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RAÚL GUTIÉRREZ, EL PREDICADOR: SE APAGÓ EL ÁSPERO Y ENÉRGICO GRITO DE "¡GLORIA AL PULENTO!"

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Coordenadas:  33°26'22.19"S 70°38'59.44"W (último sector que ocupaba en Santiago Centro)
Raúl Gutiérrez Gutiérrez llegó a ser uno de los pastores evangélicos o canutos más conocido y populares de la historia de nuestro país, además de un icono de los años ochenta, a pesar de la pobreza espartana en que vivía y lo lejos que se halló de llevar su fervor ardiente y apasionado a algún templo con auditorio propio; menos a la radio o la televisión. Claro que nunca lo haría: la calle era su gran casa, su iglesia y su vertiente devocional, en ese mismo Paseo Ahumada donde se graduaron grandes personajes populares de la historia reciente de la Ciudad de Santiago, desde el escritor Luis Cornejo vendiendo sus propios libros de corte social allí en la Plaza de Armas, hasta el recientemente fallecido Sigisfredo Venegas, suplementero de "La Segunda" apodado "El Rambo", con sus disfraces y representaciones excéntricas como "El Vendedor de Palomas". El predicador Gutiérrez pasó a formar parte de esta misma nómina de personajes perdidos en la historia de la urbe, en el recién pasado fin de semana.
Don Raúl había nacido en 1932, dentro de una familia muy pobre de Linares, condición social que lo acompañaría toda la vida. Se vino a trabajar en la juventud a Santiago. Viviendo acompañado de su esposa y su pequeña hijita, daba batalla y sustento como mecánico engrasador de la desaparecida ETC, para el Ministerio de Obras Públicas. Lamentablemente, con esta difícil existencia se puso bueno para el copete y no dejaba un día sin andar pasando las penas con "el tósigo y el reconfortante" de la ebriedad, como hablaba Baldomero Lillo del flagelo del alcohol entre los obreros. La malta y la cerveza pasaron a ser su agua de cada día, según la confesión que de él oímos.
Sin embargo, en 1962 fue invitado a una iglesia por el pastor Antonio Villegas, a la que asistió por curiosidad. El shock espiritual fue instantáneo, y allí mismo recibió un incontenible golpe de fe que enderezó su estilo de vida. De inmediato se propuso dejar el trago para siempre, comenzando a predicar por su cuenta en 1965. Según declaraba, el propio Señor del Cielo le habló de alguna forma y le señaló el camino con misión incluida, instándolo a predicar de por vida en las calles de la ciudad.
Su difusión del evangelio comenzó en los años setenta en el Centro de Santiago. Según otra confesión que alguna vez oímos, cada mañana ingería mucha harina tostada para tener energías, dar fuerza de su garganta y difundir así la palabra en todas las jornadas, vistiendo de gastado terno y peinando sus cabellos rubios colorines sobre la incipiente calva, como todo un caballero de Biblia en mano. Suponía que su humilde desayuno le ayudaría a conservar la voz, pero la verdad es que desgaste le llevó a ir endureciéndola año a año. Más que un predicador cristiano, entonces, había días en que Gutiérrez sonaba más bien a Lemmy, el vocalista de "Motörhead".
Solía estar en Ahumada casi afuera del Citibank, aunque emigraba también a la Plaza de Armas, a Huérfanos y a Estado cerca de la Galería España. Los paseos del Centro de Santiago no eran sus principales lugares de informal ministerio, sin embargo: una de sus esquinas favoritas era también la de Moneda con San Antonio, pero probablemente sean sus visitas a Ahumada las más recordadas, por la cantidad de peatones que circulaban por allí cada día y lo veían.
El "Gloria al Pulento" fotografiado por reporteros del diario "La Nación" hace unos años.
Ni el Sol ni la lluvia lo espantaron, jamás. Incluso, decía que Dios le permitía poder mirar de frente al Sol o mojarse con la lluvia fría un día entero sin enfermar, haciéndole demostraciones en vivo a los curiosos. En su devoción por el "Pulento" (concepto para referirse a Dios introducido y popularizado por él), seguramente ambas molestias climáticas las sentía como formas de caricias todopoderosas, que sólo estimulaban su fervor y sus energías por predicar.
Por esa misma razón, fue el predicador moderno más famoso y popular que haya conocido la sociedad santiaguina, pues hubo una época en que siempre era posible ver a ese hombre de barba corta y ojos transparentes, saltando y elevando las manos con tan características alabanzas emitidas casi como un mantra por su desgastado y ronco bozarrón, raspado por años de abuso:
Gloria a Dios
¡Gloria a Dios!
Dios es Pulento
¡Viva el Pulento!
¡Aleluya!
En cada explosión de mensajes hablaba de Dios no sólo como el "Pulento", sino también como el "Poderoso", el "Vengador" y otros grandilocuentes adjetivos. Su histrionismo llevó a varios humoristas a imitarle y parodiarlo, como a Fernando Alarcón en un libreto de su personaje Canitrot para la sección "La Oficina" del "Japenning con Ja", aludiendo a la "pelada milagrosa" de otro personaje, Don Pío, interpretado por Andrés Rillón. Otro que hizo sátira del popular predicador fue Ernesto Ruiz, con su personaje El Tufo en las presentaciones del "Picaresque" del Teatro Princesa, al parecer popularizando la frase "¡Gloria al Pulento!" que, originalmente, no estaba en el repertorio del predicador verdadero, según él mismo contaba, aunque sí se refería desde antaño a Dios como "El Pulento".
Por este último detalle, Gutiérrez era conocido por todos los paseantes del Centro con el mote de "Gloria el Pulento", especialmente en los años ochenta y cuando esa expresión,"pulento", era una forma vulgar y popular de referirse a algo magnífico o estupendo. Además de su célebre eslogan, popularizó también el grito de guerra "¡Gloria al Terrible!", asumiendo un tono más apocalíptico para su discurso, siempre alzando los brazos, levantando su vieja Biblia y saltando poseso de una alegría incontenible. Su prédica era eso: salvación, alegría, felicidad para todos. En su manifiesto fanatismo, nunca pregonó odio, desprecio o criminalización de los que otros considerarían "condenados" desde ese mismo punto de vista de fe. Era un hombre apocalíptico, pero profundamente bueno y optimista.
El "Gloria al Pulento", apodado también "El Iluminado", llegó a tener tanta importancia en el paisaje urbano del Centro de Santiago de aquellos años, que incluso aparece mencionado en el cuento de Carlos Olivares titulado "Yo adivino el parpadeo", que se puede leer en su libro "Combustión interna", de 1987:
"En la esquina, casi a la entrada del Citibank, dando pequeños saltos con una Biblia en la mano está el iluminado que implora gloria al pulento, gloria al terrible, gloria al inmortal. Entonces imagino otro país con las manos en los bolsillos, más al sur donde el aroma es transparente y enciendo un cigarrillo para matar también el tiempo. Mientras tanto".
Igualmente, el personaje de este mundo real fue aludido en las líneas de varios otros libros como "Un caso banal y otros cuentos" de Claudio Jaque, el "Santiago imaginado" de Carlos Ossa y Nelly Richard, "Inocuo" de Juan Carlos Ramírez, "Cobro revertido" de José Leandro Urbina, "Como con bronca y jugando" de Rolando Rojo Redolés, las crónicas del "Santiago de Memoria" de Roberto Merino" y "Agua perra" de Leonardo Sanhueza. Y cuando la propia expresión "El Pulento" fue convertida informalmente en sinónimo de Dios gracias a él, fue a parar al "Dictionary of chilean slang: your key to chilean language and culture" de Emilio Rivano Fischer, en 2010. El periodista Luis Alejandro Salinas, en tanto, hasta publicó un libro con la frase estrella del predicador por título "Gloria al Pulento", de 1984.
Un cansado Raúl Gutiérrez, siempre Biblia en mano, en noviembre de 2013.
Por muchos años, tras volver la democracia, el "Gloria al Pulento" fue desapareciendo del Centro y algunos presumieron incluso que había muerto. Hoy sabemos que, tras el fallecimiento de su amada esposa, su salud había comenzado a flaquear y vivía de una modesta pensión en la Población Clara Estrella, en la comuna de Pedro Aguirre Cerda, junto su hija Verónica. Su pelo rojizo y rubio comenzó a volverse cada vez más cano, y sus ojos con el impecable azul del Cielo al que rugía sus devociones, empezaron a decaer y entristecerse. Si bien había quienes le daban algunas monedas en Santiago Centro cuando se hallaba predicando, pero ya ni con eso contaba por las largas ausencias, aunque seguía siendo muy conocido y respetado entre sus hermanos de la Iglesia Evangélica Metodista Pentecostal de Chile, a cuya catedral en Alameda cerca de la Estación Central solía llegar, y por la Corporación Evangélica para el Desarrollo, que incluso le rindió un homenaje público.
El año 2007, se publicó en "La Cuarta" una nota diciendo que estaba mal de salud, pero aún vivo y entusiasta en su casa de Pedro Aguirre Cerda. El fan chileno número uno de Dios reapareció un tiempo después por el sector de calle Moneda con Ahumada, y fue entrevistado por reporteros del diario "La Nación", para una nota sobre su regreso a las pistas, en la edición del viernes 20 de enero de 2012. Ya estaba totalmente cano, arrugado, casi sin voz ni saltos, pero seguía enérgico en la fe y pretendía continuar con la misma prédica del evangelio, mientras recibía alguna ayudita en dinero de los observadores, una cosa poca para mantener el hogar.
"Ésta es la orden que me dio mi Señor -le dijo a los periodistas-, amigo: predícame en la calle, todo el día, sin parar. Pero yo le dije varias horas no más, mi señor, todo el día no puedo, que tengo que trabajar para mantener a mi mujer y a mis hijos. Entonces él me dijo predícame no más, honra mi nombre, que yo voy a ver que no te falte dinero. Y me dio la orden: predica y el que se pare a saludarte, ése te lo mando yo. Dile que te dé no más".
Llegaba a mediodía y permanecía lanzado sus mensajes y proclamas hasta bien pasadas las 22 horas, incluyendo la mayoría de los días sábados. Casi no ingería bocado ni agua en todas esas largas horas, aunque con el tiempo debió ir tomando cada vez más pausas en tan extensa jornada, porque el cuerpo y las energías simplemente ya no le daban ya al hombre octogenario.
Vestido con harapos y ropajes muy raídos, poco afecto a las fotografías y respetado incluso por las almas más oscuras del corazón de Santiago, este hombre alegre locura siguió intentando expandir la palabra de su fe por el centro capitalino. Podía encontrárselo sentado allí casi en la salida del Pasaje Matte por la esquina de Huérfanos con Estado. Por causa de tantos años de sobreexplotación, además, ya no le quedaba voz, sólo un murmuro seco que intentaba hacer fuerte sólo con la porfía. Cansado, decaído y anciano, así pasaba gran parte de sus días dormitando, en estos últimos tres o cuatro años, levantándose cada cierto rato a tratar de rugir otra vez sus mensajes de salvación, para luego volver a cansarse y tener que sentarse un rato más.
Agotado, enfermo, pero seguramente satisfecho con sus 50 años de su existencia enteramente consagrados a ese frenesí imparable de predicación y de devoción feliz que lo hiciera tan conocido, Raúl Gutiérrez, el inolvidable pastor callejero y loco de Santiago de Chile que grabó a fuego la frase "¡Gloria al Pulento!" en nuestra historia popular y en nuestras pautas culturales de entendimiento, falleció el domingo 16 de marzo de 2015.
Mientras escribo esto, sus restos están siendo velados en el Templo de Clase Lo Valledor Sur por la comunidad evangélica y sus amigos, a la espera de llevarlos en despedida hasta el lugar de su reposo final.

UN PUENTE COLGANTE Y SUS MISTERIOS EN EL CORAZÓN CAJONINO

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Puente Colgante de El Tofo hacia 1930.
Coordenadas:  33°40'9.41"S 70°20'57.05"W
Hace poco tiempo publiqué acá algo que tenía en archivos, sobre la roca y el sector del Camino Al Volcán conocidos como La Pata del Diablo en el Cajón del Río Maipo, en la Región Metropolitana, y dejé anunciada allí una entrada especial para el caso del Puente Colgante de El Toyo que se encuentra abajo del camino en este mismo lugar, uniendo ambas riveras del Maip. Aquí cumplo con el texto pendiente, entonces, ya que sólo me faltaban las fotografías.
Los puentes colgantes han sido bien conocidos en el río Maipo, desde tiempos de la Conquista. Se cuenta que, hacia 1545, por ejemplo, los españoles construyeron con lianas trenzadas y tablas el primero de ellos, que quizás haya sido también el primer puente colgante de todo Chile. Ubicado en las puertas del Cajón del Maipo y de San Juan de Pirque, este sector recibió, por lo mismo, el nombre de Puente Alto con su aldea respectiva, hoy comuna del extremo Sur oriente del Gran Santiago.
En su diario de viaje, el naturalista Charles Darwin escribe, en 1834, una observación interesante sobre los puentes colgantes del Río Maipo:
"5 de septiembre: A eso del mediodía llegamos a uno de los puentes colgantes hechos con pieles, puentes que cruzan el río Maipú, de caudalosa corriente rápida, que discurre a algunas leguas al sur de Santiago. ¡Triste cosa son esos puentes! El tablero o piso, que se presta a todos los movimientos de las cuerdas que lo sostienen, consta de trozos de maderas colocados unos al lado de los otros. A cada instante encontramos boquetes y con el peso de un hombre que conduzca su caballo por la brida, todo el puente oscila de un modo terrible".
Pintura anónima de 1821, con un puente colgante sobre el Río Maipo.
Ubicado en las afueras del poblado de San José de Maipo, del Puente Colgante de El Toyo, en particular, no sé bien su antigüedad pero fácilmente puede estar rondando los 80 años, sin descartar la posibilidad de que haya tenido versiones anteriores todavía más rústicas que la actual, probablemente parecidas a la que hay en una pieza de autor anónimo que se conserva en el Museo Histórico Nacional y que consiste un trabajo a tinta y acuarela de 1821, reseñado como "Puente indígena sobre el río Maipo". En lo fundamental, el de esta pintura no difiere tanto del aspecto del que podemos ver aún en el puente de El Toyo, aunque desconozco si guardará alguna relación con el mismo, ya que podría ser también el mencionado Puente Alto de tiempos coloniales, u otro cercano.
En el Volumen XV de los "Anales del Instituto de ingenieros de Chile", de 1915, se menciona un puente de tirantes de cables que ya existía entonces en el sector de El Toyo del Cajón del Maipo, aunque parece referirse más bien a un carro de transportes desde un lado del río a otro, a través de un cable de acero flexible. Sin embargo, la antes mencionada institución museológica atesora también al menos una fotografía fechada en 1930 y donde ya se ve al puente colgante que une El Toyo con La Pata del Diablo, del que estamos hablamos. Se observa en él a un huaso pasándolo a caballo, aunque el puente se veía a la sazón en mucho mejor estado que ahora, con su plataforma de madera muy bien cerrada, lisa y sus cuerdas-cables dispuestas en un arco de suspensión. Ingeniería sencilla pero muy pulcra y eficiente, según se observa. Aquella versión del puente de la imagen, se ve en tan buen estado que sospecho había  pasado relativamente poco desde su inauguración.
Si en el vecindario rural de este lado del Cajón del Río Maipo no se sabe muy bien de su origen y antigüedad, según parece, la leyenda local ya propuso una explicación propia para la presencia del puente colgante: supuestamente, unos trabajadores cajoninos a los que se había solicitado construir este paso sobre río, invocaron una noche al Diablo para que les echara una mano en la fatigante tarea que parecía imposible de lograr en los plazos y recursos disponibles. El Puente Colgante de El Toyo, entonces, sería un favor infernal, resultado de esta intervención infernal, pero también resultó en un engaño o estafa al soberano de los avernos, como veremos. Debe recordarse que muchas veces el Príncipe de las Tinieblas ha aparecido en la mitología popular implicado en proyectos de construcción de puentes, tanto para la leyenda del Puente de Cal y Canto en el Mapocho (en esa ocasión, engañado por el Corregidor Zañartu) como para otros casos internacionales.
En lo que dice relación a este puente del Cajón del Maipo, cuanta una versión más extendida de la misma leyenda que el Diablo accedió a la petición de los trabajadores, pero le pidió sus almas a cambio; ellos aceptaron pero solicitando, adicionalmente y para compensar tamaño trueque, una barra de oro puro como parte final de la transacción. Cuando el demonio cumplió, terminó el puente y les entregó la barra dorada, pero los trabajadores comenzaron a reclamarle que ésta era falsa, iniciándose una discusión. El ofuscado Diablo les exigió demostrarle que no era oro puro y uno de ellos, usando el filo de su hacha, le dio dos golpes en sentidos horizontal y vertical fingiendo querer revelar que era otro el material dentro del bloque; pero lo hizo formando una cruz cristiana, símbolo ante el cual el Señor de los Infiernos se espantó, entró en pánico y debió salir corriendo despavorido y furioso, dejando por accidente una huella frente al lugar donde está el puente, en la roca que las leyendas denominan y asocian a la Pata del Diablo. Ésta es, pues, otra de las tres o cuatro explicaciones que se dan en el folklore de la zona para el origen de la extraña formación rocosa.
Vista desde La Pata del Diablo, con el Puente Colgante sobre las aguas del Maipo.
Aproximándonos al puente, un día con su portón metálico abierto.
Sin embargo, otra versión de la leyenda y que es difundida por Julio Arancibia en el portal "Dedal de Oro" de cultura y folklore del Cajón del Maipo, cuenta que un modesto campesino de poncho y chupalla residente del valle, llamado Ramón, se atrevió a probar ante toda la comunidad que era más astuto que el Rey de los Demonios, por lo que una fría y tenebrosa medianoche de jueves se hallaba esperándolo en el mismo sector de La Pata del Diablo, antes que esta huella existiera en las rocas del cerro. Allí llegó el invocado, vestido entero de negro, y don Ramón le planteó respetuosamente su desafío: ganarle en la construcción de un puente colgante justo enfrente de este sitio, de una ribera a otra. Si terminaba primero el Diablo, éste tendría derecho a llevarse el alma de Ramón; pero si el campesino terminaba antes el suyo, don Sata debía ser premiado con riqueza y poder.
Seguro de sí mismo y sabidos ya sus talentos como ingeniero, el Diablo aceptó el desafío y ambos acordaron comenzar en la mañana siguiente. Sin embargo, el ladino Ramón se quedó en la noche enterrando cruces benditas justo en el lugar donde el Diablo debía comenzar a excavar el terreno para construir su puente. Así, cuando éste llegó en la mañana y echó manos a la obra convencido de que ganaría al huaso cajonino, debió salir corriendo y aullando de furia y de horror por los cerros, al encontrar aquellos símbolos cristianos saliendo con sus primeras paladas de tierra, dejando marcadas sus huellas y manos por las laderas rocosas, con la célebre Pata del Diablo sobre la roca de la carretera.  Don Ramón, en cambio, continuó su puente colgante hasta terminarlo y así derrotó al soberano de los ángeles caídos. Es el mismo puente aún es utilizado allí.
De todos modos, cuenta la misma historia que cuando murió Ramón, en su funeral se habría aparecido el Diablo con un saco lleno de cruces que dejó abandonadas en las puertas de su casa, alegando que venía a llevarse su alma de todos modos, pues de nada valía la pena ahora haberlo engañado con sus trucos.
La proximidad del rústico paso a la Pata del Diablo no ha sido aprovechada sólo por la leyenda, sino también por algunos duendes del comercio que, hasta hará algunos pocos años, hacían creer a los turistas que el puente colgante se llamaría en realidad "Puente Pata del Diablo", para hacerlo más interesante y atractivo al interés de los visitantes y de los clientes de tours de aventura. No creo necesario este cliché de ponerle más inyecciones para inflar su ya abultado valor cultural, sin embargo, porque el puente por sí sólo y con sus mitos propios tiene suficiente atractivo para excursiones en grupo y paseos a caballo, siendo difícil hallar casos similares de puentes de este estilo y fábrica en el Chile actual.
En una mirada más histórica sabemos que, por muchísimo tiempo, el camino por la ribera Sur del Maipo había sido un tortuoso sendero donde convenía más ir a lomo de mula o caballo, uniendo antiguas estancias y corrales hasta el sector de la Hacienda El Toyo, en las faldas de los peñones y cerros rocosos. El viejo camino se usaba también para la extracción de materiales, cargas de fardos y transporte de productos agropecuarios. Al final de este trazado entre los cerros, estaba desde antaño el Puente Colgante El Toyo, uniendo el sector de las caballerizas y la media luna con la otra orilla donde está la Pata del Diablo y su parada en el Camino al Volcán.
San Juan de Pirque con El Toyo fueron unidos finalmente durante el Régimen Militar, hacia el año 1984, por orden directa del General Pinochet de construir la carretera asfaltada que ahora existe allí, continuación de Ramón Subercaseaux y Camino El Toyo, en lo que muchos han considerado una obra pública de interés casi privado, para facilitar sus desplazamientos por el Cajón del Maipo hacia su casa de descanso en El Melocotón. Hacia entonces, además, la Hacienda El Toyo ya pertenecía a la familia Guillón Cuevas. Sin embargo, no puede negarse que los cerca de 25 kilómetros que se construyeron en este camino dieron un buen valor a los terrenos del lado Sur del Río Maipo y facilitaron prolongar hacia el interior la actividad económica y turística que antes se limitaba más bien al sector de Pirque, con campings, caballerizas y restaurantes que llegan casi hasta el final del camino, además de los proyectos hidroeléctricos allí establecidos.
Al final de este nuevo Camino El Toyo, poco más de un kilómetro más arriba de donde se ubica el Puente Colgante de El Toyo que nos interesa, se construyó un nuevo y sólido paso con el mismo nombre: Puente El Toyo, que empalma en Viña Balduzzi con el Camino del Volcán, luego de cruzar el río. El sector es conocido y frecuentado a causa de un famoso restaurante cercano al sector, llamado "Entre huasos y gauchos", situado en la ribera Sur.
Hoy, el puente colgante luce vetusto: muy deteriorado y en una rusticidad de materiales casi corrosiva, francamente inquietante. También se le agregaron unos feos portones y latones en el acceso de la ribera Norte, para evitar que intrusos entren a las propiedades del otro borde durante las noches. Aquella oscilación casi graciosa que hacia 1999 nos llevaba a mí y a mis amigos a saltar sobre él asustando a algunas amigas que iban a mitad del paso (4 personas máximo por pasada, decía un cartel), hoy es más bien una debilidad que atemoriza, con el puente un tanto inclinado, sus pretiles de gruesos cables tejidos ya mustios y sueltos, muy bajos, además de oxidados,. También asoman buenos espacios en algunos puntos entre un tablón u otro. Sus carcomidos cabos metálicos sosteniendo la estructura, a pesar de todo, ofrecen flexibilidad y buenos anclajes, por lo que es difícil que el puente llegue a caerse algún día con este nivel de uso; pero de todos modos una caída por descuido o por la falsa sensación de seguridad en los endebles pretiles, quizás sea un potencial peligro para los usuarios. Tampoco siento que los crujidos de los tablones inspiren sentimientos de confianza en la seguridad del camino por toda su luz.
A mal traer pero siguiendo en plena utilidad para el intercambio de rutas de usuarios y residentes a uno y otro lado del Río Maipo, sería bueno que la autoridad respectiva (supongo que la Municipalidad de San José de Maipo) con alguna clase de acuerdo con particulares, pudiese echarle mano a la mantención del histórico sitio... Y, si no es posible, que entonces algún gañán o peón de las comience a idear una nueva forma para engañar al Diablo otra vez y convencerlo con de mejorar y restaurar el querido Puente Colgante de El Toyo.

"PELUSITA": LA FRAGILIDAD DE UNA PEQUEÑA Y EFÍMERA VIDA

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La única fotografía que tengo de "Pelusita", tomada la noche del domingo, ‎14‎ de ‎junio‎ de ‎2009, poco antes de que el diminuto conejo muriera también en mis manos.
Entre todos los varios pasatiempos improductivos y empobrecedores que he hecho a lo largo de mi vida (incluido este blog, quizás), hay una actividad que me mantuvo entretenido por bastante tiempo, más o menos desde el año 2008 a 2011: criar y reproducir conejos domésticos. No lo hice en forma comercial (carezco de esos buenos talentos), sino para regalarlos a conocidos, o amigos de amigos, varias veces bastando sólo mostrar una fotografía de ellos por la internet. Fue casi algo casual, después de obsequiarle en Navidad a mi hijo un conejo de raza belier u "orejas caídas", al que llamó "Yinyan", comprado en un centro de mascotas, seguido de una hermosa conejita raza California o Himalaya (nunca lo tuve muy claro) que bautizamos "Kanika" (lamentablemente muerta de súbito en menos de un año) y otra mestiza negra llamada "Cochea", ambas compradas en ocasiones distintas en el folklórico Mercado de La Viseca de Estación Central.
Con dos hembras y un activo y libidinoso macho, se comprenderá que mi cantidad de amigos y conocidos para regalarle conejos chicos rápidamente se vio copada, así que continué después obsequiando camadas completas a mascoterías del barrio. Mi prioridad era que las criaturitas no terminaran en una olla de escabechado o una parrilla, por supuesto.
Un día, noté que los conejos preferían la comida fresca a los alimentos secos en versión pellet de las mascoterías, de modo que comenzaron a volverse un eficiente procesador casero de basuras orgánicas como cáscaras, corontas, restos de hortalizas, tallos, etc. Casi todo el sobrante vegetal de una cocina es devorado por los conejos, que a su vez producen defecaciones que llenaron de fertilidad el patio llenándose de verde como nunca antes lo estuvo antes o después. El pellet lo reduje a una de las comidas diarias, además de otros alimentos duros, fundamentalmente para que gastaran los incisivos. También iba a buscar grandes sacos de restos o tallos de brócolis, zanahorias y acelgas que quedaban arrumbados en la calle al retirarse las ferias libres, y que fascinaban a los conejos. Recuerdo cuando una apoderada del colegio de mi hijo me vio desde un vehículo en estas faenas y me reconoció recogiendo los restos de estos productos en el lugar donde acababa de retirarse la feria libre, con una expresión que me hace sospechar la pasada de rollos dramática que debe haberse hecho sobre mi situación en aquel momento.
Convertido circunstancialmente en un experto en cunicultura, entonces, estuve contando las camadas, registrando sus características y observándolas con cuidado durante todo este tipo. Conocí así del crecimiento y desarrollo de los gazapos desde recién nacidos hasta el momento en que destetan y empiezan a probar alimentos sólidos. En principio, los mantenía en una jaula o caja de cristal, pero con el tiempo preferí permitirle a las conejas hacer sus propias madrigueras en el patio y mantenerlos bajo tierra.
Una de estas últimas camadas de la coneja "Corchea" paridas bajo tierra, fue en cuevas excavadas por ella y por "Yinyan" bajo un tablado de madera que daba justo frente a mi habitación en el primer piso. El comportamiento de las conejas que han parido no cambia mucho tras este evento, pero el que apareciera de un momento a otro flaca y tras varios días inflada como barril de pelos, me dio la inconfundible señal de que los conejitos ya habían nacido en días de junio de 2009.
Pasaron los días, menos de una semana, y en una de esas tardes asomó afuera de la madriguera un tambaleante gazapo blanco, que con grandes esfuerzos lograba desplazarse valiéndose de sus delgados miembros, aún no bien desarrollados, y cuyos ojos todavía no abrían en esa cabecita redonda, por lo que se desplazaba absolutamente ciego y trémulo bajo la luz solar.
Fue una sorpresa descubrir al diminuto y tierno animalito arrastrándose por el patio al inicio de ese fin de semana, cerca de los perros de la casa además. Presumimos que podría haber salido de la cueva colgando de alguna de las tetas de la coneja, cuando ésta terminó de alimentar a la camada, y que así su abandono de las condiciones tan cómodas y seguras para él en su refugio y con sus hermanos habrían sido accidentales.
Volvimos a tirar al conejito a la madriguera, cuidadosamente. Pero en menos de una hora, quizás sólo unos minutos, la minúscula cría volvió a aparecer afuera, caminando errática y zigzagueante pero extrañamente entusiasmada, como si intentara explorar los matorrales del patio, sus rincones,, sus textutas, sus sombras y sus luces. Había descubierto ya el sabor de estar afuera, y no había cómo convencerlo de volver atrás, marchando totalmente ajeno a los peligros a que se exponía en el mundo exterior. Intentamos varias veces más que se quedara allí adentro, en el oscuro cobijo que había sido su cuna, pero era imposible: un impulso irrefrenable lo llevaba a salir del cubil por la misteriosa garganta de tierra y conocer desde su ceguera y su tambaleo lo que había allá afuera, en el exterior de ese segundo útero al que había sido marginado tras nacer, en el subsuelo de un patio.
Como su cuerpecito rosado recién comenzaba a cubrirse de una pelusa alba que cambiaba a color ocre en la cara, orejas y patas, lo bautizamos "Pelusita", aunque era demasiado pequeño aún para saber si era hembra o macho. Al menos el nombre servía para ambos casos.
De arriba a abajo: "Yinyan", "Corchea" y "Kanika".
Mi hijo, Franco, con otra camada de ese año (13 crías).
Llegó la noche, y con ella echó anclas ese frío de temporada que suele ser implacable con los gazapos de conejo, a pesar de la resistencia de estos animales al clima cuando son adultos. Si dejábamos al conejito haciendo sus exploraciones y venturas, probablemente moriría esa misma noche, por lo que nos resignamos a mantenerlo dentro de la casa y procurarle calor metiéndolo en la cama, con nosotros, como si se tratara de un pequeño peluche. Mi hijo Franco durmió dos días con él ese mismo fin de semana. Tratábamos de tenerlo en una cajita, pero su impulso era mayor: se salía y se acurrucaba un rato al lado de él, para luego volver a activarse dando vueltas por la inmensidad de la pequeña pieza, como fascinado con la experiencia de la vida que recién comenzaba. Lo apodamos El Conejito Duracell por lo mismo, y por primera pude entender la razón de la metáfora implícita en la mascota publicitaria de la célebre marca de pilas.
"Pelusita" era increíblemente inteligente, un animal de precocidad admirable: recorría todo, quería conocer todo y sus hábitos nocturnos nos hicieron difícil poder dormir aquellas noches. También tenía una forma de interacción extraordinaria con nosotros, a pesar de su pequeñez y limitaciones motrices. Sus únicos ratos de tranquilidad era cuando traíamos a la coneja madre y la poníamos en la misma cama para que mamara. La leche de los conejos es conocida por su alta concentración nutritiva, por lo que bastan sólo unos minutos para la dosis correcta de lactancia diaria de los gazapos. No bien partía"Corchea" de regreso al patio, su hiperactivo hijo volvía otra vez a recorrer el mundo, sin miedo alguno a las manos humanas, a las caricias o a que lo tomasen en brazos. Ni en los gatos o perros pequeños he visto tanta docilidad y comodidad con las manos de un amo.
Para peor, justo la cría comenzó a abrir los ojos, por lo que su imbatible interés en conocer estas dimensiones de esta realidad donde debutaba, terminó de explotar fuera de todos los límites de sus propias fuerzas. Todos los nuevos intentos por devolverlo a la madriguera fracasaron, y cuando ya no le quedaba más para seguir conociendo en nuestras habitaciones, lo dejábamos suelto en el patio pero con un cierre seguro lejos de lo perros, para que diera rienda suelta a su curiosidad y a su pasión exploradora. "Pelusita" realmente parecía fascinado con toda la creación a su alrededor y con la libertad del paisaje. No había duda de que estábamos frente a un conejo fuera de lo corriente, muy por encima de todo lo que habíamos conocido hasta entonces y después de tantas camadas.
Por fin, hacia el segundo día con nosotros, la maravillosa criaturilla comenzó a agotarse de tanto pulular por camas y alfombras, y se acurrucaba a dormir en nuestras manos, aunque fuera por un rato. La concavidad de la palma era el espacio exacto donde cabía y se quedaba calma, cansada de tanto andar a una edad en que los demás conejos sólo duermen, gimen y lactan. Así fue que le tomé la fotografía que acá expongo, una de esas noches. Llegamos a querer tanto este animal que con mi hijo decidimos quedarnos con él a pesar de las dificultades que podía generar otro conejo establemente en casa, y concluimos en no regalarlo como sí sucedería con el resto de la camada.
La última noche de "Pelusita" la pasó conmigo, en mi cama. Me parece que fue la del domingo al lunes, en los últimos días del otoño y ya con el frío del invierno encima. Lo mantuve en una pequeña cajita, entre mis frazadas, aunque su hiperkinesis lo llevó a salirse varias veces y, cuando no, a intentarlo tantas ocasiones como pudo durante aquella misma noche de nuevo insomnio para ambos.
Llegó la mañana y todo parecía bien. El conejito se veía como siempre animoso e intrépido, como siempre. Sin embargo, al acercarse la hora del mediodía algo cambió, muy para mal... Súbitamente, comenzó a debilitarse, a reducirse, como si un fantasma letal lo consumiera de un instante a otro. Pese a todas nuestras precauciones, a todos nuestros esfuerzos, a todos nuestros sacrificios en los tres días de vida de "Pelusita" fuera de las oscuridades de las entrañas de su madre y luego las de la tierra, algo había fallado: su pequeño, pequeñísimo corazoncito no lo resistió, y también falló.
Acostado de lado en una posición extraña en su cajita, comenzó a estirar las manos y abrir la boca mostrando sus pequeños dientes, como si un doloroso ahogo o golpe eléctrico punzara desde muy adentro. Tiritaba, me miraba como buscando alguna protección milagrosa de mi parte, y sólo alcancé a acariciarlo por escasos minutos, en lo que duró su súbita agonía. El increíble animalito, con inteligencia excepcional y con una obsesión por conocer el mundo en el que había caído como otra alma atrapada por los espirales de la dominación bajo la materia profana, murió entonces en mis manos, entregándole su frágil y delicada existencia a algún conjuro cruel del destino que nunca llegaré a entender.
Los hermanos de "Pelusita" sobrevivieron y salieron de la madriguera varios días más tarde, como usualmente lo hacen los conejitos normales. Para la naturaleza reproductiva, entonces, el animalito muerto era sólo una pérdida más de la exitosa camada.
¿Qué se puede decir, pues, además de que sólo murió un conejo pequeño de un nacimiento múltiple? Creo que aprendí algo más esa vez, algo mucho más grande que las cuestiones de la cunicultura: al infame orden del mundo, quizás a la propia marea demiúrgica e impostora del Universo entero, nunca, jamás le gustan los prodigios destacados, los que sobresalen o los que prometen desde una excepcionalidad que los coloca fuera dese mismo orden y venciendo el peso de sus tinieblas. Por el contrario: prefiere el promedio, la mediocridad, el horizonte llano, el mar calmo y las vidas livianas. Lo que brilla en sus talentos y sale buscando el encanto de la luz guía, en cambio, se expone a toda clase de peligros y desgracias, pues abre las grietas, desata las tormentas y provoca los rodados, como ese conejito que arranca de su madriguera para vivir sólo tres días más en el mundo profano, sacrificando en el temerario pero incontenible deseo, la propia seguridad de su existencia... Existencia sostenida desde la fragilidad de telarañas de cristal, agitadas por los vientos zodiacales.

LA GRAN PIEDRA QUE SUFRE POR LOS TRABAJADORES MUERTOS EN LA CONSTRUCCIÓN DEL PUERTO ARIQUEÑO

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Una ilustración aproximada a cómo se veía el monumento recién inaugurado.
Coordenadas: 18°28'33.21"S 70°19'16.02"W
Un monumento escultórico chileno quizás único en su dramatismo y connotación trágica, está en la Avenida Máximo Lira de Arica junto al acceso del Puerto y del viejo Terminal Pesquero, frente a la Estación del Ferrocarril y a la Feria de Productos del Mar. A diferencia de muchas otras esculturas de contenido de elegía y tristeza, que llegan por lo general sólo hasta la representación del momento la agonía o bien del lamento por el caído, éste tiene la característica de aludir en su inspiración y en formas directamente al hecho mismo de la muerte, sin los vicios del morbo o del mal gusto.
Tallado en una sola pieza, el monumento tiene la siguiente placa informativa que, según lo que pude consultar, antes estaba adosada directamente a la piedra (aún se observa la marca rectangular donde estuvo alguna vez) y no en un monolito adjunto al pedestal embaldosado, como se la halla ahora:
"GANARÁS EL PAN CON EL SUDOR DE TU FRENTE"
EL TRABAJO DIGNIFICA AL HOMBRE
Y ENGRANDECE LAS NACIONES
HOMENAJE DEL CONSEJO LOCAL
"UNIÓN DE TRABAJADORES PORTUARIOS"
A LOS CAÍDOS EN LA CONSTRUCCIÓN DEL PUERTO DE ARICA
ARICA 1° DE MAYO DE 1976
Me ha constado bastante encontrar información precisa sobre esta obra, pues el peso del desdén con que a veces la literatura y las crónicas abordan esta clase de homenajes públicos sin lenguajes heroicos y más encima en una región extrema del país, al parecer se siente bastante en el caso del Monumento a los Caídos en la Construcción del Puerto de Arica. Para peor, poco y nada aparece en los periódicos locales de la época sobre su inauguración en aquel Día del Trabajador de 1976, presumo que a consecuencia de cierto clima enrarecido que había en el sindicalismo ariqueño en esos días, como comentaré con mayor detalle más abajo.
Hay una tragedia en particular que motivó la creación de esta obra, asociada a la época de la construcción del Puerto de Arica, extraordinario megaesfuerzo con muchos costos pero muchos beneficios cuya historia ya es bien conocida y recordada por los habitantes de la región. Ya he comentado algo en este blog sobre esta epopeya de la economía, comercio e ingeniería de la ciudad, iniciada con el decreto del Gobierno de Carlos Ibáñez del Campo conocido como la Ley Arica de 1958, que creó el puerto libre, la Junta de Adelanto de Arica y sirvió de cimiento al programa de industrialización.
El inmenso plan de obras públicas sostenido por la Junta de Adelanto de Arica incluía la construcción de las instalaciones modernas portuarias, con terraplenes y molos, ganancias de terreno al mar y la conversión de la Isla Alacrán en Península para el control de las corrientes, enormes labores para los cuales se usó lo que había más a mano, como el material extraído a dinamitazos desde la ladera del Morro de Arica. El proyecto coincidió, además, con el anuncio de que la ciudad iba a ser una de las sedes de la Copa Mundial de Fútbol de 1962 tras la bajada de Antofagasta como representante territorial nortina, por lo que se iniciaron también mejoramientos urbanos y viales significativos, además de la construcción del Estadio Carlos Dittborn.
Vista del monumento desde un costado. Nótese el detalle del casco obrero-minero, como el que usaban los trabajadores de la cantería del Morro. El aspecto de este pedestal no es original, pues resulta de la última remodelación que se hizo a la obra y a la cuadra.
Vista hacia el oriente. Atrás, parte de la Estación y el Edificio Empressarial de calle Prat.
Los trabajos de extracción de rocas iniciados en el Morro de Arica fueron una hazaña llena de peligros, críticas y hasta leyendas, como la del hallazgo de supuestas bestias prehistóricas entre los estratos del peñón, grutas de tesoros y otras fábulas de corta duración. Las obras se prolongarían por algunos años con miles y miles de toneladas robadas al mismo, llevándose en tales esfuerzos varias vidas de obreros muertos por errores en las explosiones, en caídas accidentales o aplastados por los derrumbes. Y aunque varias son también aquellas almas homenajeadas en el Monumento a los Caídos en la Construcción del Puerto de Arica, fue un accidente en particular el que motivó e inspiró la imagen retratada en esta escultura, como veremos a continuación.
En el primaveral día lunes 27 de noviembre de 1961, sucedió que dos camiones de transporte protagonizaron un accidente justo en la base del Morro de Arica, abajo de donde se realizaban las obras. A consecuencia del trágico suceso, falleció allí mismo un trabajador que oficiaba como mecánico. Se creía que el hambre del Ángel de la Muerte había quedado saciada ya en la ciudad con esta tragedia, cuando al día siguiente, hacia las 14:30 horas, los trabajadores de cantería y extracciones del Morro recibieron la peligrosa orden de sacar un enorme peñasco de la ladera, perforándolo con tres agujeros para proceder a dinamitarlo. Con el moderno puerto ya en parciales actividades, estas obras se ejecutaban para la terminación del desembarcadero, encargado a la compañía Pey Belfi Ltda., del español Raúl Pey. Un nuevo desastre estaba desatarse.
Los obreros hicieron los dos primeros agujeros del peñasco sin problemas; pero mientras realizaban el tercero, la gigantesca piedra comenzó a ceder y provocó un terrible derrumbe. La confusión fue total, y nadie sabía bien qué había sucedido, corriendo los hombres del Morro a rescatar a sus compañeros de trabajo. El diario "La Concordia" del 30, declaraba un muerto (al parecer, se confundió la muerte del mecánico con este accidente), un herido de gravedad y dos leves, mientras que "La Defensa de Arica" informaba con más precisión de dos heridos: Jorge Carvajal Vargas, casado de 31, e Isidoro Díaz Díaz, soltero de 24, ambos sepultados por el derrumbe.
Jorge Carvajal fue ubicado y entrevistado muchos años después por reporteros del diario "La Estrella de Arica", del jueves 31 de mayo de 2012, junto a su esposa por más de medio siglo doña Juana Marín Marín. Tal entrevista me ha resultado sumamente esclarecedora para confirmar y adicionar a este artículo información relativa al monumento.
Ya octogenario y enfermo, comenta allí Carvajal que viajó desde Quillota a Arica para trabajar en esas faenas, reemplazando a su cuñado que había muerto en una detonación mal ejecutada. Sobre su accidente, que le echó unas dos toneladas de rocas encima sobreviviendo de milagro, no dudaba en culpar a Raúl Pey (con su nombre en una calle de la ciudad, en su memoria) y su desconocimiento sobre esta clase de obras, que habría quedado de manifiesto varias veces y no sólo en el día del derrumbe. Según su testimonio, la enorme roca que provocó el accidente iba a ser dinamitada con cinco agujeros por decisión del español, pero el trabajador y experto en su oficio intentó convencerlo de que sólo bastaba con dos, siendo obligados de todos modos a perforar tres y produciéndose el desastre justo cuando hacían el último de estos hoyos, precisamente el que Carvajal consideraba innecesario. Así tuvo lugar el accidente que casi le cuesta la vida y que le dejó desviaciones en la parte baja de la columna por el peso de las rocas que rodaron sobre su espalda. De todos modos, tras un mes hospitalizado en Arica y luego en Santiago, volvió a las faenas.
Sin embargo, la dramática escena del recién rescatado Carvajal, tirado ese día sobre las rocas tras haber quedado parcialmente sepultado y en actitud casi mortuoria, fue lo que inspiró a un testigo con dotes artísticos a tallar la misma imagen en la misma roca donde había quedado tendido tras ser sacado por sus compañeros, para que se levantara con ella un monumento en homenaje a todos los obreros caídos durante los 4 ó 5 años de trabajos de construcción del puerto y extracciones del Morro. La obra habría quedado instalada 15 años más tarde justo por el sector donde había tenido lugar el accidente del 28 de noviembre, y tiempo después fue trasladada hasta su actual ubicación en Máximo Lira, al costado del frontis del terminal portuario, como parte de la gran remodelación del sector.
Acercamiento a la escultura. Se observa la placa y su actual soporte.
Vista hacia el frontis en la entrada del puerto. Atrás, el señor Rojas Marín.
La leyenda dice, entonces, que fue uno de los propios trabajadores de aquellas obras el que, invocando talentos de escultor sólo por el deseo de homenajear a sus compañeros de sudores y sufrimientos, produjo esta elocuente obra basada en la descrita imagen del accidentado Jorge Carvajal en la roca que simbolizaría acaso la piedra mayor de aquella tragedia. Ahora bien, sobre quién es fue esa generosa persona, encuentro dos versiones e identidades:
  1. La recogida por el propio reportaje de "La Estrella de Iquique" recién mencionado, y que fue entregada a los periodistas por el entonces encargado del Departamento Patrimonial de la Biblioteca Municipal de Arica, don Francisco Conejeros, según el cual el autor fue un señor que conoció personalmente y que se llamaba Juan Cortés, correspondiendo efectivamente a un trabajador de las canteras del Morro que decidió tallar y pulir la misma roca donde había sido colocado Carvajal tras el accidente, creando así esta obra entregada a la ciudad tres quinquenios después del derrumbe.
  2. Aunque la anterior fuente podría considerarse más confiable, tengo nota de otra versión que adjudica la obra a un señor llamado Raúl Ortiz, obrero de las mismas tareas y quien habría trabajado por iniciativa propia la roca durante sus horas extras de trabajo. Así lo sostiene, por ejemplo, el comerciante Heriberto Rojas Marín, quien es conocido por tener un kiosco de refrescos, bocadillos y golosinas a pocos metros del monumento y por eso se ha tomado la tarea de investigarlo por su cuenta para informar a los preguntones y visitantes curiosos, valiéndose de información que le fue proporcionada oralmente por gente que estuvo relacionada en esos años con la Unión de Trabajadores Portuarios. Según su libreta de notas, además, la obra escultórica estuvo largo tiempo prácticamente abandonada en el puerto antes de ser rescatada y colocada en un lugar digno, en 1976.
Poca información extra aparece del monumento en los diarios de la época, hasta donde pude verificar. Al parecer, prevalecieron los conflictos intestinos de los sindicatos y los resquemores entre los propios trabajadores sobre su posición frente al gobierno de facto, todo esto por sobre la importancia de la inauguración de la obra, ese 1° de mayo de 1976. Tanto fue así, que prácticamente ningún trabajador o dirigente asistió al acto conmemorativo organizado en la mañana de ese día en el Cine Colón, y que había sido organizado por un comité de ocho presidentes sindicales y la Junta de Adelanto de Arica, lo que obligó a la suspensión de la actividad por decisión de la Gobernación Provincial.
Irónicamente, a fines de ese mismo año se ponía fin a la Junta de Adelanto de Arica, en otra de las controvertidas decisiones que se han tomado desde el Gobierno Central sobre el destino de aquella región, justo en días de graves tensiones diplomáticas con los países vecinos. Y casi como anticipo trágico, además, ese mismo año una extraña racha de muerte en el Morro de Arica habría de cobrar la vida de varias personas más, por suicidios y accidentes.
Quizás algún día, alguien se tome el altruista trabajo de recopilar el número exacto y las identidades precisas de todos los trabajadores anónimos que hoy están homenajeados sólo de forma general por aquella triste obra en el Puerto de Arica, recordándonos con propiedad testimonial única que, detrás de todos los grandes esfuerzos humanos del desarrollo y el progreso, hubo sacrificios máximos de hombres que ofrendaron sus preciadas vidas para que las sociedades pudiesen coronarse con los laureles de aquellos logros.
Imagen de los obreros de las canteras del Morro en la época del accidente, también publicada por "La Estrella de Arica". El segundo de izquierda a derecha es el entonces joven Jorge Carvajal.
Imagen de don Jorge Carvajal y su esposa en 2012, publicada por "La Estrella de Arica". Fue el inspirador de la escena que aparece en el monumento y sobre la roca que fuera su descanso tras el accidente de 1961.

BILLIE RITCHIE: UNA POSIBLE ESPINA EN LA ORIGINALIDAD CREATIVA DE CHARLES CHAPLIN

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Caracterizaciones del personaje de Billie Ritchie en sus presentaciones.
Confieso que me incomoda bastante abordar esta clase de temas, no por la enorme pasión que muchos profesan por la figura de Charles Chaplin y su personaje estrella, sino particularmente por mi encanto personal por toda aquella época romántica de la comedia muda y en blanco y negro, además de sentir que casi ofendo la admiración que admito tener por la actriz Geraldine Chaplin, hija del célebre comediante, a quien considero una de las más grandes figuras femeninas de toda la historia del cine.
Sin embargo, no puede negarse que Chaplin carga con sus propias leyendas negras, que ni siquiera pudieron ser eludidas en la conocida película de 1992 sobre su vida, dirigida por Richard Attenborough. Historias sobre una liberada vida sexual, sobre su visión cruda de los negocios, sobre su trato al prójimo y las que aquí abordaremos, en los peores chismes cuestionan incluso su aplaudida genialidad proponiéndolo más bien como un plagiador, que tomaba para sí las rutinas de artistas menos conocidos o que se apropiaba de temas musicales que no eran famosos en la cultura angloparlante.
Al igual que sucede con Thomas Alba Edison, Howard Hughes, Ernest Hemingway, Jimmy Page y tantos otros personajes de distintas disciplinas popularizados por la cultura de masas, un enfoque en tramos precisos de su vida permitiría presentar a cada aludido como un héroe o como un verdadero canalla, dependiendo muchas veces de la propia intención del observador. Y ya se sabe, además, que así como despierta pasiones, Chaplin también fue hervidero de odios, especialmente en cuestiones políticas, por lo que se debe ser extraordinariamente cauto al abordar estos temas y cotejar las fuentes.
Sin embargo, en este caso particular hay sobrados argumentos para advertir el parecido innegable de su personaje Charlot -así apodado originalmente por los franceses- con uno que, al parecer, habría sido bastante anterior y perteneciente a un colega suyo de los tiempos de presentaciones en los escenarios británicos. Si esto fuera real, Chaplin sólo lo habría tomado dándole algo de ternura y haciéndolo pasar por enteramente suyo, mientras el círculo de hierro y los admiradores del famoso e influyente actor se habría dedicado a desprestigiar al verdadero precursor, acusándolo hasta nuestros días de "plagio", presentándoselo como un mero "imitador" y vertiendo en los libros referencias que resultan claramente injuriosas en muchos casos.
Ritchie, siendo muy joven.
CHAPLIN Y LOS PLAGIOS
Tal vez haya algo de mito y realidad en todo este asunto, por supuesto: rumorología y suposiciones a partir de hechos demostrados que complicaron alguna vez a Chaplin, como cuando perdió un juicio con el compositor español José Padilla que lo demandó por apropiarse de su cuplé "La Violetera" en el filme "City Lights" de 1931, o cuando su propio amigo el conocido músico francés Charles Trenet lo acusó de lo mismo, a causa de las semejanzas de una de sus canciones con otra que aparecía en su última película importante, titulada "A Countess from Hong Kong", de 1967. La paradoja es que Chaplin y sus abogados eran extraordinariamente quisquillosos con los copiones y los plagiadores de su personaje, como veremos, protagonizando varios pleitos judiciales con imitadores que trataron de parasitar su fama e inducir a confusiones para sustituirlo y vivir a expensas de su fama.
Sobre el origen de su cotizado personaje que sólo llamaremos Charlot para distinguirlo del actor, informa Chaplin en sus memorias de 1964, que la caracterización y el maquillaje que lo llevaron a la fama mundial, nacieron cuando debía crear para sí una imagen para su papel en el corto "Mabel's strange predicament". Ésta fue su verdadera primera película con el vagabundo Charlot pero, como su estreno fue sólo un par de días después del de "Kid auto races at Venice" en febrero de 1914, no pudo ser el primer filme que presentó al mundo dicho personaje, quedando el privilegio en la segunda nombrada y que en realidad se había rodado después. Eran películas de Henry Lehrman, por supuesto, cuando Chaplin aún trabajaba con este controvertido productor de cine. Se recordará que tenía un filme anterior estrenado a inicios de ese mismo mes, "Making a living", pero hay un gran detalle en él: no aparece como el Charlot que todos reconocerían, sino que encarna más bien a un falso aristócrata que trabaja como reportero, en un rol que Chaplin llegó a odiar según sus palabras. Dice así del surgimiento de su alter ego en esa experiencia, en su autobiografía:
"No tenía idea de qué maquillaje colocarme. No me gustaba mi personaje de un reportero. Sin embargo, yendo hacia al camarín pensé en usar pantalones bombachos, zapatos grandes, un bastón y un sombrero de hongo. Yo quería que todo se viera desajustado: los pantalones sueltos, la chaqueta apretada, el sombrero pequeño y los zapatos enormes. Estaba indeciso entre fingirme joven o viejo, pero recordé que Sennett quería que aparentara ser alguien más maduro, agregué un bigote pequeño que, según pensé, me daba más edad sin tapar mi expresión".
Con un personaje tan característico y tan reconocible, y así como ocurriera también a Buffalo Bill, el payaso Tony Grice, Cantinflas, Elvis Presley y tantas otras estrellas que debieron lidiar con impostores o copiones, Chaplin también enfrentó a los imitadores que incluso realizaban prácticas engañosas de promoción de sus shows y malas películas apócrifas, eso sin contar el esfuerzo adicional que debía desplegar para detener material pirateado, ediciones maliciosas de sus grabaciones y otras prácticas mañosas de la entonces aún floreciente industrial del cine. Al mismo tiempo, los Chalots "alternativos" eran tantos que, como sucedió en una ocasión ya convertida en leyenda, el propio Chaplin asistió a un concurso de imitadores de su personaje y quedo en tercer lugar, historia que habría sido confirmada años después por su hijo Charles Chaplin Jr.
El más famoso de sus imitadores fue, en su momento, el inmigrante ruso Roy B. Weissburg, quien usaba el nombre Billy West desde llegado a suelo americano. También fue el más temido, pues su talento y su parecido realmente hacían que algunos lo confundieran con el auténtico. Todavía hay algunos lesos que caen en la trampa de West y creen que es el verdadero Chaplin quien aparece en el filme "The Rogue", junto a Oliver Hardy. Se habla también de supuestas denuncias contra los directores Joseph y Jacob Seiden tras intentar un proyecto cinematográfico con un tal Charlie Chaplinsky, y otras copias u "homenajes" reportados en actores como Bobbie Dunn, Ray Hughes, el adolescente Ben Blue, Willie Howard, Bob Hope, Charlie Rivel, Steve Duros, un tal Charlie Kaplin en Alemania y uno apodado Cardo en España. Hasta hubo ciertas excentricidades, como un niño inglés imitador llamado Bertie Lockwood, la muchacha de nombre Minerva Courtney y un falso Charlot en Japón personificado por un actor nipón. Incluso, hay quienes acusan al consagrado Harold Lloyd de haberse basado en el trabajo de Chaplin para crear su famoso personaje Lonesome Luke.
A veces es difícil distinguir cuáles de todos ellos eran imitaciones inocentes, u "homenajes" o derechamente abyectas suplantaciones, por supuesto, de modo que el estudio de abogados de Chaplin siempre se concentró en los abusadores y los impostores que lucraban parasitando su celebridad internacional.
El principal caso llevado a la corte fue contra el actor mexicano Carlos Amador o también llamado a veces Charles Amador y Charles Edward Amadour. Si bien era de escaso parecido físico con el Charles Chaplin original, asumió ladinamente el alias Charlie Alpin en 1916, protagonizando después el filme "The race track" de la Western Feature Productions, que resultó ser una penosa y descarada copia de la película "The Kid" de 1921, famosísima por su argumento y su célebre fotografía promocional donde Charlot aparece sentado en una puerta junto al pequeño niño actor Jackie Coogan.
El proceso contra Amador y la productora iniciado en 1925, fue breve pero tedioso, aunque de alguna manera fue lo que permitió a Chaplin establecer formal y oficialmente que Charlot era de su total y exclusiva creación, obligando con ello al impostor a alejarse a su México natal y sobrevivir haciendo imitaciones más quitadas de bulla del mismo personaje, aunque volviendo de vez en cuando al cine con el mismo muñeco en el cuerpo, pero ya no más con el nombre de Charlie Alpin. Según la traducción presentada en el libro "Chaplin en imágenes" de editora de Fundacio Caixa de Pensions, publicado en 2007 en España, los abogados de Chaplin establecieron lo siguiente en aquel juicio:
"...el demandante ha llevado siempre un atuendo particular y característico, que consiste en un bigote de una forma muy especial, un sombrero viejo y ropa y zapatos gastados, y siempre con el mismo estilo, en concreto, un bombín gastado, un chaleco mas ajustado, una americana demasiado estrecha, unos pantalones y unos zapatos demasiado grandes y un bastón flexible que hace oscilar y dobla al interpretar el personaje en sus películas. Esa vestimenta y esos accesorios, así como la forma de llevarlos y de utilizarlos, los combinó y organizó por vez primera el demandante, de modo que fue él mismo quien los utilizó por vez primera en una película. El conjunto, combinado y utilizado de esa forma, caracteriza al demandante en el papel que ha creado y lo identifica como 'Charles Chaplin', nombre con el que es conocido y reconocido en todo el mundo por los aficionados al teatro y al cine y la gente en general".
Charles Chaplin, caracterizado.
Billie Ritchie, caracterizado.
EL CASO DE BILLIE RITCHIE
Pero, ¿en realidad era suyo el personaje, totalmente? Hay posible evidencia que no favorecería mucho la idea expresada por Chaplin y sus abogados por los derechos de autor, y que también llegó a la prensa de espectáculos haciendo tomar posiciones en uno u otro sentido al público de aquellos locos años del Charleston, de la Gran Guerra y de las primera dinastía de chicas vamps iniciada con la oscura y audaz Theda Bara.
El caso de marras es bastante distinto al de los Chaplines"chantas" que se aparecen en la época del gloria del personaje, por mucho que sus biógrafos y admiradores actuales todavía se empeñen en tirarlo al mismo saco de descalificación. El espinudo tema, además, ha sido abordado por expertos en historia del cine como Jon Burrows, y de alguna forma presenta ciertas similitudes con controversias parecidas como la que se señala entre la figura de Jean Eugène Robert-Houdin y su aparente imitador mucho más afamado Harry Houdini (Erich Weiss) quien, a su vez, también generó sin quererlo toda una actividad de impostores y copias.
William "Billie" Ritchie, protagonista de esta historia con guión de vida real, había nacido dentro de una familia de artistas de variedades de Glasgow, Escocia, el 14 de septiembre de 1878. Se inició muy tempranamente en las artes escénicas serias y también las humorísticas en Inglaterra, hacia 1887, actuando incluso en el Theater Royal de Plymouth. Se cree que en estas actividades, precisamente, habría conocido a los hermanos Charles y Syd Chaplin como parte de las mismas temporadas de presentaciones y giras. Sus vidas ofrecían varios paralelismos, como la precoz introducción en las tablas y las relaciones familiares con el espectáculo.
Ritchie viajó a los Estados Unidos con la compañía de teatro de variedades, donde seguiría haciendo presentaciones de la pantomima,  vodevil y comedia en vivo. Aunque para hacerse un nombre más allá de su patria había sido fundamental la influencia del productor musical inglés Fred Karno y su compañía Karno Fun Factory & Comedy Troupe, donde trabajaba Ritchie, fue en América donde el actor conocería al director de cine Henry "Pathé" Lehrman, de los estudios Universal, quien lo invitó a dejar el elenco y trabajar en cortos fílmicos mudos en 1914, primero bajo alero de L-KO Kompany y luego de la Fox-Sunshine de Los Ángeles, la mayoría de dichos rollos lamentablemente perdidos o destruidos.
Lehrman no era un personaje muy querido dentro del ambiente de Hollywood, sin embargo. Se le imputaban prácticas de escrúpulos dudosos y políticas profesionales poco plausibles. En algún momento de su dilatada carrera también trabajó con comediantes como Charlie Chaplin y El Gordo Roscoe Arbuckle, quienes no se llevaron la mejor opinión del profesional. De hecho, había roto con ambos hacía poco, y Chaplin ya comenzaba a dirigir sus propias películas en aquel momento, actuando Arbuckle a varias de ellas. Aún así, había bastante de experiencia "chaplinesca" reflejada en los cortos que comenzó a rodar con el nuevo actor. Ingenuo y mal asesorado, además, Ritchie confió ciegamente su futuro a Lehrman, en lo que se reseña en ciertas biografías como un error de su parte que acabaría perjudicándolo y, de hecho, llevándolo a la muerte como veremos.
Durante el mencionado juicio del caso "Chaplin vs. Amador", además, Lehrman intentó sacar provecho de la disputa y sostener que el personaje de Charlot tenía mucho que ver con aportes suyos, revelación hecha ya en la época en que se había enemistado Chaplin. Sin embargo, Ritchie había sido enfático en señalar unos años antes que su personaje y su caracterización ya estaban en uso para el tiempo en que presentaba con la compañía de Karno un sketch titulado"The mumming birds" para el English music hall, rol en el que estuvo caracterizando al borrachito protagonista antes que Chaplin se incorporara también al mismo elenco y asumiera el personaje, relevando al comediante de mayor edad. Prácticamente la totalidad de las características de dicho personaje al momento de ser encarnado por Chaplin en la compañía, decía Ritchie que habían sido definidas y desarrolladas por él mismo.
La popularidad comenzó a sonreír a Ritchie gracias a los primeros cortos que llevaron su nombre ese mismo año de 1914: "Love and surgery", "Partners in crime", "The fatal marriage" y "Lizzy's escape", en los que compartía cámara con actores como Louise Orth, Fatty Voss, Gertrude Selby y el propio Lehrman. Su personaje de fantasía era llamado Bill Smith, y se lo definía como El hombre de la nada. Correspondía una especie de sujeto de comportamientos toscos y agresivos, además borrachín y aventurero que siempre acababa cayendo en situaciones hilarantes. Su adicción al alcohol y su infortunio quizás eran lo más característico y definitivo del bebedor personaje, curiosamente creado y desarrollado por un actor que era un estricto abstemio. También tenía ciertos elementos acrobáticos y de riesgo en sus rutinas, parecidas a las proezas que ofrecerían Harold Lloyd y Buster Keaton.
Lo más asombroso de Ritchie es que su caracterización semejaba mucho o acaso era la misma de las personificaciones hechas por comediantes como Laurel y Hardy (quienes también se relacionaron en algún momento posterior con la compañía de Karno, en el caso de Stan Laurel reemplazando a Chaplin) pero, muy especialmente, a Charles Chaplin, creándose así una controversia de autoría que aún no está resuelta y que sigue haciendo sangrar las pasiones de los cinéfilos. En efecto, el parecido del traje, el maquillaje, el sombrero bombín y el mostacho de los personajes es totalmente intrigante, y cuesta creer que se trate de una coincidencia o de algún estereotipo de la época que pudiese provocar una inspiración común. Salvo por pequeños detalles y el diseño de tela en ciertas prendas (dependiendo de las apariciones), la intención de ambos visualmente es casi la misma.
Por otro lado, el que Ritchie haya comenzado a aparecer en la pantalla sólo unos meses después de hacerlo Chaplin y bajo dirección de Lehrman ya vuelto enemigo de este último, ha ayudado a fomentar la creencia de que sólo se trató de un plagio dirigido, de una especie de "parche" del Chaplin original. Las confusiones en aquel momento fueron tales que, según la leyenda, los censores europeos creyeron que ambos actores eran la misma persona. Uno Asplund dice en "Chaplin's Films" que, de hecho, en Suecia ambos personajes fueron confundidos y las películas de Ritchie aparecieron rotuladas como de Chaplin. Lo mismo sucedería con los filmes del comentado imitador Billy West.
Ritchie en escenas de sus películas.
Otras imágenes de sus cortos.
SEMEJANZAS CONTRA DIFERENCIAS
Aunque parte de la popularidad del comediante escocés se debía precisamente a su semejanza y paralelismo con ese Charlot tocando velozmente las estrellas, parece que la historia real fue bastante distinta a la que con tanto simplismo indican algunos autores y biógrafos desacreditando a Ritchie como simple y vulgar copión. Si bien en Bill Smith y en Charlot hay elementos que provienen de la cultura circense con el payaso-mendigo, personaje llevado a su consagración internacional por el extraordinario clown Emmett Kelly (con su maquillado alter ego llamado Weary Willie), ha sido cuestión de largo debate el quién parece haberse inspirado en quién, tomando como referencia fundamental la línea de tiempo y la anterior experiencia de ambos en la compañía británica de humor.
Sin embargo, las diferencias sustanciales podían hallarse en detalles como la actitud general y ciertos rasgos histriónicos de los personajes de cada uno: el de Ritchie carecía por completo de la inocencia infantil del de Chaplin, pues siempre tenía el ceño fruncido, tendía más a los golpes y aunque sus "paradas" eran prácticamente iguales, la gesticulación y expresiones faciales guardaban ciertas diferencias notorias. Empero, ello no quita que movimientos del bigote, giros del bastón, actitudes, forma de caminar y algunos gestos comunes llenen de legítimas dudas y sorpresas la capacidad de suspicacia, partiendo por la innegable similitud del maquillaje y las prendas.
La opinión más generalizada entre los biógrafos de Chaplin sigue siendo en nuestros días la de señalar a Ritchie únicamente como otro de los varios imitadores de su personaje Charlot y con los que los representantes del inglés tuvieron los mencionados conflictos por cuestiones de derechos. Sin embargo, estos mismos promotores de Chaplin se apresuran a establecer con frecuencia las diferencias sustanciales en el carácter de ambos personajes, señalando al de Ritchie por sus particularidades de personalidad: un cascarrabias, agresivo, bebedor e intencionalmente carente del encanto que explotó tan bien el director y comediante de "Modern times", por lo que la supuesta "copia" que se adjudica al actor escocés -ninguneándolo hasta reducirlo a un mero imitador, como dijimos- no quedaría del todo clara.
La semejanza no pasó inadvertida en su tiempo, se podrá deducir. En la revista de cine "Moving Picture World" del 13 de febrero de 1915, por ejemplo, se sacaban cuentas en el artículo titulado "Billie Ritchie: el 'borracho' original" asegurando que su personaje había debutado con el correspondiente maquillaje y vestimenta en 1887, cuando el actor recién era un niño, faltando dos o tres años para que naciera siquiera Charles Chaplin en Londres (16 de abril de 1889). Según las palabras del propio comediante escocés, allí reproducidas:
"La primera vez que usé mi actual maquillaje fue en mi acto de vodevil con mis tres hermanas, en 1887 -dice el indomable Billie-. También actué y usé el mismo maquillaje con Fred H. Graham en la pantomima inglesa 'Cinderella', representando al 'Baron Near Broke'. Dos años más tarde volvería a utilizar el mismo maquillaje en el personaje del músico callejero en 'Early Birds' con la compañía de Karno. Aseguro que soy el autor de este maquillaje y de la comedia que se asocia con el maquillaje".
A mayor abundamiento, Ritchie declaraba que su personaje reapareció en suelo americano como el borrachín del "Night in an english music hall", en la temporada del Orpheum Circuit con la que recorrió el país de costa a costa, y después en la revista musical de Gus Hill "Around the clock". Probablemente, había a la sazón material documental y fotográfico respaldando o desmintiendo la versión del escocés, pues aseguró haber interpretado a su Bill Smith en unas 5.000 ocasiones, contando todas las presentaciones que hizo con él en Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Lamentablemente, todo ese material ha desaparecido.
Ya vimos que Chaplin, por su parte, declaraba haber creado las características de su personaje y sus prendas para un rol en el corto "Mabel's strange predicament". Sin embargo, hay un nuevo detalle crucial a la vista: en otra parte de su autobiografía, admite también que el disfraz provenía de sus tiempos de presentaciones en el english music hall, aunque no menciona en ningún momento a Ritchie como quien lo usó antes que él, previo a que Chaplin lo reemplazara en el rol del borrachín del sketch. Dice escuetamente allí y desvirtuando, de paso, la versión que aparecerá años más tarde sobre el origen de su vestimenta en el filme biográfico de 1992:
"Como las vestimentas me habían imbuido en el personaje, allí decidí entonces que iba a dejarme puesto este traje, pasara lo que pasara. Esa noche me fui a casa en el tranvía con uno de los pequeños actores secundarios".
David Robinson, biógrafo y autor del libro "Chaplin: His life and art", es uno de los que señalan que Chaplin trabajó muy cerca de Ritchie en music hall de Inglaterra, donde este último ejecutaba sus interpretaciones de ese borracho para la rutina "The mumming birds", de la compañía de Karno. Identifica en la misma ya algunos rasgos que serán después propios del carácter "chaplinesco". Así, en una nota del "Evening Public Ledger" de Philadelphia del 13 de enero de 1915, por ejemplo, aparecía una imagen de Ritchie con el siguiente texto al pie:
"No, éste NO es Charles Chaplin, aunque tiene suficiente de él como para ser su gemelo. Éste es Billie Ritchie, el comediante de la Universal".
Además, en plena controversia, apareció ese año de 1915 un tercer involucrado llamado Billie Reeves, que alegaba en el mencionado periódico "Evening Public Ledger" del 28 de abril, haber interpretado aquel personaje de la compañía de Karno en 1904, aunque su denuncia no prosperó y no tardaría en perder el interés de los tabloides. Otros actores que interpretaron al borrachín en la rutina fueron Billie Crackles, Jimmy Russell y Bert Weston, como comenta A. J. Marriot en "Chaplin: stage by stage".
Otro autor que sugiere la idea de la antigüedad del aspecto del personaje de Ritchie comparado con el de Chaplin, es Steve Massa en su libro "Lame Brains & Lunatics: The good, the bad, and the forgotten of silent comedy", publicado tan recientemente que me ha sido imposible obtener un ejemplar, aunque sí algunas copias de páginas necesarias para este tema. Aunque desconozco si el autor reconoce algún mérito de Ritchie en la gestación del mismo, sí puedo confirmar allí que el personaje de Ritchie tenía semejanzas enormes con el de Chaplin antes de que éste apareciera, siendo posible que fuera la "inspiración" para Charlot.
Llama la atención, además, que siendo tan sensible al asunto de los derechos de autor, Chaplin jamás demandó a Billie Ritchie por plagio o suplantación, pues los principales procesos que inició por derechos de uso de su marca fueron posteriores a la muerte del comediante escocés. Sin embargo, Glenn Mitchell dice en "The Chaplin Encyclopedia" que sí trató de iniciar acciones legales contra Ritchie, pero por alguna razón, el intento no prosperó. Robert Brasillach llega más allá en su "Histoire du cinéma" de 1964 y señala que, efectivamente se demandaron entre sí, pero perdieron los juicios.
El personaje que interpretaba Ritchie, en uno de sus cortos.
LA MUERTE Y LOS ANATEMAS
Con su incipiente carrera cinematográfica en ascenso, Ritchie había comprado una residencia en Laurel Canyon de Hollywood, California, hacia la segunda mitad del año 1918. Allí vivía con su amada esposa Winifred Monroe, quien fabricaba sus disfraces especiales para el personaje desde los tiempos de trabajo con Karno, y su hija Wyn Ritchie Evans.
Sin embargo, desde el año anterior las películas de Lehrman venían en caída luego del cambio de distribuidores de la compañía Universal. En contraste, su competidor Chaplin que había debutado en el cine el mismo año 1914 en que lo hizo Ritchie, aunque en su caso bajo sello de la poco estimada compañía Keystone, comenzaba a trabajar ya con la mucho más prestigiosa First National, la última antes de fundar su propia firma con la United Artists, haciéndose inalcanzable en la taquilla. En actividad, prestigio, fama y utilidades, pues, Chaplin estaba ya a años luz de ventaja.
Por desgracia, la tragedia comenzó a acosar al creador de Bill Smith. Aún trabajando con Lehrman, en 1919, éste le exigió intentar una escena de riesgo con una avestruz para el libreto de una nueva película, al parecer el corto "A Twilight Baby". Por fotografías existentes y donde aparece montado en una de estas aves, puede presumirse que había hecho este acto en otras ocasiones. Ritchie accedió a pesar de venir saliendo recién de un anterior accidente de rodaje. Por otro lado, ya antes Lehrman había causado críticas por sus actitudes temerarias con los actores, como la de dejar leones sueltos entre extras y en otro filme había arrojado a Ritchie varios metros por el aire valiéndose de mangueras de alta presión de agua. Pero esta vez todo salió mal y, como resultado de la nueva petición, el grupo de avestruces de la granja atacaron violentamente al comediante, produciéndole graves daños en órganos internos.
Si bien sobrevivió a la agresión, Ritchie no pudo volver a trabajar en todo el año y nunca se recuperó completamente. Al poco tiempo, se le declaró un severo problema estomacal, al parecer un cáncer, pero que algunos medios especulan fue consecuencia del ataque. Permaneció dos años en su casa del 1200 North McCadden Place, sin dejar de participar muy ocasionalmente en algunos nuevos proyectos de Lehrman, hasta que su salud se lo impidió. Sus últimos cortos fueron "Wet and warmer", "Mysterious stranger" y "The kick in high life", de 1920.
Postrado y consumido por su enfermedad, falleció en su hogar el 6 de julio de 1921, a los 42 años, y fue sepultado a los pocos días en el camposanto local de Forest Lawn Cemetery. No dejó apoyo financiero a su familia, y se fue de este mundo creyendo una falsa promesa de Lehrman de asistir económicamente a su esposa e hija, según se supo después. En su sencilla sepultura, a la sombra de un gran árbol, sólo se lee en una placa:
WILLIAM RITHCIE
1878-1921
La viuda insistió durante el resto de su vida en que el personaje original había sido creado por su fallecido esposo, siendo escasamente tomada en cuenta. Curiosamente, sin embargo, el propio Chaplin la solicitó en algunas ocasiones trabajos de costura para los trajes de las filmaciones, incluyendo el traje que usaba Charlot y que ella misma hacía antes para su esposo, dato que también aparece confirmado por Massa en "Brains and Lunatics". Conocía bien los trucos de costura y la fabricación de bolsillos especiales o accesorios ocultos para las necesidades del personaje, desde los tiempos de labores en la compañía inglesa, y por eso se solicitó su servicio. Hasta apareció como extra en algunos rodajes del actor y ex rival artístico de su marido. Su hija, en tanto, se dedicó a la actuación, la escritura y contrajo matrimonio con el célebre escritor musical y compositor Ray Evans. Ambos crearon la Fundación Ray y Wyn Ritchie Evans, dedicada a difusión y formación musical.
Pero nada pudo impedir el juicio despectivo de los historiadores del cine hacia la memoria de Ritchie. Además, las copias de su filmografía  fueron desapareciendo y sin dejar rastros. Las proliferación de calumnias acusándolo de vulgar copión llegan a tales, que algunos sitios webs hasta hacen mofa de su extraña muerte tras el ataque de los animales, sugiriendo que merecía tamaño castigo por acusar a la sacrosanta figura de Chaplin de haber imitado su caracterización, pues parece que el desbordado cariño que algunos autores predican al actor inglés realmente apasiona también la objetividad de su pluma, generalmente más encandilada con el encanto del personaje que con la calidad del hombre real detrás del mismo.
Ya en 1938, por ejemplo, con Chaplin en su apogeo de éxito, Maurice Bardèche y Robert Brasillach anotaban en su "The history of motion pictures":
"La firma de Bonaz había traído las películas de Billie Ritchie, que llevaba el mismo bigote, los mismos pantalones, el mismo sombrero como Chaplin, y copiando cuidadosamente sus movimientos. Compartió el éxito de Chaplin por varios meses".
El tono de acusación contra Ritchie irá creciendo con los años y mientras más atrás queda su vida y su muerte. Así en 1940, Gerith Von Ulm escribía en su "Charlie Chaplin: king of tragedy":
"Tan pronto como Charlie comenzó a disfrutar de su espectacular éxito con Essanay, imitadores de él surgieron en otros estudios. Billie Ritchie, Billy West, y Charles Amador fueron los más destacable, pero cuanto mucho no eran más que imitaciones inferiores del personaje. No era difícil , por supuesto, para copiar".
El eco sigue creciendo y acentuándose hasta ahora, con expresiones como Charles J. Maland en su "Chaplin and American Culture: The evolution of a star image" a principio de los noventa, y endilgándole al Ritchie -de paso- la falta de creatividad de Lehrman y su colega director Harry Edwards, en la producción del corto "The curse of work" de 1915:
"En 1915 los actores de cine imitando a Chaplin abundaban. El más destacado -y posiblemente el de explotación más flagrante- era Billie Ritchie, quien también había trabajado para Karno, precediendo a Chaplin en un sketch de Karno llamado 'The Mumming Birds'. Aunque Ritchie llegó tan lejos como para acusar a Chaplin de imitarlo, realmente fue muy descarado al copiar el traje de Chaplin y hasta sus argumentos: por ejemplo, dos semanas después de que Works de Chaplin fuera estrenada, Ritchie salió con The Curse of Work".
Y como si fuera poco, en "Silent film comedy and american culture", escribe Alan Bilton con insólita audacia esta fuerte sentencia, casi encima de nuestra actual época:
"Al mismo tiempo, suplantadores e imitadores también multiplican como conejos, incluyendo presentaciones de imitadores profesionales (Billie Ritchie, que hiciera decenas de estafas de Chaplin durante este período, fue la más evidente, aunque un joven Harold Lloyd también era culpable)".
Fuera de estas fuertes e inquisitivas conclusiones, sin embargo, fue quizás la menor popularidad de Ritchie y su prematura muerte las impidieron que se demostrara ante el tiempo y la memoria cuál había sido el personaje originario en los sketches de la compañía de Karno, habiendo todavía y por mucho tiempo más quienes insistirán majaderamente en que sólo era un mal imitador de Chaplin.
Afiche de la compañía Universal, mostrando a Ritchie.
A MANERA DE COMENTARIOS FINALES
Mientras el recuerdo de Ritchie quedaba atrás con su fallecimiento, tras la filmación de consecutivos superéxitos como "City lights" de 1931, "Modern times" de 1936 y "The great dictator" de 1940, la fama de Chaplin terminó de dispararse hacia todo el resto del mundo, llegando a países y públicos que nunca alcanzarían a conocer algo siquiera de Billie Ritchie y consolidando la identidad del personaje del vagabundo andariego y gracioso como indivisible con la del actor que le había dado vida. El nivel de superproducción que tenían estos trabajos ya hacía imposible pretender imitaciones y copias baratas por parte de impostores, además.
De todos modos, el tema "pendiente" de Ritchie y su Bill Smith de los cortos humorísticos de Universal, siempre ha quedado en el ambiente, reflotando de cuando en cuando. Considerando que el aspecto del personaje parece haberse gestado en Europa, entonces, John Montgomery proponía ya en 1954 en su "Comedy films" que la inspiración podía provenir en realidad de la imagen usada por el actor francés Max Linder, con su alter ego que era una especie de desempleado joven, en otras un pretendido aristócrata y a veces también un sujeto petulante con sombrero de copa, bastón y chaquetín muy ajustado, en todos los casos adicto a meter la pata y provocar desastres:
"Algunos han alegado que incluso su maquillaje fue robado de otro comediante, Billie Ritchie. Otros afirman que Billie Ritchie robó ideas de Chaplin. Según sabemos ahora, Max Linder influyó en la técnica temprana de Chaplin. Sin embargo, fue sin lugar a dudas el mismo Chaplin el que hizo su propio triunfo personal, y como el éxito por lo general conlleva responsabilidades y el feroz punto de vista de la opinión pública, este hombre, más que nadie en Hollywood, ha estado constantemente bajo el fuego. Hay más tontos en el mundo que esos que Chaplin ha retratado".
Llama la atención también que otros actores más bien desconectados de las experiencias europeas en su formación creativa, como Harry Langdon, también tuvieran elementos claramente asociables al carácter "chaplinesco" en sus rutinas, respondiendo tal vez a algún estilo de humor que estuvo vigente durante la primera mitad del siglo XX y que creó personajes símbolos del mismo, como el de Ritchie o el de Chaplin.
Y así sigue subiendo y bajando un tema irresoluto... En 2005, por ejemplo, fue subastada en Inglaterra en más de 5.200 euros la chaqueta original de Chaplin estrenada en sus primeras películas de 1914, siendo adquirida por el coleccionista y anticuario John Cabello, para exhibirla en su tienda "Parade Antiques" de Plymouth, junto al uniforme del ministro del Tercer Reich Herman Göering; toda una paradoja considerando el desprecio que el comediante profesó siempre por el nazismo. Fue inevitable que algunos periódicos europeos trajeran de regreso el tema y comentaran explícitamente que este estilo caricato de la chaqueta, que había estado expuesta en un  museo del séptimo arte en Londres, fue usado primero por Ritchie, desde quien la tomó Chaplin y la hizo famosa.
Más tarde, Jon Burrows, en su artículo "Near broke, but no tramp: Billie Ritchie, Charlie Chaplin and ‘that costume’" publicado por la colección "Early popular visual culture" en 2010, estudia los antecedentes del caso y retrotrae su mirada a los orígenes de los personajes de ambos actores en la sociedad británica, identificando elementos que serían característicos y comunes en los mismos ya en los tiempos de las presentaciones del elenco de Karno para el english music hall. El experto concluye en que no existe evidencia suficiente para culpar a Ritchie o a Chaplin de apropiarse de la personificación que hacía el otro, acusación que considera calumniosa en ambos casos. Para él, pues, los dos recibieron una influencia originaria común y referentes culturales de la época, a pesar de que sus personajes no eran los mismos pese al parecido, pues mientras Ritchie interpreta a un señor de clase social pretenciosa e indefinida, Chaplin juega más con la imagen del vagabundo más ciertas connotaciones de contenido político.
Para concluir, aclaro que aunque no soy de los exagerados que se entretienen exigiendo o verificando originalidad absoluta y categórica en todos los estados de la creación humana, un rasgo moderno que ha sido interpretado como de decadencia cultural, de hecho. Es más: acá mismo en Chile tenemos desde hace tiempo varios ejemplos de esa misma clase de discusiones, confrontando los logros institucionales e iniciativas disputadas entre los libertadores Carrera y O'Higgins, o los poemas que escribieron Rokha y Neruda con similares inspiraciones; los cóndores de caricatura "Copuchita" y "Condorito" y hasta una controversia de comediantes propia, como la enorme semejanza del tony circense Cachencho del veterano Jorge Tello, con el más conocido y mediático Ruperto de su colega artista Cristián Henríquez. En nuestro país y en todo el mundo, pues, existen muchas imitaciones decoradas como "licencias poéticas", "homenajes" o acusaciones por la misma cuestión de la originalidad.
Sin embargo, en este caso interesante para la cultura popular de medios y la cinefilia internacional, creí necesario hacer esta pequeña revisión a la obra de un comediante hoy prácticamente olvidado y muy injustamente mirado a menos con etiquetas de imitador, plagiador y copión, anatemas viscerales que surgen precisamente por las posiciones sectarias apasionadas con las que se ha tomado el asunto relativo a su obra entre los pocos que aún la recuerdan. Siendo quizás imposible demostrar ya si hubo o no imitación de uno a otro en este caso, al menos que este texto sirva -modestamente- para lavar parte de la injuria que se ha proferido en el recuerdo del comediante Billie Ritchie, al reducirlo y esquilmarlo en la categoría de un mero ladrón de ideas y ponerlo a la altura de los más vulgares fraudes conocidos en la historia del cine.
"Almost a scandal", corto de 1915. Dirigida por Henry Lehrman para la L-Ko Kompany. Aparece Billie Ritchie con su personaje tal cual era, por momentos extraordinariamente parecido a los modos y características del que hicieran famoso a Chaplin en la misma época. Acá aparece actuando junto a Henry Bergman y Hank Mann. Publicado en el Canal Youtube de la Collection of EYE (Amsterdam) www.eyefilm.nl (Fuente: youtube.com/watch?v=4FfYRgtBZhU).  Ritchie trabajó toda su vida con Lehrman, quien había dirigido y escrito las primeras películas de Chaplin.
Primera aparición del personaje Charlot en el cine en 1914, en el filme "Kid auto races at Venice" del director y productor Henry Lehrman, quien comenzó a trabajar poco después con Ritchie pero especialmente tras romper con Chaplin, lo que ha ayudado a fomentar la impresión de que el actor escocés era sólo un imitador o "sucedáneo" del original Charlot. Video publicado en el Canal Youtube de Change Before Going Productions (Fuente: youtube.com/watch?v=-nUptPWbE88). Sin embargo, ésta no fue la primera actuación de Chaplin para las cámaras con este personaje, porque la película donde realmente hizo debutar al personaje se estrenó más tarde y ofrecía algunas diferencias en su aspecto (ver más abajo).
La primera aparición de Charlie Chaplin en el cine no fue con su conocidísimo Charlot, sino con este extraño personaje más parecido a los que hiciera famoso en Europa el francés Max Linder, debutado bajo dirección de Henry Lehrman (Fuente: youtube.com/watch?v=b9o-GIG4RIc). La película, titulada "Making a loving" fue estrenada el 2 de febrero de 1914 y se cuenta que Chaplin llegó a odiarla, no apareciendo en muchas referencias sobre su carrera profesional. Siempre fue enfático en establecer que este personaje no tenía continuidad con el más tarde llamado Charlot en Francia y Carlitos en el habla hispana, que aparece a partir del siguiente filme y hasta el final de su carrera.
Éstas son escenas de "Mabel's strange predicament", que es la verdadera primera película donde Chaplin pudo representar a su personaje estrella y también hacerlo debutar ante las cámaras, en 1914, pues "Kid auto races at Venice" se rodó muy poco después, cuando ya tenía al personaje definido, aunque llegó a las salas antes, generando la confusión que aún persiste. Video publicado en el Canal de Youtube de Change Before Going Productions (Fuente: youtube.com/watch?v=-nUptPWbE88). Se observa que el personaje tenía características del personaje borrachín que él y Ritchie habían interpretado en los sketches de la compañía de espectáculos de Karno.
Otra teoría fomentada por expertos en la industria de Hollywood como John Montgomery, sugiere que los estilos de Chaplin y Ritchie estarían influidos por uno de los pioneros europeos del cine con base en el género burlesque, el comediante bufo francés Max Linder, quien comenzó a aparecer en cortos y filmes humorísticos en 1905, nueve años antes que los dos humoristas. Éste es el corto titulado "Max reprend sa liberté", de 1912 (Fuente: youtube.com/watch?v=HY4OwpbGZB4). Esta posibilidad, sin embargo, no resuelve las dudas sobre quién inventó el traje, el maquillaje y la caracterización general de los personajes que usaron Chaplin y Ritchie en sus respectivas carreras.

EL RINOCERONTE DE ALBERTO DURERO: UNA REALIDAD QUE SE CONVIRTIÓ EN ERROR Y UN ERROR QUE SE CONVIRTIÓ EN REALIDAD

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Existe un singular error en la historia de la zoología, constituido por el caso del célebre rinoceronte del artista alemán Alberto Durero (Albrecht Dürer, 1471-1528), precursor del Renacimiento y máximo exponente de este movimiento en la cultura germánica. La imprecisión llegó a extenderse de tal manera que, todavía en el siglo XIX, podían verse ejemplos aislados de las consecuencias de aquel grabado que viera la luz hace redondos 500 años, los que cumplirá en este 2015. El hecho histórico del que surge el asunto, además, inspiró libros contemporáneos como "El rinoceronte del Papa" del autor inglés Lawrence Norfolk.
La historia es más o menos así: en el puerto de Lisboa, el 20 de mayo de 1515, fue desembarcado del navío "Nossa Senhora da Ajuda" al mando del Capitán Francisco Pereira Coutinho, un enorme rinoceronte de la India (Rhinoceros unicornis) que había pertenecido brevemente al Almirante Alfonso de Albuquerque, gobernador en representación de Portugal en esa colonia, quien iba a morir a fines de ese mismo año. El perisodáctilo, que en algunas fuentes aparece llamado Ganda, le había sido obsequiado por Muzafar II, rico Sultán de Ahmedabad y gobernador Khambhat, en el protocolo diplomático de intercambio de regalos, sacándolo de su propio zoológico particular. Sin contar con un lugar apropiado y cómodo para tener la extraña mascota, Albuquerque lo envió a Portugal a principios de ese año, para la ostentación del soberano Manuel I.
Tras el largo viaje de cuatro meses por aguas del Índico y África, el mamífero causó asombro entre los ciudadanos europeos, pues se trataba de un animal sumamente desconocido para el mundo occidental, a pesar de que los romanos imperiales habían tenido contacto con algunos especímenes en su tiempo.
Hay información muy interesante sobre este suceso histórico en libros como "El Rinoceronte de Alberto Durero" de Dieter Salzgeber y "Los Rinocerontes: desde Dürer hasta Stubbs. 1515–1799" de T. H. Clarke. Cuenta allí este autor que el monstruo de la India pudo haber influido incluso en que se colocaran en la hermosa Torre de Belém, que por entonces recién se construía en Lisboa, algunas gárgolas con cabeza de rinoceronte, como homenaje al visitante.
Por su parte, Herbert Wendt señala en "El descubrimiento de los animales" que el rinoceronte vino a funcionar como una especie de confirmación cultural aunque resignada a la leyenda del unicornio, de la misma manera que focas y lobos marinos lo fueron de las sirenas. La gente asistía en masa al zoológico particular de fieras del Palacio de Ribera de Manuel I para ver al monstruo indio y confirmar que eran verdaderas aquellas historias sobre extraños animales de Oriente, cual si pudiesen observar en vivo un dragón, un grifo o una quimera.
Autorretrato de Alberto Durero.
Dibujo a tinta del rinoceronte, producido por Durero en 1515.
EL RINOCERONTE DE DURERO
Mientras esto sucedía en Portugal, muchos ciudadanos esparcían por el resto de Europa la noticia de la presencia del rinoceronte en la península. Un comerciante de Moravia llamado Valentín Ferdinand, maravillado con la bestia, había enviado a Nuremberg a uno de sus amigos bávarios una carta fechada en junio de 1515, describiendo con asombro la criatura que podía verse en Lisboa, documento del que sólo sobrevive una traducción al italiano que está actualmente a resguardo de la Biblioteca Nacional Central de Florencia. Casi al mismo tiempo, otro habitante del puerto portugués cuyo nombre no está claro, hace llegar también a Nuremberg una carta sobre el mismo asunto, pero acompañada de un dibujo sencillo retratando el aspecto de la criatura.
Esta última ilustración cayó en manos del artista Alberto Durero, quien se sintió inmediatamente interesado por el modelo original que hubiese tenido el anónimo dibujante y quiso elaborar su propia representación gráfica del mismo. Algunas fuentes indican que quien entrega la carta y el dibujo a Durero es Konrad Peutinger, y que dicho documento sería la misma correspondencia enviada por Ferdinand.
Durero realizó tres dibujos del sorprendente rinoceronte, basándose en las descripciones de la carta y en el deficiente esbozo que venía inserto en la misma, dos de ellos ejecutados a tinta y uno por método de grabado xilográfico, agregándole una reseña que parece estar basada en la descripción hecha por el cronista y sabio romano del siglo I Plinio el Viejo, en su "Naturalis Historia", aunque con una errata en el año que señala el artista como aquel del arribo del animal a Portugal:
"En el primero de mayo del año 1513, el poderoso Rey de Portugal, Manuel de Lisboa, trajo semejante animal vivo desde la India, llamado rinoceronte. Ésta es una representación fiel. Tiene el color de una tortuga moteada y está casi completamente cubierto de gruesas escamas. Es del tamaño de un elefante, pero tiene las patas más cortas y es casi invulnerable. Tiene un poderoso y puntiagudo cuerno en la punta de su nariz, que afila en las rocas. Es el enemigo mortal del elefante. El elefante se asusta del rinoceronte, pues, cuando se encuentran, el rinoceronte carga con la cabeza entre sus patas delanteras y desgarra el estómago del elefante, contra lo que el elefante es incapaz de defenderse. El rinoceronte está tan bien acorazado que el elefante no puede herirle. Se dice que el rinoceronte es rápido, impetuoso y astuto".
Pero a pesar del ajuste a las proporciones y la distribución de placas o pliegues dérmicos que puso de forma relativamente correcta en un animal que no había visto nunca, el dibujo de Durero estaba lejos de ser una "representación fiel" y, por el contrario, generó un extraño error que perduró por larguísimo tiempo más en Europa.
Rinoceronte de Durero, en otro de sus famosos grabados.
Extraña y deforme versión publicada por Ambroise Paré.
LAS IMPRECISIONES DEL GRABADO
El rinoceronte de Durero aparece revestido de formidables caparazones, con escamas reptilianas y hasta un pequeño cuerno adicional sobre el lomo, al final del cuello, además de perfiles aserrados y extrañas excrecencias que semejan un poco la textura real de estos mamíferos, pero exageradas hasta la fantasía, pareciendo más bien un enchapado o tachonado con remaches sobre su piel. También muestra una pequeña barba y una especie de collar natural membranoso.
Al instante, entonces, el tropiezo del artista comenzó a expandirse y se cree que fueron producidas unas 5.000 copias de esta obra del autor, sólo antes de su muerte.
Aunque Durero no haya visto jamás a la criatura y gran parte de su exagerada representación del mismo pueda ser sólo una combinación de la imaginación del artista con la mala descripción del testigo, se ha conjeturado que el rinoceronte de Durero pudo ser una combinación equivocada de la anatomía del animal con armaduras o decoraciones que debieron habérsele adicionado al animal real para exhibiciones de combates, pero esto no pasa de ser una interpretación informal y muy especulativa, aunque bastante sugerente. También se ha dicho que Durero quiso darle un aspecto más primitivo, casi prehistórico, pero no es seguro que gráficamente existiera ese concepto por entonces, ya que la fauna paleontológica era muy desconocida en la época.
Una teoría muy interesante y pobremente difundida aparece en el libro de Wendt, sugiriendo que el aspecto del animal pudo haber sido en realidad una patología cuyas consecuencias se creyeron eran características propias de la especie:
"Por desgracia, debido a su largo cautiverio en el cobertizo del barco, le salieron numerosas excrecencias córneas en la piel -fenómeno que, por otra parte, aparece muy a menudo en los antiguos rinocerontes acorazados también en los parques zoológicos-. Pero el dibujante portugués que contempló asombrado en Lisboa a este animal extranjero creyó que estas tumefacciones, callosidades y excrecencias las tenían todos los rinocerontes auténticos y así realizó su esbozo. Y Durero, que no pudo ver nunca el animal que en poco tiempo se hizo mundialmente famoso y sólo consiguió hacerse con el dibujo portugués, tuvo que llegar lógicamente a la misma conclusión".
Rinoceronte de Penni, de 1515, muy impreciso e indefinido.
Rinoceronte de Burgkmair, también de 1515 pero mucho más exacto.
EL ERROR SE EXPANDE Y EL ANIMAL MUERE
Ese mismo año en que Durero presentaba su grabado, su compatriota y adversario profesional Hans Burgkmair realizó en Augsburg otro conocido dibujo a tinta del rinoceronte de Lisboa, pieza que hoy está en las colecciones Museo de La Albertina de Viena. Aunque pudo estar basado en el mismo trabajo de Durero, se sabe que Burgkmair mantenía contacto con mercaderes de Lisboa y de Nuremberg que pudieron darle una descripción más fiel del animal, la que se refleja en su trabajo. Por esto le habría agregado también detalles muy apropiados, como las amarras inmovilizándolo por los pies. Su aspecto era mucho más cercano a lo exacto, sin las escamas, cuernillos adicionales ni texturas fabulosas; pero por alguna razón, su dibujo no llegó a ser tan popular como el de Durero, frustrando toda posibilidad de corregir la versión equivocada que ya se expandía.
Con el error rápidamente difundido, Giovanni Giacomo Penni publicó también en 1515 su trabajo "Forma & natura & costumi de lo Rinocerothe", que actualmente está en la Biblioteca Colombina de Sevilla. Su imagen -que puede estar basada en la de Durero o en el erróneo boceto que circulaba por Europa y que también inspiró a éste- es una abstracción total del animal, reflejo del imaginario colectivo que se estaba creando del mismo, con una criatura que, si bien muestra también sus patas encadenadas, ofrece un aspecto como de criatura mitológica y mezquino talento del dibujante.
En tanto, el emperador portugués -quizás ya cansado de la verdadera criatura- intentó organizar una pelea pública entre la bestia y uno de los elefantes blancos de sus jardines de criaturas exóticas, el Domingo de Trinidad del 3 de junio de ese año, pues se creía que ambas especies eran enemigas, por las afirmaciones de Plinio el Viejo. Sin embargo, el experimento resultó en un fiasco: los animales se asustaron amedrentados por los gritos de la muchedumbre y el estrés de la situación. Así, perdiendo el interés y sin saber qué hacer con el rinoceronte, Manuel I decidió regalarlo al Papa León X, como una zalamería para mantener monopolios comerciales de las flotas portuguesas en aguas de Oriente, tras el descubrimiento de la ruta de Vasco de Gama en 1548. El pontífice, que ya había recibido hacía poco tiempo y del mismo soberano a un elefante llamado Hanno, aceptó el nuevo regalo y así el rinoceronte fue embarcado desde Lisboa en diciembre, junto con varios otros regalos y valiosos obsequios.
Tras pasar provisoriamente por Francia hacia la última semana de enero de 1516 y ser observado allí por el propio Rey Francisco I, el animal encadenado y enjaulado salió embarcado otra vez. Pero la desgraciada existencia de sus últimos años de vida acabó dramáticamente en el camino hacia Roma, cuando la nave que lo transportaba naufragó en la costa ligurina de Portovenere, al Norte de La Spezia, a causa de un inesperado temporal. Su pesado cadáver fue arrastrado hasta las costas de Villefranche-sur-Mer, donde se lo recuperó y envió de regreso a Portugal, para que taxidermistas lo disecaran y rellenaran con paja y aserrín.
Así fue embarcado otra vez a Roma, donde finalmente llegó pero ya convertido en esto, antes de terminado el año, sin causar gran asombro ni las explosiones de interés popular que había visto en vida. Artistas renacentistas como Rafael Sanzio y su alumno Giovanni da Udine pudieron contemplarlo en la exposición, antes que desapareciera misteriosamente hacia la década siguiente, quizás durante el pillaje y los incendios del Saco de Roma de 1527.
Pelea de rinoceronte y elefante, según las publicaciones de Paré.
Versión del rinoceronte publicada por Aldrovandi.
CASI TRES SIGLOS EQUIVOCADOS
Muerto ya el rinoceronte pero visible su cuerpo disecado en Roma, el error desatado por las ilustraciones de Durero seguía expandiéndose. Las reproducciones de su grabado continuaron por el resto del siglo XVI, con casos como la "Cosmographie" de Sebastián Munster en 1540 y los grabados de Ambroise Paré, donde también se insiste en la fábula de los rinocerontes y los elefantes como "enemigos mortales"; incluso salta como símbolo heráldico al blasón militar que Alessandro de Medici adoptada hacia esos mismos años. Vuelve a verse la imagen en la "Historiae Animalium" de Conrad Gessner, en 1551 y en un grabado a color publicado por el naturalista italiano Ulisse Aldrovandi, de 1599, quien aportó también información sobre la historia del rinoceronte real que se suponía representado en estas ilustraciones.
Las copias y versiones derivadas del trabajo original de Durero se perpetuaron todavía en la centuria siguiente, llegando a extravagancias tales como la extraña criatura que publica Jacobus Typotius en sus últimos años de vida, que ya parece una especie de cerdo gigante con un cuerno en la nariz y otros en el lomo. Reaparece el rinoceronte acorzado en la "Histoire of Foure-footed Beastes" de 1607, de Edward Topsell y varios otros ejemplos de aquella centuria.
Recién con la publicación de dibujos más precisos en trabajos como los del naturalista Georges Louis Leclerc, Conde de Buffon, en el siglo XVIII y la llegada de unos cuatro rinocerontes más a Europa en distintos años después de Ganda, comienza a quedar atrás el error iniciado por Durero, aunque en el imaginario popular y en la caricatura la imagen del animal con corazas y placas defensivas persistió por larguísimo tiempo más, siendo todavía posible de ver en algunos dibujos animados infantiles de mediados del siglo pasado, particularmente con un repetido chiste de un rinoceronte acorazado que, al estornudar, perdía toda su engañosa armazón protectora y quedaba reducido a un famélico y enfermo animal que se escondía dentro de su escudo natural.
Pero no fue la única vez que el rinoceronte generó errores en sus representaciones en la historia del mundo. En China, por ejemplo, se conocieron algunas versiones de animales parecidos a caballos peludos con tres cuernos en la nariz y una concha de tortuga en la espalda, claramente inspirados en el mismo mamífero, y en África hubo también efigies de rinocerontes más bien con aspecto de alguna clase de estilizado animal corredor con un cuerno nasal enorme haciéndolo reconocible.
El rinoceronte de Durero ha reaparecido muchas veces en el arte, la literatura y la cultura popular, pero ya no como una confusión, sino como una excentricidad de la zoología primitiva y de la iconografía histórica.
Grabado más real de rinoceronte, publicado por Georges Louis Leclerc, siglo XVIII.
Auténtico rinoceronte indio, en imagen del sitio web de "Seres Fantásticos".

DE SUBTERRÁNEOS PERDIDOS A FANTASMAS DESCABEZADOS: BREVE REVISIÓN DE LAS ATERRADORAS LEYENDAS SOBRE MISTERIOS Y APARICIONES EN EL EX CONGRESO NACIONAL DE SANTIAGO

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Una fantasía sobre la leyenda del fantasma del jesuita sin cabeza.
Coordenadas:  33°26'17.98"S 70°39'12.38"W (ex Congreso Nacional)
Éste es el primer artículo que redacto y completo casi desde cero para este blog en más de un año y medio ya, tras mi largo y creo que merecido retiro, pues había estado trabajado hasta ahora casi exclusivamente con material que tenía en archivos. El tema aquí abordado siempre me apareció y reapareció en todo lo relativo al edificio del ex Congreso Nacional de Santiago y sus misterios, así que voy a sacarme de una vez la presión íntima por querer dejar registros de este asunto que encuentro muy interesante y apropiado al interés por el folklore urbano contemporáneo.
Sin embargo, confieso que el contenido de este artículo no lo he hecho totalmente solo, pues he recibido dosis de valiosísima ayuda por parte de una importante fuente relacionada con el mismo lugar al que se refieren estas leyendas de la ciudad: mi amigo el destacado periodista, investigador y escritor Juan Guillermo Prado. Experto en esta clase de temas, además, conoce muy bien todo el contenido legendario de este edificio en el que trabaja desde mediados de los años setenta, y nos reunimos un día en la intrigante Sala de Libros Raros y Valiosos que está a su cargo en la Biblioteca del Congreso Nacional a conversar de ésta y varias otras materias, hará un año y medio ya, acompañado de mi otro amigo investigador Marcelo Villalba Solanas. "En el edificio del Congreso Nacional hay un curioso sincretismo entre el mito y la realidad", dice de entrada en nuestra última correspondencia, y veremos que es bastante exacto en esta apreciación.
Remontándonos a los orígenes de este lugar en su época como convento e iglesia, en calle Compañía con Bandera, creo haber comentado ya que su vida como templo empieza con la construcción de una capilla iniciada en 1595 y terminada recién en 1631, que sería consagrada a San Miguel Arcángel. Sin embargo, cabe señalar que los sacerdotes habrían traído con ellos y guardado en el lugar una valiosa reliquia religiosa según los antiguos cronistas de la orden, probablemente enterrada en los cimientos: la cabeza de una de las once mil vírgenes de Santa Úrsula, patrona de la ciudad alemana de Colonia. Así lo comenta don Benjamín Vicuña Mackenna en su conocido libro sobre este templo y su tragedia, agregando: "¡Fatídica ofrenda hecha al sitio del que debían volar al cielo de una sola vez tantas almas virginales!".
En la mitología cristiana, el relato de Santa Úrsula y las mujeres castas dice que fueron martirizadas y asesinadas por decapitación en manos de los bárbaros hunos del siglo V. Están representadas en el escudo de Colonia, que muestra en la parte superior tres coronas de los Tres Reyes Magos (patronos de la ciudad, a los que se cree enterrados en el sarcófago de oro del coro de la basílica local) y en la inferior once llamas simbolizando las 11.000 vírgenes mártires, de entre las que habría sido obtenida esta cabeza-reliquia. La historia en realidad surge de interpretaciones erradas, relativas a la muerte de Santa Úrsula y las doncellas Aurelia, Brítula, Cordola, Cunegonda, Cunera, Pinnosa, Saturnina, Paladia, Odialia de Britania y Undecimilla. Fueron asesinadas porque Úrsula (figura cristiana de evidentes semejanzas con la diosa pagana germano-nórdica de la belleza y el amor Freya, protectora de las mujeres vírgenes) se negó a corresponder a las seducciones de Atila en el año 451, tras invadir Germania. Como el nombre de la última de las mencionadas, Undecimilla, se traduce como "Pequeña Undécima",  se entendió que las doncellas asesinadas eran 11. Sin embargo, en un documento del año 922 que aún se conserva en un monasterio local relatando esta matanza, se leía: "Dei et Sanctas Mariae ac ipsarum XI m virginum", traducible como "Dios y Santa María acojan a las XI mártires vírgenes", pues la letra m después del número romano era la inicial de la palabra "martyres". Esto generó el error numérico, pues la m comenzó a ser interpretada en algún momento como "millia" y así se creyó que la historia hablaba de 11 mil vírgenes martirizadas.
Con el terremoto de 13 de mayo de 1647, el templo jesuita quedo destruido hasta sus cimientos, siendo reconstruido con un nuevo edificio de cal y canto, pero el siguiente gran terremoto del 8 de julio de 1730, volvió a destruirlo a pesar de que había sido terminado hacía pocos años. Para peor desgracia de los religiosos, en 1767 se hizo efectiva la expulsión de los jesuitas decretada por Carlos III, y sus bienes fueron confiscados, incluida la iglesia. La leyenda de un subterráneo donde supuestamente guardaban todas sus riquezas los jesuitas, de la que diremos algo más abajo, puede haberse gestado en este negro período. Como en 1769 hubo un incendio en la Catedral Metropolitana, el templo de la Compañía, fue terminado y reutilizado para las labores religiosas oficiales mientras se reconstruía el principal, hasta 1775.
Una creencia popular decía antaño que en este sitio el Padre Nicolás Mascardi expulsó un repulsivo demonio que acosaba a una sirvienta adolescente india en el convento, en mayo de 1653, valiéndose de la imagen de San Ignacio de Loyola. Una descripción de este episodio aparece en la "Guía Mágica de Santiago" de César Parra, otro gran amigo nuestro e investigador afanoso. Pero parece ser que la leyenda original caída después en la crónica, se referiría a un supuesto hecho sucedido en la Misión de Buena Esperanza, cerca de Chillán, donde ya se hallaba a la sazón el célebre sacerdote buscador de la Ciudad de los Césares. Por alguna razón, la expulsión del demonio salido de una oreja de la niña y en forma de perro negro, lograda por Mascardi, a veces ha sido colocada por el folklore oral en nuestra capital y también en Concepción, ciudad más cercana al lugar señalado.
He comentado bastante en este blog sobre el resto de la historia del templo y el convento, además de que el Congreso Nacional de Santiago fue construido sobre el terreno que antaño pertenecía al solar jesuita junto a la Iglesia de San Miguel de la Compañía de Jesús, siniestrada el 8 de diciembre de 1863 en un catastrófico incendio con cerca de 2.000 víctimas, gran cantidad de ellas mujeres jóvenes, quizás como las mismas vírgenes de Colonia. Curiosamente, la noche del 31 de mayo de 1841 ya se había producido un voraz incendio anterior que consumió la torre principal de madera y derrumbó parte de las estructuras. Su reparación culminó en 1847, pero el juicio histórico ha señalado que no se tomó ninguna precaución de parte de los religiosos tras esta experiencia para evitar que la calamidad se repitiera, como efectivamente sucedió en 1863.
Tras sacar los muertos a carretadas, las ruinas del templo calcinado continuaron causando pavor en la sociedad santiaguina y reportándose en ella supuestos casos de apariciones fantasmagóricas por el largo tiempo que permanecieron allí, especialmente en las noches, como un caso descrito por Vicuña Mackenna sobre la mano de un esqueleto que asomaba por entre los muros saludando a los aterrados criollos; pero al día siguiente, en una inspección, se verificó que la mano blanca no era otra cosa que unas inocentes tiras de papel agitadas por la brisa. Las victimas del incendio de 1863, en tanto, serían recordadas con dos monumentos, uno colocado en los jardines del ex Congreso y otro en la fosa de los cuerpos frente al Cementerio General de Recoleta, al centro de la Plaza de las Columnatas de Avenida La Paz. Ambos conjuntos conmemorativos, dicho sea de paso, también cargan con sus propios mitos y leyendas oscuras, pues las figuras originales que estaban en los jardines del Congreso Nacional (justo sobre el lugar donde se hallaba antes el altar de la iglesia) debieron ser reemplazadas por las actuales imágenes de la Virgen y los ángeles de mármol, al ser considerada la anterior demasiado "pagana" y de connotaciones reñidas con la cristiandad tras ser inaugurada en 1873. Por eso la obra está actualmente en el Cementerio General, frente al gran panteón.
Cabe recordar, adicionalmente, que una extraña y trágica recurrencia histórica ha quedado atrapada en los hilos del tiempo tras la tragedia del Incendio de la Iglesia de San Miguel de la Compañía de Jesús: inmediatamente después del trágico incendio del templo el 8 de diciembre de 1863 en las celebraciones del Día de la Inmaculada Concepción, se llamó a la fundación del Cuerpo de Bomberos de Santiago. Y, curiosamente, Germán Tenderini, el primer mártir de los bomberos de Santiago, caería exactos 7 años después, también en el Día de la Purísima: el 8 de diciembre de 1870, en el incendio del Teatro Municipal. La coincidencia se repetirá en nuestra época: el 8 de diciembre de 2010, pasadas las fiestas del Primer Centenario, tiene lugar el trágico Incendio de la Cárcel de San Miguel, con el mismo nombre del templo quemado ese mismo día en 1863, homenajeando al arcángel que lucha contra las llamas del infierno derrotando al Demonio. Además, en el mismo día en que se incendió la cárcel tras un intento de motín y dejado 81 muertos, se iba a realizar la ceremonia de recepción de las campanas originales del Templo de la Compañía de Jesús, que también tienen su propio aporte a las leyendas terroríficas del lugar, como veremos. Para los interesados, doy aviso de que la agencia capitalina de turismo urbano Santiago Freak, hace caudal de estas y otras relaciones entre las tres tragedias, en un completo tour titulado "Santiago Paranormal" y que tiene como uno de sus puntos principales al ex Congreso Nacional, precisamente.
Vieja imagen de la Iglesia de la Compañía desde su costado, vista desde calle Compañía hacia el oriente. El muro blanco corresponde al antiguo solar del convento, donde sesionó el Congreso Nacional y donde se construiría después el actual edificio del ex Congreso.
Portadas de dos de las primeras ediciones del libro de Ramón Pacheco.
El Edificio del ex Congreso Nacional de Santiago, por el lado de Bandera esquina Compañía, en  fotografía fue publicada por "The Illustrated London News" el 31 de enero de 1891. Los jardines y el monumento a las víctimas del incendio están en el sitio que antes ocupaba la iglesia siniestrada.
Ya hemos hablado en otra parte, también, de la leyenda del Subterráneo de los Jesuitas que supuestamente existía en este lugar, muy popularizado en la segunda mitad del siglo XIX con la entonces famosa novela del mismo nombre escrita por Ramón Pacheco, y cuya existencia no habría sido tan imaginaria como se creía, de acuerdo a evidencia encontrada en trabajos realizados bajo el edificio, apareciendo en estas obras un túnel de aproximadamente un metro y medio de altura, de medio punto, que conducía hacia el Norte. Esto sucedió en los años sesenta, con un equipo de trabajadores del que formó parte el fallecido bibliotecólogo Fernando Concha, alguna vez encargado también de la Sala de Libros Raros y Valiosos. De acuerdo al testimonio dado por Concha, encontraron y exploraron parcialmente un extraño túnel hallado bajo el Salón de Honor, debiendo retroceder por lo viciado del aire. Posteriormente, un funcionario de la Cámara Baja encontró indicios de la existencia de otro túnel en el mismo sector, pero más cercano al monumento a las víctimas.
Nunca se han vuelto a realizar trabajos de investigación de estos túneles ni de su posible relación con el mítico Subterráneo de los Jesuitas. Mitos adicionales especulan que este túnel secreto tenía salida por varias partes, como la Calle de la Ollería (Portugal), el templo de San Ignacio e incluso varios kilómetros al Norte en la Hacienda La Punta de Quilicura, propietada también por los jesuitas, y entre cuyas ruinas también "existía una devoción popular que aseguraba que había una imagen de la Virgen que le crecía el pelo", como nos comenta Prado sobre este interesante caso.
A todo este grupo de historias sobre terrores, enigmas y fantasmas, se suma el retorno desde Gales a este lugar de las campanas originales del templo de la Compañía de Jesús luego de que, según la creencia, sonaron solas allá mientras tenía lugar acá en Chile el terremoto del 27 de febrero de 2010. Están colocadas en los jardines frente a calle Bandera, donde se han realizado importantes hallazgos arqueológicos recientes, y su ceremonia oficial de colocación se vio opacada con el ya descrito incendio de la Cárcel de San Miguel, ese mismo año.
Luego del reemplazo del inmueble por el nuevo, que fuera por casi una centuria la sede formal de nuestro Poder Legislativo, el mismo edificio del Congreso Nacional sufrió varios retrasos en sus terminaciones y reconstrucciones parciales, a consecuencia de un incendio en 1895 y del terremoto de 1906. La maldición destructiva que pesó sobre el templo jesuita se extendió hasta esta edificación, según parece. A su vez, este edificio sólo pudo estar en tales funciones hasta el Golpe Militar de 1973, cuando cesaron abruptamente las labores para las que había sido creado, pasando después a ser una sede secundaria del Poder Legislativo con su actual casa en Valparaíso.
En todo el extraordinario legendario relativo al edificio, encontramos también historias de aparecidos, poltergeist, procedencias controversiales de algunos objetos ornamentales todavía dispuestos allí, simbologías interpretadas como alusiones a logias o sociedades secretas, salones misteriosos ocultos (incluyendo un supuesto sótano de torturas) y el recuerdo de un brutal asesinato con suicidio en la Cámara de Diputados en 1923 (caso Correa-Torrealba). Abundan las historias de empleados de este lugar hablando de sucesos inexplicables, pero pocas de ellas son conocidas y la mayoría quizás ha quedado dispersa por las generaciones de funcionarios que pasaron por esos elegantes y espaciosos salones y pasillos.
Una de las menos conocidas pero más horrorosas historias que se cuentan aún en el edificio que es Monumento Histórico Nacional desde 1976, es la de cierta aparición fugaz y de sólo unos segundos por vez, correspondiente a un grotesco fantasma que adquiere la forma de un sacerdote, probablemente un jesuita, pero sin cabeza. La imagen ha causado pánico en varias ocasiones, tanto por su aspecto terrorífico como por su afición a aparecerse en las noches y de súbito por el sector del atrio del Salón de Honor, y quienes se han encontrado con ella juran mirando al cielo que su testimonio es real. No sé si la leyenda tendrá alguna relación con la cabeza-reliquia de una de las 11.000 vírgenes de Colonia que, como vimos, habría sido llevada al lugar al construirse el templo.
No es el único fantasma del legendario de este gran inmueble, por cierto: me revelan también que en una de las salas de la Biblioteca del Congreso, según testimonios, se ha visto el espectro de un marino, y que además a una antigua máquina de escribir que se halla en esta sección se le escucha teclear durante la noche. He sabido también de historias de libros que se movían solos por las estanterías o ruidos de objetos arrastrados en la oscuridad, años atrás.
Un artículo del diario "La Cuarta" del 11 de abril de 2006, además, repasa algunos testimonios de mozos del edificio, especialmente los del sector donde estaban las oficinas de la Cancillería que fueron trasladadas al ex Hotel Carrera. Allí cuenta el copero Juan Macías, por ejemplo, que desde que había entrado a trabajar al lugar en 1968 le ocurrían las cosas más insólitas dentro del edificio, especialmente después de las 2 AM cuando ya todos se han ido, reportando sonidos de carreras de pasos, risas, tiradas de cadenas en los sanitarios de los baños en desuso, apagones de luces y hasta voces golpeadas sonando desde lugares indeterminados. "Capaz que sea el alma de un político que falleció en la cafetería o de alguien a quien se veló en el Salón de Honor", especulaba el trabajador que, a pesar de los años de experiencias, no se acostumbraba al susto que éstas le provocaban. En tanto, el guardia Jaime Fuentes confesaba al mismo medio haber observador cómo se abrían solas puertas de pasillos y otras manifestaciones por el estilo.
Finalmente, hay otro grupo de historias igual de espeluznantes, que sucederían en los jardines del ex Congreso y especialmente en el sector donde estaba antes el siniestrado templo jesuita, comprometiendo en este caso a funcionarios de Carabineros de Chile que hacen la ronda nocturna del lugar. De acuerdo a lo que se ha comentado en la comunidad de trabajadores del edificio, estos uniformados han visto con frecuencia unas especies de espectros negros, que en ocasiones avanzan sobre ellos como tratando de embestirlos y los traspasan como si fueran de éter. Se cuenta que ciertos carabineros han pedido cambio de destino después de la traumática y aterradora experiencia, aunque también dice el chisme que ha sido cosa más frecuente y pedestre el hallar entre las plantas y ornamentos franceses, en las noches, a ciudadanos extranjeros del sector desatando sus fogosas pasiones tras saltar las rejas y entrar furtivamente a los jardines.
Salón de la Cámara de Diputados del ex Congreso.
Alegorías del Comercio y del Progreso en el Congreso Nacional. Aluden a Mercurio-Hermes, en el caso del varón, pero de acuerdo a posibles códigos de criptosimbología, podría aludir a la diosa Ceres-Démeter (de la agricultura y la fecundidad) en el caso de la figura femenina. Son similares en aspecto a las representaciones que estaban en la fechada de la Estación Mapocho y en lo alto del antiguo edificio del Correo de Santiago, ambos conjuntos ornamentales desaparecidos de esos respectivos inmuebles.
Pasillos interiores del edificio.

LA VIRTUD DE LA HISTORICIDAD ENTRE LOS CANES DE CHILE (PARTE I): EL CASO DEL EXTRAORDINARIO CUATRO REMOS

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Cuatro Remos, en fotografía publicada por "El Peneca".
Luego de dos capítulos dedicados a la "cuestión social" de los perros en la historia de Chile (uno en tiempos coloniales y otro en tiempos republicanos), seguidos de otra serie doble iniciada con la historia de los perros en las sociedades indígenas y de aquella relativa a los perros en la sociedad y el folklore criollo chileno, procedo a comenzar a publicar estos artículos dedicados a  casos donde queda de manifiesto el don de la historicidad entre algunos canes reales, en la crónica más reciente de nuestra república.
Ya hemos comentado de lo vieja que es la popularidad de ciertos perros que han marcado sus patas en nuestra semblanza nacional. El cronista Diego de Rosales, por ejemplo, informaba en "Historia General de el Reyno de Chile Flandes Indiano" sobre el recuerdo de uno de los primeros perros "históricos" de Chile, correspondiente a un famoso can del fuerte de Lebu, probablemente un mastín, que los españoles habían puesto a vigilancia contra los indígenas, a los que reconocía y anticipaba velozmente ladrando y colocando en aviso a todos de la dirección desde la cual se aproximaban.
A pesar de que, al avanzar la historia, los perros también fueron cayendo en rangos de problema social y sanitario severo, tal cual sucede hoy, además de la muy temprana aparición de las jaurías de vida en urbanidad semi-indómita, nada ha mermado la cotización popular por el can que ya estaba fuertemente posicionada en la cultura local y así, al avanzar la República y acercarnos a nuestra época, la sociedad chilena comenzaría a conocer y asimilar gran cantidad de noticias relativas a perros famosos y con nombre propio: de los perros chilenos, capaces de tocar el don de la historicidad y dejar registros interesantes sobre su paso por el mundo. Hay innumerables ejemplos de estos perros históricos que hoy lindan en un campo nebuloso, entre lo real y lo imaginario. De hecho, cada ciudad, cada puerto, cada aldea y cada plaza mayor tuvo los suyos propios, queridos y valorados perros por sus habitantes, cuales símbolos de las respectivas comunidades, frecuentemente, ¡y ay del forastero imprudente que ose propinarle un puntapié o un piedrazo al regalón del pueblo!
El esfuerzo que haré a continuación, entonces, será el de iniciar una suerte de rescate de algunas de esas crónicas perrunas, para cerrar tan largo trabajo memorial sobre la parte más canina de la historia de Chile. Advierto, sin embargo, que evitaré abordar casos de perros que fueron conocidos por la calidad de sus dueños, por supuesto, como sería por el ejemplo el famoso gigante Ulk del Presidente Arturo Alessandri, ya que prefiero poner atención en aquellos que han sido capaces de construir una leyenda propia y no sólo brillar como reflejo del prestigio de sus amos. A pesar de esto, recomiendo a los investigadores de las huellas perrunas un trabajo muy interesante de la investigadora argentina María Rita Figueira, titulado "Los ladridos de la historia. Retratos de personajes célebres a través de sus perros", para quien deseara esbozar un perfil de cómo se dan estas relaciones históricas y trascendentes entre hombres ilustres y sus mascotas.
Más o menos hacia los mismos días en que Claudio Gay publicaba sus estudios sobre Chile verificando en ellos la cercanía de los criollos con sus perros, había habitado en Valparaíso un famosísimo quiltro motejado como Cuatro Remos, que los porteños adoraron por su inteligencia y su obediencia fuera de serie, al punto de que lo podían mandar a comprar con una bolsa, según la leyenda. De cabeza larga, orejas cortadas, pelaje con manchas y cola corta, el curioso nombre se lo dieron unos pescadores, tras un supuesto rescate estilo salvavidas que habría realizado a un niño en el puerto, por la particular forma que tenía de nadar en aguas marinas, batiendo sus cuatro patas. Además de esta exhibición de heroísmo, el perro se aparecía a diario en el cuartel local de los bomberos porteños, el de la Tercera Compañía "Bomba Cousiño y Agustín Edwards" fundada en 1853.
El caso, probablemente con mucho de fábula, fue llevado a novela hacia 1883 por Daniel Barros Grez. Primero apareció en formato de folletines del diario "El Mercurio" y la revista infantil "El Cabrito", con lo que la historia del astuto quiltro alcanzó gran popularidad en todo el país y consagró su mito propio. Sería, así, uno de los personajes literarios más conocidos de Chile durante la segunda mitad de aquella centuria y parte de la siguiente. Este trabajo fue republicado como "Las aventuras de Cuatro Remos", libro lamentablemente casi olvidado en nuestros días. Allí partía diciendo el autor, al reproducir las memorias sobre el legendario perro:
"…esto no es un cuento sino la historia de un ser viviente real y verdadero, que, aun cuando perteneció a la raza canina, supo hacerse merecedor de las simpatías con las que lo honraron mil individuos de la raza humana, lo cual no es dable decir de muchos hombres. Ahí está el noble pueblo de Valparaíso, que no me dejará mentir, pues en el corazón de una gran parte de sus habitantes vive todavía el grato recuerdo de las loables acciones con que 'Cuatro Remos' supo ilustrar los últimos años de su vida".
Cuadro "La Zamacueca" de Manuel Antonio Caro, hecho hacia 1872. Se cree -con buenos argumentos- que el perro que aparece sentado al lado derecho de los bailarines y que mira hacia la posición del bastidor del pintor, sería el mismísimo Cuatro Remos.
La Plaza Pinto de Valparaíso en fotografía de Le Blanc, lugar de intensa actividad en la historia de los bomberos porteños y donde era frecuente que apareciera el querido Cuatro Remos, entre 1860 y 1872.
Se asegura que Cuatro Remos llegó al puerto desde Santiago, aunque no es seguro qué sucedió con aquella etapa de su vida en la capital, si acaso ésta es cierta. Según la versión cargada de ficciones de Barros Grez, vagaba por el sector de La Cañadilla de la Chimba en lo que hoy es la actual avenida Independencia, además del Puente de Cal y Canto. Se trataba de un escenario urbano de descomunales peleas entre quiltros, destacando en ellas el perro de la novela por su valentía y arrojo, pero también por una inteligencia que a veces asustaba a los más supersticiosos y alarmistas santiaguinos, que lo creían cosa maligna. Apodado por entonces con nombres como Choco y Chocolate por su color de pelo, se describe que llevaba puesta una especie de gorra bonete de paño, una correa de cuero al cuello y una tira de tela enredada en ella, que le daba extraño aspecto. Varias veces fue víctima de agresiones con piedras, pero encontró acogida en la Iglesia de la Viñita de avenida Recoleta al lado del Cerro Blanco, según el mismo escritor, donde también habrían llamado la atención sus enormes dotes, pero viéndose involucrado en controversias muy humanas del barrio según la fantasía de Barros Grez.
De alguna manera que tampoco está bien definida, y según el escritor después de una tragedia de su adoptivo amo, lo cierto es que el perro aparece en algún momento libre y feliz por Valparaíso, por el sector del Cerro Barón según se cuenta, hacia el año 1860. Allí continuaría cumpliendo con su destino de convertirse en uno de los perros más inteligentes y astutos de los que se ha tenido noticia en nuestro territorio, méritos por los que recibió varias condecoraciones del Cuerpo de Bomberos una vez que comenzó a participar de las actividades de los voluntarios. Si no estaba presente al empezar las emergencias, llegaba solo hasta ellos y alertado ni bien comenzaba a tronar el sonido de las campanas del cuartel, y ayudaba así a arrastrar las mangueras y carros bombas. Cuando descubría alguna filtración en las mangueras durante operaciones contra incendios, ponía una pata encima para taparla, ladrando a los voluntarios para que se percataran del problema; también espantaba con sus gruñidos y exhibiciones de dientes a los necios que, en esos años, tenían la costumbre de hacer cortes a las mangueras entre la muchedumbre, en plena emergencia. Algunas versiones dicen que también participó desde sus orígenes en compañías como la Bomba Española y la Bomba Valparaíso hasta su desaparecimiento. Cazador de ratones y caminante infatigable, cuando bajaba a los muelles ayudaba a los jornaleros a pelar cocos con sus mandíbulas.
En 1863, con el can ya conocido por todos, se había producido una gran matanza de perros vagos ordenada por las autoridades del puerto, y la comunidad porteña se aterró con la idea de que el célebre animal hubiese caído en aquella masacre, pero poco después la propia prensa aclaraba que Cuatro Remos había sobrevivido y estaba bien. Posteriormente, en las Fiestas Patrias de septiembre de ese año, una delegación de la Tercera Compañía de Bomberos de Valparaíso se presentó en Santiago para los actos del Día de las Glorias del Ejército, acompañada de Cuatro Remos. La presencia del perro fue comentada en la prensa de la capital, donde se informaba que causó gran admiración de la ciudadanía y hasta se vio envuelto en algunas controversias con pillos que trataron de pasarse de listos con él y que hasta robaron uno de sus collares con condecoraciones.
Para 1864, Cuatro Remos ya era parte del cuerpo de la Compañía de Veteranos de Bomberos, y así participó en los ejercicios del 11 de noviembre ejecutados por esta unidad, llevando en la espalda una cinta o listón con la palabra "Veterano". La poetisa Sara Vial comenta en su trabajo "Valparaíso, el violín de la memoria", que en 1869, cuando Cuatro Remos paseaba ya por sus últimos años, estuvo presente como invitado especial con los voluntarios tercerinos en una función del Gran Circo Italiano de Giuseppe Chiarim en el Teatro Victoria, a beneficio de los bomberos.
Fueron incontables las historias del perro de Valparaíso en esos años. Como era amado por todos, donde quiera que estuvo había anécdotas y fragmentos de sus aventuras: hoteles donde husmeaba, restaurantes donde le tiraban comida, vecinos que los acogían en las noches, escuelas donde los niños se organizaban para ir a conocerlo. Como ya estaba acostumbrado a la vida libre y nunca se ahuachó en un lugar específico y único, era recibido en casas particulares de gente que se complacía en atenderlo. Un día de esos, sin embargo, los dueños de una modesta vivienda lo vieron durmiendo en la mañana y se fueron sin despertarlo, justo cuando después sonaron las campanas de las emergencias de bomberos. El perro, acostumbrado a reconocer esta señal, se despertó sobresaltado y desesperó al verse encerrado, causando gran alboroto hasta que unos vecinos lograron sacarlo y así corrió enérgico hasta donde sus amigos voluntarios.
De esta manera, tras una maravillosa y ejemplar vida de quiltro callejero y mascota de todo un puerto, el viejo y cansado Cuatro Remos abandonó este mundo en el verano de 1872, siendo despedido como un héroe por la sociedad y saltando después a los libros gracias a la obra de Barros Grez.
No tardó en folklorizarse Cuatro Remos, por supuesto. Hasta un pasaje con su nombre existe en la Comuna de Estación Central de Santiago. Además del brinco a la literatura chilena, dice una leyenda con muchas posibilidades de realidad que el perro que aparece en la chingana del famoso cuadro "La Zamacueca" de Manuel Antonio Caro (o al menos en una de sus versiones), sería el mismo perro de marras, idea que se ve respaldada por el parecido innegable de Cuatro Remos en las fotografías que existen de él (como una publicada en la revista infantil "El Peneca" a inicios del año  1911, al parecer de la muy anterior casa fotográfica Helsby y Cía.) con el que aparece en el célebre óleo contemporáneo a los tiempos de fama del animal.
Un artículo de la propia Sara Vial publicado en "La Segunda" del 21 de octubre de 1997, comenta de esta leyenda sobre el perro del cuadro de "La Zamacueca". La misma autora recuerda allí la existencia de una canción popular musicalizada por Fernando González, que rinde homenaje a la memoria de este extraordinario perro:
Llegó junto al mar un día
para vivir en un puerto
y correr junto a las olas
y ser libre como el viento.
Su nombre se lo aprendían
gaviotas y marineros
el ciego con su violín
el carro con su bombero
La novela de Barros Grez sobre Cuatro Remos, si bien tiene elementos de un contenido más adulto (especialmente en aquella época), por alguna razón asume un lenguaje y tono que resulta más bien infantil, casi cándido por momentos, como si la zona de conciencia más de niño sobreviviendo en el autor fuera la que se sintió estimulada a crear la novela. No es difícil comprender el porqué de esta actitud narrativa: niños y perros quizás lograron el mayor nexo popular de mutua admiración y camaradería; de participación juntos en las jugarretas, diversiones y las travesuras al estilo de las que dieron cuerpo a la historia del admirado perro Cuatro Remos, cuyas aventuras inspiran y tocan la parte más prístina o cristalina que aún queda en los seres humanos.

ARTÍCULO SOBRE UN OLVIDADO SUCESO HISTÓRICO INTERNACIONAL DE LA ARMADA DE CHILE: "PRESENCIA DEL CRUCERO 'ESMERALDA' EN PANAMÁ" (del Capitán de Navío Carlos Tromben)

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Crucero "Esmeralda" de la Armada de Chile (1883-1894).
Éste texto pertenece al Capitán de Navío (R) de la Armada de Chile don Carlos Tromben, publicado en la revista "International Journal of Naval History" de abril 2002 (link al texto original: ijnhonline.org/wp-content/uploads/2012/01/pdf_tromben_english.pdf). Aborda un tema virtualmente desconocido de la historia de Chile por la reserva con que se trató en su momento, y que tendrá su aniversario en estos días: el episodio en que el crucero "Esmeralda" buscó intervenir frente a las fuerzas invasoras de los Estados Unidos en Panamá (cuando todavía formaba parte de Colombia), poco después de la Guerra del Pacífico. Sólo comentaré de mi parte que Chile siempre ha sido visto como una república con escasa participación en el sentimiento americanista del continente a pesar de la relevancia que tendría este acontecimiento y otros sucedidos años antes, como en la invasión filibustera de Walker en Nicaragua, cuando el gobierno chileno fue quizás el primero en llamar a una alianza continental contra los invasores o cuando brindó asistencia a Perú durante la invasión española de las Islas Chincha en 1865, en ambos casos con escasa o nula respuesta a los llamados de unidad, a pesar de las permanentes proclamas latinoamericanistas que marcaron al siglo XIX. Del mismo modo, quizás exista la posibilidad de que la cuestión militar y diplomática de los hechos acontecidos en Panamá en 1885, así como la anteriormente frustrada intervención norteamericana en favor de los intereses aliados durante la Guerra del 79, hayan influido en los ánimos de la Unión de Estados Americanos vertidos durante el famoso "Caso Baltimore" de 1891-1892, en que casi se produce una guerra entre ese país y Chile.
INTRODUCCIÓN
El 10 de abril de 1885 el crucero Esmeralda zarpó de Valparaíso en demanda de Panamá. Después de reabastecerse en Callao, llegó a su destino el 28 del mismo mes donde cumplió una misión poco difundida en nuestra historia naval (1).
No se han encontrado antecedentes concretos sobre los orígenes de la misión que debió cumplir, excepto lo escrito por su Comandante el Capitán de Navío Juan Esteban López Lermanda. Dice en un libro de recuerdos sobre la Guerra del Pacífico (2) que fue llamado a presentarse ante el Presidente de la República Domingo Santa María González. En el despacho presidencial se encontraba el Ministro de Relaciones Exteriores Luis Aldunate, quien le dijo que “el gobierno ha tenido sus razones para fijarse precisamente en usted para el desempeño de la delicada comisión que le he comunicado y que se le va a encomendar” con lo cual fue prácticamente reincorporado al servicio activo después de haber sido relevado del mando del blindado Blanco Encalada durante la Guerra del Pacífico, que había terminado pocos años antes. López no dice en qué consistía la misión encomendada ni narra cómo la cumplió, tal vez porque su libro está dedicado a explicar solamente su actuación en dicho conflicto. Otro personaje de la época que se ha referido a estos acontecimientos es el Capitán de Fragata Alberto Silva Palma (3) que más tarde alcanzó el grado de Contraalmirante.
Benjamín Vicuña Mackenna en un artículo sobre la Isla de Pascua (4), que no había sido incorporada aún, se refiere a la rivalidad entre Chile y Estados Unidos. Dice que el puerto de Panamá fue ocupado “hace pocos días por una división de la armada de la Federación del Norte”. Se pregunta si la continua expansión estadounidense se detendrá en ese punto. Se contesta a sí mismo expresando: “no lo sabemos a punto fijo, pero no ha dejado de ser por esto un hecho previsor y laudable de que junto a los capotes grises de los soldados de la Unión hayan aparecido (como en Chimbote) en la ciudad de Panamá las chaquetas azules de nuestros marinos de la Esmeralda si más no sea como una muda protesta”.
Estas aseveraciones, por su poca claridad y alusiones tangenciales y la oscuridad que ha rodeado a este asunto, merecen una investigación más profunda.
LAS RELACIONES INTERNACIONALES DE CHILE EN LA ÉPOCA
William Sater se ha referido extensamente a las relaciones entre su país y el nuestro ,en un libro que lleva el sugestivo título "Chile y Estados Unidos. Imperios en conflicto”(5).
En el capítulo correspondiente al período que nos interesa, dice que Chile emergió de la Guerra del Pacífico como una potencial amenaza para Estados Unidos. En el Congreso de este país se decía periódicamente que los tres blindados chilenos (Blanco, Cochrane y Huáscar) podían hundir con facilidad a los buques con casco de madera de la Armada estadounidense. Terminada la guerra, se había sumado a los citados buques el crucero protegido Esmeralda, de buena potencia de fuego e impresionante velocidad. Una publicación estadounidense citada por Sater decía, en agosto de 1885, poco después de los sucesos de Panamá, que este último “puede destruir nuestra Armada completa, buque por buque, y no ser tocado nunca”. En esa época se desempeñó como comandante de buque en el Pacífico sudamericano el Capitán de Navío Alfred Mahan. De sus experiencias, lecturas y análisis saldría más tarde su libro "La influencia del poder naval en la historia", una obra de gran trascendencia sobre el tema. Dice Sater: “La nueva doctrina naval de Alfred Thayer Mahan reforzó las lecciones de la Guerra del Pacífico. Estados Unidos construyó una gran flota, tal vez por inspiración del ejemplo de Chile” (6).
Emilio Meneses Ciuffardi coincide a grandes rasgos sobre la ya citada percepción estadounidense sobre la capacidad naval chilena al final de la Guerra del Pacífico y de la frustración de ese país por no haber podido impedir que el nuestro impusiese sus términos a Perú y Bolivia al final de ese conflicto (7).
Muchos autores, incluyendo los citados, se han referido al hecho de que Estados Unidos tuvo, en general, una mayor simpatía por Perú y Bolivia en el conflicto aludido. Sus acciones como mediador, esperando impedir las pérdidas territoriales peruanas, no tuvieron resultados. Posteriormente, el gobierno provisional de García Calderón ofreció ceder una base en Chimbote para Estados Unidos. El contraalmirante Patricio Lynch, Comandante en Jefe de las Fuerzas chilenas que ocupaban parcialmente Perú se impuso de los entendimientos entre el gobernante peruano y la diplomacia estadounidense y dispuso que el blindado Blanco Encalada ocupara Chimbote con fuerzas de Infantería de Marina frustrando igual propósito de la fragata estadounidense Pensacola en diciembre de 1881. La crisis de Panamá ocurrió cuatro años después cuando el crucero Esmeralda ya estaba incorporado a la Escuadra.
Revisando las Memorias del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile de 1885 y 1886, nada se dice del viaje del Esmeralda. En la parte concerniente a las relaciones con Colombia se describen los movimientos revolucionarios en varios de sus estados confederados y se resumen los sucesos con el siguiente párrafo: “Contribuyó a la pacificación de este Estado la presencia de tropas norteamericanas desembarcadas en los puertos de Colón y Panamá para proteger, según se dijo, el libre tráfico del ferrocarril intercontinental, conforme a la interpretación dada al artículo 35 del Tratado de 1846 que liga a Colombia con los Estados Unidos” (8). Chile tenía en relaciones normales con ministros en Colombia, Ecuador y Perú y cónsules en ciudad de Panamá, Buenaventura, Guayaquil y Callao. Llama la atención que en estos documentos no se haga ninguna alusión a las recaladas de este buque en dichos puertos.
Las Memorias consultadas dan cuenta de algunos asuntos pendientes con los tres países del Pacífico Sur ya nombrados. Con Colombia, había preocupación por los chilenos que trabajaban en la construcción del Canal de Panamá y por la actitud de las autoridades de esa nación con relación al paso de pertrechos de guerra para los beligerantes durante la Guerra del Pacífico. Chile deseaba que se reglamentase este asunto para el futuro. Con Ecuador, país de tradicionales buenas relaciones con Chile, se encontraba pendiente la crisis suscitada por apresamiento de la torpedera peruana Alay en aguas ecuatorianas durante el citado conflicto. Con Perú existían los problemas derivados del término de la guerra. Mario Barros en su clásico libro (9) nada dice tampoco del viaje del crucero Esmeralda.
LA CRISIS DEL ISTMO DE PANAMÁ
Panamá era uno de los estados que formaban parte de la República Federativa de Colombia. Geográficamente distante de Bogotá y muy aislado, era alcanzable solamente por mar. Desde el período colonial gozaba de cierta autonomía y era un importante punto de tránsito para la producción de plata y oro del Virreinato de Perú y para el comercio con Europa. Ya en el período republicano, las caravanas de mulas que cruzaban el istmo habían sido reemplazadas por una vía férrea levantada por capitales estadounidenses. Ella permitía un más rápido transbordo de pasajeros y carga entre los dos océanos. En la época que nos interesa, una compañía francesa intentaba construir un canal transoceánico a través del istmo, utilizando la experiencia del canal de Suez. En Estados Unidos se miraba con preocupación la influencia que ganaría Francia en América, que era además una potencia en plena expansión colonial en varias partes del mundo. En el país norteamericano había quienes pensaban que se debía invertir recursos financieros en construir un paso interoceánico a través de Nicaragua.
En esa época, Chile era uno de los pocos países sudamericanos que gozaba de estabilidad política. Perú se encontraba sumido en una larga guerra civil. En Bolivia y Ecuador había también inestabilidad. Colombia era un caso especial. Hubo movimientos revolucionarios en varias áreas de la confederación. En el Estado de Panamá, el movimiento fue muy violento y con connotaciones separatistas, estimuladas por los intereses franceses y estadounidenses en juego.
Las convulsiones políticas en el istmo eran frecuentes. Reussner y Nicolás (10) afirman que entre 1850 (año en que se estableció el ferrocarril) y 1903 (en que se independizó Panamá) hubo cincuenta y tres movimientos revolucionarios contra las autoridades de Bogotá. ¡Un promedio de uno al año!
La rebelión de 1885 fue encabezada por Rafael Aizpurú en ciudad de Panamá (costa del Pacífico) el 16 de marzo. Los rebeldes aislaron el istmo de las autoridades centrales de Colombia. La ausencia de fuerzas leales al gobierno federal en Colón (costa del Caribe) desencadenó una rebelión en esa ciudad. El regreso de las tropas gubernamentales hizo que los rebeldes incendiaran esta última ciudad. Los sucesos en ambas localidades panameñas conmovieron a la opinión pública chilena. Sin duda que la perspectiva de una interrupción de las comunicaciones a través del istmo era preocupantes.
Hemos seguido las noticias publicadas en el diario La Unión de Valparaíso durante 1885. Ese medio de prensa estaba recién creado. La fuente de éstas es una sección que el diario llamaba “Telegramas por el cable submarino vía Galverston”. Los telegramas se publicaban con fecha y lugar de origen en inglés y se entregaba además su traducción. Otra fuente de información eran extractos de editoriales o noticias publicados por los diarios de Panamá y Guayaquil, que llegaban en los buques que hacían el servicio de carga, pasajeros y correo a lo largo de la costa del Pacífico. Llama la atención la mala calidad del periodismo de la época. Las noticias se publican sin ninguna elaboración y sin relacionarlas con reacciones en el plano interno. Las informaciones eran insertadas en forma dispersa y sin presentar una evolución de los hechos.
A partir del 4 de abril, La Unión comienza a publicar cables en que se informa de los hechos acaecidos en el Estado de Panamá. Muestra en forma fragmentaria los preparativos estadounidenses para intervenir. Un cable fechado el 31 de marzo dice: “gran indignación ha causado en Colón y en ciudad de Panamá la actitud indolente de los buques de guerra surtos en Colón”. En otro, fechado en ciudad de Panamá el 2 de abril, puede leerse que “una comisión compuesta de residentes estadounidenses ha telegrafiado al Gobierno de Washington diciendo que sus intereses y vidas corren peligro y solicitan protección inmediata”. Otros cables dan cuenta de los movimientos de tropas y buques destinados a intervenir en la revolución y de las instrucciones para el comandante de la USS Galena estacionado en Colón. En los días siguientes se dan detalles del incendio de ese puerto y de la interrupción de las comunicaciones a través del istmo. En ese mismo período este diario conservador y por lo tanto, tenaz opositor del gobierno del liberal presidente Santa María, se refiere al rumor sobre intentos de Gran Bretaña por adquirir el crucero Esmeralda para enfrentar una crisis internacional con Rusia. El diario aprovecha la ocasión, el 9 de abril de 1885, para hacer comentarios sobre la mala calidad de este buque por su escaso blindaje, aunque le reconoce su buen andar. La crítica está orientada en contra del Presidente que ordenó su adquisición, ya que hay consenso de que esta unidad era de muy buena calidad.
La Revista de Marina(11) publicó más adelante el itinerario cumplido por este crucero que fue enviado a Ciudad de Panamá para intervenir. Zarpó de Valparaíso el 10 de abril y llegó a su destino el día 29 después de haber recalado previamente en Callao. Estuvo en Ciudad de Panamá hasta el 12 de mayo en que zarpó a Guayaquil. En este puerto ecuatoriano estuvo entre el 19 de mayo y el 3 de junio. El día 9 de ese mes llegó a Callao donde relevó a otras unidades chilenas que permanecían en ese puerto observando la situación interna peruana, afectada por una violenta guerra civil. Por su parte, La Unión, en su edición del 28 de abril, publica un informe del comandante del crucero Esmeralda fechado en Callao donde da cuenta de su viaje, del consumo de carbón y donde anuncia su “zarpe a Panamá a cumplir las órdenes que el Supremo Gobierno ha tenido a bien encomendarme, después de hacer carbón”. Tres días después La Unión critica al gobierno por el gasto que involucró el viaje basándose en el consumo de carbón informado por el comandante López. Un cable fechado en Panamá que da cuenta de la llegada del crucero Esmeralda el 28 de marzo, dos días antes de que las partes, es decir los rebeldes y el gobierno federal colombiano, llegaran a un acuerdo de paz. El 5 de junio una noticia del cable dice que oficiales navales estadounidenses que formaron parte de la expedición a Panamá dijeron que el pueblo estaba deseoso que Estados Unidos hiciese permanente su posesión provisoria de Panamá. Agregaron que en las circunstancias actuales era imposible que el país permaneciese pacífico por más tiempo. Doce días después, el diario da cuenta de la llegada del crucero a Callao el 10 de junio y del destierro del general ecuatoriano Eloi Alfaro que tomó parte en una revolución en Ecuador y en Colombia. Diez días después de esta información, publica un cable fechado en Washington en que se dice que Estados Unidos tendrá que intervenir nuevamente en Panamá. En el resto de los ejemplares de ese año La Unión no vuelve a publicar informes del viaje del crucero Esmeralda ni de las actividades desarrolladas en Panamá y en Guayaquil. Curiosamente, la Revista de Marina tampoco se refiere al tema, pese a que en esos años ubicaba muchos detalles de la actividad naval.
El 28 de mayo de 1885, La Unión reproduce un editorial sin fecha de El Telégrafo de Guayaquil. Uno de sus párrafos más importantes dice: "El buque chileno, desgraciadamente, llegó al istmo cuando el conflicto había desaparecido por completo, dejando en la oscuridad o para el porvenir la explicación de una importante incógnita, a saber, ¿las fuerzas norteamericanas procedieron arbitrariamente o con acuerdo del gobierno legal? Eso se sabrá en breve, no lo dudamos y eso mismo determinará la política de las demás naciones americanas, y especialmente Chile, a quien podemos considerar a la vanguardia, deben adoptar en previsión de las emergencias o probabilidades del porvenir". Sin duda que la presencia del crucero chileno en el puerto ecuatoriano tiene directa relación con esta publicación.
Emilio Meneses (12), citando fuentes estadounidenses y un informe del comandante López fechado en Callao el 9 de junio de 1885, nos entrega mayores antecedentes sobre el asunto. La reacción estadounidense se manifestó el 7 de abril cuando llegó el Shennandoah a ciudad de Panamá y tres días después comenzaron a llegar otras unidades estadounidenses a Colón. El 27 de abril los infantes de marina estadounidenses desembarcaron en ciudad de Panamá. Al día siguiente llegaron tropas federales colombianas provenientes de Buenaventura. El 28 de abril, día del arribo del crucero Esmeralda a ese puerto, se iniciaron las conversaciones entre los rebeldes, el comandante de las fuerzas estadounidenses y los jefes de las fuerzas federales colombianas. Con ello la crisis se fue atenuando. El comandante López manifiesta su extrañeza porque las autoridades colombianas no se aproximaron a él. También informa que su buque fue objeto de numerosas visitas de oficiales estadounidenses preocupados por conocer detalles de sus características. Termina Meneses diciendo que “la visita del Esmeralda causó bastante curiosidad y preocupación a las autoridades navales de Estados Unidos y Francia en relación a los motivos que tenía Chile para enviar ese buque”. Más adelante dice:
“El viaje... no se tradujo en una intervención chilena a favor de los intereses colombianos, entre otros motivos porque ellos ya no corrían peligro, pero su presencia dejó claramente establecido cuál potencia disponía de la nave más poderosa, si las circunstancias lo requerían. La Armada de Chile estaba consciente de la utilidad del empleo político de los medios navales y el razonamiento que llevó al comandante López a no actuar precipitadamente indica un elaborado juicio político para evaluar la situación que encontró al llegar a Panamá.
La meta de los marinos chilenos no era demostrar que podía físicamente imponerse a eventuales rivales, sino velar porque los intereses de Colombia estuviesen debidamente resguardados”.
Rodrigo Fuenzalida Bade nos da una versión algo diferente de los hechos (13). Dice en la biografía del comandante López:
“Al tomar el mando de la Esmeralda (sic), el más poderoso buque en la costa del Pacífico en ese momento, López fue comisionado para dirigirse a Panamá y visitar Guayaquil y El Callao. Estados Unidos amenazaba la integridad de Colombia y podía bombardear Guayaquil si no se aceptaban ciertas exigencias. Como segundo llevó López al capitán Alfredo Marazzi que dominaba el idioma inglés. A cien millas de la costa de Chile abrió López un sobre cerrado con las instrucciones del Gobierno de Chile. Ellas decían: Tiene Ud. carta blanca para hacer lo que quiera”.
En 1885 durante la revolución de Aizpurú en Panamá y Prestán en Colón, fondeó en Panamá donde supo que Estados Unidos había tomado posesión de Colón y proyectaba apoderarse de Panamá, dirigir la política interna de Colombia y cambiar autoridades para iniciar la gigantesca obra que se realizó después, la apertura del Canal de Panamá. Se consultaba también el bombardeo de Guayaquil en caso que Ecuador se opusiera a estos proyectos. Resuelto a defender los principios de confraternidad hispanoamericana, audaz e inflexible, anunció que en nombre de Chile tomaría posesión de Panamá para resguardar el orden tal como lo había hecho la Escuadra norteamericana en Colombia en la revolución contra el presidente Rafael Núñez en 1884. Transcurrido el plazo de notificación, desembarcó tropas y ocupó la plaza de Panamá, produciendo una notable impresión. Un almirante francés le insinuó que podía ser atacado por los buques norteamericanos pero López no se inmutó. "Yo no abandonaré Panamá mientras las fuerzas de los Estados Unidos no hayan abandonado Colón", fue la respuesta del jefe chileno. Días más tarde, la Marina de Estados Unidos reembarcaba sus fuerzas en Colón, a la vez que los marinos chilenos hacían lo mismo en Panamá, devolviéndole su integridad y regresando a bordo del Esmeralda. Cabe hacer presente que cuando este autor escribe Panamá, se está refiriendo a la ciudad-puerto de ese nombre ubicada en la costa del Pacífico y no a todo el estado.
El ya citado Alberto Silva Palma da una versión diferente de la anterior. Dice, después de referirse del episodio de Chimbote:
“Posteriormente, cuando llegó la nueva Esmeralda a relevar a la gloriosa de Iquique, sobrevino en Panamá una revuelta que reclamaba en aquel lugar la presencia de una nave chilena para defender la territorialidad de aquel Estado. Esa Esmeralda, el crucero más rápido a flote en aquella época, haciendo uso de sus buenas condiciones de andar, al mando del capitán J. E. López, fue comisionado para que, a la brevedad posible, llegase a aquel escenario de disturbios.
A su arribo, supo con sorpresa que ya los americanos habían desembarcado al otro lado del istmo, en Colón, fuerzas de desembarco con la intención de ejercer dominio o presión sobre uno de los contendores o con el objeto de guardar o resguardar los intereses americanos.
De este lado, en Panamá, el capitán López, poniéndose al habla con el comandante de una corbeta francesa, y como jefe más caracterizado, comunicó al jefe de las fuerzas americanas en Colón, que si ellas no eran embarcadas, él se vería obligado a desembarcar igual número en el puerto de Panamá. Planteada la cuestión de esta forma, si no se retiraban los americanos, el asunto podía complicarse. La justicia de esta actitud o quizás la conveniencia de no indisponerse con las naciones de Sudamérica, que por el momento estaban mejor armadas que ellos, resolvieron embarcar sus tropas, quedando con esto concluida la intervención extraña, en este asunto interno de un país independiente”.
Un video que resume el caso de la intervención del crucero "Esmeralda" en Panamá, interpretando la participación chilena como decisiva en el conflicto para el retiro de las fuerzas estadounidenses, aunque advierto que tiene algunas imprecisiones relacionadas con las imágenes que asocia al hecho histórico. Fuente original: http://youtu.be/Yv8D7WpWk5Y.
Itsmo de Panamá, en Plano de 1850.
UN TESTIMONIO DIRECTO
El informe del comandante del crucero Esmeralda, Capitán de Navío Juan Esteban López Lermanda, es un extenso documento manuscrito redactado en Callao, al finalizar la comisión a Panamá y Guayaquil (14). En él no señala en detalle la misión que recibió pero dice que está escribiendo en virtud de “la parte final de las instrucciones en que se prescribe hacer una memoria sobre los informes que se obtengan...”. La frase, con las negrillas agregadas, da a entender que la misión estaba relacionada con el conocimiento de la situación real en el istmo y en las demás áreas del Pacífico sudamericano.
El informe se extiende en numerosos detalles que corroboran esta impresión. A la llegada del crucero a Panamá, el 28 de abril de 1885, se encontraban en este puerto las siguientes unidades navales: tres buques franceses, uno de los cuales enarbolaba la insignia del almirante que comandaba la estación naval en el Pacífico, uno inglés y dos estadounidenses. Otra unidad de este país llegó pocos días después. Asimismo, arribó desde Buenaventura (estado de Cauca) la cañonera colombiana Boyacá trayendo a remolque un pontón. Estas naves traían una fuerza militar, al mando del general Montoya, con el propósito de restablecer el control de las autoridades federales colombianas en el istmo de Panamá.
Las tropas rebeldes, al mando del General Aizpurú, eran de una fuerza similar y tan mal equipadas y entrenadas como las tropas federales, según la apreciación del comandante López.
“En la estación del ferrocarril y protegiendo el tráfico del istmo, se encontraban acantonados fuerzas de los Estados Unidos de Norteamérica compuestas de tropas de marina venidas desde Nueva York y de parte de la marinería de los buques anclados en Panamá. En Colón había una pequeña fuerza del ejército nacional apoyados por fuertes destacamentos de tropas norteamericanas”.
Esa era la situación a la llegada del crucero Esmeralda. El comandante López narra que, tanto el almirante francés como los comandantes estadounidenses e inglés, procuraron informarse de los motivos de la presencia del buque chileno. Él hizo lo mismo en estas conversaciones, en sus contactos con el cónsul de Chile en ciudad de Panamá y en otros contactos. Le llamó la atención que “ni las autoridades que mandaban en tierra ni las que dominaban la bahía, procuraban entrar en contacto con nosotros ni con los demás buques de guerra que habían en los puertos”. Indudablemente que se refiere a los dos bandos colombianos en pugna. “Como los acontecimientos iban a tener un próximo desenlace, creí conducente y prudente abstenerme de comunicarme con ninguna de las partes beligerantes y esperar el desenlace para proceder".
Pasa enseguida, el comandante del crucero Esmeralda a explicar la situación general en la época de su arribo:
“Existen en Panamá dos grandes empresas que se disputan la preponderancia en el istmo. La Sociedad Universal del Canal Interoceánico y la del ferrocarril que lo atraviesa; entre ambas dan vida por completo a todo el movimiento comercial de aquellos lugares; tienen en juego grandes capitales: disponen de un numerosísimo personal y casi nadie ni nada se mueve en aquellos pueblos sin que tenga relación con estas dos grandes empresas o sin que estén ligadas a ellas por algún vínculo”.
Más adelante dice que ambas compañías tienen capitales en común pero directorios separados. En la primera había mayoría francesa y en la segunda, estadounidense. Existía una gran rivalidad entre ambos grupos. “El día que se una la dirección de las dos compañías, no se hará en el estado de Panamá más que su exclusiva voluntad, poniendo y removiendo autoridades a su antojo” concluye esta parte del informe. Más adelante, dice que la enajenación de la compañía del ferrocarril (o su absorción por la del canal) implicaría una fuerte indemnización al gobierno de Colombia, de acuerdo al convenio suscrito cuando fue creada. También implicaría la pérdida del control estadounidense de dicha vía férrea. Por ello, se mantienen independientes ambas empresas pese a que tienen accionistas en común.
Más adelante el informe resalta que la población del istmo es cosmopolita, siendo una minoría los colombianos prominentes. A esto “se agrega una indiferencia y alejamiento del gobierno general que toca ya en el desquiciamiento, con leyes que son letra muerta, con la justicia que es solo una fórmula", el gobierno colombiano de Panamá bien poco se preocupa, continúa haciendo ver el comandante chileno. “Sin fuerza y poder para reprimir los males, ni para hacer bien a la comunidad y con su residencia a gran distancia, hace que los habitantes de aquella ciudad sepan más de Chile con quien tienen fáciles vías de comunicación y mucho más con Nueva York, de donde solo distan ocho días, que del gobierno de la capital”. Las continuas revueltas y su represión por tropas traídas desde Buenaventura (estado de Cauca) o Cartagena “han hecho que se produzca un odio profundo entre ellos... (entre colombianos de Panamá y de los otros estados).... y si a esto se agrega la indiferencia por la cosa pública... resulta que los gobiernen los caucanos o los dominen los norteamericanos, para ellos (los panameños) le es indiferente. El espíritu patrio está muerto y no hay allí otro motor que el dinero de las dos grandes empresas y de la voluntad de sus directores”.
Luego, el informe entra en un tema del más alto interés. Sostiene que en un tiempo no muy lejano el istmo formará parte de Estados Unidos al ser vendido por Colombia. No cree que este sea aún el momento oportuno para la anexión porque Estados Unidos no cuenta con el poder naval en el Atlántico frente a las potencias europeas ni en el Pacífico. Resalta que los diarios serios de Nueva York editorializan sobre la presencia del Esmeralda en ciudad de Panamá, lo que es reproducido en el diario La Estrella de Panamá, pero que este tema no alarma ni a los pueblos ni a las autoridades locales como tampoco el hecho que en la isla Flamenco hay una factoría de una empresa estadounidense donde no se admite ni la policía ni las autoridades colombianas.
El comandante López pasa enseguida a narrar algunos pormenores de la revolución en curso. Dice que el presidente del estado de Panamá, General Santo Domingo Vila, decidió expedicionar con sus tropas sobre Cartagena que se había insurreccionado contra el gobierno federal colombiano. La ausencia de tropas gubernamentales en Colón hizo posible la insurrección de Pedro Prestán en ese puerto. Era auspiciado por la compañía del canal en construcción. Los revolucionarios encargaron armas a Nueva York, al mismo tiempo que conferenciaban con un buque de guerra estadounidense asegurando que el libre tránsito a través del istmo se mantendría. Cuando llegaron las armas, el comandante estadounidense se opuso a su desembarco. Prestán respondió tomando de rehén a uno de los oficiales de ese buque y amenazó con incendiar la ciudad. Se cree que la actitud del comandante estadounidense fue incentivada por la compañía del ferrocarril, rival, como ha sido dicho, de la compañía del canal. El asunto se arregló con un permiso para un desembarco parcial de armas a cambio de la libertad del oficial. Entretanto, las autoridades colombianas de Ciudad de Panamá organizaron una fuerza que, trasladada a través del istmo por medio del ferrocarril, venció a las tropas de Prestán que antes de abandonar Colón procedieron a incendiar y saquear la ciudad hasta que ingresaron las tropas gubernamentales y las que desembarcó el buque estadounidense. Poco después y aprovechando la ausencia de fuerzas del gobierno central colombiano en ciudad de Panamá, estalló una insurrección encabezada por Rafael Aizpurú en este puerto del Pacífico. Se dice que éste caudillo era amparado por la compañía del canal, tal como las tropas que derrotaron a Prestán en la costa caribeña lo eran por la compañía del ferrocarril.
Las fuerzas leales al gobierno central colombiano y las estadounidenses, que fueron llegando desde la zona atlántica, solicitadas por dichas autoridades en vista de que la revolución había estallado en varios de sus estados, quedaron aisladas en Colón.
La compañía del ferrocarril movió sus influencias para hacer que aumentase la presencia de fuerzas estadounidenses en ciudad de Panamá, en manos en ese momento de Aizpurú. Cuando éste supo de estas gestiones y de que el gobierno central colombiano estaba organizando una fuerza en Buenaventura para terminar con su insurrección, procedió a levantar barricadas en las calles, lo que alarmó a los habitantes, temiendo que se repitiesen los sucesos de Colón. En esas circunstancias, intervinieron fuerzas estadounidenses que estuvieron apunto de trabarse en combate con las de Aizpurú. Finalmente, los norteamericanos lograron que el líder revolucionario cediera y se comprometiera a no combatir en la ciudad, habiendo llegado en esos días la fuerza enviada por el gobierno central colombiano desde el Estado de Cauca (Buenaventura). Los estadounidenses se retiraron de la ciudad y Aizpurú llegó a un acuerdo con las tropas colombianas que, mandadas por el General Montoya, tomaron posesión de ciudad de Panamá el 30 de abril de 1885, dejando en libertad al citado caudillo y sus seguidores.
El comandante López, que había llegado dos días antes con el crucero Esmeralda, dice que visitó al nuevo gobernante:
“...para manifestarle los deseos del gobierno de Chile por la conservación de la paz en el istmo y lo sensible que habían sido las desgracias ocurridas en Colón. No creí conveniente hacer otras manifestaciones, tanto porque los acontecimientos estaban terminados, cuanto por que vi que las autoridades colombianas se encontraban íntimamente ligadas con las de Estados Unidos; sin embargo, antes de separarme, le signifiqué el buen espíritu de que me encontraba animado para el caso de que se nos creyese útiles”.
Se extiende el autor más adelante en los detalles de las consideraciones guardadas por los estadounidenses respecto de las autoridades y fuerzas colombianas recién llegadas. Simultáneamente, da cuenta del desagrado del almirante y de los ciudadanos franceses por la escasa influencia que tuvieron en los sucesos y de los avances de la influencia estadounidenses. Se llegó a sostener que todo fue premeditado, dada la celeridad con que llegaron las fuerzas de Estados Unidos. López dice textualmente:
“Los norteamericanos repiten a quién quiera oírles que no permitirán que nación europea alguna intervenga en los asuntos de América y agregan que son bastante poderosos para garantir los intereses de los Sudamericanos y de los extranjeros residentes en el continente.”
El informe se extiende más adelante en la situación de los chilenos en Panamá, en las malas condiciones de desarrollo de las ciudades de esta zona, en las pocas posibilidades de éxito de las excavaciones que hacía en esa época la compañía que construía el canal, ya sea por falta de recursos financieros o por el mal trazado de las obras. Se refiere también a las penosas condiciones en que se desarrollan los trabajos, en un clima tropical inhóspito, favorable a toda clase de enfermedades con una alta tasa de mortandad. Los trabajadores más resistentes parecían ser los jamaicanos de origen africano.
"Dando por terminada mi misión en Panamá, dejé aquella bahía el 12 de mayo al mediodía y haciendo rumbo al puerto colombiano de Buenaventura, donde fondeamos en la desembocadura del río en la noche del 13”.
La estadía se limitó a permanecer en ese punto, ya que al comandante no le mereció confianza el práctico que debería haberlo asesorado para llevar al crucero hasta la ciudad. Por ello se limitó a enviar embarcaciones y recibir noticias para luego zarpar a Guayaquil.
Una vez en el puerto ecuatoriano, se reunió con la corbeta Chacabuco cuyo comandante le hizo notar que “había una pequeña preocupación por la visita que hacían nuestros buques, suponiendo que tratábamos de inmiscuirnos en sus asuntos políticos”.
El comandante López se extiende en su informe sobre la alarma que existía en la población y las autoridades de Guayaquil respecto a una posible intervención estadounidense en sus asuntos. Además, se refiere al estado de intranquilidad interna en Ecuador y a la pugna entre Guayaquil donde dominaban los elementos liberales y Quito donde lo hacían los conservadores. Los gobiernos de Ecuador y Colombia estaban de acuerdo en vigilar los exiliados de los respectivos países para evitar que intentaran nuevos movimientos para alterar la vida política. El conflicto con Estados Unidos derivaba del hecho que tropas leales al gobierno ecuatoriano en ejercicio había destruido la propiedad de un ciudadano estadounidense que estaba además preso por su participación en un movimiento revolucionario. El gobierno estadounidense reclamaba la libertad de dicho ciudadano y la indemnización de los daños. En esos días circuló el rumor de que había fondeado en la isla Puná un buque de ese país con un ultimátum y amenaza de bombardeo de Guayaquil. El gobierno de Quito había sido presionado para resolver el asunto por medio de su representante en Washington. El comandante del crucero Esmeralda fue invitado por el gobernador de Guayaquil para analizar estos asuntos. Después señalar lo anteriormente resumido, le solicitó “que para evitar que el pueblo fuese quemado, esperaba que yo interpusiese mi influjo y el poder de nuestro buque para impedir tan graves males, previniéndome que por cable se había impuesto a su ministro en Santiago de lo sucedido para que se me diesen instrucciones...”. El comandante López contestó que “no participaba de los temores del señor Gobernador y que si algo grave había, el Gobierno de Chile tendría anticipado conocimiento.....y daría oportunas instrucciones a su ministro en Quito...”.
Continúa diciendo el comandante: “...le hice presente, a la vez, sobre lo inverosímil del proceder que se atribuía al Gobierno de Estados Unidos en un asunto que sin duda tenía muchas facilidades para ser arreglado amigablemente antes de ordenar que se quemase a Guayaquil...”. El gobernador insistió en sus temores dado que el gobierno ecuatoriano no estaba dispuesto a entregar al prisionero estadounidense por un principio de autonomía. El comandante contraargumentó diciendo que consideraba las amenazas estadounidenses “como un apremio para obtener lo que se pretendía, pareciéndome difícil que se llevase al terreno de los hechos”.
Otro tema de análisis fue la preocupación del Gobernador porque la prensa de Panamá se manifestaba favorable a la intervención estadounidense en el istmo. López sugirió que la prensa local refutase tales opiniones lo que ocurrió pocos días después. También le pidió la opinión para la defensa de Guayaquil. El crucero, de acuerdo con el informe, continuó dicho puerto ecuatoriano hasta apreciar que la amenaza no se cumplía. Zarpó cuando el comandante apreció que la salida no podría ser interpretada como que “procurábamos esquivar nuestros servicios a un pueblo de una república amiga; así fue que nuestro alejamiento de la ría se vio con pesar, pues aquella ciudad tenía cifradas esperanzas en el crucero para que lo salvase en el caso que llegase el conflicto”.
Después de elogiosos comentarios sobre la laboriosidad de Guayaquil y la buena señalización marítima del litoral ecuatoriano, el comandante finaliza su largo informe con estos comentarios: “habiendo tenido lugar nuestro arribo a Panamá cuando la mayor parte de los acontecimientos se habían desarrollado y encantando el istmo ocupado por fuerzas norteamericanas con aquiescencia de las autoridades de Colombia, mi misión se simplificó como puede verse en este pequeño trabajo que espero sea del agrado del Supremo Gobierno, contando con la especial benevolencia de US.”.
COMENTARIOS FINALES
Al analizar las actividades del crucero Esmeralda en aguas peruanas, colombianas y ecuatorianas entre abril y junio de 1885, pueden señalarse las contradicciones existentes en las fuentes consultadas. El informe del comandante López en ninguna de sus páginas señala haber desembarcado tropas en ciudad de Panamá. El buque chileno actuó más bien por presencia, fundamentalmente porque las autoridades colombianas nada le pidieron. Su actuación puede encuadrarse en lo que se denomina presencia naval, es decir mostrar la bandera y el poder naval para promover el interés nacional. En el caso de Panamá, la interrupción de las comunicaciones a través del istmo, representaban una seria amenaza para Chile y su comercio. En el caso de Ecuador, se trataba de apoyar a un país amigo.
Sobre los efectos de esta presencia naval comenta el comandante López que fue muy positiva en los chilenos dispersos en los diferentes países visitados e impresionante para los peruanos, que veían que Chile mantenía, e incluso incrementaba, su poder naval habiendo finalizado recientemente la Guerra del Pacífico y existiendo asuntos pendientes derivados de ella. En Panamá, dice el informe:
“...el aplauso fue unánime; la prensa se ocupó muchas veces de nuestro buque, llamando la atención sobre esta máquina de guerra, como la más poderosa y rápida que en su clase se hallaba a flote. Los oficiales norteamericanos de las estaciones navales de uno y otro océano, no satisfechos con las repetidas vistas que se hacían para conocer el buque, tomaban croquis y apuntes de sus más insignificantes detalles”.
Si el propósito de la comisión fue la presencia naval, puede decirse que la cumplió. Si el fin era restablecer el orden en el istmo, no se logró ya que era innecesario, porque a la llegada del crucero chileno, las fuerzas estadounidenses y del gobierno federal colombiano ya lo habían logrado. En Ecuador, la presencia puede haber moderado a las partes en conflicto.
El informe del comandante López, al no corroborar algunos aspectos tratados en otros textos citados, hace dudar de la exactitud de lo expuesto en ellos y señala la necesidad de acudir a las fuentes directas. La continuación de la búsqueda de antecedentes en archivos, memorias y otros diarios podría permitir ahondar en el tema.
Esta investigación también ha permitido detectar lo incompleto que es el archivo de la Armada. No hay antecedentes del año 1885 y el informe del comandante López, pieza fundamental para esta monografía, debió ser ubicado en el Archivo Nacional.
Para cerrar por el momento este asunto, diremos que en el trabajo de un historiador parece no haber nada definitivo.
NOTAS:
  1. En la sección “Movimiento del material de la Armada” en Revista de Marina. Tomo I, 1ª parte, julio 1885, p. 66 se señalan las fechas más importantes de esta comisión. Curiosamente en las Memorias de Marina de 1885 y 1886 nada se dice sobre ella. Solamente se informa, al igual que en las Revista de Marina de 1885 a 1886, que este buque se encuentra “de estación” en El Callao, donde incluso fue sometido a carena en el dique.
  2. López Lermanda, Juan Esteban. Mis recuerdos de la guerra del Pacífico de 1879, Imprenta Universitaria, Santiago de Chile, 1910, p. 92.
  3. Silva Palma, Alberto. Crónicas de la Marina Chilena , segunda ed., Talleres del Estado Mayor General, 1913. En este libro de narraciones misceláneas inserta un capítulo titulado “La Escuadra americana”. Dentro de él narra las actividades del crucero Esmeralda en Panamá, 235. También se refiere a la intervención del Blanco Encalada durante la guerra del Pacífico para oponerse al establecimiento de una base estadounidense en Chimbote, mientras Perú se encontraba ocupado por Chile en 1882.
  4. Benjamín Vicuña Mackenna, “El reparto del Pacífico. La posesión de la isla de Pascua”, en Revista de Marina, Nº1 / 1885, p. 85. Este mismo artículo fue reproducido cien años después, en Nº 3/1995 p. 291.
  5. Sater, William F. Chile and the United States. Empires in Conflict. The University of Georgia Press. Athens, Georgia, USA, 1990. El tema que nos ocupa es analizado en el capítulo “Chile confronta a Estados Unidos 1884–1891”, pp.51–68.
  6. Sater, op.cit, p. 53.
  7. Meneses Ciuffardi, Emilio. “El factor naval en las relaciones entre Chile y Estados Unidos”, Hachette, Santiago, 1989.
  8. Meneses Ciuffardi, Emilio, Memoria de Relaciones Exteriores 1885, pp.117–178.
  9. Barros van Buren, Mario, Historia diplomática de Chile, 1541–1938, Ediciones Ariel, Barcelona, 1970.
  10. Reussner André y Nicolas L., “La Puissance Navale dans L’Histoire”, Editions Maritimes et d’outremer, París, 1963.
  11. Reussner André y Nicolas L., “Movimiento del material de la Armada”, en Revista de Marina, julio, 1885, p. 66.
  12. Meneses, op. cit., p. 66.
  13. Fuenzalida Bade, Rodrigo, La Armada de Chile. Desde la alborada al sesquicentenario , Imprenta de la Armada, 1975. En este libro el autor no se extiende demasiado en los hechos como en Marinos ilustres y destacados del pasado, Sipimex, 1985, p. 112, donde su versión difiere de las anteriormente citadas sin señalar en un movimiento revolucionario sus fuentes.
  14. Archivo Nacional, Fondo Ministerio de Marina, 1885. “Informe del capitán de Navío Juan Esteban López Lermanda”, fechado en Callao, 9 de junio de 1885, 44 pp., inédito.
El buque USS "Galena"(1880-1892), de la marina de guerra estadounidense.

LA CASTA Y EL ESTIGMA DEL "MEDIO PELO"

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Sombreros antiguos.
Todo producto que es de mediana calidad, en el rango de lo corriente o bien atrapado en la tendencia mediocre, carga en el lenguaje coloquial chileno con el título de ser de "medio pelo", bien sea objeto o servicio, pero especialmente también si es un humano. El concepto es parecido al de la marcha chancho, ya tratado en este un anterior artículo de este blog, aunque el estigma de "medio pelo" está un poquito más arriba en la escala jerárquica del (des)prestigio.
Ya en el siglo XVIII, el poeta y cronista español Juan Cristóbal Diego Romea Tapia usaba esta expresión en su obra doble "El Escritor sin título" (1763 - 1764):
"Tampoco por la gente de escalerilla , las de la vida airada , Verduleras , ni Usías de medio pelo. Sin duda lo dirán por aquellas señoras que tienen una pingüe renta, y pueden hacer dispendio del larguísimo caudal que necesita el uniforme completo".
Coterráneo y contemporáneo, Alonso Bernardo Ribero y Larrea dirá poco después en 1792, en "Historia Fabulosa Del Caballero Don Pelayo Infanzon de La Vega, Quixote de La Cantabria" (una suerte de continuación y parodia de la obra de Cervantes y Saavedra):
"Vistiose de pardomonte, embolsando el pelo, látigo en la mano: tampoco se le olvidó llevar espada; y su padre le alargó una capa de grana que tenía. Adornó Don Pelayo el potro de aquel modo que lo suelen hacer los de medio pelo. Mateo no llevó otra chaquetilla, chupa, calzones y montera de sayal; pero descalzo, según la costumbre de algunos parajes de su tierra y personas de la esfera suya".
Ilustración con el aspecto y ambiente de las "gentes de medio pelo" en Perú, en 1853, según un artículo publicado por el "Semanario pintoresco español".
El origen del concepto está justamente allí, en esta costumbre, pues sucedía que en el siglo XVIII y principios del XIX fueron famosos en la sociedad criolla los sombreros gaditanos de España hechos con pieles de castores, llegando desde Cádiz dos tipos de estos artículos, especialmente los de caballeros: los de pelo centro o pelo completo, con piel de mayor calidad, más finos y onerosos, y los de medio pelo, hechos de pieles de calidad inferior y más baratos, siendo por eso que eran los favoritos de aquellos con menos recursos y que después serían motejados con el mismo rótulo del "medio pelo". Así, pues, don José Oriol Ronquillo dice en su "Diccionario de materia mercantil, industrial y agrícola" publicado en Barcelona en 1857, al definir a los sobreros de fieltro:
"Las diversas variedades de sombreros dichos de castor son ordinariamente de color negro; pero se fabrican también de castor de color, en pelo, y en medio pelo, y asimismo de castor rojo, que es la clase mas inferior".
Puede observarse, entonces, que el medio pelo de los sobreros está en la penúltima categoría, de modo que se hallaba sólo un peldaño por sobre la baja calidad. No fue raro, por lo tanto, que el mismo concepto denostador y despreciativo se pasara también a la definición de ciertos grupos o sujetos humanos.
Aunque en internet algunas definiciones describen el término para referirse a la clase media o la clase baja cuando se lo aplica a grupos humanos e individuos específicos, en otros países también alcanza para sinónimo de arribismo o de la condición de quien quiere vivir en comodidades que no es capaz de solventar. Pero en Chile el "medio pelo" anda más bien con los que no son ni lo uno ni lo otro: es decir,  de una indeterminación inclasificable en los estratos culturales, clasistas y cualitativos, como algo de mediana categoría pero que pudo ser más, secretamente frustrada por no serlo y quizás temerosa de caer aún más abajo.
Y si bien la expresión es ampliamente usada en América Latina y especialmente en países como Argentina, parece ser que Chile puede estar entre los principales sospechosos de haber originando la costumbre de tildar a personajes y condiciones de objetos como de "medio pelo", para referirse a su mediana calidad tirando para poca, tal como se mantiene hasta ahora.
Recaredo Santos Tornero y Alberto Blest Gana hablaban en la segunda mitad del siglo XIX sobre las clases de "medio pelo" chilenas. A veces, también se referían con ellos a gentuzas que desprecian al pobre por hallarse sólo un par de peldaños más arriba en niveles de ingreso, escolaridad o accesos, pero que tampoco alcanzaban a interactuar mucho con las clases dominantes salvo como empleados o servidores de las mismas. En el "Compendio del diccionario nacional de la lengua española", publicado en Madrid en 1852, R. J. Domínguez define "A medio pelo" como "medio decente y medio profano".
Niñas chilenas "de medio pelo" (según el autor) tomando mate y con lo que aparenta ser el respectivo perro quiltro a sus pies, en grabado publicado por Recaredo Santos Tornero en su “Chile Ilustrado” de 1872.
En el "Semanario pintoresco español" señala en una nota con fecha 13 de marzo de 1853, titulada "Las gentes de medio pelo y los esclavos en el Perú", donde se asegura que los españoles y sus descendientes residentes en ese país hablaban de despectivamente de la "gente de medio pelo" para referirse principalmente a al cholo hijo de indio y blanco, y al zambo hijo de indio y negro.
"Si se quiere conocer -continuaba el artículo-, bajo un aspecto más curioso, el carácter de las gentes de medio pelo, es preciso seguirlos en las fiestas populares. La flojedad y la apatía que les son habituales, no resisten a los majares sazonados, a las bebidas fermentadas o espirituosas y a la impresión que causan las danzas peruanas. Bajo el imperio de estos diversos excitantes su fisonomía triste y resignada toma una expresión de alegría casi salvaje".
Un tiempo después, en 1888, el también español Luis Montoto y Rautenstrauch lo define la expresión en su trabajo "Un paquete de cartas, de modismos, locuciones, frases, hechas, frases proverbiales y frases familiares", como la forma con que se "zahiere a las personas que quieren aparentar más de lo que son" y a la "cosa de poco mérito e importancia", pero aclarando que es en Andalucía donde el epíteto se aplicaba a persona y nunca a cosa, fundamentalmente "a la que es de poco más o menos y por nada sobresale entre las demás".
Empero, pasadas las épocas, por sus limitaciones y por su condición a media distancia de la bajeza y del estatus, el actual sujeto de "medio pelo" ya no está condenado por los prejuicios de la raza, sino muchas veces por su propio conflicto de case. Así, se ve obligado a aspirar a bienes materiales también de "medio pelo" pero imitativos de los de mayor valor y mejor marca a los que tienen acceso las clases altas.

LA COLORIDA TRADICIÓN DE LA PINTURA DE LOS CARRETONES POPULARES CHILENOS

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Carretones areneros del sector Cerro Navia (Fuente: "Mapocho: torrente urbano")
Éste es uno de los pocos artículos que me iban quedando inconclusos y que he ido rescatando de archivos viejos este año, para reponer la periodicidad este blog a falta de textos nuevos. Lo publicaré con actualizaciones y fotografías que me faltaba conseguir y que he ido tomando recientemente, en especial durante la última Fiesta de Cuasimodo. Lo completaré con información de la que dispongo ahora, para hacerlo más preciso y extenso. No puedo garantizar qué suceda después con este blog, por cierto, cuando se me terminen los textos que tenía reunidos y pendientes de publicar, pero ya es claro que no puedo cerrarlo por la lealtad que algunos lectores han tenido con el mismo y que me han hecho reponerlo ya en dos ocasiones en que he intentado bajarlo y terminar de "liberarme" de estas responsabilidades. El blog se mantiene, en otras palabras, pero no puedo garantizar la continuidad periódica de publicaciones que tuvo en el pasado.
Entrando ya en materia, el muy evidente poco afecto de los chilenos hacia las prendas de colores o recargadas se compensa con una curiosa inclinación nacional a drenar por otras vías el contenido amor a los colores y el casi tropicalismo reprimido en aspectos decorativos, con manifestaciones donde el exceso de elementos y de colores son parte del sello en la ornamentación de -por ejemplo- los antiguos microbuses del sistema de locomoción colectiva y sus clásicos carteles de recorridos, o las animitas levantadas a los fallecidos, o las ramadas y fondas de Fiestas Patrias, las carpas y comparsas de la cultura circense, las fachadas de villas populares y ciertos negocios del comercio de barrio.
En esta misma situación se encuentran los diseños de pinturas y decoraciones que tradicionalmente se han usado sobre los carretones y carros de caballos, que todavía conviven a media vida entre la ciudad y el campo, más bien en márgenes de la vida urbana y generalmente asociadas a instancias de vida popular que todavía sobreviven, como las ferias libres, las fiestas religiosas y el comercio de productos agropecuarios. Aún se las puede ver, además, entre los huasos, los areneros del Mapocho, los canteros de Colina, fleteros de la zona del Cajón del Maipo y, en general, entre comunidades de hombres de trabajo de las clases más modestas que mantienen ciertos rasgos de vida propios del mundo rural. Los hay también entre comerciantes populares del Norte de Chile, recolectores de madera, entre habitantes de las islas Mocha y de Chiloé y aun en territorios del carbón lotino.
Ésta debe ser una de las tradiciones y estéticas folklóricas más características de Chile, a pesar de lo poco advertidas que se habían encontrado hasta no hace muchos años. La pintura y personalización de estos carretones de caballos se remontan quizás a inicios del pasado siglo o antes, a juzgar por algunas imágenes, y se asocian a dos necesidades concretas: primero, la de darle individualidad a cada carretón, incluyendo con frecuencia un nombre oficial, algo así como un "tuning" o enchulado del mismo; y segundo, la de hacer colorido y alegre el aspecto de cada vehículo de tracción animal que participa en fiestas religiosas asociadas a la Virgen del Carmen, procesiones de santos y, muy especialmente, a la Fiesta de Cuasimodo celebrada el domingo siguiente a la Pascua de Resurrección.
Carretón de tipo feriano, tamaño pequeño.
Vista posterior de un carretón simple, con la tapa y su espigado geométrico.
Pequeño carretón tipo calesín huaso, de traslado humano (no para carga).
Carretón de carga, sector La Puntilla cerca de Pirque.
Carretela típica, de diseño techado para transporte de tarros lecheros.
Probablemente, el origen y los antecedentes de la tradición se rastreen al período que está pasando la medianía del siglo XIX, cuando se produce un gran auge comercial de casas de ventas fundadas por ciudadanos extranjeros, principalmente por los españoles que ya conocían la costumbre de las carretas pintadas allá en su terruño. Es la época en que comienza a popularizarse también el reparto a domicilio de algunos productos, como el pan, la leche y las vituallas. Interrumpida brevemente quizás por la insensata Guerra de 1865-1866, esta influencia hispánica parece haberse dado en la tradición más que cualquier otra vertiente, según deducen autores como el profesor Gustavo Boldrini en un artículo titulado "Carreteando en colores", escrito especialmente para un proyecto dedicado al rescate de estas tradiciones y del que hablaremos más abajo.
Chile no es el único país donde existe un folklore asociado a la decoración de carretas, por supuesto. Muy posiblemente, en América Latina la tradición alcanza su máxima expresión con el "boyeo" de las carretas de bueyes en Costa Rica, con exquisitos diseños que parecen asociados a las artes ornamentales indígenas y a una especie de adaptación barroco-rococó de las mismas expresiones. Y si bien ya existía la pintura ornamental de carretas al Norte de la Península Ibérica, tampoco parece menor el detalle de la fuerte tendencia a la geometría que se ve en muchas de ellas y que podríamos especular más asociada a la influencia morisca de la Península, por el lado Sur, en caso de haber un hilo conductor a ella. Este rasgo geométrico, aunque mucho más sencillo, también está en nuestro caso chileno.
Sin embargo, acá la tradición también adoptó una línea estética y decorativa particular, donde se combinan elementos que podríamos suponer simbólicos del arte criollo y cierta iconografía-geometría parecida a la ornamentación circense y de connotación patriótica, además de tipografías sospechosamente parecidas a los viejos carteles de la locomoción colectiva (de los producidos por maestros como Zenén Vargas y Juan Cadena) y de letreros de negocios populares del comercio, como bares y restaurantes tradicionales.
La diseñadora Pepa Foncea ha realizado el hasta ahora más importante de los esfuerzos por rescatar el patrimonio y la tradición gráfica de los carretones populares chilenos, gracias a un proyecto con apoyo financiero del Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (Fondart), montando una exposición titulada "Gráfica Popular en los carretones en Santiago", inaugurada el jueves 27 de abril de 2006 en el hall central del Metro Estación Quinta Normal. Existe también un sitio web consagrado al tema de investigación: carretones.cl.
Carretón huaso simple, con rueda chilena típica, en la Medialuna de Las Condes.
Carrito rural de pasajeros y carga menor, en pintoresca escena.
Carretón feriano por Bilbao llegando Vicuña Mackenna en Santiago.
Carretón feriano, de costado, con espigado pintado azul.
En su afanoso estudio, la diseñadora y sus colaboradores identificaron a algunos de los principales cultores de estas artes en la capital, como don José "Lolo" Pizarro de Huechuraba, Ricardo Merino Jiménez y Juan Toro de Cerro Navia, el coleccionista de carros Augusto Pavez Lillo de La Pintana, Mario Molinari de Quinta Normal, Miguel Menares de Peñaflor, Jorge Muñoz y José Aceituno de Peñalolén, y Miguel Villar y Juan Zanahoria de Renca.
La misma investigación, que ha venido a llenar un tremendo vacío sobre el tema, establece también que existen cinco categorías principales de estos carretones chilenos que suelen ser típicos soportes del descrito estilo de gráfica popular de la Región Metropolitana, todos tirados por caballos y sólo ocasionalmente por alguna mula o buey, según nuestra impresión:
  1. El Carretón Colinano o de Colina: luce como un baúl con una carcasa exterior de madera (a veces metal) parecida a una cuadricula o espigado, dotado también de caja exterior de herramientas adosada a la estructura, barandas o quinchas superiores y dos ruedas típicas de carreta chilena en un solo eje, con amortiguación en sistema  de suspensión de resortes de paquete.
  2. El Carretón Coloso: es muy parecido al Colinano pero en dos ejes y cuatro ruedas, y desde la popularización de los vehículos de gasolina en Chile reemplazaron las viejas ruedas de carreta por neumáticos de automóviles, por lo general con el par de adelante más pequeño que el de atrás y montados estos menores en una tornamesa o caja de giro, sin resortes de amortiguación, por lo corriente.
  3. El Carretón Arenero: es un carro principalmente de transporte de peso, usado por pedreros y areneros del Mapocho pero que también hemos visto entre huasos del sector precordillerano de la Región Metropolitana, con una caja o baúl no muy alto pero dotado de tablones colocados como borde angulado en lugar de barandas. También usan en la actualidad dos ruedas de vehículos en su único eje.
  4. La Carretela: usada especialmente por antiguos lecheros, suele semejar al carretón corriente de un eje pero con un techado en forma de arco sostenido por pilares y un compartimento especialmente adaptado para el conductor, incluyendo tarima y el pescante. También suele utilizar neumáticos de vehículos de motor en nuestra época.
  5. El Carretón Feriano o de Feria: de un eje, ruedas de neumáticos y suspensión de resortes de paquete, este carro es el típico que sobrevive aún en algunos espacios urbanos de comercio popular y mercados de productos agrícolas. Suele tener un espigado de madera o metal geométricamente más simple, al igual que la baranda o quincha, generalmente de sólo tres tablones por lados.
Con relación a la iconografía propiamente dicha, destacan motivos como estrellas, aves, flores de fantasía, copihues y uno que otro símbolo cristiano (cruces, palomas con olivos, peces ictus, etc.), alternados en forma de módulos gráficos con las estructuras geométricas. Muchas de estas figuras no son sólo pintura: en algunos casos, están tallados sobre la propia madera o acompañados de tachas, clavos de cabezas ornamentales, herraduras (reales o pintadas, consideradas símbolos de suerte), espigas de trigos (también reales o pintadas, tomadas por símbolo de fortuna y prosperidad) y otras adiciones. En algunas se hacen representaciones de caballos que, según nuestras consultas, a veces pueden representar a antiguos equinos que tiraron ese carretón y que ya murieron, al igual que sus herraduras, correas o riendas, incorporadas al mismo. Están también las que adicionan verdaderas reliquias a la estructura, generalmente atrás y en pares, con una pieza a cada lado, como faros antiguos, lámparas faroles, bocinas viejas de sirenas, pasamanos artísticos de bronce, baúles (para la caja de herramientas), etc. De entre los colores principales destacan los verdes, amarillos, celestes, tonos apastelados y negros, pero hay una presencia muy insistente en los colores patrios: rojo, blanco y azul, que claramente no es casual.
Las fotografías que he reunido acá como ejemplos de la tradición gráfica pertenecen a registros que he pude reunir por la Región Metropolitana, como Santiago Centro, La Florida, El Club de Huasos de Las Condes, sector La Puntilla del Camino de Pirque, San José de Maipo, entre otras ubicaciones.
Se trata, sin embargo, de una tradición en retirada, como prácticamente todo lo que ha dado identidad nacional a nuestro país: ya es cada vez menos fácil el encontrar en las ciudades estos ejemplos de carretones decorados. Diríamos que sólo la persistencia de algunas fiestas religiosas y el impulso innato del criollismo en algunas comunidades populares, sostienen algunos enclaves de "chilenidad gráfica" donde es posible confirmar que existe aún la decoración de las carretas y carretones. Quizás llegue el temido día aquel en que, como muchas otras cosas, no quedará más testimonio de estos coloridos carretones que el de las fotografías y las descripciones sobre lo que alguna vez tuvimos.
Vista trasera de carretón con influencia colinana, con mensajes religiosos.
Carretón con altura y baranda tipo arenero.
Viejo carretón feriano, con símbolos varios en su diseño.
Carretón feriano con varios varios resortes de amortiguación.

LA RECOVA: MÁS DE DOS SIGLOS DEL COLORIDO MERCADO MUNICIPAL DE LA SERENA

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Coordenadas: 29°54'5.80"S 71°14'46.43"W
El alguna vez llamado Centro Comercial Plaza de Abasto de La Recova, más conocido simplemente como La Recova de La Serena, es uno de los mercados más visitados del país en esta época veraniega, especialmente desde los años ochenta, cuando la ciudad de los campanarios y de las incursiones piratas potenció sus atractivos turísticos y pudo disponer de sus actuales instalaciones.
La Recova ocupa un interesante edificio de aspecto neocolonial y planta en forma parecida a un trapecio, con entrada principal por calle Cienfuegos, antecedida por la explanada que hoy usa la feria artesanal y donde se realizan ciertas presentaciones de orfeones, cuequeros, bandas lakitas y bailes folklóricos. La parte trasera del edificio con los estacionamientos, se halla por Rengifo frente a Vicente Zorrilla, calle famosa por sus antiguos clubes nocturnos y desaparecidos lupanares como el "Savoy" y "Las Motores". Al Norte, está el Pasaje Peatonal La Recova; y al Sur, la calle Cantournet con el hermoso Templo de San Agustín.
A La Recova se le intentó llamar alguna vez como el Mercado Municipal de La Serena, pero el nombre histórico estaba demasiado instituido y posicionado en la sociedad coquimbana y acaso en todo Chile, pues aunque han existido varios mercados a lo largo del país con tal denominación de recova, la primera que brilla en la cabeza es la de esta ciudad colonial, cuando escuchamos el término.
Creo que es un buen momento para publicar algo de La Recova de La Serena, mi lugar de llegada y de partida en tantos viajes por la región, pues ha estado con algunos aniversarios encima en este período: el año pasado cumplieron 170 años desde la construcción de su primer edificio y de la promulgación de su primer reglamento, y en este año 2015 se celebrarán los 220 años de la fundación de la comunidad que inició las actividades del mercado ya en los últimos años de la Colonia, además de los 50 años desde el incendio que destruyó sus antiguas instalaciones y 40 del terremoto que terminó de condenar al edificio en ruinas, posteriormente reemplazado por el actual establecimiento.
Entrada principal y explanada, con la fuente habilitada hace unos años.
Pasaje de La Recova visto hacia el poniente. Se remonta a los orígenes del mercado.
EL ORIGEN DEL MERCADO
Antes de nacer el mercado de La Recova propiamente dicho, existió una feria de abastos que el Cabildo de La Serena ordenó implementar en 1698 en la Plaza del Rey, posterior Plaza de Armas de la ciudad, concentrando a los comerciantes en un intento por darle orden a la venta de productos básicos de la canasta popular. Sin embargo, desde el inicio muchos mercaderes estuvieron poco dispuestos a acatar el bando, haciendo toda clase de malabares para eludir la ley.
A pesar de esta porfía de los vendedores coloniales, el Cabildo emitió una nueva disposición legal en 1758, exigiendo esta vez que todos los comerciantes de alimentos como carne, pescado, pan y otros parecidos, se reunieran en un mismo sitio a ofrecer sus productos. La exigencia se cumplió pero también con dificultades para obligar su acatamiento.
La necesidad de concentrar en un espacio especialmente dispuesto a todos estos comerciantes, entonces, sería lo que motivó la idea de habilitar un sector de la ciudad para esta clase de comercio, destinándose imperativamente para tales efectos un terreno situado en la conjunción de las actuales calles Rengifo y Cartournet, correspondiente a una plaza dura donde se hacían ceremonias y festividades religiosas por los sacerdotes serenenses. Así iba a nacer la feria de La Recova y su posterior edificio sede.
Sobre el nombre dado al mercado, hay algunos errores popularizados. Una información muy difundida en internet y en guías turísticas -casi hasta el hastío- asegura que el edificio actual se llama La Recova "por estar rodeado de arquerías, siguiendo los cánones coloniales de la época de su primera construcción", frase que se repite textualmente en casi todos los casos. Sin embargo, confirmaremos que ya antes de nacer se hablaba del mercado en proyecto como la plaza de abastos o recova, incluso al momento de darse por fundada la comunidad de comerciantes del mismo nombre y que se concentrarían en este centro de La Serena, en 1795, por disposición del Cabildo.
En estricto rigor, sucede que una recova era cierto tipo de mercado rústico donde se vendían gallinas y huevos, pero que por extensión quedó convertido en sinónimo de los que también se llamaban mercados o ferias de abastos para la adquisición de productos agrícolas, vituallas y artículos básicos, especialmente entre las clases populares de la sociedad criolla. Equivalen así al llamado triánguez, tianguis o tiangues de las ciudades de la temprana Colonia, heredados desde el comercio prehispánico, y que después se convertirán en los mercados centrales de cada urbe.
A pesar de las buenas entradas de dinero que esta agrupación de mercaderes dejaba al erario municipal, veremos también que tardó muchos años en poder cambiar su feria de sencillos tendales y ramadas por un edificio sólido y espacioso.
La Recova señalada en el plano de La Serena de Nicanor Boloña, 1896.
PROYECTO DEL PRIMER EDIFICIO
Manuel Concha es quien más datos aporta sobre el origen de La Recova a partir de la señalada necesidad de habilitar un espacio a la feria, en su "Crónica de La Serena desde su fundación hasta nuestros días, 1549-1870", de 1871. Observa allí que El Cabildo de La Serena había manifestado en sesión del 6 de febrero de 1795, la intención de construir establecimientos para un mercado. Decía el acta respectiva a esa fecha:
"Que respecto a estar puesto en planta en la capital del reino y en otras ciudades la recova o plaza de abastos en donde diariamente se veden los víveres de carne, pescado, etc., y que cada vendedor paga un tanto a beneficio de la ciudad, y sólo aquí no se ha hecho esto mismo establece a causa de no haberse erigido la carnicería, que desde luego se ponga en planta este ramo, formándose para ello unas piezas provisionales, así mismo que respecto a que anualmente está en corriente la festividad de nuestro patrono San Bartolomé, en cuyo día hace algunas diversiones públicas, que desde luego se remate la plaza a imitación de la Capital".
Nacía ese año, así, el mercado municipal de La Serena y, dos días después, por acuerdo del 8 de febrero, el Maestre de Campo don Francisco Antonio de la Loza, alcalde de segundo voto, era designado para la edificación de las instalaciones del conjunto, estableciéndose en el acta correspondiente:
"Y para que pueda dar principio a la construcción de la carnicería provisional, y conclusión de la real cárcel, como de primera atención, se le entreguen de costado los ciento cuarenta pesos dos y medio reales que ha dado por existentes, de sus cuentas, el procurador que acaba de ser, don José Pérez de la Mata".
Con este mismo interés, el 21 de abril de 1795, el Gobernador Ambrosio O'Higgins escribiría el siguiente mensaje al Subdelegado de la Serena:
"El útil establecimiento de recova se establecerá cuanto antes fabricándose de firme y espaciosa y cómoda, con consideración a lo que puede crecer el expendio de los abastos, formándose previamente, para lo que hayan de contribuir los vendedores de cada especie, un arancel equitativo, pero proporcionado para que rinda suficiente importancia; en cuyos términos si no hubiese fondos de propios bastantes para costear esta obra, se podrá poner en remate cediendo a cualesquiera que se obligue a fabricarla sus aprovechamientos por el tiempo que se estipulare, procurándose en todo el mayor beneficio del público, de cuyas resultas dará Ud. cuenta a esta Superioridad para la aprobación..."
Concha completa esta información aseverando que está "fuera de duda que la carnicería pública se llevó a efecto", concluyendo esto porque el Marqués de Avilés, el día 23 de noviembre de 1796, notifica al subdelegado lo siguiente:
"Está bien que halla verificado Ud. el establecimiento y arancel de la recova de esta ciudad, con cuyo producto ha dotado un alguacil'.
Vista del antiguo edificio del Mercado de La Recova desde calle Zorrilla hacia Rengifo, con uno de los accesos visibles, atrás de la cuadra. En el empalme de las calles mencionadas se observa el abrevadero de caballos. Imagen publicada hacia los años 40.
LOS PROLONGADOS RETRASOS
Sin embargo, iban a pasar algunos años más antes de que la necesidad de levantar el edificio del mercado viera el inicio de estos trabajos.
Recuerda Concha que ya había costado mucho trabajo al Cabildo hacer que los pescadores, carniceros "y otros especuladores de mantenimiento" se allanaran a comerciar sus productos y artículos en la plaza de La Serena, y que como siempre burlaron estas obligaciones, según quedó registrado en el acta del 19 de mayo de 1810, las autoridades decidieron concentrarlos en el definitivo recinto que estaba pendiente construir y cuya ausencia perturbaba el normal abastecimiento, según señala el autor:
"Así pues, continuando la misma costumbre y el mismo abuso, la municipalidad determinó la construcción de una Plaza de Abastos, asignando a la persona que quisiera encargarse de su construcción la cantidad de 2.500 a 3.000 pesos, bajo las siguientes condiciones: que el contratista gozara de su producto durante diez años, pagando a la municipalidad 100 pesos anuales; quedando, después de este tiempo, el edificio a beneficio de la ciudad, obligándose además el cabildo a ayudar, al especulador, en lo que buenamente pudiera".
Los encargados de construir el edificio del mercado por tanto tiempo pendiente ya, fueron don Gregorio Cordovez y don Pablo Garriga, aceptando las condiciones descritas. El lugar asignado era el mismo ya descrito y que Concha reseña de la siguiente manera:
"Hasta el año 1819 el lugar que hoy ocupa este mercado hacía parte de una plaza, por la que los jesuitas y después los padres agustinos, hicieron circular, con gran contentamiento y edificación del pueblo, sus frecuentes y repetidas procesiones, pues las tenían hasta por la noche como la de ánimas, y quemaban fuegos artificiales, que en ese tiempo era el único entretenimiento público".
Sin embargo, los problemas continuaron, en una combinación de hechos relacionados con el período de la lucha por la Independencia y después por la aparente mala fe de los encargados de la ejecución de las obras.
El edificio antiguo de La Recova, atrás, y el abrevadero de los caballos. Al fondo, por encima del techo del mercado, se alcanza a ver el chapitel de la Iglesia de San Agustín.
ENTREGA DEL EDIFICIO
Tras revisar las actas de los cabildantes fechadas el 3 de diciembre de 1821, el 12 de septiembre de 1839 y el 10 de enero de 1843, Concha verifica el sorprendente y casi delirante retraso que tuvieron las obras en todo este largo, larguísimo período de espera por la construcción del mercado, hasta que por fin fue terminado:
"Pero no debieron tomar sobrado empeño en dar cumplimiento a lo que voluntariamente se habían comprometido, porque a fines de 1821, la municipalidad amonestó enérgicamente a los ya nombrados constructores, y además a don Pedro Juan Osorio, que sin duda se había asociado a la especulación, para que continuaran el trabajo, porque'las maderas a la intemperie sufren menoscabo'.
Parece que toda la obra pública estaba condenada a sufrir larga demora hasta llegar al ansiado término de su conclusión, por causas que no es difícil comprender y que nosotros no queremos manifestar por no pertenecer al objeto que nos hemos propuesto de meros cronistas; porque en 1839, es decir, veinte años después, la municipalidad en atención a que no está acabado el edificio, en la parte que comprende el sitio rematado por don Tadeo Cortés, mandó que le notificase dándole de término 'hasta el mes de mayo venidero' (1840).
El 10 de enero de 1843, aún no estaba concluida la parte del edificio que mira al Sur.
Un año después, es decir el 27 de mayo de 1844, se hizo publicar por bando el reglamento de la recova, lo que prueba que por fin se había concluido.
Habíase empleado hasta su conclusión, veinte y cinco años".
En "Ensayos biográficos" de Miguel Luis Amunátegui, y después en "José Joaquín Vallejo, 1811-1858" de Raúl Silva Castro, se reproducen los siguientes comentarios del gran escritor y periodista Vallejo, más conocido por su pseudónimo Jotabeche, cuando observa el estado del edificio del mercado municipal serenense en 1843, al regresar a la ciudad de su infancia:
"Sigo adelante; una iglesia hay al frente: ¡San Agustín! y a su lado la Recova; la he reconocido sin titubear; se halla a medio concluir como la dejé hace catorce años, ni un adobe más ni un miasma menos. ¡Qué cosa tan estable!"
Los comentarios de Jotabeche inducen a entender que la etapa final de las tan retrasadas obras, fueron concluidas después de su descrita mirada; es decir, recién en el último año de 1843 a 1844 antes de ser entregado el edificio, probablemente por un ultimátum o una intervención de emergencia, casi 50 años después de que el Cabildo comenzara a manifestar su intención de contar con este recinto en la ciudad.
Fotografía del diario "El Día" mostrando el incendio de 1965.
Así quedaron los locales destruidos por el fuego, en foto de "El Día".
LA ANTIGUA RECOVA
Aparentemente -y como si la espera hubiese sido poca-, hubo una remodelación importante del mercado hacia 1870 o antes, como puede deducirse de esta nota a pie de página donde Concha dice -ya en su época- sobre la referida conclusión de las obras:
"Es decir hasta llegar el edificio al estado en que se encontró cuando se demolió para construir el que se ha principiado, y que Dios mediante, como van las cosas, no veremos concluido".
El aspecto del mercado que llega al siglo siguiente habría sido el de este período, entonces, lo que explicaría los detalles más neoclásicos del edificio decimonónico que albergó por tantos años a La Recova, ya que este estilo es más propio en Chile a partir de la segunda mitad de su centuria. De un piso amurallado con adobe y con patio interior de pabellón de madera, su exterior tenía cuatro entradas principales con arco y frontón, escoltadas por un par de pilastras a cada lado, más portones menores alineados y también con un gablete superior sobre la ubicación de cada dintel. En las fotografías se observa que todo el contorno superior rodeaba la cornisa con una banda o carcasa de madera, frecuente en los edificios bajos del siglo.
Por su costado Norte del predio, el Pasaje de la Recova ya era llamado así desde el siglo XIX cuando correspondía a un mero callejón que continuaba por la actual calle Zorrilla hacia el oriente. Esta vieja Calle de la Recova donde está el pasaje, fue prolongada hacia 1875 al unírsela con la Calle de Salas, para lo cual debieron realizarse expropiaciones en los terrenos de los vecinos.
Una segunda remodelación del edificio debió ejecutarse entre los años 1926 y 1930, a causa del deterioro causado por el peso de los años y la huella de grandes temblores.
Un folklórico calor popular reinaba dentro de este lugar en sus buenos años. En la recopilación de Ricardo Antonio Latcham titulada "Antología: crónica de varia lección" de 1965, dice el autor recordando el aspecto de general del ambiente clásico que había existido en este edificio:
"La Recova de La Serena ostenta el sello de los mercados peruanos y de los árabes, con su penumbra deliciosa, su abigarrada exhibición de productos y la vivísima explosión frutal. Los caballeros antiguos, de los Dieciochos, trillaban el piso y bailaban con las famosas mujeres de doña Pancha Catorce y de la Teresa Norambuena, a quien punzó el ingenio satírico del cronista don Manuel Concha. Brotaban los sones del cuando, del San Martín, de la sajuliana y de la zambacueca, mientras las niñas cantoras entonaban esta copla:
Tienes una cinturita
que anoche te la medí,
con una vara de cinta,
catorce vueltas te di.
Viva esencia coquimbana, hoy desvanecida como el fulgor de los hornillos del Brillador, como el eco melodioso de las consejas y como el zumo primerizo de los vinos de Samo Alto".
Para dar agua a los muchos caballos y mulas que llegaban con las carretas y los arrieros, se habilitó una pila por el lado de Rengifo, la que estuvo hasta avanzado el siglo XX situada allí frente a la actual calle Zorrilla. En fotografías de los años 50, se observa en este abrevadero un mensaje pintado celebrando los 400 años de la fundación de la ciudad (1542-1944). Y parecería también que este lado trasero era de mayor actividad, a diferencia de lo que sucede ahora, siendo conocidos en su época los locales comerciales del propio edificio y otros del entorno inmediato, como la tienda de abarrotes de los Olivares y el almacén Papic en la esquina de Zorrilla.
El actual edificio, inaugurado a principios de los años 80. Entrada principal.
Vista del edificio actual por el lado de Rengifo con Cantournet.
DESTRUCCIÓN Y RUINA
El sector de La Recova era, estética y culturalmente hablando, de un típico barrio de mercados, no exactamente atractivo al concepto turístico de entonces pero sí funcional y urbanísticamente muy interesante para la identidad de la metrópoli, con un gran comercio que no se restringía sólo al edificio principal, sino también a los del vecindario, como suele suceder con las viejas plazas de abastos.
Sin embargo, todo este encanto comenzó a morir con un incendio declarado la noche del sábado 4 de septiembre de 1965, pasadas las 23 horas, ocasión en la que se quemaron varios locales del edificio histórico. Así informaba el diario local "El Día", a las pocas horas después, el domingo 5:
"El fuego destruyó totalmente un almacén de abarrotes, el Restaurante Escolar, una frutería y tres negocios menores. Las llamas amenazaban extenderse a todo el inmueble cuando entraron en acción los bomberos. Propietarios de los establecimientos en peligro de ser alcanzados por el incendio procedieron a sacar algunas de las mercaderías. El fuego apareció en el almacén ubicado en Cantournet con Rengifo. Numeroso público curioso llegó hasta el lugar del suceso".
A la vista saltó de inmediato la necesidad de reconstruir el edificio, pues el daño fue enorme, con estimación inicial de unos 200 millones de pesos en pérdidas. El más afectado en el siniestro resultó ser el comerciante Diógenes Cayo, quien prácticamente nada salvó de su mercadería ni de las instalaciones de su negocio. Autoridades como el alcalde José Morales Adriazola y los regidores, además del Director Regional de Educación Tomás Larraguibel, se presentaron rápidamente en el lugar, constatando la dantesca escena de destrucción.
Desde entonces, el edificio siguió funcionando parcialmente, pues se postergó la posibilidad de construir uno nuevo permaneciendo arruinado por varios años más y volviéndose así un sitio peligroso, además de refugio de mendigos. En su obra "La Serena que yo veo y siento: evocaciones y recuerdos", Hugo Thenoux Moure cuenta, en 1987, algo sobre un curioso personaje que vivía en la indigencia entre las ruinas de La Recova, durante este oscuro período del edificio:
"Cipriano se había constituido en un personaje popular de la ciudad. Su hábitat eran los murallones semi-destruidos del edificio de la Recova en La Serena. Su figura encorvada, su raída vestimenta, los zapatos rotos que debieron ser sandalias en un tiempo, eran característicos, además de ese hedor peculiar a ropa puesta día y noche largamente. Tal vez para amortiguar el frío y como utensilio de trabajo cargaba un saco al hombro, como recolector de desperdicies y de almohada en las frías noches.
Su compañero era un fiel perro que él denominaba 'Negro' debido al color de su pelaje. Un animal enjuto, con la cola perdida en sus extremidades posteriores y de costillas desmembradas. Perfecto complemento entre hombre y animal".
Sin embargo, en la espera para que el arruinado edificio fuese demolido y reemplazado por un mercado más moderno, la región fue azotada por el violento terremoto de Coquimbo del 13 de mayo de 1975, que terminó de inutilizar al antiguo inmueble comercial. Si bien el exterior que aún permanecía en pie pudo resistir, al interior la destrucción y los daños estructurales fueron graves, poniendo fin a la primera y larga etapa de la historia de La Recova de La Serena.
Pasillos del segundo piso, lado del pasaje peatonal, en sector de restaurantes.
EL ACTUAL EDIFICIO
Con los comerciantes del destruido edificio incómodamente concentrados en un galpón del sector de las calles Cienfuegos con Gregorio Cordovez (frente al Museo Arqueológico, en donde ahora se encuentra un centro comercial con supermercado), La Serena clamaba por la urgente de reconstrucción de las instalaciones del antiguo sector de La Recova.
Luego de sesudos estudios y evaluaciones realizados especialmente durante la alcaldía de Eugenio Munizaga Rodríguez y con participación de la Corporación Industrial para el Desarrollo Regional, que tuvieron gran importancia en el inicio del proyecto, se decidió levantar el nuevo mercado en el mismo sitio del anterior, quedando encargado a la Constructora CAM.
El edificio proyectado tenía cierta alusión al estilo del desaparecido bajo sus cimientos, con portalones de entrada y arcadas en los pasillos-balcones del contorno, aunque ajustándose a la evocación colonial de la ciudad asegurada por el Plan Serena. Con dos pisos (unidos por la que se estima como la primera escala mecánica que tuvo la ciudad), se dividiría en dos espaciosos patios dentro de una planta de forma más o menos rectangular, más estrecha hacia el lado de Cienfuegos aunque con una mejorada explanada allí, mientras que se vuelve más amplia por el lado de Rengifo, con plaza dura y estacionamientos, conservándose el paso peatonal que lo delinea lateralmente y que ahora la separa del Centro Comercial La Recova y del supermercado, espacios que configuran la cuadra completa del barrio comercial hasta el lado de calle Brasil, por el Norte.
El edificio nuevo, con cerca de 140 locales y cuya inversión alcanzó los 104 millones de pesos, fue inaugurado el 26 de agosto de 1981, con presencia del propio General Augusto Pinochet al mando del país, más las autoridades regionales y una invitada especial: la señora Rosa Markmannde, viuda del ex Presidente Gabriel González Videla, por largos años representante parlamentario de la región y gestor del mencionado Plan Serena.
El cambio suscitado en todos estos acontecimientos, sin embargo, tuvo un efecto que no todos los serenenses evalúan positivo: el viejo rasgo del mercado como plaza de abastos y feria popular de productos, se perdió para cederle prioridad a las características de un centro comercial más turístico, abundante en productos emblemas de la región como sus famosos confites de papayas, quesos de cabras, figuras de madera de Guayacán, cerámicas y joyería de imitación diaguita, alfombras y tejidos de lanas (ovina y camélida), además de instrumentos musicales, libros antiguos y muchos recuerdos artísticos para viajeros, especialmente los de piedras de la zona como la combarbalita, el lapislázuli o las rocas calizas de Juan Soldado.
En La Recova de hoy, con su feria artesanal y las presentaciones artísticas de la explanada donde están las fuentes ornamentales de aguas, se hace casi un atractivo imprescindible la visita del lugar para quien se proponga conocer la ciudad. Hasta se cuenta de un supuesto fantasma que moraría dentro del edificio, aunque la grabación del mismo por una cámara de seguridad hace pocos años, no reveló más que una indefinida marcha blanca haciendo acrobacias frente a unas rejas. Son especialmente celebrados por los turistas sus restaurantes y cocinerías del contorno en ambos pisos, con platillos marinos como mariscales, caldillos, pescados fritos, ceviches en versión serenense, etc., y comidas rápidas al paso por el lado del pasaje, principalmente; además, está la allí presente la repostería regional con papayas confitadas, pasteles locales, helados frutales de la zona, frutos secos en almíbar y manjar blanco; y por supuesto, sus traguitos característicos de la zona como adaptaciones del pisco sour, el "Serena libre"y otros a base de jugo de papaya o frutas elquinas.
Vista del patio interior, lado oriente.
El segundo patio del recinto, lado poniente.

PROPUESTA DE PASEO ROMÁNTICO PARA PAREJAS SANTIAGUINAS: RUTA URBANA DEL AMOR POR LOS PARQUES FORESTAL Y BALMACEDA EN EL DÍA DE SAN VALENTÍN (PARTE I)

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“La carta de amor”, cuadro de Pedro Lira, 1889.
Bueno, ya se sabe bien: se viene veloz por el calendario el famoso Día del Amor y la Amistad o más bien Día de San Valentín que, gusto o no (y al igual que me sucede con el Halloween) ya no cabe duda de que quedó definitivamente introducido en la sociedad chilena, dándole a los enamorados al menos un día para compartir como quisiéramos poder hacerlo todo el año, si la billetera, la oferta comercial y el propio modus vivendi exigido por las ciudades así lo permitiera.
Supongo que, como en el caso del germánico Oktobersfest, las fiestas irlandesas del Día de San Patricio y hasta la versión de la españolísima Tomatina en Quillón, no hay más opciones que mejor verle el lado positivo a las posibilidades de diversión adulta de este día de corazones.
Es más: según lo que reflejan los medios, en nuestra capital el Día del Amor o de los Enamorados ya se ha impuesto por la publicidad a la importancia del aniversario de la Fundación de Santiago (dos días antes) y a la fecha de la Reincorporación de Antofagasta (el mismo 14) que, por muchos años, fue la verdadera fiesta nacional de los calendarios en ese día... Sin embargo, creo poder dar con una fórmula para abarcar cuestiones de cultura e historia santiaguinas aprovechando la coyuntura en la agenda, y así dejar esta propuesta a los lectores una ruta para enamorados que tracé hace poco más de un año para una idea de turismo "a pie" y que, por diferentes razones, nunca se pudo concretar a tiempo; ni entonces ni ahora.
Creo así que lo mejor es sacrificarla como el chanchito robusto que el dueño ya no puede mantener en el chiquero pero que, con su inmolación, podría ser aprovechado por muchos invitados, en este caso parejas con corazones y cupidos colgándoles bellamente alrededor como las guirnaldas del pino navideño. Corresponde a una jornada de caminata bastante recta y con la exposición por lugares, sitios y monumentos asociados de alguna manera al registro del amor y el romanticismo en nuestra ciudad. Además, es un trayecto a pie relativamente breve (2 kilómetros, aproximadamente) y muy céntrico, que pasa por lo siguientes puntos:
  1. Plaza y Posada del Corregidor Zañartu
  2. Esquina de Mac Iver con Esmeralda
  3. Miraflores con Ismael Valdés Vergara
  4. Parque Forestal, borde de Miraflores
  5. Costado del Museo de Bellas Artes
  6. Esquina de José María Caro con José Miguel de la Barra
  7. Parque Forestal, sector de la hondonada
  8. Parque Forestal, Merced frente a Paulino Alfonso
  9. Parque Forestal, Merced frente a Estados Unidos
  10. Parque Forestal, Merced frente a Irene Morales
  11. Punta de diamante de Merced con Alameda
  12. Esquina de Vicuña Mackenna con Andrés Bello
  13. Monumento al Presidente Balmaceda
  14. Parque Balmaceda frente a Obispo Pérez Espinoza
  15. Obelisco de Providencia
  16. Puente Racamalac o Condell
Siguiendo una sugerencia, esta ruta a pie la había concebido principalmente para parejas de enamorados y/o solteros de ambos sexos que busquen compañía o que tengan pretensiones de conocer posibles parejas en esta clase de actividades; y aunque fue creada en el contexto de la efeméride de marras, es decir el mentado Día de los Enamorados, por supuesto que funciona en cualquier otro momento del año siempre y cuando el calor de las flechas del amor siga punzando (y quisiera creer que existen parejas interesadas en estos temas)... Por experiencia persona ya sé, además, que ese flechazo puede suceder en cualquier momento de la vida, pues está lejos de necesitar un día.
Veamos si les gusta, entonces, como va a continuación y dividido en dos partes para comodidad de su lectura en este blog. He dado más altura y seriedad a esta propuesta que en su versión original, además de agregarle varios informativos más que, en una mera instancia de recorrido patrimonial, había omitido.
Ruta, en base a imagen de Google Earth (Clic encima para ampliar).
INTRODUCCIÓN SOBRE EL DÍA DE SAN VALENTÍN
  • La leyenda de San Valentín: Según el mito, San Valentín era un clérigo del cristianismo primitivo que, en el siglo III, casaba en secreto parejas comprometidas bajo el signo de Cristo en Roma. Sin embargo, el Emperador Claudio II, que había prohibido los casamientos y muy especialmente los de rito cristiano, lo hizo presentarse ante él y explicarle su desobediencia. Al ver que Valentín no estaba dispuesto a ceder a las presiones para detener su labor, le mandó a la cárcel ordenando que fuera torturado y ejecutado el 14 de febrero del año 270, que por la misma razón pasó a ser su día onomástico en el calendario. La leyenda dice que, durante el cautiverio, el carcelero llamado Asterius desafió a Valentín en tono burlón a devolverle la vista sólo con amor a una hija que tenía este guardia y que era ciega de nacimiento, llamada Julia o Juliana. El sacerdote lo hizo allí mismo impresionando de tal manera al celador, que éste se convirtió de inmediato a la fe de Cristo. En agradecimiento, posteriormente Julia habría plantado después un almendro en la tumba de Valentín, árbol, flor y frutos que han sido tradicionalmente tomados como símbolos del amor perpetuo. La industria chocolatera ha explotado especialmente esta asociación, por cierto.
  • Sobre el Día del Amor y la Amistad o de los Enamorados: El día del martirio y ejecución de San Valentín, 14 de febrero, fue escogido por los primeros cristianos como el Día del Amor y la Amistad, en recuerdo del personaje. Si bien la Iglesia Católica intentó suprimir el carácter onomástico de esta fiesta a fines de los años sesenta, ante la posibilidad de que el santo sea de origen pagano precristiano o incluso legendario más que histórico, la celebración no sólo se mantuvo en Europa, sino que siguió dispersándose rápidamente por el mundo, muy en especial desde países de habla anglo, llegando así a países latinoamericanos. El cine, la televisión, la literatura y las artes escénicas parecen haber influido bastante en esta expansión de la fiesta.
  • Introducción de las celebraciones en Chile: Si bien el Día del Amor se celebraba en Chile de manera íntima y más discreta desde antaño, fue a partir de una iniciativa del Círculo de Publicistas que, a partir de 1983, comienza a ser adoptado de manera más oficial y pública como “Día de los Enamorados” en nuestro país, especialmente en Santiago, como consecuencia de una de las varias campañas que cundieron por entonces para mejorar las ventas del comercio en los alicaídos días afectados por la Recesión Mundial de 1982. La popularidad del Día de San Valentín en nuestro país es, pues, de origen comercial, motivando pautas de consumo, así que con este pequeño esfuerzo veremos si se lo puede dignificar un poco.
Postal italiana de San Valentín, el Santo del Amor.
1.- PLAZA Y POSADA DEL CORREGIDOR ZAÑARTU
Coordenadas:  33°26'4.43"S 70°38'53.22"W (Esmeralda con Las Ramadas, punto de inicio)
  • La Posada del Corregidor en tiempos de Portales: El edificio colonial tipo casa-pilar que domina y da nombre a la plaza se remonta al siglo XVIII y fue declarado Monumento Histórico Nacional desde 1970. Tuvo un intenso pasado chinganero y también como sitio de amores furtivos y lascivos, partiendo por los tiempos en que funcionó en él la llamada “Filarmónica” de don Diego Portales y sus amigos estanqueros, que funcionaba como una suerte de club recreativo y cabaret privado con mucha música, cuecas y “niñas felices” del ambiente festivo de 1830. Importantes figuras y fonderas del ambiente criollo brillaron allí, como la Ña Cata, regenta de la chingana “El Parral”. Su ubicación no es casual, pues la calle Esmeralda era llamada Calle de las Ramadas desde hacía tiempo por la cantidad de locales de diversión popular que funcionaban en ella, y que después fueron reemplazados por boîtes y lupanares al avanzar los años.
  • Regreso de fiesta a la Posada del Corregidor en el siglo XX: Tras esta época, la casona fue local de actividades comerciales menores hasta que, en 1926, la compra un señor llamado Darío Zañartu Cavero y la reconvierte en la “Posada del Corregidor Zañartu”, creándose la leyenda de que allí había vivido el Corregidor Luis Manuel de Zañartu en el siglo XVIII. En el renovado sitio se instaló el otrora célebre “Restaurante La Posada del Corregidor” de don Pedro Fernández y Fernández, apodado “El Caballero de la Noche”, siendo un lugar visitado por escritores y poetas. Fue también otro refugio de amores pecaminosos  y clandestinos, donde hubo anécdotas insólitas con las infidelidades que allí encontraban alero. Era tan conocida su fama como centro de reuniones de amantes que las salas solían ser muy oscuras y los mozos atendían con una pequeña linternita a los clientes. A pesar de la precaución, en una oportunidad hubo una gran gresca descrita por el periodista de espectáculos Osvaldo Muñoz Romero, más conocido como Rakatán, cuando vio cómo un matrimonio se encontró accidentalmente allí dentro, ambos con sus respectivos amantes y sentados en mesas muy cercanas, desatándose el caos.
  • Plaza de las Ramadas: Andes de ser la Plaza del Corregidor, ésta era la Plaza de las Ramadas, en el descrito barrio de antiguas aventuras furtivas de las que quedan sólo  recuerdos de la época dorada de prostíbulos y moteles en calle Esmeralda, sobreviviendo algunos allí aún. La Plaza de las Ramadas fue, además, el sitio donde se instaló el primer teatro republicano de Chile, fundado en 1818 por don Domingo Arteaga y que más tarde se trasladó al sector donde está hoy el Palacio de los Tribunales de Justicia. La gente iba en familia y con sus propios asientos para ver las obras del teatro en la plaza.
  • El Puente de Palo: Durante los siglos XVIII y XIX desembocaba justo sobre esta plaza un largo y estrecho puente de madera que conectaba con la entrada de avenida Recoleta, siendo llamado Puente de Palo o Puente Viejo, construido hacia 1762 y desaparecido en 1888 durante la canalización del Mapocho. Este paso peatonal y de caballos desmontados sobre el río era sitio de encuentro para parejas apasionadas en los primeros años de la república, especialmente después de la construcción del más expuesto y abierto Puente de Cal y Canto, al poniente. El Puente de Palo, en cambio, era más solitario y tenía un techado que facilitaba la “intimidad” interior, al punto de tener que instalársele una caseta de guardias para vigilar las “buenas conductas” de quienes pasaban por él, historia que es confirmada por autores como Carlos Peña Otaegui en su “Santiago de siglo en siglo”.
Puente de Palo, que unía Recoleta con la Plaza de las Ramadas (del Corregidor)
Plaza y Posada del Corregidor en nuestros días.
2.- ENTRADA A EX QUINTA FERNÁNDEZ CONCHA
Coordenadas:  33°26'5.11"S 70°38'51.30"2  (esquina de  Mac Iver con Esmeralda)
  • El antiguo predio de los Fernández Concha: Detrás del portón de Mac Iver 702, estaba la propiedad que perteneció a la acaudalada y aristocrática familia Fernández Concha, vinculada a propiedades como la Casona de Las Condes y el Portal Fernández Concha. También fueron dueños de la Posada del Corregidor antes de su reconversión y mecenas de innumerables obras, como la ermita del Cerro Santa Lucía. Además, fueron dueños de los terrenos de la cuadra donde ahora están el ex convento ocupado por la Universidad Mayor y la vecina Iglesia de San Pedro.
  • Madre María de San Agustín Josefa Fernández Concha: En este mismo lugar nació la Sierva de Dios María Josefa Fernández Concha en 1835, en el seno de tan rica familia. Sin embargo, ella destacó por su generosidad y su labor benefactora, especialmente de amor y atención a los más necesitados. Siendo muy niña, María y su madre iban a dar ayuda a barrios muy pobres de la ciudad, experiencia que la marcó profundamente y que motivó su ingreso a las monjas del Buen Pastor hacia 1862, asumiendo como María de San Agustín y dedicándose por entero a la caridad por los desvalidos, especialmente por las mujeres, fundando más de 35 casas de acogida, órdenes y comunidades de asistencia por Chile, Uruguay, Argentina, Brasil y Paraguay, hasta su muerte en 1928, a los 93 años. Símbolo femenino del amor al prójimo, desde Argentina se inició su proceso de beatificación y canonización que sigue en manos de la Santa Sede.
Acceso a la ex propiedad Fernández Concha, a la derecha.
Desaparecida placa que conmemoraba el nacimiento de la Sierva de Dios en el lugar.
3.- EDIFICIO ESQUINA "DRESDEN"
Coordenadas:  33°26'6.17"S 70°38'45.29"W  (esquina de Esmeralda con Miraflores)
  • Ex Hotel Dresden: Elegante edificio neoclásico-germánico con toques claramente románticos en su decoración, de inteligente solución de espacio en esta curiosa esquina formada por el encuentro de las calles Miraflores, Ismael Valdés Vergara y Esmeralda. Fue proyectado en 1917 por la oficina de los arquitectos Alberto Schade y Rodulfo Oyarzún Philippi. Su estética romántica se debe a que albergó por muchos años a un hermoso hotel llamado “Dresden”, uno de los más elegantes de Santiago Centro, con un restaurante-bar propio que fue lugar de visitas para parejas y encuentros durante la época de la bohemia clásica de Santiago y hasta más o menos los años noventa, cuando comienza a cerrar sus actividades.
  • La antigua prostitución del Mapocho: En contraste con la elegancia del hotel, la fama del sector del Mapocho y el Parque Forestal como lugar de amores furtivos y pecadores, fue lo que mantuvo a estos barrios con identidad de lugares interesantes para la “remolienda” por muchos años más. A las prostitutas que iban por el río y sus puentes las llamaban “patines de segunda” en la jerga popular, ya que andaban “a pata” (a patín, de ahí viene el“patinar”) y no tenían el prestigio de las “de primera”, que trabajan por el sector más céntrico de Santiago, cerca del barrio comercial. En el área más cercana a las calles José María Caro, Mapocho y sobre todo Balmaceda, las trabajadoras sexuales recibían el burlón apodo de las Balmacedas del Río, parodiando un aristocrático apellido compuesto pero en realidad aludiendo a la Avenida Balmaceda abierta hacia el año 1927 y a la cercanía con el río Mapocho que era su lugar de operaciones.
Edificio del ex hotel Dresden.
Ángeles querubines decorando el ex hotel.
4.- SECTOR PARQUE FORESTAL
Coordenadas:  33°26'4.92"S 70°38'44.02"W (cuadra al final de Miraflores)
  • Origen del Parque Forestal: Tras la canalización y estrechamiento del río Mapocho entre 1888 y 1891, este parque con paseo fue construido cerca del Primer Centenario de la República sobre los terrenos ganados en los trabajos encajonando al río, volviéndose de inmediato uno de los parajes más románticos y preferidos de los enamorados en la ciudad de Santiago, además de distinguido por sus varias estatuas y monumentos conmemorativos. La primera etapa de este paseo se inauguró hacia esta cuadra donde están los museos, a modo de jardines y patios del gran edificio, por el año 1905, prolongándose después más hacia el poniente y con las intervenciones de los paisajistas Guillermo Renner y Jorge Dubois en el resultado de su aspecto definitivo.
  • Relación del parque con el antiguo Paseo de los Tajamares: En parte, se hizo esta arboleda del Parque Forestal con senderos interiores y plazas, para recordar el antiguo Paseo de los Tajamares que por allí se extendía antes en tiempos coloniales, convirtiéndose de inmediato en un paraje encantador para la ciudad de Santiago, rasgo que ha mantenido y perpetuado hasta nuestros días.
Parque Forestal en 1920. Postal fotográfica de Adolfo Conrado.
5.- PALACIO DE BELLAS ARTES DE SANTIAGO
Coordenadas:  33°26'7.08"S 70°38'36.86"W  (José Miguel de la Barra llegando a Cardenal Caro)
  • Museo Nacional de Bellas Artes: este extraordinario edificio es el símbolo de la ostentación neoclásica de influencia francesa que se imitaba en la arquitectura chilena hasta los tiempos del Primer Centenario, a cuya época el palacio pertenece de forma rotunda. Con una estética también romántica y naturalista con toques de art nouveu, el edificio fue encargado en 1905 a los planos del arquitecto chileno-francés Émile Jéquier para albergar al antigua Museo Nacional de Pinturas creado en 1880, siendo inaugurado en 1910 en plenas celebraciones del Centenario Nacional para servir de sede al Museo y a la Escuela de Bellas Artes, con una gran exposición que tuvo innumerables artistas extranjeros y delegaciones como invitados. Su fachada está basada en la del Museo Petit-Palais, uno de los edificios más hermosos y fotografiados de la ciudad de París.
  • El Amor entre las colecciones del Museo: Nuestro museo alberga también importantes piezas y obras vinculadas al sentimiento y a las alegorías del amor en todas sus manifestaciones, entre las que destacan las siguientes:
    • La famosa pintura de “El huaso y la lavandera”, del alemán Mauricio Rugendas, 1835, considerada una verdadera “instantánea” criollista de su época, donde se observa a un galante huaso a caballo coqueteando y quizás cortejando a una muchacha que lava ropa en una orilla riberana.
    • Óleo “El Columpio” del francés Raymond Monvoisin, hecho hacia el año 1840, que muestra una curiosa escena de connotación casi pasional entre dos mujeres-ninfas de aspecto adolescente y vestidas muy ligeras, en un onírico bosque, probablemente con un contenido tácitamente lésbico en la intención íntima del autor de la obra, pero poco explícito y más bien sugerido.
    • La escultura en mármol “Dafne y Cloé”, de Virginio Arias, 1885. Representa a los amantes de la novela griega de Longo (siglo II) que, según dicho texto, habían sido dos niños encontrados por pastores, criados juntos y entre los cuales nace un amor incontenible.
    • Óleo “La Carta” de Pedro Lira, de 1889, también llamada “La Carta de Amor”, representando una escena esencialmente de pintura romántica, donde se muestra a una muchacha en traje aristocrático y casi de espaldas, que oculta una carta desplegada tras de sí y mirando atenta hacia una puerta, como si temiera ser descubierta con su secreto.
    • Escultura en yeso y engobe “Maternidad” de Laura Rodig, hecha hacia 1925 según se cree (no existe fecha precisada), que representa la imagen arquetípica del amor de la madre por su hijo acurrucado en sus brazos y lactando. La maternidad en general fue una de las grandes inspiraciones para las obras de la escultora y pintora chilena.
    • Óleo “La Viajera” de Camilo Mori, de 1928, que según algunas interpretaciones sobre el rostro del personaje y la forma en que toma el libro en sus piernas, podría mostrar a una mujer en un tren que va en actitud introspectiva, saliendo de una vida para enfrentar otra, luego de una decepción sentimental o de caer en una situación de soledad. Se sabe, por declaraciones de la esposa del pintor, que el tren representado era el vagón de tercera clase del ferrocarril Santiago-Valparaíso, donde Mori vio a una mujer en un viaje pidiéndole permiso para hacer un boceto y luego convertirlo en este óleo.
  • El arquetipo del Amor trágico y eterno en el Arte: Nos detenemos en un trabajo en particular de la colección del Museo de Bellas Artes, correspondiente al óleo sobre papel “Dido y Eneas” del alemán Ernest Kirchbach, hecho hacia 1895 aproximadamente, en base a la ópera barroca de Henry Purcell y Nahum Tate del siglo XVII. Los personajes protagonistas son Dido la Reina de Cartago y Eneas héroe de Troya, dos enamorados cuya relación provoca la envidia de los dioses y es castigada con crueldades del destino que los obligan a separarse, hasta que ella muere. El argumento de esta obra echa mano al Arquetipo del Amor Trágico: del amor que se vuelve eterno al ser alcanzado y sublimado por la muerte, imagen que se representa en innumerables mitos y obras literarias como las tragedias de Isis y Osiris en la mitología egipcia, Tristán e Isolda o Lancelot y Ginebra en la tradición arturiana, Romeo y Julieta en la literatura de Shakespeare, Fausto y Margarita en Goethe, etc. Se repite incluso en temáticas más modernas del cine, como “Love Story” o “Titanic”, o en inspiración de canciones como la célebre "Don't fear the reaper" de la clásica banda rock neoyorkina Blue Oyster Cult.
  • El caso de Dante: Pueden ser ideales de ficción los que asocian el Amor y la Tragedia, principalmente, pero que muchas veces se han tenido ejemplos en el mundo real y hasta inspirado las obras que las representan, como en el caso de Dante Alighieri y Beatriz Portinari, que el autor italiano del siglo XIII trasladó después al mundo ficticio y mágico de “La Divina Comedia”. Dante conoció a Beatriz cuando niño y la reencontró terminando la adolescencia, enamorándose perdidamente de ella, con quien nunca pudo establecer una relación por las cosas del destino. Beatriz murió cuando sólo tenía 23 años, destrozando el corazón del poeta florentino.  Aunque hay versiones negando alguna proximidad real entre Dante y Beatriz mientras ambos vivieron, no hay duda de que él la idealizó en sus obras con poemas como éste de “La Vida Nueva”, escrito poco después de la tragedia:
Lleva en sus ojos al amor sin duda
la que embellece todo lo que mira;
y tal respeto su presencia inspira,
que el corazón le tiembla al que saluda.
Dobla él la faz que de color se muda
y sus defectos al sentir suspira;
huyen ante ella la soberbia e ira;
¡oh bellas, dadme en su loor ayuda!
Toda dulzura, toda venturanza
nace el alma del que hablar la siente;
mas, si en sus labios la sonrisa brilla,
se muestran tal, que ni la lengua alcanza
nunca a decir, ni a comprender la mente
tan nueva e increíble maravilla.
  • Las sociedad secreta del Amor Eterno: Hoy se sabe que Dante, tras esta triste pérdida, se hizo miembro de una antigua sociedad secreta llamada orden de los “Fedeli d'Amore” (los “Fieles del Amor”), a veces denominados también los Fede Santa y con un vínculo que algunos relacionan incluso con los eslóganes de los Caballeros Templarios y la tradición cátara, dependiendo de las pocas fuentes que se refieren a ellos. También habrían sido miembros de esta curiosa orden el pintor Pedro de Pisa, el escritor humanista Boccaccio, el filósofo Brunetto Latini y el cardenal Francesco da Barberino. Estudiados por autores como René Guénon y Julius Evola, los “Fedeli d'Amore” visualizaban una cosmología poética y mística del amor como puerta iniciática y también como prueba espiritual en el caso de pérdida; es decir, de la consumación del Amor Trágico-Eterno, pues tenían consciencia de la presencia de este arquetipo manifestándose en el mundo profano. Los iniciados de la orden italiana incluso tenían un rito llamado “industria”, que consistía en atesorar solemnemente ciertos objetos específicos de una amada muerta, incluyendo un mechón de sus cabellos con algún un pañuelo o prendedor de ella, en una bolsa de seda, terciopelo o brocato, guardado por el resto de la vida del amante que ha quedado solo y llevándolo colgado en su pecho en ocasiones especiales, hasta la tumba. Hay quienes ven en la Biblia, además, alguna indicación que habría inspirado parte de la filosofía mística de esta agrupación y de otras parecidas que pudieron existir en Europa, particularmente en los “Cantares”, donde dice:
Ponme por sello sobre tu corazón,
ponme por marca sobre tu brazo, porque
el amor es poderoso como la muerte
implacables como el infierno los celos;
sus brasas, ardientes,
y un volcán de llamas.
  • ¿Un “Fideli” en Chile?: Para curiosidad de muchos, en Chile también hubo un personaje del mundo intelectual que parece haber formado accidentalmente parte de la tradición de la sociedad secreta de los “Fideli d’Amore”. Se trata del escritor y poeta Miguel Serrano Fernández, tras la trágica muerte por cruel enfermedad de su amada, llamada Irene, a quien llamaba Allouine. Más conocido por sus filiaciones nacionalsocialistas y esotéricas que le costaran el reconocimiento abierto de la comunidad literaria, este autor fundador de la Generación del 38 vivió justo en este mismo Barrio Bellas Artes, junto al Cerro Santa Lucía, hasta su muerte en 2009. La trágica relación con Allouine inspiró tres de los libros más hermosos que se han escrito en las letras hispanoamericanas dedicadas al Arquetipo del Amor Eterno y llenos de claves místicas para los buscadores de símbolos esotéricos: “Elella, el libro del Amor Mágico”, “Nos. El libro de la resurrección” y “Las visitas de la Reina de Saba”, obra esta última que le fue prologada por el famoso psicólogo suizo Carl Gustav Jung. Amigo personal de Serrano, Jung concibió –entre muchas otras cosas- la teoría del “ánimus” y el “ánima” como los complementos proyectuales del principio masculino-femenino de la espiritualidad y del inconsciente humanos, basado precisamente en la imagen ideal del Amor Eterno. Serrano declaró en sus “Memorias” que fue una poética casualidad el que hubiese realizado el mismo protocolo de la “industria” con recuerdos de Allouine sin haber sabido antes de este rito; empero, el paradigma de la tragedia fue que lo condujo a la situación, y era el mismo del que tenían conciencia los “Fideli d’Amore” en su tiempo, agregando como corolario al recordar la dolorosa pérdida de su amada:
“Es éste un Arquetipo, en el más profundo sentido platónico, que nos poseyó (a un hombre y a una mujer) y que por eso nos daba la impresión tan viva de su repetición. Porque el Arquetipo es uno y busca cumplimiento, igual, idéntico a sí mismo y para siempre, por la Eternidad. Somos juguetes, hojas barridas por el viento cósmico. Y no podemos hacer nada más que lo que es, vuelve y retorna eternamente. El Amor Eterno está indisolublemente unido a la Muerte”.
Palacio de Bellas Artes en 1920.
“El huaso y la lavandera”, de Mauricio Rugendas, 1835.
“El Columpio” de Raymond Monvoisin, de 1840 aprox.
Escultura “Dafne y Cloé”, de Virginio Arias, 1885.
“Dido y Eneas” de Ernest Kirchbach, 1895.
Dante y Beatriz de "La Divina Comedia", por mano de Doré.
6.- SECTOR CASTILLO DEL PARQUE FORESTAL
Coordenadas:   33°26'6.75"S 70°38'33.64"W (esquina con Cardenal Caro)
  • Monumento Francés a la Libertad: Ubicado exactamente enfrente del Palacio de Bellas Artes, fue donado por la Colonia de Francia a Chile en testimonio de amistad y de gratitud, para conmemorar el Centenario Nacional. Encargada a los artistas H. Gressi y Simón González, su instalación alegorizando a la Libertad hizo que este sector del parque fuera llamado Plaza Francia. Recordar que el Día de San Valentín incluye también al sentimiento de la amistad, y esta es una de las más notables demostraciones de tal en la ornamentación pública de la capital chilena.
  • Castillo del Parque Forestal: Hoy cafetería y restaurante, este sitio apodado “El Castillito” fue considerado todo un símbolo arquitectónico del barrio, erigido también hacia el Primer Centenario. Levantado con planos del paisajista alsaciano Guillermo Renner, quien lo tenía por su oficina y residencia, ha sido utilizado por restaurantes, dependencias municipales y una rotación de otros usos a partir de los años 40. También era uno de los sitios infaltables para los paseos de enamorados por el Parque Forestal, y cuentan antiguos vecinos que hubo una época en que las parejas visitantes podían subir al torreón por el exterior, para tomarse fotografías y observar desde lo alto el paseo. Hacia el año 2012 se realizó una licitación de este inmueble para recuperarlo, siendo convertido en el café y restaurante que es ahora, ideal para una pasional caminata por el parque.
  • Los puentes del Mapocho: el puente que se ve al final de José Miguel de la Barra y continuando hacia Loreto por el otro lado del río, corresponde al llamado poéticamente como “Silencioso y Tranquilo”, pues originalmente era un puente doble; instalado allí en una de las partes más gratas y calmas del paseo por el borde del río, aunque pocos saben hoy que tienen oficialmente esos nombres. Los primeros puentes "modernos" del Mapocho fueron colocados al final de la canalización del río, aunque por los cambios urbanísticos muchos de ellos fueron mudados de lugares o retirados, más o menos hasta inicios del 70.
  • Los suicidios del Mapocho: Muchos puentes como éstos han sido escenarios de intentos de suicidios o suicidios consumados, de personas que han saltado a las aguas del río, la mayoría de las veces por razones sentimentales… Es decir, las inefables penas de amor. Varias veces, los cuerpos son recuperados en la bocatoma cercana a la Autopista, más al poniente, pero otros son arrastrados por kilómetros antes de poder ser localizados. En algunos períodos ha habido tantos saltos desde puentes que antaño revivió la leyenda popular de “La Lola del Mapocho”, una supuesta mujer terrorífica que, como sirena, habitaría en las aguas del río seduciendo a quienes pasaban por allí y haciéndoles caer fatalmente en su caudal.
  • La obra de amor de Polidoro Yáñez: Pero el amor de estos barrios no era sólo romántico o de parejas, sino también de acciones concretas de personajes que fueron grandes benefactores y filántropos, como el ex funcionario de Estado señor Polidoro Yáñez Andrade, quien a principios de los años 40 comenzó una formidable cruzada para ayudar a los niños vagos o “pelusas” que vivían en el Río Mapocho bajo puentes como los vistos, desde el sector de Independencia hasta Pío Nono, tratando de recuperarlos y reclutarlos en colonias de trabajo mancomunado que tituló “La República de los Pelusas” y la “Colonia Mapocho”. A pesar de su increíble esfuerzo y de sus súplicas por asistencia a las clases políticas, Yáñez prácticamente no recibió apoyo y su enorme trabajo se vio fracasado con el tiempo, aunque no fue en vano, pues todo indica que inspiró la labor posterior de San Alberto Hurtado y la fundación del Hogar de Cristo. Yáñez murió a avanzada edad en los años 90, sin haber recibido jamás un reconocimiento oficial por el enorme y amable esfuerzo que desplegó por los “cabros de río”.
Vista antigua del Castillo del Parque Forestal (Fuente imagen: Santiago.restorando.cl).
Niños mendigos del Mapocho. La obra de amor de Polidoro Yáñez intento sacar a los niños abandonados en el río Mapocho antes de que San Alberto Hurtado comenzara a hacer su propia cruzada filantrópica.
Para continuar con el recorrido, IR A LA PARTE II DE ESTA ENTRADA.

PROPUESTA DE PASEO ROMÁNTICO PARA PAREJAS SANTIAGUINAS: RUTA URBANA DEL AMOR POR LOS PARQUES FORESTAL Y BALMACEDA EN EL DÍA DE SAN VALENTÍN (PARTE II)

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Romeo y Julieta, arquetipos literarios del amor eterno.
Continúo acá con la propuesta de recorrido de la entrada anterior, para darle un perfil de tour cultural a una caminata del Día de los Enamorados o de San Valentín por el Parque Forestal y el Parque Balmaceda.
Esta segunda etapa va por los siguientes puntos de la lista que publiqué completa ya en la primera parte: Parque Forestal en el sector de la hondonada, Parque Forestal frente a Paulino Alfonso, Parque Forestal frente a Estados Unidos, Parque Forestal frente a Irene Morales, Punta de diamante de Merced con Alameda, Esquina de Vicuña Mackenna con Andrés Bello, Monumento al Presidente Balmaceda, Parque Balmaceda frente a Obispo Pérez Espinoza, Obelisco de Providencia en el mismo parque y, finalmente, el Puente Racamalac o Condell, por estos días apodado Puente de los Candados.
Vuelvo a adjuntar, como en la parte primera, el plano general de la ruta para facilitar la guía por el sendero propuesto entre los Parque Forestal y Balmaceda:
Ruta, en base a imagen de Google Earth (Clic encima para ampliar).
7.- EX LAGUNA DEL PARQUE FORESTAL
Coordenadas:  33°26'8.76"S 70°38'29.29"W (sector de la depresión del parque)
  • La ex Laguna del Parque Forestal: Al cruzar a la zona del Castillo del Parque y del Monumento Francés al Centenario se entra en una depresión del terreno que baja considerablemente su altura, en donde hoy están las palmas chilenas (la especie de palma más austral del mundo, dicho sea de paso). Este sitio era la hondonada en donde estaba la Laguna del Parque Forestal, sentimental y apasionado lugar de paseos en botes que existió por largo tiempo a causa del mencionado hundimiento de terreno que aún se percibe allí y que no pudo ser nivelado durante la canalización del Mapocho. La explicación a este vacío se debe a una falla en el suelo del borde del Mapocho, por lo que era el sector por el cual la ciudad de Santiago fue inundada en varias crecidas del río que superaron los murallones de los tajamares y sus malecones durante la época colonial, anegando todo lo que ahora es el centro. Hacia 1902, cuando se realizaban los trabajos de construcción del paseo, Dubois pensó que era mejor mantener la hondonada como laguna y la hizo inundar, convirtiéndose en otro de los refugios de amor más conocidos de la capital en su tiempo. Los botes salían desde un pequeño muelle en el borde del ya visto Castillito. Sin embargo, y a pesar de llegar a ser quizás tan visitada como la Laguna del Parque Cousiño (O'Higgins) y de la Quinta Normal, por razones de salubridad y estabilización de los terrenos adyacentes, la laguna fue secada en 1944, existiendo ahora sólo en fotografías antiguas.
  • Casuchas de perros: Durante el último invierno o poco antes, grupos animalistas consiguieron que las autoridades municipales autorizaran la instalación de las casuchas verdes para perros abandonados que hoy están en este mismo sector del paseo por el Parque Forestal. Ésta es, pues, una pequeña manifestación de amor hacia los animales, en este caso los perritos sin casa que tradicionalmente han buscado un lugar donde vivir en este parque y cuya presencia en las riberas del Mapocho está documentada desde los orígenes de la ciudad de Santiago.
Postal de la romántica ex laguna del Parque Forestal hacia sus últimos años, en los 40.
8.- SECTOR MONUMENTO A RUBÉN DARÍO
Coordenadas:  33°26'12.45"S 70°38'24.08"W (borde de Merced frente a Paulino Alfonso)
  • El amor secreto de Rubén Darío: Cerca del famoso “Emporio La Rosa” y sus helados de sabores no tradicionales (con otro conocido refugio de enamorados en sus salas y mesas, dicho sea de paso), está el monumento del escritor y poeta nicaragüense Rubén Darío (1867-1916), apodado el “Príncipe de las Letras Castellanas”, quien vino a vivir a Chile por algunos años a partir de 1886, período en el que trabajó en algunos periódicos como “El Heraldo” y “La Época”, escribiendo también obras como “Abrojos” y “Azul”. El monumento del Parque Forestal es obra de Raúl Vargas y fue construido entre 1945 y 1946, este último su año de inauguración oficial. Darío tuvo una estrecha amistad con Pedro Balmaceda Toro, hijo del Presidente Balmaceda. Sin embargo, como bohemio y vividor incorregible, se cuenta que iba frecuentemente hasta los prostíbulos y cantinas del lado chimbero del río Mapocho, hasta donde tenían que ir a buscarlo sus amigos cada vez que se perdía hasta por varios días. Allí, en esas correrías, quedó profundamente enamorado de una “mariposa nocturna” y por largo tiempo, a la que se cree que dedicó algunos de sus mejores versos de amor escritos en Santiago. En el poema titulado “Primaveral”, declara, por ejemplo:
Mes de rosas. Van mis rimas
En ronda, a la vasta selva,
A recoger miel y aromas
En las flores entreabiertas.
Amada, ven. El gran bosque
Es nuestro templo, allí ondea
Y flota un santo perfume
De amor. El pájaro vuela
De un árbol a otro y saluda
Tu frente rosada y bella
Como a un alba; y las encinas
Robustas, altas, soberbias,
Cuando tú pasas agitan
Sus hojas verdes y trémulas,
Y enarcan sus ramas como
Para que pase una reina.
¡Oh, amada mía! Es el dulce
Tiempo de la primavera.
  • Don Paulino Alfonso: Frente a este punto, un poco más al oriente, se encuentra el Pasaje Paulino Alfonso, con una placa conmemorativa. Paulino Alfonso del Barrio (1862-1923) fue el primero en sugerir la creación de un paseo en este lugar que ahora es el Parque Forestal, como allí se conmemora. El vecino santiaguino, abogado y hombre público comenzó a insistir en esta idea a partir de 1892, con un informe titulado "Lo que debe hacerse con los terrenos del Mapocho" que acababan de ser ganados a la canalización. Su estudio había sido concebido originalmente para ser presentado al Presidente José Manuel Balmaceda, pero su ruptura con él y su incorporación al bando congresista durante la Guerra Civil retrasó la propuesta formal de creación del parque.
Monumento al poeta Rubén Darío.
Placa conmemorando la obra de don Paulino Alfonso en la entrada del pasaje que lleva su nombre, junto a Merced, destacando su autoría en la idea de crear el Parque Forestal.
9.- SECTOR PALACIO BRUNA
Coordenadas:  33°26'14.09"S 70°38'21.24"W (Merced frente a Estados Unidos, final de Purísima)
  • Palacio Bruna y su estilo romántico: El Palacio Bruna es un hermoso edificio de estilo neorrenacentista italiano. Fue construido para el empresario Augusto Bruna, quien encargó el proyecto primero a Julio Bertrand y, tras la muerte de éste, quedo en manos de Pedro Prado, siendo concluido en 1921. Sin embargo, justo comenzó la crisis del salitre seguida de la Caída de la Bolsa de 1929, por lo que la elegante residencia no pudo ser habitada por el señor Bruna. Fue adquirida en 1939 para ser la residencia del Embajador de los Estados Unidos. Por eso la calle lateral lleva el nombre de ese país, y por eso también hay una estatua de Abraham Lincoln frente al edificio, en el parque. Aunque Bertrand estaba imbuido en la estética afrancesada de la L'Ecole Special de Architecture donde había estudiado en Francia, tanto el diseño como la decoración del palacio están bajo la influencia estética italiano-renacentista, que entre inicios del siglo XIX y principios del XX fue parte del movimiento romántico de la arquitectura, que intentaba un enfoque “historicista” o de recuperación de estilos antiguos bajo una mirada nostálgica, artística y poética. Así pues, el romanticismo también encuentra espacios de vida en disciplinas tan formales como la arquitectura.
  • ¿Restos de murallones del tajamar?: Pasado Purísima, el costado Sur del Parque Forestal por calle Merced es contorneado por un resto del murallón que se cree fue parte del antiguo tajamar,  que va por ese borde del parque y la calle. De ser así, correspondería a lo último que queda aún funcional del desaparecido Paseo de los Tajamares, que con sus arboledas era la Alameda favorita de los santiaguinos y principal lugar de encuentros entre enamorados, paseo de las damas solteras en sus calesas mientras los muchachos iban engalanados a tratar de cortejarlas. Por lo mismo, durante la Colonia había muchos vendedores de flores en este paseo que bordeaba al río Mapocho desde el sector de Condell hasta la Plaza de San Pablo.
  • Fragmento de muro y sillar en el parque (atrás): Son restos del tajamar que aparecieron durante los trabajos de creación del Parque Forestal y que habían quedado sepultados bajo el relleno del canalizado del cajón del río Mapocho. Durante la construcción de la Costanera Norte volvieron a aparecer muchísimos de estos restos, hacia el sector del Parque de los Reyes. Como dijimos, la Alameda del Tajamar fue el paseo más importante de familias y parejas coloniales hasta la construcción de la Alameda de las Delicias después de la Independencia, que se llevó todas las atenciones y el comercio popular, mientras el antiguo Paseo de los Tajamares caía en la ruina y el olvido.
Palacio Bruna ya ocupado por la embajada, en vieja postal de la Casa Frey.
Resto del tajamar colonial que corre por el borde de la calle Merced.
10.- CALLE IRENE MORALES
Coordenadas:  33°26'12.89"S 70°38'12.51"W (Parque Forestal frente a la Fuente de la Colonia Alemana)
  • Monumento Colonia Alemana: Siguiendo con los ejemplos de amistad que también dan un sentido esencial al Día de San Valentín (fuera del rasgo meramente comercial, por supuesto), tenemos el caso de otro monumento que fue regalado a Chile en su Primer Centenario, en 1910. La llamada Fuente Alemana fue obsequiada por la colonia germana residente en el país, aunque pudo ser instalada acá por el año 1912. Realizada la obra por Agustín Eberline, se cuenta que todo su diseño es alusivo a dioses y símbolos de la mitología clásica: en la proa va la Alegoría de la Victoria, y en la rueda de mando una estilización de Mercurio, custodiado desde atrás por una gran ave (cóndor) representando la fuerza y el empuje; el barco atraca a su vez en un roquerío con formas de montes, aludiendo al arribo en la Cordillera de los Andes. Es el tradicional punto de referencia para encuentros en el Parque Forestal y, durante el verano, lugar de entretención para los niños que la utilizan como piscina. Ha sido remodelada en 1997 y en 2011.
  • La cantinera Irene Morales: Calle Irene Morales es una de las más cortas de Santiago, y su nombre es el mismo de una célebre cantinera chilena de la Guerra del Pacífico. Irene Morales Infante (1865-1890), había nacido en La Chimba y después se cambió a Valparaíso; fue una humilde costurera que enviudó joven y, por razones de sustento, viajó hasta Antofagasta. Allá volvió a casarse en 1877 con Santiago Pizarro, quien fuera el hombre de su vida, pero justo en malos tiempos para el amor: aquellos días en que se aproximaba el conflicto bélico en esos territorios. En una reyerta causada por las continuas tropelías de los policías bolivianos contra los trabajadores chilenos, Pizarro dio muerte a uno de los agresores y fue detenido. A la sazón, Bolivia ejercía la administración del territorio de Antofagasta en virtud del tratado de 1874 y haciendo presencia casi sólo con personal militar, de modo que las tensiones con sus habitantes chilenos eran constantes y varias veces violentas. En castigo, los policías bolivianos lo ejecutaron. A raíz de esto, Irene se reclutó voluntariamente en el Ejército haciéndose pasar de hombre, en 1879, sólo por el deseo de vengar la muerte de su amado marido. Aunque fue descubierta, se le permitió participar como cantinera en el 3° de Línea, siendo premiada después con el grado de Sargento, ganándose el respeto de los demás hombres por su arrojo y valentía. Falleció pobre y sola, tras volver a Santiago.
  • Las mujeres de la Guerra de 79: Irene Morales fue solo uno de los casos de las valientes féminas que se reclutaron por amor y de forma voluntaria en los ejércitos de los países que se enfrentaron en la Guerra del Pacífico. Muchas aguerridas mujeres participaron sólo por lealtad como las cantineras chilenas y las rabonas peruanas, que iban a al combate muchas veces para acompañar a sus amados esposos o parejas haciendo labores de enfermería y asistencia, burlando las exigencias de que sólo se aceptaran mujeres solteras en estas actividades. Autorizadas formalmente por los mandos de gobierno y los jefes militares para acompañarles, cantineras y rabonas cumplían también funciones más domésticas, como la cocina y el aseo en los campamentos. La presencia de las cantineras chilenas puede rastrearse a los tiempos de la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana de 1836-1839 cuanto menos (como la célebre Sargento Candelaria Pérez), mientras que las rabonas peruanas aparecen más o menos a fines de la Colonia, como parte de los ejércitos realistas del ex virreinato.
Cantinera Irene Morales, en retrato de época.
11.- PUNTA DE DIAMANTE DE PLAZA ITALIA 
Coordenadas: 33°26'13.30"S 70°38'7.49"W (Merced con Alameda, junto a Plaza Baquedano)
  • Monumento al General Baquedano: Siguiendo en sintonía con la Guerra del Pacífico, se puede señalar desde aquí al Monumento del General Manuel Baquedano en su querido caballo “Diamante”, obra de Virginio Arias. Se emplazó allí en el óvalo central de la plaza en 1928. Se cuenta que el general le tenía un enorme cariño a los “rotos”, al punto de irse diariamente a los mercados de Mapocho para reunirse con ellos desde muy temprano. El monumento ecuestre de la plaza fue tan influyente en la sociedad chilena que, desde su instalación, comenzó la costumbre de que la gente se junte en masa siempre allí cuando celebran algo que tenga carácter de orgullo nacional o de festejo masivo. Sin embargo, el dato más curioso para nuestro tema, es la paradoja histórica de que la Guerra del Pacífico comenzó justo un día 14 de febrero, con la ocupación de Antofagasta. Es por esta razón que la comunidad de Antofagasta celebra este día como el de su ciudad, y no porque sea el día de su fundación, como algunos incautos creen al ser sorprendidos allá con los enormes festejos, en algún viaje de verano. Quizás por esta razón y por tan rotunda efeméride, además, tardó tanto  en introducirse formalmente la misma fecha en el calendario como el Día de los Enamorados que, como vimos, es aún reciente.
  • Monumento de la Colonia Italiana: Llamado Ángel de la Libertad, esta obra fue un regalo de la colonia italiana como prueba de amistad a Chile en el Centenario de su Independencia. Originalmente, sin embargo, el Monumento de la Colonia Italiana había sido instalado al medio del óvalo donde ahora está el Monumento al General Baquedano, siendo llamada entonces Plaza Italia. Sólo cuando se instaló el monumento ecuestre, el Ángel fue cambiado primero a un costado y luego más abajo, siendo rebautizado el lugar como Plaza Baquedano. Por eso la confusión nominal de Plaza Italia-Plaza Baquedano que persiste hasta hoy. San Valentín, nacido en tierras italianas, también cubre con su patronato las muestras de amistad y lealtad expresadas en esta clase de monumentos.
  • Placa con poema de amor en el piso: En el suelo de la misma punta de Alameda y Merced, puede observarse una tapa de ductos que se encuentra justo allí con unas inscripciones. Es una más de las curiosas obras de un tal JRC, “El Poeta de las Tapas”, que están repartidas por todo Santiago Centro a pesar de que no todos advierten su curiosa presencia. Dice, en este caso:
    • "No me puedo explicar cómo tanto te puedo amar".
    Este creativo empleado por muchos años estuvo escribiendo con una soldadora pequeñas estrofas románticos y confesiones de amor en tapas de varios ductos que le encargó la Municipalidad de Santiago, como el que se encuentra justo allí. Su tarea era darles una textura para que no fueran resbalosas en días de lluvias, pero él prefirió proporcionársela escribiendo encima versos y declaraciones de amor. Otros mensajes suyos han sido:
    • "Cada mañana al despertar, mi corazón y mi alma se alegran al saber que no eres un sueño, que tú eres mi realidad" (calle Diagonal Paraguay);
    • "Ni contigo, ni sin ti, tienen mis penas fin. Contigo porque me matas y sin ti porque me muero" (calle San Martín).
    • “Es la realidad de la vida, todos de algún modo sabemos amar” (paseo Huérfanos llegando a Bandera).
    • “No me costó tanto dejar de amarte, si no lo que me costó fue poder olvidarte" (Alameda con Concha y Toro).
    • "El castigo del que bien ama, es amar toda la vida" (Parque Forestal cerca del Museo, ya desaparecida).
    • “La alegría de estar a tu lado, es saber que tú estás junto a mí” (calle Chacabuco cerca de Alameda).
Monumento del General Baquedano.
El poema del "poeta de las tapas" en la punta de diamante.
12.- FRENTE AL PUENTE PÍO NONO
Coordenadas:  33°26'11.57"S 70°38'6.95"W (Vicuña Mackenna con Cardenal Caro)
  • El nombre del Puente Pío Nono: Por el final del Parque Forestal está el Puente Pío Nono, tradicional puerta hacia el Barrio Bellavista con toda su bohemia y recreación nocturna. Antes era metálico, pero fue reemplazado y su estructura original desplazada más al poniente, ocupándola ahora el Teatro del Puente. Su hombre es un homenaje al Papa Pío IX (1792-1878), quien alguna vez estuvo de visita en Chile cuando se llamaba Giovanni Maria Mastai Ferretti, antes de ser elegido pontífice. Este hombre también destacó por su prédica de amor al prójimo, al desposeído y al necesitado, y aunque tenía ideas conservadoras inició la llamada Doctrina del Catolicismo Social en defensa de los trabajadores y sentando las bases a partir de las cuales se comenzaría a establecer después la Doctrina Social de la Iglesia, con su sucesor León XIII. Además, Pio IX fue trasladado desde su sepultura en la Gruta de San Pedro hasta una cripta en la Basílica de San Lorenzo de Extramuros en Roma, santo patrono de los pobres y los despreciados, que murió asado en una parrilla por los romanos en el siglo III cuando llevó los mendigos, parias y abandonados de la capital imperial frente al emperador, luego que éste le exigiera entregarle todos los “tesoros de la Iglesia”.
  • Los jarrones del Santa Lucía: Los jarrones ornamentales franceses del siglo XIX que se ven en las columnas del enrejado del Puente Pío Nono (primero 10, después 4, 10 otra vez y ahora 9, pues uno quizás ha sido robado), pertenecían a las colecciones otro de los lugares más románticos que tuvo Santiago antes de volverse especialmente turístico: el Cerro Santa Lucía. Formaban parte de las valiosas colecciones originales que el Intendente Benjamín Vicuña Mackenna hizo colocar en el cerro para convertirlo en paseo, entre 1872 y 1874. De los cerca de 400 jarrones, ánforas y copas ornamentales que había en el cerro, hoy quedan cerca de 70, pues todas las demás han sido sacados para ornamentar otros sitios de la ciudad e incluso robados, a pesar de que el lugar es Monumento Histórico Nacional desde mediados de los años ochenta. Las del puente parecen haber sido sacadas del cerro hacia los años 70, y se cree que pertenecieron alguna vez al sector del paseo llamado la Subida de las Niñas y el Acueducto Romano, por el costado Sur poniente del Santa Lucía.
  • Candados de enamorados en el puente: En el Puente Pío Nono se puede comenzar a observar también que ya se están instalando candados de enamorados en los pretiles, a la usanza de lo que sucede en algunos ríos urbanos de Europa. Son candados donde una pareja escribe sus nombres y lo cierra como símbolo de juramento de amor, por una razón que ya veremos al final de este recorrido.
Los jarrones del Cerro Santa Lucía, hoy en el Puente Pío Nono.
13.- OBELISCO Y MONUMENTO A BALMACEDA
Coordenadas:  33°26'11.22"S 70°37'58.92"W (Inicio de Providencia y Parque Balmaceda)
  • Ex Estación Pirque o Providencia: Frente a este sector de la detención está el Parque Bustamante con el gallado Monumento a Manuel Rodríguez, donde antaño estuvo la hermosa y artística Estación Pirque o Estación Providencia, con su suntuoso edificio de estilo neoclásico francés. Desde allí salían los trenes que iban hacia el Sur de la ciudad y el sector semi-rural de Puente Alto y Llanos del Maipo, en esos años, por la línea que ahora ocupa el parque. La terminal fue inaugurada hacia 1911 tras haberla levantado con planos de Emile Jéquier, también bajo influencia del movimiento romántico de la arquitectura de principios de siglo. Lamentablemente, la estación fue cerrada y destruida en 1943, crimen urbanístico que ha sido considerado uno de los más penosos de la ciudad de Santiago y su historia arquitectónica.
  • El ex Parque Japonés: Lo que hoy es el Parque Balmaceda, en principio había sido el llamado el Parque Japonés, hermoso paseo construido hacia 1930 con diseño del paisajista austriaco Óscar Praguer, luego que la Municipalidad de Santiago se propusiera hacer una continuación del Paseo del Parque Forestal hacia el oriente, tal como era el Paseo de los Tajamares al final de la Colonia. El nombre se debía a que fueron plantados en él 3.000 cerezos, flor nacional de Japón, regalados por el Emperador Hirohito a la colonia nipona en Chile tras asumir el trono. El hermoso paseo floral llegó a ser uno de los lugares más frecuentados y queridos por las parejas chilenas hacia la primera mitad del siglo XX, quizás de los escenarios más románticos que ha tenido Santiago en nuestra época, especialmente en las temporadas en que los árboles estaban cubiertos de pétalos rosas. Sin embargo, el parque fue víctima de las intrigas políticas del mundo: acabó olvidado, con muchos de sus árboles talados y se le dejó morir al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando el Gobierno de Juan Antonio Ríos, queriendo atraerse simpatías de Inglaterra y la naciente ONU, rompió con las fuerzas del Eje, expulsó a ciudadanos japoneses de Chile declarándole la guerra a ese país cuando el final de la conflagración ya estaba prácticamente decidido. La única “acción de guerra” de Chile en esta absurda bravata fue el cambio de nombre del Parque Japonés por el zalamero de Parque Gran Bretaña. Sólo en el año 2010 se repusieron cerca de 200 cerezos donados por Japón cerca de las Torres de Tajamar, para lavar un poco el pasado y recuperar el homenaje que alguna vez se hizo en este parque al país nipón.
  • Monumento al Presidente Balmaceda: Después del bochornoso episodio de la “declaración de guerra” a Japón y la destrucción del parque, hacia 1949 se inició un plan para recuperar el lugar y devolverle su belleza perdida, naciendo así el proyecto que daría origen al Parque Balmaceda. La estatua obra del escultor Samuel Román Rojas realizada ese mismo año, rinde allí un homenaje al infortunado ex Presidente de la República don José Manuel Balmaceda, al pie del obelisco que ya existía desde antes. A pesar de su trágico final en la Guerra de 1891 y de los odios políticos vertidos contra su persona en aquel momento, Balmaceda sigue siendo recordado como uno de los más queridos mandatarios, inspirador de sentimientos positivos, amante de su patria, además de figura de mucha unidad dentro del espectro político chileno, cosa rara entre los personajes de la historia nacional. Balmaceda es, de alguna manera, un triunfo sobre el odio y la división a través de un sacrificio.
La antigua Plaza Baquedano en 1927, con la Estación Pirque al costado derecho.
El desaparecido Parque Japonés, hacia 1940.
14.- IGLESIA DE LOS ÁNGELES CUSTODIOS Y "CASA DE CRISTAL"
Coordenadas  33°26'9.34"S 70°37'51.95"W (Parque Balmaceda frente a Obispo Pérez Espinoza)
  • Iglesia de los Ángeles Custodios: En Obispo Pérez de Espinoza con Providencia, atrás de la calle de acceso, se observa la fachada de la Iglesia de los Ángeles Custodios, hermoso y elegante templo construido en distintas etapas entre 1884 y 1899 por el arquitecto italiano Ignacio Cremonesi, intencionalmente dispuesto de frente a lo que fue antes el Paseo de los Tajamares (que además cuenta con un museo propio cerca de allí en Parque Balmaceda, hoy en remodelación). El templo fue levantado sobre lo que antes había sido la capilla del Seminario de Santiago, cuya presencia dejó huella toponímica en la calle Seminario, de la cuadra anterior. Antes de ser del arzobispado a mediados del siglo XIX, el terreno había pertenecido a la llamada Chacra de Quinta Alegre, famoso lugar de esparcimiento y reuniones sociales perteneciente a don Juan Alcalde Gutiérrez, el Conde de Quinta Alegre. El terreno religioso posteriormente fue vendido y urbanizado a fines de la década del 40, justo hacia los mismos días en que se remodelaba el Parque Balmaceda.
  • Casa de Cristal (ex Palacio Droguett): en la esquina vecina a la iglesia, se encuentra este bello y cómodo centro de eventos que fuera de gran prestigio e importancia, habilitado sobre lo que antes había sido el palacio de la familia Droguett Valdés, construido en 1931. Como la Iglesia era especialmente solicitada en el pasado por las parejas que contraían matrimonio, muchas veces en la Casa de Cristal se organizaron ceremonias y fiestas celebrando aquellas bodas. De hecho, hasta los años 90 era considerado un lujo realizar en este sitio las fiestas matrimoniales, eventos sociales y desfiles de modelaje, y en sus bajos funcionaba un reputado restaurante llamado “El Relicario”. El año 2011, tras un largo período de decadencia y olvido por el traslado de aquellas fiestas matrimoniales hasta lugares como Casa Piedra, el Casillo Hidalgo o el Espacio Riesco, la Casa de Cristal fue comprada por Movistar y recuperada pero como centro de innovación y de reuniones, además de habilitarse un café en su primer piso. Considerando las cientos o quizás miles de parejas que pasaron por allí en la época dorada en que tenía fiestas de 20 a 25 días al mes, la Casa de Cristal debe ser uno de los lugares de Chile donde más recién casados bailaron la Marcha Nupcial de Mendelsohn.
Iglesia de los Ángeles custodios y Palacio Droguett a la derecha.
15.- OBELISCO DE LADRILLOS DE PROVIDENCIA
Coordenadas:  33°26'5.96"S 70°37'44.60"W (Parque Balmaceda frente a Condell)
  • Obelisco del Paseo de los Tajamares: Corresponde al hito conmemorativo de la culminación de las obras de construcción de los últimos tajamares coloniales y su paseo con alamedas durante el Gobierno de don Ambrosio O’Higgins, en 1792. El principal encargado de los trabajadores fue el italiano Joaquín Toesca, el mismo arquitecto del Palacio de la Moneda. Como vimos, la Alameda de los Tajamares era el paseo favorito de los románticos del siglo XIX y su obelisco señalando el punto inicial de los mismo al oriente, aparece retratado en pinturas como una acuarela de Carlos Wood Taylor (el mismo diseñador del actual escudo patrio chileno) de aproximadamente 1830, donde se ve una pareja criolla paseando por los malecones del río; y al parecer también en un óleo de Giovatto Mollinelli de 1855, donde aparece una muchacha con los pies en el río.
  • ¿Es auténtico o una copia?: Sin embargo, contrariamente a lo que algunos creen, este obelisco que incluso aparece en el símbolo heráldico de la comuna de Providencia, no es el original. El verdadero fue destruido hacia 1927 tras la construcción del parque. Luego, un obelisco o “pirámide” fue reconstruido hacia 1950, correspondiendo al que ahora existe y que muchos juzgan equivocadamente como el verdadero. La placa que conmemora su reconstrucción se encuentra atrás de la estructura y por eso muchos no la ven, creyendo que es el original.
Obelisco y tajamares en el siglo XIX, obra de Carlos Wood.
Vista del actual obelisco reconstruido.
16.- PUENTE RACAMALAC O "DE LOS CANDADOS"
Coordenadas:  33°26'3.02"S 70°37'45.93"W (fin del recorrido, cruzando hacia Santa María)
  • Origen del Puente: Conocido también como Puente Condell, es una pasarela exclusivamente peatonal que surge de la necesidad de unir Providencia con el sector de la Clínica Santa María por esta parte del río, presentándose un primer proyecto municipal hacia 1951. Las obras comenzaron cerca del año 1958, aproximadamente, siendo inaugurado y concluido a inicios de la década siguiente. No se sabe del todo la razón de su denominación, pero ya aparece en el proyecto como Raka-Malac, al parecer aludiendo al nombre de la empresa que participó de su construcción o que le hizo refuerzos en los sesenta. Hasta hace no muchos años, el puente era un poco peligroso por lo empinado de sus bajadas, por lo que se le agregaron escalinatas en los inicios para evitar caídas de personas que lo pasan. El puente alcanzó fama internacional cuando fue incorporado a las escenas del video con el himno de la campaña del “NO” para el histórico Plebiscito de 1988. Hace pocos años, además, se le incorporó un iluminación nocturna para su arco.
  • Los candados del Racamalac: El puente era reconocido como un lugar de enamorados desde los tiempos en que funcionaba el café “Colorín Colorado” en su costado Sur, entre los años ochenta y principios de los noventa, en donde ahora está la sede del Café Literario de Providencia. Su vista de la ciudad, de los atardeceres y de la cordillera desde la altura era cotizada por quienes querían ofrecer juramentos de amor, solicitudes de compromiso, tiernos abrazos de universitarios o incluso primeros besos. Sin embargo, desde hace poco el puente muestra un fenómeno nuevo asociado al tema romántico: innumerables candados con pactos de amor colocados en las rejas del pretil, que lo ha llevado a ser apodado el Puente de los Enamorados y Puente de los Candados. Incluso ha comenzado a haber malestar entre las autoridades por la sobrecarga, peso y daños que eventualmente pudiesen causar estas piezas. Esta curiosa pero tierna costumbre saltó al mundo real desde la literatura: por un personaje de la novela romántica “Tengo ganas de ti” del italiano Federico Moccia (2006), que colocaba un candado con juramentos de amor a su amada en el puente Milvio de Roma. El mismo puente romano, después, comenzó a llenarse de imitadores que conocían el libro y le ponían candados en la vida real, al igual que comenzó a suceder después en el Pont des Arts de París. La moda se extendió por varios otros puentes en el resto del mundo, estallando muy especialmente tras la versión cinematográfica del libro, en 2012, y desde hace algunos años ya la tenemos en Chile con el caso del Racamalac.
El Puente Racamalac (Fuente imagen: PlataformaUrbana.cl).
Candados que actualmente cuelgan del puente (Fuente imagen: Almagro.cl).
FIN DEL RECORRIDO! (los bombones y besos quedan a cuenta del lector).

LA EX ADUANA, HOY MUSEO REGIONAL DE ANTOFAGASTA: UN EDIFICIO QUE SE CAMBIÓ DE CIUDAD Y DE EMPLEO

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Vista del Edificio de la Aduana de Antofagasta en 1888, recién retirado de Mejillones e instalado allí. Se observa la caseta de resguardo y el ingreso al muelles fiscal o de pasajeros. Imagen de las exposiciones del Museo Regional de Antofagasta.
Coordenadas:  23°38'39.85"S 70°23'52.09"W
Hoy, 14 de febrero, para algunos Día del Amor más que cualquier otra cosa, Antofagasta celebra su aniversario con un gran festival. No es el de la fundación de la ciudad, como muchos despistados creen: la ciudad fue formalmente creada el 22 de octubre de 1868 sobre un pequeño caserío conocido entonces como La Chimba, para iniciar la época del salitre en la zona. El aniversario que identifica a Antofagasta es en realidad el de la ocupación chilena del 14 de febrero de 1879, en el inicio de la Guerra del Pacífico.
Se puede encontrar información sobre este conflicto en las exposiciones permanentes del Museo Regional de Antofagasta, ubicado en Avenida Balmaceda 2786 esquina Simón Bolívar, frente a ex Gobernación Marítima y con su acceso principal por esta última arteria. Sin embargo, el edificio está mucho más ligado a la Guerra del 79 que sólo por lo que pueda hallarse en sus vitrinas: como ex Aduana de Mejillones y luego de Antofagasta, la construcción pertenece al tiempo mismo en que se gestó la larga controversia territorial y comercial que condujo a la beligerancia.
Este edificio de estilo británico con influencia georgiana y victoriana, tiene una planta en "U" y se conforma de dos bloques paralelos y simétricos con conexión posterior, con techos llanos de cornisa-alero y sus dos pisos divididos por un elegante sistema de balcones voladizos. Interiormente, cuenta con salones y pasillos amplios, que a pesar de su conversión en importante centro museológico todavía mantienen detalles de su aspecto original, como los pisos de madera sólida y las estructuras de sostén.
Qué mejor momento, entonces, para repasar la historia de este extraordinario edificio que ahora, en plenas fiestas de la ciudad de Antofagasta y de un importante aniversario en la historia de Chile.
Imagen histórica de la ex Aduana (Fuente imagen: Educarchile.cl).
La ex aduana, hacia los 90 vista desde el frente (Fuente imagen: Educarchile.cl).
ORIGEN DEL INMUEBLE
El origen de este edificio está en la misma gestación de la Guerra del Pacífico, y es por eso que quise recordarlo precisamente en este aniversario, además.
Sucedía que después de varios años de agrias discusiones entre Chile y Bolivia por la cuestión de los derechos territoriales sobre el Desierto de Atacama, episodios de repercusión internacional como la invasión de los imperios europeos a México en 1862 y la ocupación española de las islas peruanas Chinchas en 1865, hicieron cundir por casi todo el continente un sentimiento febril de americanismo violento y una verdadera paranoia contra la posibilidad de incursiones de reconquista.
En medio de este arrebato de aparente unidad latinoamericana y de impulsivas proclamas de hermandad, Chile y Bolivia pretendieron alejar sus asperezas diplomáticas participando de la alianza regional en favor de Perú y solucionado sus rencillas territoriales con el Tratado de 1866, concebido de manera tan poco juiciosa y mesurada que sólo acabaría empeorando la situación. Por este acuerdo, como es sabido, ambos países se comprometían a fijar una frontera intermedia a sus aspiraciones, en el paralelo 24°, y destinar a condominio económico todo el territorio comprendido entre los paralelos 23° y 25°, repartiendo entre sí todas las riquezas recaudadas entre ambos.
Con este iluso acuerdo, se hizo necesaria la instalación de una aduana chilena especialmente destinada al resguardo de su parte de los derechos recaudados por importaciones y exportaciones en el territorio de condominio, escogiéndose llevarla hasta Mejillones, donde también tendría encargadas algunas labores de intendencia. Si bien dicho puerto había pasado a ser territorio boliviano por el Tratado de 1866 al igual que el de la naciente ciudad de Antofagasta, ambos se encontraban en el área de medianía con condominio económico.
Según la placa informativa instalada en el actual Museo Regional de Antofagasta desde 2003 por el Consejo de Monumentos Nacionales, el diseño y confección del edificio aduanero quedó a cargo de la firma Westmare & Cía. (en otras fuentes: Wetmare & Cía), que construyó sus partes y piezas en Valparaíso en 1867. Sin embargo, Juan Floreal Recabarren Rojas tiene otra información publicada en sus "Episodios de la vida regional":
"El 8 de abril de 1869 ancló en esa bahía el vapor 'Arauco' y desembarcó los módulos destinados a la construcción del edificio de la Aduana interventora. El diseño y la construcción de todos los elementos fueron encargados por el Gobierno a la empresa Vetman y Cia., de Valparaíso. Sólo los cimientos para levantar la construcción, fueron  hechos en Mejillones. El edificio quedó cara al mar en la manzana denominada 'Nueva Población Chile'. En el primer piso estaban las oficinas controladoras y en el segundo, las habitaciones de los funcionarios chilenos".
Empero, el concepto del condominio económico resultaría en un tremendo fracaso, generando sólo más conflictos a partir de las riquezas de la industria salitrera que ya relevaba a las del guano de las covaderas dentro del mismo mercado internacional de fertilizantes, y también por el hallazgo del rico mineral de plata de Caracoles en 1870, justo dentro del área común de repartición por sus pocos kilómetros al Sur del paralelo 23°.
El edificio visto desde el frente, con las vías del ferrocarril adelante.
Observación de cómo hace esquina en Balmaceda con Bolívar.
Vértice opuesto, por el patio interior.
ESTALLIDO DE LA GUERRA
Dadas las crecientes discrepancias por la aplicación del acuerdo de 1866, sucedió que la repartición contemplada en el tratado se postergó en la práctica por cuatro años cuanto menos, generando nuevas tensiones y nudos en las relaciones de ambos firmantes.
Así, a insistencias del Gobierno de Chile, Bolivia se comprometió a medidos de 1871 en depositar en el Banco Edwards y luego en el Banco Inglés sólo $5.000 de los correspondientes a la parte chilena del dinero recaudado en Mejillones. Chile accedió a la exigua ganancia sólo por la urgencia de iniciar la repartición pendiente y así salvar del desahucio el mentado Tratado de 1866 que en realidad había nacido muerto, pues la recaudación por este concepto se calculaba en unos $100.000. Además, recién en 1873 se abrió el primer libro de cuentas y registros formal en la Aduana de Antofagasta, sospechosamente postergado por tantos años. Para peor, Bolivia y Perú ya venían conversando de un acercamiento que concluiría en la Alianza, mientras que las tensiones entre Chile y Argentina por la posesión de Magallanes y la Patagonia Oriental sólo empeoraban.
La pobre Aduana de Mejillones, entonces, prácticamente no vio los movimientos de riqueza para los cuales se había construido, siendo testigo más bien de cómo las cuestiones diplomáticas de la región se hacían más y más complicadas por los choques de intereses comerciales sobre dichos territorios.
Comprendiendo fracasado ya el Tratado de 1866, Chile y Bolivia se allanaron a un nuevo acuerdo sólo un poco menos experimental que el anterior: el Tratado de 1874, por el cual se eliminaba el área de medianía y la fábula de las reparticiones, fijando el límite definitivo en el paralelo 24° a condición resolutoria, en este caso imponiendo a Bolivia la necesidad de no adicionar ni aumentar los impuestos a las personas, industrias y capitales mineros chilenos, por un plazo de 25 años.
Ahí iba a estar, precisamente, la semilla del estallido de la Guerra del Pacífico, con la ruptura del Tratado de 1874 cuando, durante el gobierno del controvertido General Hilarión Daza, la Asamblea de Bolivia aprobó exigir el famoso impuesto de los 10 centavos por quintal salitrero exportado por la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, exigiéndole después pagar el derecho municipal para alumbrado público y el de embarque de navíos en el puerto, con lo que se desató el vendaval diplomático. Al negarse la compañía a responder a tales exigencias, Daza notificó que el 11 de febrero de 1879 confiscaría sus propiedades expulsando a todo el personal (incluidos más de 2.000 trabajadores chilenos), y que llamaría a remate el día 14, declarando nulo después el Tratado de 1874.
Así pues, el día 14 de febrero de 1879 en que iban a ser rematadas las instalaciones de la Compañía de Antofagasta, la Escuadra de Chile llegó a ocupar el territorio, notificándose al Prefecto Zapata y a sus 40 de sus hombres que, desde ese momento, Antofagasta volvía a la administración chilena. Lo propio hizo el blindado "Cochrane" en Tocopilla y la corbeta "O'Higgins" en Mejillones, donde se hallaba el edificio de la Aduana casi como un símbolo palpable del fracaso diplomático que condujo a este punto inevitable de quiebre.
Al menos el aletargado inmueble comenzaría a tener agitación en esos días: había comenzado, pues, la Guerra del Pacífico.
Patio de la Plaza de la Cultura Osvaldo Ventura López.
Doble escala exterior, aparentemente adicionada al edificio original.
Segundo piso, balcones. Al fondo de la avenida, el Edificio de la Casa Gibbs.
TRASLADO A ANTOFAGASTA
Concluida la guerra con la Batalla de Huamachuco, Perú, vino el fin de las hostilidades a través del Tratado de Ancón de 1883. Al año siguiente, era pactada la tregua entre Chile y Bolivia, mismo año en que las fuerzas chilenas se retiran de Lima.
Por entonces, Mejillones se hallaba privado de los ferrocarriles y de la prosperidad salitrera de Antofagasta. En el edificio de la Aduana probablemente penaban las ánimas por algunos períodos de aquellos días. Sin embargo, iba a  suceder algo que decidiría su destino, cuando la Aduana de Antofagasta ubicada en Colón (hoy Balmaceda) esquina Bolívar, apodada la Aduana Boliviana por haber sido hecha durante dicha administración, quedó reducida a cenizas a causa de un incendio ocurrido en 1885.
Tras el siniestro y ante la necesidad de tener en funciones este servicio, las oficinas de la Aduana fueron trasladas hasta instalaciones municipales mucho más pequeñas e incómodas. Los restos calcinados del edificio de un piso terminaron de ser retirados, al parecer cumpliendo con una trágica maldición, porque Isaac Arce dice en sus "Narraciones históricas de Antofagasta" que ya antes había sido arrancado de su lugar y arrastrado hasta el medio de la calle Bolívar, con el maremoto que siguió al terremoto del 9 de mayo de 1877.
No bien asumió el Gobierno el Presidente José Manuel Balmaceda en 1886, se hizo saber el clamor de los antofagastinos por recuperar la Aduana y reponerla con un buen edificio en el mismo lugar donde había estado el ya desaparecido. Así las cosas, el gobierno estableció un contrato con la compañía de Eduardo Orchard & Hnos., de gran presencia en obras de la misma ciudad, para trasladar y rearmar el subutilizado edificio de la Aduana de Mejillones en Antofagasta. Para tales efectos, dice Recabarren Rojas que el Ministerio de Obras Públicas había recibido dineros por un presupuesto de $21.000.
El edificio aduanero quedó repuesto en aquella esquina del barrio histórico en menos de un año, en 1888, apareciendo completo ya en fotografías que parecen corresponden al año 1890, aproximadamente. Tenía ciertas diferencias con el actual, sin embargo: al centro del mismo se observaba un mirador con campanario y cúpula sobre el techo, llamada la Torre Vigía, que debió ser retirada a inicios del los 40 por su mal estado. También se observa que su entrada principal debía estar por detrás de la actual escala doble exterior, en el frente.
A pesar de lo lejos que había quedado ya la guerra, la Aduana de Antofagasta fue objeto de algunas preocupaciones del gobierno, además de controversias y rencillas que incluso llegaron al parlamento hacia el año 1902, ante las suspicacias que generaba la baja de actividades y entradas en este servicio, a causa aparente del mejoramiento y crecimiento del puerto de Arica. Todavía en los años del Primer Centenario Nacional se hacían propuestas para mejorar y hacer crecer el servicio.
Pasillo por las salas de arqueología y etnología, primer piso.
Reconstrucción de un enterramiento ancestral de la zona costera.
Vitrinas con vestigios de los habitantes originarios del litoral antofagastino.
Botellón cerámico negro pulido, complejo cultural El Vertedero.
Mazo de piedra con mango de madera, punta de lanza de fierro y hoja de hacha fragmentada encontrados en Cobija, que datan del siglo XIX. Expuestos en el segundo piso del museo. Cobija había sido la caleta donde se estableció Bolivia en tiempos remontados a los antecedentes del conflicto por la posesión del litoral atacameño en esta región.
EL EDIFICIO HACIA LA ACTUALIDAD
La Aduana de Antofagasta permaneció en operaciones hasta 1966, justo cuando el edificio se acercaba al cumplimiento de su centenario de existencia. Las oficinas aduaneras fueron trasladadas un poco más al Sur, hasta las modernas instalaciones donde comenzaron a funcionar, desde entonces.
Situado justo frente a la cuadra histórica de la costanera de Antofagasta, junto al complejo de los ferrocarriles y frente a los inmuebles de la ex Gobernación Marítima y de Resguardo Naval, la ex Aduana se volvería un punto imperdible en la ruta turística de las guías para viajeros por la ciudad Perla del Norte. El estupendo y espacioso también edificio fue utilizado durante algunos años como centro de exposiciones y de recreaciones históricas, siendo elevado a Monumento Histórico Nacional por Decreto Supremo N° 2.017 del 24 de octubre de 1972, declaratoria modificada por un nuevo Decreto Supremo N° 1.211 del 3 de diciembre de 1976, mismo año en que se hicieron algunas intervenciones en favor del aspecto original del inmueble.
El edificio es hoy la sede del Museo Regional de Antofagasta, institución que había nacido en 1964 como un área de conservación de la ex Universidad del Norte, pero que traspasó sus bienes patrimoniales por convenio de comodato a la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile, constituyéndose así como museo el 17 de abril de 1984. Su primer piso es ocupado con exhibiciones relativas a la flora y fauna litoral de la zona, geología, etnografía cultural y antropología-arqueología desde la prehistoria hasta la actualidad, mientras que el segundo nivel se abordan aspectos históricos más relativos a la semblanza de la ciudad, la Guerra del 79, aspectos económicos, urbanos, culturales, reliquias del siglo XIX y personajes antofagastinos contemporáneos.
El museo cuenta, además, con espaciosos patios municipales donde suelen realizarse ferias, exposiciones transitorias y algunos eventos, encontrándose allí también la sede local del Registro Civil. Según la información con la que cuento, este espacio era un sector de acopio y almacenaje de la Aduana y hoy corresponde a la Plaza de la Cultura Osvaldo Ventura López, artista plástico antofagastino nacido en 1916 y fallecido en 1998, quien recibiera el grado de Caballero del Ancla en 1985, siendo homenajeado y recordado con un monolito dentro del mismo recinto. También le pertenecen al museo los dos edificios históricos de enfrente: el ex Resguardo y la ex Gobernación Marítima en avenida Balmaceda, donde se alojan las oficinas administrativas, la biblioteca, los laboratorios y los depósitos de las colecciones culturales.
La ex Aduana ha sido restaurada a principios de los noventa, con la incorporación de vigas de resistencia entre ambos pisos, y también durante la década pasada cuando se mejoró su aspecto y se dio el color rojizo que actualmente conserva. Se cree que es el edificio más antiguo que existe actualmente en la ciudad de Antofagasta, aunque su vida no haya comenzado exactamente en ella.
Vaya entonces este saludo a la histórica ciudad de Antofagasta en su principal día de celebraciones, representado en este pequeño artículo dedicado al edificio de su ex Aduana y actual Museo Regional.
Artículos propios de una botica antofagastina, segundo piso.
Pequeño buzón de correos del antiguo servicio postal.
Herramientas de la época calichera del Salar del Carmen.
Chaqueta de uniforme militar, Guerra del Pacífico.

LA "CUESTIÓN SOCIAL" DE LOS PERROS EN LA HISTORIA DE CHILE (PARTE I): DESDE LA CONQUISTA HASTA FINES DE LA COLONIA

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Siluetas mostrando la escena de un típico exterminio de perros de los siglos XVIII y XIX, según dibujo publicado en el libro “Memorias de un perro escritas por su propia pata”, de Juan Rafael Allende, en 1893.
“Un perro ató su aullido / a la Cruz del Sur”
(Giordano Leporati, versista porteño, 1942)
Hace algunos años, en 2009, publiqué acá un largo artículo dedicado a la relación de Santiago de Chile con los perros a lo largo de su historia, divido en tres capítulos: uno dedicado a la relación simbólico-heráldica de los perros con nombre de Santiago del Nuevo Extremo, otro más extenso concentrado en la historia de los perros en Chile con énfasis en la capital, y finalmente, uno relacionado con el redescubrimiento y revaloración del quiltro expresada en el reconocimiento formal del fox terrier chileno como auténtica raza canina.
Ha pasado bastante desde entonces con relación al tema, y muchas de las cuestiones que allí mencioné como parte del mismo asunto, se han mantenido o han empeorado, especialmente en lo relativo a la situación de los perros abandonados y la cada vez mayor irresponsabilidad social para con los deberes de la tenencia de mascotas.
No es de extrañar en este deplorable escenario, entonces, en este mismo período hayamos conocido de disposiciones edilicias prohibiendo alimentar perros callejeros con amenazas de fuertes multas, como sucedió en Santiago Centro y Valparaíso; o que masivas matanzas de canes hayan terminado incluso en tribunales, como fue el caso de la ejecutada por funcionarios municipales de la comuna de San Joaquín, con uno de los primeros videos-denuncia que se volvieron virales sobre este tema. El escándalo más reciente dice relación con las autorizaciones a la caza de perros asilvestrados, medida del  Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) que actualmente se encuentra suspendida y en revisión por la fuerte protesta pública que generó.
No es mi interés, por ahora, hacer sesudos juicios éticos o filosóficos sobre la situación descrita, pero sí quisiera abordar con esta primera parte de un ciclo nuevo de artículos, una visión cultural e histórica sobre los perros aunque mucho más amplia que aquella que asumí hace seis años, ahora dedicada a Chile en general y partiendo con una exposición sucinta de los antecedentes de la "cuestión social" de los perros en nuestro país desde sus orígenes, ya que hasta aquellos años puede rastrearse el problema.
Este texto, por cierto, lo publico a partir de un pequeño estudio presentado por mí para un proyecto editorial sobre el tema de los perros chilenos, hace unos años, pero que por diferentes razones no pudo consumarse. Veamos cómo resulta y si llega a ser un aporte al tema de debate.
SITUACIÓN DE LOS PERROS EN LA CONQUISTA
Dice don Pedro Mariño de Lobera en su “Crónica del Reino de Chile” que, antes de concluir la Conquista, los propios habitantes de la sufrida colonia española de don Pedro de Valdivia se vieron, en algún momento, en tal grado de carestías que debieron vestir con cueros de perros sin curtir, casi como salvajes. De esta necesidad de los antiguos pobladores por contrarrestar la falta de material para prendas, pudo haber sobrevivido una costumbre rural comentada por Nicolás Palacios en su "Raza chilena" y que estaba presente todavía en su época a principios del siglo XX, correspondiente al uso de grandes polainas de piel de perro por parte de algunos huasos, y “que recuerdan el traje del mismo material usado por sus abuelos”, según sentencia.
Por insólito que pueda sonar, los perros callejeros (si es que se podía llamar calles a los senderos polvorientos que tenían entonces las ciudades) ya se perfilaban como un problema en estos primeros años de vida de la Capitanía General de Chile. Por ejemplo, según lo que anotó el escribano Luis de Cartagena para las actas del Cabildo de Santiago en 1544, tras la pérdida y quema de todos los papeles y documentos con el anterior ataque de Michimalongo a la flamante ciudad española, sus habitantes comenzaron a usar cueros para reunir actas y anotaciones pero también enfrentando un problema nuevo, cuando los perros hambrientos devoraron estos soportes al no tener lugares seguros para guardarlos. De esta situación intuyen Palacios y otros autores, provendría el concepto popular de “pasar pellejerías”, pues en tiempos de escasez y miseria las pieles de animales se usaban para todo: como prendas, monturas, camas, manteles y hasta libros de actas, según se ve. Anotó el escribano al respecto, allí en el Libro Becerro:
"Y saben así mismo, cómo hasta que el capitán Alonso de Monroy, teniente general de vuestra señoría, vino con el socorro de las provincias del Perú, los cabildos y los acuerdos que se hicieron, y cosas tocantes al gobierno de esta dicha ciudad, que habían de estar asentados en otro libro tal cual el que a mí se me quemó, por falta de él y de papel para lo hacer, tenía asentados los dichos cabildos en papeles y cartas viejas mensajeras, y en cueros de ovejas que se mataban, que los unos papeles de viejos se despedazaban, y los cueros me comieron muchos de ellos perros por no tener donde los guardar".
En las actas del Cabildo de Santiago del 25 de octubre de 1553 vuelve a aparecer el problema de los perros mal cuidados por sus amos, en este caso estableciendo "que si algún perro matare cabra o hiciere daño, que lo pagará el dueño del perro". Es de suponer que, ya entonces, las mascotas comenzaban a aparecer en régimen sólo parcialmente doméstico a causa de la poca responsabilidad de sus propietarios... El problema ha sido históricamente, pues, el mismo: el comportamiento del dueño y no del animal.
Empero, se sabe que muchos perros de razas corpulentas y agresivas acompañantes de los españoles en campaña durante la Conquista e instauración del coloniaje en Chile, eran parte del batallón mismo. Don Pedro de Villagra, por ejemplo, aumentaba sus filas de sólo cien hombres con canes grandes y bravos que servían para hacerle frente a las huestes indígenas y que eran “poderosos auxiliares en los combates”, según anota  Diego Barros Arana en su "Historia general de Chile”.
Existe un consenso más o menos general de las fuentes de estudio, respecto de que fue la introducción de los perros en este mismo período dentro del territorio chileno, lo que marca el origen de los problemas con los perros asilvestrados, los de vida semi-urbana y los mal llamados "vagos", como veremos a lo largo de este artículo. Mucha de esta calamidad ha sido poco visible, sin embargo, en especial el caso de los perros salvajes que se volcaron al paisaje abierto, volviéndose depredadores confirmados de fauna local, como ha sido con el pobre pudú, por ejemplo. Sin embargo, es claro que la esencia del problema se ha hallado siempre en la conducta irresponsable humana, más que en los instintos de supervivencia del perro.
Un perro acompaña a los conquistadores españoles durante la primera misa celebrada en Chile, en detalle del cuadro de Pedro Subercaseaux en exhibición en el Museo Histórico Nacional. Aunque existían canes nativos en Chile, los perros sin dueños se volvieron un tema complicado casi tan pronto arribaron los españoles al territorio.
PRIMERAS MATANZAS DEL SIGLO XVI
Aunque los hispanos también miraron casi como ganado "alternativo" a las jaurías en momentos de emergencia, el cronista Pedro de Córdova y Figueroa escribió en su célebre "Historia natural, militar, civil y sagrada del Reino de Chile" que los perros estuvieron alguna vez en el apetito de los indígenas, describiendo un singular episodio ocurrido al General Lorenzo Bernal del Mercado en la ciudad de Los Confines de Angol, bajo el mencionado gobierno de Villagra:
"En la ciudad congregó Bernal a los caciques  que permanecían sujetos al dominio español, y habiéndolos exhortado a la común defensa. Mincheleb, de muy avanzada edad, persuadió a los suyos y respondió por todos ofreciendo cuatrocientos buenos soldados y pidió por compensación media braza de chaquiras a cada uno, chicha y a cada veinte un perro para comer. Dícelo así Pedro Cortés, que presente se halló: y este nuevo reglamento de paga se extrañará en el tiempo presente en Chile, pues tienen tanta abundancia de ganado mayor y menor, que es imponderable su crecido número, y no creerán los indios que hoy subsisten, que sus progenitores apetecían los perros como manjar delicioso, y que abundando tanto esta especie, sólo crían para su diversión y placer; mas el tiempo se burla del mismo tiempo, haciendo que en unos sea apetecible lo que en otros fue despreciable".
El cronista Alonso de Góngora y Marmolejo, por su parte, cuenta en su "Historia de todas las cosas que han acaecido en el Reino de Chile y de los que lo han gobernado" de 1575, algo sobre una de las primeras matanzas masivas de perros ocurridas en el país, específicamente en Concepción y cerca de una década antes del año en que informa de ella, también involucrando al gobernador Pedro de Villagra:
"...había en la Concepción gran cantidad de perros que tenían los cristianos e indios de su servicio, y cuando se tocaba arma, que era casi de ordinario, aullaban y ladraban en tanta manera que no se podían entender; y para evitar esto, mandó Pedro de Villagra que cualquier soldado o indio que trajese perro muerto le diesen cierta ración de vino o de comida: con esta orden los mataron todos. Fuera mejor dar la tal ración a quien trajera cabeza de algún indio, o presea de él, como hacían los numantinos en aquella guerra tan porfiada que tuvieron con los romanos".
A pesar de los horribles banquetes y sangrientas masacres, hacia 1583 la situación de los canes ya se salía de todo control. En Santiago, por acuerdo del 12 de abril de ese año, el Procurador don Martín Hernández de los Ríos pedía angustiado que “se repare el camino de las carretas y que se maten los perros cimarrones” que vagaban por el sector y que, habiéndose propagado en forma extraordinaria, pugnaban con los cerdos y las cabras que también pulularon libremente por la capital, bebiendo agua de las acequias de la plaza central y derrotando a las autoridades en su afán de mantener un mínimo aseo público, como advierte Barros Arana.
Además, como hubo períodos de la Colonia en que prácticamente no pasaban semanas sin alguna ejecución en Santiago como mínimo, los perros comenzaron a añadir otro problema gravísimo para los escrúpulos de la capital, cuando los cadáveres de estos ajusticiados eran apilados en la entrada de la cárcel y varias veces sucedió que sus cuerpos fueron atacados por canes hambrientos, algo facilitado por el descuido de los guardianes. Esto llevó tiempo más tarde, a establecer por razones de salubridad y prudencia la prohibición de exponer de tal forma los muertos, ya en el siglo XVIII según comenta Benjamín Vicuña Mackenna en “Los médicos de antaño en el Reino de Chile”.
EXTERMINIO DE PERROS EN 1606
Hay evidencia de otra temprana gran matanza de perros en 1606, cuando el 6 de mayo de ese año el Cabildo de Santiago abordó un decreto emitido durante la gobernación de don Alonso García de Ramón, según se constata en las actas:
"...y porque en los términos de la dicha ciudad hay muchos perros cimarrones y otros que crían los indios, que son los que destruyen y menoscaban el ganado, mando que los matéis todos, y los que tuvieren los indios los mandéis matar, no dejándoles más de uno que les guarden su casa, y los de los españoles que vieres que hacen daño; y mando al Cabildo, Justicia y Regimiento de la dicha ciudad de Santiago que, juntos en su cabildo, según lo han de uso y costumbre, reciban de vos el dicho capitán Juan Ortiz de Araya el juramento que en tal caso se requiere, y, hecho, él y todos los de más vecinos y moradores de la dicha ciudad y sus términos y jurisdicción, os hayan y tengan por tal capitán á guerra y juez de las dichas causas, y os hagan guardar y guarden todas las honras, gracias, preeminencias, prerrogativas, que por razón del dicho oficio debéis haber, tener y gozar".
El 30 de mayo siguiente, se autoriza al Capitán Córdoba la ejecución de la matanza de perros pagando por cada cabeza de animal y mostrando los alcances de calamidad que habría alcanzado para entonces el asunto:
"En este cabildo se presentó el capitán Juan de Córdoba con un título de el señor Teniente general para deshacer borracheras y para otras cosas, y entre ellas, para que pueda hacer matar los perros en todos los pueblos de indios y estancias de esta jurisdicción; y por que con más cuidado y diligencia se haga, se le señala al dicho capitán Juan de Córdoba medio tomín de cada cabeza de perro que así hiciere matar, y atento el provecho que de ello resultará a la ciudad, vecinos y moradores; y este salario pueda llevar y lleve en cada pueblo ó estancia, pagándoselo el administrador ó estanciero y persona que lo tuviere á cargo, en cabras á medio peso cada una, ó en ovejas á tomín y medio: lo cual se le dé y pague conque se halle personalmente con sus ministros y no de otra manera, por obviar los daños que los tales ministros suelen hacer; y esto se proveyó unánimes y conformes, y que use de su título, que le darán todo fuero y ayuda".
Dicho de otra manera, se pagaría una medida monetaria de tomín en cabras u ovejas por cada cabeza de perro. La cabra se calculaba en medio peso, equivalente a siete reales y medio vellón, mientras que la oveja se estimó en tomín y medio, lo que equivale a 45 céntimos de peseta.
Los españoles no hacían cosas demasiado distintas, como anota Alonso González de Nájera en su "Desengaño y reparo de la guerra del Reino de Chile", hacia 1614, cuando indica que los españoles de los fuertes del Sur solían dar caza a los perros campestres con una escopeta y se los comían asados, pues "han multiplicado tanto que destruyen el ganado", según apunta al margen.
Comenzaba a suceder lo que ya parecía inminente, entonces: el orden ciudadano se volcaba progresivamente contra los perros abandonados o mal cuidados, cual si ellos fueran la causa basal del problema que provocaban y no el comportamiento irresponsable de los habitantes de la misma ciudad donde bullían libres, por habérseles permitido (o forzado) siempre a la vida vagabunda y callejera, tal cual sucede en nuestra época.
Escena de un perro intentando dar caza a un ñandú, en uno de los grabados publicados por Alonso de Ovalle en su obra “Histórica relación del Reyno de Chile”, editado en Roma en 1646.
ÚLTIMAS PERSECUCIONES EN LA COLONIA TARDÍA
Los perros nunca estuvieron libres de la traición de sus propios amos o de pagar por las culpas humanas, como se ve... Y a pesar del cariño popular y la casi identificación del hombre modesto con estas criaturas, ni siquiera lo están ahora.
En algún momento, también se dispuso que esos mismos perros que eran una molestia para las carreras y exhibiciones de caballos, no fueran llevados por sus dueños hasta tales canchas “por los experimentos e inconvenientes que resultan, haciendo al juez o subastador retirar del sitio inmediatamente a los que los llevasen”, dato que puede encontrarse en el libro de Eugenio Pereira Salas “Juegos y alegrías coloniales en Chile”. A la sazón, además, las iglesias criollas debían contar con un personaje cuyo oficio era conocido como perrero, encargado de echar a los perros que entraban a los templos y con el tiempo también asumiendo la obligación de mantener limpio el recinto.
Muchas veces (o mejor dicho innumerables veces), los canes volvieron a ser usados como los vistos abastecedores de pieles o como un directo recurso alimenticio en momentos de apremios y desesperación. Esto sucedió especialmente por los indios de tránsito por la hambruna, pero también por los españoles e incluso por refinados viajeros que asomaban por acá cuando se vieron en tales angustias, como confesaba en 1768 el Comodoro John Byron (abuelo del famoso poeta Lord George G. Byron), recordando sus duras vicisitudes por tierras australes de un cuarto de siglo antes, en su "Relato del honorable John Byron -Comodoro de la última expedición alrededor del mundo- que contiene una exposición de las grandes penurias sufridas por él y sus compañeros en la costa de la Patagonia”:
“Un día me hallaba dentro de mi choza con mi perro indígena, cuando se me presentó un grupo a la puerta diciéndome que sus necesidades eran tales que o se comían el animal o perecían de hambre. Aunque su argumento era apremiante, no dejé de oponerles algunas razones para tratar de disuadirlos de que mataran a un animal que, por sus fieles servicios y su cariño, merecía continuar a mi lado; pero, sin pesar mis argumentos, lo tomaron por fuerza y lo mataron. En vista de esto, opiné que tenía por lo menos tanto derecho a una parte como el que más, me senté con ellos y participé de su comida. Tres semanas después, tuve el gusto de hacerme un guiso con sus patas y el cuero, que encontré podridos a un lado del sitio en que lo mataron” .
Sucedería poco después que, durante la larga gobernación de plaza de don Antonio Martínez y la Espada en Valparaíso, los perros volvieron a ser perseguidos y masacrados sin piedad por razones sanitarias y de seguridad pública. Primero, se ordenó que ningún residente del puerto tuviese más de un solo perro bravo, permanentemente amarrado con cadena, por decreto del 24 de julio de 1775. Quedará en la imaginación qué sucedió con el resto de los perros de cada dueño que tenía más de uno y que no ganaron la rifa por la vida. Luego, la autoridad arremetió contra los canes que subsistían como vagabundos en las playas, cruelmente perseguidos ordenándose cacerías y matanzas. Y aunque -en honor a la verdad- los perros del puerto sí eran una virtual plaga desbocada y más de alguna vez un peligro, dice Benjamín Vicuña Mackenna en "Historia de Valparaíso" que para facilitarse la sucia tarea, La Espada echó manos a un extraño y brutal recurso:
“Mediante un bando que promulgó un negro llamado Come-queso, y cuya morada habitual era la cárcel, el 22 de octubre de 1776, cada uno de los pulperos del puerto debían presentar al cabo del caracol (como se llamaba el de la guardia del castillo, por el caracol o escala en rampa que a él daba acceso desde la plaza) hasta cuatro perros muertos, a fin de que los arrojase al mar, y como de una nómina de la época consta que había treinta y cinco pulperos, se viene en cuenta que la contribución de perros muertos ascendió a ciento cuarenta. Con más que inhumana descortesía, La Espada recomendaba en el bando la preferencia del lazo y del garrote a los perros brutos, ‘y particularmente a las perras’… La aversión del gobernador del Valparaíso al sexo femenino no podía ser más evidente” .
En El Almendral, la misma tarea quedó encargada al teniente Gaspar Covarrubias, donde la cantidad de perros muertos llevados al pie del caracol debió llegar fácilmente a doscientos. Semejante aniquilación, que le valiera a su mentor el apodo de Herodes de Valparaíso por parte de Vicuña Mackenna, debió ser brutal y siniestra incluso para la moral de la época respecto del trato a los animales.
Pero los relatos descarnados involucrando maltratos de perros en Chile no son privativos sólo de indígenas, hispanos, exterminadores coloniales o exploradores náufragos, ya que las grandes ciudades también se vieron escenas tanto o más repugnantes de horrores culinarios, exterminios y matanzas masivas en los siglos que siguieron, en casi todos los casos asociándose a los problemas generados por la sobrepoblación de canes abandonados o descuidados. En el capítulo segundo que seguirá a esta entrada, observaremos la historia de la "cuestión social" de los perros en Chile a partir del período de la Independencia hasta nuestros días, para confirmarlo.

LA "CUESTIÓN SOCIAL" DE LOS PERROS EN LA HISTORIA DE CHILE (PARTE II): DESDE LOS INICIOS DE LA REPÚBLICA HASTA NUESTROS DÍAS

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Dantesca escena de los crematorios de cuerpos de la Perrera Municipal de Santiago, en imagen de la colección de Editorial Zig Zag de 1965, actualmente en el Museo Histórico Nacional.
Ésta es la continuación de mi artículo anterior sobre la historia de la "cuestión social" de los perros en Chile, que partía en los orígenes de la Capitanía General y llegaba al término de la época colonial.
Con relación al mismo tema, me he referido antes a una suerte de “pacto” cultural entre Chile y los perros. Muchas veces, sin embargo, esta inclinación se vio amenazada por criterios de origen foráneo que han ido penetrando en nuestra formación histórica y que -por alguna razón- se resisten a abandonarla, manifiestos durante el período de tiempo de nuestra atención en costumbres que van desde las peleas clandestinas de perros bravos (motivadas más bien por las apuestas en dinero, como sucede también con las de gallos) hasta la crueldad intransigente e incomprensible de algunas autoridades para ordenar exterminios masivos de perros callejeros con bárbaros métodos, pretendiendo atacar problemas sanitarios que siguen encontrando su origen esencial en el comportamiento ciudadano y no en la responsabilidad de los animales.
Concentrándonos en el actual problema sanitario y social de los perros, también hay cosas discutibles. Muchas veces, por ejemplo, los discursos humanistas arrojan toda clase de mantos de piedad sobre problemas sociales como la delincuencia, el narcotráfico, el vandalismo, la drogadicción y el alcoholismo, alejando las culpas tanto como sea posible de las responsabilidades individuales y empujándolas a la abstracción de las de instancia social de los deberes pendientes; es decir, sobre las que se presumen como bases generadoras de dichos males. Sin embargo, frente al caso de los perros "vagos" y también los perros salvajes contemplados en la reciente modificación de la Ley de Caza, se asume una actitud distinta, muy indirecta aunque radicalizada: atacar la consecuencia y no el origen del problema, que requeriría de una fuerte campaña de educación social y -aunque moleste- del castigo severo a quienes sigan llevando adelante prácticas de irresponsabilidad en la tenencia de mascotas o el abandono deliberado de las mismas.
En este tránsito nos encontramos ahora: con la ley que permitía la caza de perros indómitos en suspenso y el anuncio de ruedas de conversación al respecto, que aún no se inician, mientras el problema no recibe solución en ninguno de sus aspectos: ni en la expectativa de "recuperar" los perros que han quedado en esta condición de depredadores introducidos en el medio ambiente chileno, como piden los animalistas, ni en el control del daño que estos mismos animales producen a la fauna autóctona o a los ganaderos de zonas rurales, como exigen con urgencia los partidarios de la ley.
En la angustiante espera, entonces, quise publicar estos artículos sobre la historia de la "cuestión social" en Chile a lo largo de su historia, que tenía guardados en mis archivos de proyectos frustrados de textos y que, en esta segunda parte, abarcan el período que va desde la Independencia hasta nuestros días.
DESPUÉS DE LA INDEPENDENCIA. UNA OPINIÓN DE CLAUDIO GAY
Con el advenimiento de la Independencia y los primeros años de ordenamiento republicano, no cambió mucho en Chile el panorama con respecto a la presencia del perro callejero (o mejor dicho abandonado), mayoritariamente de los que llamaríamos quiltros, ya que era más probable que los de pedigrí estuviesen buen cuidados y guardados (al igual que sus amos). De hecho, era tan corriente la presencia de perros callejeros en la sociedad chilena que, hacia aquellos tiempos y estando arraigada la costumbre de la siesta cerca de las cinco de la tarde, proliferó por Santiago el dicho popular: “En la hora de la siesta sólo los perros y los ingleses andan por las calles”, según recuerda Vicuña Mackenna en su “Historia crítica y social de la ciudad de Santiago desde su fundación hasta nuestros días (1541-1868)”.
También tuvo lugar por primeros esos años de vida independiente, un gran desalojo de los animales que vivían sus miserias en el llamado Basural del Mapocho o de Santo Domingo, allí donde se instaló el Mercado de Abastos por orden de Bernardo O’Higgins, precisamente donde ahora está el Mercado Central. Haber espantado de allí a los perros pudo haber esparcido por la ciudad más canes “vagos”, además de las ratas citadinas que les servían de desesperada comida.
Tras llegar a Chile y ser contratado por el gobierno en 1830, el naturalista francés Claudio Gay confirmaría también que los perros existen en nuestro país “desde los tiempos más remotos de la conquista”, pero que había sido por el último siglo, al momento de escribir sus valiosos tratados, que el descontrol reproductivo los había llevado a retroceder a estados salvajes y jaurías cimarronas, especialmente en territorios aislados como el Archipiélago de Juan Fernández, desde la introducción de los canes por orden del Virrey del Perú para que sirvieran en el control de las plagas de cabras también llegadas artificialmente hasta allá, consiguiendo cambiar así un problema por otro, o más bien agregarle uno nuevo al aporreado ecosistema isleño.
Las principales razas que Gay identifica en el Chile de su época son los perros pastores, los ovejeros, los leoneros, los zorreros y los de casta que hoy llamaríamos finos. Qué diría hoy el científico, sin embargo, si supiera que en estos días de progreso y conocimiento, todavía persiste no sólo el problema de los perros sin dueño, sino también el mismo de los canes salvajes y las jaurías salvajes cuya calamidad se ha pretendido resolver autorizando la controvertida facultad de caza.
El “pacto” de protección y mutua lealtad de la sociedad criolla y modesta con sus perros, en oposición al histórico ánimo demostrado por las autoridades, también es observado y comentado por el naturalista, constatando su origen en la esencia campesina de la vieja población chilena:
“Todos estos perros, como hemos dicho ya en nuestra Fauna chilena, viven bastante miserablemente, faltas las más de las veces de alimento, y sin embargo los campesinos por una preocupación muy general no se permitirían matar uno solo de ellos aún cuando su número se multiplicase mucho. Sólo en las ciudades es donde a causa de la higiene se verifican estas matanzas de perros, antiguamente a palos por los hombres a quienes pagaba la policía y principalmente por los aguateros de Santiago, etc., o los hombres que costeaban los carniceros en Copiapó, etc., a los que por burla se llamaba los mata-perros, y en el día por medio de la estricnina que produce resultados inmediatos y de una manera menos bárbara y menos repugnante” .
Veremos, luego, que los infames mataperros siguieron siendo una institución activa en las ciudades chilenas, por varios años más.
Un cachorro sin dueño siendo atrapado por funcionarios de la Perrera, para proceder a darle muerte en las instalaciones si no es reclamado por sus dueños dentro del plazo perentorio. Imagen de la colección Editorial Zig Zag, 1970.
MATANZAS DE PERROS EN LA REPÚBLICA. TESTIMONIO DE DARWIN
Hacia este mismo período histórico de la presencia de Gay a Chile, pero narrando sucesos vistos en el Norte del país, escribe Charles Darwin en sus memorias plasmadas en “Viaje de un naturalista alrededor del mundo” en un capítulo dedicado a la hidrofobia y sobre lo que testimonió en las cercanías de Copiapó durante su famoso viaje en 1835:
“Se acaba de ordenar que todos los perros vagabundos fuesen muertos, y vi un gran número de cadáveres de ellos en el camino. Muchos perros habían sido atacados por la hidrofobia y no pocas personas habían sido mordidas y sucumbieron a tan horrible enfermedad. No es la primera vez que la hidrofobia se declara en este valle, y es muy sorprendente que una enfermedad tan extraña y tan terrible aparezca a intervalos en un mismo lugar tan aislado. Se ha observado que ciertas aldeas de Inglaterra se hallan, análogamente, más sujetas que otras a esta plata. El Dr. Unanué hace constar que la hidrofobia apareció por vez primera en la América meridional en 1803; ni Azara ni Ulloa oyeron hablar de ella en la época de su viaje, lo cual confirma aquella aserción. El Dr. Unanué agrega que la hidrofobia se declaró en la América central y extendió lentamente sus estragos hacia el Sur. Esa enfermedad llegó a Arequipa en 1807; dícese que, en esta ciudad, algunos hombres que no habían sido mordidos sintieron los efectos de la enfermedad; unos negros que se habían comido un buey muerto de hidrofobia también fueron atacados por ella. En Ica, cuarenta y dos personas perecieron desgraciadamente. La enfermedad se declaraba de doce a noventa días después del mordisco y la muerte llegaba inevitablemente dentro de los cinco días que seguían a los primeros ataques”.
El asunto problemático con los perros en semi-domesticación se observaba ya en todo Chile. Poco después, en 1837 y tras asesinar vilmente al Ministro Diego Portales en Valparaíso, el Coronel José Antonio Vidaurre y sus hombres amotinados fueron ejecutados sin consideración ni piedad. Su cabeza fue exhibida en picota en la Plaza de Quillota, pero de un momento a otro, desapareció: todo indica que los restos acabaron siendo robados por los muchos perros vagos del pueblo y devorados en una zanja.
La historia del cráneo de Vidaurre no termina allí: su cabeza fue rescatada después en una acequia y, al parecer, llevada a Santiago por su amigo Ramón Boza, uno de los conspiradores que participaron del asesinado y quien, arrepentido por el crimen de Portales, abandonó a su familia y se integró como lego a la Recoleta Franciscana para expiar sus culpas y calmar su alma, manteniendo allá el cráneo en un pequeño altar y acompañando en sus procesiones al célebre fray Andresito Filomeno García quien, curiosamente según su leyenda, era sumamente compasivo con los perros "vagos" de vecindario mapochino, a los que alimentaba en la puerta del convento.
Empero, hechos siniestros ocurrirían también en Santiago hacia esos años, particularmente con la apodada Calle de los Perros por la cantidad de canes que allí había, y que corresponde a la actual Miraflores. Posteriormente, la extravagante denominación se extendió a toda la calle, aunque el uso popular prefería el nombre de la Calle de las Recogidas por la institución así llamada y que antes había acogido a mujeres de mala vida allí por cerca de la Alameda, junto al cerro Santa Lucía. Dice don Benjamín Vicuña Mackenna en “Una peregrinación a través de las calles de la ciudad de Santiago” que los perros de esta Calle de los Perros, abierta hacia 1830 con el nombre de Nueva de la Merced, también fueron víctimas de crueles matanzas y exterminios por parte de funcionarios contratados para tales funciones y que eran apodados mataperros, como vimos en palabras de Gay.
LOS ÚLTIMOS MATAPERROS Y LAS INICIATIVAS HUMANITARIAS
En la mencionada Recoleta Franciscana de la capital, la comunidad religiosa no estaba ajena a la cuestión de los canes: compartiendo la vocación animalista del propio San Francisco de Asís, sus miembros solían repartir comida a los perros abandonados de estos barrios, con ejemplos de hombres santos que tenían esta costumbre como Fray Pedro de Bardeci en el siglo XVII  y el comentado caso de Fray Andresito ya en el XIX, entre otros históricos miembros de la recolección.
En contraste, quedaban algunos mataperros en ejercicio todavía en los tiempos de la infancia de Vicuña Mackenna, dando muerte a canes callejeros de un modo incluso más rústico y atroz que los métodos usados por las autoridades en nuestros días, pues se valían del lazo, sable o garrote en tan innoble propósito.
Pese a todo, los perros estuvieron presentes en los más inesperados ámbitos de la vida nacional del siglo XIX, en especial los queridos quiltros: campo, ciudad, mineros, pescadores, pastores, militares. Con ellos se conquistó el territorio de Magallanes y con ellos se fundaron los pueblos salitreros del desierto. Acompañaron a los soldados en la Guerra contra la Confederación, la Guerra del Pacífico y también en la Guerra Civil, apareciendo desde entonces en la literatura con nombres propios y con frecuencia como protagonistas. Los buques de la Escuadra de la Armada de Chile solían tener al menos una mascota adoptada y mantenida con cariño en cubierta, costumbre que aún se mantiene en algunos casos.
Por  esa misma época, en la segunda mitad del siglo XIX, nacía en la capital la Sociedad Protectora de Animales, entidad privada sin fines de lucro creada gracias a una iniciativa del ex Intendente Vicuña Mackenna, quien siempre deploró el maltrato de las criaturas en sus escritos y artículos, como se advierte cuando reseñó algo sobre las peleas de gallos y perros o la tauromaquia. Al terminar su labor edilicia, entones, hizo un llamado a distintas organizaciones vecinales y de beneficencia social, dando por fundada con ellos la Sociedad en 1876, entidad inspirada en la misma clase de organizaciones que había en Europa para dar asistencia, alimentación y acogida a los animales abandonados.
Sin embargo, nada de esto libraría a los perros de nuevas olas de exterminio por razones sanitarias, especialmente en el combate de la rabia o hidrofobia, pues aunque el antiguo mataperros había desaparecido como oficio de la administración pública, todavía a fines de aquella centuria seguían practicándose cruentas matanzas de canes callejeros a garrote o a filo de sable, encargados a funcionarios municipales y guardias.
Aunque ya vimos que Darwin confirma la presencia de la rabia o enfermedad de los perros locos en Copiapó durante su visita, casi cuando recién comenzaba la Guerra de 1879 aparece un caso notable de estudios de la hidrofobia, por parte del joven cirujano de la Armada de Chile don Pedro Videla Órdenes, extendido en abril de ese mismo año en su tesis para optar al título de Licenciado en Medicina. Esto sucedía sólo un mes antes de ofrendar heroicamente su vida en la doble epopeya de Iquique y Punta Gruesa, al caer por un proyectil del monitor "Huáscar" que alcanzó a la goleta "Covadonga" del Capitán Carlos Condell, donde se hallaba en servicio como Cirujano Primero, mutilándolo mortalmente. En este interesante escrito, Videla informa los casos de tres pacientes con rabia atendidos por él, además de revisar algunas teorías acerca de la naturaleza de la enfermedad, comparando la forma en que se da en los perros con la de los seres humanos. También comenta las propiedades de la planta conocida como chamico (Datura stramonium) para calmar parte de los terribles síntomas de los infectados.
Empero, la cruzada médica contra la rabia comenzaría en Chile a fines de aquel siglo, fundamentalmente cuando el profesor Mamerto Cádiz logró dar inicio al Servicio de Vacunación Antirrábica en 1896. Si bien se sabía de la presencia de la enfermedad ya entonces en murciélagos, zorros, ratas y conejos, inevitablemente era el perro el principal agente o vector señalado como culpable de la expansión del terrible mal, por su estrecha vida con la sociedad humana.
Médico veterinario chileno Eduardo Fuenzalida, creador de la vacuna antirrábica obtenida del cerebro de ratones lactantes, en 1954, que actualmente lleva su apellido.
LA SITUACIÓN AL COMENZAR EL NUEVO SIGLO
Influencia en los  señalados avances preventivos de la hidrofobia iniciados a fines del siglo XIX, tuvo por entonces el doctor  Teodoro Muhm, con gran experiencia al respecto en Buenos Aires, donde había sido creado un innovador laboratorio antirrábico una década antes de la creación del Servicio de Vacunación Antirrábica chileno. La nueva centuria comenzó, así, cuando tenía lugar en Chile esta cruzada sanitaria y preventiva para detener el avance de la mortal enfermedad históricamente asociada al mordisco de perros enfermos. Hacia 1929, unas 7.060 personas ya habían sido vacunadas.
Pero hacia 1910, además, se habría de implementar un servicio sanitario muy distinto, aunque -esencialmente- con el mismo propósito preventivo: el de la Perrera, entidad que capturaba y eliminaba de manera permanente y en actividad constante a los perros sin dueños conocidos o cuya agresividad fuera objeto de denuncias. El servicio nació en reacción a la sobrepoblación canina y sus consecuentes molestias, como recordaba Alfonso Calderón en su “Memorial del viejo Santiago”. Una larga época de persecución y, en algunos casos, de nuevas crueldades abominables, comenzaría desde entonces en la relación de hombres y perros acá en Chile.
Al avanzar el siglo y llegar el siguiente, sin embargo, la Sociedad Protectora de Animales que había fundado Vicuña Mackenna, se hallaba bastante decaída y requería de inyecciones de recursos o de benefactores para una eventual refundación. La tarea fue sumida en 1914 por el ilustre Alcalde de Santiago don Ismael Valdés Vergara, quien realizó una gran reunión con vecinos y personas connotadas de la ciudad para recuperar el trabajo y el espíritu de la Sociedad, consiguiendo aportes de algunas empresas relacionadas con venta de  materiales de construcción y también algunas ayudas monetarias de firmas como la Compañía de Cervecerías Unidas, la Casa Gath & Chaves y Grabe y Cía., entre otras. La Sociedad resurge de las cenizas, así, el 24 de agosto de 1915, constituida legalmente por Decreto N° 1.846 del Ministerio de Justicia, y con el nombre de su primer fundador: Sociedad Protectora de Animales "Benjamín Vicuña Mackenna".
La iniciativa de reponer el servicio de protección animal dio excelentes frutos y aplaudidos gestos de acogida a perros y gatos abandonados. La gente que encontraba esta clase de mascotas en situación de calle las llevaba para su resguardo y con la ilusión de que alguien los adoptara, mientras los veterinarios daban atención. Sus recursos eran los pagos de cuotas de los socios y los aportes que llegaban de parte de benefactores y organismos generosos, llegando a contar con un centro veterinario que daba atención mascotas, a animales heridos y, en los peores casos, tener que eutanasiarlos para acabar con sufrimientos y agonías, especialmente los mortalmente heridos, atropellados o con enfermedades terminales.
Lamentablemente, veremos que su servicio de protección degeneró perversamente en sus últimos años, dejando al descubierto uno de los más polémicos casos de maltrato y aprovechamiento económico de la tragedia de los animales abandonados.
AVANCES CONTRA LA HIDROFOBIA
A mediados del siglo XX, el médico veterinario Eduardo Fuenzalida y el cirujano Raúl Palacios, elaboraron una novedosa nueva vacuna antirrábica obtenida del cerebro de ratones lactantes, notable logro chileno conocido hoy como la "Vacuna Fuenzalida-Palacios". Los resultados de sus trabajos y pruebas fueron dados a conocer en la III Jornada de la Sociedad Chilena de Salubridad de 1954, celebrada en Santiago, con el título "Un método mejorado en la preparación de la vacuna antirrábica". Aplicada primero en perros y después autorizada en seres humanos a partir de 1958, esto fue una importantísimo avance para el apoyar el Programa Nacional de Control de la Rabia, implementado en la década siguiente.
En un interesante artículo de Enrique Laval y Paulina Lepe publicado en la "Revista chilena de infectología" de abril 2008, con el título "Una visión histórica de la rabia en Chile", recuerdan allí los autores que, promoviéndose la gran campaña antirrábica en prensa y radio, el 1° de junio de 1955 el entonces Presidente de la Sociedad Protectora de Animales, Diputado Jorge Meléndez Escobar, dio por cadena nacional un discurso titulado "El problema de la hidrofobia" en el que, según el diario "El Mercurio" del 9 de junio siguiente, declaró:
"...en la segunda quincena del mes en curso será iniciada por el Servicio Nacional de Salud, la campaña de vacunación anti-rábica de perros en Santiago, programa que se proyectó realizar en tres a cuatro semanas, con la cooperación del Ejército, efectuándose vacunación domiciliaria en forma gratuita para proceder a la inmunización de los perros que existían en cada casa, esperándose vacunar más del 80% de la población canina. Por otra parte, las autoridades sanitarias procederán a recoger todos los perros que sean encontrados en la vía pública, tengan o no patente. Los que carezcan de ella serán sacrificados de inmediato y los otros podrán ser rescatados durante un plazo de 24 horas, al término del cual, también serán sacrificados".
Sin embargo, en una declaración del Servicio Nacional de Salud publicada a los pocos días en el mismo diario, el 14 de junio, evidenciando un debate y choque de filosofías que aún persiste sobre el tema, se establecía lo siguiente para enfatizar el aspecto de educación ciudadana que requería esta enorme campaña:
"...no es efectivo que en Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Francia e Italia, deambulen libremente los perros en la vía pública con el único requisito de la vacunación. Ni en éstos ni en otros países del orbe, se expone la comunidad a la mordedura de perros, como acontece aún, por desgracia en Santiago.
...los camiones-perrera no son una invención nacional, sino que circulan en todas las ciudades civilizadas, aún cuando el problema de los perros callejeros está en ellas muy lejos de la importancia que reviste en Chile. Tampoco es efectivo que se está haciendo uso de métodos crueles para el exterminio del perro vago. La inyección de cianuro saturado provoca una muerte instantánea y ha sido recomendada al Servicio por dirigentes de la Sociedad Protectora de Animales, que también la emplea".
En la misma fuente se informa que los datos epidemiológicos de entonces (con varios casos entre hombres y animales) reflejaban una evolución endémica de 1950 a 1959, con 52 casos confirmados en humanos, la mayoría de ellos en 1950 y en 1955, con 11 pacientes en cada uno.
Vista del edificio de la Perrera y sus chimeneas. Fuente: sitio de Perrera Arte.
Crematorios de la Perrera de Santiago. Fuente imagen: sitio de Perrera Arte.
UNA OPINIÓN DE ORESTE PLATH
Pero ni siquiera esta nueva ola de persecuciones conseguía ser eficaz frente a la proporción del problema: para el año 1955, la alarmante cantidad de perros mal llamados “vagos” llegaba a cerca de 70 mil sólo en Santiago, según comenta Oreste Plath en su artículo “Amor e indiferencia hacia los perros”, publicado en mayo de ese mismo año en la revista “En Viaje”. Allí agrega con extraordinario buen juicio ya entonces, que “a este sentimiento, a esta perrofilia, le faltan normas”, aludiendo a lo que hoy reconocemos como la tenencia irresponsable que es, de principio a fin, el germen de la existencia de canes callejeros y su sobrepoblación.
El mismo investigador juzgó con esa misma y sorprendente lucidez el valor cultural del perro en la sociedad chilena, enfrentando estos contenidos populares con las campañas de salubridad pública que nunca han visto con buenos ojos a los canes. Así lo describe en su artículo “El perro y el pueblo chileno”, publicado en la revista “En Viaje” N° 262 de agosto de 1955:
“Así como el estudio de las condiciones ambientales es valiosa para la salud física y mental, no lo es menos el conocimiento del mundo individual, natural, sobrenatural o extranatural.
Si la medicina preventiva y la salud pública observan al hombre enfermo, o sano, en su ambiente, debe estudiarse, considerarse, todo lo que se refiere al mundo de las creencias y supersticiones de este hombre.
En cualquier programa de salubridad es importante conocer las creencias, supersticiones, prejuicios que rodean al medio en que se van a desarrollar las campañas.
Estos efectos y defectos influyen sensiblemente en implicaciones sociales que entregan medidas para conservar la salud y prevenir la enfermedad. El éxito o fracaso de cualquier plan puede estribar en el conocimiento o desconocimiento de las manifestaciones tradicionales”.
No cabía duda, pues, de la simpatía "cultural" de Plath por los perros, a los que dedicó muchas páginas relacionando sobre la influencia del animal en nuestra cultura, toponimia, legendario, tradiciones y folklore. Sin embargo, está en muy correctas sentencias cuando concluye que esta relación"perrofílica" de la cultura nacional carece de normas y de límites, aún cuando los pocos ensayos legislativos que se han tratado de proponer para regular esta misma cuestión, suelen convertirse en rings de fuertes pugilatos entre ambas partes, los partidarios y los opositores de tales medidas, como iremos viendo.
Gran problema ha sido, así, todo este asunto para los canes y gran ocupación para los funcionarios de salud, porque nunca faltaron perros a los cuales darles caza en todos los barrios, plazas y demás espacios urbanos. “En toda calle chilena hay un perro durmiendo”, glosaba con sorna y por lo mismo don Joaquín Edwards Bello en su póstuma obra "Mitópolis".
Diríamos que la falta de inteligencia y de sensatez de las autoridades que observó Plath con respecto al tema de los perros callejeros, vino a tener una absurda y casi grotesca confirmación hace pocos años, cuando a inicios del 2010 el gobierno llamó a un concurso de fotografías de canes "vagos" titulado "El Quiltro del Bicentenario", sin contemplar ninguna clase de ayuda o apoyo a la solución del mismo problema de esos pobres quiltros plasmados en las imágenes competidoras, y más bien convirtiendo en algo gracioso el drama de la situación de los canes abandonados. De hecho, cuando había asumido aquel gobierno que organizó en sus últimos días tan extraño certamen, la Plaza de la Constitución y los alrededores del Palacio de la Moneda fueron escenario de una masiva captura y masacre de esos mismos quiltros, para que no perturbaran la ceremonia del cambio de mando en 2006, ocasión en que miembros de la Guardia de Carabineros lograron esconder y salvar a un perro conocido como "Rucio", regalón de los funcionarios uniformados, que después se volvería toda una celebridad nacional.
LA SINIESTRA PERRERA DE MAPOCHO
Desatado el conjuro, aparece unos años después de las campañas antirrábicas el nada querido ni afortunado castellón de exterminio dispuesto para la Perrera Municipal de Santiago en las riberas del Mapocho, allí en el ex Parque Centenario junto al Puente Bulnes, oprobioso centro de culto a la muerte y a la solución fácil de cuasi “limpieza étnica” sobre las comunidades perrunas urbanas, que despertaba con frecuencia la violencia de la gente modesta cuando sus bastiones de humildad eran penetrados por los camiones y equipos de cazadores de quiltros, siendo recibidos a golpes y piedras.
La Perrera de Santiago fue, así, sede de uno de los servicios más infames que se recuerdan: los canes de las calles eran llevados allá tras barridas de capturas y sacrificados con escasa humanidad, según lo que se comentó siempre sobre cómo funcionaban las cosas ahí adentro, no siempre ajustadas a los procedimientos o protocolos de trabajo. Ocupaba el edificio que aún lleva su nombre en el sector de Avenida Balmaceda antes del Puente Bulnes, en actual Parque de los Reyes poco antes de llegar a Cueto, donde hacia los años 30 se habían construido estas instalaciones para la cremación de basuras, materias de manipulación peligrosa y residuos de electrónica. A la sazón, eran dependencias muy modernas, siendo las primeras del país en contar con potentes incineradores eléctricos.
Hacia los años 50, el edificio pasó a ser ocupado por este sombrío servicio sanitario de captura y eliminación de perros sin dueños. Lamentablemente, no había pocas razones para justificar sus funciones en la ciudad, todas de orden de salud. Muchos alegarán -desde entonces- que el mismo servicio se aplica en países desarrollados, todavía hoy; pero tal argumento sólo refuerza nuestra impresión de que se trató de una importación totalmente ajena y reñida con la idiosincrasia nacional y nuestra cultura, sobre la relación ideal entre hombres y animales; es decir, ofensiva a “las costumbres chilenas su antigua y nativa pureza”, usando palabras de Portales. La ineficacia que acumuló a la larga el servicio respecto de sus objetivos puntuales, nos profundiza esta percepción.
Para efectos de cumplir con las funciones de la Perrera, los canes de las calles eran secuestrados por los funcionarios municipales, llevados a la fortaleza de muerte y, si no eran reclamados en un breve plazo, se los “sacrificaba” y quemaba. Nunca quedó tan bien usado el verbo “sacrificar”, por cierto, pues se trataba de la satisfacción casi ritual por ofrecer víctimas al fuego de algún secreto dios sangriento, al estilo de Moloch o de Kali, pues sus dos chimeneas que llenaban de hedores de la crema cadavérica todo el sector cerca del puente Bulnes.
Finalmente, tras años de actividades, de reclamos, de denuncias y de desprecio, la Perrera de Santiago fue cerrada a principios de los setenta, al parecer en el período del Gobierno del Presidente Salvador Allende y cumpliendo con el largo y hasta entonces insatisfecho clamor popular contra el mismo servicio.
El edificio apodado irónicamente como el Castillo permaneció silencioso y siniestro en la ribera del río por varios años, como jactándose de su aterrador pasado o bien avergonzándose de sus historial de muerte. Sin embargo, a partir de 1995 y luego de un gran esfuerzo de los gestores del proyecto, el inmueble que fuera un triste lugar de muerte fue reconvertido en un importante núcleo cultural y artístico: el Centro Experimental Perrera Arte, que hasta hoy lo ocupa y -por qué no decirlo- también lo exorciza.
Visita de las autoridades a las instalaciones de la Sociedad Protectora de Animales "Benjamín Vicuña Mackenna", en imagen de Editorial Zig Zag de 1957. La noble institución terminó sus días sumida en uno de los peores escándalos que se han conocido en la historia de Chile sobre maltrato y abuso de animales.
EL ESCANDALOSO FINAL DE LA SOCIEDAD PROTECTORA DE ANIMALES
Vimos que, habiendo sido fundada en dos etapas de su existencia por Vicuña Mackenna y luego por Valdés Vergara, la Sociedad Protectora de Animales experimento un loable crecimiento de sus actividades de trato ético a las mascotas caídas en desgracia y abandono al avanzar el siglo XX. Esto sucedió especialmente después de contar con sus grandes instalaciones, clínica y caniles en calle Libertad 1550 llegando a Balmaceda, junto al barrio Yungay a partir de 1943.
Sin embargo, ni los macabros recuerdos de la Perrera Municipal pueden competir con la atrocidad que llevaría al cierre de las instalaciones de la Sociedad Protectora de Animales allí tan cerca de la ex edificio de exterminios de canes, con la gravedad de que, en este caso, se trataba de un organismo que se suponía nacido precisamente para dar cuidado y trato digno a los animales abandonados pero que, tras caer en manos de un aspirante a político (que incluso había compartió lista del PRI con Ricardo Israel, en las elecciones municipales de Santiago) y también por un equipo igualmente oscuro de pretendidos profesionales de la veterinaria, se volvería un lugar de pesadilla para perros y gatos.
Sucedería que, en 1989, se promulgó la Ley N° 18.859, con el Artículo° 291 bis del Código Penal, en donde la triplificación de la falta simple sobre maltrato animal pasaba a categoría de delito categórico, exigiendo denunciar todo trato condenable a un animal a Carabineros de Chile, para que estos lo derivarán a tribunales. En muchos de estos casos participó el Departamento de Relaciones Públicas de la Sociedad Protectora de Animales, con sus cerca de 6.000 criaturas albergadas. Acompañado esto con un aumento de recursos y miembros dispuestos a colaborar, se abría un estupendo futuro para la Sociedad, que elaboraba campañas en terreno de acatamiento de la ley y de adopción de mascotas, además de operativos veterinarios y difusión de la misma consciencia de responsabilidad que cobraba cuerpo en esos días.
Mas, todo este magnífico prospecto comenzó a caer cuando llegaron los primeros años de democracia recuperada, y la Sociedad comenzó a ser intervenida por nuevos grupos de personajes que poca relación tenían con la tradición de trabajo y filosofía ligada al organismo, en uno de los escándalos más repugnantes de la historia que da sentido general a este artículo.
Las primeras graves denuncias contra la Sociedad Protectora de Animales comienzan a sonar a principios de los 90, no bien asume la presidencia de la misma el entonces aprendiz de cuestiones políticas Luis Navarro Duarte. Eran relativas a que muchas personas que iban a dejar mascotas abandonadas (con el ineludible pago de una nada económica suma de dinero, que superaba los $8.000 cuanto menos y que llegaba a $15.000 o más sólo para el caso de los gatos pequeños), constataban después el pésimo estado en que se hallaban al volver a verlas, producto de una deplorable atención por parte de los encargados. Otra gravísima denuncia provino del testimonio de un ex director médico de la institución, quien denunciaría en 1993  al presidente de la Sociedad, asegurando que los perros sanos eran muertos en el lugar sólo para deshacerse de ellos y no gastar recursos en mantenerlos.
Increíblemente, las denuncias se extendieron por más de una década, en algunos casos con testigos que habían dejado animales sanos en el servicio y que morían al poco tiempo o los descubrían en muy mal estado, presumiendo que el sitio en que se mantenían no cumplía con ningún estándar. La Sociedad intentó defenderse alegando que los reclamos provenían sólo de vecinos y de un edificio-condominio construido justo enfrente, cuyos residentes alegaban por los olores y ladridos. Sin embargo sabemos hoy que, a esas alturas, los abusadores de la Sociedad actuaban con total desparpajo y sin grandes preocupaciones, creyéndose falsamente "zafados" de castigo o cuestionamiento siquiera tras tanto tiempo de impunidad. Esto provocó la ruptura entre grupos defensores de la Protectora y otros ex colaboradores y disidentes, que se agruparon en nuevas entidades (como fue el caso de una llamada OCCA).
Finalmente, una investigación policial en la que participaron también medios de prensa de un conocido programa veterinario de entonces, confirmó en 2008 que toda la actividad dentro de la Sociedad era un fraude: perros y gatos eran mantenidos en una postal de infierno dentro de los corrales, llenos de parásitos, infecciones, mal alimentados, pésimamente hidratados, con las jaulas colmadas de excrementos y con innumerables cuerpos de adultos y cachorros muertos en el recinto y otros acumulados en bolsas de basura, particular forma de deshacerse de ellos.
A pesar del escaso o nulo efecto penal que tuvo la investigación tras ser llevado a juicio el horrendo escándalo de la Sociedad Protectora de Animales, es clarísimo que toda esta conspiración que parece destinada a violar el carácter de "sin fines de lucro" de la Sociedad y de desentenderse del trabajo de dar mantención digna a los animales, tuvo la complicidad de profesionales de la veterinaria, miembros de directorio, empleados, algunos estudiantes universitarios y probablemente alguna clase de influencias políticas coludidas, pues era imposible que personas vinculadas tan directamente al servicio no hayan estado al tanto de lo que sucedía en esos patios.
Acosados por la indignación pública y la molestia de las autoridades, la Sociedad Protectora de Animales debió cerrar sus puertas y poner un vergonzoso fin a lo que había sido antes el noble y desinteresado ejercicio de sus funciones en favor de las mascotas en desgracia.
ACTUAL PROYECTO DE CAZA DE PERROS ASILVESTRADOS
El nuevo gran problema a enfrentar por los amantes de las narices frías, iba a hallarse ahora no en la ciudad misma, sino en el entorno urbano y en el paisaje rural, con las jaurías de perros salvajes frente a la más controversial de las decisiones relativas a la responsabilidad social para con los perros en los últimos años: la reciente autorización vía Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) del Ministerio de Agricultura, a la cacería de perros salvajes y asilvestrados en zonas rurales, incluyéndolos como animales dañinos en la Reglamentación de Caza por la modificación señalada en el impopular Decreto 65.
El proyecto generó una gran cantidad de dudas y críticas en marzo de 2014, cuando la medida acabó suspendida por el Ministerio de Agricultura. Esta postergación causó escozor en sus partidarios provocando, por ejemplo, una dura declaración de la Red de Investigación en Zoonosis Emergentes y Re-emergentes publicada en abril siguiente, donde informaba, entre otras cosas que sintetizan el pensamiento de los que están a favor de estas medidas:
  1. Los perros asilvestrados en Chile se han constituido en un problema ecológico grave que afecta a diversas especies animales silvestres, tanto del ambiente terrestre como acuático, desde la Región de Arica y Parinacota hasta la Región de Magallanes y la Antártica Chilena.
  2. Los ataques provocados por jaurías de perros asilvestrados no distinguen condición de vulnerabilidad de los animales ni áreas protegidas del territorio nacional, afectando por lo tanto a especies animales en peligro de extinción dentro y fuera de áreas protegidas por las leyes del Estado.
  3. Las jaurías de perros asilvestrados desarrollan una estructura jerárquica y organizada de sus integrantes, que les permite establecer territorios de desempeño y estrategias de ataque de gran eficiencia, consiguiendo matar o herir a sus víctimas.
  4. Esta estructura jerárquica de las jaurías, determina que los animales más experimentados le enseñen esta conducta agresiva a los perros más jóvenes del grupo, quienes perpetúan la existencia de las jaurías.
  5. Debido a la condición de asilvestrados, es muy poco probable que campañas de adopción permitan la inserción efectiva de estos animales a los hogares, sin que exista riesgo para las personas o para otros animales domésticos.
  6. Además, los perros asilvestrados representan un riesgo sanitario por su continua exposición a agentes biológicos patógenos, sean virus, bacterias, hongos o parásitos, que circulan habitualmente en la fauna silvestre. En la práctica, esto significa que si estos perros entran en contacto con perros domésticos o ingresan al entorno donde existan seres humanos, especialmente niños, mujeres embarazadas, adultos mayores, personas enfermas, pueden significar un importante peligro para la salud pública. Debido a las condiciones y áreas donde se forman estas jaurías, la gente ligada al mundo rural estará expuesta a un mayor riesgo. Justamente esta población es la que presenta mayores dificultades para conseguir asistencia médica.
Pasó el tiempo con la ley aún suspendida y, a inicios del año 2015 en curso, se anunció que el SAG finalmente pondría en vigencia la medida con el decreto de marras: los perros asilvestrados podrían ser cazados. De esta manera, el "Diario Oficial" del 31 de enero de 2015, informaba sobre los considerandos para la modificación del decreto:
"Que se ha estimado necesario introducir modificaciones al Reglamento de la Ley de Caza, aprobado por decreto supremo N º 5, de 9 de enero de 1998, en razón de una necesaria actualización de su normativa.
Que la modificación referida precedentemente incluye entre los animales dañinos a las jaurías de perros salvajes o bravíos, autorizando su caza o captura en las condiciones que se establecen.
Que de conformidad con los artículos 70 y 71 letra f) de la Ley N º 19.300, sobre Bases Generales del Medio Ambiente, la propuesta de modificación reglamentaria fue puesta en conocimiento del Consejo de Ministros para la Sustentabilidad, el que por acuerdos N° 20 y 23, ambos de 2012, se pronunció favorablemente respecto de la propuesta".
La misma modificación señala a las Jaurías de perros salvajes o bravíos dentro de la lista de especies establecidas como animales dañinos, en los siguientes términos:
"Perros salvajes o bravíos, que se encuentren en jaurías, fuera de las zonas o áreas urbanas y de extensión urbana, a una distancia superior a los 400 metros de cualquier poblado o vivienda rural aislada, los que deberán capturarse o cazarse en los términos establecidos en la Ley y el presente reglamento".
Esto provocó una nueva ebullición de resistencia de grupos pro-animales durante este verano, obligando a la abrupta nueva suspensión de la práctica de la medida sólo 11 días después de su entrada en vigor, seguida del anuncio del SAG de que constituiría para el mes de marzo, una mesa de trabajo pública-privada que discutiera el asunto y se sostuviese un "diálogo constructivo" antes de poner en aplicación la norma tal cual está redactada.
La mesa de conversaciones se abrirá el próximo mes, según lo anunciado... Mientras tanto, los problemas que generaron la dura medida contra las jaurías indómitas de perros, seguirán su nefasto y peligroso curso "natural" con unos meses más de ventaja ante la poca urgencia con que se ha abordado este complejo tema.
Imagen de la matanza de perros cruelmente envenenados en la localidad de Nueva Imperial, duran el año 2014. Nunca quedaron totalmente claras las responsabilidades de estos hechos. Fuente imagen: Radiovillafrancia.cl.
Vista actual de las instalaciones de la Perrera de Santiago, ahora Centro Cultural.
LA LARGA “CUESTIÓN SOCIAL” DE LOS PERROS EN CHILE
Quizás ha sido el fomento de criterios de valoración de los perros finos o especializados lo que terminó de condenar a los quiltros y canes callejeros chilenos al masivo vagar permanente, mal que, si bien nos ha acompañado desde nuestros orígenes como hemos visto, se presenta como un fenómeno cuantitativa y especialmente disparado hacia la pasada y actual centuria, mezcla del crecimiento de las ciudades con un extraño vicio que ha ido aparejado al desarrollo social, incapaz de inculcar de manera eficaz el concepto de tenencia responsable de animales en nuestra ciudadanía.
Se podría comentar también un lamentable incidente sucedido justo mientras preparábamos este mismo texto, hace unos años, y que tuvo lugar entre una perra abandonada en pleno Centro de Santiago y un caballo de Carabineros de Chile, ataque que dejó a su jinete herido en el suelo y al caballo también con sangrantes lesiones, lo que nos da una pista para identificar las mismas razones que motivaron a las autoridades a adoptar tales aprensiones destinadas a separar el territorio de los ladridos del de los relinchos. Y capítulo aparte constituirían en esta sucia historia las redes de fraudes con cachorros quiltros puestos en venta callejera y pasados por “finos” para los incautos, como en el chiste de Pepo en las páginas de "Condorito", pero con uso de tinturas para pelo y otras truculencias; y ni hablar de exterminios con bárbaros métodos por parte de respetables instituciones de educación y del propio gobierno. Por razones de tiempo, no las abordaremos en este texto o terminaríamos en una entrada completa nueva.
Sí conviene recordar que, un estudio realizado por el Ministerio de Salud hace pocos años, demostró que de los cerca de 220 mil perros “vagos” contabilizados en Santiago, sólo un 27% de ellos no tenía dueño (diario “La Tercera”, 28 de julio de 2008, artículo “Denuncian la existencia de cerca de 220 mil perros vagos en la capital”). Esto abona también a la comprensión de demostrada estadística, de que la inmensa mayoría de los ataques injustamente adjudicados -casi en forma refleja- al perro callejero o huacho, corresponden en realidad a perros con dueño que viven parte de su día en régimen de puertas afuera. Así, pues, la base del problema es cultural, muy humano, relacionado con la tenencia irresponsable de estas mascotas.
Y a pesar de que se reportan cerca de 50 mil ataques anuales de perros (diríamos que bastante pocos, sin embargo, si consideramos que existe al menos un perro por cada 5 personas en Chile), nuestro país carece completamente de una legislación que regule la situación de los perros abandonados o vagabundos en las ciudades. Varias veces el Ministerio de Salud ha anunciado medidas, y las campañas de educación pública sobre la tenencia responsable y la esterilización canina contempladas en la Ley de Protección Animal de 2009 y que iban a estar a cargo de esta misma cartera, pero hasta ahora han brillado más bien por su ausencia. Probablemente, en zonas rurales la situación sea aún más desoladora y poco auspiciosa, a causa del desdén y el centralismo, haciendo que la exótica leyenda neofolklórica del "chupacabras" ya suene como una excusa de mal gusto para explicar con sensacionalismo mediático los continuos ataques a la ganadería por parte de las jaurías salvajes.
La aparente solución de la cacería de perros es, ciertamente, una medida acorde a la urgencia del momento, tanto para el resguardo de la fauna nativa como también de la ganadería rural. Pudúes, chingues, zorros chillas, culebras chilenas, chucaos y gatos colo-colo simplemente no pueden seguir esperando a que los chilenos en la cima evolutiva se pongan de acuerdo en un tema donde, probablemente, lo que menos hay es puntos de entendimiento.
Sin embargo, la opción desesperada de dar caza a perros salvajes también está lejos de ser la solución más que de sólo una parte del problema, muy lejana al origen mismo. Es más: puede que para los dueños irresponsables de animales, se convierta en una posibilidad práctica para deshacerse de las mascotas sin pasar por el trabajo sucio de darle muerte con sus manos y delegándole esta posibilidad a terceros, convirtiendo en una "alternativa" el ir a tirar animales a zonas rurales sin salpicarse del cargo moral por su muerte. Algunos animalistas o caritativas personas que alimentan perros abandonados en zonas de la periferia urbana de Santiago, como Pirque, Cajón del Maipo o Padre Hurtado, han comentado de períodos en que, cada vez que aparecía en medios de prensa algo relativo a estos lugares (incluso denunciando a quienes botan animales) y los canes que los habitan, esto acaba siendo una "publicidad" para el lugar como alternativa para deshacerse de perros, y así aparecerán rápidamente algunos nuevos, abandonados por sus irresponsables dueños.
Quizás estemos, así, abriendo las puertas de una posibilidad parecida de descalabro con esta ley de caza, que no ha sido equilibrada proporcionalmente con una propuesta rotunda para cubrir la necesidad de educar civil y éticamente a la población chilena, en cuanto a la tenencia responsable de mascotas, para comenzar a resolver así un problema de fondo que surge, fundamentalmente, de eso mismo: el permanente y sempiterno comportamiento irresponsable de los humanos, más que el de las bestias.

LA "REINA DEL TAMARUGAL": A 30 AÑOS DEL TRIUNFO DE UNA OBRA MAESTRA DEL CANCIONERO FOLKLÓRICO DE CHILE

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Calichal en la Quinta Vergara. De izquierda a derecha: Fernando López Molina, Manuel Veas Rodríguez, Berta Veas Rodríguez, Mario "Marincho" Tapia Álvarez y Luis "Toño" Miranda Rojas. Imagen publicada por el diario "La Tercera".
A mi generación y las anteriores quizás le provoque un poco de nostalgia o casi compasión el estado actual del Festival Internacional de la Canción de Viña de Mar, con rasgos que ponen en claro relieve la fase de decadencia o caída en que se encuentra comparado con sus mejores años, o al menos aquellos que eran mejores que ahora. Desde hace mucho se señala esta pérdida de valor a pesar de seguir siendo el festival más importante de América Latina, aunque quizás sea sólo el más idealizado: por irrisorio y majadero que parezca, el Presidente de Bolivia Evo Morales acaba de anunciar que Cochabamba tendrá un festival "más grande que el de Viña", dándolo por principal referente (!?).
Probablemente, aún le quede mucho de vida al encuentro anual, porque en el reducido medio chileno sigue siendo un festival redituable y bien auspiciado. Sin embargo, la calidad de su espectáculo suele sostenerse de unos pocos principales y el resto suele ser sólo satisfacción de fracciones del público asistente cuanto mucho, según la programación del día. Este vicio ha convertido el show en una verdadera tiranía de la masa presente en la Quinta Vergara, relegando a un muy inmerecido último lugar a la inmensa audiencia televisiva (la que en realidad sostiene la fiesta, gracias a la publicidad), a pesar de que uno de los músicos nacionales de este año ha intentado sostener que se trata de un escenario muy "democrático", obviamente que después de asegurar su contrato allí exponiendo su autodefinido canto popular (nacido para peñas y quintas) al millonario meganegocio anual que es este show.
Quizás el elemento más sensible de esta corrupción sea el de las competencias, cuya calidad de participantes ha disminuido al mismo ritmo. Nadie recuerda la canción del año anterior; de hecho, a nadie le interesa recordarla. El espacio de los concursantes internacionales parece más bien una pausa, un recreo aburrido entre una presentación de artistas y otra donde apenas unos pocos aplauden por decencia. La competencia de música popular iniciada con este festival en 1960 y la competencia folklórica que se adicionó al año siguiente, se han convertido en otro relleno, entonces, o más bien una obligación que justifica al festival pero no surte efectos, no instala canciones, no florece, menos desde que esta última competencia dejó de ser chilena en el cambio de siglo y se la amplió a folklore de toda América Latina, con la esperanza por hacer más atractivo internacionalmente el certamen, aunque para algunos esto sólo ha generado más controversia por el favoritismo que sigue habiendo del jurado hacia Chile o bien por premiaciones de canciones de cuestionable calidad pero con grandes simpatías políticas, como sucedió en 2011.
Cuando estábamos lejos aún de la esterilidad del certamen en nuestros días, una de las mejores piezas que alcanzaron a salir de la competencia folklórica del Festival de Viña del Mar cuando todavía estaba en mejores años que ahora y que tantas otras canciones regaló a la tradición (como "La consentida", "Qué bonita va", "La torcacita", "Ay, Fernanda" o "La tejedora"), está por cumplir sus 30 años desde que ganara el concurso y se volviera un hito de la canciones religiosas nacionales: "Reina del Tamarugal", de Calichal, la rotunda triunfadora de 1985 que marcó un hito en la historia de la canción folklórica, aunque también desató consecuencias que no se hubiesen querido esperar sobre la misma y sobre el reconocimiento que merecían sus creadores.
"La Reina del Tamarugal", presentación del grupo Calichal en la Competencia Folklórica del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar de 1985.
"La Reina del Tamarugal" en vivo en el Festival de Viña 1985, por el grupo Calichal.
"La Reina del Tamarugal", versión original de estudio, grupo Calichal.
EL FESTIVAL DE 1985
Hay quienes deducen que la espectacularidad de los festivales de Viña del Mar en los años 80, se debió a la urgencia del régimen de facto por promover una imagen positiva internacionalmente. Hay mucho de verdad en ello, sin duda, pero también es cierto que ya entonces se criticaba al encuentro por lo que algunos visualizaban como un progresivo decaimiento en su calidad que, según los agoreros, iba a conducir el espectáculo y a la competencia a un estado muy parecido al que podría describirse como el de hoy.
En ese verano de 1985, nos hallábamos en tiempos complejos, por las protestas y movilizaciones que se extendían desde el año anterior, panorama que estaban por volverse aún más complicado con el infausto terremoto del 3 de marzo de ese año en la Zona Central del país. De hecho, durante el encuentro musical del balneario sucederían varios pequeños temblores, que eran parte del enjambre sísmico que antecedió a aquel cataclismo.
El XXVI Festival de Viña del Mar, programado del 13 al 18 de febrero y animado por la de dupla Antonio Vodanovic y Paulina Nin de Cardona, pretendía erigirse como uno de los mejores de su historia y dejar discretamente bajo la alfombra el ambiente incendiario que había en el país, procurándose una enorme parrilla de artistas internacionales para todos los gustos, que llenaron de reporteros el aeropuerto y los hoteles: la estrella del popcountry John Denver, un joven y delgado Luis Miguel, las rockera Rita Lee, los suizos de Krokus y sus colegas escoceses Nazareth. El mito dice que se intentó traer a Michael Jackson, pero las cifras exigidas por los productores resultaron exorbitantes. Otros invitados fueron Amanda Miguel, María Conchita Alonso, Miguel Gallardo, los españoles Bravo, María Marta Serra Lima, José Feliciano y Dyango. El humor quedó a cargo de comediantes como Mandolino (Armando Navarrete) y los Pujillay, estos últimos con mejor resultado que el primero, además de Maitén Montenegro y Gloria Benavides con su personaje La Cuatro Dientes.
La competencia internacional tuvo críticas por adelantado ese año, pero participaron en ella personajes de la talla del cantante Carl Anderson, quien personificara a Judas en el filme musical "Jesuchrist Superstar". El chileno Alberto Plaza consigue el tercer lugar a pesar de parecer el favorito del público, con su "Que cante la vida"; la intérprete mexicana Crystal alcanzó el segundo con "Parece" y Lorenzo Toppano, curiosamente, ganó el certamen con una canción en castellano pero representando a Australia: "Yo ya no puedo más".
Una de las fallas más grandes que tuvo el festival de ese verano, fue presentar un espacio con una colosal y tiesa marioneta gigante de cuerdas que simulaba dialogar infantilmente con Vodanovic y que se levantaba todas las noches al inicio del festival por el lado del fondo a un costado de la Quinta Vergara y las graderías: Don Cirildo, muñeco representando una especie de jardinero del complejo viñamarino que causó burlas, pifias, risas y no tardó en ser devorado con toda su corpulencia, primero por "el monstruo" y luego por la crítica de espectáculos, reprochando la falta de creatividad de quienes concibieron semejante títere como novedad para decorar el show.
Antes de terminado el encuentro, sin embargo, la Comisión Organizadora recibió una buena noticia: la Federación Internacional de Organizadores de Festivales (FIDOF), iba a extender un reconocimiento al Festival de Viña del Mar, por la calidad y buena ejecución del torneo. Pero algo tenía que fallar: se supone que el reconocimiento iba a ser entregado en la forma de un diploma en el escenario de la Quinta Vergara, por el presidente del organismo Harry de Groot; sin embargo, la recepción del premio debió postergarse cuando las maletas del representante fueron a parar a la India en vez de Chile, por un error de la línea aérea.
Imagen de los integrantes de Calichal en una de sus actividades.
Miembros de Calichal en el Hotel Playa Brava, antes de partir ("La Estrellad e Iquique").
CALICHAL Y LA "REINA DEL TAMARUGAL"
Uno de los intérpretes cuyo tema había pasado la selección al concurso, era un conjunto folklórico de Iquique llamado Calichal, fundado el 2 de agosto de 1980 al alero de la Secretaría Regional Ministerial de Educación de Tarapacá. Era conocido por la calidad de sus voces e instrumentistas, además de un repertorio de piezas tradicionales y música del folklore de variadas regiones del país, incluyendo la zona huasa y las raíces indígenas, pero enfatizando -por supuesto- a su querida región tarapaqueña.
Los miembros de Calichal también se dedicaban a labores de difusión e investigación folklórica. Por su calidad y talentos habían sido reconocidos por la Universidad Arturo Prat, incorporándolos de manera permanente a sus actividades de extensión artística, algunos trabajando como profesores y otros como monitores de guitarra. Habían tenido ya cerca de 200 presentaciones sólo en la Región de Tarapacá, más otras en el Festival del Huaso de Olmué (donde obtuvieron el premio a mejor intérprete), el Festival Nacional de la Vendimia de Molina (donde ganaron un reconocimiento como grupo más popular), el Festival Nacional de Música de Raíz Folclórica Chilena, el Festival Nacional de Cuecas Inéditas de Santa Cruz, el Festival Nacional "Brotes de Chile" de Angol, el Festival Nacional de la Uva el Durazno en Rinconada de Los Andes, más algunas actuaciones en Televisión Nacional. También tenían en su currículo importantes experiencias en Argentina, en festivales de Salta y Jujuy. Solían realizar presentaciones todos los viernes en una peña propia de Iquique, para financiar sus actividades artísticas.
Cuando se supo en enero que el grupo había sido elegido para participar de la competencia, hubo una primera fiesta en Iquique celebrando la buena noticia. La canción postulada que llevaría el conjunto en ritmo de trote tarapaqueño -con tintes de lo que más informalmente se llama saya-diablada altiplánica- y algunos detalles de arreglos que evocan a las bandas de bronces, se titulaba "Reina del Tamarugal": una hermosísima oda a la Fiesta de la Virgen del Carmen de La Tirana que se celebra todos los años el 16 de julio, en el poblado del mismo nombre. El autor de la poética letra era Manuel Veas Rodríguez, y la música había quedado a cargo del eximio Luis "Toño" Miranda Rojas, director del grupo. Ambos amigos ya habían participado de la creación de otras importantes piezas musicales de la región, muy conocidas en las escuelas y talleres musicales, como "Pastorcito de Camiña", "El Guatón Toño" y "Pampa del Tamarugal".
Decía esta obra, que estaba predestinada a convertirse en una joya del cancionero nacional y que iba a debutar en el principal escenario de Chile:
Pampa desierta nortina
a florecido un rosal
llegan de todos lugares
su manda deben pagar.
Llegan de todos lugares
su manda deben pagar

Es día 16 de julio
sale la reina a pasear
saludando al peregrino
que la viene a venerar.
Saludando al peregrino
que la viene a venerar

Viva ya, viva ya
Reina del Tamarugal
Tirana que haces llorar
y a todo un pueblo bailar

Viva ya, viva ya
Reina del Tamarugal
Tirana que haces llorar
y a todo un pueblo bailar
Triste se queda mi china
debemos de regresar
y entre los tamarugales
se a marchitado el rosal.
Y entre los tamarugales
se a marchitado el rosal

Viva ya, viva ya
Reina del Tamarugal
Tirana que haces llorar
y a todo un pueblo bailar

Viva ya, viva ya
Reina del Tamarugal
Tirana que haces llorar
y a todo un pueblo bailar.
La canción de Veas y Miranda se había inspirado en las mandas y agradecimientos de los feligreses de la "Chinita"o Virgen del Carmen de La Tirana, y que ambos consideraron necesario homenajear con una propuesta emotiva, a la vez que impregnada del mismo estilo que identifica al folklore religioso local. Manuel Veas y su hermana Berta, además, eran promesantes de la Fiesta de La Tirana, por lo que estaban sumamente imbuidos en esas tradiciones. El autor escribió la letra, de hecho, al culminar una manda de bailar durante tres días a la Virgen por cinco años seguidos en las fiestas, y Miranda le colocó la música dos años antes de llevarla a Viña del Mar pues, originalmente, tenían la intención de convertirla en parte de un musical religioso o cantata.
Como las presentaciones de los rockeros metaleros de Krokus y Nazareth había causado ciertas aprehensiones en la sociedad conservadora y además muy ignorante de la música internacional en esos años acá en Chile, el diario "La Tercera" titulaba con algo de sorna de la siguiente manera la nota del 6 de febrero, sobre lo que iba a ser la presencia de Calichal en Viña del Mar: "Una diablada, pero no satánica, subirá a la Quinta".
Calichal levantado la preciada Gaviota de Plata de su triunfo. En la imagen, publicada por "La Estrella de Iquique", se observa a Danny Rodríguez, el sexto miembro presente durante aquella hazaña pero que no pudo estar sobre el escenario por el reglamento de la competencia.
Así anunciaba la prensa de Iquique el triunfo.
UN TRIUNFO ROTUNDO
Conformado por 12 miembros permanentes, Calichal se presentaría esta vez sólo con la mitad de sus integrantes, por razones de requerimientos y restricciones del certamen (hasta 5 personas sobre el escenario): Fernando López Molina y Manuel Veas Rodríguez en voz, acompañados de matracas y trajes a la usanza de los bailarines morenos de saltos de las fiestas regionales; en la voz femenina, el extraordinario registro de su hermana Berta Veas Rodríguez, vestida al estilo de fantasía de danzantes chunchos; en quena Mario "Marincho" Tapia Álvarez y en guitarra Luis "Toño" Miranda Rojas, ambos en trajes alusivos a las bandas tipo lakitas de la región y participando de los coros. Desde la orquesta, fuera de la vista de las cámaras, los acompañaría el joven Danny Rodríguez con el charango, cuyos gastos de viaje y permanencia habían quedado fuera de la cobertura ofrecida por las reglas del certamen para los concursantes.
Los músicos se despidieron de Iquique con un gran ensayo público y una actividad dirigida por la entonces alcaldesa, doña Marta Marcich. Los seis integrantes de Calichal salieron por vuelo hasta Santiago, y desde allí hacia Viña del Mar con la esperanza ardiente de ganar la competencia. "Dejaremos en lo alto el nombre de Iquique", prometieron al partir de su ciudad, tras una conferencia de prensa dada el 7 de febrero en el desaparecido Hotel Playa Brava, donde ahora se encuentra el Majestic, acompañados en la ocasión por el empresario y productor Hernán Gómez.
"Viña para nosotros y para cualquier conjunto folklórico en Chile -dijeron a "La Estrella de Iquique"-, es la máxima aspiración internacional, ya que su proyección al extranjero nos muestra como difusores del folclore. Es una verdadera vitrina".
Por fin, allá en Viña del Mar, su presentación dejó inmediatamente claro en el día inaugural del festival que la canción era una de las más bellas que se hayan escuchado en la competencia folklórica, desde sus orígenes. Fue elogiada rápidamente por el cantante Pedro Messone y, en años posteriores, se ha sabido que también era la favorita del comediante y productor Jorge Pedreros y del propio director de orquesta del festival, Horacio Saavedra, como se lo habrían hecho saber a Veas.
Sin embargo, el triunfo no le iba a tocar del todo fácil ese año: hubo en aquella competencia diez temas de raíz folklórica, algunos muy singulares y distintos entre sí. Ciertas preferencias se marcaban por "Hacia altamar" de María Alejandra Vidal y Patricia García, cuya interpretación quedó a cargo de la prodigiosa voz de Lu Rivera y Los Chonos, no obstante que hubo un rumor sobre alguna clase de conflicto de esta pieza con las bases del concurso que exigían piezas inéditas, desmentido después por la propia organización del evento. También logró simpatía del público el tema "A pique se fue el Caleuche" de Cecil González, interpretado por el Grupo Aucas; y "Huinca niño" de María Gloria Garay, interpretado por María José Pozo.
Finalmente, sucedió lo que debía suceder y así, ya en horas del naciente 18 de febrero de 1985, era anunciado el ganador de la entonces valiosa y apreciada Gaviota de Plata: Calichal, con "Reina del Tamarugal". Además del trofeo, recibieron US$ 7.000 y el Premio de la Embajada Argentina y Cancillería Chilena, correspondiente a un viaje a la Isla de Pascua. La decisión del jurado no podía ser más justa y fue aplaudida de forma unánime, pero especialmente por los tarapaqueños. En una actitud que lo enaltece, además, Miguel Esper, intérprete de la canción "Con algo de menos, con algo de más" de Óscar Cáceres y Valentín Trujillo, y que era otra de las competidoras más fuertes, reconoció públicamente la superioridad de "Reina del Tamarugal" y felicitó a  los vencedores. A las pocas horas, el diario "La Estrella de Iquique" titulaba soberbio en primera página: "'Calichal' N° 1 en Viña del Mar!" y "Gaviota para la Tierra de Campeones". El mismo tabloide decía en sus páginas interiores:
"Con el triunfo de Calichal ganó en Viña el folklore tradicional. Y no sólo eso: ganó el folclore auténtico, cultivado por nortinos que viven a diario junto a las tradiciones".
La gente salió a celebrar a las calles iquiqueñas cuando se supo la noticia; los bares se llenaron y la fiesta duró hasta cerca de la mañana. Esa misma noche, los premiados colocaban su Gaviota de Plata en un altar de su habitación del hotel, donde habían dispuesto imágenes de la Virgen de La Tirana.
Un inmenso carnaval comenzó a prepararse en la ciudad para recibir a los triunfadores. "¡BIENVENIDO CALICHAL!", era el título del diario "La Estrella de Iquique" del jueves 21 de febrero, siendo recibidos ese día con un acto público en la Plaza Condell, a las 11:30 horas, donde los esperaba un escenario con la misma frase y un acto organizado por la Municipalidad y la Universidad Arturo Prat. El arribo culminó con una conferencia de prensa en el Casino Español frente a la Plaza Prat. Otra recepción honorífica le fue preparada al grupo en el pueblito de La Tirana, por los vecinos dirigidos por el querido Cacique Andrés Farías, anfitrión y organizador de las fiestas de la Virgen del Carmen en el lugar, con presencia de Monseñor Javier Prado Aránguiz, ocasión en que los miembros de Calichal consagraron y dedicaron su premio a la imagen mariana.
La comunidad iquiqueña da la bienvenida al triunfante conjunto.
Ceremonia de recepción y homenaje en la ciudad ("La Estrella de Iquique").
FLOR DEL FOLKLORE TARAPAQUEÑO
Desde su triunfo en 1985, "Reina del Tamarugal" conocerá innumerables versiones de grupos como Banda Wiracochas, Manifiesto, Cantamérica, Huentelauquén, Los Jaivas, el grupo pop Sexual Democracia, el Coro Armonía de Peñaflor dirigido por Waldo Aránguiz, el cantante de cumbia Amériko y hasta el dúo electrónico Bacondo. Sin embargo, la mayor acogida que tendrán sus notas y versos es en las bandas religiosas de las fiestas patronales de Tarapacá, convirtiéndola en un verdadero símbolo de la Fiesta de La Tirana y en un perpetuo himno de esta celebración, repetido todos los años.
Calichal vivió una época parecida a la de leche y miel a partir de esos momentos, pero fue breve, limitada por las grandes dificultades que tenían las agrupaciones folklóricas en aquella época en la realidad nacional, donde escaseaban los escenarios, los incentivos y los eventos de gran convocatoria. A pesar de haber estado en casi todos los grandes festivales del país antes aún de su hazaña en Viña del Mar, la cohesión de sus miembros comenzó a flaquear, quedando reducido aunque haciendo aún presentaciones ocasionales. Siempre había sido difícil mantener el grupo, como alguna vez lo reconocieron sus principales integrantes, en especial por el financiamiento de las actividades. Además, y muy lamentablemente, Fernando López Molina y Luis "Toño" Miranda fallecieron en los años posteriores, así como otro querido miembro del conjunto, Guillermo Lara, quien no pudo participar en la histórica presentación en la Quinta Vergara.
Como muchas versiones de "Reina del Tamarugal" han aparecido al límite del respeto a los derechos de autor, se cuenta que el grupo realmente no pudo disfrutar de los beneficios de estos derechos en el éxito de su canción. Veas acusaba no haber recibido jamás algo por este concepto, entrevistado por "La Estrella de Iquique" del 31 de agosto de 2004, hallándose injustamente olvidado y cesante:
"Muchos han grabado nuevamente el tema, pero a mí nunca nadie me ha preguntado nada. He visto que el tema ha aparecido en distintos trabajos musicales y nadie ha pedido autorización para esto, incluso existe un CD de La Tirana que tiene el tema incluido. Nunca he hecho nada para que se solucione este problema y creo que es tiempo de que las cosas se hagan formalmente".
El año 2000, por desgracia y en una decisión que no dejó de ser polémica, la "Reina del Tamarugal" no figuró entre las canciones del recuento escogido para el Festival de Viña del Mar en su versión cincuenta. Sin embargo, el 16 de febrero de 2006, para celebrar los 35 años del Municipio de Pozo Almonte durante la gestión del alcalde Augusto Smith, se organizó un enorme espectáculo en la Explanada del Santuario de La Tirana con la presencia de bandas nacionales como el grupo Illapu y los bolivianos Los Kjarkas; y como la fecha estaba en el período del cumplimiento de los 21 años de la epopeya de Calichal en Viña del Mar, fueron homenajeados allí en el escenario los miembros sobrevivientes del grupo, con Manuel Veas a la cabeza y ante 25 mil almas presentes. Posteriormente, en 2010, con la anuencia y apoyo de Veas, se postuló a "Reina del Tamarugal" como Canción del Bicentenario. Hubo algunas fiestas y celebraciones ese año, al cumplirse el aniversario 25 de la Gaviota de Plata, por cierto. Y en el año 2013, por decreto alcaldicio del mes de noviembre, se concedió de manera póstula la calidad de Hijo Ilustre de Iquique al fallecido Toño Miranda.
Por la situación mediática en que saltó a la popularidad y quedó introducida esta pieza en el cancionero patronal católico de Tarapacá, algunos podrán decir que se trata de neo-folklore o pautas de fantasía del folklore religioso, es verdad, pero la penetración cultural que ha tenido esta canción en el repertorio identitario de Tarapacá hace pensar, más bien, que sólo hemos tenido la suerte de ver -en vivo y en presente- cómo surgió una pieza de auténtico folklore y tradición musical de la zona.
La "Reina del Tamarugal" nunca más salió del patrimonio de la Fiesta de la Virgen de La Tirana, volviéndose la más tocada hasta nuestros días durante la temporada y sonando desde los preparativos de las celebraciones, las cortinas, los intermedios de las mudanzas, los campamentos de peregrinos, la música ambiental de amplificadores y hasta la marcha de vuelta a casa de las cofradías de bailes religiosos... Algo esperable y comprensible de una de las más hermosas e imperecederas canciones que se han adicionado en nuestra época al folklore nacional.
"La Reina del Tamarugal" en versión del grupo Cantamérica.
"La Reina del Tamarugal" en versión bronces de la Banda Wiracochas.

ALLENDE, BOLIVIA Y EL MAR: CÓMO GESTAR UN MITO DE INFUSIÓN PATRIOTA DESDE LA NADA

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La insistidísima fotografía que muestra el momento de la visita a Chile de Néstor Taboada Terán, estrechándole la mano a Salvador Allende Gossens en el día en que asumía la Presidencia de la República de Chile, en 1970.
Prefiero partir sin rodeos ni adornos en estos temas: todo indica que la leyenda de que el Presidente Salvador Allende Gossens manifestó alguna vez su deseo de entregar un puerto a Bolivia, es un invento del controvertido escritor y cronista paceño Néstor Taboada Terán, quien publicó un libro al respecto recién en nuestro actual siglo, donde asegura haber escuchado en persona tal afirmación de boca del ex mandatario en una reunión de noviembre de 1970, específicamente en una entrevista que acordó el día del cambio de mando y a la que antes se había referido varias veces, pero sin tocar el asunto de demanda marítima en su contenido.
Más aún, mientras los agitadores y publicistas altiplánicos no muestren la grabación certificada o notas originales debidamente acreditadas como tales, como pauta base de la entrevista que ha sido explotada hasta lo inverosímil en estos últimos años y muy particularmente en estos días, costará mucho confiar en el juramento de autenticidad de un anciano octogenario que ha sido sacado casi a la fuerza del retiro para servir de cuño a las últimas arremetidas internacionales de La Paz buscando satisfacción a sus pretensiones marítimas. Mientras eso no ocurra, esta supuesta declaración y sus majaderas repeticiones no pueden ser tomadas más que un intento del Gobierno del Presidente Evo Morales por reclutar y expandir solidaridades a su reclamo en Chile e investirlo con las prendas de una causa de la izquierda política en general, eligiendo la figura de Allende como carnada.
Como se sabe, esta supuesta declaración del ex presidente chileno aparece descrita con un contexto literario propio al tema en "Salvador Allende ¡Mar para Bolivia!" del mismo autor, publicado por primera vez en 2004 bajo imprentas de Plural Editores de La Paz, y el Gobierno de Bolivia nos lo ha querido recordar recientemente, pagando un carísimo inserto con deficiente composición photoshop en un diario de circulación nacional ("El Mercurio", domingo 22 de febrero de 2015).
Empero, hay muchas observaciones surgiendo por sí solas en todo este nuevo affaire diplomático, en especial cuando se convoca un talento de poder hacer hablar a los muertos sin contar ya con la posibilidad de que ellos corroboren o desmientan lo que se les adjudica como declaraciones. Tres puntos son los los principales:
  1. No hay ninguna confirmación material de la declaración que Néstor Taboada Terán le atribuye a Allende y que reveló tantos años después de la entrevista que tuvo con él, donde supuestamente se la dijo. De hecho, ni siquiera existe otro testimonio corroborando que Allende manifestara en esa o en otra oportunidad tal voluntad.
  2. Hay más de una versión de la famosa declaración atribuida a Allende y todas ellas informadas por el propio Taboada Terán, antes y después de la publicación del libro "Salvador Allende ¡Mar para Bolivia!" donde trata como tema central este asunto, el año 2004, lo que pone en duda su validez si se la considera sustentada en una fuente y cita precisa, y por lo tanto también real.
  3. No hay nada en la actuación de Allende en materias relativas a las relaciones exteriores durante el Gobierno de la Unidad Popular, que permita suponer que tuvo alguna intención decidida y categórica de llamar a Bolivia a una propuesta de salida al mar soberana y sin condiciones, como la que le adjudica Taboada Terán.
A continuación, más detalles de todas estas observaciones, sólo para quienes tengan interés en evaluar argumentalmente este asunto, porque el lector que viene ya convertido al tema como un asunto de fe, no encontrará mucho que pueda servirle.
LA PRETENDIDA DECLARACIÓN DE ALLENDE
Nacido en La Paz en 1929, Néstor Taboada Terán ha sido por largo tiempo un intelectual de izquierda con discursos cargados de americanismo, en su momento gran promotor de la figura de Salvador Allende en Bolivia, al punto de que algunos lo criticaron como chilenófilo o como una especie de lazarillo publicitario de la Unidad Popular en el Altiplano. Sus interpretaciones controversiales sobre hechos históricos y su discurso político lo pusieron de punta con la tiranía de Hugo Bánzer en los setenta, exiliándose en Argentina. Al regresar a su patria continuó publicando, pero es sólo hacia las últimas décadas de su actividad que comienza a difundir con obstinación lo que aseguró haber oído de boca del ex mandatario chileno en favor de Bolivia.
Su libro "Salvador Allende ¡Mar para Bolivia!", que ya cumplirá 11 años salido de rotativas, es un tedioso pasquín de más de 100 páginas en que el autor repasa una primera entrevista que hizo a Salvador Allende en el Congreso Nacional, donde se hace un recuento de su visión latinoamericanista y del socialismo continental, con una reedición inserta del ensayo "Chile con el corazón a la izquierda", del que hablaremos más abajo. Entre todo este armado a fragmentos de un libro a partir de otras publicaciones y hasta algunos poemas que le dan cuerpo, llega por fin al tema de marras y que justifica la obra: la supuesta disposición manifestada por Allende de entregarle mar a Bolivia lo antes posible, durante flamante su gobierno.
De acuerdo a lo allí informado, el autor fue invitado por la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) al cambio de mando que colocó la banda presidencial a Allende, en noviembre de 1970. El escritor asistió acompañado de un par de amigos y concertó una entrevista con la autoridad. Y allí, en los encuentros, le dice Allende a su entrevistador, según él mismo:
“Los escritores y todos los hombres y mujeres de buena voluntad deben venir a Chile y explicar sus anhelos, discutir, crear las condiciones objetivas y subjetivas en el pueblo chileno para poder llegar al feliz entendimiento. Ahora no somos gobierno de la oligarquía minoritaria, somos el pueblo. No nos guían intereses de clase dominante. No le pedimos nada al sufrido pueblo trabajador boliviano, queremos solamente reparar el despojo cruel del que ha sido victimado. Un pueblo que esclaviza otro pueblo no es libre. Busco el entendimiento de los pueblos hermanos en el mutuo respeto y en la paz".
No sólo eso, pues Allende también habría declarado profundizando en la inspiración de su propósito:
"En este plan de reparación de injusticias, también he resuelto que el hermano país de Bolivia retorne al mar. Se acabe el encierro que sufre desde 1879 por culpa de la intromisión del imperialismo inglés. No se puede condenar a un pueblo a cadena perpetua”.
Pero falta algo aún... Como si su buena memoria no se demostrara ya suficientemente prodigiosa, dice que cuando solicitó a Allende un mensaje para el pueblo boliviano, éste habría dicho lo siguiente:
"Caminaremos juntos en la gran tarea histórica de América Latina. Ha llegado la hora de la gran reparación de una injusticia cometida contra Bolivia. Chile tiene una centenaria deuda con Bolivia y estamos dispuestos a emprender una solución histórica. Bolivia retornará soberana a las costas del Pacífico".
Algo extraño salta a la vista de inmediato al lector informado, sin embargo. Aunque Taboada Terán declara muy vehemente, a continuación, que: "Salí del Palacio de la Moneda de Santiago de Chile asombrado en extremo. No esperaba esto ni por asomo. Estoy caminando en las nubes", este entusiasmo no aparecerá por ninguna parte en sus escritos hasta mucho, mucho tiempo después.
Ya en 1970-1971, en su trabajo "Chile con el corazón a la izquierda", el autor había informado de una declaración de Allende vertida a su grabadora en las mismas entrevistas como mensaje a su patria, específicamente en la primera que había tenido con él en 1970, antes de la anterior donde se refiere a cuestiones marítimas, según él... Sin embargo, a la sazón la promesa y oferta expresadas en las palabras de Allende para el pueblo boliviano, habían sido bastante diferentes:
"Nuestra solidaridad. Nuestro ferviente deseo de robustecer la fraternidad. Nuestra decisión de procurar el establecimiento de amistosas relaciones. Nuestra esperanza de que caminaremos juntos en la gran tarea histórica de América Latina y sus pueblos".
Sospechosamente, hasta todavía en los noventa no aparecía en los recuerdos periodísticos del escritor toda la continuación de las declaraciones de Allende que publicará tantos años después, y en donde alude a su disposición de entregarle costas a Bolivia, versión que termina de confesar completa en 2004 con "Salvador Allende ¡Mar para Bolivia!", como vimos.
Comprendiendo quizás este absurdo y enorme vacío en el tiempo, algunos medios de comunicación bolivianos ya han comenzado a esparcir recientemente la información de que el libro "Salvador Allende ¡Mar para Bolivia!" fue publicado una primera vez en 1984 con su mentado contenido de la declaración solidaria de Allende, como se puede observar en un artículo del periódico "La Opinión" del 20 de febrero pasado, pero esto es por completo irreal: la primera edición del libro aparece recién en 2004, como hemos dicho ya, cosa muy fácil de demostrar en nuestros días con los datos editoriales disponibles.
Don Néstor Taboada Terán mostrando su libro en una imagen muy difundida por los medios de internet bolivianos. Al fondo, puse un documento colonial que nunca ha sido muy del agrado del reivindicacionismo boliviano: el Mapa de Chile de don Andrés Baleato, confeccionado en 1793 como cartografía oficial de Indias. A buen entendedor...
LA VOLUNTAD DE ALLENDE EN LOS HECHOS
En otro aspecto, hay algo crucial en este asunto aunque duela mucho a algunos publicistas bolivianos y a sus simpatizantes entre entreguistas chilenos: no se sabe de ninguna iniciativa o llamado del Gobierno del Presidente Salvador Allende para ofrecer a Bolivia alguna clase de propuesta alrededor de su histórica demanda marítima. Nada, por ninguna parte: ni en sus declaraciones conocidas, ni en las memorias del Ministerio de Relaciones Exteriores, ni en las notas de la actividad consultar. Sí hubo interés en proponer la restauración de las relaciones, mas no discusión de temas territoriales. También es imprecisa, entonces, la afirmación que aparece en otro libro de Taboada Terán titulado "La Decapitación de los Héroes" en 1995 y publicado por la Editorial UMSS, donde al parecer se asoma por primera vez la supuesta revelación que nos interesa y en el que se afirma con gran arrogo de propiedad:
"Tengo entendido que después las tratativas se realizaron a niveles diplomáticos. El representante del gobierno de La Paz Franz Ruck Uriburu, a la sazón Cónsul General en Santiago de Chile, cuántas revelaciones habría hecho pero lamentablemente le sorprendió la muerte prematura".
La razón de este vacío de hechos acreditando lo que intenta sostenerse en los libros, es sencilla de comprender y más aún de explicar: Allende era de la vieja escuela estadista, la de respeto irrestricto a los tratados internacionales vigentes en cuestiones de fronteras y límites como motor de entendimiento con países vecinos. Así lo demostró con un acontecimiento que resulta crucial para comprender el tipo de mentalidad en que se deslizaba el mandatario en estos temas: la firma del Compromiso Arbitral de 1971, que obligaba a la República Argentina a acatar el fallo arbitral que se había solicitado a Su Majestad Británica a propósito de la odiosa cuestión del Canal de Beagle (y que fue desconocido por la Junta Militar de Buenos Aires cuando se comunicó la sentencia en 1977, dicho sea de paso). Acuerdo firmado, además, al mismo tiempo que el mandatario tenía por prioridad regional el acercamiento con esa república vecina por entendibles cuestiones estratégicas, precisamente.
Que el camino de acatamiento de los tratados internacionales y de la integración diplomática que Allende visualizaba como la fórmula apropiada de acercamiento y unidad con su prioridad la Argentina, iba a ser el mismo que estaba dispuesto a aplicar con Bolivia y con análogo propósito, se verifica en su Primer Mensaje al Congreso Nacional dado ese mismo año de 1971, en donde sugiere también que el principal problema (y el real) entre La Paz y Santiago era la ausencia de relaciones diplomáticas directas, que propone desde ya "normalizar":
"Es propósito fundamental nuestro afianzar todos los vínculos que acrecienten nuestra constante amistad con la República Argentina, eliminando los obstáculos que se interpongan en el cumplimiento de ese objetivo. La situación anómala de nuestras relaciones con la República de Bolivia contradice la vocación de ambos pueblos, por lo que haremos cuanto esté de nuestra parte para normalizarla".
Así pues, la hipotética promesa que Allende le habría hecho a una persona que a medias conocía como Taboada Terán, de entregarle mar a su país y como prioridad  diplomática, no pasaría de ser una simple conjetura que no se refleja ni asoma siquiera en los hechos posteriores. En materias de relaciones exteriores, pues, el único punto importante de acercamiento que parece haber podido ensayar el gobierno chileno con el de Bolivia -en la situación de conductos suspendidos y con las demás complejidades del escenario latinoamericano de entonces-, además de la señalada tentativa de reponer cuerdas diplomáticas, fue la de felicitar el hecho de que ese país se mantuviese en el Pacto Andino y procurar su permanencia. Nada que ver con cuestiones territoriales, otra vez, pues a principios de los setenta la demanda marítima pasaba por un período en que no era un tema caliente, como sí volvió a serlo a los pocos años. La atención se la llevaba más bien la cuestión americanista y las disputas entre regímenes de izquierda y de derecha con aleros militares o también de facto, afectados por el contexto internacional de la Guerra Fría.
¿Algo que avale lo expuesto recién, en la opinión de los propagandistas de la propia Bolivia en aquellos años? Pues, sí: tenemos a mano notas de uno de los primeros grandes intentos que se hicieron en el vecino país por acoplar a las causas socialistas continentales el asunto de su demanda marítima, en 1971, específicamente del etnonacionalista e indigenista potosino Fausto Reinaga. Corresponde a un exaltado y fanático trabajo suyo titulado "Tesis india" (Ediciones PIB), donde se hace el siguiente y agresivo emplazamiento al Presidente de la Unidad Popular, precisamente por no advertir su autor señales de una predisposición en él para responder a las pretensiones marítimas en la invitación que ya vimos sobre reestablecer relaciones (los destacados son originales):
"¿Por qué quiere restaurar relaciones diplomáticas con Bolivia sin devolver el Lauca y su salida al mar? Socialismo es JUSTICIA. ¿Por qué Allende no hace JUSTICIA con Bolivia? Si Allende es socialista, debe comenzar por casa su socialismo; debe, sin condición y de inmediato devolver a Bolivia su salida al mar. Si es socialista no debe Allende seguir de carcelero de Bolivia; ni debe pedir relaciones diplomáticas a un pueblo encadenado precisamente por la rapacidad de Chile".
Lo más increíble es que en el visceral escrito de Reinaga se expresan estas palabras refutando nada más y nada menos que a la simpatía manifiesta de Taboada Terán por la figura del mandatario chileno, tildándolo en sus páginas de "chilenófilo propagandista de Allende" y de "Felipillo netate". El autor destilaba vapores y vahos de antichilenismo, como se podrá sospechar.
Por otro lado, hay un asunto contextual de la región y la época que no deja de ser importante: con la caída del tiranillo altiplánico Juan José Torres al ser derrocado por su muy distinto sucesor Hugo Bánzer, poco obraba en favor de alguna clase intento de abrazo entre los gobiernos de Chile y Bolivia por sus radicales diferencias ideológicas. De hecho, la misma invitación que las fuerzas políticas de La Moneda le formularan a La Paz para permanecer en el Pacto Andino, hacia 1971, fue interpretada como un error y algo reprochable por los movimientos izquierdistas del continente, pues parecía estar felicitando y casi legitimando la recién instalada dictadura de Bánzer a expensas del Acuerdo de Cartagena. ¿Dudas sobre este punto?: revisar los diarios "El Día" de México del 7 de enero de 1977, "El Sol" de México del 24 de junio de 1977 y el panfletario libro "La Batalla Argentina" de José Steinsleger de 1983.
Portada del libro de Néstor Taboada Terán.
APARICIÓN Y VARIACIONES DE LA SUPUESTA DECLARACIÓN
Recién cumplidos unos 25 largos años desde la entrevista de marras en Chile, Taboada Terán comienza publicitar como nunca antes la versión de las declaraciones de Allende donde aparece dándole alcances relativos a la aspiración marítima de su patria a sus palabras. Este salto en el tiempo es una situación realmente incomprensible, menos tratándose de un tema que ha sido tan sensible y candente para el ánimo de la sociedad boliviana. Así aparecerá tibiamente, en el libro "La decapitación de los héroes" de 1995:
"Bolivia retornaría soberana a las costas del mar Pacífico... Los escritores y todos los hombres de buena voluntad deben venir a Chile y explicar sus anhelos, discutir, crear las condiciones subjetivas en el pueblo para llegar al feliz entendimiento. Ahora no somos gobierno de la oligarquía minoritaria, somos el pueblo. No nos guían intereses de clase dominante. No les pedimos nada, queremos solamente reparar el despojo cruel del que ha sido víctima el pueblo boliviano".
Unos años después, la repite el autor en su libro "Bolivia: una nación privilegiada: geografía, historia, cultura, vida, tradición" de 2001, con sello de Editora Opinión, pero esta vez agregando una especie de arenga:
"¡Bolivia retornará soberana a las costas del mar Pacífico! Como chileno no pido nada, quiero solamente reparar el despojo cruel del que ha sido víctima el pueblo boliviano".
Sin embargo, ni bien estaba "revelada" por obras como las que vimos, la declaración ya comenzaba con alteraciones y nuevas redacciones... Reaparece al año siguiente en un artículo de los "Anales de la Academia Boliviana de la Lengua", pero distinta en sus formas a pesar de hallarse basada en testimonio del mismo Taboada Terán:
"No le pedimos nada (a Bolivia), queremos solamente reparar el despojo cruel de que ha sido víctima el pueblo boliviano... Caminaremos juntos en la gran tarea histórica de America Latina. Bolivia retornará, soberana, a las costas del Pacífico".
Se podrá suponer, quizás, que con la muy promocionada publicación de "Salvador Allende ¡Mar para Bolivia!", el autor por fin estableció una cita única y definitiva en 2004 para representar lo que asegura haber escuchado de Allende en 1970. Pero no: el mismo escritor se encarga de agregar, al poco tiempo, una presentación más al leitmotiv de estas declaraciones que adjudica a Allende, esta vez en "La revolución cultural: un método para armar", de Grupo Editorial Kipus, en 2008, expresando una construcción de palabras que parece más bien la síntesis de principios o corolario de las que ya había propuesto:
"He resuelto que el hermano país de Bolivia retorne al mar. Se acabe el encierro que sufre desde 1879 por culpa de la intromisión del imperialismo inglés. No se puede condenar a un pueblo a cadena perpetua. Un pueblo que esclaviza a otro pueblo no es libre. ¡Bolivia retornará soberana a las costas del Mar Pacífico!... No nos guían intereses de clase dominante. No le pedimos nada al sufrido pueblo trabajador boliviano, queremos solamente reparar el despojo cruel del que ha sido víctima. Busco el entendimiento de los pueblos hermanos en el mutuo respeto y en la paz".
Y aunque ya pueda sonar a un devengado rebuscado de apuntes para sembrar dudas, existe otra versión sobre esta pretendida declaración y también adjudicando directamente como fuente a Taboada Terán, acogida -entre otros divulgadores- por el Capítulo Boliviano de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo, en publicaciones del año 2011:
"Ha llegado la hora de la gran reparación de una injusticia, Chile tiene una centenaria deuda y estamos dispuestos a emprender una solución histórica. Bolivia retornará soberana a las costas del Pacífico. No le pedimos nada al sufrido pueblo trabajador boliviano, queremos solamente reparar el despojo cruel del que ha sido víctima. Los escritores y todos los hombres y mujeres de buena voluntad deben venir a Chile y explicar sus anhelos, discutir, crear las condiciones objetivas y subjetivas en el pueblo chileno para poder llegar al feliz entendimiento".
Desconozco cuántas otras citas fragmentadas y con cambios de orden o estructura existirán de la confesión atribuida a Allende en la literatura boliviana y la del propio Taboada Terán, porque me baso en éstas muestras que son las que conozco y no pretendo extenderme como cazador de versiones, desvirtuando con ello el sentido de este artículo. Sin embargo, creo que el punto queda demostrado con sólo estos ejemplos.
Por supuesto, no faltarán los poetas y predicadores de dogmas tratando de pregonar que no importa cuál haya sido el mensaje original, sino su sentido... Es decir: no tendría relevancia cómo lo dijo Allende, sino qué dijo. Sin embargo, la cuestión precisa aquí es si Allende dijo o no lo que se dice que dijo, y cuando se adjudica un juicio, opinión importante o sentido esencial a una declaración formulada por algún personaje de relevancia, especialmente en este caso donde se trata además de algo con características de revelación, lo mínimo esperable es una cita exacta y unificada. Y todavía más, de hecho: una transcripción original y una grabación certificada dados los alcances de este caso, en caso de haberlas. Nada de eso se ha visto hasta ahora.
El inserto que recientemente nos regaló Bolivia en "El Mercurio".
OBSERVACIONES FINALES
Mientras tanto no suceda o no pueda suceder algo como una demostración convincente del origen de esta declaración atribuida a Allende, que hasta ahora sólo Taboada Terán ha escuchado alguna vez (y sin haber sido exactamente un confidente o un privilegiado en los círculos del ex mandatario), sólo puede confiarse en la dudosa palabra suya y apostarlo todo a su testimonio, que a falta de sustento resultará convincente sólo para quienes traen una fuerte carga ideológica y de pasión predispuesta a creerlo, en algunos ejemplos ciegamente, incluso.
Como se sabe, hay declaraciones apócrifas que, por separarse de las fuentes y citas o simplemente no tener este respaldo, suelen ser ornamentadas y amplificadas en su dramatismo con las transmisiones sucesivas, adaptadas a los discursos de las circunstancias y moldeadas más bien por las intenciones de quien la evoca y lo que quiere oír quien la escucha, vicio facilitado a causa de la falta de documentos que acrediten y confirmen forma y fondo de las mismas... Precisamente, es lo que podría percibirse de la secuencia de versiones de la declaración atribuida a Allende y de cómo se hace un esfuerzo mediático para tratar de convertirla en hecho consumado e irrefutable, por parte de sus defensores y difusores.
No menos curioso es que Taboada Terán había escrito ya en 1970 su ensayo "Chile con el corazón a la izquierda", que publica otra vez como parte integrada de su trabajado del 2004 concentrado en las palabras de Allende, pero habiendo un gran detalle en esta mixtura de textos: "Chile con el corazón a la izquierda" nace editorialmente en esos mismos días de la supuesta confesión de Allende. El autor, sin embargo, allí hace encendidas proclamas en favor de su proyecto, pregonando como un ejemplo el proceso que iba a iniciarse en Chile con la UP y elogiando la figura del nuevo mandatario, pero sin adicionar por ninguna parte la supuesta declaración que éste alcanzara a hacerle sobre complacer las pretensiones litorales de Bolivia, durante este mismo período; ni en acápite, separata o nota a pie de página, ni nada de lo que podría esperarse para la fase final de un libro que sea soporte de tan trascendente tema.
Y aún si no fuera suficiente toda la razonable batería de dudas que surgen al respecto, hay una pregunta más que cabe hacerse sobre lo expuesto y su correlación con los hechos conocidos: ¿El Gobierno de Bolivia no estaba al tanto de la supuesta intención de Allende de darles una salida al mar propia y con soberanía, si acaso fuera cierta la declaración de Taboada Terán? Esto, porque en todo el período tampoco hubo alguna iniciativa -por tímida que sea- de parte de La Paz por reponer la comunicación de ambos países vía embajadas o alternativas, vías que permanecieron suspendidas y que lo siguieron estando hasta la breve apertura relacionada con el intento de negociación de salida al mar iniciado con los Pactos de Charaña de 1975, con Chile ya en dictadura y, ¡oh, ironía!, con el General Augusto Pinochet como promotor de la propuesta a su colega Bánzer, tras derrocar al Presidente Allende. ¿Acaso no era esperable al menos un mínimo de entusiasmo, de señales de iniciativa y de disposición diplomática de Bolivia para abrirse presurosamente a estas negociaciones por la vía de representantes o enviados, en caso de que haber sido real que Allende había hecho saber este inédito deseo de complacer sus insistentes aspiraciones portuarias?
Como el caso del pobre tipo que llega tarde al sorteo y con el número ganador de la rifa echado al agua, de ser verdad el escenario que se nos intenta describir hoy, Bolivia se habría perdido imperdonablemente la oportunidad de toda su historia para satisfacer sus aspiraciones marítimas, todo a consecuencia del silencio sepulcral que mantuvo Taboada Terán durante todos esos años, sin confesar oportunamente la disposición generosa de Allende para darle mar a su patria y que ahora declara haber conocido... Así pues, el escritor tendría algunas cosas que explicarle a sus paisanos antes de tropezar con sus propias historias, tan cercanas a la ficción patriota más que a la realidad palpable.
Y si ya es un serio problema de credibilidad el que sólo Taboada Terán haya sido testigo de una declaración de semejante peso y con tanta importancia -como para permanecer oculta o inadvertida en el período en que era más necesario conocerla públicamente, relegándola como un detalle secundario en una entrevista para comentario posterior-, más sospechoso aún es el problema técnico no pocas veces visto en cosas de la historia y de la investigación, y que siempre ha sido generador de suspicacias, especialmente cuando involucra cuestiones de pasiones nacionales o ideológicas: que el escritor se "acordara" de revelar información rotunda y divulgarla tantos años después, como vimos, ya entrando en la vejez y virtualmente retirado, justo en medio de nuevas campañas internacionales que había iniciado por entonces Bolivia para sus pretensiones marítimas. Campañas que llegaron a su peak con el Presidente Carlos Mesa para presionar a Chile a negociar la mentada cuestión de la salida al mar, exacta y coincidentemente en el mismo año 2004 en que Taboada Terán publicó su "Salvador Allende ¡Mar para Bolivia!".
Finalmente, hay un comentario de escrúpulos que se hace inevitable: situaciones como estas, tan ajenas a la investigación histórica seria, tienen el mal gusto de estar impregnadas también del vicio de pretender hacer hablar a los muertos en favor de intereses propios, como en las agrias peleas por las herencias entre familiares después del velorio, y en este caso a través de lo que parece ser un médium con mucha imaginación, más encima.
Moraleja de todo esto, entonces: la ceguera de los credos suele impedir cotejar y evaluar la validez de los argumentos... Y nunca se debe exponer el trasero a los violadores de ignorantes o mal documentados.

EL RINOCERONTE DE ALBERTO DURERO: UNA REALIDAD QUE SE CONVIRTIÓ EN ERROR Y UN ERROR QUE SE CONVIRTIÓ EN REALIDAD

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Existe un singular error en la historia de la zoología, constituido por el caso del célebre rinoceronte del artista alemán Alberto Durero (Albrecht Dürer, 1471-1528), precursor del Renacimiento y máximo exponente de este movimiento en la cultura germánica. La imprecisión llegó a extenderse de tal manera que, todavía en el siglo XIX, podían verse ejemplos aislados de las consecuencias de aquel grabado que viera la luz hace redondos 500 años, los que cumplirá en este 2015. El hecho histórico del que surge el asunto, además, inspiró libros contemporáneos como "El rinoceronte del Papa" del autor inglés Lawrence Norfolk.
La historia es más o menos así: en el puerto de Lisboa, el 20 de mayo de 1515, fue desembarcado del navío "Nossa Senhora da Ajuda" al mando del Capitán Francisco Pereira Coutinho, un enorme rinoceronte de la India (Rhinoceros unicornis) que había pertenecido brevemente al Almirante Alfonso de Albuquerque, gobernador en representación de Portugal en esa colonia, quien iba a morir a fines de ese mismo año. El perisodáctilo, que en algunas fuentes aparece llamado Ganda, le había sido obsequiado por Muzafar II, rico Sultán de Ahmedabad y gobernador Khambhat, en el protocolo diplomático de intercambio de regalos, sacándolo de su propio zoológico particular. Sin contar con un lugar apropiado y cómodo para tener la extraña mascota, Albuquerque lo envió a Portugal a principios de ese año, para la ostentación del soberano Manuel I.
Tras el largo viaje de cuatro meses por aguas del Índico y África, el mamífero causó asombro entre los ciudadanos europeos, pues se trataba de un animal sumamente desconocido para el mundo occidental, a pesar de que los romanos imperiales habían tenido contacto con algunos especímenes en su tiempo.
Hay información muy interesante sobre este suceso histórico en libros como "El Rinoceronte de Alberto Durero" de Dieter Salzgeber y "Los Rinocerontes: desde Dürer hasta Stubbs. 1515–1799" de T. H. Clarke. Cuenta allí este autor que el monstruo de la India pudo haber influido incluso en que se colocaran en la hermosa Torre de Belém, que por entonces recién se construía en Lisboa, algunas gárgolas con cabeza de rinoceronte, como homenaje al visitante.
Por su parte, Herbert Wendt señala en "El descubrimiento de los animales" que el rinoceronte vino a funcionar como una especie de confirmación cultural aunque resignada a la leyenda del unicornio, de la misma manera que focas y lobos marinos lo fueron de las sirenas. La gente asistía en masa al zoológico particular de fieras del Palacio de Ribera de Manuel I para ver al monstruo indio y confirmar que eran verdaderas aquellas historias sobre extraños animales de Oriente, cual si pudiesen observar en vivo un dragón, un grifo o una quimera.
Autorretrato de Alberto Durero.
Dibujo a tinta del rinoceronte, producido por Durero en 1515.
EL RINOCERONTE DE DURERO
Mientras esto sucedía en Portugal, muchos ciudadanos esparcían por el resto de Europa la noticia de la presencia del rinoceronte en la península. Un comerciante de Moravia llamado Valentín Ferdinand, maravillado con la bestia, había enviado a Nuremberg a uno de sus amigos bávarios una carta fechada en junio de 1515, describiendo con asombro la criatura que podía verse en Lisboa, documento del que sólo sobrevive una traducción al italiano que está actualmente a resguardo de la Biblioteca Nacional Central de Florencia. Casi al mismo tiempo, otro habitante del puerto portugués cuyo nombre no está claro, hace llegar también a Nuremberg una carta sobre el mismo asunto, pero acompañada de un dibujo sencillo retratando el aspecto de la criatura.
Esta última ilustración cayó en manos del artista Alberto Durero, quien se sintió inmediatamente interesado por el modelo original que hubiese tenido el anónimo dibujante y quiso elaborar su propia representación gráfica del mismo. Algunas fuentes indican que quien entrega la carta y el dibujo a Durero es Konrad Peutinger, y que dicho documento sería la misma correspondencia enviada por Ferdinand.
Durero realizó tres dibujos del sorprendente rinoceronte, basándose en las descripciones de la carta y en el deficiente esbozo que venía inserto en la misma, dos de ellos ejecutados a tinta y uno por método de grabado xilográfico, agregándole una reseña que parece estar basada en la descripción hecha por el cronista y sabio romano del siglo I Plinio el Viejo, en su "Naturalis Historia", aunque con una errata en el año que señala el artista como aquel del arribo del animal a Portugal:
"En el primero de mayo del año 1513, el poderoso Rey de Portugal, Manuel de Lisboa, trajo semejante animal vivo desde la India, llamado rinoceronte. Ésta es una representación fiel. Tiene el color de una tortuga moteada y está casi completamente cubierto de gruesas escamas. Es del tamaño de un elefante, pero tiene las patas más cortas y es casi invulnerable. Tiene un poderoso y puntiagudo cuerno en la punta de su nariz, que afila en las rocas. Es el enemigo mortal del elefante. El elefante se asusta del rinoceronte, pues, cuando se encuentran, el rinoceronte carga con la cabeza entre sus patas delanteras y desgarra el estómago del elefante, contra lo que el elefante es incapaz de defenderse. El rinoceronte está tan bien acorazado que el elefante no puede herirle. Se dice que el rinoceronte es rápido, impetuoso y astuto".
Pero a pesar del ajuste a las proporciones y la distribución de placas o pliegues dérmicos que puso de forma relativamente correcta en un animal que no había visto nunca, el dibujo de Durero estaba lejos de ser una "representación fiel" y, por el contrario, generó un extraño error que perduró por larguísimo tiempo más en Europa.
Rinoceronte de Durero, en otro de sus famosos grabados.
Extraña y deforme versión publicada por Ambroise Paré.
LAS IMPRECISIONES DEL GRABADO
El rinoceronte de Durero aparece revestido de formidables caparazones, con escamas reptilianas y hasta un pequeño cuerno adicional sobre el lomo, al final del cuello, además de perfiles aserrados y extrañas excrecencias que semejan un poco la textura real de estos mamíferos, pero exageradas hasta la fantasía, pareciendo más bien un enchapado o tachonado con remaches sobre su piel. También muestra una pequeña barba y una especie de collar natural membranoso.
Al instante, entonces, el tropiezo del artista comenzó a expandirse y se cree que fueron producidas unas 5.000 copias de esta obra del autor, sólo antes de su muerte.
Aunque Durero no haya visto jamás a la criatura y gran parte de su exagerada representación del mismo pueda ser sólo una combinación de la imaginación del artista con la mala descripción del testigo, se ha conjeturado que el rinoceronte de Durero pudo ser una combinación equivocada de la anatomía del animal con armaduras o decoraciones que debieron habérsele adicionado al animal real para exhibiciones de combates, pero esto no pasa de ser una interpretación informal y muy especulativa, aunque bastante sugerente. También se ha dicho que Durero quiso darle un aspecto más primitivo, casi prehistórico, pero no es seguro que gráficamente existiera ese concepto por entonces, ya que la fauna paleontológica era muy desconocida en la época.
Una teoría muy interesante y pobremente difundida aparece en el libro de Wendt, sugiriendo que el aspecto del animal pudo haber sido en realidad una patología cuyas consecuencias se creyeron eran características propias de la especie:
"Por desgracia, debido a su largo cautiverio en el cobertizo del barco, le salieron numerosas excrecencias córneas en la piel -fenómeno que, por otra parte, aparece muy a menudo en los antiguos rinocerontes acorazados también en los parques zoológicos-. Pero el dibujante portugués que contempló asombrado en Lisboa a este animal extranjero creyó que estas tumefacciones, callosidades y excrecencias las tenían todos los rinocerontes auténticos y así realizó su esbozo. Y Durero, que no pudo ver nunca el animal que en poco tiempo se hizo mundialmente famoso y sólo consiguió hacerse con el dibujo portugués, tuvo que llegar lógicamente a la misma conclusión".
Rinoceronte de Penni, de 1515, muy impreciso e indefinido.
Rinoceronte de Burgkmair, también de 1515 pero mucho más exacto.
EL ERROR SE EXPANDE Y EL ANIMAL MUERE
Ese mismo año en que Durero presentaba su grabado, su compatriota y adversario profesional Hans Burgkmair realizó en Augsburg otro conocido dibujo a tinta del rinoceronte de Lisboa, pieza que hoy está en las colecciones Museo de La Albertina de Viena. Aunque pudo estar basado en el mismo trabajo de Durero, se sabe que Burgkmair mantenía contacto con mercaderes de Lisboa y de Nuremberg que pudieron darle una descripción más fiel del animal, la que se refleja en su trabajo. Por esto le habría agregado también detalles muy apropiados, como las amarras inmovilizándolo por los pies. Su aspecto era mucho más cercano a lo exacto, sin las escamas, cuernillos adicionales ni texturas fabulosas; pero por alguna razón, su dibujo no llegó a ser tan popular como el de Durero, frustrando toda posibilidad de corregir la versión equivocada que ya se expandía.
Con el error rápidamente difundido, Giovanni Giacomo Penni publicó también en 1515 su trabajo "Forma & natura & costumi de lo Rinocerothe", que actualmente está en la Biblioteca Colombina de Sevilla. Su imagen -que puede estar basada en la de Durero o en el erróneo boceto que circulaba por Europa y que también inspiró a éste- es una abstracción total del animal, reflejo del imaginario colectivo que se estaba creando del mismo, con una criatura que, si bien muestra también sus patas encadenadas, ofrece un aspecto como de criatura mitológica y mezquino talento del dibujante.
En tanto, el emperador portugués -quizás ya cansado de la verdadera criatura- intentó organizar una pelea pública entre la bestia y uno de los elefantes blancos de sus jardines de criaturas exóticas, el Domingo de Trinidad del 3 de junio de ese año, pues se creía que ambas especies eran enemigas, por las afirmaciones de Plinio el Viejo. Sin embargo, el experimento resultó en un fiasco: los animales se asustaron amedrentados por los gritos de la muchedumbre y el estrés de la situación. Así, perdiendo el interés y sin saber qué hacer con el rinoceronte, Manuel I decidió regalarlo al Papa León X, como una zalamería para mantener monopolios comerciales de las flotas portuguesas en aguas de Oriente, tras el descubrimiento de la ruta de Vasco de Gama en 1548. El pontífice, que ya había recibido hacía poco tiempo y del mismo soberano a un elefante llamado Hanno, aceptó el nuevo regalo y así el rinoceronte fue embarcado desde Lisboa en diciembre, junto con varios otros regalos y valiosos obsequios.
Tras pasar provisoriamente por Francia hacia la última semana de enero de 1516 y ser observado allí por el propio Rey Francisco I, el animal encadenado y enjaulado salió embarcado otra vez. Pero la desgraciada existencia de sus últimos años de vida acabó dramáticamente en el camino hacia Roma, cuando la nave que lo transportaba naufragó en la costa ligurina de Portovenere, al Norte de La Spezia, a causa de un inesperado temporal. Su pesado cadáver fue arrastrado hasta las costas de Villefranche-sur-Mer, donde se lo recuperó y envió de regreso a Portugal, para que taxidermistas lo disecaran y rellenaran con paja y aserrín.
Así fue embarcado otra vez a Roma, donde finalmente llegó pero ya convertido en esto, antes de terminado el año, sin causar gran asombro ni las explosiones de interés popular que había visto en vida. Artistas renacentistas como Rafael Sanzio y su alumno Giovanni da Udine pudieron contemplarlo en la exposición, antes que desapareciera misteriosamente hacia la década siguiente, quizás durante el pillaje y los incendios del Saco de Roma de 1527.
Pelea de rinoceronte y elefante, según las publicaciones de Paré.
Versión del rinoceronte publicada por Aldrovandi.
CASI TRES SIGLOS EQUIVOCADOS
Muerto ya el rinoceronte pero visible su cuerpo disecado en Roma, el error desatado por las ilustraciones de Durero seguía expandiéndose. Las reproducciones de su grabado continuaron por el resto del siglo XVI, con casos como la "Cosmographie" de Sebastián Munster en 1540 y los grabados de Ambroise Paré, donde también se insiste en la fábula de los rinocerontes y los elefantes como "enemigos mortales"; incluso salta como símbolo heráldico al blasón militar que Alessandro de Medici adoptada hacia esos mismos años. Vuelve a verse la imagen en la "Historiae Animalium" de Conrad Gessner, en 1551 y en un grabado a color publicado por el naturalista italiano Ulisse Aldrovandi, de 1599, quien aportó también información sobre la historia del rinoceronte real que se suponía representado en estas ilustraciones.
Las copias y versiones derivadas del trabajo original de Durero se perpetuaron todavía en la centuria siguiente, llegando a extravagancias tales como la extraña criatura que publica Jacobus Typotius en sus últimos años de vida, que ya parece una especie de cerdo gigante con un cuerno en la nariz y otros en el lomo. Reaparece el rinoceronte acorzado en la "Histoire of Foure-footed Beastes" de 1607, de Edward Topsell y varios otros ejemplos de aquella centuria.
Recién con la publicación de dibujos más precisos en trabajos como los del naturalista Georges Louis Leclerc, Conde de Buffon, en el siglo XVIII y la llegada de unos cuatro rinocerontes más a Europa en distintos años después de Ganda, comienza a quedar atrás el error iniciado por Durero, aunque en el imaginario popular y en la caricatura la imagen del animal con corazas y placas defensivas persistió por larguísimo tiempo más, siendo todavía posible de ver en algunos dibujos animados infantiles de mediados del siglo pasado, particularmente con un repetido chiste de un rinoceronte acorazado que, al estornudar, perdía toda su engañosa armazón protectora y quedaba reducido a un famélico y enfermo animal que se escondía dentro de su escudo natural.
Pero no fue la única vez que el rinoceronte generó errores en sus representaciones en la historia del mundo. En China, por ejemplo, se conocieron algunas versiones de animales parecidos a caballos peludos con tres cuernos en la nariz y una concha de tortuga en la espalda, claramente inspirados en el mismo mamífero, y en África hubo también efigies de rinocerontes más bien con aspecto de alguna clase de estilizado animal corredor con un cuerno nasal enorme haciéndolo reconocible.
El rinoceronte de Durero ha reaparecido muchas veces en el arte, la literatura y la cultura popular, pero ya no como una confusión, sino como una excentricidad de la zoología primitiva y de la iconografía histórica.
Grabado más real de rinoceronte, publicado por Georges Louis Leclerc, siglo XVIII.
Auténtico rinoceronte indio, en imagen del sitio web de "Seres Fantásticos".
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