Imagen de una trilla en la antigua Hacienda Las Condes.
Coordenadas: 33°22'33.20"S 70°30'17.57"W
He recibido recientemente, este interesante correo con imágenes del señor Frank Smith Ruiz, útil para completar parte de la información ya publicada en este blog relacionada con el origen de la Comuna de Las Condes y su nombre, en este caso con la antigua hacienda y casona de la misma comuna, en Fernández Concha 700. Comparto este interesante material con autorización del mismo colaborador, descendiente de la familia fundadora, a quien reiteramos agradecimientos. Todas las imágenes acá expuestas son de su propiedad. Algún día abordaré en este blog también la historia de este inmueble, declarado Monumento Histórico Nacional el 21 de junio de 1982, y sirviendo en la actualidad como campus de la Universidad Andrés Bello:
Hola, cómo estás, leí en tu blog que mucha gente se había ligado a Las Condesas de Sierra Bella. Pues encontraste a una: Teresita Ruiz Alcalde, mi mamá. Vivió ahí; tenemos fotos y cosas que heredamos de la casona y la capilla. Aquí te detalló un pequeño árbol genealógico y una historia al final:
Papá: Luis Antonio Ruiz Fernández
Mamá: Alicia Alcalde Cruchaga
Abuela: María Magdalena Fernández Mira
Abuelo: Luis Ruiz Fernández
Bisabuela: Mercedes Mira Mena
Bisabuelo: Pastor Fernández Concha
Tatarabuela: María del Carmen de Santiago Concha Vásquez de Acuña (Condesa de Sierra Bella)
Tatarabuelo: Pedro Fernández de Santiago Concha.
Luego de la venta de la casa y posterior muerte de mi abuelo, mi madre heredó cosas muy lindas de la casona y de la capilla. Mamá tiene los más lindos recuerdos de su niñez ahí, de paseos a caballo, de juegos en la pileta, de muchas historias de túneles que conectaban a Argentina, de un tesoro escondido, etc.
Bueno, saludos y cualquier duda me avisas,
Frank Smith Ruiz
(Le mando unas fotos de la casona donde aparece mi mamá y también una trilla de la casona).
Pasaje Lídice está a la altura del 650 de calle San Antonio en Santiago de Chile, entre las arterias de Esmeralda y Santo Domingo, en un céntrico sector de la ciudad. Tiene una perfecta y proporcionada forma de "T", perfilada por los dos edificios de la entrada en calle San Antonio y el que estaba al fondo, recientemente demolido y reemplazado por un nuevo proyecto inmobiliario. Tal edificio será el inmueble de nuestra atención en este texto.
Interiormente conectado con la galería comercial del Pasaje San Antonio 721, este callejón es uno de los rincones que sobreviven desde el misterio del Santiago del medio siglo en la ciudad más profana y corroída de nuestros días. Dándole fondo al pasaje, era un experimento neoclásico tardío, me parece que de los años treinta o cuarenta, aunque la administración del mismo señalaba que fue inaugurado en 1945. Conservó la dirección de San Antonio 650 a pesar de que el pasaje completo fue bautizado Lídice tras ser inaugurado, recordando la entonces reciente destrucción de aquella aldea checoslovaca, durante la Segunda Guerra Mundial. Una placa fue instalada en los noventa por la comunidad checa en Santiago, de hecho, agregándosele después un nuevo memorial en el piso, que es punto de encuentro cada año en el aniversario.
El edificio al que nos referimos era de 5 pisos, más el nivel del subterráneo y un sexto en los altillos, habilitados en una época posterior a su inauguración. Ocupaba todo el ancho del fondo del pasaje, y las puertas de su acceso a los bajos estaban alineadas con el frente del acceso al mismo pasaje, en el número 676. Para acceder al sector de oficinas y residencias de los pisos superiores, en el número 652, se debía ingresar por un costado, al extremo Sur del inmueble. Había allí algunas residencias, oficinas de empresas, centros médicos y una gran consulta dental donde se atendían los empleados y familiares de la compañía de electricidad Chilectra, donde trabajaba mi padre y recibiendo por ello este mismo servicio, así que hubo períodos de mi vida en que asistía casi regularmente a este lugar. Había buenos dentistas y odontólogos allí, como los doctores Humeres, Aguilera y Ugarte.
Sin embargo, lo más atractivo del edificio era el piso del zócalo, con entrada frontal (la del número 676) y de gran altura, equivalente a dos niveles internos. Sobre su gran portalón de estilo casi románico se ufanaba de sí un misterioso blasón con símbolo curioso a la vista: un León heráldico sosteniendo un cáliz, con la inscripción "VOR-DOR" en un listón, a sus pies, que quizás tenga alguna relación con el primer establecimiento que estuvo en este lugar preciso.
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Se recordaba que, pasando bajo este león, el amplio salón de sus bajos había sido el espacio que ocupó por muchos años el restaurante "El Villorrio", con sus dos pisos interiores, una estética de campo y oferta de comidas típicamente chilenas, donde predominaban las parrilladas y platos con aire campesino. La estética del amplio local reforzaba esta característica incluso en la señalada entrada: su acceso solía estar decorado con artículos como fardos de paja, farolitos, ruedas de carreta y creo que hasta alguna cabeza esquelética de res si la memoria no me engaña, similares a cualquier restaurante típico de zonas rurales de Chile.
Me cuentan que, en su mejor época, las cenas de "El Villorrio" eran con bailables, cual reminiscencia sobreviviente de la antigua época de los clubes de bohemia y entretención con orquestas en vivo, ambiente tan afectado en los años setenta y ochenta por las restricciones horarias. Era también un gran centro de eventos y fiestas privadas. Tenía grandes lámparas y columnas interiores, alrededor de sus buenas pistas para los que quisieran danzar en las fiestas de aquellos años.
Por su parte, el restaurante "El Novillero" fue fundado por el año 1988 y también estuvo funcionando por acá según guías como "Chile Handbuch" de René Junghans (de 1989), antes de emigrar a su actual ubicación en calle Moneda a escasa distancia del Palacio de la Moneda. Ha sido otro de los grandes símbolos culinarios de Santiago Centro, apareciendo incluso en manuales para turistas en Santiago. También compartía esa misma estética campesina y evocadora de la cultura rural en su decoración, y su carta basada en comida típica.
El último centro gastronómico con popularidad que estuvo en este salón, fue el restaurante de comida peruana "El Ají Seco 2", desde inicios del actual milenio hasta poco después de los días del Bicentenario Nacional. Reconocido como el mejor exponente de la famosa cadena por algunos de los amantes de la comida internacional, su paso por allí marcó el final de la serie histórica de establecimientos de este volumen y características que ocuparon el célebre primer piso del edificio, en su caso cargándolo de mucha decoración folklórica e iconografía cultural de Perú.
No todo fue paz y prosperidad para "El Ají Seco 2" allí, sin embargo: sus dueños fueron muy criticados por utilizar el pasaje como estacionamiento privado del restaurante, incluso después de las remodelaciones ejecutadas por la Municipalidad y de las que hablaremos más abajo, en circunstancias de que dependencias del propio municipio y hasta los Carabineros de Chile de la cercana Comisaría N° 1 de Santiago no tenían dónde aparcar correctamente sus automóviles. Finalmente, por estos problemas y otros relacionados con alzas de arriendo del espacio, el restaurante cerró sus puertas trasladándose hasta otro lugar de la capital, en la comuna de La Florida (o al menos su nombre).
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El edificio de Lídice estaba muy deteriorado y envejecido, a esas alturas. Prácticamente deshabitado y arrastrando algunos pleitos judiciales en algunos de sus departamentos, durante la segunda mitad de la pasada década colgaban de él grandes lienzos ofreciendo a la venta pisos completos. Abajo, en la calle, se colocaron sólidos postes como barreras para impedir el paso de vehículos no autorizados, y también rejas con portón que se cierran a cierta hora del día, luego de convertirse el pasaje en un hervidero de delincuencia y prostitución, como muchos otros sitios del Santiago en decadencia de nuestros días.
Ya en su etapa de mayor decaimiento, hubo hasta intentos de asesinatos de prostitutas en este pasaje. A una de ellas, un cliente le cortó el cuello en diciembre de 2001, aunque sobrevivió. Poco después, otra con nombre artístico Lorena, fue atacada por un sujeto de apellidos Lancaqueo Lemul, usando una piedra que traía entre sus ropas luego de solicitar sus servicios sexuales e ir con ella hasta el tercer piso donde arrendaba un cuarto, a inicios de octubre de 2002. Fue una escena de brutalidad y salvajismo que parecía sacada de otra época de nuestra sociedad, de la que esta mujer logró zafarse usando lo que quedaba de sus fuerzas para morder a su agresor y escapar herida, alertando a un cuidador de vehículos del mismo pasaje que logró reducir al sujeto atacándolo con un palo.
Había también un prostíbulo funcionando con disfraz de sauna en el pasaje, como muchos otros boliches oscuros de este tipo en Santiago Centro. Fue conocido en su momento que, cuando funcionarios de la Policía de Investigaciones lo cerraron y desmantelaron por completo un día del verano de 2006, el negocio ya estaba funcionando otra vez en el mismo lugar a las pocas horas, motivando nuevas denuncias de vecinos en su contra. De hecho, aún en nuestros días y con todos los cambios experimentados por el lugar, es frecuente ver prostitutas extranjeras ubicándose en la boca del pasaje y alrededores, a veces causando riñas con peatones o entre ellas mismas, característica que ha ido tomando rauda posesión de la calle San Antonio, como es sabido de sobra.
Había tenido lugar un proyecto de remodelación del pasaje, con cambio de pavimento y mejoras en la iluminación que espantaron a muchos de los delitos del lugar y que costaron a la Municipalidad de Santiago cerca de 26 millones de pesos, en 2007. Empero, para entonces muchos de los vidrios de la fachada del edificio estaban quebrados, como para reforzar su semblante de sitio embrujado. Las ofertas de ventas de pisos eran sólo la antesala para su desaparición, cuando una casa inmobiliaria se interesó en él y lo compró completo, dando inicio a la obra del reluciente edificio que ahora está allí.
La demolición se realizó hacia agosto de 2014, mientras que el nuevo edificio comenzó a ser levantado por mediados del año siguiente o un poco antes. Tras 70 años ubicado en este pasaje desde fines de la Segunda Guerra Mundial, se esfumó para siempre devorado por el progreso y los cambios. El nuevo edificio que lo reemplazó en su perímetro, se halla prácticamente concluido en estos momentos.
Tambo es un término de varias acepciones y alcances en el mundo andino y en sus áreas de influencia. Una de las más populares dice relación con las paradas de antiguos caminos o rutas en el Tawantinsuyo, que venían a funcionar como un descanso en donde los viajeros reposaban durante el cumplimiento de los itinerarios de traslados y transportes dentro de la administración incásica. Esto ha tenido mucha influencia en la toponimia de algunos lugares donde existieron y también en un concepto de albergues posteriores para viajeros, sitios que acabaron convertidos en solares y residencias del Perú más tradicional, ofreciendo cierta semejanza con la imagen de los conventillos antiguos y pequeñas comunidades compartiendo espacios urbanos relativamente reducidos.
Uno de los tambos más antiguos de la ciudad de Arequipa (quizás el primero) está a sólo tres cuadras de la Plaza de Armas, en la calle de Puente Bolognesi 333, cerca del cruce con Cruz Verde, en el Barrio del Solar. Llamado Tambo de Bronce y construido hacia inicios del siglo XVIII, no es mucho lo que puede apreciarse desde afuera mirando su bajada de escaleras, pero interiormente es un magnífico complejo de residencias coloniales con cierto aire mediterráneo en sus formas y distribuciones en niveles, representando la expresión de arquitectura más popular en una ciudad dominada principalmente por la imponencia de grandes iglesias barrocas y las artísticas fachadas palaciegas.
Tambo de Bronce está emplazado en lo que originalmente había sido la finca del alto funcionario virreinal don Juan Pío de Montúfar y Frasso, que ostentaba abolengos y títulos como el de Marqués de Selva Alegre, Vizconde Previo de Tacar, Señor de Tamajón y Tinajas, y Caballero de la Orden de Santiago y del Consejo de Indias, además de haber sido Oidor de la Real Audiencia en su natal Granda y Gobernador y Capitán General de Quito. Sabemos que nació en 1702 y falleció en 1761, de acuerdo a lo que anotara poco después don Antonio de Alcedo en su "Diccionario geográfico-histórico de las Indias occidentales o América", de 1788. Fue padre del noble Juan Pío Montúfar, precursor de la Junta de Independencia de Ecuador, y abuelo de Carlos de Montúfar, militar de la lucha libertadora final del mismo país.
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Como era usual en la funcionalidad de estos establecimientos, el solar del tambo arequipeño había sido construido como una posada o lugar de reposo para los arrieros, comerciantes y ganaderos que llegaban hasta la antigua Arequipa con sus respectivas cargas de mercaderías y animales. Aunque hoy hay evidentes intervenciones más cercanas a nuestra época, muchas de sus habitaciones y pasillos siguen siendo originales. Todos los espacios de habitación fueron convertidos posteriormente en este modelo de residencia que da gran identidad al urbanismo popular peruano y especialmente a esta ciudad.
El destacado periodista y político peruano Benito Laso de la Vega habría nacido en el seno de una familia del Tambo de Bronce en 1783, según se cuenta. El lugar es mencionado también en obras literarias como "La invitación", de Antonio Bascones Martínez, y hay canciones y poesías rindiéndole homenaje, de hecho. Actualmente, más de 2o familias de origen modesto viven en él.
Con relación al nombre del tambo, decía Guillermo Galdós Rodríguez en "La rebelión de los pasquines" que, originalmente, se llamaba Colla Paula, aunque no hemos podido confirmar este dato en otra fuente. Cierta historia asegura que su denominación actual deriva de un episodio relacionado con la Guerra del Pacífico, particularmente durante la ocupación chilena de la ciudad en 1883. En un website de la Oficina del Centro Histórico de Arequipa (Programa Patrimonio en Desarrollo, P>D), encuentro defendida esta versión: al entrar las tropas chilenas luego de la sublevación contra Lizardo Montero, habilitaron en este solar un cuartel de artillería, dejando algunos cañones de bronce allí como pago del arriendo de tal espacio, una vez que terminó la guerra. Dicho material de bronce fue reutilizado después en las fundiciones, y fue por esta asociación, entonces, que el sitio acabó motejado como el Tambo de Bronce, permaneciendo con esta denominación hasta nuestros días.
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En épocas posteriores, fue un escenario de importantes actividades culturales y folklóricas, según recuerdan algunos vecinos. La misma fuente relacionada con la Oficina del Centro Histórico de Arequipa agrega que en el tambo se instaló el primer ring de boxeo que haya conocido la ciudad; y en el sitio Linda Arequipa & El Portal de los Arequipeños se informa también que acá estuvo la sede del club de fútbol "Atlético Tigre". Su barrio también se caracterizaba antaño por la intensa oferta de tiendas, pulperías y cocinerías.
Tambo de Bronce ha sido un testimonio extraordinario de la historia colonial arequipeña, como salta a la vista. Hallándose cerca de otros vestigios de esta clase de lugares, como son el Tambo del Solar y el Tambo del Matadero, es uno de los muchos atractivos turísticos de la urbe pero en un aspecto más mundano y barrial, menos ostentoso que en los casos más connotados de la arquitectura colonial arequipeña.
Al descender por las escaleras se encuentra el visitante con un altarcito de Nuestra Señora del Rosario, advocación de la Virgen identificada como la Santa Patrona de Perú. Está en un pasillo abierto, sin techo, y de piso pavimentado con pastelones y empedrados, mientras que los contornos los dan murallones de roca blanca propia de la arquitectura del casco histórico. Los extremos del pasillo conducen a las entradas a los dos patios interiores, ambos con pequeños jardines centrales y bancas para el descanso. Al primero, a la izquierda, se accede pasando por un corto pasillo en arco abovedado, siendo un lugar calmo y casi de meditación, gratamente aislado del ajetreo y rodeado de las viejas residencias. El segundo patio, más grande, está siguiendo hacia la derecha, pasando junto a otro altar religioso con los símbolos de la hermandad nazarena (la cruz con una escalera y una lanza) y doblando justo al enfrentar el acceso a un centro cultural del que ya diremos más. Da la impresión de que este patio es más dinámico: a diferencia de la paz que reina en el otro, acá juegan niños y algunos residentes jóvenes conversan bajo el Sol, saludando amistosamente a los curiosos. También está rodeado de residencias, con bancas de plaza para reposo y un jardincito verde al centro, donde crecen tres palmeras aún jóvenes y ansiosas de llegar a dar buena sombra.
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Recién a inicios de nuestro siglo se realizó la última de varias reconstrucciones que ha experimentado este solar, con la restauración de lo que queda de la casona de este significativo lugar, aunque "sin la prestancia colorista de otrora" según criticó alguna vez el escritor peruano Francisco Mostajo. Era una deuda que se tenía pendiente cumplir desde hacía tiempo, según declaran algunos arequipeños por acá. El detonante de las obras fue el terremoto del 23 de junio de 2001, que echó abajo la bóveda del zaguán, fracturó muros y dañó peligrosamente los sillares, dejando en riesgo el futuro de sus estructuras.
El proyecto de reparaciones fue ejecutado por el Alcalde Juan Guillén Benavides con apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional, como lo recuerda una orgullosa placa metálica empotrada en las paredes de roca junto al altar mariano, con fecha de 10 de agosto de 2002. Se reconstruyeron las bóvedas desplomadas, se cambiaron los pavimentos, y se renovaron las fachadas, todo con ayuda de los propios residentes del sector. Y si bien mucho del mismo tambo se ha perdido para siempre con remodelaciones y terremotos, su encanto colonial siguió sólido, procurando ser mantenido durante estas mismas mejoras.
En 2010, tuvo lugar aquí también la fundación de la Casa Cultural Tambo de Bronce, en el número 6 del mismo conjunto, el día 7 de mayo de ese año. En este espacio grupos de artistas y gestores culturales de la ciudad comenzaron a promover todo tipo de actividades relacionadas con artes plásticas, escénicas, visuales, fotografía y música. Desde entonces, han tenido lugar allí presentaciones en vivo, charlas, exposiciones y talleres varios.
El servicio de Google Street View ofrece un interesante recorrido fotográfico en 3D dentro del Tambo de Bronce, aunque no me parece del todo logrado el efecto, pues parece percibirse una engañosa distorsión de las proporciones dentro de aquel espacio encantado, en sus patios y pasillos. Sería de Perogrullo insistir, entonces, en que nada, absolutamente nada, sustituye una visita y exploración presencial en este encantador y pintoresco sitio.
Un auténtico "rancho marinero" de jueves: colación de de cazuela, empanadas y atrás los pocillos con huesillos, servidos a bordo del buque LDSH-91 "Sargento Aldea" de la Armada de Chile. Imagen del día 31 de octubre de 2013 (Operativo ACRUX Norte).
Hubo un tiempo en que era común comer cazuela y/o empanadas los días jueves entre algunas familias modestas de puertos o en hogares de hombres de mar. Esta costumbre se conserva intacta en la Armada de Chile, de donde es originaria: proviene de una política de hacer el "rancho marinero" de los jueves, adoptada por la institución en la primera mitad del pasado siglo, según se calcula. De acuerdo a la leyenda institucional, tendría relación con cierto episodio que se nos viene aproximando por el calendario: la epopeya naval del 21 de mayo de 1879 en Iquique.
Existen muchas otras tradiciones civiles, militares, navales y republicanas que -de una forma y otra; en la realidad o en la leyenda- se asocian al símbolo de la doble hazaña del 21 de mayo, con los combates navales de Iquique y Punta Gruesa que, de alguna manera, sellaron el triunfo de Chile en la Guerra del Pacífico al hacer perder a Perú uno de los elementos más poderosos de su flota de guerra y crear un referente heroico radical, que alteró por completo la percepción aliada sobre la debilidad del elemento humano de las fuerzas chilenas.
He aquí, entonces, un pequeño repaso a algunos de estos alcances pintorescos, tradicionales y folklóricos asociados a la trascendente gesta de Iquique.
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Marinos en "La Piojera", después del acto oficial del 21 de mayo en Santiago.
LA TRADICIÓN DEL "RANCHO" DEL JUEVES
El "rancho" del jueves está sumamente incorporado a la cultura naval, alcanzando algunas instancias de vida de hombres de mar fuera de la institución, inclusive, como pescadores, portuarios y marinos mercantes. Consiste en un menú específico para la mesa del almuerzo de todos los casinos relacionados con la rama de la marina de guerra, compuesto de:
Cazuela, de pollo preferentemente (aunque esto no parece ser tan estricto).
Mote con huesillos de durazno, ocasionalmente huesillos solos y/o de ciruela o de damasco.
A veces se agrega una cena de cazuela y huesillos ya en la noche, pero el menú es estricto y se sirve tanto al personal de mar como el de tierra que está relacionado de alguna forma con la Armada de Chile: navíos, patrullas, puertos, faros, edificios administrativos, bases navales, clubes de ex marinos, museos, centros de extensión, departamentos culturales, etc.
Otro aspecto interesante es que, como se trata de tres comidas muy recurrentes en la cocina chilena las que van en el "rancho" del jueves, adquieren cierto valor especial para los marinos cuando están en misiones, haciéndoles sentir que aún mantienen el vínculo con su país por sobre las distancias. Esto lo pueden experimentar especialmente los estudiantes del Buque Escuela "Esmeralda" en sus salidas internacionales.
Image may be NSFW. Clik here to view.Esta costumbre provendría de una disposición en 1940, que propuso tal menú encargándoselo a los cocineros de la institución, apodados cukis en la jerga de marinos. De acuerdo a una creencia, el Presidente Pedro Aguirre Cerda tomó esta decisión después de visitar el acorazado "Almirante Latorre" en un día jueves de ese año, siendo invitado al comedor donde justo se servía tal carta. Según información reunida por un gran recopilador de la historia de la institución, el Suboficial (R) de la Armada don Manuel Chamorro Moreno, la tradición de los jueves se pudo iniciar entonces por su sugerencia y ya estaba perfectamente instalada en las cocinas de la Escuela de Grumetes en 1944.
Según la leyenda de los propios marinos, sin embargo, el "rancho" del jueves corresponde a los platos que estaban en el programa de la cocina para los hombres de la corbeta "Esmeralda" para el día siguiente a la epopeya de aquel miércoles 21 de mayo de 1879. Según esta creencia, el menú del jueves aquel que no llegó a conocer la Mancarrona, era un almuerzo de empanadas, cazuela y huesillos. Otras versiones de la historia, sin embargo, suponen que era para el mismo día del Combate Naval de Iquique, aunque también quedó sin alcanzar a ser servido.
La interpretación romántica que se da, entonces, es que esta supuesta última cena que no pudo ser servida en la "Esmeralda" y que nadie de su tripulación probó, quedaría servida para el Más Allá, para la memoria heroica y para el símbolo imperecedero, sentando así una fuerte e irrenunciable tradición en un día de la semana para todos los casinos, cocinas y comedores de la Armada y de sus estamentos relacionados.
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OTRAS TRADICIONES DEL 21 DE MAYO
LOS RETRATOS DE PRAT, SERRANO, RIQUELME Y ALDEA: En las dependencias y unidades de la Armada de Chile, en tierra o en mar, existen retratos de los héroes Arturo Prat, Ignacio Serrano, Ernesto Riquelme y Juan de Dios Aldea. Esto se debe a una antigua ordenanza interna de la institución, emitida conmemorando de forma permanente el 21 de mayo. En el caso de los buques, el retrato de Prat suele estar en la oficina del jefe de repartición-unidad o en la cámara del comandante; el de Serrano en la cámara de oficiales; el de Riquelme en la de los guardiamarinas; y el de Aldea en las cámaras de suboficiales y sargentos.
ANTIGUAS MANIFESTACIONES POPULARES DE CELEBRACIÓN: En las calles de pueblos y de grandes ciudades, antaño era usual que el 21 de mayo fuera un día de actividades para los chinchineros, organilleros y músicos populares, como forma de manifestar su homenaje a los héroes haciendo sus presentaciones públicas aquel día, de formas similares a las de la temporada de Fiestas Patrias. Otra tradición ciudadana no formal eran la de izar la bandera chilena en las casas, comercio y recintos públicos, costumbre que aún se mantiene tibia. Era corriente también que las firmas comerciales y compañías publicaran en esta época su publicidad en los medios de prensa aludiendo y saludando a los valientes de Iquique con ilustraciones, escudos patrios y eslóganes épicos. También se conservan en muchos poblados del país las tradiciones casi sagradas de depositar ofrendas florales en algún monumento de plaza o parque alusivo a la gesta o a alguno de sus actores, con participación de la municipalidad y de la ciudadanía.
LA IMPORTANCIA DEL TE DEUM EN EL SUR DE CHILE: Por el problema de las distancias y del centralismo, hacia el territorio Sur de Chile cobró gran importancia conmemorativa la misa del Te Deum de Acción de Gracias del 21 de mayo, especialmente en ciudades como Puerto Varas, Puerto Montt y Punta Arenas. Además de los agradecimientos a los héroes en el contexto litúrgico y con participación laica, se realizan presentaciones de coros y de músicos en vivo.
EL LEMA "VENCER O MORIR" EN LAS RUEDAS DE GOBIERNO: La rueda de gobierno en la caña de mando, popular e impropiamente llamada "timón", en los buques de la Armada de Chile lleva de manera invariable la inscripción "VENCER O MORIR", pues recuerda así la orden implícita es jamás rendirse imitando precisamente el sacrificio de Prat y la tripulación de "La Esmeralda". Esta norma en las ruedas de gobierno proviene de una disposición emitida por el Gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda, el 3 de abril de 1889.
FUNDACIÓN DE LOS BOY SCOUTS EN CHILE: Los niños exploradores chilenos tienen un sentimiento especial por esta fecha, pues la Asociación de Boy Scouts de Chile se inauguró con una actividad realizada el 21 de mayo de 1909, tras una visita de Robert Baden-Powell al país. Consistió en un acto oficial en el Puente Los Morros del río Maipo, en el que participaron cerca de 300 miembros de la naciente organización. Se eligió la fecha precisamente como homenaje a la epopeya de Iquique y Punta Gruesa por decisión de los precursores, don Alcibíades Vicencio y don Joaquín Cabezas. En la ocasión, el sobreviviente de la "Esmeralda", doctor Cornelio Guzmán, dio una charla a los asistentes sobre el Combate Naval de Iquique.
EL DISCURSO PRESIDENCIAL DEL 21 DE MAYO: La Cuenta Pública del Ejecutivo o Mensaje Presidencial era realizado ante el Congreso Nacional el día 1° de junio (fecha de inicio del período de sesiones ordinarias) durante el siglo XIX y parte del XX. El Presidente Emiliano Figueroa inició la costumbre de hacerlo en el día de las Glorias Navales con su discurso del año 1926, volviéndose una tradición de que aludía de alguna forma a la emulación del sacrificio de los héroes de Iquique, dignificando su responsabilidad y arrojo desde el cargo presidencial con transparencia y honor ante la ciudadanía. Carlos Ibáñez del Campo cambió el procedimiento durante su primer gobierno, enviando un informe para ser leído por el Secretario del Senado. Después de 1973, la Junta Militar cambió la cuenta pública al día 11 de marzo, pero al retornar la democracia se reestableció en el 21 de mayo, en 1990, siendo dispuesto constitucionalmente así por la reforma de 2005. Actualmente, la situación no da la altura para esta práctica: además de haberse desperfilado y convertido hace tiempo ya a la Cuenta Pública en otra instancia para seguir haciendo promesas políticas más que rendiciones político-administrativas, a consecuencia de las revueltas que año a año opacan las celebraciones muchas voces han propuesto por estos días devolver la cuenta pública al 1° de junio o cambiarla a Santiago, para separarla de las conmemoraciones de la esta de Iquique. Así pues, el símbolo profundo de una de las más significativas tradiciones republicanas chilenas podría estar próximo a desaparecer.
LA GRAN FIESTA DE IQUIQUE: Las más importantes celebraciones oficiales del gobierno conmemorando el 21 de mayo se ejecutaron en Iquique hasta 1888, año en que se trasladan a Valparaíso los restos de los héroes, especificamente hasta el monumento de la Plaza Sotomayor. A consecuencia de aquellos festejos en Tarapacá, durante más de un siglo siguió siendo tradición en Iquique engalanar toda la ciudad y recordar a los héroes de la gesta con una estética prácticamente similar a la que puede verse en las Fiestas Patrias, además de disfraces de marinos, decoración de los escaparates (con premios a la "mejor vitrina"), actos de los pescadores en la boya "Esmeralda", desfiles escolares y salidas de las bandas de bronce de la Armada, el Ejército y Carabineros. Bosques de banderas chilenas se alzaban sobre los techos, y los iquiqueños consideraban esta fiesta incluso más importante que la del 18 de septiembre, abarcando el fin de semana que estuviese más próximo a cada 21 de mayo. Según algunos de los propios habitantes, parte de la caída de estos festejos se ha debido a la actitud un tanto pacata de las administraciones municipales, que han ido minimizando la fiesta para no tocar sensibilidades de comunidades extranjeras llegadas a la ciudad, aunque las tradiciones no han pasado del todo y siguen teniendo categórico arraigo e identidad en suelo iquiqueño.
EL BRINDIS DEL 21 DE MAYO: Fue por muchos años una tradición civil y marina la de hacer un brindis por Prat y sus hombres en clubes sociales o centros de reunión, especialmente en Valparaíso y Santiago, para lo cual se organizaban cenas y encuentros especiales en el día de la efeméride, algunos más públicos o abiertos que otros. Todavía existen algunos actos de este tipo en protocolos en reuniones de conmemoración, museos y centros de difusión cultural relacionados con la Guerra del Pacífico.
ORIGEN DE LA GRAN FIESTA EN VALPARAÍSO: Curiosamente, las principales celebraciones del 21 de mayo no se hacen hoy en Iquique, sino en Valparaíso. Esto, no porque coincida con la actual ubicación del Congreso Nacional y el lugar de rendición de la Cuenta Pública Presidencial, como podría creerse, sino como consecuencia de la inauguración del gran Monumento de las Glorias Navales de la Plaza Sotomayor, donde están las criptas y las estatuas de los héroes de Iquique. Presentado en sociedad el conjunto conmemorativo con un formidable acto público del 21 de mayo de 1886, la ciudad de Valparaíso fue decorada completamente con guirnaldas, arcos y pendones para aquella fiesta dirigida por el Presidente Domingo Santa María. Por muchos años, los afiches-certificados que se entregaron a las familias y colaboradores particulares de la erogación popular para este monumento, eran exhibidos con orgullo en las casas de quienes participaron de tal campaña. Las celebraciones heroicas se repitieron con el funeral del héroe Carlos Condell en 1887, sepultado en el mismo mausoleo, y en 1888 son trasladados hasta allí los restos de Prat y los otros héroes, también entre grandes actos públicos. Así quedó instituida en el puerto la principal fiesta del 21 de mayo en el país.
EL TRAGO DE CHICHA Y "LA PIOJERA": No bien terminaron los actos inaugurales del Faro del Monumento a las Glorias Navales de Mapocho en Santiago el 28 de mayo de 1962, estratégicamente ubicado al final de calle 21 de Mayo junto al Mercado Central, los marinos que desfilaron y parte de las comitivas presentes comenzaron a preguntarse dónde ir a festejar la feliz entrega a la ciudad del complejo conmemorativo, que permitiría celebrar cada año la epopeya con grandes actos públicos. Cuenta la leyenda que, por tal motivo, alguien sugirió seguir el dedo índice de la estatua de Prat, que se observa apuntando hacia el horizonte. Siguiendo esta dirección, caminando hacia el poniente con inclinación al Sur, llegaron a la célebre cantina "La Piojera" de calle Aillavilú, donde improvisaron de inmediato una gran celebración que se repitió por todos los actos del 21 de mayo realizados allí en el monumento, desde entonces. También se instituyó la tradición de compartir un brindis de chicha entre las máximas autoridades municipales y marinas presentes, partiendo por el alcalde y el jefe zonal de la Armada, costumbre que inicialmente se hacía en cacho y que fue recuperada hace no muchos años. Hay ciertas licencias y excepciones al rigor institucional de los marinos que acuden a "La Piojera" durante ese día en particular, especialmente en la ingesta de bebidas de alegría (parece haber cierta preferencia por los "terremotos", en nuestro días), aunque en tiempos recientes esto ha generado algunas incomodidades y reproches al comportamiento de algunos uniformados excesivamente enfiestados.
Don Adolfo Bauer, impulsor de la industria cervecera en el Valle de Elqui, una botella y etiquetas de su cerveza. Estas imágenes están publicadas en el excelente blog sobre cultura cervecera beerchela.blogspot.cl, seguramente el mejor sobre esta temática en Chile.
Visitas frecuentes al Valle de Elqui distribuidas en cuarto de siglo de viajes, me habían convencido de que el pisco iba a ser el producto definitivo para la zona en cuanto a néctares de Baco se refiere. El vino pajarete y la coctelería con los tragos Serena libre o copao sour son líneas derivadas desde esta histórica industria pisquera; el resto de los productos típicos lo hacen las papayas, los manjares o los frutos secos, ya en reinos de sabrosuras inocentes.
Pero sucedió que, en mi última aventura por la región durante este año, mi encanto por el valle se ha visto reforzado gracias a un pequeño templo cervecero en el camino: "Cactus", ubicado en la carretera por el sector de La Calera.
Para ser más exacto, el santuario se nos aparece en la Ruta D-41 del Valle de Elqui. Se pueden ver las instalaciones de la pulcra planta, en la que trabajan unas 15 personas y se producen unos 25 mil litros mensuales, según pude averiguar. A un costado, está la sala de ventas de troncos y característico techo pajizo, antecedida por estacionamientos y un jardín igual de rústico que, por lo que también supimos, es regado con los residuos de la producción de la cerveza, en un saludable ejercicio de políticas sustentables. Son los lotes 27-28-29 en el kilómetro 30, y hasta hace no mucho en este lugar estaba un local de venta de los viveros de "Cactus Valencia", conocido entre los coleccionistas de esta popular familia de plantas. Y antes de 2006 aproximadamente, el terreno sólo habían sido un campo de viñas.
Varios viajeros se han detenido allí antes que nosotros, y beben a un costado esas tentadoras botellas doradas, de diseño abombado parecido a una ampolleta. La salita de ventas cuenta con algunos packs de botellas a la vista y, por un pasillo hacia el fondo, hay oficinas y salas de reunión. Mi camarada de esta travesía me insiste en que probemos y, bueno, le pega al gordo con la sugerencia: una cerveza lager, suave pero de muy buen gusto, realmente buena, en botella de 330 c.c. y de 700 c.c. Fue imposible irse sin prometer una vuelta a los jóvenes empleados que nos atienden, y así lo hicimos ya de regreso desde el valle, para llevarnos algunos packs a Santiago. Ambos nos atienden amablemente y hasta nos permiten conocer algunas partes de las instalaciones, buscando complacer la curiosidad capitalina.
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Planta y sala de ventas de "Cactus", en el camino del Valle de Elqui.
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Vista de la planta de la misma fábrica.
La historia de la cerveza en el Elqui es antigua, sin embargo. Hacia 1870, aproximadamente, las comunidades de trabajadores y residentes eran abastecidas por productores regionales como la fábrica Geisse Hermanos, de Illapel, con sus variedades sencilla, doble y triple. Y aunque la ciudad de La Serena tenía grandes compañías cerveceras para aportar al consumo, como la del empresario Adolfo Floto (cuyos motores generadores en la fábrica dieron nombre a un legendario lupanar serenense), también aparecieron algunas industrias cerveceras en el propio Elqui, para proveer la demanda de la región y participar del negocio.
La primera empresa elquina importante en el rubro fue la marca "Adolfo Bauer" de Vicuña, producida en la Cervecería de Elqui de la calle Condell en la misma ciudad, hacia fines del siglo XIX aproximadamente. Don Adolfo fue el mismo que, siendo alcalde, hizo colocar la famosa torre roja con su apellido en la Municipalidad en 1905, símbolo de la ciudad. Había fundado la firma A. Bauer y Cía. en 1889, produciendo en ella también hielo y bebidas gaseosas. Alcanzó tal grado de crecimiento que, en 1908, debió partir a la Alemania de sus orígenes para traer maquinaria moderna acorde a los estándares, falleciendo en este mismo período de ampliaciones, en 1911. Así pues, su empresa pasó a la sucesión familiar, quedando encargada a sus hijos Elena, Matilde y Adolfo Bauer Arqueros.
La compañía Bauer siguió produciendo cerveza hasta 1925, año en que cambió el giro a la generación eléctrica tal como la industria serenense de Floto lo hizo también en algún período, pues se usaba para ello la misma tecnología empleada en la elaboración del producto, el enfriado y la producción de hielo. La compañía terminó así con la cerveza después de 35 años, para dedicarse por entero a la planta de energía que abasteció de electricidad a localidades como Vicuña, Diaguitas y San Isidro.
Image may be NSFW. Clik here to view.Hasta cerca de la mitad del siglo XX, había una gran cantidad de otros talleres cerveceros elquinos, aunque más artesanales y menores. Sumando cerca de 80, se hallaban dispersos por casi toda la zona produciendo sus propias versiones de la chispeante bebida. Uno de los principales productores de cebada para esta actividad era el español Gabriel Coll, propietario de más de siete fundos. Empero, la caída de la industria y cambios en los mercados favoreciendo la oportunidad para los monopolios de grandes compañías, fueron apagando esta interesante actividad del Valle de Elqui, dejando así un vacío que se prolongó por largo tiempo y que llegó a parecer irreversible.
Sin embargo, como ha sucedido en otras localidades del país, al aumentar la demanda y el gusto exigente de los consumidores chilenos por la cerveza, una nueva y reciente generación de marcas ha podido abrirse paso por allá, felizmente, resucitando la industria.
La cerveza nativa ha ido retornando así a las márgenes del río Elqui, recuperándose con ello una histórica actividad con productos de gran calidad para los amantes de esta bebida... ¡Qué distinto era todo con la cerveza por acá hace años atrás, cuando en el verano de 1993 nos la sirvieron tibia y vuelta casi pura espuma, en una destartalada cantina llamada "21 de Mayo", camino a Hierro Viejo! Ahora, pues, no me extrañaría que esta nueva propuesta de creciente popularidad y calidad en el Elqui llegue a quedar asimilada a la identidad del propio valle y su carta cultural.
A mediados de la pasada década, el ingeniero agrónomo y enólogo Cristóbal Holmgren comenzó a producir cerveza casera exitosamente, lo que le llevó a pensar en grande trasladándose durante el año siguiente hasta el Elqui y asociándose con dos amigos más para crear en Vicuña la Cervecera Guayacán, oficialmente fundada el 18 de septiembre de 2009 en la dirección de camino Diaguitas 33.
Sus cervezas llevan los rótulos Rubia, Ámbar, Negra, Uno, Chañar (del fruto típico de la zona), Indian Pale Ale (IPA) y Diaguitas 33 (guiño la dirección de la planta), con extraordinaria buena acogida del mercado, llegando así algunos de sus 15 mil litros mensuales a varios restaurantes de la región, supermercados y también en Santiago. Recuerdo que fue la primera cerveza elquina que conocí acá en Santiago, fuera de su valle cuna.
La Cervecera Guayacán usa como concepto de venta y de identidad de sus productos el énfasis en el empleo de las aguas puras del río Elqui para la elaboración de sus variedades, y destaca el uso de energía fotovoltaica que aprovecha la fuerte radiación solar del valle. Sus instalaciones también son un atractivo para turistas, realizándose visitas guiadas similares a las que pueden conocerse en las plantas pisqueras, donde les espera también el restaurante "Beergarden" de comidas regionales, pizzas y hamburguesas artesanales. En 2010, de hecho, iniciaron los llamados "tours de la cerveza", primeros en su tipo dentro de la zona tan cargada a la identificación con la industria del pisco. Su gráfica de marca es de alusión diaguita, pueblo de la zona y nombre de la localidad en que se halla, y su slogan de presentación es "La cerveza del Valle de Elqui".
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Las cervezas del Valle de Elqui.
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Sala de ventas de cerveza "Cactus".
Cuenta también el valle con la presencia de la cerveza "Ánima", así llamada aludiendo a la localidad y perdida cultura de este nombre. Sus rasgos corporativos gráficos tienen mucho que ver con la antropología del valle, además.
El proyecto "Ánima" lo iniciaron hace pocos años en el poblado de Algarrobito, hasta entonces célebre por sus ventas de productos papayeros, como la "Yáñez" y la ya desaparecida "Duncan". Fue creación de la enóloga Claudia Cobo y del agrónomo Pablo Martínez, produciendo unos 15 mil botellas mensuales, envasando y etiquetando de forma manual en su planta Cervecera Elqui Ltda., ubicada en calle Matta 3019. Su producto corresponde a una cerveza artesanal de muy merecida cotización, ofertada en las variedades Pale Ale, Stout y Golden Ale. Sus ventas son en la región y en Santiago, en packs de 12 y 24 unidades de 330 c.c. Con orgullo, "Ánima" se ufana de un importante triunfo para la historia de la cerveza nacional: la medalla de plata recibida por su variedad Stout en el certamen Copa Cervezas de América, de 2012.
La más reciente cerveza que se ha integrado a esta naciente generación de productores es "Cactus", y quisiera detenerme un poco en ella -pidiendo excusas a los demás fabricantes- para recordar mi encuentro con esta interesante nueva oferta en el valle.
Esta cerveza es fabricada por la compañía Cervecera del Norte S. A., fundada en 2012 en la misma región. La marca "Cactus", cuyo gerente general es don Claudio Daud, constituye su principal producto y se ofrece como "cerveza natural", haciendo ostentación de sus procedimientos limpios y apartados de intervenciones artificiosas en la fórmula y en la elaboración, en especial al no intervenir el proceso de las levaduras. También se jacta de no utilizar saborizantes y de la pureza de las aguas del Elqui usadas para la elaboración del producto, extraídas de napas subterráneas del río. Hay, pues, un interés en reforzar la relación de la cerveza con el lugar específico en que se la produce, como en todos los demás casos.
Constato en el mismo sitio de su sala de ventas junto a la carretera, que el estilo de publicidad es un tanto juvenil y dinámico, con frases pegajosas como "Junta sed" o "y ahora... sed feliz". Sin embargo, por su principal distribución geográfica, su propuesta publicitaria es principalmente conocida a nivel local de esta zona, donde incluso dispone de un servicio de entrega a domicilio. De hecho, un lema corporativo que leo en las instalaciones concluye con la sentencia: "Para la gente del Norte y los que aman el Norte". En Santiago y Valparaíso sólo se vende en algunos puntos y supermercados, por ahora, aunque también hay posibilidades de pedidos.
No se puede concluir este artículo sin mencionar también a la Cervecera Atrapaniebla, ubicada en el kilómetro 7,3 del camino al Valle de Elqui. Es una interesante propuesta en pleno crecimiento: las cervezas "Atrapaniebla" y "Camanchaca", producidas con agua atrapada por sistemas artesanales y ancestrales de captación de las neblinas del sector costero del Limarí, en la Comunidad Agrícola de Peña Blanca de la reserva ecológica de Cerro Grande, donde mantienen otro taller de producción. Es la primera cerveza del mundo en ocupar este procedimiento. Las compras se pueden hacer a pedido, en packs de 4, 12 y 24 unidades.
No suelo promover marcas ni compañías en este blog, pero mi experiencia con estas cervezas me obliga a admitir que algo nuevo y maravilloso sucede en el Valle de Elqui, con la recuperación de un producto zonal que tiene todos los potenciales para agregarle otra identidad a la región, de la misma manera que otras propuestas para amantes de la cerveza se identifican con ciudades o provincias de Chile y de otros países. Hemos sido felices testigos de cómo esta tendencia en la industria ha ido creciendo conforme aumenta también la calidad de las cervezas nacionales y los gustos del consumidor, con muchas propuestas localistas para el alegre suero de la cebada.
Chile debe saberlo, entonces: Valle de Elqui otra vez tiene cerveza para alegrar al mundo.
Ilustración de Juan Bravo en la cofa de mesana, disparando con su legendaria puntería. Ilustración del dibujante Luis F. Rojas para "Episodios Nacionales".
Iquique, 21 de mayo de 1879... Mientras en la corbeta "Esmeralda" del Capitán Arturo Prat y sus valientes resisten y responden estoicamente las embestidas del monitor "Huáscar" en la rada, hacia el Sur marcha en angustiante fuga la goleta "Covadonga" al mando del Comandante Carlos Condell de la Haza, para intentar la jugada crucial y en extremo riesgosa, que cortaría los laureles del triunfo para Chile en Punta Gruesa.
La frenética persecución había comenzado cerca de las 9 de la mañana. La lenta goleta chilena bordeaba la costa de Cavancha, Playa Brava y Bahía de Cheurañete, mientras la "Independencia" capitaneada por Juan Guillermo Moore se le aproxima peligrosamente, convencido su comandante de estar a sólo un pelo de darle a Perú su primera gran victoria naval en la Guerra del Pacífico. La loca carrera de ambas naves apostando a los destinos de sus respectivos países, fue una prueba de fuego para los nervios y la sangre fría de aquellos hombres de mar.
Por su viejo diseño y distribución de la artillería, la "Covadonga" sólo podía dar enfrentamiento de costado, exponiéndose al poderoso fuego del enemigo. En esta situación de escape reducía la posibilidad de alcance, pero no había cómo contestar desde popa el ataque peruano, pues carecía de cañones en este punto y el haber intentado un giro para ataque sería una suicidio en tal circunstancia. Ya cayéndole encima, además, la "Independencia" logró meter certeros disparos a la goleta chilena, atravesando el palo de trinquete y rompiendo las jarcias del palo mayor. Un mortífero tiro que antes había atravesado de banda a banda al navío, mutiló las piernas del Cirujano Pedro Videla, convirtiendo sus últimos momentos de vida en una horrible agonía. Los nuevos cañonazos de la nave peruana hicieron fuego en estribor, mientras que en caleta El Molle los chilenos eran emboscados por la fusilería del Zepita y del Dos de Mayo.
Hacia las 11 de la mañana, las descargas peruanas habían volado ya las jarcias de trinquete, los botones y las carboneras, seguida de intentos del hastiado Moore por usar el espolón de la "Independencia" para terminar la ordalía. Y mientras esto sucede, Condell sabe que se juega el todo por el todo: su prestigio, la vida de sus hombres y el destino de Chile. Decidido a no entregar el buque, anima a sus hombres desde la toldilla para continuar resistiendo la persecución. Cerca del mediodía, poco antes del hundimiento de "La Esmeralda", una granada destruía también los pescantes del buque.
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Imágenes del grumete Juan Bravo, en sesión fotográfica de la época. La primera es del "Álbum Gráfico y Militar de Chile" de Antonio Bisama Cuevas. Me parece que pertenecen a la Casa Fotográfica Díaz & Spencer, de Santiago, aunque otras copias están con rótulo de Foto Zorrilla.
Es la hora de la apuesta final: Condell, que ya sabe algo estas aguas peligrosas, ordena la aproximación hacia la orilla donde está el fondo rocoso, a la espera de hacer caer a la "Independencia" en una trampa natural. Pero debe procurar que la fragata blindada lo persiga y trate de acercarse tanto como sea posible para seguir en su obsesiva cacería y agresiones. En tal posición, con la nave peruana persiguiendo la estela de la suya, sólo el cañón de proa peruano representaba el verdadero peligro para los chilenos... Algo debía que hacer al respecto.
Había en la tripulación de la "Covadonga" un muchachín de piel morena y bajo tamaño llamado Juan Bravo, grumete conocido por poseer un talento formidablemente útil para esas circunstancias, al decir del propio Condell: "donde ponía el ojo, ponía la bala". Apodado cariñosamente el Negro por el color de su tez, su infalible puntería con el fusil le había hecho famoso entre sus compañeros, no habiendo mejor tirador que él a mano.
De acuerdo a la poca información que existe de Juan Bravo, éste habría nacido en 1865 en la localidad de Llico, caleta vecina a la ciudad de Arauco en la provincia del mismo nombre, aunque en compilados como "Episodios marítimos. Las dos Esmeraldas" se lo define como "hijo de la parroquia de la Estampa en Santiago". Su apellido original era Millacura (Piedra de Oro, en mapudungún), pues su cuna fue en una familia mapuche, origen étnico que siempre acompañó sus rasgos, como puede verse en las fotografías que quedaron de él. Sin embargo, Juan escapó de su hogar a los 12 años y cambió su apellido a Bravo, quizás para facilitar su ingreso a la Escuela de Grumetes de la Armada de Chile, en 1877. Fue en esta situación que lo sorprendió el estallido de la Guerra del Pacífico, dos años después, siendo destinado a la dotación de la goleta "Covadonga" donde sería compañero de Arturo Olid, autor de las "Crónicas de guerra".
Conociendo sus virtudes con la mira del fusil, Condell llamó a Bravo y le ordenó trepar con su arma a a cofa del palo de mesana, desde donde debía darle fuego a los artilleros de la proa de la "Independencia", para impedirles utilizar el dañino cañón de la punta. Mientras, Manuel Joaquín Orella intentaba aprovechar los ángulos con sus cañones cada vez que se aproximaba el buque de Moore.
El muchacho, que a la sazón tenía sólo 14 años, trepó veloz por la red de cuerdas venciendo el vértigo y el balanceo aterrador de la nave en fuga, y desde su lugar comenzó a abrir fuego a los operadores de artillería.
Los disparos del grumete fueron precisos, sin perder un solo tiro según la leyenda. El personal peruano fue cambiado al caer heridos o muertos los primeros, pero Bravo siguió haciéndoles blanco con su impresionante puntería. Ante este desfavorable escenario, los artilleros de proa debieron dejar el cañón detenido al no poder aproximarse a él, concientes de que las balas disparadas desde la "Covadonga" también los alcanzaría en cada nuevo intento por tomar el control. Fueron tantos los tiros que disparó el chiquillo, que sus compañeros debieron cargar hasta la cofa otra caja llena de balas, para que continuara su acoso a la proa enemiga.
Hacia las 11:35 horas de aquel día, pudieron ver encima la desesperada carga final de la "Independencia" sobre la "Covadonga". La precisión de Bravo para inutilizar el cañón de proa, combinada con la de Orella para responder con la artillería de la "Covadonga", contribuirían así que el plan de Condell se cumpliera al llegar a los "bajos fondos" de Punta Gruesa.
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Una poco conocida fotografía del mismo muchacho héroe, al parecer la única donde aparece con su fusil. Esta imagen actualmente está en la Biblioteca Municipal de Guayaquil, Ecuador (agradecimientos a mi buen amigo Gabriel Leiva).
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Litografía publicada en la revista "La Guerra Ilustrada", de la imprenta de El Mercurio (Valparaíso) en 1879. Claramente basada en la fotografía anterior, es un testimonio y retrato de Juan Bravo en su momento de fresca y mayor fama. Imagen gentileza de Marcelo Villalba y su Museo de la Guerra del Pacífico "Domingo de Toro Herrera".
La nave chilena siguió por su escalofriante derrotero orillado, apenas pasando sobre ese fondo rocoso del arrecife y produciendo un tronido desde la quilla que erizó los pelos y cortó el aire a toda la tripulación. Viéndose que habían superado el obstáculo, Condell gritó alegre: "¡Aquí se fregaron!", y todos sus hombres voltearon expectantes a observar el desenlace de la intensa batalla. La veloz y hambrienta "Independencia" que pareció en un momento titubar pero de todos modos había seguido con su ya tercer intento de cargarle el espolón, golpeó así violentamente el fondo y varó: el mayor peso y calado la condenaron, quedando montada sobre las rocas y caída hacia un costado, haciendo aguas, víctima de su propia obstinación.
Entonces, la "Covadonga" giró para abrirle fuego y destruir así una de las unidades más importantes de la Marina de Guerra de Perú, hacia las 12:35 horas. Al ver en la proximidad del "Huáscar" y entendiendo que la "Esmeralda" ya se había perdido, Condell puso proa hacia el Sur otra vez, pero celebrando el haber decidido el destino bélico de los aliados en los mares del Pacífico y escribir con ello uno de los episodios más insólitos y asombrosos de la marina mundial.
La puntería de joyero de Juan Bravo lo volvió instantáneamente una celebridad en el ambiente de los marineros de esos años y a nivel popular, al llegar noticias sobre los detalles de lo ocurrido en Iquique. Al arribar la heroica tripulación en la "Covadonga" en Valparaíso, el 23 de junio de 1879, encontrándose con la ciudad hermoseada para recibirlos, entre la muchedumbre que esperaba en el acto organizado frente a la Intendencia, una delegación de estudiantes de liceo liderada por Ricardo Lennes, esperaba a Bravo con la corona de laureles más hermosa de todas las presentes. Al hacerle el obsequio y previo a colocarlo en sus sienes, Lennes se refirió al grumete con el siguiente discurso encendido del patriotismo que ardía en el contexto de la guerra:
"En el menor de los héroes de la Covadonga queremos saludar a los marinos del 21 de mayo, que han dado a la patria un día imperecedero. Digno eres, valiente grumete, de la corona de laurel que con regocijo te presentamos, porque tú has probado que en Chile hasta los niños son leones cuando se trata de la honra nacional.
Recibe lo que mereces y permite que un fraternal abrazo estreche tu corazón valiente a nombre de mis compañeros de liceo.
¡Gloria a los valientes!
¡Salud al porvenir!"
Por la semejanza de su nombre y fama, se decía en la ocasión que, a futuro, Juan Bravo iba a ser algo así como el corsario francés Jean Bart de Chile, según se interpreta de comentarios reproducidos en el "Boletín de la Guerra del Pacífico. 1879-1881".
Cuando Condell llegó a Santiago a recibir honores de las autoridades por su hazaña, hizo que el muchacho lo acompañase a su lado en los actos oficiales y recepciones. El propio Contraalmirante declararía tiempo más tarde, recordando al aguerrido grumete: "Nunca se ha usado un rifle sin perder menos balas que con este negro".
Hubo muchos héroes de origen mapuche en la Guerra del Pacífico, algunos muy desconocidos e injustamente olvidados. Juan Bravo puede ser, quizás, el símbolo más importante y trascendente de todos ellos, por su notable participación en la Batalla de Punta Gruesa y, por extensión, en la doble epopeya del 21 de mayo de 1879 en Iquique.
La célebre manifestación de opositores en 1983, en el cuartel de Borgoño 1470. El desaparecido edificio había nacido como el Pabellón de Seroterapia del complejo de salud que allí existió.
Coordenadas: 33°25'51.47"S 70°39'16.95"W
Ya comentamos en el capítulo anterior de esta doble entrada, el pasado del Cuartel Borgoño en la calle del mismo nombre de Santiago, como complejo de cinco edificios levantados originalmente para servir a la salud pública chilena (primero al Instituto de Higiene y después al Servicio Nacional de Salud). Sin embargo, ante la necesidad de detener la destrucción de este histórico recinto, actualmente se ha esgrimido como memoria del lugar principalmente el período que abordaremos a continuación, por quienes esperan ponerlo en valor y rescatarlo como sitio de conservación patrimonial.
Ya dijimos que el asunto es menos sencillo de lo que se quisiera, especialmente cuando se trata de defender ciertas apreciaciones de valoración histórica por encima de lo que algunos criterios entienden como progreso y modernización. La apropiación del discurso de la memoria por parte del oportunismo de algunos cultores de las artes políticas, ha sido otro factor de banalidad para el tema cuando se lo propone como fórmula de puesta en valor de inmuebles históricos como éste o de creación de memoriales. Tanto es así que fue un ministro de obras públicas de militancia socialista y futuro Presidente de la República quien autorizó, en su momento, la destrucción de la dirección del Cuartel Borgoño más simbólica en este aspecto concreto de su historia: la de Borgoño 1470, como veremos. Es la misma filiación política del alcalde que se había comprometido a preservar lo que quedaba del cuartel, reaccionando tardíamente y quizás por presión popular a la destrucción que en él se ha estado ejecutando, denunciada inicialmente vía medios de internet.
Sin embargo, hay un doble respaldo al interés en la conservación del complejo que estaba siendo demolido y que ahora se halla en suspenso: por un lado, el mencionado compromiso que debía estar vigente y que se había contraído con la Municipalidad de Independencia mediante; y por otro, el hecho de que la memoria histórica que busca preservarse es el final de una larga semblanza que da al Cuartel Borgoño una gran importancia cultural y patrimonial para la historia de la propia ciudad, como ya vimos en la primera parte de estas entradas. Méritos no le faltan, por lo mismo.
Mas, la decisión de demoler pasó rauda por encima de ambos argumentos, por razones y responsabilidades que aún no están del todo claras al momento de escribir estas líneas. Sólo se sabe que la demolición estaba contemplada en el plan de modernización de las dependencias de la Policía de Investigaciones de Chile y que están actualmente detenidas.
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Vista del complejo del Cuartel Borgoño desde la ribera Sur del río Mapocho. Se observa el edificio principal de Independencia y el ex Pabellón de Química. La torre de chapitel neogótico a la derecha es de la Iglesia del Niño Jesús de Praga en avenida Independencia con Borgoño.
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Vista de los mismos dos edificios desde el sector de calle Borgoño. Si acaso fuera demolido el que quedaba en Borgoño 1154, estos dos inmuebles de la imagen serían todo lo que quedará del antiguo complejo del Instituto de Higiene, ocupados actualmente por la PDI.
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Inmueble de la dirección Borgoño 1154, al costado poniente del grupo de la imagen anterior. Éste es el doble edificio (uno al frente y otro atrás) que se está demoliendo en la actualidad, visto desde calle Borgoño.
LA "CASA DE LA RISA"
Después del alzamiento con golpe militar del 11 de septiembre de 1973, tarde o temprano las cosas iban a tener que cambiar radicalmente para el Barrio Mapocho y para este complejo sanitario que sería el futuro Cuartel Borgoño, como reflejo que lo que sucedería en Chile.
Durante el período de últimas operaciones de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), en mayo de 1977, las dependencias que habían ocupado hasta entonces los organismos del Servicio Nacional de Salud que ya revisamos en la primera parte, aparecen entregadas a dicho organismo, siendo hasta hoy un caso nebuloso el momento exacto del traspaso y las condiciones en que esta trasferencia se dio. Por otro lado, la disposición de las instalaciones no fue directamente a la Central Nacional de Informaciones (CNI) como aseguran con poco rigurosidad algunas fuentes, pues ésta aún no era fundada.
Hay actividades de la DINA que se habrían ejecutado en este sitio hacia la señalada fecha. Pero fue pocos meses después, al crearse la CNI en agosto de ese mismo año de 1977, que el recinto pasó a sus manos. El complejo mantenía entradas por el lado de Borgoño como en sus tiempos de funciones para la salud pública, pero sus principales accesos posteriores quedaron desde entonces en el portón de la dirección Santa María 1453, misma que conservó después el cuartel y por la que se producía el principal flujo de vehículos motorizados que entraban o salían desde allí.
El lugar antes consagrado al servicio sanitario, entonces, ahora había pasado a ser un centro de detención y de interrogatorios para activistas de grupos subversivos y de acción revolucionaria, muy especialmente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). Según los testimonios, los reclusorios principales estaban en el sótano, habiéndose habilitado un área de pequeñas celdas-cuartos donde varios de ellos permanecían aislados. La información ha permitido reconstruir detalles de la estructura interior del cuartel, como la existencia de una recepción, una sala médica y de un estudio de filmaciones con aislamiento mural.
Cabe señalar que este cuartel aparece consignado por su lado de la dirección Santa María 1453 como lugar de detenciones de los organismos de seguridad, en un decreto del Ministerio de Interior del 14 de junio de 1984, aunque en la práctica ya llevaba tiempo en estas funciones. Otro detalle importante es que la dirección por la calle opuesta y que se ha estado recordando especialmente en estos días, es la de Borgoño 1470, correspondiente al edificio que ya señalamos demolido y que, originalmente, había sido el Pabellón de Seroterapia del Instituto de Higiene.
Por alguna extraña razón, este lugar fue llamado "Casa de la Risa" por los agentes que la ocuparon, según se cree aludiendo a un jardín parvulario que existía cerca, nombre con el que ha quedado en el recuerdo. Los testimonios de quienes pasaron por este recinto señalan sometimientos a vejámenes y torturas como prácticas corrientes en el mismo habiendo una sala especialmente dispuesta a tales efectos, con varios de los detenidos que pasaron por este lugar.
Para algunos de ellos, de hecho, la "Casa de la Risa" fue el último lugar conocido por donde transcurrieron sus vidas.
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Entrada del número 1154, en el Cuartel Borgoño. Este edificio está en demolición.
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Vista lateral del mismo inmueble. El monolito en primer plano es del detenido desaparecido Vicente García Ramírez, que pasó por este sitio antes de perdérsele el rastro.
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Acercamiento al monolito recordatorio de García Ramírez.
CASOS RELACIONADOS CON EL LUGAR
Un caso particularmente conocido y relacionado directamente con este recinto, fue el del detenido desaparecido Vicente Israel García Ramírez, joven militante socialista, casado y de 19 años. García había sido detenido el 30 de abril de 1977 por la DINA y trasladado al cuartel de Borgoño 1470, desde donde se le perdió para siempre el rastro.
Un monolito instalado en abril de 2001, recuerda afuera a García Ramírez, en la plazuela ubicada al frente de la dirección 1154 de Borgoño, donde está lo que era originalmente el Pabellón de Microscopía y Bacteriología, que se encuentra en el área de la actual demolición. Sin embargo, debe recordarse que esta dirección no es la del edificio principal de las detenciones en el 1470 como hemos dicho, la que ya no existe. Enfatizamos este punto para corregir cierta información errada que circula al respecto, confundiendo ambos edificios y sus respectivas direcciones.
También se ha establecido que pasaron por este cuartel y ya estando en manos de la CNI, el desaparecido Sergio Fernando Ruiz Lazo, militante del MIR, detenido día 20 de diciembre de 1984, y los miembros del FPMR José Julián Peña Maltés, Alejandro Alberto Pinochet Arenas, Gonzalo Iván Fuenzalida Navarrete, Julio Orlando Muñoz Otárola y Manuel Jesús Sepúlveda Sánchez, todos ellos detenidos durante septiembre de 1987; según se interpreta, como represalia al secuestro del Teniente Coronel Carlos Carreño Barrera. Con mejor suerte, políticos como el futuro parlamentario socialista Sergio Aguiló también estuvieron detenidos en este lugar conociendo algunos de los detalles más oscuros de la "Casa de la Risa".
Este clima de odios y de enfrentamientos políticos también cobró sangre del lado de las fuerzas del propio cuartel: la del Teniente del Ejército Luis Francisco Carevic Cubillos, de sólo 26 años, fallecido por el lado de la avenida Santa María al ser destrozado por una bomba colocada dentro de un paquete y destinada a cometer un atentado explosivo. Se le pidió desarmar la bomba a Carevic por pertenecer a la Unidad Antiexplosivos de la CNI, pero su plan de llevarla hasta el río para que allí detonara sin causar daños ni grandes alborotos, no funcionó y le estalló trágicamente en las manos, el 23 de abril de 1979. Su caso fue tomado también por Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación de 1990, que lo calificó como "víctima de un acto terrorista".
Se sospecha que la mayor cantidad de detenidos pasaron por el cuartel a partir de 1984, después del mencionado decreto del Ministerio de Interior. Durante el año anterior, un grupo de manifestantes fundadores del Movimiento Sebastián Acevedo se había reunido frente a la dirección de Borgoño con un gran lienzo proclamando ante cámaras y filmadoras: "AQUÍ SE TORTURA". Las imágenes que resultaron de este episodio fueron muy simbólicas de aquellos años, perteneciendo a la iconografía histórica de aquel período de nuestra historia.
Aunque las principales detenciones en el cuartel disminuirían en 1986, el lugar cesó funciones como centro de la CNI hacia el año siguiente, iniciándose otra etapa en la historia del recinto.
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Inmuebles del doble edificio con entrada por Borgoño 1154, vistos por el lado de avenida Santa María. Se observa el grado de avance de las demoliciones al momento de producidas las denuncias y llamarse a detenerlas.
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Lo que queda de la fachada del mismo edificio hacia avenida Santa María, inmueble que era originalmente el Pabellón de Microscopía y Bacteriología cuando todo este complejo se dispuso para el Instituto de Higiene.
TRASPASO A PDI Y DEMOLICIÓN DEL EDIFICIO
Las dependencias fueron transferidas por el organismo a la Jefatura de la Policía de Investigaciones de Chile en 1988, al igual que había sucedido con el edificio de calle Independencia en el mismo complejo histórico. Las instalaciones que había ocupado el servicio de salud, comenzaron a ser de la Brigada Antinarcóticos de la PDI, luego del traspaso.
Una nueva época había comenzado, dándose una situación curiosa que hemos constatado con testimonios de algunos de los vendedores de las pérgolas de las flores situadas del lado de calle Artesanos: a sus puestos llegaban a comprar coronas fúnebres desde funcionarios de la PDI de la calle Borgoño hasta conocidos narcotraficantes de la zona Sur de Santiago, todos para despedir a sus propios caídos, unos en manos de los otros.
A la sazón, la importante dirección de Borgoño 1470 con el principal edificio del ex centro de detención, mantenía esta numeración y la conservaba todavía hacia inicios de los años noventa. Sin embargo, sus días estaban contados: hubo una feroz demolición en 1997 de lo que quedaba de las dependencias del ex Pabellón de Seroterapia y del Instituto Bacteriológico, hacia el extremo poniente del complejo y la manzana, precisamente donde se aseguraban ocurridas las torturas de la "Casa de la Risa". Esta demolición se ejecutó para construir el actual edificio moderno de la Policía de Investigaciones en 1998 que alberga a la Brigada Antinarcóticos y el centro de detención.
Tal como sucedió con los terremotos de 1906 y 1985, el cataclismo de febrero de 2010 causó algunos daños, fracturas y quiebres de cornisas en los edificios antiguos del complejo, debiendo ser sometidos a reparaciones. Nada hacía prever entonces, sin embargo, que los arreglos serían para prolongar su buen aspecto sólo por unos años más, antes de comenzar a ser demolidos en el marco de las modernizaciones de los establecimientos policiales.
Desaparecido ya el viejo edificio del 1470, la última función que tuvo para la Policía de Investigaciones el vecino ex edificio sanitario de Borgoño 1154, fue servir de sede al Departamento de Protección de Personas Importantes (DPPI). Aún se mantiene la placa de madera con el nombre de este departamento junto al cerrado acceso, y por entre cuyas junturas puede observarse el grado de avance en que van las demoliciones de las dependencias interiores. Alguien lo ha confundido con la verdadera dirección de Borgoño 1470 y la anotó a mano bajo la actual, pero ya vimos que no son exactamente las mismas.
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Vista del inmueble actualmente en demolición, desde calle Borgoño.
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Éste es el edificio que ocupa desde 1998 el lugar en que estaba originalmente la dirección de Borgoño 1470 de la "Casa de la Risa", demolida durante el año anterior. Está al costado poniente de los que actualmente también están siendo destruidos.
LA CONFUSIÓN SOBRE EL NÚMERO
El antiguo edificio del ex Pabellón de Seroterapia, es aquel donde estuvo el principal centro represivo de la CNI al que tanto nos hemos referido. Este edificio acabó siendo asimilado con el del servicio del vecino Desinfectorio Público en otra época, cuando las dependencias de este último desaparecieron en la primera demolición que se ejecutó en alguna de las cinco unidades que conformaban el ex complejo sanitario. Como dijimos en la primera parte, la dirección de Borgoño 1470 que tanto se recuerda para señalar el pasado del cuartel, originalmente no era otra que la de aquel Pabellón de Seroterapia, demolido en 1997.
Sin embargo, se debe ser enfático en aclara que, además de la construcción del nuevo edificio levantado en su lugar, la numeración de la cuadra cambió y fue modificada, llevándose la dirección completa. En otras palabras, no fue cambiado sólo el número, sino el edificio completo... El inmueble mismo es un detenido desaparecido, de alguna manera, reemplazado por el nuevo y amplio edificio numerado como el 1204, para el ajuste correlativo de la calle, ya que la altura de las numeraciones por Santa María y Borgoño no coinciden a pesar de ser vías paralelas.
En tanto, el complejo por el lado de Borgoño que da acceso a la parte del cuartel que en sus orígenes había sido el Pabellón de Microscopía y Bacteriología, mantiene la dirección del 1154. Allí estaba la Jefatura de Bienestar y luego el señalado Departamento de Protección de Personas Importantes. Estas dependencias sobrevivieron a los señalados cambios en los que se perdió el edificio del número 1470, pero actualmente su destino está en duda.
Por otro lado, creemos que se trata de un error suponer que el cambio de numeración del 1470 al 1204 se debió sólo a alguna clase de intención de "esconder" el pasado oscuro de este sitio. El cargo quizás sea factible en el caso de la demolición del edificio, pero parece ser que muy poco tiempo antes de tal transformación, el ajuste de las numeraciones ya se había ejecutado cambiando el 1470 por otro que también se perdió con la demolición. Sobre este punto, hay evidencia interesante: una placa de madera con el número 1290 de la calle Borgoño, se conserva actualmente en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos gracias a una donación particular de la periodista Patricia Parga, residente en Bélgica, y sería precisamente la que se colocó en el ex Cuartel Borgoño 1470 durante estas modificaciones de los números de la cuadra, antes de ser demolido y reemplazado por el actual edificio con el número 1204.
Además de la instalación del señalado monolito del detenido desaparecido García Ramírez, en 2001, un monumento oficial y de buen tamaño fue inaugurado en la mañana del 7 de septiembre de 2013 por el alcalde de independencia Gonzalo Durán Baronti, ocasión en la que como homenaje a quienes pasaron por el cuartel, manifestó su compromiso de resguardar y preservar el inmueble. Este monumento, fabricado en metal y con estilo modernista, respeta la ubicación exacta del inmueble central de la "Casa de la Risa": está enfrente del cuartel cruzando calle Borgoño, en la pequeña plazoleta formada por la conjunción de esta vía con Maruri y General Prieto. Según se puede interpretar, la obra representa la juntura de las puertas metálicas que tenía el cuartel, y una pequeña mirilla que era todo lo que permitía observar hacia su interior, apuntando justo hacia donde estaba el demolido edificio.
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Vista del monumento conmemorativo de las víctimas del Cuartel Borgoño. Se observa que está alineado con el edificio más nuevo, donde estuvo realmente la dirección de Borgoño 1470.
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Acercamiento al mismo monumento.
LA DEMOLICIÓN EN SUSPENSO
A pesar de las promesas de la Municipalidad de Independencia sobre preservar lo que queda del antiguo Cuartel Borgoño, las noticias sobre su demolición inminente corrieron entre fines de abril y principios de marzo de 2016, cuando se hizo visible el estado en que estaba especialmente el edificio que da hacia el lado de avenida Santa María, interiormente desmantelado, sin techo y sólo esperando ser botado.
Ya se han realizado manifestaciones contra esta decisión en los días transcurridos desde entonces, motivadas en gran medida por la Asociación Chilena de Barrios y Zonas Patrimoniales y organizaciones de familiares de víctimas de casos relacionados con derechos humanos. El Consejo de Monumentos Nacionales manifestó también su rechazo a la situación, solicitando a la dirección general de la PDI la paralización de los trabajos, cosa que en este momento se está cumpliendo.
Ya explicado que el actual inmueble en demolición no corresponde al de Borgoño 1470, destruido en los noventa y que correspondía al edificio del Desinfectorio-Seroterapia en los tiempos en que pertenecía al Instituto de Higiene, cabe señalar que el doble edificio actualmente en demolición corresponden a lo que esa misma época original fueron el Pabellón de Microscopía y Bacteriología. Ya vimos con más abundamiento la historia de este pabellón en la primera parte de esta entrada. La destrucción puede observarse especialmente desde el lado de avenida Santa María, más despejado y abierto.
La intención de estos cambios en proceso es la de construir el Cuartel Independencia II, como parte del plan de modernización de esta institución policial. Sin embargo, no ha habido una explicación esclarecedora de las responsabilidades, hasta ahora, pues la Municipalidad asegura no haber conocido de la ejecución de este proyecto, emplazando a la PDI a dar explicaciones sobre el asunto. La institución se limitó a recordar que es parte del plan de modernizaciones, agregando que se mantendrá el memorial que instaló la Municipalidad en 2013 como testimonio de aquella época que acá hemos revisado.
Los trabajos parecen detenidos, por ahora. Algunos siguen pregonando equivocados que se trata de la desaparecida dirección de Borgoño 1470 lo que intenta salvarse, sin saber que la situación es mucho peor, pues se procura el rescate de lo que queda del antiguo cuartel y sus dependencias nacidas para el progreso y el desarrollo de la salud pública nacional, hace más de un siglo. De concretarse la demolición del edificio doble, entonces, lo único que quedaría del antiguo Instituto de Higiene y sus cinco unidades arquitectónicas originales sería su edificio palaciego del lado de Independencia, declarado Monumento Histórico Nacional, y el que está a su espalda or el lado de Borgoño, ambos de la PDI.
Todas las cargas históricas de este complejo están en el tablero, entonces, mientras algunos claman su pronta declaratoria de Monumento Histórico Nacional o, acaso, la extensión de esta categoría en el inmueble de calle Independencia hacia los demás edificios del ex complejo de salud.
Sólo queda esperar a ver cuál será la jugada final de las autoridades, para decidir sobre este sensible asunto.
Antigua postal de un circo de perros. Fuente imagen: thegraphicsfairy.com
Aunque ya me he referido a la condición de historicidad de muchos perros chilenos, quise reservar esta historia como una entrada especial, dedicada a un insólito pero desconocido caso de quiltros chilenos que hicieron carrera internacional. Este texto pertenece a un proyecto personal de crónicas perrunas titulado “Cronicanes: Huellas de perros en el pavimento de la chilenidad”, que me permitió ganar una mención como Obra Inédita en el Concurso Literario Escrituras de la Memoria del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, en octubre del año pasado.
Pasadas las tragedias de las guerras del siglo XIX y sus historias más conmovedoras involucrando perros, con la convivencia tan estrecha entre ellos y el pueblo chileno también habría de ocurrir que el can saltara al escenario de las candilejas populares, como un actor más del teatro criollo y, cuando no, directamente a las muestras de shows de mejor pelaje. Generalmente, estos perros eran finos, de preferencia los de razas como poodles correspondientemente pasados por el peluquero y otros perros falderos, en el caso de los proscenios más reputados. Sin embargo, de cuando en cuando se sabía de presentaciones más populares, con perros quiltros y en algunas ocasiones hasta gatos amaestrados.
Podríamos rastrear perros adiestrados para la comedia y el espectáculo acrobático en nuestra historia desde los orígenes del circo chileno, o incluso antes. Sin embargo, como el avance de los medios de comunicación ha ido enterando a las masas de la existencia de animales exóticos mucho más interesantes y curiosos que el humilde y astuto perro en todas sus presentaciones raciales posibles, al público se le han ido ofreciendo nuevas criaturas de la fauna, desde monos hasta elefantes, para el divertimento en los escenarios circenses, práctica que va poniendo a estas compañías cada vez más de punta con grupos animalistas y movimientos contrarios a tal clase de explotación.
En la época en que aún podía construirse un show interesante sólo con perros obedientes, tuvo lugar un poco recordado acontecimiento que internacionalizó a un grupo de quiltros chilenos y que es comentado por el eximio hombre de artes escritas Daniel de la Vega. La historia contada en “Luz de candilejas: el teatro y sus miserias”, de 1930, es tan curiosa que no nos permitiríamos pasarla de largo en este trabajo, de ninguna manera.
De la Vega recuerda allí las exitosas presentaciones de una singular comedia de vodevil intitulada “Las bodas de Currito”, que era realizada en Linares con una troupe de hábiles y sagaces perros actores internacionales de buen pedigrí, puestos en escena bajo la dirección del regente del equipo, el Profesor Tenof. El concurrido espectáculo tenía lugar en el entonces novedoso Teatro Victoria:
“No caían en esas bárbaras exageraciones de algunos actores de bataclán, ni tampoco al salir del teatro, después de la función, repartían monedas entre los chicos curiosos que se agolpaban en la puerta. Nunca ladraban a los periodistas que solían indicarles un yerro escénico, ni abrigaban ambiciones de primeras figuras”.
Sin embargo, a pesar del exitazo alcanzado allí en Linares, la elogiada compañía canina del Profesor Tenof fue deshaciéndose por la deserción de los actores, muerte de los canes más ancianos y retiro de algunas de sus estrellas de cuatro patas. Además, otros de sus perros olvidaban por la senilidad los trucos y las rutinas, debiendo ser jubilados honrosamente mientras conservaban su dignidad profesional. Por todo esto, hubo un momento en que ya no le quedaba ni un solo perro al maestro adiestrador como para continuar con “Las bodas de Currito” y extender el calendario de presentaciones en Chile. Ya envejeciendo el director y dejando atrás los años de intensa bohemia andante, además, la compañía de los perros comediantes establecidos ahora en Linares y haciendo larga pausa a una historia de itinerancia, parecía estar llegando a su inminente crepúsculo; el final de los finales en su telón de cierre.
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Aviso anunciando las presentaciones del Profesor Tenof y su compañía de perros artistas en Madrid, en 1910.
Desesperado por la situación y decidido a no perder una carrera al mando de perros comediantes, el Profesor Tenof tuvo la idea de contratar perros chilenos de la misma provincia para rescatar del ocaso su aplaudido show. Pero esta vez sus actores no iban a ser distinguidos expositores de la alcurnia entre las razas perrunas, sino quiltros comunes y corrientes, a los que se propuso conseguir, educar e iniciar en esas mismas artes escénicas en que había brillado la fina y elegante generación anterior de la compañía.
Así cuenta de De la Vega, entonces, cómo se formó desde la nada este nuevo elenco de perros comediantes, resucitando las presentaciones del show:
“Y cogió a nuestro perro callejero, a ese que se sienta filosóficamente en las puertas de las carnicerías, al otro que duerme anudado en un umbral, y a aquel que sale del conventillo a ladrarnos agresivamente.
Y esos perros domésticos y cerriles han saltado graciosamente desde su vida de atorrantes al tinglado de la farsa, y ahora emprenden la aturdida romería del arte”.
De este modo, echando mano al curioso y creativo recurso, el Profesor Tenof rearmó con un mínimo de costos su equipo de estrellas caninas. Y los serviles quiltros chilenos, de tal manera, internacionalizaron su carrera: se marcharon con su adiestrador a continuar por otras latitudes las experiencias de las tablas, paseando por México, España y casi todo el mundo su compañía.
Aunque hemos dicho que los perros de Chile eran solicitados y llevados al Perú ya en los tiempos coloniales, quizás, la camarilla amaestrada de cuadrúpedos de la región maulina constituya nuestra primera exportación de quiltros para el mercado artístico.
He ahí, entonces, la posibilidad de que entre los pioneros actores y comediantes caninos internacionales para el espectáculo moderno de las luces de teatros, hayan estado estos quiltros comediantes chilenos, por los mismos años en que recién comenzaba a brillar el astro de Rin Tin Tin y mucho antes que lo hiciera también Lassie.
Cannoli en afiche de clásica pastelería de Piazza Palermo.
El cannolo ya llegó a Chile, felizmente. Dicen algunos que entre los mejores están los del "Café Turri" de Valparaíso y el "Da Carla" de Vitacura en Santiago. Sin embargo, en algunas cartas y recetarios han comenzado a aparecer también algunas versiones que podrían corresponder a variedades nuevas o adaptaciones gourmet, muy diferentes a las originales italianas, así que acá repasaré un poco lo que aprendí del pastelillo tal cual pude conocerlo en Roma, como los cafés "Volpini" y "Ciuri-Ciuri" o la pastelerías "Ciardi" y "Lory", entre muchos otros establecimientos que me volvieron casi un adicto durante aquel viaje.
El cannolo original es un tubo de masa frita que puede variar entre los 8 y 20 centímetros, aunque a veces se presentan ciertas versiones "gigantes" para celebraciones especiales o fiestas. Los más pequeños son llamados cannulicchi. Su masa es de hojaldre, cortada de forma cuadrada o rectangular y enrolladas dos de sus puntas opuestas alrededor de un tubo metálico, aunque originalmente esta forma se le daba con un segmento de caña de río (canne) que también debía ir al aceite caliente y retirada sólo después del endurecimiento de la masa. De ahí su nombre, que traducido al español equivale a tubito.
Suele ser llenado con una dulce pasta de requesón que puede llevar chocolate, fruta, marsala, pistacho o cuanta maravilla de repostería haya disponible a gusto del cliente, cuando lo preparan tras el propio mostrador. Este relleno de preferencia es el tradicional de queso de ricota o requesón con azúcar, aunque con el tiempo y las variaciones se ha ido haciendo más flexible la receta, incluyendo algunas con crema de leche, crema pastelera, pastas de chocolate o incluso helado, dependiendo del lugar donde se lo ofrezca. Suele estar decorado con marrasquinos, cortes de fruta confitada o bien salpicaduras de chipas de caramelo o de frutos secos molidos, como almendra, nuez o pistacho. Las variedades son tantas que cuesta precisar cuál es la norma general y cuál es la particularidad de cada pasticceria italiana.
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El pastelillo solía ser preparado masivamente para encuentros de fiestas religiosas y celebraciones públicas, especialmente en los carnavales de espera de la Cuaresma en localidades como Palermo y Messina. Parecen haber sido los árabes quienes introdujeron el cannolo durante su permanencia en la isla siciliana, desde donde fue adoptado por hogares y comerciantes.
Aparece mencionado por el duque Alberto Denti di Pirajno en el libro "Siciliani a tavola", quien atribuye a Cicerón la primera mención del producto, cuando éste se refiere a un "tubus farinarius, dulcissimo, edulio ex factus lacte" ("Tubo relleno, dulcísimo, alimento hecho de leche") hacia el año 75 antes de Cristo. Otras versiones señalan que aparece por primera vez -más directamente señalado- en el "Diccionario de Sicilia-Italia-América" de Michele del Bono, de 1751, donde se lo llama cannola.
De acuerdo a una leyenda, el pastel habría sido inventado por las hermanas del convento de claustro de Caltanissetta, o bien mucho antes, por mujeres del harem de este mismo lugar para agasajar a los emires sarracenos. Algunas interpretaciones etimológicas asocian su nombre al árabe qanawat, de hecho, expresión que también se traduce como tubo pequeño, pero es posible que si el cannolo fue un invento de las monjas, ellas hayan usado alguna vieja receta romana para la creación del dulce, como la atribuida a Cicerón.
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Algunos interpretan el cannolo como la versión dulce de los populares canelones de la comida italiana. También se sabe que, desde aproximadamente los años treinta, ha sido popular el consumo casero de cannolo hecho con galletas pizelle enrollada en lugar de la masa frita, naciendo así otra de las tantas variedades del pastel. Se le han atribuido características tales como cierto simbolismo de fertilidad o usos como instrumento para broma en los carnavales al soplar su relleno de crema.
Los muchos inmigrantes sicilianos llegados a los Estados Unidos y Argentina trajeron estas recetas de pasteles a América, especialmente al ir fundando sus propios cafés, restaurantes y pastelerías. Así, el cannolo parece mencionado en el filme "El Padrino" de 1972, siendo identificado por ello como el bocado dulce favorito de don Vito Corleone, pudiendo ser ésta una de sus primeras alusiones importantes en el cine con relación a la cultura italiana introducida en los Estados Unidos, donde el cannolo ocupa un lugar destacado. Hoy, son célebres entre los turistas internacionales los cannoli del barrio de la Little Italy de New York, como los del famoso "Café Palermo".
El cannolo figura en la lista oficial de Productos Tradicionales de la Comida Italiana (PAT) del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Bosques de Italia. Quizás se trate del pastel más popular e infaltable de sus confiterías y pastelerías de ese país y de todas sus áreas de influencia en el mundo.
El obelisco, decorado con banderas y listones, en el día de su inauguración el 18 de septiembre de 1859 (lleva una anotación a mano con esta fecha). Vista hacia el poniente, con el campanario de la Iglesia de San Diego a la izquierda, donde ahora está la Universidad de Chile. Fuente de la imagen: Memoriachilena.cl.
Coordenadas: 33°26'36.90"S 70°38'56.30"W (ex ubicación)
En algunas fotografías históricas de Santiago, probablemente las que estén entre las más antiguas de la Alameda de las Delicias, se puede apreciar un enorme obelisco o "pirámide" oscura, ubicada cerca del Convento de San Francisco, estructura cuyo origen y época han sido prácticamente olvidados en nuestro tiempo. Su valor para la memoria urbana está en haber sido una de las primeras experiencias conmemorativas de la República de Chile, sin embargo.
La aparición de este obelisco coincide con un período de mejoramiento de la Alameda de las Delicias y de su ornamentación, hacia la proximidad del aniversario número 50 de la Declaración de Independencia de 1810. La idea de levantar una obra así parece haber sido propuesta por el arquitecto francés contratado por el Gobierno de Chile, Claudio F. Brunet Desbaines, quien en carta al Ministerio de Instrucción Pública de 1849 ya sugería la necesidad de hermosear la Alameda con algo que conmemorara la Independencia de Chile. A partir de esta proposición se pudo haber llegado al obelisco, cuyo objeto de homenaje era precisamente el sugerido.
Cursado el proyecto, comenzó a ser levantado en albañilería justo hacia el sector de la Iglesia de San Francisco, más específicamente al centro del bandejón cerca de la esquina de calle Estado, donde estuvo tiempo después la Pérgola de las Flores con su pileta central. Sería llamado Obelisco de la Junta, refiriéndose a la Primera Junta de Gobierno del 18 de septiembre, simiente del proceso de emancipación que culminaría en la Independencia de Chile. El número del histórico año de 1810 destacaba en sus inscripciones, seguido de homenajes a los integrantes de aquella junta y su iniciativa.
Según se desprende de algunas imágenes con referencias que quedaron del obelisco, fue inaugurado el 18 de septiembre de 1859, durante el largo gobierno del Presidente Manuel Montt. Si bien la fecha de Fiestas Patrias de ese año fue cumplida con la entrega de la obra, desconocemos si la Revolución de los Constituyentes de ese año, ocurrida entre enero y mayo, afectó de alguna manera la construcción de este monumento. Esta fecha de inauguración, además, la hemos tomado de Carlos Peña Otaegui en su "Santiago de siglo en siglo" y de una anotación a mano en otra fotografía del obelisco, que actualmente se encuentra en las colecciones del Museo Histórico Nacional.
Sorprende la altura de la esbelta obra para aquella época, que calculamos en 15 a 20 metros por las proporciones que se observan con relación a las personas que fueron retratadas a su alrededor. En esos años, en Estados Unidos ya se construía el muchas veces superior obelisco colosal del Monumento a Washington, pero era algo raro que una excolonia pobre y aún joven como Chile, más encima con una conocida situación sísmica, se aventurara en esta clase de trabajos conmemorativos de envergadura. De todos modos, la inexperiencia y la ansiedad por disponer de él en nuestro principal paseo público cobrarían su cuota, como veremos.
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Otra imagen del obelisco, posiblemente en su inauguración, publicada por Peña Otaegui con la anotación "se distingue a la derecha el campanario de la capilla de la Soledad, fundada por la viuda de D. Pedro de Valdivia". Fuente imagen: Archivofranciscanochile.com.
El uso del símbolo del obelisco podría especularse como alguna clase de guiño a las influencias de la francmasonería en el levantamiento americano contra España, pues corresponde a una figura de cierta recurrencia en la Logia. No obstante, el diario capitalino "El Ferrocarril" del miércoles 17 de septiembre de 1862, se refería a la obra hablado de una escultura adicional que identifica como una Estatua de la Libertad, y que nos parece corresponde al Monumento de la República hecho por el escultor Augusto Francois que, de acuerdo a lo que se desprende, habría estado siendo colocada justo en esos días cerca del obelisco, acaso en su reemplazo o formando con él parte de un mismo conjunto. Hay textos que hablan casi indistintamente del obelisco y la estatua de la República, de hecho, como es el caso de "Escultura pública: del monumento conmemorativo a la escultura urbana, Santiago, 1792-2004", de Liisa Flora Voionmaa Tanner, desde donde hemos tomado la referencia relativa al diario "El Ferrocarril".
Fue un gigante efímero, sin embargo; casi un intento de monumento más que uno propiamente dicho, desapareciendo como muchas de las demás piezas de la primera generación de estatuas y homenajes de la Alameda de Santiago, al igual que la Estatua de la República que era de frágil yeso, como así también la erigida para la ilusoria aspiración de una Confederación Americana.
La precaria ingeniería y las limitaciones presupuestarias seguramente conspiraron contra la permanencia del obelisco, que no tardó en desaparecer. Y no cuesta adivinar qué pudo suceder con él, pues las pocas fotografías que existen lo muestran desde su origen con una leve inclinación hacia el costado izquierdo, comparado con la rectitud del campanario franciscano a sus espaldas, si se lo miraba desde su costado poniente. Esta falla de cálculo digna de algún encargado de la plomada padeciendo estrabismo, quizás fue su condena.
El monumento no aparece en las descripciones ni las fotografías que hace la Comisión Científica del Pacífico de 1862-1866, particularmente las del madrileño Rafael Castro y Ordóñez, quien sí ve otras obras de entonces en la Cañada de la Alameda de las Delicias, como la mencionada Estatua de la República, a la que percibe inclinada según sus anotaciones del mes de julio de 1863:
"El paseo de la Cañada, extensa calle de cuatro hileras de álamos, se parece algo a nuestro Prado, si bien es mejor, pues tiene por fondo la grandiosa cordillera de los Andes. Está adornada de varias estatuas de bronce y de yeso. De yeso es la República, y además está desnivelada, que por más que tiene bajada la espada, no puede conservar el equilibro; sus esfuerzos son vanos: jamás estas repúblicas guardarán su equilibrio, porque están formadas con los restos de las monarquías...".
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Fotografía de la Alameda hacia el poniente, desde la torre del campanario de la Iglesia de San Francisco, c. 1862. Fuente imagen: Mav.cl y Cervantesvirtual.com.
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Fotografía de Eugene Maunoury de la Alameda hacia 1868-1870, tomada desde el mismo lugar y en la misma dirección. Se puede apreciar que el obelisco ya no existe. Fuente imagen: Bifurcaciones.cl.
Si acaso estaba todavía allí el obelisco y si se refiere a él como la obra que "está desnivelada" allí donde mismo estaba la estatua, no podemos precisarlo, pero da la impresión que describe en realidad a la estatua misma como aquella inclinada. En las fotografías que acompañaron sus observaciones no se observa el obelisco a pesar de hacer una perspectiva de la Alameda, por cierto. Castro y Ordóñez también describe el Monumento del Abate Molina y la entonces recientemente colocada Estatua de la Confederación Americana, pero nada sobre el gran obelisco.
Es el mismo período de tiempo en que ya ha desaparecido de las fotografías de la Alameda de las Delicias, entonces, por lo que puede darse por hecho su demolición y considerar también la posibilidad de que haya sido reemplazado con la mencionada Estatua de la República o de la Libertad, otra obra rápidamente desaparecida y de corta existencia en el paseo de Santiago. En las fotografías de Eugene Maunoury tomadas hacia 1868 y también desde el campanario del templo franciscano, por ejemplo, ya se verifica que no existía el gran obelisco oscuro ni alguna estatua cerca, distinguiéndose sólo una mancha en el lugar donde había estado su plinto y la circunferencia que lo rodeaba en la plaza central de la Alameda, lo que habla de su entonces reciente retiro.
Años después, durante su Intendencia, don Benjamín Vicuña Mackenna escogió el mismo sector aproximado donde estuvo el Obelisco de la Primera Junta para levantar el Monumento de los Historiadores de la Independencia en 1873, aunque más cerca del templo franciscano. Varios otros obeliscos aparecieron por la Alameda y por Santiago en esos mismos años, ninguno tan grande como el de la Junta de 1810, pero aquel monumento a los historiadores fue reubicado más tarde en la Plaza Tirso de Molina. El lugar que pertenecía al obelisco también fue ocupado por la Pérgola de las Flores y una pileta de aguas hoy desplazada al costado, instalaciones de floristas retiradas de allí en los años cuarenta y reubicadas en el barrio de los mercados de Mapocho...
Parece, pues, que nada levantado en este sitio -desde el obelisco en adelante- podrá ser para siempre.
Kiosco frente al viejo Portal Edwards. Fuente imagen: Flickr de Santiago Nostálgico.
Un gran error cometido por la ciudad de Santiago con respecto a su mobiliario y equipamiento urbano, quizás haya el retiro sin renovación de los antiguos kioscos y garitas para los comerciantes del sector céntrico, bellezas de ferretería que provenían de la escuela de arquitectura en hierro popularizada por Eiffel y que representaron también una interesante influencia del estilo victoriano en Chile, aunque cronológicamente un poco regazado y muy afrancesado, como fue la tendencia del diseño en el cambio de siglo. Su presencia fue tan penetrante en la ciudad que incluso ha seguido repitiéndose tenuemente la línea que se heredó de estos modelos en kioscos posteriores de paseos y parques públicos.
Ya he comentado que estoy dedicando este blog más a enfoque de viajes que de investigación propiamente dicha, así que -por razones de tiempo y de disponibilidad- no he podido hallar ni salir a buscar mucha información adicional sobre estos kioscos antiguos, pero creo que puedo compartir algo sobre los mismos con lo que ya tengo a mano, a través de esta entrada.
Echando cuentas, el estilo de estos kioscos se hizo popular especialmente después de la gran revolución urbanística del Intendente Benjamín Vicuña Mackenna, extendiéndose hasta la época del Primer Centenario, aproximadamente, época en que se vuelven muy comunes. Por esta razón, eran muy semejantes en detalles y en su propio contexto de época a la línea estilística que se observa en el Mercado Central hecho por la firma escocesa Messrs, Laidlaw & Sons en 1872, o de la Estación Central de Santiago, de la compañía francesa Schneider & Cie. de 1897, aunque la ciudad continuaba mostrando la presencia de estas estructuras en sus principales calles y avenidas centrales todavía hacia los años treinta, cuando ya había entrado el movimiento art decó y otras expresiones más recientes del modernismo.
Puede ser que la adquisición de las primeras piezas para kioscos en Santiago haya tenido que ver con estas casas de arquitectura ferretera o las que participaron en otras obras de la ciudad, hacia el 1910, aunque también se sabe que importantes compañías francesas de fundición ornamental como Val d'Osné y J. J. Ducell et Fils, ambas de gran presencia en la capital chilena, participaron también de ciertos casos internacionales de fabricación de estructuras más funcionales, como kioscos, garitas o glorietas.
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Imagen del archivo Chilectra, c. 1920, a la altura de Alameda con Bascuñán Guerrero. Se observa parte de uno de estos kioscos dentro del encuadre, a la derecha. Nótese el detalle de su diseño decorativo.
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Acercamiento a un kiosco usado como puesto de lustre para calzado, en detalle de fotografía de 1920 aproximadamente, del sector Alameda de las Delicias con Estado. Fuente imagen: Flickr de Santiago Nostálgico.
Quizás siguiendo la mencionada línea estilística o sólo por casualidad temporal, hubo muchos kioscos como los descritos alrededor de los grandes edificios del Mercado Central y la Estación Central, como puede verificarse en algunas fotografías de la época. Del mismo modo, hubo otras estructuras interesantes de la ciudad con un estilo parecido, como la terminal del servicio de tranvías en la Plaza Argentina de la Estación Central y la Garita Mapocho para la parada del mismo transporte que pasaba justo frente a la Estación Mapocho, edificio este último interiormente con su propia carga de representación de la arquitectura en hierro, en su caso de la firma Haine Saint Pierre de Bélgica, hacia 1911. La vieja glorieta de la Plaza de Armas, hacia el lado de calle Merced-Compañía frente al Portal Fernández Concha, también tenía líneas parecidas a las de estos ejemplos, mientras que fotografías de 1897 confirman la presencia de casetas de portería en la Quinta Normal muy semejante a los kioscos que aquí observamos, especialmente en su techumbre.
Las fotografías que se conservan, especialmente de los años veinte, confirman el trabajo de verdadera joyería en el enfierrado y revestimiento metálico de estas preciosas piezas, cuyos baldaquinos llegaban a sobrepasar los cuatro metros. Desgraciadamente, como no solían ser protagonistas de cada imagen sino más bien un accesorio de la composición, rara vez aparecen visibles de manera despejada y completa. Pese a todo, puede advertirse que había en ellos un cuidadoso trabajo de forjado y fundido, de escamado de techos, de repujado y de armado final, con detalles en el diseño y los remates de cierta influencia art nouveau. Según parece, sólo había tenues diferencias entre algunas de ellas.
Básicamente, estos kioscos tenían las mismas funciones de los actuales, ofreciendo venta revistas, periódicos, productos al paso, postales y golosinas, aunque algunos emprendedores se instaban en ellos para otras actividades como lustrabotas, caso del que estaba ubicado en Alameda frente a calle Estado y numerado como el "7", o también para la fotografía, como el de Alberto Torres Vergara quien tuvo su propia cabina de este tipo en Parque Forestal, para hacer retratos "al minuto" de paseantes y turistas hacia 1918-1920. Algunos también servían como mini tabaquerías, ventas de boletos y pequeños artículos, aunque por sus dimensiones debían estar principalmente en plazas o explanadas, más que encima de veredas o interrumpiendo pasos peatonales.
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Otro kiosco en la Alameda, ubicado entre la Estación Central de Ferrocarriles y la Plaza Argentina, saturada de tranvías. Fotografía del período 1915-1920, actualmente en los archivos del Museo Histórico Nacional.
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Detalle del kiosco en fotografía del templo de Santo Domingo (atrás) en el centro de Santiago, hacia 1935. La esquina es la misma donde se ubicaba antes la Posada de Santo Domingo y después la plazoleta frente a la iglesia, en el cruce con 21 de Mayo. Fuente imagen: Twitter del coleccionista de imágenes históricas Alberto Sironvalle.
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Otra vista del kiosco que estaba en Alameda de las Delicias con Estado, hacia 1920. Imagen perteneciente a las colecciones del Museo Histórico Nacional.
Por su importancia como terminales de información, además, ciertos movimientos políticos se peleaban estos kioscos para pagarles cuotas por la distribución o venta de pasquines y folletería de propaganda, como hacía Luis Emilio Recabarren con sus publicaciones comunistas. Si bien podían tener ciertas limitaciones comparados con los más modernos, como el suministro eléctrico, el holgado espacio era una virtud de estas pequeñas estaciones de ventas. Sin embargo, la política no siempre le fue favorable: además de ser atacados en grandes movilizaciones públicas de la primera mitad del siglo XX, suponemos que era uno de estos kioscos el que, en Alameda cerca de calle Estado, fue volado de un bombazo nocturno durante los días de las Huelgas del Hambre (1818-1920), dejando tres personas heridas.
En cuanto a su ubicación, era frecuente ver estos kioscos cerca de paradas del tranvía o de las estaciones del servicio, por ejemplo; y dado que su altura era muy superior a los actuales, parte de sus paneles solían ser utilizados como soporte de publicidad para productos varios o de restaurantes, especialmente si estaban cerca de arterias muy transitadas como la propia Alameda de las Delicias.
Es altamente posible que muchos de estos kioscos hayan perecido por decrepitud o por la acción del vandalismo. Sin embargo, también es verdad que la Municipalidad los fue retirando y cambiando por otros modelos más sosos y menos uniformes, pues ha habido más de una propuesta en un lapso de tiempo relativamente corto de décadas. Los cambios de estos kioscos por modelos más novedosos comienzan a hacerse visibles en imágenes de los cuarenta o cincuenta, según nuestra impresión.
Hoy, con cerca de 20 mil de estos pequeños establecimientos de comercio existiendo en el país, no todo está perdido con relación a la desaparecida generación de viejos kioscos franco-victorianos de Santiago, sin embargo: su estilo fue imitado levemente por otros casos posteriores de garitas para comercio que aún sobreviven en algunos escondrijos de la ciudad como el Cerro Santa Lucía, la Quinta Normal o el Parque O'Higgins.
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Kiosco actual, en el Parque O'Higgins.
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Kioscos de la Quinta Normal.
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Kioscos del paseo del Cerro Santa Lucía.
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Kiosco del sector Castillo Hidalgo en el Cerro Santa Lucía.
Catálogo de productos de IRMIR. Fuente imagen: ponencia para el V Taller de Idis (Argentina) de Rodrigo Vera Manríquez, del Departamento de Diseño de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.
Ya publiqué acá un artículo sobre la campaña para salvar el mosaico muriglas de la empresa IRMIR que recubrían originalmente las primeras estaciones del servicio Metro de Santiago inauguradas entre 1975 y 1980 en las líneas 1 y 2. Como se recordará, estas teselas y baldosas de los mismos juegos decorativos, conocidos como gres cerámico, eran fabricadas principalmente por aquella empresa, seguida de la firma Fanaloza.
El mayor crecimiento de la empresa IRMIR parece estar con su participación en proyectos de la Corporación de Vivienda, la Corporación de Mejoramiento Urbano y el Metro Santiago. Una generación de importantes edificios y obras públicas llevan así su huella en revestimientos de teselas y baldosillas, dando una característica al recubrimiento mural de la época muy práctico, además, pues ahorraba repetir manos de pinturas por paso del tiempo y resultaba muy cómodo al higiene y aseo. Anótese a esto el valor agregado que daba el trabajo de colocación de estas piezas, sumando miles de horas hombres en cada proyecto.
Sin embargo, al desaparecer la principal empresa fabricante hacia inicios de los ochenta y terminar con ello la producción de estos modelos de gres cerámico, su estética y característica quedaron condenados a asociarse a sólo una época, regazándose con ello en el tiempo y culminando su esplendor como recurso ornamental y utilitario. Así, sus vestigios quedaron dispersos y huérfanos por todo Chile, perdiéndose muchos de ellos en las décadas transcurridas hasta hoy, como fue el caso del edificio comercial de la esquina Norponiente de Bandera con Catedral, demolido en 2013 (tenía teselas celestes y baldosas cuadradas verde oscuro en diseño de relieve).
En esta entrada quiero hacer un pequeño registro de las huellas que quedan de las teselas, baldosines y mosaicos de revestimiento como los que dieron prosperidad a compañías como IRMIR, sobreviviendo en calidad de testimonios palpables de algo que podría haber llegado a constituir parte de la identidad del diseño urbano en nuestro país, pero que se vio trucado por la desaparición y retroceso de la industria.
REGISTROS FOTOGRÁFICOS:
REVESTIMIENTOS EN ESTACIONES DE LÍNEA 1
San Pablo (Inaugurada en 1975): Baldosas rectangulares color naranjo claro; secundariamente, baldosas cuadradas terracotas. Hay grandes áreas donde el revestimiento original ha sido retirado, quedando el muro desnudo.
Neptuno (Inaugurada en 1975): Baldosas rectangulares blanco marfil; secundariamente, baldosas cuadradas azules. Llama la atención que en estas estaciones no exista muriglas.
Pajaritos (Inaugurada en 1975): Baldosas rectangulares color celeste claro y blanco marfil; secundariamente, baldosas cuadradas azules. El área donde se conserva este revestimiento es pequeña, cercana a los extremos, pues ha sido retirada grandes tramos centrales.
Las Rejas (Inaugurada en 1975): Removidos.
Ecuador (Inaugurada en 1975): Teselas celestes y blancas; secundariamente, baldosas rectangulares celestes y baldosines cuadrados azules con diseño esférico en relieve.
San Alberto Hurtado (Inaugurada en 1975, ex Pila del Ganso): Teselas verdes y blancas; secundariamente, baldosas cuadradas verdes con diseños de trazos. Las combinaciones forman diseños murales especiales para esta estación, formando composiciones geométricas visibles especialmente en el sector de escaleras.
Universidad de Santiago (Inaugurada en 1975): Teselas blancas y color ocre claro. Hay áreas donde se ha retirado el revestimiento.
Estación Central (Inaugurada en 1975): Baldosillas rectangulares naranjas; secundariamente, teselas en colores de la gama ocre (blanco a marrón) y baldosas rectangulares ocres de diseño poligonal en relieve.
Unión Latinoamericana (Inaugurada en 1975): Teselas celestes y blancas; secundariamente, baldosas rectangulares celestes, baldosines rectangulares azules con diseño esférico en relieve y baldosines cuadrados naranjo claro y azules.
República (Inaugurada en 1975): Removidos.
Los Héroes (Inaugurada en 1975, subnivel 1): Teselas en gama de celeste a azul-amoratado; secundariamente, teselas de gamas ocres, baldosines cuadrados ocres y baldosines rectangulares naranja claro.
La Moneda (Inaugurada en 1975): Removidos
Universidad de Chile (Inaugurada en 1977): Removidos
Santa Lucía (Inaugurada en 1977): Removidos
Universidad Católica (Inaugurada en 1977): Teselas celestes, gris-azulino y blancas; secundariamente, baldosas cuadradas azules con diseño de círculo.
Baquedano (Inaugurada en 1977): Teselas en gama blanco a ocre-marrón; secundariamente, baldosas rectangulares ocres con diseño poligonal en relieve. Mucho material de revestimiento fue removido para las modificaciones y ampliaciones de la estación, en sector de combinación con Línea 5.
Salvador (Inaugurada en 1977): Teselas blancas y en gama ocre-claro a marrón. Es la única estación con diseños murales de degradado de píxel, con graduaciones logradas con las mismas teselas por hábiles manos encargadas del trabajo, sector escaleras.
Manuel Montt (Inaugurada en 1980): Removidos.
Pedro de Valdivia (Inaugurada en 1980): Baldosines rectangulares celeste claros y azules, y baldosines cuadrados naranjos. Distribuidos en mosaicos geométricos. Algunas áreas removidas.
Los Leones (Inaugurada en 1980): Removidos.
Tobalaba (Inaugurada en 1980): Removidos.
El Golf (Inaugurada en 1980): Removidos.
Alcántara (Inaugurada en 1980): Removidos.
Escuela Militar (Inaugurada en 1980): Removidos.
Manquehue (Inaugurada en 2010): No tiene.
Hernando de Magallanes (Inaugurada en 2010): No tiene.
Los Héroes (Inaugurada en 1978, subnivel 2): Teselas en gama de ocre claro a ocre marrón; secundariamente, teselas en gama de blanco a azul amoratado y baldosines cuadrados ocres.
Toesca (Inaugurada en 1978): Teselas en gama de blanco a azul amoratado; secundariamente, teselas en calipso y azul eléctrico reluciente.
Parque O'Higgins (Inaugurada en 1978): Teselas en colores grises, ocres, azulinos y claros; secundariamente, baldosines rectangulares verde oliva.
Rondizzoni (Inaugurada en 1978): Teselas en gama de blanco a ocre marrón.
Franklin (Inaugurada en 1978): Teselas blancas y celestes; secundariamente, baldosines cuadrados azules con diseño esférico en relieve.
El Llano (Inaugurada en 1978): Teselas blancas y en gama de ocre claro a marrón; adicionalmente, baldosas cuadradas ocres con diseño de círculo interior.
San Miguel (Inaugurada en 1978): Teselas en gama de blanco a verde césped; secundariamente, baldosas ocres rectangulares con diseño de cuadrados concéntricos. Áreas con revestimiento retirado.
Lo Vial (Inaugurada en 1978): Teselas en gama de blanco a azul celestino; secundariamente, teselas de azul eléctrico reluciente o esmaltadas.
Departamental (Inaugurada en 1978): Teselas en gama de blanco a ocre medio; secundariamente, baldosas rectangulares con diseño de X.
Ciudad del Niño (Inaugurada en 1978): Teselas blancas, ocre-amarillo y verdes; adicionalmente, baldosines cuadrados terracotas con diseño esférico en relieve.
Lo Ovalle (Inaugurada en 1978): Teselas en gama blanca a azul celestino; secundariamente, baldosines cuadrados celestes con diseño esférico en relieve y baldosines azules oscuros.
Muros exteriores de la exsede de la fábrica IRMIR en calle Las Dalias 2723, en la comuna de Macul. Se observan revestimientos de baldosas cuadradas de diseño poligonal color ocre-terracota y baldosines rectangulares ocres. Estas instalaciones actualmente pertenecen a la firma Rossignol S.A., de rubro textil.
Gran mosaico del Paso Bajo Nivel Santa Lucía, en calle Santa Lucía con la Alameda, cruzando hacia la bifurcación de Carmen y Diagonal Paraguay. Fue terminado hacia 1971 por el Taller de Diseño para Arquitectura de Eduardo Martínez Bonati, Carlos Ortúzar e Iván Vial. Con 2.647 metros cuadrados, actualmente se discute si es el más grande de Santiago y posiblemente de todo Chile, pues se ha propuesto a un mosaico más nuevo de Puente Alto en esta categoría. Su estado actual es de mucho deterioro, aunque está parcialmente restaurado. El diseño es abstracto y está conformado por baldosines rectangulares blancos, ocre-terracota, celestes y azules.
Caras exteriores y pasillos principales de los edificios del Instituto Nacional, por las calles San Diego, Alonso de Ovalle y Arturo Prat. Áreas de teselas en gamas de blancos, grises y azules. Es un típico ejemplo de uso institucional del muriglas.
Edificios de estacionamientos a espaldas de la Biblioteca Nacional, en el sector Moneda entre Miraflores y Mac Iver. Sectores de recubrimiento con baldosines rectangulares blancos.
Edificio de estacionamientos del sector Merced con Miraflores. Teselas blanco marfil con adiciones de baldosas amarillas rectangulares con diseño orgánico, en los bajos.
Fachada completa del "edificio del dragón" de San Pablo con Amunátegui, con un gran mosaico de un dragón en teselas de colores (para una desaparecida casa comercial que operó en sus bajos), sobre una superficie de teselas grises-azulinas.
Edificio de calle Moneda llegando a Ahumada, entre el BancoEstado y el templo viejo de las agustinas. Revestimiento de teselas en gama de blancas y grises en sus bajos, destinados al comercio.
Revestimiento de los edificios del conjunto de la Remodelación San Borja iniciada en 1969, incluyendo pasos peatonales interiores, pasarelas, fuente de aguas (ya seca) y conexiones al servicio del Metro (estación Universidad Católica). Se emplearon teselas en gris azulino, gama de blanco a azul, baldosines rectangulares azules, ocres y blancos, todos distribuidos en miles de metros cuadrados, algunos como superficie de pasarelas y pisos inclusive, alcanzando la altura de las torres. Lamentablemente, muchas de ellas se encuentran en muy mal estado o bien han sido cubiertas por pintura o capas de estuco, decisión poco comprensible considerando que este revestimiento resiste bastante a la adherencia de otros materiales.
Edificio del Hotel StgoCity, en San Martín entre Santo Domingo y Rosas. Teselas principalmente blancas, ocre claro, grises y mármol.
Fachada y pasillos interiores del ala Sur de la Posta Central de Santiago, sector Portugal con Curicó, de 1967. El exterior corresponde a cobertura de teselas en gama de azul claro a azul oscuro, y líneas de estructuras y vigas en teselas blancas. En el interior, por pasillos y salas, teselas blancas y color marfil, alternadas con algunas pocas azulinas.
Edificio esquina Sur-oriente de Rosas con Morandé. Revestimientos en la fachada con teselas blancas, grises y azulinas.
Fachada del Centro Evangelístico de Santiago, en Serrano entre Tarapacá y Eleuterio Ramírez. Teselas opacas en mármoles y grises azulinas y unas azules relucientes. Incluso el nombre del centro religioso está inscrito en muriglas. Se observan daños en el revestimiento del frontispicio.
Fachadas y muros exteriores del conjunto de edificios Neut Latour de 1968, sector General Bustamante, Bilbao y Seminario. Distribuidas en superficies de teselas de gama blanco a azulino y otras más oscuras de azul oscuro a azul amoratado.
Edificios residenciales del sector interior del callejón Dr. Ernesto Prado Tagle, a espaldas del Museo Histórico Benjamín Vicuña Mackenna. Corresponde a revestimientos de teselas blancas, celestes, azules, grises y oscuras, algunas opacas y otras relucientes o esmaltadas.
Edificios del sector Rancagua llegando a Vicuña Mackenna, especialmente en sector de bajos comerciales. Teselas grises azulinas y azules esmaltadas, opacas claras, oscuras y celestes.
Edificios del sector Barón Pierre de Coubertin llegando a avenida Vicuña Mackenna, costado Norte. Teselas blancas, grises y azulinas. El de la esquina ofrece una interesante propuesta de teselas blancas, grises y azulinas. Presencia de baldosines cuadrados gris-azulinos con diseño esférico en relieve.
Edificio de la esquina de Eulogia Sánchez con Vicuña Mackenna, frente al sector anterior, interior y exteriormente. Teselas de colores azulinos y grises, además de modelos negros y otros de tamaño azulejo en colores.
Edificio residencial de calle Lastarria llegando a Villavicencio, junto al cine "El Biógrafo". Fachada exterior en teselas de gama celestre a azulino.
Torres de los conjuntos habitaciones de avenida Francisco Bilbao en sector Diego de Almagro. Muriglas azulinos, blancos marfil y grises en amplios sectores de las fachadas de los edificios.
La Ruta 152, la llamada Autopista del Itata, ya ha cobrado varias vidas que recuerdan animitas solitarias a sus costados. Recientemente se ha sumado otra, en el kilómetro 30,4, al poniente de Chillán; animita que -por sus características y el estilo de vida del homenajeado- se ha ido convirtiendo en una suerte de altar de motociclistas de paso por la zona.
Rodolfo Morales Moreno, amigo del fallecido y testigo de su tragedia, nos ha permitido reconstruir su historia... Hela aquí.
Francisco José Bozzo Bozzo había nacido el 1° de diciembre de 1972. Fue un apasionado motociclista durante toda su vida, y su primera máquina había sido una Honda Steed 400 cc. Fue en esta motocicleta donde descubrió y desarrolló su pasión "motoquera", adquiriendo posteriormente una Suzuki Intruder 900, su tronador soporte de grandes rutas y primeras aventuras rodadas, a la que sumó paralelamente también una multipropósito Aprilia Pegaso 650. Apodado el Hot-Dog, era uno hombre muy querido en sus grupos de camaradas de montura y ruedas, donde lo consideraban una persona muy especial, con alma de niño.
Tras un gran esfuerzo y buscando complacer un largo sueño personal, durante el año 2014 Francisco pudo adquirir al fin una bella motocicleta Harley-Davidson modelo Fat Bob. Configurado así su definitivo estilo de vida, esta máquina sería desde entonces su compañera de viajes... Y también la última en que sentó sus epopeyas.
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Como lo hacen muchos "motoqueros" de nuestro largo país-carretera, Francisco comenzó a planificar un viaje veraniego con un grupo de cinco amigos hacia fines del año 2015, pero de largo trayecto: desde la ciudad de Calama hacia el Sur. Zarparon así el sábado 23 de enero de 2016, y le acompañaban en el viaje su esposa Mónica Bravo, los hermanos Javier y Jaime Lucas, y nuestra valiosa fuente su amigo Rodolfo Morales. Por supuesto, nadie sabía el dramático final que iba a tener esta odisea.
El grupo de viajeros había recorrido ya más de 3.300 kilómetros por el país vía Ruta 5, cuando llegaron al Hito Cero de la localidad de Quellón, al Sur de la Isla Grande de Chiloé, el viernes 29 de enero a las 21 horas de la noche. Era la marca del éxito de esta expedición. Cumplidos los ritos y protocolos de los círculos de aventureros que conquistan esta ruta hasta tal punto, entonces, pusieron proa de regreso hacia el Norte, convencidos de haber logrado ya la parte más importante y significativa de este viaje.
El primer día de febrero, se encontraban ya en la Autopista de Itata, cerca del mencionado kilómetro 30,4. Eran las 17:50 horas cuando sobrevino la tragedia: Francisco se encuentra de súbito con un trozo de fierro abandonado en la carretera, presumiblemente caído desde la carga de algún vehículo. Todo fue tan rápido como fatal: perdió el control de su amada y leal Harley-Davidson, estrellándose contra las barreras de contención en un accidente cuyas características no han sido poco frecuentes en nuestro país, infelizmente.
Francisco Bozzo falleció instantáneamente allí, ese día 1° de febrero de 2016, ante la mirada desesperada de su esposa y amigos. Su gran ruta por Chile había terminado enfrentado de improviso al viaje final de su existencia... El último, sin regreso.
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Convertido en sólo una fría estadística más de las muertes de cada verano, sus amigos y deudos no olvidaron, sin embargo: rápidamente, se organizaron por iniciativa de Morales e instalaron una animita en el lugar del triste accidente, con una pequeña pero elevada casuchita que alberga un retrato del fallecido, regalos y, en su nivel inferior, su casco. Una placa de mármol le promete no olvidarlo jamás, recordando su hazaña de conquista del Hito Cero.
En el poco tiempo que lleva allí, la animita se ha vuelto un lugar de paradas y rogativas de sus camaradas "motoqueros". Los viajeros se detienen a dejar ofrendas, especialmente los motociclistas, quienes han ido colocando recuerdos en la misma como placas, figuritas y stickers, además de suplicarle en cada ocasión su guía, luz y protección en estas rutas.
Entonces, viajero, no confundas esta animita blanca con otra de las tantas anónimas que hay en las carreteras de la Región del Biobío: ésta es de Francisco Bozzo, el aventurero de cabalgadura sobre hierros... Guarda allí silencio por él, para que sólo el eco del rugido de esa motocicleta de tantas andanzas de vida alcance su lugar de descanso; su asiento en el último y más grande de los viajes de todo hombre.
Ilustración del buque siendo construido en los Astilleros de Lorient, hacia 1988.
En octubre de 2013, fui invitado al Operativo Acrux-Norte de la Armada de Chile, como guía y asistente del director del Museo de la Guerra del Pacífico "Domingo de Toro Herrera" (guerradelpaficio1879.cl) el coleccionista de antigüedades Marcelo Villalba, que llevaría su muestra para exponerla durante la travesía.
Aquella fue la primera vez en que pude abordar por un tiempo importante un navío de la Armada de Chile más allá de una mera visita, en este caso un gigante de la flota: el buque multipropósito LSDH-91 "Sargento Aldea", incorporado hacía menos de dos años y comandado en esos momentos por el Capitán de Navío Manuel Pinochet Rodríguez. Fue una semana de enorme intensidad y actividades varias en los lugares de desembarco.
Demás está decir lo extraordinario de la experiencia de participar -en semejante coloso y en calidad de civil- paraen una misión de paz como Acrux-Norte, primera de su tipo que iba a ejecutarse entre Mejillones y Pisagua. Fue una prueba de rigores también desplazarse por ese laberinto de brutalismos, tubos y escotillas evitando extraviarse, además de probar los rigores de vida diaria marinera como dormir en literas con el ancho de una camilla, soportar los efectos del mareo de tierra y ducharse diariamente con agua más cercana al frío que a la comodidad doméstica.
Antes de ser el "Sargento Aldea", este buque había sido el L-9011 "Foudre" de la Marina Nacional de Francia, construido entre 1986 y 1988 por la compañía MacGregor-Navire en los Astilleros DCN de Lorient, pudiendo entrar en plenas funciones recién en 1990. Era el 12° navío con nombre "Foudre" en la marina francesa, cabecilla de los buques de asalto anfibio tipo LPD de los dos de la clase TCD "Foudre", junto al L-9012 "Siroco".
Sus enormes proporciones alcanzan los 168 metros de eslora, mientras que la manga llega a 23,5 metros, el puntal los 47,7 metros y su calado de 5,2 metros. Desplaza 12.000 toneladas alcanzando los 21 nudos con sus motores diésel SEMP Pielstick, y su equipo de armas dispone de 3 sistemas Simbad, 3 cañones Breda-Mauser (30 mm.), 4 ametralladoras M2-HB Browing (12,7 mm.). Entre otros aspectos asombrosos de su tecnología, tiene una plataforma desplazable para el hangar de helicópteros y, en popa, una compuerta para el enorme compartimento de las naves menores.
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Imágenes del "Sargento Aldea" en el período de traspaso desde la Armada de Francia a la de Chile. Imágenes tomadas del sitio web de la Armada de Chile (armada.cl) y de Mar et Marine (meretmarine.com).
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El buque en el puerto de Mejillones.
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Campana y escudo en el acceso al "Sargento Aldea".
Las participaciones memorables del buque durante su servicio en la flota franca fueron varias, como se verifica en su hoja: destacan misiones durante las Guerras de Yugoslavia (1991-1999), la Operación Licorne de los "cascos blancos" durante la guerra civil de Costa de Marfil (2002-2004), la Operación Baliste de evacuación de franceses durante la Guerra del Líbano (2006), las misiones de apoyo a en África Occidental Corimbo 95 (2008-2009), los trabajos de búsqueda del fatídico Vuelo 447 Air France cerca del Archipiélago de San Pedro y San Pablo (2009), y la Corimbo 101 (2010). Emociona un poco pensar que estos mismos pasillos y cabinas fueron usados por los protagonistas de tan históricos episodios de actualidad mundial.
Image may be NSFW. Clik here to view.Durante la misión realizada en Gabón en 2009, sin embargo, una tragedia ensombreció la historia del "Foudre": el 17 de enero de ese año, uno de los helicópteros del buque se estrelló contra el borde costero, muriendo ocho de sus tripulantes Siete cuerpos pudieron ser recuperados, y uno desapareció, todos ellos de militares. Son sus mártires; las lágrimas en la historia del buque.
El cómo llegó a la Armada de Chile un navío de semejante tamaño y prestigio, es una historia un tanto curiosa. Durante el año 2006, Francia había ofrecido a Argentina la venta de dos buques de asalto de las clases "Ouragan" y "Orange", negociaciones que estuvieron cerca de arribar a buen destino durante el año siguiente, pero que acabaron descartadas de súbito por la constatación de la presencia de una gran cantidad de asbesto en la construcción de las mismas naves. Quizás buscando retomar el punto suelto de conversaciones, el Ministerio de Defensa de Francia anunció a mediados de 2010 el próximo envío a Buenos Aires una delegación para ofrecer esta vez al "Foudre", ya que iba a ser reemplazado en mayo de 2011 por un buque de proyección estratégica (BPC): el L-9015 "Dixmude", tercer representante de la Clase "Mistral".
Sin embargo, percibiendo tal vez poca decisión de parte de Argentina y temiendo que los presupuestos frustraran la nueva negociación, Francia decidió ofrecer el "Foudre" también a Brasil y a Chile. Por entonces, nuestro país justo había retirado al LST-93 "Valdivia" tras 15 años de servicio, requiriendo de un reemplazo. Fue así como el gobierno tomó la decisión de compra en octubre de 2011, siendo traspasado el buque a la Armada de Chile en Toulon, el 22 de diciembre, con una ceremonia realizada al día siguiente y recibiendo su nuevo nombre en homenaje al héroe de la "Esmeralda" en la epopeya del 21 de mayo de 1979, el Sargento Juan de Dios Aldea.
Así, el ex "Foudre" zarpó con bandera chilena hacia Valparaíso, llegando a puerto el 10 de marzo de 2012 y comandado por el entonces Capitán de Navío Daniel Coca Herrera. Es, desde entonces, el buque insignia del Comando Anfibio y de Transportes Navales de la Armada de Chile, y en su escudo se lee un soberbio "SUNT VIRTUS IN MARE" ("SOMOS LA FUERZA EN EL MAR").
El 22 de enero de 2013, además, se le asignó puerto al "Sargento Aldea" en la base de Talcahuano, recibiendo allá su pabellón de combate en marzo. No pasó mucho para que iniciara operativos de asistencia médica en sus amplias dependencias clínicas interiores, como el de la Fundación Acrux que nos convocara ese año, además de misiones humanitarias más nuevas como Partnership of America y Solidaridad, ambas del 2014.
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Pasillos y puertas interiores.
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Las estrechas galerías del buque.
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Escotilla de descenso al área de cabina.
El operativo médico y social de Fundación Acrux y la Armada de Chile se realiza en el Norte y Sur del país, hacia las regiones extremas, llevando un contingente de profesionales de salud en estas instalaciones. Cubre zonas territorialmente apartadas o en donde el servicio médico requiere de un refuerzo para bajar las listas de espera en los hospitales y consultorios. Como el "Sargento Aldea" cuenta con un moderno servicio de hospital capaz de cumplir con los requerimientos del Sistema de Sanidad Naval, su incorporación al operativo ha sido estupenda, brindando cobertura eficiente en cada misión y satisfaciendo cabalmente el propósito del programa, además de reunir una gran experiencia que ha permitido recientes firmas de convenios para incorporar tecnologías de telemedicina en el Acrux. Y la ampliación de este operativo a alcances culturales, pues, ha permitido que instancias como la exposición sobre la Guerra del Pacífico en la que participé, pudiera formar parte de las actividades relacionadas con el paso del buque en cada destino.
Fuimos invitados así al Acrux-Norte de ese año, primero con estos destinos en el Norte Grande de Chile. Tras salir en horas de madrugada desde Pudahuel, llegamos el 27 de octubre de 2013 en vuelo directo hasta Antofagasta, desde donde somos conducidos a Mejillones. Allí, pasamos un largo rato de espera en el edificio de la Capitanía de Puerto que incluso nos dio tiempo de recorrer la ciudad, su iglesia, museos, cementerio, teatro y restaurantes como el querido "Tito Cobreloa", todo un símbolo local. Hacía cerca de diez años que no estaba en este encantador poblado, y los cambios para mejor se han hecho evidentes en él.
Ya en horas de la tarde nos pasa a recoger un vehículo especial que nos conduce a puerto. Las proporciones exteriores del gigante "Sargento Aldea" golpean la vista y el sentido espacial de inmediato, pero parecen redoblarse en su compleja red de galerías y niveles interiores, como notamos apenas subimos a bordo.
En el hangar del buque caben 4 helicópteros AS332L Super Puma, que veo despegar en alguna ocasión, compartiendo más tarde la mesa con sus pilotos de la Aviación Naval. En su gran compartimento interior tras las compuertas de popa, además, caben tres grandes barcazas de transporte anfibio: "Canave", "Fuentes" y "Reyes", por cuyos estrechos espacios entre sí volveré a caminar varias veces durante este viaje, pues no parece haber grandes restricciones para nosotros los invitados dentro de la circulación del buque.
Esa misma noche, el alcalde mejillonino don Marcelino Carvajal Ferreira nos invita generosamente a una cena en el Restaurant del Casino Municipal, como agradecimiento a la labor que realiza el personal civil e institucional del operativo, así que bajamos todos del buque y volvemos al centro por un rato. Carvajal es todo un personaje acá: hombre enérgico, entretenidísimo y lleno de historias, además de haber hermoseado Mejillones como quizás nunca antes lo logró alguna administración municipal (y sin perder el rasgo popular de la misma), es el alcalde menos "político" de todos los que hayamos conocido; hombre de acción e iniciativa como pocos quedan ya en la administración pública, atributos que le ha sido retribuidos con varias reelecciones. También nos obsequia a todos algunos recuerdos, prendedores e impresos de la ciudad que es su compromiso y orgullo. Coincidentemente, quedamos frente a él y a otras autoridades municipales en la larga mesa.
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Vista desde la proa.
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Ceremonia de salida de puerto, en horas nocturnas.
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Despegue del helicóptero desde cubierta.
La primera noche en las literas son difíciles para el no acostumbrado a estos pequeños espacios parecidos a nichos. Nuestra cabina es la E-0111, a la que se llega descendiendo por una escotilla a prueba de motricidad fina y equilibrio. AAdemás de los encargados del museo están en ella los miembros de la Fundación Deportiva "Ganamos Todos", creada por Harold Mayne-Nicholls para fomentar labor social a través del fútbol, y de la agrupación de teatro musical didáctico para niños "Cantando Aprendo a Hablar", que irá realizando presentaciones en vivo en las ciudades. Las chicas que forman parte del grupo de actores se alojan en una cabina un par de niveles más arriba, subiendo por las empinadas escaleras metálicas.
En la mañana conozco el comedor, al final de uno de los pasillos centrales y cerca de la proa. Es curioso este sitio, pues tiene cerca una biblioteca con algunos libros en francés dado que, por un tecnicismo, cuando se compró el "Foudre" se hizo con todo lo que tenía en su interior, según me explican. También hay grabados y fotografías históricas de la nave en algunos muros. Y como el buque es también una verdadera estación de comunicaciones, tantas antenas y transmisores que perturban el uso de teléfonos móviles y, según parece, hasta encienden accidentalmente mi celular cuando paseo en cubierta o la bodega de carga. Es una verdadera ciudadela flotante, en mi impresión.
Image may be NSFW. Clik here to view.Esa misma mañana, el personal de la Armada hace un acto simbólico en Punta Angamos, histórico sector donde tuvo lugar la batalla en que se diera captura del "Huáscar", en 1879. Pocas horas después, estamos armando vitrinas de exposición dentro del propio buque, en una sala cerca de popa, donde Marcelo ofrece una rotativa de charlas históricas ante la atención cautiva de los propios marinos, incluso mostrando reproducciones de uniformes a los presentes. Uno de ellos y muy joven, Gabriel Leiva, parece particularmente interesado y colaborador con nosotros, y formamos rápidamente amistad con él en esta aventura. Nos acompañará en tierra, poco después.
Hay una extraña invasión de medusas por las aguas marinas, este año. Parecen rodear al buque todo el tiempo. No es la actual plaga de fragata portuguesa, sino una de mayor tamaño, de colores amoratados, anaranjados y rosas que parecen haberse apoderado de las mareas en las proximidades de la costa. Algunas se mueven y sacuden débilmente sus capuchas, como intentando nadar, pero la mayoría lucen inertes, con su vida gelatinosa ya consumida por alguna extraña razón. Nos llegan noticias de que su abundancia ha puesto en alerta ya a las autoridades, y volveremos a verlas por todo el Norte Grande durante este viaje. Hoy sé que es la especie Chrysaora plocamia.
Caída la noche zarpamos desde el puerto de Mejillones, lo que me da la oportunidad de observar los protocolos y solemnidades de la Armada para este acto en particular, con la formación del personal de puerto perfectamente alineado en la orilla y la banda musical del buque tocando en cubierta. Contemplo así la noche oceánica desde la altura de los balcones de torreta, junto a la cabina de mando, acompañado de varios jóvenes tripulantes y otros miembros de las delegaciones civiles. Abajo, en la oscuridad del mar, se observan estelas de algo que entre las sombras escapa de la inmensidad del "Sargento Aldea" mientras avanza; criaturas misteriosas que arrancan unos metros y parecen detenerse a observar el paso de la mole flotante cuando ya se sienten seguras, haciendo un tenue sonido parecido a un siseo o chasquido... ¿Lobos marinos? ¿Cetáceos? No cuesta imaginar en esta noche por qué los marinos antiguos veían sirenas en todos los mares del mundo.
El día siguiente está nublado y con una situación de marejada que impide al "Sargento Aldea" atracar en puerto, por lo que desembarcamos en el bote inflable motorizado después de haber completado las vitrinas de la exposición dejándolas en la nave. Recorremos la ciudad y somos recibidos por miembros de la compañía local de bomberos, además de integrantes del Rotary Club; también improvisamos una pequeña reunión con autoridades municipales en dependencias que dan justo hacia la plaza de armas, que en esos momentos estaba siendo remodelada. Nuestros nuevos amigos nos conducen por varios lugares históricos de este puerto industrial, incluyendo su característica roca con silueta de camello.
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El "Sargento Aldea" visto desde el bote de desembarco en Tocopilla.
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Gran cámara de transporte de los vehículos anfibios, hacia popa.
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Luces interiores durante navegación.
Marcelo está empeñado en identificar las tumbas de veteranos de guerra, por lo que vamos también al cementerio de Tocopilla con nuestros hospitalarios guías, dando con algunos nichos de auténticos ex combatientes del 79. Como era inevitable, también nos pasean por la casa de la familia del futbolista Alexis Sánchez, el gran orgullo de esta esforzada y pujante comunidad. Hacía tiempo ya que no me había detenido en la ciudad más que por algunos minutos, así que me pongo al día con sus hermoseamientos y desarrollo. Terminamos el día en el excelente restaurante "La Carreta de Rosita" con una pareja de comerciantes tocopillanos, también rotarios como Marcelo.
En tanto, se improvisa un gran encuentro en el comedor con sillones y sofás del "Sargento Aldea" al que llegamos en esa misma noche, después de la cena, ocasión en la que el periodista Alipio Vera -que cubre este operativo- recibe un reconocimiento de la Armada de Chile. Parecen estar todos presentes allí, aunque sea por un rato, y nadie se ve complicado por las botellas individuales de cerveza que paseamos entre los civiles presentes... Cerveza que me dificultará un poco el regreso a mi cabina, pues me encuentro solo con los pasillos alumbrados por las luces rojas de navegación, haciendo más difícil aún reconocer la ruta de vuelta.
El miércoles 30 hemos llegado a Iquique y bajamos a tierra. Es nuestro más esperado destino, ya cerca del final del Operativo Acrux-Norte, pero para nosotros inicio de la segunda etapa de este viaje. Mientras "Cantando Aprendo a Hablar" realiza sus presentaciones en la Plaza Prat, en las puertas del teatro, nosotros montamos la muestra del museo en la ex Aduana de Iquique, edificio que tanto costó recuperar y que hace poco fuera destruido parcialmente por un incendio. Gabriel, el amistoso marino, reaparece y nos asiste después llevando la exposición hasta acá, donde la instalamos en el salón central, además de los grandes lienzos que son parte de la muestra. Para asegurarnos que vaya con nosotros solicitamos también alguna mano extra para ayudar a instalar todo, sabiendo que él sería asignado. Allá recibimos varias visitas de curiosos y algunas también de conocidos que mantenemos en la ciudad.
Mientras parte de la tripulación del buque viaja a Pisagua, donde recreacionistas de la Guerra del Pacífico hacen una performance de la toma del puerto (en la proximidad de su aniversario) para las cámaras de los reporteros liderados por Alipio Vera, nosotros dejamos instalada la muestra y pasamos a ver a nuestros amigos el relojero Hermes Valverde y el Mayor (R) Enrique Cáceres, enterándonos de sus avances en la identificación del posible hospital de sangre donde estuvieron los cuerpos de Prat y Serrano. Adicionalmente, periodistas de "La Estrella de Iquique" llegan hasta la muestra para publicar un artículo al día siguiente, lo que atrajo a todavía más visitantes.
Cáceres, que trabajaba entonces en el museo de historia militar de calle Baquedano, nos invita a su casa en calle Céspedes y González para almorzar al día siguiente, además. Acogemos la generosa propuesta y vamos: él y su pareja nos esperan con un abundante y generoso asado. Una interesante y grata jornada será aquella.
A todo esto, participo por fin de la tradición del "rancho marinero"en la Armada: empanadas, cazuela y huesillos, sagradamente todos los jueves. Posteriormente, pasamos gran parte del día en el Museo Naval de la propia Aduana de Iquique, a un costado del edificio, donde nos recibe atentamente el erudito curador Eduardo Melipil. La biblioteca histórica de este lugar y las orientaciones del joven Dángelo Lagos sobre las colecciones, son una distracción enorme que me impide permanecer mucho en nuestro lugar de exposiciones, a sólo unos metros de acá. Coincidentemente, Dángelo cumple sus últimos días como investigador del museo antes de viajar desde Iquique, buscando perfeccionamientos profesionales.
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Figura de la Virgen del Carmen dentro del buque, donada e instalada en marzo de 2013 con motivo de la entrega de su pabellón de combate, en Talcahuano.
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Recreativo encuentro en el salón de descanso y comedor del "Sargento Aldea" durante la noche de viaje hacia Iquique. En primer plano, un actor y dos de las actrices del grupo musical "Cantando Aprendo a Hablar".
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Parte de las instalaciones clínicas utilizadas en el operativo médico.
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Visitas al buque de las autoridades en Iquique.
También ha llegado ya a Iquique nuestro amigo Marcos Rulli, dueño del conocido restaurante "Ocean Pacific's" de Santiago, el lugar favorito de todos los hombres de mar e instituciones navegantes que pasan por la capital. Ese mismo día visitamos con él el Museo "Esmeralda", con la reproducción del histórico buque, donde somos atendidos por la jefa de guías.
Rulli completará el operativo con el coctail y comida final para los que participaron del Acrux-Norte. Acompañado de su asistente y anfitrión San Martín, salimos los cuatro a almorzar y recorrer Iquique durante los días restantes, además de una exitosa y afortunada pasada de Rulli por el Casino de Iquiqiue, que permitió extender más la noche en los locales de Cavancha. De vuelta al puerto, ya en horas nocturnas, el bonachón Comandante Pinochet nos reconoce en la calle y nos lleva en su vehículo hasta el "Sargento Aldea", acompañado de un oficial.
El 1° de noviembre es el día de cierre de las actividades; jornada de epílogos y despedidas formales. Llegan las autoridades locales, pero el clima es distinto: hay cierta indiferencia de parte de los visitantes hacia nosotros los civiles, casi hostil en algunos casos, y más atención a las cámaras de los reporteros. De hecho, contraviniendo las disposiciones protocolares que se usan en las visitas en el Acrux, cierta figura parlamentaria apareció en una actitud de evidente propaganda política para sí misma, causando incomodidad en el cuerpo de periodistas... Una conocida persona que hoy se ve complicada por las sombras de la Ley de Pesca, precisamente.
Image may be NSFW. Clik here to view.Después de la exposición sobre el operativo realizada con datashow en el hangar del buque, bajamos a Iquique otra vez. Por la noche, Rulli dirige la esperada cena de cierre, con presencia de autoridades varias en sus mesas, incluyendo a Mayne-Nicholls que justo estaba por realizar unas duras declaraciones a la prensa peruana, fustigando con elegancia el lenguaje de su entrevistador, causando controversia en ese país según constatamos dos días después al llegar a Tacna.
Ésta es la despedida, pero nosotros hemos pedido autorización para un día más en el "Sargento Aldea", sin embargo, ya que nuestro itinerario continuará hacia Arica y Sur de Perú. Ya todos se han ido, dejando un aire de vacío y nostalgia en la cabina. Hasta parecería extrañarse los ronquidos y bullicios imprudentes del resto de los que estuvieron allí y que se repitieron durante estas noches en este mismo lugar ahora silente.
Marcelo y yo pasamos nuestra última noche embarcados del 2 al 3 de noviembre. Nuestra jornada continuará visitando lugares históricos de la ciudad y volviendo al Museo Naval y al Museo Histórico Militar del Paseo Baquedano, donde está transcurriendo gran parte de nuestra visita a Iquique. Seis días de equipaje usado los pasamos por la lavandería del "Sargento Aldea", antes de armar bolsos otra vez. La colección del museo sale de la ex Aduana y se embarca en el mismo navío, de regreso a la Base Naval de Santiago, ubicado a espaldas de la Quinta Normal, y Gabriel vuelve a asistirnos en la tarea de desarmar vitrinas, de la misma manera que estuvo con algunos de sus camaradas en labores de vigilancia nocturna de la muestra. Él se marcha otra vez hasta las entrañas del buque que lo llevará de vuelta al mar, su medio, prometiéndonos un contacto y una sincera amistad que aún conservamos.
Después de pasar a despedirnos de nuestros amigos en el Museo Naval de la ex Aduana, la aventura continuará por nuestra cuenta a Arica y Tacna por casi una semana más, también en la búsqueda de tumbas de soldados olvidados de la Guerra del Pacífico y de sus años previos al Tratado de 1929, con buenos resultados en esta investigación en terreno que ya corresponden al mérito y derechos de divulgación de Marcelo Villalba. Aquella historia es para otro capítulo.
Atrás queda entonces, el enorme buque de paz LSDH-91 "Sargento Aldea" de la Armada de Chile, marchándose desde el puerto iquiqueño y poniendo fin a una temporada de labores de atención social y médica por las costas de un país que es, justamente, una gran línea costera con destinos a veces menesterosos de esta clase de ayudas y atenciones.
El gigante visto desde el cielo. Fuente imagen: Uta.cl (Boletín AZETA).
Coordenadas: 19°56'56.63"S 69°38'1.12"W
Para algunas opiniones impropiamente llamado Gigante de Atacama, este enorme geoglifo se encuentra a medio camino entre Huara y la Quebrada de Tarapacá, a unos 85 kilómetros de Iquique y a cerca de 12 del poblado de Huara, dispuesto de manera tal que parece vigilar atento la ruta iniciática de los actuales peregrinos hacia su encuentro con San Lorenzo en el poblado de Tarapacá, durante cada período de fiestas del mes de agosto, de la misma manera que después los despide en sus regresos hacia el lugar del atardecer en la pampa.
Se puede observar su majestuosidad desde la misma Ruta 15, con su rostro fijo hacia el ocaso de cada día. “El hombre gato”, le llaman algunos por sus rasgos, casi en forma cariñosa. Su cercanía a la carretera lo ha vuelto vulnerable, sin embargo.
El cerro donde está grabado el Gigante de Tarapacá es el Unita o Unitas, nombre derivado de una corrupción de Umita o Uma, que en aymará significa agua, quizás en otra evocación toponímica al paisaje perdido de la zona, pues hay teorías explicando el nombre de la zona de Tarapacá como lugar de árboles escondidos o escondite entre árboles.
Antaño, había quienes identificaban al cerro con el nombre de Minta. Su aspecto es único: el cerro semeja una isla solitaria en medio de la esterilidad de la planicie pampina intermedia, levemente inclinada hacia el poniente, luciendo como una catedral ruinosa y abandonada en el desierto, situación que le hace visible desde largas distancias. Su imagen es ineludible para el viajero que va o viene de la Quebrada de Tarapacá, pero requiere de un breve desvío en el camino y de un acercamiento al cerro para aproximarse a la enorme figura en la ladera y las otras que lo acompañan.
El colosal dibujo en el cerro fue redescubierto entre varios otros geoglifos más en 1967, gracias a las observaciones del sagaz piloto de la Fuerza Aérea de Chile y ex Comandante en Jefe de la Institución, General (R) Eduardo Iensen Franke, volando un avión Cessna 172 Skyhawk, labor en la que estuvo acompañado del arqueólogo Délbert True. Iensen también habría sido un apasionado investigador arqueológico aficionado, y se cuenta que pasó gran parte de su retiro buscando y hallando esta clase de figuras por el Norte Grande de Chile. Trabajos de recuperación y limpieza realizados por expertos, permitieron regresarle nitidez y visibilidad a este conjunto de geoglifos.
La imponente figura hecha con el retiro de piedras y técnicas de calado en la superficie del terreno, se distingue mejor en ciertos ángulos ya que sus tremendas proporciones la delatan como concebida para ser vista en plenitud sólo desde el cielo, desde la mirada de los dioses más que de los hombres. Es muy geométrica, basada en trazos rectos que forman la silueta de un estilizado hombre con un tocado de rayos o puntas y con cara de mencionado aspecto felino, además de una especie de bastón de mando o báculo, acompañado de detalles que parecen sugerir que lleva puestas plumas en las rodillas, insinuando con ello la alta jerarquía del personaje.
Y aunque se distingue menos que sus líneas principales, al costado del gigante bajo su brazo izquierdo, cuelga lo que podría ser un mono, animal que no pertenece a la fauna local ni la próxima a Tarapacá, pero sí en las selvas del interior de Perú y de Bolivia, desde donde existían amplias y prolongadísimas líneas de comercio e intercambio hacia estos territorios tarapaqueños.
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Sobre lo anterior, aprovecho de comentar algo que me intriga mucho del Norte Grande de Chile: las distancias entre territorios parecen, a veces, cosas fantasmales, irreales, desafiando la percepción de planos y mapas. Va mucho más allá del intercambio étnico, de cultura o de folklore, pues se trata de algo tangible, material. No son extraños los motivos con fauna muy lejana en el arte precolombino, además. Y aún en nuestros días suceden cosas curiosas: en el Valle de Azapa, por ejemplo, por el sector del Mirador de las Llosllas, he visto cómo aparecen a veces en los canales de regadíos pequeños pececitos de colores, muy parecidos a los que se venden en tiendas de acuarios y mascoterías, que -según la explicación especulativa de algunos locales- llegan viajando por miles de kilómetros a través de tuberías y canales, desde redes hídricas conectadas a la cuenca del Lauca-Sajama y que se extenderían hasta el territorio amazónico boliviano, su lugar de origen, acabando así en el Norte de Chile para morir en huertas y jardines azapeños. No sé qué tan verosímil sea esta explicación, sin embargo.
Image may be NSFW. Clik here to view.Según la información turística disponible en paneles ilustrados allí en el acceso al cerro Unitas, se cree que el Gigante de Tarapacá habría sido confeccionado por habitantes de la zona en el período intermedio tardío, comprendido en el tramo cronológico de los 900 a los 1.450 años después de Cristo.
Con 86 metros de largo hasta la corona de rayos de su cabeza y ocupando una ladera de unos 3.000 metros cuadrados de superficie, el Gigante de Tarapacá sería el geoglifo antropomorfo antiguo más grande del mundo, presumiéndose que sus autores fueron representantes de las mismas culturas indígenas de la zona que dejaron varios otros vestigios de su presencia. Hay ciertos detalles en el conjunto del Unitas parecidos a los dibujos llamados "El Rey" en el sector de Huarasiña, por ejemplo, en la ladera de la Quebrada de Tarapacá. También hay estructuras de piedras dispuestas en formas de pircas circulares también visibles en otros sectores de la quebrada y de la región.
El cerro tiene otros 20 geoglifos menores acompañando al gigante, la mayoría abstractos y que también decoran ambas laderas del Unitas. Constituye, además, uno de los atractivos turísticos y heraldos culturales más importantes de la región, intensamente explotado en la iconografía local: recuerdos artesanales en venta en Iquique, postales, marcas de hoteles y restaurantes y hasta una instalación de piedras en la entrada de un supermercado en Alto Hospicio. No obstante, poco se ha hecho en políticas de turismo para fomentar su conocimiento y conservación.
Siendo el probable retrato de un dios preincásico o de un mago yatiri ejecutando una danza, los estudiosos debaten sobre si la figura del Gigante representaría a una deidad de culto originalmente tiahuanacota o colla. Para muchos -en la versión más popular que científica- sería el propio Wiracocha el que está siendo retratado allí, impresión sostenida por el tocado que lleva en su cabeza y que también es muy parecido al que luce el Dios Llorón de la Puerta del Sol de Tiawanaco. Pero otros la asocian más bien a la antigua entidad de Tunupa, que tuvo por aquí parte de sus vastos dominios.
A mayor abundamiento, la interpretación que más se repite sobre la identidad del personaje es Tunupa o Thunupa, también llamado Tunupa-Tarapacá, es una de las divinidades más antiguas de los aymarás y que guarda estrecha relación con otra figura mitológica: Tahuacapac, Tarapaca o Taapaca. Con él viaja controlando lluvias, rayos y tormentas, además de ir civilizando pueblos e introduciéndolos en la cultura y el progreso.
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Este misterioso personaje es tan antiguo que casi fue olvidado en la tradición, aunque su culto persiste. Equivale a una especie de profeta o enviado que algunos incluso superponen o asocian como presencia suprema a la figura de Wiracocha, pero otras leyendas colocan a ambas deidades a veces como adversarios, quizás reflejando el período de conflicto entre sus respectivos cultos, pues hay señales indicando que el reinado mitológico de Tunupa podría ser muy anterior y extendido, y que el de Wiracocha vino a asentarse sobre el suyo apoderándose de su vasta dispersión y asimilándolo de la misma manera que el cristianismo llegaría allí también a reemplazar y desplazar los viejos credos. No es nuestro tema este debate, por supuesto.
Según el mito contado actualmente entre las comunidades sobre la creación del mundo, al comenzar la mítica Edad Pacha Purisim, Tunupa era uno de los tres sobrevivientes de la anterior época, con los que Wiracocha refundaría la humanidad. Junto a Tahuacapac, Tunupa fue escogido para recuperar el Universo, viajando ambos a la Isla del Sol del Lago Titicaca. Sin embargo, Tahuacapac desobedeció al dios supremo y fue castigado, siendo atado a una balsa de totora abandonada en el enorme lago, la que se perdió en los torbellinos del río Desaguadero.
Curiosamente, al igual que los viajeros de Tarapacá, el dios Tunupa es un peregrino: marcha desde las riberas del Titicaca hasta las aguas del océano Pacífico, enseñando a su paso las artes de la agricultura a los hombres. También sería un mártir y quizás su mito se mezcle con el de Tahuacapac, pues se asegura en cierta tradición que tuvo el mismo destino que éste, cuando las huestes de Wiracocha le dieron captura en su ruta de peregrinaje, lo ataron a una balsa y también lo arrojaron a las aguas del Titicaca, donde desapareció perdiéndose para siempre.
No obstante, el señor Tunupa ronda en algún lugar de la memoria de aquellos desiertos y pampas entre Arequipa y Tarapacá donde estuvieron sus reinos, conservándose allí parte de su recuerdo pese a los olvidos, las confusiones y los enigmas que forman parte de su vieja leyenda.
Después de esta imposición de Wiracocha sobre el culto primitivo tarapaqueño, dice el escritor Luis Jolicoeur en “El cristianismo aymara: ¿inculturación o culturización?” que, con la llegada del cristianismo a las comunidades aymarás y andinas, los evangelizadores comenzaron a sustituir la identidad de Tunupa con la de Santo Tomás, San Bartolomé u otro apóstol o santo no definido, presentándolo como un precursor de la enseñanza católica en el Nuevo Mundo y explicándose así, de paso, la sorpresa de encontrar símbolos cristianos entre estos indígenas, como cruces, actos de confesiones de pecados y ritos parecidos a los eucarísticos, como habría sucedido en la localidad de La Tirana según la tradición tarapaqueña.
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Así fue que Wiracocha, llamado también Wiraqucha, Viracocha o Huiracocha, se alzó como deidad suprema de estos territorios, por largo tiempo más antes de ser destronado por el cristianismo. Su reinado fue extenso, siendo identificado por el nombre quechua Apu Kon Ticci Wiracocha, soberano creador del mundo y morador de las riberas del Titicaca, capaz de destruir y dar vida simultáneamente. Por supuesto, su culto abarcaba estos territorios de Tarapacá bajo dominación incásica, mismos sobre los cuales se trazó el famoso Camino del Inca tocando con sus ramales todos estos poblados interiores de la región.
Pero Wiracocha tenía un hijo rebelde, que se volvió su opositor en todo: Tahuacpicawiracocha, quien saboteaba la obra creadora de su progenitor. Así, si Wirachocha hacía vertientes, él las secaba; si hacía un bosque, él lo convertía en desierto. Esta lucha dialéctica configuró los paisajes del mundo, la geografía y los climas hasta que, irritado con la maldad de su hijo, el dios lo expulsó hasta el lago Titicaca, obligándolo a buscar asilo en sus aguas. La primera humanidad que creó Wiracocha fue la de una raza de gigantes esculpidos en la roca y a los que dio el soplo de vida. Pero estos se volvieron toscos, salvajes y grotescos, así que decidió arrasarlos poniendo fin, con ello, a la Primera Edad del Mundo.
A continuación, creó una segunda raza que el conocido cronista indígena peruano Felipe Guamán Poma de Ayala llamó los Huari Runas, especializándolos en el trabajo agrícola. Pero ahora estos seres se volvieron holgazanes y perezosos, muriendo de hambre y cataclismos que Wiracocha les echó encima como castigo, poniendo fin a la Segunda Edad del Mundo.
Luego, el dios creó a los hombres esculpiendo miles de figuras con roca que tomó de los Andes, y los repartió por el territorio para darles vida: desiertos, valles, montañas, costa, llanuras, pampa… Tocando su mágico instrumento de viento llamado pututu, les dio vida a todos, enseñándoles los conocimientos sobre la agricultura, la organización y la convivencia. Pero con el tiempo, los hombres se volvieron traidores, envidiosos y agresivos, influidos por la maléfica acción de deidades malvadas que conspiraron contra la obra del dios supremo: Kharisiri, Mekhala, Chamacani, Anchanchu, Khatekhate, Supay y los demonios Happiñuños enviados por Tahuacpicawiracocha. Así, al ver a esta humanidad corrupta y decadente, Wiracocha volvió a castigar a la Tierra con cataclismos y calamidades encargadas al dios del viento Wayra-Tata, al dios del trueno Coaya y al dios de las nevazones Kjunu, quienes arrasaron aquella generación de hombres. Había terminado, así, la Tercera Edad del Mundo, llamada Quinmsiri Chacha Tucusi.
Luego de todas estas edades perdidas en la noche de los milenios, Wiracocha comenzó una nueva, la cuarta, llamada Pacha Purisim. Tras perdonar a sólo tres hombres de esa humanidad ya arrasada por las fuerzas divinas, los envió a la Isla Sagrada del Titicaca en el centro del gran mar interior del Collao, que hoy reconocemos como la Isla del Sol. Y allí comenzó a crearlo todo otra vez, pacientemente: Sol y Luna, luz y oscuridad, frío y calor. Volviendo a tocar la sacra música en su pututu, la Tierra se pobló con seres humanos, nuevamente.
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El territorio al interior de la Quebrada de Tarapacá también fue testigo y escenario de estos cambios profundos en la creación del mundo: cuenta la leyenda que Wiracocha hizo reunir en el pueblo sagrado de Islugmarka, actual poblado de Isluga (en el parque nacional del mismo nombre), a todos los hombres que habían surgido en este cuarto soplo de vida sobre el mundo. Pero ellos se equivocaron: al ver al dios de piel clara y vestido con una túnica talar blanca, no lo reconocieron y hasta intentaron asesinarlo. Entonces Wiracocha pronunció un conjuro y la tierra alrededor se inflamó. Acobardados, los hombres se arrodillaron, le pidieron perdón y admitieron su poder.
Desde entonces, Wiracocha ha enseñado códigos morales a los hombres, además de educarlos en las prácticas de la ganadería, la agricultura en terrazas, las artes, los telares, la cerámica, la arquitectura y todos los rasgos de una civilización elevada, labor afanosa en la que permanecería hasta que se marchó encargando a esos mismos hombres el cuidado de su solemne creación, con la promesa de regresar algún día a la Tierra.
Hay quienes han postulado que Wiracocha fue un personaje precolombino real en la historia de la civilización americana: un líder, soberano o moralizador que extendió su enseñanza hasta el mismo territorio de Tarapacá. Muchos autores sostienen, además, que su imagen fue aprovechada por los evangelizadores de la Conquista y la Colonia, para inducir entre las poblaciones andinas la convicción de un dios único y todopoderoso, facilitando así la introducción del cristianismo entre todos ellos. Tengo en conocimiento que se han propuesto teorías muy parecidas también para los casos de Quetzalcóatl en la cultura azteca y de Bochica en la muisca, identificándolos con posibles personajes civilizadores reales que acabaron convertidos en divinidades.
La espera por el retorno del verdadero Wiracocha duró por siglos y llenó de esperanzas mesiánicas al Tawantinsuyo, pero también marcó su cierre, cuando el dios creador terminó siendo confundido con el hombre español que, a espada y a cruz, señalaría el total y definitivo ocaso del imperio incásico, por entonces ya muy debilitado, en decadencia e inclinado ya hacia el capítulo de su crepúsculo en la historia americana.
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Hoy, estos territorios pertenecen ya al cristianismo andino, con sus raíces folklóricas y asimilaciones sincréticas. No es de extrañar, entonces, que en las largas peregrinaciones a pie que algunos fieles de San Lorenzo de Tarapacá realizan durante su fiesta, muchos devotos escojan el Unitas como punto de partida, quizás por ser el único hito importante en el camino. Mochileros y viajeros lo eligen para bajar de buses y vehículos y caminar desde allí los cerca de 15 kilómetros que restan hasta el poblado de Tarapacá. Pude ver a muchos de estos peregrinos saliendo desde allá en los últimos años, pero tengo la impresión de que esta opción es la favorita de los visitantes adultos jóvenes que llegan a la fiesta. Supe del caso de una profesional del área de la psicología que hacía anualmente esta misma ruta de camino a la localidad, además, aunque me reservaré su nombre.
El enigma de la deidad representada en el gigante ha alimentado la imaginación de los hombres en nuestra época: los amantes de los ovnis y del realismo fantástico no quedan conformes con las explicaciones de los científicos (¡era que no!) y critican su clasificación como figura religiosa. Para muchos de ellos, como el famoso escritor Erich von Däniken en "El mensaje de los dioses", el Gigante del Cerro Unitas es un algo así como un “robot” o la estilización de un viajero extraterrestre. Creen ver en la imagen aparatos de flotación (para volar), manos de tenazas o pinzas, además de antenas y otras sofisticadas muestras de lo que sería alta tecnología. Tampoco aceptan que sea coincidencia su increíble semejanza de estilo y los atuendos que lleva esta figura, con otros geoglifos de “robots” existentes a cientos o a miles de kilómetros de allí, como en territorio peruano de Nazca, Palpa y Pisco. Y al igual que sucede en el desierto de Atacama, la fama de Tarapacá como escenario de algunos de los avistamientos de ovnis más frecuentes y espectaculares reportados en Sudamérica, fomenta esta clase de interpretaciones ingeniosas para los más intrigantes enigmas arqueológicos que puedan encontrarse allí.
Por terrestre o extraterrestre que sea, sin embargo, el Gigante de Tarapacá es frágil, y tras las restauraciones realizadas a partir de 1982 con colaboración del Servicio Natural de Turismo y la Universidad de Tarapacá, ha sido profanado varias veces: conductores de vehículos todoterreno han pasado por encima de su figura y otras en el cerro, y ciertos turistas imprudentes cometieron la infamia de llevarse de recuerdo algunas de las piedras que les dan forma, por lo que las autoridades provinciales debieron tomar medidas para su protección y discutir fórmulas para asegurar su conservación.
También he podido observar en persona la destrucción de algunos de los otros geoglifos del cerro, especialmente los círculos de la cara oriente, pues se observan los dibujos cortados por las gruesas huellas paralelas, de ruedas de vehículos 4x4, en lo que sin duda corresponde a uno de los crímenes más abominables que se hayan cometido en Chile contra algún patrimonio histórico y científico nacional. Alguna vez se anunciaron colocaciones de cercos alrededor del cerro, pero este proyecto nunca se ha concretado y, por el contrario, aún hay imprudentes e irresponsables que trepan por la ladera pisando precisamente el sector de piedras que da forma a éste y los demás geoglifos, ni siquiera teniendo la precaución de usar los antiguos senderos que aún se distinguen en el cerro.
Los cuentos de visitas cósmicas no son las únicas leyendas que rondan al cerro Unitas y su gigante, por cierto: dicen también los tarapaqueños que en el mismo monte fue escondido un fastuoso y enorme tesoro incásico, enterrado en los últimos días del imperio y del que el enorme ser antropomorfo sería, probablemente, guardián protector de las riquezas, tal como el venerado Lorenzo a pocos kilómetros de allí lo fue del tesoro de la Iglesia bajo el hierro romano.
La creencia en este supuesto escondrijo de oro, plata y gemas se basa en las muchas leyendas de la región tarapaqueña que hablan del perdido tesoro de Atahualpa y de que aquella riqueza apropiada por los españoles que le dieron muerte, no sería ni una décima parte de todo lo que tenía reunido en joyas y piedras preciosas, que estaban ocultas en algún recóndito lugar del Cuzco. Desde allí habría salido, discretamente, una caravana en triste y dura procesión hacia el Sur, escondiendo estas maravillosas riquezas en alguna parte del territorio que hoy corresponde a Chile. Otras versiones hablan de tesoros que eran resguardados más al Sur y que fueron conducidos hasta la capital del imperio en una desesperada acción por rescatar a Atahualpa de su ejecución, pero se perdieron en el camino. Eran estos, acaso, los tesoros que Almagro buscaba ilusamente por estas tierras.
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Las especulaciones y leyendas sobre los perdidos tesoros incas se han difundido tanto como las quiméricas esperanzas de encontrarlos, comparables sólo al delirio por hallar el quizás inexistente caudal pirata de Drake, e incluso mezclándose con este mito. Así, aparecen nuevas leyendas sobre su destino que van desde el fantástico enterramiento de oro y joyas de Juan Fernández hasta el trascendental mito de la Ciudad de los Césares en algún escondite de la cordillera patagónica austral. También se habló de tesoros del imperio en la famosa Cueva del Inca que existía en el Morro de Arica, cuya entrada desapareció con el terremoto de 1987; y en una laguna de la cumbre del Cerro Quimal, junto al Salar de Atacama.
El investigador Oreste Plath comenta también en "Geografía del mito y la leyenda chilenos", una leyenda sobre los Nevados de Payachatas (el Parinacota y el Pomerape) en la Región de Arica y Parinacota, que con cerca de 6 mil metros de altura albergarían en su cumbre este mítico tesoro perdido donde figuran las estatuas de oro de los monarcas que adornaban la Puerta del Sol y las fabulosas figuras de plata de las reinas que estaban en el Santuario de la Luna. Según el folklore local, cuando la nieve no es mucha en estas montañas, se ven arriba las escalinatas que los siervos del inca construyeron para llevar hasta allí todas estas riquezas y depositarlas en el cono volcánico medio truncado. Para Mario Portilla Córdova en "Del Cerro Dragón a La Tirana", sin embargo, la creencia reza que el legendario cargamento de oro y plata de los fugados del Cuzco debió ser escondido en el monte Mama-Huta, ya cerca del límite Norte de la Región de Tarapacá con la de Arica y Parinacota.
En la zona de Tarapacá, sin embargo, se insiste en que una caravana con tesoros llegó hasta esta región y lo ocultó siguiendo el trayecto del Camino del Inca, siendo el Unitas y su gigante silencioso el principal punto señalado como posible escondite, bajo algunos de sus geoglifos o el banco de arena de su cara oriental. Sin embargo, las versiones no hablan sólo de la caravana de escapados desde el Cuzco, sino también de una que supuestamente salió desde el territorio del Norte de Chile de camino a la capital del Imperio Inca, llevando las riquezas solicitadas por el soberano poco antes de su muerte en manos del invasor hispano. Fermín Méndez, el recientemente fallecido cacique de la Fiesta de Tarapacá, escribió en el diario “La Estrella” de Iquique del domingo 7 de agosto de 1988:
“Según muchos historiadores, dicen que los Incas llevaban 40 mulas cargadas con oro de San Pedro de Atacama al Perú para rescatar a Atahualpa, pero al saber que este Inca ya había sido muerto, enterraron en el cerro Unita las 40 cargas de oro, tesoro que aún sigue siendo buscado” .
La razón que vincula al cerro con la posibilidad de ser el lugar del supuesto entierro, además de su apariencia aislada en la pampa, quizás se deba a que hasta hace no muchos años todavía era posible distinguir desde lo alto del Unitas lo que quedaba del antiguo camino incásico, siendo el único hito o punto referente importante en todo este sector de la inmensa pampa para la señalada senda ancestral.
Image may be NSFW. Clik here to view.¿Tendrá algo que ver esta leyenda de un tesoro en el Unitas con otros mitos de la zona sobre riquísimas minas perdidas en la pampa, como la fabulosa Mina del Sol del Tamarugal y la aún más extraña Huacsacina o Huacsaciña? Se cuenta que esta última, correspondiente a un extraordinario yacimiento perdido de plata, había sido encontrado por un minero del propio poblado de Tarapacá en algún lugar entre Huara y la hoy ruinosa Salitrera Valparaíso, pero al fallecer en 1880 se llevó a la tumba el secreto de su enorme riqueza. Desde entonces, han sido reportadas noticias de la legendaria mina en varias ocasiones, incluso con posibles fotografías de la misma captadas por algún viajero, sin que jamás se haya podido volver a dar con ella pese a todos los esfuerzos y los cerca que muchos buscadores estuvieron de ella.
Con o sin tesoros, no se recomienda subir a pie el cerro Unitas y yo tampoco lo sugeriría: es preferible limitarse al camino inferior que lo rodea, si bien hay campos de arena y senderillos parcialmente visibles por los que se podría ascender sin comprometer los geoglifos y que de ninguna manera deben ser confundidos con los trazados o líneas que también forman parte de esos dibujos.
Empero, debo confesar aquí el cargo de haber subido el cerro, aunque cuidadosamente y por no conocer la existencia de esta restricción a los visitantes (la señalización es muy deficiente, por no decir pésima, por lo que no me enteré hasta leerla allí después en sólo uno de los accesos), ocasión en la que pude ver y fotografiar arriba algunos grupos de piedras, tambos y pircas de los que no tengo más antecedentes, además de una base de concreto empleada en otros tiempos para izar alguna bandera en la parte más alta del cerro, aunque ahora se encuentra en total desuso.
Puede ser que el gigante allí trazado, entonces, custodie mucho más que sólo el paso de los peregrinos desde y hacia la Quebrada de Tarapacá, agregándole un nuevo mito al ya bastante rico legendario provincial.
Un refugio de pura magia clásica sobrevive en calle Manuel Barrios 5034, a un costado de la Plaza La Concordia, cumpliendo media centuria de historia en este año. Un lugar sacado de otra época, de otro tiempo, de otro contexto, y enclavado como bastión de época entre los elegantes barrios de avenida Latadía con Sebastián Elcano, en la comuna de Las Condes. Es la perla de la ostra barrial, acaso.
El "Marabú" es bar, fuente de soda y restaurante. Como muchas picadas, su recargada decoración combina viejos artefactos para anticuarios, cuadros al óleo enmarcados, pósters de chicas sexis, fotografías antiguas de Santiago, recortes de diarios mencionando al local y recuerdos polvorientos en general, entre los que destaca la camiseta roja -enmarcada y con cristal- de un actual seleccionado nacional de fútbol, con su respectivo autógrafo. Gran parte de estas cosas son instalaciones recientes, eso sí, pues al dueño le dio por caracterizar así su local hacia los días del Bicentenario, manteniendo hasta ahora este aspecto además de los detalles curiosos, como el baño unisex y el antiguo mesón de la caja.
Medio siglo de existencia de esta pequeña fortaleza popular, ya es casi una marca para una ciudad como la capital chilena, donde con suerte algo dura diez años. Sobre una vieja campana de cocina colocada hoy tras el mostrador igual de vintage, una inscripción conmemora este aniversario cincuenta de este boliche: "1966 MARABÚ 2016 y +". Me cuentan que este aviso se ha ido actualizando desde hace varios años ya, para celebrar cada aniversario, cosa que confirmo en algunas fotografías publicadas en la prensa.
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Gran parte de lo que hoy vemos en el "Marabú" es lo mismo que tenía al ser inaugurado en 1966: mobiliario, mostrador, refrigeradores viejos y, por supuesto, su inefable dueño Arturo Vilches, don Artur para la gallada, quien fuera el fundador junto a su hermano Damián. Es un patrón "a la antigua", divertidísimo, tremendo anfitrión y de notable agilidad mental para improvisar bromas a sus parroquianos más conocidos, con los que suele interactuar todo el tiempo. Mientras atiende fielmente en persona y abrigando su calva con una boina tipo gatsby, vemos que cuando uno de los clientes se levanta de la mesa y le dice que irá a ver si está su hermana en un local cercano, este viejo zorro se burla de él respondiendo en tono pícaro: "Pero si tu hermana siempre está ocupada a esta hora".
Cuando fue puesto en marcha el negocio, el barrio lucía un poco distinto a como se ve ahora, aunque quedan todavía varias casas de la generación original de residencias que le dieron forma a sus cuadras y calles. Ha sido inevitable el avance de las inmobiliarias y, de hecho, hubo períodos en que el local se llenaba con los trabajadores de las mismas construcciones que comenzaron a hacerse alrededor. Varias veces se han hecho ofertas para comprar el edificio con bajos comerciales y al propio bar, afortunadamente sin lograr convencer a don Arturo, quien ya tiene apostado acá el resto de su vida.
A pesar de la tendencia a ser un vecindario más bien de clase media alta, no le faltan al "Marabú" residentes del sector asistiendo a diario a esta singular picada, además de trabajadores que laboran por el mismo barrio y los infaltables jugadores de dominó de esta clase de salones criollos. La clientela se ha ido diversificando, sin embargo, pues si antes venía más gente de edad, ahora aparecen también personas jóvenes, estudiantes superiores y hasta algunas parejas. Un lugar de paz, aunque en algunas pocas ocasiones de su historia, ha sido tocada su clientela por el dedo del demonio pendenciero.
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La oferta aquí es económica, de colaciones para la hora de almuerzo y sigue con combinados, cerveza o schops y los clásicos bocados de fuente de soda en la tarde, tanto al interior como afuera bajo el toldo, hasta caída la noche y aún bien pasadas las 12, según el día. La carta incluye lomitos, churrascos, Barros Luco, papas fritas y un suculento sándwich con el nombre del local consistente en un churrasco en marraqueta con cebolla frita.
En los días en que hay transmisiones de partidos de fútbol importantes, el sitio se colma de alegres comensales atentos a la pantalla plana del muro. Don Arturo dice que algunos chicos de la Ciudad Deportiva de Iván Zamorano pasan a veces a celebrar al bar, al igual que los miembros del Club Punto Rojo del vecindario, y para quienes el "Marabú" se ha vuelto tan importante como sede que sus copas de torneos y reconocimientos en el balompié están allí mismo, en la repisa ubicada tras una vieja báscula comercial. Ocasionalmente suena alguna guitarra con coros de los propios presentes. Fue muy querida por todos acá también Shakira, la recepcionista de cuatro patas que hasta hace un tiempo paseaba entre las mesas moviendo la cola y recogiendo migas o trocitos de comida que le arrojaba la gente, cuando no estaba detrás de la barra con el propio dueño.
El "Marabú" ha llamado la atención de varios periodistas y escritores, como Catalina May y Francisco Mouat, quienes han publicado artículos sobre el mismo. Mouat, de hecho, ha sido cliente frecuente del mismo, viviendo relativamente cerca de él. El dueño también asegura que su querido establecimiento ha sido usado como locación de grabaciones para programas dramáticos de televisión y teleseries.
Don Arturo pretende extender la existencia del bar más allá de la propia, perpetuando tanto como sea posible la permanencia de este popular escondrijo bohemio y futbolero en Las Condes. Sigue rechazando propuestas de venta e intereses de empresas inmobiliarias en tirar por allá la picota, para nuevos proyectos residenciales de perturbadora verticalidad... Esa misma que tantos leales del "Marabú" intentan mantener con disimulo y falsa naturalidad, saliendo de tan histórico boliche.
La mañana y el crepúsculo... Portadas de los respectivos libros.
Uno de los libros de alero científico y académico más curisos que haya leído hasta ahora, es el que lleva por título "Le crépuscule des magiciens", traducido al español como "El fracaso de los magos", y que fuera en su momento una importante espada blandida contra la irrupción de lo que consideraba superchería pseudocientífica y particularmente el llamado realismo fantástico, que cobró popularidad después de la Segunda Guerra Mundial a raíz de revelaciones parciales sobre lo que habían sido las raíces del nazismo y otras implicancias esotéricas y ocultistas de tan controversial período de la historia humana.
El libro es, por momentos, visceral y apasionado en su discurrir. Llega incluso a algunas inexactitudes o juicios radicales, aunque no tantos como los que sostienen las escuelas y corrientes populares de divulgación que buscaba combatir. Incluso agrupaciones escépticas o de defensa del pensamiento racional prefieren tratarlo con pinzas y algo de cautela, según nuestra impresión. Esta poca difusión, sin embargo, ha contribuido a que muchos epígonos creyentes del realismo fantástico continúen dando fe sin espíritu crítico a todos sus contenidos, ignorantes de las grandes refutaciones que recibió su más venerada obra literaria.
Para poner en contexto, cabe recordar que en 1960 se publica el famoso libro "Le matin des magiciens" ("La mañana de los magos"), muy desafortunadamente traducido al español como "El retorno de los brujos" a pesar de su más aclarador subtítulo: "Una introducción al realismo fantástico". Sus autores, hasta entonces de muy relativa relevancia editorial, eran el periodista belga-francés Louis Pauwels (1920-1997) y su colaborador el ingeniero químico-atómico de origen judeo-ucraniano Jacques Bergier (1912-1978), de quien se sospecha la verdadera autoría del grueso del libro dado su insólito e intrigante currículo como practicante de alquimia, cabala y talmudismo, además de haber sido periodista, espía de la resistencia y posible miembro de agrupaciones secretas tras nacionalizarse francés.
Los autores -por primera vez de manera tan categórica y voluminosa- postularon en el libro una visión y un repaso escasamente difundido hasta entonces sobre la historia reciente y sus ribetes más controvertidos pero "condenados", en algunos casos hasta sobrenaturales, generando un verdadero culto alrededor de esta obra que aún ocupa un lugar destacado en las estanterías sobre tales temáticas.
Sin embargo, sin desmerecerle valor a la totalidad del contenido ni al coraje que tuvieron los autores para desafiar el discurso oficial de esos años, hay muchas señales de que "El retorno de los brujos" es un libro no del todo fiable, cometiendo severos errores que se han perpetuado por la repetición en la literatura y más aún en la actual época de la internet, con la cultura del copy-paste. Sirva de ejemplo este célebre pasaje que aparece en la obra traducida al español:
"Dante, en La Divina Comedia, describe con precisión la Cruz del Sur, constelación invisible en el hemisferio norte y que ningún viajero de su tiempo pudo haber descubierto. Swift, en el Viaje a Laputa, da las distancias y el período de rotación de los dos satélites de Marte, desconocidos en su época. Cuando el astrónomo americano Asaph Hall los descubre, en 1877, y advierte que sus mediciones concuerdan con las indicaciones de Swift, presa de una especie de pánico los denomina Fobos y Deimos: miedo y terror. En 1896, un escritor inglés, M. P. Shiel, publica una novela en la que aparece una banda de monstruos criminales que asolan Europa, matan a las familias que consideran perjudiciales al progreso de la humanidad, y queman los cadáveres. Titula su novela: la S.S.".
En este párrafo, tan citado y transcrito por los admiradores de "El retorno de los brujos", prácticamente hay un error o imprecisión por cada afirmación que hace. A saber:
La aseveración de que la Cruz del Sur está en "La Divina Comedia" se refiere a un pasaje del Purgatorio: "Me volví hacia la derecha, y dirigí la mente al otro polo, y vi las cuatro estrellas, que nadie vio excepto por la primera gente. Gozar parecía el cielo de sus flamas: ¡oh septentrional viudo sitio, pues privado estás de verlas!". En el siglo XIV de la obra, pudo haber viajeros que la vieron aunque no era identificada aún como constelación. William Warren Vernon dice en "Readings on the Purgatorio of Dante" de 1889, que pudo tomar la referencia de un testimonio de Marco Polo, y hay sospechas de que incluso Ptolomeo las representó en en siglo II, enterado de alguna manera de su existencia. Sin embargo, al no haber pruebas fehacientes de que fueron conocidas tan tempranamente en Europa, también es considerable la posibilidad de que Dante sólo esté haciendo una alegoría completada en el Canto XXXI: "Me sacó de allí, y bañado me ofreció a la danza de las cuatro bellas; y cada una con el brazo me cercó. Aquí somos ninfas y en el cielo estrellas; antes que Beatriz descendiera al mundo, fuimos destinadas a ella para ser sus siervas".
El texto de Jonathan Swift, que no es otro que el famoso "Los viajes de Gulliver", dice textualmente: "Asimismo han descubierto dos estrellas menores o satélites que giran alrededor de Marte, de las cuales la interior dista del centro del planeta primario exactamente tres diámetros de éste, y la exterior, cinco; la primera hace una revolución en el espacio de diez horas, y la última, en veintiuna y media; así que los cuadros de sus tiempos periódicos están casi en igual proporción que los cubos de su distancia del centro de Marte, lo que evidentemente indica que están sometidas a la misma ley de gravitación que gobierna los demás cuerpos celestes". No es real que estas proporciones coincidan ni remotamente con las distancias y períodos de rotación de los satélites marcianos Fobos y Deimos, de cuyos nombres tampoco hay pruebas que surjan de un supuesto "pánico" del descubridor, sino más obviamente por asociación a los nombres de dos hermanos de la mitología griega que acompañaban siempre a su padre Ares-Marte, a veces representados como caballos de guerra.
La asociación "profética" de Matthew Phipps Shiel (1865-1947), "The SS" (que en realidad es un cuento o relato breve de 1895), con las Schutzstaffel de la Alemania Nazi han sido desmentidas por el crítico Michel Meurger, pues se hace notar que el nombre de la obra alude a las iniciales de la ficticia Spartan Society (Sociedad de Esparta), correspondiente al grupo de criminales que comete los asesinatos de la obra. El relato tampoco guarda relación directa con lo que sería la imagen de las SS alemanas o que permitiera sentar una teoría de anticipación precognitiva o algo parecido, a diferencia, por ejemplo, de la novela "Futility" de 1898, del norteamericano Morgan Andrew Robertson, que sí parece coincidir mucho con lo que será tragedia del "Titanic". Se refiere, en el caso de Shiel, al resurgimiento en Europa de un misterioso grupo practicando crímenes selectivos bajo los rigores con que la cultura espartana trataba a los seres que consideraba inferiores o inservibles para su exigente estilo de vida guerrero. La extraña sociedad imaginaria va eliminando personas débiles y limitadas que, sin los avances de la medicina, no habrían sobrevivido.
Los postulados, afirmaciones y filosofía general del libro y de la revista "Planète" fundada por Pauwels con la misma clase de contenidos, circulando desde 1961 a 1972, hicieron explotar el termómetro de la tolerancia a la Unión Racionalista (Union Rationaliste) de Francia, organismo fundado en 1930 y presidido por el Henri Roger hasta 1938, tras lo cual asume su mano derecha Paul Langevin. Cuando ve la luz "El retorno de los brujos", la agrupación es presidida por el físico Charles Sadron.
El objetivo de la asociación sin fines de lucro era fomentar que sólo el racionalismo fuese tomado por herramienta capaz de resolver los problemas que atañen al espíritu humano y desacreditar todo aquello que sea incompatible con el método científico, como las creencia anti-intelectuales y ajenas a la ciencia objetiva. Por esta razón, entonces, la Unión Racionalista publicó en 1965 el trabajo colectivo titulado "Le crépuscule des magiciens" ("El crepúsculo de los magos", respondiendo a título original de Pauwels y Bergier), cuyo subtítulo también adelanta todo: "El realismo fantástico contra la cultura". Sin embargo, esclavo del antojadizo título español que se había hecho ya al libro que alude, fue traducido al español como "El fracaso de los brujos".
El libro es un conjunto de textos reunidos por el destacado psicólogo y pedagogo Yves Galifret (1919-2012), de la Universidad de París, por muchos años secretario general de la Unión Racionalista y recordado como un luchador incansable contra las pseudociencias. La compilación resume una gruesa cantidad de notas y textos de la campaña intelectual desplegada desde la publicación misma de "El retorno de los brujos" para responder a sus gestores y a los artículos de "Planète".
No obstante, a pesar del intento del libro por ubicarse en una trinchera absolutamente científica, había un innegable trasfondo político en las motivaciones de la Unión Racionalista para responder a la dupla de escritores del realismo fantástico. Por un lado, estaba el interés francés por recuperar un lugar importante internacionalmente en cuanto a modernidad y a ciencia, en medio de la Guerra Fría y del acaparamiento de las demostraciones de desarrollo entre las dos grandes potencias en pugna desde concluida la Segunda Guerra Mundial, escenario tras el cual Francia no quedó parada tan favorablemente ante el resto de la comunidad europea. El que ahora hubiese un foco de divulgación de pseudociencia asumiendo posturas de falsa orientación científica, venía a complicar estos intereses.
El otro factor de naturaleza política que pudo influir también en la motivación de los racionalistas y que asoma bastante en el mismo libro, es la revisión que se hace en parte del fenómeno nacionalsocialista de Alemania, muy sensible a los franceses de la post-guerra, con el detalle nada menor de aparecer respaldado por un autor de origen judío como Bergier. La Unión Racionalista estaba integrada por muchos científicos y académicos prominentes de origen judío y también por ex miembros de la resistencia francesa, que no ocultaron su alergia al compromiso que Bergier estaba adoptando con respecto al Tercer Reich y la figura de Adolf Hitler en sus escritos, sonando casi a legitimación en algunos detalles, según interpretaron con o sin exageraciones.
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Louis Pauwels y Jacques Bergier.
Si se debe buscar otro aspecto criticable a la campaña racionalista, también está el hecho de que fue en gran medida una reacción a las superventas de "El retorno de los brujos" y la fundación de la revista "Planète" en octubre de 1961, cuando la editorial alcanzó una notable cantidad de lectores. Recalcamos: lectores, algo distinto de creyentes. Pauwels aseguraba que, en el quinto número de la revista, ya vendía 60 mil ejemplares por tiraje y contaba con unos 16 mil suscriptores. Recordemos también que "Planète" popularizó el entonces innovador concepto de la revista de biblioteca y con cerca de 150 páginas cada ejemplar, formato mantenido hasta nuestros días por muchos exponentes del editorialismo. Resulta un tanto sospechoso, entonces, que las críticas fueran publicadas principalmente en revistas competidoras más antiguas y tradicionales como "France-Observateur", con el debut de la primera crítica importante por parte de Francoise Herbault en 1962. Le siguió "Arts", con columnas de Jean D'Omersson publicadas a inicios de 1963, siendo esta última la primera a la que reaccionó Pauwels protestando por el ataque. Le siguió, en respuesta, una carga de André Parinaud en la misma revista, que revisaremos más abajo... Y así continuó esta historia.
Nos hemos sustraído de la filosofía profunda que pretende infundir "El fracaso de los brujos" con sus más de 260 páginas, muy pesadas a nuestro parecer. Adelanto, sin embargo, que aun si no comparto el enfoque ni la autenticidad del contenido de Pauwels y Bergier (la mayoría de las críticas van dirigidas a su revista que no conozco bien, más que a su libro), el resultado no alcanza por sí solo para objetar "El retorno de los brujos", sino más exactamente para abrir una puerta crítica de refutación caso a caso, página a página inclusive. Suponemos que ésta era la intención.
"El fracaso de los brujos" parte con una encendida declaración de la Unión Racionalista. Se manifiesta a favor del pensamiento científico, concepto que el antropólogo y militante racionalista Claude Lévi-Strauss defiende allí explicando que se contrapone al pensamiento salvaje del hombre en estado inferior o primitivo de cultura, echando mano así a uno de los postulados estructuralistas más célebres de este autor, y que le significaron debates y controversias incluso con Jean-Paul Sartre. En forma resumida, el pensamiento salvaje es la primera y más fácil manera que tendría el hombre de articular un pensamiento coherente ante un mundo cuya realidad y reglas desconoce, manifestándose a través de las representaciones divinas, la ritualidad, el sentido sacro y la creencia en la magia como factor decisivo. El pensamiento salvaje, a juicio de Lévi-Strauss, perduraría aún en el individuo aunque a niveles latentes o de muy baja intensidad, tendiendo a no llegar a tener más efectividad que la meramente simbólica: fijación de metas personales de vida, ritos sociales, actitudes protocolares, etc. Esto, porque al crecer la civilización y el desarrollo colectivo de la comprensión apareció el más elaborado e iluminador pensamiento científico, aportando al hombre el verdadero y más efectivo sentido del conocimiento.
Sobre lo anterior, creo no excederme al comentar que algunos ilusionistas y magos de salón aprovechan bastante bien el pensamiento salvaje o mágico latente para inducir el asombro y la aceptación de engaños con elaborados trucos de espectáculos, generalmente respaldados por sofisticados recursos técnicos o tecnológicos, de modo que esta tendencia profunda y primitiva del ser humano quizás no está tan atrofiada como para quedar domada sólo por manifestaciones simbólicas, después de todo. Esto podría relacionarse, además, con la famosa Tercera Ley de Arthur C. Clarke: "Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia".
Por su parte, el presidente de la sección de Niza de la Unión Racionalista y gran admirador de Lévi-Straus, el escritor científico R. Imbert-Negral, declara en el mismo compilado que su organización no actúa dudando a priori, dado que está en sus propias bases la observación de jamás dudar de la buena fe de sus contrarios. Sin embargo, la buena disposición le dura poco y no tarda en señalar a Pauwels y Bergier como charlatanes y manipuladores, categorizando como descalificados a todos aquellos autores no involucrados en el racionalismo y el método científico. Imbert-Negral fue uno de los que hizo detonar el conflicto de los racionalistas con los realistas fantásticos. Poco después de que la Editorial Planète de Pauwels y Bergier publicada su libro estrella, atacó con elegancia y caballerosidad a ambos autores, pero no por ello sin ferocidad, casi encolerizándose en algunos instantes presa de alguna indignación profesional. Degrada "El retorno de los brujos" e incluso a sus lectores, como si temiera ya entonces que el libro iba a convertirse en un clásico y un género que debía ser detenido en nombre del bienquisto racionalismo.
De alguna manera, la vehemencia de Imbert-Negral recalca que los individuos carentes de doctrinas de ciencias no están en condiciones de afirmar o pretender siquiera afirmaciones presentadas como hechos, sin ofrecer también un respaldo de pruebas o argumentaciones de línea científica. Como ejemplo, el autor recuerda el montaje en torno al autor del famoso libro "El tercer ojo" de 1956, Lobsang Rampa, citado también en "El retorno de los brujos": en realidad era el inglés Ciryl Henry Hoskins, residente de Devonshire, hijo de un plomero y quien jamás estuvo en el Tíbet ni hablaba el idioma. A mayor abundamiento, esta impostura fue denunciada en 1958, luego que el explorador austríaco Heinrich Harrer, autor de los "Siete años en el Tíbet" y amigo del Dalai Lama, contratara al investigador privado Clifford Burgess para desenmascarar a Rampa dudando de su identidad, con las consecuentes revelaciones que fueron publicadas después en el "Daily Mail" y el "Times".
Así pues, Imbert-Negral va echando anclas en cada error, exageración o afirmaciones antojadizas que descubre casi con satisfacción en "El retorno de los brujos". "Lo fantástico no es base para edificar nada", sentencia molesto, agregando que "no hay más que una clase de verdad: la verdad científica". En su juicio categórico, por ejemplo, acusa a sus adversarios de haber fallado cifras y haber nublado su raciocinio producto de un fanático entusiasmo que acabó perturbándoles la visión sobre la realidad y los hechos; algo frecuente en el realismo fantástico, diríamos.
Sin embargo, en su ansiedad hay algunas declaraciones e interpretaciones de Imbert-Negral que podrían resultar discutibles. Asegura, por ejemplo, que la alquimia no ha aportado el menor provecho al mundo, cosa que no es tan exacta: además de que la propia química reconoce a la alquimia como su gestora (del mismo modo que la astrología habría abierto el camino a la astronomía y los cazadores de tesoros a la arqueología, aunque no estamos tan de acuerdo con estas convicciones), es difícil desconocer figuras de valor científico provenientes o vinculadas con aquella disciplina, como Paracelso, Giordano Bruno, Cornelio Agripa y quizás hasta Leonardo da Vinci, según algunas opiniones. Y aunque se trate de descubrimientos accidentales, también debemos al laboratorio del alquimista el conocimiento del gas de mercurio, el fósforo, el alcohol, el régulo de antimonio, el éter, toda una colección de ácidos, entre otros.
Declarada así la campaña, procede el vicepresidente de la Unión Racionalista, el académico de la Facultad de Ciencias de París en Astrofísica, profesor Evry Schatzman, a exponer algunos aspectos relativos a uno de los contenidos del libro, particularmente a las menciones de inventos y descubrimientos hechos mucho tiempo antes que sus creadores oficiales los anunciaran y presentaran al mundo. Dice el destacado astrofísico, sobre este punto:
"Al mismo tiempo una técnica o un invento no tienen posibilidades de pasar al dominio práctico si la industria que los utilice no existe. Para tomar un ejemplo citado por los señores Pauwels y Bergier: Jean Tardin descubrió, quizás, el gas de alumbrado en 1818, pero, ¿existía la industria de cañerías capaz de canalizarlo?".
También tenemos algunas observaciones a la generalización que hace Schatzman. Es evidente que hay un desajuste entre la aparición de un invento prematuro y las posibilidades del medio para aprovecharlo y asimilarlo. Esta suele ser, de hecho, la parte más compleja que deriva de la aparentemente sencilla proposición que haga el descubridor o el inventor. Genios como Galileo, Gutemberg o Ford lograron sortear limitaciones contextuales como esas, con sus filosofías de que "lo que falte se busca y se inventa". Elucubrar suponiendo qué habría sucedido si alguien hubiese desarrollado las propuestas de ingeniería bosquejadas por Leonardo es una cosa; pero también hay antecedentes que resulta sensato considerar en el mismo campo racionalista, como el de las propiedades del oxígeno que lo hiciera formalmente Joseph Priestley en el siglo XVIII, pero que ya habían sido sospechadas por el alquimista Eck von Sulzbach trescientos años antes y en base a conclusiones perfectamente compatibles con la observación científica.
Schatzman arremete también contra la obsesión que cree ver en los autores sobre las raíces esotéricas del nazismo, particularmente en el caso de Bergier quien, por haber sido espía aliado, presentarse como sobreviviente del holocausto y con una posición emocional que se esperaría contraria al hitlerismo, causa escozor en la sensibilidad del militante racionalista. Así, Schatzman señala como algo "abominable" el intento de estudio que Pauwels y Bergier hacen sobre los aspectos menos conocidos del Tercer Reich, declarando que provienen más bien de los traumas del segundo autor, al tratarse de explicar "los orígenes de la demencia de que fue testigo" como deportado del régimen nazi.
Schatzman yerra en este visceral juicio, sin embargo. En años posteriores, y en parte también por el mismo efecto que tuvo "El retorno de los brujos", muchas investigaciones serias han ido precisando el contenido esotérico, ocultista, simbólico y místico que efectivamente tuvo una de las raíces del nazismo. Curiosamente, además, ese tema del ocultismo nazi fue un tanto conocido acá en Chile antes de la irrupción literaria de Pauwels y Bergier, a través de publicaciones del escritor nacional Miguel Serrano en revistas como "La Nueva Edad", en los orígenes del hitlerismo esotérico que profesaría de manera abierta y desafiante en años posteriores.
Cabe indicar que el "factor nazi" fue usado varias veces como argumento contra "El retorno de los brujos" y "Planète". Otro de los invitados a la refutación, Herbault, había publicado ya su áspero ataque desde la revista "France-Observateur" contra la editorial de Pauwels y Bergier, donde acusa con horror la "curiosa obsesión que tiene esta revista por el nazismo", haciendo notar con escándalo "un gusto maníaco por el nazismo" en su línea de contenidos. Dijimos ya que Herbault fue quien inició la que sería la campaña racionalista, desde la mencionada revista.
Volviendo a las palabras de Schatzman, ya menos iracundo en su fluir de pluma, anota:
"Lo que particularmente distingue a la ciencia verdadera de la falsa y constituye su innegable superioridad es que la última desconoce el esfuerzo, la verificación y la desgarrante prueba que consiste en deshacer los errores para legar a la verdad. Las falsas ciencias siempre tienen la razón".
Y si alguien piensa que el término "campaña" resulta exagerado para definir la embestida de la Unión Racionalista contra "Planète" y "El retorno de los brujos", cabe observar el singular slogan con el que Schatzman cierra su capítulo:
"Se ha hablado de una batalla contra Planète.
La Razón debe Triunfar".
Entrando en la recopilación de debates públicos sobre el asunto, "El fracaso de los brujos" repasa las declaraciones de Parinaud en revista "Arts" en 1963, donde empezando con el mismo tono respetuoso de sus colegas que después se desfigura, desafió al autor de "Planète" a un debate público (curioso: como si en la práctica ya no hubiese comenzado) para saber "quién es el intelectualmente deshonesto".
"Un fresco de Tassili simula la silueta de un astronauta -le espeta-, y usted explica que los marcianos han desembarcado antiguamente en la Tierra. ¡Lástima que no se trate más que de una broma!".
Aclarando que no creo que el famoso gigante "astronauta" de Tassili sea tal y que Erick von Däniken difícilmente sería un autor de mi confianza, como nota al margen recuerdo que hay un desafío lanzado por este otro autor y que alcanza al ejemplo dado por el propio Parinaud: la interpretación científica de las pinturas rupestres antiguas es que son naturalistas, lo que significa que los artistas prehistóricos representaban lo que veían. ¿De dónde salió, entonces, el modelo natural usado en el gigante de Tassili y en otras de sus intrigantes pinturas, siendo que se tratan de algunas de las más viejas de la humanidad? No es mi área ni mi campo, de modo alguno, así que dejo esto tendido el tapete.
Las críticas a Editorial Planète iban también por las referencias que hacía al budismo, como fue el caso de la agregada de la Universidad de París, Marianette Dambuyant, y el entonces connotado profesor Etiemble de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la misma casa. Ambos escribieron para "France-Observateur", atacando especialmente el ejemplar número 12 de la revista "Planète" y las menciones realizadas al budismo Zen de parte de Martin Heidegger. Aquí, sin embargo, Etiemble cae un razonamiento bastante falaz (argumentum ad hominen), al echar mano también al "factor nazi" y descartar el texto invalidándolo sin bochornos porque las afirmaciones propuestas "provienen de un nazi" (sic), salpicando su desprecio también a Cioran y a Claude Elsen, al tiempo que acusa a los autores de "Planète" como prejuiciosos.
Otra de las críticas más reiteradas a los escritos de Pauwels, es la falta de fuentes realmente acreditadas y el uso de palabras escritas por autores sobre temas que no son de su especialidad. Esta pata coja ha sido una constante histórica entre los autores de realismo fantástico y temas parecidos, como Ivan T. Sanderson, Erich von Däniken, Peter Kolosimo o J. J. Benítez. Fue el argumento que utilizó contra "Planète" la socióloga Odile Passeron, además, al analizar la revista (no tenemos claro si de su iniciativa o por encargo) ya entrando a la etapa más estratégica de la campaña racionalista francesa contra la línea editorial y los contenidos de la misma. Ella era una especialista en estudios sociológicos, según la define la Unión Racionalista, y sus estudios fueron publicados en 1963 en "Arts". Passeron advierte que, de los 14 artículos que observa en "Planète", siete vienen titulados con signos de interrogación y tres aplicaciones de puntos suspensivos. Este abuso del recurso de redacción tendría por objeto inducir o involucrar un halo de misterio alrededor de los contenidos desde su propia presentación. Agregó, además, que siete títulos usaban la yuxtaposición de conceptos que ella estimaba incompatibles por oposición. Verbigracia: Inteligencia extraterrestre, Cerebros artificiales, Mito y ciencia, etc.
Pauwels quiso responder a observaciones como la de Passeron, arguyendo que la línea de la revista pretendía tener también un carácter poético y cronista, y de ahí el empleo de recursos expresivos o sugerentes del lenguaje en títulos y prosas, algo que se advertía ya en "El retorno de los brujos". Empero, no lo zafó de esta casi logomáquica controversia, aunque a favor de Editorial Planète debemos reconocer en nuestra época, que tales formas en títulos con conceptos inversos se han ido convirtiendo en una argucia corriente en el editorialismo y la información escrita. Tal vez "Planète" haya sido una precursora de esta clase de usos en la redacción editorial.
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Yves Galifret y Evry Schatzman.
Llama la atención que la Unión Racionalista incluyera también a la entonces joven Aliette Geistdoerfer en su cruzada, pues a pesar de que organismo era riguroso en exigir pergaminos, especializaciones y credenciales a los editores de "Planète", la futura etnóloga reclutada en la causa era a la sazón sólo una estudiante universitaria. La aún incipiente formación de la muchacha no intimidó a su mordacidad y elocuencia, sin embargo: apunta contra las afirmaciones de Pauwels relativas a la antigüedad de Tiawanaco, asegurando que la ciudadela andina tendría a lo sumo 3.000 años y no las cifras exageradas sugeridas por el realismo fantástico. Y, sobre la leyenda andina de la llegada a la Tierra de supuestos seres "cuya sangre no era roja", descrita en "El retorno de los brujos", anota que no le merece si un comentario. Luego, la estudiante echa manos al caso de las famosas caras y perfiles de la meseta rocosa peruana de Marcahuasi, aseverando que tales formas sólo existían en la imaginación de Daniel Ruzo, el explorador que negaba que fueran obra de la naturaleza y las creía hechas por una gran civilización ya desaparecida, como se comenta también en "El retorno de los brujos".
No seríamos tan categóricos en decir que tales formas en las rocas de Marcahuasi no existen, considerando que son famosas entre viajeros y hasta reciben nombres alusivos a lo que semejan (Monumento a la Humanidad, El Profeta, La Tortuga, Teuris, etc.), lo que en caso alguno significaría que fueron hechas por manos extraterrestres o supercivilizaciones perdidas. Sin embargo, la crítica que formula a Ruzo es que el explorador aseguraba que ciertas "esculturas" de la meseta sólo podían ser observadas por bajo condiciones muy determinadas de luces y sombras en determinados días del año, por lo que Geistdoerfer concluye -con algo de sarcasmo- en que sólo puede verlas él.
Otro punto que Geistdoerfer no deja pasar es la más débil de las teorías que publicara la editorial y que sugería el poblamiento de América por comunidades de origen hebreo, disparando cañones al crédito que se da a las leyendas que permanecen en el imaginario popular con un ejemplo que toca a nuestro país:
"Estas tardan en morir y sobreviven en la gente menos informada del campo. En Chile, cuando se realizan excavaciones arqueológicas, la gente simple del campo, pastores y cortadores de árboles, preguntan a menudo si están buscando la 'Ciudad de los Césares', especie de ciudad fabulosa fundada por Julio César, donde están escondidos maravillosos tesoros. En otros lugares se hacen otras preguntas, pero si bien la forma es diferente el fondo es siempre el mismo: la nostalgia por lo maravilloso y el tesoro escondido; los dos temas ligados siempre, como en los cuentos de hadas. ¡Y esta nostalgia es cuidadosamente fomentada!".
Es comprensible la falta de conocimiento de la autora sobre el lejano y ajeno mito de la Ciudad de los Césares, que manifiesta al confundir al capitán Francisco César con el emperador Julio César como fundador de la fabulosa localidad patagónica. Empero, recomendaría consultar un interesante trabajo del español Fernando Díaz-Plaja titulado "El espíritu del Barroco", donde se aborda en un capítulo una mirada muy interesante de lo que Geistdoerfer descarta acá sólo como una "nostalgia" por el pasado maravilloso y epopéyico ("heroico", en la observación de Díaz-Plaja), pero resguardando su valor cultural y su injerencia en la propia comprensión del mundo.
Otro que se integró al debate fue el periodista científico Michel Kokoczynski, escribiendo un ataque a "Planète" bajo el pseudónimo Michel Rouzé en la revista francesas de corte comunista "France-URSS", en 1964. Allí, el autor se arroga la tarea de negar la sola posibilidad de existencia a la telepatía, que explica como un error de interpretación de la mera coincidencia o casualidad. Esto, a pesar de que la URSS ya estaba ejecutando programas de estudios secretos sobre telepatía, precognición y telequinesis en esos años, como el caso de Nina Kulagina, según se sabe hoy. También protesta por el fenómeno de "vulgarización de la ciencia" en el sentido de masificación ligera que ha hecho "Planète" parasitándola y operando en el sentido contrario al fenómeno científico del que se aprovecha.
Por la filiación ideológica del autor y la tendencia pro-soviética de la revista, quizás el principal argumento que Rouzé quería revelar allí era en realidad el que ofrece unas líneas después, al asegurar haber visto las firmas de Pauwels y Bergier en una campaña de apoyo al manifiesto del General Alphonse Juin contra el independentismo argelino, solicitando refuerzos para reprimir los brotes separatistas. De este conflicto, tras el fallido golpe Challe-Zeller-Jouhaud, surgió en 1961 la Organisation de l'Armée Secrète (Organización del Ejército Secreto), conocida como la agrupación terrorista de ultraderecha OAS.
Las conclusiones de Rouzé son parecidas a las que aporta el empresario Guy Stibbe, otro personaje incorporado al bando científico a pesar de no ser uno de profesión. Para él, de acuerdo al texto de la Unión Racionalista, la revista "Planète" no es más que una "propaganda" de algo que no define, aunque sí señala que la principal afectada sería la juventud, poniendo alertas en este punto.
Una de las críticas más ácidas y candentes vertidas a Editorial Planète provendría del profesor del Colegio de Francia y miembro de la Academia de Ciencias, el astrofísico Jean-Claude Pecker. Apuntaba su artillería a la "Enciclopedia del Cosmos y la Vida" de Aimé Michel y Charles-Nöel Martin, y en la que se empleaban teorías de Pauwels y de su colaborador Jean E. Charon para argumentar algunos de los postulados de la misma fuente y que, a su juicio, eran sólo éxitos de librerías sin fundamentos consistentes.
En un corrosivo arranque de arrogancia que no pocos hombres de ciencia han repetido, lamentablemente, Pecker considera al mencionado escritor Arthur C. Clarke como alguien cuyas teorías corresponden a esos temas que "no merecen ser citados", refiriéndose al célebre autor británico como "científico", entre comillas. Es inevitable el comentario: si bien su entrada la astronomía fue como aficionado, demás estaría repasar el currículum de Clarke como físico y matemático del King's College de Londres, contribuyendo a la ingeniería aeronáutica como impulsor de la idea del primer satélite de comunicaciones y de la órbita geoestacionaria para los mismos, méritos que le fueron reconocidos por el Franklin Institute, entre otros. Sin embargo, como sucedió también en su momento al astrónomo Carl Sagan por su relación con los medios de masas, en ciertos círculos académicos Clarke fue considerado un vulgarizador de la ciencia, un "popularizador" del conocimiento y mero creador de ficciones por sus novelas científicas, sentimiento adverso que parece estar compartiendo Pecker.
El profesor también abofetea las investigaciones realizadas por algunos estadounidenses mencionados en la "Enciclopedia del Cosmos y la Vida", particularmente sobre las rocas de Orgueil, al Suroreste de Francia, conocidas entre los devotos del realismo fantástico por corresponder a fragmentos de un meteorito caído en esa localidad en 1864 y recuperados por lugareños, los que al ser analizados mostraron la presencia de microfósiles y rastros de materias orgánicas que se suponen extraterrestres, como polvo de carbón de antracita. Para Pecker, el material de origen orgánico debía haberse acumulado en la Tierra y no afuera:
"Si el descubrimiento hubiera sido seguro, hubiera tenido importancia, ya habría legitimado una larga información al público, fuera de toda polémica".
Por petulante que fuera el astrofísico, sin embargo, no se equivocaba: casi al mismo tiempo en que escribía aquellas líneas, se realizaba un análisis entre 1964-1965 sobre uno de los fragmentos del meteorito conservado en un frasco en Montauban desde el mismo día de su recuperación, mostrando lo que parecía una semilla incrustada en él. El estudio permitió identificar que la semilla era de un muy terrestre junco de Europa, adherida con pegamento y recubierta deliberadamente con polvo de carbón... Es decir, la presencia de material orgánico en el meteorito era un fraude, probablemente urdido por algún anónimo embaucador interesado en influir en el debate que por entonces tenía lugar alrededor de la teoría de la generación espontánea, que estaba siendo refutada por los trabajos de Louis Pasteur y Joseph Lister.
Por su parte, el secretario general de la Unión Racionalista y profesor de la Facultad de Ciencias de Montpellier, Ernest Kahane, no se guardó acusaciones contra Pauwels, señalando que pertenecía a un "mundo oscuro", a las tinieblas, por lo que se atemoriza ante la "luz del Racionalismo"... Contradictorio empleo de lenguaje iluminista y casi místico en los fundamentos esenciales de Kahane, quien era también un bolchevista, materialista y antifascista declarado, de modo que no extraña que el "factor nazi" reaparezca en sus acusaciones contra Pauwels, en su caso tildándolo de "racista".
Los cargos de racismo contra el editor de "Planète", los funda principalmente en una de las exposiciones más burdas hechas por la revista al publicar las delirantes teorías de madame Leone Bourdel, quien desde los años 30 estaba ofreciendo propuestas relativas a lo que denominaba psicobiología sanguínea, pseudociencia con la que aseguraba que las características psíquicas de los pueblos estaban contenidas en su sangre, según deducía de estudios estadísticos. Y no se refería al símbolo de la memoria de la sangre para señalar la identidad cultural o étnica de las comunidades, sino directamente a una supuesta relación con las categorías de fluidos sanguíneos, más específicamente en los cuatro grupos de sangre conocidos, como factores diferenciadores de etnias y conductas. En las palabras de la propia madame Bourdel:
"Los pueblos con relativo predominio de sangre A son sensibles y creativos... Si, conjuntamente con su sangre A, la proporción relativa de sangre O es alta, son más luminosos, sociables, favorables al intercambio... Sin por eso dejar de amar la libertad y buscar formas de gobierno democrático (franceses, ingleses, belgas, alemanes de Renania, blancos de Estados Unidos). Pero si la proporción de B aumenta, nos encontramos con pueblos que tienen dificultad para adaptarse profundamente y son más caprichosos (alemanes de Berlín, españoles, árabes de Argelia). Los pueblos con predominio relativo de sangre B, más rígidos e implacables en sus precisiones (chinos de Cantón, manchures, tártaros)...".
Este simplismo absurdo de Bourdel es el que Kahane ve como una manifestación de racismo. También aparecen comentados por el mencionado periodista científico Rouzé, quien agrega que parecen provenir de un "pseudo sabio nazi" por no recomendar el mestizaje entre algunos pueblos, especialmente los de predominio A con los de predominio B, ya que la mezcla podría resultar caótica y nociva.
Así pues, con planteamientos bombardeados por la Unión Racionalista, Pauwels y su Editorial Planète terminaron sentados en el banquillo de los cuestionamientos y cargando toda clase de acusaciones, a veces contradictorias: de reaccionario a agitador revolucionario, de escéptico irracional a crédulo desmedido, de alguien que nunca aclara fuentes a alguien que sobrevalora desmedidamente sus fuentes, de enajenado de las ciencias a infiltrado en las ciencias, de inconciente engañado a manipulador de conocimientos, de materialista cegado a obsesionado con lo sobrenatural, de alguien que "niega todo" a alguien que "lo cree todo", etc.
Luego de casi cuatro años de tensiones con el verdadero mundo científico, entonces, Pauwels fue citado a una reunión con la Unión Racionalista el 27 de abril de 1965. Aceptó, y el encuentro se esperó con tensa paciencia hasta que el escritor y editor llegó al lugar de convocatoria "rodeado de amigos", según se dijo, tal vez más parecido a un circo romano donde todos se sentían leones y nadie paleocristianos. La reunión de marras era presidida por Schatzman.
Pero sucedió lo que nadie se esperaba: en lugar de generarse la instancia de debate tan esperada por los racionalistas, Pauwels cómoda y ladinamente declaró ante la estupefacción de los demás presentes, que su revista "no hacía para nada divulgación científica, sino poesía". Por lo tanto, no podía ser evaluada su credibilidad ni fiabilidad en términos científicos, se entiende.
Saliendo de la sorpresa, Schatzman procedió a leer el discurso que de seguro había preparado como respuesta a otra clase de exposición por parte de Pauwels. Un discurso bastante patriota en cierta forma, donde instaba a recuperar la importancia de Francia en el conocimiento científico y volverla a poner a la vanguardia de las ciencias durante la década que se aproximaba, aspiración un tanto ilusa en el contexto del orden mundial y la polarización de las fuerzas de entonces.
Para felicidad de la Unión Racionalista, sin embargo, "Planète" terminó su circulación tras un último ejemplar de abril de 1972, aunque Pouwels y Bergier continuaron trabajando en proyectos juntos y por separado, sin renunciar jamás a la clase de materias que dieron cuerpo al "Retorno de los brujos" y la revista. Incluso habían publicado algunos trabajos tomados como continuación de su primer libro juntos.
Quizás quedó atrás la breve pero formidable guerra de la Unión Racionalista a la Editorial Planète, más aún si consideramos que casi todos sus actores ya fallecieron. Sin embargo, aún vemos canales de televisión que se autosacramentan como bastiones de divulgación científica o histórica, abriendo su parrilla a pseudodocumentales sobre sirenas (sin aclarar que son ficciones), o bien a dudosos programas relativos a alienígenas ancestrales (donde la teoría sigue siendo respaldada con abusos especulativos). A su vez, escandalosos casos como el de la falsa tribu tasaday de Filipinas, el fraudulento "eslabón perdido" chino entre dinosaurios y aves, las clonaciones del profesor Woo Suk en Corea o las filtraciones del Climategate de Inglaterra, han revelado que incluso la ciencia -en sus expresiones más académicas y confiables- puede caer en vicios de manipulación y pérdida absoluta de objetividad en su quehacer.
Cabe preguntarse, entonces, si aún están las cuentas pendientes entre estos dos bandos, o si acaso han llegado a cruzarse en algunos casos.
Ilustración digital, con reconstrucción de cómo lucía antes la botillería. Usé por base una imagen publicada por el portal Listeilor.com y algunos recuerdos personales sobre cómo era el boliche.
Coordenadas: 33°26'56.17"S 70°36'20.98"W
Para muchos será difícil olvidar aquel santuario noctámbulo de la esquina Sur-poniente de avenida Pedro de Valdivia 2871 justo con calle Sucre, en la comuna de Ñuñoa. Y es que tejieron desde él tantas "previas" de trasnoches en Plaza Ñuñoa, celebraciones antes o después de salir del Estadio Nacional "Julio Martínez Prádanos", gárgaras de alegría para estudiantes del Campus Oriente o, simplemente, el necesario abastecimiento líquido de miles de asados, fiestas, cumpleaños y ceremonias por aquellos barrios.
Hace poco, algunos medios de comunicación anunciaron la triste noticia, puñalada al corazón para tanto devoto nacional de los fermentos y los espirituosos: la clásica botillería "Rock & Roll" desaparecía, cerrando su tradicional cuartel de Pedro de Valdivia. Me pregunto cuántas lágrimas silenciosas cayeron por ahí, compartiendo el dolor de esta verdadera tragedia para el mundo del brindis y la parrilla; de esos valientes habitantes de la ciudad que no duerme.
¿Qué hizo tan popular y querida a esta botillería ñuñoína, más allá de ser sólo un centro de abastecimiento de diversión en botellas y tetrapacks? Conocida popularmente también como "La R & R", hubo un fenómeno social interesante alrededor de ella.
Image may be NSFW. Clik here to view.Los medios aseguran que la casa de los Establecimientos Comerciales Rock and Roll Limitada tenía más de tres décadas de vida, pero recuerdo bien que desde los tiempos en que lucía una marquesina luminosa verde encima se jactaba allí de existir "desde 1990", detalle que verifico en un par de fotografías publicadas en internet y que estaba todavía en sus actuales paneles de luz exteriores. Desconozco, sin embargo, si el negocio haya sido fundado sobre una botillería anterior, asimilando su historia en la interpretación popular.
A poco de puesta en marcha, la "Rock & Roll" cobró enorme popularidad en Ñuñoa e incluso fuera de la comuna, tomándosela por picada salvadora o de emergencia para esas noches en que la fiesta comenzó tarde o cuando el abastecimiento no alcanzó a durar más allá de la hora de cierre de los supermercados, problemas de planificación estratégica bastante comunes en el bohemio doméstico promedio de la sociedad chilena. Operaba hasta cerca de la medianoche en los días de semana y hasta pasada las 1 ó 2 de la madrugada días viernes y sábado.
Su ubicación era excelente para atraer clientes por todo este lado de Santiago. Se ubicaba en los bajos de una casona art decó convertida en edificio comercial en su primer piso, manteniéndose como inmueble residencial en el segundo. Además de licores, vinos, cervezas y gaseosas, la botillería vendía artículos de almacén, como pan, abarrotes, helados, frutas, refrigerios para el "bajón", etc. De hecho, se definía en sus avisos exteriores como "botillería y minimarket", pero su identidad estaba esencialmente en esos estantes de botellas coloridas y en sus refrigeradores con la chispeante alquimia del lúpulo.
El ambiente dentro de este lugar hacía homenaje a su nombre, o acaso lo explicaba. Al igual que mucha de su fiel clientela, varios de los que fueron sus empleados parecían ser rockeros de pura cepa, en ocasiones con la radio a todo chancho también sonando en los acordes y riffs de tributo a la fama de este lugar. Hubo un tiempo en que algunos afiches y pósters que parecían arrancados de la época de "Rock Schop" en Paseo Las Palmas, completaban el aire de sacra oscuridad en el boliche, sumamente surtido y diverso en cantidad de copete a la venta.
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La botillería antes de su última renovación del aspecto externo. Imagen publicada por el sitio web de Radio Futuro (Futuro.cl).
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Asi se veía la botillería "Rock and Roll" en sus últimos días abierta. Imagen publicada por el sitio web de Radio ADN (Adnradio.cl).
El cariño general por la botillería no la inmunizo frente al actual desborde delincuencial. Así, en octubre de 2010 fue asaltada por una violenta banda juvenil de hampones autodenominados "Los Elegantes", bullada ocasión en la que encañonaron en la cabeza al cajero y a su novia embarazada. Pero a pesar de ésta y otras dificultades, se mantuvo fiel a su filosofía de mantener abierto hasta tarde en los fines de semana, sirviendo de salvavidas al divertimento y ofreciendo a la venta los packs listos para las mezclas de combinados, como pisco o ron más bebida cola.
La "Rock & Roll" cambió radicalmente su presentación, hace algunos años. De su aspecto más tradicional pasó a ser una especie de embajada celestial reforzando su connotación musical con contorsionadas siluetas de rockstars que se veían en sus paneles luminosos, con la marca publicitaria de pisco "Mistral" en la misma fachada. Hace bastante poco, además, terminaron siendo pintadas azules todas las caras del inmueble hacia la calle, esta vez con las siluetas de los rockstars tocando en gran tamaño en el segundo piso, hacia Pedro de Valdivia, todavía con los auspicios del mismo pisco.
El santuario también había cambiado de logotipo durante aquella última remodelación de su aspecto, con la estilización de una guitarra eléctrica como isotipo de marca (formando un 13, en forma vertical), por lo que nadie podía suponer que le quedaba poco a la conocida y próspera botillería, que sólo parecía seguir creciendo y posicionándose, ofreciendo incluso servicios a consignación para matrimonios y eventos.
Pero sucedió que uno de los muchos proyectos inmobiliarios residenciales que han llegado al barrio, puso su atención en esta esquina que la botillería compartía con las asadurías de "El Pollo Español". El vecindario ha visto esta clase de irrupción de intereses particulares por la plusvalía del terreno ante la próxima llegada del servicio Metro y una estación proyectada en este lugar, por lo que no sorprende que otro edificio haya sido planeado precisamente para la esquina que ocupaba la "Rock & Roll", condenando su suerte.
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La botillería, ya cerrada.
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Los rockeros de la fachada, ahora fríos y mudos.
La noticia comenzó a correr un par de semanas antes, siendo confirmada en el sitio Facebook de la propia botillería con un mensaje muy ad hoc al estilo del negocio, publicado ya casi encima de la fecha de cierre:
"Estimados #RockAndRolleros de siempre, les comentamos que este domingo cerramos nuestras puertas con la esperanza de trasladar, a la brevedad, este templo del #webeo, mezquita del #carrete, altar del #copete... a otro lugar dentro de nuestra querida comuna de #Ñuñoa
Por lo pronto los esperamos este fin de semana con increíbles #ofertas de últimos saldos en nuestros productos
¡¡¡No se lo pierdan!!! #piscola #vino #whisky"
Así, tras las liquidaciones de existencia, su cortina bajó el domingo 29 de mayo de 2016, confirmando temores y anuncios.
Han pasado los días y aún no se sabe si abrirá en otro sitio cumpliendo la promesa de sus dueños. Estos reiteraron su interés en regresar con la botillería, pues su marca está posicionada, su clientela está hecha y sería casi absurdo perderlas. Empero, no hay claridad de cuándo ni donde se produciría este esperado regreso, en caso de concretarse.
Seguiremos esperando las buenas noticias, entonces: que la música y las estridencias de la "Rock & Roll" no se hayan apagado más que por sólo un descanso, y permitan que pronto suenen otra vez sus percusiones de cristal de los piscos, sus gases de destapado de cervezas y los ecos de los descorchados de vinos.
Coordenadas: 33°41'46.83"S 70°33'54.01"W (Pueblo de Artistas y Artesanos de Pirque)
Anoche tuvo lugar la segunda versión de lo que espera ser un evento anual y permanente en la localidad de Pirque: la Noche de San Juan en el Pueblo de Artistas y Artesanos del sector El Principal, en la Provincia Cordillera al Sur de la Región Metropolitana. La comuna de Pirque tiene cierta relación patronímica de sus orígenes con la figura de los evangelios, además, reflejada aún en el nombre de la Hacienda San Juan de Pirque y la escuela del mismo nombre.
Image may be NSFW. Clik here to view.Ubicado por las márgenes del río Clarillo, al Sur del Maipo, esta tierra de tradición agrícola, vitivinícola y huasa parece un sitio perfecto para exponer los rasgos de folklore rural y tradición campesina asimilada por sincretismo a las celebraciones de la Noche de San Juan en Chile, de cuyo legendario y costumbrismo ya hemos publicado algo relativo a los mitos del árbol de la higuera.
Echando un repaso, se recordará que esta fiesta se celebra en la víspera del día 24 de junio y que la mayor parte de su tradición original nos llegó desde España, asimilada por el cristianismo pero con una connotación mística y mágica adicional, contenida en el folklore.
Adaptada a nuestra realidad y cultura, muchas supersticiones populares se practican en la noche sanjuanina, como patear el palto, hacer cierto tipo de pruebas con papas metidas bajo la cama, lecturas de gotas de tinta sobre papeles doblados (con imágenes accidentales como las del conocido test de Rorschach) y experimentos con velas y espejos (parecidas a la invocación de la terrorífica Bloody Mary). También se cenaba el llamado estofado de San Juan en el campo chileno y realizaban los ritos relativos a la higuera, árbol en el que se supone aparece el Diablo en persona en la medianoche o bien una mítica flor reluciente que da riqueza a quien la atrapa.
Los mitos de San Juan Bautista tocan interpretaciones esotéricas y criptorreligiosas que han servido de argumento a creaciones literarias y a algunas teorías controvertidas sobre los orígenes del cristianismo. Si en el Hemisferio Norte su día está asociado al período de las noches más cortas del año (inicio del verano), en nuestro Hemisferio Sur lo está entre las más largas (inicio del invierno), por la inversión de las estaciones del año. Esta relación cíclica Tierra-Sol le da también cierta connotación de celebraciones parecidas a un año nuevo "chico", a medio año, razón por la que algunos esencialistas y casi chauvinistas de la antropología cultural han pretendido echar a competir contra su legitimidad y tradición a fiestas locales de pueblos indígenas como el We Tripantu mapuche o Inti Raymi inca, como si acaso no fuesen manifestaciones festivas coincidentes con el mismo episodio del Solsticio y como si hubiese alguna clase de oposición entre ambas.
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Siguiendo en la tradición, la leyenda dice que San Juan se prepara para bajar cada 23 de junio en su caballo celestial, para hacerse presente en su onomástico. Sin embargo, año a año Dios se lo impide provocándole un sueño letárgico y dándole así una licencia a los pecadores en el mundo de los vivos, al quedar sin el resguardo patronal del bautista. La noche permanecerá colmada de espíritus desatados mientras San Juan cae en su sueño profundo y no alcanza a bajar para la hora de su nacimiento, en la medianoche del día 24. Son espíritus benignos y malignos, hasta el propio Príncipe de las Tinieblas... Todos ansiosos por realizar pactos y demostraciones con los mortales. Por esta razón los brujos gustan tanto de este día, pues sus prácticas serían más efectivas y contestadas.
Image may be NSFW. Clik here to view.El lugar escogido en Pirque para esperar la venida de esta noche de fantasmas y contratos con el más allá, fue el escenario y patio principal del rústico y pintoresco pueblo de puestos y kioscos comerciales de artesanos que existe en esta localidad y que atrae a muchos de los visitantes de la zona. Está ubicado en el Parque Vicente Huidobro, vecino a la medialuna de rodeos y al cementerio. Su escenario es, por cierto, un lugar conocido por los admiradores de los payadores, la trova campesina y los cultores del guitarrón chileno o guitarra grande, instrumento cuyo lugar de acunado estuvo justamente aquí en tierra pircana, como lo proclaman orgullosamente sus habitantes con varios exponentes de tales artes a su haber.
Las actividades comenzaron a las 20 horas y se prolongarán hasta cerca de la 1: 30 de la mañana. Una noche sumamente fría y parcialmente nublada es la que ha regalado San Juan para esta ocasión.
Con entrada liberada, este encuentro tuvo todo lo necesario para parecer una verdadera feria de exposiciones de la tradición rural sobre la fiesta sanjuanina en Chile, con presencia de folklóricas manifestaciones varias, algunas de las cuales han ido siendo olvidadas o perdidas, muy especialmente en el ambiente urbano. La fiesta fue organizada por la Agrupación Guitarra Grande Pircana y contó con el patrocinio del Consejo de la Cultura y las Artes, la Ilustre Municipalidad de Pirque y la administración del Pueblo de Artesanos y Productores de Pirque.
Varios de los puestos del pueblito artesanal estaban abiertos, con venta de sopaipillas, empanadas, vino navegado, jugos naturales, pastelillos, chocolates y otros productos locales. Para los presentes hay también té, café y mate disponibles en mesones, con agua de viejas y oscurecidas teteras colocadas sobre grandes braseros que sirven, además, de calefactores.
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Tres muñecos esperan en este sitio su hora para ser achicharrados al fuego sanjuanino de la helada medianoche, otro rasgo ritual proveniente de las tradiciones de esta fiesta celebrada con grandes fogatas en algunas partes de Europa. Uno de los condenados era el principal: Juanito o Juanillo, como le llaman, y fue el único sacrificado en la versión del año pasado de esta misma reunión.
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Además de la Bruja Mala que debe perecer en las llamas, hay una Bruja Buena: un personaje con sombrero puntiagudo de hechicera de fantasía, que Luz, interpreta una de las organizadoras. Es una simpática ciudadana chileno-española, quien pasea entre los presentes con sus asistentes, pidiendo anotar sus buenos deseos, esperanzas y aspiraciones para arrojarlos dentro de un trasto, al tiempo que pide hacer la prueba de la hoja con manchas de tinta verde o roja, que solicita doblar en cuatro y guardar en el bolsillo hasta que sean las 12 horas de la mañana, en que llega el esperado día.
En el escenario, en tanto, el encuentro parte con una brillante exposición de la ronda de payadores seguidos de payas en décimas. Animado por don Fidel Améstica, quien se involucrará varias veces en el show, en primera fila está el Alcalde de Pirque don Cristián Balmaceda, y otras autoridades municipales también de poncho, como muchos de los demás concurrentes.
Magníficos cultores jóvenes de estas tradiciones de improvisación están frente al público, como Pablo Cuadra, Alfonso Ureta y el Colorín Alberto. Hacen varias alusiones a don Santos Rubio, destacadísimo maestro del oficio en Pirque, fallecido en 2011. Un monolito en este mismo pueblito recuerda sus versos allí en el patio, entre los puestos de los comerciantes: "Bendito Dios y la Virgen / que hacen florecer la hiedra / Benditos los artesanos / y también la primera piedra". Parte de la improvisación la hacen con frases propuestas por el público: "El Diablo bajo la higuera"dará varias vueltas allí, por lo mismo.
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Después de un interesante repaso por los gritos de los pregones populares por parte de un eximio estudioso de estas tradiciones, siguen los pies de cueca animando la noche gélida con el grupo folklórico "Los Castizos", también compuesto por jóvenes músicos adictos a la chilenera. Los más valientes se atreven a desafiar el intenso frío bailando en parejas frente al escenario y al fondo de la línea techada del este galpón, mientras la Luna apenas comienza a asomar su resplandor por el horizonte de cerros, nubes y siluetas de grandes árboles.
Image may be NSFW. Clik here to view.Sigue una muestra con el "mentiroso", un personaje popular de los campos equivalente a un comediante de la cultura más citadina. Consiste en un animador improvisado que, en reuniones y fiestas, comienza a contar una larga historia que en principio parece real, pero que va encaminándose hasta terminar en lo que realmente es: un chiste. De ahí que a los cultores de este estilo les llamen así. Prosigue una interesante exhibición de versismo popular, tradición que también se ha ido perdiendo y que incluía canto de noticias que quedaban en la memoria colectiva de los pueblos. Y, mientras tanto, se reparten recuerdos artesanales de esta celebración entre el público: pequeños colgantes tejidos, de colores.
Un duelo de payas y luego una exposición cantada a cuerdas con la historia de San Juan Bautista cierra el espectáculo, para proceder a la quema de los muñecos a medianoche. Es el gran evento que todos esperan, rodeando los fuegos que logran encenderse luego de algunas dificultades. Así, los Juanillos y la Bruja Mala arden hasta quedar convertidos en cenizas espurias y humeantes, símbolos del período del año que ha terminado para abrirle noche al nuevo, de la mano de San Juan. Se calcinarán en la hoguera mientras les cantan "Las mañanitas" y luego el saludo de cumpleaños para Juan Bautista. El grato calor se apodera del lugar por esos minutos.
Mientras los muñecos ejecutados aún se deforman y contorsionan al fuego, la Bruja Buena va repartiendo su trasto con buenos deseos e interpretando las manchas de la prueba de la tinta. Los presentes hacen fila para consultar su opinión sobre cada una de las figuras que asoman en el pequeño papelito recién abierto, revelando su secreto gráfico. Al mismo tiempo, se reparten platillos con las grandes tortas de naranja entre todos los concurrentes, en cuyas cubiertas de glaseado amarillo se lee en manuscrito de chocolate: "Noche de San Juan". Otra fila se ordena frente al kiosco donde reparten trozos del pastel, por lo mismo.
Los humos y las luces se apagan, y se acaba así la Noche de San Juan en Pirque, prometiendo su regreso el próximo año, al final de un nuevo ciclo del orden cósmico.
Actos conmemorativos en el monolito en 2010. Fuente imagen: diario "El Ovallino".
Coordenadas: 30°43'14.28"S 71°29'58.77"W
Un monolito en forma de obelisco se encuentra en en el Kilómetro 370 de la autopista de la Ruta 5 Norte, pasado el parque de molinos de energía eólica a la altura de Talinay y llegando al camino hacia las Termas de Socos y a la entrada Sur hacia la ciudad de Ovalle, Región de Coquimbo. Este año, el monumento cumple 60 años de existencia.
Quienes se detienen allí a observarlo, quizás se enteran leyendo sus placas conmemorativas de la lid libertadora que tuvo lugar en esta zona y que conmemora el monumento: el Combate de Salala, conocido también como la Batalla de Socos, que en el próximo verano cumplirá 200 años justos, además.
Es un misterio el porqué este combate librado el 11 de febrero de 1817, sólo un día antes de la victoria patriota en Chacabuco, ha pasado inadvertido y casi menospreciado en la historiografía oficial, siendo que fue parte de la misma campaña en que se dio el triunfo de las fuerzas libertadoras al mando de José de San Martín contra el ejército realista de Rafael Maroto Yserns. Y es que, a pesar de la impecable blancura del monumento, parece haber una sombra sobre el rescate de tal episodio en la historia militar chilena. Tanto es el desconocimiento, de hecho, que sitios culturales o educativos de internet informan erradamente que la batalla fue el 12 de febrero.
Hay mucho de la historia de las Guerras de la Independencia de Chile que ha quedado en planos nebulosos, contaminados también con interpretaciones viciadas de cierta inclinación a sentar determinados discursos; cuando no, a expiar responsabilidades y cubrir con mantos piadosos ciertos detalles del mismo proceso. La moda actual empujada por algunas propuestas literarias para repasar la historia con una lectura "popular", ha permitido poner cierto grado de luz sobre algunas tinieblas pero tanto como también ha facilitado el compromiso de cada narración un discurso particular, a veces con pretensiones de revisionismo y de revelación que no llegan a ser tales, realmente.
En el caso del Combate de Salala, por largo tiempo fue sólo el relato histórico de Benjamín Vicuña Mackenna y de Diego Barros Arana lo que mantuvo a flote el recuerdo de aquella batalla sobre el mar del olvido, al ambos de los pocos autores que le concedieron importancia y valor en el proceso final de la Independencia de Chile. Barros Arana comenta, también, que el parte del comandante Juan Manuel Cabot escrito en Sotaquí el 12 de febrero (lo que ha causado quizás las comentadas confusiones con respecto al día de la batalla) y publicado en la "Gaceta de Buenos Aires" el día 27, resultaba tan confuso y enredado que costaba seguir el hilo de los acontecimientos, debiendo valerse de testimonios de contemporáneos para confirmar y reconstruir partes del relato de lo ocurrido aquella jornada, como comenta en nota a pie de página en su "Historia general de Chile".
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Reunión chileno-argentina con intercambio de estandartes, en febrero de 2000, al llegar a Socos una expedición de viajeros desde Calingasta. Fuente imagen: diario "El Ovallino".
LA BATALLA DE SALALA
Levantado el campamento de El Plumerillo durante el cruce del Ejército de los Andes por la cordillera, una columna de patriotas partió con 60 hombres al mando del muy joven Teniente Coronel argentino Juan Manuel Cabot, del 9 al 10 de enero de 1817. A diferencia de la creencia que algunos publicistas han difundido sobre la presencia exclusiva o mayoritaria de argentinos en el Ejército de los Andes, las fuerzas patriotas se vieron reforzadas constantemente con elementos chilenos que, al paso, engrosaban las filas de los que ya estaban presentes allí, en este caso con un grupo de más de 80 milicianos que se unieron en la Provincia San Juan, muchos de ellos chilenos exiliados. Otros locales se le sumarían ya en territorio de Chile.
La gran cantidad de voluntarios provenientes de la actual Región de Coquimbo, se explica por la ferocidad que había tenido allí la arremetida de los españoles en la Reconquista, tras la derrota de los patriotas en Rancagua. El comerciante francés Julian Mellet testimonió algunos de estos abusos en La Serena, donde 33 extranjeros (entre los que había incluso frailes americanos y españoles) y más de 600 personas notables de la ciudad fueron trasladadas a Valparaíso y hechas prisioneras bajo sospechas de colaborar con el adversario, algunas siendo relegadas al cautiverio en el archipiélago de Juan Fernández. Los partidarios de la Independencia huyeron hacia el interior, llegando muchos a territorio argentino para reclutarse en la causa libertadora.
Las fuerzas de Cabot iban rumbo a la ciudad de La Serena, donde debían tomar los puertos tras pasar por San Juan y luego Pismanta el 25, acampando por dos días más. Era la razón por la que es conocida como Columna de Pismanta. Desde allí partieron hacia el cruce del Valle de Los Patos, capturando pocos días después en la cañada del mismo nombre una pequeña guardia realista, el 6 de febrero. Acamparon por unos días más en Calingasta recibiendo en el trayecto al Capitán chileno Patricio Zeballos y Egaña en la espera, agricultor y hombre de armas ovallino que figuraba entre los fundadores de la heroica Legión Patriótica de voluntarios chilenos, con quienes se incorporó a la columna, acompañado de José Joaquín Vicuña, natural de La Serena que sería a futuro alcalde y diputado, además de fundador de la ciudad que lleva su apellido en el Valle de Elqui.
El día 1o avanzaron hacia Sotaquí y el camino al Sur de La Serena, aprensando a los informantes y agentes realistas. Los jefes hispanos de Coquimbo se enteraron de arribo patriota por el comerciante español José Antonio Godomar, que había huido de sus persecutores en Limarí. Así, los realistas partieron con 100 hombres en dirección a Santiago ese mismo día, al mando del coronel Manuel Santa María y Yáñez, concientes de que el territorio estaba siendo invadido y que su ciudadanía les era hostil. Por desgracia para él, ya se había despachado un centenar de almas al mando de Eugenio Hidalgo y de Zeballos para emboscarlos en el camino.
Las fuerzas del Ejército Unido Patriota se encontraron hacia el día 10 y 11 en el pueblo de Barraza, en las márgenes del río Limarí, iniciándose de inmediato un tiroteo con la guardia. Su caída fue importante, pues era por entonces uno de los poblados más importantes de la región después de La Serena.
Patricio Zeballos, que era de Coquimbo y conocía la zona, decidió partir tras el enemigo con sus compatriotas de la Legión Patriótica, a los que se sumaron varios valientes habitantes de aquellas aldeas ovallinas. Puso marcha tras verificar que Cabot, extrañamente, no tenía intenciones de salir a darles caza luego de acampar en Monte Patria, a pesar de haberle ofrecido a sus legionarios para tal operación. Fue sólo uno de varios comportamientos inexplicables que tuvo el jefe argentino.
En su arriesgada decisión, Zeballos levantó el campamento y marchó al poniente luego de enviar unos observadores y sin esperar que se les uniera el resto de la división, pues consideraba urgente atacar a los realistas ese mismo día en que se hallaban a la altura de los llanos de Salala, tres leguas al Sur del pueblo de Salala y cerca de la Quebrada de Socos, unos 100 kilómetros al Sur de La Serena.
Los españoles y los voluntarios realistas sumados a la fuerza de dragones, se encontraban en un descanso y desayunando al momento en que llegaron los chilenos. Los habían observado ya en horas de la madrugada del día 11, según parece, pero atacándolos desde muy corta distancia en la mañana. La rápida emboscada los sorprendió totalmente distraídos y aunque intentaron hacer un esfuerzo enorme para presentar defensa, el resultado final de la batalla quedó decidido con velocidad, obligando a Santa María a rendirse al ver las cargas de fuego prácticamente encima de sus hombres. 40 hombres se entregaron, y cerca de 20 ó 30 alcanzaron a huir hacia los cerros de la costa, abandonando armas y cargas en el camino. Sólo un muerto y dos heridos habría tenido el bando patriota, según Barros Arana, mientras que los realistas sumaban cerca de 43 entre muertos y heridos.
Zeballos regresó victorioso hasta Barraza, cargado de los pertrechos y armas arrebatadas al enemigo, además de los prisioneros, entre los que estaba el propio Coronel Santa María y su hijo Francisco Javier. Dos piezas de artillería, 80 fusiles, 16 cajas de municiones, 6 espadas, dos barriles de pólvora, cuatro fardos de vestuario y 30 cargas de equipaje conformaban el valioso botín descrito por Barros Arana, que crecería al ocupar La Serena y adicionar más material. Vicuña Mackenna agrega que las cargas de equipaje sumaban 150. Los dos cañones y los estandartes y banderas capturados en Salala hoy están en el Museo Histórico Militar de Santiago. Sin embargo, ciertas leyendas comentadas por el investigador y escritor ovallino Lincoyán Rojas, hablaban de baúles y cofres que quedaron ocultos en la zona, cargados de riquezas de la gente adinerada que venía con los soldados españoles, provocando que algunos cazadores de tesoros salgan tras la huella del mítico entierro sin haberlo hallado jamás.
Los realistas intentaron vengar la victoria patriota de Salala emprendiéndolas contra la población del Limarí simpatizante de la causa, pero Cabot envió desde Sotaquí al Sargento Mayor chileno Diego Guzmán con 25 hombres, haciéndole frente a los restos del enemigo allí apostado. Todos fueron recibidos con júbilo y festejos en La Serena, el día 15, aunque veremos que la conducta de Cabot resultó avergonzante en los días que siguieron.
Zeballos partió después a hostilizar a los realistas en Huasco, ocupando Vallenar. Fue designado Comandante de Armas por Decreto Supremo de O'Higgins, en reconocimiento a sus méritos y desempeños.
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EL OLVIDO DE UNA GESTA
Horas después del Combate de Salala, entonces, tiene lugar el decisivo enfrentamiento en que las fuerzas patriotas de San Martín derrotan a los realistas en Chacabuco. Ésta es, quizás, la razón por la que lo sucedido en Socos de la mano de Zeballos y sus legionarios, se ha visto tan dramáticamente eclipsado, al preferirse encausar el discurso heroico de la Independencia concentrándolo en la justa chacabucana y los protagonismos de los generales José de San Martín y Bernardo O'Higgins. Como se recordará, además, la arremetida de este último y su 2ª División al final del combate, puso en conflicto al chileno con el general mendocino, pues San Martín sintió que prácticamente le había arrebatado de las manos el derecho a los laureles de gloria por el triunfo en Chacabuco, aunque este malestar no lo reflejó en los partes que envía al Director Supremo argentino Juan Martín de Pueyrredón tras el combate.
La victoria de Chacabuco parecía ser decisiva para la Independencia de Chile hasta que sobrevino el desastroso episodio de Cancha Rayada, esta vez por un error garrafal de San Martín, ocasión en la que la sagacidad de su compatriota Juan Gregorio de Las Heras prácticamente salvó a las fuerzas independentistas de ser destruidas bajo el ataque español, permitiendo que la cruzada patriota volviese a tener una oportunidad definitiva en Maipú, ese mismo año de 1818.
La epopeya, como se observa, no está descontextualizada con relación al episodio ocurrido en la mañana de 11 de febrero de 1817, con la destrucción de las fuerzas realistas de La Serena por el Capitán Zeballos, además de otras acciones militares como la del Capitán Francisco Zelada en Copiapó, quien al partir desde La Rioja con 12 soldados de línea y cerca de 200 voluntarios dirigidos por el comandante miliciano Nicolás Dávila (prácticamente todos ellos chilenos y muy mal apertrechados, guiados por su compatriota Mateo Larraona) logra apoderarse del Valle de Copiapó también casi en esos mismos momentos del triunfo de Chacabuco. Si bien no fue decisiva para lo sucedido al día siguiente, Salala forma parte de la misma obra y es un punto anotado en la misma y exacta causa patriota de aquellas jornadas.
¿Cuál es, entonces, la razón por la que quedó prácticamente en el olvido la Batalla de Salala, siendo que fue parte del mismo esfuerzo de liberación y más allá de la eclipsante grandeza de Chacabuco?
Hay algún par de teorías que se han ofrecido para explicar la ignominia de los historiadores tradicionales con lo ocurrido en Socos. Una de ellas es el centralismo a veces enfermizo de la atención cronística de nuestro país, incluso para recordar hechos de corte bélico. Sin embargo, una de las más controversiales supone que la batalla tuvo también mucho de masacre, no perdonando ni a heridos ni a civiles, por lo que habían sido más bien una mácula sangrienta en la lista de acciones militares del Ejército Unido de Chile que los primeros historiadores de la República buscaron guardar en detalles, mencionándola sólo a la pasada.
Parecida a la explicación anterior es la que supone que Salala se vio salpicada por los excesos y las escandalosas irregularidades cometidas poco después por el Teniente Coronel Cabot al llegar a La Serena, y que le valieron ser denunciado por apropiaciones de bienes de la ciudad y por robos a la población, al remitir objetos arrebatados a la ciudadanía como propios enviándolos a San Juan. En su desparpajo, Cabot llegó a enviar el bastón de jefatura de Santa María como obsequio personal para el gobernador de San Juan, don Ignacio La Rosa. Las protestas de la comunidad provocaron que O'Higgins debiese solicitar al Gobernador de Cuyo, el 7 de abril, la devolución "de gruesos cargamentos de varias especies que con escándalo y deslustre de las armas argentinas ha saqueado de la provincia de Coquimbo el comandante Juan Manuel Cabot".
Estas tropelías, finalmente, costaron el mando Cabot, siendo enviado de regreso a Mendoza por San Martín al ceder a los reclamos y las presiones que ya venían cuestionando el actuar del codicioso Cabot desde hacía tiempo, partiendo por su negativa a apoyar la acción de los chilenos voluntarios en Salala, a pesar de que biógrafos e historiadores argentinos hoy suelen concederle dadivosamente la victoria de esa batalla en desmedro de Zeballos, su verdadero protagonista. Además, polémicos ascensos que había otorgado por su cuenta a sus oficiales amigos en Sotaquí, no fueron reconocidos por Chile ni por Buenos Aires. Desconcertado y algo errático, tras participar en Maipú al año siguiente, Cabot comenzó a reducir su compromiso militar hasta abandonar por completo el Ejército de las Provincias Unidas, por cédula de retiro del 3 de mayo de 1819, tras lo cual se dedicó al comercio en Santiago de Chile donde murió casi dos décadas después.
Otra idea es comentada por Lincoyán Rojas, quien considera que todo el desdén se debe al interés por resaltar las figuras de San Martín y O'Higgins por sobre cualquier otra en el proceso de la Independencia de Chile, observación a la que agregaríamos el visible interés de algunos historiadores por hacer aparecer las últimas batallas como un logro exclusivo de la intervención argentina sobre las victorias militares. La escasa mención de Zeballos y de los legionarios voluntarios parece apoyar esta teoría. La Batalla de Salala, en tal caso, venía a ser una amenaza a la estabilidad de este discurso, al revelar el contexto nacional que tuvo Chacabuco con batallas paralelas que permitieron liberar no sólo Santiago del yugo hispánico. Levantar la figura de Patricio Zeballos y Egaña a su correspondiente lugar, entonces, complica el duopolio de heroísmo que se ha procurado en el relato para los liderazgos de la lucha independentista. De ahí que este obelisco junto a la carretera sea su único monumento importante a la vista.
El historiador Julio Alemparte Robles fue más allá con esta última teoría, en su libro "Carrera y Freire: fundadores de la República". Allí, interpretando estudios de su colega Luis de Amesti, propone la polémica idea de que la Batalla de Chacabuco pudo haber sido casi una puesta en escena que ya tenía previamente decidido el triunfo de los patriotas, dadas las afinidades ideológicas entre San Martín y el jefe español Rafael Maroto, contrarias al absolutismo de Fernando VII. El general argentino era en esencia un político, como lo demostró después al "negociar" secretamente la liberación del Perú asegurándose reconocimientos por encima de Lord Thomas Cochrane, que prácticamente hizo todo lo relativo a movimientos militares y desoyendo a su pasivo superior.
Los documentos estudiados por De Amesti sugerían que hubo un acuerdo previo entre San Martín y Maroto para asegurarse pocos daños en Chacabuco y librar una batalla de la que existen grandes vacíos y mala documentación. Una cita que Francisco Frías hiciera en su "Historia de Chile. La República" del general Francisco Díaz, parece arrojar las mismas incertidumbres y sospechas: "la documentación sobre Chacabuco adolece de defectos capitales y hace pensar que alrededor de la batalla hay compromisos y componendas que han obligado a algunos de sus actores a ocultar la verdad".
Si acaso esto es como lo señala esta audaz interpretación de Chacabuco, es decir, un evento "convenido" para acuñar a fuego el episodio de una batalla que asegurara la Independencia, entonces esto acabaría ocultando en la memoria histórica una batalla de menor envergadura y no concebida para exaltar los heroísmos, como fue Salala.
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HISTORIA DEL MONUMENTO
Zeballos fue elegido Alcalde de La Serena en 1818, constituyéndose en una figura casi de caudillo local, de gran importancia para historia de la región. Por esta razón, hacia los días del Primer Centenario, autoridades municipales de Ovalle acordaron erigirle un monumento en su honor, llegando a colocar la primera piedra de la que en las buenas intenciones iba a ser la obra conmemorativa, con presencia de su nieto Pedro León Zeballos, quien, siguiendo el peso de la sangre, había sido veterano y héroe de la Guerra del Pacífico como Capitán del 2° de Línea, sobreviviente de la infausta Batalla de Tarapacá de 1879.
No tenemos noticias de qué sucedió finalmente con el frustrado proyecto, que fue siendo olvidado y descartado en años posteirores. El caso es que nunca se concretó la construcción del monumento. En su lugar, sólo se le colocó el nombre de Patricio Ceballos y de Socos a dos calles de la ciudad, la primera en la zona alta de Ovalle y la segunda hacia el centro cerca de la Plaza de Armas, mientras que La Serena bautizó una de sus vías del sector El Olivar como Alcalde Patricio Zeballos, recordando ese otro aspecto de la vida civil que también hizo grande al personaje.
A pesar de todo, la memoria colectiva nunca se perdió y el pueblo local siguió recordando su gesta heroica en Socos, con o sin monumentos a la vista. El investigador Hugo González, por ejemplo, logró recopilar algunos antiguos versos populares de Barraza que le dio a conocer el cultor Manuel García, hacia sus últimos años de vida:
La Patria de Monte Rey la trasnochada salió en Limarí no almorzó por el aviso del juez le dijeron vamos pues en nombre de Dios Moratón con su vara Somarriba con corona la vieja se fugó por haber certar le erró.
Los apellidos de Moratón y Somarriba se referían, respectivamente, al Regidor del Municipio de La Serena en 1815, don Francisco Moratón, y al alcalde de la misma ciudad y año, don Juan de Somarriba.
En 1924, por fin se erigió el primer monolito en recuerdo de la Batalla de Salala: era un sencillo hito levantado en el sector de la Quebrada de Socos. No obstante, su ubicación aislada lo hacía poco conocido y menos visitado, así que seguía pendiente la instalación de un monumento a la altura de los hechos recordados.
Pasaron varios años para que, en 1956 (aproximándose el aniversario 140° de la batalla), el Rotary Club de Ovalle concluyera una campaña de recolección de fondos y construyera un monolito en forma de obelisco inaugurado ese mismo año, ubicado a un costado de la Ruta 5 Norte, frente a las Termas de Socos. Desde aquel momento, este monumento sería el lugar de realización de todas las celebraciones conmemorando la batalla del 11 de febrero, además de ser el mismo sitio y día en que el Instituto O'Higginiano realiza un homenaje a Patricio Zeballos. Cada año se ejecuta allí el solemne encuentro con presencia de autoridades civiles y militares, con colocación de ofrendas florales y en las astas las banderas de Chile, Argentina y la Patria Vieja.
Tenemos entendido que el monolito rodeado por postes bajos con cadenas y su gran sillar con escaleras se encontrarían hoy en una ubicación unos metros más al poniente de donde estuvo originalmente, por los ensanchamientos de la autopista realizados hacia el último cambio de siglo. El Rotary Club ha participado también de labores de mantenimiento y restauración del conjunto, además. Actualmente está contorneado su perímetro por un cerco, a un costado de un kiosco que es una conocida parada de viajeros para comprar productos de la zona y provisiones. Dice, una de sus placas (la original del obelisco):
"EN MEMORIA DE LOS SOLDADOS QUE LUCHARON Y MURIERON EN EL COMBATE DE SALALA EN ESTE MISMO SITIO EL 11 DE FEBRERO DE 1817. COMANDABA LAS TROPAS PATRIOTAS EL COMANDANTE DON PATRICIO CEBALLOS".
La referencia de "este mismo sitio"es un poco engañosa, sin embargo. Se refiere sólo en forma general al lugar, porque la batalla no se desplegó exactamente aquí, sino que debió tener lugar en alguna zona de los llanos junto al sector de la quebrada. El monolito no está en el punto preciso en que ocurrió aquello, dicho de otro modo.
Otra placa fue colocada por la Municipalidad de Ovalle para los visitantes, pero también induciendo a errores pues se refiere al año de su última restauración y no al de la inauguración, como podría creerse. Además, esta placa comparte "generosamente" los méritos de Zeballos con sus superiores de la Logia Lautaro, haciendo vista gorda a las tropelías de Cabot contra los bienes ciudadanos y a su resistencia a haber apoyado esta acción bélica en particular:
"SAN MARTÍN, O'HIGGINS, CABOT Y CEBALLOS, CHILENOS Y ARGENTINOS HERMANOS PARA SIEMPRE POR LA PAZ Y LA LIBERTAD.
OVALLE, FEBRERO 2000".
A mayor abundamiento, esta placa se colocó como celebración de una expedición "sanmartiniana" hecha ese mismo verano de 2000 desde Calingasta hasta Socos por un grupo de 13 viajeros que recreaban el Cruce de los Andes, por una iniciativa de una periodista argentina para conmemorar la travesía. Al llegar al monolito, los expedicionarios y las autoridades presentes de Chile y Argentina realizaron un simbólico intercambio de los estandartes que llevaban los ejércitos patriotas al cruzar la cordillera.