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LOS VIEJOS DESAGÜES PLUVIALES DE LAS CALLES DE SANTIAGO

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Esquina de Santo Domingo con Mac Iver, ubicación de la Casa Velasco. Se observa el desagüe de lluvias que aún se encuentra en ese vértice de piedra canteada, aunque ha sido modificado ya su aspecto. Fotografía del Archivo Chilectra, sin fecha, aunque la aproximaríamos hacia 1930 (después de la remodelación de Víctor Heal al edificio).
Con este tema, me permito volver un poco al tema de la historia urbana: los desagües pluviales de las calles centrales de Santiago. Los del Centro son los más antiguos de la capital chilena, aunque cada año parecen tener menos trabajo a causa de los notorios cambios climáticos, que nos han ido apartando la lluvia de antaño.
Lo que vemos exteriormente del sistema, es sólo el imbornal o boca de tormenta, la apertura con rejas voluminosas y gruesas de metal, más una tapa trasera para acceder a la cámara interior, en caso de obstruirse o de requerir mantención. Dichas rejillas son las que, traicionando sus funciones, facilitarían las inundaciones de calles cuando se tapan con basura u hojas secas del otoño... O al menos eso nos dicen las autoridades cada vez que hay anegamientos durante las lluvias de invierno.
Las bocas más antiguas del sistema son, según parece, las que están dispuestas en posición vertical como aberturas en los bloques y bordillos de la acera, generalmente armadas con piedra canteada en esos años, mientras que las más nuevas suelen ser sólo horizontales, con boca de pozo en el suelo y la rejilla a ras de piso.
Bajo el imbornal está la mencionada cámara aljibe o recibidora de aguas lluvias, oscuro pozo que facilita la acumulación para el drenaje a través de un tubo, albañal o ducto, que a su vez derrama sobre una cloaca o alcantarilla o bien el sistema colector de aguas lluvias propio (caso de los desagües del sector Santiago Centro y Quinta Normal), aunque a veces también cuenta con una boca de salida sobre un canal externo (caso del colector de aguas lluvias de avenida Tobalaba con Bilbao, que desagua sobre el Canal San Carlos).
Construcción del primer alcantarillado en Chile, 1898. Fuente: EducarChile.cl.
Mercería de la casa Raab, Rochette, Roca y Cía. en la Alameda de las Delicias, año 1929. La empresa tenía un área de metalurgia que proveyó de desagües pluviales a la obra pública de Santiago hacia los días del Primer Centenario.
Modelo de imbornal y rejillas de la casa Augusto Raab (futura Raab, Rochette, Roca y Cía.), en sector Barrio Brasil. Según los datos con los que contamos, la inscripción de la razón social propietaria de la Fundición Las Rosas visible en la pieza, fue utilizada por la empresa entre los años 1905 y 1910.
Modelo de la firma A. Puissant e Hijo, propietarios de la Fundición San Miguel. Pieza ubicada en avenida Matucana. De acuerdo a la información con la que contamos, la razón social que aparece en la inscripción de la barra travesaño fue la que esta compañía empleó desde 1894 y hasta aproximadamente 1920.
Aunque no hubo necesidad de aplicar sus políticas en Santiago, el Emperador Carlos V ya había publicado en mayo de 1554 la Ordenanza de Policía, donde aparecía regulada la colocación de los rayos o rejillas sobre sistemas de albañales. Los primeros desagües propiamente tales aparecen en Santiago en el siglo XVII, cuando en 1681 se instalan los primeros servicios de este tipo. Gonzalo Piwonka Figueroa destaca también, en su obra "Las Aguas de Santiago de Chile, 1541-1999", que los primeros alcantarillados subterráneos aparecen con un proyecto experimental del francés Augusto Charme, en 1847.
Empero, faltaba aún para que se construyeran los desagües pluviales a los que nos referimos.
Tras la canalización del río Mapocho (1888-1891), la ciudad comenzó a ser dotada de sistemas más modernos de evacuación de aguas servidas o residuales, como parte de un período de grandes mejoramientos de las políticas e infraestructuras sanitarias de la ciudad a fines del siglo XIX. Así, en 1898, durante el Gobierno de Federico Errázuriz Echaurren, es construido el primer alcantarillado propiamente dicho de la ciudad.
Los desagües de nuestro interés, estaban ya entonces en consideración de las autoridades. En 1889, tras el desastre provocado al Puente de Cal y Canto por sus intervenciones en el río durante la canalización, el ingeniero Valentín Martínez fue enviado a Europa a conocer de los sistemas más eficientes que allá se usaban para el desagüe y el alcantarillado. Comenta Simón Castillo Fernández en "El río Mapocho y sus riberas", que en Martínez, esta vez como Consultor Técnico elegido por la Comisión de Higiene y Salubridad Pública de la Municipalidad de Santiago, presentó en 1893 un informe titulado "Proyecto de desagües para la ciudad de Santiago" donde -entre otras cosas- hace una distinción entre las necesidades de colectar aguas lluvias y las de aguas domésticas, señalando que las primeras eran las de mayores volúmenes, como lo estimaba el modelo separate system inventado en los Estados Unidos. El ingeniero Francisco de Sutter, por su parte, había publicado su propio "Proyecto de desagües para la ciudad de Santiago" en 1897.
De esta manera comenzaron a proliferar los desagües pluviales como parte de las modernizaciones urbanas y fueron conectados a las cámaras y ductos para desplazar así las aguas lluvias que, en aquellos años, eran bastante más que las actuales.
Aspecto actual del desagüe en la esquina donde está la Casa Velasco.
Otra instalación de desagüe de la casa A. Raab, propietaria de la Fundición Las Rosas, en la esquina de calle Dieciocho con Santa Isabel, sector de la Plaza Las Heras.
Sistema de desagües del sector Barrio París y Londres, que si bien se remonta a 1925, revive un antiguo sistema de canales laterales que conducen el agua a un resumidero.
Sin embargo, los sistemas actuales de acanalado de aguas lluvias en las vías peatonales de Santiago Centro, han sido objeto de constantes robos de rejillas, acumulaciones de basura y estancamiento de aguas putrefactas, que en algunos casos casi recuerdan las acequias coloniales que llenaban de miasmas y hedores algunos rincones de la ciudad.
Muchos de estos desagües fueron incorporados a la obra pública en reemplazo de los insalubres viejas acequias y canales coloniales que cruzaban sectores de la Alameda de las Delicias y la propia Plaza de Armas en el pasado, con sus sumideros y tapas caladas en las esquinas de los barrios clásicos de la ciudad, desde el tiempo en que esas calles llevaban sólo adoquines y no el asfalto de hoy. Los sucesivos asfaltados, de hecho, han provocado que las bocas de entrada de algunas de estas aberturas estén en un nivel mucho más bajo que el de la calzada en nuestros días, a veces de varios centímetros más que la pendiente que originalmente debieron tener.
De acuerdo a la observación de las piezas más antiguas que aún quedan, las casas metalúrgicas que produjeron las rejas de los imbornales de Santiago y que destacan, son las siguientes:
  • La Fundición San Miguel, de A. Puissant e Hijo, ubicada en calle San Miguel 106-142, hoy avenida Ricardo Cumming. Fundada en 1870 por la sociedad Müller y Montigl, en 1881 fue comprada por el comerciante e ingeniero mecánico francés Adolfo Puissant y llegó a ser una de las principales compañías del rubro hacia 1894, a pesar de su apariencia modesta, año en que la firma había pasado a tener la razón social Puissant e Hijo. La vía Cumming era, por entonces, un barrio industrial donde estuvo también la Fábrica de Gas San Miguel. Además de las piezas para el desagüe pluvial, la compañía de los Puissant hacía enrejados artísticos, balcones y pretiles, abasteciendo con sus modernas maquinarias pedidos de la Empresa de Ferrocarriles del Estado, desde fines del siglo XIX.
  • La Fundición Las Rosas, de la sociedad de Raab Hermanos, en la calle Rosas 2987. La compañía había sido fundada en 1884 por el industrial francés Jerónimo Raab, traspasando la fundición a sus hijos Fernando, Luis y Augusto en 1889, cuando adopta el nombre de Raab Hermanos. La empresa también comenzó a importar maquinarias en este período, destacando las relacionadas con la industria vitivinícola. En 1895, quedó en manos de Fernando y Augusto Raab hasta 1905, cuando la sociedad se disolvió y pasó a ser la firma de Augusto Raab, por ser su único propietario. En 1910, sin embargo, decidió dar un nuevo impulso a la compañía asociándose a los señores Antonio Bellet y Mario Leger, con lo que su razón social pasó a ser Raab, Bellet y Cía, que instaló también una mercería y almacén en pleno centro de Santiago, en Alameda de las Delicias (Bernardo O'Higgins) número 966. Amplió su negocio a maquinarias y artículos para industria curtidora y lechera, además de tomar la instalación de los ascensores marca "Otis" que por entonces comenzaban a aparecer por la ciudad, abriendo sucursales en Valparaíso (Blanco 1791), New York, París y Londres. La firma sucesora fue Raab, Rochette, Roca y Cía., que siguió ocupando el espacioso local de la Alameda y volvió a ampliar negocios haciéndose representante de las compañías internacionales Comptoir Métallurgique Luxemburgeois y neumáticos Michelín, en los años veinte.
Vetusta instalación de desagüe en avenida Matucana, sector Hospital San Juan de Dios, perteneciente a la casa Puissant e Hijo, propietaria de la Fundación San Miguel.
Imbornal y tapa de la casa Raab, Fundición Las Rosas, en el barrio universitario del sector San Ignacio y Parque Almagro.
Otro desagüe posterior, de tipo rejilla horizontal, en el mismo sector de San Ignacio, con una tapa "postiza" de madera, pues la original se perdió. El vandalismo y el robo de metal ha sido un problema permanente para estos desagües.
La primera cuadra de calle Serrano con Alameda Bernardo O'Higgins, tiene un sistema de captación de aguas lluvias más nuevo, al centro de la calzada, aprovechando la inclinación de ambos lados de la misma hacia el eje longitudinal. Las rejillas conducen al colector principal de aguas lluvias.
Por otro lado, es algo conocido y repetido con frecuencia, el que estos sistemas de más de un siglo han resultado muy superiores en eficiencia a los desagües más modernos, como se encargaría de demostrarlo cada invierno lluvioso (que ahora extrañamos, enfatizo). Sin embargo, los proyectos de primeros sistemas de desagües "modernos" de la capital presentaron varios problemas, entre otros la dificultad para deshacerse de las ya inútiles e infecciosas acequias coloniales.
Con relación a lo anterior, el "Anuario Estadístico de la República de Chile", de la Dirección General de Estadística, comentaba en 1910 que el sistema era todavía defectuoso y poco eficiente, por existir aún los sucios canalillos cloacales y las pequeñas acequias de desagüe para las lluvias al lado de las veredas (parecidas a las que se hicieron en el Barrio París y Londres pero siendo estas últimas de mucha mejor ingeniería). No obstante, la misma fuente aclara que, a la sazón, "Hay por lo menos, en el punto más bajo de las cunetas de cada manzana, una boca de aguas lluvias", lo que habla bastante bien de la implementación del sistema.
El cuerpo institucional mejoró notablemente con la creación de la Dirección General de Agua Potable y Alcantarillado (1931-1953), anticipo de la Dirección de Obras Sanitarias y dependiente del Ministerio de Interior, período en el que se instalaron muchos otros desagües que aún pueden observarse en algunas esquinas de la capital chilena, pero distintos a los que dispusieron las empresas clásicas señaladas.
Hoy, todos los desagües en uso en la comuna de Santiago, están numerados. Compañías posteriores a las mencionadas aportaron sus productos para estos colectores, bien sea para la Municipalidad de Santiago, el Ministerio de Vivienda y Urbanisno o el Ministerio de Obras Públicas; según información no confirmada de la que dispongo, una de ellas pudo haber sido la La Maestranza y Fundición Santa Elena, fundada por Luis Flores Allende en 1910 y especializada en productos del área sanitaria. Sin embargo, los desagües de estas generaciones posteriores ya no pertenecen al modelo más clásico que hemos revisado. Más recientemente, además, se ha recurrido a compañías extranjeras como la española Fundició Dúctil Benito, cuyo nombre puede verse también en algunas tapas de pozos de alcantarillado.
Derrotando al tiempo y al implacable progreso, todavía quedan ejemplos de imbornales y sumideros de aguas lluvias con sellos de viejas compañías como las mencionadas más arriba, y aún están perfectamente operativos en sectores santiaguinos cerca del Parque Forestal, el Parque O'Higgins, Barrio Yungay o Quinta Normal, entre otros.
Sistema más sencillo de desagüe, posterior a los revisados.
Combinación del antiguo sistema de desagüe de boca vertical (además de la rejilla horizontal) y un canalillo de aguas lluvias que conduce a la misma boca por la acera, además de observarse la tapa del pozo en la calzada. Esquina de San Pablo con Amunátegui, la misma del Edificio del Dragón de mosaicos.
Los desagües pluviales hoy son más sencillos y funcionales, dejando lejos el modelo de boca vertical para la entrada de aguas a la imbornal.

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