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HISTORIA DEL PALACIO DE LA REAL CASA DE ADUANAS DE SANTIAGO, ANTES DE SER EL MUSEO DE ARTE PRECOLOMBINO

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Palacio de la Real Aduana o Palacio de los Tribunales Viejos, en postal fotográfica impresa hacia los años del Primer Centenario.
Coordenadas: 33°26'20.10"S 70°39'7.98"W
Tengo un montón de datos y anotaciones inconexas con lo que iba a ser información introductoria para un trabajo sobre la historia del Museo Chileno de Arte Precolombino en Santiago, en calle Bandera con Compañía, referida a la época en que su edificio era identificado todavía como el Palacio de la Real Casa de Aduanas más que el centro museológico que es ahora. Los reuniré todos acá, a continuación, para publicarlos en este artículo único y, bueno, deseando que pueda servir.
El inmueble es uno de los más grandes que se conservan en pie desde tiempos coloniales, resistiendo el permanente baile de los terremotos, del envejecimiento y del propio instinto destructor de nuestra sociedad, tantas veces confirmado. Sin embargo, antes de levantarse el edificio, este terreno ya tenía su propia historia ligada a los primeros tiempos de la ciudad, dada su proximidad al corazón histórico urbano y fundacional de la Plaza de Armas y a sus centros administrativos. Había sido concedido hacia 1550 ó 1555 al vecino fundador y encomendero don Juan de Cuevas y Bustillo, para construir allí su solar todavía en el período de los orígenes del Santiago de la Nueva Extremadura. Don Juan llegaría a ser el primer Corregidor de Santiago, años después, falleciendo hacia 1590 aproximadamente.
En 1635, en el mismo ex solar se construyó la sede del Colegio Convictorio de San Francisco Javier de la Compañía de Jesús, posteriormente llamado Convictorio Carolino de Nobles. Funcionó en ella también un internado y, según se cree, un taller de fabricación de ollas parecido al que los mismos sacerdotes tuvieron en calle Portugal, siendo este último más grande e importante. Como se recordará, la congregación tenía su primera Iglesia de la Compañía justo en la esquina opuesta, donde ahora está el edificio del Congreso Nacional de Santiago y sus jardines. Las instalaciones del Colegio Convictorio permanecieron ocupadas por ellos hasta 1767.
Fotografía del edificio siendo aún el Palacio de los Tribunales, hacia fines del siglo XIX (Fuente: Flickr Santiago Nostálgico).
El mismo Palacio de la Real Aduana o de los Tribunales Viejos, en fotografía de 1915, publicada en el "Álbum de Santiago" de Jorge Walton.
Vista actual de la esquina y del edificio.
Hallazgos de los últimos trabajos de ampliación y remodelación: arriba, cimientos de murallones del antiguo Colegio. Abajo, base de una fuente de aguas que iba a tener el palacio pero que nunca se concluyó (Fuente imagen: arqueologia.cl).
Entre 1805 y 1807, como resultado de un plan elaborado por el Gobernador de Chile don Luis Muñoz de Guzmán para establecer allí la Real Aduana, se concluyó en el mismo lugar el edificio conocido como el Palacio de la Real Casa de Aduanas o Palacio de la Aduana, básicamente correspondiente al mismo que vemos ahora. Su estilo arquitectónico ya era de la influencia neoclásica llegada a fines de la Colonia en Chile, en transición desde el barroco netamente colonial de épocas anteriores. Las obras de construcción las dirigió el ingeniero militar José María de Atero siguiendo los planos del arquitecto italiano Joaquín Toesca. Comparándolo con la fachada del Palacio de la Moneda, por ejemplo, no cuesta advertir mucho la inconfundible mano de Toesca en esta obra.
El edificio de planta rectangular es de dos pisos y cierra dos patios interiores rodeados de columnas con influencias de orden toscano. Todavía conserva esos rasgos solariegos de los inmuebles de la Colonia tardía, con fachada abalaustrada en su parte más alta y detalles como sus protecciones de metal forjado en los vanos. El pasillo cerrado de arcos que contornea al edificio por el lado de Bandera y Compañía funciona hoy como un peristilo o zaguán  y presenta curiosas características para la urbanística de Santiago pues, siendo parte interior del edificio, garantiza sin embargo la conexión peatonal en esta esquina hacia los exteriores, al superponerse a la vereda dando límite a este lado de la manzana sobre la calzada.
Durante el proceso de la Independencia de Chile, el palacio fue la efímera sede de la flamante Biblioteca Nacional fundada en la Patria Vieja por don José Miguel Carrera. Pero consolidada ya la República, a partir de 1845 pasó a ser la casa del Poder Judicial albergando a los Tribunales de Justicia de Santiago y a la Corte Suprema, por un largo período que se extendería hasta 1915. Por eso sería llamado después, también, como el Palacio Viejo de los Tribunales, ya que en la cuadra vecina se estaba construyendo desde 1905 y en dos etapas que se extendieron hasta 1930, el nuevo (y actual) Palacio de los Tribunales de Justicia, sobre el lugar que antes ocupaba el edificio del Tribunal del Consulado desde principios del siglo XIX y al que se había trasladado la Biblioteca Nacional antes de emigrar a su casa definitiva en la Alameda de las Delicias.
En 1968, tuvo lugar un gran incendio que destruyó parte del edificio de los Tribunales Viejos. Ante la urgencia de darle rescate al dañado edificio, fue declarado Monumento Histórico Nacional por Decreto Supremo N° 12.392 del 1° de diciembre de 1969. Sin embargo, pudo comenzar a ser restaurado y reconstruido más de diez años después, quedando recuperado y disponible a la ciudad sólo entonces. Así, ubicado en Bandera N° 361, a partir del año 1981 el palacio se convertiría en la sede del Museo Chileno de Arte Precolombino, fundado sobre las colecciones de don Sergio Larraín García-Moreno y constituyendo uno de los principales atractivos museológicos y turísticos de la capital.
En trabajos realizados durante el año 1986 en el recinto, se encontraron restos de cerámica y de cántaros coloniales e indígenas. Similares objetos aparecieron en excavaciones de 2010, sugiriendo influencias incásicas en ellos; y durante la larga remodelación con ampliaciones subterráneas realizadas entre los años 2012 y 2013, se encontraron también restos del antiguo Colegio Convictorio de los jesuitas, en labores dirigidas por el arqueólogo Luis E. Cornejo: cimientos de murallones, una estructura de ladrillos del siglo XVII y huellas de derrumbes de tejas que también habían formado parte del anterior edificio. Además, se desenterró la base octogonal de piedras de lo que parecía iba a ser una fuente de aguas o pila para el Palacio de Aduanas, pero que no fue concluida.
La época del edificio convertido en el museo que es ahora, corresponde a otro período de su historia que da para completar un artículo distinto a éste, por el valor cultural y turístico de sus colecciones y enorme la cantidad de información que es posible ofrecer con relación a ellas... Reconozco desde ya la deuda, entonces.

CUADRO A CUADRO: LOS MOSAICOS DEL METRO DE SANTIAGO Y LAS SOMBRAS DE PELIGRO

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Trabajador armando los mosaicos y baldosines de un acceso del Metro en los años setenta (Fuente imagen: plataformaurbana.cl).
Desde el año 2011 debo un compromiso de completar este artículo, referido a los mosaicos de las Líneas 1 y 2 del Ferrocarril Metro de Santiago de Chile, con el que vuelvo a la esencia de la investigación de historia urbana que es matriz de este blog. La postergación fue por un hecho feliz, sin embargo: el buen resultado de la campaña impulsada por el inquietoRamón Rivera Notario y sus sitios Ripituc (ripituc.tumblr.com y www.ripituc.blogspot.com), cruzada que puso atención pública en la necesidad de dar rescate a estas históricas piezas y que llegó a buen puerto, haciendo menos urgente difundir la "puesta en valor" de las mismas ante la amenaza de que fuesen removidos.
Los mosaicos de los muros, pasillos, andenes y pretiles del Metro tienen una relación emblemática con la industria nacional: fueron un producto industrial chileno para revestimientos de gres cerámico, de la desaparecida fábrica IRMIR con su planta en calle Las Dalias 2723, en el Barrio Industrial de Macul. La empresa había sido fundada en 1948 por el inmigrante italiano Gastone Marsanich, paseando por el éxito durante 30 años más al ser la única firma que ofrecía esta clase de materiales. Fue trabajo chileno y para chilenos, en otras palabras, gracias a aquel hijo de La Bota llegado a nuestra tierra.
Tanto en algunos edificios de la época como en las propias estaciones del Metro, se colocaba a los mosaicos uniformando superficies o bien formando diseños con patrones formados por la alternación con baldosines vitrificados y azulejos, en una interesante propuesta de texturas que fue característica de las estaciones del servicio por muchos años. Todavía quedan algunos casos en Santiago y Valparaíso, del período 1950 a 1980, con estas características en fachadas o en pasillos interiores de inmuebles, como el apodado "Edificio del Dragón" de calle San Pablo y el gigantesco mosaico Bonati-Ortúzar-Vial, en el paso bajo nivel de la Alameda Bernardo O'Higgins que une calle Santa Lucía con Carmen y Diagonal Paraguay, también obra hecha con material de la empresa IRMIR.
Estación y sus mosaicos en el período de pruebas, poco antes de la inauguración del servicio Línea 1 en 1975 (Fuente imagen: metrosantiago.cl).
Un interesante trabajo para profundizar sobre este tema está en el artículo titulado "Del mural de Peñaflor al metro de Santiago: sesenta años de mosaico vítreo en Chile", de Rodrigo Vera Manríquez, publicado en la revista "Arte y Ciudad" N° 3 de junio de 2013. Allí se puede confirmar que el trabajo de mosaicos en Chile pasó a ser más moderno y menos rudimentario hacia inicios de los años treinta, tras la fundación de la Gran Fábrica Nacional de Mosaicos Escudero y Cía., abriendo las puertas a los novedosos productos ofrecidos por la empresa del señor Marsanich en el mismo campo pero para la construcción y el urbanismo.
El material de pequeños cuadros cerámicos o "pastillas" en colores pasteles, ocres y blancos, era denominado muriglass. Las otras más usadas en el caso del Metro, eran las calugas de baldosines enlosados y los azulejos planos o con relieves. IRMIR promocionaba sus productos 1978, asegurando: "El Gres Cerámico IRMIR se caracteriza por: impermeabilidad, durabilidad, permanencia de colorido, inatacable por ácidos y alcalíes, apropiado para exteriores e interiores en la construcción".
Metro fue el principal comprador de la empresa IRMIR. Cuadrillas de hábiles y minuciosos obreros trabajaron durante meses y meses para completar afanosamente el puntilloso trabajo de pegado de los mosaicos, saltando a la vista la enormidad del esfuerzo desplegado e invertido por los "maestros". Los diseños usados para estos mosaicos de las estaciones, particularmente, resultaron de propuestas para un concurso al que llamó la empresa encargada de las obras, dirigidas por Peter Himmel, arquitecto que habría sido quien propuso incorporar esta clase de artísticos revestimientos dada su resistencia, su duración muy superior a la pintura y su valor inferior al de la madera, además de las facilidades que ofrecía para su limpieza.
La Línea 1 del Metro fue inaugurada en septiembre de 1975, con sus hermosas texturas de mosaicos y coberturas de muros, similares a los que se colocaron también en la Línea 2, en 1978, y en la extensión de la misma Línea 1 desde Estación Salvador hasta Escuela Militar, en 1980... Mas, sólo un tiempo después del millonario contrato para proveer la cerámica y baldosines de los revestimientos para el Metro, la empresa IRMIR fue vendida y cambió de dueños, cerrando sus puertas y declarándose en quiebra durante el advenimiento de la Recesión Mundial de 1982. Con su partida se acabó en Chile también la disponibilidad de los materiales vítreos y cerámicos ocupados en las estaciones y que eran de su exclusiva fabricación acá en el país.
Los mosaicos se convirtieron en un símbolo y un rasgo casi identitario para el Metro, después de entrado en uso. Aunque eran inconfundibles, por mi parte he observado este mismo tipo de revestimiento también en Europa, particularmente en el Metro de Roma, confirmando la utilidad del mismo para los servicios del tren subterráneo. Tan característico era que algunos se referían a ellos como los "mosaicos del Metro" cuando los veían en otro lugar de la ciudad, como algunos edificios del sector de Santiago Centro donde aún se conservan.
Acercamiento al aspecto de las piezas rectangulares del mosaico muriglass.
Una juntura de mosaicos, baldosines y azulejos de IRMIR en el Metro.
Aunque ya habían sido intervenidos revestimientos de algunas estaciones en épocas anteriores (como las reconversiones artísticas de República y de Universidad de Chile), fue después del terremoto del 27 de febrero de 2010 que la administración del Metro de Santiago encargó a la empresa CVC S.A., por licitación de $1.100 millones, el retiro de varios los mosaicos y baldosines originales de la Línea 1, poniendo en alertas a quienes notaron el cambio en proceso. El retiro partía en estaciones como Escuela Militar, Alcántara, El Golf, Los Leones y Manuel Montt, a las que se sumaron después trabajos similares en Pedro de Valdivia y Baquedano.
Grandes segmentos de los diseños murales comenzaron a desaparecer en una decisión que no fue consultada ni anunciada al público, eliminándose otro rasgo histórico de la identidad del Metro de Santiago, como en el pasado había sido el abandono de sus símbolos individualizados para cada estación. Otro penoso síntoma de la falta de conciencia de la empresa sobre la percepción negativa que se ha ido acumulando en el público sobre la misma, especialmente desde los problemas de capacidades ofrecidos a partir del desastre del Transantiago.
Poco aportó a la calma la explicación dada por el entonces Presidente de la Empresa de Transportes de Pasajeros Metro, Raphael Bergoeing, en una edición del diario "El Mercurio" de marzo de 2011, respecto de los retiros de los revestimientos interiores de las estaciones se estaban ejecutando porque "a la Línea 1 ya se le nota demasiado el paso del tiempo y por eso es tiempo de actuar con las refacciones", con un plan de $416 millones sólo para la primera etapa. Para el año siguiente, además, el aspecto que comenzaban a adquirir las estaciones intervenidas con baldosas y pastelones generaba críticas antes aun de inauguradas.
La remoción del material desde los muros de la Línea 1 y en expectativa la de la Línea 4, más el ejemplo a la vista del uso de grandes baldosas y porcelanatos para el caso de los diseños murales en la Línea 4 del mismo servicio, hizo cundir el temor de que los mosaicos fuesen sustituidos por esta última solución, que a decir verdad tampoco fue del gusto de todos los usuarios. Organizaciones ciudadanas como Defendamos la Ciudad se manifestaron contrarias a la modificación de estas piezas en las estaciones intervenidas, y los propios descendientes de Marsanich y ex directores de la firma IRMIR, también se mostraron descontentos con la extraña medida, justificada por las autoridades bajo la necesidad de retirar material afectado por el señalado terremoto.
Sector de escalas mecánicas, con muros conservando los mosaicos.
Los muy parecidos mosaicos del Metro de Roma, Estación Colosseo.
Finalmente, después de una gran descontento ciudadano vertido en las redes sociales y de las que fuimos parte en esos recientes años, el retiro de los mosaicos muriglass del Metro fue detenido y la empresa debió devolverse sobre sus pasos en su propósito de removerlos de ambas líneas, sin avanzar más allá de los cambios que ya se había hecho y de una que otra intervención aún pendiente. Así, a fines de junio de 2012, Metro hizo un breve comunicado en las mismas redes sociales aclarando que, fuera de los mosaicos que ya se habían retirado "por seguridad", los de las demás estaciones se mantendrían. Acto seguido, llamó a concurso para un diseño que sería incorporado a las paredes de la Estación Militar, donde habían sido sacados ya.
Demás está decir que el resultado de las intervenciones en las estaciones fue de escasa simpatía ciudadana, generando más bien una gran cantidad de críticas, incluyendo las del arquitecto y académico Sebastián Gray y el ex socio de de IRMIR, don Gustavo Téllez, una vez entregadas las obras (diario "Publimetro" del miércoles 1° de agosto de 2012). Popularmente, incluso fueron objeto de burlas al ser comparadas con "baños" los aspectos de las estaciones refaccionadas.
Al menos por ahora, la campaña para salvar los mosaicos del Metro tuvo buenos resultados, algo poco frecuente en cuestiones de defensa patrimonial y urbana. Sin embargo, quedó de manifiesto ya que el interés por retirarlos bajo premisas facilistas de hacer "más moderno" el Metro ya está instalado en las autoridades, además de posibles factores adicionales haciendo peligrar su permanencia, como el afán de colmar de publicidad los espacios  de cada estación. No habrá que bajar la guardia por el bien de los mosaicos si es que se los quiere ver otros 40 años allí, en consecuencia, salvando miles y miles de horas-hombre invertidas, además de la pulcritud de un sistema de recubrimiento que no requiere de pinturas ni de retoques permanentes y que -por extinción del material- nunca podrá ser repetido en nuestro país.
Mosaicos del sector de andenes de una estación Metro de Santiago.
Aunque el retiro se detuvo, hay mosaicos muy dañados y sin reparaciones.

LA CATEGÓRICAMENTE AREQUIPEÑA CASA TRISTÁN DEL POZO

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Aspecto de la Casa Tristán del Pozo poco antes de su radical remodelación y recuperación de los años ochenta. Encuentro esta interesante imagen en el foro "Arequipa: Un siglo de Luz" (Skyscrapercity).
Coordenadas: 16°23'53.65"S 71°32'8.61"W
La Casa Tristán del Pozo es uno de los símbolos turísticos y arquitectónicos más característicos de la identidad colonial de la ciudad de Arequipa, en Perú. Ubicada a escasos metros de la Plaza de Armas y frente al Pasaje de la Catedral, en calle San Francisco 108, su portal de piedra tallada en estilo barroco tardío es una de las postales más distintivas de esta ciudad. Ocupado hoy por una sede bancaria, es también un museo con una interesante solución que mantiene al edificio siempre accesible al público. No es raro ver arquitectos e historiadores visitándolapor el valor definitivo que tiene como ejemplo de los estilos artísticos y ornamentales que identifican a la ciudad arequipeña y que trascendieron al propio Perú.
La elegante y pomposa mansión fue levantada por maestros alarifes para el aristocrático ciudadano arequipeño General Domingo Carlos Tristán del Pozo, de origen hispano, y su distinguida esposa Ana María Caranzas, siendo por eso identificada como la Casa Tristán del Pozo a pesar de que, en épocas posteriores, fue habitada también por otras familias de gran importancia y prestigio en la ciudad y en la propia historia de Perú, como don Raymundo Gutiérrez de Otero y los Gutiérrez y Cossio, después los Ugarteche y Gutiérrez y los Ricketts a través de una sociedad comercial, entre otros. Por eso fue conocida en otros períodos también como Casa Ugarteche, Casa Ricketts y Casa Gibbs-Ricketts.
Su construcción se realizó sobre la propiedad que anteriormente había pertenecido a don Andrés de Rosas y sus hermanos, adquirida por Tristán del Pozo en 1736. Probablemente haya sido utilizada parte de la antigua casona del siglo XVI para construir ésta, concluida e inaugurada en 1738, como se lee en una de las ornamentadas inscripciones talladas en sus muros, sobre el acceso al primer patio pasando el zaguán. No obstante, algunas fuentes como la guía "Perú" de Lonely Planet en 2000, aseguran que antes de ser una residencia la propiedad había estado ocupada por un seminario, luego un palacio arzobispal y después una escuela.
El gran portal y frontón de la casa.
La casona en la cuadra de calle San Francisco.
Observada de frente, en toda su magnitud.
Puertas de madera labrada.
Se la considera una típica casa civil de estilo virreinal, por un lado más general, pero también un reflejo preciso del barroco colonial y mestizo tan dominante en el casco histórico de Arequipa y que extendió sus influencias artísticas y arquitectónicas sobre territorios interiores hasta el Alto Perú y por el Sur hasta el Norte de Chile inclusive. Hay quienes identifican influencias arábigas en el diseño ornamental, además. Con dos pisos, su planta rectangular conserva también la distribución solariega de las antiguas residencias coloniales, con dos patios entre pasillos y dependencias conectadas entre sí. El suelo intercambia entre pavimento de adoquín empedrado y baldosas en estos patios, hallándose rodeado el primero por lo que eran las habitaciones y el segundo y mas pequeño por salas y comedor. Un tercer patio al fondo de la propiedad albergaba las antiguas caballerizas y huertos de la casa. Las puertas son de madera finamente labrada y aún están visibles.
Aunque algunas piezas del portal debieron ser reemplazadas en los años ochenta por su vetusto estado, como las rosetas de las cornisas, se mantiene fiel a su aspecto original a pesar del paso de los siglos, correspondiendo en general al conjunto original. Consta de un magnífico trabajo de tallado en la roca con pilastras laterales y orlas decorativas de diseño floral. Sobre las enormes puertas de madera con postigo, se eleva un pesado y artístico dintel con friso y ménsula de buenas proporciones comparadas con otras de la ciudad, que me hace sospechar de la presencia en el pasado de alguna figura tipo estatua o efigie sobre ella, aunque ninguna persona de las que consulté recordaba la presencia de un elemento así en el portal. La perfecta estructura está coronada por un gran frontón en semicírculo a modo de tímpano finamente decorado y texturado, con una imagen central de un árbol-candelabro de cuatro brazos, representado a Santa Ana, la Virgen María, Jesús, San José y San Joaquín en monogramas.
Los vanos también tienen un enmarcado a escala en el mismo diseño y los mismos motivos florales y decorativos, aunque más reducidos, también con pilastras y remates formando cornisas y rosetones de fatigoso trabajo escultórico. Los de las ventanas y puertas interiores del primer patio llevan las inscripciones abreviadas de las proclamas religiosas Sanctus Deis, Sanctus Fortis, Sanctus Inmoralis y Misere Nobis. En lo alto de la fachada y dentro de los espacios formados por los muros de la casa, además, se pueden ver gárgolas del mismo material pétreo. No queda duda de la calidad de los escultores arequipeños del último siglo colonial, mirando estas obras.
Inscripción con la fecha "1738", en patio principal.
Primer patio, mirando hacia la entrada.
Pasillo entre los dos patios.
Una de las varias gárgola en lo alto de los muros.
De entre sus primeras generaciones familiares de moradores, destacó en la historia de la casa también don Juan Pío de Tristán y Moscoso, quien llegó a residir al inmueble con su esposa Joaquina Flores, ambos presentes aún allí en dos retratos al óleo que están en la sala de exhibiciones de la misma. En el mismo pequeño museo se advierte que parte de la historia de don Juan Pío y doña Joaquina se puede encontrar en el trabajo titulado "Peregrinaciones de una patria", publicado por su sobrina Flora Tristán en 1938, a su vez bisnieta de don Domingo. Juan Pío era nieto de don Domingo e hijo del General don José Joaquín Tristán del Pozo y Caraza y de doña María Mercedes Moscoso Pérez Oblitas, quienes habían contraído matrimonio en 1759. Después de los Tristán, la casa sería propiedad del Obispo Manuel Abad Yllana, destacado miembro de la Orden de San Camilo, desde donde pasó a manos de las importantes familias ya mencionadas. Fueron sus dueños posteriores don Manuel Ballón, doña Juana Gómez Ballón, don Joaquín del Carpio, doña Juana Manuela Gómez, don Roberto Reinecke, don José Domingo Montesinos y la ya mencionada Sociedad Guillermo Ricketts y Cía., como se informó en interesantes trabajos del periodista Dante Zegarra López para una serie de suplementos que publicó el diario "Arequipa al Día" hasta más o menos hace unos 15 años.
A pesar de las varias restauraciones que suma en su historia, de su resistencia a los terremotos, de su declaratoria de Patrimonio Cultural de la Nación en 1958 y de los 15 años en que sirvió como albergue para un centro cultural arequipeño, hubo un período en que la casa entró en síntomas de cierta decadencia por falta de mantención y de nuevas reparaciones, según la opinión que escucho de ciertos arquipeños por falta de voluntad de las autoridades y por el efecto colateral del centralismo. Fue entonces, en 1978, que el Banco Continental decidió adquirirla y mejorarla, realizando en 1985 una gran restauración que le devolvió la plenitud del esplendor que ahora podemos observarle, de la misma forma que lo hizo con la Casa de la Emancipación en Trujillo y la Casa Cabrera del Cuzco. También se mejoraron las resistencias con estructuras internas de hierro y hormigón, escondidas tras junturas y muros de piedra, y se eliminó una fea abertura en los muros al costado Norte hecha para habilitarle acceso a un local comercial que funcionó en el lugar por muchos años y con diferentes rubros, rehaciendo paredes de piedras y un vano en ese tramo que recuperó la uniformidad material y la elegancia del frontispicio.
Actualmente, la Casa Tristán del Pozo es sede del Banco BBVA Continental y de la fundación dedicada a su cuidado. Tras la remodelación y adaptación de sus espacios, cuenta con tres salas de exposiciones en su primer piso, una de ellas dedicada enteramente a la historia arquitectónica del edificio y su influencia, mientras que las otras dos exponen obras de escuelas pictóricas y artistas relacionados con la ciudad, con autores como Carlos Baca Flor, Jorge Vinatea Reinoso, Teodoro Núñez Ureta, Luis Palao Berastain y Oscar Cuadros Velasco. Otras exposiciones de arte, numismática y arqueología han encontrado acogida también en este imperdible lugar símbolo histórico y turístico de la ciudad de Arequipa.
Roseta retirada de las cornisas del portal en restauración de 1985, hoy en el museo.
Retratos del matrimonio Joaquina Flores y Juan Pío de Tristán y Moscoso.
Vista de las salas del museo.
Sector de arcadas, hacia el fondo de la propiedad.

EL KIOSCO CÍVICO: POESÍA DE HIERRO EN LA PLAZA DE ARMAS DE CURICÓ

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El kiosco en la plaza, en sus primeros años. Fuente imagen: culturacurico.cl
Coordenadas: 34°59'7.27"S 71°14'19.82"W
La Plaza de Armas de Curicó, en la Región del Maule, es -para mi gusto- una de las más bellas de Chile. Su hermosa vegetación  colmada de árboles, palmeras, arbustos y césped recuerda un poco al aspecto antiguo de la Plaza de Armas de Santiago (antes de ser desmantelada) y su forma octogonal visible desde la ubicación aérea demuestra que tienen también sus secretos y arcanos. Sus piezas ornamentales más antiguas datan del período 1865-1870 y fueron traídas desde Francia, destacando las fuentes de aguas; otras son esculturas de autores nacionales.
Lamentablemente, por varias razones que no viene al caso repasar acá, nunca he podido tomarle fotografías que me sirvan para publicar alguna entrada sobre ella. Pero la generosidad de mi amigo y tocayo Cristián Núñez González me ha permitido disponer, ahora, de unas buenas imágenes de sus vacaciones 2016 (aún en proceso) con una joya de la arquitectura metálica en Chile ubicada allí en la misma plaza: el llamado Kiosco Cívico, Kiosco de Hierro o Glorieta de la Plaza de Curicó, del que tengo reunidos varios datos que publicaré ahora sólo gracias a las imágenes que nos aporta y en las que aparece todavía una representación del Nacimiento de Belén esperando ser retirada (con bastante retraso), en su primer nivel entre los pilares.
Esta maravillosa y elegante obra de base en ensamblado modular de piezas metálicas tan identificado con la tendencia arquitectónica Eiffel, es también uno de los escasos referentes de la escuela estilística New Orleans en Chile, para mi opinión presentando cierto parecido también en su ornamentación, cenefas y motivos artísticos con el kiosco de la Plaza de Maipú, en la capital chilena. Algunos le ven influencias del art nouveau y arabesco en sus filigranas de mucha simetría y detalle.
Fuente imagen: Panoramio (Juan Flores V.).
Imagen: gentileza de Cristián Núñez.
El kiosco fue instalado tras una campaña iniciada en 1905, durante la intendencia de don Arturo Balmaceda Fontecilla, quien aportó parte de los dineros para su construcción, además de irlo reuniendo desde las arcas municipales y colaboraciones de la propia población curicana y de empresas vía colectas, dato confirmado en la ficha del Consejo de Monumentos Nacionales sobre esta pieza. De acuerdo a lo informado en "Curicó, 250 años de historia" por Oscar Ramírez Merino y ‎Pedro Pablo Zegers, de 1993, Balmaceda Fontecilla se inspiró en un tabladillo que existía en la Alameda de las Delicias de Santiago, frente al Portal Edwards. Su intención era hacer un proscenio para las presentaciones públicas que elegían la Plaza de Armas de la localidad como escenario, especialmente las bandas de guerra. El valor de la obra era de $7.000 pesos de la época, bastante oneroso por entonces, $3.000 de los cuales fueron cubiertos por un préstamo del Banco de Curicó por solicitud del propio Balmaceda Fontecilla y otros solicitados por la municipalidad, al hacerse evidente que la erogación popular no alcanzaría para cubrir la totalidad de los costos, aunque con algunas pequeñas controversias de por medio derivadas de la obstinación de la ilustre autoridad por sacar adelante su proyecto.
De acuerdo a la información difundida por Corporación Cultural de Curicó, la firma encargada de construir el kiosco fue la Fundición Rivaro y Yogna (o Iogna, en otras fuentes), de Santiago. El contrato con al compañía está firmado en octubre de 1905, y la prensa lo comunicó el 21 de ese mes. El montaje y armado de la obra en la plaza quedó en manos de la empresa contratista Alquímides-Salas de Curicó. Como muchos cenadores y glorietas de plazas públicas chilenas, fue concebido especialmente para la presentación de retretas y bandas de bronces en celebraciones o actos públicos, en el segundo piso, y para ser usado también como podium de discursos. En su ceremonia de inauguración, el 21 de septiembre de 1906, tocó un repertorio en él la banda de guerra del Regimiento "Dragones" de Curicó, que volvió a usar varias veces más en su tarima todos los domingos, los martes y los jueves, según comentaba Hernán San Martín Ferrari en "Nosotros los chilenos: (tres ensayos antropológicos de interpretación)", de 1970.
Ubicado hacia el costado de calle Carmen, el kiosco o glorieta suele ser comparado con una lujosa pajarera por su característico diseño. Su nivel del piso está conformado sólo por las diez columnas que descasan su peso sobre plintos o poyos, y que sostienen el segundo nivel a dos metros y medio de altura, donde se concentran los barandales artísticos y el techado curvado cubierto con fierro acerado y con cúpula central y aguja (su chapitel o pináculo redondo), todo hecho de hierro fundido y hierro forjado. La carpintería del suelo del segundo nivel es una tarima que reposa sobre vigas de doble "T" y huinchas metálicas.
Imagen: gentileza de Cristián Núñez.
Imagen: gentileza de Cristián Núñez.
Dominaba en toda su estructura una coloración blanca en sus primeros años, juzgando las imágenes de la época. Se ascendía por una escalerilla vertical metálica que, según recuerdo, en los años noventa todavía estaba abierta, pero en mi última pasada por Curicó se mantenía celosamente cerrada al público general. Hay historias de músicos que quedaban atrapados en la estrecha entrada del segundo nivel al final de esta escalera, tanto por su propia corpulencia como por el peso y volumen extra que significaban algunos de sus instrumentos, como los tubas y los bombos. Lo mismo le habría sucedido al Presidente Carlos Ibáñez del Campo en su segundo gobierno, cuando hallándose de visita en la ciudad, en agosto de 1952, llegó extenuado al segundo nivel para dar uno de sus célebres y concurridos discursos públicos. Hay otras leyendas populares sobre autoridades que cayeron o estuvieron cerca de pegarse un porrazo mientras subían al mismo sitio.
Como no podían faltar los mitómanos, hace años comenzó a correr el chisme de que el kiosco sería un supuesto "trofeo de guerra" secuestrado por la soldadesca chilena y traído desde Lima en la Guerra del Pacífico (siempre desde la capital peruana, como si no hubiese nada en el resto del territorio peruano ocupado entonces), además de las estatuas de la piscina de aguas y la fontana francesa de las Tres Gracias que se encuentran en la misma plaza. Afortunadamente, no existían la necedad de las redes sociales de internet en esos años para fabricar "verdades", así la burda fábula no llegó a convertirse en mitología urbana "inducida" o fakelore.
Por Decreto Supremo N° 789 del 27 de julio de 1978, el Kiosco Cívico de Curicó fue declarado Monumento Histórico Nacional "debido a los méritos arquitectónicos-artísticos de esta pieza, única en su género en todo el país", según reza el texto. Posteriormente, la Plaza de Armas de Curicó fue declarada completa como Zona Típica por Decreto Supremo N° 1156 del 14 de noviembre de 1986, complaciendo al clamor ciudadano local.
Imagen: gentileza de Cristián Núñez.

LOS CASI VEINTE DE SIGLOS DEL TEMPLO DE SANTA PUDENZIANA, LA IGLESIA DE LOS ORÍGENES DEL CRISTIANISMO

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Iglesia de Santa Pudenziana con el aspecto que tenía antes de la remodelación de 1870, en acuarela de Achille Pinelli de 1833. Fuente imagen: stprudenziana.org.
Coordenadas: 41°53'54.32"N 12°29'44.19"E
Esta fascinante iglesia con rango de titulus y basílica menor está en el Vía Urbana 160, la antigua Vicus Patricio del barrio Monti, en un sector de la ciudad romana dominado principalmente por la altura y majestuosidad de la Basílica de Santa María Maggiore. Sin ser de grandes proporciones, tiene el aire ancestral del paleocristianismo reflejado en su aspecto general retocado por intervenciones barrocas, manteniendo su nivel inferior a la actual altura de la ciudad de Roma y hasta cierta oscuridad exterior durante las noches. Es conocida también por ser la iglesia oficial de la comunidad filipina residente en la capital italiana, y se accede a ella por una gran reja de fierro y una doble escalera descendente, como bajando hacia el pasado mismo.
Así hablaba de la historia de esta casa de fe el escritor español Severo Catalina del Amo, en "Roma: obra póstuma" de 1873, publicada dos años después de su fallecimiento, reflejando el sentimiento profundo que los católicos profesaban por este sitio sacro y adelantando parte de la información sobre los orígenes del templo que seguiremos explorando acá:
"Si las tristes vertientes y estrechos valles del Vinimal no tienen para el estudio histórico de la Roma pagana el interés que despierta el Capitolio o el Palatino, para la historia de la Roma cristiana tienen una importancia de primer orden: allí está, puede decirse, la casa solar de los neófitos, que abren la marcha gloriosa de los mártires. En aquella región vivieron las piadosas mujeres, que en el siglo II aparecen como heroínas de la caridad, contrastando con el espectáculo de vicios y las liviandades de las matronas del imperio. La familia del senador Pudens habitaban en el Vicus Patritius: se componía de dos hijos, Novato y Timoteo, y de dos hijas, Práxedes y Pudenciana. Aquella ilustre familia tuvo la dicha de hospedar a San Pedro en su palacio en el año 44. Siete años moró allí el Príncipe de los apóstoles; allí celebró los divinos misterios; allí consagró obispos a Lino y Cleto, que después le sucedieron; allí probablemente ocupó la silla de marfil, que hoy, cátedra santa, se venera en la Basílica del Vaticano.
No pasaron muchos años sin que una parte de aquella casa se convirtiera en oratorio por San Pío I, a ruegos de Santa Práxedes: tal fue el origen de la iglesia de Santa Pudenciana, que todavía se conserva con el pozo, donde es tradición piadosa que las santas hermanas depositaron las reliquias de innumerables mártires. No lejos, en el Esquilino, aparece la iglesia de Santa Práxedes, también de los primeros tiempos, en la cual se venera una columna traída de Jerusalén en el siglo XIII por el cardenal Colona, y que allí se creía la misma a que estuvo atado el Salvador cuando fue flagelado por los judíos.
No es posible recorrer sin profunda emoción aquellos lugares, por donde positivamente pasaron tantas veces San Pedro, San Pablo, San Justino y muchos otros santos y mártires, verdaderos fundadores del reinado de la paz y de la civilización. La capilla del Pastor, en Santa Pudenciana, que fue quizá la habitación del Príncipe de los apóstoles, conserva un altar de madera, donde San Pedro celebró el sacrificio instituido por su divino Maestro; una sencilla inscripción lo dice: In hoc altare Sanctus Petrus pro vivis et defunctis ad augendam fidelium multitudinem corpus et sanguinem Domini offerebat.
El triunfo de la verdad sobre el error no podía ser más evidente: en medio de las grandezas y locuras del imperio, el palacio de un patricio viene a ser templo de la castidad y de la oración; una familia de nobles romanos se consagra al servicio de los indigentes y recorre con caridad los despojos de los mártires, que los verdugos o las fieras han dejado sobre la arena del Circo o del Anfiteatro. En la inmediata colina del Esquilino, San Pío I consagra sobre las termas de Novato, en el Victus Lateritius, la iglesia de Santa Práxedes; y sobre las ruinas de las termas domicianas, que también se llamaron de Tito y de Trajano, el Papa San Silvestre erige un oratorio subterráneo, que, andando los siglos, será la magnífica iglesia de San Martín en los Montes.
Véase, pues, como si el Palatino y el Capitolio han podido gloriarse de ser cuan de la Roma de los reyes y de los cónsules y de los emperadores, a las humildes vertientes y a los valles del Viminal y el Esquilino corresponde el más alto timbre de haber sido la primera residencia de los santos, el solar insigne de la Roma de los mártires.
La casa del senador Pudente y la interesante historia de sus hijas constituyen la primera página de un gran libro; el primer canto de un gran poema, que comprende las glorias cristianas de los siglos de las persecuciones; capítulo de ese libro, cuadro de ese poema, es la preciosa y siempre nueva leyenda del cardenal Wisseman, que se llama Fabiola".
Vista nocturna de la iglesia, desde la Vía Urbana.
La fachada del templo, visto de noche.
Las escaleras de acceso a la pequeña explanada o atrio.
INCERTIDUMBRES SOBRE SU ORIGEN
Tuve ocasión de conocer la Basílica de Santa Pudenziana en una activa noche de víspera del Día de los Difuntos, con niños disfrazados a la usanza de la fiesta de Halloween que ya llegó hace tiempo también a Italia, y con actividades familiares que se realizaban en dependencias contiguas al edificio, en un antiquísimo patio, a propósito de la misma celebración. Era curioso ver cómo entraban y salían chiquillos disfrazados de espectros y esqueletos al interior del templo, mientras a un costado del mismo en la Capilla Caetani, se realizaba una ceremonia de ciudadanos filipinos. Al día siguiente apareció afuera una gran cruz armada por feligreses para el Día de Todos los Santos, junto al acceso principal, con velas formando un corazón.
El templo está dedicado a Santa Pudenziana (Pudenciana o Potentiana), mártir del cristianismo en el siglo II y hermana de la también joven virgen entregada a fe Santa Prassede (Práxedes o Praxedis), cuya iglesia está muy cerca de ésta como vimos por testimonio de Catalina del Amo, en la Vía Santa Prassede frente a Vía Giovanni Gualberto donde se supone que estaba la casa de esta última. Según la leyenda cristiana, ambas rondaban los 16 años, eran hijas del ex senador romano Potentio o Pudente (San Pudens) y habían sido bautizadas por el propio San Pedro, supuestamente.
Las hermanas daban asistencia a los desposeídos y ayudaron al Presbítero Pastor y al Papa Pío I en la construcción de un baptisterio donde fueron convertidos y bautizados en su fe varios paganos, provocando la molestia de las autoridades imperiales. El baptisterio había sido habilitado dentro de la casa domus del padre de ambas adolescentes, presumiéndose que habrían sido martirizadas por los romanos como castigo. Esta casa se ubicaba precisamente en donde ahora está su templo en la Vía Urbana, como lo señala también Stefano Masi en "Roma e il Vaticano", y en ella habría vivido San Pedro durante siete años, según la misma tradición.
Se cuenta que Pudenziana fue sepultada con su padre y su hermana en las catacumbas de Priscila en la Vía Salaria, algo que aparecería en los registros del cementerio, siendo su día santoral el 19 de mayo en el Martyrologium Hieronymianum, aunque el Papa Pablo VI eliminó su fecha del calendario cristiano en 1969, al igual que el de Prassede. No existen pruebas categóricas de la vida de ambas hermanas, a diferencia de su padre que sí parece hacer sido un personaje real. Algunas teorías consideran incluso que la identificación de Santa Pudenziana sería un error de interpretación del nombre de la Ecclesiae Pudentianae dedicada a su padre y que aparece aludido en el mosaico interior del templo, como veremos. San Pablo también menciona al personaje en la epístola 2 Timoteo 4:21:
"Haz todo lo posible por venir antes del invierno. Te mandan saludos Eubulo, Pudente, Lino, Claudia y todos los hermanos".
Y si bien tampoco hay pruebas de su vínculo originario con las hermanas Pudenziana y Prassede, la relación del lugar del templo con Pudencio aparece en registros de actas del Sínodo del año 499, donde se define a la iglesia como perteneciente al Titulus Pudentis. Éste se remontaría al año 145. El primer dueño de la iglesia o  Domus Ecclesiae habría sido Pastore o Pastor, que fue representado en el friso sobre el acceso. Fue en distintas etapas que el domus pasaría a ser un templo, y la comunidad religiosa que lo ocupa hoy asegura tener documentación probatoria de que los descendientes de senador Pudente habrían donado la residencia en el año 154 al Papa Pío I.
También existe una discusión sobre la antigüedad de este templo dedicado a la santa, que muchos consideran desde hace centurias como el más antiguo de toda Roma e incluso primer lugar de culto cristiano según algunas creencias, algo que también es puesto en duda por algunos. El período en que el antiguo domus o residencia romana fue adaptado y convertido en iglesia es el del Papa Pío I entre 140-155, para ciertas opiniones, o el de Sirico entre 384 y 399, para otras. Se cree que habría sido la casa papal hasta que Constantino ordena construir el Palacio de Laterano (Letrán). De hecho, por el sector del ábside aún existen elementos que son identificados como restos de instalaciones de baños, y las dependencias ubicadas al lado derecho del templo habrían sido parte de la casa de baños romana.
Se sabe que, unos nueve metros bajo el suelo, están los restos de la residencia de Pudencio, y también se ha dicho que parte de las estructuras del templo correspondían al siglo II y pertenecían a las llamadas Termas de Novato (Termae Novatii). Si corresponden a edificios de los días de Adriano (117-138), entonces no pueden corresponder a los tiempos del Apóstol Pedro, por haber llegado éste a Roma un siglo antes. Sin embargo, algunas opiniones que comparten la idea de que el templo habría sido habilitado durante el pontificado del Papa Sirico y no antes, mantienen dudas incluso sobre su supuesta relación con baños termales, por falta de evidencia clara.
Mucho alrededor de estas discusiones está plasmado en el trabajo de la profesora Claudia Angelelli, del Pontificio Istituto di Archeologia Cristiana y de la Università degli Studi "La Sapienza", titulado "La Basilica titolare di S. Pudenziana" y publicado recién en 2010.
Fachada y torre, vistos desde las escaleras con luz del día.
Sector del pórtico la pequeña explanada.
Pinturas del triángulo del frontón.
El pórtico, visto en horas nocturnas.
CARACTERÍSTICAS, RESTAURACIONES Y MODIFICACIONES
El primer edificio levantado allí para servir como templo, era de tres naves y planta basilical, en el siglo IV. Fue restaurado y remodelado en una sola nave central y las laterales convertidas en capillas durante el siglo XVI, por una gran intervención que definió mucho del interior del templo que actualmente puede verse. Los trabajos quedaron en manos del arquitecto Francesco Capriani da Volterra, en 1588, por encargo del Cardenal Enrico Caetani, Camarlengo de la Santa Iglesia de Roma. Fue demolido en aquella ocasión el porche del acceso para dejar sólo un atrio despejado, además de retirarse un Coro medieval que se había agregado al edificio y algunos pilares para ser reemplazados por columnas más sólidas.
De estas obras también surgieron rasgos barrocos que acompañan su arquitectura y decoración. Por grabados antiguos se puede ver que su fachada tenía básicamente la misma forma del actual, con tres nichos con estatuas en su interior: dos a los costados de la entrada con pórtico y una arriba.
Una curiosidad comentada por Esteban Tollinchi en nota a pie de página de "Las metamorfosis de Roma: espacios, figuras y símbolos" es que, durante las mismas labores de remodelación, los trabajadores encontraron restos de un gran grupo escultórico Laocoonte más grande incluso que el resguardado en los Museos del Vaticano, pero al no haber dineros disponibles para su recuperación ni para los trabajos extras que tendrían que hacer los obreros, volvió a ser sepultado por ellos bajo el suelo del templo. Jamás se ha intentado rescatarlo.
De estos tiempos paleocristianos, cuando se transformó en templo al edificio original, se conservan en la iglesia varios elementos como su diseño con pórtico y atrio, a pesar de las intervenciones. Lo que alguna vez fuera su nave izquierda mantiene también algunos de los elementos más antiguos del edificio original, como los pisos de mosaicos y rocas con inscripciones o frisos, además de fragmentos separados empotrados en las paredes, de una gran estela que decía cuando estaba unida:
"SALVO SIRICIO EPISCOPO ECLESIAE SANCTAE ET ILICIO LEOPARDO ET MAXIMO PRES"
El mensaje de la inscripción se refiere a la construcción de la Iglesia de Santa Pudenziana sobre antiguas termas o baños, como hemos visto, por los sacerdotes Ilicius, Leopardus y Maximus, en los tiempos de Siricio.
Una popular leyenda dice que en el pasillo de este lado de la Capilla de San Pedro, en el llamado Pozo Sagrado, están escondidas las reliquias de 3.000 de los primeros mártires del cristianismo, varias de ellas guardadas por Pudenziana y Prassede bajo un cuadrado de pórfidos de losa señalado en el suelo. Las hermanas incluso habrían vertido la sangre de estos mártires al interior del pozo.
El estupendo campanario de la iglesia, de cinco órdenes y vanos de arcos con columnas, fue levantado en el siglo XIII con estilo románico. La sacristía, en tanto, sería construida entre 1620 y 1625. Posteriormente, en 1870, el Cardenal Lucien-Louis-Joseph-Napoleón Bonaparte, sobrino de Napoleón Bonaparte y sepultado después bajo el campanario, ordenó una nueva remodelación que daría origen al aspecto de la fachada del templo modificando la que había hecho Volterra, esta vez con obras encargadas a Antonio Manno. Así resultó la actual fachada con acceso frontal, sobre cuyas puertas se lee la siguiente inscripción:
"AD REQUIEM VITAE CUPIS O TU QUO QUE VENIRE EN PETET INGRESSUS FUERIS SI RITE REVERSUS. AD VOCAT IPSE QUIDEM VIA DUX ET IANITOR IDEM GAUDIA PROMITTENS ET CRIMINA QUAEQUE REMITTENS"
("A quien venir a descansar la vida desea aquí está abierta la entrada si como exige el rito regresa. Llama a Él que es el camino guía y mismo guardián, promete alegrías y remitir todo crimen")
Elemento notable de este acceso es el frontón de dos columnas en estriado espiral que eran parte original del edificio y un artístico arquitrabe con friso que perteneció a un portal anterior del siglo XI, donde se ven medallones escultóricos con representaciones de Pastore (San Pastor), Pudenziana, el Cordero de Dios (Agnus Dei) al centro, Práxedes y su padre Pudente. En el frontón, encima de la fachada, está la representación pictórica y simétrica de Cristo entre dos arcángeles y dos querubines, uno de los cuales ya desapareció por envejecimiento de la obra y su soporte.
El edificio volvió a ser restaurado en la década del cuarenta, ocasión en la que se volvió a establecer un vínculo entre algunas partes del mismo y las que habrían pertenecido a las mencionadas Termas de Novato, abriendo más discusiones sobre su verdadera antigüedad. Vimos que se propuso que la iglesia había surgido de la adaptación de estos baños termales para convertirlos en el primero de los templos a fines del siglo IV o antes, pero otras teorías más nuevas se oponen a esta suposición, alegando que en los estratos inferiores no se ha encontrado nada que haga presumir de tal uso, como piscinas, acueductos, estanques o instrumentos propios de una terma.
Interior, mirando hacia el altar.
Interior, mirando hacia el acceso.
Pinturas de la cúpula y gran mosaico absidial.
El Altar y las pinturas de los santos tras el mismo, con el mosaico encima.
EL GRAN MOSAICO DEL ÁBSIDE
Empero, desde sus tiempos de orígenes desataca especialmente en el templo el enorme mosaico de la concavidad interior del ábside, atrás del altar. Suele ser fechado hacia el año 390 también en el pontificado de Siriaco, aunque otros piensan que pudo haber sido hecho en el de Inocencio I, entre los años 401-417, como opina Juan Plazaola en "Arte e Iglesia: veinte siglos de arquitectura y pintura cristiana". Para muchos constituye también la pieza artística más valiosa de todo el edificio y quizás la más vieja obra de mosaico absidial en toda Roma, después de los mosaicos de Santa Constanza en el Mausoleo de Constantino, del año 360.
Considerado como parte de los inicios del arte bizantino, el historiador alemán del siglo XIX, Ferdinand Gregorovius, lo definió como el mosaico más bello de toda Roma. En él se observa la imagen central de Jesucristo sentado en el trono y con una hoja escrita donde se lee:
"DOMINUS CONSERVATOR ECCLESIAE PUDENTIANAE"
("Dios es el conservador de la Iglesia Pudenciana")
La referencia de esta inscripción estaría relacionada con el título "Señor Guardián de la Iglesia Pudenziana", que al parecer ya existía antes de 410 a 417, período en que muchos consideran tuvo lugar realmente la construcción del mosaico absidial. Sin embargo, se lo asocia también a una proclama celebrando la salvación del templo durante el saqueo de Roma por las huestes de Alarico, en el papado de Inocencio I y también a inicios del siglo V.
Por estos detalles y por el énfasis que se ha colocado en la imagen como única dotada de aureola y muy elevada sobre los demás presentes, sentada en su trono de oro (de Constantino), el investigador Fredric W. Schlatter propuso en un artículo titulado "El texto en el mosaico de Santa Pudenziana", publicado en la gaceta "Vigiliae Christianae" de junio de 1989, que en realidad podría tratarse de una representación de Dios y no exactamente de Jesús. La figura aparece rodeada por los apóstoles vestidos de togas senatoriales, además, en lo que parece ser un jardín o patio, acompañados de una imagen de Pudenziana a la derecha y Prassede a la izquierda, coronando a Pedro y a Pablo, aunque otras interpretaciones suponen que se trataría de alegorías de la Iglesia Cristiana y la Sinagoga Judía, respectivamente.
Se cree también que el paisaje urbano que se ve en el mosaico, atrás de los representados, muestra a las iglesias construidas por Constantino en Jerusalén, según la "Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana" de 1921. Destaca particularmente la imagen de la cruz dorada sobre su cabeza y cubierta con gemas, alusiva a la que Teodosio II había ordenado colocar en el lugar del Calvario (Gólgota), en el 416, acompañada de los cuatro seres vivos del Apocalipsis y de emblemas de los evangelistas: el ángel (Mateo), el buey (Lucas), el león (Marcos) y el águila (Juan), que podría ser el tetramorfo más antiguo que existe.
Lamentablemente, parte del mosaico absidial fue removido durante estas intervenciones de Volterra, aunque se lo restauró para devolverle su belleza pero dejando detalles importantes como la desaparición de dos apóstoles (sólo se ven diez en la actual escena, contando también a San Pablo) y de una representación del Agnus Dei que ya no se observa, pero que sí aparecía en dibujos del mismo siglo XVI en que fue restaurado. Y como algunas piezas del mosaico por el lado derecho debieron ser reparados con el tiempo, se observan más claros que el resto de la composición.
Tanto la historia del extraordinario mosaico como la de sus restauraciones e intervenciones, están registradas en un trabajo de Vitaliano Tiberia titulado "Il mosaico di Santa Pudenziana a Roma: il restauro", referido a la último trabajo de este tipo que se le hizo y que él dirigió.
Monumento funerario del Cardenal Czaki.
Pasillo y pórtico de acceso a la Capilla Caetani.
Interior de la Capilla Caetani, durante la realización de una ceremonia.
OTRAS OBRAS DE ARTE EN LA IGLESIA
Volterra también agregó la cúpula del edificio durante su remodelación, decorada con frescos de 1588 de Pomarancio mostrando a los "Ángeles y Santos ante Cristo", con el rostro del Mesías al centro y rodeado por cuatro concentraciones de figuras: una de San Bernardo, San Pío y San Pastor; otra de San Pablo, San Pedro y San Pudente; otra de San Timoteo y San Novato; y, finalmente, la de Santa Prassede y Santa Pudenziana. Cuatro arcángeles pintados sostienen el diseño, cada uno ocupando una pechina de la cúpula. Otras obras de 1803, pertenecientes a Bernardino Nocchi, se encuentran detrás del altar: "San Timoteo", "La Gloria de Santa Pudenziana" y "San Novato", separadas por las columnas de orden jónico que allí se observan.
El arte ornamental y religioso reluce también en las capillas. En la ubicada a la izquierda del altar, dedicada a San Pedro y antes llamada Capilla de San Pastor, se resguarda parte de la supuesta mesa usada como tabernáculo para la primera eucaristía de pan y vino celebrada allí cuando era la casa de San Pudente (por San Pedro según unas versiones, y por San Pastor según otras). La otra parte de este mueble está en el Altar Papal del Palacio de Laterano. En esta capilla se ve la obra "Cristo entrega las llaves del cielo a San Pedro" de Giacomo della Porta, hecha hacia 1594-1596. Acompañan la antiquísima habitación frescos de Giovanni Baglione en la bóveda, aunque se encuentran poco visibles por su mal estado. Se halla cerca del mismo  ala sepultura de Horacio Caetani, el quinto duque de Sermoneta, que data de fines del siglo XVI.
La Capilla del Crucifijo, por su parte, guarda la hermosa cruz de bronce que figura como obra de Achille Tamburini, que firmaba como Tamburlini, además de una copia del cuadro "Ángel Custodio" de Antiveduto Grammatica. La Capilla de la Virgen de la Misericordia, por su parte, contiene un hermoso altar del siglo XVI con los cuadros "Nacimiento de la Virgen María" y "Nacimiento de Jesús", del artista barroco Lazzaro Baldi, hechos hacia 1690, acompañados de placas de agradecimiento para don Bartolomeo Ansidei que financió estas obras. Lunetas de estas mismas capillas muestran otras obras de Baldi: "El Profeta Jeremías" y "La Sibila Eritrea", además de la  "Madonna Annunciata" en el pilar izquierdo y el "Angelo Annunciante" en el derecho.
En la Capilla de San Benedetto o San Benito, en tanto, están los cuadros "Visione di San Benedetto" y "Estasi di Santa Caterina da Siena" de Cippitelli Michele, del 1700 aproximadamente, sobre un magnífico altar de cuyo anónimo autor sólo se sabe que era de Piamonte; también hay un retrato de San Bernard de Clairvaux, Doctor de la Iglesia y fundador de la orden de los monjes cistercienses, mientras que en el piso puede admirarse la lápida de 1802 de la familia Volpato. En la Capilla de San Pudente, al fondo de este lado del templo, están las pinturas de Avanzino Nucci, aunque con algunos daños, acompañando la cripta del Cardenal Alberto di Jorio, titular de Santa Pudenziana entre 1967 y 1979, donde se observa un mosaico de "La Piedad".
La elegante gran Capilla de la Familia Caetani (de la que era miembro el Papa Bonifacio VIII) formó parte de las obras de Volterra pero fue completada por Carlo Maderno en 1601. Se encuentra como un espacio habilitado al costado izquierdo con una entrada monumental de cuatro columnas y frontón que se observa trizado al medio, con el escudo de la familia adornado por listones y cuelgas de frutas entre dos ángeles, obra del artista Giovanni Antonio Paracca. Interiormente, la capilla alberga un relieve de Pier Paolo Olivieri con la "Adoración de los Reyes Magos", sobre el altar, de 1599, además de las imágenes en el techo de los cuatro evangelistas acompañados por ángeles y la paloma del Espíritu Santo, obras de 1621 hechas por Giovanni Paolo Rossetti en base a diseños de Federico Zuccari. Ambos autores hicieron el mosaico interior de "Santa Pudenziana y Santa Prassede recogiendo la sangre de los mártires", hacia el 1621. Tiene otros mosaicos en el piso y ornamentos de lumachella (ammolite); y representando a los puntos cardinales en las esquinas de la capilla, están cuatro obras de escultura de 1650 conocidas como Las Virtudes, correspondientes a "La Prudencia" de Claude Adam, "La Fortaleza" de Gian Antonio Mari, "La Justicia" de Vicenzo Felici y "La Templanza" Carlo Malavista. Los monumentos funerarios del Cardenal Enrico Caetani y del Duque Filippo Caetani son obras de Camillo Mariani en 1599 y 1614, respectivamente. Detalle interesante de esta capilla es que en su escalinata inferior derecha hay una marca extraña que, según la tradición, fue un milagro eucarístico sucedido en 1610, cuando la hostia de un sacerdote que era íntimamente atormentado por las dudas de la presencia de Jesús en el acto del santo sacramento y la Transubstanciación, cayó de su mano dejando una mancha de sangre en el suelo, despejando sus interrogantes.
Otras obras que pueden verse en el templo son "El Bautismo de San Pudente", de Nucci en el siglo XVI, ubicada junto a la entrada; a la izquierda, "Santas Pudenziana y Prassede enterrando los mártires" que se cree obra de Antonio Tanari; las obras de una sala contigua, a la derecha, llamada Salón de San Agostino, donde destaca una pintura de San Agustín del siglo XVII y otra de la Asunción de la Virgen, de Ludovico Gimignani, hecha hacia 1670 aproximadamente. En las obras conmemorativas, destaca la cripta del misionero polaco y titular de Santa Pudenziana, el Cardenal Vladimir Czaki (1834-1888), con una representación del fallecido sobre el catafalco hecha el mismo año de su muerte, por el escultor Pío Welonski. A su lado está otro cuadro con "El Bautismo de San Pudente" pero de Betti Biagio, hecho hacia el 1600 y en la sacristía encontramos los cuadros "Conversione di San Guglielmo d’Aquitania" de 1625, que se supone obra de Domenichino, y la "Assunzione della Madonna" de Ludovico Gimignani, fechada en 1650.
Casi 20 siglos de historia, arte religioso y devoción cristiana fundidos en una sola y extraordinaria iglesia romana.
Capilla de la Cruz de Bronce.
Restos de inscripciones paleocristianas, junto a la Capilla de San Pedro.
Pasillos con pavimento de mosaico, a la izquierda del templo.

HISTORIAS, ERRORES Y TERRORES DEL CÉNTRICO Y LEGENDARIO PORTAL FERNÁNDEZ CONCHA

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Imagen de la Plaza de Armas desde la torre del Palacio de la Real Audiencia, con todo el frente del Portal Fernández Concha a la vista, hacia el cambio de siglo.
Coordenadas: 33°26'19.11"S 70°39'1.32"W
Ya he comentado -en una entrada del mes pasado- la historia del Portal de Sierra Bella, la antigua residencia y centro comercial del Tesorero Pedro de Torres y Saá, que desde tiempos coloniales se encontraba en el costado Sur de la Plaza de Armas y cuya época termina con un incendio del 1° de mayo de 1869 que significó su demolición y la construcción del Portal Fernández Concha, del que ahora nos ocuparemos.
Hay muchas equivocaciones rotundas rondando como información histórica sobre este edificio del actual portal, las que con modestia pretendo despejar en parte, ahora, especialmente en asuntos de fechas y nombres involucrados.
Como preámbulo, cabe recordar que hacia 1850, aproximadamente, el inmueble del portal colonial (anterior al actual) había pasado a manos de doña Carmen Vásquez de Acuña y Messía, X Marquesa de San Miguel de Hijar y VI Condesa de Sierrabella, como única heredera de la familia originalmente dueña. Ella era la esposa del acaudalado y aristócrata señor Manuel de Santiago Concha, y ambos administraban la casa cuando, en 1869, el señalado incendio destruyó casi completamente el lugar permitiendo que un nuevo proyecto inmobiliario fuera realizado en el mismo sitio de la céntrica manzana. Así nacerá el Portal Fernández Concha, y no de otra forma.
La dirección del portal es calle Compañía 960 y, a diferencia del Portal Bulnes al costado oriente de la Plaza de Armas, este edificio es propiedad privada. Protegido por la declaratoria de Zona Típica para la Plaza de Armas y el Congreso Nacional de Santiago, por Decreto Supremo N° 1.551 del 3 de diciembre de 1986, además de ser categorizado como Inmueble de Conservación Histórica, el Portal Fernández Concha hace tiempo me viene penando con la necesidad de publicarle una entrada de texto e imágenes, que será precisamente ésta.
Flamante Portal Fernández Concha en 1872, en imagen publicada por Tornero.
Imagen de la Plaza de Armas con el Portal Fernández Concha a la derecha, hacia el cambio de siglo. Al centro, atrás, se distingue el Edificio Comercial Edwards (esquina de Estado con Merced) y a la izquierda se observa en Portal Mac Clure con la Galería San Carlos a su espalda, donde hoy está el Portal Bulnes y el Pasaje Phillips.
PRIMER ASPECTO DEL PORTAL FERNÁNDEZ CONCHA
Las propiedad en ruinas del Portal de Sierra Bella fue adquirida por los hermanos Domingo y Pedro Fernández Concha, miembros de la misma familia de don Manuel Santiago Concha y abuelos del poeta Vicente Huidobro. Eran dueños de la Viña Santa Rita y tenían relaciones con actividades bancarias, además. Don Pedro también era casado con doña Carmen de Santiago Concha, su prima y última de las Condesas de Sierra Bella, además de heredera con sus hermanos de la propiedad destruida.
Ambos hermanos Fernández Concha, entonces, se asociaron y trazaron un gran proyecto de reconstrucción para el lugar; y así hicieron levantar sobre la planta del inutilizado Portal de Sierra Bella a la que sería la primera versión del Portal Fernández Concha, retratado en muchas ilustraciones y fotografías de aquel período histórico. Don Domingo encargó las obras al arquitecto inglés W. Hovender Hendry hacia agosto de 1869, las que se ejecutaron entre 1870 y 1871, aunque da la impresión de que algunos trabajos de terminaciones se extendieron hasta el año siguiente. Varias fuentes señalan, sin embargo, que quien había iniciado los trabajos fue el francés Lucien A. Henault, quizás por su relación con la construcción del Pasaje Matte al interior del portal y de la misma cuadra donde se encuentra.
El enorme y palaciego edificio de cuatro pisos era un verdadero homenaje monumental a la influencia neoclásica anglo-francesa en la que estaba cayendo poseída la arquitectura chilena hacia esos años y hasta después del Primer Centenario. Su enormidad coronada por falsas mansardas del cuarto nivel y sus tres torres-desvanes (una central y dos laterales) fue por muchos años la forma que contorneó y caracterizó a la Plaza de Armas de Santiago por este costado. El gran frontón central lucía columnas y estatuas en las cornisas, además de mostrar balaustras por todos sus costados visibles. En los bloques laterales el segundo piso ofrecía a la admiración terrazas con sus propias columnas y conjuntos heráldicos en lo alto, acompañados por figuras aladas. Debió haberse tratado, sin duda, de uno de los edificios más elegantes, altos y espectaculares de su época en Chile.
Su enorme zócalo de arcadas, en tanto, recordaba en parte al antiguo portal colonial y también fue concebido como centro comercial. Había allí restaurantes, casas de ventas, jugueterías y otros negocios como la "Casa Británica" de la H. Sutherland & Cía., que hacía sus liquidaciones y ofertones. Otros locales eran sedes bancarias, perfumerías, sastrerías y algunas de las primeras boîtes que se recuerdan en Santiago. En el edificio había también salones de billar como la "Sala Puga", tiendas de juguetes como "La Casa Senda" y la sofisticada "Peluquería Parisina".
Por el mismo año de la construcción del Portal Fernández Concha, además, don Domingo Matte hizo abrir la remodelada ex Galería Comercial Bulnes que se hallaba a su espalda dentro de la cuadra. Como dijimos, se habían encargado estas obras a Henault, rebautizándose el complejo como Pasaje Matte, cuyas entradas principales a las galerías quedarían, precisamente, en los bajos del nuevo portal, estableciéndose así esa interconexión entre ambos recintos que se mantiene hasta hoy y que domina el tránsito entre toda la manzana.
Curiosamente, sin embargo, y como si la sociedad chilena resistiese a la idea de que el viejo edificio colonial anterior había desaparecido irremediablemente, el nuevo siguió siendo llamado informalmente, por un tiempo más, como el Portal Sierra Bella, hasta que logró imponerse su nombre con los apellidos de sus fundadores que era el oficial. Esto, sumado a una posterior remodelación del Portal Fernández Concha que le dio su aspecto actual, ha creando grandes confusiones sobre el año al que pertenece el edificio y sobre quiénes fueron sus arquitectos, como puede verificarse buscando en internet información sobre el mismo y como seguiremos viendo acá.
En sus segundo y tercer pisos funcionó por largo tiempo un secuencia de célebres centros hoteleros. El primero de ellos fue el Hotel Santiago, a partir de 1871, que poco después era elogiado por Recaredo Santos Tornero en su "Chile Ilustrado", comparándolo con el Hotel Louvre de París. Había nacido de un proyecto de una junta de accionistas del año anterior. Recuerda Hernán Eyzaguirre Lyon en "Sabor y saber de la cocina chilena", que su reputadísimo restaurante estaba a cargo del chef francés Alexandre d'Huique, "que usaba bigotes a la imperial, como en el Segundo Imperio". Este maestro cocinero "clarificaba las sopas con cáscaras de huevos y servía el consommé aut profiteroles", siendo sus especialidades el supréme de volailles y el pudding Nesselrode. Demás estaría detallar que importantes personalidades de la época, nacionales e internacionales, pasaron por esos comedores.
El establecimiento que relevó al Hotel Santiago fue el Hotel Inglés, hacia 1880, que según Oreste Plath en "El Santiago que se fue" ocupaba también el segundo piso y fue el primero en Chile con la característica de haber tenido luz eléctrica para todas sus habitaciones en 1884, curiosamente justo en la esquina vecina a aquella donde la Compañía Chilena de Electricidad instaló después su Palacio de la Luz. Conservaba del anterior Hotel Santiago la misma elegancia nunca antes vista en Chile, con el ostentoso mobiliario europeo. Su dueño era un inmigrante británico llamado M. Therrier, y su administrador un francés de apellido Chéyre, que después sería propietario del establecimiento.
Entre los huéspedes más ilustres de los hoteles estuvo el Duque de Madrid Carlos María de Borbón, aspirante al trono, el estadista peruano Nicolás de Piérola viviendo el amargor del exilio poco antes de la Guerra del Pacífico, y después el ex dictador ecuatoriano Ignacio de Veintemilla, también escapando de turbulencias políticas en su contra. La información de que Sarmiento también habría vivido acá durante su exilio en Chile, en cambio, es otro error que abordaremos más abajo.
Durante el tiempo que funcionó este servicio hotelero en el suntuoso portal, cambió dos o tres veces más su identidad: primero, se transformó en el Hotel de Francia, en 1900; y en 1919, en el Hotel Plaza, que después subdividió el espacio para el Hotel Milán que ocuparía la esquina de Estado. Cerraron sus puertas en 1928, cuando el edificio entró a pabellón de remodelaciones para la que sería su segunda y actual etapa de vida.
Publicidad de la "Casa Británica" del Portal Fernández Concha, año 1915.
Avisos de la sombrerería "Brooks", 1947 y 1948, respectivamente.
Vista del Portal Fernández Concha y la Plaza de Armas hacia el 1910, cuando funcionaba en él el Gran Hotel de Francia. A la derecha del encuadre, puede verse el Palacio Arzobispal.
La misma fachada en el siguiente período, con el Plaza Hotel.
REMODELACIÓN Y ASPECTO ACTUAL
Tras años de envejecimiento y deterioros, una radical remodelación del Portal Fernández Concha planificada y ejecutada entre 1927 y 1933, se hizo bajo el diseño de los arquitectos Josué Smith Solar y su hijo José Smith Miller, con participación de Jorge Arteaga en los planos, según algunas fuentes como René León Echaíz en "Historia de Santiago" y el artículo "Edificio La Chilena Consolidada" de "El Mercurio" del 17 de junio de 2000.
Aprovecho de enfatizar esta información para tratar de despejar ese error tremendo y casi bochornoso que ronda majaderamente por una enormidad de textos, videos, artículos y sitios webs, asegurando que el edificio actual fue creado como Portal de Sierra Bella en 1871 y por el talento del señor Smith Solar e hijo, mezclando equivocadamente datos de las dos inauguraciones del Portal Fernández Concha. Ya dijimos que el Portal de Sierra Bella era el anterior, de tiempos coloniales, y que sólo legó su nombre como mote informal en el nuevo Portal Fernández Concha, por un tiempo. Además, en el señalado año de 1871 el señor Smith Solar tenía tiernos 3 ó 4 años de vida; por consiguiente, es claro que él y su hijo son autores de esta versión del portal presentada en los años treinta, no de la anterior que ya vimos era obra de Henault y de Hovender-Hendry.
Estilísticamente, el Portal Fernández Concha -en esta segunda versión- es un edificio más alto que el anterior, de aspecto transicional entre los elementos del neoclásico y el modernismo, pues ofrece detalles de sugerencia art decó especialmente visibles en su frontón central (como las figuras decorativas y las cuatro copas de abundancia), aunque ciertas opiniones prefieren la comodidad de definirlo en un estilo en particular, idea que no compartimos. También hay frontones con ménsulas en las cornisas entre el quinto y sexto nivel, con cierto aspecto parecido al que repiten los portales neocoloniales. Balaustras y columnas quedaron concentradas principalmente en el bloque central del frontispicio, además de la primera línea de balcones del segundo piso y arriba en el borde de azotea, mientras que el resto de los vanos cuentan con enrejados de forja. Al portal, además, se le agregaron dos pisos más, sexto y séptimo (contando el entrepiso del zócalo), en los que se distribuyeron pequeños departamentos residenciales; un octavo nivel lo constituyen hoy los altillos, también con habitaciones y la cámara de maquinarias de sus viejos ascensores.
Pocos saben o recuerdan hoy que la escultura de la Virgen María que decora lo alto del simétrico Portal Fernández Concha desde esta última remodelación, justo al centro del séptimo piso y de frente a la plaza, es una obra del escultor nacional Domingo García-Huidobro, curioso y un tanto misterioso artista chileno con mucha influencia mística y espiritual en su obra, relacionado con la misma familia de quienes hicieron levantar el edificio. Era hermano del poeta Vicente Huidobro, por cierto, aunque mucho menos dado a la exposición pública y a la ideología que éste. La figura es simple pero de aire enigmático propio de sus trabajos escultóricos, vestida sólo con una túnica y un manto en una posición de manos abiertas que también intriga. Las leyendas sobre la razón de esta imagen esculpida sobre un bloque de concreto -fuera del conservadurismo católico de los Fernández Concha- navegan entre interpretaciones cardinales sobre su posición señalando el Norte hasta un recuerdo del paso de la Orden de las Clarisas por la Plaza de Armas, en la esquina donde legaron su nombre de Calle de las Monjitas.
La nueva presentación del edificio conservó el modelo de arcadas para el zócalo. Todo ese primer piso con doble nivel mantiene el rasgo de pasaje comercial, hoy dominado especialmente por la oferta culinaria popular y con una integración directa con el Pasaje Matte, que lo convierte en un paseo. Aquí había comenzado hacia los años veinte su odisea por las cocinas chilenas el "completo", de hecho, la versión chilena del hot dog presentada en sociedad por el "Quick Lunch Bahamondes" del Pasaje Fernández Concha, hoy llamado "El Portal". También destacaba la pastelería francesa "El Casino del Portal", fundada por el francés Henry Pinaud y siendo posiblemente la que introdujo en Chile tortas y tartas como las Saint Honoré, pasando por sus salas y mesas hasta algunos Presidentes de la República, como Carlos Ibáñez del Campo, Pedro Aguirre Cerda o Juan Antonio Ríos, antes de cerrar en 1965.
El Presidente Arturo Alessandri, por su parte, asistió a la inauguración del local "Embassy" hacia 1933, boliche seguido más tarde por el "Da Osvaldo". Su más famoso centro culinario, sin embargo, fue el célebre y recordado "Chez Henry", local de innumerables memorias y celebraciones, fundado en 1925 por Henry Boutegourd y que cerró sus puertas cerca del año 2000, en uno de los episodios más tristes que se hayan vivido dentro de la historia comercial del portal. Sobrevivieron a esa generación de bohemios establecimientos el "Ravera" y "El Nuria". En los altos funcionó también el "Huelén", un café con música en vivo que era atracción de artistas y escritores.
No sólo la cocinería reinaría acá. Estaba en los bajos, también, la casa "Brooks" con sus variedades de sombreros en los años cuarenta, década de gran importancia en la actividad del portal y sus atracciones. Y en ese período, además, específicamente en 1943, la ciudad argentina de Córdoba instaló una placa conmemorativa junto al acceso por calle Ahumada, recordando la estadía de Domingo Faustino Sarmiento en este lugar cuando aún era el Portal de Sierra Bella. La placa estaba acompañada de otra que recordaba el inicio aquí de la Escuela Normal de Preceptores en 1842. Lamentablemente, esta última placa ha desaparecido; y también de manera infeliz, la mala interpretación de las mismas ha gestado otra confusión muy frecuente y repetida en textos y reseñas sobre el actual edificio: que Sarmiento y la Escuela Normal de la que fuera su primer director, habrían alojado en el Portal Fernández Concha, específicamente en el Hotel Santiago o el Hotel Inglés para el caso del mandatario argentino autor de "Facundo", viviendo su exilio. Puede que Sarmiento haya pasado por el Portal Fernández Concha en tiempos cercanos a su elección presidencial, cuando estuvo en misiones diplomáticas en Chile, pero éste es un período muy posterior al de su exilio en el país. En consecuencia, durante ese período específico como refugiado en Chile vivió el Portal de Sierra Bella, no en el Fernández Concha que ni siquiera existía aún.
Hasta más o menos los años cincuenta, el portal fue escenario de importantes encuentros sociales, fiestas y bailables. Residentes ilustres del mismo fueron el pionero de la aviación nacional Eulogio Sánchez. En el sector de entrepisos o segundo nivel se instalaron también algunas casas comerciales y sedes de compañías varias. Una de ellas fue la Radio del Pacífico, fundada en 1938 como una continuación de la Radio Chilena Consolidada, y Raúl Tarud Siwady recuerda en "Historia de una vida" que, en sus elencos de voces, se encontraban célebres figuras de las comunicaciones y de la actuación como la entonces "Miss Radio" Estér Soré, Anita González y Eduardo de Calixto, entre otros, además de ser cuna de célebres radioteatros como "La Familia Chilena", del propio Calixto interpretando a Don Celedonio, posteriormente convertido en "Hogar dulce hogar". Este paso radial fue parte de los inicios del personaje de La Desideria, la pícara y respondona empleada doméstica interpretada por Anita González hasta el final de su carrera artística.
Hoy, el portal no está en uno de sus mejores momentos, sin duda, y todos esos tintes románticos que lo identificaron en el pasado y que hemos ido revisando, se han difuminado en el tiempo, haciéndose invisibles: al deterioro y la opacidad del lugar, se suma la desvalorización de sus departamentos, habitados por ancianos, grupos de inmigrantes o familias numerosas, una que otra oficina, consulta dental o miniclínica de podología. Ya en los años sesenta hubo problemas judiciales por personas que estaban establecidas en el quinto piso violando el uso hotelero del arriendo que se había dado al espacio; pero hoy los líos resultan menos inocentes: son corrientes las denuncias sobre negocios ilícitos, prostitución de extranjeras y venta de sustancias ilícitas, males que alguna vez han sido confirmados por reportajes noticiosos.
No obstante, aún queda espacio para la atracción y comodidad del turista en el Portal Fernández Concha, con la presencia del Hostal Plaza de Armas en sus altos (sexto piso), el uso de sus vitrinas en los bajos hacia el lado de la plaza para exposiciones de fotográficas y, por supuesto, sus concurridos centros de comida rápida y comida típica en ese mismo primer piso, donde abundan los "completos", los "as", las empanadas, las itálicas pizzas, los bifes a lo pobre, pollos a las brasas o asados, papas fritas, paltas en todos sus vestidos de gala (reina, York, cardenal, etc.) y las versiones nacionales de las chorrillanas.
Habría en marcha un plan para la recuperación del edificio, por cierto, buscando ser coordinado desde la Municipalidad de Santiago con los actuales propietarios del portal, del Grupo Matte, a través de una de sus filiales de Bice Corp.
Portal Fernández Concha remodelado, c. 1940 (Fuente: Flickr SantiagoNostalgico).
Vista actual del edificio, desde el sector de la Catedral Metropolitana.
Vista de la fachada, con sus decoraciones, pilastras y la escultura de la Virgen.
UN PORTAL DE MISTERIOS Y FANTASMAS
Una característica del Portal Fernández Concha que ha ido siendo redescubierta (¿0 inventada?) en tiempos recientes, es la cantidad de situaciones misteriosas y aterradoras que se aseguran ocurridas en sus habitaciones, redes pasillos y escaleras: pasos, quejidos, visiones de duendes, muertes inexplicables y hasta salivazos de fantasmas se han contado como hechos insólitos ocurridos en el edificio. Desconozco si tendrán que ver estas historias con la existencia de una especie de animita o altarcillo de la Virgen de Lourdes en el séptimo piso, cerca de la sala donde está la boca de las escaleras. Muchos residentes, además, declaran sucesos parecidos a los de otros casos de edificios "embrujados": juran escuchar algo como bolas de vidrio o metal rebotando y rodando sobre el techo de su departamento, extraño fenómeno en el que siempre el vecino del piso de arriba niega tener participación o conocimiento siquiera. Varios otros supuestos casos de apariciones y hechos insólitos fueron comentados en el artículo "Fantasmas acechan a vecinos del Portal Fernández Concha" de Sergio Mardones, en el diario "Las Últimas Noticias" del 23 de enero de 2002.
Se sabe que en los sótanos existen unos niveles que las leyendas urbanas atribuían galerías coloniales secretas. Roberto Merino los describe en "Todo Santiago: Crónicas de la ciudad", como "un subterráneo doble y un pozo de ochenta metros que abastece de agua propia a los departamentos". La hablilla indicaba pretendidos accesos desde estos espacios a otros pasadizos coloniales, por puertas secretas del subsuelo, escenarios de varias historias macabras más sobre aparecidos y hechos sobrenaturales, incluso de extrañas y aterradoras criaturillas que habitarían los pozos. Hay testimonios de niños invisibles jugando y saltando entre risas hasta altas horas de la noche y provocando reclamos. Lo vivió en carne propia el flautista Pablo Ramírez, a quien se le había facilitado una pieza en el señalado subterráneo para que practicara, gracias a un favor de su profesor, el fallecido músico Alberto Harms. La habitación era vecina a la del plomero de la comunidad residencial, por lo que el flautista creyó que eran hijos del trabajador los que hacían alboroto. Para su sorpresa, cuando le contó a éste del asunto, él le respondió que eran fantasmas que también se le aparecían todo el tiempo. Al espectro del cuarto terminó apodándolo Lalo e intentó expulsarlo con un rito parecido a un exorcismo asistido por expertos, pero no tuvo éxito, según se informa en el recorte de prensa al que ya aludimos.
Cabe indicar que varios otros artistas han vivido en este edificio, como el actor Daniel Muñoz, el fallecido comediante Guillermo Bruce y la soprano Gabriela Lehmann tras volver a Chile luego de su trágico episodio de perturbación mental en Berlín, que acabó con el asesinato de su casera en 1995. Es sabido que la gente de las artes escénicas suele propagar mitos y supersticiones muy creídas en su ambiente, como aprensiones a nombrar ciertos animales, a ejecutar determinados protocolos de saludo o de deseo de buena suerte, e incluso a obras como "Macbeth". Quizás por ello se contaba entre los residentes que la veterana actriz argentino-chilena Marés González (María Inés González Castro), cuyo último papel televisivo popular fue en la teleserie "Romané" como la madre del sacerdote interpretado por Francisco Reyes, habría dado crédito a una tétrica creencia según la cual quién muere en el portal, dejará su alma atrapada vagando dentro del mismo. Así pues, luego de vivir tiempo ya en el edificio, Marés se cambió de residencia rápidamente al sentir que un cáncer al paladar diagnosticado en el mes de abril de 2008 le arrebataría la vida, temiendo quedar cautiva como ánima dentro del portal, según se interpretó. Falleció en agosto de ese mismo año, poco más de una semana después de mudarse. Algo de esto asoma en el testimonio de la residente Lilian Contreras, en el artículo "Atrapados en una clásica postal santiaguina" del diario "La Tercera" del 11 de diciembre de 2011.
Tal vez guardando relación con la creencia en estas almas "cautivas" del edificio, los residentes comentaban hace unos años también de las frecuentes visitas de un hombre de vestimenta antiguas y con sombrero de copa, que solía pararse frente a las puertas de los departamentos. Cuando los moradores abren la puerta y le preguntan si desea algo, el misterioso personaje sólo asiente con la cabeza sin romper su perturbador silencio. Al cerrar la puerta para abrir el cerrojo sacando la cadena y volviendo a abrirla, el hombre ya ha desaparecido. Hubo un bullado supuesto caso de este tipo, en un departamento del cuarto piso.
Existe otra leyenda del edificio que conocí hace unos años gracias a ciertos guías turísticos, mientras elaboraba en terreno un tour patrimonial sobre el portal para una agencia santiaguina. Es un caso que también veo rescatado en un artículo "La dimensión desconocida de Santiago" del periódico universitario "Ctrl+Z" de octubre de 2008, escrito por Katherine Gallardo. Dice esta historia que una arrendataria peruana que ocupaba el departamento 517 del edificio, era amiga de un joven residente bien vestido y muy cordial, al que por alguna razón apodaban El Gatsby, presumo que tal vez comparando su estilo con el del personaje central del clásico libro y filme "The Great Gatsby". En una ocasión, la muchacha salió de viaje y regresó poco después, encontrándose a la pasada con el sujeto en el edificio. Tras el fugaz reencuentro, fue hasta donde el administrador de la comunidad, don Osvaldo López, y le comentó lo pálido y silencioso que estaba El Gatsby. Sorprendido, el administrador le respondió que el joven había muerto el 25 de diciembre, justo cuando ella estaba de vacaciones, según el mismo señor López lo confirmaba en el mencionado artículo. La muchacha quedó tan impresionada que volvió a su departamento, embaló sus cosas y se mudó casi de inmediato.
También hay comentarios populares de que varios departamentos siempre parecen estar siendo ofrecidos en arriendo, nunca pudiendo concretarse su ocupación por razones que el mismo cuchicheo atribuye a alcances paranormales. De uno en particular, ubicado en el sexto piso y cerca del Hostal Plaza de Armas, se creía que estaba "maldito" casi al estilo de la habitación "1408" del cuento de Stephen King; tanto así que debió ser cerrado y clausurado para evitar más hechos peligrosos u horrores, siendo modificado y ocupado hoy sólo como bodega y almacén.
Por el mismo estilo está la fama de ciertos departamentos ubicados sobre el acceso y la calle Compañía, los que han tenido frecuentes e inquietantes apariciones en la prensa a causa de trágicos y misteriosos acontecimientos sucedidos en ellos, como intentos de suicidios, suicidios consumados y homicidios. Hay una historia que se refiere a un hombre que se quitó la vida en el edificio en la Navidad del año 2000, al parecer sufriendo alguna clase de esquizofrenia o epilepsia, aunque hubo sospechas de sobredosis inducida por sus compañeros de departamento. Como sea que ocurrió su deceso, supuestamente el tipo reaparece asustando a los empleados; otras veces se escucharon sólo sus pasos haciendo eco en los corredores. La historia aparece también en el referido artículo de "Las Últimas Noticias" y comentada por la mencionada Lilian Contreras, por entonces secretaria de la administración del portal. En junio de año 2003, además, falleció en el edificio Germán Moya Faúndez, de 28 años, quien cayó desde el sexto piso a través del hueco que forman las escaleras. Habiéndose señalado al padre del joven como el aparente responsable de su muerte -un residente en Suecia de pasajero regreso por Chile-, los trabajadores del portal comentan que, desde entonces, otro extraño hombre joven se aparece en los pisos superiores como si esperara algo. Al llegar cualquier persona al mismo piso o tratar de entrar en contacto con él, el muchacho desaparece inesperadamente. Un caso de suicidio más reciente e igualmente confuso tuvo lugar el Año Nuevo de 2009 y desde el quinto piso hacia la calle, a las 5 de la mañana, cuando se arrojó al vacío Purísima de las Mercedes Palma Barahona, de 34 años, luego de una fuerte discusión con su pareja que también habría intentado quitarse la vida.
Don Osvaldo admitió en más de una ocasión que, durante sus jornadas diarias, se abrían misteriosamente puertas o bien sentía que tocaban la pared manos fantasmales. En otras ocasiones, le encendían las luces o pasaban a su lado raudamente extrañas presencias, en forma de sombras pequeñas. Desgraciadamente, sin embargo, al irse popularizando estas historias que atraen a curiosos del neofolklore urbano y también a algunos imprudentes, muchos residentes y representantes de la administración comenzaron a negarse a hablar de ellas y a poner trabas a la deambulación de extraños por sus pisos, aludiendo a necesidades de seguridad.
IMÁGENES DEL PORTAL FERNÁNDEZ CONCHA:

LA DICHA DEL "PUENTE DE LOS LAMENTOS" DE LA LIGUA

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Coordenadas: 32°28'41.94"S 71°16'6.12"W
Adoro este modesto sitio... Por muchos sabores y por muchos recuerdos de viajes; y sólo por ser lo que es. Simplemente, adorable.
Voy por la carretera, con el caluroso Santiago del verano quedando cada vez más atrás y me acerco ya al límite de la Región de Valparaíso. Mi destino final está en las márgenes extremas de este país-autopista entre cordillera y mar, pero el rito de cada viaje es siempre el mismo: surtirme de una provisión de los célebres dulces de La Ligua, ofrecidos por las tradicionales palomitas que ya hace muchos años dejaron de ser sólo mujeres, compartiendo el deleitoso oficio de los canastillos y los delantales blancos con los hombres.
Por la Ruta 5, pasada la salida de la Ruta E-35 que conduce hacia La Ligua y su célebre pastelería semi-artesanal y chalecos, hay un complejo comercial que funciona como parada y posada para los viajeros, además de dar un albergue seguro a las palomitas y sus pichones. El lugar ofrece tortillas, pan amasado, abarrotes, algún expendio de alimentos y -por supuesto- los canastos con empolvados, chilenitos, alfajores de biscocho y de hojarasca, cachitos, empanadas de pera, principitos, masas milhojas, almejitas, palitas y todas esas maravillas de dulzura liguana.
Estos establecimientos de la carretera, correspondientes a módulos techados con un largo alero, fueron levantados para los comerciantes sobre lo que hasta más o menos el año 2006 había sido sólo un recinto menor, también largo y con techo funcionando como descanso de viajes. Con el tiempo, la parada ha ido siendo mejorada y ampliada, y casi no hay bus de pasajeros que no pare allí echando arriba a algún comerciante de dulces, que paseará por los pasillos vendiendo sus pasteles cargados al azúcar flor, el manjar blanco y las cubiertas de crujiente merengue.
Los trabajadores aquí tienen un régimen estricto de turnos y respetuosamente ordenado para procurar el beneficio de todos: a quién le toca vender, ponerse junto a la autopista o subir a los buses con sus canastos. Es admirable el nivel de entendimiento y camaradería que han conseguido pensando más en el beneficio colectivo que en las mezquindades inmediatistas.
Desde más o menos el año 2010 o un poco antes, estos comerciantes cuentan también con un pequeño y encantador puente peatonal que reemplazó a la vieja pasarela para aproximarse a la autopista desde el sector de los locales. Tiene ese aire y estilo de muchos puentes de terrenos rurales por casi todo Chile, levantados para sortear arroyos y esteros del paisaje. Su pasarela de durmientes y la sombra generosa de un pino a su costado, ayudan a enaltecer lo pintoresco y acogedor de este sencillo sitio.
Principalmente de madera con refuerzos metálicos y pintado de amarillo, une la calle lateral donde está la parada con la vera de la autopista, pasando por encima de la zanja que escolta a la 5 Norte por todo este tramo y que estaría asociada a aguas de riego que se extraían del Estero Quebradilla. Cada comerciante, siempre de impecable blanco, se coloca en la salida del mismo sacudiendo un paño o un plumero -también blanco- como invitación a los viajeros para detenerse un rato en este sitio.
El curioso paso sobre la zanja ostenta un nombre extraño: "Puente de los Lamentos". Lo dice un pequeño cartel pintado a mano colgando sobre el acceso al módulo del mismo, la parte techada con mallas de nylon y postes de metal formando una especie de garita, allí al borde de la autopista donde buses, camiones y vehículos en general pasan persiguiendo los límites de la velocidad permitida.
El singular nombre, además de aludir sarcásticamente al célebre muro del Templo de Jerusalén, tiene una inspiración bastante jocosa: es una autoburla de los mismos comerciantes con la marcada tendencia de los miembros del rubro a estar reclamando siempre porque consideraron que las ventas fueron magras o bajas, vicio del que aparentemente, tampoco escaparían palomos y palomitas.
Por todos lados vemos esta extraña tendencia del comerciante chileno a priorizar el lamento por sobre la celebración de la utilidad. Es parte de la idiosincrasia nacional y quizás hasta de la propia inclinación comercial en la que soñaba consolidarnos Diego Portales como sociedad civil. Por eso, nunca faltará el fondero reclamando con el ceño anudado contra las pérdidas o las ventas poco felices en plenas Fiestas Patrias, ni el vendedor de juguetes chinos de calle Meiggs convencido ante las cámaras de los noticiarios que sus utilidades no cumplieron sus expectativas navideñas... Per sécula, seculorum.
Bueno: el caso es que los comerciantes de las carreteras junto a La Ligua tienen plena conciencia de esta curiosa inclinación del rubro y de ellos mismos, y por esta razón bautizaron así a su "Puente de los Lamentos", burlándose de todos aquellos que en este justo y preciso punto vivían alegando que no han logrado "vender nada" (aunque la contabilidad y la propia tradición sostenida digan lo contrario) y prefieren "andar llorando", como se lo denomina en la jerga de estos trabajadores.
Es un estupendo ejercicio motivacional y autocrítico, sin duda, logrado sólo con el chiste del nombre y el bautizo para el puente, con este inconfundible nombre.
Encantador y adorable sitio, insisto: como muchos otros que me demuestran por todo un inmenso país de contrastes extremos y diversidades que llegan a ser extravagantes, que la esencia de este Chile y de su gente aún se reconoce en todos sus rincones, para desvelo y angustia de los que ya hayan sido seducidos por la feromona atrofiante de la oferta cultural unificada del laboratorio internacional, siempre alérgica a todo concepto lindante en la identidad popular y propia.

LA REVOLUCIÓN DEL PAN (Revista "Viernes" de "La Segunda, 22 de enero de 2016)

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Reportaje "La revolución del pan" de Daniela Pérez G., publicado en la revista "Viernes" del diario "La Segunda" del viernes 22 de enero de 2016. Hace referencia al estupendo libro de Gabriela Diéguez "Agua, harina, sal y levadura", recientemente publicado y del que también hemos comentado algo ya en este blog (Clic sobre la imagen para ampliarla).
Hace algunos años, el pan comenzó a reivindicarse como producto estrella, convirtiéndose en un fenómeno. Revista Viernes incursionó en los motivos de esta fiebre que ya llegó a Chile, el 2° país que más pan consume en el planeta. La tendencia que hay por devolverle sabor y calidad al pan es una mezcla de rescate por la tradición y la búsqueda de una alimentación más saludable.
A fines de los años 90, en las cocinas de los chefs más destacados de Inglaterra, un ex fotógrafo australiano que había decidido cambiar su vida e iniciar una carrera en la cocina, buscaba convencerlos de la importancia que tenía desarrollar micropanaderías internas, en las cuales la calidad del pan fuera el eje del trabajo y no la presión que vivían las de producción comercial que sólo pensaban en hacer la mayor cantidad, en el menor tiempo posible. El joven se llamaba Dan Lepard –hoy estrella de TV y éxito de ventas mundial con sus libros dedicados a la panadería– e iniciaba así una verdadera revolución en la fabricación de uno de los productos presentes en las mesas de la gente desde hace miles de años y que había perdido tanto su rol protagónico como el toque artístico detrás de su elaboración.
Base de la alimentación en países de todo el mundo, con diferentes ingredientes y versiones, el pan ha sido protagonista de la cocina desde la prehistoria. Como lo relatan Jacob Heinrich y Peter Reinhart en Six thousand years of bread: its holy and unholy story, el pan acompaña a la alimentación de la humanidad desde el 8000 a.C. La introducción del cereal en la dieta humana aparece cuando el hombre primitivo deja de ser nómade para ser sedentario, con la aparición de la agricultura. Probablemente entonces algún tipo primigenio de trigo fue una de sus primeras plantaciones.
Durante la historia el pan ha ido cambiando según los contextos sociales, económicos y gastronómicos de cada época. Un producto simple, pero con una compleja ciencia detrás de su preparación, que ha mantenido como pilares fundamentales los cuatro ingredientes que lo componen. Sin embargo, con la aparición de nueva tecnología, la disminución de una mano de obra experimentada y el empleo de aditivos y químicos para alterar su duración, el producto fue perdiendo su esencia. Una que cientos de panaderos del mundo, amateurs y profesionales como Dan Lepard, buscan rescatar en una cruzada que tiene como consigna volver a las raíces de la producción artesanal.
DE LA TRADICIÓN A LA INDUSTRIALIZACIÓN
El pan en nuestro país también ha sido parte de esa historia de cambios y evoluciones. Amante por excelencia de este producto, Chile ha ocupado durante años los primeros lugares en los índices de consumo mundial: actualmente es el segundo después de Alemania y el primero en Latinoamérica, con cerca de 98 kilos al año per cápita. "Por algo Chile llegó a ser el principal productor mundial de trigo en los años mozos de la Conquista", dice Cristian Salazar, del blog Urbatorivm, en el libro publicado por la diseñadora Gabriela Diéguez, Agua, harina, sal y levadura (2015), en la que rescata el oficio de la tradición panadera en el país.
En el mismo texto, Salazar asegura que, según su investigación, el periodista Aurelio Días Meza ya hablaba de la relevancia del producto en el siglo XIX: "La verdadera primera gran industria de la capital Santiago del Nuevo Extremo, por las necesidades de alimento de la población, era la producción de tortillas de rescoldo. El autor señala que estas tortillas de rescoldo. El autor señala que estas tortillas eran llamadas por entonces 'pan subcinericio', término aún usado en España para la misma clase de tortillas hechas de masa expuesta a cenizas calientes de una fogata ya consumida". Lo mismo reconoce Eugenio Pereira Salas en su libro Apuntes para la historia de la cocina chilena (1977), donde se refiere a la tortilla como el tipo primitivo de pan, incluso antes, en 1600, y lo califica como una "herencia milenaria de la civilización universal".
Sin embargo, fue a fines del siglo XIX y comienzos del XX cuando, con la llegada de los primeros panaderos de origen francés -que introdujeron la emblemática marraqueta- e ingleses, el oficio de panadero comenzó a tomar forma. Este puntapié inicial fue luego impulsado fuertemente por los inmigrantes españoles, quienes le dieron forma al negocio del pan y vida a la tradicional hallulla y levantaron locales que, gracias al bienestar económico y la calidad de vida que les permitía tener, hizo que se traspasaran de generación en generación, como algunos casos aún vigentes: la panadería Lo Saldes, Castaño, El Pueblo y, la más antigua de Santiago, San Camilo, perteneciente a la familia catalana Ferrán, que en el marco de su cumpleaños número 130 está trabajando en un libro que rescatarla. Es una historia bonita, de todos los días, que traspasa generaciones. Además, el libro no sólo aborda la historia cronológica, sino, también les rinde tributo a quienes han estado toda su vida ligados a la panadería", dice Alberto Ferrán, gerente general de San Camilo.
Como un científico en su laboratorio, el maestro panadero se hace cargo de manejar pocos ingredientes, pero conociéndolos a la perfección. Tiene que saber que una buena harina es clave en su elaboración, que el proceso de fermentación necesita de tiempo para alcanzar el punto perfecto y que el trabajo requiere de sacrificio: levantarse de madrugada para poder tener el mejor pan a la hora de apertura de las tiendas. "La tradición panadera se nota en eso, en un pan que hace que la gente vuelva a la panadería, que genera fidelidad en la clientela. En el fondo, la tradición se genera en la medida en que la gente que está alrededor la reconozca como tal y la esencia de la panadería de barrio es que se vuelve única, donde el panadero saluda a quienes entran y se transforman en un hito en el lugar", afirma Gabriela Diéguez, la autora de Agua, harina, sal y levadura.
Con la industrialización del mercado, estos valores se fueron perdiendo tanto por la alta demanda como por los cambios propios de la modernización: la aparición de grandes mercados fueron debilitando la costumbre del local de barrio. "Sumado a la escasez de mano de obra, se potenció el ingreso de la línea de precocidos y pan congelado que en los supermercados -donde hoy la gente compra el pan- se utilizan por manejo de costos. Este contexto nos hizo darnos cuenta de que teníamos que reencantar al público con nuestro pan tradicional: la marraqueta de barrio. Estamos trabajando con las panaderías para mejorar los procesos de fermentación, la técnica tradicional de preparación de la marraqueta reposada en paños, el horneado en horno de piso, característico de una panadería tradicional, y volver a la imagen del maestro con una enorme pala sacando del horno pan por pan", dice el presidente de la asociación gremial Indupan Santiago, José Carreño, quien además enfatiza la importancia de elevar la categoría del maestro panadero. "Al ser un trabajo no muy bien calificado, hubo mucha migración hacia la construcción. Entre trabajar de obrero en una panadería y estar de obrero en la construcción con el doble de sueldo, la gente se fue. Por eso queremos posicionar al maestro panadero, certificar su trabajo para que se sienta dignificado".
BUEN COMER, BUEN VIVIR
La cruzada por devolverle sabor y calidad al pan no sólo tiene que ver con el rescate de las tradiciones. También se debe a la tendencia mundial por una alimentación saludable. “Responde al surgimiento de un interés por saber qué contiene lo que comemos, de dónde proviene y cómo está hecho. Si hay un boom de lo bio, de lo orgánico, de pensar en los pesticidas, en el agua que se usa para regar, sería poco consecuente no aplicarlo también al pan. Por eso se está valorando más la producción de manera artesanal, con ingredientes sanos y en la que se respete el tiempo que requiere preparar un buen pan, independiente de que la vida sea más rápida y de que en algún momento se haya valorado el pan congelado que se hornea en pocos minutos”, dice la crítica gastronómica Pilar Hurtado.
A Dan Lepard, el australiano que convenció a importantes chefs londinenses de revalorizar el pan en sus mesas lo siguieron muchos. Sus libros Baking with passion (1999) y The handmade loaf (2004) se transformaron en verdaderas biblias para panaderos que leían en sus palabras el camino a seguir. Jeffrey Hamelman, que con su libro Bread (2004) despertó un interés renovado por el pan en gente común y corriente, y también el español Iban Yarza, que en Pan casero (2013) se preocupa de transmitir las nociones básicas del manejo de las materias primas. Esto va de la mano con el aumento de cursos y talleres en Estados Unidos y Europa, donde se ha vuelto cada vez más frecuente la incorporación de clases magistrales de panaderos que enseñan a hacer pan artesanal, así como la creación de institutos dedicados exclusivamente a la panadería, entre ellos el San Francisco Baking School y la Escuela de Pan Artesanal en la Toscana. Ambos, en cuanto a pan se refiere, son los que la llevan.
En Chile, el pan artesanal también comenzó su propia fiebre. Los mismos libros enseñan a los panaderos locales diferentes técnicas de preparación y han servido de inspiración para quienes se atrevieron a meter las manos en la masa antes de que fuera tendencia. "Empecé a hacer pan de masa madre -utilizada antes de la creación de la levadura industrial, donde se mezcla harina y agua en partes iguales para dar vida a una levadura natural- hace unos 14 años, masa que aún conservo. En ese entonces, hablaba de masa madre y nadie me entendía. Estaba en la búsqueda por el pan ideal para mí -de miga elástica, esponjosa, aireada, con una corteza crocante, gruesa, de buen color y olor-, el Shangri-lá de los panes, pero como no existía por aquí en Chile, busqué en mis viajes por otros países la literatura de panadería europea", dice el chef Pepe Acevedo, experto en la materia. "Con los años fueron apareciendo panaderías, francesas sobre todo, y de a poco fue creciendo el tema, pero hace tres años la cosa se multiplicó. Yo lo experimenté en que mucha gente me empezó a preguntar sin les podía enseñar a hacer pan con masa madre. Y empecé a dar clases, cada año con más alumnos. El 2015 hice cuatro talleres, 60 alumnos en total", agrega.
Lo que iniciaron personajes como Pepe Acevedo, lo han continuado haciendo jóvenes chilenos y extranjeros quienes, con técnicas como la masa madre, harinas menos fortificadas y con menos sodio, y menos o nulo uso de grasa, han desarrollado nuevas propuestas de pan que brillan en las vitrinas de panaderías boutique que se han instalado en distintas comunas de Santiago."Esto genera innovación y el desarrollo de panes con multigranos e ingredientes que no están en la panadería tradicional, que se quedó pegada mucho en la hallulla y la marraqueta", dice José Carreño y Alberto Ferrán agrega: "Esto es lo mejor que nos puede pasar. En la medida en que el oficio se abra, que haya un renacer de panaderías y que los clientes quieran valorar y distinguir las variedades y calidades del pan, yo creo que eso hace más atractiva la industria". Ahí está el reto del panadero moderno: ser capaz de aplicar los principios de una panadería clásica en una amplia variedad de masas, con productos de una calidad constante y que respondan a la demanda actual. Sin embargo, esto no significa que cambien o reemplacen a la panadería de barrio. La tradicional: "Seguirá existiendo porque es como la panadería boutique del pueblo. Si comparas el supermercado con este pan, al que se le dedica el tiempo propio de su elaboración para que leude y se hinche, con la harina y levadura adecuadas, o donde se atreven a probar con mezclas, entiendes por qué la gente está volviendo a rescatar panes que se habían olvidado", asegura Pilar Hurtado. La memoria, así, en la buen mesa, esa mesa compartida, de desayunos y onces compartidas, está viviendo un cambio vital. Un retorno a la las raíces que involucra, además, una manera de buscar identidad y calidad de vida. A más de una década de iniciada, la revolución del pan parece haber llegado para quedarse.

SABOR Y MAGIA DE LA "COPA MARTÍNEZ"

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Don Juan Martínez V. (QEPD) y su familia, rodeando la célebre copa, en fotografía de prensa. Fuente imagen: Rodamons.net.
Coordenadas: 18°28'38.50"S 70°19'4.36"W
Es una de las recomendaciones culinarias más frecuentemente repetidas para el visitante de la ciudad de Arica, y está al fondo del tradicional Mercado Colón, de la calle del mismo nombre esquina Maipú. Empero, nada adelanta realmente la sabrosura de esta singular receta hasta que se la tiene ante nuestra nariz y tocando la lengua; ni siquiera esos gemidos de disfrute total que suelen emitir ante las cámaras reporteros y personalidades públicas que tienen la dicha de probarla en la ciudad más nortina de Chile.
Nadie desconoce la "Copa Martínez" en Arica, pues ya se ha vuelto parte de la identidad colectiva y culinaria. Algunos se han aventurado a compararla con la llamada leche de tigre peruana o esas cañas rebosantes de jugo de mariscos y de cebiche que se ofertan en los mercados de Mapocho en Santiago, pero no guarda semejanzas auténticas con esa otras sabrosuras: es más bien una preparación que combina elementos de los huevos a la ostra, el cebiche y el mariscal, resultando una fresca receta única y sin parangón, además de muy superior a otros experimentos con mariscos, pescados y limones que pueden verse en restaurantes de aire marino, para nuestro gusto. Como a las anteriores, sin embargo, también se le atribuyen poderes de "levantamuertos" (recuperación después de un trasnoche) y afrodisíacos -medio en broma y medio en serio-, al punto de que algunos lo apodan "El Viagra Chileno".
La "Copa Martínez" es exclusividad del reputado restaurante "Caballito de Mar", local N° 22 del Mercado Colón, local apodado antaño como "La Catedral del Cebiche en Chile". La copa cuenta con marca registrada en el Ministerio de Economía y sólo ellos pueden ofertarla, bloqueando así varios intentos de apoderarse de la copa entre otros comerciantes y hasta algunas ambiciones por arrebatarle la creación a la familia. Es tal el celo que los Martínez tienen por su preciado símbolo que incluso se resisten a comerciarla fuera del local y a vender franquicias para que otros puedan ofrecerla respetando su denominación y creadores.
El "Caballito de Mar" recibe a sus clientes.
Bandejas de cebiches y mariscales que dan el caldo de la copa.
Todo comienza con los huevos y el limón.
La copa y el propio boliche son feliz producción de don Juan Martínez Valderrama, quien fue un querido comerciante y vecino ariqueño hijo de chileno y boliviana, casado con ciudadana de origen paceño, padre de la generación de Martínez que actualmente se encargan del "Caballito de Mar". El negocio ofrece desde sus inicios en los ochenta mariscales, peroles, cebiches varios, pailas marinas, pescados fritos y generosidades del mar en general, pero la "Copa Martínez" surge casi espontáneamente a partir de un platillo que don Juan gustaba de comer a modo de reconstituyente para trasnochados o enfiestados. Lo creó un día de aquellos, mezclando productos para combatir una fuerte resaca con la que había despertando, logrando dar así con la mezcla ideal a partir de los huevos a la ostra, mezclados con cucharadas de productos marinos al limón en abundancia.
Su copa se sirve muy fría y resultó interesante para el gusto de los ariqueños; casi fundamental para aquellos que andaban con la caña mala, diríamos, por lo que pasó rápidamente a la carta desde donde nunca ha salido, hará ya unos 20 ó 25 años. Sumada su sabrosura y su poder de pócima "levantamuertos" a la fama de ser también esa suerte de "Viagra Chileno", el éxito ha sido rotundo para la copa.
En términos generales, la copa lleva huevo crudo con jugo de limón, que se va batiendo y tomando consistencia mientras se agrega la pimienta y la sal, seguida de jugo de cuatro cebiches de pescado y mariscales a la vista en el mostrador, muy frescos, más algunas cucharadas del sólido, de molusquillos, de piures y más zumo, con detalles y proporciones de la receta que pertenecen al secreto culinario de la casa. Terminada, tiene un color blanquecino amarillento, y principalmente de consistencia mixta. Servida en la copa cercana al medio, su sabor es una bofetada de placer en el paladar y se vuelve casi adictiva de inmediato. Difícil sería probarla una sola vez en la vida.
Doña Jacqueline Martínez, preparando una copa.
Juan Martínez, con la camiseta de su equipo de waterpolo.
La copa de insuperable caldo marino muy frío ha sido aplaudida y difundida públicamente varias veces: entre otros, por el escritor nacional Enrique Lafourcade, el guaripola guachaca Dióscoro Rojas (que quedó inmortalizado en una célebre fotografía de hace unos tres años), el periodista Marcelo Garay (con un jocoso artículo de "La Cuarta" del 24 de febrero de 2006, titulado "Con vieja 'Copa Martínez' no pasa planchas en ring de 4 perillas") y el reportero gastronómico boliviano Fernando Cervantes Crevoisier. Durante el año 2010, a propósito de los festejos del Bicentenario Nacional, también hubo interés en Arica por proponer la "Copa Martínez" para un reconocimiento como un platillo bicentenario y patrimonio gastronómico chileno.
Don Juan Martínez falleció el año 2004, dejando para Arica uno de sus símbolos culinarios más potentes y hasta internacionalizados, ya que cada año son cientos los turistas que llegan a conocer la célebre y energizante copa en el premiado restaurante. Sus hijos han continuado la tradición, y doña Jacqueline Martínez Blanco hasta se hace el tiempo para explicar generosamente a los visitantes sobre la naturaleza de este elíxir, acompañada de su hermana Consuelo. Su hermano Juan, en tanto, además de trabajar también en el local, desarrolla labores deportivas y de perfil social a través de un exitoso equipo juvenil de waterpolo que patrocina y que lleva el mismo nombre del "Caballito de Mar". También se instituyó una Copa Martínez de Fútbol, para campeonato local de balompié, por lo que la querida y solicitada copa sigue acumulando aplausos incluso más allá de sus mesones y manteles.
¡Terminada y servida!
La "Copa Martínez" en todo su esplendor.

LOS VIEJOS Y JUBILADOS CARROS DE BOMBEROS DE LA COMPAÑÍA DE AZAPA

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Coordenadas:  18°31'15.33"S 70°10'29.94"W
Dos antiguos e históricos carros de bomberos duermen en la tranquilidad del merecido retiro, en la Séptima Compañía de Bomberos de San Miguel de Azapa, en la Ruta A-27 muy cerca del antiquísimo cementerio, del museo de afrodescendientes y del clásico boliche "La Picá del Muertito", donde también se tejió su historia germinal de mangueras y hachas.
El origen de esta unidad de bomberos se debe a una iniciativa compartida, entre otros, por don Jaime Tapia Herrera, el fundador del mencionado restaurante cercano al camposanto. Su intención era crear una fuerza bomberil propia para el sector interior del Valle de Azapa, pues las distancias siempre dificultaban la llegada de los voluntarios desde Arica hasta las emergencias de este lugar. Fue así como en 1996, él y un grupo de voluntarios constituyeron en el propio establecimiento de "La Picá del Muertito" la fundación de la Primera Brigada de Bomberos de San Miguel de Azapa, hoy numerada como la 7ª Compañía de Bomberos "Azapa" y que lleva inscrito en su fachada el nombre de su fundador y primer director, con el lema "Honor, Lealtad, Servicio".
Vista de los carros, poco después de ser instalados ambos.
Con el actual techo de encañado.
Vista actual del recinto.
Con cuartel propio y espacioso, la compañía dispone de un galpón donde se ven modernos vehículos de emergencia que reemplazaron a los anteriores. Los viejos camiones de bomberos a que nos referimos, en cambio, se encuentra afuera de la base, en la entrada a la carretera del camino hacia el cementerio, y corresponden a las siguientes:
  • El que claramente resulta ser el más antiguo sería un camión adaptado Chevrolet 4400 años cincuenta (c. 1957) según lo que encuentré hace un tiempo en una reseña de internet sobre la compañía, aunque me parece más bien un 6400 o parecido (sin ser experto), con sus sugerentes y características líneas redondeadas de diseño de esos años, además de la característica máscara frontal sobre el macizo parachoques. Este camión destechado no pertenecía a la unidad, sino que fue traído a Azapa desde Arica, luego de ser dado de baja tras una larga vida de servicios. Aunque su estado no es óptimo, sin dida, cuenta con parte de sus instrumentos y herramientas originales.
  • Un carro contra incendios Ford C-900 años setenta (c. 1973), donado en 1997 por el Rotary International Club de Falconer en New York, Estados Unidos a Azapa luego que la promesa de obsequio fuera disputada con Arica. Ganó la flamante brigada azapeña, que llevaba un año de fundada, y una inscripción en la propia carrocería recuerda esta donación. Adaptado para el servicio por la American Fire Apparatus Co., de Battle Creek, Michigan, fue el primer camión bomba que tuvo la unidad y, por lo mismo, es un símbolo muy querido y respetado por sus voluntarios. También cuenta con gran parte de su aparataje original.
Camión bomba Chevrolet.
Cabina camión Chevrolet.
Camión bomba Ford.
Cabina del camión Ford.
Este último, el camión Ford que acompañó al nacimiento de la unidad bomberil azapeña, fue jubilado y más tarde colocado en este lugar, hacia el año 2008, siendo hasta hoy atracción y curiosidad para los viajeros que llegan a conocer la localidad y que se encontraban con esta reliquia allí, junto a la propia carretera y en uno de los principales accesos hacia el sector histórico. Por el año 2011 ó 2012, fue llevado hasta su lado el camión Chevrolet, más antiguo y rústico, compartiendo el retiro y las miradas de admiración.
En el año 2014 se construyó el todo con techo encañado que da sombra a ambos vehículos históricos, que obligan a la detención de los interesados en conocer algo de la clásica ingeniería que ha acompañado a la noble institución también en estas comarcas y regiones extremas de Chile.
Galpón principal de la Compañía "Azapa".
Actuales camiones bombas de la unidad.

CON ESTE CALOR, ¿PODRÍA VOLVER LA LAGUNA PERDIDA DEL PARQUE FORESTAL? ("Las Últimas Noticias" del martes 2 de febrero de 2016)

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Nota publicada en el diario "Las Últimas Noticias" del martes 2 de febrero de 2016, por J. Núñez y A. Diéguez. Para ir al enlace original: http://www.lun.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2016-02-02&NewsID=337066&BodyID=0&PaginaId=6 (Clic sobre la imagen para ampliarla).
Estaba frente al Museo de Bellas Artes
Expertos opinan sobre la idea de revivir este punto de de encuentro del Santiago del siglo XX.
“Cinco minutos después se encontraba en el Parque Forestal, junto al pequeño castillo de finos torreones”.
Luis Orrego Luco acostumbraba a ambientar sus novelas en escenarios reales de Santiago y en “Casa Grande”, de 1908, relata que el protagonista, Ángel Heredia, llegó al Castillito del Forestal, hoy convertido en café-restorán.
“De allí pasó a la terraza de estilo italiano, con balaustradas grises, a cuyo pie ondula un estanque”.
El pasaje novelesco, recopilado por el historiador Simón Castillo Fernández en su libro “El Río Mapocho y sus riberas”, es precisa, porque en el Castillito estaba la administración de la laguna o estanque donde a principios del siglo XX los enamorados paseaban en bote, frente al Museo de Bellas Artes. Parte de la terraza y del embarcadero aún está en pie. Lo que falta es el agua.
“Ahí están los cimientos todavía. No costaría mucho desenterrarla y volverla a la vida”, dice el escritor y cronista urbano Roberto Merino en una columna publicada este lunes en “Las Últimas Noticias”. ¿Será posible?
“Era bonita y todo. Le daba un tinte romántico al parque, que no ha vuelto a tener. Pero me parece que fue hacia los años 40 cuando empezaron a haber problemas sanitarios con esa laguna y la volaron. No hay que idealizarla tampoco. Romanticismo en su justa medida”, cuenta Cristian Salazar, administrador del sitio en Internet Urbatorium, destinado a rescatar historias urbanas.
Dino Bozzi, profesor de Arquitectura de la Universidad Católica, especialista en patrimonio, asegura que revivir la laguna es razonable. “La tecnología para hacer un cuerpo de agua higiénico existe hace mucho tiempo en Chile. La ciudad también ganaría una postal al recuperar el espejo de agua que reflejaba y proyectaba la fachada del Bellas Artes. Y urbanísticamente Santiago ganaría un espacio de agua, de esos que tanta falta hacen en días calurosos”, cuenta.
Iván Poduje, magíster en Desarrollo Urbano y profesor de las universidades Católica y de Stanford, tiene dudas. “No sé si sea tan buena idea reconstruir la laguna en un parque tan largo y angosto, pues creo que un cuerpo de agua podría llegar a afectar la circulación en torno al río”, explica.
Para Héctor Reyes, presidente de la Asociación Chilena de Profesionales del Paisaje, este proyecto tendría algunas complicaciones, sobre todo para las especies vegetales que crecieron donde estaba la laguna. “Sería llevarlas directamente al sacrificio, considerando que la ciudad lo que requiere es más cobertura vegetal y no que se eliminen las especies ya existentes”, cuenta.
Alejandro Plaza, subdirector de Proyectos de la Secretaría Comunal de Planificación de la Municipalidad de Santiago, dice que sería un proyecto complejo. “Requeriría de una enorme cantidad de estudios, considerando que afectaría una gran parte de los árboles y del terreno del parque. Creemos que no sería sustentable ni desde lo ambiental, ni desde lo económico”, explica.

EN EL MISMO CAMINO DE LA GUERRA Y DEL AMOR: EL PUENTE MILVIO O EL VERDADERO PRIMER "PUENTE DE LOS CANDADOS"

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Grabado del Puente Milvio, de Giovanni Battista Piranesi, siglo XVIII.
Coordenadas: 41°56'7.47"N 12°28'1.03"E
El Puente Milvio es, reconocidamente, uno de los más importantes de la historia romana, además de ser una de las pasarelas peatonales que más turistas atrae sobre el río Tévere (Tíber). Conocido popularmente también como el Puente de los Candados o Puente de los Enamorados de Roma, quizás una visita a esta ciudad no quede completa sin una pasada por su elegante portal y una caminata por su luz.
Ubicado al Norte de la ciudad, entre los puentes Duca d'Aosta y Flaminio, mide unos 170 metros aproximadamente y conecta sobre el río las vías de Piazzale Cardinale Consalvi y Piazzale di Ponte Milvio. Ha tenido varias etapas y reconstrucciones, partiendo por un período inicial en que sólo fue un puente con factura de madera levantado hacia el año 207 ó 206 antes de Cristo por el Cónsul Gaius Claudius Nero, a lo largo de las antiguas vías Flaminia y Cassia. La primera mención que se conoce del puente aparece en las crónicas de la segunda guerra púnica, tras derrotar los romanos a los cartagineses en la Batalla de Metaurus y regresar a la capital pasando por él, en el año 207 antes de Cristo, por lo que se lo supone construido durante el conflicto o inmediatamente después de este.
Su nombre parece provenir de la época de su segundo constructor el censor Marco Emilio Scauro, entre los años 109 y 110 antes de Cristo, aunque aludiendo al apellido del primero de ellos: Mulvius, miembro del clan familiar de este apellido (gens Mulvia). Fue identificado por corrupción fonética como Ponte Mollo y Ponte Molle, traducible como Puente Suave, aunque se cree que los romanos le llamaban así por alguna relación con el hecho de que era el primero de los puentes de Tévere en inundarse cuando había crecidas del río (todavía se usaba en el siglo XIX este nombre). Scauro lo reconstruyó en roca, principalmente con bloques de travertino y peperino, segunda versión del puente de la se mantienen las bases de los cuatro pilares principales que sostienen la estructura pues tenía a la sazón sólo tres arcos.
Grabado del Puente Milvio, en grabado antiguo.
El Puente Milvio después de ser parcialmente destruido por Garibaldi, en 1849.
El puente en la actualidad, con todos sus arcos.
Vista del acceso Norte del puente.
El puente sería escenario de importantes episodios militares de la historia romana, partiendo por el gran triunfo del Emperador Constantino sobre los ejércitos pretorianos de Majencio o Massenzio, "El Usurpador", el 28 de octubre del año 312, durante la sangrienta Batalla del Puente Milvio que se libró precisamente sobre este paso y el sector de Saxa Rubra. El puente era la conexión que tenía la Vía Flaminia con la ciudad, por lo que su ubicación fue estratégica para defensa de la misma. Fue ésta la famosa victoria que se le anunció a Constantino I con la aparición de una gran cruz (crismón) en el cielo portando la proclama: "In hoc signo vinces" ("Por este signo vencerás"). Incluso debió reconstruir parte del puente que estaba inutilizada y levantar otro menor para poder asediar la ciudad, obligando a Majencio a atrincherarse en la capital tras ser vencido en el Tíber, donde el soberano derrotado finalmente pereció ahogado, según se cree. La entrada triunfal de Constantino el Grande a Roma fue, entonces, por este paso.
Habría un alcance controversial sobre el triunfo de Constantino en el Milvio, sin embargo: además de la disolución de los pretorianos reducidos a funciones civiles, se cree que el Senado de Roma hizo colocar en el puente, después de la victoria, un arco memorial conmemorativo de la batalla, pero con el detalle de agradecer al Sol Invictus por el mismo y no a Jesús o la deidad cristiana, lo que revela el estado transicional en que se hallaba la historia teológica romana, entre el culto solar pagano y las raíces paleocristianas. La victoria y sus connotaciones habrían sido posteriormente "cristianizadas" por escritores como Lactancio. Milvio marca, entonces, el fin de la era de las persecuciones y el tramo final del cristianismo tras el Edicto de Milán, en su camino a convertirse en religión oficial de Roma.
Por otro lado, se ha asegurado que la ubicación del puente siempre ha sido la misma, pero hay opiniones de que podría haber variado en las reconstrucciones, fundamentalmente con relación a la primera de sus versiones, ya que se sabe que mantiene aún los arranques de las versiones siguientes de piedra. Según notas y testimonios que recoge en el siglo XVIII el reeditor madrileño de "La conjuración de Catilina y la Guerra de Jugurta" del cronista romano Cayo Salustio Crispo, "el verdadero Puente Milvio estuvo sobre unos frogones, que se ven encima del actual puente, a un tiro de piedra de él".
Vista de la superficie y los pretiles del puente.
Torre-arco Valadier, en la entrada Norte.
Arco de acceso, visto hacia el Norte. Al fondo, Iglesia de la Madre de Dios.
Vista desde el acceso Sur.
Ya en tiempos de la Edad Media, un sacerdote llamado Acuzio hizo remodelar y mejorar el puente, pero de todos modos siguió deteriorándose y amenazando con desplomarse, por lo que el Papa Martín V ordenó restaurarlo y reforzarlo en el año 1429, encargando los trabajos a Francesco da Genazzano. Pocos años después, según información dispuesta en paneles del mismo puente, durante el papado de Nicolás V (1447-1455) se encargó a Tomasso Parentucelli reconstruir la torre-portal del acceso Norte, usando la antigua torre perteneciente al Templo de Aureliano del siglo III. Este edificio conocido como la Base Tripizzone, era distinto al actual, más parecido a una fortificación pequeña e incluso con balaustras protectoras, y su función era reforzar la defensa militar en la entrada estratégica a la ciudad que representaba el puente, a sólo una milla del centro de la ciudad. En 1458 se retiran los restos de madera que quedaban en la estructura del puente. También existía una pequeña caseta de vigilancia cerca del otro extremo, que aparece retratada en cuadros y grabados de esos siglos, como una interesante pintura de Gaspar van Wittel hecha hacia el 1700.
Hubo nuevas intervenciones en el siglo XVIII, pero durante el pontificado de Pío VII (1800-1823),  se contrató a Giorgo Charamonti para iniciar en 1805 trabajos de remodelación del puente de arcos, usando diseños de Giuseppe Valadier. La intervención fue muy radical y cambió totalmente el aspecto del puente, dándole la base del aspecto general que aún conserva. Su entrada triunfal o Torre Valadier, al Norte, fue rehecha en estilo neoclásico por Domenico Pigiani y aún conserva en su altura la placa conmemorativa de la obra de Pío VII. También se agregaron los arcos de piedra de los extremos, en reemplazo definitivo a los accesos levadizos de madera que se usaban hasta entonces en el puente.
No obstante, el Puente Milvio debió ser reconstruido una vez más cuando los ejércitos de Giuseppe Garibaldi destruyeron toda su pasarela para dificultar el avance francés de las fuerzas del General Nicolás Oudinot, en la batalla del 13 de mayo de 1849. El Papa Pío X (1846-1878) debió ordenar su reconstrucción al año siguiente, encargando las obras a G. M. Mastai Ferreti. Una placa conmemorativa recuerda bajo el arco triunfal la epopeya allí lograda por Garibaldi.
El puente actual es una sólida obra con suelo de adoquines y antiguos faroles de iluminación a cada lado, en sus pretiles. Ya quedó atrás la época en que pasaba por él el servicio de tranvías, no conservándose ni siquiera las vías que ocuparon los carros. Su torre da forma a un arco con artesonado y placas conmemorativas, antecedida por dos estatuas de inspiración clásica. Al otro extremo del puente, también a ambos lados del acceso, se encuentran aún las estatuas que ordenó poner Pío X: de la Virgen de la Inmaculada Concepción hecha por Domenico Pigiani, y de San Giovanni Nepomuceno, de Francesco Mochi y que ya existía desde antes de agregar las demás esculturas. Había antes una representación del Bautismo de Jesús en la entrada Sur, pero fue trasladada al Museo de Roma en el Palazzo Braschi.
Estatua del acceso Norte.
Estatua y bancas del acceso Norte.
Estatua de la Inmaculada Concepción, acceso Sur.
Estatua de San Giovanni Nepomuceno, también en el acceso Sur.
Se han colocado cadenas y vallas para dificultar que algunos imprudentes se metan con motocicletas al puente, reservado exclusivamente al paso peatonal y en bicicletas al que fue destinado en 1978, pues el tránsito motorizado es desviado al Puente Flaminio, enorme obra concluida en 1951. Los bajos del puente están habitados por algunos murciélagos insectívoros que asoman durante las tardes y parte de las noches. Dicen que antaño se podía pescar desde el puente y las vías peatonales que van junto al río, pasando bajo los primeros arcos de la misma estructura, aunque no tengo certeza de este dato. Desde el año 2003, además, luego de la primera celebración de la llamada "Noche en Blanco" en Roma, su torre con arco triunfal cuenta con una elegante iluminación nocturna instalada por el artista Fabrizio Crisafulli.
Una característica nueva que ha vuelto aún más internacional al Puente Milvio, sin embargo, es la gran cantidad de candados que parejas colocan en sus estructuras para juramentos de amor. Tal como se imita en varias otras partes del mundo (en Chile, por ejemplo, con el caso del Puente Racamalac de Santiago), la curiosa costumbre proviene de la novela romántica "Ho voglia di te" ("Tengo ganas de ti") del italiano Federico Moccia (2006), posteriormente llevada al cine (2012), donde un personaje colocaba un candado con juramentos de amor eterno a su amada precisamente en el Milvio de Roma, arrojando la llave al río. No tengo una versión clara de si Moccia plasmó en su argumento algo que ya se perfilaba como tradición o si bien creó este rito, pero el caso es que el Milvio fue el lugar más romántico que el autor escogió en la capital misma del romanticismo. Según ciertos testimonios que he conocido, pudo haber existido desde antes la tradición de que las parejas que se comprometían en el puente aseguraban una relación estable y perpetua, pacto ahora simbolizado en el candado.
Tal llegó a ser la cantidad de candados acumulados en los pretiles, faroles y encadenados del puente que las autoridades debieron retirar cientos de kilos de estos mismos desde sus estructuras, luego que en el año 2007 cayera parte de los postes de iluminación colapsados por el peso, obligando a reforzarlo con barras y cables de acero para que allí fueran colocadas estas piezas hasta el año 2012, cuando fueron removidos masivamente. Sin embargo, el puente no ha tardado en comenzar a llenarse otra vez de candados de todo tipo y variedades en lo que ya parece una irrenunciable tradición, al punto de que es posible encontrar en el mismo lugar a insistentes y majaderos inmigrantes vendiendo estas piezas que siguen apoderándose de cada rincón del puente donde es posible colocar un candado con el juramento de amor respectivo.
Vista del Puente Milvio, desde el Duca d'Aosta.
Farol de diseño renacentista y pretil del puente.
Detalle de los candados en el farol.
Los candados, regresando al Puente Milvio.

LA MÍTICA DINASTÍA DE VEDETTES DEL CLAN UBILLA

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De izquierda a derecha: Isabel, Elba "Pitica", Carolina y Raquel "Pitica chica", las primeras cuatro hermanas vedettes de la dinastía Ubilla.
Como todas las leyendas con base real, la historia de las Ubilla también tiene inexactitudes, versiones contrapuestas y fantasías varias. Muchos creen, por ejemplo, que todo empezó con la más célebre de las muchachas que sedujeron a las candilejas: la recordada Pitica, pero esto también es un error más entre muchos otros que flotan. También hay quienes confunden las identidades cruzando datos biográficos de las cerca de 15 bailarinas que grabaron al fuego el apellido en aquel medio de noches y espectáculos. Pero nada de esto extraña cuando se habla de las más famosas vedettes que tuvo Chile y su mito propio, en los mejores años de su vodevil y shows revisteriles, como el "Bim Bam Bum", el "Picaresque" y el "Humoresque".
Me arriesgo a afirmar que esta historia (que como muchos, no conocí) es más o menos la que sigue, y se inicia con la esbelta y agraciada Isabel Ubilla Allende, que decidió dedicarse casi accidentalmente al vedettismo en los años cincuenta, cuando esta actividad era considerada sumamente audaz incluso en el ambiente de las frivolidades, días en que la revista chilena comenzaba pasaba quizás su mejor período de existencia y de producción de celebridades. Al contrario de lo que aseguran muchos memorialistas e incluso escritores contemporáneos a su época, ella no era la célebre Pitica, como veremos.
La agraciada y morena chica de entonces 17 años, era miembro de una modesta familia que vivía en una vieja casona y quinta del Barrio Franklin de Santiago, capitaneada por don César Ubilla Briceño, un mueblista que había enviudado al morir su primera esposa Nieves Allende, debiendo sostener su hogar con más de una docena de criaturas, la mayoría de ellas mujeres. Para proveerse de ingresos, Isabel trabajaba como empleada en una empresa textil y desde los 14 años cantaba tonadas y tangos en la Radio Bulnes donde, hacia mediados de 1952 y gracias a la famosa actriz Iris del Valle, supo que en el Teatro Ópera del maestro Buddy Day, en calle Huérfanos, estaban buscando muchachas para los shows del "Bim Bam Bum", según lo recordaría entrevistada para la "Revista Ya" de "El Mercurio", del martes 11 de octubre de 2011 (artículo "Las mujeres del Bim Bam Bum"), donde agregaba:
"Yo tenía 17 años y no supe negarme al consejo de Iris. Llegué allá sin saber a lo que iba. Me encontré con puras argentinas altas y flacas que andaban piluchas. Alguien me pasó un traje de baño. Tiritaba de miedo (...) Con lo que ganaba apenas me alcanzaba para mí. Así que me pareció una buena oportunidad para surgir".
El aviso referido que convocaba a las muchachas, decía: "¿Quiere ser artista? Iníciese en el Bim Bam Bum. Condiciones: estatura mínima 1,70 m. Bonita. Buen Sueldo. Empleada particular. Presentarse a la brevedad posible. Huérfanos N 837". Cumpliendo los requisitos y probando suerte sin saber que iba a iniciarse con ella una dinastía de vedettes reconocidas por muchos como las mejores que haya producido este terruño, Isabel quedó seleccionada por el propio Buddy Day que estaba a cargo del casting, debutado en 1953... Todo a espaldas del conservadurismo de su esforzado padre, secreto que le ocultó por varios años más hasta que éste la descubrió y la castigó severamente, aunque también de manera inútil a esas alturas de su carrera en vías de consagración.
Isabel comenzó atrás del elenco en las tablas, en tercera fila como corista, aprendiendo de las estilizadas argentinas que lideraban adelante estos shows por sus innegables ventajas de experiencia y profesionalismo. Como se recordará, las jóvenes venidas desde el otro lado de la cordillera andina sobresalían por conocer mucho mejor el oficio consolidado ya entonces allá en su tierra, además de provenir  de estratos sociales más altos que las chilenas en general, que tendían a ser de origen más bien modesto en ese entonces. Empero, la escultural Isabel llegaría a ser la primera vedette chilena en alcanzar un papel protagónico tras un arduo año de trabajo y competencia con las demás bailarinas, y así comenzaría a llevar después a otras miembros del clan familiar hasta las tablas, compartiendo con ellas el éxito.
Mas, como el ascenso en las compañías tenía mucho que ver, a veces, con simpatías de los directores más que talentos propiamente dichos, Isabel reconocía que pudo haber sido favorecida por su amistad con doña Marta, la esposa de Buddy Day y encargada de todo lo relativo a las bailarinas en el Teatro Ópera. Contrariamente a lo que repiten algunos porfiados con una majadería casi pasmosa, Isabel nunca fue la famosa Pitica del clan Ubilla, sino su hermana Elba, la segunda en esta misma dinastía y de la que ya veremos más.
Teatro Ópera y "Bim Bam Bum", plataforma de despegue de las primeras musas del clan Ubilla. Fuente: Flickr  SantiagoNostálgico.
Buddy Day, el descubridor de Isabel Ubilla y dueño del Teatro Ópera, en la revista "En Viaje", 1966.
A pesar de sus atributos y virtudes de profesión, las envidias de las vedettes argentinas de la compañía comenzaron a bullir con el ascenso de Isabel y no tardaron en aparecer los codazos y empujones contra ella en plenas presentaciones, al punto de hacerla terminar llorando en el camarín. Los celos de las chicas platenses habían comenzado cuando se le pidió a Isabel reemplazar a Suzy Monterrey mientras ésta estuvo con licencia médica, ocupando así un puesto que era muy apetecido en el equipo. Agobiada por las constantes provocaciones y ninguneos de una de las artistas en especial, terminó clavándole en la cabeza a ésta cinco centímetros del taco aguja de uno de sus zapatos, mandándola así a la posta de urgencia. La cabeza perforada habría sido de Diana Monti, aunque algunos la recuerdan por error como la famosa francesa Xenia Monty, que también fue parte del "Bim Bam Bum".
Elba Ubilla, su hermana, llegó con sus grandes e hipnóticas caderas a las tablas auspiciada y promovida por Isabel, en 1956 y cuando la joven recién pasaba los 15 años. En rigor, era su media hermana, hija del segundo matrimonio de don César Ubilla con doña Tránsito Cadena Molina, aunque muy unidos todos en el clan familiar.
Además de relucir sus equilibradas formas, Elba destacó por una mirada coqueta y una feminidad profunda que, sin necesidad de exageraciones, seducía a los varones presentes hasta hacerles babear, según recuerdan los que la vieron alguna vez. Si bien no era actriz ni cantante como Isabel, la chica tenía estudios de perfeccionamiento de baile en los talleres del Teatro Municipal, por lo que resaltaba bastante en estas artes a pesar de ser más reservada y tímida. Ambas hermanas comenzarían a hacer también presentaciones en el extranjero poco después de su debut, pero claramente Elba fue la segunda en la seguidilla de las Ubilla, a diferencia de lo que algunos también han creído pisando las trampas de la escasa información disponible.
El porqué la acinturada Elba acabó con el conocido apodo de Pitica, que ayudara a hacerla la más popular y recordada del clan, es otra historia con versiones contradictorias. La principal de ellas es comentada por un especial de internet del diario "La Cuarta" titulado "'Pitica' Ubilla es ahora una leyenda" (sección especial de "Santiago de los 50, eterno carnaval"). Dice allí que el clásico humorista nacional Manolo González, muy dado a estos mismos escenarios, le habría colgado el singular sobrenombre; otros, en cambio, aseguran que el creador del mote fue el famoso periodista de espectáculos Osvaldo Muñoz Romero, más recordado como el gran Rakatán. Supuestamente, pues, el apodo de Pitica provendría de cierto parecido que algunos le encontraban a la muchacha con el entonces ya célebre cantante bolerista Lucho Gatica, a quien le decían cariñosamente Pitico desde los tiempos de su niñez en Rancagua. Un chisme dice que la comparación no le gustó a Lucho, cuando se enteró.
Como sea, el motete de Pitica Ubilla facilitó la popularidad de la más famosa del clan de bailarinas, a pesar de que su show era principalmente de baile y de que era la segunda en la secuencia, después de Isabel. Incluso fue objeto de cierto acoso de los medios de prensa, siempre interesados en publicar fotografías suyas y entrevistas, o prenderle supuestos amoríos. Ya en julio de 1957, casi recién aparecida en el ambiente, la revista "En Viaje" la elogiaba de la siguiente manera:
"Elba Ubilla ha llegado a ser, al año de labor, una de las principales figuras del ambiente deslumbrador de las candilejas que además de su interesante carita picarona, posee verdadera destreza y elegancia para sus papeles. ¡Todavía no cumple los 17 años, según dicen! Es parecida a la Leslie Caron; pero mejor que ella. Elba es admirada en el Bim Bam Bum y nos sentimos congratulados por sus crecientes triunfos".
Tenemos a mano un dato interesante: en el verano de 1962, cuando la ya madura actriz Iris del Valle enfermó y no pudo presentarse, el director Eugenio Retes sugirió que la joven corista y vedette Patty Cofré (que usaba entonces el apellido artístico Jofré) la reemplazara. Iris estalló en celos atacando después a la muchacha y exigiendo a Buddy Day sacarla de la revista, quien la habría reemplazado por Pitica Ubilla según informaron los diarios de la época.
Isabel Ubilla, presentando a su hermana Elba en 1956, revista "En Viaje".
Elba Ubilla, la verdadera "Pitica", en revista "En Viaje" de 1957.
Hacia diciembre de 1957, Isabel había presentado en los escenarios también a su también media hermana Carolina Ubilla, de sólo 15 años y que hasta entonces había trabajado como empleada en una confitería. A pesar de no ser de rostro lindo en los cánones más generales de belleza, tenía algo seductor en su aspecto que no pasó inadvertido y el golpe fue rápido, aunque por mucho tiempo debió cargar con el estigma de ser "la hermana de las Ubilla", marca que, a la larga, decidiría su futuro en el país.
Siguió en la cadena de hermanas la inolvidable Raquel Ubilla, que sería conocida como la Pitica chica, lo que ha llevado a muchos a confundirla con la "verdadera"Pitica, que era Elba como hemos dicho. Para debutar a sus tiernos 16 años, decidió abandonar sus estudios en comercio y aprender raudamente las artes escénicas. Su figura no era la más cautivante y quizás haya sido la más bajita de las hermanas, pero sus rasgos juveniles y su atractivo la pusieron con velocidad en la atención de los nocherniegos y asistentes de los espectáculos de revista.
La primera etapa de la carrera revisteril de Raquel fue corta, sin embargo, porque se enamoró perdidamente de Julio Felis, hijo de Buddy Day, contrayendo matrimonio con él y comenzando otros emprendimientos y aventuras por el mundo. Al fracasar intentos de negocios en España, retornó a Chile para tener su hijo y regresó al "Bim Bam Bum" por sugerencia del propio Felis, reiniciando así su carrera.
Así siguieron las otras hermanas arrastradas por el éxito de las fundadoras: las despampanantes y rompecorazones mellizas Angélica y Elizabeth, y la voluptuosa Bibi, apodada la Huracán Ubilla. Hubo también otras chichas del clan (hermanas, primas, sobrinas) que tocaron la fama de los escenarios ya entrando en la siguiente generación de vedettes de la revista chilena, como las otras hermanas Soledad, María Verónica, Nieves, Carmen y Anita, hijas Luis Hojas y de María Antonia Ubilla, la hermana de Isabel y de las demás fundadoras, quienes siguieron usando el apellido materno como propio para extender el luminoso legado. Algunas hijas de Mario Ubilla, otro hermano de las matriarcas, también continuaron perpetuando la luz artística de la familia: Antonia, Nancy y Patricia Ubilla.
Casada con el corredor de automóviles Teobaldo Díaz Retamales, la gran reina Isabel Ubilla comenzó a retirarse hacia la década del 60, gradualmente según recuerdan algunos de sus antiguos admiradores, pues siguió haciendo presentaciones -más recatadas que en sus años de juventud- hasta poco después de cumplir los sesenta años, con un homenaje y despedida de sus colegas. Fundó su propia compañía para presentaciones en el Teatro Cariola, a principios de los 70, y más tarde inició una empresa de taxis. Curiosamente, perdió toda su colección de recuerdos de sus años dorados (incluyendo miles de valiosos regalos de admiradores) en un incendio. Su última presentación "simbólica" fue en agosto del año 2002, con más de setenta años e invitada para la revista "La abuela Francisca" en el Cariola, para celebrar sus 55 años de carrera. En tiempos posteriores, además, inscribió como marca propia el mote de Pitica, a pesar de haberle correspondido a su hermana, acción que causó ciertos conflictos interiores al clan de las Ubilla, según tenemos entendido. También contrajo matrimonio nuevamente con una pareja, un argentino tres décadas menor, en los años 90.
Elba o Pitica, en cambio, después de su arrollador éxito en tierra natal, fue a probar a Perú causando furor en la bohemia limeña, aventura en la que se enamoró de un acaudalado empresario ecuatoriano con el que contrajo matrimonio, estableciéndose en Ecuador y retirándose para siempre de las tablas. Una canción-homenaje del desaparecido grupo musical "TeleRadio Donoso", lleva su nombre artístico desde 2005: "Pitica".
Isabel Ubilla, presentando ahora a su debutante hermana Carolina, hacia fines de 1957, en revista "En Viaje".
Raquel Ubilla, la "Pitica chica", en entrevista al clan de revista "Paloma" de noviembre de 1972. Fuente imagen: blog Folcloreyculturachilena.cl de don Carlos Fernandois.
Carolina, por su parte, no actuó mucho en Chile, pues buena parte de su carrera la hizo en el extranjero, partiendo por México. Se había marchado decepcionada por lo que sentía el poco reconocimiento a su trabajo. Contrajo matrimonio con el venezolano Pedro Sánchez, con quien tuvo un hijo. Aunque su relación terminó en pocos años, siguió viviendo en Caracas y haciendo presentaciones importantes allá, donde combinaba sus talentos de baile con actuación y comedia, volviendo a Chile sólo ocasionalmente. De acuerdo a un testimonio que manejamos, sus rasgos que acá no resultaban tan encantadores, allá fueron tomados por "exóticos" y muy atractivos para el público.
Raquel Ubilla, en tanto, abriría con su esposo en 1989 un centro de shows revisteriles y dramáticos: el Teatro Providencia, usando con autorización de Elba el título de Pitica, pues sabía que había pasado a la historia del espectáculo nacional como la Pitica chica. La tragedia la golpeó al enviudar en traumáticas circunstancias, tras ser asesinado su marido en un extraño asalto armado al teatro, en 1996. Ese mismo año, además, había muerto su hermana María Ubilla, que también brillara en el oficio.
Seguramente, era imposible que la experiencia profesional de las vedettes chilenas superara a las de las célebres argentinas que comenzaron a repletar como nunca antes el ambiente revisteril entre fines de los 60 y comienzos de los 70, empezando por el propio "Bim Bam Bum". Empero, la incipiente caída del género hizo emigrar a muchas de las bailarinas antes aplaudidas y colmadas de admiraciones. Documentos gráficos publicados por esos años, mostraron a alguna de las integrantes del clan Ubilla haciendo desnudos en el cabaret "Mon Bijou", lejos ya del glamour.
La debacle de las salas durante los días de restricciones nocturnas, que ni siquiera logró ser amortiguada con el arribo de las vedettes a la televisión abierta (por la que pasaron Pitica, Raquel y Bibi), acabaría por dejar atrás la época de las Ubilla brillando en plumas, perlas y lentenjuelas sobre los escenarios. Algunas alcanzaron a participar en presentaciones de la "Teletón", además. No es coincidencia que el Teatro Ópera cerrara en esos mismos años, en 1986, poniendo fin a una escuela de la que salieron Rosita Salaberry, Wendy, Taty Segura y la actriz Peggy Cordero, entre otras. Una de las últimas presentaciones de Soledad, Nieves y Anita Ubilla fue en un homenaje para el show "Viva la revista 5", destinado a recaudar fondos para el humorista Carlos Helo, en 2005, y en presentaciones de dobletes en La Florida y Quinta Normal durante el año siguiente, hacia el aniversario de la muerte de su madre.
Muchas leyendas de luz y de sombra se cuentan sobre el ayer envidiado y halagado clan de las Ubilla, hasta nuestro tiempo. El hermetismo que mantienen las sobrevivientes del mismo y muchos de sus descendientes, también ha fertilizado el campo para las fantasías y los errores. Además, los cánones estéticos han cambiado tanto que, en estos días, las Ubilla probablemente ya no serían consideradas como chicas bellas hasta lo "despampanante" como en su tiempo, por el exigente mercado sexista de medios y porque fueron el retrato y referente de una época; de suépoca, la que ayudaron a construir.
Pero, como alguna vez le escuchamos admitir a la veterana showoman Maggie Lay, todas las vedettes chilenas que siguieron a aquella generación estaban inspiradas por las Ubilla, de manera confiesa o secreta... Y es que su recuerdo pertenece ya más al cariz del mito sobreviviente que de la realidad certificada: una memoria mágica y seductora en la historia del espectáculo de la vieja revista chilena.

LA MACABRA LEYENDA DE LA RUBIA DIABÓLICA DE LA SALITRERA PEDRO DE VALDIVIA

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Coordenadas:  22°35'50.71"S 69°40'25.28"W (ex Salitrera Pedro de Valdivia)
Pocas leyendas llegan a ser tan siniestras en sus detalles como aquella de La Rubia de la Oficina Salitrera Pedro de Valdivia, en los desiertos de la Región de Antofagasta al Sur-oriente de Tocopilla, cuyo campamento e instalaciones industriales fueron cerradas en 1996 tras cerca de 60 años de actividad calichera. Han pasado 20 años desde aquel triste evento que puso fin a la historia de la oficina, pero las historias sobre la misteriosa y aterradora mujer continúan circulando entre sus ex habitantes y algunos que todavía quedan en la vecina Oficina María Elena, aún activa.
Se cuenta que una atractiva pero recatada mujer joven, de ojos muy claros y de cabellera rubia, probablemente casada con algún jefe, vivía con su familia en la Pedro de Valdivia hacia los años 50, causando gran atracción de los varones del mismo campamento por su reluciente belleza en las pocas salidas que hacía desde su hogar. Muchos nunca llegaron a conocerla en vida, por lo mismo. Sin embargo, la mujer falleció prematuramente de una enfermedad no bien precisada, que le arrebataría la vida al poco tiempo de diagnosticada (cáncer, tuberculosis y otras se proponen según cada versión). Fue a partir de su muerte que comenzaría la segunda y más terrorífica etapa de su historia.
Pasó un tiempo y comenzó a repetirse una curiosa supuesta situación durante las noches, de la que algunos viejos ex pedrinos todavía aseguran haber sido testigos: una delgada mujer rubia vestida de túnica o camisón negro se aparecía en la puerta de las casas de la oficina, a veces hasta gimiendo y llorando asustada, como si escapara de algo o si viniese saliendo de una situación traumática. La afligida pedía ser acogida en el respectivo hogar, alegando no tener cama ni lugar seguro donde pasar la noche. Como se veía inocente e inofensiva, los moradores solían acceder a sus ruegos o llantos, le permitían la entrada y le proporcionaban una habitación.
Panorámica de la Oficina Salitrera Pedro de Valdivia, en 1931 (aún en construcción). Imagen perteneciente a las colecciones del Museo de Antofagasta.
Dice la leyenda, pues, que mientras la mujer dormía dentro del cuarto prestado, comenzaban a suceder cosas insólitas y espeluznantes en la casa que le había abierto las puertas, al avanzar la noche. Una combinación de llantos y risas diabólicas erizaban los pelos a los residentes, despertándolos de súbito. Según una nota publicada en el diario "El Mercurio" del miércoles 7 de marzo de 2001 ("Reviven cuentos de la pampa"), los ancianos pedrinos aseguraban que las risas eran de la propia mujer, celebrando haber logrado entrar al hogar por engaños, pero sus llantos estallaban cuando descubría que no estaba allí su familia. Se supone que buscaba particularmente sus hijos, los que se habían marchado de la salitrera tras su muerte.
En las macabras experiencias también se oían voces y gritos de otras personas que no estaban físicamente presentes allí, como si hubiese una acalorada discusión haciendo eco desde el propio infierno en el mundo de los vivos. Sería ella misma debatiendo y reclamando a los demonios o al Ángel de la Muerte, según interpretaban. Algunos también reportaban un frío gélido tomando posesión de la casa mientras estaba aún la mujer, y hasta un olor repugnante, insoportable, parecido al de la descomposición cadavérica, dando a entender que La Rubia venía desde su propia cripta o desde el mundo de los muertos en cada aparición. El vaho inmundo permanecería por varios días o semanas más después de haberse marchado, quedando incluso por donde transitó en su vagar fantasmagórico.
La leyenda fue tan popular en alguna época, que al parecer terminó siendo exportada hasta otras oficinas salitreras del sector antofagastino, reportándosela también como creencia "local" aunque la poca información existente indica que su origen se halla en la Pedro de Valdivia. Todavía están vivos algunos antiguos habitantes que aseguran haber visto a la misteriosa mujer rubia en sus andadas, engañando al pedir ayuda y pagándola causando pavor a quien le tendiese la mano.
Tras el cierre de la Oficina Pedro de Valdivia en 1996, los residentes fueron trasladados y el lugar hoy está protegido de huaqueros y saqueadores. Sus ex habitantes sobrevivientes se reúnen todos los años, en el primer domingo del mes de junio, para compartir y recordar memorias de la salitrera, entre las que La Rubia tuvo un protagónico lugar para el folklore oral de los desiertos salitreros chilenos, aunque ahora sólo vague por un poblado tan fantasmal y abandonado como ella.

EL ARCO DE TITO: CRÓNICA Y MONUMENTO DE LA VICTORIA ROMANA SOBRE JERUSALÉN

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El Arco de Tito en 1740, en obra de Giovanni Paolo Panini.
Coordenadas:  41°53'26.46"N 12°29'18.75"E
Ubicado hacia el sector poniente del Foro Romano, en la boca de la Vía Sacra que da hacia este complejo pasando junto al Coliseo (Colosseo), está el Arco Triunfal de Emperador Tito Flavio Sabino Vespasiano, del siglo I, conocido también como el Arcus Titis.
La obra es considerada una maravilla de la época flavia y constituye un homenaje monumental del Senado y del pueblo romanos al triunfo del entonces general sobre las revueltas revolucionarias judías contra el poder imperial, sofocadas con la victoria de los ejércitos romanos sobre Judea en su propia capital, Jerusalén. Por su estilo y sus características, además, éste ha sido influencia para otros célebres arcos triunfales más modernos del mundo, como el de París y el de Manhattan.
Se podría creer que el arco fue construido entre los año 79 y 81 después de Cristo, período en que gobernó Tito tras recibir el trono de su padre el Emperador Vespasiano. Pero otras opiniones más precisas colocan su fecha de inauguración cuando ya estaba consumada la muerte de Tito y asumido su hermano Domiciano (o Domitiano), algo que se ve confirmado por el hecho de que aparezca mencionado en el arco con la denominación póstuma de "divus", como veremos más abajo. El año 90 o cerca de éste parece ser el período más probable para fechar la inauguración del monumento, cuyo diseño sería del arquitecto Rabirius, según se cree.
Con 15,40 metros de altura y 13,50 metros de ancho, el arco se aparta de lo que había sido la influencia helenística en la arquitectura romana. Está construido en mármol pentélico sobre una plataforma de doble y macizo sillar, desde la que salen los arranques de la estructura que dan sostén y forma a la bóveda de cañón y de intradós artesonado, en cuyos laterales se encuentran escenas militares de las campañas romanas en bajorrelieve. En los frentes, sobre el nivel de las bases, se observan falsos vanos enmarcados; y hasta cerca de la altura de la cornisa del arquitrabe, se disponen cuatro columnas-pilastras por lado con capitel, dando contorno vertical a la abertura del arco y a las enjutas intervenidas con otras figuras conmemorativas y simbólicas de divinidades femeninas aladas y aspecto angelical, a cada lado de una representación ubicada en la ménsula o piedra angular sobre el arco: un varón de un lado y una mujer del otro, aunque hayan perdido ya sus cabezas. Más arriba, se observan los detallados frisos superiores. Se cree que, en el pasado, su parte más alta habría estado coronada por estatuas o una representación de un carro triunfal dorado, elementos que se perdieron en la Edad Media.
Dentro del arco, en los laterales, se observan dos relieves escultóricos colocados en posiciones enfrentadas, ambos mostrando las escenas de la campaña final de Tito en Jerusalén: una llegando arriba de un carro triunfal, acompañado de lictores y de las representaciones de la Victoria, Roma y el poder imperial; y otra regresando triunfante con sus hombres, colmado de riquezas arrebatadas al enemigo.
Ésta última imagen se ha vuelto uno de los iconos más importantes para la historia de los romanos, el judaísmo y el mundo antiguo en general, pues muestra a los alegres soldados de Tito cargando los botines de guerra que sacaron del Templo de Jerusalén tras su avasallante triunfo militar, entre los que destaca la Menorah de oro o Candelabro Sagrado Judío. Esta representación por mucho tiempo se creyó la más antigua conocida del célebre objeto de veneración, hasta que apareció otra recientemente entre los restos de una antigua sinagoga de Magdala, Palestina, que por sus características se cree una obra más exacta y antigua que la del arco.
Para mayor abundamiento, cabe recordar el templo era el segundo allí dispuesto, después del levantado por Salomón y destruido por Nabucodonosor II. Había sido reconstruido por Zorobabel y terminado hacia el año 516 antes de Cristo, y aunque era sólo una aproximación tibia a la grandeza y pomposidad del antiguo edificio religioso de Jerusalén, incluso considerando las ampliaciones que le había hecho Herodes el Grande cerca del año 20 antes de Cristo, se atesoraban dentro de él los más importantes emblemas de la fe hebraica. Tras el asedio, Tito entró a Jerusalén y, decidido a darle un castigo ejemplar, destruyó el templo respondiendo sin contemplaciones al levantamiento de los judíos contra el Imperio iniciado en el año 66 después de Cristo.
Así, tras ganar la guerra de cuatro años contra los alzados, se arrasó a fuego el edificio en el año 70 quedando en pie sólo el célebre Muro de los Lamentos desde que Adriano terminara de destruirlo en el 135. Como parte del castigo, Tito se llevó los más valiosos tesoros del templo, partiendo por la Menorah que aparecen cargando los soldados romanos del mencionado relieve. La escena, entonces, parece retratar el desfile victorioso del futuro emperador, donde según cronistas como Flavio Josefo, se hizo ostentación pública de la riquezas obtenidas que fueron a parar al Templo de Júpiter. Análisis del material demuestran que la Menorah y otros detalles pudieron estar pintados de dorado u ocre en el pasado, para realzar su relación con el oro.
También existe cierta discusión sobre la semejanza de la Menorah del Arco de Tito con el original de Jerusalén, ya que si bien corresponde inconfundiblemente a una representación del candelabro de siete brazos del templo, presenta algunos detalles distintos a los de otras referencias y descripciones antiguas de la misma pieza, como su base o plinto escalonado en el relieve y que, según se sabe, en realidad tenía tres patas de apoyo; o sus brazos semicirculares, que en realidad parecen haber con líneas con forma elíptica o poligonal, esta última opción visible en la representación descubierta en Magdala. Algunas teorías proponen que las diferencias derivarían sólo del desconocimiento del escultor romano sobre el verdadero aspecto de la Menorah del templo, aunque hay interpretaciones encontradas al respecto.
Otro detalle interesante del relieve con la escena del botín del templo, es que parece mostrar también la Mesa de los Panes de la Proposición o Mesa de Salomón, única representación de época que se conoce de ella y que es mencionada también por Josefo, otro de los objetos más preciados que quedaron dentro del templo tras la desaparición de tesoros como el Arca de la Alianza y otras joyas salomónicas. Las también apropiadas Trompetas de Plata serían las que se alzan entre los romanos marchando, además de los Vasos Sagrados, los recipientes de fuego para las cenizas del altar y otros objetos sacros. Tito aparece en el desfile coronado y acompañado por las mencionadas alegorías de la Victoria y de Roma.
En lo alto de este mismo arco y siguiendo en su interior, entre los casetones de la bóveda artesonada y justo al centro del fórnix, está también la representación de la Apoteosis del Emperador Tito acompañado de un águila que parece llevarlo al cielo y que alegoriza su perpetuidad en el patronato divino de Júpiter y de la diosa protectora espiritual de Roma. Esta es otra confirmación de que el arco fue terminado después de la muerte de Tito.
Sobre el bloque del nivel superior del arco, donde está el ático, se observan inscripciones en latín en grandes caracteres tallados y que se cree recubiertos en oro o plata en el pasado, que dice desde sus orígenes:
SENATVS
POPVLVSQVE ROMANVS
DIVO TITO DIVI VESPASIANI F
VESPASIANO AVGVSTO
Esto puede traducirse de la siguiente manera: "Senado y pueblo romano dedican a Tito Divino Vespasiano hijo de Vespasiano Augusto". Sería la original, aunque ilustraciones del artista Canaletto publicadas hacia 1721 muestran una disposición de las líneas de texto distintas (tres, no cuatro) aunque, por otro lado, el bloque mismo donde se encuentra tenía fragmentos desprendidos que parecen coincidir con los reemplazos que hoy se observan en él. La ilustración de 1740 hecha por Giovanni Paolo Panini, en cambio, despeja dudas y muestra la misma disposición del texto en cuatro líneas reproducido arriba, además de los detalles de daños reparados en posteriores restauraciones.
Salta a la vista lo mucho que Roma celebró su victoria sobre los levantamientos judíos que amenazaron al Imperio, de modo que el monumento servía también como una advertencia contra futuros brotes de rebeldía amenazando la Pax. De alguna manera, celebra lo que fue el final de la época de Israel y de una identidad geográfica para su pueblo, antecedente del inicio de la diáspora.
En la Edad Media, el arco es mencionado por la guía "Mirabilia Urbis Romae" ("Maravillas de la Ciudad de Roma") como "El arco de las siete lámparas de Tito y Vespaciano", y por esos mismos siglos fue incorporado a la desaparecida fortaleza de la familia Frangipane, recibiendo sus primeras restauraciones importantes durante el papado de Paulo II (1464-1471). Algunos edificios del sector Sur le fueron removidos en las intervenciones, pero poco después se lo integró a las edificaciones del  convento de Santa Francisca Romana, que en algún período fuera conocido también como de Santa María Nova.
La descrita apreciación de consolidación del poder y advertencia parece haberse heredado a la Roma cristiana, pues se sabe que, poco después del Cónclave de 1555, el flamante Papa Paulo IV utilizó el Arco de Tito como símbolo del sometimiento de los judíos durante las medidas con las que hizo cumplir la bula "Cum nimis absurdum", obligándolos a la sumisión ante la Iglesia. Por estos contenidos, todavía en nuestra época el mensaje del arco sigue sacando ronchas en la opinión de algunos críticos de filiación judía, que lo consideran un monumento humillante e infame para sus tradiciones, creencias e identidad.
Los cambios de colores del material del arco se deben a la parte del mismo que fue reconstruida con roca de travertino hacia el final del papado de Pío VII, en trabajos encargados Raffaele Stern en 1817 y después a Giuseppe Valadier entre 1821-1823. Esta restauración fue tan novedosa y completa que sirvió de base después a las obras de la Puerta Pía. La diferencia de materiales y etapas se nota especialmente en las mencionadas columnas, donde los segmentos antiguos se ven estriados, mientras que los nuevos lucen textura lisa. En estas obras se demolieron también los edificios medievales adosados, dejándolo despejado como unidad.
De esta intervención restauradora surge también la segunda inscripción, en la cara opuesta del bloque superior del ático:
INSIGNE · RELIGIONIS · ATQVE · ARTIS · MONVMENTVM
VETVSTATE · FATISCENS
PIVS · SEPTIMVS · PONTIFEX · MAX
NOVIS · OPERIBVS · PRISCVM · EXEMPLAR · IMITANTIBVS
FVLCIRI · SERVARIQVE · IVSSIT
ANNO SACRI PRINCIPATVS · EIVS XXIIII
Una tormenta tipográfica en latín como ésta, puede traducirse de la siguiente manera: "Insigne (para) religión  y arte (este) monumento debilitado (por) vetusto, Pío VII Sumo Pontífice (con) nuevas obras ejemplares del modelo antiguo imitado hizo reforzar y preservar en año de su sagrado gobierno (número) 24". Ya vimos que en su lucha por someter a judíos y paganos al cristianismo, Paulo IV había incorporado en su tiempo al Arco de Tito dentro de la propaganda eclesiástica, lo que explica en parte el mensaje y el interés por repararlo.
Luego de los trabajos del siglo XIX para iniciar la recuperación del Foro Romano, se ejecutaron obras para deducir el nivel de la calle entre 1901 y 1902, durante las cuales quedaron a la vista los sólidos cimientos de roca del Arco de Tito. También tiene refuerzos interiores de cemento, para fortalecer la estructura.
El Arco de Tito se encuentra relativamente cerca de otras obras parecidas, como el Arco de Séptimo Severo en el mismo Foro Romano y el Arco de Constantino en la Vía Sacra junto al Coliseo. Por hallazgos muy recientes, publicados durante el año 2015, se confirmó también de la existencia de los restos de un segundo Arco Triunfal de Tito en el sector del Circo Máximo o Massimo (a espalda del Foro Romano), varios metros bajo la superficie.
Más que por sus  proporciones o su diseño artístico y decorativo, entonces, el Arco de Tito destaca por el contenido la crónica bélica que está registrada en sus relieves escultóricos, mostrando episodios de la caída del Segundo Templo de Jerusalén por romanos bajo la protección divina de las alegorías de la Victoria y de la ciudad de Roma, como testimonio de un triunfo militar que cambió para siempre el curso histórico del mundo.
Relieve con Tito en el carro de la victoria.
Relieve del regreso con los tesoros del templo.
Artesón de la Apoteosis del Emperador.

UNA ANIMITA PERRUNA: LA TRAGEDIA DE "CACHUPÍN" EN LA SALITRERA HUMBERSTONE

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Coordenadas:  20°12'16.65"S 69°47'54.23"W (aproximadamente)
Hace algún tiempo, me extendí acá en una relación histórica de los perros como elementos integrados a la formación de la identidad chilena y del imaginario nacional. También vimos que esta relación entre hombres y canes no ha sido del todo alegre en nuestro terruño, corrompiéndose un aspecto de ella en lo que denominamos la cuestión "social" de los perros, asociada a la falta de responsabilidad, el abandono, cuestiones sanitarias y casos de abyecta crueldad contra nuestras mascotas más populares. La historia del perrito Cachupín de la Salitrera Huberstone (ex La Palma), al interior de Iquique en Tarapacá, tiene un poco de ambos campos.
Los perros pasean en los desiertos chilenos desde mucho antes de la Guerra del Pacífico, acompañando a exploradores, cateadores, comerciantes, carrilanos y trabajadores del guano, el salitre y la plata. En los cantones y campamentos del caliche se repitió muchas veces el fenómeno de las grandes ciudades: los animales domésticos andaban libres, volviéndose casi "perros comunitarios" que pertenecían y conocían todos en cada poblado, pero que en rigor vivían y moraban sin grandes restricciones en el espacio público. La relación con el dueño, muchas veces, se limitaba a ponerles nombre y dejarlos dormir en algún lugar de la casa.
Los casos célebres de perros del salitre fueron innumerables, acompañando toda la época de esplendor de los nitratos a pesar del poco registro que quedó de ellos, pues la mayoría de aquellas memorias sobrevive sólo en el recuerdo tambaleante de algunos ancianos sobrevivientes a aquella época. Cuando morían los vecinos más caritativos con los canes o cuando comenzó el despoblamiento de las oficinas por la caída de la industria, el problema crecería tanto para hombres como para perros. Un dramático cuento de Joaquín Edwards Bello, "El quiltro Chuflay", trae de recuerdo un fragmento de este oscuro período, cuando cantidades de perros quedaron vagando entre ruinas de las salitreras, como últimos vestigios de vida en la epopeya de los nitratos de las regiones de Antofagasta y Tarapacá. Historias tenebrosas corrían sobre el cómo sobrevivían allí las pobres bestias, en semejante abandono, acaso cazando lagartos raquíticos o asaltando los cementerios de los poblados fantasmas.
Uno de los últimos perros del salitre fue Cachupín, cuyo nombre (tan popularizado más cerca de nuestra época por los chistes del humorista Álvaro Salas) nos recuerda al personaje homónimo del caricaturista Renato Nato Andrade en los años 40, lo que lleva a suponer que el perrito de la Oficina Salitrera Humberstone era también una criatura pequeña y traviesa, como aquel sujeto de las viñetas de la revista "Estadio".
Ya al final de aquella época de la industria minera del caliche, o más bien en los restos de la misma, por muchos años vivió en Humberstone una gran cantidad de perros cuidadores que pertenecían a don Isidoro Andía, el último propietario de la oficina. La razón de esto fue que, tras cerrar en 1960 el complejo salitrero, era frecuente que el poblado ya casi fantasmal fuera periódicamente invadido por ladrones, huaqueros y saqueadores que robaban maquinarias, materiales y partes de las estructuras, por lo que los perros estaban allí para disuadirlos y, cuando no, para espantarlos. Uno de ellos era Cachupín, por supuesto... O más exactamente Cachupín 2, según la inscripción que lo recuerda.
Sucedió entonces que, en plenas Fiestas Patrias de 1968, una pandilla de ladrones ingresó furtivamente al recinto para robar implementos o herramientas como tantas veces lo habían intentado otros, y fueron descubiertos en el acto por los perros cuidadores de don Isidoro, hacia el sector de la planta. Trágicamente, uno de los delincuentes acabó asesinando a Cachupín en su escape, tronchando la vida de este misterioso perro del salitre.
Cachupín era muy querido por el dueño y los cuidadores, al parecer, porque seguramente consternados y sin hallar consuelo por su súbita muerte -cuyos detalles lamentablemente se han perdido-, levantaron una cruz con su nombre allí, hacia el fondo, atrás del campamento y junto a los galpones de los talleres, con la siguiente inscripción:
“Cachupín 2.
Murió cumpliendo
su deber. 18-9-68”.
Varios detalles de la poca pero interesante información relativa al perrito mártir de Humberstone y su cruz, es una deuda que he contraído con el investigador pampino Ernesto Zepeda, gracias a la intermediación del fotógrafo y difusor patrimonial Ricardo Pereira Viale, personas versadas en la historia de la célebre ex salitrera. No me ha sido posible confirmar con datos duros, sin embargo, si la mascota de la oficina salitrera se encuentra sepultada también allí, bajo la sencilla cruz cerca de una vetusta locomotora minera junto a los galpones. Empero, considerando que la tradición de las animitas chilenas es ser colocadas en el lugar del deceso (o donde se desencadena la tragedia que llevó a la muerte) y que también es vieja costumbre nacional la de sepultar a los perros en los mismos lugares que solían rondar para que los "cuiden" desde el más allá (antes que entraran tendencias más foráneas, como la de crear cementerios de mascotas), me parece casi seguro que Cachupín se encuentra bajo la cruz con su nombre.
Así pues, uno de los últimos perros del salitre de los que se recuerde su nombre propio, se volvería también uno de los pocos canes con animita en nuestro país, conservando la suya por cerca de 50 años ya en el lugar mismo de su tragedia y como testimonio de las mascotas que acompañaron a los hombres en la dominación de aquellas comarcas de la epopeya salitrera.

SPIKE: EL PERRO ROTUNDAMENTE QUILTRO QUE LLEGÓ A ESTRELLA PUBLICITARIA

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Fuente imagen: FB Lipigas.
Spike, el veterano quiltro chileno convertido en casi una leyenda por una marca de gas, falleció hoy de causas naturales, tras una vida de protagonismo en campañas publicitarias al alero de frases como "cámbiate al amarillo". La compañía Lipigas ha distribuido por las redes sociales un sentido mensaje de despedida para la que fuera por tantos años su querida mascota, donde se observa su imagen de perro chico y feo explotada por las agencias Ogilvy & Mathers y Puerta. "Chile de luto", ha titulado un noticiero de televisión para referirse a su partida.
El rotundamente quiltro Spike debe estar compitiendo en popularidad con los casos de otros famosos perros nacionales como Rucio, el sobreviviente de la matanza en la Plaza de la Constitución adoptado por Carabineros de Chile, el perro Julio que engalanó las calles de Valparaíso, o Julio Iglesias, el feo can mascota de algunos programas del canal Mega. Está en la categoría de los quiltros más famosos de nuestro país, sin duda, aunque Spike tuvo una ventaja por sobre sus demás competidores de cuatro patas: ser el más mediático de todos, actor bien remunerado y un auténtico divo en la cultura de masas, al convertirse en símbolo de los comerciales televisivos de la conocida marca distribuidora de gas licuado.
Antes de iniciar su carrera como actor publicitario, el pequeño y peludo Spike fue adoptado por un sargento de Carabineros de Chile, don José Montanares, que lo encontró en una feria libre de Lo Prado. Tenía unos 40 días de vida a la sazón, convirtiéndose en el regalón de su dueño a pesar de la falta de pedigrí y de la evidente mixtura étnica del quiltrito. El carabinero, que era adiestrador de perros y funcionario del Retén Los Jardines de La Florida, siempre declaró que lo encontraba particularmente "vivaracho", y que esa característica lo había convencido de quedárselo.
Aunque antes, hacia 2005, había pasado ya por un comercial de "Coca-Cola" exhibido en Europa y otro de multitiendas Johnson's (donde aparecía jalonando y rasgando el uniforme de mala calidad recién comprado de un niño actor), el entrenado y obediente animal saltó a la fama hacia junio de 2006, cuando fue contratado para encarnar ahora al personaje humorístico creado por una agencia de publicidad que, en lo fundamental, traslada a la imagen de un perro el carácter y los modos de las clases populares chilenas, en otra curiosa analogía cultural del roto y el quiltro, incluyendo modismos de lenguaje y la pronunciación deficiente del sonido de la ch, asociación o “rima” de identidad que ya hemos comentado en otras partes de este blog.
Su primera aparición para la marca de gas, sin embargo, fue actuando más en su rasgo de perro que en la personificación humanizada que siempre lo acompañó y que lo haría célebre: interpretaba a un can gruñón que ladraba a todos por un barrio de Valparaíso, menos al repartidor de gas cuando llegaba allí, mientras una voz en off que se suponía su conciencia iba explicando sus razones. Posteriormente, sus presentaciones serían aún más prosopéyicas: se lo veía hablando en diferentes situaciones y roles, incluyendo otros perros "amigos" que actuaron en los comerciales, e incluso una banda hip hop llamada "Los Perros Raperros". Hasta compartió cámara con el futbolista Gary Medel en uno de ellos. Por su asociación permanente a la empresa Lipigas, Spike también era llamado cariñosamente Lipi por algunos de sus vecinos y amigos.
Spike también actuó en la serial de sátira policial de Canal 13 "Huaiquimán y Tolosa", con un pequeño papel. Estuvo invitado a varios actos públicos y programas de televisión, pues su fama quedó consolidada gracias a la publicidad televisiva. El can era simpático y dócil en los sets, pero su propio dueño recordaba que solía ponerse bravo con los extraños y los perros más grandes, en el ambiente más doméstico, viviendo en la comuna de Puente Alto en Santiago.
Aunque hay quienes manifiestan desagrado por el tipo de publicidad que hiciera popular al perro y de la que tanto se valiera la compañía de gas, no cabe duda de que fue un icono de los medios de comunicación y de la cultura masiva de nuestros días. Tanto así, que una fotografía del quiltroSpike fue votada y escogida con la mayor cantidad de adhesiones entre los elementos propuestos para la Cápsula del Bicentenario enterrada por la Municipalidad de Santiago en la Plaza de Armas en 2010, para la curiosidad de las generaciones futuras de un siglo más, elección que también contó con varios críticos y detractores.
Con sitios webs y clubes virtuales de admiradores, ya antes habían dado por "muerto" a Spike en un chisme que corrió por la internet hacia la proximidad de la Navidad de 2010, pero no tardó en ser desmentido y negado, para tranquilidad de sus fans... Sin embargo, la nueva de hoy es noticia ya confirmada por la propia empresa para la que tanto trabajó: el viejo y atorrante Spike ha partido hoy, entre la noche del jueves 17 y el viernes 18 de marzo de 2016, dejando atrás sólo su recuerdo en el cálido cobijo del cariño popular. Su corazón ha fallado a los 14 años de vida.
El mensaje de la compañía con el retrato del perro diría, a modo de elegía: "Gracias por tantas alegrías. Nunca olvidaremos tu chispa y tu calorcito. Q.E.P.D. Lipigas".

LA LLUVIA QUE SE LLEVÓ A ALBERTO ROJAS JIMÉNEZ

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Retrato de Alberto Rojas Jiménez, hecho por su amigo pintor y camarada de correrías, don Isaías Cabezón.
Era 1934… Década prodigiosa de la poesía chilena, pero con una tragedia más enlutando aquel mismo año a su bohemia intelectual, cuando le arrebató con un inclemente chaparrón uno de sus racimos de vid más dulces y queridos de su cofradía de vates y hombres de letras de la época.
El poeta y cronista Alberto Rojas Jiménez había nacido el 21 de julio de 1900, casi con el siglo mismo en su romántico Valparaíso. Comenzó su carrera de escritor en 1918 en la revista "Zig-Zag" y con el alias Pierre H. Lhéry, trabajando ya hacia 1921 en la revista "Claridad", además de la "Gaceta de Chile" y la "Revista de Arte". Usó también los pseudónimos Zain Gimel y Ramiel. Hacia el final de su corta vida, publicaba en los periódicos "La República" y "El Correo", ambos de Valdivia.
Este ex alumno de Internado Nacional Barros Arana había viajado tempranamente a Santiago, en donde se integró con rapidez al ambiente bohemio capitalino, frecuentando los más célebres boliches del llamado "barrio chino" de Mapocho. También estudiaría en la Escuela de Arquitectura y Bellas Artes en la Universidad de Chile. Sería allí mismo, en este ecosistema de esparcimiento, de aventuras y de recreación con sus colegas artistas, que la sombra de su propia muerte iba a alcanzarlo, supuestamente por las consecuencias indirectas de esa noche fría y lluviosa junto al río Mapocho.
En las aguas noctámbulas de su acuario, el joven escritor era llamado El Marinero, pues siempre andaba de viaje y además usaba una camiseta a rayas horizontales, como recordaba décadas después su amigo y colega Oreste Plath. Aunque lo suyo era la poesía y la crónica, sus secuaces amigos pintores también tuvieron fuerte influencia en su vida: con Lalo Paschín Bustamante había viajado a Francia en 1923, experiencia de la que nació "Chilenos en París", su único libro; y con el ecuatoriano Diego Muñoz había pintado parte de la decoración interior del local "El Hércules" de calle Bandera, en un sector de cuadras a la altura del 800 que compartía con otros célebres clubes como el "Zeppelin" o "La Antoñaña", espacios vetustos e históricos recientemente demolidos hasta sus cimientos, para un proyecto inmobiliario.
El dueño de "El Hércules" era su amigo Saturnino Pisson, a quien Pablo Neruda -otro cliente frecuente y miembro del círculo- convenció de que el entonces recientemente llegado Muñoz era un afamado artista en su patria, por lo que el propietario accedió a atender gratis sus pedidos a cambio de un trabajo de pinturas artísticas dentro del local, que hizo con alguna ayudita de Rojas Jiménez mientras todos bebían a crédito con tan singular trato. La verdad es que el pintor recién comenzaba su carrera profesional en esos años. Entre ambos pintaron allí también un rostro del escritor español Ramón Gómez de la Serna, fumando pipa, como recuerdo a su visita de 1931.
No fue su único paso por las artes gráficas: Rojas Jiménez también incursionó en el dibujo, con muy buenos resultados y algunas publicaciones. Su compañero de trasnochadas el pintor Isaías Cabezón, hizo uno de los no muchos retratos que existen de Rojas Jiménez, donde aparece vestido de abrigo o sobretodo en un día frío, sentado en la mesa de lo que parece ser un bar, curiosa obra cuyo original se encontraría extraviado y de la que solamente sobreviven copias.
Era en sus amigos bohemios que meditaba el poeta, justamente, cuando comenzó a escribir los versos de "Tu gesto era dulce y gris":
Pienso en mis amigos, en mis buenos amigos que están lejos...
Aquéllos hablan poco. No dicen casi nada...
Si es, como ahora, invierno
se reúnen para soñar, junto al fuego.
No disputan. Piensan con sencillez.
Dicen: "Anoche cayó una estrella...".
Y fuman. Fuman largamente.
Miran el fuego rojo
y se quedan mucho tiempo en silencio.
¿Por qué yo estoy tan lejos?
He aquí también otro de sus poemas más célebres, "No encendáis las lámparas", de evidente evocación nocturna:
No encendáis las lámparas
ni me llaméis.
Dejadme aquí sin luces
Mi alma está mejor en la penumbra.
Ved cómo la sombra maravillosa
envuelve mi frente.
Mirad mis manos,
mirad mi aspecto dulce
y que os oiga decir:
"Dejadlo está soñando,
dejadlo solo, allí sin lumbre".
La noche del Barrio Mapocho alegró sus días, sin duda, y quizás por ese destino fue que en una de sus visitas a la Posada del Corregidor, comenzó el capítulo final de su existencia... Allí en la misma casona que había regresado a las andadas de club nocturno más propias de "La Filarmónica" de los tiempos de don Diego Portales que de la elegancia señorial que quiso imprimírsele al asociarla a la memoria del Corregidor Luis Manuel de Zañartu. Quizás menos escandalosa, en todo caso.
Y el autor de "Chilenos en París", mismo que regalaba sus poemas y que descuidaba irresponsablemente su propia grandeza y sus proyecciones profesionales como literato, llegó hasta allá al restaurante del caserón colonial, una de esas noches, creyendo que ese carisma suyo que le facilitaba beber y comer gratis en los otros locales de Bandera, le funcionaría en este sitio de calle Esmeralda... Pero se equivocó.
El intento de "perro muerto" diplomático hecho por Rojas Jiménez no prosperó, desatando la furia de un mozo corto de paciencia e intolerante con los clientes frescos cuando llegó con la cuenta. Dice Plath que debió dejar empeñada su chaqueta al no poder cubrir todo el consumo que había hecho, siendo arrojado en desabrigo a la calle, donde caía un intenso aguacero. Otros, como Naín Nómez, tienen a mano la versión de que Rojas Jiménez primero habría sido golpeado y virtualmente despojado de sus ropas a la fuerza, luego de comprometer con su palabra el pago de una deuda, gesto que no fue comprendido por el garzón que lo atendía y que, finalmente, lo arrojó a rastras a la calle. Una leyenda omite la lluvia y dice que fue a parar al agua de la fontana al centro de la plaza, arrojado por los mismos empleados.
Empero, quien entrega la mejor descripción de incidente es, a nuestro juicio, el insigne Enrique Bunster. Lo hace en un emotivo homenaje que escribe para el trágico poeta y que forma parte de una recopilación hecha también por Plath, titulada "Alberto Rojas Jiménez se paseaba por el alba":
"Una lluviosa noche de invierno falló por primera y última vez el encanto personal del rey de los noctámbulos. En la Posada del Corregidor le pasaron la cuenta por una suculenta comida con aperitivos y bajativos, que no pudo cancelar. Como a esta deuda se sumaban otras, el inflexible concesionario resolvió que el poeta dejaría en prenda su sobretodo (algunos dicen que también la chaqueta). Y el pobre salió a la intemperie y caminó desabrigado a lo largo del Parque Forestal. Llovía a cántaros y el Mapocho en crecida pasaba rozando la ferralla de los puentes".
Retrato fotográfico del poeta Alberto Rojas Jiménez. Fuente imagen: escritorjorgearturoflores.wordpress.com.
Posada del Corregidor Zañartu (que en realidad nunca fue suya) en calle Esmeralda, en obra de Jorge Anfruns.
Quizás el joven literato estaba demasiado acostumbrado a beber gratis en los boliches del "barrio chino", donde los propietarios le aguantaban esta licencia, como sucedía en el "Venezia" y "El Jote", pues se lo consideraba un animador. O, como dice Bunster, confió demasiado en sus simpatías para salir de situaciones problemáticas. El caso cierto es que, aquella noche, puso marcha en retorno a su casa bajo esa copiosa y fría lluvia, empapado, sin ese sobretodo o chaquetón que, quizás, hasta corresponda al mismo que lleva retratado en la obra de Cabezón.
Los expertos hoy discuten la relación entre el pasar frío y enfermar de catarro o gripe, lo sabemos... Sin embargo, los principales biógrafos del débil y enfermizo Alberto aseguran que su salud se deterioró a partir de aquel incidente; y empeorando cada vez más contrajo, como aparente consecuencia indirecta de su desliz en la Posada del Corregidor, una bronconeumonía que iba haciéndose más grave hasta que, finalmente, le arrebató la vida el 25 de mayo de 1934, a los 33 años.
"Cuando la noticia de su muerte llegó a España –escribió Luis Enrique Délano-, el pintor Isaías Cabezón y el poeta Pablo Neruda, que se hallaban en Barcelona, fueron a encender un cirio en su memoria en la iglesia de Santa María del Mar, esa catedral marinera y sombría que se alza en medio de las callejuelas tortuosas del barrio gótico, donde los tripulantes que han sobrevivido a los naufragios depositan barquitos de vela y exvotos dando gracias a la Providencia por sus mercedes".
Sus amigos y compañeros de parranda que se encontraban en Chile, hicieron una sentida despedida en su honor en el mismo local de "El Hércules" tan conocido por él y por todos ellos (existe una famosa fotografía de todos alrededor de Neruda en una mesa, simulando con tocados en la cabeza algo como un rito de logias), como recordaría Plath:
"A la muerte del poeta Rojas Jiménez, los garzones solicitaron permiso y formaron en el cortejo. Y en El Hércules se recordó al amigo y bebieron por el desaparecido, Orlando Oyarzún, Tomás Lago y Lalo Paschin. Y los inesperados, como Renato Monestier, el ciego Monestier, El León de la Metro, por su apariencia un tanto hosca, se llamaba Juan Riquelme, vestía siempre de negro y usaba por su miopía unos anteojos de gruesos cristales. Había sido funcionario menor de un juzgado de letras de un pueblo del sur. Casado con doña Tulia Marambio, de gran sensibilidad artística. Se le respetaba como valioso comentarista de arte por obra en diarios y revistas".
Neruda también dedicó al fallecido los famosos versos que han consagrado la inmortalidad del recuerdo de su amigo en "Alberto Rojas Jiménez viene volando", originalmente publicado por la revista "Occidente". Allí, y quizás bloqueando la salida a quienes pudieran poner en duda en nuestros días la razón de la curiosa muerte del poeta a causa derivada de una lluvia, escribió:
Sobre tu cementerio sin paredes
donde los marineros se extravían,
mientras la lluvia de tu muerte cae,
vienes volando.
Mientras la lluvia de tus dedos cae,
mientras la lluvia de tus huesos cae,
mientras tu médula y tu risa caen,
vienes volando.
Y ya cerrando su elogio, se despide hacia el final:
Vienes volando, solo, solitario
solo entre muchos muertos, para siempre solo
vienes volando sin sombra y sin nombre,
sin azúcar, sin boca, sin rosales,
vienes volando.
Un año después de su fallecimiento, esos mismos colegas y camaradas de intelectualidad del poeta, fundaban las primeras reuniones de la Sociedad de Amigos del Arte, por extraña ironía en la misma casona colonial de la calle Esmeralda: esa desde donde fuera expulsado a la lluvia despiadada. Y, en octubre de 1937, el Instituto de Conmemoración Histórica colocó allí su primera placa de información histórica, aunque al parecer ya no está.
Quizás la Posada del Corregidor se liberó, así, de dolos o de culpas… Pero jamás devolvió a Alberto.

EL ESQUELETO DE FIERROS DEL PUENTE QUINQUIMO EN LA LIGUA

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Coordenadas: 32°26'46.27"S 71°18'55.67"W
Muy cerca del paso del río Ligua bajo la autopista Panamericana Norte, hacia el poniente de la ciudad de La Ligua, sobrevive el Puente Quinquimo, un interesante vestigio de la época de esplendor ferrocarrilero. Permanece uniendo aún el paso a pie desde la ruta E-39 que bordeaba la ya casi desaparecida línea de rieles hacia el sector de La Chimba, con la ribera opuesta del sector que va a Pullalli.
Llamado oficialmente Puente Ferroviario Quinquimo R.c.a. y con costillas cruzadas de fierros atravesando el río, su enorme estructura de unos 154 metros de largo domina gran parte de la vista el paisaje, apoyado en sus cuatro bases: dos a modo de sillares, en los extremos, y dos a modo de columnas hacia el sector central casi encima del lecho muy cargado de vegetación natural, mientras que el cauce de aguas pasa entre estas últimas dos, aunque en esta época no es más que un tímido hilo parcialmente estancado y discontinuo, casi invisible en este sector específico del río.
En términos generales, el puente tiene el típico aspecto de las estructuras funcionalistas de esta clase confeccionadas hacia fines del siglo XIX y hasta los días del Primer Centenario en Chile, fundamentalmente bajo la escuela franco-británica de la arquitectura en hierro. A diferencia de otros puentes, sin embargo, éste tiene un falso "techo", con travesaños dispuestos el cruces al igual que en sus costados, para incrementar la resistencia de su armazón desnudo. Sus durmientes (de roble, según algunos lugareños) son de enorme tamaño, sosteniendo una doble trocha de rieles: una ancha y una más estrecha corriendo por el centro, que habría sido la más utilizada cuando había mayor tráfico de ferrocarriles.
En los días del tren chileno, La Ligua era parte del Ferrocarril Longitudinal Norte, tramo Cabildo-Copiapó más tarde unido a la red del Norte Grande hasta Iquique, además del punto de partida de los ramales a Papudo hacia la costa y Cabildo-Petorca hacia el interior. Por decreto del 20 de enero de 1888, el Gobierno de José Manuel Balmaceda había autorizado la licitación de los cuatro primeros tramos ferroviarios de esta red, entre los cuales figuraba la línea La Calera, La Ligua y Cabildo. La mayor parte de estas obras fueron adjudicadas a la compañía North & South American Construction, aunque con muchas demoras en el cumplimiento de los planes originales.
La línea férrea de los ramales de La Ligua, particularmente, quedó terminada hacia 1898,  y parte de ellos aún pueden ser reconocibles por el sector de La Chimba. De acuerdo a la interesante y detallada información que encuentro en el sitio de GeoVirtual2 (Museo Virtual), el tramo Cabildo-Copiapó propiamente dicho comenzó a ser construido en octubre de 1910 y sería concluido en marzo de 1915, abarcado más de 600 kilómetros de lo que sería conocido como el Ferrocarril Longitudinal Norte. Hacia el centro de La Ligua aún quedan viejos galpones que pertenecieron a su estación principal, así como los restos de las vías o lo que sobrevive del trazado que ocuparon, con algunos tramos convertidos en senderos.
Sin embargo, el Puente Quinquimo -así llamado por la cercana localidad de la ribera del río Ligua- es anterior a la creación y unificación de esta primera Red Norte: fue construido en 1909 por la compañía Bertoglio & Scanu, como se confirma en una placa inaugural situada en el basamento de la boca Norte del puente, si se baja al lecho mismo del río para poder observarla. Si bien está integrado a la red, su origen está en un proyecto específico para unir las localidades en un tramo "costa". Sucede, pues, que el río Ligua era el primer obstáculo natural importante que encontraba el trayecto más costero de la que iba a ser la Red Norte, por lo que el puente vino a suplir tempranamente las dificultades con un primer intento de trazado cercano al 1909-1910 y que llegaba hasta el sector Trapiche, junto al río Petorca, como un ramal menor que también conectaba con Papudo. Lamentablemente, este trayecto que incluye un túnel se encuentra en manos particulares, dentro de la propiedad de una compañía minera, con acceso restringido al público.
Hacia 1940, este mismo trayecto "costa" fue reemplazado por la habilitación de uno más al interior extiendo el que también había entrado en funciones en 1910, desde La Ligua y Petorca, esta vez hasta Palquico y Tilama. Es de suponer, entonces, que la vida más activa del Puente Quinquimo comenzó a decaer con estos cambios en el sistema.
Recientemente, el diario "La Estrella" de Iquique (lunes 21 de marzo de 2016) publicó un recuento histórico donde señala que la red del Ferrocarril Longitudinal Norte comenzó a decaer en funciones hacia los años sesenta, incapaz de competir con la carretera Panamericana, cerrando operaciones en esta vasta vía el 17 de junio de 1975. El famoso tren conocido como el "Longino" seguiría funcionando tres años más entre las localidades de La Calera y La Serena, hasta que cesó en 1978 como anticipo de la clausura general de la Red Norte de Ferrocarriles tras la caída del sistema agravada por la sangrienta tragedia del Puente Queronque en controversiales circunstancias y su consecuencia en el cierre de la Estación Mapocho en 1986.
Terminada esta época y retirado el servicio de trenes, el puente de fierros enrojecidos por el óxido de un siglo se ha convertido en una conexión peatonal sobre el río, casi de manera connatural. Un ducto de agua potable corre también por uno de sus costados. Los lugareños comentan que, hasta no hace mucho tiempo, los caminantes iban pisando cuidadosamente entre los durmientes para poder pasarlo, cosa bastante arriesgada considerando la no poca altura que alcanza hacia el centro y la separación que hay entre estos mismos grandes tablones. Sólo en tiempos más recientes y para la seguridad del público, se colocaron a lo largo unas largas tablas que, en continuidad, conforman el paso a pie seguro sobre el ex puente ferroviario, aunque lo estrecho de la pasarela pone dificultades al caminante que se encuentre con otro de frente allí en el paso. También hay modestos carteles en cada acceso, advirtiendo que éste es ya un puente de tránsito peatonal y que "los accidentes por uso inadecuado son de exclusiva responsabilidad de los usuarios".
A pesar de las precauciones, las tragedias en ese sector específico no faltaron. Se cuenta de accidentes por caídas o bien de imprudentes que acabaron atropellados en los tiempos en que pasaba el ferrocarril. También hay una especie de animita anónima y con una cruz blanca, por el lado Norte del puente en su cara poniente, aunque ninguna de las pocas personas que pude consultar allí supo explicarme su origen. A un costado del acceso Sur, en cambio, hay otra más completa con casuchita de albañilería y todo, perteneciente a un hombre más bien joven llamado Reinaldo Patricio Santander Garay, con fecha de muerte del 12 de febrero de 1994.
Existe cierta incertidumbre entre los usuarios del puente respecto de si esta función peatonal se mantendrá o si el propio paso de ferretería y crucetas metálicas permanecerá por largo tiempo más allí, en su lugar histórico. De cualquier forma, los liguanos quieren al puente y lo respetan como patrimonio propio, no siendo extraño encontrar fotografías del mismo en algunos locales que visita el viajero en la ciudad capital de la Provincia de Petorca, tan célebre por sus deleitosos pasteles y los chalecos de lana de Valle Hermoso.

CASUÍSTICA FUNDACIONAL DEL MISTICISMO EN EL VALLE DE ELQUI (PARTE I): EL CURIOSO EPISODIO DEL CRISTO DE ELQUI

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El Cristo de Elqui y dos de sus discípulos, en fotografía publicada en "Los iluminados del Valle de Elqui", de Juan Guillermo Prado.
Pidiendo disculpas por lo autorreferente, creo haber manifestado acá antes que no simpatizo mucho con el turismo de "experiencias culturales" cuando genera verdaderas industrias de servicios en poblados pequeños o localidades apartadas de las grandes ciudades, por lo mismo más vulnerables a las energías externas de modificación de un modus vivendi y de una identidad propia. El efecto de transculturización y de puesta en escena se hace evidente en algunos casos, como por ejemplo en San Pedro de Atacama, donde el elemento inversionista y comercial acabó desplazando a gran parte del elemento local, para bien o para mal, debiendo ser mantenido este último a la vista del consumidor-viajero con una suerte de simulación o representación, en ciertos casos.
El hermoso Valle de Elqui y cierto grado de banalización de sus elementos místicos también ha comenzado a ofrecer una carie parecida en su sonrisa. Gran parte de esta fama la hizo el boom comercial que acompañó al frustrante paso del cometa Halley en 1986, asociado al Elqui por la limpieza de la vista en sus cielos nocturnos como lugar "ideal" de observación y la presencia del Observatorio de Cerro Tololo. Fue un evento hábilmente aprovechado por publicistas y autores varios, como se recordará. Es la misma época en la que la escritora Malú Sierra publica su trabajo titulado "Elqui. El cielo está más cerca", libro lanzado ese mismo año y que, según la opinión de algunos de los propios habitantes del valle, tendría imprecisiones y juicios un tanto audaces sobre ciertos personajes del lugar, aunque no puede negarse que marcó un hito en su década con relación al tema y puso en marcha la producción literaria divulgando este semblante que identificará para siempre al Elqui, en lo concreto y en lo abstracto.
Muchos de aquellos rasgos auténticos y de las construcciones de atractivos del Valle de Elqui, fuera de sus magnificas frutas, viñedos y producción pisquera, corresponden a rasgos de folklore, neofolklore y tradición mística popular: leyendas de fantasmas, historias de brujos, chonchones o tuetués, cartomantes, extraterrestres, adivinas y disciplinas que forman parte de la propuesta tradicional del valle desde hace años ya, pues su promovida identidad espiritual no es cosa nueva. Sin embargo, como toda actividad que involucre turismo de esta orientación, han comenzado a aparecer también algunos divulgadores de fakelore y los infaltables mercaderes con prácticas más parecidas, por ejemplo, al vulgar chamanismo que a los magos de fundamento indígena local o costumbrista... De todo hay en estas viñas, pues.
Es preciso recordar que esta fama mística del Elqui comienza hacia los años veinte. Hay quienes retrotraen esta cualidad a la época de la propia Gabriela Mistral nacida en el valle (y con mausoleo en el mismo), e incluso hasta tiempos de la cultura diaguita con sus propios contenidos de creencias y ritos. En rigor, sin embargo, los años veinte fueron cruciales para despertar la "fiebre" elquina, con algunos casos bastante bullados en la época y que son estudiados por el bibliófilo e investigador Juan Guillermo Prado, en su libro "Los iluminados del Valle de Elqui".
Dos fotografías del Cristo de Elqui. Fuente imágenes: noticias.terra.cl, y "Sermones y prédicas del Cristo de Elqui" de Nicanor Parra.
El primero de ellos -al menos de entre los más importantes y trascendentes- parece corresponder al llamado Cristo de Elqui, apodo que le diera la prensa a uno de los personajes más intrigantes y extraños de la historia religiosa moderna chilena, cuyo caso abordaremos en este texto.
Llamado en realidad Domingo Zárate Vega, el Cristo de Elqui era un campesino y albañil oriundo de Río Hurtado, aunque otras versiones colocan su cuna más cerca de la Zona Central. Empero, Carlos Ruiz-Tagle dice en "Los antifrívolos" que había conocido parientes suyos viviendo en Río Hurtado, incluso con los restos de la casa, así que es más probable esta posibilidad.
Como buen aspirante a Mesías o predestinado a coquetear con esta fantasía, había nacido en la víspera de Navidad de 1898, en una modesta familia de ganaderos caprinos. Otras fuentes aseguran que nació en realidad el 20 de diciembre de 1897. Como sea, sin embargo, fue después de trabajar como inquilino del entonces alcalde José Álamo Tuma y de experimentar un aparente estilo de vida beodo y lujurioso con el que despilfarró una herencia familiar, que comenzaría a manifestar un curioso delirio religioso: según él, Dios se le aparecía en sueños hablándole y dándole instrucciones precisas sobre su misión en el mundo. Paralelamente, se dejó por lo mismo una larga barba y cabellera de estilo mesiánico, que según se cree jamás se cortó durante toda su época de iluminado predicador.
A partir de 1927, año en que comienza a vociferar su mensaje debutando en Alcohuaz, Zárate Vega comenzó a llamar la atención de los medios informativos que difundieron la noticia del curioso sujeto y sus extraña oratoria. Como una línea de su amplia prédica era de base católica, además de hacer citas continuas de la Biblia y llamados al Vaticano con tonos de emplazamiento, se ganó rápidamente el desprecio de la Iglesia, incluyendo al entonces Obispo de La Serena José María Caro, quien lo definía como una persona con perturbaciones mentales en una de sus cartas pastorales. No estaba muy lejos de la realidad el futuro primer Cardenal de Chile con esta acusación, como veremos.
Domingo predicaba por las calles de Vicuña, Paihuano, Rivadavia, Horcón y La Unión (después llamado Pisco Elqui) un complejo sistema de mensajes espirituales y apocalípticos, al tiempo que decía recibir visitas de distintas entidades sacras y etéreas con las que tenía contacto. Su enseñanza se fundía con recomendaciones moralistas, supersticiosas, yerbateras y en algunos casos pseudo-científicas, involucrando en ocasiones consejos para cuestiones tan cotidianas como la alimentación, el sexo, la recreación y la higiene personal. Vestido a veces con un sayal o hábito marrón parecido al de los franciscanos y en otras con una túnica blanca o azulina y un tocado de simbología parecida a la de ciertos ritos de logias, su personaje era como una combinación entre Juan Bautista y Rasputín, alcanzando incluso su aspecto físico. Más de una vez fue confundido con un simple mendigo, se recuerda, hasta que alzó la voz para propagar sus sermones.
Comenzó a rodearse de seguidores que lo veneraban como el verdadero Mesías, bautizándolos en las aguas del mismo río Elqui, al tiempo que recibía regalos como limosnas y prácticamente vivía de forma espartana y llena de limitaciones, subsistiendo gracias a la generosidad de sus devotos y saliendo a predicar por otras ciudades e incluso en países vecinos, como Perú y Bolivia. Eligió a algunos de ellos como sus apóstoles personales y delegados en otras localidades, siendo recibido con gran devoción en ciudades durante la segunda etapa de su cruzada, partiendo por La Serena y Coquimbo, a pesar de sus discursos incendiarios y plagados de acusaciones contra las autoridades, a veces insultantes. Sus seguidores solían besarle las manos y tocar sus ropas para intentar impregnarse del resplandor de la santidad que creían ver en él. Asistía con frecuencia a los débiles, enfermos, presidiarios y mendigos, lo que explica parte del cariño popular que despertaba su persona.
Sin embargo, a pesar de la gran recepción de gente con la que sería recibido en Santiago tras llegar en el ferrocarril, en la capital chilena fue detenido en 1931 y llevado a un hospital psiquiátrico por orden de la Dirección de Sanidad. Allí se le precisó un desorden mental que le llevaba al delirio mesiánico y permaneció un tiempo más internado hasta salir libre cinco o seis meses después, tras "demostrar" que estaba cuerdo, según aseguraba él.
Tras la desagradable experiencia que casi pone fin a su autoimpuesta obra, partió a Antofagasta y luego Tocopilla durante el año siguiente para continuarla, causando gran atención de los habitantes e incluso de connotados y cultos vecinos. Esto encendió la alarma de las autoridades locales y motivó reclamos de grupos de la izquierda obrera en la ciudad, en el contexto de agitación política y social de esos días.
Zárate Vega escribió algunos libros y folletos sobre sus propias vivencias biográficas mezcladas con la filosofía de sus enseñanzas, como "El grito del pastor en el silencio", "Un signo de luz" y "La promesa y la vida", aunque con contradictorios mensajes, especialmente los que entregaba ya hacia sus últimas décadas  de vida y cuando su secta de feligreses había caído en la inoperancia. Es un misterio cómo los redactó y si acaso contó con asistencia de alguien en esta tarea, pues se recuerda que no tenía escolaridad completa a pesar de su elocuencia y casi fanfarronería de palabra. Hay quienes incluso lo definían como un analfabeta, acentuando el misterio.
Fuente imagen: "Sermones y prédicas del Cristo de Elqui" de Nicanor Parra.
Pero la caída de su fantasía personal iba a ser inevitable, como sucede a todo falso profeta al perder su hechizo sobre sus seguidores. Cuentan así que, en uno de sus febriles momentos intentando demostrar cualidades prodigiosas, anunció públicamente que las divinidades le habían otorgado el don sobrenatural del vuelo. Convencido de poseer esta capacidad, hizo un llamado para presenciar su proeza y trepó varios metros por un árbol de la plaza de armas de Ovalle (otros dicen que fue en Vicuña, pero hay más testimonios de la primera opción), prometiéndole a sus súbditos que volaría... El pobre acabó estrellado dolorosamente contra el suelo, mientras la burla de los presentes no se compadecía de sus fracturas, que obligaron a sacarlo en camilla camino al hospital.
Prado comenta que, en 1948 y habiendo dejado atrás gran parte de sus más impulsivos delirios religiosos, Zárate Vega ya renegaba de su antigua doctrina declarando ahora: "He sido y seré un libre pensador". En algún momento comenzó a vestir sólo de oscuro, además, cosa que se observa en las fotografías que quedaron de él. Su último trabajo publicado fue "La promesa y vida del Cristo de Elqui", de ese mismo año, también de carácter autobiográfico.
La decadencia final de su fama comenzó en los años cincuenta. Olvidado, pobre y hallándose residiendo en Santiago después de un largo periplo fuera del valle y del que no se sabe demasiado, falleció en la capital en noviembre de 1971, en el más completo olvido. Seis años después de su muerte, el antipoeta Nicanor Parra (que habría conocido en persona la oratoria del "elegido") publicaba en su homenaje "Sermones y prédicas del Cristo de Elqui". Escribe allí, poniéndose en el lugar del misterioso personaje:
Ahora que ya revelé mi secreto
quisiera despedirme de todos ustedes
en total armonía conmigo mismo
con un abrazo bien apretado
por haber llevado a feliz término
la misión que el Señor me encomendó
cuando se me apareció en sueños
hace la miseria de 22 años
juro que no le guardo rencor a nadie
ni siquiera a los que pusieron en duda mi virilidad
sepan esos reverendos señores
que soy hombre totalmente normal
y perdonen si me he expresado en lengua vulgar
es que esa es la lengua de la gente.
En 1979, Parra publicó un segundo libro asumiéndose como el personaje, titulado "Nuevos sermones y prédicas del Cristo de Elqui", seguido años después de "La vuelta del Cristo de Elqui", en 2007. El autor Carlos Toro Ponce repasa su caso en "Santos y bandidos del valle de Elqui", de 2007, mientras que Hernán Rivera Letelier publicará un relato inspirado en la totalidad de la vida del fracasado profeta, durante 2010, con el título "El arte de la resurrección".
Son los testimonios que quedaron de uno de los iniciadores del empujón que recibió el bucólico y seductor Valle de Elqui hacia el umbral de la atracción espiritual, mística y esotérica que aún lo identifica, y cuyos casos fundacionales seguiremos viendo en los artículos que siguen de esta serie.
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