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LOS HERMANOS RETES: CUATRO LIMEÑOS QUE HICIERON ÉPOCA EN LAS CANDILEJAS CHILENAS

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Escena de "Verdejo gasta un millón", de 1941, con Eugenio Retes en el papel principal de Juan Verdejo. En la misma imagen aparecen Conchita Buxón, Rogel Retes y Alejandro Lira. Fuente imagen: "Medio siglo de Zig-Zag: 1905-1955".
Junto al nombre de célebres empresarios de la clásica revista bataclánica chilena, como Enrique Venturino o Carlos Cariola, se nos asoma como desvío lateral inevitable el de un perenne cuarteto de hermanos peruanos chilenizados, que marcó otro hito y un capítulo especial en esos teatros y espectáculos nacionales: los Retes.
En los inicios más profesionales de estos insignes personajes del espectáculo de variedades, se encuentra el Teatro Balmaceda del "Cóndor" Venturino, en los años 30, cuyas ruinas aún permanecen en pie en Calle Artesanos casi llegando a avenida La Paz, en el barrio de los mercados veguinos de Santiago y en donde antes estuvo el coliseo pugilístico del Hippodrome Circo.
Las presentaciones humorísticas realizadas allí entre 1934 y 1941, fueron la época dorada de Rogel y Eugenio Retes Bisetti, Primer Director y Primer Actor del Balmaceda, respectivamente, acompañados con la música de Roberto Retes en el piano y como Director Musical del mismo teatro. Como solían andar y planificar sus trabajos juntos, Venturino les llamaba cariñosamente "Las Tres Gracias". También terminaban cada espectáculo juntos, en diferentes partes del escenario, pero juntos. Empero al trío se les unía un cuarto hermano más quitado de bulla y arribado después, al estilo D'Artagnan de los mosqueteros: Rodolfo Retes, en el violín.
¿Quiénes eran en realidad los hermanos Retes y cuál fue su precisa contribución a este rubro? Su nombre suena y resuena frecuentemente en cada retrospección del género revisteril y del teatro popular chileno, incluso hasta nuestra época, como si se tratara de personajes de veneración, de virtual devoción o culto. Necesariamente, se requiere de un capítulo propio para hablar de ellos, más aún si gran parte de las generaciones de artistas que han sucedido a su leyenda, parecen desconocer que se trató de cuatro de los más grandes renovadores de las artes escénicas nacionales.
Aunque muchos consideraban a Rogel el mejor director de Chile en su época, se dice que él y Eugenio eran tipos nerviosos y exigentes, casi alterados, como la caricatura que usualmente se presenta sobre los directores artísticos o de teatro en películas y comedias. Lo decía el mismísimo Daniel de la Vega en "Luz de candilejas. El teatro y sus miserias", de 1930:
"Retes pasa muy serio, lamentándose de los coros, del escenógrafo, del apuntador. Anda siempre desesperado. La desesperación es su actitud favorita".
Los Retes, sin embargo, eran chilenos sólo por adopción y decisión personal: antes de llegar a hacer sus famosas presentaciones en las orillas del Mapocho, estos talentosos hermanos habían vivido a orillas del Rímac, donde se encontraba su numerosa familia limeña. Habían nacido en la mismísima capital del Perú, dentro del modesto matrimonio compuesto por don José del Carmen Retes y doña Sofía Bisetti.
Rogel Retes en fotografía de 1948 de la revista "En Viaje", misma para la que antes había sido redactor teatral, cuentista, y alguna vez también corresponsal.
Don Enrique "Cóndor" Venturino Soto, célebre dueño del Teatro Balmaceda, del Circo de las Águilas Humanas y del Teatro Caupolicán. Imagen de los archivos de la Biblioteca Nacional. Estuvo relacionado con los inicios de los hermanos Retes.
Rogel vino al mundo en 1888, mientras que Eugenio lo hizo en 1897. El primero se interesó desde niño en las artes de la actuación teatral, participando en presentaciones infantiles en el Teatro Politeama en su tierra natal, antes de conocer Chile. Sin embargo, como su familia era numerosa y pobre debió trabajar desde la infancia, partiendo en una fábrica de chocolates cuyo dueño tenía una pequeña compañía teatral y de zarzuela para los integrantes de los talleres y sus hijos, donde Rogel comienza a introducirse en el oficio. Entrevistado por Manuel Gandarillas hacia el final de sus días, reconocía en la revista "En Viaje" de junio de 1961(artículo "Rogel Retes: 53 años en la farándula del teatro"):
"Llegué al teatro por necesidad, por hambre. Mi padre enfermó gravemente y era preciso dar de comer a él, a mi madre y a ocho hermanos pequeños".
Rogel pisó suelo chileno por primera vez en 1904 y formando parte de esta pequeña compañía, al desembarcar en Iquique. Sus hermanos se reclutaron por su insistencia, siguiéndolo después al país. Les fue bien en tierras chilenas, pero la súbita disolución del grupo teatral le obligó a regresar a Lima, muy frustrado. Empero, convencido de que su futuro estaba acá, retornó a con sus hermanos nuestro país en 1909, aprovechando un contrato que habían conseguido sus hermanas Raquel y Rebeca como bailarinas. Presentó así la obra "De todo un poco" en Mejillones y realizó acá también algunos estudios, estrenando la obra "La Maiga" de 1912, en el Teatro Politeama de Santiago, posteriormente conocido como el Teatro Olimpo de calle Merced.
Fue entonces cuando comenzó a descubrir también sus dotes de escritor de guiones, sainetes y piezas teatrales, encargándose de producciones famosas como "Cuentos de Ultratumba" y la comedia de 1914 "Los Copihues". En los años 20 participa como actor y cantante en la entonces famosa compañía de zarzuelas de Vicente Jarque, fundando poco después su propia compañía de revistas, con las populares Hermanas Arosemena, artistas de gran popularidad. En 1929, además, formó parte del grupo teatral de Alejandro Flores, uno de los más grandes exponentes del arte de las tablas nacionales.
Eugenio, por su parte, llegó a Chile alentado por su hermano y comenzó a dedicarse de inmediato a las artes teatrales y la comedia, aunque también con algunos tropiezos y malas rachas. Curiosamente, era el único de los hijos vivos del matrimonio peruano, cuyo nombre no comenzaba con "R" (los otros: Raquel, Rebeca, Rogel, Romeo, Roberto y Rodolfo). Hacia 1910, fabricaba implementos y pelucas que vendía a elencos y teatros de Santiago, para sostenerse, entrando así paulatinamente en el ambiente.
Eugenio Retes retratado hacia 1955 por el gran fotógrafo de las candilejas chilenas Alfredo Molina La Hitte, en imagen publicada por el portal Memoria Chilena.
Teatro Ópera y "Bim Bam Bum" en sus buenos días, locación también importante en el largo currículo de los Retes. Fuente: Flickr  SantiagoNostálgico.
El primer éxito de Eugenio Retes fue la obra "Mundo, demonio y carne", pero sería como actor e interpretando al rotito Juan Verdejo de la revista "Topaze", que tocaría la luz más cálida de la fama y la consagración. Venturino consideraba, de hecho, que en el personaje de roto chileno, Eugenio "siempre fue impagable", según recordaba Osvaldo Muñoz Romero, más conocido como Rakatán, en su "¡Buenas noches, Santiago! medio siglo del espectáculo nocturno capitalino".
Tras unos pocos años ejerciendo su oficio de contador en la Argentina, Eugenio había retornado a Chile en 1925, para volver a la luz de los focos criollos. Fue por más de cinco años que se estuvo presentando de manera continuada en el Balmaceda, tras haberse fundado en 1934 la exitosa Compañía de Revistas Bataclánicas Cóndor con la que realizó presentaciones históricas junto a Rogel y sus hermanos músicos. Por eso la "Cóndor" de Venturino, a cargo de Rogel y Eugenio, fue lo más espectacular de aquella época y en ese teatro junto al río Mapocho, durante los locos años 30 chilenos.
Y así se sumó en este prolífico período, la batuta de su hermano Roberto Retes, que había comenzado estudiando música de manera autodidacta y tocando la bandurria antes de entrar al Conservatorio. Ya en 1933, además, Roberto había hecho debutar la obra "Telones de papel" por la Gran Compañía Internacional de Vodevil y Revistas de Paco Andreu, en el Teatro La Comedia. También había puesto la música para proyectos como los filmes "Pueblo chico... Infierno grande" de Nicanor de la Sotta y "Mater Dolorosa" de Alberto Santana, ambos de 1925. Con Oscar Verdugo, produjo y grabó un  foxtrot titulado "El Araucano", en 1929, luego la pieza ganara un concurso musical del sello RCA Víctor. Y con Leoncio Aguirrebeña y Enrique Barrenechea, fue uno de los fundadores de la Sociedad de Socorros Mutuos de Artistas Teatrales de Chile, además de su primer tesorero.
Seguidos por Rodolfo en la música de cuerdas, desde entonces, los cuatro hermanos siempre estaban juntos, y cuando no eran parte de un mismo proyecto, de todos modos se encontraban en los teatros donde trabajan formando parte del intenso vodevil y espectáculo de aquellos años. La leyenda de los Retes se afianzó rápidamente por camarines, auditorios y bambalinas, de este modo.
En 1936, la "Cóndor" presentó en el mismo teatro Balmaceda la obra "Yo no pago impuestos", con música de Roberto Retes y que incluía un cuadro humorístico de Eugenio Retes, acompañado por Orlando Castillo, Romilio Romo, Teresa Molina y Pilar Serra.  Ese año se realizó también un concurso de "tallas chilenas", patrocinado por la revista "Ercilla" y cuyo jurado estaba compuesto por Eugenio más Olga Donoso, Manuel Seoane, Alberto Romero, Armando Donoso y Mariano Latorre. Al año siguiente se presentó otra vez la compañía "Cóndor", actuando con Eugenio Retes y Gabriel Araya; y, en 1938, el teatro continuó con la revista "Estoy queriendo una negra", con participación de Eugenio más Orlando Castillo, Romilio Romo y Olga Donoso.
El empresario del espectáculo Carlos Cariola presentó con Eugenio, poco después, la sátira política "Si las estatuas hablaran", actuando en ella el propio Retes más Romo, Olga Donoso, Blanca Arce, Pilar Serra y el gran Pepe Harold, entre otros. En 1941 la célebre actriz Anita González que por entonces recién daba vida a su personaje alter ego conocido como La Desideria, protagoniza la comedia "Las Locuras de la Desideria" de Amadeo González y Roberto Retes. Le sigue la revista "Verdejo tiene mil novias” de Matías Soto Aguilar con música de Roberto Retes otra vez, protagonizada por Olivares acompañado de Alejandro Lira, Blanca Arce y Olga Donoso.
En alguna ocasión, Eugenio Retes debió enfrentar al revoltoso y a veces grosero público del Balmaceda, haciéndolos callar. Esta ingrata tarea la cumplieron en su momento, también, los comediantes Pepe Rojas, Olga Donoso, Orlando Castillo y Pepe Harold. Se recuerda que algunos incluso arrojaban hortalizas y frutas recogidas del mercado de La Vega cuando no les gustaba el show, haciendo de este escenario uno de los más temidos de todo Santiago. No obstante, quizás la época de los Retes se haya tratado de la única buena edad por la que pasó el espectáculo revisteril y la comedia en el Teatro Balmaceda, pues el resto de su historia es más bien triste y anémica, especialmente desde que Venturino decidió vender la popular sala.
Las principales presentaciones de los Retes en esta sala mapochina tuvieron lugar entre 1935 y 1941, lo más memorable de la historia de la misma, antes que Rogel emigrara desde allí independizándose, para dirigir al elenco del "Burlesque" y otros famosos shows por el estilo. Además, es el período en que ha saltado al cine con su hermano Eugenio, cuyo nombre también quedó asociado después al circuito de las salas mapochinas y chimberas como el Teatro Princesa o el propio Teatro Balmaceda, hasta el que retornó con la Compañía de Revistas "1946". Así se verifica en la crítica de revista "En Viaje" de febrero de 1946:
"El sector Independencia-Recoleta-Mapocho, está de plácemes con la Compañía de Revistas 1946, que actúa con bastante éxito. Las principales figuras son venidas de Argentina, y son caras bonitas y buenos cuerpos. Es una compañía sin pretensiones que se presentó modestamente y ha logrado afianzar la temporada. Hay elementos de entre los traídos allende los Andes gente de casa, y hemos visto actuar, con la eficacia de siempre, a Eugenio Retes junto a Domingo Froio".
Teatro Balmaceda hacia 1960. Imagen del archivo fotográfico del Museo Histórico Nacional, A la izquierda, alcanza a verse parte del aspecto que tenía el antiguo edificio del Hotel Luna Park.
Afiche del filme "Verdejo Gasta un Millón", con Eugenio Retes en la interpretación del personaje principal. Fuente imagen: filmaffinity.com.
Los hermanos Retes se convierten en señores distinguidos de algunos de los famosos locales de calle Bandera, en aquellos años de espectáculos cercanos al Mapocho. Son los días del bohemio y recreativo "barrio chino" de esta calle, llegando a la Estación Mapocho, plagado de clubes, cabarets y restaurantes con bailables. Rodolfo aparecía por allí insistentemente, durante 1935, para comer los reputados tallarines del restaurante "La Estrella de Chile", ubicado al lado del cabaret "Zeppelin". Era atendido por una camarera morena y parece que también muy atractiva, durante la época en que el artista se presentaba en el Balmaceda, según recuerda su propio hermano Rogel en "Acotaciones, morcillas y camelos: anécdotas teatrales".
Eugenio era, en tanto, uno de los atractivos propios del Balmaceda en esa misma época que allí trabajó, según lo confirma Rakatán recordando una de las visitas nocturnas que hiciera al lugar con el no menos recordado y querido periodista Tito Mundt, y en la que se dirigieron "directamente al camarín de Eugenio Retes", como anota. El autor también destaca la labor musical de Roberto Retes, quien hizo presentaciones propias como director de orquesta en esos años.
Las incursiones de los cuatro hermanos Retes en la vida artística nacional fueron, así, realmente notables, creando una verdadera escuela del espectáculo en distintos aspectos de la misma (actuación, música, libreto, etc.). Sus nombres se cruzaron en carteleras y marquesinas con los de todos los actores, protagonistas y exponentes de aquella desaparecida aventura revisteril y bataclánica chilena: Pepe Harold, Anita González, José Bohr, Pepe Rojas, Orlando Castillo, Pepe Olivares, Marina Ruiz, Blanca Arce, Romilio Romo, Sussy Montrey, Enrique Barrenechea, Olga Donoso, Lucho Córdoba, Gabriel Araya, Julio Asmussen, Rolando Caicedo, Susana Barrios, Manolo González, Mario Cánepa, Lolita Moreno, Carlos Illanes, Andrés Gallo, Gustavo Campaña, el dúo musical "Los Perlas", "Los Hermanos Barrientos", la Orquesta de Buddy Day y tantos otros que, en su momento, fueron gigantes de tremenda influencia, verdaderos maestros o forjadores del teatro del humor, del cine y del espectáculo popular, desde sus respectivos roles y experiencias con las luces cenitales y las cortinas de terciopelo.
Abultando más aún su legado, Rogel fue fundador del Sindicato de Actores y del Sindicato Radial, y colaboró con Eugenio en la creación de la Sociedad de Autores Teatrales de Chile (SATCH). También incursionó en géneros de opereta, zarzuela y bailes, participando estrechamente con empresarios del espectáculo nocturno como Carlos Cariola, a cuya doble sala conocida como Teatro SATCH y Teatro Talía inauguradas en 1954 (correspondientes, actualmente, a los Teatros Cariola y Alejandro Flores, en el mismo edificio de San Diego 246), siguió vinculado Retes casi hasta el final de su vida.
En 1946, de hecho, Rogel había recibido el grado de Caballero y la Medalla de Orden al Mérito, extendida por el Gobierno de Chile como reconocimiento a su labor destacada; y al año siguiente fue condecorado por la Municipalidad de Santiago. Posteriormente, en 1958, el Presidente Carlos Ibáñez del Campo le concede por ley una pensión vitalicia por gracia de $35 mensuales, con la aprobación del Congreso Nacional.
Eugenio, en tanto, estuvo también en la inauguración de las revistas del famosísimo "Bim-Bam-Bum" hacia 1953, que haría epopeya en el Teatro Ópera de calle Estado. Antes, había sido contratado por la compañía cinematográfica de don Pablo Petrowitsch, actuando con roles principales en los filmes cómicos "Verdejo gasta un millón" (1941) y "Verdejo gobierna en Villaflor" (1942), acompañado de la destacadísima actriz Malú Gatica. Más tarde, participó con Hilda Sour y Arturo Gatica en "Uno que ha sido marino" (1951); también actuaría en "El Gran Circo Chamorro" (1955) y "Sonrisas de Chile" (1969), clásicos del cine nacional donde trabajó como actor y escritor. Su fecundidad creativa fue asombrosa: para 1954 ya sumaba cerca de mil obras de su autoría, entre revistas, operetas y comedias.
Sin embargo, el mismo Eugenio diría por entonces, entrevistado por la revista "En Viaje" de octubre de 1954:
"Desgraciadamente, no creo que mi labor en las tablas sea prolongada, porque mi salud está algo resentida y la vida de teatro, con su agitado ritmo es, en realidad, un poco pesada. Seguiré escribiendo, naturalmente, pero aunque no siga escuchando los aplausos, estos siempre seguirán sonando en el fondo de mi corazón".
Roberto Retes, hacia sus últimos activos años, realizando una presentación en piano de zarzuela en un centro comercial de Providencia, Santiago. Fuente imagen: youtu.be/ooDSeg6Au2Y.
En septiembre de 1954, la SATCH hizo un homenaje en su teatro de calle San Diego a los cuatro hermanos Retes, como un reconocimiento por sus 50 años de trabajo artístico en Chile y su enorme legado, ocasión en la que se presentó un extenso programa que incluyó una comedia de Rogel. Como él, Eugenio fue activo miembro de la SATCH, por cierto, además de llegar a ocupar el cargo de Vicepresidente de la Sociedad. En 1946, había sido elegido Vicepresidente del Frente de Unidad Artístico Gremial, inclusive.
Al talento los Retes también debemos varios descubrimientos importantes de los proscenios. Un verano de 1962 y en el apogeo del "Bim-Bam-Bum", por ejemplo, la afamada actriz de revistas Iris del Valle enfermó y no pudo presentarse en el show del Teatro Ópera, ante la angustia de los organizadores pues era el plato central del espectáculo. Con su magnífico don para reconocer figuras prometedoras, Eugenio Retes sugirió que una joven corista y vedette secundaria la reemplazara, haciéndolo excelente y con tan buena crítica que la propia sustituida montó en cólera, arrojándose sin piedad contra su sustituta, agrediéndola y exigiendo a Buddy Day sacarla de la revista, como finalmente sucedió, siendo relevada por Pitica Ubilla. La talentosa sugerida por el maestro fue nada menos que la comediante Paty Cofré, destinada a ser una de las más importantes y de mayor trayectoria en todos los años del humor de base revisteril en Chile.
Tras una fecunda existencia que alcanzó a plasmar en parte en su mencionado libro "Acotaciones, morcillas y camelos: anécdotas teatrales" y poco después en sus memorias "El último mutis", de 1961, donde repasa la aventura en las temporadas con las revistas y otras jornadas, Rogel Retes falleció en 1965, tras haber contraído una enfermedad en Lima luego de una visita a su patria natal, paradójicamente. Eugenio le siguió mucho tiempo después, en 1987, pocos meses antes del doloroso final del Teatro Ópera, escenario de tantas presentaciones memorables relacionadas con los hermanos. Roberto y Rodolfo tendrían también su hora de partida, el primero poco después de su hermano Eugenio, aunque se mantuvo fiel al piano y haciendo presentaciones hasta bien pasados los 90 años.
La pasión escénica de los Retes quedó en los genes, según parece, y así Eugenio la heredó en su hijo, el conocido humorista Esteban Ronco Retes, creador y caracterizador del personaje Don Fermín, una suerte de actualización del clásico Juan Verdejo representado en el trabajo actoral de su padre que, curiosamente y como hemos visto, en realidad era peruano caracterizado de típico roto chileno.

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