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Incautación de botellas con chichas artesanales hechas con restos de frutas, en la Cárcel de San Felipe, agosto de 2018. Al parecer, las estaban preparado para celebrar la Fiestas Patrias. Fuente imagen: Portal SoyValparaíso.
Vinos, chichas, "terremotos", borgoñas, arreglados y cervezas... Pero hay una categoría de bebidas alcohólicas que no se verán mucho en estas Fiestas Patrias, salvo que se esté en cana: los tragos de las cárceles chilenas, cotizados en las comunidades penales especialmente en períodos del año como las celebraciones que ya se vienen y después en la Navidad.
En octubre de 2014, los resultados publicados de un estudio encargado a la consultora Euromonitor International por la Asociación de Productores de Cerveza de Chile (ACECHI), revelaron que los niveles de comercio ilegal de bebidas alcohólicas en Chile eran bajísimos: sólo 6,1% del total, del cual, a su vez, un 63,6% corresponde a adulteración. Como referencia, el promedio de la región subcontinental de alcoholes ilegales es de 25,9% (ver artículo "Un 6,1% del alcohol que se comercializa en Chile es de origen ilegal", en la sección Economía y Negocios del diario "El Mercurio", martes, 28 de octubre de 2014).
Sin embargo, el estudio reveló algo interesante y casi intrigante: un 0,3% de aquel alcohol ilegal se relaciona con producciones informales dentro de condiciones de privación de libertad, por parte de reos. La cifra también es muy baja, especialmente si es comparada con otros países, pero revela que aún existe una pequeña"industria" de creación de bebidas alcohólicas con ingeniosos, extraños y a veces repugnantes procedimientos, destinados a satisfacer las adicciones incontrolables de algunos presos.
Ese mismo año, un grupo de reos de nacionalidad chilena y peruana fueron descubiertos en la Cárcel de San Pedro de La Paz, Bolivia, con todo un taller de producción de bebidas alcohólicas dentro del penal y valiéndose de frutas fermentadas en grandes baldes plásticos para ello. El producto era bebido por los propios fabricantes y comerciado con otros de los prisioneros del complejo. 544 litros de chicha macerada fueron detectados y decomisadas allí, en julio de 2014.
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