La estatua de Carrera en al Alameda hacia los años del Primer Centenario de la República. Imagen correspondiente a los archivos fotográficos de la revista "Patria Vieja".
Coordenadas: 33°26'40.95"S 70°39'14.10"W (primera ubicación, aprox.) / 33°29'9.18"S 70°39'1.48"W (ubicación actual)
A pesar de toda la ojeriza, la tergiversación y cierta animadversión académica; a pesar de actos insólitos en su temeridad y desparpajo, como fue la destrucción de su antigua cripta y la de sus hermanos en la Catedral Metropolitana hace años, y a pesar incluso de la fábulas terroríficas que ha difundido el derechismo historiográfico platense sobre su persona -con émulos acá, en su propia patria-, presentándolo como un vulgar saqueador y caudillo filibustero de tierra, ha sido un proceso inevitable el que la figura del prócer José Miguel Carrera se posicionara sólidamente, como un confirmado icono presente y potente en este período de Fiestas Patrias: desde el homenaje más libreteado y rígido hasta la letra de la cueca más brava y emocional.
Parte de esto, acaso, se debe al replanteamiento alrededor de su legado durante el pasado Bicentenario Nacional. Pero el camino que se hizo por entonces con su estatua ecuestre en la Alameda hasta quedar en el Barrio Cívico, fue más bien corto: sólo unas cuadras, para llegar a su posición definitiva aquel año 2010, por mucho desafío de ingeniería que haya involucrado el traslado.
Muy distinto y pintoresco es, en cambio, el caso del que fuera el primer monumento del General Carrera allí mismo, en la Alameda de las Delicias del siglo XIX, y que realizó un viaje de unos 5 kilómetros o más hasta su actual ubicación, en la entrada de la avenida que lleva hoy el nombre del romántico "Príncipe de los Caminos" en la comuna de San Miguel... Éste viaje, concretado recién en los años ochenta, quizás fue la verdadera última gran aventura del prócer.
Quienes están familiarizados con las fotografías antiguas de la Alameda, las del siglo XIX y principios del XX, reconocen con facilidad la estatua de don José Miguel Carrera que se observa en la plaza y bandejón central. Poco se conoce de lo que sucede después, y sólo algunos logran advertir que el mismo monumento se encuentra ahora en San Miguel. Afortunadamente, investigadores carrerinos como Emilio Alemparte se han tomado la tarea de reconstruir la historia de esta importante pieza que, entre otras categorías, resulta ser la primera en Chile que haría homenaje a algún héroe de la Independencia con financiamiento logrado por erogación popular y donativos ciudadanos.
Ilustración de la estatua, publicada por Santos Tornero en "Chile Ilustrado"
EL ANTIGUO MONUMENTO
A partir de un interés que ya venía manifestándose desde antes, el Gobierno de don Manuel Montt encargó al escultor parisino Auguste-Alexandre Dumont -el mismo autor del famosísimo Génie de la Liberté de la Columna de Julio- la producción de una obra destinada a homenajear al Padre de la Patria Vieja, don José Miguel Carrera. Actuando como intermediario, el joven escultor nacional José Miguel Blanco proporcionó a Dumont algunas imágenes y colaboró en precisar las características del lugar donde iba a ser montada la obra en la Alameda de las Delicias, cerca del Palacio de la Moneda.
Manos a la obra, el prodigioso artista francés representó al General Carrera de pie y vestido con el magnífico uniforme del Regimiento Húsares de Galicia, mismo en el que alcanzara el grado de Sargento Mayor allá en Cádiz, cuando recibió la Condecoración de la Cruz de Talavera en reconocimiento a su heroico actuar durante la guerra independentista española. La obra habría quedado concluida en 1857, llegando al año siguiente a Chile.
Según Alemparte, el monumento fue entregado a la ciudadanía antes de terminado el Gobierno de Montt, siendo descubierto sobre un pedestal construido en concreto revestido de piedra gris clara, que alguna vez estuvo rodeado alguna vez por una hermosa reja baja de forja que se perdió con el tiempo. Sin embargo, en otras fuentes se señala que la obra fue inaugurada en el gobierno siguiente, el de José Joaquín Pérez, en 1864. Revisando a Recadero Santos Tornero, veo que registra en su "Chile Ilustrado" que la base tenía la siguiente inscripción:"CARRERA, 1858", aludiendo al año en que recibió la estatua. Una nota del diario "El Ferrocarril", emitida el mismo día 17 de septiembre de 1864 de la inauguración, nos aclara todo:
"Hoy ha tenido lugar la solemne inauguración de la estatua erigida en honor del ilustre general don José Miguel Carrera, en el lado poniente de la verja del jardín que ocupa el óvalo central de la Alameda. Un gentío inmenso se había agrupado en ese espacioso local, manifestando el más caluroso entusiasmo.La estatua es de bronce y representa al héroe en su fantástico traje de Húsar de la muerte, mostrando al pueblo el sable libertador, que rompió él primero las cadenas del coloniaje. Su fisonomía revela el genio audaz que desafía los peligros y a quien no abaten los reveces, ni la adversidad. El estatuario Dumont ha sabido interpretar con maestría el alma del revolucionario de la patria vieja. La estatua descansa en su modesto zócalo de mármol, que se halla hoy adornado de preciosas coronas y cubierto de flores".
A las 13:00 horas de aquel día en la víspera de Fiestas Patrias, se formó a los pies del monumento el Batallón 2° de Línea y llegó la comitiva de la Unión Americana, importantes en la creación del monumento, junto al Alcalde de Santiago don Vicente Larraín Espinosa quien portaba la bandera original jurada de 1818. En el encuentro, oficiaron como oradores José Victorino Lastarria, Pedro Moncayo y Benjamín Vicuña Mackenna, en el mismo orden. También llegaron veteranos sobrevivientes de las Guerra de la Independencia.
"La fiesta de inauguración -concluye "El Ferrocarril"- ha sido digna del héroe a quien se dedicaba y el pueblo que tributaba este espléndido homenaje".
Se ha escrito también que su ubicación inicial era exactamente en donde está ahora el monumento ecuestre del General José de San Martín, pero la misma cita de "El Ferrocarril" nos confirma que era un poco más cerca de la altura del Palacio de la Moneda. Esto es pasada ya la cuadra en donde desde hacía poco antes estaba la desaparecida Estatua de la Confederación Americana, pero frente a lo que será después explanada de la casa presidencial. Santos Tornero señala lo mismo en su citada obra, cuando indica que la estatua de Carrera está en el segmento ubicado entre las calles Gálvez (hoy Zenteno) y Nataniel Cox, que es la continuación de Teatinos al otro lado de la Alameda, aunque a la sazón el monumento ecuestre del prócer argentino se hallaba en otro lado.
En aquellos primeros años, la estatua de Carrera era la segunda imagen importante que se veía bajando por la Alameda hacia el poniente, antecedida por la del Abate Juan Ignacio Molina (entre Ahumada y Bandera) y seguida más abajo por la del General Ramón Freire (entre Nataniel y Duarte, hoy Lord Cochrane), que se remonta a 1856 y parece ser la verdadera primera estatua de un héroe chileno en la Alameda.
Fotografía de Jorge Walton, publicada en 1915 en su "Álbum de Santiago".
Otra imagen de los archivos fotográficos de la revista "Patria Vieja".
AFECTADA POR LOS CAMBIOS
Sin embargo, la visión histórica y conmemorativa relativa a la Independencia de Chile comenzó a cambiar su enfoque, por razones políticas e ideológicas en las que se podría especular sobre la influencia de la masonería, la apertura al liberalismo en la aristocracia y hasta el claro predominio de las pasiones americanistas que sedujeron a las clases dominantes chilenas y sus intelectuales en dicho período. De hecho, el propio acto de inauguración de la estatua carrerina tuvo un fuerte acervo americanista, pues los miembros de la Unión Americana se encargaron de hacer colocar banderas de todas naciones de Sudamérica en el acto, con encendidos llamados a la misma confraternidad continental que nos involucraría en la controvertida Guerra contra España del año siguiente, en favor de Perú.
El interés por destacar a los héroes lautarinos de la Patria Nueva era claro en el monumentalismo: hacia el mismo año en que se había encargado la obra de homenaje a Carrera, el Gobierno de Chile también había solicitando ya al escultor Louis Joseph Daumas, la que iba a ser la primera estatua del mundo producida para el General José de San Martín, siendo entregado el gran monumento en 1860 e inaugurado en 1863, anticipándose incluso a la República Argentina en el deseo de erigir una estatua para el prócer, pues si bien la de Buenos Aires fue inaugurada en 1862, fue solicitada también a Daumas pero a partir de una copia de la pedida por Chile y sólo después de que las autoridades porteñas se enteraron de que La Moneda había encargado la suya al escultor francés.
Por otro lado, al inaugurarse la estatua de Carrera en 1864, ésta había quedado justo al frente del Monumento del General San Martín de 1863, de modo que las estatuas realmente no compitieron por ocupar los espacios que tenían en la Alameda, como se ha dicho a veces. De hecho, Santos Tornero señala en 1872 que el Monumento del General San Martín se hallaba ubicado por entonces en otro sitio: en el llamado Óvalo o Plazuela de San Lázaro, más abajo de la estatua de Freire y cerca de la actual Avenida Brasil. Inevitable es preguntarse si influyó en este cambio del Monumento a San Martín el pésimo y cada vez peor momento por el que pasaban las relaciones diplomáticas chileno-argentinas, en aquel tiempo.
Ocurrió curiosamente que, sólo después de la instalación de la estatuas de San Martín, de Carrera y de Freire, se concreta también la iniciativa de homenajear al General Bernardo O'Higgins, encargándose la obra a Albert-Ernest Carrier-Belleuse e inaugurándosela en 1872 en el mismo óvalo central de la Alameda frente a calle Morandé. Al igual que en el caso del prócer argentino, la motivación para levantar esta obra fue promovida y alentada por Vicuña Mackenna y los americanistas. Después, se consumaría la decisión de colocar a ambas imágenes ecuestres hacia el centro de la Alameda frente a la cuadra de La Moneda, mirándose de frente desde sus respectivos caballos.
Al parecer, la estatua de Carrera quedó relegada más al poniente con estas modificaciones urbanísticas, aunque seguía siendo una de las figuras más visibles y conocidas de la Alameda. Es a ella a la que se refiere el Capitán Ignacio Carrera Pinto -nieto del prócer- cuando responde a la carta del Coronel Juan Gastó luego que éste lo conminaba a rendirse ante la superioridad de sus fuerzas peruanas, frente a las de los 77 inmortales de la Batalla de la Concepción de 1882:
"En la capital de Chile -le escribiría el héroe, contestando en el mismo papel-, y en uno de los principales paseos públicos, existe inmortalizada en el bronce la estatua del Prócer de nuestra Independencia, General don José Miguel Carrera, cuya misma sangre corre en mis venas; por cuya razón comprenderá Usted que ni como chileno ni como descendiente de aquél, deben intimidarme ni el número de sus tropas ni las amenazas del rigor".
Empero, a diferencia de la efigie de Carrera, ambas estatuas ecuestres de San Martín y O'Higgins quedaron ocupando una ubicación de privilegio frente al futuro Barrio Cívico y en el núcleo de la Alameda, que se enfatizará después con la gran remodelación de este sector de la avenida y del vecindario inmediato, hacia los años veinte y treinta. Ambas estatuas gallardas, mirándose entre sí desde ambos lados de la explanada Sur del Palacio de La Moneda y separadas sólo por el ancho de la misma, serán el principal conjunto monumental observable en el sector del Barrio Cívico.
El monumento en la actualidad, en la Plaza San Miguel.
Acercamiento a la figura del prócer.
EL RETIRO DE LA ESTATUA
El posterior terremoto del 16 de agosto de 1906, echó abajo la estatua de Carrera sin llegar a destruirla, pues su pedestal quedó partido. Esto significó que fuera trasladada hasta otro sector de la avenida, marginándosela del Barrio Cívico. Tras 1937, además, el lugar aproximado que antes ocupaba la estatua ecuestre de O'Higgins, pasa a ser el sitio del monumento al General Manuel Bulnes, también montado a caballo y surgido de un proyecto pendiente de larga data. O'Higgins ha sido desplazado ya hasta lo que pasará a ser, en los cuarenta, la entrada del Paseo Bulnes, quedando hecha así la composición de estatuas ecuestres que caracteriza este sector de la Alameda de Santiago, en la que Carrera aún no participaba.
Como resultado de todos estos cambios, la primera estatua de don José Miguel Carrera fue empujada hacia el sector de más al poniente y fuera del Barrio Cívico. Después, volviendo a moverse hasta el costado derecho del Monumento a Simón Bolívar, cerca de donde había estado hasta hacía poco y provisoriamente la del general argentino. Casi parecía que la imagen del Primer General en Jefe del Ejército de Chile y creador de su primera constitución política, era una incomodidad para las autoridades de entonces: como si su proximidad geográfica con las figuras ecuestres de San Martín y O'Higgins pudiese volver a abrir las irritaciones ardorosas que tuvieron en vida los personajes representados.
Carrera ya estaba en aquella última ubicación en 1933, según constato en el "Revista chilena de la Sociedad de Historia y Geografía" N° 434 de ese mismo año. Era, cuanto menos, el tercer lugar que ocupaba en la Alameda desde que fuera inaugurada.
En 1949, fue fundado el Instituto de Investigaciones Históricas General José Miguel Carrera, cuyos integrantes comenzaron rápidamente una campaña para proveer a la memoria de Carrera su propia estatua ecuestre, considerando -entre otros muchos méritos- su destacada participación en la oficialidad del arma de caballería. Gracias a acciones llevadas adelante especialmente por el miembro fundador Eulogio Rojas Mery y la participación comprometida del Diputado Raúl Irarrázaval, el Gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez aprueba la creación del nuevo monumento a fines de 1959.
Sin embargo, pasaron más de 20 años para que la obra por fin pudiese ser consumada, quedando encargada a las manos del eximio escultor Héctor Román Latorre por concurso de 1981, mismo autor del busto de doña Javiera Carrera en el Cerro Santa Lucía, según información con la cuento de parte del propio Instituto. Descubierta recién en 1984, a la altura de calle Ejército Libertador, esta obra hoy se encuentra de cara a La Moneda y a la Plaza de la Ciudadanía, al lado del monumento a O'Higgins, tras ser traslada en el año del Bicentenario Nacional al acceso del Paseo Bulnes, como gesto simbólico reivindicatorio para con el precursor de la Independencia.
¿Y qué había pasado con la tantas veces desplazada primera estatua de José Miguel Carrera, en tanto? Pues sucedió que, a la espera de esta nueva y monumental obra ecuestre que la sustituiría (y que, como vimos, tardó 25 años en llegar a la Alameda desde el momento en que fuera anunciada), a la antigua se la había desmontado y se la enviado a dependencias de la Ilustre Municipalidad de Santiago, entrando en un período de oscuridad con amenazas de olvido.
Según tengo entendido, estuvo algún tiempo a resguardo en una bodega, pero Alemparte confirma que después apareció en un patio municipal, donde pasó un tiempo más durmiendo en el sueño de los justos.
REUBICACIÓN EN SAN MIGUEL
Afortunadamente, la Ilustre Municipalidad de San Miguel se enteró de las condiciones que estaba el primer monumento a Carrera y el edil ordenó gestiones para que éste fuera pedido y llevado hasta su comuna. La intención era instalarlo en el acceso de la Gran Avenida José Miguel Carrera, de una manera parecida a cómo había ocurrido antes con el primer Monumento a don Benjamín Vicuña Mackenna, que fuera retirado y enviado a la ciudad de Arica luego que se inaugurara en la misma Alameda la otra obra mayor con su imagen y que está en la Plaza Vicuña Mackenna.
De acuerdo a los datos y fechas que tengo a mano, la iniciativa de rescatar el monumento desde el patio municipal, habría sido del alcalde Hugo Gajardo Castro, quien no disimulaba sus ideas de inspiración nacionalista, aunque las mismas le significaron una petición de renuncia hacia fines de ese año a causa del avance de las fuerzas gremialistas dentro del régimen militar, que acabaron imponiéndose en las intrigas interiores del poder en aquellos años ochenta.
Conseguido el propósito de adjudicarse la imagen pocos meses antes de la abrupta salida del edil, ésta es montada y reinaugurada allí casi en los deslindes de la Comuna de San Miguel, en 1981, y poco después trasladada hasta la Plaza de San Miguel un poco más al Sur, entre Gran Avenida y Llano Subercaseaux con Pedro Alarcón, cerca de la Parroquia de San Miguel Arcángel y justo enfrente del edificio administrativo municipal.
El nuevo pedestal se construyó mucho más grande y generoso que aquellos que tuvo en sus años en la Alameda. En la parte más alta, en sus cuatro esquinas, se observan figuras de cóndores con estética de grifos, representativos del valor fiero, sosteniendo fascios que simbolizan la naturaleza guerrera del homenajeado. Al frente se ha esculpido la siguiente inscripción:
GENERAL
DON JOSÉ MIGUEL CARRERA Y VERDUGO
1785-1821
DON JOSÉ MIGUEL CARRERA Y VERDUGO
1785-1821
Lamentablemente, una placa que quizás haya pertenecido al conjunto original y que se hallaba adosada a este pedestal bajo la inscripción recién trascrita, ya no existe, dejando sólo las huellas vacías de los pernos que alguna vez la sostuvieron con firmeza allí, en la cara frontal de la base.
El monumento fue presentado también con el Instituto Histórico José Miguel Carrera, que colocó casi en el plinto del pedestal una placa metálica con forma de pergamino (hoy pintarrajeada), reproduciendo los versos del poeta Guillermo Matta vertidos para el prócer en 1864 y que estaban inscritos en el soporte del original de la Alameda:
ÉL FUE EL PRIMERO QUE MIRÓ CON SAÑA
EL CORDEL DEL EXTRAÑO SERVILISMO
Y ENCENDIDO EN PATRIÓTICO HEROÍSMO
EL FUE EL PRIMERO QUE SE OPUSO A ESPAÑAGUILLERMO MATTAINSTITUTO HISTÓRICO "JOSÉ MIGUEL CARRERA"
1981
Desde entonces, en los 15 de octubre de cada año se rinden allí homenajes al prócer como el día de su natalicio, a los pies de ese monumento que tantos paseos ya debido soportar en esta ciudad. También se realizan en él actos conmemorativos o de gratitud, como los del aniversario de la Batalla de Maipú y el Día de las Glorias de la Caballería Blindada, reconociéndose así que el proceso de Independencia jamás habría podido llegar a puerto en aquella gesta sin su impulso y grito emancipador, a pesar de no haber participado en ese glorioso combate.
Fue así cómo la última aventura de don José Miguel Carrera, el "Príncipe de los Caminos" al que le cantara Neruda, llegó a un feliz final en San Miguel, allá en la misma Gran Avenida que ostenta a perpetuidad su nombre.