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Don Pánfilo, posando como si pegara un cartel anunciando la presentación de su dueño, Agudiez, hacia 1930. Fotografía de Alfredo Molina La Hitte. Fuente imagen: Biblioteca Nacional Digital de Chile.
El arte titiritero reconoce al menos tres principales formas en que tiene lugar su representación: a través de marionetas movidas por cuerdas, a través de los muñecos manipulados directamente a mano y a través de los grandes disfraces o corpóreos representando al personaje. Hay otras variedades, por cierto, como las figuras de sombra o sombras chinescas, los títeres de guantes, de dedos, los de varilla o javaneses, mecánicos y hasta robóticos, pero los más relacionados con los espectáculos suelen ser los principales mencionados.
En la categoría de los títeres de manipulación manual, se encuentran también los muñecos de ventriloquía, los más relacionados con el mundo de las tablas recreativas y los espectáculos de humor general en las candilejas. Los cultores de este bello y antiguo oficio realizan la vocalización de sus muñecos con una disimulada voz que, en el pasado, se creía proveniente de sus estómagos, y de ahí el nombre de ventrílocuos (del latín ventrilocuus, que significa "hablador por el vientre"), generando así diálogos divertidos con el personaje, para entretención del público.
La evidencia arqueológica sitúa a los más viejos ventrílocuos en el Egipto antiguo, apareciendo mencionados también en la Biblia. Empero, el primero del que se recuerda su nombre fue Eurycles de Atenas. A través de la historia humana, entonces, nunca se detuvo la práctica de este arte y fue siendo perfeccionado y profesionalizado durante la Edad Media y la Moderna, llegándonos con toda una tradición y peso histórico hasta nuestros días.
En Chile tenemos aún excelentes artistas ventrílocuos de circo, teatro adulto o diversión infantil. Aunque muchos aseguran que la ventriloquia ya está en retirada en nuestro país, generaciones más jóvenes producen la calidad de espectáculos como el de la actriz Claudia Candia y su muñeca Albertina, además de otros cultores de la titiritería "a mano", muchos de ellos saltados desde el espectáculo de calle, manteniendo vigente esta maravilloso arte.
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