Quantcast
Channel: ex URBATORIVM
Viewing all articles
Browse latest Browse all 726

CUADRO A CUADRO: LOS MOSAICOS DEL METRO DE SANTIAGO Y LAS SOMBRAS DE PELIGRO

$
0
0
Trabajador armando los mosaicos y baldosines de un acceso del Metro en los años setenta (Fuente imagen: plataformaurbana.cl).
Desde el año 2011 debo un compromiso de completar este artículo, referido a los mosaicos de las Líneas 1 y 2 del Ferrocarril Metro de Santiago de Chile, con el que vuelvo a la esencia de la investigación de historia urbana que es matriz de este blog. La postergación fue por un hecho feliz, sin embargo: el buen resultado de la campaña impulsada por el inquietoRamón Rivera Notario y sus sitios Ripituc (ripituc.tumblr.com y www.ripituc.blogspot.com), cruzada que puso atención pública en la necesidad de dar rescate a estas históricas piezas y que llegó a buen puerto, haciendo menos urgente difundir la "puesta en valor" de las mismas ante la amenaza de que fuesen removidos.
Los mosaicos de los muros, pasillos, andenes y pretiles del Metro tienen una relación emblemática con la industria nacional: fueron un producto industrial chileno para revestimientos de gres cerámico, de la desaparecida fábrica IRMIR con su planta en calle Las Dalias 2723, en el Barrio Industrial de Macul. La empresa había sido fundada en 1948 por el inmigrante italiano Gastone Marsanich, paseando por el éxito durante 30 años más al ser la única firma que ofrecía esta clase de materiales. Fue trabajo chileno y para chilenos, en otras palabras, gracias a aquel hijo de La Bota llegado a nuestra tierra.
Tanto en algunos edificios de la época como en las propias estaciones del Metro, se colocaba a los mosaicos uniformando superficies o bien formando diseños con patrones formados por la alternación con baldosines vitrificados y azulejos, en una interesante propuesta de texturas que fue característica de las estaciones del servicio por muchos años. Todavía quedan algunos casos en Santiago y Valparaíso, del período 1950 a 1980, con estas características en fachadas o en pasillos interiores de inmuebles, como el apodado "Edificio del Dragón" de calle San Pablo y el gigantesco mosaico Bonati-Ortúzar-Vial, en el paso bajo nivel de la Alameda Bernardo O'Higgins que une calle Santa Lucía con Carmen y Diagonal Paraguay, también obra hecha con material de la empresa IRMIR.
Estación y sus mosaicos en el período de pruebas, poco antes de la inauguración del servicio Línea 1 en 1975 (Fuente imagen: metrosantiago.cl).
Un interesante trabajo para profundizar sobre este tema está en el artículo titulado "Del mural de Peñaflor al metro de Santiago: sesenta años de mosaico vítreo en Chile", de Rodrigo Vera Manríquez, publicado en la revista "Arte y Ciudad" N° 3 de junio de 2013. Allí se puede confirmar que el trabajo de mosaicos en Chile pasó a ser más moderno y menos rudimentario hacia inicios de los años treinta, tras la fundación de la Gran Fábrica Nacional de Mosaicos Escudero y Cía., abriendo las puertas a los novedosos productos ofrecidos por la empresa del señor Marsanich en el mismo campo pero para la construcción y el urbanismo.
El material de pequeños cuadros cerámicos o "pastillas" en colores pasteles, ocres y blancos, era denominado muriglass. Las otras más usadas en el caso del Metro, eran las calugas de baldosines enlosados y los azulejos planos o con relieves. IRMIR promocionaba sus productos 1978, asegurando: "El Gres Cerámico IRMIR se caracteriza por: impermeabilidad, durabilidad, permanencia de colorido, inatacable por ácidos y alcalíes, apropiado para exteriores e interiores en la construcción".
Metro fue el principal comprador de la empresa IRMIR. Cuadrillas de hábiles y minuciosos obreros trabajaron durante meses y meses para completar afanosamente el puntilloso trabajo de pegado de los mosaicos, saltando a la vista la enormidad del esfuerzo desplegado e invertido por los "maestros". Los diseños usados para estos mosaicos de las estaciones, particularmente, resultaron de propuestas para un concurso al que llamó la empresa encargada de las obras, dirigidas por Peter Himmel, arquitecto que habría sido quien propuso incorporar esta clase de artísticos revestimientos dada su resistencia, su duración muy superior a la pintura y su valor inferior al de la madera, además de las facilidades que ofrecía para su limpieza.
La Línea 1 del Metro fue inaugurada en septiembre de 1975, con sus hermosas texturas de mosaicos y coberturas de muros, similares a los que se colocaron también en la Línea 2, en 1978, y en la extensión de la misma Línea 1 desde Estación Salvador hasta Escuela Militar, en 1980... Mas, sólo un tiempo después del millonario contrato para proveer la cerámica y baldosines de los revestimientos para el Metro, la empresa IRMIR fue vendida y cambió de dueños, cerrando sus puertas y declarándose en quiebra durante el advenimiento de la Recesión Mundial de 1982. Con su partida se acabó en Chile también la disponibilidad de los materiales vítreos y cerámicos ocupados en las estaciones y que eran de su exclusiva fabricación acá en el país.
Los mosaicos se convirtieron en un símbolo y un rasgo casi identitario para el Metro, después de entrado en uso. Aunque eran inconfundibles, por mi parte he observado este mismo tipo de revestimiento también en Europa, particularmente en el Metro de Roma, confirmando la utilidad del mismo para los servicios del tren subterráneo. Tan característico era que algunos se referían a ellos como los "mosaicos del Metro" cuando los veían en otro lugar de la ciudad, como algunos edificios del sector de Santiago Centro donde aún se conservan.
Acercamiento al aspecto de las piezas rectangulares del mosaico muriglass.
Una juntura de mosaicos, baldosines y azulejos de IRMIR en el Metro.
Aunque ya habían sido intervenidos revestimientos de algunas estaciones en épocas anteriores (como las reconversiones artísticas de República y de Universidad de Chile), fue después del terremoto del 27 de febrero de 2010 que la administración del Metro de Santiago encargó a la empresa CVC S.A., por licitación de $1.100 millones, el retiro de varios los mosaicos y baldosines originales de la Línea 1, poniendo en alertas a quienes notaron el cambio en proceso. El retiro partía en estaciones como Escuela Militar, Alcántara, El Golf, Los Leones y Manuel Montt, a las que se sumaron después trabajos similares en Pedro de Valdivia y Baquedano.
Grandes segmentos de los diseños murales comenzaron a desaparecer en una decisión que no fue consultada ni anunciada al público, eliminándose otro rasgo histórico de la identidad del Metro de Santiago, como en el pasado había sido el abandono de sus símbolos individualizados para cada estación. Otro penoso síntoma de la falta de conciencia de la empresa sobre la percepción negativa que se ha ido acumulando en el público sobre la misma, especialmente desde los problemas de capacidades ofrecidos a partir del desastre del Transantiago.
Poco aportó a la calma la explicación dada por el entonces Presidente de la Empresa de Transportes de Pasajeros Metro, Raphael Bergoeing, en una edición del diario "El Mercurio" de marzo de 2011, respecto de los retiros de los revestimientos interiores de las estaciones se estaban ejecutando porque "a la Línea 1 ya se le nota demasiado el paso del tiempo y por eso es tiempo de actuar con las refacciones", con un plan de $416 millones sólo para la primera etapa. Para el año siguiente, además, el aspecto que comenzaban a adquirir las estaciones intervenidas con baldosas y pastelones generaba críticas antes aun de inauguradas.
La remoción del material desde los muros de la Línea 1 y en expectativa la de la Línea 4, más el ejemplo a la vista del uso de grandes baldosas y porcelanatos para el caso de los diseños murales en la Línea 4 del mismo servicio, hizo cundir el temor de que los mosaicos fuesen sustituidos por esta última solución, que a decir verdad tampoco fue del gusto de todos los usuarios. Organizaciones ciudadanas como Defendamos la Ciudad se manifestaron contrarias a la modificación de estas piezas en las estaciones intervenidas, y los propios descendientes de Marsanich y ex directores de la firma IRMIR, también se mostraron descontentos con la extraña medida, justificada por las autoridades bajo la necesidad de retirar material afectado por el señalado terremoto.
Sector de escalas mecánicas, con muros conservando los mosaicos.
Los muy parecidos mosaicos del Metro de Roma, Estación Colosseo.
Finalmente, después de una gran descontento ciudadano vertido en las redes sociales y de las que fuimos parte en esos recientes años, el retiro de los mosaicos muriglass del Metro fue detenido y la empresa debió devolverse sobre sus pasos en su propósito de removerlos de ambas líneas, sin avanzar más allá de los cambios que ya se había hecho y de una que otra intervención aún pendiente. Así, a fines de junio de 2012, Metro hizo un breve comunicado en las mismas redes sociales aclarando que, fuera de los mosaicos que ya se habían retirado "por seguridad", los de las demás estaciones se mantendrían. Acto seguido, llamó a concurso para un diseño que sería incorporado a las paredes de la Estación Militar, donde habían sido sacados ya.
Demás está decir que el resultado de las intervenciones en las estaciones fue de escasa simpatía ciudadana, generando más bien una gran cantidad de críticas, incluyendo las del arquitecto y académico Sebastián Gray y el ex socio de de IRMIR, don Gustavo Téllez, una vez entregadas las obras (diario "Publimetro" del miércoles 1° de agosto de 2012). Popularmente, incluso fueron objeto de burlas al ser comparadas con "baños" los aspectos de las estaciones refaccionadas.
Al menos por ahora, la campaña para salvar los mosaicos del Metro tuvo buenos resultados, algo poco frecuente en cuestiones de defensa patrimonial y urbana. Sin embargo, quedó de manifiesto ya que el interés por retirarlos bajo premisas facilistas de hacer "más moderno" el Metro ya está instalado en las autoridades, además de posibles factores adicionales haciendo peligrar su permanencia, como el afán de colmar de publicidad los espacios  de cada estación. No habrá que bajar la guardia por el bien de los mosaicos si es que se los quiere ver otros 40 años allí, en consecuencia, salvando miles y miles de horas-hombre invertidas, además de la pulcritud de un sistema de recubrimiento que no requiere de pinturas ni de retoques permanentes y que -por extinción del material- nunca podrá ser repetido en nuestro país.
Mosaicos del sector de andenes de una estación Metro de Santiago.
Aunque el retiro se detuvo, hay mosaicos muy dañados y sin reparaciones.

Viewing all articles
Browse latest Browse all 726

Trending Articles



<script src="https://jsc.adskeeper.com/r/s/rssing.com.1596347.js" async> </script>