotas, bloqueándolos con la construcción de un sistema de naturaleza más republicana, aunque con los matices que exige considerar su actitud dictatorial en el poder, con claros afanes de prolongarse en el mismo.
Y si acaso se cree que Chile quedó ajeno a caudillismos antirrepublicanos tras la caída de O'Higgins, hay un hecho poquísimas veces abordado, implicándolo ya en su exilio en Perú: el intento sedicioso en mayo de 1826 en Chiloé, donde habían sido derribados recientemente los últimos bastiones monarquistas contra la voluntad de la mayoría de sus habitantes, que seguían siendo pro-hispánicos. El amotinamiento de la guarnición habría sido instigado desde Lima por el propio O'Higgins, quien esperaba poder volver en gloria y majestad a Chile tras un levantamiento para el cual contaba con 4.000 colombianos que le había prometido Bolívar, como informó el gobernador José Santiago Aldunate y Toro durante la investigación gubernamental del caso, en junio. Con la esta fuerza extranjera, el ex director supremo esperaba poder derribar el gobierno constitucional y asegurar tanto su posición de mando como la incorporación de Chile al proyecto de Bolívar, tal vez buscando unificar la administración suprema de la sub-región continental, aunque ya no bajo las aspiraciones de una corona imaginaria.
Se puede sospechar que uno de los últimos intentos por retomar para las repúblicas hispanoamericanas un proyecto  de aroma monárquico constitucional disfrazado de causa patriótica, haya sido el del ambicioso Mariscal Andrés de Santa Cruz, quien planeaba restituir en el Protectorado de la Confederación Perú-Boliviana la imagen del Tawantinsuyu y del Virreinato de Perú, plan para el cual había fundado en 1829, al ser elegido Presidente de Bolivia, la Logia Independencia Peruana. Lideraba esta agrupación secreta usando el apodo Arístides, aludiendo al héroe de la unificación greca en las guerras médicas, y su objetivo era erigir a Bolivia como la Macedonia de América del Sur. Se recordará que Santa Cruz hacía ostentación de su supuesto linaje relacionado con la nobleza indígena por parte materna; y, como muchos próceres, había estado también en el Ejército realista antes de matricularse en la causa de la Independencia.
El último intento de este tipo, muy explícito además, sucede hacia mediados del siglo XIX, cuando el primer presidente del Ecuador el General Juan José Flores, tras retornar del exilio en 1846, se mostró obcecado con la idea de tratar de coronar en Quito a Agustín Muñoz y Borbón, hijo del segundo matrimonio de la reina María Cristina, con el Duque de Riánsares. La Reina Regente incluso había enviado recursos y apoyo estratégico a Flores, para que consumara este fallido propósito.
No contabilizamos ni relacionamos acá los intentos europeos de establecer la corona en México o las supuestas campañas de reconquista que se indican sucedidas en Perú (caso de la toma de Islas Chincha, aunque claramente no era tal su objetivo), por pertenecer a invasiones europeas sin relación con las inspiraciones ni con protagonistas de la Independencia de Hispanoamérica.
Hasta hace unas décadas atrás, me consta que en algunos círculos era algo cercano al tabú hablar de los afanes monárquicos que muchos de los próceres de las guerras por la Independencia de América manifestaron, dando la espalda a los idearios republicanos que tantas veces se señalan como motivaciones esenciales de la lucha patriótica en aquellos días. Todavía pueden observarse focos de resistencia en algunos historiadores y académicos, interesados en proteger el discurso heroico y el orgullo nacional detrás de los nombres más ilustres, pero el caso es que este tema es bien conocido desde el mismo período de la Independencia cuando tuvo su gestación, como salta a la vista sólo con la observación de las pruebas que siempre han estado a mano.
Aun apartándose toda opinión de las conjeturas e interpretaciones, entonces, los registros palpables de estas intenciones, particularmente entre los lautarinos y sus partidarios, quedan manifiestos en el proyecto de Constitución de 1815, en la misión Irisarri y en otras por parte de varios de los próceres para lo que, innegablemente, era buscar una cabeza noble y de sangre azul que pudiese caber en la quimérica e ilusoria corona.

HECHOS, MITOS Y MISTERIOS SOBRE LOS PASADIZOS SUBTERRÁNEOS DE LA ORDEN DE SAN AGUSTÍN EN SANTIAGO

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En los tiempos de Vicuña Mackenna, se creía que la construcción esquinera que alcaza a aparecer en esta imagen antigua, había sido la propia casa de la famosa Catalina de los Ríos. Ella estaría sepultada en algún lugar dentro del templo.
Coordenadas: 33°26'27.42"S 70°38'56.50"W (Iglesia de San Agustín) / 33°26'31.87"S 70°39'4.99"W (Iglesia de las Agustinas)
Recientes hallazgos de pasadizos subterráneos en Limache y en la calle Erasmo Escala de Santiago, han devuelto la atención sobre este asunto de las galerías secretas de ciertas órdenes bajo nuestros pies, tema con frecuencia sazonado con los inevitables condimentos de la fantasía y, en otros casos, con deliberada falta de honestidad.
Pueden tratarse muchos reportes, quizás en la mayor parte de las veces, sólo de antiguos desagües o de cámaras de derivación hechas con piedra canteada y ladrillo, parecidos en su fábrica a los tajamares coloniales del río Mapocho: estoy casi seguro de que sería el caso del que salió a la luz en Erasmo Escala, al igual que otros descubrimientos muy parecidos en Chillán, quizás también en el mercado viejo de Arica y otros supuestos en la Aduana de Iquique, aunque hayan sido interpretados -en todos los casos- como parte de redes de túneles coloniales perdidos.
Sin embargo, hay otros casos verificados como el de las cavas de calle Lira, las "catacumbas" de Valparaíso o del misterioso túnel enladrillado que se ubica abajo de la fuente de entrada del Cerro Santa Lucía, en los que definitivamente parece haber un antecedente real de las que podrían ser estimadas como estructuras subterráneas hechas por manos humanas en tiempos coloniales o hasta el siglo XIX.
Al parecer, ciertos hallazgos de esta misma clase y que se habían hecho con relación a ex propiedades de la Orden de San Agustín en Santiago, pertenecen a esta categoría más seria y creíble de descubrimientos.
Iglesia y convento de las Agustinas en el siglo XVIII, en dibujo de Pedro Subercaseaux. Publicado por Carlos Peña Otaegui. Fuente imagen: Iglesiaspatrimoniales.cl.
EL CASO DE LAS MONJAS AGUSTINAS
La historia de este hallazgo en particular, fue contada por Sady Zañartu, en su famoso libro "Santiago calles viejas", que hemos transcrito en otra entrada de este blog. También ha aparecido en trabajos de Carlos Peña Otaegui y René León Echaíz, entre otros.
El nombre de la calle de las Agustinas proviene de la presencia del Claustro de las Monjas Agustinas que estuvo ubicado en el mismo lugar, fundado en el período de 1573 a 1576, en una gran manzana formada por la cuadra entre las calles que serían llamadas con el tiempo Ahumada, Bandera, Agustinas(aludiendo a ellas mismas) y hasta el borde de la Cañada de San Francisco o de Santiago, futura Alameda de las Delicias, siendo una de las propiedades más grandes de la ciudad colonial, que llegó a albergar unas 400 residentes entre el siglo XVII y XVIII.
Entre 1850 y 1852, las hermanas agustinas comenzaron a vender casi la mitad de su enorme propiedad. Tras un largo pleito judicial con el Estado, iniciado en 1812, coincidió que la Corte de Apelaciones falló en esos mismos días sobre los terrenos que debían ser expropiados para que se uniera la calle Moneda o ex calle Real, con la calle del Chirimoyo, que era su continuación al poniente de dicha gran manzana, hallándosela así cortada y cerrada entre los murallones del convento de las agustinas y más arriba por los de las claras, razón por la que se le llamaba también calle Tapada de las Monjas.
Con la ejecución del proyecto estatal, el terreno del convento quedó dividido entre las propiedades de esas dos cuadras menores surgidas de la primera más grande: una al Sur entre Ahumada, Bandera, Alameda y Moneda (la posteriormente convertida en manzana financiera de calles interiores New York y La Bolsa), y otra al Norte entre Ahumada, Bandera, Moneda y Agustinas, donde originalmente estaba el frente del convento, cuadra años después subdividida también por la peatonal de Bombero Ossa. Separadas por la vía abierta en Moneda, en la cuadra Sur se construyó, de cara a la misma calle, la que iba a ser la nueva iglesia de las monjas diseñada por el arquitecto Eusebio Chelli, colocándose la primera piedra de esta obra en 1857. Recién hacia 1871 pudo ser puesta totalmente en servicio.
En 1885, sobre los terrenos vendidos del antiguo convento, comenzaron a realizarse trabajos para la cimentación de nuevos edificios ocupando la cuadra frente al templo. En plenas faenas, una cuadrilla de obreros dio con una extraña cámara subterránea. Al excavarla, descubrieron que era un pasadizo completo; y al explorarlo, confirmaron que unía por el subsuelo el sector de la mencionada Iglesia de Agustinas en Moneda, con la casa conventual que estaba en la cuadra vecina, atravesando por debajo la calle.
Cuando siguieron excavando para sentar las obras, se encontraron también restos óseos humanos, como cráneos y vértebras. En el sector de la esquina Sur-poniente de la Agustinas con Ahumada (donde iba a construirse el edificio del Banco de Santiago), incluso fue hallada una sepultura con un cadáver momificado completo, de una mujer con los brazos cruzados sobre un crucifijo en su pecho y algunos restos de sus ropas y calzado. La fallecida, una hermana del ex convento, fue envuelta en una mortaja negra y llevada a la portería del monasterio volvió a ser inhumada.
El hallazgo de túneles y sepulturas volvió a disparar la imaginación de quienes, influidos en parte por una controvertida y anticlerical novela de Ramón Pacheco, creían ciegamente en la leyenda del famoso Subterráneo de los Jesuitas en Santiago, que supuestamente unía el incendiado templo de la Compañía de Jesús (donde están ahora los jardines del ex Congreso Nacional y el monumento a las víctimas de aquel incendio) con varios otros puntos y propiedades de la congregación en la capital, como colegios, capillas y talleres.
Sin embargo, la explicación a la presencia de esta estructura mistriosa era mucho más sencilla: al quedar separada la nueva iglesia de la antigua casa conventual, por el trazado de calle Moneda, las monjas habían solicitado excavar y amurallar un túnel que conectada ambas propiedades, sin que les fuese necesario salir al exterior para transitar así entre ellas. Dicho pasadizo habría sido construido por el arquitecto Vicente Larraín, dándose algunos detalles de su origen en el libro de Peña Otaegui, "Una crónica conventual: el monasterio de las Agustinas de Santiago".
Si bien no se trató de un ancestral pasadizo colonial, como algunos quisieron creer entonces, al menos resulta interesante verificar con él que esta clase de soluciones subterráneas eran practicadas por los conventos antiguos, como lo demostró su existencia.
El terremoto de 1906 obligó a hacerle ajustes y mejoramientos al templo agustino de calle Moneda, pero las monjas, ya agobiadas por el bullicio y la agitación céntrica, se retiraron totalmente del convento y la iglesia en 1912, mudándose hasta su nuevo lugar en avenida Vicuña Mackenna. Pusieron en venta los demás terrenos, lo que permitió -entre otras cosas- la apertura de las calles Nueva York, La Bolsa y La Unión. Llamado desde entonces impropiamente la iglesia vieja (debería ser más bien la iglesia intermedia), el edificio fue entregado al Arzobispado de Santiago durante el año siguiente, y sus pasadizos subterráneos quedaron convertidos en sólo un recuerdo.
Vista de la vieja ciudad destacando en rojo la iglesia y convento de las Agustinas (N° 11, a la izquierda) y el de los monjes de San Agustín (N° 9, a la derecha), en la maqueta del Santiago c. 1830-1840 del Museo Histórico Nacional, mirada desde Sur hacia el Norte. Se observa también el antiguo Solar de la Quintrala (N° 10), el cuadrante baldío de la Plaza de Armas y también el edificio de la Real Universidad de San Felipe (N° 8, a la derecha), donde actualmente está el Teatro Municipal. De izquierda a derecha, las calles Bandera, Ahumada, Estado y San Antonio; de abajo hacia arriba, las calles Alameda, Moneda-Chirimoyo (cortada por el convento), Agustinas, Huérfanos y Compañía-Merced a la altura de Plaza de Armas.
PASADIZOS DE SAN AGUSTÍN Y LA QUINTRALA
Los primeros monjes agustinos llegaron a Chile en 1895. Luego de algunas dificultades para hallar casa en la capital chilena, fueron adquiridas para ellos las propiedades del fallecido Francisco de Riberos a sus herederos, en Agustinas con Estado (ex calle del Rey), donde se instalaría su convento y su templo justo en el vértice.
Con la inauguración de la Iglesia de Nuestra Señora de la Gracia o de San Agustín, el venerado resplandor de San Agustín de Hipona quedó dominando con sus ramas femeninas y masculinas dos tramos en la extensión de la calla Agustinas, en pleno centro de Santiago. No obstante, este primer templo acabó destruido por el gran terremoto de 1647, que sólo perdonó al Cristo de Mayo y la muralla donde estaba su altar, apodado desde entonces "Señor de los Terremotos", con el misterio de su corona de espinas en el cuello de la figura.
Pocos puntos concentran tantas leyendas e historias siniestras en Santiago, como la que se forma en este cruce de las calles Agustinas y Estado, en pleno centro: la presencia de doña Catalina de los Ríos Lisperguer, la célebre Quintrala, en el solar colonial que ocupaba la esquina Nor-oriente, donde ahora está el Edificio La Quintrala (también célebre por supuestos hechos paranormales en sus subterráneos); la misma Iglesia de San Agustín actual en la vecina esquina Sur-oriente, con algunos elementos simbólicos que parecen tener relación con ciertas sociedades secretas (cruces templarias, triángulos del Ojo Supremo, criptosímbolos, etc.); la presencia y los misterios del mencionado Cristo de Mayo, dentro de la misma iglesia; y hasta la aparición en los noventa, de una de las extrañas placas Toynbee que se vieron repartidas por el mundo en esos años, en la calzada de la calle Agustinas, un poco más cerca de calle San Antonio, aunque ya fue destruida.
Lo más interesante de este cruce de calles no estaría a la vista, sin embargo, sino en el subsuelo, y fue parte de lo que me sirvió para dar contenido a uno de los textos más visitados, difundidos y también plagiados de este blog, en la entrada titulada "El misterio de los subterráneos perdidos bajo la ciudad".
Los mitos relativos a lugares secretos subterráneos en este lugar de calle Agustinas, tienen dos aristas o polos:
  1. Primero, el caso del llamado Sótano de la Quintrala, que correspondería a un espacio subterráneo del actual Edificio La Quintrala que ha sido ocupado a lo largo de su historia por tres importantes establecimientos culinarios y recreativos ("El Sótano de la Quitrala", "El Pollo Dorado" y hoy "La Plaza de las Agustinas"). Se supone que este sótano y la cámara de las antiguas calderas y bodegas que se usaban en el edificio, siendo hoy sitios con grandes atracciones para cazadores de fantasmas, ocupan el espacio ya desaparecido en que la Quintrala habría tenido una sala secreta, a veces usada como caballeriza, y en donde el mito la coloca también torturando esclavos o realizando ritos diabólicos en el siglo XVII.
  2. Y segundo, un pasadizo (o dos y hasta tres, según cada versión) de origen colonial, que atravesaba la calle Agustinas conectando el mencionado Sótano de la Quintrala con algún escondrijo dentro de la iglesia o el convento de San Agustín, por razones que nunca han estado claras, y que habría sido reencontrado durante la misma construcción del Edificio La Quintrala, hacia 1950 (un período que arrojó varios casos parecidos en Santiago, destacando uno de 1944 y otro de 1951, por ejemplo). Se recordará que Catalina de los Ríos Lisperguer tenía cierta relación importante con estos sacerdotes, tanto por su vecindad como por haberles solicitado una cantidad abismal de oraciones por el descanso de su alma, cuando sintió la muerte encima. De hecho, estaría sepultada en algún lugar del mismo templo, y otra leyenda asegura que el Cristo de Mayo le había pertenecido a ella antes de terminar en la iglesia, cuando lo arrojó fuera de su casa intimidada por la forma en que la figura la "miraba".
De acuerdo a testimonios de gente que aseguraba haber alcanzado a conocer algo más directamente sobre estos pasadizos misteriosos conectando ambas esquinas (que recogí hace unos diez años ya, siguiendo algunas recomendaciones), los accesos por el lado del edificio estaban precisamente en donde hoy existen unas puertas de fantasía en el restaurante que ocupa el ex Sótano de la Quintrala ("La Plaza de las Agustinas"). Son dos o tres puertas que conectaban supuestamente al pasaje secreto, una de ellas bloqueada por una vieja caja de fondos en desuso, y las otras dos condenada o bloqueadas. El testimonio de uno de los trabajadores de la administración del edificio, también  señalaba que un brazo de este pasadizo ya rellenado e inaccesible, se creía derivado por calle Agustinas rumbo al Cerro Santa Lucía, aunque nadie sabía dónde terminaba.
La descripción que se hace del escuro pasaje es que lucía muy vetusto y abovedado, con un rústico acabado de albañilería y terminaciones de sus muros, aspecto suficientemente lúgubre para que pocos se hayan animado a ingresar por ellos a partir de su redescubrimiento.
El porqué fueron deshabilitados y destruidos estos pasadizos, si acaso existieron, parece relacionarse con aprehensiones que tuvieron las autoridades durante la Dictadura, temiendo que pudiesen ser empleados para algún propósito ajeno a sus intereses. Esta clase de explicación la hemos oído con frecuencia en otros casos parecidos, como tramos no concluidos del primer proyecto de metro subterráneo o incluso en antiguos pasadizos que algunas casitas de remolienda de los barrios al poniente del Centro de Santiago tenían para evitar redadas policiales.
El Paseo San Agustín, de la misma cuadra donde está el templo, lleva este nombre precisamente por ocupar el lugar del antiguo convento, fue construido en 1980. Hoy existen algunas leyendas de tradición oral sobre reapariciones de galerías secretas bajo el subsuelo, durante las obras, pero nada hay que verifique este rumor y suenan más bien a un intento por colaborar con la leyenda.
Iglesia Vieja de las Agustinas, en Moneda entre Bandera y Ahumada.
El llamado Sótano de la Quintrala, sede del restaurante La Plaza de las Agustinas.
Puertas condenadas en restaurante "La Plaza de las Agustinas", en los subterráneos del Edificio La Quintrala, de las cuales se cuenta que estuvieron alguna vez las galerías que conectaban con la Iglesia vecina, por debajo de la calle Agustinas.
LA EXPLICACIÓN PARA LOS SUBTERRÁNEOS
Años atrás, cuando quise llevar adelante una investigación más exhaustiva sobre el asunto de los subterráneos coloniales en Santiago, me encontré en algunas situaciones que dificultaron este interés, aunque permiten especular sobre algo que ya comenté oportunamente en mi primer artículo sobre el tema: que muchos casos podrían estar virtualmente escondidos y sellados por los temores (reales o inventados) del último Régimen Militar, de que pudieran convertirse en espacios para facilitar actividades subversivas, como dijimos.
Por otro lado, sí podría haber algunos grupos de personas que parecen conocer bastante más de lo poco que se ha publicado sobre estos supuestos túneles y galerías, casi como evitando que su conocimiento se profane o se vuelva popular (y con rotunda negativa a compartir sus saberes, diría de paso), pero en caso alguno participan de alguna clase de conspiración al estilo de los argumentos de un Dan Brown o Douglas Preston. Más aún, a veces las clausuras de accesos o destrucción  de esta clase de hallazgos pueden deberse a razones tan poco sofisticadas y convencionales como asuntos de seguridad, celos de las administraciones o simplemente alejar a los intrusos, como nos parece que sería el caso de algunos pasadizos ya de épocas más recientes, conocidos en el Portal Fernández Concha, la Estación Mapocho y la ex Cárcel Pública.
Apartando las especulaciones, sin embargo, modestamente creo más en una idea bastante menos espectacular y aun menos romántica de que estos subterráneos, así como otros casos similares (el de la actual Plaza Vicuña Mackenna, los del sector del Barrancón al Sur de Santiago e incluso el mismísimo Subterráneo de los Jesuitas, el más célebre de todos), serían sólo para facilitar el desplazamiento de los internos e internas de cada monasterio, evitando violar las restricciones del claustro o de los días de observación y encierro, además de unir entre sí distintos conventos que requerían de algún nivel de comunicación directa, o bien con sus propiedades, colegios, propiedades y albergues.
La existencia de esta clase de galerías casi invariablemente relacionadas con antiguas ubicaciones de templos y conventos o propiedades dependientes de órdenes religiosas, además de su presencia en la misma situación en lugares tan apartados como la localidad de San Lorenzo de Tarapacá (descubierto mientras se restauraba la iglesia tras el terremoto de 2005), me parece que soplan las velas de esta posible y sensata explicación. Nos referimos, por supuesto, a las que podrían ser consideradas como auténticas galerías y no antiguos alcantarillados o canales subterráneos que pudiesen ser confundidos con tales.
Es la sensata explicación que también da Zañartu para la existencia del pasadizo de la Iglesia de las Agustinas, pero por tratarse de una propuesta razonable y sin el elemento más seductor de las leyendas y los mitos urbanos, por lo tanto es, también, aquella con menos adeptos o popularidad.

¿ESPAÑOL O CHILENO?: LA REALIDAD DEL SOLDADO ABAJO DEL CABALLO DE O'HIGGINS

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Imagen de la entonces flamante estatua ecuestre, publicada por Recaredo Santos Tornero en "Chile Ilustrado", de 1872 (mismo año de su inauguración). Se observa el dramatismo del soldado que es atropellado por el caballo de O'Higgins en el Desastre de Rancagua de 1814. La tradición lo identifica como un soldado español.
Coordenadas: 33°26'43.52"S 70°39'11.42"W
El traslado de la estatua ecuestre del General José Miguel Carrera hasta el ex Altar de la Patria, en los preparativos de las celebraciones del Bicentenario Nacional, contó con la venia de gran parte de la comunidad o'higginiana que participó del proceso y de la inauguración, de hecho. No obstante, era inevitable que algunos personajes alzaran la voz contra lo que consideraron casi una blasfemia, al colocarse la imagen carrerina al lado y a la misma altura de la la figura de don Bernardo O'Higgins, en el lugar que por tantos años dominó con su solemnidad, en el inicio de la actual Plaza Bulnes.
Entre los ofendidos por la decisión, se reclamaba no sólo por el reconocimiento de Carrera, sino por los simbolismos que quedarían cruzados en la nueva instalación debido al contenido de ambas obras: don Bernardo es retratado en el Desastre de Rancagua, mientras don José Miguel aparece mirardo sereno su obra, desde su montura en paso. Más aún, se recordará que la derrota de Rancagua de 1814 ha sido un tema de controversia en el corazón o'higginiano, con culpas que se ha querido endosar a Carrera alegando que le negó ayuda en la descabellada aventura de atrincherarse en la ciudad, y a su vez, los carrerinos responden que aquella imprudencia hizo desperdiciar la oportunidad de los patriotas para enfrentar al enemigo en la Angostura de Paine.
Entre la vorágine de los malestares más apasionados y radicales, el historiador Sergio Villalobos, mismo que tanto parece disfrutar refutando y desautorizando opiniones de quienes no considera profesionales de la Historia, salió con esta curiosa afirmación en una carta de su autoría a la prensa (diario "El Mercurio", martes 7 de septiembre de 2010), titulada "Farándula y bicentenario", donde criticaba ácidamente los preparativos de las celebraciones de 2010:
"El Gobierno trata de reconciliar hasta los muertos. Se ha colocado una estatua de Carrera junto a la de O'Higgins, rebajando el lucimiento de esta última, pero la historia no va a cambiar con una medida tan infantil.
Sólo falta que algún ministro avispado sugiera sacar al español arrollado por el caballo de O'Higgins para devolvérselo a la Madre Patria".
Por alguna razón, el exigente historiador acoge como real una extendida leyenda sobre la formidable estatua de don Bernardo, allí en el Barrio Cívico del Palacio de la Moneda, cruzando la Alameda que lleva también su nombre. En ella se le observa saltando dramáticamente las filas del cerco realista de Rancagua, y dice la creencia popular que, con su musculoso y valiente corcel, pasa por encima de un soldado español. Este último se ve representando a sus pies como el enemigo monarquista que, a pesar del aspecto derrotado que le otorga la composición de la obra del francés Albert-Ernest Carrier-Belleuse, pertenece en realidad al bando victorioso de aquella lid del 2 de octubre de 1814.
Cabe recordar que el monumento de O'Higgins surgió de una propuesta hecha durante el Gobierno de Manuel Bulnes, para traer a Chile los restos del Libertador y construirle un gran monumento público conmemorando esta repatriación. El proyecto fue postergado hasta que, recién hacia 1863, una campaña periodística repuso estas intenciones y así pudieron ejecutarse ambas tareas. Unos años después, la comisión destinada al monumento, presidida por Manuel Blanco Encalada, llamó a concurso en Francia preestableciendo detalles del aspecto que ésta debía tener y la escena específica que debía mostrar:
"El monumento histórico elegido es aquel en que el general O'Higgins, cerrado en la Plaza de Rancagua en 1814 por cuádruples fuerzas españolas, se abrió paso, espada en mano, a la cabeza de los pocos héroes que sobrevivían a una carnicería de treinta y seis horas".
Vemos, entonces, que ya en las bases mismas de la obra, se sugería que el personaje que debía haber saltado O'Higgins en la estatua, era miembro de las "fuerzas españolas" que dieron combate a los patriotas en Rancagua.
Revisadas las seis propuestas presentadas al concurso y pasadas algunas polémicas con autores que no quisieron participar, ganó la de Carrier-Belleuse, el prestigioso mismo autor del primer monumento a las víctimas del incendio de la Compañía de Jesús. Sin embargo, los comisionados sugirieron reducir la cantidad y la violencia de  los elementos bajo el caballo según se veían en la maqueta, precisamente donde está el soldado que es atropellado bajo las herraduras.
La fundición en bronce del monumento se confió a la casa Fourment, Houillé & Cía., y el escultor nacional Nicanor Plaza estaba encargado previamente para producir los relieves del pedestal, con cuatro episodios cruciales en la semblanza de O'Higgins El Roble, Maipú, el zarpe de la Escuadra y la Abdicación. La pesada obra llegó a Chile en 1871, siendo instalada en la Alameda de las Delicias durante el Gobierno de Federico Errázuriz Zañartu. Fue inaugurada el 19 de mayo de 1872, en medio de una gran fiesta pública y con todo el centro de Santiago engalanado para la ocasión.
Prácticamente desde aquel mismo momento en que fue presentada la obra, descubriéndola al quitar un manto con los tres colores patrios, se ha interpretado de forma popular e invariable sobre esta escena congelada en el metal, que el personaje que O'Higgins salta debe ser un español, casi necesariamente.
La Batalla de Rancagua, en lámina publicada en la obra "El ostracismo del General D. Bernardo O'Higgins", de Benjamín Vicuña Mackenna. Fuente imagen: EducarChile.cl.
Plano de la ciudad de Rancagua y la ruta de escape de O'Higgins y sus oficiales, según datos de Barros Arana y de un diagrama de Olmos de Aguilera publicado por el mismo historiador. Se observa la cruz de trincheras alrededor de la Plaza de los Héroes, dispuestas por las fuerzas patriotas.
UN EJERCITO ESPAÑOL COMPUESTO POR CHILENOS
¿Es realmente la figura de un español, o esto deriva sólo de una interpretación equivocada de los hechos, clasificando en gentilicios más cómodos las fuerzas que esencialmente se enfrentaban en aquella cruzada independentista?... Un anticipo a la respuesta correcta la aportó el Director Supremo don Francisco de la Lastra cuando dijo, en mayo de 1814 en su "Manifiesto":
"Esa guerra desoladora devoraba una parte de la población de Chile por las victorias de la otra parte. Los chilenos eran al mismo tiempo los vencedores y los vencidos. Ellos eran los que en un mismo instante cantaban las victorias y lloraban las desgracias de la guerra".
El 6 de agosto de 1945, el escritor Joaquín Edwards Bello recibió una carta del señor Rafael de Larrea C., donde de informaba de los datos históricos concretos que cuestionan la afirmación de que dicho personaje en el bronce es un soldado español, a pesar de sí corresponder a las filas enemigas de O'Higgins en el sitio de Rancagua. Edwards Bello no se refirió a este texto hasta buen tiempo después, en uno de sus artículos de octubre de 1952 ("El soldado bajo el caballo de O'Higgins"), aunque aprovechándolo para libertar su exagerado desprecio a la figura de Carrera como una innecesaria nota introductoria. El texto aparece recopilado en "El Subterráneo de los Jesuitas" de editorial Zig Zag y su versión para Nascimento titulada "Mitópolis".
En la mencionada carta, el señor De Larrea hace algunas observaciones sobre la distribución de fuerzas y sus nacionalidades, durante la Batalla de Rancagua. E independientemente de lo novedosos o no que pudiesen sonar por entonces aquellos datos, recordaban algo que sí se ha perdido de vista varias veces en la narración histórica más clásica: que la Guerra de Independencia tuvo mucho también de guerra civil, pues gran parte del contingente realista estaba integrado por los propios chilenos partidarios de la corona o de territorio hostil a los patriotas, destacando penquistas, valdivianos y chilotes.
Se recordará que, tras la negativa a validar al indecoroso Tratado de Lircay, tanto por el Virrey José Fernando de Abascal en Perú como por el jefe militar chileno el General Carrera, las divisiones entre los patriotas llegaron al enfrentamiento en el Combate de Tres Acequias, donde O'Higgins debió aceptar la derrota y subordinarse a su mayor rival en el seno de las fuerzas patriotas, justo cuando los realistas de Mariano Osorio desembarcaban a la altura de San Fernando y se aprestaban para acatar Santiago.
¿Cómo estaba compuesta esta fuerza del General Osorio? Poco antes, en enero de 1813, el Brigadier Antonio Pareja había armado en Ancud un ejército realista con chilenos leales a la corona, cerca de 2.500 hombres distribuidos en los batallones Chiloé y Valdivia, fuerza que pasó a manos del Coronel Juan Francisco Sánchez, tras morir Pareja ese mismo año. En nota a pie de página de su "Historia de Chile", Diego Barros Arana comenta:
"El ejército realista, como sabemos, era compuesto todo él de soldados chilenos, nativos de las provincias de Chiloé, de Valdivia y de Concepción. Entre sus jefes y oficiales, según recordamos, no había más españoles europeos que el comandante en jefe Sánchez, el comandante de artillería Berganza, el comandante de voluntarios Castro Ballesteros, y los dos voluntarios Eleorreaga y Quintanilla. Aun estos cinco vivían en Chile desde largos años atrás, los tres últimos casi desde la niñez, si bien Ballesteros había pasado también largo tiempo en el Perú. Parece que al virrey Abascal no inspiraba mucha confianza este estado de cosas, y por eso, cuando trató de enviar otros oficiales al Ejército de Chile, se empeñó en que fuesen españoles. Se sabe que esos oficiales cayeron prisioneros en la fragata Thomas. Sólo en agosto de 1814 llegó a Chile con el coronel Osorio un batallón del regimiento Talavera, cuyos oficiales y soldados eran todos españoles.
Mientras tanto, en el ejército patriota servían no pocos españoles de nacimiento, entre los cuales recordamos los siguientes: el comandante de milicias don José Samaniego, el sargento mayor don Carlos Spano, el capitán de artillería Hipólito Oller, el capitán de asamblea Raimundo Sessé (ayudante de Carrera), y el subteniente Francisco Javier Molina, famoso guerrillero".
El Batallón Talaveras, que traía 550 españoles comandados por Rafael Maroto, formó una fuerza de ataque con los chilenos que sumaban, a la sazón, cerca de 2.500 a 5.000 cabezas (la información varía en las fuentes). Con todo este recurso militar, Osorio salió desde Chillán decidido a reconquistar Santiago. Su ejército se componía de las siguientes unidades y nacionalidades, cada una con su compañía de artillería y con las siguientes cantidades de miembros según el General Indalicio Téllez en su "Historia militar de Chile. 1541-1883":
  • La División al mando del coronel Ildelfonso Elorreaga, compuesta por Carabineros de Abascal, Lanceros de Los Ángeles, Batallón Fijo de Valdivia (502 chilenos) y Batallón Cívico de Chillán (600 chilenos).
  • La División al mando del coronel José Rodríguez Ballesteros, compuesta por el Batallón de Voluntarios de Castro y el Batallón Fijo de Concepción (1.500 chilenos, entre ambos).
  • La División al mando del coronel Manuel Montoya, compuesta por el Batallón Veteranos de Chiloé y el Batallón Auxiliares de Chiloé (1.050 chilenos, chilotes).
  • La División al mando de Rafael Maroto, compuesta por Húsares de la Concordia (150 chilenos), el Batallón Talavera de la Reina (550 españoles) y dos Compañías del Real de Lima (200 peruanos).
Como se ve, sólo una pequeña fracción estaba compuesta por españoles y por un puñado de peruanos, siendo chilenos en su inmensa mayoría. Lejos de sentirse hispanos adoptivos, tan conscientes eran estos de su condición local, que cuando en el combate Maroto ordenó al Coronel Barañao intentar un ingreso a la plaza con los Húsares de la Concordia, éste le gritó a los Talaveras, al salir: "¡Vean cómo se pelea en América!".
Los Monumentos de O'Higgins y Carrera al inicio del Paseo de Plaza Bulnes, entre Zenteno y Nataniel Cox, frente al Palacio de la Moneda y la Plaza de la Ciudadanía
Acercamiento a la hermosa estatua ecuestre de O'Higgins.
¿A QUIÉN SALTA O'HIGGINS?
Con O'Higgins sometido a la autoridad de los hermanos Carrera tras los enfrentamientos de Tres Acequias, estos se habían manifestado decididos a enfrentar a Osorio en la Angostura de Paine, estratégicamente más conveniente que cualquiera de los otros escenarios geográficos que había en el camino de los realistas hacia la capital.
Pero O'Higgins, decidido otra vez a actuar por su cuenta y descartando retroceder hasta la Angostura, prefirió atrincherarse en Rancagua y hacer caso omiso a las insistencias que le hacía llegar Carrera a través de su amigo, el presbítero Julián Uribe. Se instaló en la plaza de la ciudad, la rodeó de barricadas y esperó allí el paso del enemigo, al tiempo que exigía por cartas que se le enviaran más fuerzas a lo que se ha considerado un verdadero acto suicida, desatándose así la funesta jornada del 1 y 2 de octubre de 1814, junto al río Cachapoal, de la que algún día hablaremos más.
La Plaza de Armas de Rancagua está al centro del tablero de calles, formando manzanas cuadradas en la ciudad por todos sus costados. De acuerdo a lo que detallan autores como Téllez, las fuerzas que los patriotas vieron llegar desde el campanario de la Iglesia de la Merced, se distribuyeron alrededor de la plaza de la siguiente manera:
  • Por el Sur: la División de Maroto, donde estaban el batallón español de Talavera, únicos españoles, además de los peruanos, parapetándose en la calle antigua de San Francisco.
  • Por el Este: la División de Montoya, todos chilenos, más precisamente chilotes.
  • Por el Oeste: la División de Ballesteros, con chilenos penquistas y chilotes.
  • Por el Norte: la División de Elorreaga, con chilenos chillanejos y valdivianos.
Al ver perdida su posición tras tantas horas de agobiante combate, y ya sin municiones para seguir resistiendo, O'Higgins armó una carga final con sus oficiales para romper las líneas, y escapó así dejando atrás una gran cantidad de hombres que quedaron indefensos, en una acción que, por heroica y conmemorada que sea, sus enemigos no le perdonan aún hoy. De los cerca de 1.000 patriotas que se habían atrincherado en la ciudad (1.700 según Barros Arana), unos 200 escaparon del sangriento cerco con O'Higgins a la cabeza, mientras que 400 habían muerto, más unos 250 a 300 heridos acabaron prisioneros y luego ejecutados. Los números varían en cada fuente, pero rondan más o menos los que acá transcribo.
El lugar por donde emprendieron el escape es la actual calle Estado, en donde estaba la barricada patriota de Santiago Sánchez, con 100 infantes, junto a la cuadra del templo de la Merced... Es decir, al Norte. Desde allí, los caballos doblan por calle Cuevas, vuelven a enfilar al Norte en Almarza, doblan una cuadra por Cáceres, y huyen desde por Zañartu, otra vez a galope hacia el Norte, rumbo a Santiago, dejando atrás la grave derrota de Rancagua que ponía fin a la Patria Vieja e iniciando el doloroso exilio de los chilenos en Mendoza, con una última justa librada por Carrera en la retaguardia de la caravana cruzando los Andes, al contener a los realistas que les intentaban dar caza en la Batalla de los Papeles.
Si los patriotas salieron de la plaza de Rancagua hacia el Norte, entonces, el célebre salto de O'Higgins rompiendo el asedio realista, debió suceder en el lado donde se había destacado la unidad de Eloerreaga y en la que estaban los chilenos distribuidos entre Carabineros de Abascal, Lanceros de Los Ángeles, Batallón Fijo de Valdivia y Batallón Cívico de Chillán; chillanejos y valdivianos respectivamente dirigidos por los también chilenos Clemente Lantaño y Juan Nepomuceno Carvallo.
En rigor, entonces, a quien debe estar saltando el General Bernardo O'Higgins en su gallardo monumento ecuestre de la Alameda de Santiago, es a otro chileno, aunque caiga bajo las patas del caballo empuñando un estandarte hispánico en la composición.
De Larrea va más allá en la exposición que hace a Edwards Bello, y sugiere que este soldado chileno que nunca fue español y que es atropellado en la estatua, podría tener incluso nombre y apellido, si se lo ajusta a los hechos históricos conocidos: aunque hubo poco más de un centenar de muertos entre los realistas en Rancagua, se sabe que las fuerzas de Lantaño y Carvallo tuvieron muy pocas bajas, destacando en esta división un joven soldado llamado José María Riesco, "perteneciente a una familia de veintitantos hermanos", y cuya familia habría sido fuente informante de las investigaciones de don Benjamín Vicuña Mackenna. Según conjetura De Larrea:
"Riesco, amigo de Lantaño, se alistó como soldado voluntario bajo sus banderas a los 19 años. Resultó herido en Rancagua, y por su entusiasmo y valor se le debe considerar capaz del acto temerario de tratar de contener a un adversario montado en brioso animal.
Después de Chacabuco, en el Perú, y al saber que se organizaba la segunda expedición de Osorio, se incorporó de los primeros y recibió el nombramiento de Oficial del Batallón Arequipa. Murió el 8 de febrero de 1819, en la ciudad argentina de San Luis, en la masacre que de los prisioneros de Maipú organizó el sanguinario Monteagudo".
Sea o no Riesco aquel al que salta O'Higgins en su caballo, el caso es que se trataba de un chileno; tanto o más chileno de lo que incluso era él, considerando su línea paterna. Y en todos los casos, igualmente nativo, de Chile.
La lucha de la Independencia, pues, tuvo mucho de guerra civil, aunque por una cuestión técnica y emocional queremos ver siempre a la chilenidad reflejada sólo en los patriotas, y el hispanismo sólo en los realistas.

UNA DANZA ETÉREA DE CROMO: LA ESTATUA POR LA PAZ MUNDIAL EN COPIAPÓ

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Coordenadas: 27°22'14.53"S 70°20'3.69"W
Aunque poco tenga que ver con los estilos en la tendencia de la urbanidad y la ornamentación pública de Copiapó, generando algunas críticas y inconformidades en su momento, tiene cierto encanto y seducción esa hermosa figura femenina de metal espejado. La mayoría de sus habitantes parecen tenerle aprecio, a diferencia de lo que ha sucedido con muchos otros monumentos de reciente inauguración en distintas localidades del país.
La colosal figura plateada está en la Plaza Cacique Colipí, en la cuadra formada por las vías Copayapu, José Joaquín Vallejos, Ramón Freire y Colipí. Se ubica en la explanada del sector duro de la plaza, con los árboles y céspedes de fondo. Se recordará que esta área verde fue inaugurada en agosto de 1994, durante la alcaldía de Mónica Calcutta Stormenzan y luego de importantes mejoramientos viajes realizados en este sector de la avenida Copayapu. Su nombre hace homenaje al lonko Lorenzo Colipí, colaborador de Chile durante las Guerras de Independencia y padre de Juan Lorenzo Colipí, veterano de la Guerra Contra la Confederación Perú-Boliviana.
El artista chino Yao Yuan con otra de sus obras. Fuente imagen: peace.statue.free.fr.
La estatua corresponde a una enorme mujer 12 metros de altura, de acero inoxidable muy pulido y reflejante, que se eleva sobre puntillas con sus jirones de ropa sacudidos al viento, al igual que su cabello. Sostiene una paloma de la paz en su mano izquierda, mientras ella alza la mirada hacia el cielo. No es de diseño exclusivo, pues existen otras obras similares donadas por la Fundación en países como Francia y más recientemente a Rusia. En la base o pedestal de la estatua de Copiapó, se lee aclarando su origen y sentido:
"En el nombre del pueblo Chino
DEDICADO AL PUEBLO CHILENO
Conmemorando el exitoso rescate de los 33 mineros
ESTATUA POR LA PAZ MUNDIAL
STATUE OF THE WOLRD PEACE
ESCULTOR: SR. YAO YUAN (WEN YUAN YAN)
(Nombre de la estatua y del autor en chino)
In the name of the people of China
DEDICATED TO THE CHILEAN PEOPLE
Commemorating the successful rescue of the 33 miners
Octubre 13, 2010........Octubre 13, 2011"
Como explica esta inscripción, su presencia en la ciudad conmemora el primer año del inolvidable rescate de los 33 mineros atrapados en la Mina San José, 29 kilómetros al Noroeste de Copiapó. Fue ofrecida y donada a nombre del pueblo chino por la Fundación China de Esculturas para La Paz Mundial, perteneciente al propio Gobierno de la República Popular China. Participaron organizando el proyecto, entonces, la World Peace Foundation, la Fundación Teplisky y la Universidad Andrés Bello.
Aunque la idea inicial era instalar la obra en el sector de la Mina San José y el Campamento Esperanza que levantaron familiares y amigos de los atrapados a la espera del rescate, el Gobierno de Chile optó por priorizar su colocación en algún sitio más urbano, siendo la ciudad de Copiapó el lugar obvio y óptimo para tal objeto.
La colocación de la primera piedra para la obra tuvo lugar el mediodía del 13 de junio de 2011, con un acto organizado por la Secretaría Comunal de Planificación de la Municipalidad de Copiapó. La estatua, por su parte, llegó embarcada al Terminal Portuario Internacional de Iquique y desde allí fue llevada hasta Copiapó a inicios de octubre. Fue transportada al lugar donde se erigiría, dividida en dos grandes camiones.
Paralelamente, una delegación de artesanos y técnicos chinos llegó, encargada de instalar la pesada obra hecha por el artista escultórico Yao Yuan, multifacético creador que, además, ha destacado como pintor, calígrafo, fotógrafo, compositor y cineasta.
A mayor abundamiento sobre el valioso obsequio chino, Yuan había tomado la decisión de donar esta estatua, segunda de talles características (como dijimos, la primera está en Normandía, Francia), al día siguiente de ejecución de los rescates mundialmente cubiertos. Su estilo artístico está muy bien reflejado en esta figura de Copiapó, pues el autor tiene cierta devoción por las imágenes femeninas al viento y vestidas con sedas flamígeras. En su "Manifiesto de Paz Mundial", proclama el artista para la donación de la estatua francesa:
"Imagine que la Estatua abriendo sus alas, se levanta sobre el horizonte con el amanecer de la paz mundial, llamando a toda la humanidad para despertar con el canto de amor fraternal y la armonía".
Conocido también como la Diosa de la Paz, el monumento fue inaugurado con gran expectación y festejos locales el 13 de octubre de 2011, justo en el primer aniversario del rescate de los mineros. Estuvieron presentes en el acto el entonces Ministro de Obras Públicas Laurence Golborne, el Ministro de Minería Hernán Solminihac, la Ministra del Trabajo Evelyn Matthei, además de las autoridades regionales y municipales, con el alcalde Maglio Cicardini a la cabeza, que dieron partida a la ceremonia a las 10 de la mañana. Participaron de la jornada también el entonces Ministro de Cultura Luciano Cruz Coke, el Canciller Alfredo Moreno, el embajador de Chile en China don Luis Schmidt Montes y el embajador de China en Chile señor Lu Fan.
Sin embargo, en el contexto de las movilizaciones estudiantiles de ese año, llegó un grupo a hacer manifestaciones durante el encuentro de presentación de la estatua, aprovechando la gran cantidad de autoridades de gobierno presentes, oscureciendo en parte la inauguración y creando algunas reacciones encontradas en la comunidad copiapina. Y no sería la única vez que se vio rodeada de manifestantes, pues, en julio de 2015, también llegaron hasta ella algunos efectuando un "cacerolazo" contra la delincuencia.
Acompañada de la bandera de Chile, la regional y la del municipio, la reluciente estatua de Plaza Cacique Colipí llamó de inmediato la atención de los copiapinos que, a pesar de su aspecto tan novedoso y más bien moderno, parece haber sido recibida con agrado por la mayoría de los habitantes. A diferencia de otros monumentos, además, hay cierto respeto hacia esta obra, o al menos eso aparenta el buen estado en que se encuentra, sin vandalismos evidentes ni ataques rupestres.
La presencia de la Estatua por la Paz Mundial también ha afianzado cierto nivel de relaciones directas entre la ciudad de Copiapó y el pueblo chino. En abril de este año, por ejemplo, visitó la ciudad una delegación de la Provincia de Panyú liderada por el Gobernador Zhang Li Ren, conversando con el Alcalde Cicardini sobre proyectos de corredores bioceánicos y la posibilidad de erigir nuevas estatuas a próceres de la Región de Atacama como Pedro León Gallo, Candelaria Goyenechea de Gallo, el Obispo Fernando Ariztía, el Padre Negro Fray Crisógono Sierra y José Joaquín Vallejo, más conocido como Jotabeche. Con estas propuestas de colaboración, se espera fortalecer el valor cultural de la ciudad y los lazos de amistad con China, como era el propósito original de la donación de la figura conmemorativa del rescate de los 33 mineros.
Así es cómo el hada gigante del viento permanece detenida en su misterioso paso de ballet etéreo y pacifista, con el que da la bienvenida a quienes llegan cruzando el río, hasta la histórica ciudad de alma minera.

LOS VIEJOS DESAGÜES PLUVIALES DE LAS CALLES DE SANTIAGO

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Esquina de Santo Domingo con Mac Iver, ubicación de la Casa Velasco. Se observa el desagüe de lluvias que aún se encuentra en ese vértice de piedra canteada, aunque ha sido modificado ya su aspecto. Fotografía del Archivo Chilectra, sin fecha, aunque la aproximaríamos hacia 1930 (después de la remodelación de Víctor Heal al edificio).
Con este tema, me permito volver un poco al tema de la historia urbana: los desagües pluviales de las calles centrales de Santiago. Los del Centro son los más antiguos de la capital chilena, aunque cada año parecen tener menos trabajo a causa de los notorios cambios climáticos, que nos han ido apartando la lluvia de antaño.
Lo que vemos exteriormente del sistema, es sólo el imbornal o boca de tormenta, la apertura con rejas voluminosas y gruesas de metal, más una tapa trasera para acceder a la cámara interior, en caso de obstruirse o de requerir mantención. Dichas rejillas son las que, traicionando sus funciones, facilitarían las inundaciones de calles cuando se tapan con basura u hojas secas del otoño... O al menos eso nos dicen las autoridades cada vez que hay anegamientos durante las lluvias de invierno.
Las bocas más antiguas del sistema son, según parece, las que están dispuestas en posición vertical como aberturas en los bloques y bordillos de la acera, generalmente armadas con piedra canteada en esos años, mientras que las más nuevas suelen ser sólo horizontales, con boca de pozo en el suelo y la rejilla a ras de piso.
Bajo el imbornal está la mencionada cámara aljibe o recibidora de aguas lluvias, oscuro pozo que facilita la acumulación para el drenaje a través de un tubo, albañal o ducto, que a su vez derrama sobre una cloaca o alcantarilla o bien el sistema colector de aguas lluvias propio (caso de los desagües del sector Santiago Centro y Quinta Normal), aunque a veces también cuenta con una boca de salida sobre un canal externo (caso del colector de aguas lluvias de avenida Tobalaba con Bilbao, que desagua sobre el Canal San Carlos).
Construcción del primer alcantarillado en Chile, 1898. Fuente: EducarChile.cl.
Mercería de la casa Raab, Rochette, Roca y Cía. en la Alameda de las Delicias, año 1929. La empresa tenía un área de metalurgia que proveyó de desagües pluviales a la obra pública de Santiago hacia los días del Primer Centenario.
Modelo de imbornal y rejillas de la casa Augusto Raab (futura Raab, Rochette, Roca y Cía.), en sector Barrio Brasil. Según los datos con los que contamos, la inscripción de la razón social propietaria de la Fundición Las Rosas visible en la pieza, fue utilizada por la empresa entre los años 1905 y 1910.
Modelo de la firma A. Puissant e Hijo, propietarios de la Fundición San Miguel. Pieza ubicada en avenida Matucana. De acuerdo a la información con la que contamos, la razón social que aparece en la inscripción de la barra travesaño fue la que esta compañía empleó desde 1894 y hasta aproximadamente 1920.
Aunque no hubo necesidad de aplicar sus políticas en Santiago, el Emperador Carlos V ya había publicado en mayo de 1554 la Ordenanza de Policía, donde aparecía regulada la colocación de los rayos o rejillas sobre sistemas de albañales. Los primeros desagües propiamente tales aparecen en Santiago en el siglo XVII, cuando en 1681 se instalan los primeros servicios de este tipo. Gonzalo Piwonka Figueroa destaca también, en su obra "Las Aguas de Santiago de Chile, 1541-1999", que los primeros alcantarillados subterráneos aparecen con un proyecto experimental del francés Augusto Charme, en 1847.
Empero, faltaba aún para que se construyeran los desagües pluviales a los que nos referimos.
Tras la canalización del río Mapocho (1888-1891), la ciudad comenzó a ser dotada de sistemas más modernos de evacuación de aguas servidas o residuales, como parte de un período de grandes mejoramientos de las políticas e infraestructuras sanitarias de la ciudad a fines del siglo XIX. Así, en 1898, durante el Gobierno de Federico Errázuriz Echaurren, es construido el primer alcantarillado propiamente dicho de la ciudad.
Los desagües de nuestro interés, estaban ya entonces en consideración de las autoridades. En 1889, tras el desastre provocado al Puente de Cal y Canto por sus intervenciones en el río durante la canalización, el ingeniero Valentín Martínez fue enviado a Europa a conocer de los sistemas más eficientes que allá se usaban para el desagüe y el alcantarillado. Comenta Simón Castillo Fernández en "El río Mapocho y sus riberas", que en Martínez, esta vez como Consultor Técnico elegido por la Comisión de Higiene y Salubridad Pública de la Municipalidad de Santiago, presentó en 1893 un informe titulado "Proyecto de desagües para la ciudad de Santiago" donde -entre otras cosas- hace una distinción entre las necesidades de colectar aguas lluvias y las de aguas domésticas, señalando que las primeras eran las de mayores volúmenes, como lo estimaba el modelo separate system inventado en los Estados Unidos. El ingeniero Francisco de Sutter, por su parte, había publicado su propio "Proyecto de desagües para la ciudad de Santiago" en 1897.
De esta manera comenzaron a proliferar los desagües pluviales como parte de las modernizaciones urbanas y fueron conectados a las cámaras y ductos para desplazar así las aguas lluvias que, en aquellos años, eran bastante más que las actuales.
Aspecto actual del desagüe en la esquina donde está la Casa Velasco.
Otra instalación de desagüe de la casa A. Raab, propietaria de la Fundición Las Rosas, en la esquina de calle Dieciocho con Santa Isabel, sector de la Plaza Las Heras.
Sistema de desagües del sector Barrio París y Londres, que si bien se remonta a 1925, revive un antiguo sistema de canales laterales que conducen el agua a un resumidero.
Sin embargo, los sistemas actuales de acanalado de aguas lluvias en las vías peatonales de Santiago Centro, han sido objeto de constantes robos de rejillas, acumulaciones de basura y estancamiento de aguas putrefactas, que en algunos casos casi recuerdan las acequias coloniales que llenaban de miasmas y hedores algunos rincones de la ciudad.
Muchos de estos desagües fueron incorporados a la obra pública en reemplazo de los insalubres viejas acequias y canales coloniales que cruzaban sectores de la Alameda de las Delicias y la propia Plaza de Armas en el pasado, con sus sumideros y tapas caladas en las esquinas de los barrios clásicos de la ciudad, desde el tiempo en que esas calles llevaban sólo adoquines y no el asfalto de hoy. Los sucesivos asfaltados, de hecho, han provocado que las bocas de entrada de algunas de estas aberturas estén en un nivel mucho más bajo que el de la calzada en nuestros días, a veces de varios centímetros más que la pendiente que originalmente debieron tener.
De acuerdo a la observación de las piezas más antiguas que aún quedan, las casas metalúrgicas que produjeron las rejas de los imbornales de Santiago y que destacan, son las siguientes:
  • La Fundición San Miguel, de A. Puissant e Hijo, ubicada en calle San Miguel 106-142, hoy avenida Ricardo Cumming. Fundada en 1870 por la sociedad Müller y Montigl, en 1881 fue comprada por el comerciante e ingeniero mecánico francés Adolfo Puissant y llegó a ser una de las principales compañías del rubro hacia 1894, a pesar de su apariencia modesta, año en que la firma había pasado a tener la razón social Puissant e Hijo. La vía Cumming era, por entonces, un barrio industrial donde estuvo también la Fábrica de Gas San Miguel. Además de las piezas para el desagüe pluvial, la compañía de los Puissant hacía enrejados artísticos, balcones y pretiles, abasteciendo con sus modernas maquinarias pedidos de la Empresa de Ferrocarriles del Estado, desde fines del siglo XIX.
  • La Fundición Las Rosas, de la sociedad de Raab Hermanos, en la calle Rosas 2987. La compañía había sido fundada en 1884 por el industrial francés Jerónimo Raab, traspasando la fundición a sus hijos Fernando, Luis y Augusto en 1889, cuando adopta el nombre de Raab Hermanos. La empresa también comenzó a importar maquinarias en este período, destacando las relacionadas con la industria vitivinícola. En 1895, quedó en manos de Fernando y Augusto Raab hasta 1905, cuando la sociedad se disolvió y pasó a ser la firma de Augusto Raab, por ser su único propietario. En 1910, sin embargo, decidió dar un nuevo impulso a la compañía asociándose a los señores Antonio Bellet y Mario Leger, con lo que su razón social pasó a ser Raab, Bellet y Cía, que instaló también una mercería y almacén en pleno centro de Santiago, en Alameda de las Delicias (Bernardo O'Higgins) número 966. Amplió su negocio a maquinarias y artículos para industria curtidora y lechera, además de tomar la instalación de los ascensores marca "Otis" que por entonces comenzaban a aparecer por la ciudad, abriendo sucursales en Valparaíso (Blanco 1791), New York, París y Londres. La firma sucesora fue Raab, Rochette, Roca y Cía., que siguió ocupando el espacioso local de la Alameda y volvió a ampliar negocios haciéndose representante de las compañías internacionales Comptoir Métallurgique Luxemburgeois y neumáticos Michelín, en los años veinte.
Vetusta instalación de desagüe en avenida Matucana, sector Hospital San Juan de Dios, perteneciente a la casa Puissant e Hijo, propietaria de la Fundación San Miguel.
Imbornal y tapa de la casa Raab, Fundición Las Rosas, en el barrio universitario del sector San Ignacio y Parque Almagro.
Otro desagüe posterior, de tipo rejilla horizontal, en el mismo sector de San Ignacio, con una tapa "postiza" de madera, pues la original se perdió. El vandalismo y el robo de metal ha sido un problema permanente para estos desagües.
La primera cuadra de calle Serrano con Alameda Bernardo O'Higgins, tiene un sistema de captación de aguas lluvias más nuevo, al centro de la calzada, aprovechando la inclinación de ambos lados de la misma hacia el eje longitudinal. Las rejillas conducen al colector principal de aguas lluvias.
Por otro lado, es algo conocido y repetido con frecuencia, el que estos sistemas de más de un siglo han resultado muy superiores en eficiencia a los desagües más modernos, como se encargaría de demostrarlo cada invierno lluvioso (que ahora extrañamos, enfatizo). Sin embargo, los proyectos de primeros sistemas de desagües "modernos" de la capital presentaron varios problemas, entre otros la dificultad para deshacerse de las ya inútiles e infecciosas acequias coloniales.
Con relación a lo anterior, el "Anuario Estadístico de la República de Chile", de la Dirección General de Estadística, comentaba en 1910 que el sistema era todavía defectuoso y poco eficiente, por existir aún los sucios canalillos cloacales y las pequeñas acequias de desagüe para las lluvias al lado de las veredas (parecidas a las que se hicieron en el Barrio París y Londres pero siendo estas últimas de mucha mejor ingeniería). No obstante, la misma fuente aclara que, a la sazón, "Hay por lo menos, en el punto más bajo de las cunetas de cada manzana, una boca de aguas lluvias", lo que habla bastante bien de la implementación del sistema.
El cuerpo institucional mejoró notablemente con la creación de la Dirección General de Agua Potable y Alcantarillado (1931-1953), anticipo de la Dirección de Obras Sanitarias y dependiente del Ministerio de Interior, período en el que se instalaron muchos otros desagües que aún pueden observarse en algunas esquinas de la capital chilena, pero distintos a los que dispusieron las empresas clásicas señaladas.
Hoy, todos los desagües en uso en la comuna de Santiago, están numerados. Compañías posteriores a las mencionadas aportaron sus productos para estos colectores, bien sea para la Municipalidad de Santiago, el Ministerio de Vivienda y Urbanisno o el Ministerio de Obras Públicas; según información no confirmada de la que dispongo, una de ellas pudo haber sido la La Maestranza y Fundición Santa Elena, fundada por Luis Flores Allende en 1910 y especializada en productos del área sanitaria. Sin embargo, los desagües de estas generaciones posteriores ya no pertenecen al modelo más clásico que hemos revisado. Más recientemente, además, se ha recurrido a compañías extranjeras como la española Fundició Dúctil Benito, cuyo nombre puede verse también en algunas tapas de pozos de alcantarillado.
Derrotando al tiempo y al implacable progreso, todavía quedan ejemplos de imbornales y sumideros de aguas lluvias con sellos de viejas compañías como las mencionadas más arriba, y aún están perfectamente operativos en sectores santiaguinos cerca del Parque Forestal, el Parque O'Higgins, Barrio Yungay o Quinta Normal, entre otros.
Sistema más sencillo de desagüe, posterior a los revisados.
Combinación del antiguo sistema de desagüe de boca vertical (además de la rejilla horizontal) y un canalillo de aguas lluvias que conduce a la misma boca por la acera, además de observarse la tapa del pozo en la calzada. Esquina de San Pablo con Amunátegui, la misma del Edificio del Dragón de mosaicos.
Los desagües pluviales hoy son más sencillos y funcionales, dejando lejos el modelo de boca vertical para la entrada de aguas a la imbornal.

EL EDIFICIO CAPITOL DE INDEPENDENCIA: CITÉ, CINE-TEATRO Y CENTRO COMERCIAL

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Accesos del conjunto Teatro Capitol, donde se observa el cartel del cine-teatro "Capitol" y el del "Café Continental". Fotografía publicada por la revista “En Viaje” de 1961.
Coordenadas: 33°25'45.83"S 70°39'13.79"W
El Edificio Teatro Capitol es un conjunto residencial y comercial ubicado en la tercera cuadra de avenida Independencia hacia el Norte, en el número 224, frente a los murallones del Templo y ex Convento de las Carmelitas Descalzas. Ocupa todo este costado de más de 80 metros de la manzana, entre las calles Prieto y Beltrán Mathieu. En su interior, resguarda tras el gran portal del arco un cité que, para muchos, es el más hermoso y suntuoso de todos los que existen en Chile.
El simétrico edificio que forma la fachada también es residencial, de tres pisos en su cuerpo longitudinal y cuatro en su bloque central, combinando influencias de la arquitectura Tudor con toques de art decó en sus voluminosas líneas que van de esquina a esquina.
El pasaje ciego del cité interior, en cambio, se abre tras el zaguán hacia el poniente y tiene dos pisos, donde se asocian tendencias artísticas del hispano mediterráneo, del neocolonial y también algo de Tudor y art decó en el caso del cine que allí funcionaba.
Vista completa de la fachada del edificio.
Volumen central del edificio y portal con arco de acceso al cité.
Fachada del cine, al interior del cité.
Acceso al excine, hoy fábrica de hielo, por calle Beltrán Mathieu.
El estupendo portal de arco al centro del edificio, se ha vuelto casi un símbolo en la mejor arquitectura histórica en La Chimba y de la más inmediata al río Mapocho por aquella ribera, a la altura del ex Instituto de Higiene (hoy Cuartel Borgoño) o el actualmente ruinoso Edificio Luna Park. Frente a su gran acceso al pasaje interior del cité, además, sobrevive el esqueleto de un destartalado cartel vacío colgando sobre Independencia; su época de luces pasó hace muchos años, pero recuerda cuando alojó acá la sala del Cine y Teatro Capitol.
El conjunto aparece en el barrio gracias a un proyecto de la familia empresarial Marió, ligada a las artes escénicas y espectáculos, según informa el académico de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, don Alberto Gurovich Weisman, en un artículo del trabajo titulado "Guía de patrimonio y cultura del Barrio de la Chimba" (Ediciones Ciudad Viva, 2007). El propósito era levantar un gran conjunto residencial para arriendo, con cine-teatro propio, obra que sería ejecutada con planos de los arquitectos de la Universidad Católica don Manuel Parra Flores y Oscar Galleguillos R.
El grupo residencial fue llamado Teatro Capitol, pues se lo diseñó intencionalmente con aspecto de edificio de cine-teatro clásico, contando con su sala interior en estas funciones, todo a modo de un gran homenaje de los Marió al rubro, según se recuerda. Las obras fueron ejecutadas por la casa constructora de M. Lavín Albo, siendo concluidas en 1927.
Este origen relacionado con empresarios teatrales y su pasado como sala de cine han dado pie, según parece, a una creencia que escuché de algunos vecinos hará cerca de una década ya, cuando investigaba sobre la historia del Barrio Mapocho: según esta leyenda, el conjunto habitacional del Capitol surgió de una remodelación del edificio del cine, naciendo así el cité interior. Sin embargo, la verdad es que este cine no ocupaba el pasaje propiamente tal, sino al costado derecho e inicio del mismo, en una pequeña sala-auditorio que fue parte interior del conjunto. Todavía se reconocen sus mamparas de acceso, su alero y el espacio que debió corresponder a la boletería.
Por otro lado, el conjunto del Teatro Capitol ha albergado desde sus orígenes locales comerciales como cafés y bares a ambos lados de su gran entrada, por el lado de la calle, reuniendo una gran cantidad de establecimientos en su primer piso. Varios de ellos fueron conocidos restaurantes y cafés en el pasado
Destacó antaño, por ejemplo, el "Bar Capitol", una concurrida fuente de soda y restaurante en la dirección de Independencia 232, exactamente al lado Norte de la entrada monumental al cité. Seguramente el cine le proporcionaba parte de la clientela a sus mesas, donde se ofrecía en su publicidad "Tocadiscos de a $1", como verificamos en la revista "Fontana" de noviembre de 1948, órgano oficial del Sindicato Profesional de Fuentes de Soda, Pastelerías y Cafés. Este antiguo local está convertido hoy en un negocio de venta de cortinas y accesorios: la "Corty House".
Otro conocido centro recreativo de los bajos del Edificio Capitol era el "Café-Bar Continental", en el lado opuesto al "Bar Capitol" pero también junto a la entrada al portal del mismo nombre, en el número 216. Sobrevivió por muchos años allí, hasta cerca de nuestra época inclusive. Hace unas décadas, además, este boliche tenía un muy vistoso letrero colgando sobre los transeúntes e invitando a los paseantes. Su antiguo espacio pertenece desde no hace muchos años al "Wonder Restaurante", sucursal del célebre y reputado "Wonder Bar" de la cercana calle General Mackenna. Su carta ofrece desde las infaltables colaciones del mediodía hasta los cotizados tragos "terremotos" de cualquier hora.
Actualmente, toda esa línea de primer nivel de locales, está ocupada por varios otros establecimientos que le han dado un carácter intensamente comercial a la cuadra de Independencia, especialmente en rubros de cortinaje y tapicería. Están allí la fábrica de empanadas y amasandería "San Sebastián", la casa de telas "Albeluz", la comercial e importadora "Destino", telas "Don Barato", la casa "Las 7 Cortinas" y las telas y tapices "Aldecort". En la acera también es posible encontrar cerca de 11 kioscos y toldos de comercio minorista.
El cine, en tanto, tuvo cierta importancia para el barrio con sus rotativos desde las 14 horas, a pesar de la existencia de varias otras salas chimberas como el Teatro Balmaceda o los del lado de avenida Recoleta.
Se recuerda a esta sala como un activo lugar de proyecciones, eventos en vivo y varios encuentros políticos durante aquellos años de mayor lustre, llegando a acoger los congresos del Partido Socialista durante los años del Gobierno del Frente Popular. Sin embargo, se le empieza a perder la pista a inicios de los años setenta, que parece ser ya su definitivo período de decadencia, cuando aparece también una maderera en la dirección del edificio y con su nombre: Maderas Capitol Ltda.
Hoy, el ex Cine Capitol es ocupado por una empresa fabricadora de hielo: "Cumbre", con acceso y oficinas por el lado de calle Mathieu, por una casona que era parte del conjunto y que conserva el bello diseño españolado del mismo interior del pasaje residencial.
Si bien en el Edificio Capitol ya no funciona su sala ni llega público al recinto de ese misterioso excine, totalmente escondido de la urbanidad y de los tiempos humanos, el lugar sigue siendo famoso por su cautivante cité central, atracción de fotógrafos, de paseantes y de investigadores.

HUELLAS Y VERSIONES DE LA LEYENDA DE LA CALCHONA EN EL FOLKLORE CHILENO

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La Calchona está, quizás, en el rango de sublimación de las leyendas terroríficas chilenas que involucran prácticas de brujas y maldiciones. Su nombre provendría la palabra mapudungun kalcha, que se traduce como mecha o cabellera muy crecida, sucia y enmarañada, justamente como la que ella lucía en su condena y como la que crece a algunos animales de ganadería. Aún se usa la palabra calcha para señalar los pelos del cuerpo pero, especialmente, el de las patas de los animales. Calchona podría interpretarse como chascona o melenuda, entonces, siendo un adjetivo usado por algunos ganaderos y arrieros antiguos.
Según la historia que se cuenta, la Calchona era una madre de familia que, a espaldas de los suyos, practicaba brujería con pócimas e infusiones mágicas varias, ocultando todo un laboratorio rústico de estas sustancias e ingredientes en su casa. El más grande secreto de la mujer era un frasco con un misterioso ungüento que, aplicándoselo cada noche sobre el cuerpo con cierto rito de hechicería, convertía a los brujos en el animal que quisieran ser. En su caso era una oveja, generalmente descrita como lanuda y negra, otras veces blanca, que salía a recorrer los campos, montes y bosques en horas de la madrugada hasta que regresaba en la mañana a casa y, valiéndose de la misma poción, recuperaba su forma humana. Para esconder tales prácticas de su marido y sus dos hijos, la mujer realizaba un hechizo que los hacía dormir profundamente, impidiéndoles descubrir o sospechar siquiera tales andanzas nocturnas convertida en animal.
Sin embargo, sucedió que una noche, por la ansiedad o el apuro de salir pronto, la bruja olvidó realizar su diario hechizo sedante para mantener a raya a su familia. La versión más divulgada dice que, entonces, los niños se despertaron justo cuando se estaba transformando en oveja mientras se untaba aquella pócima. Fingiendo que seguían dormidos, esperaron que ella se fuera de casa y partieron a hurgar los varios frascos buscando aquella extraña crema mágica, y se la pusieron encima. Ambos se convirtieron en zorros de pequeño tamaño, echándose a llorar de susto al ver que no tenían cómo regresar a sus formas humanas.
Los gemidos despertaron al muy cristiano padre quien, al ver a los zorros y la escena de frascos revueltos, adivinó lo que sucedía, pues tenía conocimiento de que algunas brujas usaban pócimas para convertirse en animales durante las noches. Desesperado por revertir la situación, comenzó a buscar entre los frascos alguno que permitiera recuperar la forma a sus hijos, hasta que dio con aquel que los retornó a sus formas de niños al untarles encima su contenido. Los niños, aún choqueados, le confesaron que habían visto a su madre convertirse en oveja y trataron de imitar su transformación con aquel ungüento mágico. Por esta razón, el aterrado padre decidió arrojar a las aguas de un río aquella sustancia y escapó con los niños lejos, para nunca volver a la cabaña ni al campo donde habían vivido.
Cuando la mujer regresó a su casa todavía en su forma de oveja, vio con estupor que no estaba su familia y que sus frascos estaba volcados, habiendo desaparecido el ungüento. Desesperada, buscó por toda la casa su mágica crema para volver a la forma humana, pero sólo descubrió un poco en el fondo de uno de sus envases ya utilizados. Se frotó que escasamente quedaba en él, alcanzándole sólo para la cara, parte de la cabeza y pelo, las manos y los brazos, quedándole todo el resto del cuerpo con su forma animal.
La mujer, conocida desde entonces como la Calchona por su aspecto lanudo, abandonó su casa sin más remedio que vivir escondida, soportando su aterrador aspecto de oveja con brazos y rostro humanos y vagando a perpetuidad por los paisajes campesinos. Su antigua morada desapareció, su familia jamás regresó y ella sólo pudo continuar lamentándose, sufriendo su calvario. Por su aspecto repulsivo, provoca pavor y rechazo, y su incapacidad de comunicarse al sólo poder balar como oveja, dificulta todavía más su pobre existencia.
Otras versiones más simples, sin embargo, señalan que la bruja no encontró nada del ungüento para revertir su situación aquella trágica noche, y así que quedó convertida para siempre en oveja, de pies a cabeza, sin rasgos humanos.
Existen tradiciones parecidas a la Calchona en otras partes del continente americano, y que algunos autores han comparado con la nuestra. Un caso interesante es la del Cadejos de Costa Rica: un animal peludo parecido a un perro negro, que sale a espantar a la gente en horas nocturnas. Lo mismo hacía en México y California el Malora, aunque esta bestia peluda tenía forma de vellón peludo o bien antropomorfa. En Paraguay y las riberas del Río de la Plata existía también la leyenda del Luizón, bestia humanoide que se mezcló con las creencias licantrópicas importadas, derivando en el Lobisón; y en Colombia está Turumama, una mujer de abundante cabellera y deforme, que aterra con sus apariciones.
En un sentido más amplio, esta clase de mitos llega a ser internacional, con los casos del Bisclavret (Hombre Lobo) de Bretonia, el Sasquash (Pie Grande) en Estados Unidos, el Yeti (Hombre de las Nieves) de los Himalayas, el Yiren (Hombre-Oso) de China o el  Orang Pendek (Pequeño Hombre) de Sumatra. Así, en su "Diccionario etimológico de las voces chilenas derivadas de lenguas indígenas americanas" de 1910, Rodolfo Lenz describe a la Calchona asociándola también a las leyendas europeas del hombre-lobo:
"Ser fabuloso de la mitología popular, parecido a cabra u oveja 'linuda', es decir de lana o pelo largo; se dice que espanta y daña de noche a los que andan solos. Parece que tiene cierta semejanza con el Werwolf del alemán, loup-garou del francés".
Aunque Julio Vicuña Cifuentes considera la historia revisada como la más precisa, la primera de las definiciones de varias que da para la Calchona en "Mitos y supersticiones recogidos de la tradición oral chilena" de 1915, es la siguiente que recogió en Coihueco, en la Provincia del Ñuble:
"La Calchona es una oveja que ronda por la noche las habitaciones de los campesinos, los cuales, como saben que es gente, le dejan en un lebrillo las sobras de la comida. Es inofensiva, y el cura les ha recomendado que no le hagan daño".
También se cuenta que la infortunada mujer prefiere la vida solitaria y apartada, saliendo más frecuentemente en las noches para que nadie vea su monstruosidad. Sin embargo, algunas versiones alternativas del mito creen que de vez en cuando intenta asimilarse en algún rebaño, sabiendo que ya es más oveja que humana, pero siempre acaba siendo descubierta, causando pánico.
Cabeza de oveja, del artista español Francisco Bayeu y Subías (s. XVIII).
En la Región Metropolitana (donde más presencia parece tener su leyenda), en Peñaflor, en la zona cordillerana media, la cuenca del Maipo y Pirque, se considera que la Calchona provoca el aullido y escape de los perros, pudiendo ser adivinada su presencia por estas razones. Oreste Plath, en "Geografía del mito y la leyenda chilenos", agrega también que puede atacar a los hijos desobedientes y a las mujeres infieles, además de los que se aventuran a andar solos en la noche y que parecen ser sus presas favoritas. Otras veces, se aparece a los errantes pidiéndoles comida, y si no la complacen los ataca y derriba, dejándolos heridos y pisoteados.
Otra historia santiaguina habla de la Calchona como una oveja gigante que trepa árboles, sin conservar los rasgos de mujer originales. Así explica Plath esta versión:
"Enorme oveja lanuda, calchona, que trepa sobre los árboles en las noches, espera el paso de los caminantes y se deja caer sobre ellos produciéndole espanto y daño.
Algunas veces se deja caer sobre la grupa de los animales y luego atrapa al jinete".
En el Cajón del Río Maipo es bien conocida la Calchona. De hecho, allí existe la llamada Quebrada de la Calchona, en el sector El Melocotón. Una de las versiones de esta zona recopiladas por Julio Arancibia en un artículo de la revista "Dedal de Oro", cuenta una historia distinta a la que ya revisamos: la de una pastorcita de cabras de El Melocotón, abusada, asesinada y descuartizada por unos jinetes que iban a un rodeo en San José de Maipo, quienes escondieron su cuerpo sepultándolo bajo un sauce del estero hoy conocido como La Calchona. El espíritu de la pastorcita, decida a vengar su muerte, se aparecía allí por las noches saltando sobre todos los jinetes que pasaran o asustando sus caballos con los gritos, acompañada de brisas frías y llantos espeluznantes, botándolos y causándoles la muerte en varias ocasiones. Los sobrevivientes la describían como una forma blanca y con olor putrefacto, que en ocasiones incluso bebía la sangre de sus víctimas.
Hubo un largo tiempo en que se reportaron supuestas apariciones, ataques y lamentos de la Calchona en el sector del puente sobre la quebrada junto al río Maipo, organizándose cacerías y vigilias a la espera de la extraña criatura. Hasta se colocó una cruz en el lugar donde se creía que estaba sepultada, para exorcizarlo, pero sólo consiguieron que el fantasma se volviera más violento y aumentara sus ataques. Cuenta Arancibia, sin embargo, que un tiempo después unos arqueólogos dieron con unas osamentas en el lugar y éstas fueron trasladas hasta el mismo cerro donde la pastorcita cuidaba sus cabras cuando estaba viva. Sólo entonces cesaron los ataques.
Pero no terminó allí la maldición de la fallecida, según recuerda Arancibia en la mencionada revista cultural:
"Hay una historia que cuenta de una dama que se comenzó a vestir con pieles de cabra y a maquillarse con pinturas blancas. Se les aparecía a los hombres que vivían en San Alfonso y sus alrededores cuando volvían a sus casas, borrachos en sus caballos, de noche. Esta falsa Calchona, seguramente guiada por un sentido solidario con aquella su igual que un día había sido ultrajada por algunos machos brutos, asustaba a los jinetes, se las arreglaba para derribarlos del caballo y les robaba lo que llevasen encima. Pero una noche, un hombre que no conocía el miedo salió a encontrarla simulando que estaba borracho. Cuando la mujer se le acercó, este sacó su pistola y le disparó a quemarropa. La mujer quedó sólo herida y fue encarcelada. Después de esto nunca se volvió a saber de algún incidente de falsas calchonas en el sector de Melocotón Alto".
Vicuña Cifuentes también repasó una historia de la Calchona diferente a la que parece ser matriz, en el entonces llamado Departamento del Maipo, pero de la que no tenemos noticias ya en nuestra época:
"En la hacienda del Escorial, en el departamento de Maipo, hay una quebrada que llaman de la Gallina, porque todas las noches sale de ella a retozar por el campo vecino, una gallina negra de grandes calchas (cernejas), rodeada de doce polluelos blancos. Esta gallina es conocida con el nombre de calchona".
Y en San Javier, en la Provincia de Linares, el mismo autor encuentra la siguiente versión que combina el mito de la Calchona con el de otra temida mujer de vagar nocturno, como es la Viuda, personaje que parece ser de origen español:
"La Calchona es una mujer toda cubierta con un manto negro que le arrastra. A los jinetes, en las noches obscuras, se les trepa sorpresivamente a la grupa y los mata abrazándolos por la espalda. Se le conoce también con el nombre de 'La Viuda'".
A veces, la audacia de la Calchona la lleva a invadir algunas residencias y solares, por lo que algunos huasos y estancieros compadecidos de su tragedia, le dejaban afuera de las casas o en los caminos posillos con restos de comida. Esta costumbre también se habría practicado en provincias de Cauquenes y El Maule, aunque allá es considerada totalmente inofensiva e incapaz de hacer daño.
Sin embargo, un testimonio más recogido por Vicuña Cifuentes en Machalí, Rancagua, es categórico en señalar a la Calchona como una criatura violenta y potencialmente asesina. Así la describe en otra de las definiciones que da del personaje:
"La Calchona se parece a una oveja de grandes lanas. Les sale al paso a los que viajan solos por el campo y les pide de comer: si no le dan, los embiste hasta derribarlos y los revuelve y pisotea. El informante cree que es una bruja".
Existe otra historia parecida a la de la impostora del Cajón del Maipo pero colocada en las afueras de Talca, y en la que la mujer que se hacía pasar por la Calchona fue atrapada por un diestro huaso con su lazo. En el sector La Pampa de la misma localidad, además, una tradición describe otra historia de la Calchona"real", y era tanto el temor que algunos parroquianos le tenían a esta presencia que atravesaban este paso al Norte de la ciudad rezando el rosario. Esta localización de la leyenda tendría algunos elementos de influencia toponímica en la zona talquina, además.
La Calchona. Fuente imagen: blogarama.com.
En Malleco, en cambio, la leyenda recopilada por Plath es básicamente la misma que se toma por principal de la mujer-oveja, pero dice que la bruja tenía tres hijos, y que cuando estos se metieron en sus pócimas se convirtieron en varios animales antes de llegar a los zorritos, justo cuando volvió el padre a casa después de un viaje, descubriéndolos trasformados. Él les devolvió la apariencia humana pero arrojó por la ventana los ungüentos al terminar de usarlos, sin saber u olvidando que su esposa los necesitaría al regresar. Así, la mujer quedó convertida para siempre en oveja, viviendo de la comida que la gente le deja, pues es inofensiva.
Jaime Quezada cuenta en "Leyendas chilenas" que en Quilleco, en la provincia del Biobío, existía la leyenda de una Chascuda correspondiente a una temida y peligrosa mujer vieja y vestida siempre de negro, se le aparece a los jinetes adoptando la forma de un oscuro perro terrorífico. Puede ser la misma Calchona, pues no siempre asume sólo la forma ovejuna: en ciertos parajes rurales se interpretaba su aspecto como el de un enorme perro como de raza Terranova y de lanas muy crecidas, que arrastra por el suelo en su vagar aunque sin causar daño. Así es como la describe Zorobabel Rodríguez en su "Diccionario de Chilenismos" de 1875, agregando:
"Blanca de color, elige de preferencia las noches oscuras para aparecerse a los caminantes, a arrebatarles la merienda de la fuente, murmurarles de paso alguna lúgubre amenaza, espantar las caballerías, herir de muerte a algún criminal y operar otra multitud de diferentes daños".
Vicuña Cifuentes, en otra de las versiones que dio en su libro sobre el tema, toma también una descripción que obtuvo en Culiprán, Melipilla:
"La Calchona es una bruja, un alma en pena, algo extraordinario, en fin, que el informante no concibe bien. Se asemeja a un gran perro de lanas muy crecidas que le arrastran por el suelo. Corre por el campo ladrando incesantemente, y cuando los perros la oyen, se amedrentan y prorrumpen en aullidos muy tristes. La Calchona, sin embargo, no hace daño a nadie, como lo puede asegurar el mismo informante, que se encontró con ella varias veces en caminos solitarios".
Cabe recordar que la figura del perro aparece con insistencia en el folklore y el legendario criollo chileno, asumiendo con frecuencia características demoníacas o terroríficas especialmente cuando se trata de uno grande y con pelaje negro, por lo que no sorprende que la Calchona haya adquirido también características caninas en la tradición oral de algunas localidades, tal como sucede con las leyendas de la Pincoya y el "Caleuche", que terminaron mezclándose en ciertos relatos chilotes. Además, antaño se llamaba también calchonas a las practicantes de la hechicería en la Zona Centra y que, entre otros talentos que les adjudicaba el folklore, podían convertirse en animales como perros, gatos o aves. Plath, en "Folklore chileno", habla de la leyenda de cierto perro gigante de esta misma área geográfica, que salía al paso de los viajeros de montura y los acompañaba en su cabalgar volviéndose cada vez más grande durante el viaje, hasta alcanzar el tamaño del caballo mismo.
Otra versión estudiada por Vicuña Cifuentes y recogida en Rengo, en la Provincia del Cachapoal:
"La Calchona es una mujer vestida de negro, que, montada en un burro, recorre por la noche los caminos, asustando a los que tienen la desgracia de topar con ella".
Las reseñas que localizan al mito de la Calchona lo señalan muy insistentemente sólo en la Zona Central y Centro-Sur cuanto mucho, pero hemos escuchado historias o descripciones sospechosamente parecidas a la suya desde el Valle de Azapa hasta entre algunos ovejeros de Magallanes, generalmente relacionadas con brujas o mujeres malditas que quedan convertidas en ovejas o cabras. Incluso hay ciertas versiones tratando de sentar el origen de la leyenda en la tradición mapuche dada su presencia en la Provincia de Malleco y su nombre derivado del mapudungún, teoría bastante dudosa que incluso fue negada por Zorobabel Rodríguez en su momento:
"Aunque el nombre es de derivación india, el mito de la Calchona no tiene nada de araucano, pues no lo menciona ninguno de los autores que en diversas épocas han explorado la tradici6n de nuestros aborígenes. Tampoco es un mito exclusivamente chileno, porque, con diverso nombre, se le conoce en otros países de la América Central".
Desconocemos si muchos de estos casos dentro del territorio chileno serán exportaciones antiguas o más bien recientes pero, al parecer, trabajadores movedizos como arrieros, jornaleros, peones y pilcheros han sido buenos difusores de esta clase de mitos por el país, como sucede conlas leyendas de la Lola y la Viuda. De hecho, la fama de la Calchona atravesó la cordillera y llegó a Argentina, como se verifica en "Leyendas nativas argentinas de la Patagonia" de Alejandro Horacio Soldano:
"También la mitología aborigen en la Patagonia es fecunda en criaturas zoomorfas como el ñirivilú, la serpiente zorro de los grandes ríos y lagos cordilleranos que se enrollan las patas de los caballos y los arrastra a las profundidades. O la Calchona, la bruja desgreñada que aparece de noche a los viajeros a veces como oveja de largas calchas o mechones... y otras como una perra negra lanuda. De ella dicen que fue una mujer que habiendo sido descubierta en su transformación, ya no pudo volver más a su estado natural, y desde entonces vagabundea por los campos sin consuelo".
La leyenda aparece mencionada también en Neuquén por Gregorio Álvarez en "El tronco de oro: folklore del Neuquén" y por Adolfo Colombres en "Seres mitológicos argentinos", aunque es sabido que esta localidad tuvo, en el pasado, mucha influencia de chilenos emigrados a esas regiones a fines del siglo XIX y parte del XX, pudiendo haber llevado con ellos la leyenda.
También se sabe que las brujas recibían antes el apodo de calchonas, tal vez porque hacían ostentación de sus capacidades de convertirse en animales con sus hechizos. Rodríguez agrega que, en su época, se llamaba vulgarmente calchona al servicio de la diligencia o el ómnibus. Lenz, por su parte, comentó que se usaba en Chile el verbo calchonear para señalar el acto de "trabajar como cochero con un coche ajeno sin permiso del dueño", mientras que calchoneo era el sustantivo de esta misma falta. También se llamó en Chiloé como calchona a un tipo de chaqueta ancha y holgada usada por mujeres.
Aunque no sea ya la más conocida de las leyendas chilenas, también hay señales confirmando cuánto penetró la historia de la Calchona en la cultura y el folklore, no sólo la campesina. En Calama hay, desde hace no mucho tiempo, un pasaje con su nombre en una villa con títulos alusivos a mitos y leyendas chilenos. En Talca existe también el Puente de la Calchona sobre el Canal Baeza, relacionado con la versión local de la leyenda que ya describimos. Curiosamente, este puente fue escenario del brutal asesinato de la muchacha María Soledad Opazo en la Noche de San Juan de 1989, que inició un escandaloso proceso judicial en que tres sujetos fueron hallados culpables y condenados, siendo liberados al revisarse el caso cuatro años después y declarados inocentes. Más grato lugar es, sin duda, un centro turístico y un restaurante llamados "La Calchona", en la mencionada localidad de El Melocotón, recordando la historia que aquí hemos contado sobre la infortunada mujer.

LOS PRIMEROS BOSQUEJOS DE PARTIDOS POLÍTICOS EN CHILE, 1810-1830 (Y UNA PEQUEÑA REFLEXIÓN PARA LA ACTUALIDAD)

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Las primeras agrupaciones políticas chilenas se perfilan con la misma Declaración de Independencia del 18 de septiembre de 1810, donde ya se visualizaban al menos tres corrientes principales, tomando posiciones frente a la naciente crisis del imperio hispánico. Pintura de la Primera Junta Nacional de Gobierno, de Nicolás Guzmán (1899), Museo Histórico Nacional.
"PARTIDO: m. Conjunto o agregado de personas que siguen y defienden una misma opinión o causa. /m. Provecho, ventaja o conveniencia. Sacar partido / m. Amparo, favor o protección de que se goza".  (Definiciones 5 y 6 para"partido, da", en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).
"Evolución histórica de los partidos políticos chilenos", de René León Echaíz, debe ser uno de los libros más didácticos e ilustrativos sobre el tema del desarrollo de las fuerzas políticas en la historia de Chile, sirviendo de guía o de apoyo para poder interpretar muchas de las situaciones que actualmente se observan en la realidad del país.
Además de tratarse de un trabajo ligero y básico para introducirse en el tema, su autor manifiesta algunas observaciones y juicios generales a los hechos históricos en torno a los partidos, permitiendo comprender y asimilar muchas situaciones o ciclos que parecen leyes de hierro en la existencia de los grupos ordenadores de fuerzas políticas en Chile, incluso en la época actual que quedó fuera del período de tiempo cubierto por el libro, publicado por primera vez en 1939 y más tarde en una versión actualizada de 1971.
Aunque "Evolución histórica de los partidos políticos chilenos" abarca los principales procesos y acontecimientos históricos del partidismo nacional, tiene también el mérito de ser uno de los primeros trabajos que hacen una exposición de los bosquejos de la fuerzas en la primera mitad del siglo XIX, también anticipando mucho de lo que se podrá presenciar después sobre la misma clase de conglomerados y sus caudales de acción.
Veremos acá un poco sobre cómo se configuraron esas primeras fuerzas de la realidad política chilena, echando mano a algunos datos aportados por León Echaíz y otras fuentes, además de tratar de aportar alguna información más al final de este texto, o mejor dicho una pequeña reflexión.
COMIENZA LA LUCHA DE INDEPENDENCIA: REACCIONARIOS, MODERADOS Y RADICALES DE 1810
La invasión napoleónica de España y el apresamiento del Rey Fernando VII, dieron a las colonias americanas la oportunidad para lanzar sus Declaraciones de Independencia, el 18 de septiembre de 1810 en el caso de Chile. Curiosamente, el Gobernador Real don Mateo de Toro Zambrano, había sido un decidido monarquista al que las circunstancias históricas llevaron a reclutarse en el bando independentista, asumiendo la Presidencia de la Junta de Gobierno.
Aunque se ha cuestionado la validez de la Declaración como mensaje con auténtico espíritu de emancipación, por establecer lealtad al depuesto soberano español, la intención subyacente de esta Primera Junta Nacional de Gobierno fue aprovechar la situación desfavorable del emperador para iniciar el camino de la Independencia, bajo las apariencias de apoyo y reconocimiento a su autoridad. La oportunidad la dio, también, el cuestionamiento generalizado al Gobernador  Francisco Antonio García Carrasco Díaz, tras verse involucrado en el escándalo de contrabando del ballenero "Scorpion" y generarse con ello un gran movimiento de rechazo hacia su persona en Santiago.
La Declaración de Independencia de 1810 resulta una obra de joyería retórica, al conciliar en su texto las posiciones absolutamente disímiles sobre el camino que debía adoptar Chile, sin abusar de la vaguedad: la de los autonomistas que querían hacer valer la separación de Chile de toda administración virreinal pero manteniendo también lealtad al rey (antecedente de las propuestas de monarquías constitucionales, que vimos en una entrada anterior), y los independentistas que estaban por la total autonomía bajo el alero de la República (mayoritariamente criollos). Su redacción intentando no ofender el espíritu monárquico permitiría hablar incluso de tres corrientes en el mismo texto, pues era claro que había partidarios de la corona.
El autor de "Evolución histórica de los partidos políticos chilenos" reconoce a las dos tendencias independentistas como las más importantes en el esbozo de fuerzas independentistas, llamándolas partido moderado y partido radical, respectivamente:
"El primero sostenía un régimen intermedio entre el sistema colonial español y el régimen recién establecido de independencia nacional. El segundo, al cual pertenecían Manuel de Salas y Bernardo O'Higgins, pretendía la abolición absoluta del sistema colonial y la organización de un gobierno enteramente libre que rigiera los destinos de la nueva República".
A pesar de lo que señalan algunas afirmaciones ilustradas, salvo por el alcance de nombres no existe un vínculo real entre el partido radical de aquellos años y el radicalismo moderno encarnado en figuras como Enrique Mac Iver, Pedro Aguirre Cerda o Gabriel González Videla.
Otra situación notable del origen del pensamiento político nacional en la Independencia, es que ya entonces la influencia de las ideas liberales involucradas en el proceso, motivaran discusiones alrededor de la expectativa de ordenamiento que se estaba generando. Como salta a la vista, entonces, el movimiento independentista contaba con bandos que no necesariamente comulgaron con las ideas del ilustrismo demócrata ni con los ideales de la república.
En esta toma de posiciones frente a la Primera Junta Nacional, cabe señalar que ya había indicios de formación de pensamiento político más trascendente que en la mera situación contextual. Los monarquistas (o semi-monarquistas) creían necesario que Chile se sometiera tanto al rey como a sus representantes en América, como los virreyes, mientras que los independentistas pro-república eran los radicales acusados de ser "exaltados" y se los denominaba peyorativamente jacobinos.
El ala que no participaba del interés independentista general, en tanto, sería llamada en forma despectiva partido reaccionario o partido godo, caracterizándose por su oposición total al proceso y su deseo de mantenerse bajo el dominio colonial hispánico en los mismos términos que se había dado durante la Colonia. Dice León Echaíz que el ala reaccionaria o goda representó "un fenómeno sociológico que se produce en presencia de todo un movimiento de evolución".
El partido reaccionario fue mucho más grande de lo que pudiera creerse, perdurando durante todo el proceso y llegando a aportar después sus propios elementos a las fuerzas militares realistas, y más tarde a facilitar bastiones de resistencia al proceso emancipador, como Valdivia y Chiloé. Algo vimos al respecto, en nuestra anterior entrada identificando la verdadera nacionalidad del personaje que es atropellado por el caballo de O'Higgins en su monumento de la Alameda de Santiago.
Al elegirse el Congreso Nacional de 1811, en un ejercicio utópico de representatividad la Junta de Gobierno estimó que las tres corrientes debían estar presentes de alguna forma: reaccionarios, moderados y radicales.
Gran influencia en esto tuvo en este proceso el argentino Juan Martínez de Rozas, ex secretario del renunciado García Carrasco y devenido ahora en su enemigo, además de ser un exaltado patriota, especialmente al asumir como Presidente Interino de la Junta, luego de morir el anciano Toro Zambrano en febrero de ese año.
Don José Miguel Carrera, figura inspiradora de los carrerinos.
LOS O'HIGGINIANOS Y LOS CARRERINOS, ENTRE 1811 Y 1823
El primer Congreso Nacional fue presentado el 4 de julio, iniciándose la discusión sobre el tipo de gobierno que debía tomar el país.
Los moderados eran mayoría en él, pero el ala reaccionaria resultó más influyente y decidida, protagonizando varios abusos y arrogándose atribuciones reñidas con las disposiciones de la Junta, como doblar su número de diputados en Santiago para cercar a los independentistas pro-republicanos.
Esto generó una fuerte molestia entre los patriotas, que acabó en el Golpe del 4 de septiembre, protagonizado por José Miguel Carrera y sus hermanos, y que fue seguida de las tensiones entre Santiago y Concepción por la constitución de la Junta rebelde en esta última ciudad.
Las irritaciones sólo cesaron al declararse ambas ciudades decididas por la vía de la Independencia, con un gobierno representativo.
El mencionado golpe parece dar inicio al movimiento carrerino o carreristas, que se agruparía en torno al liderazgo del General Carrera y al cual pertenecieron algunas prominentes figuras públicas de la época, partidarios de las ideas republicanas.
El nuevo escenario dejó a los radicales como fuerza dominante del Congreso Nacional, eligiéndose como Presidente del mismo a Joaquín Larraín, y como Vicepresidente a Manuel Antonio Recabaren. Además de reducirse los escaños de Santiago y ajustarse la distribución de cargos públicos a favor de los independentistas, la asonada tuvo como consecuencia no planificada el que las sesiones del Congreso comenzaran a ejecutarse abiertamente y con público.
Sin embargo, el deterioro de las confianzas entre los Carrera y los Larraín por el nepotismo de esta última familia, además de otras tropelías administrativas que siguieron teniendo lugar, llevó a los hermanos a protagonizar un segundo golpe en demanda de una asamblea popular, el 15 de noviembre. Ante la presión, serían elegidos en el gobierno una nueva Junta integrada por Gaspar Marín, Bernardo O'Higgins y el propio Carrera, este último como su Presidente.
Debilitado y a la deriva, el Congreso Nacional había perdido todo su objetivo, especialmente después de la renuncia de Salas a la secretaría del mismo, volviéndose más bien un obstáculo a la legitimidad del camino republicano. Por esta razón, y en un acto que sus detractores nunca le perdonarían, Carrera protagoniza un tercer golpe ese mismo año, el 5 de diciembre, exigiendo su disolución para asumir con plenos poderes la dirección suprema de la nación e iniciar la etapa más audaz de construcción del sistema republicano durante la Patria Vieja.
Sin embargo, conforme fue creciendo la figura del General O'Higgins tras su participación en la Junta y más tarde su brillante desempeño en el Combate del Roble (17 de octubre de 1813), comenzó a perfilarse el ala que marcaría la dualidad de pareceres de los patriotas sobre los liderazgos, en contraposición a los carrerinos: los o'higginianos, también llamados o'higginistas. Además, la ruptura y desobediencia de Carrera a la Logia Lautaro necesariamente iba a terminar siendo respondida por O'Higgins y su bando, así que éste comenzó a armar su propio ejército en Concepción, en 1814, con el que se aprestaba ya a partir a enfrentarlo cuando justo tuvo lugar el desembarco español que volvió a reunir los caldeados ánimos contra un enemigo común.
Si los carrerinos eran declarados partidarios de la república autonomista y nacional, los o'higginianos, haciendo eco del pensamiento del Libertador, insistían en la idea de reforzar también el principio de autoridad y centralismo administrativo para toda condición de gobierno suscrito. Esta separación de ambos bandos resulta crucial para comprender los hechos de aquel pésimo año para los patriotas: la firma del Tratado de Lircay por parte de O'Higgins (3 de mayo), que devolvía la dominación hispánica a Chile y prácticamente pretendió entregar la cabeza de los Carrera a las fuerzas realistas; después, la derrota que le propinó Carrera a O'Higgins en el Combate de las Tres Acequias (26 de agosto), singular batalla que enfrentó a patriotas contra patriotas; y, finalmente, el Desastre de Rancagua (2 de octubre), tras la negativa de O'Higgins a acatar las órdenes y estrategias de Carrera, poniendo fin a la Patria Vieja.
Rancagua pesó mucho en el prestigio y en el orgullo de O'Higginis, a pesar del apoyo que encontró en el General José de San Martín, en Mendoza, quien marginó a Carrera de la siguiente etapa de lucha. No cabe duda de que el aislamiento de este último en la causa independentista, sin embargo, había dado ya un triunfo definitivo al bando 0'higginiano frente a la principal aspiración de sus adversarios, que era ver de vuelta al artífice de la Patria Vieja en Chile.
La facción o'higginiana cobraría cuerpo con los decisivos triunfos del Ejército de los Andes y la designación de O'Higgins como Director Supremo, período en que vivió en constante tensión con los carrerinos liderados por personajes como Manuel Rodríguez y con los hermanos Carrera en exilio, todos ellos terminando sus días fusilados.
Volviendo a las palabras de León Echaíz, es poco el valor político trascendente que éste observa al surgimiento y legado de ambos grupos:
"Tales tendencias, de carácter netamente personal, no podrían desempeñar en el país ninguna misión trascendental, y estaban condenados a desaparecer bien pronto, junto con las personas cuyo proselitismo las había generado".
Como suele suceder con todos los movimientos políticos con apellido, entonces, tanto o'higginianos como carrerinos terminaron muy desperfilados, desgastados y convertidos en agrupaciones de escasa relación con los próceres originales que las inspiraron. Mientras los primeros se vieron divididos durante el exilio de O'Higgins (quien no callaba sus simpatías por el proyecto del Protector Andrés de Santa Cruz, todavía en plena Guerra de 1836-1839), además del fracaso de todas las tentativas por traerlo de vuelta a Chile, los segundos acabaron reducidos y descabezados tras el asesinato del prócer, convirtiéndose en un grupo que se iría apagando hasta integrar el bando pipiolo derrotado en la Batalla de Lircay de 1830. Las correrías revolucionarias de su hijo José Miguel Carrera Fontecilla, en 1851 y 1859, sirvieron para restaurar el carrerismo como ideario político vigente, fuera de las miradas románticas o nostálgicas.
Como se sabe, en nuestros días, o'higginianos y carrerinos ya no forman parte de grandes sustentos político-ideológicos propiamente tales, salvo su identificación con el patriotismo de la Independencia. Menos aún conforman alguna clase de perfil con características de partido, sino más bien representan a sectores intelectuales de estudio y difusión de los respectivos legados, obras, biografías, documentación y conmemoración de cada prócer.
LA ANARQUÍA ENTRE 1823-1827: LIBERALES, FEDERALES Y ESTANQUEROS
El triunfo de O'Higgins sobre los carrerinos no libró a su gobierno de una constante inestabilidad, situación que le llevó a profundizar procedimientos dictatoriales. La crisis generada en gran medida por los enormes desembolsos que significó la Expedición Libertadora a Perú y por los cuestionamientos a la legitimidad de su liderazgo, fueron creciendo hasta precipitar su caída y abdicación, el 28 de enero de 1823, tras lo cual partió al exilio en Perú.
Del período que iba a comenzar, Domingo Amunátegui Solar comentó una vez:
"La época de nuestra Historia Nacional más censurada, más vilipendiada, más ridiculizada, ha sido la que empieza con la abdicación de O'Higgins y termina con el triunfo conservador de Lircay".
Reemplazado O'Higgins en el gobierno por Ramón Freire, héroe de la Independencia y gran instigador de su caída, el proceso de ordenamiento en que se encaminaba la floreciente república se reflejaría en la aparición de nuevos intentos de movimientos y partidos políticos, respondiendo también a las circunstancias históricas por las que transitaba el país.
Los llamados liberales, por ejemplo, comenzaron a agrupar a todos los sectores dispersos que habían encontrado un punto de convergencia en sus intenciones de derrocar a O'Higgins, aunque con una gran falta de cohesión y de propuestas comprensibles para un gran proyecto político propiamente dicho. Anidaban en su seno desde grupos partidarios tanto del liberalismo más modernista y afrancesado, hasta algunos de cierto conservadurismo social puritano e inquisitivo que llegó a promover leyes sancionando hasta las malas palabras de la ciudadanía.
De alguna manera, la abdicación de O'Higgins había dejado de brazos cruzados a este amplio y diverso sector político, encontrando dificultades para estructurarse y debiendo persistir, en sus inicios, quizás sólo del apoyo comprometido al nuevo gobierno. Sin embargo, debe aclararse que estos liberales no guardan relación de continuidad con el muy posterior Partido Liberal de Chile fundado en 1849, a pesar de la majadería de algunas opiniones por establecerlo como antecedente del mismo.
Un segundo grupo lo representaron los federales, partidarios de desarrollar en Chile el mismo modelo que se peleaba en Argentina y que se había consolidado en los Estados Unidos, dando cierto grado de autonomía  las provincias. Para León Echaíz, éste es quizás el primer grupo político donde predomina una auténtica propuesta ideológica más allá de intereses circunstanciales, de cultos a la personalidad o de ambiciones personales de sus miembros, pues los federales aseguraban que el gobierno unitario de la república iba a traer, a la larga, una serie de males y problemas para la prosperidad y para el ordenamiento nacional.
Finalmente, el tercer grupo político gestado también en el fructífero pero complicado gobierno de Freire, fue el de los estanqueros, singular partido de don Diego Portales que se propuso encarar, de alguna manera, el período de anarquía que se prolongaría después de la renuncia del último Director Supremo y en el que hubo una sucesión de gobiernos de corta duración con grandes embates intestinos de conflicto.
Se recordará que, en 1824, el Gobierno Interino de Fernando Errázuriz había entregado el llamado Estanco del Tabaco (monopolio por 10 años del tabaco, naipes, licores y otros artículos) a la sociedad Portales, Cea y Cia., quizás la casa comercial más importante de aquel momento. La medida buscaba pagar en cuotas de amortización de las odiosas deudas que se habían prolongado desde la misión de don Antonio José de Irisarri a Inglaterra, enviada por O'Higgins, y que entre otros objetivos debía obtener fondos de financiamiento de la Expedición a Perú, cosa que logró en agosto de 1819 por un contrato por un millón de libras con la casa Hulett Brothers & Co.
Aunque a la larga el Estanco del Tabaco estaba condenado a fracasar haciendo que el monopolio fuese devuelto al Fisco, el hecho de que se le dieran a la sociedad ciertas atribuciones políticas y fiscalizadoras, motivó a Portales y a sus socios a involucrarse en cuestiones de la administración pública. Como el asunto no había tardado en volverse una cuestión política, sin embargo, fue agrupándose cierta cantidad de ciudadanos en lo que sería el partido de los estanqueros, de ideas con visos conservadores, centralistas y una mentalidad bastante pragmática. El partido fundado por Portales se erigía, así, como una especie de propuesta "salvadora" a la situación de decadencia moral, el caudillismo y la inestabilidad política de Chile, en un fenómeno no pocas veces visto en períodos de crisis.
A todo esto, el Congreso Nacional, había dictado una ley en octubre de 1826 para revertir los daños provocados por el fracaso del estanco, creando una factoría general que se hiciera cargo del mismo y solicitando verificar en un plazo de tres meses, un juicio de liquidación del contrato anterior. Los tribunales le dieron la razón aPortales, Cea y Cía., obligándole a fisco a indemnizarlo por el retiro unilateral del acuerdo y las pérdidas. Pero Portales, en una excelente jugada para aplastar a sus muchos enemigos erigiéndose como adalid de moralidad y probidad pública, decidió no cobrar al Estado la suculenta indemnización de más de 87.000.
La súbita aparición y recepción de los estanqueros, se combinaba con aspiraciones de orden y respeto a la autoridad, que interpretaban a buena parte del deseo civil de entonces, aunque el encono de muchos autores hacia la figura de Portales dificulte reconocerle esta característica. Pese a no tener aspiraciones presidenciales ni electorales, además, los estanqueros encarnarían el ideario de su fundador, que ha sobrevivido como el espíritu portaliano, también con sus propias ambigüedades y concentración en un liderazgo, aunque no carente de una ideología que se ha representado en el concepto del llamado Estado en Forma.
Por su parte, los federales mantenían aún cierta influencia y muchos militantes de importancia cuando los estanqueros ya se perfilaban como fuerza política, como fue el caso de don José Miguel Infarte, por lo que no le costó al grupo lograr la mayoría absoluta del Congreso Nacional de ese mismo año de 1826, también elegido bajo el gobierno de Freire. Con esta ventaja, dieron inicio a un proceso federal en el país, dividiéndolo en ocho provincias que iban a tener presidencia y asamblea legislativa propias.
Sin embargo, al regresar de la expedición al Sur de Chile contra los últimos reductos realistas en el territorio, Freire encontró un ambiente hostil que precipitaría su renuncia, dejando el cargo en mayo de 1827. Mientras se esperaban las elecciones del siguiente mandatario, su sucesor Francisco Antonio Pinto derogó las leyes de organización federal, tras ver las inconveniencias del sistema y el poco apoyo que le quedaba a las mismas, defendidas por sólo un puñado de idealistas liderados por Infante, que continuó publicando con vehemencia artículos apoyando tal opción de organización política y administrativa en el periódico "El Valdiviano Federal", bastión periodístico de la frustrada cruzada.
Para el autor de "Evolución histórica de los partidos políticos chilenos", es aquí donde termina el bosquejo inicial de los primeros partidos políticos chilenos, aunque las consecuencias de este primitivo ordenamiento de fuerzas se verán muy marcadas en el siguiente período histórico.
Don Diego Portales Palazuelos, que entró al mundo político como líder y fundador de los estanqueros.
PIPIOLOS Y PELUCONES ENTRE 1828-1830
Como sucede en la continuidad de todos estos movimientos políticos, sin embargo, los estanqueros serían la base de un posterior referente: el llamado partido pelucón, que encontraría a su Némesis en el partido pipiolo, devolviendo al país hasta el repetido esquema de dualidad en las disputas del poder político. Ambos grupos fueron consecuencias previsibles de las tendencias inestables surgidas tras la abdicación de O'Higgins y la anarquía, además.
El grupo liberal de los pipiolos vino a ser como un resurgimiento de las ideas libertarias e igualitarias vertidas por el mundo por la Revolución Francesa. Incluso hay quienes sostienen que habrían utilizado su Declaración de 1789 como base para un nuevo proyecto constitucional en Chile.
El extraño nombre de este partido surge de un mote peyorativo con que se les denominaba, ya que pipiolo equivalía a decir joven, ingenuo, inexperto. Sus miembros solían ser personas de estratos modestos y generaciones más nuevas de "exaltados", aunque en principio sólo con relativa representación, que compensaban con algunos liderazgos de importancia entre sus filas. Su visión ya anticipaba elementos del ordenamiento democrático y de valoración de las organizaciones sociales, aunque con ciertas influencias caudillistas y personalismos en su quehacer.
Remontados hacia 1823 ó 1824 según algunas opiniones, integraban este grupo los carrerinos (ya descolgados de su matriz original, pero aún identificados con el nombre) y restos del bando de los moderados de la Independencia, además de algunos radicales y liberales. Según una declaración del diputado Juan Bello, una frase que resume la filosofía pipiola era "Libertad aun en la anarquía".
En tanto, los grupos provenientes de conservadores que habían pertenecido al Senado de 1823 creado por Freire, además de representantes del clero y de la aristocracia más rancia, estaban convencidos de que no se podía apostar a un sistema que no supusiera la continuidad de un Estado fuerte, autoritario, con acervo institucional fundado en órdenes coloniales y bajo la estructura social imperante en la época. También desconfiaban del militarismo y de las señales del Ejército en cuanto a no someterse al poder político o darse atribuciones para deliberar e influir en el poder.
Así, tal como sucedía en otros países del mundo frente al mismo ideario afrancesado, este grupo comenzó a reaccionar a los novedosos afanes de democracia e igualdad, naciendo casi espontáneamente el bando conservador del partido de los pelucones, nombre que le fue dado como una burla al clásico uso de pelucas entre los miembros de la aristocracia.
Formaban parte de este sector comerciantes, restos de los o'higginianos y estanqueros, a pesar de ser conocido el distanciamiento que habían experimentado O'Higgins y Portales, por cuestiones personales y de mentalidades. Para Juan Bello, sus principios podían resumirse en "Orden aun en el despotismo".
De alguna manera, ambos bandos ya estaban en disputa durante el gobierno de Freire, con sus raíces representadas en estanqueros y federales-liberales, respectivamente. Mas aún, los intentos del Director Supremo por abolir algunos dictámenes de O'Higgins, como la Legión de Honor, fueron bloqueados por su ministro Mariano Egaña, demostrando que había bandos instalados también en el propio gobierno. Se recordará que su padre, don Juan Egaña, había redactado la efímera Constitución de 1823, que regulaba hasta la vida privada de la ciudadanía, aunque tenía el mérito de ser la primera donde aparecía el concepto de "República" para Chile (ahogando los resabios pro-monarquistas que aún quedasen).
Por otro lado, el golpe dado a continuación por Freire en origen a los gobiernos pipiolos, fue precisamente el intento por deshacerse de lo que serían después los pelucones. Gabriel Salazar aporta una visión interesante de este período, desde el enfoque de la historia social, en su trabajo "La Construcción de Estado en Chile. 1800-1837".
Pero Freire no había logrado estabilizar el mando, debiendo renunciar. Esto facilitó el camino a los pipiolos para avanzar en el poder, una vez que Pinto asume en forma interina y llama de inmediato a elecciones para febrero de 1827, enfrentando a los pelucones. Con apoyo de su gente en el Congreso Nacional, en 1828 el partido pipiolo publica una nueva Constitución de espíritu esencialmente liberal, que fuera redactada por el controvertido español José Joaquín de Mora quien, además, no se mediría en atacar e incitar a la violencia anticonservadora en un pasquín titulado "El Defensor de los Militares".
Como síntesis, la Constitución de 1828 establecía dos cámaras elegidas por votación popular; un Presidente, Vicepresidente y tres ministros; y asambleas para los gobiernos provinciales (residuo de la influencia de los federales en el grupo). Curiosamente, sin embargo, y a pesar de la mucha idealización que hacen algunos en nuestros días de esta carta, la misma señalaba que la religión del Estado era la católica apostólica romana, muy seguramente como reflejo cultural y sociológico irrenunciable en aquella época.
Pinto traspasó el cargo a Francisco Ramón Vicuña, en calidad de delegado, pero volvió a ganar las elecciones de 1829, asumiendo en octubre. Los pipiolos también habían mantenido la mayoría de los puestos del Congreso. Sin embargo, algo había cambiado su suerte, en esta ocasión: la elección de Vicepresidente no les había favorecido, y ninguno de los tres candidatos con más votos obtuvo la mayoría absoluta: José Joaquín Prieto, Francisco Ruiz Tagle o Francisco Ramón Vicuña. De ellos, sólo Vicuña era de ideas liberales, mientras que los dos primeros se identificaban con el bando pelucón.
El Congreso, que como vimos era mayoritariamente pipiolo, debía decidir quién de los tres candidatos asumiría la Vicepresidencia. Priorizando sus intereses y ambiciones, entonces, los parlamentarios liberales escogieron a Vicuña, en mérito a su compromiso con los pipiolos, a pesar de ser el menos votado de los tres candidatos... Las consecuencias de esta imprudencia serían de enorme costo.
Es aquí donde se desatará la tormenta, entonces, cuando los pipiolos quisieron pasarse de listos y dando una gran excusa a la oposición conservadora para cuestionar su legitimidad en el poder y así alzar las espadas.
BATALLA DE LIRCAY EN 1830 Y FIN DE LA ERA PIPIOLA
Como era de esperar, los pelucones acusaron una flagrante violación de los pipiolos al espíritu de su propia Constitución y, al no encontrar respuesta de sus adversarios, sobrevino la inevitable ruptura. Tal como había sucedido en tiempos de la Patria Vieja cuando el Congreso hipotecaba el camino de la independencia o cuando la ruptura entre O'Higgins y Carrera se hizo manifiesta, el General Prieto reaccionó organizando una fuerza revolucionaria en Concepción, que amenazó con irse contra Santiago.
Pinto deja el gobierno a Vicuña otra vez, y después es asumido por la Junta presidida por Freire, buscando asegurar la permanencia pipiola en el poder. En noviembre, vuelve a colocar a Vicuña, pero ya los hechos están desencadenados y la agitación le obliga a renunciar el 7 de diciembre. Tras el Pacto de Ochagavía que hizo una pausa en la guerra civil, don José Tomás Ovalle asume como Presidente de la Junta que toma el mando tras las dos semanas y media de acefalia gubernamental, el 24 de diciembre de 1829, dando inicio al primer gobierno pelucón de corta duración.
Freire había logrado que estuviese con él la lealtad de Prieto, entonces, en un acuerdo que los pipiolos interpretaron como la derrota humillante de este último. Sin embargo, Freire seguía obsesionado con evitar que la Junta Provisoria trajera de vuelta a Chile a O'Higgins, su peor temor y pesadilla. Comenzó a intervenir sobre las decisiones de la Junta excediendo sus facultades y trató de iniciar un golpe en Coquimbo, el 17 de febrero. Al día siguiente, la Junta cede el mando en forma provisional a Francisco Ruiz-Tagle Portales, del mismo bando conservador.
En plena guerra civil, don Diego Portales había jurado como Ministro de Interior, de Relaciones Exteriores y de Guerra y Marina a inicios de abril de 1830, permaneciendo por cerca de seis meses en el cargo. Ovalle había recurrido a su persona por tener a la vista que nadie estaba interesado en sentarse en las carteras de gobierno, ante la delicada e incierta situación imperante, adelantando con ello parte de la etapa siguiente que iba a comenzar con la victoria pelucona.
El estanquero sienta desde este primer ministerio las bases de un gobierno autoritario, ordenador, enemigo de la delincuencia y del caudillismo, que fuera del gusto de los pelucones, bloqueando los intentos de algunos de sus camaradas como  José Antonio Rodríguez Aldea y del propio Prieto, de traer de vuelta a Chile la figura de O'Higgins, algo que Portales veía ahora como un peligro inminente para la unidad política nacional, a pesar de la simpatía que había profesado años antes por el Libertador.
Ovalle había retornado al poder como Vicepresidente provisional electo, el 1° de abril de 1830, cuando la nueva ruptura entre Freire y Prieto había provocado que este último le negara el mando del Ejército del Sur, con el que que comenzó a marchar decidido a imponerse sobre los pipiolos. Iba a Santiago con cerca de 2.200 hombres, varios de ellos milicianos de Concepción y figuras militares de la talla de Manuel Bulnes y José María de la Cruz.
Freire, en tanto, tras su calaverada en Coquimbo, había salido embarcado a toda prisa hasta Constitución, donde armó una fuerza de unos 1.800 entre los que estaban los ilustres militares extranjeros José Rondizzoni, Guillermo Tupper y Benjamín Viel, a quienes se culpaba entre los hombres de Prieto por haber precipitado la guerra. Ambas fuerzas adversarias iban a encontrarse allí mismo, en la orilla del río Lircay.
Freire llega a la ciudad de Talca durante la madrugada del 15 de abril, mientras que Prieto hace lo propio a las pocas horas, deteniéndose en Cerro Baeza. Siguiendo un consejo de Rondizzoni, el líder de los pipiolos decidió no dar combate en la ciudad y avanzó hacia el cerro; empero, en una astuta decisión, Prieto avanzó orillando el río Lircay hacia la ciudad, haciendo creer a su enemigo que eludía el combate para irse a Concepción. La cruenta batalla se desató, así, el 17 de abril de 1830, con muestras de mutuos odios fraticidas que resultaron extremos durante la lid. Ya aventajando los del bando pelucón, los ejércitos del bando pipiolo fueron arrasados, muriendo el ilustre Coronel Tupper en la refriega, con otras 400 víctimas fatales, la mayoría de ellas en la fuerza de Freire.
Por ironía del destino, la ruptura entre los dos bandos políticos había llegado a la sangre en la orilla del mismo río en las afueras de Talca y donde, tres lustros antes, se había firmado el Tratado de Lircay que delató la ruptura profunda entre o'higginianos y carrerinos. Ahora, acababan derrotados los pipiolos y entregado el mando a los pelucones en Concepción y Chiloé, cayendo poco después Coquimbo cuando el general José Santiago Aldunate doblega a la fuerza que había armado allí  Pedro Uriarte con ayuda del Viel.
Cuando O'Higgins se entera en Lima del triunfo pelucón de Lircay, le escribe a Prieto con fecha 24 de mayo:
"La experiencia de todos los tiempos nos demuestra que la columna más fuerte del poder nacional es la gloria nacional... y las hazañas de sus héroes. Los campos de Lircay son monumentos eternos de esta verdad. Ellos fueron lo más inexpugnables baluartes de los libres contra la barbarie y la violencia; ellos gritan por la libertad civil de una patria oprimida y degradada; ellos llevan los esfuerzos del hombre honrado, del filantropista y del patriota; ellos solamente los que pudieron rolar la oliva de una lucha venturosa..."
Para el juicio histórico de muchos, Lircay representó el difícil pero necesario final de un proceso de caótica anarquía y de desorden político, que en otros países de la comunidad americana se prolongó por largo tiempo más a falta de fuerzas que resistieran a la entropía gubernamental, con graves consecuencias para ellos. Para otros muchos, en cambio, Lircay es el símbolo de la destrucción de un proyecto de gobierno liberal y constituyente de acervo democrático y popular, por parte de la reacción de las élites mejor representadas en las figuras de Portales y Prieto."Así como la reconquista española de 1814 barrió con todos los progresos implantados por los patriotas, la revolución de 1829 destruyó de raíz las instituciones liberales", anotaba Amunátegui Solar en su obra "Pipiolos y Pelucones".
Lircay fue, también, el ocaso del brillante General Freire. Si bien su genialidad siempre convivió con una verdadera adicción a las conspiraciones, el ex mandatario había logrado un notable desempeño en el esfuerzo de construcción de una institucionalidad republicana, aunque las inclinaciones caóticas del período perjudicaron su obra y el posterior reconocimiento de la misma. Ahora, después de haber salido a galope de Lircay dejando a sus hombres que lucharon hasta morir decididos a no rendirse, su vida pública se reducirá a exilios y a continuas marchas a la deriva, echándose encima el desprestigio tras participar en los movimientos sediciosos del Mariscal Andrés de Santa Cruz contra Chile.
León Echaíz, que como liberal y desde su época parece simpatizar tanto con el bando pipiolo, sin embargo no se guarda reproches para el actuar de ellos, en su conclusión de estos hechos, a diferencia de la visión victimista y complaciente de Amunátegui Solar para los mismos. Les imputa el cargo de haber "adolecido del defecto de tratar de imponer, precipitadamente, principios liberales", que para su éxito e introducción apropiada "eran necesarias diversas etapas, y una larga evolución de las condiciones sociales e intelectuales del país", además de indicar que "el defecto mayor que estigmatizaba al gobierno liberal de entonces, era la poca consistencia de los elementos pipiolos que lo acompañaban".
Esta miopía o candidez fue, acaso, la causa general de la inestabilidad que imperó durante toda la era pipiola, además del avance de algunas simpatías populares por las exigencias peluconas de orden y tranquilidad más allá de los meros intereses de las elites, dificultando con ello la elección de un Vicepresidente liberal.
Primera hoja de la circular "Aviso al público" del bando pipiolo, durante la Guerra Civil, publicado por la Imprenta Republicana el 16 de diciembre de 1829. Se intenta presentar el efímero pacto de Prieto con Freire como un triunfo sobre las fuerzas del primero, y el lenguaje anticipa un poco los odios que iban a ser volcados unos meses después en Lircay. Fuente imagen: Memoriachilena.cl.
¿ANALOGÍAS CON LA SITUACIÓN ACTUAL DE LOS PARTIDOS CHILENOS?
Con Lircay, habría de comenzar el período de la República Conservadora, con el gobierno de Prieto y la enorme influencia que tuvo en su administración el ministro Portales y su concepto del Estado en Forma proveniente del pensamiento estanquero, seguido de los mandatos de Manuel Bulnes y Manuel Montt que completarán el largo trecho de los conservadores en el poder, resultantes de la imposición de los pelucones sobre las ideologías liberales.
Sin embargo, con el ascenso de Prieto había terminado también otra etapa, correspondiente a la de formación y configuración de las fuerzas políticas chilenas revisadas, que dan origen e impulso al partidismo político tal como lo conocemos en nuestros días.
Se podría conjeturar, a modo de reflexión, que los escenarios que esbozaron estas primeras fuerzas políticas puestas en marcha en Chile, desde la lucha por la Independencia hasta terminado el ordenamiento republicano, coinciden con ciertos aspectos del escenario de la actual crisis de los partidos de la política nacional. Entre otros puntos, podemos observar los siguientes:
  • Fuera de sus declaraciones de principios y manifiestos para el público, los partidos tradicionales siguen siendo canales de intereses de grupos muy específicos y definidos entre los actores de la realidad nacional. Intereses con fines loables o mezquinos, quizás, pero personificados, como era en los orígenes de las agrupaciones políticas de este tipo en Chile. Si bien no se trata ya de partidos que nacen con este vicio en su propia fundación, al menos sí es claro que lo adoptan y hacen propio en un ambiente de decadencia de principios, existiendo grupos de intereses que son transversales a los partidos existentes y con tentáculos de izquierda a derecha, según ha quedado en relieve con los más recientes casos de corrupción política o de influencias indebidas en el Poder Legislativo, Municipalidades, Ministerios y candidaturas varias.
  • Persiste como norma una tendencia a la división en dos sectores principales, que atraen y separan gravitatoriamente a la mayoría de los partidos políticos tradicionales e incluso los que, en estas mismas reglas del juego, se fundan como variaciones o disidencias, revelando la existencia de duopolio connatural más allá de la revisión del sistema binominal o de la ampliación de distritos y circunscripciones. Dos sectores que, además, eclipsan a todas las alternativas auténticas de organización política y, por lo tanto, son los grandes favorecidos en el esquema electoral.
  • La órbita que acaban asumiendo también muchas de las propuestas "alternativas" o supuestas terceras vías políticas, con relación a los intereses de alguno de esos dos sectores principales, atrapadas por el efecto gravitatorio de la política que también es connatural de los propios partidos como modelo de representatividad popular (por exitoso o fallido que se lo estime).
  • El protagonismo que, a veces, toman las individualidades de grupos políticos emergentes o de sectores "díscolos" internos a partidos preexistentes, por encima de las líneas de definición que representan a los partidos a los que se asocia su origen y que motivan reordenamientos entre fuerzas, cambios intestinos, acusaciones de "falta de lealtad" o bien aplausos por el "sinceramiento", aunque no cambian esencialmente la situación imperante pues, mientras estén atrapados en el mismo campo gravitacional de dos polos y sus reglas, son más bien parte del problema que parte de la solución.
  • El asomo de movimientos internos o bien superiores a los partidos, agrupados en torno a apellidos e identidades, en virtud de inclinaciones electorales o de simpatías generales en un contexto de gobierno o candidatura de no mucha longevidad (bacheletismo, piñerismo, laguismo, etc.), fenómeno muy relacionado con el punto anterior. Curiosamente, en este momento vivimos también una crisis de identificación con figuras vigentes, como consecuencia o daño colateral de la propia ausencia de representatividad y por el estado mustio de los partidos chilenos en general.
  • La existencia de un mismo fenómeno de las ideologías con apellido más trascendente que el anterior, manifestándose como una persistencia y como un referente genérico de identidades políticas, específicamente con respecto a la toma de posiciones frente a los hechos de la historia de nuestro país, ciertos ideales o banderas de lucha (allendismo, pinochetismo, freísmo, etc.), aunque en la práctica no manifiesten más que algunos principios muy generales y muy abstractos sobre objetivos o aspiraciones, degradados ya por la misma política y por la prioridad que siempre tendrán los partidos para con sus propios intereses por encima de los compromisos sociales o ciudadanos, en todo el espectro.
Sin embargo, diríamos que los partidos revisados en los orígenes del Chile independiente, manifiestan más bien los ciclos y procesos de existencia de los referentes políticos, mas no una continuidad con los que existirán después y hasta nuestros días. Se trataba, pues, de aventuras y experimentos, espejos del proceso histórico de ordenamiento que se vivía en todo aquel período. León Echaíz es enfático en este punto:
"Ha sido un error común de los glosadores políticos y de muchos historiadores nacionales, considerar a estos primeros bosquejos de partidos, como antecedentes de las actuales colectividades políticas del país".
Como se observó con el fenómeno de los o'higginianos y los carrerinos, además, la sobrevivencia de inclinaciones políticas ligadas a un liderazgo personal siempre siguieron siendo de corta duración en la arena política, convirtiéndose más exactamente en expresiones de apoyo mientras vivieron sus motivadores, y de idealización, simpatía e incluso reivindicación después de sus muertes, sin líneas categóricas que las definieran como propuestas políticas ante realidades posteriores.
Tenemos así, los casos del partido montt-varista y del partidobalmacedista, además de movimientos que se identificaron en su momento con el alessandrismo, el ibañismo, el allendismo o el pinochetismo; parecido al caso de los intentos de partidos políticos asociados a candidaturas más que a contenidos políticos trascendentes, desde el retorno de la democracia, como la Unión de Centro-Centro, Chile Primero y quizás otros más recientes que, para no ofender, me reservaré (aunque es fácil adivinar cuáles están asociados a un candidato y su programa más que a un planteamiento amplio y de largo plazo). Incluso importantes e históricas experiencias de países vecinos, como el peronismo argentino o el velasquismo ecuatoriano, también han ofrecido ciertas características viciosas por el mismo sentido, enfriándose su época de oro al alejarse también la de sus inspiradores.
En cuanto a la vida de los partidos como depositarios de pensamiento, ideología y propuestas, los mismos hechos políticos y sociales de los últimos años han demostrado que la representación directa opaca al sobrevalorado partidismo y su intermediación con los intereses y exigencias de la ciudadanía. La vía correcta sería ésa, entonces: facilitar la representación social específica, objetiva, en lugar de seguir fundando nuevos movimientos o conglomerados de intermediación "alternativa", que sólo resultan de la unión de los restos náufragos de los mismos viejos partidos, más la adición de militantes para el recambio generacional dentro de las mismas cofradías.
Confieso que me he ganado varios rencores por manifestar, a veces, mi opinión sobre los partidos políticos actuales: creo que responden a una estructura de representatividad y de reserva ideológica totalmente ajena a la realidad de los procesos y mareas políticas de nuestra época. Decir en estos tiempos que no se puede gobernar sin partidos políticos, suena a aquella época en que se aseguraba que era imposible gobernar desde un Estado separado de la Iglesia.
Como en los casos en que se meten goles con legislaciones que intentan mantener modelos de negocios obsoletos (por ejemplo a nombre de determinados derechos creativos o de propiedad intelectual en la industria de la música), también se ha construido un sistema político y electoral destinado a asegurar la vida a los partidos, como únicos agentes de las fuerzas de representación electoral... Partidos que son, en verdad, cada vez más pequeños, atrofiados e inoperantes, pero sostenidos sólo desde el exceso de poder que les da aquel ordenamiento electoral, la distribución geográfica de las representaciones y el propio monopolio del quehacer político entre los descritos dos polos magnéticos.
Empero, desconozco si estamos en un período de desintegración de los partidos tradicionales e históricos con similitudes a lo que les tocó -en su momento- a los primeros esbozos partidistas de Chile. Se ha proclamado desde referentes políticos más nuevos la idea de una renovación total, siendo claro que experimentan una crisis de representatividad y de aceptación popular que dejará sus marcas profundas en el desarrollo de la historia política contemporánea y futura.
José Enrique Rodó, escritor y dramaturgo uruguayo, dijo: "Los partidos políticos no mueren de muerte natural: se suicidan"... Quizás ese viejo primer período de gestación y ordenamiento de las primeras fuerzas políticas dejó una huella que aún persiste y un ejemplo para explicarse, de alguna forma, buena parte de los actuales procesos y vaivenes del partidismo.

LA CATEDRAL DE TACNA: UNA HISTORIA DE LARGA, DISCUTIDA Y PACIENTE ESPERA

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Postal fotográfica de aproximadamente 1910, con el aspecto de la Catedral de Tacna antes de ser retomada y concluida su construcción. Se observan las viviendas antiguas a su costado izquierdo y el precario murallón de cierre que se le construyó al frente, entre ambas torres.
Coordenadas: 18° 0'52.27"S 70°15'6.98"W
El Barrio Cívico de la ciudad de Tacna, en Perú, tiene su centro en el sector de San Martín-Callao y Blondel, con la plaza, el Arco de los Héroes, la gran fontana francesa de los dioses del mar y la inconfundible postal de fondo representada por la Iglesia Matriz o Catedral de Tacna, declarada Monumento Histórico por resolución suprema del 26 de octubre de 1978.
Remontándonos por el hilo histórico, se sabe que el primer templo tacneño importante se hizo levantar por el primero de los curas párrocos que tuvo la ciudad, don Pedro Téllez, tras la fundación de la parroquia local el 17 de octubre de 1613. Posteriormente, Melchor Méndez, el quinto párroco, hizo construir en 1679, un nuevo el templo dedicado a San Pedro, Patrono de Tacna.
Faltaba mucho aún para que apareciera el templo matriz, ya en tiempos republicanos.
Sucedería que Perú firmó los controvertidos negocios con la Casa Dreyfus & Hnos. en 1869, cuando la crisis monetaria contrastaba diametralmente con la riqueza que generaba la industria del guano en las covaderas de Tarapacá. Justo en el año anterior, el 13 de agosto de 1868, había ocurrido el fatídico terremoto que destruyó e inutilizó la vieja iglesia tacneña, además de echar abajo a gran parte de la ciudad y de su gemela Arica.
A inicios del Gobierno de José Balta y Montero (1868-1872), el contrato con Dreyfus fue renovado contra la oposición del Ministro de Hacienda don Francisco García Calderón, razón por la que acabó reemplazado por Nicolás de Piérola, uno de los precursores del acuerdo. Con ello, la casa comercial comprometió grandes ventas de guano a Europa y enormes empréstitos de la banca judeofrancesa que, entre otras cosas, sirvieron para avances en obras públicas. Los pagos serían compensados con los derechos para extracción de las covaderas.
Cuentan autores como Fortunato Zora Carvajal, en "Tacna: historia y folklore", que los recursos obtenidos por el nuevo contrato permitieron a Perú iniciar un período de mejoramientos en edificios públicos, ferrocarriles y otras obras. Uno de los planes fue levantar la nueva Catedral de Tacna, tan recientemente arruinada.
Información reunida por la académico peruana Darci Gutiérrez Pinto, en su trabajo tesista "Gustave Eiffel en Perú: 1870-1890" (de quien hemos hablado ya al referirnos al caso del Puente de Fierro de Arequipa), particularmente de los "Anales del Cuerpo de Ingenieros del Perú" de 1874, confirman que hubo un primer proyecto "que empezaba a desquiciarse", debiendo ser detenido y demolido a poco de haber comenzado las obras, en 1872, para dar inicio a otro que había sido aprobado por la administración anterior y que fue encargado a un arquitecto de apellido Miecznikowski, durante ese mismo año. Empero, por la protestas de la supervisora Junta Central de Ingenieros y Arquitectos del Estado, se consideró la obra de dimensiones demasiado pequeñas en informes de enero de 1873, siéndole traspasada más tarde por el Gobierno al ingeniero y arquitecto de origen polaco Maximiliano Miney (o Mimey, en algunas fuentes), como veremos más abajo.
Es aquí donde comienzan las confusiones sobre la historia del edificio, pues si bien es muy posible que hayan participado de él varios autores y que miembros de la propia Junta Central tuvieran gran protagonismo en el proyecto, en la Memoria de Obras Públicas presentada al Supremo Gobierno por la misma, el 25 de julio de 1874, la junta señala que los planos aprobados por decreto supremo del 23 de septiembre de 1871, pertenecían a un señor de apellido Larrieu.
Aunque no he podido confirmar la fuente, éste es un posible dibujo del proyecto de la Catedral de Tacna basado en la propuesta Eiffel, mucho más marcado en su estilo neorrenacentista y romanticista que el resultado actual. Fuente imagen: Skyscrapercity.com, grupo de discusión "Tacna: Muestra urbana y fotos de caminantes".
La catedral, aún a medio construir, en el libro "Tacna y Arica bajo soberanía chilena", de Carlos Varas, en 1922.
La fachada del templo en nuestros días, con su iluminación nocturna.
La extendida creencia en Perú, sin embargo, asegura que la famosa casa francesa de Alexandre Gustave Eiffel, la Eiffel & Cie., se hizo cargo del proyecto y de los planos. Esto sucedía casi al mismo tiempo que se le pedía a la misma oficina tomar también el proyecto de la Catedral de Arica, otra obra que había sido destruida en el terremoto con maremoto de 1868.
La propuesta original de la Junta Central encargada a Eiffel, consistía en un edificio de 78 metros de largo por 32 metros de ancho en el crucero, con un domo central con arcos de ojiva a 37 metros de altura, además de otros menores distribuidos en lo alto hasta el ábside, dotados de linternas para iluminación y ventilación de los interiores. Todo concebido en metal (vigas, ojiva, muros, módulos interiores, columnas, etc.), el peso total de la catedral se calculaba en unas 700 toneladas.
Por otro lado, la propuesta que hizo Eiffel no reutilizaba los restos del templo anterior, como finalmente se hizo, sino que proponía un diseño de edificio totalmente nuevo e independiente, que no corresponde exactamente al que vemos hoy, salvo en parte de sus materiales estructurales y planta, lo que significa que su origen estaría en otros planos. Empero, la investigación de Darci Gutiérrez informa que esta compañía parisina se había adjudicado las dos primeras secciones de la obra que ya veremos, aunque su propuesta fuera muy semejante a la actual iglesia, de acuerdo a lo que se observa en algunas versiones publicadas en la prensa.
Sin embargo, la Junta Central enfrentó una reacción inesperada: la población tacneña se había opuesto a la intención de construir una iglesia en entera ferretería modular, como era esperable del estilo más característico de Eiffel, exigiendo que el templo fuese diseñado y construido con materialidad más tradicional, como la piedra canteada y el adobe. Y aunque el problema ya se había querido zanjar con una ley de 1869 que priorizaba en los planes la reconstrucción del templo, la discrepancia y los debates persistieron por algunos años más alargando el punto de inicio de las obras. Así, la Junta Central había considerado, en 1872, que las peticiones de los tacneños eran sólo fruto de la ignorancia y del desconocimiento del oficio.
Todavía en 1873, los ingenieros insistían al gobierno con el argumento de la actividad sísmica, en la conveniencias de construir con materiales y procedimientos más novedosos como metal y ladrillo contrarios a la voluntad popular, según se desprende del "Informe de la Construcción de la Iglesia Matriz de Tacna al Ministro de Estado en el Despacho de Gobierno, Policía y Obras Públicas", de ese mismo año.
Las intenciones de no desechar lo que se había construido antes tampoco prosperaban y así se llamó a la Junta Central para formular nuevas propuestas, en respuesta a sus observaciones de ese mismo año. Se llegó así a una nueva, esta vez con planos de Tadeo Strujemski, que requería de mayor espacio para el atrio y el ábside, por lo que se debió pedir autorización para despejar y retirar unos 60 metros más atrás del frontis.
Para concluir la obra, sin embargo, se acabó descartando la propuesta de metal y ladrillo, lo que fue un triunfo para la voluntad popular en Tacna. La confusión reaparece aquí, pues la búsqueda de los planos adecuados dio resultados con el mencionado arquitecto Miney, proyectándose un presupuesto de 200.000 soles de 48 peniques para la misma. Mas, aunque la propuesta Eiffel fuera descartada, veremos que el Gobierno Supremo llegó a un contrato con la casa francesa para que ésta se hiciera cargo de una importante parte de la obra.
A mayor abundamiento, Miney había ofrecido a la Junta Central una de las dos propuestas presentadas en 1873, tras paralizarse los trabajos anteriores del templo en vista de sus inconvenientes dimensiones, como dijimos. En general, el proyecto resultante era parecido al de Eiffel, incluyendo su trazado en planta, pero modificándose en parte los materiales y el aspecto de los techados. Esto significa que la famosa agencia francesa sí estuvo en los antecedentes históricos del templo, finalmente, sirviendo de base a la propuesta del siguiente arquitecto y a las estructuras de materiales metálicos usados tras llegar desde Francia.
Por otro lado, y como señala Darci Gutiérrez, a pesar del descarte de aquella propuesta, la Casa Eiffel de todos modos fue contratada para hacerse cargo del terraplén y la albañilería y de la parte metálica o de arquitectura estructural en hierro para la obra, conocidos como los lotes 1 y 2, que se licitaron por remate en 1875.
La Fuente de los Dioses del Mar con la Catedral de Tacna de fondo, dos de los más importantes y turísticos símbolos del Barrio Cívico de la ciudad, donde se realizan desfiles y actos públicos.
El frente del templo, visto desde la plaza. Se puede advertir por el aspecto de la materialidad que el pórtico central, con su frontón y pilastras, pertenecen a una fase constructiva posterior a la de las torres.
Vista de costado, por calle Blondel.
Costado izquierdo de la Catedral, por calle Callao (Fuente imagen: Perutoptours.com)
En rigor, sin embargo, su propuesta para la Catedral de Tacna nunca llegó a ejecutarse, así que muchas de las cerca de 40 toneladas de material ferretero y estructural que alcanzaron a llegar a la ciudad para el abortado proyecto de la Junta Central, acabaron siendo utilizadas en la construcción de puentes o vendidas por avisos en los periódicos, según consigna la mima investigadora y arquitecto.
Miney, por su parte, había proyectado un gran edificio de dos torres-campanarios y planta de crucero, con mucha influencia neoclásica y especialmente neorrenacentista, aunque con líneas fáciles de reconocer en la estética de ciertos templos franceses, juzgando las imágenes que por entonces se publicaron anticipando su aspecto. Hubo mucha atención del autor, además, en otorgarle al templo rasgos de monumentalidad y realzar la obra como el edificio más importante y alto de la ciudad, pero ajeno a los rasgos modernistas que había pretendido imprimirle la escuela de arquitectura en hierro francesa.
Los trabajos de construcción comenzaron el 6 de marzo de 1875, y es aquí donde reaparece Eiffel: fueron tomados por el contratista ingeniero Carlos Petot, representantes de la mismacompañía de francesa, bajo la dirección del mencionado arquitecto Strujemski. Se ejecutaron así por la empresa belga Moisant, Laurent, Save & Cie., subcontratada por la Eiffel, y se cumplió honorablemente con la voluntad tacneña de utilizar material de piedras canteadas, extraídas de los cerros Intiorko y Arunta, sobre armazones interiores de hierro y acero que asegurarían su resistencia a los terremotos.
Sin embargo, la firma encargada de las obras comenzó a tener dificultades financieras que llevaron a detener los trabajos en 1878, posiblemente por falta de presupuesto y urgencias derivadas del terremoto del año anterior, pero en lo que se creía iba a ser sólo una postergación pasajera, ya que gran parte del material necesario había llegado ya a Tacna. A la sazón, las obras aún se hallaban bajo la mitad de lo proyectado, pero los cimientos, niveles inferiores, zócalo de piedra y torres estaban avanzados.
La postergación se prolongó y sobrevino el estallido de la Guerra del Pacífico en 1879, pasando la ciudad a manos chilenas con la Batalla del Alto o Campo de Alianza de Tacna, el 26 de mayo de 1880. No es real, entonces, que la guerra misma haya detenido las obras, como aseguran algunos autores en nuestra época, pues las labores estaban paralizadas desde antes a causa de las cuestiones económicas y de las revueltas políticas. No obstante, ciertamente el estado beligerante y el drástico cambio administrativo alargaron por mucho tiempo más el retraso, pasando décadas en que el edificio se vería sólo como una estructura con sus dos torres paralelas, sin las cúpulas, rodeada del murallón pero con sus naves abiertas y destechadas, sin divisiones intermedias ni las arcadas interiores.
En un informe de 1911, presentado por el parlamentario, periodista y escritor Anselmo Blanlot Holley al Gobierno de Chile e intitulado "Memoria sobre Tacna y Arica", se lee una intresante descripción del edificio y de las obras pendientes que se sugiere retomar a la brevedad, consejo que seguramente no fue acogido por la incertidumbre sobre la permanencia de la ciudad en la soberanía chilena. Citado por Carlos Varas en "Tacna y Arica bajo soberanía chilena", decía allí Blanlot:
"La terminación de los trabajos de la Iglesia Matriz de esta ciudad se impone con caracteres de urgencia no sólo porque no hay templo alguno que se halle en condiciones de servicio, sino porque día a día se aumenta el riesgo de que destruya lo edificado o se deteriore hasta convertirse en inservibles las piezas de fierro destinadas a la construcción del edificio.
Corrió a cargo de la construcción de aquel edificio el ingeniero francés señor Petot. El plano fue confeccionado por Eiffel, el famoso constructor de la torre que lleva su nombre.
El estilo de la Iglesia, a juzgar por las murallas de circunvalación y las torres, es hermosísimo. En un sótano que existe bajo el piso del templo se encuentran la piezas de fierro destinadas a la techumbre, pilares y ornamentación. La acción del tiempo habrá tal vez desperfeccionado los ajustes de algunos de esos materiales pero la casi totalidad, según ha podido verse, se halla en buen estado. En todo caso el arreglo o reposición sería relativamente fácil.
La solidez de la obra de piedra es admirable: desde 1876 a 1877, en que se paralizó la obra por el agotamiento de los fondos o incuria del Gobierno peruano, se mantienen las murallas y las torres sin el más leve desperfecto, no obstante los grandes temblores que ha habido durante ese interregno.
Nada justificaría que se dejara destruir por la acción del tiempo una obra llamada a ser, en su género, una de las más bellas del país. Tarde o temprano habrá que construir un templo parroquial en Tacna, pues no es posible dejar indefinidamente sin culto a una población creyente, y es preferible y económico aprovechar lo que hay a medio hacer antes que empezar una edificación nueva.
Para continuar los trabajos haría falta el plano, pero este inconveniente no sería insuperable para un arquitecto ilustrado".
Vista del frontón y de la torre del reloj.
Ábside del templo, por la Plaza Juan Pablo II.
Estatua de Juan Pablo II, poca semanas después de su inauguración.
Vista hacia el fondo, en dirección al acceso y al coro (Fuente imagen: Tripadvisor.com).
Después del larguísimo período de controversia entre Chile y Perú por la cuestión de Tacna y Arica, la primera ciudad regresó a manos peruanas gracias a la firma del Tratado del 3 de junio 1929, mientras que la segunda quedó a perpetuidad en las chilenas. La ejecución del traspaso se realizó solemnemente el 28 de agosto, día en que se hizo celebrar la reincorporación de Tacna con el toque de una campana provisoriamente colocada en la torre derecha.
También se había colocado un reloj la torre izquierda de la inconclusa catedral, pero por alguna razón su mecanismo nunca funcionó con mucha precisión y acabó siendo retirado de su primera ubicación. Desconocemos si aquel reloj o parte de él, sea el mismo que hoy está en esa torre.
Decididos a concluir la obra por tanto tiempo postergada, en la Ley Tacna del 17 de marzo de 1950, el gobierno del llamado período del Ochenio consideró un presupuesto especial del Ministerio de Fomento para terminar el edificio, echando mano en gran medida a los denominados fondos pro-desocupados. La buena noticia fue tomada con júbilo por la paciente comunidad tacneña.
El presupuesto fue estudiado y propuesto por los ingenieros Antonio Jiménez y Víctor León Bustamante, quienes elaboraron las bases del llamado a licitaciones. La empresa ganadora fue la Garibaldi Hnos. S.A., del ingeniero Óscar Garibaldi Portocarrero, resultado anunciado el 25 de abril de 1951, ya en el Gobierno de Manuel A. Odría. Empero, como no se sabía ya del destino de los planos originales, tuvo que reformularse el diseño del edificio en base a lo que ya estaba en pie de él, encargándose el proyecto al arquitecto peruano  Luis F. Goycochea. La ingeniería, en tanto, quedó confiada a la oficina de Víctor A. Estremadoyro y Carlos Pérez Reyes.
Las nuevas obras se iniciaron con gran atención de la ciudadanía. Además de piedra, se usaría concreto en esta última fase de construcción del edificio, sumado a la resistencia de varillas de acero de 2.800 kilos cada una, que han asegurado su resistencia ante los terremotos. El sábado 28 de agosto de 1954, en el aniversario 25° de la reintegración de Tacna, la iglesia fue inaugurada y entregada a la ciudadanía con una gran ceremonia dirigida por el Obispo Carlos Alberto Arce Masías.
La obra entregada a la ciudad tenía un contenido emitivo para sus habitantes: casi 80 años habían transcurrido desde iniciada la construcción del mismo edificio, en 1875, por lo que debían quedar poquísimos tacneños vivos que alcanzaron a ver en la tierna infancia los andamios de la primera etapa.
El aspecto definitivo de la Catedral, entonces, mantuvo el rasgo neorrenacentista que le procuró Miney, aunque se trata de una iglesia bastante sobria, especialmente en su ornamentación y su interior. Con su exterior y sus estructuras de piedra calcárea rosácea, abarca unos 2.000 metros cuadrados y cuenta con una cripta y subterráneos que alcanzan unos 1.000 metros cuadrados aproximadamente (los trabajos de este nivel se prolongaron por algunos años más). Destaca también su gran cúpula central. Y aunque la simétrica fachada se imponga a todas las imágenes y ángulos que permita el entorno de la manzana completa que ocupa, no deja de ser interesante su ábside de cierto toque neorrománico, hacia la ex Plaza de las Américas y calle Chiclayo.
Vista interior de la nave central.
Imagen de San Martín de Porres, junto al altar.
La Virgen de la Macarena.
El Jesús del Gran Poder.
Vista de la nave mayor hacia el altar (Fuente imagen: panoramio.com/photo/18906191).
El interior del templo es de tres naves y cañón central, divididos por arcadas e iluminados naturalmente desde las linternas y los artísticos vitrales por las filas laterales de vanos.
El altar mayor  de mármol, de cuidadosa factura, está consagrado a los santos patronos de la ciudad: la Virgen del Rosario, al centro, y San Pedro Apóstol, en la parte superior del conjunto.
De entre las demás figuras religiosas y capillas, destaca el venerado santo peruano Martín de Porres, al costado derecho junto al altar; la imagen del Jesús del Gran Poder, realizada por el artista Antonio Illanes Rodríguez hacia 1953 (copia de su propia obra homónima en España); y una de la Virgen de la Macarena atribuida por algunos al malagueño Pedro Pérez Hidalgo. Esta última imagen, sin embargo, reemplazó a otra más ostentosa y realista de la misma advocación mariana, hecha por José Alarcón Santa Cruz y trasladada después al Colegio Corazón de María.
La catedral también atesora una reliquia relacionada con la beatificación de Juan Pablo II: una ampolla con gotas de sangre del fallecido papa polaco. Quizás por esto, se ha levantado al medio de la plaza atrás del templo una estatua de más de dos metros para el Papa Juan Pablo II, que originalmente iba a ser colocada en Parque Perú. Así, la Plaza de las Américas fue renombrada como Plaza Juan Pablo II Padre de las Américas, en mayo de 2011, al ser develada la gran escultura sobre un pedestal en un jardín circular, por los mismos días en que Roma anunciaba la beatificación del fallecido pontífice. Está acompañada por un monolito de piedra con la famosa frase suya: "SÓLO EL AMOR CONSTRUYE. EL ODIO DESTRUYE. Juan Pablo II".
A lo largo de su historia y esperas, la catedral ha recibido muchos mejoramientos en interior y en su entorno, como la demolición de las antiguas viviendas de su costado izquierdo y la construcción de la actual explanada, aunque esta remodelación se llevó algunos arbolitos que crecían cerca de su frente y que le daban cierto encanto profano, hasta hace no muchos años. Sin embargo, la existencia de filtraciones en los entubados de aguas del sector de calle Blondel con antiguos ductos de concreto, ha provocado algunos problemas y desafíos para la mantención del edificio.
Como dato curioso, cabe recordar que los planos y diagramas guías de Goycochea también estuvieron perdidos por largo tiempo, hasta que fueron reencontrados y dados a conocer recién en 2014. Aparecieron en Lima, en un baúl de recuerdos familiares en la casa de doña Edith Sánchez Moreno Jiménez, viuda del constructor Óscar Garibaldi, donde los halló una sobrina tacneña del arquitecto e ingeniero, doña Charito Valdivia Sánchez. Ella los mostró al historiador también tacneño Luis Cavagnaro Orellanda, y así volvieron a ver la luz estos preciados documentos, después de tantos años durmiendo en el sueño de los justos.

EL COLOSO DE CONSTANTINO: LOS RESTOS DE UN GIGANTE EN LOS MUSEOS CAPITOLINOS

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Ilustración del holandés Maarten van Heemskerk, en el siglo XVI, mostrando la Estatua de Hércules y los restos del Coloso de Constantino en el patio del Palacio de los Conservadores, en la Plaza del Campidoglio.
Coordenadas: 41°53'30.94"N 12°29'17.78"E (ubicación original) / 41°53'34.78"N 12°28'56.94"E (ubicación actual)
El acceso principal de los Museos Capitolinos de Roma (Musei Capitolini, en el Campidoglio), está en el Palacio de los Conservadores (Palazzo dei Conservatori), junto a la plaza. Este edificio fue el primero que albergó las colecciones donadas por el Papa Sixto IV en 1471, dando inicio al más antiguo de los museos del mundo, distribuido hoy entre los edificios del Monte Capitolino y conectados por galerías subterráneas.
Al traspasar las magníficas entradas del Palacio de los Conservadores, diseñadas por Miguel Ángel en el siglo XVI, cruzando el pasillo se llega a un patio solar o cortile interior de adoquines y pilastras, con una gran "X" circunscrita dentro de un cuadrado, ambas figuras trazadas en su suelo. Allí pueden admirarse los restos de antiguas estelas con figuras escultóricas del Palacio de Adriano y piedras con frisos o blasones empotrados en los muros, representando a las antiguas provincias de la Roma Imperial.
Sin embargo, en este patio destaca frente a esta línea de esculturas y blasones de piedra, una especie de gran rompecabezas antropomorfo de mármol, ya desarmado: los fragmentos de un extraordinario coloso del Emperador Flavio Valerio Aurelio Constantino, alguna vez una de las estatuas más grandes y solemnes de toda Roma. Están contra un muro formado por arcos de medio punto ya cerrados, que en el pasado daban acceso al estatuario donde se acogían algunas de las obras más valiosas de la Ciudad Eterna.
Reconstrucción de la Basílica de Massenzio en el póster "Roma Antica" (de "Roma la Citá Eterna"). El ábside lateral que se observa en el edificio, con aspecto de medio silo a la izquierda de la imagen, era el espacio que albergaba en su interior a la estatua gigante de Constantino.
Reconstrucción con el posible aspecto del Coloso de Constantino, en su ábside dentro de la Basílica de Massenzio. Fuente imagen: Antoniohernandez.es.
Reconstrucción de la estatua dentro del gran salón de la basílica. Los fragmento en color terracota corresponden a los restos que aún se conservan en pie del enorme edificio. Fuente imagen: Grosirbajusurabaya.top.
Sanguina de Fuseli, "El asombro artista ante la grandeza de las ruinas antiguas", mostrando la mano y un pie hacia 1780.
Estos trozos corresponden a una extraordinaria estatua de Constantino que estaba dispuesta al interior de la Basílica de Massenzio o Majencio, en el Foro de Roma, enorme edificio administrativo del siglo IV, sede de tribunales y de la prefectura, del que ya hemos hablado antes comentando también que su arquitectura de naves y cañones ha servido de base para los templos de la Era Cristiana.
La escultura medía 12 metros de altura y mostraba a Constantino el Grande sentado en su trono. Se ubicaba en un gran nicho-cabecera o ábside lateral del edificio, entre dos columnas de mármol en su lado Oeste. Estaba confeccionada con la técnica antigua del acrolito: mármol en las partes expuestas o desnudas (rostro, manos, pies, etc.), y otro material en la parte que se supone cubierta por prendas, en este caso con revestimientos de bronce y quizás mármol precioso de colores. La estructura habría contado también con piezas de madera y ladrillos.
Existe la teoría de que, originalmente, el coloso iba a estar dedicado al Emperador Massenzio, iniciador de las obras de esta construcción, pero el orgullo de Constantino se impuso y reconvirtió el proyecto en uno para complacer su bien ganada soberbia y grandeza. La derrota de Massenzio frente a los ejércitos de Constantino, en la Batalla del Puente Milvio, coincidía justo con la etapa de término de la basílica en el año 312, así que no extrañaría que el emperador haya querido apoderarse de la obra, si acaso ésta existía ya o estaba en construcción. Se la ha fechado aproximadamente entre ese año y el 315, además. Más aún, fue tanto lo que el emperador hizo imprimir de sí en la identidad del edificio, que también fue conocido como la Basílica Constantiniana.
Vista del patio del palacio, hacia la Plaza del Campidoglio (tras el acceso).
Vista de todos los fragmentos de la estatua, en el patio del palacio.
El patio, desde el segundo piso del edificio.
Grupo del codo, cabeza, rodilla y mano. Una turista imita la seña de esta última.
La famosa postal turística del pie del Coloso de Constantino y el gato romano. La he visto impresa por dos casas fotográficas, así que no sé cuál sea exactamente el origen.
La estatua parece haber sido saqueada y desmantelada en algún período, para quitársele el bronce que se cree tuvo y parte del mármol. Los fragmentos que quedaron de ella fueron recuperados en excavaciones realizadas en las ruinas de la basílica, en el año 1486, y se las trasladó hasta el recientemente fundado Museo del Monte Capitolino, al parecer siendo depositados en el espacio correspondiente al actual patio del Palacio de los Conservadores, donde aún se encuentran visibles y admirables.
Inmediatamente después de la recuperación de estas piezas, sorprendieron las proporciones que se evidenciaban para la destruida estatua, a través de las mismas
Durante la gran remodelación del palacio, en el siglo XVI, muchas de las obras de arte que almacenaba fueron trasladadas hasta el salón principal del edificio, pero los grandes fragmentos del Coloso de Constantino permanecieron en el patio, si la información con la que contamos es correcta.
Una ilustración realizada por el artista Maarten van Heemskerk, por aquellos años, muestra a los trozos del monumento distribuidos alrededor de la Estatua de Hércules y su pedestal, que alguna vez estuvo también en este mismo espacio abierto.
Modificaciones del año 1720, cambiaron otra vez el aspecto del patio o cortile, modificando las paredes de fondo, ampliando pasillos y agregando un pórtico diseñado por el arquitecto Alessandro Specchi, acogiendo desde entonces y por algún tiempo, otro grupo escultórico de enorme valor: la Diosa Roma y dos Bárbaros de la Colección Cesi, adquiridas para el museo por el Papa Clemente XI.
Proveniente de la misma centuria, en el Museo de Kunsthaus de Zürich, existe una interesante obra en técnica de sanguina, hecha entre 1778 y 1780, por el ilustrador suizo Johann Heinrich Füssli (Fuseli). Este trabajo, titulado "L'artista sgomento di fronte alla grandezza delle rovine antiche" ("El asombro artista ante la grandeza de las ruinas antiguas"), muestra lo que sería una estilización del pie izquierdo sobre su pedestal y la mano con el dedo índice erguido, mientras un personaje cae sublimado a su lado, como embelezado por la majestuosidad de la obra que queda del Coloso de Constantino.
Ya entrando en el siglo siguiente, se agregaron al mismo patio los relieves con las provincias y trofeos de armas provenientes del Templo de Adriano, representando los territorios que pertenecieron al Imperio Romano en el momento de máxima expansión.
Los trozos visibles de la colosal estatua de Constantino, mirados de derecha a izquierda, corresponden a los siguientes:
  • El pie izquierdo, de más de dos metros de largo, muy famoso en la iconografía romana. Una de las postales fotográficas más vendidas a los visitantes de la ciudad y del museo, muestra este pie con un gatito romano, echado en sus dedos de impecable blancura. El enorme pie, tanto o más conocido que el de la Vía del Pie de Mármol en la misma urbe, está sobre un pedestal propio fechado en 1636 y con inscripciones en latín.
  • Un fragmento no señalado, posiblemente de la articulación de un brazo o pie.
  • Otro fragmento no señalado, el menor y menos definido de todos, que no aparece en las reseñas.
  • Un hermoso segmento de columna adornada, con motivos escultóricos de hojas y grecas de swásticas. No sabemos si fue parte de una de las dos columnas que acompañaban a la estatua en la ábside o de alguna otra parte del coloso.
  • La parte de lo que parece ser la rótula de la rodilla izquierda.
  • El pie derecho completo hasta poco más abajo del tobillo, también sobre un pedestal con inscripciones en latín.
  • Una canilla de la pierna derecha, con parte de la pantorrilla, montada sobre un cuño de piedra para mantener la posición vertical.
  • Una mano derecha con su dedo índice en alto, también sobre pedestal empotrado. La seña congelada en esta pieza ha creado la costumbre de los turistas de fotografiarse a su lado repitiendo el gesto con sus dedos, según lo que observamos durante un rato en este patio. Curiosamente, existe otra mano derecha casi igual hallada en las ruinas de la basílica, sólo con diferencias leves. Aunque no está a la vista en el patio, se estima que fue parte del mismo Coloso de Constantino. La explicación a la existencia de ambas manos derechas es la de un posible cambio de la pieza: se reemplazó la mano con el cetro por otra con una cruz u otro símbolo cristiano, según se teoriza.
  • La rodilla derecha, en la parte que equivale a la ubicación de la rótula y un pequeño tramo del muslo.
  • El inconfundible rostro del emperador, gran parte de la cabeza y cuello de la estatua, de dos metros y medio, sobre un pedestal empotrado en el muro que casi duplica esa altura. Esta imagen, esculpida en estilo hierático, ha servido de base a muchas representaciones y retratos de Constantino el Grande, con su nariz aguileña, mentón prominente y ojos de mirada contemplativa, rasgos propios de la representaciones divinas clásicas.
  • El enorme codo derecho, con parte del brazo y del antebrazo, hecho en estilo tan realista que incluso se distinguen las venas y parte de la musculatura.
Las piezas fueron restauradas en trabajos de los años 2000 y 2001. Durante el 2007, en febrero, se realizó un escaneo en tres dimensiones de los restos, para elaborar las reconstrucciones más fieles que se hayan hecho del aspecto que debió tener la estatua, a petición del Estado de Renania-Palatinado. Las reconstrucciones y vaciados de las piezas resultantes, fueron exhibida en noviembre de ese año, en la muestra "Constantino el Grande" de Tréveris (Trier), Alemania, permaneciendo algunas en galerías y en ornamentación de la misma ciudad.
Lo que queda de la colosal estatua de Constantino, sigue ordenado contra el muro al costado Norte-poniente del cortile, donde están los arcos cerrados y un pórtico hacia el Museo de Columnas, una sala de exposiciones temporales y otras dependencias dentro del extraordinario recinto museológico romano.

TESOROS DEL HOMBRE Y LA NATURALEZA EN EL VALLE DEL ENCANTO

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Imágenes de un recorte de revista científica norteamericana de hace más de 35 años, que atesora don Clemente entre sus cachivaches. Es él quien sale de joven en la fotografía impresa, señalando algunas pictografías a la cámara. Presumo que puede tratarse de un ejemplar de la "National Geographic".
Coordenadas:  30°42'16.37"S 71°22'27.74"W
Uno de los museos arqueológicos abiertos más interesantes del Norte Verde de Chile, en la Región de Coquimbo, es el hechizante y bien llamado Valle del Encanto. Se ubica relativamente cerca de los Los Socos y sus termas, por ahí donde estuvo el escenario del Combate de Salala durante la Guerra de Independencia.
Encontrándoselo a unos 22 kilómetros al Sur-poniente de Ovalle, en la Quebrada del Espinal de la red del Estero Punitaqui, al Sur del Río Limarí, al parque se llega por la Autopista 45, doblando en el sector Santa Rosa y Viña Tabalí hacia el Sur, por el Camino D-589, que se interna hacia las quebradas bordeando enormes estancias y viñedos.
Luego de unos cuatro kilómetros casi rectos, se arriba en la caseta del guardaparques, punto de inicio de la visita. Allí los recibirá don Clemente Pizarro, que por más de 37 años ha estado en el acceso del parque, trabajando para las distintas administraciones que ha tenido este sitio: primero, la Corporación Nacional Forestal (CONAF), luego el Consejo de Monumentos Nacionales y actualmente la Municipalidad de Ovalle. En el mismo lugar, nuestro anfitrión vende también libros, postales, camisetas estampadas y recuerditos varios para visitantes, algunos de estos último hechos con sus manos. No veía a don Clemente ni al parque desde una visita al Desierto Florido durante el año 2000, así que fue bueno saber de él después de largos 16 años.
La Cara del Diablo (su lado sufriente).
Cumplido el protocolo de registro y un muy económico pago del acceso, se continúa hacia por el sendero descendiendo hasta el borde de la quebrada, donde la grandeza de las tres o cuatro hectáreas del lugar, enfatizo que tan merecidamente llamado Valle del Encanto, revienta esplendorosamente ante los ojos del visitante, que encuentra allí también cómodas áreas de picnic y camping. Como dice Manuel Peña Muñoz en sus "Chile. Memorial de la tierra larga":
"En el silencio del paisaje rodeado de arbustos y cactus, estas figuras geométricas muy simples, sugieren más que dicen expresamente. Algo de magia, algo de poesía, algo también esotérico vinculado a la actividad mágico religiosa de un pueblo remoto".
De partida, quizás se trate de la mayor concentración en Chile de piedras tacitas y piedras morteros en un mismo lugar geográfico, con la mayoría de sus cazoletas señaladas por pequeños postes encorados a los lados de los senderos. Mas, sólo se trata de una parte de las maravillas, pues el asombro queda complacido también al empezar a encontrarse con las pictografías y muy especialmente los petroglifos de máscaras ceremoniales, muchos de cuyos diseños han aportado algunos de los elementos más conocidos e importantes de la iconografía cultural de la región.
Dos rostros-máscaras con penachos o tiaras, sector cerca del estero.
El sitio del Valle del Encanto fue hallado por arqueólogos en 1946, según la mayoría de las fuentes de Internet que se refieren a él. Sin embargo, la primera vez que se publicó un estudio sobre él, fue por Jorge Iribarren en el artículo "Paradero indígena del Estero Las Peñas, Ovalle-Provincia de Coquimbo", en "Publicaciones del Museo Arqueológico de La Serena - Boletín" N° 4 de 1949.  Como se ve, Iribarren llamaba en aquel año al sitio arqueológico como Las Peñas, tal vez el nombre que recibía antes entre los locales por las formaciones rocosas y loma de pictogramas y tacitas ubicado al oriente del conjunto arqueológico.
Con relación a lo anterior, tengo cierta información oral sugiriendo que los lugareños ya conocían este lugar (y su secreto) antes de ser descubierto por la ciencia, de donde provendría también la identificación con una leyenda sobre "encantados": se cuenta, pues, de un Peñón del Encanto, en el señalado sector oriente del parque, donde una rubia y resplandeciente doncella dada a la hechicería, realizaba sus ritos mágicos haciendo flotar entre sus manos unas naranjas de oro. Sin embargo, desaparecían ella y sus esferas al instante cuando algún intruso intentaba atraparlas.
Pero no termina allí la historia: un día, un enamoradizo indígena de la zona observó a la muchacha en medio de su ritual y quedó embelezado con la belleza de semejante ninfa, esperándola por varios días para que apareciera otra vez sobre la loma. Sin embargo, cuando la dulce mujer apareció otra vez y él se le arrojó encima decido a poseerla, quedó cegado al instante por el relámpago de brillo de sus cabellos y sus naranjas de oro refulgente. Cuando por fin recuperó la vista esa noche, con el corazón roto y sintiendo la depresión del rechazo, el infeliz indígena se suicidó saltando desde las rocas del peñón. Desde entonces, esta leyenda ovallina es conocida como la Doncella del Valle del Encanto.
A partir de los años sesenta, el santuario ancestral del Valle del Encanto fue relacionado con la Fase Quebrada Honda (Arcaico Tardío) y Complejo Cultural El Molle (período 500 a 700 después de Cristo), aunque veremos que existen huellas de la presencia de cazadores en el lugar desde el año 2.000 antes de Cristo. Dicha primera contextualización geográfica se debe a los excavaciones y publicaciones realizadas por Gonzalo Ampuero y Mario A. Rivera entre 1964 y 1971, seguida de trabajos como los de Grete Mostny y ‎Hans Niemeyer a principios de la década siguiente, no obstante que ha sido objeto de revisiones.
Petroglifo del "Marciano" o "Extraterrestre", famoso entre amantes del tema ovni.
Los pueblos relacionados con el Complejo Cultural El Molle, de mucha presencia en la toponimia regional, tenían un estilo de vida como pastores de camélidos y horticultores, y se hallaban en un amplio sector entre el Valle de Copiapó y el Río Choapa, según lo demuestran sus enterramientos en forma de túmulos y pircas circulares. El complejo de la Región de Coquimbo, además, parece demostrar contactos con culturas atacameñas, como San Pedro de Atacama, y la Condorhuasi del Norte de Argentina, extendiéndose su relación hasta la cultura Llolleo en la Zona Central costera, incluso más al Sur.
Sin embargo, estudios más recientes explican que el sitio arqueológico en realidad se compone de cuatro etapas cronológicas de asentamientos culturales, lo que explicaría las superposiciones de estilos y técnicas en sus obras precolombinas, como puede comprenderse del artículo "Arte rupestre en el Valle del Encanto (Ovalle, Región de Coquimbo): hacia una revaluación del sitio-tipo del estilo Limarí" (publicado en "Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino" N° 2 de 2008):
  1. Período Arcaico, desde hace 4.000 años hasta inicios de la Era Cristiana.
  2. Período Alfarero Temprano, correspondiente al Complejo Cultural El Molle.
  3. Período Intermedio Tardío, correspondiente a la cultura Diaguita.
  4. Período Tardío, correspondiente al influjo Inca.
Destaca en el valle una gran cantidad de petroglifos rupestres hechos en dos estilos: unos en bajorrelieves, y sea profundos o suaves, especialmente las ubicadas por el lado del estero; y los de dibujos por raspado-picado de la superficie de grandes rocas, especialmente sobre alguna que tenían una cubierta natural de óxido rojizo, tendiendo a ser menos visibles que los anteriores. Cada grupo de petroglifos tiene su nombre y numeración dentro del paseo.
Otro de los "Marcianos" de los petroglifos en el parque.
Entre lo 69 bloques reconocidos de arte rupestre petroglífico, llama la atención la presencia de personajes con grandes tocados en formas de penachos semicirculares u ovalados de los que ya hablaba Iribarren en sus estudios: las cabezas-tiaras, 13 en total, con máscaras o indumentarias en su rostro que parecen formar parte de un atuendo ritual y que los expertos han definido como el estilo Limarí de arte rupestre, siendo las horas cenitales las mejores para poder distinguir sus trazados. El mencionado autor las asocia estos motivos a influencia incásica directa, considerando por referencia la famosa crónica de Guamán Poma de Ayala a inicios del siglo XVII, pero esta teoría ha sido tomada por errónea en investigaciones posteriores.
Otras figuras de grabados más superficiales suman 173 diseños, de los cuales hay algunos que tienen antenas o rayos saliendo de sus cabezas, manos de tres o cuatro dedos y una posición del cuerpo que semeja alguna clase de danza ceremonial. Algunos tienen un aspecto tan intrigante que han sido llamadas popularmente Marcianitos o Extraterrestres, echando a andar la batería imaginativa de los buscadores de astronautas antiguos. Una de ellas, en particular, ha dado argumento a muchas especulaciones estilo Eric von Däniken o Giorgio Tsoukalos, pues se aprecia junto al extraño ser lo que muchos han querido interpretar como la representación de una nave espacial.
Las más de 100 piedras con tacitas, en tanto, lucen cazoletas de forma redonda (cupuliforme), o bien ovaladas (elipsoides) y casi geométricas (rectangulares y cuadrangulares), siempre ubicadas en posiciones horizontales, sobre rocas más o menos planas o bien lisas. Sus tamaño varían de 10 a 15 centímetros, y la profundidad va entre 4 y 8 centímetros. Algunas rocas con tacitas superan las 20 unidades y, curiosamente, a medida que se desciende por el curso del estero y la quebrada, se van encontrando cazoletas cada vez más grandes, hasta llegar a un gran pozón de más de dos metros de profundidad, conocido como Baños o Baño del Inca, que debe tener un origen natural por erosión de rocas y agua, aunque popularmente se cree que hubo intervención humana en él.
Paisaje de la quebrada, en el Valle del Encanto.
De los grupos de tacitas destacan las llamadas Huellas de Adán, por el sector del peñón junto al estero, al oriente del parque, semejantes a pasos paralelos petrificados, por su diseño elíptico. Del lado contrario del parque, hacia el poniente de la quebrada, está otro grupo de tacitas llamado Cara del Diablo, con una leyenda propia según la cual el Príncipe de los Infiernos dejó estampado su rostro sobre la piedra en un tropiezo o bien cuando aquel suelo era blando y moldeable. Son dos caras con los mismos ojos, en realidad: una principal, de dolor o espanto, vista desde un lado, y otra secundaria, de odio o furia, vista desde el otro.
Con respecto a las pictografías hechas con pintura, quedan unas 12 de color rojizo, pero en mal estado de visibilidad, por no decir que pésimo. Corresponden a figuras abstractas rítmicas, de trazos y, en su mayoría, muy diferentes a los motivos de los petroglifos, con una que otra figura de insinuación antropomórfica en su diseño..
El Valle del Encanto fue declarado Monumento Histórico Nacional por Decreto Supremo N° 158 del 5 de febrero de 1973, "por su gran interés arqueológico y la existencia en él, de grabados y pinturas rupestres de inestimable valor". El Decreto Ley N° 574 de 1974, por su parte, declaró al Valle del Encanto como Parque Nacional, que a la sazón estaba en la Comuna de Punitaqui. La misma ley estableció tal categoría para el Parque de Bosques Petrificados de Pichasca, de la misma región, entre otros lugares.
En abril de 2005, hubo valiosos trabajos de reforestación del parque, ejecutados por estudiantes del Campus Limarí de la Universidad de La Serena. Cuatro décadas después la declaratoria de Monumento Histórico, por Decreto N° 113 del 5 de marzo de 2013, además de reconocerse los cuatro períodos cronológicos y culturales presentes en el sitio arqueológico, se fijaron sus límites en los siguientes parámetros:
  • Tramo A-B: Límite Norponiente, línea de pie de cerro.
  • Tramo B-C: Límite Norponiente, línea de quebrada.
  • Tramo C-D: Límite Norponiente, línea de altas cumbres.
  • Tramo D-E: Límite Nororiente, línea de solera oriente de camino existente sin pavimentar.
  • Tramo E-F: Límite Nororiente, línea de quebrada.
  • Tramo F-G: Límite Norte, proyección desde fin de quebrada hasta cota más alta.
  • Tramo G-H: Límite Nororiente, línea proyectada desde cota más alta hasta fin de la quebrada.
  • Tramo H-I: Límite Nororiente, línea que va desde inicio de la quebrada hasta su cota más alta.
  • Tramo I-J: Límite Oriente, línea de quebrada y su proyección hasta el camino que la intersecta.
  • Tramo J-K: Límite Surponiente, línea de solera poniente de camino existente sin pavimentar.
  • Tramo K-L: Límite Surponiente, línea proyectada entre camino existente sin pavimentar y el inicio de la línea quebrada.
  • Tramo L-M: Límite Suroriente, línea de quebrada.
  • Tramo M-N: Límite Suroriente, línea de curso de agua.
  • Tramo N-Ñ: Límite Suroriente, límite de pie de cerro.
  • Tramo Ñ-O: Límite Suroriente, línea que va desde el inicio de la quebrada hasta la cota más alta.
  • Tramo O-P: Límite Suroriente, línea de altas cumbres.
  • Tramo P-Q: Límite Suroriente, línea de altas cumbres.
  • Tramo Q-R: Límite Suroriente, línea de solera Norte del camino existente sin pavimentar.
  • Tramo R-A: Límite Sur, línea de pie de cerro y su proyección hasta la línea de la quebrada.
Piedra tacita, sector central del parque. Más de 25 cazoletas en la roca.
El potencial turístico de este sitio está en pleno desarrollo, a pesar del tiempo transcurrido desde su reconocimiento científico y oficial, por lo que un plan de inversiones podría convertirlo en uno de los sitios patrimoniales más valiosos y visitados de toda la región. Un incendio ocurrido en el verano de 2015, sin embargo, recordó a los ovallinos la fragilidad de estos paisajes cuando son tocados por los hombres, aunque por fortuna no provocó demasiados daños.
Casi desde que la CONAF implementó el parque con senderos entre el verdor de arbustos y copaos por las laderas, don Clemente ha estado cuidando este sitio y oficiando como atento recepcionista de los visitantes. Un proyecto de la Municipalidad de Ovalle permitió recuperar su valor como centro arqueológico, más allá de ser sólo lugar de recreación y asados al aire libre, para felicidad de todos manteniendo al histórico y experimentado guardaparque en el lugar.
Así, don Clemente sigue allí en las puertas de la historia arqueológica y la exhuberancia natural del Norte Chico, acompañado por su colega y guía Salvador Araya (otro de los convencidos de que podría haber algo "alienígena" en las representaciones rupestres de las rocas); y ambos por la fauna local de aves cantoras o rapaces, tarántulas chilenas y los divertidos roedores conocidos como degús o degúes, que pasean generalmente en parejas su gordura por los senderos y caminitos de este parque bendito.
VALLE DEL ENCANTO (OVALLE, CHILE)

LA SEDUCCIÓN HISTÓRICA AREQUIPEÑA EN LA CASONA DE SANTA CATALINA

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Coordenadas:  16°23'46.71"S 71°32'10.95"W
Sucede algo extraño e injusto con la Casona de Santa Catalina 201 en Arequipa, ubicada a poca distancia de la Plaza de Armas de la ciudad peruana: situada exactamente en la esquina de Santa Catalina con Ugarte, es tanto el esplendor barroco colonial de la arquitectura dominante del barrio, que su fachada de sólo un piso, sin grandes portales de piedra y de propuesta más neoclásica, pasa como algo tibio a la luz del día, opacada por lo más típicamente arequipeña del entorno.
Caí en este imperdonable desdén del mal visitante, un día de aquellos en que pasé de largo frente a su arco de portal. Sin embargo, al verla en otra jornada durante horas en que ya había oscurecido, magníficamente iluminada y radiante, de inmediato sentí el embrujo misterioso de la Casona de Santa Catalina, como tantos turistas lo hacen también cada día. Ya no tengo dudas de que este lugar es otro de los tesoros más valiosos de la arquitectura arequipeña.
La casona fue construida hacia mediados del siglo XVIII, según se calcula, y es presumible que hayan participado en la obra alarifes indígenas y mestizos. Se la levantó sobre uno de los terrenos más antiguos de la ciudad originaria, donde estaban algunos de los solares de la primera repartición de terrenos tras la fundación de Arequipa, suponiéndose que podría haber pertenecidoal conocido encomendero Lucas Martínez Vegazo entre sus primeros dueños.
Su origen netamente colonial, que se esconde de manera engañosa tras la fachada de pilastras, entre otras cosas se evidencia por sus cimientos: sillería hecha con piedra volcánica y mortero. Ocupando unos 3.125 metros cuadrados originalmente, quedó ubicada vecina al Monasterio de Santa Catalina, enorme complejo conventual que dio el nombre a esta calle y que reflejaba el estilo de vida de fuerte influencia religiosa que tenía Arequipa en aquellos años, cuando era apodada la Roma de Perú. Gran parte de sus gruesos murallones están edificados con cal y canto, por cierto.
Lamentablemente, existe muy poca documentación sobre los orígenes del inmueble, lo que se ha traducido en un gran vacío de información sobre la misma. Los más antiguos datos aparecen recién en 1829, en Archivo Regional de Arequipa, en la Sección Notarial, correspondiendo a un protocolo del Notario Matías Morales.
La esquina de la casona. Fuente imagen: Santacatalina-sa.com.pe.
Con respecto a lo anterior, el profesor y periodista arequipeño Dante E. Zegarra López ha publicado en un blog de su autoría, un interesante e ilustrador artículo de febrero de 2005, titulado "Casona de Santa Catalina: Una casona con Historia", donde podemos leer esta aclaradora información que prefiero traspasar en casi toda su extensión ahorrando sólo las referencias, pues no tendría sentido cambiar la redacción sólo para atenuar el hecho de que la fuente completa es la suya:
"Aunque la historia documental más remota vinculada a la Casona es la que se registra el dos de febrero de 1829, en que por fallecimiento de doña María Bustamante, quedan instituidos como herederos y propietarios sus hijos José Mariano, Mateo Fructuoso, Juana y Manuela Cossio Bustamante, la propiedad tiene origen en los bienes de los padres de la difunta. Por eso doña María Bustamante y de la Fuente, tenía un tercio de la propiedad de la casona que compartía con sus hermanas doña Mercedes y doña Catalina Bustamante y de la Fuente.
Las tres hermanas Bustamante y de la Fuente, eran hijas de don Manuel Lorenzo Bustamante y Diez Canseco y de doña María Toribia de la Fuente y Loayza, quienes se casaron el 22 de junio de 1783.
Don Manuel Lorenzo Bustamante y Diez Canseco fue hijo del Depositario General y Alcalde de Arequipa en los años 1746 y 1747 don Domingo Bustamante y Benavides y, de doña Petronila Diez Canseco y Moscoso. Don Manuel Lorenzo, también fue Alcalde de Arequipa los años 1788 y 1789. Falleció el 29 de octubre de 1807.
Doña María Toribia de la Fuente y Loayza, estuvo casada en primeras nupcias con el Capitán Benito Fernández Gandarillas, con quien procreó a don José y don Manuel Gandarillas. Ella en segundas nupcias se casó, como queda dicho, con don Manuel Lorenzo Bustamante y Diez Canseco. Doña María Toribia fue hija de don Basilio de la Fuente y Aro, Alcalde Provincial de Arica y Tarapacá, benefactor de las iglesias de su jurisdicción y, de doña María Jacinta de Loayza Portocarrero.
Doña María Toribia dio poder para testar a su marido el Teniente Coronel don Manuel Lorenzo de Bustamante y Diez Canseco, ante el notario Rafael Hurtado el 14 de noviembre de 1792.
El matrimonio Bustamante Diez Canseco – de la Fuente y Loayza, tuvo como hijos, tal como se señaló anteriormente, a Catalina, Mercedes y María de la Asunción. Las tres recibieron, como legado de sus padres, la casona de la esquina Santa Catalina-Santa Marta (Hoy Ugarte), una hacienda en Cocachacra (Valle de Tambo) y una mina en Tarapacá.
Sólo María de la Asunción Bustamante y de la Fuente se casó. Las otras dos hermanas, quedaron solteras.
Doña María de la Asunción Bustamante y de la Fuente se casó con don José Mariano de Cossio y Urbicaín el 10 de abril de 1820.
José Mariano de Cossio y Urbicaín fue hijo del Brigadier, Caballero de la Orden de Santiago, don Mateo Vicente de Cossio y la Pedrera y de doña Joaquina Urbicaín y Carasa. Don José Mariano, fue Teniente Coronel, Prefecto de Arequipa, Diputado a Congreso y Alcalde de Arequipa en 1816, 1822 y 1827. Falleció el 8 de noviembre de 1858.
Doña María Asunción y don José Mariano procrearon a don Mateo Fructuoso, doña Juana y doña Manuela Cossio y Bustamante.
Al fallecer doña María de la Asunción Bustamante y de la Fuente, dejó como herederos a sus hijos habidos en el matrimonio con don José Mariano de Cossio Urbicaín. Ella dejó poder para testar a su esposo, en escritura pública ante el Notario Dr. Matías Morales, el 2 de febrero de 1829.
Don Mateo Fructuoso, doña Juana y doña Manuela Cossio y Bustamante, heredaron un tercio de la casa de la esquina Santa Catalina – Santa Marta (Hoy Ugarte). Los otros dos tercios pertenecían a doña Mercedes y doña Catalina Bustamante y de la Fuente.
Doña Mercedes Bustamante y de la Fuente dejó como heredera, del tercio del predio antes citado, a su hermana Catalina y a la muerte de ésta a sus sobrinos: don Mateo Fructuoso, doña Juana y doña Manuela Cossio Bustamante, según testamento otorgado el 26 de mayo de 1856 ante el Notario Mariano García Calderón.
Por su parte doña Catalina Bustamante y de la Fuente instituyó un legado a favor de su sobrina doña Manuela Cossio y Bustamante, según testamento otorgado ante el Notario Armando Bustamante el 8 de agosto de 1860. Este legado consistía en la tercera parte de la casa de sus padres Lorenzo Bustamante y Diez Canseco y doña María Toribia de la Fuente y Loayza.
Posteriormente doña Catalina Bustamante y de la Fuente, en escritura pública ante el Notario Dr. Isidoro Cárdenas, hizo renuncia del tercio que le dejó su hermana Mercedes Bustamante y de la Fuente, a favor de sus sobrinos, como estaba estipulado en el testamento de aquella.
Al producirse la partición e igualación y, al ceder su parte don Mateo Fructuoso Cossio Bustamante a cambio de una compensación económica, quedaron como dueñas exclusivas de la casa, por partes iguales: doña Catalina Bustamante y de la Fuente y sus sobrina doña Juana y doña Manuela Cossio y Bustamante.
Al fallecimiento de doña Catalina Bustamante y de la Fuente, doña Manuela Cossio y Bustamante asumió la tercera parte que su tía le dejó en escritura pública el 8 de agosto de 1860.
Doña Manuela de Cossio y Bustamante, soltera, instituyó por su heredera a doña Mercedes Tejeda Cossio, hija de don Baldomero Tejeda y de su sobrina nieta doña Mercedes Cossio Berenguer, según testamento otorgado ante el Notario Dr. Abel Ygnacio Campos, el 20 de enero de 1902.
Don Mateo Fructuoso Cossio y Bustamante, nacido el 22 de junio de 1821, hijo, como queda dicho, de don José Mariano de Cossio y Urbicaín y de doña María de la Asunción Bustamante y de la Fuente. Se casó en la parroquia de Santa Marta el 12 de noviembre de 1845 con doña Dominga Berenguer Berrogaray y Portu. Ésta, fue hija de don Buenaventura Berenguer Gómez de Hosta, natural de Chile y, de doña María Ignacia Berrogaray y Portu.
Ellos procrearon a don Mariano, doña Mercedes, don Manuel, don José María y don Eduardo Cossio Berenguer, declarados sus herederos en su testamento de 12 de enero de 1867. Este documento fue aprobado en Auto de 20 de febrero de 1867, expedido por el Juez de Primera Instancia, Dr. Mariano Cornelio García, siendo Actuario don Andrés Llerena. Luego fue protocolizado ante el Notario Dr. Mariano García Calderón. Don Mateo Fructuoso Cossio y Bustamante, explicó la naturaleza y condición de sus propiedades en la escritura de Partición de Bienes que suscribió ante el Notario doctor Armando Bustamante el 20 de noviembre de 1880.
Al fallecimiento de don José María Cossio los derechos que tenía en este predio pasaron a sus hermanos don Mariano, doña Mercedes, Don Manuel Alejandro y don Eduardo Cossio Berenguer. Esto, según la declaratoria de herederos expedida por el Juez de Primera Instancia, Dr. José Santos Talavera y refrendado por el Actuario don Mateo Garzón Zegarra en Auto del 27 de junio de 1900.[18] Al no existir el original del documento se siguió un nuevo expediente y se dictó un nuevo Auto de Declaratoria de Herederos. Éste lo expidió el Juez doctor M. C. Zereceda quien tuvo como Actuario a don Emilio Bernal, el 30 de noviembre de 1922. El nuevo Auto fue protocolizado ante el Notario doctor J. Enrique Osorio.
Don José Mariano Cossio y Berenguer, hijo de don Mateo Fructuoso Cossio y Bustamante y de Dominga Berenguer Berrogaray y Portu, se casó el 25 de septiembre de 1873 con doña Margarita de la Torre y Valcárcel. Ella, doña Margarita, fue hija del doctor don Enrique de la Torre Luna Pizarro y de doña Pascuala Valcárcel".
Vista nocturna de la casona. Don Eloy Vera está en la entrada.
Patio de fondo y escaleras de la casona. Fuente imagen: Linda-arequipa.com.
Veremos que se han hecho varias refacciones al inmueble, siendo probable que el primero de ellos haya tenido lugar tras el terremoto de 1868, dando inicio a la pérdida de sus rasgos originales para ir siendo reemplazados por estéticas más neoclásicas. Como no se conoce su fecha exacta de construcción, se desconoce también si alcanzó a ser dañada por los terremotos coloniales de 1725 y 1784.
El edificio tiene enormes murallones de calicanto con doble sillar, lo que les da un ancho excepcional que facilita la presencia de estructuras de bóvedas, hornacinas y arcos de buen tamaño. El esquema exterior de pilastras planas se repite interiormente, en los patios. Llama la atención también la existencia de chorreras cilíndricas en lo alto de los muros, como eficiente solución para los escurrimientos de aguas lluvias.
A pesar de las modificaciones, mucho de lo que hoy vemos es parte de lo que tenía en principio la casa, con su aspecto solariego y sus patios o caballerizas, muy acordes al estilo arquitectónico que caracteriza las residencias coloniales más suntuosas de Arequipa. Se ingresa a la casa por un gran arco y zaguán abovedado, con portón doble de madera en el primer paso, y enrejados de forja en el segundo. Está perfectamente alineado con la fuente de aguas de su patio solar, y tiene el espacio suficiente para el tránsito que hacían por él las carretas y caballos.
El señalado patio, hoy empedrado con diseño de cuadricula-damero, está rodeado por lo que eran las antiguas habitaciones en las que alojaban los más importantes personajes de la antigua sociedad arequipeña: alcaldes, corregidores, intendentes y clérigos. En estos espacios estaban la biblioteca, el comedor principal, la sala de música y los cuartos de hospedaje con piso enladrillado y recubierto de alfombras de alpaca. De acuerdo a información dispuesta en el mismo lugar, en las tardes era común que los niños de la familia y de los visitantes ocuparan el patio para jugar a la "gallinita ciega", la "pesca" y el "zum zum de la calavera".
El fondo de la casa es rematado por pequeños patios-pabellones con escalinatas fija a los muros, hacia los segundos niveles, de poca altura comparados con otros edificios de la ciudad, y que tienen cierto parecido a las escaleras de murallones de otos edificios arequipeños semejantes a éste, como la Casona de Editora Perú. Se llega a ellos a través de la comunicación entre pasillos también en arco. En este segundo patio, además, estaban antaño el cenador y comedor familiar, compuesto de un corredor cubierto de arquería que daba hacia el jardín, con dos escaños, una mesa larga con dos bancas colectivas, y una cocina de fogones que se alimentaban con leña y yaretas secas traídas desde las faldas de los montes Chachani, Misti o Pichu Pichu.
La casona contaba con una gran cantidad de sirvientes indígenas y mestizos, para atender las necesidades de la gran cantidad de visitantes y sus residentes. Debían salir temprano cada día algunos de ellos, para abastecerse en el mercado o de los arrieros que llegaban con sus productos a la ciudad. Sus habitaciones estaban en el mencionado patio trasero, compartiéndolo con los almacenes y un pequeño huerto con árboles frutales, hortalizas, legumbres y algunas flores que las mujeres de la familia utilizaban también para hacer esencias aromáticas.
Patio principal de la casona, arco de acceso.
Pileta del patio principal.
Para 1910, el tamaño de la propiedad se había reducido a poco más de 1.157 metros cuadrados (casi un tercio), según consta en inscripciones de ese año. Con relación a la historia de la casona durante aquella misma centuria, vuelvo a depositar entera confianza en las palabras Zegarra López:
"Al fallecimiento de don José Mariano Cossio y Berenguer pasaron sus derechos en el predio estudiado a sus hijos: doña Margarita, don Mateo, don Enrique y don Alberto Cossio y de la Torre. Ello en virtud de su testamento, firmado ante el Notario doctor José María Tejeda el 18 de diciembre de 1900.
Don Mateo M. de Cossio y de la Torre, quien fue Diputado por Arequipa entre 1924 y 1929, se casó con doña Sara Ruiz de Somocurcio el 16 de mayo de 1909.
Don Enrique Cossio y de la Torre, aunque estaba casado con doña Luisa Urrutia y al no tener descendencia, optó por dejar sus derechos a su madre, doña Margarita de la Torre. Su decisión consta en el testamento que otorgó ante el Notario doctor Higinio Talavera, el 27 de octubre de 1907.
La señora doña Margarita de la Torre viuda de Cossio y sus hijos doña Margarita y don Alberto Cossio y de la Torre vendieron sus derechos a la señorita Mercedes Tejeda Cossio. Lo hicieron mediante escritura que pasó ante el Notario doctor Abel Ygnacio Campos, el 18 de junio de 1913.
La venta se realizó por un monto de 1449.92 soles. Doña Margarita de la Torre viuda de Cossio y sus hijos don Mateo y Margarita Cossio y de la Torre, tenían derechos en la casona estudiada, que los recibieron en herencia de doña Juana Cossio y Bustamante viuda de García.
El doctor don Mateo M. y su hermano don Eduardo de Cossio y de la Torre vendieron sus derechos al comunero don José Carmen Chávez. El primero de ellos, lo hizo a través de su apoderado el doctor Juan de la Cruz Corrales Díaz mediante documento registrado por el Notario doctor Abel Ygnacio Campos el 14 de enero de 1914.
Don José Carmen Chávez, un comunero de la hacienda de Tambo, se hizo de los derechos del don Mateo M. Cossio al pagar al Banco de Perú y Londres una hipoteca que grababa sus bienes en cinco mil soles.
Por su parte don Eduardo de Cossio y de la Torre, vendió sus derechos al referido don José Carmen Chávez, anteladamente, mediante escritura que pasó el 2 de octubre de 1896, ante el Notario doctor José Sebastián Calderón.
Don Manuel Alejandro Cossio Berenguer permutó por igualación sus derechos en la casona de Santa Catalina con los que tenía la señorita Mercedes Tejeda Cossio en una finca rústica de Tambo. La permuta se realizó mediante escritura pública que pasó ante el Notario doctor José María Tejeda, el 28 de abril de 1910.
A su vez don José Carmen Chávez, mediante su apoderada y esposa, señora Rosalía Almonte de Chávez vendió los derechos en la Casona de Santa Catalina, a favor del doctor Lucio Fuentes Aragón, mediante escritura otorgada ante el Notario doctor Manuel Ygnacio Campos, el 11 de abril de 1917.
El abogado doctor Lucio Fuentes Aragón vendió estos mismos derechos a doña Mercedes Tejeda y Cossio, por el valor de 710.16 soles, según escritura que pasó ante el Notario doctor Abel Ygnacio Campos, el 4 de diciembre de 1919.
Doña Mercedes Cossio Berenguer viuda de Tejeda falleció intestada y se declaró, judicialmente, por sus herederos a sus hijos: Mercedes, Alejandro, Zoila, Carlos, Oscar, Rosa, Roberto, Eduardo, Celia y Baldomero Tejeda y Cossio. Todos éstos, con excepción de don Eduardo Tejeda y Cossio, vendieron sus derechos en la Casona a la señorita Mercedes Tejeda y Cossio. El acto se efectuó mediante escritura de 30 de junio de 1913 que pasó ante el Notario doctor Abel Ygnacio Campos. Don Eduardo Tejeda y Cossio vendió sus acciones en la Casona al señor Cura don Manuel A. Barrios, el 1 de junio de 1914 y éste a don José Carmen Chávez. Estos derechos fueron comprendidos en una permuta antes indicada.
Doña Mercedes Tejeda Cossio vendió toda la propiedad de la Casona de Santa Catalina, en el precio de 800 mil soles, a doña Cristina Tejeda Pacheco, según Escritura de Venta que pasó el 2 de febrero de 1970 ante el Notario doctor Eduardo Benavides Benavides. Doña Cristina Tejeda Pacheco, presentó en Registros Públicos de Arequipa el correspondiente Título de Propiedad el 18 de febrero de 1970 bajo el Nro. 243 del TM. 51 del Diario; Legajo E-5190 del Diario.
La Casona fue usada durante muchos años como local de la Escuela Primaria de Segundo Grado 'Luis H. Bouroncle'.
El Banco de la Vivienda del Perú, adquirió el dominio del inmueble comprándolo de doña Cristina Tejeda Pacheco en el precio de 238 millones de soles, según contrato suscrito el 16 de noviembre de 1983 y que fue inscrito, con legalización notarial de firmas, en los Registros Públicos, en el Asiento 2704 del Diario; Legajo E-142023."
El mencionado banco inició un nuevo proceso de remodelación estructural y arquitectónica para el edificio, que arrastraba daños desde los terremotos de 1958 y 1960. No tengo seguridad de este dato, pero habría sido en estas modificaciones y otras posteriores que se perdió, otra vez, parte de su aspecto colonial original. El banco utilizaría el inmueble como sede entre 1984 y 1993.
Patio principal y pileta.
Don Eloy Vera, el popular personaje de Arequipa.
En este período, la puesta en valor de la recuperada casona se hace evidente: la Resolución Jefatural Nº 523 del Instituto Nacional de Cultura, del 6 de septiembre de 1988, la declaró Monumento Histórico de Perú. Un tiempo después, la Inmobiliaria 301 S.A. compró casona al banco por la suma de 162 mil dólares, firmándose la compraventa el 17 de octubre de 1994. Al parecer, habría vuelto a ser remodelada en tras este cambio de dueños.
A partir de 1998, la sociedad propietaria destinó el inmueble al Museo de Santuarios de Altura de la Universidad Católica Santa María, donde se exhibieron, entre otras cosas, los cuerpos congelados y momias de niños sacrificados en altares andinos incaicos, incluyendo una muy conocida llamada "Juanita, la Dama del Ampato", de mucha atención científica. Permaneció en estas funciones hasta principios de 2004, cuando pasó a manos de la Corporación Cervesur S.A.A. luego de su fusión con Inmobiliaria 301 S.A.
Un año casi exacto después, la Casona de Santa Catalina pasó a manos de la firma Servicios Turísticos Santa Catalina S.A., que pagó por ella 350 mil dólares. Comenzaron a destinarse sus espacios al comercio, rol en el que permanece hasta ahora alojando a importantes casas, tiendas y restaurantes, incluidas ventas de algunos productos típicos de anís, joyas, lanas de alpaca y chocolate. El público objetivo de estas ventas, distribuidas en más de 15 establecimientos, ciertamente es el turista, lo que veo reforzado por la presencia de algunos servicios y agencias para visitantes de la ciudad, además de los infaltables restaurantes de gastronomía local.
Sin embargo, otra de las atracciones de la Casa de Santa Catalina es de carne, hueso y mucho buen humor: don Eloy Vera Neyra, probablemente el personaje más popular de la ciudad de Arequipa, orgullosamente elegido cuatro veces como Mejor Policía de Perú, como el mismo se encarga de aclarar en su presentación personal ante cada curioso. Constituye, además, un desmentido categórico a cierta leyenda negra que oí de los propios peruanos, sobre una supuesta falta de amabilidad y de cordialidad por parte de los arequipeños para con los extraños.
Don Eloy ya está jubilado de la institución policial, pero sigue en servicios: resguarda a los visitantes del sector, especialmente por el Monasterio de Santa Catalina, paseando con su señal de "PARE" y su vistoso sombrero de ala para controlar el tránsito y cuidar a los peatones o ayudar a cruzar la calle a los ancianos y niños. En sus ratos libres, hacia la tarde, cruza la esquina y recibe cordialmente a los visitantes en la Casona de Santa Catalina, sirviendo también como guía local con un esmero y vocación admirables.
Allí lo conocí aquella noche, en que nos dimos un rato de conversación sobre el histórico rescate de los 33 mineros de Atacama, que había sucedido hacía unos meses antes de aquella ocasión. Hombre entretenidísimo, alegre, de espíritu jovial y algo excéntrico, sin duda don Eloy es parte de la visita y del aprendizaje en este sitio y de toda Arequipa.
Nuestro amigo tuvo un pequeño accidente callejero que lo dejó con algunas "averías" hace poco, pero volvió a las andadas tras recuperarse, siendo postulado en algún momento al premio titulado El Peruano Más Amable, haciendo constantes apariciones en los diarios de su patria por tratarse de una celebridad popular. La última vez que lo vimos en hojas de prensa ha sido por su cruzada contra el creciente fenómeno del juego de realidad aumentada Pokemon Go, al llamarle la atención a los imprudentes que cruzan la calle o invaden el convento absortos en las pantallas de sus móviles.

LA EX CÁRCEL DE VALPARAÍSO QUE GANÓ SU LIBERTAD COMO EL PARQUE CULTURAL

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La Cárcel de Valparaíso en 1863, construida alrededor del viejo polvorín de fines de la época colonial. Fuente imagen: Flickr de SantiagoNostálgico (Pedro Encina).
Coordenadas: 33° 2'46.34"S 71°37'39.45"W
El Cerro Cárcel de Valparaíso se eleva en uno de los sectores históricos más visitados del puerto, junto a los cementerios del Cerro Panteón y encima de un barrio de fuerte acervo bohemio y nocherniego, crecido sobre la Plaza Aníbal Pinto. Su nombre deriva de la presencia de la antigua Cárcel de Valparaíso en su cima, por el sector de la subida de Cumming, Milton, Cárcel y Aquiles Reed, con su inconfundible fachada, pabellones y murallones de sillares convertidos hoy en un amplio Parque Cultural.
Hace pocos días, este lugar hizo noticia por una curiosa razón: un llamado a realizar un masivo picnic-topless como forma de conmemorar el Día Internacional de la Mujer y de la Igualdad de Género, aunque la verdad es que el parque constantemente es escenario de toda clase de encuentros, presentaciones y exhibiciones varias.
La historia de la vieja cárcel comienza con la construcción del almacén de pólvora de la Quebrada Elías, por entonces en la periferia del puerto. Aún existe esa obra en medio de sus patios del parque: un edificio de los últimos días de la Colonia, probablemente entre 1807 y 1809, dispuesto como reacción a las necesidades de defensa ante las Guerras Napoleónicas, representando también uno de los casos de techo de mojinete más australes que conozcamos.
El polvorín tenía por objeto abastecer cuatro fuertes de la Villa Puerto de Valparaíso, de acuerdo al plan de defensa elaborado por sus autoridades, aunque hubo ciertas controversias entre ellas sobre los costos de construcción del edificio, pues el Capitán de Ingenieros don José Miguel María de Ateros, exigió que fuera lo suficientemente sólido y seguro como para soportar bombas y artillería enemiga. Con capacidad para guardar hasta 800 quintales de pólvora bajo su techo encañonado con arco medio punto y enladrillado, también se convirtió en arsenal militar, guardándose allí las armas de Valparaíso.
Sucedía paralelamente que, hasta entonces, el principal recinto penitenciario de Valparaíso era el fuerte del Castillo San José del Cerro Cordillera. Sin embargo, pasados los peligros de ataques al puerto y requiriéndose de un mejor lugar para la reclusión de los delincuentes, las autoridades destinaron al ex polvorín como presidio de la ciudad a partir de 1846, además de algunos inmuebles menores que se encontraban alrededor.
El asesino serial Emile Dubois, en una de sus últimas fotografías antes de la ejecución. Se lo observa paseando por el interior de la Cárcel de Valparaíso en 1907. Fotografía de la revista "Sucesos".
Muchedumbre asistiendo a la ejecución de Dubois, en revista "Sucesos" de 1907.
Asistentes al fusilamiento en 1907, sector del acceso a la cárcel. Revista "Sucesos".
Pabellones y talleres del complejo penitenciario, en la revista "Sucesos", 1903.
Su presencia allí fue determinante en la toponimia, pues los habitantes del clásico Valparaíso identificaron esta colina como el Cerro de la Cárcel, siendo conocido hasta ahora como Cerro Cárcel. El complejo era, pues, lo único realmente importante en el cerro, en aquellos años.
Aunque ciertas versiones dicen que esto sucedió en la Plaza Victoria, quizás el primer ejecutado importante del complejo carcelario haya sido el sanguinario e indomable Teniente Miguel José Cambiaso, tras su violenta sublevación en la colonia de Punta Arenas contra el Gobierno de Manuel Montt y en posible complicidad con Francisco Bilbao, terminando fusilado en el puerto el 4 de abril de 1852. Detallando esta ejecución hacia el final de "Cambiazo, el último pirata del Estrecho", Armando Braun Menéndez aporta una descripción de cómo lucía el acceso a la cárcel donde fueran ejecutados el famoso amotinado de Magallanes y sus cómplices:
"El camino de acceso a la Cárcel partía de la calle larga que contorneaba la bahía  subía orillando una profunda quebrada. Par hacerlo más ancho, y por ende más transitable, se había picado y tajado la ladera del cerro dejando de esta suerte una pared de tierra en uno de sus costados, corte que se acentuaba formando una especie de explanada al llegar a corta distancia -un centenar de metros- del portón de entrada de la Cárcel. Este paredón iba a servir de colchón protector para las balas. A su vera se enclavaron los postes, se afirmaron los ocho banquillos y se armó la plataforma del patíbulo, todo ello así dispuesto para que se cumpliera la sentencia de muerte, que sería pública como ejemplo aleccionador".
Dice Recaredo Santos Tornero en su "Chile Ilustrado", de 1872, que a pesar de las limitaciones de espacio, la actividad de la Cárcel de Valparaíso excedía incluso a la de Santiago, entrando a ella 3.034 personas en 1868, equivalente a 1 prisionero por cada 41,9 habitantes. Al año siguiente, entraron al presidio 1.947 personas, siendo 1.404 de ellas hombres y 543 mujeres, pues además del presidio principal se encontraban en el recinto las secciones de la casa de corrección de mujeres y la casa de detención de procesados.
Vista del ex polvorín al centro del patio, mirado desde la terraza del Edificio de Difusión. Fuente imagen: Pcdv.cl.
Arcos y acceso del polvorín colonial, usado como calabozos en el siglo XIX.
Interior del mismo edificio, con vigas, pasarelas y refuerzos estructurales.
Tornero, sin embargo, es categórico en señalar que se trata de un edificio demasiado estrecho para tantas funciones y que las secciones adolecían de varios defectos, aunque aclara que estaban próximas a ser mejoradas en aquel momento. Y continúa el autor:
"El crimen que figura en primera línea entre los detenidos, es el hurto, y en segundo los delitos por pendencia, ebriedad y desórdenes. Por el primero entraron en el año citado 747, y por los segundos 612.
Los extranjeros figuran en proporción de 1 por 6,21.
No debe extrañarse el gran movimiento de la cárcel y presidio de Valparaíso, si se toma en cuenta que este puerto, por si riqueza mercantil y su importancia marítima, es el punto de reunión de la gente aventurera y ambulante que afluye a él de toda la República y del extranjero".
Hacia la década del 1880, el terreno había sido cedido por la Municipalidad de Valparaíso y así comenzaron a habilitarse y ampliarse dependencias al rededor de este primitivo pabellón del ex polvorín y de los edificios surgidos en su adaptación como penitenciaría, con fondos gubernamentales. Entre otras cosas, de esta intervención surgió la plazoleta arbolada de acceso al recinto, conocida como la Plazuela de la Cárcel, sobre el sector del antiguo estaque de aguas y la Quebrada de Elías.
Fachada y ventanillas abarrotadas de las celdas del edificio de la Galería de Reos, reconvertido en el Edificio de Transmisión.
Presentación de música y recreación histórica escocesa en el Parque Cultural de Valparaíso, con el exedificio de la Galería de Reos de fondo.
Vista del parque con sus tres edificios históricos: a la izquierda, el polvorín colonial, al centro atrás el edificio de acceso con su característico pórtico, y a la derecha el de las galerías de reos.
En el "Álbum de planos de las principales ciudades y puertos de Chile", de Nicanor Boloña, de 1898, puede verse que la "Cárcel y Presidio" ocupaba a la sazón una manzana solitaria más o menos cuadrada y aún bastante aislada del resto de la ciudad. También se oberva en su plano de la ciudad, que hacia el lugar donde se emplazarían después los largos pabellones del lado oriental del terreno, se encontraba en esos días una amplia franja con caballerizas.
Tras el gran terremoto de 1906, se inició la construcción de la nueva y moderna Cárcel Pública en el mismo lugar, demoliéndose casi todos los precarios inmuebles viejos del terreno, excepto el histórico polvorín. El más grande de los edificios que formó parte del antiguo conjunto fue el que comenzó a construirse aquel año de 1907, correspondiente a la gran Galería de Reos, que abarca todo el costado oriente del recinto.
Éste es el mismo período en que caerá detenido el célebre asesino serial francés Emile Dubois, primero de esta clase de criminales en la historia policial chilena, a quien la tradición y el folklore han tratado de convertir en una suerte de héroe o mártir popular. Dubois pasó el terremoto en una de las celdas del complejo, siendo fusilado en el sector de una desaparecida herrería de la cárcel, el 26 de marzo de 1907, evento que convocó a muchos curiosos que subieron para presenciar los hechos, aunque sea escuchando la descarga.
Fotografías del fusilamiento publicadas en la prensa y revistas de entonces, muestran cómo era el vetusto aspecto de las edificaciones en la cárcel, antes de la inauguración de los grandes pabellones. Y, como había sucedido décadas antes con el caso de los conspiradores del Estrecho de Magallanes, la gran multitud se había apostado alrededor de la cárcel o en los techos de las viviendas de alrededor, decididos a ser testigos de la ejecución.
Edificio del pórtico de entrada, visto desde la explanada y arboleda frente al mismo.
Restos de antiguos murallones y estructuras, rescatados en los trabajos de remodelación del recinto. Dispuestos frente al edificio de acceso.
El pórtico observado ya desde el interior de la ex cárcel.
Pasillos y senderos interiores del parque, junto al pórtico.
Sin embargo, para el Primer Centenario, Juan de Dios Ugarte Yávar llegará a las mismas conclusiones vertidas por Tornero tantos años antes, en su caso en "Valparaíso 1536-1910. Recopilación histórica, comercial y social", como si el estado de incomodidad y hacinamiento de la Cárcel Pública de Valparaíso haya sido una constante en toda su historia:
"Establecimientos carcelarios sólo existe uno que es a la vez Cárcel y Presidio y está situado en la cima del cerro de su nombre. El edificio es vetusto, incómodo y estrecho.
Además hay una sección especial para los procesados y detenidos por faltas que funciona en un edificio determinado, situado en la calle de Buenos Aires, construido con sujeción a todos los adelantos modernos.
La Casa Correccional de mujeres se haya a cargo de la Comunidad de Monjas del Buen Pastor".
Pese a todo, la Sección de Detenidos del recinto mantuvo gran relevancia e importancia durante los años que siguieron, asignándose un cargo de Preceptor para esta área. Famosos representantes del mundo del hampa nacional pasaron por esta sección, perpetuando la tradición del "choro de puerto" (delincuente ladrón), que con el pasar del tiempo terminó convirtiéndose en sinónimo de personaje valiente y osado del estrato más popular, para señalar a los que, en la jerga, "no retoban" ni temen a la confrontación, recogiendo el guante o arrojándolo a la cara según lo consideren necesario.
Uno de los"choros" que pisaron esta cárcel fue el futuro y trágico escritor Alfredo Gómez Morel, según lo confiesa en su novela autobiográfica "El Río", viviendo allí la última de sus condenas por hurto. El alguna vez cabro pelusa del río Mapocho, con esta obra se consagró como autor de una de las novelas más estremecedoras del relato social chileno, publicada en 1962, y que escribió por consejo de un orientador médico de la misma Cárcel de Valparaíso, hacia sus últimos meses detenido en ella y los primeros tras recuperar la libertad.
Por el permanente hacinamiento que reinó en los pabellones, la Cárcel de Valparaíso fue escenario de varias riñas con resultados de muerte y motines de presidiarios que pueden rastrearse por la prensa. Incluso fue objeto de un violento intento de incendiarla por parte de lo reclusos amotinados, en 1994, que afortunadamente pudo ser controlado.
La cárcel se mantuvo en funciones hasta 1999, cuando el servicio penitenciario fue trasladado hasta nuevas dependencias en el puerto, en el sector más alto de la ciudad, quedando el lugar abandonado y en algunos sectores muy deteriorados, habitado por terroríficos fantasmas según contaban algunos asustados curiosos que se internaron en tales espacios.
Vista de parte del nuevo Edificio de Difusión y la entrada por Cumming.
Murallones antiguos reutilizados en el Edificio de Difusión.
La ex cárcel comenzó a ser recuperada en el cambio de siglo, siendo abierta en cada Día del Patrimonio Cultural. Pronto empezaría a planearse construir allí un gran recinto: el Parque Cultural de Valparaíso (PCdV). Esto salvó a la ex cárcel de ser depredada por un proyecto inmobiliario anunciado en 2002 y trazado desde Santiago, que iba a quedarse con una de sus dos hectáreas para financiar un centro cultural que se levantaría en el terreno que quedase, con gran resistencia de la comunidad porteña.
Un segundo proyecto se anunció en octubre de 2007 por la alcaldía, correspondiente a una propuesta que el famoso y elogiado arquitecto brasileño Óscar Niemeyer había donado a Valparaíso, como prenda de su amistad con el Presidente Salvador Allende y el poeta Pablo Neruda. En principio, la propuesta sonaba seductora; sin embargo, la controversia y el rechazo porteño crecieron por el hecho de que el arquitecto nunca había visitado Valparaíso y porque su proyecto no era más que una adaptación del correspondiente al Centro Cultural Internacional que lleva su nombre en Avilés, España, que además involucraba la destrucción de la totalidad de lo que quedaba construido en el recinto.
A todo esto, la ex cárcel había sido ocupada por colectivos culturales y de teatro, además de carpas de circo, pero la situación se complicó al reportase incendios en el lugar, por causas no aclaradas, que motivaron a la Intendencia a ordenar un desalojo en febrero de 2009.
Sin más remedio que ceder a las demandas ciudadanas manifestadas a través de la Corporación Parque Cultural Ex Cárcel, el Ministerio de Cultura llamaría a concurso de propuestas para el Parque Cultural de Valparaíso contemplando en las bases la conservación del polvorín colonial, la galería de reos, el pórtico de acceso y parte del muro perimetral. De entre 118 propuestas, resultó ganadora la formulada por HLPS Arquitectos (Jonathan Holmes, Martín Labbé, Carolina Portugueis y Osvaldo Spichiger), ese mismo año.
En cumplimiento del proyecto, entre 2010 y 2011 se creó la gran área verde, se agregaron dependencias nuevas al Sur-poniente, se recuperaron los edificios ya existentes, se construyó el paseo interior y se niveló el muro perimetral de tal manera que mantuviese una altura regular de 4.5 metros por dentro, mientras que por afuera varía según las características del terreno y sus niveles en pendientes, algo notorio especialmente en el contorno de calle Cumming.
Murallones del sector de la subida de Cumming con Aquiles Reed. Se observa atrás, a la izquierda, el panteón del cementerio.
Dobles niveles de muro exterior (piedra canteada y ladrillo) y caseta vigilancia, en la curva de Cumming por el sector Sur-oriente del recinto.
Altura del murallón en la subida de Cumming.
Así, el recinto del centro cultural completo está dividido actualmente en las siguientes secciones e inmuebles:
  • El ex polvorín colonial, el inmueble más antiguo del conjunto como ya vimos, aunque su acceso al interior está restringido. Se ubica al centro del gran terreno de dos hectáreas del parque.
  • El edificio principal de la fachada, con gran pórtico, posterior a la galería. Frente a este edificio, por el exterior y sus jardines, se han colocado algunos antiguos restos de construcciones coloniales de ladrillo y calicanto que fueron rescatadas en la última remodelación del lugar.
  • La ex Galería de Reos, reconvertida en el Edificio de Transmisión con dos salas interiores, aunque se conservan sus pabellones y muros, algunos con anotaciones e imágenes pegoteadas por los propios presidiarios cuando las habitaron.
  • El Edificio de Difusión, correspondiente a una unidad nueva y la más grande de todas las que forman el complejo de parque. Consta de salas de teatro, bibliotecas y salas de experimentación artística, entre otras dependencias, además de una gran explanada superior a nivel de calle.
La magnífica obra fue inaugurada con actos públicos y su dirección quedó confiada al crítico de arte y muy activo gestor cultural Justo Pastor Mellado, quien se mantuvo en el cargo hasta el año 2014, dándole un gran impulso de inicio de actividades al flamante parque de la cultura.
Quizás a futuro dedique acá algún texto más extendido y detallado para esta valiosa nueva vida del ex recinto carcelario, ya consagrado enteramente a la actividad cultural y recreativa del puerto, dejando sólo en páginas de memorias su pasado como lugar de castigos y de punición que revisamos en esta entrada.

EL SANTUARIO DE LOS MISTERIOS Y LAS CERTEZAS JESUITAS EN CALERA DE TANGO

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La antigua iglesia, casa y escuela jesuita de Calera de Tango, hacia fines del siglo XIX. Detalle de un óleo de la colección del señor Sergio Ruiz Tagle, descendiente de los propietarios de la hacienda entre la expulsión de los jesuitas y su devolución.
Coordenadas:  33°38'15.55"S 70°48'11.58"W
Tantos años existiendo a poca distancia de Santiago, cerca de 21 kilómetros, han colmado este sitio de un abultado historial y legendario propio, aún en desarrollo: los orígenes de la localidad, su influencia en la toponimia local, historias de túneles subterráneos que la conectarían con el sector de San Bernardo y El Barrancón, alineaciones cósmicas de su arquitectura, criptosímbolos relacionados con órdenes perdidas en el tiempo, tesoros y piezas de inmenso valor ocultas dentro del convento, etc.
Por estos días, lamentablemente, la Iglesia Jesuita de Calera de Tango ha hecho noticia por un hecho estrictamente policial: el robo de tres valiosas figuras que podrían remontarse al siglo XVIII y que corresponden a la Virgen de la Purísima, en un altar propio al costado del presbiterio, San Luis de Gonzaga en el Altar Mayor, y San Ignacio de Loyola, en el vano de una sala lateral. La sustracción quedó al descubierto durante las inspecciones del pasado domingo, previas a la realización de la misa matinal.
Mientras escribo esto, aún no hay novedades sobre los autores de delito, aunque podría tratarse de otro caso de robos patrimoniales por encargo, como lo cree también el director del templo, Padre Renato Poblete Ilharreborde. Recuérdese el reciente caso del robo de la Espada Conmemorativa del General Manuel Bulnes, desde el Museo Histórico Nacional.
El conjunto de edificios de Calera de Tango se halla en el Camino El Sauce frente al Fundo San Pedro, a poca distancia del Camino Lonquén Sur, en históricos territorios agrícolas de la Región Metropolitana que podrían haber participado del nombre de la localidad de Calera de Tango, según una de las teorías, pues tango habría sido el título dado a la fiesta de las cosechas que realizaban los esclavos negros adquiridos en la Colonia por los jesuitas.
La historia de este complejo conventual comienza con la primeras edificaciones del mismo, levantadas para dar acogida a los representantes de la Compañía de Jesús llegados la zona, que para tales efectos adquirieron la enorme Hacienda de la Calera de Tango en 1685, comprándola a los mercedarios que, hasta entonces, la mantenían en actividades ganaderas y trigueras poco importantes. Las primeras etapas del templo y del convento de los sacerdotes bávaros ya habían comenzado en esos mismos años, con algunas habitaciones de adobe sumadas a las que ya había tenido allí los mercedarios.
El desarrollo de las actividades en la propiedad experimentó un cambio asombroso a partir de entonces, sembrándose una gran viña hacia fines del siglo XVII, que fue importante en la producción de vinos. Este viñedo en las faldas de los cerros, fue ampliado durante la centuria siguiente.
Un nuevo grupo de sacerdotes jesuitas llega hasta la hacienda en 1724, y al parecer también en 1748, debiendo ampliarse las dependencias y talleres del convento. Mucho de lo que será su trazado y distribución se define en esta época: sus líneas rectas de casas solares con 11 patios de diferentes tamaños, algunos provistos de arboledas, cruces, norias, fontanas, arcadas laterales, accesos a los claustros y otras antiguas dependencias que aún se conservan, en algunos casos. Los grandes campos de la hacienda seguían siendo explotados para agricultura, regados por eficientes sistemas hídricos introducidos por los propios monjes germanos.
Imagen del templo hacia 1910, con su antiguo campanario y el anterior edificio del colegio, a su lado (de dos pisos). Se observa una faena de trilla, en primer plano. Imagen de las colecciones de la Universidad de los Andes.
La iglesia en 1941, en imagen publicada por C. Benavides.
Vista actual del templo jesuita.
Los residentes del convento tenían un talento reconocido como orfebres, herreros, talladores, escultores, relojeros, forjadores de metal, tejedores y fabricantes de alhajas, actividades distribuidas en distintos talleres. De hecho, fue con ellos que pudo entrar en el país el trabajo de la metalurgia en fierro y acero, hasta entonces inexistente en Chile, por restricciones reales a esta actividad. La casa conventual, así, fue el primer centro industrial chileno de estas características, además de explotar las minas de cal de la zona dando origen al primer nombre Calera para el lugar, además.
La implementación de los principales talleres de artesanías e industrias de esta clase, coincide con la próspera época en que el sacerdote Karl von Haimbhausen ha llegado desde Munich a Chile con el grupo de bávaros del siglo XVIII, colaborando también en la terminación de la Iglesia de San Miguel de la Compañía en Santiago y asumiendo como rector del Colegio Máximo. Haimbhausen, amigo y confesor del Gobernador Antonio de Guill y Gonzaga, falleció muy poco antes de la expulsión general de la orden, siendo sepultado en una cripta bajo el templo.
La maestría de los sacerdotes bávaros era extraordinaria, colmando de piezas de singular belleza y atractivo varios templos chilenos. Al interior de la Catedral de Santiago, por ejemplo, había en el mismo siglo de su arribo un gran reloj fabricado en los talleres de Calera de Tango y cuyo mecanismo era capaz de indicar horas, minutos, segundos, días contextualizados en semana y mes, movimientos de la bóveda celeste, fases lunares, movimientos del Sol y los planetas, y hasta los desplazamientos de las casas del zodiaco y el pronóstico de eclipses. Este taller de relojería era dirigido por el hermano Pedro Ruetz, oriundo de Oberammergau.
Hay ciertos temas de controversia y debate con relación al templo. Este edificio se termina de construir por el año 1753, según se desprendería de cierta información del propio archivo de los jesuitas. Sin embargo, la fachada lleva por inscripción una fecha diferente, en caracteres que también marean: 1760, cuando se suponía que el edificio ya estaba concluido si la fecha anterior es correcta. Puede que se trate de sólo una conclusión de terminaciones.
Sobre lo anterior, el ingeniero e investigador chileno Rodolfo Novakovic, que ha dedicado parte de su indagación a la historia menos conocida de la casa jesuita de Calera de Tango, intrigado por los caracteres estilizados señalando la fecha del templo, consultó con expertos del Centro de Estudios Hebreos de Santiago por dichos grafemas, donde se le sugirió la posibilidad de que se trataran no de números, sino ideogramas basados en el antiguo fenicio, alefato que a su vez es base del alfabeto hebreo. De acuerdo a esta interpretación, entonces, para el investigador los signos equivalentes a los falsos números de la fachada podrían tener la siguiente interpretación:
  • 1 = "Compañía" (o"Legión")
  • 7 = "Ictus" (pez, símbolo paleocristiano de Cristo)
  • 6 = "Poder" (parece representar un látigo)
  • 0 = "Ojo" (de la Divina Providencia)
Dentro de su ambigüedad y las varias formas en que podría tomarse este mensaje echando mano a la imaginación, está la posibilidad de leerlo como "Compañía de Jesús, látigo (poder, azote) de Dios". La Iglesia Jesuita de Calera de Tango, entonces, podría estarse anunciando como un símbolo relacionado con las influencias templarias y masónicas que algunos creen ver en la congregación, y muy especialmente en estos de origen germano.
Por otro lado, cierta creencia popular asocia esta iglesia también a la presencia documentada de túneles en el subsuelo de la Comuna de San Bernardo, conectando desde el siglo XVIII puntos tan distantes como el ex Colegio de El Barrancón con la vega del río Maipo y el sector de minas de cal de Cerro de la Calera en Santa Elena, en una gruta donde los patriotas habrían celebrado con una gran borrachera después del triunfo de Maipú, según la leyenda. Lejos de ser un mito equivalente al caso del mítico Subterráneo de los Jesuitas de Santiago, este tiene su propia historia y su propio legendario, con muchos puntos de realidad en ciertos casos, además de los testimonios.
Vista lateral del campanario y la casa adyacente. El pequeño vano que se ve sobre el techo en la torre, fue el espacio por el cual ingresaron los ladrones que robaron tres figuras coloniales, el 3 de septiembre de 2016.
Las inscripciones de la fachada, con año de 1760.
Presbiterio, altar y sagrario en plena ejecución de misa.
El templo de Calera de Tango habría sido uno de los lugares de esta misteriosa red, según los habitantes de estas localidades, pues antiguas propiedades que se creen pertenecieron a los jesuitas en la zona y que hoy están en manos particulares, también tienen extrañas entradas a estas galerías subterráneas con ladrillos y techos en arco.
No hay información, sin embargo, sobre dónde se encontraban las supuestas entradas en la iglesia o el convento, aunque sí es sabido que los jesuitas -entre todos sus talentos ingenieriles- también fueron diestros constructores de esta clase de obras, siendo ellos los autores del primer túnel que, para efectos de regadío, hicieron en la misma hacienda en 1753, según datos reportados por el cronista de la misma congregación Padre Walter Hanisch en Historia de la "Compañía de Jesús en Chile (1593-1955)".
La construcción de la mayor parte del que sería el complejo definitivo de la congregación en este sitio, comenzó tras el terremoto de 1730, unos diez años después para ser más precisos. Gran parte de la obra habría quedado en la responsabilidad del hermano coadjutor Pedro Vogl y también en la de Haimbhausen, según algunas fuentes. Predominó en la iglesia el murallón ancho de adobe con grandes postes interiores que vemos ahora. En 1759, además, ya se estaban terminado los muros y techos de tejas.
Eugenio Pereira Salas nos describe el aspecto del complejo resultante, en su "Historia del arte en el Reino de Chile":
"Se ha conservado el plano de la distribución interior de La Calera de Tango y una descripción circunstanciada de su distribución. Contaba de siete patios, el primero con corredor de tejas y pilares de espino, estaba destinado a la herrería; el segundo de adobe y tejas servía de vivienda a los padres; alrededor de este patio se alineaban los cuartos de la relojería y platería; en el cuarto patio el batán y el obraje de paños; los otro más interiores albergaban a la población esclava, las recogidas, y las instalaciones de cocina y hornos de amasijo".
Sin embargo, tras dos décadas de trabajo y sólo cinco o seis habitándolas con la comodidad que tanto buscaron, en 1767 se produce la expulsión de la Compañía de Jesús debiendo hacer abandono de su querido campo e iglesia, y todas sus demás pertenencias. De esta rápida salida, surgen las leyendas sobre supuestos tesoros que habrían dejado ocultos en la mítica red subterránea ya mencionada, además, tras una perdida puerta de metal, tipo bóveda, en el sector de las ex caleras.
En el inventario realizado ese mismo año de la expulsión, se describe la iglesia como "toda fabricada de adobe y tosca, bien enmaderada y entablada por dentro". Sin embargo, veremos que sufriría varias modificaciones en tiempos posteriores.
El fundo de los sacerdotes fue arrendado y, luego de constatarse el deterioro en que cayó durante este período, sometido a remate en 1783. Así quedó en manos de la familia Ruiz-Tagle, que por más de un siglo lo trabajó prósperamente en actividades agrícolas.
Recién en 1848 pudieron comenzar a volver a Chile los jesuitas, instalando la primera piedra del Convento de San Ignacio en Santiago en 1854, distantes en espacio y en tiempo de sus casas de Calera de Tango y muy limitados todavía por la vigencia en los hechos del decreto de expulsión, ante el fundado temor de que los religiosos comenzaran a exigir de vuelta sus antiguas propiedades, como era el caso de la propiedad de nuestra atención.
Muchos cambios y modificaciones se han hecho al lugar, especialmente en el siglo XIX y parte del XX, como el aumento de la altura de sus viejos muros y edificios (en un metro), además de adicionarse la capilla lateral del templo y otros espacios en torno al mismo edificio. Se calcula que la mitad de sus construcciones del siglo XVIII se han perdido, de hecho. Por ejemplo, la torre con las tres campanas que habían sido fundidas en la sección a cargo del bávaro Juan Bautista Félix, fue modificada hacia 1890, reemplazada por una forrada en fierro anclado sobre estructura de roble, más alta que la actual. Y el edificio de dos pisos con fachada hacia la calle, que aparece en fotografías del Centenario, hoy está reemplazado por los niveles de un solo piso en donde está el colegio.
Cuando parecía que la hacienda se había apartado para siempre de los jesuitas, el último en la sucesión familiar de la propiedad de Calera de Tango, don  Joaquín Ruiz-Tagle Larraín, decidió regresarles la propiedad en 1912, sólo con la condición de que mantuviese una escuela básica: el Colegio San Ignacio. Los Ruiz-Tagle siguen siendo propietarios de la Hacienda San Pedro, ubicada al frente del templo y antecedida por la plaza con la Cruz del Calvario, de gran devoción popular local.
A partir de 1936, se habían reparado también los arcos de medio punto del altar mayor y los dos laterales, mientras que el cielo envigado fue reemplazado por otro similar. Los altares fueron mejorados usando elementos originales, de los antiguos, aunque cambió mucho su aspecto. También se enyesaron los muros y el antiguo patio de ladrillo fue reemplazado por uno de baldosas rojas. Además, se reconstruyó el coro usando como diseño base el comulgatorio original de siglo XVIII.
Nave única del templo. Se observa el envigado, puertas laterales con vano de arco de refuerzo, y un pequeño púlpito en el muro, al que se accede por un pasillo adjunto.
Lámparas de forja, colgando desde el cielo de vigas.
Imágenes y decoración del Presbiterio y del Altar.
Sala de la Capilla del Sagrado Corazón.
Recuerda Luis Alberto Cárdenas en "Padre Hurtado. Libro de sus misterios", además, que tras el terremoto de Chillán de 1939, el Noviciado de la congregación debió funcionar por un año en estas dependencias. Además, sucedió que el colegio primario debió cerrar por un tiempo, pero volvió a operaciones tras una gestión iniciada por el futuro santo chileno el Padre Alberto Hurtado, recibiendo su reconocimiento oficial en 1953, sólo un año después de morir el fundador del Hogar de Cristo.
La habitación del santo aún se conserva dentro de la casona del convento, detrás de una pequeña puerta en el Patio de San José, junto a un viejo parrón, donde está también la silla de madera en la que solía sentarse a meditar. Allí, San Alberto Hurtado había escrito su ensayo "Humanismo Social", entre 1945 y 1947. También pasó en este sitio el último verano de su vida, leyendo y paseando por el parque, en 1952, ya sintiéndose débil poco antes de enterarse de que padecía el cáncer que lo llevaría a la tumba.
Por decreto del 6 de octubre de 1971, se declaró Monumento Histórico Nacional a "la casa de los religiosos de Calera de Tango, con su iglesia y dependencias contiguas, de propiedad del Colegio Jesuita de San Ignacio", alcanzando también cien metros alrededor de todo sus contornos "desde los muros perimetrales extremos del cuerpo y de las construcciones señaladas". Cinco años después, se intervino el frente del edificio exterior para recuperar su aspecto original del reciente Monumento Nacional, perturbado por los dos siglos de intervenciones.
Volviendo a los tesoros producidos en sus talleres, hacia el año 1982, desapareció el pesado y enorme cáliz de Calera de Tango, conocido como el Cáliz de los Jesuitas, pieza valiosísima recubierta en plata y oro con inscripciones y escenas grabadas sobre la misma, de inmenso valor histórico, que fue robada misteriosamente en horas nocturnas desde la Sacristía y Museo Arzobispal de la Catedral de Santiago, hasta donde había sido destinado como muchos otros objetos fabricados por los bávaros de la hacienda. Este cáliz había salido del templo de nuestro interés apareciendo en la Catedral ya en un inventario de 1806, y se lo consideraba una de las expresiones de arte religioso más importantes de la Compañía de Jesús a nivel continental. Pereira Salas le dedica varias líneas a su descripción e historia.
Con relación al cáliz perdido, investigaciones realizadas por solicitud de Novakovic sobre una roca presuntamente meteorítica y apodada popularmente la Piedra Feliz, en un barrio de San Joaquín del Gran Santiago y estudiada desde hace cerca de 10 años, proponen la posibilidad de que el desaparecido cáliz de Calera de Tango haya sido fabricado con material de este bloque de fierro de alta pureza, pues además proceder de los antiguos terrenos jesuitas que tenían su planta metalúrgica en la capital chilena, la Chacra de la Ollería, en su parte central la pieza de varias toneladas tiene una cavidad rectangular de unos 22 centímetros, que parece removida artificialmente con procedimientos desconocidos y podría coincidir con el volumen y peso de la pieza extraviada. Supone, además, que la influencia del Padre Haimhausen, a cargo de los procedimientos metalúrgicos de la Ollería, participó de esta operación.
Algún día quizás avancemos un poco más en estas teorías, abordadas y divulgadas por nuestro multifacético amigo el también investigador David Dorado, en su serie de documentales independientes "Sello Dorado", donde entrevista a Novakovic para el capítulo "Los jesuitas en Chile, el cáliz de Calera de Tango y Veas-01" (noviembre de 2013). Por ahora, cabe sólo recordar que muchos de los elementos más curiosos y de connotación misteriosa que pueden observarse en la Catedral de Santiago (desde curiosos artículos con simbología críptica resguardados en la Sacristía hasta las propias puertas con figuras labradas formando cruces y rosas, posible alusión a la sociedad Rosacruz), provienen de las escuelas de los jesuitas bávaros de Calera de Tango, justamente.
La historia del conjunto jesuita continuaría sentando episodios memorables, a todo esto. En 1990, el Arzobispo Juan Francisco Fresno convocó y realizó en este sitio la reunión que gestó el célebre Acuerdo Nacional, en los días más complejos de la transición a la democracia.
La última gran restauración del convento y la iglesia duró casi una década, siendo financiada por la misma familia Ruiz-Tagle, aún residentes locales, asistidos por el Padre Fernando Montes. El terremoto de 2010 causó algunos daños en el templo y en el colegio, pero en general su estado es bastante bueno para la cantidad de años que ha reunido este singular santuario. Los trabajos de restauración que siguieron al cataclismo, fueron dirigidos por el propio Padre Renato Poblete, sobrino del fallecido sacerdote del mismo nombre que estuvo a la cabeza del Hogar de Cristo.
Altar de la Virgen de la Purísima, al costado derecho de la nave, con la más valiosa de las tres figuras coloniales sustraídas en septiembre de 2016.
Imagen de San Luis de Gonzaga, en el altar a un costado del sagrario, que también resultó robada con otras dos figuras.
La tercera figura de las sustraídas desde el templo. Corresponde a San Ignacio de Loyola y estaba en la Capilla del Sagrado Corazón.
El aspecto colonial del conjunto y la influencia barroca en el exterior del templo se han mantenido, alcanzando para las dependencias destinadas al Colegio San Ignacio. No obstante, las líneas del templo han cambiado varias veces, si bien manteniendo su gran acceso de portón de madera en arco, y su fachada con pórtico barroco colonial con influencias germánicas.
Otro hecho de interpretación casi esotérica para el edificio, es el que la cruz de su actual campanario de notable forja artística, con una pequeña línea horizontal cerca de su base (la cruz del monograma IHS), estaría supuestamente alineada con el desplazamiento de la constelación de la Cruz del Sur, de tal manera que, en algún momento de la noche, quedan superpuestas formando el símbolo denominado Cruz de Caravaca (o quizás la Cruz de Salem, diríamos).
Para la curiosidad del visitante, además, hoy existe frente al templo y cruzando la calzada, una plaza altar de la Crucifixión de Cristo, alineada a su vez con la fachada y las puertas de la iglesia. Esta imagen del Calvario está junto al acceso al Fundo San Pedro, y es un lugar de peticiones y rogativas popualres.
Las puertas del templo se abren los domingos y festivos. Al traspasarlas, interiormente se enfrenta una nave única con envigado de maderos cruzados en el techo, con vanos pequeños para la iluminación, grandes puertas con dinteles de madera y un púlpito al que se accede por una habitación lateral. Su sacristía guarda importantes tesoros y objetos valiosos, y hay reliquias de etapa anteriores del templo distribuidas dentro del recinto.
Antes de llegar al presbiterio, está en el muro del lado derecho un altar de columnas salomónicas hecho para albergar una hermosa imagen tallada y policromada de la Virgen María Purísima, de un metro y 70 centímetros de altura. Infelizmente, ésta es la más valiosa de las figuras religiosas que han sido robadas hacia la noche del viernes 2 a sábado 3 de septiembre, por un grupo de ladrones que entraron al templo por los techos a través del pequeño vano lateral del campanario, desde donde ingresaron rompiendo cerrojos y candados por el sector del coro.
Esta imagen mariana, tallada en una sola pieza de palo de rosa, había sido restaurada hacía no mucho tiempo por el Centro de Conservación Crea. Además de su inmenso valor, tiene una historia muy particular, para aumentar el ya abundante legendario del lugar: tras la expulsión de los jesuitas, había sido dejada oculta dentro de su nicho en un muro, que fue cerrado con una pared de ladrillo. Posteriormente, cuando regresaron al conjunto estos sacerdotes, habrían reabierto la gruta en el murallón y allí seguía su amada imagen, esperándolos desde hacía un siglo y medio.
Frente al mencionado altar, al otro lado de la nave, se abre una sala que fue adicionada al templo con conexiones hacia los patios, y donde está la Capilla del Cristo del Sagrado Corazón, imagen de yeso que se cree de fines del siglo XIX. En esta habitación, además, se encontraba en un vano que da hacia el Patio de los Naranjos, con la noria de pozo y adoquines, la figura de San Ignacio de Loyola en túnica blanca, otra de las figuras sustraídas en el descrito robo.
Finalmente, el Altar Mayor del templo está consagrado a la figura de Nuestra Señora del Rosario con peana propia en un nicho en lo alto del sagrario, con una efigie de la crucifixión custodiada por San Ignacio y San Luis de Gonzaga abajo, siendo este último la tercera de las imágenes que acaban de ser secuestradas. Lamentablemente, no hay buenas noticias sobre el destino que pudo haber tenido esta figura, pues se encontró en una acequia frente al templo, lo que parecería ser una oreja de la misma imagen, aunque también podría pertenecer a la de San Ignacio de Loyola, según opinan algunos.
Más al interior del conjunto, la casona de hospedaje de los sacerdotes está atrás del colegio, con un gran patio. Como en la iglesia, sus techos son de roble, ciprés y espino, cubiertos por tejuela cerámica rústica. Por seis meses cada año llegan los jesuitas de distintas provincias del país a someterse a la tercera probación, además de realizar ejercicios espirituales, retiros y encuentros de fe.
GALERÍA DE IMÁGENES:
IGLESIA Y CASA JESUITA DE CALERA DE TANGO

EL TRAPIZZINO: UNA JOYITA DE LOS NUEVOS SABORES ITALIANOS

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Presentación en sociedad del establecimiento "Trapizzino" de Puente Milvio. Imagen en los muros, dentro del propio local.
Coordenadas: 41°56'14.24"N 12°27'56.44"E (local de Piazzale di Ponte Milvio) / 41°52'46.18"N 12°28'24.85"E (sede Via Giovanni Branca) / 41°54'22.52"N 12°28'9.70"E (sede Piazza Cavour)
No sé si hablar exactamente de un sándwich para este caso, pero digamos -en forma general- que los bocadillos y comidas en pande algunas sociedades, no siempre me parecen un reflejo necesario de su cultura culinaria más conocida: mientras en algunos destinos uno puede encontrar un sólido desarrollo de la cocina local, su actividad "sanguchera" se ve un poco pobre y limitada, reducida a tirar al pan casi lo mismo que sale de las ollas, sin mayores esmeros; por el contrario, en otros lugares con una cocina más bien sencilla y simple, puede aparecer una gran cantidad de sabrosuras emparedadas, a veces como tributo a alguna influencia cultural extranjera.
Sin embargo, el trapizzino de Roma me pareció casi una coronación del rubro sanguchero en Italia, país cuya rica tradición culinaria asociada a las pastas y antipastos ha eclipsado injustamente en la percepción del extranjero, a las maravillas de repostería, gelatería, pastelería y sandwichería local. Se trata de un producto aún nuevo y en pleno descubrimiento y conquista, pero que calza amplia y perfectamente con la cocina más característica que conocimos en Italia, pese a no ser un platillo tradicional... Es más: ni siquiera va en plato.
Conocí al reputado y admirable trapizzino en el local de la cadena del mismo nombre, cerca del Ponte Milvio, el famoso puente romano del amor con sus colecciones de candados jurando compromisos eternos. Está en la Piazzale di Ponte Milvio cerca de Viale di Tor di Quinto, a escasos metros del mismo paso sobre el río Tevere (Tíber), en los bajos de un edificio ubicado frente a la Via Flaminia.
¿Qué es exactamente este invento culinario? No es un sándwich propiamente tal, pero tampoco una pizza en el sentido convencional. Sin embargo, tiene un poco de ambos y mucho de propio.
El trapizzino corresponde a un bocadillo cob base de una masa triangular en forma de bolsillo, dentro de la cual un cucharón derrama jugosos y suculentos rellenos elegidos por el propio comensal. Los guisos y salsas disponibles en los mesones para este relleno son, principalmente:
  • Polpo al sugo (pulpo en salsa)
  • Pollo alla cacciatore (pollo al cazador)
  • Coda alla vaccinara (cola de vaca estofada)
  • Parmigiana di mlanzane (berenjena parmigiana)
  • Insalata di baccala' e peperoni arrosto (ensalada de merluza en salazón y pimentón asado)
  • Polpetta al sugo (albóndigas con salsa)
  • Bollito picchiapo (carne cocida a la picchiapo)
  • Broccoli e salsiccia (brócoli con salchichas)
  • Broccoli e pecorino (brócoli y queso de oveja)
  • Zucca mandorle e pecorino (zapallo con almendras y queso de oveja)
  • Misticanza di verdure alla romana (ensalada de verduras con hierbas a la romana)
  • Genovese (salsa genovesa)
  • Zucchine alla scapece con nodini di mozzarella (zapallitos italianos fritos con queso mozzarella)
  • Doppia panna (crema doble)
  • Arrabbiata (tipo de salsa de tomates al olivo)
  • Garofolato di manzo (carne de res a la sartén)
  • Involtino al sugo (rollitos de carne con salsa)
  • Zighinì (estofado de carne y verduras, de origen etíope)
  • Trippa alla romana (guatitas a la romana)
  • Caponata fredda di verdurde (caponata fría de verduras)
  • Padellaccia di maiale (carne de cerdo a la sartén)
  • Seppie con piselli (sepia con guisantes)
  • Guancia brasata (estofado de charchas)
  • Lingua in salsa verde (lengua en salsa verde)
  • Pollo con peperoni (pollo con pimentón).
Cabe comentar que esta sabrosura de corta edad aún, ha comenzado a aparecer recomendada con gran insistencia en las guías turísticas como la "Lonely Planet's discover Italy" o "The rough guide to Rome", y en estudios de cocina como "Tasting Rome" de Katie Parla y ‎Kristina Gill, o "Semplice: real italian food" de Dino Joannides.
De acuerdo a lo que proclaman fundadamente orgullosos los creadores de este producto, el trapizzino es el resultado de cinco secretos culinarios básicos en su preparación:
  1. La masa de pizza blanca, crujiente por fuera y suave por dentro, cortada en la comentada forma de triángulo base para todos los trapizzinos. La pieza se entrega al cliente envuelta en un pequeño cambucho, para consumo directo y sin cubiertos.
  2. La levadura madre con que se fabrica esta misma masa, cuya tradición de más de cien años y de transmisión generacional, proviene del Sur de Italia y es guardada celosamente por sus creadores, como legado familiar.
  3. La receta de los mencionados guisos para rellenos de cada trapizzino, a elección del consumidor y dispuestos en un mostrador, resultantes de una larga investigación del creador sobre tradiciones familiares, ventas populares y expendios "al paso".
  4. El tiempo dedicado a la elaboración del producto, y que llega a dos días por cada 10 trapizzinos, dada las necesidades de fermentación de la masa y la preparación de los guisos, poniendo a prueba la paciencia y dedicación del panadero encargado. Esto lo exime de ser una simple "comida rápida".
  5. La pasión y cuidado con las que sus cocineros trabajan, preparando en vivo ante los clientes de su local principal y con los creadores participando también de actividades para la difusión y conocimiento de su trabajo.
Fue el empresario gastronómico romano Stefano Callegari, miembro de una familia de tradición en los restaurantes, el inventor de este producto. Como podrá adivinarse por lo descrito, el trapizzino proviene del arte de la pizzería: Stefano comenzó a introducirse en la preparación de pizzas hacia 1992, con 23 años, observando la actividad de las cocinerías de su familia y asistiendo posteriormente a un curso de elaboración de este mismo producto tan tradicional italiano, en 1995, comenzando a trabajar al año siguiente en una línea aérea como maestro pizzero.
El trabajo del cocinero lo paseó por el mundo y, en 2005, instaló su propia pizzería con dos amigos, la "Sforno", y luego una llamada "Testaccio" en pleno centro romano. Fue en esta última, experimentando con variaciones del producto, donde Stefano presentará al mundo su obra maestra, el trapizzino, que surgió en 2008 después de investigar cómo eran las comidas populares servidas en puestos en las calles y hacer distintos ensayos hasta dar con un producto óptimo para el comercio.
Posteriormente, el creador fundó la pizzería "Tonda", una de las más concurridas por los amantes de esta comida en la capital italiana, convirtiéndose en una eminencia del rubro. A continuación, vino la cadena "Trapizzino". Lo asiste en esta cruzada su amigo Paul Pansera, quien ha innovado en el carácter de los locales al desarrollar la idea del expendio de alimentos de usos múltiples y abierto todo el día, además de contribuir al éxito comercial del producto.
Además del local cercano al Puente Milvio y de poder contarse con sus servicios de entrega a domicilio, los trapizzinos de Roma se venden en el establecimiento de Via Giovanni Branca con Via Florio (frente a la Parroquia de Santa María Liberatrice) y en el de Piazza Cavour con Via Ciccerone (en el Teatro Adriano); y fuera de Roma se los puede hallar en la Piazza Della Vittoria de Ladispoli y en Viale Giuseppe Garibaldi de Trevignano, existiendo varios otros en proyecto. La cadena ya tiene un par de locales en Japón, de hecho.
Así, si viaja por la Ciudad Eterna, no es saludable olvidar presentarle a su paladar esta hazaña culinaria llamada trapizzino, demostrando que Roma seguirá dando razones para continuar siendo descubierta a perpetuidad.
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