Quantcast
Channel: ex URBATORIVM
Viewing all 726 articles
Browse latest View live

TRES ÉPOCAS DE UNA CÉNTRICA ESQUINA FRENTE A LA PLAZA DE ARMAS, PARTE II: EL PALACIO DE LA LUZ DE CHILECTRA

$
0
0
El Edificio o Palacio de la Luz en 1929, en el mismo día en que se colgó el cartel luminoso que se observa promocionando la venta de planchas eléctricas. Nótese los trabajadores aún encaramados en el mismo gran cartel.
Coordenadas: 33°26'19.74"S 70°39'4.77"W
Pasó la época del viejo establecimiento colonial y de sus locales comerciales del siglo XIX en la esquina Sur-poniente de Ahumada con Compañía, que hemos revisado en la entrada anterior destacando a la casa fotográfica de Díaz & Spencer como principal referente de la época en este lugar, frente a la Plaza de Armas.
Avanzando ya el siglo XX con todas sus exigencias europeístas de la arquitectura, la siguiente época colmaría esta esquina de rasgos neoclásicos impregnados del modernismo que adquiría cuerpo en el estilo art decó. El nuevo y luminoso edificio allí levantado también se volvería una atractiva y conocida referencia para reunirse o ubicarse en este punto exacto de la ciudad, desde la segunda mitad de los años veinte aunque su duración fue corta, cercana a las dos décadas.
El edificio de marras pertenecía a lo que conoceríamos después como la compañía Chilectra, firma que tiene sus antecedentes en contratos de alumbrado y transportes de 1889 con la firma Parrish Hermanos y la introducción del tranvía eléctrico en la ciudad. Posteriormente, pasó a ser la sociedad anónima de capitales principalmente británicos Chilean Electric Tramway and Light Company. Conocida ya como la Compañía Chilena de Electricidad a partir de 1921, año oficial de nacimiento de la empresa que hoy llamamos Chilectra, fue incorporada a la South American and Foreign Power Co. (SAPCO) poco antes de 1930.
Es en este período de vertiginoso origen y crecimiento en que la empresa va levantando interesantes edificios corporativos santiaguinos que popularmente eran llamados edificios de la luz, aludiendo al servicio principal de la compañía eléctrica, como el de calle San Antonio con Santo Domingo, encargado a arquitectos alemanes hacia 1911 (actualmente ocupado por una casa de estudios). Sin embargo, el principal Edificio o Palacio de la Luz fue el que nos interesa y que estaba ubicado precisamente en la esquina de Compañía con Ahumada. Había sido levantado originalmente para oficinas de la empresa pero, en un rápido giro, se decidió convertirlo en sede de la lujosa tienda de venta y salón de exhibición de artefactos eléctricos que eran toda una novedad en el Chile de entonces. "LUZ, FUERZA Y CALOR" decía un gran eslogan luminoso sobre la azotea.
Aunque hoy pudiese sonar casi ofensivo, en esos años era lugar favorito de las damas de familia y casi un sitio de paseo, pues la introducción de los artefactos eléctricos hogareños, la línea blanca en general y las tecnologías domésticas eran un concepto casi desconocido hasta ese instante. Así describe su atracción la memoria titulada "Luces de modernidad. Archivo fotográfico Chilectra":
"Las dueñas de casa se agolpaban en sus vitrinas que mostraban los últimos adelantos en artefactos a energía eléctrica como planchas, enceradoras, radios y todo tipo de electrodomésticos (...)
Es importante considerar que el departamento de ventas de la empresa de la 'luz' no escatimó recursos para hacer atractivo el mensaje publicitario de las vitrinas. Por esto mismo, los códigos culturales y comunicacionales son diversos".
El nuevo edificio, con una gran presentación en letras de bronce de la Compañía Chilena de Tracción y Alumbrado de Santiago sobre su acceso principal, contorneaba con una suave y elegante curva la punta de la cuadra. Tenía tres pisos más una terraza bordeada de balaustras y pretiles, con ventanales de paneles metálicos y sutil decoración de grutescos alados en diseño modernista. El zócalo tenía grandes vitrinas hacia el exterior anticipando al caminante lo que se podría encontrar en las exposiciones interiores, al igual que un gran cartel luminoso suspendido de cabos metálicos que cruzaban el ancho de calle Ahumada hasta el Portal Fernández Concha, invitando a adquirir productos eléctricos. Interiormente, en el edificio abundaba el cristal, los pasamanos, pisos de piedra pulida, elegantes pilares y techos con trazas y vigas rectas formando un pulcro artesonado.
Las vitrinas no sólo publicitaban productos eléctricos como los de la General Electric y las cocinas Hotpoint, sino también otros provenientes de otros rubros industriales, cuyas presentaciones quizás se inscriban en las primeras experiencias importantes de diseño de escaparates en Santiago, introducidas por los jefes "gringos" de la compañía. Entre las marcas exponentes estaban "Alimentos Meyer", champaña "Santa Elena", "Aceites Bau", ginger ale"Nobis", fideos "Carozzi", jugo de naranja natural "Viña del Mar", sombreros "Girardi", cemento "Melón", fundición y broncería "Simonetti", "Laboratorios Chile", cocoa "Raff", "Lozapenco", la Compañía de Cervecerías Unidas y té "Tres Montes", entre muchas otras. Sin embargo, en esos días de la fatídica Caída de la Bolsa, se enfatizaba en los mismos escaparates a la industria chilena y varios carteles invitaban a preferir productos nacionales, con mensajes como "La industria nacional debe levantar a Chile" y "Sólo es buen chileno quien ayude al trabajo chileno".
El concepto publicitario "en punto de venta" utilizado en la exhibición, también fue sumamente nuevo para lo que se conocía hasta entonces. Una vitrina, por ejemplo, mostraba como instalación túmulo de antiguas planchas a carbón apiladas a ambos lados del escaparate, y un lote de modernas planchas eléctricas al medio, como abriéndose paso entre ellas y la obsolescencia que representaban. La promoción ofrecía a los clientes llevar su plancha vieja que valía $10 pagando sólo $20 más, y así se quedaría con una nueva y cómoda de energía eléctrica que valía $30.
En los años en que funcionó la famosa tienda del Palacio de la Luz, desde 1928 hasta 1934, la revolución comercial despertada por estos productos fue asombrosa, provocándose el cambio transicional desde los antiguos artículos a gas, carbón, parafina y otras energías rústicas hasta el de la limpia y eficiente electricidad, en un negocio redondo para la misma compañía que promovía su uso y ventas. Además, el estilo de comercio introducido por la tienda eléctrica del edificio abrió las puertas del mercado de esta clase de artefactos como refrigeradores, electrodomésticos y nuevos calefactores en las casas comerciales más modernas, con el concepto que aún les reconocemos.
Al retirarse la compañía eléctrica de este edificio, la esquina de Compañía con Ahumada sería tomada por la famosísima casa de ventas y almacenes "Los Gobelinos", manteniendo el edificio en pie hasta mediados de los años cuarenta, antes de reemplazarlo por el que actualmente existe allí. La recordada tienda iniciaría la más famosa y trascendente época de este mismo lugar, que abordaremos en la próxima entrada.
Detalle de la fachada y la decoración en carcasas de los ventanales.
Vitrina del edificio con artefactos eléctricos en venta y exhibición, en 1930. Se alcanza a observar parte del aspecto interior del elegante Palacio de la Luz.
Vitrina del edificio promocionando radiadores eléctricos.
"Los Gobelinos" ocupando ya el ex Palacio de la Luz, hacia 1940, con vistosas promociones navideñas en la fachada. Fuente imagen: Flickr de SantiagoNostalgico (Pedro Encina).
Imagen del Archivo Chilectra, del período de los años cuarenta en que ya se había construido la primera etapa del actual edificio de la esquina, más hacia el centro de la cuadra, pero aún se conservaba el ex Palacio de la Luz  ocupado por "Los Gobelinos", a la derecha. Fuente imagen: Brugmann Conservación y Restauración.

TRES ÉPOCAS DE UNA CÉNTRICA ESQUINA FRENTE A LA PLAZA DE ARMAS, PARTE III: LA TIENDA DE "LOS GOBELINOS"

$
0
0
La esquina y el edificio de la tienda "Los Gobelinos" de Compañía con Ahumada, hacia 1970. El tránsito vehicular aún estaba abierto en calle Ahumada hacia Puente. Fuente imagen: Flickr de SantiagoNostalgico (Pedro Encina).
Coordenadas: 33°26'19.74"S 70°39'4.77"W
En las dos entradas y partes anteriores de este artículo, hicimos un pequeño viaje por la historia de la céntrica esquina santiaguina de Compañía con Ahumada, frente a la Plaza de Armas, pasando por la época en que allí se alojó la casa fotográfica Díaz & Spencer y luego el llamado Palacio de la Luz de Chilectra. Cuando esta última compañía abandona el establecimiento en los años treinta, el edificio pasará a ser sede de una de las más famosas tiendas que haya conocido la ciudad: "Los Gobelinos", fundada en 1933 por el comerciante español Severiano García Carro.
Don Severiano había llegado a Chile muy joven, en 1911, asociándose con su hermano Joaquín en la firma García y Cía. Su primera aventura comercial fue con la "Casa García", en Alameda de las Delicias 2386. Luego, en Ahumada 147 la sociedad instaló los "Almacenes García" vendiendo telas, tapices, catres, pijamas, cortinas y artículos de dormitorio en general, además de menaje y sanitarios. Habiendo dado en el clavo con este rubro, los hermanos fundarían después una tienda similar bautizada con el nombre de los célebres tapices franceses. Nacía así "Los Gobelinos", cuya primera ubicación fue en los bajos de un edificio de calle Bandera 533.
La tienda fue un éxito y alcanzó una rápida popularidad de la que pocas casas podrían jactarse en el comercio chileno, creciendo con rapidez y requiriendo de un mejor cuartel para sus ventas. Por esta razón, García y Cía. se fijó en el edificio del ex "Palacio de la Luz" que ya desocupaba Chilectra en la esquina de nuestra atención, mudándose a este sitio en septiembre de 1935. Los García lo refaccionaron y prepararon interiormente con más lujoso y atractivo estilo de las tiendas francesas, dividiendo las ventas en sectores: variedad en menaje, calzado, sombreros, frazadas, moda, muebles y juguetería se podían encontrar allí, pasando a formar parte de la primera generación de establecimientos divididos en departamentos dentro del mismo centro comercial, modelo iniciado quizás por "Gath y Chaves" y sus contemporáneas. Entretenidos eventos atraían clientes, especialmente en la Navidad y los días de fiestas.
Don Joaquín García Carro dejó la sociedad en 1944 y asumió con su hijo la propiedad de los "Almacenes García". Ese mismo año, entonces, su hermano quedó como dueño absoluto de "Los Gobelinos", gozando de mucho prestigio en el área y llegando a ser Presidente del Círculo Español. El mismo don Severiano tenía una vistosa y admirada mansión en el sector de Pedro de Valdivia llegando a Nueva Providencia, en un terreno que se extendía hacia el lado de Diego de Velásquez, preciosa quinta de jardines sublimes hecha en los años treinta, pero que fue totalmente arrasada entre fines de los ochenta e inicios de los noventa, causando escozor entre los patrimonialistas críticos de tamaño crimen.
Por esos días, el edificio del ex Palacio de la Luz fue demolido y reemplazado por el que actualmente se yergue ahí, mismo que seguiría alojando por más de 30 años a "Los Gobelinos" hasta la desaparición de la tienda. El nuevo edificio comercial y de oficinas fue inaugurado en 1946, y figuraba como propiedad del Banco Hipotecario de Chile. Sus arquitectos fueron Jorge Arteaga y Alberto Cruz Eyzaguirre, mientras que la ingeniería quedó a cargo de Enrique Albertz. Destaca por su art decó más moderno y estilizado, con la elegancia de grandes verticalidades blancas de albañilería y abundante vidriado en armazón metálico, que recuerda levemente al del desaparecido edificio anterior, aunque con 6 ó 7 niveles más de altura. Fue concebido como un gran centro administrativo y de oficinas que seguiría acogiendo a la tienda en sus pisos inferiores.
Un detalle interesante, sin embargo, es que el llamado Edificio Gobelinos en realidad se conforma de dos etapas, pudiendo observarse la juntura ambas por el lado de Ahumada. Dos edificios unidos y de fachada unificada como si fuese uno, dicho en otras palabras. Una etapa se distingue por este mismo lado, más hacia el centro de la cuadra, construida donde antes había estado un edificio neoclásico de tres altos pisos que era vecino al del ex Palacio de la Luz. Esta primera etapa definió el estilo y la arquitectura que tendría el conjunto, y es el que lleva la inscripción de 1946 en su fachada. La otra etapa es la que sustituyó al ex Palacio de la Luz ocupando su planta en la esquina misma, existiendo fotografías del Archivo Chilectra que corresponden justo al período en que ya existía la primera etapa del edificio del Banco Hipotecario de Chile mientras "Los Gobelinos" aún ocupaban el ex Palacio de la Luz justo a su lado. Esta segunda etapa, además, quedó apoyada sobre el edificio del edificio del Cine-Teatro Real, por el lado de Compañía, volviéndose su vecino inmediato.
En 1952, don Severiano García consiguió la licencia de confección de la marca Christian Dior para "Los Gobelinos", que contaba con sus propios talleres que sirvieron de escuela a muchas costureras y modistas. Este taller de confecciones estuvo dirigido hasta 1954 por don Aurelio Rodríguez, siútico y extravagante personaje con estudios en Francia, considerado un maestro en su oficio y que solía dar instrucciones en francés, siendo apodado Monsieur Roger. Así, un cliente podía comprar un traje y pedir de inmediato el servicio de sastrería de la propia tienda, para que le fuese adaptado. Surgieron así los "Laboratorios García", que fabricaban ropa para la misma firma de don Severiano y la tienda.
Otra curiosidad es que las grandes mutitiendas de Santiago que formaron parte de la misma camada comercial de "Los Gobelinos", también eran en su mayoría propietadas por ciudadanos españoles venidos al país, como fueron los casos de "Almacenes París", "Peñalba" o "Casa Flaño", por lo que puede suponerse que el desarrollo de este modelo comercial departamentalizado en la capital chilena tuvo mucho que ver con la influencia de empresarios de este origen.
Pero la firma propietaria, por entonces llamada Comercial e Industrial Los Gobelinos S. A., no estuvo exenta de caer en controversias relacionadas con el fragor de las cuestiones políticas. A pesar de lo querido y respetado que era don Severiano en el rubro, por ejemplo, algunos quisieron colocarle la etiqueta de pro-franquismo. También sucedió que, en 1963, agitaciones del recién fundado sindicato de la tienda pusieron de punta a la administración de "Los Gobelinos" con algunos trabajadores, provocando una ardiente tensión en la que un representante acabó despedido, caso denunciado por dirigentes socialistas. El principal de ellos fue, curiosamente, el entonces Senador Salvador Allende, quien expuso el asunto durante las sesiones de la Legislatura Extraordinaria. El Ministerio del Trabajo se cuadró con el sindicato y, todavía en 1968, la sociedad comercial de García continuaba litigando en los tribunales.
La esquina frente a la Plaza de Armas siguió acogiendo por muchos años a "Los Gobelinos", y su dueño se asoció a sus hijos Francisco y Julio García Puig para la dirección de la compañía. Tan importante era como punto de referencia que, según comentarios de Oscar Johansen Bertoglio en su "Anatomía de la empresa", cuando él y un equipo de académicos e investigadores de INSORA imitaron en el Santiago de los años setenta una consulta sociológica realizada por T. C. Schelling en New York, buscando identificar cuál era el lugar y la hora más repetidas por los ciudadanos para concertar una hipotética reunión con un extraño, la versión criolla arrojó con mayores porcentajes de respuesta a "la esquina de Los Gobelinos" y "a las 12 A.M.".
Pero el mercado había ido cambiando y creciendo más de lo que un clásico del comercio podía resistir, y así llegó el momento en que "Los Gobelinos" se sostenía más desde su propia leyenda romántica que desde las ventas y utilidades de antaño, afectadas también por el paso de las crisis económicas. La tienda que llegó a ser una de las más famosas de toda la historia de Santiago, por tantas décadas, cerró definitivamente sus puertas 1978.
El espacio en los bajos del que fuera el edificio de "Los Gobelinos" sería ocupado después por una casa comercial llamada "Canetti", y más tarde pasó a manos de una importante firma que restauró el edificio y lo reacondicionó para las grandes multitiendas que hoy lo ocupan. Aún en nuestros días, sin embargo, parte de la memoria urbana lo sigue identificando como la esquina y el edificio de LosGobelinos, como si se resistiera a aceptar su irremediable desaparición.
Publicidad de "Los Gobelinos" en 1933, antes de mudarse a Plaza de Armas.
Damas mirando los escaparates de "Los Gobelinos" hacia 1960, con la Plaza de Armas de fondo. Fuente imagen: Flickr de SantiagoNostalgico (Pedro Encina).
Esquina y edificio "Los Gobelinos" hacia el año 1960. Fuente imagen: Flickr de SantiagoNostalgico (Pedro Encina).
Vista actual del edificio desde la Plaza de Armas.
Vista actual desde el costado, por paseo Ahumada.

UNA NOCHE EN EL "FRIAR PUB RIPA", EL CURIOSO BAR FRANCISCANO DE TRASTÉVERE

$
0
0
El lugar del pub, frente a la Plaza de San Francisco de Asís y junto a la iglesia del mismo santo. Se observa justo en el vértice del edificio una figura de Jesús con inscripción de los feligreses de San Francesco a Ripa (1962).
Coordenadas: 41°53'6.51"N 12°28'22.03"E
¿Cuántas veces en la vida se tendrá la oportunidad de pasar una noche de fin de semana bebiendo cerveza artesanal con sacerdotes franciscanos, en el alegre sótano de un monasterio de siglos? Bueno, entre muchas otras particularidades de Roma, la ciudad única e inimitable, esta extraña posibilidad existe también para locales y visitantes.
Se debe partir señalando que las mejores formas de conocer Roma son: 1) perdiéndose, cosa bastante fácil para quienes hemos crecido en ciudades trazadas en la sencillez de las cuadras de "damero"; y 2) siguiendo a los amigos romanos sin preguntar siquiera hacia dónde te llevan, confiando en su probado buen juicio. Con esta segunda opción, caminando en la cola del grupo en el que me encuentro, pasamos el Puente de Garibaldi sobre el río Tévere (Tíber) y avanzamos por la Viale di Trastévere, para luego entrar por una diagonal hasta este lugar impensable e insólito en la Piazza di San Francesco d'Assisi: un pub y cervecería en los subterráneos del edificio conventual de la Iglesia de San Francesco a Ripa. Uno de mis santos favoritos, ofreciendo uno de mis vicios favoritos, juntos en esta noche de sábado.
El nombre Ripa es, originalmente, el que se daba desde antaño a esta ribera del Tévere, borde del barrio de Trastevere que es famoso en la ciudad por su abundante oferta bohemia y recreativa, la que por las noches genera verdaderos gentíos de muchachadas y turistas reunidos en algunos puntos más centrales del mismo, como en la plaza frente a la Basílica de Santa María. Nuestro sitio, sin embargo, está levemente apartado de la zona más turística y neurálgica.
La historia de la Iglesia de San Francisco de Asís en el sector de Ripa Grande de Trastévere, se remonta a un primer convento y capilla dedicada a San Blas y que habían existido allí cerca del siglo X, funcionando en ella un leprosario. El templo y el complejo monástico fueron reconstruidos primero en el siglo XIII, gracias a la noble dama romana Jacopa de'Settesoli y al Papa Gregorio IX; y después en el siglo XVII, con lo que se observa hasta ahora allí. Fue consagrado a San Francisco de Asís porque en este mismo lugar alojó el santo durante su estadía en Roma de 1229, conservándose en el convento la celda de la casa de peregrinos donde dormía, con una roca oscura en la que apoyaba su cabeza a modo de almohada. También está  un enorme y viejo naranjo que el santo patrono de los animales plantó personalmente en uno de los patios, según la tradición.
La plaza frente al templo se distingue por una elegante columna jónica blanca rematada por una cruz, que hizo instalar allí el Papa Pío IX en el siglo XIX, tras ser rescatada de entre las ruinas de la ciudad etrusca de Veyes, en Formello. Varios vehículos de nocherniegos están estacionados en esta plaza adoquinada y alrededor de la columna en aquellas horas.
Precisamente en el subsuelo del edificio lateral del convento, el que da a la plaza su contorno por el Sur-Oeste, se encuentra la misteriosa cantina con aire medieval de la hermandad franciscana "RIPA dei Settesoli" ("RIPA de los Siete-Soles"). Llamada"Friar Pub Ripa" ("Fraile Pub Ripa") y dirigida por el hermano Fray Roberto, fue fundada y es mantenida por los propios sacerdotes franciscanos. Se accede a ella por una pequeña puerta seguida de escaleras, aunque afuera hay mucha gente reunida en torno al mismo acceso. El lugar ya está lleno, principalmente de gente joven, y se nota que recientemente han adaptado el recinto para estas funciones porque algunos paneles y tabiques de madera todavía están desnudos.
Entramos sin problemas, pues algunos de los que son parte de este grupo están reclutados en el voluntariado de la fraternidad. Encontramos una mesa cerca del escenario oscuro que hay al fondo de la sala principal, donde suelen presentarse músicos en vivo. Sobre ella y casi como telón se ve un vistoso mensaje artísticamente pintado con una cruz de Cristo y dice en inglés: "Together we reborn out of love" ("Juntos podemos renacer por amor"). Un sector lateral es el que ocupamos en ese lado.
Hacia el frente de la sala, bajo una ventana que por afuera del edificio da al nivel del suelo de la plaza, hay unos sofás y sillones que también están ocupados. Por el costado de ese sitio se accede a la barra donde está el sifón de cerveza y los barmen, también bajo una ventana que se ve alta en este nivel inferior. Su mesón está rodeado de comensales. Hay una habitación más con mesas hacia el lado de los baños, que también está conectada interiormente con la sala de la barra donde se sirve la cerveza a destajo.
Esto es como un club y noto que la mayoría de los presentes se conocen: casi todos son voluntarios de las actividades sociales de la fraternidad de San Francisco. La mejor forma de llegar a este sitio encantado es, por lo tanto, invitado por algunos de ellos, pues si se nunca antes se ha concurrido ni se tienen santos en la corte, el formalismo es llenar un formulario de reserva vía internet, trámite tras el que llega la invitación por correo electrónico.
En lugar de borrachos gritones, ebrios pendencieros y el infaltable tonto ridículo de cada bar intentando hacerse el gracioso, acá impera una cómoda tranquilidad casi hogareña que pocas veces he visto entre tanta chispeante ambrosía de cebada, aunque el ambiente está cubierto de las risas y del murmuro de cientos de voces conversando simultáneamente. Cuando la música se acaba, un muchacho saca una guitarra y se arma un improvisado coro a su alrededor. El trajín de bandejas y jarras no se detiene y los curas pasean con el preciado hábito de San Francisco entre las salas, atendiendo u ocupándose de las exigencias de la noche. En mi ignorante primera impresión, creí que podían ser meseros caracterizados con el ambiente del lugar, pero no: son auténticos sacerdotes. El hermano que parece más joven de entre ellos es aplaudido en un momento de la fiesta: él ha sido el que fabricó dentro del convento la cerveza artesanal que se ofrece en abundancia esa noche, según lo que comenta una presentadora desde su micrófono.
Los mozos, en tanto, visten de negro y son muy atentos. Varias veces salen y entran al recinto ellos o los propios sacerdotes, llevando platos y vasos desde o hacia el claustro, pues parte del encuentro de esta noche tiene lugar también en sus habitaciones dentro del convento. La actividad es intensa, por lo mismo: ni bien me senté en mi puesto me entregaron una especie de cartilla con opciones de bebida y comida para pedir. Además de las distintas birras se ofrecen sándwiches de hamburguesas, cheeseburgers, salchichas y vegetarianos y el local contadino; también hay papas fritas, bocadillos fritos y dulces para el "picoteo". El mesero que me atiende, de claros rasgos africanos, se presenta como originario de Tanzania y cordialmente toma nuestra orden.
Cómo si la sorpresa de encontrar un lugar así ya no fuese suficiente, también descubro que aquí no se pagan precios, así como suena... Me lo aclara una especie de cambucho puesto al centro de la mesa, con la frase y filosofía de trabajo del local: "Pay as, you wish". Allí cada uno deja lo que desee o considere apropiado en dinero por lo consumido, el que es usado por la campaña franciscana en labores sociales en beneficio de los pobres y los desposeídos.
¿De qué se trata todo esto, entonces? La muchacha del club que expone, explica a los presentes la naturaleza de este proyecto, apoyándose en una proyección de datashow con el powerpoint manipulado por uno de los propios sacerdotes. La fraternidad "RIPA dei Setti Soli" nace en 2011, luego del encuentro del Capitolo Provinciale de los Frailes Menores del Lazio de ese año. Deduzco que el nombre de la agrupación y del proyecto es un juego que convierte a Ripa en iniciales de los principios "Rinascere Insieme Per Amore" ("Renacer Juntos Por Amor") que identifican a la fraternidad, y también hace un saludo al recuerdo de doña Jacopa de'Settesoli, la misma benefactora del primer templo construido acá para su amigo San Francisco de Asís, hacia 1231.
Con el objeto de volver a la esencia de las motivaciones franciscanas y las demandas de los Evangelios, la fraternidad desarrolla desde entonces una actividad de asistencia para quienes están pasando por las dificultades económicas o sociales, muchos de ellos inmigrantes, incluyendo la responsabilidad de abrir las puertas de la iglesia y del convento para dar acogida a personas en situaciones menesterosas o de indigencia, hasta que puedan reincorporarse laboral y económicamente ("renacer").
El público del pub es parte de los voluntarios de la fraternidad, y actúan como una suerte de agrupación de laicos y religiosos tomando los mismos desvelos y valores profesados por la figura de San Francisco de Asís, como colaboradores de las obras sociales de la fraternidad. Otros tres núcleos de esta obra caritativa, además, son la Fraternidad del Convento de Sant'Angelo a Valmontone, la Casa de Acogida "El Faro" y la Casa Semiautónoma "Via Pazin". Complementariamente, se realizan actividades de talleres de artesanía (peletería, cerámica, mosaicos, etc.), ferias de ventas solidarias y hasta cuentan con una bolsa de trabajo para labores ofrecidas a domicilio por los propios acogidos. Disponen también de un periódico propio, con algunos ejemplares dando vueltas por las mesas del bar.
El "Friar Pub Ripa" abre tres o cuatro veces al mes, con su modelo único de visitas y ventas. Generalmente recibiendo público desde las 21:30 horas, los días y eventos son anunciados en la página web de la hermandad (ripadeisettesoli.org), misma a través de la cual se llena el formulario para asistencia de los primerizos o las reservas. Y no es el único club de este tipo relacionado con la fraternidad, porque nace justamente de una experiencia anterior y exitosa en el mismo barrio de Trastevere: el "Friar Pub Palatino". Sólo en marzo de este año 2015, se abrió este segundo club inspirado en la obra del santo y con la modalidad de reservas y "Pay as, you wish", para el autofinanciamiento de la fraternidad.
Así, bebo sabrosa cerveza dorada artesanal y cerveza roja hasta altas horas, en enormes y pesadas jarras de cristal, en el subsuelo del antiguo monasterio. Al retirarme, pues, traté de ser lo más generoso con los euros que llevaba conmigo esa noche (y parece que lo conseguí, según la expresión del mozo al abrir el cambucho: "¡tanto!"), mientras imaginaba con tristeza que este solidario modelo de pago quizás sería un desastre en mi Chile querido o cualquier otro país de este lado del mundo, por una penosa cuestión cultural y ética.
Antes de saber de este sitio, ni siquiera conocía la posibilidad de que existiese algo así: una cervecería bajo un convento secular y atendida por franciscanos en hábitos. Es una pizca de las incontables e insospechadas sorpresas que guarda la magia nocturna y misteriosa de la Ciudad Eterna.

"EJE SAN DIEGO": LAS NUEVAS CRÓNICAS DE LOS VIEJOS BARRIOS

$
0
0
Coordenadas:  33°27'37.23"S 70°38'56.72"W (calle San Diego)
Hace tiempo debía un artículo referido al libro titulado "Eje San Diego. Arqueología de una calle mágica", de Ricardo Chamorro, salido de prensa hace justo dos años con sello de La Polla Literaria y presentado en sociedad en diciembre de 2013. Un ejemplar me fue obsequiado gentilmente por su autor, durante el año pasado, pero por hallarme en un retiro de varios meses no pude publicar antes mis impresiones sobre esta obra, sino hasta ahora.
El libro me trae al recuerdo muchos episodios de juventud en este barrio que no es, exactamente, un barrio como tal; por eso la atinada preferencia por definirlo como "eje", explicada por el propio autor en la contratapa. Mis años de estudiante del Liceo Manuel Barros Borgoño y luego de la Universidad Central quedaron en esas calles y, ya en otra casa de estudios, participé de una exposición que describía calle San Diego en una analogía al río Nilo, corriendo en un sentido opuesto a todas las demás calles comerciales de Santiago (como el Nilo en relación a los otros grandes ríos del mundo) y fomentando un gran comercio popular con su "légamo cultural" de historia y prosperidad en las riberas: recreación, espectáculos, bares, cafés, sombrererías, centros de ventas populares, juegos electrónicos, parques de diversiones, cabarets, libros usados, restaurantes, etc.
Creo que la idea desarrollada en "Eje San Diego. Arqueología de una calle mágica" es, básicamente, la misma que acabo de describir: San Diego apreciado como un cauce vital de fluidez, con las huellas a la vista de su voluminoso pasado y también en los umbrales de su futuro.
Chamorro se mueve en estas mismas aguas del "eje" y aún con más involucramiento, como vecino residente, de modo que era esperable un buen resultado. Ex borgoñino como quien escribe ahora, también es autor del blog con el mismo nombre de su publicación: "Eje San Diego" (seguir el link: eje-san-diego.blogspot.cl), al que definía como "el campo de experimentación del libro homónimo". No cuesta advertir que mucho del material de descubrimiento y comprensión del escenario urbano, social y cultural que aparece en su libro, proviene precisamente de su espacio en la internet.
"Mi propia vida ha sido totalmente afectada por estas calles -reconoce en la introducción-. Es posible que todo haya empezado con las caminatas de mi colegio (El Borgoño, en Maule con San Diego) hasta Av. Matta para tomar micro. Los viernes ese recorrido se extendía siempre hacia la Alameda donde las tiendas de electrónica, la Plaza Almagro y las tiendas de música eran la parada obligada. Este recorrido lo hacía con el evangélico Esteban o el negro Cirilo o el flaco Rizzo".
Nos encontraremos por todo este libro, entonces, con una entretenida y múltiple crónica nueva de San Diego, casi como desafío personal del autor; crónica que pasa por el relato en primera persona cuando es requerido y por el aporte de datos históricos cuando la propia navegación por lo descrito lo solicite. Pluma fluida, ligera y veloz, varía en intensidad entre un subtítulo y otro; a veces ingenua y a veces meditabunda, como era esperable de la sinceridad del que escribe desde el yo. Aplaudo este detalle: que desplace su redacción sin las ampulosidades a las que, a veces, se echa mano en temas de cultura o patrimonio en un intento de darle más categoría o autoridad a lo escrito. Chamorro incluso confiesa las limitaciones a las que enfrenta su indagación o las neblinas que persisten sobre algunos detalles de la semblanza barrial que se ha atrevido a abordar de este ameno modo.
Tenemos un viaje a calle San Diego y a sus alrededores en este libro. Un viaje de alguien que, además, sabe viajar, y va revelando aspectos de su propia búsqueda de información o testimonios a lo largo de las mismas crónicas. Sabe ver lo que no salta a la vista en primeras lecturas, sin caer en el vicio de lo rebuscado: los misterios de los monumentos del Parque Almagro, el recuerdo de boliches y picadas, sus días de radio, las clásicas librerías de la calle, estudiantes en toma, músicos callejeros, evangélicos, sopaipilleros, mendigos, prostitutas. Del mismo modo, el que sabe ver también sabe interpretar los símbolos del paisaje cultural, sin tropezar con lirismos forzados ni exageraciones conceptuales: nuestra ilusión de progreso reflejada en el Edificio Reval, nuestro Stonehenge postizo y de enormes piedras monolíticas tras el Monumento al Presidente Aguirre Cerda, la decadencia de antiguas tiendas de la calle, los vestigios de los medios de comunicación que alguna vez funcionaron por acá, los lugares de gula enfrente de los lugares de fe.
Lenguaje irónico y juvenil sin excesos, ausente de la ebriedad del que a veces se esfuerza por amenizar su escrito con sonrisas. Chamorro se pone en el punto de vista cotidiano y convencional, para lograr ver lo inusual pero enfatizando ese mismo ángulo del hombre común y corriente. Nada de su crónica es inalcanzable o arcano, por lo mismo. Pero insisto: la diferencia es que sabe ver, y así viaja en su aventura por encima de las normas conceptuales y perceptivas de lo corriente, describiéndonos una clase de retratos vivenciales con tips de memoria urbana, que es más frecuente ver elaborados respecto de un lugar sólo cuando éste ha sido transformado o, peor, cuando irremediablemente ha desaparecido.
El libro es, de esta manera, un recorrido cultural y anecdotario por el Eje San Diego con un auténtico residente como guía y maestro de ceremonia; una obra memorialista que alcanza desde sus luces de candilejas en el Teatro Esmeralda (una de cuyas caretas en la fachada, hace de portada), hasta sombras miserables como un inmundo episodio de lluvia de ratas muertas en una plaza; o desde el recuerdo cálido de regadas alegrías del bar "Colemono" en la esquina de Santa Isabel (posible lugar de origen del ponche del mismo nombre), hasta las penas de accidentes fatales en la esquina trágica de Nataniel con Diez de Julio. Y sin proponerse ser exhaustivo ni alentar pretensiones historicistas, sin embargo, también hay en el libro parte de la historia de nuestro propio país, al tocar las incidencias de grandes hechos sobre los vecindarios de San Diego: los orígenes de la ciudad (con la calle ya trazada, como continuación al Sur del célebre Camino del Inca), las luchas de la Independencia o el fatídico terremoto del año 2010.
Son más de 80 páginas de colorida crónica moderna, en libro de formato horizontal, fotografías a color y cierta audacia novedosa en la forma de elaborar el diagramado, más parecido quizás al diseño editorial de revistas que a la habitual sobriedad de muchos libros de esta misma clase de contenidos. Puede ser adquirido en la Librería del Centro Cultural GAM en la Alameda, "La Tienda Nacional" de Merced 369, la "Librería Lila" de Monjitas 292, "Metales Pesados" de José Miguel de la Barra 460 y la librería del Fondo de Cultura Económica de Paseo Bulnes 152.
Lamento mucho, sin embargo, que después de publicado este libro, Chamorro haya abandonado la tarea de actualizar el blog que fuera caldo de gestación del mismo proyecto. Lo que ha publicado claramente es la apertura a lo que podrían ser varios trabajos más de una calle o "eje" tan activo y vigente como San Diego, sin considerar también el muchísimo material que el autor seguramente debió apartar para dar coto a su proyecto literario, por cuestiones de tiempo y restricciones técnicas. Los contenidos son inagotables para una sola vida escribiendo en la Tierra.
Es esperable, entonces, que a futuro tanto el blog de "Eje San Diego" como potenciales secuelas o ampliaciones del libro que resultó de aquella experiencia, vuelvan a las responsabilidades de Ricardo Chamorro, pues es su trabajo y su iniciativa lo que ha dado inicio a las nuevas crónicas de esta vieja calle y sus barrios, que siguen y seguirán sumando más capítulos a la ya abultada historia local.

LA CRUZ DE LAS TRAGEDIAS DE LA FLORIDA

$
0
0
La Cruz de lo Cañas, en fotografía que tomé hacia el año 1996.
Coordenadas: 33°31'20.11"S 70°33'23.26"W
Nota: este texto de mi autoría fue el ganador del tercer lugar en categoría narrativa adultos (31 a 59 años), en el Concurso Nuestras Culturas 2014-2015, de la "Red Cultura" del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. El resultado fue hecho público en Valparaíso el 29 de septiembre de 2015 y las certificaciones y premios entregados durante el presente mes de diciembre. Lo publico acá pero recordando que ya tengo una entrada completa sobre éste y otros monumentos asociados a la tragedia de la Masacre de Lo Cañas de 1891, que puede ser visto en este enlace.
Una enorme cruz soportó, por un siglo o más, su vetusta corpulencia de ladrillo y adobe blanqueados con cal, allí al borde de avenida Tobalaba en La Florida, en el origen de calle Walker Martínez y el límite del sector Lo Cañas.
Existen dos cruces conmemorativas oficiales de la infame Masacre de Lo Cañas, ambas en el escenario de aquella atrocidad ocurrida al interior del Fundo El Panul, además de un bello monumento en el Patio 38 del Cementerio General. Mas, el imaginario popular prefirió esta mole de dos metros y medio para el recuerdo. Leyenda urbana y folklore la escogieron como principal símbolo de homenaje a los cerca de 40 jóvenes que, tras ser descubiertos conspirando, fueron brutalmente asesinados el 18 y 19 de agosto de 1891, en el ardor fratricida de la Guerra Civil y al brío sediento de sangre que parece estallar en los ciclos de nuestra historia, como un impulso incontenible en la sombra misma de la chilenidad.
Probablemente, esta secular Cruz de Lo Cañas se remontaba a la presencia de las órdenes sacerdotales del sector en los márgenes de Santiago, cuando los terrenos contorneados por el Canal San Carlos aún eran campos bucólicos y prístinas arboledas con senderos cruzados por hilos de huellas de herraduras y de ruedas de carretas. Zorobabel Rodríguez vio otras cruces más ligeras por estos parajes sólo un año después de la masacre, según comenta en su ensayo "Una excursión a Lo Cañas”. Una vieja creencia local, además, decía que la cruz pudo haber sido hecha con fragmentos de murallones de la casa religiosa del ex Fundo Santa Irene, junto al canal.
Montada en un sólido sillar de piedra con el ángulo de la pendiente del borde de la calle, su fábrica de albañilería enladrillada soportó toneladas, deterioro y sacudones telúricos mientras la ciudad cambiaba dramáticamente alrededor. Su pesado y rígido crucero se sostenía con gruesas vigas horizontales similares a barras de rieles y a veces, sobre su enormidad, eran colgados pequeños carteles pintados a mano por residentes, ofreciendo servicios o ventas de productos.

Hasta hará un par de décadas, veteranos vecinos floridanos e investigadores del área cultural de la administración comunal, confirmaban que la imponente estructura, lejos de nacer con carácter memorial, era en realidad el lugar en que los antiguos habitantes de la zona realizaban romerías y peregrinaciones de fiestas religiosas como la Semana Santa, el Mes de María y otras solemnidades patronales, hasta mediados del siglo pasado, más o menos.
Sin embargo, la Cruz de Lo Cañas tenía vida propia y se negaba a olvidar la pesadilla sucedida a sus espaldas: en la tradición, su identidad quedaría indisolublemente ligada a la memoria de las víctimas de aquellos infaustos y vesánicos hechos de 1891, y quienes la conocían se negaban a interpretarla si no era como un doloroso monumento a las vidas tronchadas en esos bosques cordilleranos, hoy amenazados por apetitos de inmobiliarias.
La generosa cruz, entonces, acabó siendo -sin proponérselo- emblema conmemorativo de la matanza, con su nobleza de gigante enclavado cual recuerdo de épocas remotas de La Florida y de la propia ciudad fagocitando las faldas andinas. También resistió incólume la desgracia del aciago 3 de mayo de 1993, cuando la blanca montaña que dio a Chile “por baluarte el Señor” en la Canción Nacional, arrojó un fatídico aluvión de agua, lodo y muerte por la Quebrada de Macul y sus canales inmediatos.
Pero el símbolo trágico no iba a durar para siempre, condenado por un drama aún peor; lo suficiente para volcar toda su centuria de resistencia al tiempo.
La madrugada del 27 de febrero de 2010, cuando todo Chile fue conmovido por un terremoto que enfatizó la fragilidad humana bajo el imperio de la naturaleza, los tobillos carcomidos de la Cruz de Lo Cañas no soportaron el formidable embate y el querido símbolo histórico cayó rendido, derrumbado de frente y destrozado sobre la calzada de Tobalaba como un cadáver desgarrado.
Era la última de las tragedias para explorar en su larga historia.
Una sosa y desabrida cruz de menor proporción y carente de rasgos de reliquia, se eleva allí hoy intentando reemplazar –aunque sea parte- la ausencia de la blanca y majestuosa Cruz de las Tragedias, que recordaba el sino funesto marcando a fuego tramos del destino de este terruño chileno, a veces extraviado en los mapas, en la historia y en la propia reflexión de sus habitantes.

UN POCO DE LUZ SOBRE LA ESCALERA DE GIUSEPPE MOMO EN LOS MUSEOS VATICANOS

$
0
0
Coordenadas:  41°54'23.62"N 12°27'14.73"E
Hace sólo unos días, específicamente el 5 de diciembre, el sitio web de "El Huffington Post" de la agencia Prisa Noticias de España (huffingtonpost.es) publicó una lista de las más atractivas e interesantes escalas espiral que existen. Bajo el título "¡Qué mareo! Las escaleras de caracol más espectaculares del mundo", aparecen allí la del Ayuntamiento de Londres, del Castillo de Liubliana en Eslovenia, de la Abadía de Melk en Austria, del Museo del Pueblo Gallego en Santiago de Compostela, del Arco del Triunfo en París, de la Basílica de San Esteban en Budapest, de la Quinta da Regaleira en Lisboa, del Palazzo Boncompagni de Bolonia y de la Galería de Arte de Ontario.
Sin embargo, la primera de la lista, correspondiente a la Escalera Monumental de los Museos del Vaticano (ya quedará claro por qué prefiero este nombre), traía apenas esta minúscula reseña:
"La escalera helicoidal de los Museos Vaticanos (Ciudad del Vaticano) Esta escalera helicoidal es, sin lugar a dudas, una de las escaleras de caracol más famosas del mundo. Obra de Giuseppe Momo, que se inspiró en Donato Bramante, esta escalera de doble hélice es uno de los grandes tesoros que esconden los Museos Vaticanos".
Quedé un poco resentido con la brevedad de la referencia y, por lo mismo, adelantaré acá una entrada que preparaba sobre esta magnífica escalera vaticana, por la que pasan cientos de visitantes diarios en los museos, especialmente cuando van saliendo por el sector del portal en Viale Vaticano. Tengo fresco aún el recuerdo de esta bella obra, que conocí hace poco más de un mes.
La doble escalera se encuentra al interior de un espacio cilíndrico en el sector central, frente al viejo acceso y por encima de su hall. Es tan interesante a la arquitectura y al diseño de espacios que, según lo que encuentro otro artículo de internet, pudo haber tenido alguna influencia en el aspecto que dio Frank Lloyd Wright al interior del Museo Guggenheim, tanto por el descenso del espiral central como en la cúpula luminaria con dosel octogonal sobre su mismo núcleo abierto.
Curiosamente, esta monumental obra no es con exactitud una escalera, pues carece de una continuidad de escalones propiamente dichos. Más bien es una gran rampa doble en espiral que con sus vueltas recorre unos 5 pisos de altura, con distintos niveles de angulado del piso que van haciendo su extensión pero que sólo en cierto tramo del descenso son tan continuos y cortos como para corresponder a escalones, con peldaños para cada paso.
Hay una gran confusión sobre esta escalera en guías y catálogos patrimoniales de Roma y del Vaticano. Con mucha frecuencia aparece mencionada como la Escalera de Bramante (Scala del Bramante, en italiano), pero esto es una imprecisión que, tal vez a fuerza de repetición e insistencia, ha terminado siendo de aceptación prácticamente general.
La Escalera de Bramante (fuente: wavejourney.com).
La Escalera Monumental de Momo, muy confundida con la anterior.
Resulta pues, que esta escalera fue originalmente diseñada por Giuseppe Momo (como lo señala la reseña citada arriba) y fue construida "recién" entre 1929 y 1932 durante el papado de Pío XI, algo nuevo para una ciudad como Roma, aunque coincide con el importante período en que el Pacto de Letrán dio la Independencia a la Santa Sede al reconocerla como Estado.
La escala fue fabricada para abrir el acceso y tránsito a los niveles superiores tras el pórtico principal de los museos. En todos estos años ha encantado a los visitantes con una abundante exhibición neorrenacentista en sus pretiles de bronce finamente decorados con frisos de molde, parte de la obra en la que habría participado el escultor Antonio Maraini según informan Barbara Jatta en "1929-2009: ottanta anni dello Stato della Città del Vaticano" y Guido Montanari en "Giuseppe Momo ingegnere-architetto". Se la halla exactamente sobre el vestíbulo del acceso mayor (hoy salida) y en cuyo centro se observa una pequeña columna que sirve de pedestal a un jarrón copa de estilo florentino.
Sorprende el maravilloso fundamento matemático de todo su diseño de dos escalas que, ópticamente, al observador le parecen sólo una hasta que se interne por ella pudiendo interactuar con su misterio. Está tan bien concebida que sólo se descubre su dualidad al ver cómo unos visitantes suben mientras otros bajan sin que lleguen a cruzarse sus respectivas rutas. Sólo en los accesos inferiores y superiores se descubre bien el doble espiral al observar el par de accesos a la escala, o mirando desde la parte más alta de la misma para seguir con la vista la línea que forman los pasamanos.
La auténtica Escalera de Bramante, en cambio, es también una de hélice pero con columnas dóricas fabricada de granito y suelo de roca canteada, y se encuentra en otro espacio dentro de los mismos museos, más específicamente en una posición adosada al edificio del Museo Pío-Clementino, por el costado del complejo que da hacia Via Pio X, no muy lejos de la escalera construida por Momo varios siglos después.
A mayor abundamiento, el artista y arquitecto Donato d'Angelo Bramante creó la verdadera escala con su apellido hacia 1512, para habilitar un acceso especial en el Palacio Belvedere levantado por orden de Inocencio VIII, por entonces recientemente fallecido en oscuras circunstancias. La petición y el contrato los hizo el Papa Julio II, para contar con esta cómoda escalera (o más bien dicho, rampa en espiral) que le permitirse a él y a su comitiva ascender en carruaje o caballos hasta sus aposentos y niveles altos del palacio. El mismo pontífice también le había solicitado a Bramante la creación de la nueva Basílica de San Pedro, en 1505, consagrándose como una figura de gran relevancia en la arquitectura religiosa romana.
Sector superior de la Escalera de Momo.
Acercamiento a los pretiles y frisos de la escalera.
El nombre dado a la posterior obra de Momo resulta, entonces, un gran fermento para los errores al ser  impropiamente llamado también como Escalera de Bramante, a pesar de no ser la diseñada por este autor. La confusión quizás se ve aumentada, también, por el hecho de que la auténtica Escalera de Bramante no está abierta al público de manera permanente y sólo a cierta categoría de visitas turísticas guiadas se les permite el acceso a la antigua estructura.
Comúnmente, se explica esta extraña superposición de identidades sugiriendo solamente que la escalera de Momo se basó o inspiró en la de Bramante. Sin embargo, salvo por el espiral que relaciona a ambas, sus supuestas semejanzas podrían ser discutibles. La asociación de ambas debe alcanzar más bien al hecho de que la más nueva reemplazó en uso y funcionalidad a la anterior, allí en el mismo sector de los Museos del Vaticano.
La mal identificada Escalera de Bramante, entonces, no es exactamente escalera (al menos, no totalmente) ni es de Bramante: es la Escalera Monumental de Giuseppe Momo a la que nos referimos, y no otra.
Tras la apertura de la entrada monumental de los museos hacia inicios del actual siglo, el circuito dentro del complejo museológico quedó definido de tal forma que la doble gran escala hoy señala el lugar de la salida hacia Viale Vaticano, dejando de ser el anterior ingreso al mismo recinto.
Quizás haya quienes consideren que la Escala Monumental de Giuseppe Momo pueda ser un caso de "falso histórico" o incluso una impostura, al anudarse su identidad con la vieja Escalera de Bramante. Sin embargo, dejando al lado las confusiones que han surgido por sí solas o que han sido inducidas sobre la misma, esta preciosa obra es, con toda seguridad, uno de los puntos más recordados y característicos de una visita a los Museos de la Ciudad del Vaticano.

EL GRAN BRONCE DEL PATIO DE LA PIÑA EN EL VATICANO Y LOS CONTENIDOS ARCANOS DE UN POPULAR SÍMBOLO NAVIDEÑO

$
0
0
La piña de bronce, la fuente de aguas y sus escalinatas, hacia los años 20 ó 30. Se observa un pedestal escultórico de la Columna de Antonio Pío, detrás de la piña, obra que ya no existe allí (Fuente imagen: fotografia.iccd.beniculturali.it).
Coordenadas: 41°54'22.21"N 12°27'16.72"E (Fontana y Plaza de la Piña en el Vaticano)
Cerca de la sala donde está la Escalera de Giuseppe Momo en el Vaticano de la que hablamos ya en la entrada anterior, se puede encontrar la última plaza interior que aparece en el recorrido por los Museos Vaticanos, hacia el sector adyacente a la Via Pio X. Ostenta un curioso nombre: Patio de la Piña (Cortile della Pigna), identidad que le da un inmenso piñón conífero o estróbilo de bronce allí instalado, que se observa sobre la doble escalera monumental de su cabecera. Se llega a este sitio pasando el Patio de las Corazas y el Atrio de los Cuatro Canceles, más cerca de la conclusión de una jornada de visita en los museos.
baculodeosiris.jpg
Hace algunos años, publiqué acá un artículo relativo al símbolo recurrente de la piña o coco de pino en la ornamentación arquitectónica y mobiliaria, repasando algunos casos de Santiago de Chile. Dijimos allí que el icono muy usado en la religión, el hermetismo y las logias, provenía de un antiguo criptosímbolo que fue particularmente usado en el Egipto de los tiempos faraónicos, pasando también por grupos gnósticos y orientalistas. Repasando materias, tenemos entonces:
  1. Fue un emblema que parece representar la inmortalidad y la energía vital trascendente en la mitología. Aparece, por ejemplo, en el báculo del dios clásico Dionisio o Baco, correspondiente a un palo largo rematado en una piña llamado "tirso", y se cree que su origen sería egipcio o fenicio, siendo usado antes por el dios del inframundo Osiris y por el dios creador sumerio Marduk. El caduceo de Hermes o Mercurio también lleva a veces una piña de pino en el remate, entre las alas y las cabezas de las serpientes cruzadas (Kundalini). Templos completos como las torres de Angkor Wat en Camboya, además, parecen aludir en sus formas al aspecto de las piñas coníferas, según se interpreta entre los más convencidos de esta suposición.
  2. Muy relacionadas con el punto anterior, hay teorías que proponen que el piñón sería una representación de la glándula pineal en el cerebro humano, escarbando ya más en lo esotérico y lo ocultista. Simbolizaría el acceso al conocimiento vía "tercer ojo", identificado con la famosa glándula con nombre alusivo a piña de pino, situada casi entre los ojos y hacia el centro del encéfalo a la altura de la frente, donde religiones hinduistas y budistas colocan el ojo de la luz y el bindi. El famoso símbolo del Ojo de Horus sería también una representación de este "tercer ojo", desde donde llegó al paleocristianismo, las filosofías mistéricas y la masonería. La propia cabeza de Buda a veces es representada con una cresta o prolongación cuya textura recuerda al cono de pino.
  3. La piña conífera fue tomada con frecuencia también como un símbolo cultural de la prosperidad, de la fecundidad y de la perpetuidad en tiempos antiguos, aludiendo a la abundancia de los conos de los pinos en ciertos períodos de la vida del árbol e incluso desafiando la época estéril del invierno. Por eso, no es raro verla coronando simbólicamente fontanas de agua, algo que proviene de los diseños romanos y que puede observarse, por ejemplo, en la bella fuente escultórica ubicada en la Piazza Venezia de Roma, junto al palacio del mismo nombre, de la que ya hablaremos más.
  4. Cuando entró desde la tradición pagana a la religión, se hizo una figura que con frecuencia acompaña las recreaciones de la resurrección; del "renacer" espiritual. También aparece en los báculos papales, y proporciona incienso en los oficios religiosos. Por esta razón, la piña de pino abunda en la decoración de iglesias católicas y aparece especialmente insistida en la época de Navidad ("Natividad", del Nacimiento), que coincide también con el período invernal en el Hemisferio Norte desde donde provienen estas tradiciones de usar el pino como árbol navideño. En otro aspecto, según Ángelo de Gubernatis en su "Mitología de las plantas: las leyendas del reino vegetal", se creía que era la forma de la mano del Niño Jesús la que se ve al interior de una piña conífera cuando es cortada verticalmente, pues quedó allí estampada como agradecimiento divino por el escondite que un pino le dio entre sus ramas a Jesús, María y José en su escape.
Pileta de la Piña en la Piazza Venezia, junto a la Basílica de San Marcos.
Sello de la Rione IX "Pigna" de Roma, donde se encontró la piña gigante (fuente de la imagen base: viajaraitalia.com).
Sólo el último de estos alcances recién comentados podría explicar, en un razonamiento rápido, la presencia de la piña conífera que da su nombre a la plaza interior de los Museos Vaticanos. Sin embargo, como en todas las cosas que atañen a contenidos simbólicos y emblemas con cierto alcance casi iniciático, hay otros elementos adicionales en esta historia. Ya lo habían comentado ya Lionel Hignard y ‎Alain Ponttopidan en "El pino piñonero":
"La piña está presente en la iconografía cristiana. Se encuentra en numerosas esculturas de baptisterios, en los capiteles de las columnas y en la decoración de pulpitos, sin olvidar las piñas que adornan el célebre Patio de la Piña, en el Vaticano.
La piña cerrada que tienen en la mano algunas vírgenes romanas es más bien símbolo de virginidad y castidad, a pesar de que continúe ligada al antiguo simbolismo de la diosa-madre que representa el huevo del mundo, la fuerza vital, promesa de fecundidad.
Según una leyenda relativamente reciente, un pino piñonero habría escondido a la Sagrada Familia durante su huida a Egipto".
No fue símbolo sólo de católicos, por lo demás: era costumbre que los protestantes sembraran pinos en sus colonias, especialmente en Francia, colocándolos a veces en sus casas para reconocerse entre sí evitando la mirada inquisitiva de las autoridades, hacia fines del siglo XVII.
DSCF5543.jpg
El enorme bronce en el Patio de la Piña, con unos 4 metros de altura, fue encontrado durante trabajos medievales realizados en los restos de una cámara de las Termas de Agripa, al Norte del Largo di Torre Argentina y por el viejo sector del Campo de Marte. Parece haber pertenecido originalmente al cercano pero desaparecido templo del Santuario de Isis, también lugar de procedencia del Pie de Mármol en la calle del mismo nombre, dato interesante pues conectaría desde ya al símbolo con tradiciones de origen egipcio. Sería la figura de cono de piña más grande que se ha encontrado en el mundo, además.
La pieza proviene del siglo II después de Cristo y lleva una inscripción en su base que lo identifica como obra de Publio Cincio Savio, suponiéndose que pudo haber sido creada para formar la parte central de una gran fuente de aguas. Su redescubrimiento y presencia están relacionados también con el nombre del Rione IX de Roma, conocido como Della Pigna (de la Piña), pues corresponde a este mismo distrito donde se encontró el magnífico bronce.
Posteriormente, la piña gigante fue trasladada hasta la explanada de la antigua Basílica de San Pedro, siendo colocada al centro del cuadripórtico por donde pasaban y se reunían los peregrinos llegados a la gran sede religiosa. Quizás por nostalgia o negativa a renunciar al símbolo, se instaló en el distrito original de su descubrimiento una fuente escultórica del piñón que permanece en la Piazza Venezia de Roma, a un costado del Palacio Venecia y de la Basílica de San Marcos. Por sus menores dimensiones y su funcionalidad, sin embargo, esta fuente es más bien otra de las innumerables piletas de agua potable de la ciudad.
El Patio de la Piña en 1761, en grabado en aguafuerte de Giuseppe Vasi (Fuente imagen: romeartlover.it). Se observa la existencia de una antigua fuente de aguas al centro.
El Patio de la Piña hacia fines del siglo XIX, cuando aún era plaza dura. La figura de San Pedro que allí existía, se encontraba montada todavía sobre la gran columna (Fuente imagen: fotografia.iccd.beniculturali.it).
Aspecto del Patio de la Piña hacia los años 30, aproximadamente. Se observa el después retirado monumento de San Pedro (ya sin su alta columna) y atrás la figura de la gran piña de bronce (Fuente imagen: fotografia.iccd.beniculturali.it).
Parece haber sido en esta ubicación y disposición, rodeada por el peristilo de la vieja Basílica de San Pedro, que Dante Alighieri ve instalada la piña quizás durante las procesiones del Jubileo del año 1300 o muy cerca de aquel evento, según se deduce de lo que anota en "La Divina Comedia", en el Infierno XXXI 58-59, cuando se refiere al encuentro con Nimrod (Nembrotte):
"La faccia sua mi parea lunga e grossa
come la pina di San Pietro a Roma"
("Su cara me apareció tan larga y grande
como la Piña de San Pedro en Roma")
Coincidiendo con la última etapa de construcción de la nueva y actual Basílica de San Pedro, el piñón fue retirado y trasladado hasta un sector interior de la Ciudad del Vaticano. No parece ser coincidencia que al nuevo complejo se le colocara en su explanada otro símbolo de radical influencia egipcia: el Obelisco Vaticano, que había sido llevado a Roma por Calígula desde Heliópolis y que, en tiempos de la antigua basílica, se encontraba a un costado del santuario.
En 1608, el piñón fue montado con todas sus toneladas en el Patio de Bramante, en el sector de los llamados Patios de Belvedere que quedarían flanqueados por el Ala Nueva del Palacio de Belvedere de Inocencio VIII. El nombre del patio se debía a que fue proyectado por el arquitecto Donato Bramante por encargo del Papa Julio II, en 1506, para conectar el Palacio de Belvedere con la Capilla Sixtina. Sonia Gallico nos da una descripción de cómo era este lugar al momento de la llegada de la piña, en su completa guía "Roma e la Città del Vaticano":
"El Patio, en ese tiempo, estaba dividido en tres zonas colocadas a diferentes alturas, unidas entre sí por elegantes tramos de escalera y cerrado lateralmente con cuerpos de albañilería ritmados por lesenas sobre las que se apoyaban grandes arcos. La pavimentación y los brazos laterales se inclinaban ligeramente hacia la Capilla Sixtina, para crear una ilusión óptica y hacer que quien se asomara al patio desde los apartamentos reales, lo creyera de mayor extensión. En la extremidad norte se había previsto una gran hornacina como conclusión de la fuga de la perspectiva: la misma fue hecha, tal como se la ve hoy, en el llamado Patio de la Piña, en 1565 por el arquitecto Pirro Ligorio que tomó como modelo la cúpula del Panteón. Las sugestivas estampas de la primera mitad del siglo XVI dan una idea de las fiestas y de las justas que ahí tenían lugar. A fines de 1500 el Patio del Belvedere fue dividido en dos partes mediante la construcción de un brazo transversal de la Biblioteca Sixto V (1585-1590). Años después, en 1822 se realizó un segundo cuerpo de albañilería transversal, llamado 'Brazo Nuevo' destinado a contener una colección de estatuas. En la actualidad allí hay tres espacios abiertos: el Patio de la Piña, el Patio de la Biblioteca y el Patio del Belvedere".
En este mismo Patio de Bramante, una gran exedra había sido transformada y decorada por Pirro Ligorio hacia 1595, siendo llamada El Nicho. Allí, precisamente, se colocó la gran piña conífera en el traslado, montada sobre la hermosa escalera monumental doble diseñada por Miguel Ángel, haciendo que desde ese momento el lugar fuese conocido como el Patio de la Piña, como se lo llama hasta ahora. Como la obra de bronce quedó sentada por encima de una fuente de agua entre las dos escalas, se la denominaría la Fontana de la Piña.
Vista lateral del inmenso piñón.
Vista frontal del monumento.
Los animales tenantes de la gran piña.
La fuente de agua en la base del conjunto.
La piña no quedará aislada, sino que integrada de forma muy elegante y artística, montada sobre lo que fue un capitel con bajorrelieve del siglo III que había pertenecido a las Termas de Nerón y que, según una inscripción hecha sobre la roca del mismo, corresponde a la escena de la "Coronación de un atleta victorioso". Sobre la piña, varios metros arriba y adosada a la concavidad del Nicho, está el emblema papal vaticano, y en el eje de la media cúpula hay una concha venera. Abajo, desde un rostro barbado al pie de la columna que sirve de soporte, brota el agua de la fuente aunque con advertencias de que no es bebestible. Y atrás de la piña hay una estructura correspondiente a un sarcófago egipcio vacío, sin tapa, aunque por su posición tan alta queda invisible a los que miran el conjunto desde el nivel del patio.
Ocho esculturas egipcias con rostros felinos rodean a la piña por el hemiciclo en el balcón, correspondiendo a la diosa Sekhmet. Le escoltan sobre la escalera dos estilizados pavos reales de bronce que parecen provenir de la Tumba de Adriano, aunque son copias de los originales que están en el Ala Nueva junto al patio. En esta misma terraza abalaustrada estuvo instalada por muchos años la base de mármol de la desaparecida Columna de Antonino Pío, obra del año 162 después de Cristo que fue traslada más tarde a otro sector de los Museos Vaticanos, cerca de la Pinacoteca.
A nivel de suelo, en cambio, los tenantes son dos esculturas egipcias de pórfido conocidas como los leones de Nectanebo II (360-343 antes de Cristo), en cuyo plinto con jeroglíficos se señalan originarias de Rehuy, en el Delta del Río Nilo, desde un templo dedicado al dios Thot. Serían, también, símbolos de la unificación del Alto y el Bajo Egipto. Estos dos leones fueron encontrados hacia el año 1435 en el pontificado de Eugenio IV, y Clemente VII los hizo colocar en dos de las columnas frente al Panteón. Hacia el año 1586, Sixto V los volvió a cambiar de lugar, llevándolos hasta la Fontana del Acqua Felice (de las Termas de Diocleciano) para formar parte del conjunto. En 1839, esta vez por decisión del Papa Gregorio XVI, los leones de la fuente fueron sustituidos por copias y sus originales traídos hasta acá, para integrarse al flamante Museo Egipcio y custodiar la piña gigante, aunque debo comentar que en un grabado de 1761, hecho por Giuseppe Vasi, se observan dos figuras echadas arriba en la terraza junto a la piña y en la misma posición que los leones, además de una gran fuente de aguas al centro del patio.
Según las inscripciones en la base de la figura del piñón, también hubo una remodelación de la instalación monumental en 1921. Esa misma base lleva tallada la cita de Dante que hemos reproducido más arriba, en caracteres románicos.
Estatuas romanas se observan en el Patio de la Piña, como en las columnatas del otro extremo, pero destaca un gran rostro del Emperador Augusto colocado contra el muro del Ala Nueva. El recinto, además, ha cambiado mucho en todas estas últimas centurias: de haber lucido una fuente de aguas al centro del patio en el siglo XVII, tuvo después allí un gran monumento con una columna rematada por la figura de San Pedro encargada a Filippo Gnaccarini para conmemorar el Concilio Vaticano de 1869, pudiendo ser inaugurada varios años después. Más tarde, la gran columna fue rebajada a un pedestal escultórico, y después retirada de este lugar. Esto está descrito en el capítulo dedicado al escultor en el "Dizionario Biografico degli Italiani" Volumen 57 (2001) de Paola Bianchi:
"El 6 de julio 1870, Pío IX visitó el estudio de Gnaccarini admirando el modelo que se utilizó para la fundición en bronce realizado por los hermanos Mazzocchi en el Vaticano. El trabajo estaba destinado para la conmemoración del Primer Concilio Ecuménico Vaticano II, ordenado por el Papa en el año el anterior al arquitecto Virginio Vespignani, que se iba a construir frente a la Iglesia de San Pietro en Montorio al Gianicolo. Vespignani diseñó un monumento de 36 metros, que consistía principalmente en una base con relieves (encargada al escultor Pietro Galli) y una antigua columna de África en la que se erigiría una estatua de bronce del apóstol bendecidor encargado de Gnaccarini. Sólo quince años después, el 4 de septiembre 1885, el monumento fue erigido por León XIII en el centro del Patio de la Piña en el Vaticano, siendo coronado con la estatua de San Pedro. Permaneció allí hasta 1936, cuando por orden de Pío XI el monumento, ya privado de la columna y desmembrado, se redujo a la base mostrador y la estatua fue colocada en los jardines del Vaticano, la intersección de la Avenida del Observatorio y el ascenso de la Casa de la Moneda (Reyes Magos). Los relieves, inscripciones y otras piezas decorativas se colocaron en los alrededores".
Vista desde el frente del edificio y las escalinatas.
Vista del conjunto cerca del centro del patio.
Observando ahora desde el centro de la Plaza de la Piña.
Sector del Ala Nueva junto al Patio de la Piña. En el extremo derecho del encuadre, el busto colosal de Augusto.
El espacio verde del patio también experimentó grandes cambios en este mismo período: pasó de la plaza dura que era originalmente, a un gran jardín con palmeras y otros árboles, quedando su vegetación reducida después al césped que se ve hoy. Además, en 1990 se agregó en el crucero central de los caminos por patio una escultura giratoria de bronce dorado, del conocido artista Arnaldo Pomodoro y muy en su estilo, bautizada como "Esfera con esfera". Actualmente está detenido el mecanismo que la hacía rotar, pero por su carácter modernista y su identidad propia no me extenderé en ella, por ahora.
Recogiendo las ideas sobre el significado simbólico de las piñas coníferas que hemos revisado, pasando por su clara evocación a la iconografía egipcia y su supuesta representación de la glándula pineal o "tercer ojo", en tiempos recientes se han divulgado extrañas teorías sobre el origen y el contenido del bronce del Patio de la Piña en el Vaticano, algunas más argumentadas que otras pero, en general, todas de orden muy especulativo.
pinacementerio.jpgInvestigadores y documentalistas como el estadounidense David Wilcock en "The hidden science of lost civilisations", dicen -por ejemplo- que el conjunto sería en realidad un altar de adoración representando un sarcófago egipcio abierto análogo a la Gran Pirámide de Guiza (símbolo de resurrección e inmortalidad), lo que explicaría el curioso aspecto delgado de los pavos, más semejantes a las aves sagradas ibis cuya cabeza tiene el mencionado dios Thot, que fue asociado con Hermes por los griegos. También se observa que estas aves están colocadas como las cabezas de las serpientes en el caduceo de Hermes, en posición enfrentada o antitética, tal como el bastón que ostentaba el dios Osiris. Se enfatiza, por último, que los leones egipcios del conjunto fueron colocados allí por expresa orden papal también conservando su posición que es la usualmente usada para darles una connotación de guardianes de lugares sagrados, entradas de templos o mausoleos. Los más audaces llegan a asegurar que la esfera de bronce de Pomodoro forma parte del mensaje secreto de la piña y representaría el ojo de un pretendido ser "reptiliano".
Aunque claramente hay una adopción no bien reconocida por el Vaticano de elementos simbólicos y misteriosos provenientes del mundo egipcio, sin embargo creo que hay un gran error de base en la interpretación de este monumento concentrada en su evocación al paganismo del Nilo, como pude verificarlo visitando y observando el lugar. Me explico: la piña, su ornamentación y la propia exedra donde se encuentra, forman parte las instalaciones del Museo Egipcio desde 1839, que se halla exactamente atrás del conjunto. De hecho, las ventanas que se observan rodeando la espalda a la piña son las del deambulatorio interior en forma semicircular donde pueden verse varias otras esculturas similares a las que están afuera junto al piñón, por lo que no hay fundadas razones para pensar que la relación conceptual con Egipto de este conjunto y sus decoraciones se deba sólo a aspectos herméticos o esotéricos profundos que compliquen al Vaticano.
Se podrá decir, entonces, que resulta sospechoso que la administración vaticana haya decidido poner justo allí donde estaba la piña gigante su Museo Egipcio, pero es difícil poder construir desde este hecho práctico una interpretación mayor sobre los contenidos egipcios de la fe católica en la propia Santa Sede. El que prácticamente todos los websites que promueven esta creencia omitan el hecho de que el conjunto de la piña gigante forma parte del museo egiptológico -de forma intencionada o sólo por ignorancia-, ha abonado más aún a la promoción de esta clase de teorías apresuradas.
Si la piña gigante es o no un caso de veladas adopciones paganas y místicas egipcias en la Ciudad del Vaticano, sin embargo, no cambia la gran influencia y el auténtico contenido espiritual que está representado ancestralmente en su símbolo del piñón de pino, que en los próximos días de este mes de diciembre volverá a ser abundante como objeto decorativo para el período de la Navidad que ya se viene encima.
Extremo opuesto de la Patio de la Piña, con las columnas y estatuas.
Vista del interior del Ala Nueva, al costado del Patio de la Piña, con su fastuosa colección de esculturas romanas.
Vista del interior del deambulatorio del museo detrás de la terraza de la piña.
Vista del piñón desde el interior del mismo pasillo del Museo Egipcio.

REPORTE DE UNA VISITA AL MERCADO BENEDICTO DE ARICA Y SU BOLICHITO DEL BUEN COMER

$
0
0
Coordenadas: 18°28'50.49"S 70°18'30.89"W
El Mercado Benedicto de Arica se reconoce por sus característicos galpones de calle Esmeralda 1190, en un terreno a la altura de la Población Pacífico y frente al Consultorio Médico Dr. Remigio Sapunar. Surgió a partir de una feria de abastos instalada allí hace unos 60 años, después dividida en poco más de 50 puestos. El ex militar, investigador y escritor J. Hugo von Gierke Kittsteiner recordaba en "Arica: presagio del futuro" que este sitio ocupado por el mercado había sido el "lugar en que tenía mi propiedad en el año 1950 y la noria que construí fue de diez metros de profundidad hasta llegar al nivel de agua". Dos años después de la fecha que señala, el terreno fue convertido en el actual mercado, colocándose sus primeros techos. Estaban por comenzar los buenos días del Puerto Libre, además.
Conocido también como Mercado Agustín Benedicto o Mercado Coronel Bendicto, su nombre es un homenaje al ex Comandante de Regimiento "Rancagua" y ex integrante de la Junta de Adelanto de Arica, el Teniente Coronel Agustín Benedicto. Con entradas por Esmeralda y por Juan Noé, sería el mercado más antiguo de la ciudad que permanece funcionando hasta nuestros días, proveniente de esa primera generación de ferias permanentes hechas para facilitar el abastecimiento de las crecientes poblaciones ariqueñas que iban creciendo alrededor del sector central e histórico.
El Gobierno de Eduardo Frei Montalva fue autorizado por el Congreso Nacional en abril de 1967, para que cediera la propiedad fiscal del mismo centro comercial y del Mercado Tucapel a la Municipalidad de Arica, por la vía del Ministerio de Tierras y Colonización. Así permaneció como propiedad municipal hasta que los propios arrendatarios de los puestos lo compraron en el período 1986-1987, luego de fundar la Sociedad Mercado Benedicto Ltda. Desde entonces se le extendió parte de los techos, se ampliaron los pavimentos del suelo hacia el lado de calle Lautaro y se mejoraron los espacios de los extremos, a ambos lados del acceso, con muros más sólidos y seguros.
Uno de los establecimientos ubicado exactamente al costado del mercado en la dirección de Esmeralda 1194, justo haciendo esquina con Silva Arriagada y ocupando el local 53, corresponde a un popular boliche con el slogan "Lo rico día a día" y la promesa de ser "Atendido por sus propios dueños", como invitaciones a sus comedores. En la fachada también se observa el nombre: Mercado Benedictino Sociedad Comercial Ltda. Lo visité hace pocos años y tuve una buena impresión del mismo que quisiera plasmar acá.
El nombre oficial de este restaurante era "Unión Santos", y el jefazo de la cocina allí es don Santos Huarachi Pacci, con buen currículo como hombre de cucharones y sartenes. Aunque algunos locatarios del mercado preferían motejar al local sencillamente "El Santos", tengo entendido que hasta el año 2012 o un poco antes, se llamaba este expendio como "Santa Elena", con un cartel afuera presentándolo así, aunque no sé si correspondía entonces al establecimiento que había pertenecido a una histórica locataria llamada Benedicta Vargas o se trata de otro dentro del mismo mercado.
Don Santos no se hacía mucho problema con este asunto nominal, según me pareció: para eso puso su propio y vistoso cartel afuera y al costado, con el nombre del boliche, prefiriendo que los clientes vieran los orgullosos pergaminos que cuelgan en los muros interiores, como su fotografía exponiendo en la Muestra Gastronómica del Hotel Arica en 1997, su diploma de participación en el Seminario Internacional en Gestión Gastronómica de 2006 y su certificado de asistencia en los cursos de capacitación para atención de restaurantes y hoteles extendidos en 2011.
Por su ubicación formando parte de un mercado popular y por la calidad del menú que pude conocer en esa visita del año 2013, este local se me figura en cierta forma parecido al caso de "Juanito Ollas" en el Mercado Tirso de Molina de Santiago, por tratarse de una cocinería de buena categoría y con un experto chef, pero inserta en un pintoresco contexto popular de comercio con características de feria permanente y precios bastante accesibles.
Recuerdo que sus cartas ofrecían platos típicamente caseros que, tocados con la lengua, revelan un toque a medio camino entre lo popular y lo gourmet. Provisiones frescas de carne, verdura y demás ingredientes no le faltarían a esa cocina, con los puestos del mercado a sólo metros de ella. Por precios sumamente económicos se pueden pedir buenos platos de cazuela de vacuno, cazuela de ave, lentejas, pescado frito, pavo al horno, spaghetti a la boloñesa, picantes, pollo arvejado, reineta a la plancha o lomo con agregado, entre muchas otras ofertas que varía día a día pero que siempre se pueden acompañar con vino, cerveza o las típicas gaseosas. Además, el "Unión Santos" tiene desayunos desde muy temprano y ofrece durante todo el día café o té con bocadillos como sándwiches o torta de selva negra.
El local del restaurante tiene un salón comedor con acceso principal por calle Esmeralda, un acceso secundario por calle Silva Arriagada y una tercera puerta por el lado interior del mercado, costado por el que hay un aire casi parroquiano, con techos de caña tejida y mesas y sillas ligeras para ocupar bajo su sombra fresca. La cocina está atrás del mesón, por este mismo costado dotado de buenos ventanales que compensan la ausencia de vanos del local por el muro opuesto. Era un típico restaurante de barrio, como se advertirá de esta sucinta descripción.
El Mercado Benedicto, en tanto, permanece abierto a diario desde cerca de las 7 de la mañana hasta las 21 horas. Ha sido uno de los mercados ariqueños que resistió los vaivenes del comercio y la economía, mismos dolores que se llevaron ya a varias de las ferias permanentes del comercio popular de la ciudad. Su ambiente va más allá de los puestos de verduras, frutas, abarrotes o vituallas, por cierto, incluyendo cantantes populares, ventas de sándwiches varios, comida al paso con kepchup y mostaza, y jugos que aseguran ser "naturales". Así, actualmente ocupado por segundas o terceras generaciones desde los fundadores, el mercado ha sido premiado con fondos de desarrollo en más de una ocasión como sucedió -por ejemplo- en el año 2009, en el Concurso Nacional "Ferias Libres… La feria de siempre ahora mejor" de Sercotec, y luego un concurso en 2011, en el marco del Programa de Modernización de Ferias Libres ofrecido a nivel regional.
Los fondos fueron utilizados -entre otras cosas- para  cambiar los viejos techos de 1952, renovar los alcantarillados y capacitar administrativamente a los locatarios, además de otras mejoras que seguirán extendiendo la vida de este viejo mercado ariqueño, es de esperarse.

EL "FORTÍN MAPOCHO" Y LOS OLVIDADOS DÍAS EN QUE FESTEJÓ A LA JUNTA MILITAR

$
0
0
La publicación del "Fortín Mapocho" en septiembre de 1974.
Sí, así fue... Tal cual suena, sucedió: el recordado periódico "Fortín Mapocho", símbolo de una época, apoyó el derrocamiento de la Unidad Popular y aplaudió la llegada de la Junta Militar al Palacio de La Moneda.
No era el mismo "Fortín Mapocho" de los ochenta, elevado a bastión de lucha por Jorge Lavandero y la oposición al Régimen Militar, pero sí es su antecedente directo: su etapa originaria como órgano de trabajadores y comerciantes de los mercados de Mapocho, y hasta con el mismo nombre. Ocurrió poco después del 11 de septiembre de 1973.
Aunque hubo posteriores ediciones en los años setenta, la evidencia se encuentra justo al final del primer rollo microfilmado disponible a los usuarios de la Biblioteca Nacional. Curiosamente, es la publicación siguiente a un gran vacío que hay en la tira de película lit el registro, saltando desde el año de 1969 al de 1974, con lo que queda ausente del rollo en todo un período correspondiente al Gobierno del Presidente Salvador Allende en la Unidad Popular, por razones que me resultan misteriosas.
Desconozco absolutamente cómo ha pasado inadvertida esta insólita curiosidad hasta nuestros días. Tampoco logro anticipar quiénes podrían sentir que esta información les resulta más cómoda a sus interpretaciones de los hechos de entonces: si a quienes consideran que el comercio siempre fue un enemigo de la llamada Vía Chilena al Socialismo y un activo actor de su caída, o bien a quienes estimarían que la crisis social y económica durante aquel proceso era tan profunda y grave que hasta un destacado miembro de sus filas se vio presionado a tener que admitirla. El caso es que noté este asunto hace unos años, investigando archivos sobre el Barrio Mapocho y hasta he realizado pequeñas divulgaciones de este hecho, pero ha pasado el tiempo y nadie más parece haber observado u ofrecido interés por el día en que el "Fortín Mapocho" apoyó a la Junta Militar de Gobierno, así que me arrogaré la tarea de publicar algo más extendido sobre este extraño remolino en la historia periodística chilena.
Sello y presentación editorial del periódico, septiembre de 1974.
PRIMERA VIDA DEL "FORTÍN MAPOCHO"
El nacimiento del diario que encarnaría después a la oposición contra la Dictadura, deriva de un hecho pintoresco: la fundación de un equipo propio de fútbol por parte de los empleados, comerciantes y locatarios del Mercado de la Vega Central de Santiago, llamado Club Deportivo Fortín Mapocho. Muchas actividades deportivas tenían lugar en torno a la fuerte actividad de los veguinos, como la creación del Fortín Mapocho Boxing Club, que presentaba concurridas peleas en los patios del complejo y en el sector de los llamados Hipódromo Circus y el Luna Park, frente a la Plaza de los Artesanos. Sin embargo, con los botines y las pelotas se iba a tejer una especial historia de triunfos y ascensos vertiginosos, que llenaron de entusiasmo a la comunidad mapochina.
El club deportivo siguió creciendo y juntando copas, siendo reorganizado y modernizado exitosamente en los tiempos en que su equipo de fútbol se llamaba"Feria Municipal", obra llevada adelante por don Alfonso "El Viejo" Garcés Garcés, respetado miembro de la comunidad veguina y ex trabajador del mismo mercado que fue incursionando también en el entrenamiento deportivo. Y así sucedió un día que su escuadra de balompié quedó con grandes posibilidades de llegar a las cotizadas canchas de pasto del fútbol profesional chileno, en un episodio ya casi mítico de la historia del Mercado de la Vega. El año de 1946 iba a ser el que le abriera las puertas a la disputa de su ascenso.
Sin embargo, inesperadamente este pasaje a primera división le fue arrebatado al club con aparentes maniobras arteras e intrigas dentro de la federación, las que fueron atribuidas al entonces conocido y popular Presbítero Gilberto Lizana, destinadas a beneficiar al Club Iberia que él mismo presidía y que tenía una sede en Matucana con Mapocho. Así, el título del primer lugar del campeonato prácticamente le fue quitado de las manos al Club Deportivo Fortín Mapocho.
Indignados con el sabotaje a su merecido ascenso, los veguinos se organizaron espontáneamente y crearon un órgano representativo para los reclamos y denuncias del gremio defendiendo su equipo, publicación que comenzó a circular usando el mismo nombre del club deportivo: "Fortín Mapocho". Aparece por primera vez hacia febrero de 1947 pero no con formato de tabloide, sino más bien como un pasquín muy rudimentario e informal, en una presentación sumamente simple. Viendo la acogida que tuvo más allá del gremio, fue convertido rápidamente en periódico con tiraje más formal, lanzándose el Nº 1 el 23 de agosto de ese mismo año, fecha considerada como la de su fundación. Su creador y director hasta el último día en que sirvió a los mercados veguinos fue el comerciante Hernán Pinto Uribe, otro personaje de la historia del mercado vinculado a las actividades del club deportivo y recordado como un militante de izquierda ya en esos años.
Conformado inicialmente por periodistas más improvisados que profesionales, no existió otro periódico en Chile que haya tenido en su origen y por cerca de 35 años más, una relación tan estrecha con el Barrio Mapocho y sus mercados. El nuevo periódico se convirtió de inmediato en un órgano ligado a la defensa de los derechos de los trabajadores y comerciantes veguinos más allá de las vicisitudes de su equipo, además de constituirse en la voz oficial de la comunidad local, aunque nunca logró consolidar una periodicidad confiable en su tiraje.
Revelando el carácter modesto de su origen y sus redactores, además, muchas veces el "Fortín Mapocho" apareció con faltas de ortografía y evidentes errores de redacción, pero lo cierto es que como órgano de vocería la calidad de sus contenidos superaba los detalles de formalismos, consolidándose como el soporte de denuncia permanente e inagotable en contra de todas las amenazas que sufriera el gremio de los comerciantes, como proyectos inmobiliarios, la presencia de los negocios clandestinos alrededor, las alzas de arriendo de los puestos, los ladrones y delincuentes que aparecían por el sector, etc. También amplió su campo de representación hasta el Mercado Central, los comerciantes de todo el Barrio Mapocho y, por extensión, otros mercados como el Matadero y Lo Valledor.
Aunque su carácter original no era directamente político, sino gremial, el "Fortín Mapocho" comenzó a coquetear también con esas aguas al apoyar las campañas presidenciales de Carlos Ibáñez del Campo, Eduardo Frei Montalva y Arturo Alessandri Rodríguez, además de varios candidatos a regidores y alcaldes a lo largo de su existencia.
Alfonso Garcés, organizador e impulsor del Club Deportivo Fortín Mapocho.
Hernán Pinto, fundador y director por más de 35 años del "Fortín Mapocho".
PRIMER APOYO A LA JUNTA MILITAR
Aunque no es secreto que gran parte del gremio de estos comerciantes del Barrio Mapocho había tendido a manifestarse más bien opositor al derrocado gobierno de la Unidad Popular y apoyado su caída, principalmente reclamando por el daño económico que les había ocasionado la manipulación de precios, el desabastecimiento y el intervencionismo de los agentes gubernamentales, también se sabe de miembros directos e indirectos de la comunidad veguina que figuraron entre listas de víctimas políticas de los primeros años después del Golpe Militar.
Sin embargo, en marzo del año 1974, reapareciendo las publicaciones registradas en los archivos de microfilmes como hemos dicho, nos encontramos con un artículo con aire de declaración pública a dos páginas del "Fortín Mapocho", celebrando el alzamiento gopista del año anterior. Lo transcribo completo, a continuación:
"El comercio periférico de la Vega Central en homenaje a la H. Junta Militar
1973, 11 de septiembre - 11 de marzo, 1974
Don Rosamel J. Farías comerciante en confitería de calle Gandarillas y dueño del negocio 'Don Chamelo', es el presidente del Sindicato de Comerciantes Periféricos de la Vega Central, que no pasan de medio centenar, pero que económicamente representan mucho, ya que sus bien abarrotados negocios ubicados en calle Artesanos, Gandarillas, El Baratillo, Salas y Andrés Bello abastecen a gran número de comerciantes detallistas, tanto de Santiago como de los pueblos aledaños y al gran público que llega a abastecerse al sector Vega Central Mapocho.
Estos comerciantes actuaron mucho tiempo en forma independiente y sin mayores preocupaciones, pero llegó un Gobierno que comenzó a estatizar la grande y pequeña industria, los canales de distribución normales para crear DINAC, SACOOP, los JAPS y otros y atentar contra el comercio establecido, dando lugar a la creación del nefasto MERCADO NEGRO.
Estos hechos que comenzaron en 1971 y hasta septiembre de 1973 y que para el comercio y la industria fue una larga pesadilla, los obligaron a organizarse y participar activamente, junto al resto del comercio, en la defensa de sus derechos y en la lucha por cambiar el estado de las cosas imperante.
Allí fue donde destacó este joven dirigente más conocido por 'Don Chamelo', que junto a los comerciantes de la Vega Central, Vega Chica, Fruteros Mayoristas y Mercado Central, libraron por primera vez y unidos la gran batalla por la liberación de Chile.
Al cumplirse 180 días de aquella fecha y comprobar el enorme cambio en todo orden de cosas de la vida nacional y especialmente del comercio y la industria, lo hemos entrevistado para que nos hable sobre la nueva etapa de reconstrucción de la Vega Central, el Delito Económico, el Registro del Comercio, la Previsión del Comercio y la unión de los comerciantes y nos dice:
'Sobre la remodelación de la Vega Central, estamos en completo acuerdo porque este importante mercado de subsistencias debe cambiar su rostro actual para que sea algo más digno y más de acuerdo con el progreso de nuestra capital. Para esta finalidad, nuestro gremio está listo para cooperar en la campaña que ha iniciado la Vega Central para juntar el dinero y construir antes de la llegada del invierno y la estación de las lluvias el galpón que habrá de reemplazar al destruido por el incendio del día 1° de enero que afectó a más de 70 comerciantes. Si hemos luchado y aportado juntos cuando afrontábamos el peligro común, con mayor razón deberemos hacerlo ahora que se trata de ir en ayuda de un grupo de nuestros colegas comerciantes'.
'Sobre el Delito Económico podemos estar tranquilos porque existe libre competencia y ya no tenemos que estar sometidos a los precios políticos que fijaba la DIRINCO, donde el margen de comercialización que tenía el comerciante lo obligaba a delinquir. De cualquier manera, me he impuesto de este Decreto Ley y celebro mucho que el periódico 'Fortín Mapocho' haya reproducido el texto de esta ley para que los comerciantes sepan a qué atenerse y no caigan en sanciones. Sobre el Registro del Comercio estimo que el cambio de dirigentes del Consejo Nacional no debe ser motivo para que el comercio se divida, muy especialmente cuando aún no se ha hecho realidad la Ley de Previsión que debería haber entrado en vigencia en julio de 1972. Espero que el Consultivo de Viña del Mar a realizarse a fines del presente mes, sea lo suficientemente unitario y positivo para el comercio'.
¿Cuál ha sido el cambio más notable del nuevo Gobierno?
'Son muchos y de gran envergadura para la marcha del país, como el término de la anarquía laboral que permite trabajar y producir más. La tranquilidad para nuestro comercio, la erradicación del comercio en la vía pública que parecía no haber poder humano para solucionarlo. Pero Ud. y todos vimos cómo fueron sacados del centro de la ciudad, de los alrededores del Mercado Central y en las calles Puente, San Pablo, 21 de Mayo, Ismael Valdés Vergara y Bandera. Igual cosa podríamos decir del Puente de los Carros, las puertas de entrada para el baratillo y Mercado Vega Chica donde ya no se podía pasar. Aparte de eso, puede observarse la ordenación de la Plaza Tirso de Molina, con sus calles Santa María y Artesanos completamente despejadas. Todo esto muestra un cuadro distinto de lo que era antes del 11 de septiembre'.
¿Y sobre la acción de la delincuencia qué nos dice?
'También es otra cosa digna de destacar, porque con la operación limpieza realizada hace pocos días atrás, cuando una flota de camiones municipales barrieron con cuanto carretón de mano, mesetas inmundas, carpas sucias y destrozadas con la acción del tiempo, comercio que se salía hacia el centro de la calle hasta entorpecer el tránsito, comercio ambulante ocupando las veredas en venta de pollitos, yerbas, frutas, pescados insalubres y de todo cuantuay, el delincuente ha tenido que alejarse ya que ahora no encuentra guarida para esconderse después de provocar el atraco'.
'Ahora el comerciante puede llegar al sector comercial Mapocho a comprar sin ningún temor, ya que el peligro de que lo asaltaran a plena luz del día está resultando muy difícil para la delincuencia'.
'Todo esto se le debe al señor Alcalde de Santiago, al Departamento de Salubridad e Inspección, a carabineros e investigaciones y es nuestro deber cooperar en todo lo que sea posible con estos servicios para que nunca más vuelva a ocurrir el espectáculo deprimente e indignante de muchos modestos comerciantes o dueños de casa que se quedaban sin comprar productos para sus negocios y para sus hogares'.
Con respecto a lo expresado por el Presidente de la Junta de Gobierno General don Augusto Pinochet, ¿qué nos puede decir?
'Me pareció muy franco y realista. Le dijo al pueblo de Chile lo que tenía que decirle y a los opositores marxistas también. La realidad de tres años de desgobierno y la crisis energética provocará trastornos a Chile y vienen días difíciles cuya solución demorará años. El despegue del país no podrá ser nunca antes de 1978 y cuando un gobernante habla en ese tono sin ofrecer nada que no sea trabajo y producción para sacar al país del pantano, como que debemos tener confianza en lo que se está haciendo. Por eso creemos en la Junta de Gobierno y la apoyamos sin condición, no importándonos que tengamos que apretarnos el cinturón si es necesario. Y este pensamiento, creo que no sólo de los comerciantes sino que de todos los chilenos con un corazón bien puesto. Esto es lo que puedo decir de este Gobierno que acaba de cumplir para bien de Chile, 180 días en el poder'."
Fuera de las declaradas antipatías al gobierno de la Unidad Popular y a lo que se señalaba como sus organismos interviniendo en el comercio que hemos mencionado, se sabe que la Junta Militar no tardó en prometer a los comerciantes chimberos la remodelación de La Vega Central que éstos venían pidiendo hacía años ya ante la indiferencia de las autoridades, además de la construcción del nuevo Puente de los Obeliscos de La Paz que seguía pendiente desde la remoción del anterior en 1970, por lo que no es tan de extrañar que opiniones como la del "Fortín Mapocho" hayan hecho sendos elogios y reconocimientos para las autoridades en esos mismos días.
No obstante, los saludos del periódico hacia el régimen iban a continuar unos meses después.
Portada de la edición de marzo de 1974.
Interior de la edición celebrando el primer aniversario del 11 de septiembre.
Y EN EL ANIVERSARIO DEL 11 DE SEPTIEMBRE...
Sin dejar de pasar la oportunidad para emitir más elogios a la Junta Militar, el "Fortín Mapocho" reaparece ese mismo año en el primer aniversario del levantamiento del 11 de septiembre, esta vez con el titular "La Vega y Mercados antes y después del 11". En la propia portada encontramos el siguiente texto que parece resumir toda la línea editorial adoptada por el órgano en ese momento:
"El aspecto que presentaba la Vega Central en los días que antecedieron al pronunciamiento militar del 11 de septiembre era bastante desolador, con gran parte de sus negocios cerrados por falta de mercadería, como carne, pollos, abarrotes y detergentes, mientras una avalancha incontenible de compradores acudían de todas las latitudes y de todos los barrios de la capital, ansiosos de obtener mercaderías para el hogar.
Esta afluencia de compradores, que en tiempos normales suele ser considerada una bendición por los comerciantes, se transformaba en una verdadera maldición, en especial cundo ECA entregaba papas al precio oficial o cuando DINAC hacía otro tanto con el Rinso, Orno u otros detergentes, ya que las enormes colas de compradores y las aglomeraciones provocaban tal congestión que impedía al resto del comercio vender frutas, hortalizas u otros artículos.
Éste cuadro desolador que presentaba la Vega Central en estos días decisivos se repetía sin grandes variaciones en los otros mercados del Gran Santiago".
Y ya para no dejar dudas, al lado de esta nota destacaba una imagen del General Augusto Pinochet de pie en una reunión y con la siguiente leyenda a pie de fotografía:
"Al cumplirse el primer año del histórico pronunciamiento militar contra el Gobierno Marxista, la ciudadanía toda espera con regocijo y esperanza el nuevo Chile que se vislumbra bajo el alero protector de nuestras fuerzas armadas. En la foto, el Presidente de la Junta de Gobierno, General don Augusto Pinochet Ugarte, en una de sus tantas intervenciones ante los gremios, reafirmando su voluntad de sacar al país adelante después de los tres años de atraso que nos legó el marxismo".
Finalmente, en el interior del periódico nos encontramos con un reportaje a dos páginas que da cuerpo a la edición de ese mes de septiembre de 1974. También la transcribiré completo, para alejar cualquier duda o suspicacia sobre su interpretación:
"Vegas y mercados, antes y después del 11
EL MERCADO NEGRO
La escasa producción de las industrias estatizadas, sea de productos alimenticios, medicinas, textiles, fierros o enlozados, en general toda la gama de la pequeña y mediana industria que cubre las necesidades de la población. Los precios políticos fijados por la Dirinco, que obligaba a la industria particular a trabajar a pérdidas, la escasez de materia prima, las cuotas y el auto abastecimiento que los trabajadores obtenían de sus propias industrias y la mala distribución, provocaron como era de esperarlo la escasez y la creación automática del Mercado Negro.
Allí surgió una elite especial que dedicó todas sus actividades a este fatídico mercado y donde no fueron ajenos los propios trabajadores, a quienes le resultaba más lucrativo revender los productos que le daban en las industrias, que producir para la colectividad. Familias enteras, desde el jefe de hogar, la mujer, los hijos y los nietos, lo abandonaban todo para integrar las colas desde tempranas horas de la mañana hasta la noche. Allí dormían y acaparaban los productos que luego vendían en el Mercado Negro a precios usurarios. Las maletas de cuero y los bolsones del mismo material fueron desocupados de ropa y otros enseres personales para transformarlos en transportadores de carne que viajaba en FF.CC., camiones y toda clase de vehículos, para ser vendidos sin ningún control sanitario y a tres y cuatro veces su valor. Fueron días intolerables donde la dueña de casa y su familia se pasaban casi las 24 horas haciendo turno en las colas, buscando el alimento que escaseaba en el comercio particular para obtenerlo de manos de los revendedores a mayor precio. Llegó un momento en que casi todo se obtenía por este conducto y los que más sufrieron fueron los que se negaron a aceptar las tarjetas de racionamiento o ingresar a las JAPS.
LA GUERRA CIVIL AD PORTAS
La pugna entre el Gobierno y la oposición, que se manifestaba en el Congreso Nacional, en la locomoción, en las escuelas y Universidades, en la calle, en los transportes y en el comercio particular, con su secuela de atentados, muertes violentas y reyertas entre estudiantes, que obligaron a la fuerza policial a permanecer constantemente ocupados para evitar los enfrentamientos y la aterradora perspectiva de la guerra civil, con los cordones industriales en franco plan revolucionario, quitaba el sueño a todos los chilenos y sólo se espera el milagro: la intervención de las fuerzas armadas.
REORGANIZAN LA FEDERACIÓN
El primer paro de advertencia contra el Gobierno en julio de 1972, en el cual tomaron parte los camioneros integrados en SIDUCAM y el comercio particular, tuvo como finalidad exigir del Gobierno el respeto a sus compromisos de entregar máquinas, neumáticos y accesorios a los transportistas y la no creación de la empresa estatal MOPARE. Para los comerciantes, la eliminación de los JAPS, los precios políticos, y el respeto por la distribuidora de los comerciantes CENADI, que estuvo a punto de ser estatizado cuando era una empresa privada llamada CODINA. Aunque este paro fue un éxito, mostró algunas debilidades en el comercio de vegas y mercados, que dada su calidad de arrendatarios regidos por un reglamento municipal, estaban inhibidos de poder cerrar sus negocios, so pena de perder sus locales comerciales que constituyen su medio de sustento.
Por tal motivo a fines de junio de 1973, se llevó a efecto en Avda. La Paz 449, una reunión con todas las directivas de vegas y mercados que contó con la asistencia del Presidente Provincial del Comercio don Hugo Ibáñez. Iniciada la reunión y una vez que se dieron a conocer los fines, le fue ofrecida la palabra a don Hugo Ibáñez, quien hizo un crudo análisis sobre la defección demostrada por los dirigentes y comerciantes de estos establecimientos municipales en el cierre anterior, a pesar de ser tanto o más perseguidos que el comercio particular, agregando que el momento que se vivía no era para seguir pensando en que había que respetarse un reglamento municipal que a esas alturas resultaba obsoleto. Luego de hacerse un análisis de la situación desesperada que vivía el comercio con el desabastecimiento y la intervención de los JAPS, que ya estaban intentando tomarse las vegas y mercados, se procedió a reorganizar la Federación, reemplazando al presidente don Juan Crouchett Domínguez por Sergio Silva Gatica de la Vega Central, Baldomero Olate como secretario y María Luisa Díaz como tesorera. Todos los demás dirigentes pasaron a formar parte del directorio de la Federación y fueron: Jorge Cortés y Hernán Silva del Mercado Poniente, Isabel Sandoval y José Parra de la Vega Chica, Eduardo Abogabir, Jorge Montes, Domingo Calorio y Alfredo Schiappacasse  por los Fruteros Mayoristas de Santiago, Vícto Ferazzo y Mercedes Venegas por el Mercado Central, Juan Villarroel, Juan Crouchett y Rodolfo Domel por la Vega Central y Rosamel Jerez y Aldo Caiozzi por el Comercio Periférico. Se tomó acuerdo de realizar un Consultivo para fines de agosto y hasta el 3 de septiembre.
1er CONSULTIVO
Este primer consultivo de la Federación de comerciantes de vegas y mercados fue todo un éxito y a su acto de clausura realizado en los comedores del Audax Italiano concurrieron más de 500 comerciantes y la plana mayor del comercio con Rafael Cumsille, Hernán Vergara, Eduardo Garín y Hugo Ibáñez. Allí, una vez que el presidente Sergio Silva Gatica dio lectura a las concusiones de este histórico torneo que por unanimidad decidió plegarse a la lucha de la Confederación hasta las últimas consecuencias, hicieron uso de la palabra Rafael Cumsille, Eduardo Garín y Hugo Ibáñez, los que junto con felicitar a los dirigentes de las vegas y mercados por el éxito de este primer consultivo, dieron a conocer las últimas gestiones que a nivel de Gobierno realizaba la Confederación y la Cámara Central para dar salida a la situación de extrema gravedad que vivía el país. Todo esto, a escasos ocho días del pronunciamiento militar del 11 de septiembre".
Portada de la edición de septiembre de 1974.
Detalle de la imagen y pie de foto en la misma portada.
UNA MUY DISTINTA SEGUNDA VIDA DEL PERIÓDICO
Pasó largo tiempo antes que la encendida manifestación de lealtad al Régimen Militar por parte del periódico "Fortín Mapocho", comenzara a ser revisada por nuevas orientaciones editoriales, a pesar de seguir Pinto en la dirección.}
Sucedió que hubo un gran incendio en el mercado el 13 de mayo de 1976, y el gobierno respondió implementando un urgente plan de reconstrucción para octubre siguiente, entregándose la mitad de las obras justo a un año del desastre en un acto al que asistió en propio General Pinochet. Sin embargo, el flamante nuevo mercado comenzó a ser tentación casi instantánea de inversionistas y se comenzó a insistir en la posibilidad de poner en licitación a privados sus espacios. Así, a principios de los ochenta la amenaza de privatización diseminó una gran desconfianza en el régimen y encendió las balizas de alerta entre los veguinos. Pinochet incluso visitó el mercado, según se consigna en la edición de abril de 1982. A la larga, estos temores no se cumplieron como se había temido (como lo demuestra, entre otras cosas, la placa conmemorativa en el sector de las oficinas administrativas de La Vega Central testimoniando el traspaso de los establecimientos a los comerciantes), pero el choque de intereses parece haber reflejado en el diario una ruptura.
Por alguna razón, además, el ya maduro Pinto comenzó a pensar en desprenderse del periódico veguino que llevaba en irregular ritmo de publicación. Sucedió así que, en una concentración política de oposición, un ejemplar del "Fortín Mapocho" le fue presentado por uno de sus propios creadores al dirigente del ala más izquierdista de la Democracia Cristiana, el empresario y futuro parlamentario Jorge Lavandero Illanes, quien se interesó de inmediato en comprarlo al saber que estaba siendo ofrecido a la venta. La compra se cerró en 150.000 pesos, según palabras del propio Lavandero en su libro "El precio de sostener un sueño". Por nuestro lado, sin embargo, supimos que el traspaso del periódico no estuvo exento de cierta controversia entre los mismos veguinos. Para peor, al fallecer Pinto no tanto tiempo después, se levantaron algunas diferencias con respecto a la percepción sobre quién era el verdadero dueño moral del periódico, entre los que se sentían sus fundadores o representados por el pasquín.
El nuevo director del diario lo reformuló completamente y refundó un "Fortín Mapocho" que se convertiría en el símbolo del periodismo de oposición durante los años del Régimen Militar. Así, reconvertido, saldría a la venta el 6 de marzo de 1984 con el siguiente titular muy apropiado al nuevo perfil adoptado:
"CNI DETUVO A DOS PERIODISTAS DE 'FORTÍN MAPOCHO'
El 'delito': fotografiar casas presidenciales"
En la misma portada, junto a una fotografía de Hernán Pinto, el ex director del período daba su mensaje de despedida del medio: "Ha llegado el momento de entregar esta tarea a las nuevas generaciones".
Desde ese año en adelante, su orientación editorial y su periodicidad cambiaron radicalmente, primero como semanario y después como diario, quedando atrás la edad romántica en que operaba como la voz de los comerciantes de la Vega Central. Incluso modificó después su nombre, al pasar a ediciones diarias, rebautizándose "Fortín Diario"... Adiós a lo de Mapocho. El impreso adquirió así un carácter de periodismo popular, panfletario e irónico, con acciones de denuncias y lenguaje desafiante. No pocas veces en que le tiraron la cola al león con Lavandero lal timón del diario, tuvieron alguna clase de problemas, lo que sólo contribuyó a aumentar su popularidad y su identificación como el principal organismo periodístico contrario al gobierno de facto.
Si en la práctica este traspaso sólo fue la adquisición del nombre del tabloide por parte de Lavandero, la estrategia de haber comprado el viejo periódico de los veguinos y adoptarlo como una continuación del mismo, tuvo otra arista interesante: impidió que el medio fuera censurado durante los estados de excepción, ya que ésta sólo procedía para fundación, edición o circulación de medios de comunicación nuevos, no los que ya existieran, como efectivamente se determinó en los tribunales de justicia en aquellos años. Con ello, el "Fortín Mapocho" quedaba blindado por corresponder a un diario con línea histórica anterior, aunque ésta sólo se redujera a su nombre.
UN ASUNTO CONFUSO
Empero, la misma capa heroica de lucha que le dio vida nueva al "Fortín Mapocho", fue la que señaló su final. Contrariamente a lo que se cree o asevera en ocasiones, la realidad es que nunca fue un diario de gran preferencia, sino más bien simbólico, rondando cifras de venta entre el 11,8% de todos los diarios de 1986, y 16,1% en 1988. Una situación frágil, esclava del contexto de tiempo. Así sucedió que, al retornar la democracia en 1990, la necesidad de un periodismo de batalla en la prensa regular quedó atrás y se notó inmediatamente en el sustento del diario, bajando dramáticamente las ventas y prácticamente desapareciendo la publicidad de páginas. Vinieron así los despidos y huelgas de trabajadores.
Sin más que hacer, al poco tiempo el "Fortín Diario" se declaró en quiebra y paró para siempre sus prensas. El último número del otrora adalid opositor de los ochenta, salió el 6 de julio de 1991, ante la casi total indiferencia del público.
Entre quienes siguen valorando más esta segunda etapa en la vida del "Fortín Mapocho" se ha creado un catálogo con extractos de aquellos años y la recirculación en formatos digitales. Sin embargo, persiste en las sombras la extraña ironía de todo esto, aunque Lavandero jamás la admitiera en sus memorias: el hecho de que, antes de pasar a sus manos, el "Fortín Mapocho" se haya manifestado como un fervoroso defensor del Régimen Militar sin esconder elogios para el alzamiento de 1973 y la Junta. Podrán haber pasado inadvertidas en la historia, pero no deja de ser una tremenda curiosidad y una paradoja que el mismo diario erigido después como bastión de lucha periodística contra el mismo régimen, haya tenido este singular antecedente entre de publicaciones sin haber sido intervenido como otros medios y con el propio Pinto, de militancia comunista, figurando todavía en la dirección del mismo.
Cabe preguntarse, por consiguiente: ¿Habrá sido la venta del diario a la oposición, acaso, un intento de rectificar la línea editorial del periódico tras algún arrepentimiento por el nada discreto y muy fervoroso apoyo que se dio a Golpe de 1973 y al Gobierno de la Junta Militar en sus primeros años? Y más complejo, aun: ¿Qué razones tenía Pinto para apartarse de sus reconocidas convicciones marxistas, procediendo a atacar al derrocado régimen allendista y justificar editorialmente al militar? ¿Cómo pudo pasar este detalle fuera de percepciones entre sus "compañeros" de partido, durante el resto de su vida? ¿Actuaba sólo por instinto de autoprotección y buscando evitar el cierre del periódico, o acaso presionado por su gremio y sobrepasado por la necesidad de abrir las sinceridades? ¿O será, acaso, que estamos ante un caso confirmando la veracidad de aquel viejo chisme que sólo pasó como mito de derechistas, respecto de que la figura del Presidente Salvador Allende habría sido traicionada por muchos de los mismos que, en antes de la ruptura final, le habían jurado lealtades?
Esta clase de información poco difundida sobre el pasado del periódico podría ser dulce sabrosura para iconoclastas y desmitificadores, pero sigue siendo extrañamente desconocida y quizás hasta deliberadamente mantenida así, fomentando la creencia de que el "Fortín Mapocho" prácticamente nace sólo en los ochenta y que siempre fue un emblema opositor; o, cuanto mucho, enfatizándose su pasado como diario de trabajadores sin tocar el detalle de las ediciones a la que hacemos referencia.
Quedará este dato, entonces, en las nebulosas sarcásticas de la historia del periodismo chileno o, quizás, en la mera lista de datos freaks sobre la crónica y el editorialismo nacional.
Primera portada del "Fortín Mapocho" dirigido por Lavandero, en 1984.

"AGUA, HARINA, SAL Y LEVADURA": UN LIBRO PARA DEVORARLO COMO AL PAN CALIENTE

$
0
0
Ha llegado a mis manos y gracias a su propia autora, un nuevo trabajo para la biblioteca patrimonial de folklore y tradición chilena: "Agua, harina, sal y levadura. Relatos del oficio panadero en Santiago de Chile". Con sello de Ocho Libros Editores y cofinanciamiento del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, la joven diseñadora Gabriela Diéguez Santa María (gabrieladieguez.cl), devenida con este trabajo también en probada buena investigadora, ha lanzado recientemente tan notable trabajo sobre una de las artes más tradicionales pero menos sondeadas de nuestro país: la alquimia dorada del pan.
Ya de entrada se nota la mano diestra de una diseñadora gráfica en este trabajo de verdadero y romántico homenaje a la panificación. Y sospecho que intuye el enorme valor de lo que está presentando en sociedad:
"Por qué una diseñadora comenzaría a desarrollar un proyecto editorial sobre el oficio panadero. Una primera relación tiene que ver con el objetivo de hacer un libro. Como producto de diseño éste tiene muchas capas de información: el material con que está hecho, las tipografías, ilustraciones y colores, lo transforman en un cuerpo tridimensional, no sólo físicamente, sino por lo que su contenido es capaz de crear: mundos complejos, distantes del presente e incluso surrealistas. Quizás lo más importante del libro es que permanece en el tiempo, como un manifiesto dispuesto a perdurar para siempre".
Elegante presentación material, entonces, con una contrastante y bien controlada rusticidad en alusión de colores y texturas, buena diagramación, fotografías, ilustraciones con estilo de grabado y diría que hasta olor a pan, no sé si por sugestión, coincidencia de aromas, tumores cerebrales o qué, pero juro que lo sentí. Me complace haber podido colaborar, además, con una pequeña ayuda a esta obra y que aparece al inicio del libro, con los antecedentes de la panificación en la colonia chilena que publiqué hace algunos años en otra entrada de este mismo blog.
Bien; formalmente hablando, esto es un libro de 120 páginas y buena cantidad de imágenes, pero, ¿de qué se trata este trabajo, exactamente? La originalidad de sus materias y de su presentación no favorecen alguna intención de darle alguna categoría en particular. La autora, nieta de un panadero gallego venido a nuestras tierras, nos presenta una preciosa exposición que es en parte crónica, en parte guía técnica, en parte anecdotario y en parte también aclamación para el oficio de marras. Agradable de leer, entretenido, ameno e instructivo, saltando por momentos desde los contenidos más memoriales hasta verdaderos diccionarios del argot en la cultura panadera.
Aunque he sabido de otras publicaciones que tocan el tema de la panificación en Chile, me sorprende que, teniendo nuestro país una larguísima tradición panadera y un declarado amor al producto que nos tiene entre sus mayores consumidores a nivel mundial (compitiendo con países como Turquía y Alemania), recién este año 2015 haya aparecido un trabajo con la calidad de éste y combinando elementos de valor histórico y cultural con un digno homenaje lleno de cariño por el oficio. Contrastado, por ejemplo, con la cobertura que se ha dado a nuestras tradiciones vitivinícolas, el libro de Gabriela Diéguez viene a aparecerse casi como una especie de desagravio contra la desidia y un paso categórico en el ajuste de cuentas de la cultura culinaria.
"Son las siete de la tarde -dice uno de sus capítulos, seduciendo al lector- y el local está inundado de olor a pan cliente que se apodera del mostrador. Los clientes de apetito muy despierto casi pueden sentir en la boca el gusto sabroso y crujiente. Expectantes, se frotan las manos como queriendo entibiarlas con el reconfortante aroma que viene del horno. Todos esperan. Un hombre vestido inmaculadamente de blanco entra con una gran canasta y deja caer el pan sobre el mostrador. Así va y vuelve, dejando caer más y más panes. Los clientes sin perder un minuto se abalanzan sobre ellos, tan ansiosos que ni siquiera toman precauciones para no quemarse, sacándolos con gran prisa y metiéndolos en su bolsa casi sin tocarlos. Otros no se resisten, y aun a riesgo de quemarse deciden 'degustarlos', despedazando con los dedos una marraqueta que cruje y deja salir una estela blanca de vapor, antes de llevársela a la boca".
Igualmente, quienes oyeron alguna vez el clásico chiste burlándose de quienes usaban sábanas con la marca "El Molino", acá confirmarán que no era raro en otras épocas, que personas menesterosas se valieran de las telas de los sacos de harina que botaban las panaderías, para fabricar su ropa interior, manteles, paños de cocina y, por supuesto, humildes sábanas.
En su labor de rescate de conocimientos, relatos y sabores -muchos de los cuales van en franca retirada-, "Agua, harina, sal y levadura" aporta a la difusión y al registro una serie de datos valiosos que habían ido quedando inadvertidos sobre la cultura panificadora fuera de sus círculos íntimos, pero que deberían estar desde ahora en el abecedario de quien pretenda documentarse en profundidad sobre el tema, confirmándome otra vez el valor de la investigación y la información que da cuerpo a la opera prima literaria de su autora. Brilla en la capacidad de armar esta completa memoria, también, a partir de los testimonios de quienes la forjaron: viejos panaderos de Santiago y sus descendientes, relacionados con históricas panaderías como "El Pueblo", "América", "Egaña", "Atacama", "Anexa Patria", "Mayo", "San Camilo", "La Selecta", "Récord", "Fresia" de Rengo, "Lo Castillo" de Vitacura, etc.
De esta manera, si alguien ha escuchado alguna vez y a la pasada, una antigua expresión refiriéndose a los huachos de las panaderías, por fin hallará acá una definición aclaratoria: trabajadores de estratos muy bajos, indigentes y a veces cargando deudas con la justicia o vidas errantes, que se ofrecían para laborar en las panaderías a cambio de recibir alimentación y hospedaje, generalmente en las mismas instalaciones.
Y del mismo modo, quienes se preguntaron por las razones del estricto color blanco de los trabajadores del pan, tan característico y corporativo como los delantales médicos, podrán comprender por estas páginas la verdadera filosofía que existe detrás de este aparentemente secundario o derivativo formalismo, donde la harina exige cuidar la pulcritud a niveles en los que incluso se procura imitar el albor de todo lo que pueda ser alcanzado por su mágico polvo de palidez durante la actividad panificadora.
Leer "Agua, harina, sal y levadura" es, entonces, iluminar los más sabrosos pero misteriosos ingredientes invisibles del pan: la osnaburgo o tela tradicional ocupada en el oficio, la relación del gremio con la colonia española en Chile iniciada con inmigrantes provenientes de poblado de Gaguazoso, la explicación a la presencia de trabajadores de origen mapuche en los antiguos talleres, los peligros de la cocina como aquellos golpes de fuego salidos de los hornos y apodados "toros", la razón práctica por la que los antiguos panaderos tenían sus hogares arriba o al lado de la misma panadería, las variedades del producto que ya van en extinción (Monroy, rosita, candeal, bocado de dama, coliza, etc.), la presencia de caballerizas en los clásicos establecimientos para asegurar la repartición rauda de las salidas de pan caliente, la importantísima presencia de los carretones repartidores para el mismo trámite, la distribución de las faenas diarias en cuadrillas que son la base del pan fresco garantido a toda hora en nuestro país, los criterios "profesionales" para definir una marraqueta o una hallulla, los problemas que ha traído la industrialización en el viejo oficio, las consecuencias de las crisis políticas, etc.
En conclusión, tengo en mis manos un trabajo excelente y completamente recomendable por su doble valor: uno intrínseco, derivado de la bien documentada materia que lo ocupa, y otro agregado, proveniente de la forma en que su autora lo concibe, lo elabora y lo publica, en analogía misma con el esmero de quien hace pan. Es ésta, entonces, una lectura de proporcional interés y entretención; un libro gratísimo de devorar con velocidad, como a ese exquisito pan caliente cuyo aroma uno siente estar olfateando en cada cambio de página, cautivado por el encanto de las artes panificadoras y por el placer de la exploración de un oficio que nos conecta con los hilos originarios y culturales de nuestra propia sociedad chilena.

PASEANDO SOBRE LA HISTORIA Y BAJO LA SOMBRA DEL PARQUE SAN BORJA

$
0
0
Iglesia y Parque San Borja (aún árido) hacia 1970. Atrás, las torres de la Remodelación y a la izquierda arriba el ex convento y mercado, hoy Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile. Imagen de la colección fotográfica del Archivo del Instituto de Historia y Patrimonio de la FAU y del Archivo Personal del Profesor de la FAU don Ignacio Salinas (Fuente: uchile.cl/u86147).

Coordenadas:  33°26'26.31"S 70°38'15.49"W
El Parque San Borja de Santiago se constituye como el único terreno de este tipo en tal sector de céntricas cuadras. Si bien el barrio está próximo también a otros pulmones verdes centrales, se halla un tanto segregado de los mismos por las características del plano urbano de la capital chilena. En el caso del Cerro Santa Lucía y del Parque Forestal, por ejemplo, los separa la Alameda Bernardo O'Higgins; en el caso de Plaza Baquedano (a sólo una cuadra y media), hace lo propio la aislación de este punto y la propia configuración del tráfico vehicular que lo ha convertido en isla; y para el caso del Parque Bustamante, éste se encuentra en el sector Norte de Vicuña Mackenna, más distante. De esta manera, el Parque San Borja es un ojo verde principal y muy propio del sector de la Remodelación del mismo nombre y de sus inmediatos.
Ubicado así a pocos metros de la Alameda y rodeado de torres y edificios históricos, desde hace unos años está cercado con rejas metálicas, por las mismas razones de seguridad llevaron a hacer lo propio en el Cerro Santa Lucía. Su perímetro está contorneado por las calles Marcoleta, Barón Pierre de Coubertin, Jaime Eyzaguirre y Carabineros de Chile, esta última antes llamada José Alfonso y rebautizada tras la construcción de la Plaza y el Monumento a los Mártires de Carabineros. De alguna manera, es el corazón de la Remodelación San Borja.
A su vez, al San Borja se lo encuentra también en una ubicación un tanto aislada y "oculta" dentro de la geografía urbana, a pesar de su proximidad a los grandes puntos neurálgicos de la actividad y movimiento en la urbe. No es de extrañar el vínculo estrecho que los residentes del sector sienten con él, por lo tanto, rasgo que se ha ido traduciendo también en pasiones, recientemente: es este parque el que se planifica intervenir y transformar en el Museo Humano o Museo de la Humanidad, del escultor nacional Mario Irarrázabal, generando una controversia que ha persistido por varios meses y pasado ya a fuertes colores de conflicto.
La ejecución del Museo Humano necesariamente alterará el aspecto y diseño del parque, que resultó de un concurso realizado hace 35 años y que es, básicamente, el que aún mantiene.
Esquema de los enterramientos encontrados en el sector de Marcoleta-Portugal en 1970, según croquis publicado por la revista "En Viaje".
Esquicio sobre el proyecto de construcción de la Remodelación San Borja, basado en un folleto del proyecto CORMU. No tengo la fuente original de este documento pero sí parece coincidir con la maqueta del proyecto de la Remodelación. Se observa la forma romboide originalmente trazada para el Parque San Borja: en la parte inferior derecha, el "pozo profundo y estanque" cuyos restos aún se distinguen allí; arriba a la izquierda, parte de la remodelación que se integraba al parque pero que nunca fue concluida, incluyendo un pequeño museo. Este último detalle ha sido utilizado bastante por los defensores del proyecto Museo Humano, pero tengo mis observaciones al respecto: además de una proporción muy menor al actual proyecto, sospecho que el recinto pudo haber sido incluido en el plan luego de los hallazgos arriba señalados y para exhibirlos, por lo que su carácter era de museo arqueológico localista, propio de la identidad e historia del vecindario, concepto muy lejano al del museo artístico e individualizado en un autor en particular que se ejecutará en el parque.
ANTES DE SER ÁREA VERDE
Toda la gran área verde del parque colinda con la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad de Chile, ubicada a su vez en los antiguos terrenos religiosos coloniales luego usados para fines militares ya en tiempos de la lucha por la Independencia. Desde la maestranza del Ejército que allí existió, además, tuvo lugar el primer despegue exitoso en Chile de un globo aerostático tripulado, en 1839; pasó a ser después, el cuartel del Regimiento de Caballería N° 2 "Cazadores" ocupado para estas funciones entre 1893 y 1933, tras lo cual fueron utilizadas sus dependencias por un mercado capitalino, antes de convertirse en la importante casa de estudios actual.
La historia conocida del terreno donde hoy está el parque comienza en tiempos de la Colonia, en el histórico sector de la ex calle de la Ollería y luego calle de la Maestranza, hoy avenida Portugal, por el sector Marcoleta. Estos terrenos eran viñas, chacras y una hacienda que a fines del siglo XVI fueron donadas a los recién llegados sacerdotes de la Compañía de Jesús por su propietario español, el Capitán de Guerra don Agustín Briceño, el 16 de octubre de 1595. Fue en su ex chacra donde se instaló, de hecho, la famosa Ollería de los religiosos que dio su nombre colonial a la actual avenida Portugal.
Posteriormente, fundado en 1772 por el sector de Alameda de las Delicias y San Ignacio, el Hospital San Francisco de Borja se traslada en 1847 a otro lugar de la misma Alameda pero entre la ex calle de la Ollería y la actual avenida Vicuña Mackenna. Ocupaba un gran edificio con fachada hacia Alameda, con capacidad para 600 camas y con 5 pabellones quirúrgicos. Importantes figuras de la historia de la medicina en Chile pasaron por sus salas durante toda su historia hasta que, en 1976, la institución fue trasladada al actual sector de avenida Manuel Antonio Matta y fusionado con el Hospital Manuel Arriarán, pasando a ser llamado Hospital Paula Jaraquemada. Sin embargo, la denominación informal de Hospital San Borja-Arriarán debió serle reconocida al complejo como la oficial, en 1990.
A pesar de que en 1962 se habían hecho grandes trabajos de restauración y mejoramientos del edificio hospitalario de Alameda, éste sería demolido en 1977, ni bien se produjo es traslado. Su inmenso terreno llegaba hasta las inmediaciones de la calle Marcoleta incluyendo gran parte del actual Parque y la Parroquia de San Francisco de Borja, que era parte del complejo funcionando como la capilla interior del hospital.
Justo tras de sí y en esos ex terrenos del hospital, la Remodelación San Borja daba origen ya entonces a las torres situadas en las cuadras del sector de calles de Alameda, Portugal, Ramón Corvalán, Diagonal Paraguay y alrededores. Esta enorme obra urbanística fue concebida tempranamente en 1967, con cierta influencia de la escuela de Le Corbusier y la unidad residencial de Marsella. Nace en los años del Gobierno de Eduardo Frei Montalva para solución habitacional de las clases medias y es iniciada su construcción al año siguiente, aunque las expropiaciones y desalojos necesarias para iniciar las obras causaron cierto alboroto en aquellos años y demoraron un poco en consumarse en su totalidad. En los archivos de la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU), el Proyecto Remodelación San Borja aparece encargado a los arquitectos Sergio Miranda Rodríguez, Carlos Buchholtz Galigniana y Eugenio Salvi Rosende, participando en el directorio Gastón Saint-Jean Bate, Patricio Gross Fuentes y Ernesto Labbé Achondo, entre otros.
Los primeros edificios de la Remodelación, por el lado que se inclina hacia la Alameda, pertenecieron a los tableros de los arquitectos Carlos Bresciani y Carlos García Huidobro, con participación inicial de Fernando Castillo Velasco. Ya entonces se veía en las maquetas la gran área verde ocupada hoy por el parque. En el plan original iban a ser unas 40 las torres a levantar, pero la suspensión y modificación del proyecto sólo permitió construir cerca de la mitad. También se anunciaron estacionamientos subterráneos en la mayoría de las torres y muchas más pasarelas de las que hoy existen, ya mustias y en parcial desuso aunque con un plan de recuperación encima.
Como dato curioso, se recuerda que durante los trabajos de construcción de estos conjuntos aparecieron vestigios de enterramientos precolombinos en dichos suelos, especialmente en el sector de Marcoleta y Portugal. Estos hallazgos podrían estar relacionados con la adición al proyecto de un teórico pequeño museo con dependencias educativas, que aparece señalado en algunas publicaciones de la CORMU. Este museo fue proyectado para estar dentro del futuro parque, hacia 1970, aunque nunca fue construido.
La enorme obra se cambió para siempre la fisonomía de tales barrios, trayéndolos a una nueva etapa donde se combinaría la vida vecinal en pleno Centro de Santiago con la influencia institucional universitaria y criterios modernos de funcionalidad en barrios residenciales, a pesar de la detención del proyecto por la crisis económica de principios de los setenta y luego el cambio de planes decidido en pleno Régimen Militar.
Maqueta del Proyecto  Remodelación San Borja en folleto de la CORMU, hacia fines de los sesenta. Si interpretamos bien lo que muestra la imagen, parece ser que el proyecto original incluía convertir en áreas verdes incluso el sector de los viejos claustros usados por el mercado y actualmente por la FAU de la Universidad de Chile.
Calle Marcoleta mirando hacia Portugal, en fotografía de J. Alsina, hacia 1970, actualmente perteneciente a los archivos fotográficos del Museo Histórico Nacional. Se observan, a la izquierda, los antiguos edificios hoy ocupados por la FAU de la Universidad de Chile; y a la derecha, los terrenos que hoy pertenecen al Parque San Borja. Atrás se ven las torres aún en construcción. Desconozco si los microbuses estacionados en la cuadra la usaban por paradero-terminal de la línea o como parte del recorrido de la locomoción colectiva de esos años (Marcoleta conectó directamente Portugal con Vicuña Mackenna por largo tiempo, hasta la construcción del parque).
ORIGEN DEL PARQUE
Parte de los que fueron los terrenos del demolido hospital, sus patios, pasillos, jardines y sus dependencias secundarias, serían vendidos a privados surgiendo de estas ventas, por ejemplo, el conjunto hotelero y comercial Holiday Inn Crowne Plaza. Otros se mantuvieron como propiedad pública, siendo utilizados para la apertura de la Plaza de los Mártires de Carabineros de Chile. En el desaparecido callejón El Pedregal, vecino al hospital y más o menos donde ahora está la explanada de acceso al Metro Estación Universidad Católica, se levantó la hoy llamada Plaza del Pedregal, a los pies de las torres de la Remodelación ubicadas entre el Parque San Borja y la casa central de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en la cuadra entre las calles Marcoleta y Carabineros de Chile. La existencia de napas de subsuelo en los terrenos, en tanto, permitió los abastecimientos de aguas en los edificios y de las áreas verdes a través de un sistema de potabilización que había sido donado por Francia.
El parque como tal fue construido ya en las etapas finales de la Remodelación, sobre un terreno de 24.600 metros cuadrados que quedó disponible tras el levantamiento de los conjuntos residenciales y la demolición del viejo hospital, siendo cedido en 1978 a comodato de "Área Verde Central" por el Servicio de Vivienda y Urbanismo (SERVIU) a la Ilustre Municipalidad de Santiago. De acuerdo a los planos disponibles de la ciudad santiaguina previos a la transformación del barrio, dicha propiedad era, en gran parte, restos del patio y de los jardines interiores del hospital más algunos de sitios colindantes, como los terrenos parroquiales de la Iglesia de San Borja.
Hasta poco antes del traspaso, la propietaria de los terrenos había sido la mencionada CORMU, que operó de 1965 a 1976 y que fuera sucedida por el SERVIU hasta que éste lo traspasara a la Municipalidad. El comodato se hizo por tiempo indeterminado, quedando la misma Municipalidad de Santiago a cargo de su administración y mantención. Así, se llamó a licitación de proyectos para diseño y ejecución del "Parque Central Remodelación San Borja" sobre dicho terreno, ganando la propuesta de los paisajistas Ximena Oliva Ureta y Fernando Vallejo Martínez. El contrato de término del comodato de 1978 se firmó en 1980 entre el SERVIU y la Municipalidad de Santiago para dar inicio a la ejecución de las obras, siendo concluidas en 1982 aunque el parque ya estaba abierto al público desde el año anterior.
Me parece necesario hacer una observación en este punto, sobre el vínculo esencial entre el Parque San Borja y la Remodelación San Borja, a propósito de ciertas aseveraciones que se han formulado con relación a la oposición de los vecinos sobre el actual proyecto del Museo Humano que se ha trazado sobre el mismo. No es mi afán tomar posiciones aquí al respecto, advierto, pero de acuerdo a lo que tengo a la vista, el contenido de la propia licitación lanzada en esos años exaltaba este vínculo, llamando a propuestas de diseño y ejecución para el "Parque Central Remodelación San Borja"; así fue entendido por los concursantes y así fue confirmado en la propuesta ganadora. La prensa de la época, además, informaba que la iniciativa del Ministerio de Vivienda y Urbanismo de crear el parque, surgía precisamente de las necesidades de contar con un lugar de esparcimiento para los residentes de las 18 torres de la Remodelación, de modo que no es impreciso señalar que este espacio verde surgió considerando a los vecinos como principales usuarios y motivadores del proyecto. Quizás hayan influido en esta necesidad, además, los cambios que se hicieron al plan de la Remodelación después del Golpe Militar de 1973 vendiendo terrenos a proyectos particulares, y que significaron la reducción de espacios abiertos, el aumento de la densidad y la limitación de jardines en el conjunto residencial.
En 1983, el SERVIU establece que el recinto es un Parque Central en categoría de Bien Nacional de Uso Público, con la que se ha mantenido hasta ahora. Esto ha servido de argumento a quienes defienden el mismo proyecto del Museo Humano como un bien cuyo destino quedará en manos de la Municipalidad más que del vecindario, aunque debe insistirse en que, desde su origen, el parque fue concebido como un área verde para el esparcimiento de los residentes de la Remodelación San Borja como principales usuarios y complacidos por el mismo.
A los pocos años después de ser inaugurado, el Parque San Borja comenzó a ser conocido cariñosamente como el "Jardín Secreto" y "El Oasis" entre los mismos vecinos, por su ubicación casi escondida entre la urbanidad y la arquitectura céntrica, que lo hace tan particular dentro de los planos capitalinos. Y otra curiosidad es que casi apenas se inauguró -y dada su curiosa ubicación oculta- el Parque San Borja se volvió uno de los sitios favoritos de algunos chiquillos para hacer la cimarra y escapar de los varios colegios que se encuentran a este lado de la ciudad, por toda aquella década y de la misma manera que antes lo era el Cerro Santa Lucía. Hacia fines de los ochenta además, la explanada central de las torres también fue un lugar de reunión de jóvenes relacionados con tribus urbanas.
Felizmente, por el lado nor-oriente del parque junto a su primer acceso, se mantiene gallardo el templo de tinte neogótico que fuera la capilla del desaparecido hospital, como dijimos. Construido en 1876 bajo la inspiración directa de la parisina Sacre Chapelle de los Reyes de Francia, esta Parroquia de San Francisco de Borja es la iglesia institucional de Carabineros de Chile desde 1976. Y detrás de este edificio, por el sector interior del parque (dividido por rejas del recinto religioso), se puede observar todavía un hermoso kiosco glorieta de jardín con aire victoriano, hecho de metal forjado y que se remonta a la misma época del hospital. De enormes y añosas parras durmiéndole encima su peso, la glorieta tiene ocho arcos longitudinales en su parte principal y tres laterales por una prolongación que sale hacia el lado de la iglesia justo hacia su ábside, como si alguna vez hubiesen estado conectadas por un ya inexistente sendero.
Sin embargo, el plan original de áreas verdes consideraba que el parque rodeara al templo por atrás y por los costados, situación que quedó medianamente cumplida, como puede observarse hoy. La razón de esto es un poco oscura y nunca ha sido bien explicada, motivando suspicacias que hasta ahora persisten: sucedió que, hacia fines de los años noventa, todo el enorme terreno del sector situado en Carabineros de Chile con Ramón Corvalán Melgarejo y que era de la última etapa pendiente del las mismas áreas verdes del barrio, fue vendido por el SERVIU (su propietaria, pues no lo había traspasado a la Municipalidad) a un proyecto inmobiliario particular, levantándose así la torre residencial que hoy existe al lado del templo. La transacción habría sido "por una insignificante suma de dinero", según denunciaría Patricio Herman años después, y se la llevó a efectos atropellando las disposiciones del Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica, que exigía preservar este terreno como área verde.
Acceso al parque por el lado de Marcoleta, junto a la FAU.
Entrada por Barón Pierre de Coubertin.
Acceso por Jaime Eyzaguirre, directo a la multicancha.
Acceso por el sector de calle Carabineros de Chile.
SU ASPECTO ACTUAL
Algunos de los árboles y palmeras del parque se presumen de los tiempos del hospital, aunque se sabe con mas certidumbre que ciertos ejemplares tendrían unos 50 años allí. Mucha de la labor de mantención del césped, matorrales y árboles es ejecutada por los propios vecinos, además de limpiar los infaltables malos intentos de grafitis con pintura aerosol y los rupestres rayados tags de la incorregible infracultura urbana. Al extremo del lado oriente del parque, hacia el fondo del callejón Barón Pierre de Coubertin (que es, en teoría, la continuación de Marcoleta al otro lado del parque y hasta tenía antes este mismo nombre), está el recinto del Huerto Urbano, que desarrolla actividades especialmente los días sábados y domingo, cuando es más visitado especialmente por niños.
El parque ha sido intervenido varias veces en los últimos 20 ó 30 años. Ha habido mejoramientos en los accesos, la adición del enrejado metálico, mayor definición de sus senderos interiores de maicillo, kioscos, escalinatas luego de la remodelación de las aceras del lado de Marcoleta, juegos de niños, la garita techada, casetas de vigilancia, adoquinados y empedrados, mejores bancas, monumentos y nuevas incorporaciones de jardinería en el recinto. Tanta intervención y arreglos se justifican por la diaria actividad que se concentra en el parque, y que va desde prácticas recreativas o paseos de mascotas hasta lugar de estudios y de exposiciones.
Al centro del parque, destaca la pista de patinaje circular, muy concurrida, con una alta garita lateral techada y de madera que es utilizada como odeón para presentaciones y cobijo para ensayos de grupos de baile, generalmente adolescentes. Por el lado poniente está el círculo de la multicancha usada preferentemente para práctica de básquetbol, con acceso directo desde la calle Jaime Eyzaguirre y con camarines subterráneos. En sus espacios también hay lugar para el baby fútbol, ciclismo, el skateboard y máquinas de ejercitación. Súmese a todos esto la concentración de juegos infantiles en distintos puntos del parque, que parecen estar ocupados la mayor parte del día, además de las bancas con aleros de enredaderas y flor de la pluma que están dispuestos a los costados de los senderos, favoritos de las muchas parejas que lo visitan.
Los monumentos y obras artísticas que actualmente están en el Parque San Borja, son los siguientes:
  • Un monolito a la memoria de don Manuel Fernández Díaz, ex alcalde de Santiago (1964-1970), según declara en su placa: "En reconocimiento a su destacada labor como impulsor del desarrollo urbano de la ciudad, custodio de su patrimonio histórico y factor trascendente en la extensión cultural de todos los niveles de la comunidad". Fernández Díaz fue, precisamente, el alcalde bajo cuya administración comenzaría la construcción de la Remodelación y el despeje del terreno que pertenecerá después al Parque San Borja. Este monolito de buena altura le fue erigido por la Municipalidad de Santiago en 1992.
  • Un busto del historiador Nicolae Bălcescu (1819-1852), dirigente de la Revolución Rumana de 1848, hecho por el escultor rumano Gheorghe Adoc. Fue instalado por la Municipalidad de Santiago en agosto de 1993, poco después del aniversario de su fallecimiento.
  • Una obra de siete figuras de hierro titulada "Danza", llamada popularmente también "Los danzantes de hierro", de Paola Vezzani G. Está ubicada en la entrada poniente del parque y fue la ganadora del primer lugar en el concurso "Escultura Joven Chilgener" de 1996, siendo inaugurada en el lugar el 24 de septiembre de ese año. Es un típico punto referente para concertar encuentros entre residentes y estudiantes del sector.
  • La más recientemente agregada, es una placa de recuerdo al muchacho Daniel Zamudio Vera (1987-2012), fallecido en la cercana Posta Central tras un cruel ataque perpetrado allí en el parque, en lo que se creyó en principio era una pandilla neonazi, pero que resultó ser finalmente un grupo de violentos delincuentes juveniles. La placa está situada sobre el terreno donde se levantó una animita en su memoria y lleva inscrita la frase de Juan Goytisolo: "Tu destino está en los demás. Tu dignidad es la de todos". Fue colocada por la Municipalidad y sus familiares.
Volviendo a la controversia por el proyecto del Museo Humano, cabe recordar que los terrenos del sector de la Remodelación San Borja son de inmenso valor y hervidero de intereses lucrativos por su ubicación de privilegio dentro del centro santiaguino, a pesar de las verdaderas liquidaciones con que algunos fueron cedidos en otros años a proyectos inmobiliarios. Prueba de su importancia estratégica es que, en el año 2009, durante la alcaldía de Pablo Zalaquett, ya hubo otra controversia entre los vecinos por un proyecto de apertura de la calle Marcoleta por el costado entre el parque y la FAU, para unirla otra vez con Barón Pierre de Coubertin. Este plan fue señalado en aquel momento como un inminente paso a la construcción de estacionamientos subterráneos que solicitaban importantes instituciones del barrio y proyectos residenciales, y los vecinos reaccionaron agrupándose en torno al Comité Ciudadano San Borja Transparente, para resguardar sus intereses.
El actual proyecto del Museo Humano, en cambio, nace de una iniciativa compartida entre el Municipio de Santiago y la propuesta de la Fundación Piedra Viva de Peñalolén, de Mario Irarrázabal, con colaboración directa del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, aprobada por los concejales el 12 de marzo de 2014. Se requería de la construcción de un gran recinto en algún lugar de la comuna, con paseos y espacio suficiente para unas 238 esculturas que serían pasadas a comodato por 25 años por el connotado y distinguido artista. A su vez, la elección del parque como el lugar apropiado para esto se hizo por una evaluación general, para identificar un buen lugar donde colocar las obras, combinada con la necesidad de hacer mejoramientos y remodelaciones generales en este sector del vecindario, desde la iluminación a la configuración de calles.
Resultaría de Perogrullo insistir en que el parque es público, pertenece a toda la ciudad y no sólo al entorno de vecinos que lo encajona, argumentos esgrimidos por los defensores del proyecto del museo. Nadie pretendería pasarlo por propiedad de los residentes de las torres que allí se hallan. Sin embargo, también es un hecho incontestable, como vimos, que el parque fue concebido desde su origen principalmente para ellos y como parte de la unidad barrial, de modo que sus intereses en calidad de residentes y sobre el futuro del mismo, son bastante válidos de estimar como los más directos, participativos y relacionados con dicho espacio que ha sido mantenido en gran medida por ellos. Es evidente que hay un choque incompatible de objetivos, entonces, entre la Municipalidad y los residentes del sector cuyo parque será radicalmente intervenido.
Quizás trate de abordar, a futuro, algo más sobre proyecto del Museo Humano de inminente ejecución, que ciertamente va a cambiar por completo el aspecto y las posibilidades de uso del Parque San Borja, mismas que acá le hemos reconocido y descrito.
FOTOGRAFÍAS DEL PARQUE SAN BORJA:

SÉMOLA CON TINTO... YA NO SÉ SI LO INVENTÉ O LO REDESCUBRÍ, PERO ACÁ LO DEJO

$
0
0
He dicho antes que hay muchas recetas del bajo pueblo y del campo chileno que no aparecen en ninguna parte, y que uno llega a conocer casualmente cuando anda de tránsito por esos ambientes. Tristemente, muchas viejitas se llevarán a la tumba innumerables delicias de cocinería si no se preguntan a tiempo por sus recetas en franca extinción: desde dulces de ají acaramelado hasta pastas de papas que parecen una versión sureña adaptada del sabroso gnocchi italiano; desde ponches de pipeño con fruta y merengue hasta salsas a base de quesos de campo y hierbas; desde bocadillos hechos con la suculenta doca azucarada hasta cremas de limones hervidos con cáscara y todo.
En estas mismas andadas, hace algunos años, me enteré de la existencia de un postre que alguna vez se comía en los campos chilenos, de acuerdo a lo que supe tras conversar con una ex trabajadora de cocinerías populares sureña. Según mi interpretación, correspondería a lo mismo que la sémola (harina gruesa de trigo) con leche y azúcar, pero con vino tinto en lugar del lácteo. Nunca lo llevé a la práctica hasta hace pocos meses, sin embargo, cuando a prueba y error llegué hasta lo que me pareció una buena receta que incluye pasas, manís y trocitos de nueces en la mezcla, más un poco de canela, esencia de vainilla y ralladura de nuez moscada si se desea un toque más aromático.
Publiqué esta receta con una fotografía en las redes sociales de internet y he preparado algunas veces más la misma mezcla de sémola con vino tinto, advirtiendo majaderamente que NO ES la misma receta de sémola con leche más salsa dulce de vino tinto, que puede encontrarse en varios sitios de internet y recetarios. En este caso, el vino se calienta como un clásico "navegado", con azúcar a gusto y de acuerdo a la cantidad de tiempo que permanezca al fuego será también su nivel alcohólico, una vez convertido en postre con la mezcla de la sémola, así que ojo cuando se lo prepare para niños.
Sin embargo, me han advertido varias voces ya que mi receta de la sémola no sería exactamente la que debió existir alguna vez en los mesas rurales: mientras algunos me insisten en que la correcta debió ser la de sémola con leche y salsa de vino (de la que reniego, rotundamente), otros me han sugerido cosas tan extrañas como que la sémola con leche era puesta en un recipiente y cubierta por un día o más con vino tinto, hasta que quedaba teñida de su color, sabor y aromas, siendo esa la sémola con vino tinto que tanto busco. Nadie está más seguro que yo de su propuesta, sin embargo: todos "alguna vez oyeron" de otros la versión que ofrecen.
Ante este problema y queriendo confirmar la legitimidad de mi receta -de la que ya no sé si soy su accidental inventor o más bien el redescubridor y divulgador que pretendía ser desde el principio-, volví la cabeza hacia algunos viejos recetarios y documentos antiguos publicados en bibliotecas digitales, relativos a recetas que pudieran parecerse a esta. No ha sido muy favorable este ejercicio, por desgracia.
De lo consultado, lo que más semeja al objeto de mi búsqueda es una mezcla de sémola con vino tinto que aparece recomendada como una comida saludable para dar a las personas con amigdalitis o anginas, según lo que puede leerse en la traducción de 1798 hecha en Madrid por el Coronel D. Antonio de Alcedo al libro "Medicina doméstica o tratado completo del método de precaver y curar las enfermedades con el régimen y medicinas simples", del médico y académico de Edimburgo, doctor George Buchan. El autor lo señala como parte de un régimen "nutritivo y restaurante" para el enfermo de este mal que, en aquellos años, era llamado "esquinancias malignas". Tampoco corresponde a cualquier sémola: en este caso, debía ser de sagú. Tanto la sémola como el vino tinto reaparecen mencionados también en otros tratados antiguos de medicina, como el "Medicina homeopática doméstica" de Theophil Bruckner de 1870, recomendados por separado para amortiguar diarreas.
La mezcla no es sólo para postres: se los señala como ingredientes bases para hacer la Red wine semolina dough, masa para pastas descrita en el libro "Mastering pasta: the art and practice of handmade pasta, gnocchi, and risotto" de Marc Vetri y David Joachim. Nada, sin embargo, que recuerde que al postre o pudín que buscamos, aunque no puedo dejar de comentar la existencia de mezclas parecidas a las que persigo: las de maicena y vino tinto, como las que aparece en el recetario de cocina judía "Hitech Jewish Cocking" de Lois Stavsky e Isaac Mozeson, llamada Cherry Fruit Soup. ¿Será éste, acaso, el eslabón perdido de repostería que ando buscando? Pues no: esta incluye en la preparación cerezas y con una variación significativa, ya que se consume con la consistencia de una crema o una compota, no cuajado como un flan, como es nuestro caso. Además, otra receta parecida pero con manzanas en lugar de cerezas aparece en el "Celtic Folklore Cooking" de Joanne Asala (quien asocia el postre a las fiestas del Samhain y el Mabon), denominada Apples in red wine, aunque todavía con más características de salsa.
En fin... Los ingredientes de la receta que utilizo yo, son los siguientes y los muestro con cierta ambigüedad para no especificar medidas que responden más bien al gusto del interesado:
  • 3 a 4 tazas de sémola
  • 2 y 1/2 tazas de vino tinto (puede ser más de acuerdo a la densidad que se le quiera dar)
  • 1 de taza de azúcar (a gusto, en realidad)
  • Cáscaras de limón
  • Pasas/manís/nueces (a gusto, no más de una taza juntas)
  • Pizca de canela
  • Pizca de esencia de vainilla
  • Pizca de nuez moscada
Pero esto es sólo la mitad, porque para procurar que quede menos pesado el postre suelo hacer una sémola con leche tradicional que ocupará la mitad del tiesto donde será enfriada, mientras que toda la mitad superior la relleno con la mezcla hecha con vino tinto (como se ve en la fotografía que publiqué al inicio de este texto). Creo que es lo más recomendable para no tener que sacar trozos pequeños evitando lo empalagoso e intenso del sabor del vino endulzado.
Si lo inventé, lo descubrí y sólo lo divulgo, ya no me importa... Sólo puedo estar seguro de que es bastante recomendable y nadie se arrepiente.

LA CONFESIÓN DE NERUDA SOBRE SU OSCURO EPISODIO EN CEYLÁN Y ALGUNAS OTRAS OBSERVACIONES A ESTA MÁCULA EN LA VIDA DEL POETA

$
0
0
Fotografía de Neruda en el Archivo Central Andrés Bello, Universidad de Chile.
Acaba de terminar el festival con características de verdadera procesión religiosa de dos días, titulado "Neruda viene volando", que recorrió parte de Recoleta, Independencia y el sector de Santiago Centro con un muñeco gigante del vate y batucadas al estilo de la "Fiesta de los 1000 tambores" de Valparaíso, incluyendo las carretadas de basura dejadas a su paso. Debe reconocerse el esfuerzo del ministerio, la intendencia, las municipalidades coordinadas para la realización de estas grandes presentaciones públicas, sin duda. Tengo la mejor impresión de su gestor, además: el diseñador Jorge Soto Veragua, a quien conocí en persona hace unos años, durante el lanzamiento de una obra suya en Recoleta. No obstante, me parece que no deja de percibirse cierto vaho de propaganda para un propósito bastante concreto, en este "festival ciudadano" de un caluroso fin de semana.
El evento, además de la propuesta del gestor y los organizadores, se relaciona quizás con el conocido encanto nerudiano profesado desde el Consejo de la Cultura, pero -aunque nunca será admitido- también con la necesidad de dar argumentos pasionales y popularizar el interés en ponerle el nombre de nuestro Premio Nobel de Literatura de 1971 al principal aeropuerto de Chile. Convengamos en que es legítimo, por cierto. Sin embargo, extraña que los mismos críticos online que hace sólo dos semanas reprochaban ácidamente el paso de los globos gigantes del "Paris Parade" (entre los que estaban el Chavo del 8, Batman, Shrek y Optimus Prime) también bajo importantes auspicios y por céntricas calles santiaguinas, ahora caían rendidos de encantos por este gran carnaval colorido haciendo ostentación de sus propios muñecos colosales (un esbelto Neruda acostado de guata y con 22 metros de largo) al estilo de las dos visitas de "La Pequeña Gigante" hace pocos años, y cargado de un cuidadoso sentido publicitario subyacente (Metro S.A.) que no lo aleja mucho del mismo espíritu del anterior pasacalle en la Alameda. Ambos fueron autorizados como la misma clase de eventos culturales públicos y callejeros.
El título del carnaval nerudiano guarda relación con el de su poema y homenaje titulado "Alberto Rojas Jiménez viene volando" de 1934, escrito para su joven colega muerto en Santiago de Chile ese mismo año, a pesar de que pocos de los convencidos nerudianos parecieron reconocer esto (escuché un par de interpretaciones ingeniosas pero inexactas sobre el porqué del nombre). Tampoco parece haber sido un dato importante de difundir para organizadores y participantes, que las presentaciones en las "estaciones" del carnaval estaban basadas en el trabajo del mismo nombre del dramaturgo Jorge Díaz (1930-2007), presentado en 1991 con elenco del Teatro Ictus... Pero bueno, la fiesta era para Neruda y nadie más, y ya conocemos de sobra esa suerte de monoteísmo cultural en que algunos han tratado de instalar el estatus del autor de los "Cien sonetos de amor", erigiéndolo como un eclipse casi monopólico sobre todo el resto de la intelectualidad chilena.
Empero, el momento no era favorable a la dignidad del nombre del carnaval ni del homenajeado, así que no me llamó mucho la atención cómo en redes sociales, rápidamente, el título del festival se convirtió en un rotundo "Neruda viene violando", aludiendo al oscuro episodio que hoy ha caído en revisión crítica desde sus propias memorias "Confieso que he vivido", publicado en forma póstuma en 1974 y que el autor se había apresurado a concluir ya con la muerte y su reloj de arena esperándolos al pie de la cama.
El episodio en cuestión, a todas luces la descripción de la violación de una mujer indefensa durante la juventud del poeta y en el primero de sus viajes a oriente, ha despertado nuevas formas de pasiones tanto para la defensa de Neruda por parte de sus incondicionales seguidores, como por el desprecio que algunos comienzan a manifestar contra el mismo o bien adicionan al resquemor que ya le tenían (especialmente por cuestiones políticas, es bien sabido), sólo aprovechando la ventajosa oportunidad que les permite este estrepitoso caso.
Por mi parte, admito haber sido otro de los pajarones que, leyendo "Confieso que he vivido", pasó por encima de la gravedad de las líneas que describen el "incidente" de Ceylán, en que claramente se retrata una violación sexual por el mismo violador. Sin embargo, creo tener una buena justificación, o una excusa cuanto menos: lo que entonces llamó mi total atención no fue el hecho en sí, sino la extraña semejanza de lo descrito con otra historia que ya conocía y desde la obra de otro autor, uno muy diferente, y que expondré al final de este texto aunque sin poder proponer teorías sólidas al respecto.
VICIOS NERUDIANOS
Partamos con algunas precauciones, antes de entrar en materia en este blog donde nunca he definido una posición categórica sobre la controvertida figura de Pablo Neruda, elogiándolo o criticándolo según la relación del personaje con cada contenido. Como todo humano muy imperfecto, su vida ofrece matices que llegan a ser extremos.
Los juicios contaminados por la falacia del argumento ad homimen o (des)calificación personal están entre los más populares y frecuentes para estas cuestiones conmemorativas y de reconocimientos históricos, especialmente cuando se trata de personajes con alcances controversiales (O'Higgins, Carrera, Freire, Portales, Baquedano, Balmaceda, etc... para qué seguir). Personalmente, evito concentrarme en ellos cuando aparecen por las fuentes de consulta, aunque está claro que hay una marcada predisposición del medio a tolerar algunos cuando van de la mano del discurso oficial. Hasta a Sebastián Piñera lo vimos invocando emocionado a Neruda, durante la campaña presidencial que lo llevó a La Moneda en 2010.
La derecha chilena en el Congreso Nacional, haciendo escuela casuística sobre su desconexión ya total e irreparable con el mundo de la cultura y los códigos de estimación del peso patrimonial de un personaje histórico, nos dio una estupenda clase didáctica de este razonamiento visceral e interdicto al reclamar contra el proyecto de cambio de nombre del Aeropuerto Internacional Comodoro Arturo Merino Benítez por el de Pablo Neruda, en base a que el poeta era "un comunista". Así, tal cual suena de necio y de "Franja del Sí" de 1988. De este modo, de todos los muchos argumentos que pueden esgrimirse contra este propósito, la representación del partidismo de derecha se encargó de arrojar al tapete la carta más necia que pudo y con ello acabó reforzando la postura de quienes sí están a favor del cambio de nombre, para desgracia de quienes teníamos nuestras propias aprensiones bien fundadas al respecto.
Sin embargo, también es un hecho que Neruda está siendo elevado a figura pía y secular en áreas que no corresponden a su estricto campo de actividad literaria, política y diplomática, cayéndose en el mismo vicio del juicio a la persona por sobre su obra pero desde la posición opuesta: la del endiosamiento, una virtual canonización del poeta en todos sus aspectos cual forzado efecto de Halo y de proyección sobre los demás rasgos de su vida. Cualquier observación crítica al respecto es respondida por este club de rugidos, alegando que son emitidas por "tontos", "ignorantes", "envidiosos" y hasta "nazis" y "facistas" (sic), recibiendo -de paso- esa valiosa ayudita de la rancia derecha parlamentaria ya comentada, para abonar a tal pensamiento binario de algunos izquierdistas fanáticos (valga la redundancia).
Mas, sucede que mucha de la actitud santificadora que promueven los admiradores del poeta y de la que este último carnaval "Neruda viene volando" forma parte de su propia esencia, es totalmente reactiva; incluso reaccionaria si se la quiere llamar así: revisiones de los últimos años a la idealización del poeta han ido permitiendo conocer los matices de su existencia que se les hace necesario contrarrestar al peso de propaganda y publicidad reiterativa para áreas fuera de su obra, como su devoción obscena por regímenes genocidas, sus actos de plagio en los primeros años de carrera literaria, su posible participación en el asesinato de Trotsky, su deslealtad con las mismas mujeres que inspiraron sus elogiados poemas de amor, su inducción a falsedades biográficas como el Joaquín Murieta chileno (por meras razones comerciales, personales), las turbiedades financieras que algunos señalaron en sus aplaudidas gestiones humanitarias, su impropia y escandalosa aventura con Alicia Urrutia Acuña (sobrina de su mujer Matilde Urrutia), junto a otras perlas que pasean entre profanas sabrosuras de comidillo amarillista hasta actos realmente deleznables, demostrando que el talento de un grande y magnífico poeta no quita que pueda ser también un sátrapa vil y despreciable en otros capítulos de su biografía.
Estando tan lejos de ser el limpio y reluciente arcángel en que algunos han pretendido convertirlo (echando manos más a esa idealización que a los antecedentes concretos sobre su vida, construcción que le hicieron colegas-amigos-correligionarios como Volodia Teitelboim), Neruda tiene un enorme kapital a su favor, sin embargo: cantidades de devotos y feligreses que no cejarán en el esfuerzo (frecuentemente, muy bien retribuido) de mantener las velas encendidas en torno a su santo patrono, creyendo no sin algo de razón, que aún gozan de la inexpugnable autoridad moral y cultural que se arrogaban hasta no hace mucho, cuando sólo les bastaba sacar a pulir el medallón del Premio Nobel de Literatura para usarlo como como talismán capaz de detener cualquier clase de discusión sobre la calidad del personaje.
Poco importa ya que para alcanzar este premio mundial, el vate golpeó por años las puertas de la ultrapolitizadísima Academia Sueca y que éste se le otorgara -en gran medida- como un reconocimiento solidario al proceso político que se vivía en Chile (y con intermediación del propio gobierno de la Unidad Popular para que recibiera el galardón), muy posiblemente buscando equilibrarse también la entrega del anterior Nobel de Literatura a un fiero símbolo anticomunista como Aleksandr Solzhenitsyn, premiación que había causado escozor en la Internacional y sus promesantes de la Guerra Fría... Pero lo importante es que ganó el certamen mundial (y le era merecido, sin duda), como la selección argentina ganó un mundial más allá del gol de mano de Maradona o -más parecido a nuestro caso- como el Nobel de la Paz dado al Presidente Obama priorizando más el símbolo del su color de piel que su obra política.
Así pues, es difícil no raspar con la cuchara también por el argumento ad hominem, cuando los propios defensores de Neruda lo vienen haciendo y de forma soez y descarada en algunos casos, para promover la fe profunda en el poeta y neutralizar las críticas. Sin ir más lejos y dándome esta licencia por un segundo, hace muy poco tiempo un conocido "escritor" de la vociferante whiskierda nacional (aunque más conocido por sus incursiones en televisión que por sus libros, para mi gusto pésimos e indigestivos), llegó a proponer que los "tontos" que creyeran en la interpretación comprometedora sobre las líneas de "Confieso que he vivido" debiesen ser "arrestados"... Notable explosión tiránica de pasiones represivas nerudianas.
Pero el punto central aquí es que, mientras los nerudianos sigan llevando el brillo de sacralidad que ven en su poeta hasta instancias que no le corresponden al campo de acción donde destacó y donde fue reconocida su obra, más allá de los pasacalles políticos y homenajes pagados por todos los contribuyentes, abren un flanco en donde se hace legítimo revisar, entonces, los aspectos de su vida que quedan fuera de ese mismo campo, para evaluar si son relevantes en los alcances que se les están dando. Pienso particularmente, en el nombre de un aeropuerto internacional cuyo actual título aludiendo al impulsor de la aviación institucional y profesional en Chile se debe, curiosamente, a una iniciativa del propio Presidente Salvador Allende y no al Régimen Militar pagando favores del mundo castrense, como pregonan algunos ingenuos nerudianos muy mal informados al respecto.
LA POLÉMICA "CONFESIÓN" DE NERUDA
Pero vamos a la materia central... El fuerte episodio de Ceylán descrito en "Confieso que he vivido", tiene lugar cuando Neruda se hallaba de viaje por estos territorios que aún vivían bajo el dominio colonial británico, en lo que hoy es Sri Lanka. Con cerca de 25 años a la sazón, Neftalí Reyes Basoalto, el futuro Pablo Neruda, se quedó alojando en una pequeña cabaña (bungalow) del suburbio de Wellawatha, en Colombo, al tiempo que escribía su obra "Residencia en la Tierra". Era el primero de dos grandes viajes al Índico que despertaron un gran encanto del poeta por aquellas tierras y su cultura, como se deduce observando las colecciones de recuerdos y obras de arte contenidos en sus tres residencias palaciegas.
Neruda había asistido por entonces a la realización del Congreso Pan-Hindú de Calcuta, en 1929. La "confesión" la hace en el capítulo de sus memorias titulado "Singapur", referido a los últimos días de su servicio consular en Colombo antes de ser trasladado a Singapur y Batavia (Yakarta) en las mismas funciones:
"La verdad es que la soledad de Colombo no sólo era pesada, sino letárgica. Tenía algunos escasos amigos en la calleja en que vivía. Amigas de varios colores pasaban por mi cama de campaña sin dejar más historia que el relámpago físico. Mi cuerpo era una hoguera solitaria encendida noche y día en aquella costa tropical. Mi amiga Patsy llegaba frecuentemente con algunas de sus compañeras, muchachas morenas y doradas, con sangre de boers, de ingleses, de dravidios. Se acostaban conmigo deportiva y desinteresadamente.
Una de ellas me ilustró sobre sus visitas a las hummerie. Así se llamaban los bungalows en que grupos de jóvenes ingleses, pequeños empleados de tiendas y compañías, vivían en común para economizar alfileres y alimentos. Sin ningún cinismo, como algo natural, me contó la muchacha que en una ocasión había fornicado con catorce de ellos.
- ¿Y cómo lo hiciste? -le pregunté.
- Estaba sola con ellos aquella noche y celebraban una fiesta. Pusieron un gramófono y yo bailaba unos pasos con cada uno, y nos perdíamos durante el baile en alguno de los dormitorios. Así quedaron todos contentos.
No era prostituta. Era más bien un producto colonial, una fruta cándida y generosa. Su cuento me impresionó y nunca tuve por ella sino simpatía.
Mi solitario y aislado bungalow estaba lejos de toda urbanización. Cuando yo lo alquilé traté de saber en dónde se hallaba el excusado que no se veía por ninguna parte. En efecto, quedaba muy lejos de la ducha; hacia el fondo de la casa.
Lo examiné con curiosidad. Era una caja de madera con un agujero al centro, muy similar al artefacto que conocí en mi infancia campesina, en mi país. Pero los nuestros se situaban sobre un pozo profundo o sobre una corriente de agua. Aquí el depósito era un simple cubo de metal bajo el agujero redondo.
El cubo amanecía limpio cada día sin que yo me diera cuenta de cómo desaparecía su contenido. Una mañana me había levantado más temprano que de costumbre. Me quedé asombrado mirando lo que pasaba.
Entró por el fondo de la casa, como una estatua oscura que caminara, la mujer más bella que había visto hasta entonces en Ceilán, de la raza tamil, de la casta de los parias. Iba vestida con un sari rojo y dorado, de la tela más burda. En los pies descalzos llevaba pesadas ajorcas. A cada lado de la nariz le brillaban dos puntitos rojos. Serían vidrios ordinarios, pero en ella parecían rubíes.
Se dirigió con paso solemne hacia el retrete, sin mirarme siquiera, sin darse por aludida de mi existencia, y desapareció con el sórdido receptáculo sobre la cabeza, alejándose con su paso de diosa.
Era tan bella que a pesar de su humilde oficio me dejó preocupado. Como si se tratara de un animal huraño, llegado de la jungla, pertenecía a otra existencia, a un mundo separado. La llamé sin resultado. Después alguna vez le dejé en su camino algún regalo, seda o fruta. Ella pasaba sin oír ni mirar. Aquel trayecto miserable había sido convertido por su oscura belleza en la obligatoria ceremonia de una reina indiferente.
Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama. Su delgadísima cintura, sus plenas caderas, las desbordantes copas de sus senos, la hacían igual a las milenarias esculturas del sur de la India. El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia".
A mayor abundamiento sobre este escabroso asunto, las mujeres dalit o parias como era la anónima chica agredida por el poeta (nos remitimos a sus propias palabras y descripción de los hechos), son célebres por pertenecer a la triste categoría de los "intocables" en la vieja estructura social de castas de la India, sólo formalmente abolida en 1950 pero aún vigente en los hechos. Se señala así a las personas que quedaron fuera de las cuatro categorías hinduistas (shudras, vaishias, chatrias y brahmanes), en lo más bajo de la sociedad india.
Los parias eran los que realizaban esta clase de tareas básicas y sucias para sobrevivir, con servicios tales como recoger los excrementos de los residentes, justamente. Se sabe de una época en que los niños parias incluso debían limpiar con las manos los baños de los establecimientos educacionales de esas regiones después que los usaron los demás infantes, así que podrá deducirse a qué clase de brutalidades y atropellos podía estar sometida cada chica físicamente atractiva cargando con el estigma de ser una "intocable" sin derechos. Por su indefensión y sometimiento, entonces, estas mujeres eran constantemente objeto de abusos y violaciones, tanto así que se han intentado campañas incluso en nuestra época para impedir que semejantes atrocidades sigan siendo cometidas contra ellas.
Si el episodio que describe el autor chileno en Colombo es real, entonces, se trata de la repetición de una sucia y malévola práctica que fue históricamente frecuente contra las mujeres de la condición paria. En otras palabras, Neruda sería un violador y punto, más allá de cualquier interpretación creativa sobre lo ocurrido. Algo muy distante de la conciencia social y las convicciones que siempre marcaron sus plegarias políticas. No hay machismo de la época que justifique semejante atrocidad, por si acaso se intentara señalar alguna clase de situación valórica en su temporalidad o la moral del lugar y contexto de tiempo.
CONTROVERSIA SOBRE LA VIOLACIÓN SEXUAL
Como era esperable, la hinchada de don Pablo ha reaccionado al caso del "incidente" de Ceylán tal como lo hizo a partir de 2004, cuando se revelaron los detalles sobre el abominable abandono del poeta a fines de 1936, en Europa, de su primera mujer María Antonieta Hagenaar (Maruca) y de su única hija, la pequeña Malva Marina Reyes, de corta vida a causa de la hidrocefalia. Fue una despreciable situación motivada por su irresponsable embobamiento amoroso con la argentina Delia del Carril y que se había tratado de mantener en secreto por décadas, empezando por el propio Neruda que no menciona palabra al respecto en su "Confieso que he vivido". El caso quizás aún seguiría permaneciendo en el falso perdón del olvido, de no ser por las investigaciones de la dupla Alejandra Gajardo y Antonio Reynaldos, además de los trabajos de Bernardo Reyes, Inés María Cardone y Pauline Slot.
Ahora, ante este nuevo golpe al gran monumento inmaculable del poeta, su fansclub ha vuelto a responder con agresividad pero también con admirable gran sentido de autodefensa corporativa, haciendo frente a la "relectura" de sus memorias: minimizar hechos, relativizar su gravedad y transformar al acusador en acusado son sus armas. Si los foros de noticias y las redes sociales sirvieran de barómetro opinológico, vemos que, nuevamente, el neorreaccionario obra intentando preservar el estatus de vaca sagrada que se ha procurado para el poeta y que -tampoco es misterio- consume una enormidad de los esfuerzos y recursos anualmente asignados a presupuestos o fondos de cultura en Chile.
El gran problema es que esta polémica les cae encima justo en un momento de gran esfuerzo por conseguir un paso más alto en la sacralización de la memoria nerudiana, manifiesto -por ejemplo- en el interés por demostrar que el vate habría sido asesinado por la Dictadura (victimismo con una gran campaña de medios ya judicializada) y pasando también por la transformación de nuestra principal terminal aérea en otra de las innumerables e insistentes referencias sobre el autor de los "20 poemas de amor y una canción desesperada" dispersas por todos los rincones de Chile. Que todos los niños chilenos estén obligados a pasar por Neruda varias veces en su vida estudiantil gracias al plan educacional y que enormes capitales internacionales ligados a empresas de telecomunicaciones hayan respaldado a su fundación, parece que a muchos ya se les hizo poco e insuficiente.
Se hacen necesarias algunas precisiones, sin embargo, pues la informalidad de estos debates de opinión pública suele estar contaminada de sesgos excesivos y hasta inverosímiles, además de cargados de especulaciones anodinas, por ambos lados.
En primer lugar, no es cierto que el asunto de la violación sexual haya sido notado recientemente, a partir de un artículo titulado "Confieso que he violado" y que publicara la artista pictórica Carla Moreno como respaldo a una de sus pinturas. Esto ha sido esgrimido por los defensores de Neruda para proponer que sólo se trata de una campaña para generar antipatías contra el proyecto de colocarle su nombre al actual Aeropuerto Internacional Comodoro Arturo Merino Benítez de Pudahuel. Un vistazo a internet, sin embargo, hace evidente que se equivocan: la discusión está propuesta desde hace unos ocho años, aunque recién haya prendido en nuestro país y por razones que quizás tengan que ver con el mismo contexto de virtual canonización que se ha intentado sobre la imagen del vate por sus incondicionales y políticos oportunistas (valga la redundancia, otra vez).
El documento más antiguo señalando sin cosméticos lo que en realidad reconocía Neruda en sus memorias, quizás sea un trabajo de 1996 de Claudio Rodríguez Fer de la Universidad de Santiago de Compostela, titulado "Neruda, o cantor e as amantes", publicado en la revista española "Moenia" de lingüística y literatura. Allí se advierte que el poeta admitió haber tenido una relación sexual forzando a una mujer. Empero, me parece que el hallazgo y su divulgación ha sido mérito principal de nuevos lectores críticos, tal vez españoles que, demostradamente (y a diferencia de nosotros los chilenos) entienden mucho mejor lo que leen. España era, además, una prolongación de América Latina en cuanto a religión nerudiana, cubriendo así al habla hispana completa; pero sabemos que bastantes cosas están en "revisión" allá en la Madre Patria, no sólo eb cuestiones literarias. Por si las dudas aparecen, cualquiera puede encontrar por los buscadores de internet el artículo que ya escribió en 2013 el cronista Antonio Félix, en el periódico "El Mundo", titulado "La violación de Neruda".
No obstante, si bien era poco probable que el fenómeno comenzara acá en nuestro país, hay publicaciones chilenas del año 2008 que ya hablaban de la violación en las memorias de Neruda. Que los medios de comunicación del establishment (es decir, prácticamente todos) hayan acusado recibo recién ahora sobre estas informaciones circulantes, es otro cuento.
Sí debemos reconocerle a la artista Carla Moreno el haber golpeado por fin con esta noticia, hasta entonces tibia y subvalorada: al presentar un grotesco cuadro con don Pablo señalado como un machista despiadado y con heces fecales sobre su calva, la contenida polémica pendiente prendió como en el pasto seco y se expandió, para horror histérico de los nerudianos más acérrimos y aunque se trate de sólo una catarsis artística más con que la autora ha estado acusando pacientemente a muchos personajes autoungidos como progres dentro del mundo de las comunicaciones y del espectáculo, pero que insisten en "cosificar" a la figura femenina de distintas maneras.
¿Cómo es, entonces, que nadie se había dado cuenta antes de esta grotesca confesión en las memorias de Neruda? En principio parece inaudito, considerando que pasaron 30 ó 35 años antes que alguien le pusiera encima el apuntador público. Sin embargo, hay razones bastante comprensibles para el retraso con el que se hizo la denuncia, y la primera de ellas es el propio autor supo disfrazar con demostrado talento un pecado abominable, bajo caricias poéticas de la prosa y salpicaduras de encanto. Neruda era experto en esas tretas de moral inversa, como lo demostró en su juventud ridiculizando el sacrificio del Capitán Arturo Prat y los héroes de la "Esmeralda" al compararlos con una ofrenda al demonio Moloch, y después en su madurez cantándole loas a la muy real bestia carnicera Stalin, cuando su frenesí de crímenes políticos y genocidios ya eran bien conocidos en occidente.
La segunda razón, es que el a veces agresivo fansclub de Neruda (que llega a niveles de devoción tales como copiarle el uso de la boina bajo pleno Sol estival o andar gastándose los incisivos con una pipa apagada, según he visto) nunca le ha puesto tanto interés a la prosa de su gurú como a sí sus versos, atrincherándose de preferencia en esta obra lírica que le diera mayor prestigio y que tantos intentan emularle, tal cual lo hacen -casi como norma- los trovadores guitarreros excesivamente amantes de Silvio Rodríguez, que terminan siendo imitadores del cantante. Además, era bastante difícil que la denuncia hubiese provenido de este mismo club de incondicionales: los pocos que quizás tuvieron el talento para advertir en esas filas lo que allí podía leerse sobre el episodio de Ceylán, prefirieron barrerlo bajo la cama de la misma manera que sus antecesores lo hicieron con las graves acusaciones ofrecidas por otros poetas que rompieron con Neruda, como Pablo de Rokha o Braulio Arenas, hasta con alguna agresión física contra los denunciantes de por medio.
Y la tercera razón es que, guste o no a los mismos admiradores del vate, Neruda se encaminó a ser un engrane fundamental de la literatura mundial a partir de tiempos recientes: a pesar del reconocimiento de la Academia Sueca ya en el certamen de 1963, fuera del mundo hispanoparlamente -y hasta no hace mucho- Neruda era sólo un referente secundario. Más cotizado en Europa, por ejemplo, llegó a ser Vicente Huidobro y su creacionismo; mucho más que nuestro Premio Nobel, como alguna vez lo aseveró el poeta Armando Uribe también echándose encima las iras de los neruadianos (¡era que no!).
La gran cantidad de nuevas ediciones, traducciones y difusiones digitales, además de la enorme divulgación internacional que se ha dado póstumamente al poeta (recordar, por ejemplo, cómo sucedía esto en los febriles preparativos del Bicentenario Nacional) y con el esfuerzo oficial de los gobiernos de turno, se abrieron los últimos espacios pendientes de ser alcanzados por el conocimiento y el de su obra a nivel planetario, al mismo nivel devocional que se había estado dando en América Latina desde mucho antes. Empero, junto con ello y colateralmente, también se abrieron las instancias para que alguien con mejor capacidad de observación que nosotros sus compatriotas detectara la violación sexual tan decorada y ornamentada entre las líneas de sus memorias.
¿SON CONFIABLES LAS MEMORIAS DE NERUDA?
Desde un punto de vista más escéptico, es sabido que "Confieso que he vivido" es libro con errores e imprecisiones, y muy probablemente más de alguna fantasía. Lo anticipa, de alguna forma, el propio Neruda en la presentación:
"Estas memorias o recuerdos son intermitentes y a ratos olvidadizos porque así precisamente es la vida. La intermitencia del sueño nos permite sostener los días de trabajo. Muchos de mis recuerdos se han desdibujado al evocarlos, han devenido en polvo como un cristal irremediablemente herido.
Las memorias del memorialista no son las memorias del poeta. Aquél vivió tal vez menos, pero fotografió mucho más y nos recrea con la pulcritud de los detalles. Este nos entrega una galería de fantasmas sacudidos por el fuego y la sombra de su época.
Tal vez no viví en mí mismo; tal vez viví la vida de los otros".
Para ser más claro, no todas las autobiografías han sido consideradas realmente fiables como fuentes para reconstruir la vida de personajes de gran importancia, especialmente las del mundo artístico y político, donde la creatividad y el orgullo muchas veces transgreden las normas de la honestidad, siendo el yo el más enfatizado protagonista en desmedro del contexto de hechos en que se inserta la narración. El que Neruda haya ocultado toda mención relativa -incluso indirectamente- al episodio su hijita enferma miserablemente abandonada y muerta en Europa tras el tramite del "divorcio a distancia" con su madre, acontecimientos de su vida ocurridos al mismo tiempo en que se comprometía con la causa republicana en la Guerra Civil Española que tanto le aplauden sus fieles, pone en relieve que sus memorias más bien están concebidas como el panegírico que hubiese querido escuchar de sí tras su inminente deceso.
Con relación a lo anterior -y para dar respaldo autorizado al punto expuesto- cabe recordar que el profesor brasileño João de Sousa Ferraz, proponía en su libro de "Psicología Humana" a la famosa "Autobiografía" de la bailarina Isadora Duncan, de 1927, como un ejemplo palpable de la desconfianza que merecen estos trabajos, pues este caso particularmente es, para él, "una serie de episodios que no pasan de la pura fantasía", donde se prioriza un relato dominado más por "las aspiraciones, la vanidad, las tendencias de superioridad y ciertas manifestaciones de paranoia" que por los hechos vivenciales. Le concedo una posibilidad a Neruda, entonces, de que el siniestro episodio de Ceylán pueda ser, acaso, una proyección de sus fascinaciones sexuales y fantasías exotistas más que un hecho concreto en su vida.
No puedo dejar de comentar aquí que he conocido de primera fuente y sólo por casualidades, testimonios provenientes de gente que conoció en persona a Neruda y que, aún admirándolo, reconocían en él pocas razones para creerlo sincero y honesto en cuanto a sus historias. Sirvan como ejemplo de esto las ocasiones en que habría asegurado a sus conocidos ser el verdadero "creador" del caldillo de congrio chileno (que había aparecido en poemas de De Rokha antes que el suyo, dicho sea de paso) o cuando hallándose de visita por segunda vez en su vida en la India, aseveró con desparpajo a Indira Gandhi que él era el "inspirador" de esas estilizadas estatuas propias del arte de Bali, ya que se habrían hecho basadas en él durante su residencia en Jakarta.
Pero aun suponiendo que Neruda fuese de una honestidad intachable en cuanto a relato de experiencias personales, la imaginación de los egos suele ir de la mano del interés por hacer más "entretenidas" descripción de sus propias vidas, para alejarlas lo más posible de aquella del simple mortal, innecesariamente en la mayor parte del tiempo. A veces es un acto inconciente, como vimos que sugiere De Souza Ferraz, pero también hay una exaltación desmedida y deliberada de simpatías y conveniencias ideológicas, por ejemplo, difícilmente surgidas de algo que no fuera una predisposición deliberada a mentir por una causa que se toma por justificada. Prueba de esto es la chabacana descripción que Neruda llega a hacer al final del libro, sobre el inexistente "asesinato" del Presidente Salvador Allende ametrallado por los soldados, redactándola sólo tres días después del Golpe Militar de 1973 -ya enfermo y postrado, sabiendo que escribía en contra del tiempo que le quedaba- y poniendo en sus páginas a un mandatario que hace frente solo y heroicamente decidido desde su gabinete a los mismísimos tanques del Ejército (!).
Quién iba a creer que la misma clase de afirmaciones antojadizas sobre la muerte del presidente y que servirían 40 años después para volver a intentar la demostración (por tercera oportunidad) de que fue "asesinado", también se usarían para molestar el descanso de los propios huesos del poeta, sosteniendo similares conjeturas y especulaciones sobre su muerte por manos de agentes golpistas y a los pocos días después del alzamiento militar, en este caso gracias al cacareo de un controvertido señor que, hasta hace algunos años -según me consta-, no era más que un personaje que causaba risas y apodos burlones entre los vecinos de Isla Negra, por sus delirantes historietas de inexistente amistad, cercanía e intimidad con el Premio Nobel, del cual fue sólo un insistente admirador en vida que a veces se pasaba horas parado afuera de la casa del vate esperando encontrarse con él e intercambiar algún saludo. En marzo o abril del próximo año, quizás conozcamos el desenlace judicial de esta otra historia.
Hay un rango, entonces, en que las memorias de Neruda, por su propia naturaleza, prisa y forma en que fueron concebidas, quedaron posiblemente expuestas al vicio de la exageración, la tergiversación y hasta fantasía ofrecida como hechos.
Miguel Serrano y Pablo Neruda en la India ("Memorias de Él y Yo").
UNA OBSERVACIÓN PERSONAL Y UNA COMPARACIÓN
Curiosamente, en el episodio de Ceylán según aparece descrito en "Confieso que he vivido", creo notar una paradojal coincidencia entre dos poetas nacionales muy distintos, de mundos antagónicos: por supuesto, nuestro premiadísimo Pablo Neruda al que, siendo estalinista confeso con quizás tres tercios de su obra olvidada por su abuso de la politiquería vertida en ella (aún sacan ronchas en la barra nerudiana las observaciones hechas por Enrique Lafourcade en "Neruda en el país de las maravillas"), su nombre ahora se le quiere dar hasta al aeropuerto internacional de Santiago... Y, del otro lado, el varias veces ninguneado Miguel Serrano que, por cargar su confesa filiación nacionalsocialista, hasta se le prohibió la instalación de una humilde placa recordatoria -poco después de su muerte- en el edificio donde vivía en Barrio Bellas Artes.
Fuera de esta desproporción haciendo gala de prejuicio "políticamente correcto" que domina en los estratos de quienes han acaparado y se sienten dueños la cultura en Chile, no está demás recordar que Neruda y Serrano se conocieron: sucedió en Nueva Dehli, durante una visita del vate a la India, acompañado de Matilde Urrutia, y cuando su anfitrión estaba a la cabeza de la legación chilena en ese país, en los días del último Gobierno del General Carlos Ibáñez del Campo.
Puede ser sólo una coincidencia, por supuesto: dos autores que recibieron la misma clase de inspiraciones y estímulos en aquellas tierras sagradas del brahmanismo y la propia civilización. Sin embargo, me resulta extrañamente parecido el episodio relatado por Neruda sobre la chica tamil en sus memorias póstumas, con el que más de diez años antes había publicado Serrano sobre su encuentro con una muchacha hindú, durante sus aventuras en las ciudades de Orissa y Madrás. En efecto, hay claras similitudes en las comparaciones, los escenarios, los adjetivos, las metáforas totémicas, la asociación a estatuas, el énfasis en el color de la piel, los intentos por explicar la energía salvaje y exótica de la muchacha, el conflicto de "mundos", la simbólica pasión sexual del encuentro y hasta la misma descripción física de la mujer, aunque el relato me parece mucho más digno y seductor en el caso de Serrano y las circunstancias que le describe, mejor logradas además, lejos del perturbador abuso que ve en las memorias de Neruda.
Refiriéndose al mismo período en que se desempeña en la legación chilena en India, pues, Serrano plasma todas estas interesantes experiencias en uno de los mejores libros que se han producido sobre la magia de aquellas tierras lejanas: "La serpiente del paraíso", publicado poco antes del apogeo de la fiebre "pop" de occidente sobre la India, inducida por el movimiento psicodélico y el New Age de los sesenta con The Beatles, Rolling Stones, el falso "Maharishi" Mahesh Yogi y hasta la fundación del culto Hare Krishna por Bhaktivedanta Swamiincluidos. Por sus características, su relación con los Himalayas y el pensamiento de su autor, "La serpiente del paraíso" también ha sido comparado alguna vez con el famoso "Siete años en el Tíbet", las memorias del ex oficial austriaco de las SS Heinrich Harrer. Ambos conocieron al entonces joven Dalai Lama en exilio durante ese período, además.
Este curioso y profundo trabajo verá la luz en 1963 con sello de la Editorial Nascimento. En uno de sus varios capítulos, que Serrano intitula como "Los ojos de la pantera", se describe el misterioso y sensual encuentro con una muchacha, tras llegar el autor hasta los lanchones de pescadores de Konarak (o Konark). Es un episodio cuyas similitudes con el posterior relato de Neruda me resultan inquietantes, por las descritas razones que intentaré exponer sólo transcribiendo aquí sus líneas:
"Desde lo alto de la quilla salto a las aguas del mar de Bengala, me sumerjo de cabeza, bajo a sus profundidades y reaparezco otra vez para dar grandes brazadas en procura de la playa. Voy llegando a las aguas bajas y veo cerca de mí un rostro que aparece y desaparece entre las olas. Me detengo y floto un instante para contemplarlo mejor. El rostro se inmoviliza, también flotando, ahora muy cerca. Son dos ojos enormes y alargados los que me miran. Ojos negros que despiden fosforescencias como las aguas. Un pelo tan negro y lustroso como esa mirada desciende de la cabeza y flota mecido por la resaca. El rostro que me observa con esa hipnótica fijeza es el de una mujer nativa, que se halla nadando solitaria, balanceándose sobre el mar. La sombra oscura de su cuerpo desnudo se prolonga por bajo del agua.
Cuando me alejo, ese rostro aún sigue mirándome con sus pupilas fijas.
Es de noche. Me paseo descalzo, semidesnudo. Voy y vengo por mi rústica cabaña, que queda junto al mar. He cerrado la puerta y las ventanas para protegerme de los mosquitos portadores de la malaria. Mi cuarto tiene un mosquitero, pero me desagrada dormir bajo él. En esos momentos siento un ruido junto a la puerta, algo así como un crujido, o como si un animal estuviese allí rascando la madera. Me acerco y la abro de golpe. Frente a mí tengo una mujer desnuda. Reconozco en ella el mismo rostro fijo de medusa, de ojos hipnóticos que hoy me contemplaban sobre el mar.
Sin decir una palabra, siempre mirando fijamente, esa mujer ha penetrado al centro de mi cuarto. No sé si he cerrado la puerta o si ésta se ha cerrado sola. Estamos ahora aquí siempre mirándonos a los ojos y respirando entrecortadamente. Logro verla bien. Es oscura, como el barro, como la greda y el limo. En sus tobillos finos lleva pulseras de plata pesada, de cobre. También en sus muñecas y en sus orejas. Una argolla le atraviesa la nariz fina, griega. Sobre los antebrazos hay tatuajes con extraños signos. Su boca no es gruesa, sus labios son perfectos. El pelo le cae sobre los hombros y está húmedo de un aceite pesado. Entreveo sus dientes blanquísimos, parejos y fuertes. Y sobre ese rostro oscuro, aquellos dos ojos terribles, inmensos, fijos bajo unos párpados alargados, con pestañas como alas de pájaros, negras, semicubriéndolos. De ahí salen dos rayos suaves, que llenan todo el cuarto y me envuelven, me devoran.
Muy lentamente, sin un ruido, esa mujer se me acerca. Me coge una mano y me la pone sobre su pecho desnudo, al lado del corazón. El pecho es duro, como una piedra y su pezón erecto casi hiere, como punta de pequeña lanza. La mujer palpita y despide un vapor envuelto en perfumes embriagadores. Huele con ese olor agrio y negro de la raza del Diluvio, de la Atlántida, huele también a té, a suave alcohol, a betel, a hojas de la jungla y a animal del serrallo. Huele un poco a oveja, a búfalo y, sobre todo, a pantera.
Sin que yo haga nada, va a tenderse sobre el lecho, bajo el mosquitero, y su cuerpo oscuro se destaca doblemente. Veo sus pies perfectos y sucios de barro, con sus plantas gruesas y sus dedos largos y finos. Las pulseras semejan las cadenas de una esclava. Se coge con las manos a la cabecera y empieza a respirar agitadamente, mientras sus ojos no dejan de clavárseme y su vientre va tomando una candencia rítmica, acelerada.
Inmóvil ahí comprendo que estoy en presencia de la hembra salvaje, antigua, pero no primitiva, sino con otra sangre, cambiada, alterada por la historia, por la liturgia, por la aventura del alma de todo un pueblo lejano, de una raza espiritual, legendaria, que ha entrado en tramos con la Serpiente.
Pienso que lo que esta mujer quiere es iniciarme en las prácticas del amor brujo y tremendo, del amor fatal. Viene de debajo de la tierra, de sus mismos terrones, del fondo del mar, como un pez, oliendo a pez, como la raíz del arroz, también como una piedra preciosa e intocada, como un zafiro azul o una pluma de pavo real.
Me acerco desnudo, mientras las nubes hirvientes de su cuerpo envuelven este cuarto impregnado de su terrestre y estelar olor.
Y esa noche yazgo allí con una estatua del Carro del Sol del Konarak, también con una oveja, con una sirena y con una bacante loca y sagrada de los jardines de Vrindaván".
Más que cuestionarme especulativamente si conocía Neruda el relato de Serrano y si quiso inventarse uno parecido y propio, me pregunto por el origen de los aspectos denotativos y connotativos de esta semejanza, aun siendo evidente que no corresponden a hechos análogos salvo en su alcance sexual de fondo. Mientras uno es auténticamente misterioso o romántico, el otro ha pretendido ser pasado por tal, como una impostura. ¿Este parecido es sólo aparente, entonces, considerando que uno describe una arcana aventura de sensualidad y otro un abuso decorado? ¿O, simplemente, Neruda disfrazó con la misma clase de éteres poéticos y lisonjeros para la prosa lo que, en los hechos, fue un reprochable abuso sexual de una mujer vulnerable e indefensa? ¿Será posible, acaso, que consagrado y elogiado Premio Nobel sea libre de todas las acusaciones que hoy se le hacen por su "confesión", salvo la de haberse afirmado en el episodio autobiográfico de un autor más joven y anatematizado por sus tendencias políticas, para construir el suyo sabiéndose inmune y en las alturas del reconocimiento oficial? ¿O bien disfrazó un crudo y real acto de vejación sexual, con las figuras líricas y recursos poéticos de otro episodio muy distinto y ajeno, tratando de hacerlo pasar por otra hermosa y exótica experiencia?
Si a lo poco fiables que podrían ser las memorias escritas por Neruda casi en el umbral de su muerte, le sumamos que el vate era conocido también por fanfarronear con inclinación al chamulleo y a la búsqueda de adulación (que nunca le faltó ni le faltará después de muerto, gracias a su fiel séquito), existe la posibilidad de que la experiencia que describe en el libro no sea más que otra fantasía de ensoñación autovivencial, caso en el cual habría que preguntarse de dónde sacó la inspiración para crear tal episodio, si es que la tuvo.
Es seguro que nunca se sabrá con certeza algo más sobre el sombrío episodio de Neruda en Ceylán con la desconocida muchacha tamil, ni cuánto de realidad y de fábula hay compitiendo en él; pero si está garantizado que las opiniones se encargarán de inclinar los juicios y las pasiones hacia un lado u otro, en cada ocasión que esta discusión vuelva a cobrar fuerza y sentido.

LAS AVENTURAS DE LUIS OMAR PAGE RIVERA, UN PILOTO CHILENO ENTRE LOS PIONEROS DE LA AVIACIÓN MUNDIAL Y SUS PRIMEROS HÉROES

$
0
0
Fuente imagen: Instituto de Investigaciones Histórico Aeronáuticas.
Durante el año 2003 y con motivo del centenario del vuelo de los hermanos Wright, tuvo lugar en Santiago de Chile un interesante ciclo de charlas organizadas por el Centro de Estudios Históricos Lircay  y el Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio, con participación de miembros del Instituto de Investigaciones Histórico-Aeronáuticas de Chile y de algunos de los descendientes de los próceres de la aviación chilena, con quienes tuve el gusto de compartir ilustrativas mesas de charlas, exposiciones y algunos almuerzos. Con el mucho material que por entonces cayó en mis manos redacté después, acá mismo, un artículo dedicado al primer vuelo chileno realizado por el aviador César Copetta.
Impresionante la desidia de la memoria histórica chilena para con sus propios aviadores civiles y militares, que tuvieron papeles protagónicos en el impulso de la aeronáutica mundial. Sorprende también cómo se repiten tantos eslóganes antibélicos y pacifistas de moda en toda clase de asuntos históricos y conmemorativos, con pretensiones "revisionistas" forzadas hasta en instancias en que llegan a lucir absurdas, mientras que los verdaderos héroes de paz pasan rápidamente al olvido o el desconocimiento por estos mismos predicadores. De entre la larga lista que podría reunirse, destacan como ejemplos:
  • El propio César Copetta Brossio y su hermano Félix, en el primer vuelo de Chile realizado en la Chacra Valparaíso de Ñuñoa, en 1910.
  • El General Arístides Pinto Concha, que en su cargo de Inspector General de la Aeronáutica (1910-1913) está entre los fundadores de la aviación americana con la creación de la Escuela de Aviación.
  • Su sobrino y ahijado el Capitán Manuel Ávalos Prado, con el primer vuelo chileno de un avión militar, en 1913.
  • Cecil Stanley Grace, hombre de mundo nacido en Chile y precursor de la aviación inglesa, primer aviador desaparecido en la historia, en 1910.
  • Teniente Eduardo Molina Lavín, primer aviador nacional y oficial del Ejército de Chile en servicio activo que volaba regularmente en el país.
  • Luis Alberto Acevedo, valiente piloto fallecido en el primero de los intentos de cruzar la Cordillera de los Andes entre Chile y Argentina, constituyéndose como primer mártir de la aviación nacional en 1913.
  • Clodomiro Figueroa Ponce, impulsor del primer correo aéreo establecido en Chile y Sudamérica, primer realizador de un vuelo en el circuito Batuco-Valparaíso-Santiago, en 1913, seguido de una serie de vuelos y exhibiciones por el territorio.
  • El Teniente 2° Francisco Mery Aguirre, uno de los primeros acróbatas aéreos y primer mártir de la aviación militar, accidentado en Lo Espejo a principios de 1914.
  • El temerario Teniente 1º Alejandro Bello Silva, también conocido por su misteriosa desaparición en 1914, primer mártir de la aviación chilena que perece perdido en vuelo.
  • Dagoberto Godoy Fuentealba y su vuelo de 1918, primero en atravesar la Cordillera de los Andes exitosamente, cumpliendo con el sueño trágicamente truncado de Acevedo.
  • El incomparable José Luis Sánchez Besa, impulsor de la aviación francesa y de la industria aeronáutica, con un gran currículo al respecto en París, entre 1905 y 1914.
  • Emilio Edwards Bello, otro pionero de la aviación europea con los primeros vuelos de Berlín y Hamburgo, en 1909.
  • El Coronel Pedro Pablo Dartnell Encina, impulsor de la Aeronáutica Militar y fundador de la Escuela de Aviación del Ejército de Chile, en 1913.
  • Emilio Castro Ramírez, con cursos en Francia y uno de los pioneros de la aviación en territorios rurales de Chile, fuera de la capital.
  • David Fuentes Sosa, que logra el primer raid nocturno sudamericano en el avión "Talcahuano" entre Talcahuano y Concepción, en agosto de 1914, y que también rompe marcas al volar a 3.150 metros de altura y el primero record sudamericano de distancias.
  • El Sargento Adolfo B. Menadier Rojas, otro de los primeros chilenos en recibir instrucción de vuelo en Europa, sufriendo un mortal accidente en 1914, sobre el fundo "La Esperanza" mientras intentaba un vuelo sobre casi todo Santiago.
  • Y por supuesto, el Comodoro Arturo Merino Benítez, prócer de la aviación chilena, fundador del Club Aéreo de Chile, del Servicio Aerofotogramétrico, de la Fuerza Aérea de Chile y de la Línea Aérea Nacional (LAN), cuyo nombre -paradójicamente- hoy quiere ser retirado del aeropuerto internacional de Santiago.
Desde esos años tengo pendiente, entonces, publicar algo para abonar a la memoria de un gran miembro de esta lista heroica: el piloto Luis Omar Page Rivera, comandante de escuadrilla de la Fuerza Aérea de Chile con destacadísimas hazañas en otros países de América y de Europa. Gran parte de la lucha contra el olvido sobre sus logros la dio su propio hijo, Luis O. Page Adriazola, a quién conocí también en las ponencias del comentado ciclo conmemorativo de 2003, aunque otros trabajos notables como "Historia de la aviación chilena" de Vicente Salsilli y "La historia aeronáutica de Chile" de Enrique Flores Álvarez, han puesto también su parte.
Saldaré esta deuda ahora, por supuesto. La lista de próceres que he puesto más arriba me ahorrará tener que intercalar referencias para esto, además, porque la vida de nuestro personaje se cruza necesariamente con varios de ellos.
Imagen del vuelo de Copetta en el fundo ex Chacra Valparaíso, 1910.
HACIENDO HISTORIA EN CHILE
Luis Omar Page Rivera nació en Talca, el 15 de noviembre de 1889. Terminados sus estudios en su ciudad natal y en Valparaíso, viajó a Santiago para entrar en la Escuela de Artes y Oficios, haciendo su servicio militar en 1909 en el Batallón de Ingenieros N° 2 "Puente Alto". Dos años después, se relaciona con los hermanos Copetta quedando cautivado por la floreciente actividad aeronáutica que han iniciado en el país, asociándose con ellos para comenzar las primeras experiencias de vuelos sistemáticos por el país en 1912.
En 1913, postula e ingresa a la flamante Escuela de Aeronáutica promovida por el Coronel Dartnell y el Capitán Ávalos. En su generación correspondiente al primer curso de la escuela, estuvieron otros destacados pilotos como los mencionados futuros mártires Bello y Menadier. A los pocos meses ya ha alcanzado el rango de Sargento, habiéndose graduado como tercer piloto militar del Ejército de Chile en septiembre. Menos de dos semanas después, piloteará uno de los cinco aviones que, durante las Fiestas Patrias de 1913, realizan los primeros vuelos de la escuadrilla en Chile, junto a los tenientes Urzúa, Mery y Urrutia, dirigidos por el Capitán Ávalos.
Poco después, sería designado Comandante de Escuadrilla, realizando los primeros vuelos acrobáticos de Viña del Mar y los segundos de Chile después del intrépido italiano Bartolomeo Cattaneo. Hacia fines de año, pilotea el avión "Batuco" donde vuela por segunda vez conocida una mujer chilena: doña Elena Moore de la Paz. El "Batuco" es el primer avión enteramente armado en Chile, además. El Presidente Ramón Barros Luco y su ilustre visita, su par de los Estados Unidos Mr. Theodore Roosevelt, lo ven cruzando el cielo ese mismo año.
Page Rivera se retira con grado de Sargento, para retornar al mundo civil a inicios del año siguiente. En este activo período realiza en Santiago el primer vuelo nocturno, el 27 de febrero de 1914, otra vez a bordo del "Batuco" de los hermanos Copetta, despegando desde el Club Hípico y regresando tras media hora al mismo campo. De acuerdo a lo escrito por Flores Álvarez:
"Los primeros vuelos nocturnos en el mundo se habían llevado a cabo en Francia por Enrique Farman el año 1910 en un biplano de su construcción, iluminado con faroles de papel. Con posterioridad en Europa algunos aviadores se habían atrevido a volar de noche tomando toda clase de precauciones, tales como elegir noches con luna, encender grandes fogatas, despejar los obstáculos vecinos al campo de aviación, etc.
El viernes 27 de Febrero de 1914 no menos de cinco mil personas se reunieron en el Club Hípico al anuncio de que Page se elevaría en medio de la obscuridad de la noche con su avión totalmente iluminado".
Según los registros de control de marcas del Aeroclub de París, éste sería el primer vuelo de tales características de América, aunque debe comentarse que en Argentina habría evidencia sólida de otro vuelo nocturno realizado en 1910. Page Rivera ejecuta después el primero de este mismo tipo de vuelos nocturnos en Los Ángeles.
Su primer gran viaje al extranjero como piloto profesional, lo realizará en este mismo tramo de tiempo cuando es invitado por su compatriota Sánchez Besa a París, en 1914, para observar el desarrollo de la industria aeronáutica y realizar acrobacias en una exhibición ante las autoridades. Page Rivera viaja a Francia con Félix Copetta, cotizando modelos de aviones para comprar y ofrecer mejores exhibiciones en Chile. Su temeridad asombró a los presentes durante el encuentro de París y casi causó pavor, según nos comentaba su hijo 90 años después compartiendo los recuerdos de su padre.
El 16 de agosto de 1914, regresado ya a Chile con Copetta, toca puerto en Punta Arenas el barco que trae el elegante avión blanco que han comprado en la fábrica de Sánchez Besa: un monoplano acrobático Bathiat-Sánchez 60 HP. Ni bien lo descarga y lo prueba, realiza a los pocos días, el 23, el primer vuelo sobre el Estrecho de Magallanes, que siguiera siendo por largo tiempo más el más austral del mundo, con vertiginosos looping the loop incluidos. Ha bautizado "Punta Arenas" a su nave, en agradecimiento a la cordialidad y amistad que le demostró la ciudad a su ilustre visita. La prensa local había anticipado la espectacularidad de sus acrobacias anunciando que el piloto "realizará unas arriesgadas volaciones" (sic).
Poco después, tras llegar a Valparaíso en septiembre, hacía exhibiciones en el Sporting Club de Viña del Mar que causaron asombro por su audacia obligando varias veces a los presentes a arrojarse aterrados al suelo a ver tan encima al "Punta Arenas" piloteado por el intrépido aventurero. Hará la misma gracia en Santiago, el 4 de octubre, agitando los pocos cabellos de Barros Luco y su comitiva, presentes en el encuentro. Antes de terminado el mismo mes, viaja al Sur y ejecuta las primeras acrobacias aéreas sobre Chillán, con el primer vuelo sobre la ciudad de Coronel, donde tendrá un accidente al aterrizar y volcarse por las malas condiciones del terreno, aunque sin grandes daños para él ni para su aparato. El "Punta Arenas" surcó, además, los cielos de Concepción y Talcahuano.
Luis Omar Page y los Copetta armando un avión "Batuco", c. 1913.
HÉROE DE PAZ EN SUDAMÉRICA
El año siguiente de Page Rivera se inicia con sus hazañas desde el mismo 1° de enero de 1915, ganando la primera competencia chilena de aviadores, realizada en la Escuela de Aviación con 14 pilotos civiles y militares, por un circuito de unos 45 kilómetros entre la Base Aérea El Bosque (sede de la escuela) y la colosal Virgen del Cerro San Cristóbal. Es la primera carrera de estas características en Sudamérica, además, por lo que comenzará a explorar la promoción de su nombre y su fama en el resto del vecindario continental.
Así, poco después llevará al "Punta Arenas" hasta el territorio del Alto Perú donde tendría el privilegio de realizar el primer vuelo en la historia de Bolivia hacia mediados de año, en Oruro, un suceso que largamente recordado en la historia aeronáutica de aquel departamento en el vecino país aunque, por el centralismo administrativo y por las cuestiones históricas que distancian al país altiplánico con Chile, el vuelo no siempre es reconocido en la conmemoración boliviana. El suceso ha sido comentado en fuentes como "Alas de Bolivia" de la aviadora potosina Amalia Villa de la Tapia, y fue motivo de homenajes durante este presente año en su centenario, provenientes de la  Sociedad de Historia y Geografía de Oruro (revista dominical del diario "La Patria", 2 de agosto de 2015).
En aquella ocasión, un emocionado Prefecto de Oruro don Eduardo Díez de Medina, testigo de este primer vuelo por el cielo boliviano, enviaba al Presidente de la República don Ismael Montes, el siguiente telegrama festejando los hechos y estampando en la perpetuidad aquel día:
"Hoy 31 de julio de 1915, es la fecha histórica del primer surcamiento de los aires en nuestro país, correspondiendo este gran honor al aviador Luis Omar Page, y al pueblo de Oruro que prestó su suelo y sus aires".
Page Rivera realizó otros varios vuelos importantes en Bolivia durante esas semanas, como Cochabamba, Vica y La Paz, recibiendo un saludo directo del primer mandatario que lo reconoció como precursor e impulsor de la aviación en su país. Recibió una Medalla de Honor de Oruro recordando su proeza, con la imagen del "Punta Arenas" en la pieza.
Como había descubierto ya su potencial competitivo, además, el aviador se presenta también en la primera competencia aérea realizada en Perú, ganando la carrera de Lima de 1915 con 1.000 libras de premio, según lo que informan sus biógrafos y especialmente su hijo.
Sus proyecciones internacionales son cada vez mayores y así, a un tiempo de fallecer en 1914 el destacado aviador argentino Jorge Newbery en un accidente en Las Heras, Mendoza, es contratado para la Escuela de Aviación Civil de Villa Lugano en Buenos Aires, asumiendo como director en 1916. Ese mismo año, el Presidente de la Argentina don Hipólito Irigoyen le solicita le traslade por aire desde Buenos Aires a Bahía Blanca, realizando también el primer vuelo conocido sobre la localidad nortina de Jujuy, de acuerdo a datos aportados por Flores Álvarez, quien agrega que en importancia y relevancia, Page Rivera ha sido "sólo superado en Sudamérica por el paraguayo Silvio Pettirossi".
Ese mismo año, sin embargo, Europa comenzará a aparecerse cada vez más fuerte en el horizonte de su vida, hasta que decide entregarse al destino y trasladarse allá para continuar con sus travesías y marcas, iniciando otra etapa de de sus aventuras que durará más de 20 años. Tras dos años de proezas históricas, entonces, su querido "Punta Arenas" es vendido a la Banda Oriental gracias a una intermediación de su amigo franco-argentino Paul Castaibert, de la industria de los aviones Morane Castaibert, pasando a ser el primer aparato adquirido por la aviación militar uruguaya y utilizado en su propia escuela. El Teniente José Manuel Boizo Lanza fue el encargado de ir a buscar el aparato a Buenos Aires para llevarlo a su patria, al otro lado del Río de la Plata.
De su matrimonio con doña Adelina Adriazola Barrientos, en tanto, verían la luz dos hijos. Empero, tal como sucedería al pionero mundial de la aviación interoceánica Charles Lindbergh, una amarga e irrecuperable pena iba a alcanzar a su bella y amada familia, hiriendo para siempre su corazón de padre, durante este nuevo capítulo de su vida.
Copetta y Page Rivera arriba del "Batuco", primer avión construido en Chile (1912). Imagen de los archivos del Museo Aeronáutico.
EN LA EUROPA DE LA GRAN GUERRA
A fines del año 1916 y por petición de Bleriot, el Gobierno de Francia llama a Luis Omar Page para que asuma la jefatura de los pilotos de prueba de los aviones destinados a combatir en los cielos de la Primera Guerra Mundial, bajo la dirección del Capitán Simon de la Escuela de Combate de Pau. Es presumible que Sánchez Besa y sus influencias hayan tenido alguna ingerencia en esta designación.
Page Rivera marchó raudo a París, entonces, para asumir las funciones en una Europa sacudida por la gran conflagración. En estos servicios trabajará junto al héroe de la aviación local Georges Guynemer, poco antes de la muerte de éste en combate, perfeccionando su llamado motor cañón 37 que sustituiría a las antiguas ametralladoras de los aviones de guerra, disparando desde la hélice con sólo accionar un dispositivo dentro del control del piloto, primero de una secuencia de inventos revolucionarios en la aviación de guerra. De acuerdo a información divulgada por el escritor Víctor Domingo Silva, en su artículo "Chilenos por el mundo" del diario "La Nación" del 19 de septiembre de 1930, tendrá también una penosa tarea en estas funciones, al ser designado "testigo neutral" para observar el proceso de juicio y el fusilamiento en el polígono de Vincennes de la famosísima y ya legendaria bailarina "javanesa" Mata Hari, que en realidad era la espía de guerra holandesa Margaretha Geertruida Zelle.
Al concluir la terrible contienda mundial, el 11 de noviembre de 1918, Page Rivera tenía una categoría tan feliz para él como trágica para Francia: era el único piloto de pruebas que había sobrevivido hasta el final del conflicto, de todos los contratados por el Ejército.
Los aviones habían sido fundamentales en el desarrollo y la definición de la guerra, motivando la campaña pacifista y luego a la depresión del pionero aeronáutico brasileño Alberto Santos Dumont. Por las manos de Page Rivera había pasado un récord cercano a los 2 mil aviones para pruebas antes de ir al combate, especialmente los modelos Spad 7, siendo premiado por estos servicios con la alta condecoración francesa Comendador de la Legión de Honor en Tiempos de Guerra, conocida como la "Medalla de los Héroes", también en 1918 y poco antes del armisticio.
El aviador chileno recorrerá muchos de cielos y pistas del Viejo Mundo apenas se disiparon los humos de la guerra: Suiza, Bélgica, Holanda, Portugal, España, Norte de África, ganando en Francia el Torneo Mundial de Velocidad y el Campeonato Looping the Loop.
Antes de terminado el año, la Compañía Hispano-Suiza fabricante de aviones lo contrató como piloto de pruebas y así nuestro personaje vuelve a preparar sus maletas. Page Rivera logra entregar la escuadrilla de aviones M-5 en diciembre, con las primeras doce aeronaves que se fabricaron para el Ejército de España y que son un antecedente de la prestigiosa industria aeronáutica española actual.
Postal con el "Batuco" haciendo el vuelo nocturno de Page Rivera, en 1914. Esta imagen está actualmente en los archivos fotográficos del Museo Histórico Nacional.
HÉROE DE PAZ, OTRA VEZ
Al año siguiente tiene lugar el Concurso Internacional de Aviación de Madrid, el 18 de mayo de 1919, donde logra el primer lugar ganándole a cerca de 40 de los mejores aviadores del mundo, incluidos prestigiosos representantes del Ejército Británico como el Mayor Darley, además del piloto francés Fronval y el Capitán español Larrocha. El premio fue de 100 mil pesetas en oro.
Dado su prestigio y sus destacados desempeños, Alfonso XIII lo nombra Director de la Escuela de Aviación de España (primera y única vez que ha recaído tal honor en un aviador de América), además de Director de la Base "Cuatro Vientos", en 1920, la misma donde había ganado el concurso del año anterior. Apodado cariñosamente El Chileno, en estas labores ejecuta ese mismo año un encargo especial con un avión Breguet 450 HP, para llevar la abundante correspondencia real hasta los jefes y los combatientes de Marruecos que peleaban contra los moros. En esta misión cubre Madrid, Sevilla y Larache en África, en lo que sería el primer vuelo sobre el Estrecho de Gibraltar y el primer caso de correo aéreo español, además de transportar personalidades según la información publicada por el investigador Erwin Cubillos Salazar a partir de antiguos ejemplares de la "Revista Fuerza Aérea":
"...lleva como pasajeros al Director de la Línea, unos periodistas, al pintor sevillano Lafita y al alemán Walter Scherz, piloto de Zeppelín, más cien kilos de correspondencia junto a la carta personal de S.M. el Rey de España".
Un tiempo después, el General Miguel Primo de Rivera a cargo del gobierno, le concede las insignias de la Condecoración Reina Isabel La Católica, en agradecimiento a sus destacados servicios... ¿Cuántos chilenos sabrán hoy que un compatriota suyo alcanzó tan altos reconocimientos e hitos?
Sus labores continuaron sin grandes sobresaltos, practicando celebradas sesiones de acrobacias y llegando a oficiar como piloto personal de la Reina Victoria Eugenia. Sus exhibiciones son de enorme atención, y convocan a una cantidad de gente tal que no tarda en volverse popular por toda la península. En su sección de crónicas del diario "La Nación" del 29 de diciembre de 1929, Joaquín Edwards Bello se refería así a la impronta vibrante del piloto, en el artículo titulado "Page: el chileno que firmó el cielo de España":
"Podemos decir con Quevedo: lo fugitivo permanece y queda, en las Vistillas, en Chamberi, en las riberas de Curtidores, en todas partes de allá saben que un chileno firmó el cielo de España. Pase lo que pase, fue el primero que se deslizó domando el azul".
En 1923, como director del Aeródromo "Cuatro Vientos" participa allí de otro histórico suceso: piloteará probando el autogiro del ingeniero Juan de la Cierva, apodado "La Cierva", y que es considerado por muchos como el primer helicóptero moderno, ya después de la fase experimental del Rational Helicopter, del inventor argentino Raúl Pateras Pescara. Aterriza en una plaza de toros madrileña causando júbilo popular. Su fama llega a ser tal que los niños españoles jugarían desde entonces en las calles con una hélice de papel clavada en un palito y gritando "¡El Chileno, el Chileno!", mientras la hacían girar como remolino. Fotografías de 1926 lo muestran siendo visitado por el propio Alfonso XIII, en la Fábrica de Aviones de Guadalajara, España. Era ya su último año de servicio para la Compañía Hispano-Suiza. Instalaría también un establecimiento de venta de vehículos motorizados, en Madrid.
Coincidía que, hacia entonces, se había instaurado la dictadura del General Primo de Rivera, pero dimitiendo a inicios de 1930. El gobierno provisorio del Almirante Juan Bautista Aznar llamó a elecciones para el mes de abril del año siguiente y así conquistan los triunfos electorales las candidaturas pro-republicanas, pactadas en el acuerdo político de San Sebastián. Se iniciaron con ello las grandes manifestaciones que obligan a Alfonso XIII a abandonar el país como alma que se la lleva el Diablo, y que permitieron proclamar desde Madrid la Segunda República, liderada por Niceto Alcalá-Zamora y el Comité Revolucionario... Los días donde Page Rivera recibía sólo aplausos y elogios, estaban por terminar.
El avión Bathiat-Sánchez de Page Rivera, siendo probado en Francia, antes de ser embarcado a Chile. Fuente imagen: Instituto de Investigaciones Histórico Aeronáuticas.
NEGROS NUBARRONES SOBRE ESPAÑA
Desde el intento republicano de 1873-1874 (la "primera" República), España no se había apartado del régimen monárquico. Los choques de intereses y la división de la sociedad española comenzaron a hacerse cada vez más radicales, llegándose a un primer intento golpista en agosto de 1932, dirigido por el General José Sanjurjo. Era el tramo histórico en que el fenómeno fascista de Italia comenzaba a tener émulos en el nacionalismo español, además, conformándose distintas experiencias de organización política que comienza a cuajar con el proyecto de la Falange Española, de la mano de José Antonio Primo de Rivera. Nadie lo sabía en aquel momento de gestación de la Guerra Civil, por supuesto, pero todos estas distribuciones de poderes y luchas eran una toma de posiciones preparativas para lo que sería la Segunda Guerra Mundial que, en muchos aspectos, iba a comenzar en España tres años antes de su fecha oficial de estallido.
Luis Omar Page era amigo personal y colega de alas del Comandante Ramón Franco, hermano del Caudillo Francisco Franco, además de otros fundadores del falangismo, algo que traería trágicas consecuencias en su familia al comenzar las más cruentas escaramuzas políticas de los años treinta y su consecuencia en la Guerra Civil. Por lo demás, muchos personajes del mundo militar pasaron por el Aeródromo "Cuatro Vientos" y, en un proyecto propuesto por el mismo Coronel Franco, planeaban realizar el primer intento de vuelo alrededor del mundo, con el Coronel Jefe Herrera y el Teniente Cubillos, Jefe del Servicio Meteorológico del Ejército. Page Rivera iría en el "Caupolicán", su avión propio, mientras que un quinto invitado era nada menos que el héroe Lindbergh, el primero en cruzar exitosamente el Atlántico y con quien ya se había iniciado una comunicación por correspondencia.
Sin embargo, estas intenciones se quedarían sólo en sueños y aspiraciones, dado el panorama sombrío que se aproximaba con negros nubarrones cargados de crueldad, por sobre los mismos cielos de España que cruzaba con su avión. Al menos desde 1933 el caos se precipitaba sobre las arenas políticas españolas por el cambio sin transiciones desde la monarquía a un régimen democrático que seguía siendo frágil y tambaleante, con una economía a la caída. Era claro que las coaliciones gobernantes no parecían capaces de contener las diferencias intestinas, llegándose así a los levantamientos promovidos por revolucionarios anarquistas y el alzamiento socialista de octubre de 1934, de inspiración esencialmente bolchevique. A las visibles influencias de intromisión extranjera como el stalinismo, se sumaba también el desorden y casi embotellamiento de fuerzas, producidos por los grupos y partidos políticos de todo el espectro tratando de pasar juntos por las mismas puertas estrechas al poder.
Pasados casi dos años más en el limbo, el Presidente Alcalá-Zamora convocó a un nuevo gabinete que asegurara la permanencia del republicanismo y llamó a elecciones para  febrero de 1936, con la izquierda agrupada en el Frente Popular. El resultado de la dividida elección casi fue un empate donde ningún bando llegó a la mayoría absoluta: 47,1% la izquierda y 45,6% la derecha. La mayoría relativa del Frente Popular le permitió tomar el mando y así el Presidente del Gobierno don Manuel Azaña Díaz, formará un gabinete repartido entre las fuerzas del pacto procurando distribuir el tablero de poderes del Estado para la estabilidad de la República, trasladando a los militares nacionalistas a sectores geográficamente distantes y perpetuando el perdonazo para los responsables de los sucesos de hacía dos años.
Pero los hechos estaban desatados y la violencia había llegado a las calles desde los mismos días de la elección del Frente Popular, además de la proscripción de la Falange Nacional y la encarcelación de su líder Primo de Rivera, tras el atentado contra el Diputado Luis Jiménez de Asúa. Grupos paramilitares organizados por republicanos y antirrepublicanos para enfrentarse entre sí, con un ping-pong de muertes que no se cortaba casi desde inicios de aquel año, encendieron más y más las pasiones, los odios y la demencia vengativa. Los primeros ataques a iglesias y conventos aparecerán por esos días, y ni los funerales eran respetados ya, como sucedió con el ataque perpetrado en las exequias de un teniente de la Guardia Civil asesinado en un atentado ocurrido en el Desfile del Quinto Aniversario de la República, por balas que los bandos de derecha e izquierda se imputaban mutuamente. Habían asistido al entierro el líder monarquista "alfonsino" José Calvo Sotelo y otros hombres símbolos del antirrepublicanismo, muriendo seis personas en el ataque. Poco después, el propio Calvo Sotelo caería secuestrado y asesinado por republicanos de la Guardia de Asalto.
El hecho detonante de la inminente Guerra Civil fue la sublevación de la Guarnición Militar de Melilla, en la mañana del 17 de julio de 1936, siendo detenidos los miembros del Frente Popular en la ciudad declarándola bajo Ley Marcial. El General Franco adhiere al levantamiento al día siguiente, en Islas Canarias, perfilándose como conductor de la asonada, iniciando una reacción en cadena incontenible.
En una decisión precipitada que a la larga condenó el destino de la Segunda República y que Page Rivera protestaría enérgicamente años después, Azaña Díaz reaccionó autorizando armar con 58 mil fusiles del Parque de Artillería de Madrid a los grupos revolucionarios de los círculos obreros y a los milicianos, para apagar a los sectores militares que en el interior de la Península estaban prendiendo con el alzamiento de los peyorativamente apodados "moros" sublevados. Se hizo esto contra la voluntad del presidente del Consejo de Ministros don Santiago Casares Quiroga (quien dimitió la misma noche del sábado 18 negándose a cumplir con esta locura) y Diego Martínez Barrio, que lo sucedió por unas horas en el cargo.
Según recordaba el propio Page Rivera, la entrega de armas se ejecutó sin miramientos ni discriminación de responsabilidades por José Giral, apenas se instaló en el cargo vacante. Los milicianos hacían filas para recibir sus rifles o fusiles.
El "Punta Arenas" en Bolivia. Imagen: diario "La Patria".
TRAGEDIA Y TORTURA: SUS DÍAS MÁS TRISTES
Se ha dicho en tiempos posteriores que la mayor parte de las armas que repartió en Madrid el Frente Popular estaban inutilizadas, creencia que otros ponen en dudas. Lo seguro es que fueron calamitosas las consecuencias inmediatas que tuvo esta repartición de fusiles: entre el 19 y 20 de julio, hordas frenéticas y armadas saquearon todo cuando pudieron a su paso, y esa misma noche el negocio de venta de automóviles con que esfuerzo personal había instalado Page Rivera en la ciudad, fue totalmente destruido e incendiado. Cuarenta vehículos Dodge y Plymouth nuevos desaparecieron en este ataque irracional.
Sin embargo, El Chileno no había advertido todavía la gravedad de lo que estaba sucediendo y pretendió ilusamente seguir viviendo en la normalidad, inconsciente de que su proximidad con figuras del falangismo iba costarle carísima; tanto, que la pérdida de su casa de ventas no era nada comparado con lo que venía. Ni siquiera le dio una dimensión de lo que podía esperarle el haber testimoniado en persona el sangriento ataque al Cuartel de la Montaña, luego que el General Joaquín Fanjul Goñi quiso adherir a los alzados esa misma noche, con cerca de mil muertos y más millares de armas caídas en manos de los milicianos, además de los cerrojos para activar muchos de los fusiles de las que ya tenían.
Regresando así desde la oficina hacia su casa en la Calle de los Preciados, muy pocos días después del asalto e incendio a su negocio, se encontró con una escena de pesadilla en horas nocturnas: su hogar había sido arrasado por jaurías milicianas ya fuera de control y liberadas de toda atadura ética, imitando al calco las barridas de las terroríficas chekas del régimen soviético. En el ataque irracional, su hijo mayor de 18 años había sido asesinado sin piedad; su cuerpo fue colgado de un gancho en la puerta de acceso y en su pecho aún sangrante los salvajes habían colocado un cartel con la razón del crimen: "Muerto por ser hijo de un fascista".
Aún sumido en el shock, a las pocas horas los asesinos volvieron a buscarlo y fue detenido por un batallón revolucionario llamado El 1° de Mayo, que lo condujo a su Cuartel Central en el Castillo de Santa Coloma en calle Ríos Rosas con el Paseo de la Castellana, luego de incendiar la casa ya saqueada. Lo arrojaron a las celdas del subterráneo, donde fue torturado varios días buscando forzársele a firmar una declaración que implicara a amigos y correligionarios en cargos de conspiración, pero se resistió al tormento y a los sometimientos ordenados por una caricatura de tribunal popular que decidiría su suerte. Esto, a la larga, serviría para postergar su fusilamiento, pues Page Rivera sabía también que firmando cualquier clase de "confesión" se procedería a ejecutarlo de inmediato. El Chileno salvó dos veces de ser asesinado por esta misma razón, pues necesitaban su declaración, según recordaba tiempo después a su hijo sobreviviente. Horribles escenas de crueldad pudo ver desde su celda en esos oscuros días, como los relató en artículos publicados por el diario "Las Últimas Noticias" cuando estuvo de regreso en su país.
Uno de esos días y por tercera vez, fue conducido a lugar donde debería ser ejecutado, en esta ocasión hasta el Hospital de San Juan. Iba a ser fusilado contra unos paredones del complejo, pues sus captores ya se habían cansado de intentar arrancarle la "confesión". Débil, herido y vencido por la tortura, estaba resignado ya a morir cuando uno de los presentes lo reconoció y partió a avisar discretamente a un amigo suyo que era jefe de la Guardia Civil en el batallón. Así, milagrosamente, Page Rivera fue liberado por el favor de este hombre y escapó de los dedos de la muerte, mientras la euforia criminal de sus verdugos continuaba manifestándose de formas tan descontroladas y grotescas que, como es sabido, llegaron al absurdo de "fusilar" (con pelotón y todo) un retrato al óleo de Cristóbal Colón en el Monasterio de la Rábida, los cuerpos momificados de las criptas de la Iglesia del Carmen de Madrid y la estatua de un Cristo en el Monumento del Sagrado Corazón del Cerro de los Ángeles.
Todavía herido, arruinado, con el corazón roto por la muerte de su hijo y sabiendo que seguía siendo un prófugo, Page atravesó una capital española convertida en el Pandemónium, según recordaría después ("Las Últimas Noticias" del sábado 23 de octubre de 1937):
"En esos días Madrid era un caos. Miles de asesinatos inocentes y robos. Las turbas marxistas perseguían implacablemente imponiendo el terror. En ese momento yo estaba perdido, pues era conocido como aviador en Madrid y demás había sido recién liberado, por lo tanto sabía que de ser nuevamente capturado mi fin sería inmediato".
Como pudo, el afligido aviador logra contactar a miembros de la Embajada de Chile y llega por sus medios a la ciudad de Valencia, desde donde se le hacía imperioso y angustiante salir del territorio aún mantenido por los gobiernistas y los cazadores milicianos. Solo, sin recursos y con un rostro reconocible por gran parte de los españoles de la época, su agobiante situación no podía ser peor.
El Rey Alfonso XIII saluda a Page Rivera en la base "Cuatro Vientos", 1919.
PARTICIPACIÓN EN GUERRA CIVIL
Viendo la desesperación de Page Rivera y comprometiendo su propia integridad para tender la mano a los inocentes de aquella guerra fraticida, en Valencia fue gentilmente ayudado por el hidalgo Capitán de Fragata de la Armada Argentina don Mario Casali, a la sazón Comandante del torpedero "Tucumán". Casali, que tuvo similares gestos humanitarios con otras personas, políticos y religiosos perseguidos, logró sacarlo del puerto y llevarlo hasta Marbella donde lo desembarcó. En ese mismo buque dejaría la ciudad de incógnito, en agosto de 1937, el Embajador de Chile en España don Aurelio Núñez Morgado, cuando ya era objeto de la misma clase de acoso por parte de los grupos más violentos de los republicanos y cuando la agresividad no toleraba ni respetaba siquiera al cuerpo diplomático extranjero. En su caso, se debió a su intento de intervenir inútilmente contra la ejecución de dos ancianos descendientes del Almirante Cristóbal Colón en manos de otra cheka, sólo por razones de odio a sus títulos nobiliarios y a lo que representaban como familiares del célebre marino. Sus experiencias en ese amargo período de la historia española los plasmó en el libro "Los sucesos de España vistos por un diplomático".
Convertido en un furibundo enemigo del marxismo y del Frente Popular luego del terror vivido en Madrid, no bien tocó el territorio bajo control de los nacionalistas, Page Rivera corrió a ofrecerse como voluntario del Ejército Español, entrando con el grado de Comandante de la Escuadrilla. Como gozaba de prestigio y reconocimiento, por decisión directa del Caudillo Franco quedaría de manera expedita bajo su mando un grupo de importante acción durante la guerra, motejado como la "Escuadrilla Blanca" y que dio dura lucha especialmente a los  aviones Polikarpov I-16, los famosos "moscas" pilotados por rusos.
"Éramos nueve aviadores, ocho jóvenes y yo. Entre todos teníamos más de cuarenta y cinco parientes asesinados por los comunistas. Éramos hombres que poco y nada podíamos esperar de la vida.
Cuando el alto mando nos ordenaba bombardear a doscientos metros lo hacíamos a cinco, nuestro único deseo era no errar el objetivo rojo. Puentes, barcos, líneas férreas, depósitos de municiones eran nuestros blancos".
Tal como lo hiciera su compatriota Joaquín Riera González al integrarse a las líneas nacionalistas españolas, el aviador luchará orgulloso por los sublevados. La prensa izquierdista de la capital chilena, totalmente comprometida con la causa de los republicanos del Frente Popular, no tarda en enterarse de su presencia en este bando y tilda iracunda a Page Rivera de "traidor a la patria", según informa el investigador suizo Gerald Gino F. Baumann en "Los voluntarios latinoamericanos en la Guerra Civil española".
Sus acciones no fueron sólo de ataques militares, sin embargo. Entre noviembre y principios de diciembre de 1936 habían tenido lugar las brutales masacres de Paracuellos de Jarama, la de las sacas de Madrid, donde el cargo de antirrepublicanismo llevó a la muerte indiscriminada de más de 2.500 prisioneros en las estimaciones más bajas y 12.000 las más altas, ordenadas y ejecutadas por miembros anarco-comunistas del Consejo de la Dirección General de Seguridad, como Santiago Carrillo, alentados a su vez por agentes soviéticos que ya operaban en el país. Page Rivera fue parte de una comitiva de 37 aviones que -después de la matanza y ya controlada la región- arrojaron desde el aire toneladas de flores en homenaje a las víctimas de las sangrientas masacres, entre las que figuraban varios intelectuales, artistas y religiosos. Así lo recordaba su hijo Page Adriazola:
"Fue así como distribuidos en la pista, lentamente los aviones van avanzando uno tras otro hasta su ubicación de despegue. Luego en el aire, se agrupan en tres 'V' y sin perder su formación se dirigen a su destino. Estos aparatos eran italianos y hacía poco habían sido trasladados a Sevilla en cumplimiento a órdenes del Alto Mando italiano que había puesto su traslado desde Abisinia. Los 'Breda', eran cazas cuyo objetivo táctico era batir la supremacía que en frente tenían las escuadrillas de aviones 'moscas' de la Unión Soviética".
La "Escuadra Blanca" sobre España, al mando de Page Rivera.
IMPORTANCIA DE LA AVIACIÓN EN EL CONFLICTO
Sucedían innumerables situaciones curiosas, a propósito de las fuerzas militares cruzando los cielos de la España en Guerra Civil. Hasta 1936, esta rama no era particularmente importante ni desarrollada, pero fue a fuerza de circunstancias que el piloto Page Rivera conoció en primera persona, que se volvería vital para el desarrollo del conflicto hacia los mismos tiempos en El Chileno que atacaba el frente de Jarama con su "Escuadrilla Blanca". Tan precaria era la logística y equipamientos de aviación que en las pistas de aterrizaje debían ponerse tarros en combustión sucia de brea, grasa o aceite usado, para que los pilotos pudiesen ver la dirección del viento según la inclinación del humo.
Como el material disponible era escaso, entonces, los bandos en guerra debieron recurrir a potencias extranjeras para que les echaran una mano, como Alemania, Francia, Italia o Rusia. Aviones y pilotos comenzaron a llegar, de este modo, reforzando a las fuerzas en conflicto.
Otra necesidad que obligó a modernizar contra reloj las capacidades de la aviación, fue el requerimiento de transporte masivo de tropas que, en muchas formas, ofreció rasgos novedosos en la historia militar y estratégica mundial. En rigor, fueron cerca de 30 los aviones que acabarían asegurando el triunfo de los nacionalistas en España, especialmente después de la Batalla de Jarama: algunos Breguet 19, unos Fokker F. VII, once Savoia 51 italianos, un Douglas, un Potez francés, tres Domier Wall patrulleros, dos Nieport y una pequeña escuadrilla de bombarderos Junkers 52 alemanes recientemente llegados.
Como los nacionalistas casi no tenían buenos buques para hacer frente al enemigo, salvo alguna vieja cañonera y vapores civiles, el traslado desde África del Ejército Español que se encontraba mayoritariamente allí, debía contar de todas formas con el aire. Eran tan pocos los aparatos disponibles frente a la urgencia que enfrentaban los pilotos como Page Rivera, que algunos miembros del Tabor de Regulares de Melilla transportados al otro lado del estrecho, iban amarrados hasta en las alas de los aviones para optimizar cada viaje y completar lo antes posible los cerca de mil hombres que necesitaba el General Queipo del Llano en la Península.
Los republicanos, en tanto, tenían bloqueado Gibraltar y se habían apropiado de la mayoría de los buques de guerra, cercanos a las 50 naves... La situación podría haber sido desesperante y desalentadora para Franco, pero sus enemigos habían cometido otro gravísimo error estratégico: al apartar, apresar y fusilar a los altos mandos de la marina militar, carecían casi por completo de personal calificado para las acciones de mar. Quedó demostrado cuando la enorme flota se vio de frente con cinco inofensivos mercantes siendo usados como transportes de tropas junto a la única cañonera, pero apoyados por los 30 aviones mencionados sin encontrar resistencia de parte de las fuerzas aéreas rusas y republicanas, que según recordaba Page Rivera no se hallaban en Gibraltar en esos días. Pese a la inmensa desproporción de fuerzas, los aviones lograron poner en fuga a los inexpertos marinos del Frente Popular, que escaparon hasta Cartagena y Málaga poniendo fin al efímero intento de defensa marítima.
De alguna manera pues, la Segunda Guerra Mundial ya había comenzado en España con estos enfrentamientos, y esto explica que más de 700 aviones se hayan participado en la larga Batalla del Río Jarama, en febrero de 1937, con gran presencia de pilotos y aeronaves extranjeras. La famosa intervención de la Legión Cóndor alemana en el desarrollo del conflicto fue sólo una manifestación más de esta gran participación internacional en la Guerra Civil pues, por el lado ruso, cerca de 4.500 aviadores militares había llegado ya a apoyar a las fuerzas del aire republicanas. De seguro habrían asegurado su superioridad y el triunfo del Frente Popular y sus bridadas internacionales, de no ser por la llegada de los italianos y los alemanes a apoyar al adversario, permitiéndole a los sublevados los decisivos triunfos de Teruel y Ebro.
Más insólito aún, los mismos hombres que se enfrentan en los cielos, cada domingo forman una cosmopolita masa de hombres de armas de distintas nacionalidades caminando en grupos, visitando cafés o bares de las ciudades: belgas en Barcelona, italianos en Talavera, rusos en Madrid, alemanes en Salamanca.
Page Rivera y aviadores españoles, hacia los días de la batalla de Jarama.
EL REGRESO A CHILE
Totalmente comprometido con los cada vez mayores triunfos del bando nacionalista y escribiendo a la prensa chilena sobre su experiencia en España, Page Rivera es sorprendido con una noticia: el Estado Mayor había recibido una carta de su enferma y anciana madre, recordándole que hacía 22 años ya no se veían, desde su partida a Europa, y advirtiéndole de su estado de salud. La autoridad militar lo autorizaba  a partir de regreso a Chile desde ya, ausentándose así de lo que iba a ser el final de la Guerra Civil con la victoria de Franco tras la rendición total de Madrid, el 31 de marzo de 1939, cuando cae irremediablemente herido de muerte el juramento republicano del "¡No pasarán!". Más de un millón de muertos quedarían tendidos en los escenarios de la lucha del hermano contra el hermano, al final de la guerra.
Luis Omar Page llega a de vuelta a su tierra natal durante la última semana de septiembre de 1937, reencontrándose con su madre después de tantos años, tras desembarcar en Valparaíso. El Círculo Español de Santiago arregla para él un gran banquete y homenaje presidido por el Embajador Manuel Pérez de Rada, al que asisten representantes de todas las instituciones españolas y de sus residentes en Chile. En aquella ocasión, el secretario de la legación hispana don José María de Lojendio e Inturve, manifestó lo siguiente:
"España ha contraído una deuda de gratitud impagable con el aviador chileno don Luis Omar Page, siendo uno de los más grandes aviadores del mundo, ha luchado por la libertad de nuestro suelo, llegando a ofrendar la vida de su hijo. Hago votos sinceros para que estos sacrificios como los de miles, logren llevar a la nueva España por el camino de la prosperidad y el progreso, basado en el orden, el trabajo y la fraternidad".
Establecido otra vez en su patria, persiste en denunciar acalorada e insistentemente al comunismo europeo a través de cartas y notas suyas publicadas en la prensa, especialmente las del diario "Las Últimas Noticias". Nunca abandonó esta aversión al marxismo ni su simpatía por el franquismo, de hecho, algo que quizás muchos no estarán dispuestos a perdonarle ni siquiera en consideración del drama que vivió en España al estallar la Guerra Civil.
Siendo gran amigo del Comodoro Arturo Merino Benítez, trabaja con él en el desarrollo de la Línea Aérea Nacional (LAN) que había sido formalmente convertida en empresa del Estado en 1932 y reestructurada por decreto a partir de la Línea Aeropostal Santiago-Arica, también creación de Merino Benítez unos años antes. Verá el fin de la Guerra Civil y el inicio de la Segunda Guerra Mundial desde la distancia, primero como piloto de LAN en 1939, y luego asumiendo cargos de gobernación provincial entre 1940 y 1944, como gobernador de Curepto, Cachapoal y Pisagua. En mérito a su obra y a sus servicios, durante el siguiente año el Presidente de la República don Juan Antonio Ríos, envió al Congreso Nacional un proyecto para Ley Especial de Gracia en favor de Page Rivera, concediéndosele el grado de Comandante de la Escuadrilla de la Fuerza Aérea de Chile, reconocimiento que se le otorgó por la unanimidad de los parlamentarios.
Retirado y tras una gran epopeya de aventuras y desventuras en su vida movida por la búsqueda de los cielos más prístinos de Sudamérica y de Europa, Luis Omar Page Rivera abandonó este mundo en Santiago el 18 de junio de 1956, con su nombre la inscrito en la nómina de hombres ilustres de la aviación chilena y de los sus pioneros de la llamada Generación de la Victoria (1905-1930). Sus restos están en el Cementerio General de Recoleta, en el Mausoleo de Honor de la Fuerza Aérea de Chile.
Su hijo Luis O. Page Adriazola ha reunido la más importante información biográfica sobre su padre publicada en "Hazañas de un aviador chileno en Europa" de 1987 y "Un aviador chileno en la Guerra Civil Española" de 1996. Lamentablemente, su trabajo aparece contaminado del excesivo pero comprensible sentimiento de anticomunismo que se heredó de él, como trauma luego de la tragedia sucedida a su familia en manos de los milicianos, en 1936, además de un marcado interés en comparar aquellos sucesos oscuros de la Madre Patria con la experiencia de la Unidad Popular de Chile en 1973. No obstante, como fuente de ilustración sobre la vida de Luis Omar Page Rivera, deben ser las publicaciones más importarte y completas disponibles.

EL OBELISCO SOLARE: UN GIGANTE DE ROCA ROJA EN LA PIAZZA DI MONTECITORIO

$
0
0
Obelisco de Montecitorio, en grabado hacia mediados del siglo XIX.
Coordenadas:  41°54'2.45"N 12°28'43.21"E
La Piazza di Montecitorio está en una de las tantas concentraciones turísticas de la ciudad de Roma, sirviendo de explanada del extraordinario Palazzo Montecitorio, sede de la Cámara de Diputados. Se ubica a un costado del patrimonial edificio del Hotel Nazionale y de la Piazza de la Colonna de Marco Aurelio. Ambas plazas duras están separadas por solo un paso entre sus recintos abiertos, atravesando la calle de la Piazza del Parlamento.
Su estilizada enormidad es una de las mayores y más elegantes de entre los 12 principales obeliscos antiguos que existen en Roma, el cuarto en tamaño después del Lateranense, el Vaticano y el Flaminio, atrayendo con sus jeroglíficos la atención de muchos visitantes cautivados con sus proporciones y el curioso remate con esfera estrellada y aguja, en la parte más alta de su verticalidad. Se encuentra alineado perfectamente con las puertas de la sede parlamentaria, al oriente, y con el encuentro de la Via de la Colonna Antonina y la Via della Guglia en el otro extremo de la explanada, al poniente. De este último lado de la plaza se ve más alta, por el desnivel que existe en el terreno ya que se había allí una pequeña colina (Monte Citorio) conquistada principalmente por el edificio del palacio.
A diferencia de varias de las otras grandes columnas egipcias en Roma, sin embargo, no tiene un espectacular pedestal con esculturas y fuentes de aguas, sino más bien un gran plinto con líneas sencillas y sin intermedios artísticos en su contacto con el suelo, pues parece que el obelisco ya destaca lo suficiente valiéndose sólo de sus colosales proporciones: 21,8 metros de altura en su unidad (y probablemente era más grande en su versión original) y 33,9 metros incluyendo la base y el remate esférico de su aguja.
Esquema mostrando cómo se suponía que funcionaba el gran reloj solar del Horologium Augusti. Estudios más recientes, sin embargo, demuestran que su función era mucho más sencilla, señalando principalmente el meridiano. Fuente imagen: www.imperium-romanum.info.
Grabado con distintos obeliscos antiguos de Roma y sus comparaciones. El de Montecitorio es el cuarto, de izquierda a derecha. Fuente imagen: imagoromae.com.
Confeccionado en granito rojo de Asuán con finas secuencias de inscripciones jeroglíficas interrumpidas por los "parches" de roca, este obelisco fue creado durante el reinado del Faraón Psamético II entre el 595 al 589 antes de Cristo, perteneciente a la XXVI Dinastía. Había sido dispuesto originalmente en la ciudad de Heliópolis, al Noreste de El Cairo, en la capital del Nomo XIII del Bajo Egipto, sobreviviendo a la destrucción de la invasión persa y al paso de los siglos.
En el año 10 antes de Cristo, como premio a su conquista de Egipto, el Emperador Augusto hace trasladar a Roma (entre varios otros monumentos de la ciudad) dos obeliscos desde Heliópolis, para volver a levantarlos como piezas conmemorativas de su triunfo: uno era el actual Obelisco Flaminio, que hace colocar en la spina del Circo Massimo, hallándoselo desde hace algunos siglos en la Piazza del Popolo; y el otro fue el de Psamético II, que se instala formando parte del gran reloj solar del llamado Horologium Augusti o Solarium Augusti en el Campo de Marte, diseñado y construido bajo supervisión del matemático Facundus Novius ese mismo año. Se cree que una intención inicial de Augusto podría haber sido levantar ambos obeliscos en su Mausoleo que ya estaba en construcción, pero terminaron siendo erigidos en las señaladas ubicaciones de Roma.
El Solarium Augusti ocupaba un enorme sector ubicado entre las actuales Piazza di San Lorenzo in Lucina y la Piazza del Parlamento, al costado Norte de la Vía del Corso (tramo urbanizado de la Via Flaminia). La enorme columna roja fue dispuesta para funcionar como el gnomon o puntero solar de este complejo del Campo de Marte, razón por la que es conocido como el Obelisco Solare y Obelisco Campense. Proyectaba su sombra sobre indicadores que, en las versiones más complejas que se han propuesto, llegan a ser descritos como un vasto tablero o círculo de mármol, travertino e incrustaciones de bronce dorado.
Grabado de Giuseppe Vasi el siglo XVIII, mostrando el obelisco en ruinas.
Ilustración mostrando la plaza y el obelisco en el siglo XIX.
Ya mas cerca de nuestra época. Fuente imagen: web.mit.edu
El obelisco fue levantado con la siguiente inscripción conmemorativa en latín, en su base:
"Fil divi Imp. Cesar. / Augusto / Pontifex Maximus / imp. XII cos XI trib pot XIV / Aegypto in potestatem / populi romani redacta / soli donum dedit".
Esto es traducible más o menos de la siguiente manera:
"Hijo del divino Emperador César / Augusto / Pontífice Máximo / Emperador 12 veces Cónsul 11 veces con poder tribuno 14 veces / Egipto en poder / pueblo romano / regalo al Sol".
Era el reloj de Sol más grande que haya conocido el mundo antiguo, con una gran plaza con un meridiano de losas de travertino con signos zodiacales, aunque hay ciertas características atribuidas al mismo que están en actual discusión. Se ha puesto en duda, por ejemplo, la creencia de que una amplia red de las líneas permitían saber la hora durante todo el año y en las diferentes temporadas, gracias a la proyección de la sombra del obelisco sobre ellas. Investigaciones más recientes confirmaron que la principal función del gnomon era señalar el instante del mediodía de acuerdo a la época del año en que se estuviese. Se decía también era tan preciso, que su sombra caía justo sobre el altar de mármol de Augusto en el Ara Pacis, en el día de su cumpleaños (Dies Natalis), el 23 de septiembre del Equinoccio de Otoño, aunque otras opiniones recuerdan que estaba consagrado más bien al dio Apolo y su culto solar.
Por alguna razón de cambios en el terreno o de la inclinación, su exactitud se fue perdiendo rápidamente, como constata el cronista Plinio el Viejo en el siglo I. Habría comenzado a fallar en el año 47, menos de 30 años después de inaugurado, y así cayó en desuso hasta ser destruido en épocas posteriores. En algún momento entre el siglo IX y XI se vino abajo y comenzó a quedar sepultado, y aunque se cree que pudo ser largo este período de decadencia con intervención de diferentes factores, como incendios y temblores, siendo el principal sospechoso el Terremoto de 849. Otras teorías suponen que la destrucción principal podrían haberla provocado los ejércitos de Roberto Guiscardo durante el saqueo de Roma de 1080.
Punta y bola de bronce del obelisco.
Tramo central y sus jeroglíficos.
Olvidadas y ocultas, las ruinas del obelisco fueron redescubiertas en 1502, principalmente en un sótano del llamado Largo dell'Impresa, en la actual Piazza del Parlamento. Al asumir el Papa Sixto V en 1585, comenzó a implementar un plan tentativo para volver a erigir la estructura, reemplazándole los fragmentos desaparecidos al obelisco. Sin embargo, el esfuerzo no llegó a prosperar en un plan concreto de reposición, y así siguió durmiendo en el sueño de la historia. Las autoridades volvieron a sepultar en la tierra lo poco que alcanzaron a despejar de él.
El obelisco fue localizado y reencontrado dos centurias después, durante el pontificado Benedicto XIV, ocasión en que también se hallaron restos del desaparecido reloj solar señalados por una indicación ubicada en una de las puertas (la N° 3) de la Piazza del Parlamento. También pudo establecerse que su posición original observada por Plinio era en un sector ocupado hoy por la manzana del Palazzo de Montecitorio. Grabados del artista Giuseppe Vasi realizados en 1738, muestran las labores de recuperación de sus fragmentos que se hacía en ese momento, al tiempo que se ejecutaban también grandes trabajos de demolición y remodelación del entorno urbano.
El posterior Papa Pío VI, lo hizo colocar muy cerca en la plaza enfrente del Palazzo Montecitorio y la Via della Piazza del Parlamento, en trabajos realizados entre 1789 y 1792 bajo dirección del arquitecto Giovanni Antinori. Es donde se encuentra hasta ahora, precisamente. Los grandes fragmentos de la estructura original que se perdieron, debieron ser reemplazados por otras piezas de granito bajo supervisión del propio Antinori, usando para este propósito material granítico de las ruinas de la Colonna di Antonino Pío.
Vista desde su base, con el Palazzo Montecitorio al fondo.
Vista desde el costado de la plaza.
La posición del obelisco en esta plaza vino a reemplazar el sector hasta hacía poco tiempo ocupado por la artística base con relieves de la misma Colonna di Antonino Pío, correspondiente a un pedestal de mármol que, tiempo después de ser restaurado entre 1706 y 1708, había sido colocado en la Piazza di Montecitorio por Ferdinando Fuga, en 1741. Poco antes de que el obelisco reemplazara esta base de mármol, ella fue llevada a los Museos Vaticanos, en 1787, donde estuvo sobre las escaleras de Miguel Ángel en la Fuente de la Piña, hasta ser traslada en 1885 al sector del Palacio de la Pinacoteca.
Por esta ubicación definitiva en la plaza homónima, es rebautizado como el Obelisco de Montecitorio, colocándosele la señalada estructura en forma de globo de bronce sobre la punta. Desde entonces y por mucho tiempo más se pensó que el obelisco era todo lo que había quedado del Solarium Augusti que allí existió, hasta que un equipo liderado por el arqueólogo alemán Edmund Buchner, con estudios realizados entre los años setenta y ochenta, permitió identificar la sección del mediano del complejo con algunas inscripciones en griego a modo de referencias indicativas en mosaicos, en una cámara bajo los cimientos edificados de la cuadra entre la Piazza di San Lorenzo in Lucina y la Piazza del Parlamento.
La Piazza Montecitorio fue sometida a una gran remodelación y así sería reinaugurada el 7 de junio de 1998, ocasión en que se le agregó un nuevo trazado de tablero con meridiano y hemiciclos concéntricos sobre los adoquines justo enfrente de las puertas del Palazzo Montecitorio, en recuerdo simbólico de las funciones del gran obelisco como gnomon del reloj de Augusto.
Mirándolo desde el borde de su base. Inscripciones en las caras de la base.
Vista de la plaza desde el lado del Hotel Nazionale.
Vistra frontal, con el Palazzo Montecitorio atrás.

HACIA EL SIGLO DE TRISTEZAS, ESPERANZAS Y ALEGRÍAS DEL EX SANATORIO SAN JOSÉ DE MAIPO

$
0
0
Fachada de la Casa de Salud, imagen antigua en exposición del mismo edificio.
Coordenadas: 33°38'52.15"S 70°21'0.62"W (Entrada)
Hoy tengo tiempo y ánimo para concluir este texto dedicado al Complejo Hospitalario San José de Maipo, en el que he estado de visita tantas veces sólo por el gusto de seguir conociéndolo. La deuda de publicar esto es otra deuda contraida más conmigo que con el hospital, por lo tanto, pero será útil para reunir la información que he ido recolectando de la historia del ex sanatorio.
Tantos episodios bellos y tristes se han conocido en este sitio, levantado sobre la localidad de San José de Maipo y casi colgando del borde de los cerros, unos 50 ó 60 metros sobre el poblado, con sus ventanales a 1100 metros sobre el nivel del mar relucientes en verano y tocados por la nieve en invierno. Casi un siglo de historias de recuperaciones y vidas salvadas hay acá, pero también historias de muerte y sufrimiento conmovedoras. La mayoría se ha ido perdiendo, arrastrada por la ventisca cordillerana o las aguas del río Maipo, y hasta la propia historia del complejo aparece a veces mal contada, imprecisa e incompleta.
Nuestra primer Premio Nobel de Literatura, la gran Gabriela Mistral, pudo observar esta casona sanitaria en su paso por San José de Maipo. Fue en ella, además, donde el poeta Miguel Serrano conoció a Irene Klatt, su amada Allouine, cuando era atendida por la misma enfermedad que llevaría a la muchacha alemana a la muerte, poco después, en una hermosa pero trágica historia de amor que revelara con detalles en sus memorias. También sería en sus jardines, salas y pabellones en donde el literato peruano Ciro Alegría escribió algunos cuentos como "Desmonte" en los años treinta, mientras se recuperaba de la tuberculosis y cuando casi muere por las complicaciones de un neumotórax. Cuentan que los párrocos de la iglesia en este pueblo montañés, como el  Padre Luis Farré Ortego, a veces subían por el camino empedrado y empinado que lleva al complejo, para atender las angustias de los pacientes y, cuando no, dar la triste extrema unción. Y aquí mismo escribió parte de su dramático diario Lucía Manterola, hija del Dr. Benjamín Manterola de la Fuente, mientras residió entre 1921 y 1923, extraordinario documento que fue guardado por su sobrina Soledad Manterola y publicado recién a fines de 2011 por la Unidad de Patrimonio Cultural de la Salud con colaboración del equipo de divulgación "Dedal de Oro", con el título "Diario de Lucía Manterola 1903-1927. Una joven tuberculosa", obra que concluye con la propia muerte de la muchacha a los 24 años, al perder la lucha contra este mal el 12 de mayo de 1927.
Se mezclan aquí ciencia médica, tragedias y esperanzas, patrimonio cultural, apariciones de fantasmas y arquitectura ecléctica, en la precordillera del Cajón del Río Maipo. Un sitio dotado de senderos que bordean montañas rocosas, caminos entre un pequeño bosque propio de coníferas, eucaliptos y restos de monumentos vetustos que ya han desaparecido o se volvieron irreconocibles. El complejo es visible desde todo San José de Maipo y sus calles. Sólo un talud contorneado por senderos menores lo separan de los faldeos del cerro y de sus amenazadas de rodados, aparentando volcarse encima del complejo con toda su enormidad geológica.
La ubicación de este lugar entre paisajes de cerros y valles no es antojadiza ni aleatoria: fue elegida precisamente por el limpio y seco aire que domina aquellos parajes de la cadena andina pasando por la Región Metropolitana, todavía abundantes en saludable vegetación y eucaliptos que impregnan el viento del hospital con olores mentolados. Fue por esta característica que se escogió tal lugar, en un panorámico predio sobre el camino al Volcán San José, para instalar el primer edificio que daría origen al complejo hospitalario existente, cuando la aristocrática dama Carolina Doursther decidió convertir la propiedad en el sanatorio.
Es una verdadera clase histórica de la salud en Chile la que se encuentra pasando la vieja caseta del control en el acceso, muy bien reflejada en las tres etapas-edificios principales del complejo: la Casa de Salud, el Pabellón Roosevelt y el Pabellón Central, unidos por el sendero interior de calle Dr. Octavio Gay Pasche. Los iremos viendo uno a uno, a continuación, aunque apartaré -por ahora- los casos de otras dos etapas del sanatorio correspondientes al Hospital de Agudos y Sanatorio Laennec, por ser sectores bastante aislados del núcleo principal hospitalario a pesar de hallarse en el mismo San José de Maipo.
Vista de la Casa de Salud en sus primeros años. Fuente: Dedal de Oro.
Camas del sector popular del pensionado. Fuente: lugaresdeciencia.cl.
Vista del complejo desde sus viejos patios. Imagen en exposición del mismo edificio.
Bosque de pino dentro del complejo, junto al primer edificio.
PABELLÓN CASA DE SALUD
Coordenadas: 33°38'37.78"S 70°21'0.66"W
El nacimiento del hospital está en el edificio más antiguo e imponente del complejo, su primera etapa como sanatorio, que puede verse al Norte del mismo e imponiéndose perfectamente en el paisaje si se lo mira desde el nivel del poblado. En sus primeros años fue conocido como la Casa de Salud "Carolina Doursther de Toconal", homenajeando a su fundadora y benefactora. Sin embargo, no es cierta una creencia que lo apunta como el primer sanatorio de tipo respiratorio en Chile, pues ya habían existido otras experiencias incluso en esta misma zona, como la del cercano Hotel Sanatorium del Alfalfar, que a 1.460 metros de altitud funcionó entre 1886 y 1889; y también está el caso del Gran Hotel de Francia, fundado en 1894 en el mismo poblado de San José de Maipo, pasando en los años treinta a manos del Seguro Obrero Obligatorio que lo convirtió en el mencionado Sanatorio Laennec. Más información al respecto puede encontrarse en el artículo "Sanatorios para tuberculosos en Chile: primeros establecimiento (1886-1920)" de Ignacio Duarte y Marcelo López, publicado en los "Anales chilenos de la historia de la medicina" (Volumen 16 Nº 2, noviembre 2006).
La propiedad del sanatorio de nuestra atención, data del siglo XIX: era del comerciante y joyero de perlas belga-holandés Juan José Doursther, pasando después a manos de su hija Carolina Doursther Villavicencio, casada con don Manuel Tocornal Grez, del célebre clan de los Tocornal. Al verse afectada por la mortal enfermedad muy temida en la época, la tuberculosis, doña Carolina adaptó y remodeló la residencia de descanso familiar para ser su morada de convalecencia, esperando recuperarse allí ante la escasez de recintos hospitalarios disponibles para enfermedades respiratorias y a pesar de que el Consejo Superior de Higiene venía presentado propuestas al Ministerio de Interior para crear un buen centro de este tipo, desde 1897. Su inspiración parece hallarse en los "sanatorios de altura" que habían ido implementando en Europa visionarios como el médico alemán  Hermann Brehmer, y la idea ya rondaba desde el I Congreso Médico Latinoamericano realizado en Santiago, en enero de 1901, cuando el Dr. Ernesto Soza propuso la creación de la Liga Contra la Tuberculosis y la promoción de albergues para enfermos tísicos.
Interpretando que el clima benigno de la zona y las características de su aire habían ayudado en su mejoría, doña Carolina dispuso hacia 1900 en su testamento, que el terreno de diez hectáreas fuera entregado para el tratamiento de personas enfermas. Ya en años de la Guerra del Pacífico, además, el Dr. Sandalio Letelier y la Revista Médica de Chile habían hablado de las potencialidades de este sector de la cuenca del Maipo para pacientes pulmonares, por lo que sus propiedades eran bien conocidas. La voluntad de la fallecida fue cumplida por su hijo mayor don Juan Enrique Tocornal, renombrado abogado y político de la época, al traspasar el terreno a la Honorable Junta de Beneficencia de Santiago el 25 de agosto de 1911. Así pues, no fue la mansión hasta hoy visible allí la que traspasaría doña Carolina a la Junta, como aseguran erróneamente varios textos en internet, sino el suelo de su propiedad en el que ésta sería construida y sus fondos.
Las obras de construcción que del edificio se ejecutaron hacia 1917 y pertenecen al arquitecto Ricardo Larraín Bravo, aunque no tengo plena seguridad de si se levantó reemplazando al edificio anterior (de 1870 aproximadaente, según la mayoría de las fuentes) o si este mismo fue sometido a una remodelación total. Como sea, resultó de esto una suerte de mansión palaciega con aires neoclásicos aunque no puristas. Sobre su sólido y alto sillar de piedra -hecho en tales proporciones para nivelar la pendiente del terreno- se levantan terrazas, balcones abundantes en madera, arcadas de medio punto, torreones laterales (originalmente de tres pisos, hoy de sólo dos) y escaleras dobles de gran elegancia, de cara al poniente y hacia el poblado con y el río a sus pies. Lucía detallismos decorativos de evocación afrancesada, con hermosos jardines; patios y paseos hoy casi desaparecidos la rodeaban antes. También se levantarían bloqueos y forestaciones para el viento Sur, haciendo mejores las condiciones interiores del sanatorio.
El 28 de septiembre de 1919, se funda el flamante edificio como centro terapéutico y se declara creada allí la Casa de Salud de Mujeres "Carolina Doursther de Toconal". En la ocasión, el administrador del sanatorio don Alberto Mackenna Subercaseaux, dijo en el solemne discurso inaugural, según lo que transcriben Duarte y López:
"Abre sus puertas hoy el primer pabellón de una obra de vasto desarrollo futuro que ha de contribuir a robustecer los medios de defensa contra los avances de la mas terrible enfermedad. El deseo de la Junta de Beneficencia era ofrecer un amplio refugio en este sitio, a todos los que necesitaren el clima reparador de la montaña: pero la escasez de recursos y la dificultad permanente para obtenerlos, le ha impedido, por el momento, realizar su anhelo. Mas tarde se han de levantar en esta pintoresca región muchos otros pabellones, en los cuales han de encontrar caloroso (sic) albergue los que carecen de recursos, y son, por lo tanto, las víctimas fatales del terrible mal. De esta suerte quedará cumplida en todas sus partes la intención del generoso donatario de este terreno… Mientras se realizan los propósitos futuros, damos hoy el primer paso en un terreno nuevo: la experiencia que resulte de este ensayo servirá para proseguir la obra iniciada, mejorándola y perfeccionándola".
Con el prestigioso Dr. Antonio Vega Macher como su primer Director General y llamado también Sanatorio de Beneficencia, el edificio tenía 35 habitaciones disponibles, laboratorios, oficinas administrativas, salas de reposo y de maquinarias médicas. En el reglamento se establecía que la estadía en cada cuarto del sanatorio tenía un valor sólo $15 diarios; todos los alimentos e insumos que estuviesen fuera del programa diario eran cobrados por la Junta de Beneficencia sin utilidades ni intereses, a precio de costo. Importante en los tratamientos y métodos de recuperación dispuestos allí fue el trabajo del Dr. José Grossi, de brillante servicio médico tras el terremoto de Valparaíso de 1906 y contra plagas o pestes. Un pequeño tramo al centro del corredor principal del edificio fue convertido, hasta nuestros días, en un verdadero altar de conmemoración y agradecimiento para doña Carolina Doursther, con su retrato observando a los visitantes.
Más tarde, el albergue pasó a ser llamado Sanatorio de San José de Maipo, atendiendo a los pacientes que se consideraba "curables": los convalecientes de enfermedades del pulmón, pretuberculosos o que experimentaran los primeros síntomas de la tuberculosis. Esta condición la acreditaba un certificado extendido por el Doctor Juan de la Vega en Santiago que era verificado después por su colega el Dr. Vega Macher, según exigía la Junta de Beneficencia a todo paciente para ser internado. Eran rechazados aquellos con complicaciones como cardiopatías, anemias pronunciadas, estados nerviosos de consideración, úlceras de laringe y diagnósticos de tuberculosis de evolución rápida, entre otras, además de los niños menores de 5 años. Había estrictos protocolos de desinfección de los pasajeros y sus equipajes, además del dormitorio, sus muebles y todo lo que ocuparan los pacientes en su estadía.
En 1920, la Junta eligió a don Juan Enrique Tocornal como subadministrador del sanatorio, y en 1922 al Dr. Ernesto Soza, iniciándose también labores de ampliación y mejoramiento del recinto. Importantes eminencias de la historia de la medicina chilena pasarán por aquí, como el Dr. Otto Lenck y el entonces internista Félix Bulnes Cerda, quien realizó en este servicio su memoria de título sobre tratamiento de tísicos ("Ensayo de cura dietético-higiénica en el tratamiento de la tuberculosis pulmonar", 1923) dedicándose después al combate de esta enfermedad de la que él mismo se contagió y sobrevivió años después, en 1952.
Por razones desconocidas, sin embargo, pero en un hecho que aparece perfectamente señalado y descrito en el diario de Lucía Manterola, la casa permaneció cerrada (o en uso muy reducido, no lo sabemos con seguridad) entre 1923 y 1929, por decisión de la Junta de Beneficencia, período en que los alojados serían trasladados hasta el Sanatorio Laennec, abajo en el poblado de San José de Maipo, como comenta el encargado de la Unidad de Patrimonio Cultural del Servicio de Salud Metropolitano Suroriente, don Alejandro Vial Latorre, en el artículo "Diario de Lucía Manterola" publicado en la revista "Dedal de Oro" de enero 2012. Empero, en ese mismo último año el edificio fue reinaugurado como un sanatorio mixto, para hombres y mujeres afectados por tuberculosis de diagnóstico curable, con cerca de medio centenar de camas distribuidos en sus habitaciones. Se le habilitó también un pabellón popular, recuperación del lugar que se debió al esfuerzo del Jefe Nacional de los Servicios para Tuberculosos de la Caja de Seguro Obrero, don Héctor Orrego Puelma, quien asumió como Director por tres años.
El edificio contaría con adiciones e instalaciones de tres pisos laterales, con extensiones atrás rodeando el patio, y una pequeña capilla en el bosque adyacente, aunque el terremoto del 4 de septiembre de 1958 dañó gravemente parte de estas dependencias en los extremos, obligando a demoler y reconstruir. Lamentablemente, su bello segundo piso está prácticamente en desuso desde otro cataclismo: el terremoto de 1985, que dañó parte del corredor en donde antes había un pabellón de camas con vista al valle. Toda su tabiquería, pisos de madera y marcos de ventana son originales, existiendo propuestas como la del arquitecto Humberto Espinosa para recuperar este espacio. Además, el elegante patio que ostentó en el pasado el sanatorio ya no es el mismo que se veía tan esplendoroso como cuando era el parque de los Doursther. Se cuenta también de historias de fantasmas y aparecidos en este sitio, como era esperable en esta clase de inmuebles, aunque las versiones no son claras. Ha sido escenario del rodaje algunas películas y series como "Fuga" de Ricardo Larraín, "Adiós al Séptimo de Línea" de Alex Bowen y un capítulo de "El día menos pensado" de Carlos Pinto.
Cuando la Casa de Salud dejó de funcionar como hospital respiratorio, sus pacientes y sus funciones fueron trasladados hasta dependencias del Sanatorio Laennec, esta vez definitivamente. Desde que quedaron sus espacios dispuestos para el Centro de Responsabilidad de Atención Cerrada, la mayor parte de los pacientes que allí se atienden llegan con convalecencias como el pie diabético. Por Decreto Exento N.º 672 del 24 de agosto de 2004, este edificio hito de la historia de la medicina chilena fue declarado Monumento Histórico Nacional. Desde entonces, su viejo instrumental, las maquinarias, el mobiliario, los archivos y la biblioteca del ex sanatorio están resguardados por la administración del hospital bajo el régimen estricto del programa de la Unidad de Patrimonio Cultural e Histórico del Ministerio de Salud y la exigencias del Consejo de Monumentos Nacionales.
Patios del edificio, en fotografía de Juan César A.C. (Museo Histórico Nacional).
Corredor de la Casa de Salud en fotografía de Juan César A.C. (Museo Histórico Nacional).
Radiografías y pantalla de luz, fotografía de Juan César A.C. (Museo Histórico Nacional).
PABELLÓN ROOSEVELT
Coordenadas: 33°38'45.68"S 70°20'59.72"W
En 1935, el Consejo de la Caja de Empleados Particulares presentó un proyecto de construcción de nuevos recintos hospitalarios respiratorios en San José de Maipo y Villa Alemana. Encargando la tarea al arquitecto Carlos Vera Mandujano, el pabellón propuesto para el sanatorio iba a agregar capacidad para unos 80 residentes más en el complejo. Tres años después, el hospital pasaba a ser formalmente el Sanatorio de San José de Maipo, en el mismo año en que era propuesta en el Congreso Nacional la ampliación de las dependencias, para abrir un pabellón para obreros en el mismo recinto.
La fama del recinto hospitalario como lugar de curación de enfermedades respiratorias ya era internacional, a esas alturas, demandando la ampliación de sus capacidades. Su importancia era tal que una gran cantidad de residentes del poblado serían ocupados en las plazas laborales del sanatorio, además de permitir una buena recaudación para hostales, hoteles y restaurantes a partir de pasajeros que iban a visitar a los enfermos. A diferencia de lo sucedido con intentos anteriores por establecer un buen sanatorio en el Cajón del Maipo, la disponibilidad del ferrocarril Puente Alto y El Volcán, construido entre 1910-1914, había facilitado enormemente el transporte hasta este lugar. Según se cuenta en "Historia de la pediatría chilena: crónica de un alegría" de Nelson A. Vargas Catalán, hacia 1938 el poblado de San José de Maipo tenía cerca de 1.000 habitantes, de los cuales 350 era pacientes tuberculosos que vivían en el sanatorio principal, en sanatorios menores y en casa particulares o residenciales esperando recuperarse. La incidencia de la tuberculosis en Chile rondaba los 600 casos por cada 100.000 personas, en esos años.
En 1944 y considerando el proyecto señalado de adición de pabellones, la Junta de Beneficencia hizo entrega de las instalaciones del sanatorio al Servicio Médico Nacional de Empleados (SERMENA), bajo cuya administración se construirían los otros dos grandes edificios del complejo. Un proyecto de colaboración de los Estados Unidos ya había permitido proyectar entonces el gran pabellón que sería llamado homenajeando el nombre del ex Presidente Franklin Delano Roosevelt, fallecido precisamente durante esta gestión, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial.
El edificio corresponde a un prolongado pabellón techado a dos aguas e interiormente subdividido en habitaciones y oficinas, con cerca de 150 metros de largo. Está situado al medio del gran complejo hospitalario. Su materialidad principal es de albañilería, aunque originalmente se lo había propuesto de madera en el proyecto de Vera. Estudios de factibilidad y conveniencias permitieron mejorar el plan con estas características.
Durante el Gobierno de Gabriel González Videla se concretó la construcción de este singular edificio, en 1947, con grandes agradecimientos al Presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman, que aún permanecen grabados en las placas metálicas inaugurales del edificio, donde se destaca la obra como "símbolo de amistad entre los pueblos de Chile y de Estados Unidos de América". La construcción se realizó bajo la vicepresidencia ejecutiva del Dr. Rolando Castañón S., considerado una eminencia en su época en temas de salud respiratoria. A la inauguración asistieron el Ministro de Salud, representantes del mundo de la medicina y la ilustre visita del Dr. Theodore Gandy, delegado del Departamento Cooperativo Interamericano del Departamento de Salubridad y figura de alta cotización científica en Chile, Premio Nacional de Ciencias que, pocos años después, recibiera el reconocimiento de Ciudadano Honorario de Santiago en honor a varios méritos, como el haber conseguido becas de estudios especialización de profesionales chilenos en Universidades de los Estados Unidos.
El extenso edificio, situado justo a espadas del acceso al cerro y al camino del actual talud, se caracteriza por su largo corredor seccionado y con tramos de grandes ventanales laterales. Ampliado a cerca de 120 camas, en la actualidad el edificio acoge pacientes de hospitalización, principalmente, más algunas camas para infectología, geriatría, para la Unidad de Bebedores Problema y Tratamiento de Adicciones, y para el Área de Cuidados Especiales.
Parte exterior del complejo, fotografía de Juan César A.C. (Museo Histórico Nacional).
Galería de pabellón, fotografía de Juan César A.C. (Museo Histórico Nacional).
Camas de pacientes, fotografía de Juan César A.C. (Museo Histórico Nacional).
Camas de pacientes, fotografía de Juan César A.C. (Museo Histórico Nacional).
PABELLÓN CENTRAL
Coordenadas: 33°38'50.15"S 70°20'59.34"W
El llamado Pabellón Central en realidad no es "central" por su posición, sino el principal dentro del complejo y ubicado al Sur del mismo, con un edificio nuclear y adiciones o extensiones del mismo. Formaba parte del proyecto trazado y ejecutado en los años cuarenta y que dio origen al Pabellón Roosevelt. Tampoco es un solo edificio, sino varios interconectados y armando una unidad.
Este pabellón es un típico hospital de mediados del siglo XX, tanto en su estilo funcionalista como en sus distribuciones adaptadas a la necesidad del servicio. No difiere mucho de algunos elementos arquitectónicos que podemos ver todavía en hospitales santiaguinos como el Barros Luco, el Sótero del Río o el J. J. Aguirre, aunque también tenía bellos jardines que el tiempo se ha encargado de hacer desaparecer, reemplazándolos por matorrales y cactos usados como suplentes más sencillos y menos demandantes de atención.
La fusión de los organismos sanitarios en el Servicio Nacional de Salud sucede hacia 1954, quedando bajo su jerarquía el recinto. En 1979, SERMENA traspasó el complejo hospitalario al Servicio de Salud Metropolitano Sur Oriente, cambiándose así el antiguo servicio del lugar como casa de enfermos respiratorios, con cerca de 200 personas trabajando para este hospital. La época negra de la tuberculosis en Chile comenzaba a quedar cada vez más atrás, por esos años.
En los noventa se hicieron ampliaciones y mejoramientos, siendo reinaugurado el Pabellón Central "Dr. Roberto Koch" el día 24 de marzo de 1997. Actualmente, el Pabellón Central del Complejo Hospitalario San José de Maipo está destinado al alojamiento de los pacientes del Programa de Derivación Nacional de Tisiología. Un plan de recuperación del lugar, iniciado en 2005, propone convertirlo mejorando el inmueble y reponeniendo un parque con paseos a su aldededor, conectando los demás edificios que deberían ser restaurados y con sus senderos interiores abiertos al público.
Las visitas a pacientes se pueden hacer entre 12 y 14 horas, y de 16 a 18 horas. Se pueden hacer también visitas de curiosos por el exterior del complejo, aunque se pide discreción a quienes llegan, especialmente con el asunto de las fotografías de los pabellones, el acceso a áreas restringidas en los edificios y la perturbación de la paz en que reposa este histórico sitio, extendido en el descanso de su propia antigüedad y de su relevancia en la historia de la medicina chilena.
IMÁGENES DEL COMPLEJO HOSPITALARIO SAN JOSÉ:

ELOGIO DE LAS FONTANELLAS Y LAS PILETAS SURTIDORAS DE AGUA ROMANAS

$
0
0
Pileta de tipo "nasone". Fuente: trastevereapp.blogspot.com
No sé qué abunda más en Roma: si las fontanas o acaso los templos. Y así como es posible encontrar entre basílicas majestuosas a pequeñas capillas y parroquias con encanto propio, entre las grandes fuentes de aguas que atraen a miles de turistas al día aparecen también las pequeñas piletas y surtidores de aguas, permitiéndoles llenar sus cantimploras o refrescar sus frentes en las calurosas temporadas estivales de Italia. A decir verdad, están por todos lados, dispersas y con su agua en permanente y musical caída. Siempre sabe uno que se encontrará con alguna en el camino.
Aunque a veces están maltratadas y vandalizadas, los romanos valoran estas fuentes de aguas. Recuerdo haber visto personas que llegaban en vehículos con cantidades de botellas plásticas a cargarlas en alguna de ellas en Monte Mario, según supe después porque su agua es tan potable y de buen gusto que la prefieren incluso a la que llega a casa por las tuberías de suministro. También recuerdo a una turista estadounidense indecisa de beber agua en una de estas piletas, ubicada en el extremo de la Piazza Navona: al verme haciéndolo sin problemas me consultó si era agua bebestible, pues temía que también fuera la favorita "de los perros"; como pude, le respondí explicando que en todo el tiempo que llevaba en Italia, jamás había visto un perro suelto en la calle.
Hay famosísimas piletas de estas, tan características que hasta se han vuelto parte de la iconografía turística ofertada en barrios específicos, como una fuente en forma de barril del Barrio Trastevere y la del piñón de pino de la Piazza Venezzia, que evoca al hallazgo de una antigua piña de bronce en este sector de la ciudad, y que hoy está en el Vaticano. También está la fuente del Acqua Acetosa que brota de una cámara en el sector de Parioli, célebre por sus aguas de sabor "avinagrado".
Vieja fuente mural decorativa de mascarón, tina-artesa y abrevadero inferior, junto a la Piazza Pietro d'Illiria y la antigua Iglesia de Santa Sabina.
Pileta de la Piña, en Piazza Venezzia. Una típica fontanelle rionali romana.
Según mi impresión, existen tres modelos principales de estos abastecedores públicos de aguas o fontanellas en las calles de Roma:
  1. Unas son las fuentes murales, donde el agua brota desde algún león, lobo, dragón o grutesco tallado en mármol, granito u otra roca, y cayendo directamente a una resumidero o bien a un receptáculo o artesa a modo de pila de agua, que la apoza por un rato siguiendo una antigua tradición romana para abastecer del preciado elemento a la sociedad o disponer de bebederos para las bestias. Algunos fueron hechos con sarcófagos viejos como tinas o imitaciones de tales. De una a tres aberturas de agua, por lo general algunas son muy artísticas y de inspiración románica, pero otras son más sencillas y neutras en sus detalles.
  2. Las otras son los grifos o pilones que, por ser usados por los ciudadanos para envasar agua para ser transportada o recolectada en cubos, ésta no brota en un chorro vertical como las hechas sólo para beber directamente de ellas, sino que cae hacia el suelo, desde una especie de tubo o boquilla lateral que siempre está abierta y con el líquido brotando de ella. El modelo nasone (narigón, así llamado por su aspecto) es el más popular de la ciudad, tanto así que su apodo se ha convertido en sinónimo de pileta pública en el lenguaje coloquial de los italianos.
  3. Una tercera categoría podría ser la de las fontanas menores, llamada fontanelle rionali y correspondiente a un híbrido entre la fontana mural y la pileta surtidora, generalmente con más de una boquilla pero destacando, por sobre todo, por características artísticas y casi monumentales, que la ponen cerca del carácter escultórico de las grandes fontanas pero en identidad "barrial", conservando su función de abastecedor público de agua. Son escasas y su principal época de construcción parece remontarse a fines de los años veinte, gracias a la influencia del artista Pietro Lombardi.
El origen de todas estas piletas para abastecimiento acuífero urbano y gratuito, deriva de un concepto heredado de los tiempos imperiales de la Roma en donde abundaban los pozos, las vertientes artificiales, los acanalados, los acueductos y los complejos termales. El agua no faltaba en la antigua ciudad, por lo mismo, procurándose mantenerla cantando en sus innumerables fontanas y siendo la urbe más abundante del mundo en ellas con más de 2.000 funcionando, de las que destacan la Fontana di Trevi, el Acqua Felice y las de Piazza Navona, entre muchas otras.
Las fontanellas murales con pilas o urnas, de las que dijimos brota el agua a través de la boca de rostros escultóricos o mascarones, comienzan a hacerse populares en Roma cuando se las construía derivando aguas por el borde de los acueductos y de los muros que rodeaban la urbe, razón por la que son llamadas a veces "fuentes de extramuros". La gente solía sacar el agua del chorro que salía desde el muro con cubas o botijas, mientras que los animales la bebían del apozado que se hacía bajo la misma, por lo que habían una eficiente mezcla de funcionalidad con higiene público.
Triple fuente de aguas junto al altar de la Virgen del Guadalupe, en Monte Mario.
Antigua urna romana usada como artesa de abrevadero para fuente de aguas, en el interior del ex Manicomio de Nuestra Señora de la Piedad.
Con el tiempo, fueron incorporándose esta clase de fuentes murales en edificios públicos, privados y paseos, algunas conectadas a la red de agua potable, matrices subterráneas y napas propias, lo que les proporciona ciertas características propias y especiales a varias de ellas (sabor, aroma, color, etc.). Importancia en su diversificación parece haber tenido la modernización del principal acueducto urbano en el siglo XV, el Aqua Virgo, por orden del Papa Nicolás V, pero mucho influyó la creciente población de la ciudad entre los siglos XVI y XVII. Como se reutilizaron muchas urnas artísticas romanas y tinas de antiguos baños para hacer el abrevadero de cada una, se hizo corriente en esos años que tuvieran este cajón rectangular o artesa en su base con relieves escultóricos o diseños de grecas. Posteriormente, comenzaron a aparecer otras más simples, de abrevadero redondo y más compactas. Las fuentes de este aspecto pero que son estrictamente ornamentales, suelen llevar la indicación de que su agua no es potable, aunque son pocas comparadas con la gran cantidad de piletas donde brota fresca y cristalina.
Varias de ellas quedan alrededor de parques urbanos, por Via Flaminia, Trastevere, los patios de antiguas iglesias, palacios y conventos, y otros sitios. No era raro que las vecinas de antaño se encontraran diariamente en las mismas, cargando cubetas para llevar agua a la cocina o lavar ropa, volviéndose así verdaderos lugares de reunión e importantes en la vida de los viejos barrios romanos. Encuentro ejemplos de construcción de estos abastecedores públicos de agua en obras públicas todavía en el siglo XX.
Sin embargo, con el tiempo iba quedando manifiesto que las caras fuentes de este tipo no bastaban para la creciente demanda. La ciudad había aumentado su población y los ritmos migratorios seguían en progresión, por lo que se hizo necesario comenzar a instalar surtidores más seguros hacia la segunda mitad del siglo XIX, que ocuparan menos espacio, fuesen más prácticos y optimizaran el uso del recurso. Surgen así los pilones de agua que abundan en Roma, generalmente de piedra, hierro o de acero, con diseño claramente localista, propio de estilos románicos. La mayoría son de forma cilíndrica, aunque hay algunos también con caras rectangulares o prismas, de piedra travertino o de concreto, y otros que conservan la posición semi-adosada o empotrada contra un muro, rasgo que proviene de las fontanellas anteriores.
El origen de estos pilones surtidores o grifos continuos se remonta a un programa de abastecimiento sanitario del asesor municipal de Roma y luego primer Alcalde de la capital unificada, el ilustre hombre público Luigi Pianciani, iniciado hacia los años 1872-1873. Tras presentarse el diseño de los nuevos pilones, se mandaron a construir los primeros de este tipo especialmente para los barrios que aparecían en torno al casco histórico. De acuerdo a información difundida por Associazione Amici del Vecchio Quadraro, los primeros se instalaron en 1872 y fueron sólo 20 ejemplares, colocados en Piazza San Giovanni della Malva, Piscinula en Trastevere y alrededores, donde aún habría algunos de los originales funcionando. Por mi parte, me enteré de que a menos uno de estas primeras generaciones todavía funciona por el sector de la Piazza della Rotonda, frente al Panteón. Para 1874, se instaló el grueso de los surtidores que tenía Roma hacia fines del mismo siglo, modernizando y actualizando el suministro público de agua como nunca antes en la ciudad.
Denominados nasoni (narigones, como dijimos) por el pueblo, los más antiguos tenían hasta tres boquillas de agua y llevaban decoración con cabezas de dragones que, ya en el siglo XX, fueron reemplazadas por sencillos tubos curvos parecidos a "narices", que le valieron el apodo que hasta ahora tienen. Estas cabezas introdujeron un ingenioso sistema acompañado de un truco para usar la pileta: un pequeño agujero que permitía al usuario sacar por presión un chorro de agua directo a su cara, facilitando beberla, cuando se colocaba un dedo tapando la boquilla principal que apuntaba hacia abajo, por la boca del monstruo.
Fuente mural derivada del Aqua Virgo, de los trabajos ordenados por el pontífice Clemente XIII en el siglo XVIII. Se ubica en la Piazza Augusto Imperatore entre el portal de paso hacia el mausoleo.
Una típica "nasone" metálica, de Roma, sector Via Flaminia con Via Masaccio.
Los nasoni son de hierro fundido y miden entre 1,1o y 1,20 metros de altura, pensando alrededor de 100 kilos. En lo fundamental, su diseño ha sido siempre el mismo. Su chorrito de agua continuo cae en un pequeño desagüe conectado a los sistemas de alcantarillado y, aunque insisto en que casi no vi perros callejeros en Roma, algunos llevan incorporado una especie de pocillo adosado a la estructura por un cinturón metálico, donde se acumula una cantidad de agua que sirve a los canes sedientos, supongo que pensado principalmente para los que son paseados por sus amos y que suelen ser de razas pequeñas.
Durante el Régimen Fascista y hasta la Segunda Guerra Mundial, también se instalaron muchas nasoni de travertino o concreto con detalles metálicos parecidos al estilo iniciado por la fontanelle rionali, cerca de muros (no necesariamente adosados a ellos) y con un plato receptor inferior o a media altura. El surtidor de este nasone solía llevar la cabeza de un lobo (la Lupa) u ocasionalmente de león, de cuya boca brotaba el agua imitando las viejas fuentes murales de las que ya hablamos y, en varios casos, también con el agujero superior para dirigir el chorro de agua hacia la boca. Siendo posible encontrarlos aún en algunos parques y en el sector del Villaggio Olimpico, sin embargo sucede que los pilones de este estilo en la ciudad son hoy escasos y a veces están secos, destruidos por vándalos o con sus cabezas animales robadas y los platos inutilizados por daños.
ACEA, la principal empresa de obras municipales históricamente encargada de las nasoni, publicó una completa guía para turistas con la ubicación de estos surtidores en el casco histórico de Roma durante el año 2009, en el centenario de la firma. Se habla de unos 2.000 a 2.500 en Roma, distribuidos por calles, parques y plazas, con sus hilos de agua escurriendo en forma nunca interrumpida. Unos 280 de ellos se hallan dentro de la Roma amurallada, y son muy buscados por los turistas que suelen están inclinados sobre los mismos bebiendo de su boquilla o llenando otra vez sus botellas y caramayolas vaciadas por la sed. Llegan a ser tan simbólicos en la identidad urbana de la ciudad, como los peperoncinos lo son de su gastronomía o los muñecos de Pinocchio en sus tiendas de recuerdos. Casi todos ellos llevan el sello SPQR (Senātus Populusque Rōmānus, es decir, Senado y Pueblo Romano), y guardan cierta semejanza con el diseño también dispuesto para los abundantes basureros metálicos romanos, en ambos casos parecidos a los antiguos buzones cilíndricos de correos.
A principios de los años ochenta, se intentó cambiar el sistema de fluido continuo por un canilla manual, botón o perilla para el empleo de estos surtidores, evitando el desperdicio del agua. Pero la poca estética de las fontanellas secas con este mecanismo agregado y la destrucción vandálica de algunos de los mismos dispositivos, desalentó a quienes pretendían continuar con tales intenciones. Actualmente, sin embargo, existe un incipiente movimiento italiano que propone terminar con la característica del agua corriendo día y noche en cada nasone, pidiéndose en cambio ofrecer con mayor responsabilidad eco-social el recurso y adicionar llaves o palancas para sacarlo cuando sea requerido por los usuarios.

ASÍ FUE EL CAMBIO DE REÑACA EN 100 AÑOS ("Las Últimas Noticias", 4 de enero de 2016)

$
0
0
Artículo "Coleccionista de imágenes publicó en Twitter históricas fotos del balneario. Así fue el cambio de Reñaca en 100 años", de Daniela Torán, publicado en el diario "Las Últimas Noticias" del lunes 4 de enero de 2016. Link al artículo original:  http://www.lun.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2016-01-04&NewsID=334788&BodyID=0&PaginaId=22 (Clic encima de la imagen para ampliarla).
"Es una transformación brutal", dice Alberto Sironvalle, quien difundió la foto del lugar sin edificios. "Reñaca tuvo un crecimiento planificado, no fue espontáneo", explica Cristian Salazar, investigador de historia urbana.
El 2 de enero Alberto Sironvalle (52) subió una foto de la playa de Reñaca del año 1952 a su cuenta de Twitter @alb0black y a los pocos minutos la imagen se viralizó. "La encontré hace mucho tiempo. Es del archivo histórico José Vial de la PUCV", cuenta el vendedor y coleccionista de fotografías históricas, cuyo sitio en Facebook, "Fotos históricas de Chile", tiene más de 167 mil seguidores.
"Es una transformación brutal. Ver las casas enormes y ahora los departamentos de dos por dos, me pareció interesante", dice Sironvalle, quien guarda más de 200 fotos originales del sector, de las cuales compartió otra de 1920 y 1980.
Cristian Salazar, investigador de historia urbana, explica que la principal característica de Reñaca es su artificialidad. "Tuvo un cambio dirigido, planificado, no fue espontáneo. Las casas estilo alemán-inglés que se ven en la fotografía del año 52, y que son preciosas, duraron muy poco. Entre los años 60 y 70 las demolieron para empezar con la construcción de los edificios".
El boom inmobiliario fue en la década de los 80, todo con un perfil turístico. En el sector de Bellavista se pueden ver algunos techos de estas casas que sobrevivieron.
1920, el viejo oeste
Según el archivo de Alberto Sironvalle, esta foto sería del año 1920. Para Cristian Salazar, correspondería a unos 15 años antes. "A principio del 1900, Viña del Mar terminaba en Las Salinas, el resto eran predios, haciendas, no había nada urbanizado. Reñaca era como el viejo oeste. Para el centenario (1910) la familia Vergara, dueña de la Quinta Vergara, comenzó a lotear y vender los sitios.
1952, esplendor alemán-inglés
"Fueron las primeras construcciones en el sector, luego de los loteos, pero duraron muy poco. En los años 60 comenzó la demolición de varias de ellas", dice Salazar.

1980, boom inmobiliario
Salazar explica que en la década del 80 se masificó la construcción de los edificios en la orilla de la playa, con fines turísticos.

2013, área de quitasoles
En la actualidad Reñaca es el balneario más concurrido de la Quinta Región, donde convergen turistas de varias nacionalidades.

CAPITANÍA DE PUERTO DE MEJILLONES: UN PALACIO EN LA ORILLA ATACAMEÑA DEL OCÉANO PACÍFICO

$
0
0
El edificio en sus primeros años. Fuente: mejillones.cl.
Coordenadas: 23° 5'55.90"S 70°27'10.19"W
La imagen del Edificio de la Capitanía de Puerto en la orilla de la playa de Mejillones, en la región chilena de Antofagasta, semejaría a una postal cataclísmica al observador desinformado: la escena de un maremoto inminente, justo cuando el océano está preparándose para tragar al elegante edificio. Pero la verdad es que este palacio costero ha estado siempre allí tranquilo, relajado, en una paz pocas veces interrumpida por las olas que revientan y espuman a tan pocos metros de su estructura, las que sólo ocasionalmente intentan hacerle pasar algún susto. Por eso se ha vuelto uno de los cuadros más característicos el poblado al Norte de la Península de Mejillones y frente a la heroica Punta Angamos.
Después de algunos viajes pudiendo mirarlo sólo desde afuera, tuve el gusto de visitar y conocer bien este edificio durante el inicio del Operativo Médico de la Armada ACRUX-Norte en el buque LSDH-91 "Sargento Aldea", al que llegué invitado como parte de los expositores del Museo de la Guerra del Pacífico "Domingo de Toro Herrera", ocasión en la que tomé estas fotografías a fines de octubre de 2013.
El edificio nace de un programa de implementación de infraestructura para el servicio de costa de la Armada de Chile en esta región y de los planes de modernización urbana de la ciudad de Mejillones contemplados por el Decreto N° 2.102 del 11 de octubre de 1904. Su ubicación, al inicio de la actual calle Francisco Antonio Pinto (en la intersección con Antonio Varas, junto a la Plaza de Eventos), correspondía a la manzana 19 del loteo original de terrenos que se registró en el Plano Comunal de 1906, ejecutado por el ingeniero hidráulico belga residente en Chile don Emilio de Vidts, que por entonces trabajada como consultor de la Armada.
Edificio y playa en 1920. Fuente: Chiledel1900.blogspot.com.
Otra imagen fotográfica de la época, mostrando el edificio.
Postal del edificio en algún período de falta de mantención. Fuente: delcampe.net.
Imagen publicada por Editorial Antártica a inicios de los ochenta.
Era la época en que se buscaba refundar Mejillones (otrora puerto de la industria de plata de Caracoles) luego de su gran caída poblacional tras el terremoto-maremoto de 1877 y el crecimiento de Antofagasta que absorbió la administración y la fuerza laboral de la región. Para tal propósito, se hizo un nuevo trazado de la planta de la ciudad aunque los remates de los terrenos se realizaron en Santiago y no en Antofagasta, curiosamente. Como parte del plan, se requería de un establecimiento para la Armada de Chile desde donde se pudiera controlar el zarpe y arribo de de naves, los controles de puerto y de embarcaciones, operaciones de carga y descarga de materiales, registro de la actividad de pescadores y de muelles, concesiones portuarias y movimientos de pasajeros de servicios marítimos o de la propia institución.
El proyecto del edificio en el señalado lote, fue ejecutado por la Dirección de Obras Públicas de la Región de Antofagasta, cuyo departamento de Inspección de Arquitectura estaba a cargo por el arquitecto italiano con estudios en Chile don Leonello Bottacci Borghesi, el mismo autor del ecléctico Edificio Maino Hnos. de Santiago, en Teatinos. Se cree, por lo mismo, que habría sido Bottacci el autor de los planos del inmueble, aunque hay quienes suponen también que De Vidts habría tenido alguna participación en su diseño. Nacida al alero de la Sub-delegación de la Gobernación Marítima de Antofagasta, incluso en el loteo del plan comunal que le asignaba el terreno en el comentado plano de De Vidts, se lo identificaba como la Capitanía de Puerto de Mejillones, lo que ha creado una confusión de fechas que adjudica su construcción a 1906, cuando en realidad es un poco posterior.
Las obras se ejecutaron entre 1909 y 1910, para ser más precisos, en plenos días de las celebraciones del Primer Centenario en las que se inscribieron estas tareas de modernización y en donde estos territorios nortinos testigos de la historia tenían un símbolo especialmente valioso, por su relación con la Guerra del Pacífico y la industria minera. Las obras, sin embargo, se extendieron hasta 1914, cuando se le reforzó su base con muros de concreto y anclajes de rieles como defensas, para garantizar su buena convivencia con las olas de la costa, en la tregua de armonía que hasta nuestros días mantiene.
La sede de la Capitanía corresponde a un inmueble con dos pisos creado bajo influencia neoclásica inglesa muy visible, aunque con algunos detalles que se podrían asociar al victoriano, al Tudor y a corrientes francesas, lo que le hace también una arquitectura más bien ecléctica en su definición. Me sumo a la opinión de quienes discrepan con que se trate de un edificio "típico" estilísticamente, por lo mismo. Un tercer nivel del inmueble lo constituyen su ático, lo alto de la torre con observatorio con cúpula y la terraza abierta de altura, en la que quedaron instaladas después antenas y equipamientos de monitoreo. Dotado de vigas exteriores y cruces de pino Oregón, mismo material de las estructuras interiores de sus muros de concreto, luce cuatro frontones (uno por lado) con decoraciones y aplicaciones en cornisas y filetes, intercambiando albañilería con carpintería artística.
Los muros externos cuentan también con bloques de vértices o esquineros y destacan sus ventanas con balconetes y su torre lateral con escalera espiral interior dispuesta casi a modo de faro, la distribución geométrica de bloques y caras con balcones de vista al mar, todo montado sobre una gran plataforma de cimientos de zapatas y sillares sobre el nivel de la playa. Sus salas interiores son de gran altura, conectadas por pasillos de piso de maderas y elegantes escaleras abalaustradas, divididos por muros de panel prefabricado en concreto.
Estando dentro del mismo, este lugar semeja una gran mansión de descanso, con el ambiente de relajo y comodidades espaciales cercanas a las de los antiguos inmuebles de tal mismo tipo, aunque éste sea de carácter institucional y perteneciente a un organismo de la Armada. El mar no cesa de sonar hipnóticamente a sólo 20 ó 30 metros de él, y desde la sólida torre que alguna vez fuera su campanario, con influencias estilísticas de los miradores costeros del Mediterráneo, se tiene una vista cautivante de la línea marítima y de su geografía.
Gran orgullo de la comunidad mejillonina, la Capitanía de Puerto se encuentra en buen estado de conservación y forma parte del eje turístico representado por la Municipalidad y el Museo de Mejillones, ambos en sus respectivos e históricos inmuebles por la misma arteria. Su imposición formal frente al balneario municipal y su aislamiento en el límite costero es evidente, y por eso se ha convertido en emblema local por décadas.
Cabe señalar que el edificio nunca ha sido declarado Inmueble de Conservación Histórica ni Monumento Histórico Nacional, pero sí está medianamente protegido por la cobertura de los Instrumentos de Planificación Territorial (IPT) del Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Importantes obras de restauración se ejecutaron en el año 2006, con motivo de las celebraciones de aniversario 127 del Combate Naval de Angamos, en que fuera capturado el monitor "Huáscar".
Me parece que ha ido perdiendo un poco los jardines que lo decoraban, pero también se le han adicionado otros elementos interesantes al conjunto, como la boya conmemorativa de la Punta Angamos que da nombre a la contienda naval sucedida cerca de ella en la Guerra del 79, instalada en 2005 tras petición popular respaldada por la Cámara de Comercio de Mejillones, y que desde hace pocos años reposa el peso y la altura de su gloria junto a la entrada del edificio, tras ser reemplazada por una más moderna y de aletas redondeadas.

LA PIEDRA DEL SOL Y UN ENIGMA MEGALÍTICO DE LAS ROCAS DE SANTO DOMINGO

$
0
0
Ilustración de la Piedra del Sol, hecha por el propio Fonck.
Coordenadas: 33°37'46.78"S 71°38'7.38"W (Piedra del Sol)
Mucha gente visitará durante estas vacaciones -y como en todos los veranos- el elegante balneario de las Rocas de Santo Domingo, ubicado en la Provincia de San Antonio en la costa central de Chile, justo al Sur de la desembocadura del Río Maipo sobre las aguas del Océano Pacífico. Célebre por sus casas de gran estilo y por haber sido una localidad de descanso para familias de nivel socioeconómico más bien acomodado, durante estas fechas sus playas habitualmente despejadas suelen llenarse de toallas, sombrillas y pieles doradas.
Deben ser pocos los veraneantes, sin embargo, que destinan parte de su bien merecido ocio a observar con detención esos extraños y enormes lotes de rocas que le dan nombre al lugar y que, a lo sumo, les servirán para entretenerse escalándolas o refugiándose en sus sombras, allí abajo de la Gran Avenida del Mar frente a su enlace con la Avenida del Litoral, por el sector llamado Mirador del Gringo.
No es su culpa, sin embargo: el enigma de estas enormes rocas y las observaciones que se han hecho de ellas, permanece en un letargo de ignorancia casi generalizada, escasamente divulgados y apenas señalado por un modesto cartel en el más importante grupo del complejo, si es que esta señal informativa aún existe y no ha caído víctima de la destrucción o los infames tags y aerosoles rupestres, como ya le ha sucedido a la superficie de varias de las señaladas piedras gigantes de esas playas.
Persiste el misterio de estas extrañas estructuras, que algunos presumen artificiales y otros consideran mera obra de la naturaleza. La más importante de ellas, la Piedra del Sol o Intihuatana es quizás la única donde las voces más autorizadas se han abierto más públicamente a las posibilidades de que sea una ciclópea construcción hecha por manos inteligentes. Pero existe también el formidable lote de rocas del Mirador del Gringo parecido a un túmulo rematado en una enorme piedra de bordes redondeados, al igual que otro conjunto de piedras vecino de gran parecido a un dolmen y que, conocido como el Ídolo del Mirador, hoy poco invisible por hallarse casi rodeado de propiedades particulares.
Hay quienes creen ver en estas rocas también a los equivalentes a menhires o columnas derrumbadas, una gran terraza de piedra, cabezas de animales talladas en algunas (tortugas, aves, etc.), algo como un trono gigante e inscripciones extrañas (triángulos, cruces, huellas humanas y hasta runas). Leyendas modernas y de neofolklore proponen que fueron hechas por una perdida raza de gigantes o por civilizaciones perdidas... Y mucho más aún.
Rocas de Santo Domingo, en imagen de 1997.
LAS TEORÍAS DE OSCAR FONCK SIEVEKING
La historia de esta curiosidad en nuestro territorio comienza con la mirada que hiciera allí el investigador y explorador chileno-alemán Oscar Fonck Sieveking (1901-1997), un escritor autodidacta e independiente autor interesantes trabajos en área de arqueología y antropología, además de ser abuelo materno de las mediáticas hermanas Cecilia y Diana Bolocco Fonck. Sus planteamientos han tenido cierta similitud y complementan a los del profesor y arqueólogo Roberto Rengifo, también controversiales y poco difundidos, además de ofrecer paralelismos con la obra de Jacques de Mahieu en Argentina.
Fonck Sieveking observó con atención las enormes rocas de la orilla de este balneario, nacido sobre viejos terrenos de la orden de Santo Domingo en la región. De ahí su nombre: Rocas de Santo Domingo. Fue él quien identificó la extraña forma semejante a un gnomon o reloj solar de unos 5 metros de altura, definiéndola como la Piedra del Sol o Intihuatana en quechua, al asociar su construcción a algún influyo o parecido a los de la cultura incásica. Sus audaces teorías para explicar el origen de semejante obra están contenidas en trabajos como "Construyamos arcas" y "Vikingos y berberiscos", donde expone la suposición de que América fue poblada por una raza del Viejo Mundo muy anterior a la colonización de migraciones asiáticas por el Puente de Beringia (hace unos 14 mil a 11 mil años), como dice en el primero de los libros mencionado:
"Indudablemente América fue colonizada por tribus asiáticas a través del estrecho de Bering, como lo han demostrado investigaciones antropológicas, filológicas y culturales. Igualmente coinciden costumbres y folklore entre pueblos asiáticos y americanos. Pero quisiera dejar constancia de la convicción que me he podido formar después de estudiar durante años las leyendas y tradiciones americanas, de que no todos los pueblos americanos son de procedencia asiática. Estoy convencido de que América contaba con una población autóctona, cuando se produjeron las invasiones asiáticas, atlánticas y europeas".
El investigador publicó esto en 1965, sólo 30 años después de los principales trabajos que propusieron la teoría de Beringia como la más aceptada para explicar el poblamiento de América, pero unos 60 años antes de que la misma y su derivada propuesta del poblamiento continental desde la supuesta cultura Clovis fundada por los llegados a través del puente glaciar de Siberia-Alaska hace unos 13.500 años, comenzara a naufragar a la luz de nuevos y categóricos antecedentes como el del yacimiento de Monte Verde en Puerto Montt, al Sur de Chile, datado en 14.800 años.
Para Fonck Sieveking, la zona territorial entre los ríos Maipo y Rapel habría sido habitada por una cultura desconocida anterior a las de origen asiático que se hallaban allí al momento de llegar los conquistadores hispanos. Según lo que expone en "Vikingos y berberiscos" de 1978, esta etnia habría surgido de la llegada de una expedición egipcio-berberisca que arribó en estas costas en tiempos muy remotos y que dejó, entre otras huellas, las misteriosas inscripciones descubiertas por el alemán Karl Stolp al interior de San Fernando, revisadas años después por el profesor Barry Fell, de la Universidad de Harvard. De acuerdo a su creencia, la expedición y la inscripción se habrían hecho por orden del Faraón Ptolomeo III, ascendido al trono en el año 246 antes de Cristo. Además, Fonck ve relaciones entre la toponimia de la zona y la fonética polinésica, con nombres como Tinguiririca, Rengo, Requínoa, Malloa, Pelequén, Chimbarongo, etc., arguyendo que debió recibir visitas de culturas transoceánicas quizás en más de una ocasión y siguiendo alguna misteriosa ruta de mar.
Esta cultura desconocida, que estaría emparentada también con migraciones vikingas hacia el Mediterráneo según explicó el autor, sería la autora de los megalitos que creyó ver en las Rocas de Santo Domingo y otros sectores geográficos relacionados con la cuenca del Tinguiririca.
La Piedra del Sol vista de frente, contra el Sol de la tarde.
La misma estructura vista desde su costado Sur.
LA PIEDRA DEL SOL
El misterioso conjunto de rocas que Fonck Sieveking definió como el Intihuatana local o la Piedra del Sol de Santo Domingo, habría sido para él un observatorio y medidor solar, además de lugar de adoración relacionado con la primitiva agricultura. Está en el sector de la playa conocido como La Puntilla y también lo dibujó, hacia el año 1958, todavía en pleno proceso de urbanización del poblado luego de los loteos, ventas de terrenos y creación de la comuna en los años cuarenta. Así lo describe en "Construyamos arcas":
"El destino me brindó la oportunidad de llegar a conocer muy a fondo uno de los balnearios más preciosos de Chile. Todos los años he pasado mis breves veraneos en Santo Domingo, un balneario idílico de costa situado al sur de la desembocadura del río  Maipo, en la zona central de Chile.
(...) Al investigar todo el terreno en forma metódica, encontré que entre las dunas existían muchas tumbas primitivas, marcadas por una gran cantidad de trozos de cántaros, como también por una cantidad de utensilios de piedra, lo que demostraba que la manera de vivir de estos grupos étnicos correspondía a la de la edad neolítica.
Aparentemente, los indios de baja jerarquía habían sido sepultados entre las dunas y cerca de los conchales, mientras que los demás habían encontrado sepultura en un verdadero cementerio, con sus obsequios votivos y con cántaros que contenían alimentos para el viaje hacia el más allá. Inclusive pude establecer la existencia de la tumba de un cacique que será mencionada posteriormente en forma más detallada. Las tumbas entre las dunas están cubiertas con gran cantidad de piedras multicolores, formando un dintel que mide más de 500 m. de largo".
Y entrando ya de lleno a la Piedra del Sol, informa:
"Como los habitantes primitivos de Santo Domingo, a orillas del río Maipo, necesitaban un calendario para sus faenas agrícolas, erigieron la piedra-calendario o roca del sol (INTIHUATANA) que aparece en la ilustración N° 9. Al observar el hacinamiento de rocas desde el frente, se ve que está formado por una gran roca que sirve de base y sobre la cual al lado derecho se levanta verticalmente una roca plana que ha sido colocada allí por la mano del hombre y que está acuñada con piedras más chicas. La roca plana que se encuentra colocada en forma diagonal forma una verdadera mira. Esta roca parece no haber sido colocada exactamente en su sitio, o sea, apoyada con todo un canto sobre la roca vertical, pero es muy posible que en esa forma hubiera ejercido una presión demasiado grande sobre ésta, haciendo peligrar su estabilidad.
Al colocarse por detrás de este grupo y si se mira a través del ángulo formado por la roca vertical y la diagonal, se tiene una verdadera mira que es complementada por un grupo de rocas colocado más hacia el Este, que debe de haber servido de alza. Desgraciadamente, este grupo de rocas ha sido dañado y no está ya completo. No obstante, sirve aún como punto de referencia para establecer la salida del sol en ciertas épocas del año".
El aspecto del conjunto de rocas, realmente es intrigante, más allá de lo discutible que pueda resultar si es natural o artificial: un aparente megalito esbelto (la roca estela) erigido y montado al lado de lo que semeja una especie de asiento descomunal, con la gran tabla de piedra cruzada y todo sobre un sólido basamento de rocas. Parece la versión pétrea del gigantesco puesto de mando, de una nave imaginaria. La piedra más alta, que funcionaría como estilo solar, es delgada vista de frente y ha sido interpretada también como una representación fálica por algunos. Vista de costado, en cambio, se la observa empotrada sobre otra piedra más gruesa e irregular, pero con forma general de triángulo rectángulo.
La Piedra del Sol, reconstruida (fuente: Fotolog de haunebu_vril).Y continúa el autor:
"No he podido precisar, desde hace cuantos años está colocada esta estela en Santo Domingo, pero creo que cualquier astrónomo podría establecerlo a base de cálculos matemáticos, ya que existe un punto de referencia (el alza formada por el grupo hacia el Este). Sería interesante establecer en esta forma la antigüedad de este monumento prehistórico".
Siguiendo en las palabras del investigador, esta vez de "Vikingos y berberiscos":
"...da la idea de que una cultura avanzada para aquellos tiempos (200 años a. de C.), erigió este monumento con el objeto de poder establecer las estaciones del año en que esta comarca tan alejada de la patria de ellos. Este monumento indicaba los equinoccios (21 de mayo y 21 de septiembre de cada año)".
Las teorías Fonck llamaron la atención de algunos estudiosos europeos, pero prendieron poco en Chile hasta tiempos recientes. Muchos las desestimaron considerándolas pseudociencia y la propia espectacularidad de sus revelaciones sonaba poco confiable, como propia de quien se propone ver un fantasma en la oscuridad hasta que consigue verlo gracias a la sugestión. Pero también en años posteriores han comenzado a ser revisadas y despejadas de sus elementos más fantásticos, para encontrar posibilidades de verdad en ellas. Francamente, no sé si el que sus observaciones hayan sido acogidas por el ufólogo español Antonio Ribera en alguno de sus libros (hecho que algunos celebran como aporte), realmente favoreció a la credibilidad y divulgación de las mismas.
Acercamiento a la estela de la Piedra del Sol.
Detalle de la piedra silla y la tabla visor.
DESTRUCCIÓN, RESTAURACIÓN Y NUEVOS ESTUDIOS
La Piedra del Sol ya tenía algunos daños debido a la antigüedad y los terremotos, según información que recibí hace años en el Museo de Ciencias Naturales y Arqueología de San Antonio, pero la mayor parte de su estructura estaba en pie en los días en que la dibuja Fonck Sieveking. Lamentablemente, sin embargo, como parte de los trabajos de urbanización de Santo Domingo fue removida de su lugar en 1968, en una decisión que aún hoy saca ronchas.
Unos diez años después de su destrucción, se implementó un primer plan de recuperación de las piezas originales para reconstruirla, para ser repuesta en el lugar. Parte de su estructura se perdió para siempre, como las gradas, y otras piezas menores debieron ser reemplazadas, sin embargo. Tiempo más tarde, la primera etapa de un nuevo plan de restauraciones y mejoramientos quedó concluida recién en 2004, con la reconstrucción de la Piedra del Sol tan cercana como se pudo en su aspecto a cómo era antes de su remoción. Un panel informativo le fue agregado entonces:
"PIEDRA DEL SOL
INTIHUATANA
¿OBRA DEL HOMBRE O DE LA NATURALEZA?
SE LE CONOCE TAMBIÉN COMO INTIHUATANA POR SU SIMILITUD CON MONUMENTOS-CALENDARIOS INCAS
CUYA FINALIDAD SERÍA SEÑALAR LOS CAMBIOS DE ESTACIONES Y LOS PERÍODOS DE SIEMBRA.
'INTIHUATANA' SIGNIFICA 'PIEDRA DONDE SE ATA EL SOL'
LO AMARRABAN SIMBÓLICAMENTE EL 21 DE JUNIO (SOLSTICIO DE INVIERNO) PARA OBLIGARLO A PERMANECER MÁS HORAS Y ASÍ ALARGAR LOS DÍAS.
PRIMERA ETAPA DE RECUPERACIÓN ABRIL 2004
ILUSTRE MUNICIPALIDAD DE SANTO DOMINGO"
Convertido ya en un símbolo milenario para el balneario, en una charla de homenaje a la memoria de Fonck Sieveking ofrecida para la Agrupación Cultural de las Rocas Santo Domingo, el 7 de febrero de 2006, mi amigo el también investigador independiente Fernando Saieh Alonso hizo notar otro simbólico y significativo alcance nominal del Intihuatana de Santo Domingo, para la identidad local:
"Las Rocas de Santo Domingo
Roca = Piedra = Stein = Huatana
Domingo = Día del Sol = Sonntag = Inti"
Cabe advertir que el trabajo de investigación de la Piedra del Sol ha sido continuado por otros autores, como el arquitecto Sergio Mandujano López, por desgracia también con escasa publicidad. En 1989 publicó su trabajo "El secreto de las rocas" que, entre otras interesantes revelaciones, plantea un esquema explicativo de cómo funcionaba el observatorio solar del Intihuatana de Santo Domingo al estar situado en la parte baja de la pendiente costera y frente a la línea de vista del Sol.
Mandujano plantea también que entre la línea de la roca estela del Intihuatana y la salida del Sol por encima de la pendiente, había una gran piedra-puntero o aguja con forma de menhir puntiagudo, llamada Piedra Intermedia y que ya desapreció, infelizmente. Esta roca marcaba justo el lugar del orto solar.
El mismo autor agrega que cada 4 años debía ser ajustado el observatorio, describiendo un complejo mecanismo de la columna principal o estela de la Piedra del Sol en su anclaje, con rodillos o bolones y cuñas que permitían avanzar o retroceder la pesada pieza usando una roca guía y una traba para cuando estaba precisada su posición correcta. Insiste en la idea de Fonck de que la piedra en forma de tabla e inclinada sobre la roca silla marcaría un visor o una mira, y la que está atrás del respaldo correspondería una roca de refuerzo. Para él, además, otra prueba de la artificialidad de las formas de la roca sería un encastre o encaje inferior de la estela y que le da el aspecto de estar "colgando" por el borde, pero que en realidad sería el tope del viejo mecanismo que tenía para desplazarla sobre su base.
En opinión de Mandujano, pues, sólo una desaparecida cultura muy anterior a la indiana y con niveles más avanzados de tecnología y matemática, podría haber sido capaz de concebir e implementar el sofisticado sistema calendárico y de ajuste que le describe a la original Piedra del Sol. Qué tan real fue este mecanismo, sin embargo, quizás nunca podamos confirmarlo fehacientemente, pues acabó inutilizado después de la ruina y reconstrucción de la Piedra del Sol.
Esquemas ilustrados por Mandujano, mostrando el sistema general de funcionalidad de la Piedra del Sol con respecto a su alineación solar, y la descripción de su estructura y mecanismos de ajustes.
Vista de la Piedra del Sol, desde el lugar aproximado a donde se hallaba antes la piedra aguja del conjunto solar, según el esquema de Mandujano.
arquitecto Sergio Mandujano López

Fuente: Emol.com - http://www.emol.com/noticias/todas/detalle/detallenoticias.asp?idnoticia=284809
 
OTRAS ROCAS ENIGMÁTICAS DEL SECTOR
Fonck Sieveking observó también el conjunto de formas redondeadas del llamado Ídolo del Mirador del Gringo, hoy poco visible entre las residencias. De hecho, fue el primer grupo de rocas que despertó su interés por investigar las formas pétreas del balneario, antes de la Piedra del Sol. En las interpretaciones más imaginativas, se lo describe como una figura con barriga prominente, cabeza barbada y brazos de rocas, muy parecido al personaje Rock Biter del filme alemán "The Never Ending Story". Aunque creo que estas descripciones están muy contaminadas por la pareidolia, no deja de ser intrigante esta estructura: un lote de enormes rocas sobre las cuales está colocada una gran piedra que es interpretada como la "cabeza" de la figura, y que parece casi equilibrada sobre la torre rocosa y encastrada sobre sus formas, al estilo de un dolmen.
Otra roca comentada en sus libros es la que denomina la Tumba del Cacique, donde distingue un curioso triángulo trazado sobre una de las piedras. Así habla de ella en "Construyamos arcas":
"La roca central estaba apoyada en dos cuñas burdas de piedra, de las cuales habíamos retirado una. La otra está bien visible. En la parte superior derecha se ve un triángulo que puede ser natural, pero tal vez habrá sido hecho por la mano del hombre. La roca central está cubierta de curiosas manchas en forma de huellas de animales. Estas rocas muchas veces han sido consideradas sagradas por los indios.
El símbolo del sol (piedra tacita) es una demostración de que allí se encuentra la tumba de un jefe, ya que esta tacita está grabada en una roca rugosa, mientras que por lo general las tacitas se han ahondado en rocas lisas con el objeto de moler allí el maíz. Y estas tacitas por lo general no son tan redondas, ni de tan poca profundidad.
Con algunos amigos tomamos la determinación de penetrar dentro de la tumba, trabajando varios días consecutivos en ella. Desgraciadamente no teníamos a disposición las herramientas y útiles suficientes como para poder acometer la labor en debida forma, por lo que comenzamos a efectuar solamente los trabajos preliminares. Fácilmente retiramos la segunda cuña debajo de la roca pequeña central. En seguida tratamos de eliminar esa roca que estaba firmemente asentada en el cerro. Mientras que dos trabajábamos con barretas para soltarla por la parte superior, el tercero trabajaba por debajo, ya que allí era donde se asentaba más firmemente. La roca se soltó cuando menos lo esperábamos, aplastando casi a Guillermo, quien la había estado minando por debajo. Los constructores de la tumba la habían arreglado en forma de dificultar lo más posible una eventual profanación. Las rocas que se encontraban detrás de la que habíamos desprendido, estaban entreveradas en tal forma que no se hacía posible introducirse entre ellas, salvo empleando dinamita, lo que no era posible debido al hecho de que existían casas a muy poca distancia.
Así, la excavación ha quedado pospuesta momentáneamente, hasta que pueda efectuarse en debida forma, por medio de un grupo de entusiastas que quieran pernoctar en el terreno para evitar que la curiosidad del publico entre a dañar de noche, lo que se ha podido ir avanzando de día".
Está la denominada Piedra Timbal, que también tenía supuestos mecanismos de ajustes y equilibrios parecidos a la roca estela de la Piedra del Sol, según aduce declarando que eran controlados por algún mago o brujo; y las terrazas de rocas megalíticas que prácticamente destruida ya por terremotos y modificaciones del paisaje. Refiriéndose a las figuras menores en los roqueríos, agrega en "Vikingos y berberiscos":
"En mis investigaciones del área arriba mencionada, he encontrado (con ayuda de un empleado de la municipalidad) a una tortuga de piedra, cuyo diseño va a continuación. Es de suponer que los araucanos no habrán tenido mayor interés por las tortugas, ya que éstas no abundaban en las playas chilenas. Por consiguiente, debió ser otro grupo étnico el que dejó esa escultura que más bien de la cabeza, ya que el cuerpo puede haber estado ya preformado por la naturaleza. Se trata del caparazón grande del animal, del que sale un cuello con una cabeza típicamente de tortuga. Si solamente se hubiese encontrado esa evidencia, tal vez podríamos suponer que los autores fueron artífices de otra cultura. Pero al encontrar una cabeza de pájaro en un grupo de piedras cercano a la playa norte, ya no se puede dudar. Fueron los norafricanos, tal vez los egipcios, o incluso los pascuenses, los que estuvieron en esta zona, dejando monumentos que demuestran su paso por esas playas".
A lo descrito, el autor suma otros casos interesantes de localidades cercanas, como supuestos restos de columnas y una especie de sarcófago de piedra de más de tres metros "tallado" con cara de frente en un cerro, en el Camino de San Juan al Norte del Río Maipo, aunque si es el que he visto alguna vez (muy maltratado por vándalos con aerosol y propagandistas políticos), manifiesto mis serias dudas sobre su pretendido origen escultórico. Confirmo en artículos de sitios de internet que lo han estudiado, que sus autores comparten este escepticismo. Además, los segmentos de columnas que Fonck describe como totalmente redondeadas y que estaban a unos 12 a 15 metros sobre el camino, hasta donde sé no han podido ser localizados nuevamente.
Costado norte de la Piedra del Sol. Detalles del montaje de la roca estela.
Roca estela en su parte más alta.
MÁS ALLÁ DE LAS CONJETURAS
Por supuesto, no cabe duda de que hay exageraciones e interpretaciones de inseguro respaldo entre las afirmaciones de Fonck Sieveking, particularmente en la relación egipcio-berberisca y polinésica que ve en la cultura a la que atribuye la construcción de los monumentos megalíticos de Santo Domingo y la propia identificación de varios de ellos. Me parece también que muchas de las formaciones cóncavas que señala como "huellas" esculpidas en las rocas, son en realidad concavidades naturales o nodulares, aunque es posible que hayan sido intervenidas.
Sin embargo, el tiempo ha ido demostrando la posibilidad de que un buen porcentaje de las suposiciones y propuestas del autor sean reales. Parte de su trabajo ha sido almacenado en el Museo Francisco Fonck de Viña del Mar, de hecho, además de hallarse en los archivos de investigadores y escritores que conocen de su obra y la han difundido, como el historiador de la Universidad Católica de Chile y escritor Rafael Videla Eissmann, autor del documental "La Piedra del Sol y los monumentos megalíticos de Santo Domingo", de 2007, además de algunos folletos sobre el tema.
La recuperación del material legado por Fonck persiste en nuestros días, entonces. El investigador Sergio Fritz Roa -por ejemplo-, también amigo nuestro, ha logrado identificar algunas otras formaciones de la costa de esta provincia que podrían corresponder a intervenciones humanas y en las que pueden identificarse figuras muy parecidas a las que se describen para Santo Domingo, como huellas humanas, tortugas, cazoletas y rostros, especialmente en las playas de El Quisco. Empero, el reconocimiento de la Piedra del Sol como posible observatorio y marcador solar es, por ahora, el paso más importante que se ha conseguido dar en la validación de estos trabajos de Fonck, aunque llama la atención la todavía tibia y tímida incorporación de la misma roca a la oferta turístico-cultural del balneario.
¿Qué harían acá, en definitiva, situadas en una playa sudamericana y en un país que no fue sede de grandes pueblos constructores, estas supuestas muestras de megalitismo prehistórico, en caso de ser tales? ¿Realmente son evidencia de que alguna secreta humanidad sin registros científicos ni históricos habitó estas costas? ¿O se trata de sólo de un asombroso truco de la naturaleza y del azar geológico, burlándose de nuestra percepción y de nuestro deseo de querer ver lo que no existe?
Estoy muy lejos de explorar posibilidades para tratar de despejar aquí siquiera la duda de si la Piedra del Sol y otras formas de las Rocas de Santo Domingo son auténticas intervenciones humanas o sólo el resultado engañoso de las fuerzas naturales sobre roqueríos costeros, pero esta limitación se debe a que la principal investigación sobre las mismas estructuras todavía se encuentra estancada casi en su punto de partida y pionero, para desgracia del conocimiento.
La llamada roca del "Ídolo del Mirador" en Santo Domingo, y "El Sarcófago" en el camino a San Juan. Imágenes publicadas por Raúl Núñez en iiee.cl.
Las colosales rocas del sector Mirador del Gringo.
Vista general de las rocas del sector Mirador del Gringo y su entorno.
Viewing all 726 articles
Browse latest View live


<script src="https://jsc.adskeeper.com/r/s/rssing.com.1596347.js" async> </script>