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Imagen del flamante monumento, en revista Zig-Zag de 1946.
Coordenadas: 33°26'12.45"S 70°38'24.08"W
En difícil categorizar a un alma única y llena de paradojas como la de Rubén Darío, y a la vez definir en pocas palabras su paso por Chile, lleno de claroscuros y contradicciones. Sin embargo, más allá de las controversias y dificultades que tuvo su aventura por nuestra tierra, no cabe duda de que dejó su huella, expresada en al menos dos céntricos ejemplos de Santiago: la placa conmemorativa que lo recuerda en la primera cuadra de calle Nataniel Cox (donde tuvo su residencia) y el monumento a su memoria en el Parque Forestal ubicado casi al borde de calle Merced frente a Paulino Alfonso, mismo punto que hace unos meses propusimos acá como parte obligada de un paseo romántico por Santiago Centro.
El poeta, periodista y escritor nicaragüense nacido en 1867 como Félix Rubén García Sarmiento, más conocido como Rubén Darío, llegó a Chile en junio de 1886 para probar buscando la misma suerte que le había sido esquiva en su patria, siendo recibido por el escritor y diplomático Eduardo Poirier y por su colega el poeta Eduardo de la Barra. Gracias a Poirier pudo encontrar trabajo en el diario "La Época", entrando así a ciertos círculos intelectuales y líricos de Santiago, haciendo entre ellos grandes amistades incluso con el joven y prematuramente fallecido poeta Pedro Balmaceda Toro, hijo del igualmente trágico Presidente José Manuel Balmaceda.
Antes de soñar siquiera con ganarse el apodo de "Príncipe de las Letras Castellanas", Rubén Darío se residiría en una casa de número 51 de Nataniel Cox muy cercana a la de don Manuel Rodríguez Mendoza, redactor de "La Época". Primero había estado alojado en el albergue de esta compañía periodística, pero más tarde se mudó como pensionista hasta la mencionada calle, en 1887, a escasos metros de la Alameda de las Delicias. Había trabajado también para el periódico "El Heraldo", y en éste período publica sus obras "Abrojos", "Rimas", "Azul" y "Canto épico a las glorias de Chile", que dedicara al Presidente Balmaceda con el siguiente mensaje:
"Señor:Si algo puede valer este canto a las glorias heroicas de Chile, mi segunda patria, acéptelo usted como un homenaje al hombre ilustre, y como un recuerdo al padre de uno de mis mejores amigos".
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Sin embargo, como bohemio, vividor incorregible, tratando de esconder a veces su modesta situación, además de formado en modales un tanto bruscos, Darío tuvo dificultades para ser aceptado en la estricta sociedad aristocrática de Santiago en aquellos años, causando alguna controversia. También se cuenta que iba frecuentemente hasta los lupanares y cantinas del lado chimbero del río Mapocho, hasta donde tenían que ir a buscarlo sus amigos cada vez que se perdía hasta por varios días.
En esas mismas correrías por La Chimba, Darío habría quedado profundamente enamorado de una mariposa nocturna a la que, según su leyenda, le habría dedicado algunos de sus mejores versos de amor escritos en Santiago, según comentan autores como Ramón Díaz Eterovic en la "Guía de patrimonio y cultura del Barrio de la Chimba". Sea o no de tan particular inspiración, podemos probar parte de su pasión desbordada en el poema titulado "Primaveral", por ejemplo:
Mes de rosas. Van mis rimas
En ronda, a la vasta selva,
A recoger miel y aromas
En las flores entreabiertas.
Amada, ven. El gran bosque
Es nuestro templo, allí ondea
Y flota un santo perfume
De amor. El pájaro vuela
De un árbol a otro y saluda
Tu frente rosada y bella
Como a un alba; y las encinas
Robustas, altas, soberbias,
Cuando tú pasas agitan
Sus hojas verdes y trémulas,
Y enarcan sus ramas como
Para que pase una reina.
¡Oh, amada mía! Es el dulce
Tiempo de la primavera.
Sin embargo, pese a los reproches y a las dificultades para adaptarse en tierras ajenas, Darío destacó por su trabajo en los diarios chilenos y fue entonces cuando el crítico literario español Juan Valera lo elogió en el diario "El Imparcial" de la Península. Si bien le criticaba su exceso de"galicismo" como influencia en sus letras, reconocía la calidad de su obra instalando la atención general del habla hispana sobre el poeta. Fue entonces cuando un periódico de Buenos Aires, "La Nación", también se interesa en el trabajo de Rubén Darío y se le ofrece integrarlo como periodista corresponsal, comenzando a consagrarse por toda América dada la alta circulación y cobertura que tenía este mismo diario y otros a los que accedió gracias a este impulso.
Concluida su época de despegue en Chile y dejando atrás un país que se iba a ver ensombrecido por los conflictos políticos que llevarían a la Guerra Civil, tres años de residencia y amistades quedarán atrás con su partida de regreso a Nicaragua, donde llega en marzo de 1889, iniciando una nueva etapa de vida llena de viajes y siempre activa, escribiendo para distintos medios. Considerado máximo exponente de la escuela modernista literaria en el habla hispana, sus últimos días no fueron los mejores, sin embargo, quizás pagando los excesos de una vida: ahogado en vicios de la bebida, en enfermedades, en su carácter explosivo y en su latrofobia (terror irracional a los médicos), tras abandonar a su propia familia en la Europa de la Primera Guerra Mundial, falleció en la ciudad de León en Nicaragua en 1916, reducido a sólo una mancha de su grandeza en la literatura hispana.
Años más tarde, las autoridades de Santiago decidieron rendir homenaje al recuerdo de Rubén Darío, para quien fuera tan importante Chile en el inicio de su carrera como para los chilenos lo fuera su paso por la capital y su influencia en la joven intelectualidad de entonces. El lugar decidido finalmente para colocar la obra sería el Parque Forestal, principal paseo de la ciudad construido en distintas etapas a partir de principios del siglo XX.
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La obra ganadora del certamen, en 1943, fue la del escultor Raúl Vargas Madariaga (1908-1990), quien había sido alumno del artista Romano de Dominicis y del taller de Virginio Arias, además de compañero de Samuel Román Rojas. Vargas también sería el autor del Monumento a José Victorino Lastarria en Cerro Santa Lucía y el Homenaje a la Juventud de la Alameda Francisco de Aguirre en La Serena.
Colocada en una fuente con monolito reproduciendo parte de un poema y con una lira en relieve, su propuesta de Vargas al centro de la misma era la de una figura estilizada y desnuda que algunos interpretan como el semidios griego Pan sin los atributos animales que usualmente lleva, aunque tocando su seductora flauta de cañas; y por otros, es la imagen de Narciso, lo que parece más probable por su ubicación sobre la fuente como si aludiera al mito del hermoso mancebo que acaba enamorado de su propia imagen reflejada en el agua, por una maldición de Némesis. Al parecer, el propio Vargas presentó a su escultura base como "Narciso".
La obra pudo ser llevada a ejecución recién hacia 1945, siendo inaugurada en un primer acto el 15 de octubre de ese año según Alfonso Calderón en "Memorial de viejo Santiago"; y, según parece, fue oficialmente presentada el 14 de septiembre del año siguiente, pasado el 30° aniversario de su fallecimiento, de acuerdo a otras fuentes que tenemos a la vista. Está hecha de concreto, hierro y un círculo de pastelones rodeando la fuente. La estatua del efebo de bronce mide 1,75 metros de altura, y originalmente el agua estaba apozada en la pila como espejo, ahora reemplazada por chorros. Para Liisa Flora Voionmaa Tanner en "Escultura pública: del monumento conmemorativo a la escultura urbana, Santiago, 1792-2004", éste es "es uno de los más hermosos monumentos de la ciudad".
El monolito con la lira dice recordando sus versos sobre granito:
"RUBÉN DARÍOPOR ESO SER SINCERO ES SER POTENTE
DE DESNUDA QUE ESTÁ BRILLA LA ESTRELLA
EL AGUA DICE EL ALMA DE LA FUENTE
EN LA VOZ DE CRISTAL QUE FLUYE D'ELLACANTOS DE VIDA Y DE ESPERANZA"
En 1967, en los preparativos del centenario del nacimiento del poeta, las autoridades chilenas quisieron hacerle un gran homenaje al nicaragüense y así se publicó la Ley N° 16660 del 2 de septiembre de ese año, se le cambió el nombre al Parque Forestal a secas por el de Parque Forestal "Rubén Darío":
"LEY NUM. 16.660DENOMINA PARQUE FORESTAL RUBÉN DARÍO AL PARQUE FORESTAL DE SANTIAGOPor cuanto el H. Congreso Nacional ha dado su aprobación al siguienteProyecto de ley:'Artículo único.- Denomínase Parque Forestal Rubén Darío, en toda su extensión, al actual Parque Forestal de Santiago.'Y por cuanto he tenido a bien aprobarlo y sancionarlo; por tanto, promúlguese y llévese a efecto como ley de la República.Santiago, a dieciocho de Agosto de mil novecientos sesenta y siete.- EDUARDO FREI MONTALVA.- Bernardo Leighton G.Lo que transcribo a U. para su conocimiento.- Dios gue. a U.- Enrique Krauss Rusque, Subsecretario del Interior".
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La Municipalidad de Santiago y la colonia nicaragüense realizaron un solemne acto público donde participaron incluso descendientes del poeta, en la pileta y el monumento, celebrando el cambio de nombre. Pocos años después de publicada la ley, además, se colocaba allí la placa-monolito conmemorativo de este evento, que ya es parte del conjunto y que ofrece el siguiente mensaje:
"PARQUE FORESTAL
'RUBÉN DARÍO'HOMENAJE DEL PUEBLO DE CHILE AL INMORTAL POETA NICARAGÜENSE CON MOTIVO DEL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO EL 18 DE ENERO DE 1967.INAUGURADO PORIGNACIO LAGNO C.
ALCALDE DE SANTIAGOREYNALDO NAVAS BARRETO
EMBAJADOR DE NICARAGUACÉSAR GUZMÁN CASTRO
PDTE. DEL INSTITUTO CHILENO-NICARAGÜENSE DE CULTURALEY N° 16660 DE II.IX.1967JUNIO 1971"
Lamentablemente, además de ser claro que el cambio de nombre no prendió en el uso ni en la identificación popular del Parque Forestal, esta placa con la indicación un tanto confusa sobre su razón de estar allí ha inducido a errores respecto del origen de la fuente y el monumento, llevando a tropezar a la propia Municipalidad de Santiago en el panel explicativo bilingüe que allí colocó, donde se señala que su origen está en un homenaje del pueblo chileno en el centenario del nacimiento de Darío, sin advertir que ése fue el caso de la ley aludida en la placa-monolito, mientras que la fuente y el monumento son en realidad de más de dos décadas antes, como vimos.
Hoy, la fuente está rodeada en su frente por bancas de descaso, casi como dispuestas sólo para sentarse a contemplarla. Además del monolito sobre el cambio de nombre del parque y el panel explicativo, cerca de la fuente hay una fontanela o pileta italiana de agua hoy seca, que no deja de llamar la atención por su diseño antiguo: un modelo Layia de la compañía Neri Spa de Longiano, cuya edad no podemos precisar por ahora pues la firma aún lo fabrica y lo ofrece en nuestros días. Forma parte del conjunto bajo aquel claro en el parque, por su inmediatez. El monumento también está a poca distancia de otro conocido atractivo del sector, como son los célebres helados de sabores no convencionales en el "Emporio La Rosa". Este año, además, hubo un nuevo acto solemne en este sitio, en febrero de 2016, conmemorando el centenario del fallecimiento de Rubén Darío con participación de autoridades municipales, diplomáticos de Nicaragua y nuevamente descendientes del literato.
No es raro ver detenidos alrededor de la fuente de Rubén Darío, cada día, a grupos turistas nacionales o extranjeros y sus respectivos guías explicándoles la historia de este monumento, aunque esperamos que sea sin repetir el señalado error del panel informativo.