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¿ESPAÑOL O CHILENO?: LA REALIDAD DEL SOLDADO ABAJO DEL CABALLO DE O'HIGGINS

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Imagen de la entonces flamante estatua ecuestre, publicada por Recaredo Santos Tornero en "Chile Ilustrado", de 1872 (mismo año de su inauguración). Se observa el dramatismo del soldado que es atropellado por el caballo de O'Higgins en el Desastre de Rancagua de 1814. La tradición lo identifica como un soldado español.
Coordenadas: 33°26'43.52"S 70°39'11.42"W
El traslado de la estatua ecuestre del General José Miguel Carrera hasta el ex Altar de la Patria, en los preparativos de las celebraciones del Bicentenario Nacional, contó con la venia de gran parte de la comunidad o'higginiana que participó del proceso y de la inauguración, de hecho. No obstante, era inevitable que algunos personajes alzaran la voz contra lo que consideraron casi una blasfemia, al colocarse la imagen carrerina al lado y a la misma altura de la la figura de don Bernardo O'Higgins, en el lugar que por tantos años dominó con su solemnidad, en el inicio de la actual Plaza Bulnes.
Entre los ofendidos por la decisión, se reclamaba no sólo por el reconocimiento de Carrera, sino por los simbolismos que quedarían cruzados en la nueva instalación debido al contenido de ambas obras: don Bernardo es retratado en el Desastre de Rancagua, mientras don José Miguel aparece mirardo sereno su obra, desde su montura en paso. Más aún, se recordará que la derrota de Rancagua de 1814 ha sido un tema de controversia en el corazón o'higginiano, con culpas que se ha querido endosar a Carrera alegando que le negó ayuda en la descabellada aventura de atrincherarse en la ciudad, y a su vez, los carrerinos responden que aquella imprudencia hizo desperdiciar la oportunidad de los patriotas para enfrentar al enemigo en la Angostura de Paine.
Entre la vorágine de los malestares más apasionados y radicales, el historiador Sergio Villalobos, mismo que tanto parece disfrutar refutando y desautorizando opiniones de quienes no considera profesionales de la Historia, salió con esta curiosa afirmación en una carta de su autoría a la prensa (diario "El Mercurio", martes 7 de septiembre de 2010), titulada "Farándula y bicentenario", donde criticaba ácidamente los preparativos de las celebraciones de 2010:
"El Gobierno trata de reconciliar hasta los muertos. Se ha colocado una estatua de Carrera junto a la de O'Higgins, rebajando el lucimiento de esta última, pero la historia no va a cambiar con una medida tan infantil.
Sólo falta que algún ministro avispado sugiera sacar al español arrollado por el caballo de O'Higgins para devolvérselo a la Madre Patria".
Por alguna razón, el exigente historiador acoge como real una extendida leyenda sobre la formidable estatua de don Bernardo, allí en el Barrio Cívico del Palacio de la Moneda, cruzando la Alameda que lleva también su nombre. En ella se le observa saltando dramáticamente las filas del cerco realista de Rancagua, y dice la creencia popular que, con su musculoso y valiente corcel, pasa por encima de un soldado español. Este último se ve representando a sus pies como el enemigo monarquista que, a pesar del aspecto derrotado que le otorga la composición de la obra del francés Albert-Ernest Carrier-Belleuse, pertenece en realidad al bando victorioso de aquella lid del 2 de octubre de 1814.
Cabe recordar que el monumento de O'Higgins surgió de una propuesta hecha durante el Gobierno de Manuel Bulnes, para traer a Chile los restos del Libertador y construirle un gran monumento público conmemorando esta repatriación. El proyecto fue postergado hasta que, recién hacia 1863, una campaña periodística repuso estas intenciones y así pudieron ejecutarse ambas tareas. Unos años después, la comisión destinada al monumento, presidida por Manuel Blanco Encalada, llamó a concurso en Francia preestableciendo detalles del aspecto que ésta debía tener y la escena específica que debía mostrar:
"El monumento histórico elegido es aquel en que el general O'Higgins, cerrado en la Plaza de Rancagua en 1814 por cuádruples fuerzas españolas, se abrió paso, espada en mano, a la cabeza de los pocos héroes que sobrevivían a una carnicería de treinta y seis horas".
Vemos, entonces, que ya en las bases mismas de la obra, se sugería que el personaje que debía haber saltado O'Higgins en la estatua, era miembro de las "fuerzas españolas" que dieron combate a los patriotas en Rancagua.
Revisadas las seis propuestas presentadas al concurso y pasadas algunas polémicas con autores que no quisieron participar, ganó la de Carrier-Belleuse, el prestigioso mismo autor del primer monumento a las víctimas del incendio de la Compañía de Jesús. Sin embargo, los comisionados sugirieron reducir la cantidad y la violencia de  los elementos bajo el caballo según se veían en la maqueta, precisamente donde está el soldado que es atropellado bajo las herraduras.
La fundición en bronce del monumento se confió a la casa Fourment, Houillé & Cía., y el escultor nacional Nicanor Plaza estaba encargado previamente para producir los relieves del pedestal, con cuatro episodios cruciales en la semblanza de O'Higgins El Roble, Maipú, el zarpe de la Escuadra y la Abdicación. La pesada obra llegó a Chile en 1871, siendo instalada en la Alameda de las Delicias durante el Gobierno de Federico Errázuriz Zañartu. Fue inaugurada el 19 de mayo de 1872, en medio de una gran fiesta pública y con todo el centro de Santiago engalanado para la ocasión.
Prácticamente desde aquel mismo momento en que fue presentada la obra, descubriéndola al quitar un manto con los tres colores patrios, se ha interpretado de forma popular e invariable sobre esta escena congelada en el metal, que el personaje que O'Higgins salta debe ser un español, casi necesariamente.
La Batalla de Rancagua, en lámina publicada en la obra "El ostracismo del General D. Bernardo O'Higgins", de Benjamín Vicuña Mackenna. Fuente imagen: EducarChile.cl.
Plano de la ciudad de Rancagua y la ruta de escape de O'Higgins y sus oficiales, según datos de Barros Arana y de un diagrama de Olmos de Aguilera publicado por el mismo historiador. Se observa la cruz de trincheras alrededor de la Plaza de los Héroes, dispuestas por las fuerzas patriotas.
UN EJERCITO ESPAÑOL COMPUESTO POR CHILENOS
¿Es realmente la figura de un español, o esto deriva sólo de una interpretación equivocada de los hechos, clasificando en gentilicios más cómodos las fuerzas que esencialmente se enfrentaban en aquella cruzada independentista?... Un anticipo a la respuesta correcta la aportó el Director Supremo don Francisco de la Lastra cuando dijo, en mayo de 1814 en su "Manifiesto":
"Esa guerra desoladora devoraba una parte de la población de Chile por las victorias de la otra parte. Los chilenos eran al mismo tiempo los vencedores y los vencidos. Ellos eran los que en un mismo instante cantaban las victorias y lloraban las desgracias de la guerra".
El 6 de agosto de 1945, el escritor Joaquín Edwards Bello recibió una carta del señor Rafael de Larrea C., donde de informaba de los datos históricos concretos que cuestionan la afirmación de que dicho personaje en el bronce es un soldado español, a pesar de sí corresponder a las filas enemigas de O'Higgins en el sitio de Rancagua. Edwards Bello no se refirió a este texto hasta buen tiempo después, en uno de sus artículos de octubre de 1952 ("El soldado bajo el caballo de O'Higgins"), aunque aprovechándolo para libertar su exagerado desprecio a la figura de Carrera como una innecesaria nota introductoria. El texto aparece recopilado en "El Subterráneo de los Jesuitas" de editorial Zig Zag y su versión para Nascimento titulada "Mitópolis".
En la mencionada carta, el señor De Larrea hace algunas observaciones sobre la distribución de fuerzas y sus nacionalidades, durante la Batalla de Rancagua. E independientemente de lo novedosos o no que pudiesen sonar por entonces aquellos datos, recordaban algo que sí se ha perdido de vista varias veces en la narración histórica más clásica: que la Guerra de Independencia tuvo mucho también de guerra civil, pues gran parte del contingente realista estaba integrado por los propios chilenos partidarios de la corona o de territorio hostil a los patriotas, destacando penquistas, valdivianos y chilotes.
Se recordará que, tras la negativa a validar al indecoroso Tratado de Lircay, tanto por el Virrey José Fernando de Abascal en Perú como por el jefe militar chileno el General Carrera, las divisiones entre los patriotas llegaron al enfrentamiento en el Combate de Tres Acequias, donde O'Higgins debió aceptar la derrota y subordinarse a su mayor rival en el seno de las fuerzas patriotas, justo cuando los realistas de Mariano Osorio desembarcaban a la altura de San Fernando y se aprestaban para acatar Santiago.
¿Cómo estaba compuesta esta fuerza del General Osorio? Poco antes, en enero de 1813, el Brigadier Antonio Pareja había armado en Ancud un ejército realista con chilenos leales a la corona, cerca de 2.500 hombres distribuidos en los batallones Chiloé y Valdivia, fuerza que pasó a manos del Coronel Juan Francisco Sánchez, tras morir Pareja ese mismo año. En nota a pie de página de su "Historia de Chile", Diego Barros Arana comenta:
"El ejército realista, como sabemos, era compuesto todo él de soldados chilenos, nativos de las provincias de Chiloé, de Valdivia y de Concepción. Entre sus jefes y oficiales, según recordamos, no había más españoles europeos que el comandante en jefe Sánchez, el comandante de artillería Berganza, el comandante de voluntarios Castro Ballesteros, y los dos voluntarios Eleorreaga y Quintanilla. Aun estos cinco vivían en Chile desde largos años atrás, los tres últimos casi desde la niñez, si bien Ballesteros había pasado también largo tiempo en el Perú. Parece que al virrey Abascal no inspiraba mucha confianza este estado de cosas, y por eso, cuando trató de enviar otros oficiales al Ejército de Chile, se empeñó en que fuesen españoles. Se sabe que esos oficiales cayeron prisioneros en la fragata Thomas. Sólo en agosto de 1814 llegó a Chile con el coronel Osorio un batallón del regimiento Talavera, cuyos oficiales y soldados eran todos españoles.
Mientras tanto, en el ejército patriota servían no pocos españoles de nacimiento, entre los cuales recordamos los siguientes: el comandante de milicias don José Samaniego, el sargento mayor don Carlos Spano, el capitán de artillería Hipólito Oller, el capitán de asamblea Raimundo Sessé (ayudante de Carrera), y el subteniente Francisco Javier Molina, famoso guerrillero".
El Batallón Talaveras, que traía 550 españoles comandados por Rafael Maroto, formó una fuerza de ataque con los chilenos que sumaban, a la sazón, cerca de 2.500 a 5.000 cabezas (la información varía en las fuentes). Con todo este recurso militar, Osorio salió desde Chillán decidido a reconquistar Santiago. Su ejército se componía de las siguientes unidades y nacionalidades, cada una con su compañía de artillería y con las siguientes cantidades de miembros según el General Indalicio Téllez en su "Historia militar de Chile. 1541-1883":
  • La División al mando del coronel Ildelfonso Elorreaga, compuesta por Carabineros de Abascal, Lanceros de Los Ángeles, Batallón Fijo de Valdivia (502 chilenos) y Batallón Cívico de Chillán (600 chilenos).
  • La División al mando del coronel José Rodríguez Ballesteros, compuesta por el Batallón de Voluntarios de Castro y el Batallón Fijo de Concepción (1.500 chilenos, entre ambos).
  • La División al mando del coronel Manuel Montoya, compuesta por el Batallón Veteranos de Chiloé y el Batallón Auxiliares de Chiloé (1.050 chilenos, chilotes).
  • La División al mando de Rafael Maroto, compuesta por Húsares de la Concordia (150 chilenos), el Batallón Talavera de la Reina (550 españoles) y dos Compañías del Real de Lima (200 peruanos).
Como se ve, sólo una pequeña fracción estaba compuesta por españoles y por un puñado de peruanos, siendo chilenos en su inmensa mayoría. Lejos de sentirse hispanos adoptivos, tan conscientes eran estos de su condición local, que cuando en el combate Maroto ordenó al Coronel Barañao intentar un ingreso a la plaza con los Húsares de la Concordia, éste le gritó a los Talaveras, al salir: "¡Vean cómo se pelea en América!".
Los Monumentos de O'Higgins y Carrera al inicio del Paseo de Plaza Bulnes, entre Zenteno y Nataniel Cox, frente al Palacio de la Moneda y la Plaza de la Ciudadanía
Acercamiento a la hermosa estatua ecuestre de O'Higgins.
¿A QUIÉN SALTA O'HIGGINS?
Con O'Higgins sometido a la autoridad de los hermanos Carrera tras los enfrentamientos de Tres Acequias, estos se habían manifestado decididos a enfrentar a Osorio en la Angostura de Paine, estratégicamente más conveniente que cualquiera de los otros escenarios geográficos que había en el camino de los realistas hacia la capital.
Pero O'Higgins, decidido otra vez a actuar por su cuenta y descartando retroceder hasta la Angostura, prefirió atrincherarse en Rancagua y hacer caso omiso a las insistencias que le hacía llegar Carrera a través de su amigo, el presbítero Julián Uribe. Se instaló en la plaza de la ciudad, la rodeó de barricadas y esperó allí el paso del enemigo, al tiempo que exigía por cartas que se le enviaran más fuerzas a lo que se ha considerado un verdadero acto suicida, desatándose así la funesta jornada del 1 y 2 de octubre de 1814, junto al río Cachapoal, de la que algún día hablaremos más.
La Plaza de Armas de Rancagua está al centro del tablero de calles, formando manzanas cuadradas en la ciudad por todos sus costados. De acuerdo a lo que detallan autores como Téllez, las fuerzas que los patriotas vieron llegar desde el campanario de la Iglesia de la Merced, se distribuyeron alrededor de la plaza de la siguiente manera:
  • Por el Sur: la División de Maroto, donde estaban el batallón español de Talavera, únicos españoles, además de los peruanos, parapetándose en la calle antigua de San Francisco.
  • Por el Este: la División de Montoya, todos chilenos, más precisamente chilotes.
  • Por el Oeste: la División de Ballesteros, con chilenos penquistas y chilotes.
  • Por el Norte: la División de Elorreaga, con chilenos chillanejos y valdivianos.
Al ver perdida su posición tras tantas horas de agobiante combate, y ya sin municiones para seguir resistiendo, O'Higgins armó una carga final con sus oficiales para romper las líneas, y escapó así dejando atrás una gran cantidad de hombres que quedaron indefensos, en una acción que, por heroica y conmemorada que sea, sus enemigos no le perdonan aún hoy. De los cerca de 1.000 patriotas que se habían atrincherado en la ciudad (1.700 según Barros Arana), unos 200 escaparon del sangriento cerco con O'Higgins a la cabeza, mientras que 400 habían muerto, más unos 250 a 300 heridos acabaron prisioneros y luego ejecutados. Los números varían en cada fuente, pero rondan más o menos los que acá transcribo.
El lugar por donde emprendieron el escape es la actual calle Estado, en donde estaba la barricada patriota de Santiago Sánchez, con 100 infantes, junto a la cuadra del templo de la Merced... Es decir, al Norte. Desde allí, los caballos doblan por calle Cuevas, vuelven a enfilar al Norte en Almarza, doblan una cuadra por Cáceres, y huyen desde por Zañartu, otra vez a galope hacia el Norte, rumbo a Santiago, dejando atrás la grave derrota de Rancagua que ponía fin a la Patria Vieja e iniciando el doloroso exilio de los chilenos en Mendoza, con una última justa librada por Carrera en la retaguardia de la caravana cruzando los Andes, al contener a los realistas que les intentaban dar caza en la Batalla de los Papeles.
Si los patriotas salieron de la plaza de Rancagua hacia el Norte, entonces, el célebre salto de O'Higgins rompiendo el asedio realista, debió suceder en el lado donde se había destacado la unidad de Eloerreaga y en la que estaban los chilenos distribuidos entre Carabineros de Abascal, Lanceros de Los Ángeles, Batallón Fijo de Valdivia y Batallón Cívico de Chillán; chillanejos y valdivianos respectivamente dirigidos por los también chilenos Clemente Lantaño y Juan Nepomuceno Carvallo.
En rigor, entonces, a quien debe estar saltando el General Bernardo O'Higgins en su gallardo monumento ecuestre de la Alameda de Santiago, es a otro chileno, aunque caiga bajo las patas del caballo empuñando un estandarte hispánico en la composición.
De Larrea va más allá en la exposición que hace a Edwards Bello, y sugiere que este soldado chileno que nunca fue español y que es atropellado en la estatua, podría tener incluso nombre y apellido, si se lo ajusta a los hechos históricos conocidos: aunque hubo poco más de un centenar de muertos entre los realistas en Rancagua, se sabe que las fuerzas de Lantaño y Carvallo tuvieron muy pocas bajas, destacando en esta división un joven soldado llamado José María Riesco, "perteneciente a una familia de veintitantos hermanos", y cuya familia habría sido fuente informante de las investigaciones de don Benjamín Vicuña Mackenna. Según conjetura De Larrea:
"Riesco, amigo de Lantaño, se alistó como soldado voluntario bajo sus banderas a los 19 años. Resultó herido en Rancagua, y por su entusiasmo y valor se le debe considerar capaz del acto temerario de tratar de contener a un adversario montado en brioso animal.
Después de Chacabuco, en el Perú, y al saber que se organizaba la segunda expedición de Osorio, se incorporó de los primeros y recibió el nombramiento de Oficial del Batallón Arequipa. Murió el 8 de febrero de 1819, en la ciudad argentina de San Luis, en la masacre que de los prisioneros de Maipú organizó el sanguinario Monteagudo".
Sea o no Riesco aquel al que salta O'Higgins en su caballo, el caso es que se trataba de un chileno; tanto o más chileno de lo que incluso era él, considerando su línea paterna. Y en todos los casos, igualmente nativo, de Chile.
La lucha de la Independencia, pues, tuvo mucho de guerra civil, aunque por una cuestión técnica y emocional queremos ver siempre a la chilenidad reflejada sólo en los patriotas, y el hispanismo sólo en los realistas.

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