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EL MONUMENTO SIRIO OTOMANO DEL CENTENARIO DESAPARECIDO DESDE EL CERRO SANTA LUCÍA

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Acercamiento a una de las pocas imágenes que existen de la obra.
Coordenadas: 33°26'26.46"S 70°38'36.81"W (Cerro Santa Lucía)
Ya hemos tratado en este blog el tema de las desapariciones de valiosas piezas ornamentales y artísticas desde el paseo del Cerro Santa Lucía, tema que ha sido desarrollado con mucho más esmero y profundidad por investigadores como Hipólito Castillo y la propia administración del cerro. Sin embargo, hay un caso de corta duración en el paseo y del que existe escasísima información, siendo un misterio hasta hoy su destino después de esfumarse del cerro: el Monumento a la República regalado por la colonia sirio otomana en el Primer Centenario.
Algunos lectores de este blog me han advertido ya, en distintos momentos, que existió tal monumento en el Santa Lucía y que debería ser contabilizado como otra de sus innumerables piezas extraviadas desde el mismo. Sin embargo, es tan poco lo que se sabe al respecto que este artículo, inevitablemente, podría tener matices de novedad incluso para muchos de los que conocen mejor la historia del paseo construido por el entonces Intendente de Santiago don Benjamín Vicuña Mackenna, entre 1872-1874.
Para contextualizar, es algo conocido que las colonias extrajeras y países amigos no enviaron regalos para el ornamento público durante el período de las fiestas del Centenario de la República. Destacan de estos obsequios el Monumento de la Libertad francés, el León y el Ángel italiano en Plaza Baquedano, la Fuente Alemana del Parque Forestal, el Monumento de la Plaza Ercilla español, el León Helvético suizo de la Alameda, la Fuente de los Niños argentina en Plaza Mekis, etc.
En sus "Memorias de un emigrante. Imágenes y confidencias" de 1942, Benedicto Chuaqui recuerda sobre los regalos que las colonias árabes dieron a Chile en este mismo período del Primer Centenario de la República:
"Y la ciudad de Santiago, en vez de recibir de mis compatriotas un obsequio de gran calidad, recibió dos estatuas. Una de ellas, de parte de los sirios, representaba a la República y se ubicó en el cerro Santa Lucía. La de los otomanos fue un monumentoa Manuel Rodríguez, que se erigió en la plazuela de la Estación Mapocho.
Lástima grande fue el hecho que mis compatriotas fueron víctimas de su experiencia para apreciar estas obras, y de la falta de seriedad de los escultores, pues esos monumentos resultaron unos verdaderos mamarrachos que la autoridad edilicia hizo retirar después, con justa razón, de esos destacados sitios de la ciudad".
Del monumento a Rodríguez regalado por la colonia árabe (que estaba más precisamente ubicado a la altura de la Plaza del Mercado Central), recientemente hemos sabido por trabajos como "Manuel Rodríguez. Historia y Leyenda" del investigador Ernesto Guajardo, que fue poco valorado por los críticos apenas se lo inauguró en enero de 1912, al carecer de sus proporciones heroicas y presentar un guerrillero de piernas que se estimó demasiado cortas, brazos largos y hombros anchos. No era cualquier escultor el que lo hizo, sino el artista italiano Ricardo Negri, de las fundiciones del mismo apellido. El monumento fue retirado un tiempo después y llevado a una bodega por decisión municipal, desde donde llegó a Llay-Llay, en San Felipe de Aconcagua, donde se encuentra actualmente recibiendo honores y homenajes de la ciudadanía.
De la alegoría de la República de Chile, en tanto, tenemos algunas reseñas aportadas por ediciones de la revista "Zig Zag" de agosto y septiembre de 1912, entre la instalación del monumento y su inauguración oficial. Por las fotografías que reproduce la misma fuente, sin embargo, discrepamos un tanto del categórico juicio de Chuaqui, al calificarla despectivamente de "mamarracho" y explicar con ello su desaparición desde el cerro Santa Lucía.
La obra fue creación del destacado escultor y pintor nacional Carlos Canut de Bon (1877-1945), ex alumno de la Escuela de Bellas Artes donde había tenido por maestros a artistas de la talla de Cosme San Martín y Virginio Arias. También autor del Monumento a la Batalla de Chacabuco y de la Estatua de Manuel Rodríguez de San Fernando, Canut de Bon venía a tomar el contrato de esta nueva obra a poco tiempo de haber ganado la Medalla del Primer Lugar en la Exposición Internacional de Quito de 1909.
Llegada de la obra al cerro, un mes antes de inaugurada (Revista "Zig Zag")
Transcripción del mensaje que originalmente tenía el monumento, como dedicatoria de la colonia sirio-otomana para el pueblo chileno.
La figura producida por Canut de Bon muestra a una mujer libertaria alzando su mano derecha con una antorcha de autodeterminación e independencia, casi apuntando hacia el cielo. La figura femenina sería de bronce, según nuestra impresión; es de rostro sereno, tapada parcialmente por una túnica, con parte de su pecho al descubierto y en su abdomen un blasón con la estrella de Chile, rodeado de laureles y de al menos una figura zoomórfica, correspondiente a un grueso y desafiante cóndor que parece abrazar con sus inmensas alas de protección a la mujer. Esta pieza completa, cercana a los 2.20 metros de altura según nuestro cálculo, iba sobre el capitel de una alta y artística columna blanca con escultura en relieve, formada de dos niveles (uno grueso y otro más estilizado arriba), montados sobre una sólida gradería de escalones en el nivel del suelo. Una inscripción en esta misma columna, decía traducida al castellano:
"De la Colonia Sirio-Otomana a la República de Chile, en su Primer Centenario.
Sea el recuerdo de nuestro sincero afecto, este monumento, que permanecerá como reliquia grata. Viendo la fecha, exclame halagado y diga que es una prueba de amor en la fiesta de la gloria y el triunfo".
Respecto al lugar del cerro en el que se encontraba este monumento, no hay mucho en los textos ni en las mismas fotografías, pudiendo corresponder quizás al sector Norte del paseo, cerca del Castillo Hidalgo o la entonces llamada Plaza de los Campos Eliseos, por allí en lo que hoy es la Plaza Pedro de Valdivia. Otras opiniones que hemos consultado, sin embargo, prefieren creer que se trata de algún sector en las terrazas del Castillo González, pues parece distinguir almenas en el borde del escenario donde tuvo lugar la inauguración.
El término y traslado de la obra hasta el cerro tuvo lugar con algo de atraso, ya pasadas las fiestas, el 18 de agosto de 1912. La revista "Zig Zag" del día 24 decía al respecto:
"A medio día del Domingo último se hizo traslado del monumento que obsequia la colonia siria a nuestro país, desde el taller donde fue fundido, al Cerro Santa Lucía, donde quedará definitivamente. Esta obra, original del conocido escultor Sr. C. Canut de Bon, será entregada oficialmente en el próximo mes de Septiembre".
Así, tras el montaje, el descubrimiento oficial del Monumento a la República de Chile tuvo lugar el 20 de septiembre, ocasión en la que el distinguido representante de la colonia don Antonio Valech, leyó ante la numerosa concurrencia de autoridades, público y otros oradores un discurso en su lengua y que, traducido al castellano, decía según la transcripción que hace revista "Zig Zag":
"En el agua del patriotismo nos bautizamos.
En el purgatorio de la civilización purifiquémonos, acrisolándonos de la ignorancia vana e infructuosa.
Prohijemos el patriotismo de las naciones progredidas y civilizadas, que colocan sus héroes en la cumbre divina.
Esquilmemos el jugo de la libertad y la independencia individual, que la juventud adora.
¡Hasta qué eternidad abismada permaneceremos aletargados!
Nuestra esperanza perdida, nuestros sueños suicidados, reconquistémoslos, y que flagren nuestras reflexiones.
De nuestra negligencia devanece el patriotismo.
¡Que viva el patriotismo!"
Sin embargo, el monumento estuvo lejos de convertirse en esa elocuente "reliquia grata"que pronosticaba su mensaje de dedicatoria al pueblo chileno.
No hemos encontrado menciones importantes al mismo pasado ya su período inaugural, siendo posible que haya sido retirado por decisiones municipales, como dice Chuaqui. Quizás haya formado parte de los ornamentos que acabaron siendo sacados del Cerro Santa Lucía en las remodelaciones de los años cuarenta, aunque la falta de referencias e imágenes invita a pensar que su desaparición desde allí pudo ser anterior. Llama la atención, además, que una figura de semejante volumen y con una columna de tamaño no despreciable, se haya esfumado sin dejar rastros.
Del monumento sólo quedan algunas páginas casi tan perdidas como él y un puñado de imágenes como las que reproducimos, casi rogando en el interés de convencer al observador de que sí existió alguna vez en el Cerro Santa Lucía.
Imágenes del día de la inauguración del monumento (Revista "Zig Zag").

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