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LA BODEGA DEL "CASTELLÓN" DE SAN CARLOS DE PUENTE ALTO: BUEN PASADO, MAL PRESENTE Y QUIZÁS PEOR FUTURO

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La Bodega San Carlos hacia el 1900.
Coordenadas: 33°35'54.67"S 70°34'32.93"W
Este artículo sobre las ruinas de la Bodega San Carlos, conocida también como El Castellón, lo tenía parcialmente preparado hace varios meses, postergándolo a la espera de buenas nuevas que no llegaron ya, según asumo. El edificio es casi un retazo del pasado de Puente Alto, rodeado de grandes centros comerciales y casas de estudios que verifican la transformación de esta comuna en los extremos al Sur del Gran Santiago. El último proyecto de construcción de un conjunto comercial allí tuvo lugar hace poco, en 2013-2014, ocasión en la que por varios meses maquinarias pesadas hicieron temblar la tierra justo al lado de los frágiles restos que aún permanecen en pie.
La ubicación precisa de este complejo histórico es avenida San Carlos casi llegando la avenida Concha y Toro que es la continuación de Vicuña Mackenna hacia el centro de la comuna de Puente Alto y las célebres viñas en la entrada de Pirque. Esto es bastante cerca de la sede municipal, de hecho. Fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1995 y, aunque han existido algunas propuestas interesantes de rescate, hasta ahora ninguna se ha concretado.
Originalmente, esta bodega estaba compuesta por tres círculos concéntricos de adobe y vigas de madera, el más grande y exterior de unos 50 metros de diámetro, aunque es más bien un hemiciclo, no una circunferencia completa. 1.500 metros cuadrados ocupa, y se cree que esta curiosa disposición de sus espacios sería para el aprovechamiento máximo del mismo e incluso con alguna intencionalidad asísmica. Su techado era de madera y planchas, rematado por un mirador con torreón que servía también de linterna y ventilación en el centro de la estructura. Su acceso principal era por un pasillo frontal que se prolongaba hacia afuera con techado a dos aguas. Formaba parte de un terreno usado subdividido de otro hasta hace no muchos años por circos o instalaciones temporales, que se extendía hasta Concha y Toro y que ahora quedó bajo el nuevo centro comercial, donde existía también un alto silo de concreto que era muy conocido como referente en el barrio, además de algunos restos de la vieja hacienda.
Viñas de San Carlos y su entonces esplendorosa bodega. Fuente: "Chile en Sevilla", 1929.
La casona patronal del fundo con los hermanos Coo Tocornal posando afuera, y la escena de la vendimia en las viñas. Fuente: "Chile en Sevilla", 1929.
El Castellón cuando aún se conservaba relativamente entero. Fuente imagen: "Proyecto restauración Castellón Puente Alto", de S. Valdivia A.
Se cree que este edificio fue construido entre 1890-1895, asociado a la explosión productiva de la industria vitivinícola en este sector de la Región Metropolitana regado por la cuenca del río Maipo. Muchas otras huellas quedaron de este pasado por aquellas zonas, como las de las viñas de Aquitania, de Cousiño-Macul y de Quilín, la desaparecida bodega de La Salle, los restos ubicados junto a la Media Luna de La Florida o en el sector de El Hualle cerca de Rojas Magallanes, el sencillo y relicario bodegón de la avenida Los Toros (al parecer, también amenazado por el progreso) y las fastuosas instalaciones de las viñas de la Concha y Toro hacia Pirque, epicentro de esta actividad en la zona.
Apodada también Pueblo de las Arañas, la localidad de Puente Alto (así llamada por un antiguo puente que cruzaba el Maipo a esa altura) se constituyó administrativamente hacia 1891-1892, gracias a un comité de representación en el que participó activamente don José Luis Coo, empresario vitivinícola e ingeniero que acababa de estar a cargo de la labor de canalización del río Mapocho luego de la salida del controvertido jefe Valentín Martínez de las dirección de estas mismas obras, tras la destrucción del Puente de Cal y Canto. La comuna fue reconocida oficialmente como Villa de Puente Alto por decreto del 8 de enero de 1898, de modo que su origen mismo está relacionado con la actividad de los viñedos y la industria del vino.
Coo adquirió en esos mismos años una hacienda de terrenos de origen aluvionario, con viñas ubicadas en el entonces sector agrícola de la villa, que pertenecía hasta ese momento a don Carlos Aldunate y, antes que éste, a don Ibar Claro. Habría sido el propio señor Coo quien diseñó y construyó el edificio de las bodegas, pues se recordará que también fue el autor de la Casa y Parque de la Quinta Las Rosas.
Conocida desde entonces como Viña Coo y regada con las siempre generosas aguas del Maipo captadas en el origen del Canal de San Carlos, la propiedad estaba ubicada a 18 kilómetros de Santiago y muy cerca del que sería el ramal del ferrocarril a Pirque. Con unas 700 hectáreas, unas 75 de ellas estaban ocupadas por las viñas de cepa francesa que daban la principal capacidad productiva del fundo, seguida de la uva de mesa en variedades rosa y aromática que llegaba a los 300.000 kilos anuales, muchos de ellos exportados a los Estados Unidos. Otras producciones de la hacienda eran la alfalfa, cereales, maíz y papas, además de la ganadería ovina Hampshire-down, que fuera premiada en una exposición de 1921. Entre los primeros reconocimientos a su vino, la viña obtuvo medalla en Ecuador en 1909 y el Gran Premio de Buenos Aires en 1910.
Levantamiento con corte del edificio de la bodega y esquema de distribución y usos dentro de sus dos niveles inferiores.  Fuente imagen: "Proyecto restauración Castellón Puente Alto", de S. Valdivia A.
La casa patronal en dos imágenes: arriba, hacia el 1900, en archivos fotográficos del Museo Histórico Nacional; abajo en la "Guía vitivinícola de Chile" de Luis Navarro, de 1924.  La casa estaba en el sector del parque, frente al de la bodega. Fuente imágenes: "Proyecto restauración Castellón Puente Alto", de S. Valdivia A.
Barricas en los espacios interiores del bodegón de San Carlos, en fotografías reproducidas por la "Guía vitivinícola de Chile" de Luis Navarro de 1924. Fuente imágenes: "Proyecto restauración Castellón Puente Alto", de S. Valdivia A.
El empresario empleaba en su mejor momento a cerca de 200 trabajadores así que, con gran sentido social y comprendiendo la falta de manos en este sector de la ciudad así como las dificultades de desplazamiento diario hacia este sector entonces periférico, creó una población obrera propia al interior del Fundo San Carlos, donde residían casi 300 familias que influyeron en posteriores necesidades de urbanización de la joven comuna, como la instalación de una estación del ferrocarril a Pirque justo frente a las casas. Recuérdese que esta zona era campesina y rural, escenario que cambió sólo en los años en que se instaló la Manufacturera de Papeles y Cartones y otras fábricas, dándole un cariz más industrial.
Así se refería a las bodegas de San Carlos el "Álbum de la Zona Central de Chile. Informaciones agrícolas" publicado por Juvenal Valenzuela en 1923:
"Las bodegas tienen una capacidad para 40.000 arrobas. Son de un tipo original, en forma circular, que presentan especiales condiciones de comodidad, eficiencia y economía. Todo el material vitivinícola es de primera calidad y de estilo moderno".
Coo había contraído matrimonio con doña Elena Tocornal Bustamante, de la misma y aristocrática familia Tocornal relacionada con la actividad vitivinícola de la zona. De esta unión nacieron Teresa, Blanca, Luz, José Luis, Germán y Santiago Coo Tocornal, quienes continuaron la explotación de la misma propiedad tras morir su padre en los años veinte, produciendo vinos Borgoña, Bordeaux, Cabernet y Pinot con buena recepción y premiados en Europa, exportando también a países vecinos y hasta a Asia. Seguía acumulando premios como la Medalla de Oro de Bolivia en 1925, Medalla de Oro en la Exposición de Sevilla de 1930, el Gran Premio del Sindicato Vitivinícola de 1936, el Premio de la Exposición de Magallanes de 1935 y el Gran Premio de Bruselas de ese mismo año.
Convertida en la Comunidad Coo Tocornal de Puente Alto, en el Departamento de La Victoria, todavía destacaba como símbolo de la gran hacienda, en aquella época, esa enorme bodega siempre llena de barriles dispuestos en sus pasillos circulares, sobreviviendo algunas fotografías de su buena época. También se relucía allí la hermosa casa patronal de los Tocornal, donde estaba la administración de la viña.
Imágenes del bodegón en 1998 (arriba) y en 2004 poco antes del derrumbe de su torreón. Fuente imagen: "Proyecto restauración Castellón Puente Alto", de S. Valdivia A.
Vista de las ruinas desde un edificio universitario de avenida Concha y Toro, en 2013. El foso corresponde a los trabajos del centro comercial que allí se ha levantado. El edificio rosa es el Colegio San Carlos.
Rejas de acceso al recinto.
El vino "San Carlos" llegó a ser uno de los más conocidos y cotizados del país, de incuestionable calidad superior. Según comenta el trabajo "Chile en Sevilla: Libro oficial de los exponentes de Chile en Sevilla", de 1929, era entonces "tal vez el vino chileno más apreciado fuera del país", llegando a Japón y a la India. Dentro del mercado chileno se vendían algunas partidas a granel, pero al exterior iba a parar el gran volumen de la producción de 40.000 cajones anuales de 12 botellas cada uno, cantidad que se incrementó en los años posteriores. También producía a la sazón, un brandy o coñac propio y una cotizada chicha cocida en tarros metálicos especiales. La misma fuente de los expositores en Sevilla comenta sobre la enorme bodega:
"Las Bodegas de la Viña tienen una capacidad para cuarenta mil arrobas y son de un tipo muy original: de forma circular, digno de ser conocido e imitado a estos trabajos, pues, presentan especiales condiciones de comodidad, eficiencia y economía. Todo el material vinícola, como fermentadoras, vasijas, maquinarias, prensas, bombas, filtros, etc., son de primera calidad y del tipo más moderno. La elaboración y cuidado está confiada a un competente técnico".
La Comunidad Coo Tocornal giraba en esos años con un capital de unos cinco millones de pesos, con sucursales en Antofagasta, Valparaíso, Concepción y otras ciudades. Empleaba aún a 200 operarios y 12 empleados técnicos. Sin embargo, al crecer la competencia pasados los años treinta, la producción de la hacienda fue decayendo y haciéndose de menor calidad. Haber mantenido el mismo modelo y plan de explotación que había iniciado don Luis Coo, sin grandes modificaciones ni adaptaciones a los desafíos del mercado, sería algo que acabarían pagando en su sucesión.
Los arriendos de espacios y loteos de la hacienda comienzan en la década siguiente, siendo vendida la propiedad en 1948. La viña que otrora se jactara de ser la más conocida de Chile en el mundo y premiada por su calidad en tantos certámenes internacionales, acabó sus días comerciando una marca de vino económico para mercado interno, que fue conocida popularmente como "Vino Castellón", en precisa alusión a sus famosas bodegas de Puente Alto. Resistió estoicamente en el mercado todavía hasta 30 años después, cerrando operaciones hacia el año 1978, ya en otras manos según parece.
Terminada la época de la Viña San Carlos que heredara su nombre a la calle donde se halla, la vieja bodega símbolo de un próspero tiempo de industria vinícola, fue hallándose cada vez más cercada por la urbanidad y la construcción de viviendas a su alrededor, mientras seguía deteriorándose. Sobrevivió con algunos daños al terremoto de 1985, quedando dividida en dos sectores por la calle San Carlos: el terreno de la bodega (Lote 4-B) y el del parque del mismo nombre (Lote 1-D), al otro lado de la vía. Un complejo educacional fue levantado justo en el costado oriente de la bodega, mientras que el poniente (Lote 4-A) siguió olvidado de la civilización con algunos restos de la antigua hacienda, como dijimos.
La gran transformación del entorno tiene lugar hacia mediados de los noventa, para llevar adelante un proyecto inmobiliario de la tristemente célebre empresa COPEVA Ltda., que adquirió en sociedad con otra firma los terrenos que habían pertenecido a la viña. A pesar de que se había exigido por las autoridades al proyecto preservar los edificios de valor histórico, la sociedad destruyó la vieja casa patronal de la Comunidad Coo Tocornal, por razones nunca comprendidas ya que no había urgencia de cometer semejante atrocidad. Fue entonces cuando se conoció la declaratoria de Monumento Histórico Nacional para la bodega, en 1995, salvándose así de la destrucción gracias a las exigencias de la comunidad puentealtina. Así, el Decreto N° 534 del 20 de octubre de ese año, decía en los considerandos para otorgándole este estatus:
"Que, la antigua bodega de vinos destaca por la originalidad de su traza, de plano concéntrico único en Chile, desarrollada en tres niveles de gran calidad de sus espacios interiores que pueden adaptarse a diversos usos, como asimismo, su expresión volumétrica que enfrenta a un hermoso Parque, muy antiguo con árboles de gran magnitud, que forman parte de su entorno original. No corresponde a un estilo definido, pero tiene gran semejanza con las granjas nor-europeas".
Demás está decir que COPEVA mostró escaso interés en someterse a la declaratoria, motivando nuevas denuncias en su contra de parte del Consejo de Monumentos Nacionales y los vecinos del sector. Un interesante informe de Soledad Valdivia A. presentado a la Municipalidad de Puente Alto con el título"Proyecto restauración Castellón Puente Alto", de 2009, informa de la poca fortuna que tuvo el bodegón en los años que siguieron: un incendio destruye buena parte de su techumbre en agosto de 1997, y durante el año siguiente son  robadas tablas y tablones de roble de su principal estructura interior y los entrepisos entre el segundo y tercer nivel, perdiéndose también el valioso material de sus escaleras. El informe presentado por el propio Consejo de Monumentos Nacionales en 1999, resultaría desalentador, concluyendo que "el nivel de deterioro del edificio ha sobrepasado los límites de lo que se puede definir una obra de arquitectura propiamente tal".
Comprendiendo que poco podía esperarse de la empresa COPEVA (seriamente cuestionada ya entonces por el escándalo de las casas con filtraciones de la Población El Volcán, también en Puente Alto) para salvar la Bodega San Carlos, la Municipalidad de Puente Alto tomó la iniciativa de comprarle esta propiedad durante el año 2000 e implementar un plan de recuperación llamado "Reconstitución y consolidación estructural del Monumento Nacional El Castellón". Fue sólo el primero de al menos tres proyectos municipales presentados para recuperar el edificio, sumado a otros de naturaleza privada, pero ninguno ha arribado a buen puerto en todos estos años.
Para empeorar la situación, a fines de 2004 y quizás a consecuencia del robo de postes interiores de madera sumado al propio envejecimiento del vetusto edificio, se derrumbó por completo el torreón del observatorio, perdiéndose gran parte de los techos en la caída. Desde entonces, éstas maderas que sostenían las planchas del techado fueron desapareciendo, haciéndole perder al edificio una de las características más distintivas y recordadas de su aspecto original.
Hacia el mes de agosto de 2009, se da inicio a un nuevo plan manifiesto en el llamado a licitación "Restauración Castellón, ex Bodega Viña San Carlos", con participación del Departamento de Estudios y Proyectos de la Municipalidad de Puente Alto y el Consejo de Monumentos Nacionales. Eran los días de preparativos para festejar el Bicentenario Nacional, además. Sin embargo, parece ser que el terremoto del 27 de febrero de 2010 volvió a castigar las ruinas de la antigua bodega, haciendo más oscuras sus proyecciones de permanencia. Cayeron parte de los techos que quedaban y también el frontón del acceso.
Pese a todo, en 2011 durante la alcaldía de Manuel José Ossandón, se dio impulso a un nuevo intento para restaurar el edificio y convertirlo en el Museo Histórico de Puente Alto, plan encargado al arquitecto Gustavo Ponce. Para tales objetivos, se planeaba reconstruir las partes derrumbadas o quemadas de la bodega y reforzar sus murallones de adobe con madera laminada. Sus espacios interiores servirían también para albergar salas de actividad cultural, dos salones de exposiciones, un teatro-auditorio propio y hasta una cafetería y una oficina del Servicio Nacional de Turismo. La obra sería financiada por el Banco Interamericano del Desarrollo (BID), con un costo de $ 1.950 millones, y se suponía que antes de fin de año se licitaría su ejecución, proyectada para el primer semestre de 2012.
Sin embargo, tal vez coincidiendo con el cambio de administración edilicia a fines de se mismo año 2012, no hubo grandes avances materializados en el largo anhelo ciudadano por recuperar este edificio. La construcción de otro centro comercial en el terreno adyacente (ex Lote 4-A) durante el año siguiente, además, ya impide toda posibilidad de ver el bodegón desde el lado de avenida Concha y Toro, dejándolo secuestrado entre edificios modernos. Sólo desde la calle San Carlos es posible contemplarlo a través de las antiguas rejas con puntas de flechas de la viña, sin tener que invadir propiedades vecinas para la observación.
Lamentablemente, tras un recurso de protección presentado por los propietarios del retazo de terreno ubicado en avenida San Carlos (el sector del desaparecido parque) en contra del Consejo de Monumentos Nacionales, la Novena Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago autorizó la desafección de la calidad de Monumento Histórico Nacional para el viejo terreno que quedaba de la misma hacienda de El Castellón, el 6  de abril de este año 2016, con un fallo donde se concluye categóricamente:
"Acreditado que el parque declarado monumento histórico ya no forma parte del entorno original considerado para tal declaración, que ha perdido las características que motivaron esta decisión, encontrándose actualmente en estado de abandono y mala conservación, solo resta concluir que el acto administrativo que rechazó su desafectación carece de fundamentos efectivos, tornándose arbitrario".
Aunque no han cesado las voces de vecinos, artistas populares, músicos y gestores culturales de la comuna insistiendo en la necesidad de salvar el viejo bodegón, algunos han interpretado la decisión de la Corte de Apelaciones como una inminente apertura a la venta y destrucción no sólo de lo que había sido el Parque San Carlos para favorecer proyectos inmobiliarios, sino de la posibilidad de que el propio edificio en ruinas del bodegón termine siendo sometido a este mismo destino infame.
Técnicamente, podrá discutirse semejante temor sobre lo que viene ahora para El Castellón hoy habitado sólo por un cuidador y sus perros, pero no mirando el abandono en casi total desdén en que aún se hallan esas murallas, aleros de madera seca y escombros de la antigua bodega, motivando los peores pronósticos sobre lo que podría ser su futuro... Se hace inevitable pensar que, quizás, ya sea demasiado tarde para alcanzar a salvar algo de esta vieja bodega.

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