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EL PALACIO DEL REAL TRIBUNAL DEL CONSULADO Y LA PRIMERA JUNTA NACIONAL DE GOBIERNO: EL EDIFICIO EN DONDE COMENZÓ EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DE CHILE

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El Palacio del Consulado hacia 1920, con la estatua de don Andrés Bello en su exterior y la inscripción de la Biblioteca Nacional en la fachada. Fuente imagen: Biblioteca del Congreso Nacional.
Coordenadas: 33°26'20.5"S 70°39'10.1"W
Debo confesar que soy de los porfiados que sí creen en que las Fiestas Patrias de nuestro 18 de septiembre justifican celebrar también el concepto de la Independencia de Chile, no sólo la Primera Junta Nacional de Gobierno. Así lo entendió el General José Miguel Carrera, de alguna manera, al instruir en su gobierno -al año siguiente- la celebración del primer aniversario de la Junta. Y cuando la República por fin estuvo solidificada, el Gobierno de Manuel Montt celebró el 50° aniversario de la Primera Junta con la erección del obelisco conmemorativo en plena Alameda de las Delicias.
Así lo entendieron también las autoridades de la organización republicana y de primeros años de la estabilización política, permitiendo que esta fiesta se mantuviese de entre las tres que había al año asociadas a la lucha de la Independencia, incluyendo las del aniversario de Chacabuco y Maipú. Sólo aquella conmemorando el hecho ocurrido en el edificio del que ahora intentaré hacer un pequeño caudal a modo de reseña, se mantuvo como nuestra definitiva fecha de Fiestas Patrias.
No siempre parece muy arraigado el concepto de conmemorar los procesos históricos en su exacto origen, por este lado del mundo, sino más bien en su conclusión. Sin embargo, así como la Guerra del Opio partió con el bloqueo decretado por del emperador Daoguang o la Primera Guerra Mundial lo hizo con el asesinato del Archiduque Franz Ferdinand, las cruzadas de la Independencia en Chile necesitaron de un hecho concreto detonante, correspondiente a la formación de la Primera Junta Nacional de Gobierno. Y aunque se ha repetido hasta el hastío que fue un acto de sumisión y de lealtad a la corona más que uno de rebeldía, fueron independentistas quienes estaban detrás de esta acción, aprovechando la oportunidad histórica dada por la invasión napoleónica en España y en el momento en que se bosquejaban las corrientes políticas de la emancipación que harían frente a las de los realistas.
Como se sabe, el liderazgo de aquella Primera Junta recayó en el ya anciano y próximo a morir don Mateo Toro y Zambrano, el Conde de la Conquista, de corazón realista pero sobrepasado completamente por la situación y por el clamor popular del "¡Junta queremos!". Sintiéndose obligado a llamar al Cabildo Abierto del 18 de septiembre de 1810, que fue convocado por invitación, decidió renunciar a su cargo de Gobernador Real de Chile y comunicarlo en el mismo encuentro junto a su secretario José Gregorio Argomedo.
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IGLESIA DE SANTA LUCRECIA: LA PARROQUIA DE LA BENEFICENCIA DEL BARRIO HUEMUL

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La entonces pequeña iglesia de calle Placer, junto a los edificios de La Gota de Leche (izquierda) y el Asilo de las Madres (derecha), en el folleto "Población Huemul: inauguración de la Sección Beneficencia", de 1918. Se observa la cruz sobre chapitel que tenía el templo en su torre, originalmente.
Coordenadas: 33°28'34.2"S 70°39'03.7"W
Es preciso hablar de la historia del conocido Barrio Huemul de Santiago para poder abrirse paso en la de su Iglesia de Santa Lucrecia, uno de los símbolos arquitectónicos más característicos de aquellas cuadras cercanas cercanas al final de calle San Diego y los mercados Matadero, Franklin y Bio-Bío.
Como se sabe, el Gobierno de Germán Riesco promulgó en 1906 la Ley N° 1.838, que permitió construir con ciertas facilidades y bajo la evaluación de "higiene" del  Consejo Superior de Habitaciones Obreras, conjuntos habitacionales obreros que resolvieran las necesidades que afectaban por entonces a muchas familias de las clases trabajadoras. Eran, además, tiempos influidos por la floreciente Doctrina Social de la Iglesia, luego de conocida la famosa Encíclica Papal "Rerum Novarum" de 1891 y dada la persistencia de las cuestiones sociales derivadas de la sociedad industrializada.
Por aquellas razones, entre 1911 y 1918, la Caja de Crédito Hipotecario hizo construir un vecindario propio en el sector industrial que se había formado en el ramal del Ferrocarril del Llano de Maipo que salía desde la estación Ñuñoa (actual sector de Estación Metro Ñuble) hacia el poniente, doblando por encima de la Avenida Vicuña Mackenna (puente del sector Copesa y ex viña Manquehue) para enfilar entre galpones y grandes fábricas hacia el Oeste, por el actual Parque Santa María y la calle Centenario (pasando por donde ahora están las Estaciones Metro Bio Bio y Franklin). Este ferrocarril terminaba conectando con las vías de la Estación Central, por el sector de la Población San Eugenio.
El pintoresco nuevo vecindario surgido de aquel proyecto, el Barrio Huemul, muy cercano a la Estación San Diego del ferrocarril, se constituyó así con la lógica de los campamentos obreros y con gran autosuficiencia como la que se podía ver, por ejemplo, en las oficinas salitreras del Norte Grande, pues los residentes contaban con oficinas públicas, escuelas, plaza, biblioteca, comercio, teatro, hospital y, por supuesto, un lugar apropiado para el servicio religioso, cual pequeña ciudadela.
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OBSERVATORIO INTERAMERICANO DE CERRO TOLOLO: UN SANTUARIO DE LA ASTRONOMÍA EN LA CIMA DE REINOS ENCANTADOS

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El flamante Observatorio de Cerro Tololo en los años sesenta. Imagen perteneciente al Pool fotográfico de Revista VEA. Fuente imagen: Catálogo Fotográfico Patrimonial del Museo Histórico Nacional.
Coordenadas: 30°10'09.3"S 70°48'23.2"W
La experiencia del pasado Eclipse Solar de junio 2019, ha dejado una huella interesante en el Valle de Elqui, como suele suceder con todo gran evento astronómico. Lo mismo ya sucedió en 1986 con el paso del famoso cometa Halley, a pesar de lo muy débil que resultó aquel avistamiento y del exceso de publicidad que se hizo alrededor del mismo. Y es que el turismo astronómico ha sido una de las más interesantes ofertas culturales del mismo valle, logrando grandes avances y desarrollo especialmente en las últimas décadas.
Gran parte de la seducción del turismo astronómico en esta provincia de la Región de Coquimbo, la ha traído a la historia local la notoria presencia del Observatorio Internacional de Cerro Tololo (CTIO), el principal de los varios que ya existen por todo el valle, a pesar de que no está permanentemente abierto a los visitantes, ya que estos deben realizar un trámite con anticipación si acaso quieren conocerlo.
La historia del Cerro Tololo, sin embargo, reúne en su ubicación tutelar sobre el valle a la ciencia con el mito, casi tal como se cree que la astrología fue para el conocimiento humano, como el preámbulo y generador de las auténticas ciencias astronómicas. Su nombre recuerda una ciudad maravillosa perdida en los cordones montañosos del Norte Chico de Chile, otra más de tantas que palpitan en los mapas de la imponente geografía nacional, con la leyenda de la Ciudad de los Césares como la más célebre y buscada de todas.
Tolopampa o Tololo Pampa es una mítica ciudad encantada de las cordilleras del Desierto de Atacama, de la que haremos caudal en algún futuro artículo. Su ubicación es discutida, pero generalmente se la sitúa en la Región de Atacama, un poco más al Norte del Valle del Huasco. Se trata de una hermosa ciudadela o pueblo resplandeciente que ilumina el horizonte, al que llegan mineros, arrieros y viajeros extraviados, desapareciendo cuando se retiran de ella. Su nombre se debería a la soberana que vive en ella: la Princesa Tololo Pampa.
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LA GRUTA DE LA VIRGEN VIGILANTE EN LA CIUDAD DE CHAÑARAL

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Ladera del cerro en Chañaral, en 1997. Se distingue la Gruta de Lourdes y la explanada semicircular (sobre el lugar en que está el camión) con su aspecto en esos años, carente de los buenos senderos de concreto que tiene hoy.
Coordenadas: 26°21'00.1"S 70°37'26.8"W
Si bien su veneración está presente en todo Chile, por alguna razón la Virgen de Lourdes parece ser muy popular en tierras nortinas, abundando los altares y grutas dedicados a su devoción. Uno de ellos se encuentra hacia el Sur del área urbana de Chañaral, en la Región de Atacama. Está en la ladera del cerro Mogote Rayado, la que da hacia la costa en Punta Piedra Negra, al inicio de los cerros de la Cordillera de las Ánimas y con la altura apropiada para ser vista desde desde toda la ciudad.
Esta gruta ha concentrado gran parte de la fe de los habitantes de Chañaral a lo largo de su historia. No siendo una de las más antiguas del Norte de Chile, sin embargo, ocupa quizá el segundo lugar más importante para los creyentes católicos, después de la céntrica Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, ubicada frente a la Plaza de Armas. Tal como sucede en otras sedes de adoración hacia esta advocación en el país, los mineros y sus familias fueron particularmente fieles al pequeño santuario que se montó en la gruta, con al figura de la Virgen de Lourdes como protagonista.
Sin embargo, la gruta abierta entre las roqueras del cerro ha cambiado mucho desde sus orígenes, cuando era un rústico socavón de difícil acceso, con senderos brutos empinados y a prueba de resbalones, hasta donde rara vez podían llegar los devotos más ancianos, debiendo resignarse con contemplar u orar desde abajo, en la ciudad de escalinatas y calles inclinadas. Hoy, después de varias mejoras con el tiempo y de una radical remodelación del lugar en años recientes, es un sitio de acceso bastante fácil y más visible que antaño.
La historia de esta gruta tan simbólica para la ciudad de tradición minera, comienza con la llegada a Chañaral del párroco Pedro Vega Gutiérrez, en 1931, según información que se maneja en la propia parroquia. El padre Vega era de origen ovallino, oriundo de Tulahuén, y además del hábito se desempeñaba como periodista, poeta y escritor. Tras ordenarse sacerdote en 1925, ejerció sus labores apostólicas en varias localidades de sus tierras en el Norte Chico: Vicuña, Chañaral, Mincha, Tongoy y otros poblados.
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EL CRISTO CRUCIFICADO DE LA CAPILLA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO: UN VENERADO ENIGMA EN LA BASÍLICA DE SAN PABLO DE EXTRAMUROS DE ROMA

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Coordenadas: 41°51'31.7"N 12°28'37.9"E
El segundo templo más grande de Roma, después de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, es el de San Pablo de Extramuros (Basilica di San Paolo Fuori le Mura), ubicado entre la Piazzale San Paolo y la Via Ostiense, casi a orillas del río Tevere (Tíber). Fue construido sobre la tumba de Saulo de Tarso, el personaje más importante en la fundación del cristianismo después de Jesús y del Apóstol Pedro, de acuerdo al rol que le asignan las sagradas escrituras.
De proporciones impresionantes, el edificio basilical cuenta con una nave mayor famosa -entre otras cosas- por la presencia de los retratos de todos los papas en lo alto, imágenes bastante conocidas en la iconografía religiosa y sobre las que pesa la leyenda de que, cuando se acaben los espacios vacíos en la secuencia para colocar los rostros de los papas que faltan en la historia venidera, la Iglesia Católica Apostólica Romana se acabará para siempre. Otras cuatro naves corren a los costados como dos pasillos paralelos a cada lado de la mayor. La decoración es exquisita, y la cantidad de reliquias que se encuentran acá constituyen otro de los famosos tesoros culturales de la Iglesia en Roma.
Al final de las naves laterales al costado izquierdo del conjunto, avanzando hacia el fondo del templo y por atrás del enorme presbiterio con altar, artísticos murales y baldaquino, están dos hermosas y veneradas capillas: la de San Estéfano (con una figura del santo en su altar) y, a su lado derecho, la del Santísimo Sacramento, ambas alineadas con el final de los pasillos de las referidas naves laterales. En el ala opuesta del crucero, en cambio, están las capillas de San Lorenzo y la de San Benedetto.
En la Capilla del Santísimo Sacramento, se encuentra sobre su altar una de las imágenes más extrañas de la historia del arte sacro medieval, además de ser una de las más desconocidas a pesar de la historia que se ha tejido alrededor suyo: un Cristo en la Cruz, tallado y policromado, que guarda en su aspecto con el cuello torcido un extraño enigma y la historia de un supuesto milagro involucrando a Santa Brígida.
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DOS MONUMENTOS EN UNO: EL IV CENTENARIO DE ANGOL Y EL HOMENAJE A DON PEDRO DE OÑA (MÁS UNA BIOGRAFÍA DEL PRIMER POETA DE CHILE Y DE AMÉRICA HISPANA)

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Inauguración del monumento a Pedro de Oña en Angol, 24 de octubre de 2011. Fuente imagen: website de Radio Nahuelbuta.
Coordenadas: 37°47'55.3"S 72°42'18.2"W
Al cruzar el río Rehue o Vergara por el también llamado Puente Vergara de Angol, en la Región de la Araucanía, el viajero se encuentra casi de frente con el Monumento a don Pedro de Oña en su pequeña plaza, personaje que representa otro de los orgullos históricos de los angolinos como primer poeta de Chile y de la América Hispánica, montado sobre un pilar que conmemora el cuarto centenario de la ciudad.
El Club de Leones de Angol inició la historia de este monumento. El grupo fue fundado el 9 de febrero de 1952 por iniciativa del vecino don Ginés Merino, contando con el apoyo del del representante especial y Secretario General del Área Andina de Lions International, don Francisco Javier Díaz Salazar. Su primer directorio fue presidido por el Dr. Mauricio Heyermann Torres, el célebre "médico de los pobres" con destacado desempeño en el Hospital de Angol, mientras que Merino asumió como secretario y el Dr. Eduardo Strube París como tesorero. Todos eran vecinos connotados de la ciudad angolina.
Dos de las primeras marcas del club en Angol, fueron organizar y ejecutar la instalación de una placa recordatoria de don Pedro de Oña, en el Liceo de Hombres, y la donación de un pilar conmemorativo de los 400 años de la ciudad. Éste último corresponde a una obra de piedra encargada al escultor y cantero Abel Meneses, recordado por haber sido fabricante de los adoquines de la ciudad en el Fundo Deuco, valiéndose de material de las famosas e históricas Canteras de Deuco, en la misma comuna.
La proximidad del obsequio conmemorativo en el mismo sector de plazoletas que está hoy, fue anunciada por el diario local "El Malleco" del 5 de septiembre de 1953, bajo el título "Monolito recordatorio para Centenario":
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UN MAUSOLEO VACÍO: EL MEMORIAL DE LOS MÁRTIRES DE SANTA MARÍA DE IQUIQUE EN EL CEMENTERIO N° 3

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Imagen de prensa, mostrando el acto de inauguración del monumento. Fuente imagen: diario "La Tercera" del domingo 9 de diciembre de 2007.
Coordenadas: 20°13'05.4"S 70°08'02.7"W
He publicado varias veces en este blog algunos textos relacionados con la Masacre de la Escuela Santa María de Iquique (21 de diciembre de 1907) y sus consecuencias, ya que aquel trágico suceso conforma un aspecto indivisible de la historia urbana, patrimonial y obrera del Norte Grande de Chile; un antes y un después de alguna manera, muy especialmente de Tarapacá.
En uno de aquellos referidos artículos, vimos algo sobre el primer monumento que tuvieron las víctimas en Iquique, en la fosa del desaparecido Cementerio N° 2 de la ciudad, correspondiente a un mausoleo con la estatua de un obrero salitrero en la cúspide. Un memorial basado en aquél fue reconstruido en el frente del Cementerio N° 1 de calle 21 de Mayo con San Martín, para el centenario de la Masacre de Santa María de Iquique. Desde entonces, éste parece ser el más importante homenaje que existe en la ciudad para los obreros caídos aquella aciaga jornada de 1907, o al menos el más conocido. Hemos hablado del mismo en otro artículo de este sitio.
Sin embargo, la ciudad posee otro monumento con el mismo espíritu y homenaje, en gran parte también basado en el desaparecido mausoleo, su materialidad de madera y la figura de un obrero sobre él, aunque por alguna razón no es tan conocido ni visitado. Fue levantado dentro del Cementerio N° 3 en Pedro Prado (hoy Salvador Allende) con Bernardo O'Higgins, casi enfrente de la entrada, al inicio de la calle interior Vicente Zegers de la necrópolis. Técnicamente, de hecho, éste es el oficial de la conmemoración del centenario, aunque las circunstancias que veremos opacaron su importancia, realzando más el del Cementerio N° 1.
Como puede recordarse, este cementerio tuvo protagonismo en el centenario de la masacre, ya que a pesar de ser el más nuevo de los camposantos "históricos" en Iquique, contenía la fosa en la que supuestamente habían sido trasladados los restos de los masacrados, hacia los años cincuenta. Empero, al tratar de ser ubicados los restos a partir de julio de 2007, no pudieron ser identificados como tales, dejando abierto hasta ahora un misterio que no ha sido resuelto, sobre el destino de los cuerpos.
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GRATITUDES DE MATILLA PARA EL RECUERDO DEL "CHINITO" JUAN LEE

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Coordenadas:  20°30'51.76"S 69°21'40.57"W
Los oasis chilenos al interior de la Provincia del Tamarugal, en la Región de Tarapacá, mantienen memorias de una infinidad de personajes populares que forman parte de la historia de cada poblado en el que construyeron su recuerdo, pero resultando desconocidos para el resto del país e incluso en las ciudades más cercanas a estas localidades, infelizmente.
San Antonio de Matilla está en la comuna de Pica y a sólo unos pocos kilómetros más al poniente en el célebre vergel de los cítricos, frutas tropicales y piscinas cochas en medio del desierto tarapaqueño. Hace un tiempo comenté algo en este sitio sobre el fascinante pueblito matillano, a propósito de la desaparecida industria vitivinícola y del vetusto lagar colonial que existieron acá. Uno de estos curiosos personajes suyos es recordado frente a la esquina Sur-oriente de la Plaza de Armas de Matilla, a escasa distancia del templo de San Antonio: el Chino Lee, con un pequeño memorial instalado por la municipalidad y los propios vecinos.
Juan Lee, apodado cariñosamente el Chinito, era un comerciante de ese origen instalado en Iquique y en Matilla. En esta última localidad tenía un pequeño almacén de abarrotes y mercaderías varias, en una de las esquinas cerca de la plaza. Posible descendiente de esclavos culíes liberados en suelo peruano por los chilenos durante la Guerra del Pacífico, Lee era un hombre muy generoso, un benefactor, reconocido como un vecino solidario y caritativo, por lo que muchos matillanos le tenían especial afecto al personaje.
Al parecer, Lee tuvo una relación con el radicalismo en Tarapacá y un hermano llamado José lo ayudaba en las actividades de ventas y negocios. Es, en general, muy poco lo que se sabe en la región sobre lo que fuera su vida y su origen, a pesar del cariño que genera la casi leyenda de caridad asociada a su nombre.
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FOLKLORE Y TRADICIONES DEL VELORIO DEL ANGELITO

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Un auténtico Velorio del Angelito, con la familia Cisternas Valencia de Loncura, Región de Valparaíso, en 1943. Fuente imagen: Sitio web del Museo Campesino en Movimiento (MUCAM).
Hace muy poco, confirmamos que está instalado bajo el panteón de acceso al Cementerio General de Recoleta, en el vestíbulo, un montaje reproduciendo la escena del llamado Velorio o Velatorio del Angelito, forma de despedida de niños pequeños alguna vez popular en los estratos modestos y campesinos de Chile. Se observa en ella la efigie de un bebé sentado en su altar funerario (un muñeco, más bien), vestido de blanco y con decoraciones del mismo color, despidiéndose de su breve paso por la tierra para proceder a entrar con boleto directo y sin escalas al Cielo de los Justos, privilegio que sólo tienen los santos y los infantes muertos prematuramente... Es decir, los angelitos.
Muchos folklorólogos, antropólogos e investigadores costumbristas han tomado notas importantes sobre esta tradición en Chile, como Rodolfo Lenz, Oreste Plath, Fidel Sepúlveda, Manuel Dannenmann, Miguel Jordá, Maximiliano Salinas y, más recientemente, la dupla de Danilo Petrovich y Daniel González. Con su esfuerzo, han ayudado a compensar en buena parte la falta de información que existe sobre esta antigua costumbre, tal vez mirada a menos por estar asociada a las capas marginales y más pobres de las sociedades, con el desprecio de las instituciones muchas veces.
El tema del Velorio del Angelito ha sido, sin embargo, de una enorme atracción para artistas, pintores y folkloristas, todavía en nuestra época. Margot Loyola, por ejemplo, trató también el tema y nunca olvidó haber asistido en Linares, siendo muy niña, a uno de estos eventos fúnebres, como se comenta en el trabajo de Sonia Montecino Aguirre titulado "Mitos de Chile: Enciclopedia de seres, apariciones y encantos". La fallecida era una pequeña llamada Melania Zuñiga, y en la ocasión, Margot se encaramó en un pequeño piso para tocarle el rostro a la niña ángel, muy bien pintado y con los ojos abiertos gracias a palitos de escoba (curagüillas).
Su colega y amiga Violeta Parra, más tarde, puso mucha atención a las tradiciones del angelito en los campos chilenos, escribiendo algún texto al respecto y dejando para la posteridad el famoso tema "Rin del angelito", uno de los más importantes y hermosos registros musicales suyos, de 1966, que dice inspirado en esta clase de velatorios:
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EL LEGENDARIO TEATRO Y CENTRO DE EVENTOS DE "EL TROLLEY"

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El edificio de "El Trolley", en sus últimos días. Fuente imagen base: blog "El Trolley": Resistencia Cultural Subterránea.
Coordenadas: 33°26'7.31"S 70°39'30.41"W
Cuesta hacer un relato preciso de un lugar como "El Trolley" de Santiago, del que todos quienes lo conocieron parecen recordarlo con un cariño generacional, cuando nuestra impresión no fue tan ajustada a la de esa gran mayoría, debo confesar. La mía, particularmente, coincide mucho más con la muy escueta y crítica de Roberto Merino en "Todo Santiago: crónicas de la ciudad", que con otras que llegan a describirlo con algún grado de elogio.
Junto con otros refugios de la bohemia contracultural de esos años en la capital chilena, como el "Garage" de Matucana 19 o después el mítico patio de Serrano 444, "El Trolley" con su galpón de pino Oregón, fue un símbolo de los años ochenta y de la resistencia cultural y política de entonces, aunque diría que la idealización ha hecho lo suyo y, de este modo, generaciones más nuevas de tribus urbanas adoptaron una impresión un tanto exagerada de todo lo que llegó a ser: su importancia real, sus proporciones ("inmensas", según las define un autor), la cantidad de artistas que allí se presentaron, etc.
El singular espacio se ubicaba en un caserón con sala de teatro, de dos niveles al frente  y de principios del siglo XX en su simplísimo estilo, en calle San Martín 841. Esto es entre Vicuña Subercaseaux y San Pablo, pleno centro de Santiago y a escasa distancia del Teatro Teletón (ex Casino Las Vegas), del Instituto Traumatológico, la antigua terminal de buses de Mapocho (ya desaparecida) y, lo que era peor para muchos de sus parroquianos, del Cuartel General Mackenna de la Policía de Investigaciones.
En medio del barrio, el Centro de Eventos "El Trolley" no pasaba tan advertido entre tanta casa vieja de entonces. Si no había un choclón de gente afuera en alguno de sus eventos y vestida a la usanza más dadaísta, como era lo habitual, alguien distraído podía hasta pasarse de largo buscándolo.
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EL ÚLTIMO DE LOS CINCO CEMENTERIOS DE MEJILLONES

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Fuente imagen base: Sitio web de la Ilustre Municipalidad de Mejillones.
Coordenadas: 23°06'19.8"S 70°25'34.5"W
No es uno de los camposantos más grandes de Chile, ni de los más espectaculares, tal vez. Tampoco es del tipo laberinto de nichos decimonónicos, en su caso careciendo de los mausoleos más ostentosos y aristocráticos que abundan en otros recintos funerarios. Sin embargo, el Cementerio Municipal de la ciudad de Mejillones, en la Provincia de Antofagasta, sigue siendo uno típico del Norte Grande, particularmente del territorio salitrero, y no deja de ser uno de los más interesantes del Chile tanto por su historia, sus características y algunos de sus personajes allí sepultados.
Ubicado en el borde Sur de la Ruta B-262, la misma que pasa a ser la avenida Andalicán a partir de la entrada a la ciudad, este cementerio se sitúa enfrente del barrio industrial del puerto y en los límites del área urbana, aunque no tan retirado para quien quiera ir a pie bajo el inclemente Sol atacameño, quizá.
Se puede llegar a él pasando el cruce de la vía férrea, esa en donde el hiperquinético y enérgico alcalde Marcelino Carvajal Ferreira, que estuvo en el cargo desde 1992 a 2016, hizo colocar los discos "Pare" con la palabra también en coreano, luego que inmigrantes de esta nacionalidad residentes en la ciudad no lo acataran y se excusaran diciendo que no entendían la señal en castellano. Algún accidente ha ocurrido allí por esta clase de desobediencias, según se recuerda.
A pesar de ser un cementerio histórico, el de Mejillones es, sin embargo, sólo el último de cinco que tuvo antes la ciudad. Es muy posible que hayan existido otros anteriores de origen indígena, de hecho, según evidencia arqueológica hallada entre 1987 y 1999 en el lugar que ocupa la planta de la Compañía de Explosivos Enaex en la avenida de la Compañía de Fertilizantes de Mejillones, junto a la costa y cerca de un kilómetro hacia el Nor-poniente del actual cementerio. También se han realizado hallazgos en los sectores de Cerro Moreno y Los Canastos, más al Sur.
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UNA CAPILLA PARA NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA EN LAS ALTURAS DE SANTIAGO

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La capilla, ya cerca de ser concluidas las obras de su construcción, en 2011. Fuente imagen base: sitio web de Plataforma Arquitectura (fotografía de N. Quezada y R. Sotomayor).
Coordenadas: 33°32'8.66"S 70°32'41.71"W
Se sabe que la Virgen de Fátima es bastante popular en Chile, como quedó en evidencia con la reciente visita de una efigie oficial de esta advocación mariana al país. Dicha imagen fue enviada por El Vaticano y recibida con gran pompa, a pesar de las críticas que generan en nuestra época estas formas de devoción y la participación de autoridades del Estado en las ceremonias relacionadas con la religión.
Los aficionados a visitar los bosques y senderos de El Panul en la precordillera a la altura de La Florida en Santiago, en tanto, seguramente ubican bien un curioso templo para aquella advocación mariana, que probablemente sea uno de los más modernos y vanguardistas de Santiago, además de estar entre los de mayor altura en la cota urbana de la capital chilena. Corresponde a la Capilla de Nuestra Señora de Fátima, justamente.
La capilla es dependiente de la cercana Parroquia Jesús Maestro, ubicada a la misma altura de la ciudad pero más abajo, en calle Enrique Olivares, misma comuna de La Florida. Y, de acuerdo a la información parroquial, ambos templos debieron ser levantados en aquellas nuevas urbanizaciones por solicitud popular y por acuerdos de los proyectos con las inmobiliarias. Todos estos terrenos, además, han tenido tradicional influencia de la Iglesia, ya que varias propiedades de la precordillera le habían pertenecido.
Se encuentra, más precisamente, en el tramo final de la calle Rojas Magallanes 4295 esquina Las Perdices, entre villas profusamente construidas y pobladas a partir del último cambio de siglo. Antes, el final de esta vía era sólo de potreros y terrenos rurales en los que vivimos algunas malas experiencias con residentes cercanos, durante nuestra infancia como floridanos, y de las que hablé en otro artículo. Hoy, en cambio, se trata de un amplio plano residencial con una gran cantidad de habitantes, por lo que no extraña que muchos de ellos hayan requerido de un espacio para su credo, concedido con este edificio.
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EL EDIFICIO QUE ALBERGÓ AL HOSPITAL INGLÉS Y AL COLEGIO DE ANTOFAGASTA

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El edificio en 1938. Fuente imagen: Timeline.cl.
Coordenadas: 23°38'17.4"S 70°23'37.7"W
Un antiguo edificio de madera se encuentra muy visible en la esquina de avenida Iquique con José Ignacio Zenteno en Antofagasta, junto a los históricos rieles del vecindario ferroviario y en las lindes del Barrio Bellavista. Su estado es lamentable en muchos sentidos, sin embargo: abandonado, deteriorado y ocupado frecuentemente por vagos, drogadictos y delincuentes que, casi por divina providencia, aún no lo han terminado de destruir a fuego. Paradójicamente, en el año 2006 fue reconocido como Patrimonio Cultural de Antofagasta.
No es fácil adivinar a qué clase de inmueble corresponde, pero claramente no es una residencia particular ni un palacio corriente. Su proximidad a los ferrocarriles, además, sugiere alguna relación con la actividad de los trenes, pero el detalle del resbalín que baja desde el balcón del segundo piso hacia el nivel inferior por el costado que da a la avenida, marea y desalienta cualquier esfuerzo deductivo.
Su estilo tiene algo de historicismo georgiano y victoriano, con la tradicional fábrica nortina de pino Oregón, en este caso madera de origen inglés, sobre un armazón de tipo balloon frame. Semeja bastante a la arquitectura histórica de otros casos en la ciudad, como la Estación del Ferrocarril, el Museo Regional o la Casa de Huéspedes, aunque un poco más retirado del núcleo urbano principal.
Las escalas posteriores y frontales se elevan a un segundo piso con pasillos de balcones laterales a ambos lados del inmueble y también al frente, sostenidos por postes formando un porche y con alero en su parte más elevada, en donde pueden observarse también bellos balconetes cerrados tipo bow windows. El nivel más alto cuenta con un ático de ventanales propios. El acceso principal estaba al centro del primer piso hacia calle Iquique, con un zaguán cerrado como recibidor, aunque con sus puertas hoy cerradas.
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EL SENDERO ZORRO VIDAL EN EL CERRO SAN CRISTÓBAL: LA RUTA DEL CAMINANTE QUE QUIERE VIVIR MÁS Y MEJOR

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Cumbre del Cerro San Cristóbal, vista hacia el sector de la actual Plaza México, con la Casa de las Arañas y el Casino Cumbre atrás, vistas desde el Santuario de la Virgen en fotografía c. 1930. El camino que se observa a la izquierda, abajo en el encuadre de la fotografía, corresponde al actual Sendero Zorro Vidal. Fuente imagen: sitio "Fotos históricas de Chile" del coleccionista fotográfico patrimonial Alberto Sironvalle.
Coordenadas: 33°25'34.8"S 70°38'15.3"W (inicio) / 33°25'26.4"S 70°37'58.1"W (final)
Desde hace un par de años he regresado regularmente y por razones recreativas al Cerro San Cristóbal, al menos cada vez que estoy en Santiago. Son notables las posibilidades que ofrece este lugar a la distracción y el ejercicio. En general, lo es todo el Parque Metropolitano de Santiago (Parquemet), aunque por momentos pareciera que los turistas extranjeros cotizan mucho más que los propios chilenos esta generosidad.
Las prácticas deportivas deben estar entre las más beneficiosas, por supuesto, todas al aire libre, gratuitas y en uno de los mejores paisajes posibles de encontrar en la capital chilena. Sólo se castiga con pago de entrada el uso de vehículos motorizados, los que se pretende reducir al mínimo en algunos años más.
El Sendero Zorro Vidal, ubicado en la cara poniente del cerro, es el camino más importante para los ascensos de trekking o a trote en el San Cristóbal, a diferencia del principal asfaltado que fue pensado más bien para ruedas, hoy automóviles, motocicletas y bicicletas. Recuerdo mi primera vez intentando subirlo: primerizo y tras un período de gran descuido físico, no llegué ni a la primera de sus cinco vueltas, jadeando penosamente antes de levantar la blanca bandera de la humillación. Ya al final de todo el tiempo de porfía, sin embargo, podía subir a la cumbre sin hacer detenciones, ni siquiera para beber agua. Supongo que lo mismo sucedió a muchos, al menos a los que están en mi rango etario.
Son aquellas buenas posibilidades de autosuperación física a las que me refiero como bondades del cerro, justamente: esas que ofrece a los visitantes con sus cerca de siete caminos de ascenso, de los que el Sendero Zorro Vidal debe ser el más popular y concurrido para los que suben caminando.
El ingreso al sendero se encuentra a unos 600 metros del acceso principal al parque, situado enfrente a calle Pío Nono. Se separa del camino principal Alberto Mackenna pasadas las instalaciones deportivas y perdiendo de vista al funicular, subiendo por la pendiente del cerro hacia el Norte.
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"COSAS DE LA EDUCACIÓN" DE JUAN GUILLERMO PRADO: EL ANECDOTARIO HISTÓRICO QUE FALTABA

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"Sala de clases", fotografía de José Muga, c. 1960, que se usó en la portada de "Cosas de la educación" de Juan Guillermo Prado. Fuente imagen: Memoria Chilena.
Hace una semana, en horas de la tarde del pasado miércoles 9 de octubre de 2019, se lanzó el nuevo libro de investigador, periodista y destacado director de área de la Biblioteca del Congreso Nacional, don Juan Guillermo Prado. Se titula "Cosas de la educación. Anecdotario de la enseñanza en Chile desde la Colonia a 1920", publicado bajo sello de Narrativa Punto Aparte, para su colección denominada "Expedientes". Pudimos estar allí, felizmente.
La presentación de la obra, con oradores invitados, cóctel y música folklórica, tuvo lugar en la exsala de sesiones de la Cámara de Diputados del Congreso Nacional de Santiago, lugar que Prado conoce bastante bien desde hará unos 40 años ya. La gran concurrencia llenó el espacio, haciendo una idea de la expectativa e interés que generó el lanzamiento. Entre otros ilustres asistentes, estuvieron en el público el abogado y exdiputado Hugo Zepeda Coll, el profesor y fundador del CEDECH don Pedro Godoy, la investigadora Karen Müller y el artista de dioramas históricos Rodolfo Gutiérrez, más conocido como Zerreitug.
La inspiración para el libro, según revelación del propio autor aquella noche, estuvo en la clásica obra "Cosas de la Colonia" de don José Toribio Medina, soporte de un importante flujo de información pintoresca e interesante pero muy valiosa sobre el período colonial chileno. Prado hace lo propio, ofreciéndonos la misma idea pero sobre temas educacionales, con una avalancha de información para el lector y gran cantidad de datos y observaciones escasamente conocidas, muchas de ellas. Como prologuista del libro, participó Sergio Martínez Baeza, Presidente de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía, de la que Prado es también Director.
Muy al estilo del autor, entonces, "Cosas de la educación" repasa una gran cantidad de hechos curiosos y llamativos de la historia de la educación chilena desde sus orígenes, que más allá de corresponder a datos novedosos o de mero interés, cargan con un auténtico valor histórico para completar la huella del desarrollo de la enseñanza en nuestro país, como podrá verificar el lector. Parte, de este modo, por los tiempos de la Conquista y la Colonia, avanza por el período de formación de la Patria, el florecimiento de la República, los años bajo la Constitución de 1833, el agitado período de mediados del siglo XIX, la llegada de los colegios extranjeros y el camino que llevó a la célebre Ley de Instrucción Primaria Obligatoria de 1920.
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PASCUAL LIBERONA: UN BANDOLERO APODADO "EL BRUJO"

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"Vista de El Carmen Bajo de Santiago de Chile al mismo tiempo se ve la cordillera de los Andes". Aguada de Juan del Pozo, probablemente de fines del siglo XVIII, recreando la observación del templo de calle Independencia desde donde está actualmente el inicio de calle Vivaceta, por entonces llamada Las Hornillas. El original está en el Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile.
Ya me he referido en este sitio a la larga historia de la avenida Fermín Vivaceta de Santiago, que comenzó su existencia como el Callejón de las Hornillas y el Camino a Colina, en el extremo poniente del territorio de La Chimba.
En los años en que aún se construía el Puente de Cal y Canto sobre el río Mapocho, conectando Santiago con su territorio de chimbero de extramuros en la ribera Norte, una figura temida y respetada comenzó a erigirse como amenaza para la autoridad colonial de entonces, proyectando después su sombra sobre una ciudad que, sin embargo, no tardó en convertirlo en un rufián-héroe, según parece: idealizándolo al estilo Robin Hood, de la misma manera que ha sucedido -en mayor o menor medida- con generaciones posteriores de bandoleros, entre ellos Vicente Benavides, José Miguel Neira o la famosa banda de Los Pincheiras.
Como sucedió con aquellos casos, pues, la memoria del "El Brujo" Liberona experimentaría esa misma extraña mitificación sobre su recuerdo y su obra que, en rigor, no fue más que una épica delincuencial, concentrada principalmente en el período de años de 1780 a 1795, aproximadamente.
De acuerdo a su mito propio, la historia de Pascual Liberona comienza con la formación de los primeros poblados suburbanos de Las Hornillas, actual Vivaceta, camino llamado de aquella forma por la presencia de hornos de fabricación de ladrillos, según parece. Estos territorios del otro lado del río, en donde la gran quinta del Corregidor Luis Manuel de Zañartu era más bien un oasis aislado y ajeno al entorno, tenían fama de bastión impenetrable para la autoridad de aquellos años, sirviendo así de refugio y dominio para algunos de los temidos rufianes que se conocieron en la Colonia y entre los que, sin duda, destacó de manera especial Liberona, como uno de los primeros en asumir la característica del bandolero. Fue conocido como "El Brujo", precisamente por lo escurridizo y por su velocidad para cometer sus fechorías y echarse al vuelo, haciéndose invisible a la mano del castigo.
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EL PARQUE JUAN XXIII DE ÑUÑOA: EL PASEO ENTRE JARDINES E HISTORIAS COMUNALES

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Entrada al parque casi recién inaugurado. Fuente imagen: revista "En Viaje", 1964.
Coordenadas: 33°27'26.7"S 70°35'15.9"W (inicio) / 33°27'49.5"S 70°35'19.6"W (final, anfiteatro)
Después de estos días de fuerte agitación social y de reacciones masivas, que quizá aún mantienen con tiritones a nuestra ilustre casta política, quisiera comentar algo más amigable relativo al valor que tiene la comuna de Ñuñoa dentro de la historia urbana de Santiago, por tratarse de un territorio que convive con parte de su pasado a la vista todavía después de haber sido devorada por el avance de la ciudad hasta las faldas precordilleranas en tiempos relativamente recientes, absorbiendo lo que fueron antes antiguos fundos, rancheríos, propiedades agrícolas, casas patronales y los caminos de la antigua comarca de Ñuñohue.
El Parque Juan XXIII es un perfecto ejemplo de ello. Abarca unos 750 metros de longitud y 28.870 metros cuadrados, ubicados entre las vías Dublé Almeyda y Dr. Agustín Andrade. Está cercado por las residencias que se han construido en el borde de las calles de sus costados, correspondientes a las calles Los Jardines y Juan Moya Morales. Lamentablemente, la realidad de nuestra época exige mantener el parque cerrado durante las noches, evitando hechos delincuenciales y malos comportamientos de personajes que, a veces, asoman por este lugar. No obstante, algunos vecinos tienen en sus casas comunicación más directa con esta área verde, en la parte posterior de sus residencias.
La continuidad del paseo está cortada, sin embargo: la necesidad de mejorar las conexiones viales por este lado de santiago, seccionó su franja verde al trazar las calles Alcalde Eduardo Castillo Velasco y Los Almendros, dejando al parque en tres segmentos. Y si contamos las áreas verdes que originalmente le pertenecían al Parque Santa Julia sobre el que nació éste, como veremos, sus segmentos serían cinco, considerando el que corresponde al de la Casa de la Cultura de Ñuñoa y, en el extremo opuesto, el de las plazas y patios del Centro Comunitario que da hacia avenida Grecia.
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ARCO DEL TRIUNFO A LAS GLORIAS DE ATACAMA: EL CURIOSO CASO DE UN MONUMENTO CONMEMORATIVO FALLIDO

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El Arco del Triunfo a las Glorias de Copiapó, poco después de ser inaugurado. Fuente imagen: "El Diario de Atacama", 19 de enero de 2011.
Coordenadas: 27°21'43.6"S 70°20'28.5"W (exubicación)
Son raros los casos en donde un monumento o pieza conmemorativa deba ser retirada de su sitio por razones que no tengan que ver con motivaciones políticas o con revisión histórica, como ha sucedido ya con algunos ejemplos en Chile. El llamado Arco Triunfal de Copiapó, Portal de Atacama o Arco del Triunfo a las Glorias de Atacama, que estaba situado hacia el final de la Alameda de la ciudad de Copiapó, representa un caso de aquellos: una obra conmemorativa que no cumplió con los estándares y, por lo mismo debió ser removida en medio de una gran polémica al respecto.
De 11 metros de alto y 16 de largo, el arco estuvo por sólo siete años en la conjunción de la vía recta de las calles Juan Martínez y Atacama, en el cruce con la Alameda Manuel Antonio Matta, a metros de la ex Casa de Empleados del Ferrocarril de Copiapó. Poco más al poniente, además, está la vieja Estación de Copiapó. Del otro lado de la Alameda, da inicio de uno de los barrios más bohemios de la ciudad.
Los vehículos pasaban por aquel amplio arco tipo escarzano, en el inicio de Atacama, yendo en dirección hacia el centro urbano. En su parte más alta estaban los postes con las banderas de Chile, de la Región de Atacama y de la Ilustre Municipalidad de Copiapó, flameando como orgullos locales.
En su falsamente macizo aspecto, sin embargo, era una estructura más bien ligera en cuanto a materialidad, tan simple que podríamos asegurar, sin exagerar, que todo comenzó mal para el monumento desde la misma economía con el que fuera concebida su construcción: un armazón de andamios metálicos verdes al interior, cubiertos totalmente por chapas de planchas de madera prensada y ésta, a su vez, revestida de un revoque que imitaba en color y textura al concreto o la roca, por lo que realmente parecía sólido hasta que alguien se aventurara a percutir encima del mismo con los nudillos. Sólo las bases de los arranques en cada extremo del arco, uno a cada lado de calle Atacama, correspondían a materiales más resistentes de concreto.
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LOS VARIOS TIEMPOS DE LA PLAZA DE ARMAS DE CHAÑARAL (Y ALGO ADICIONAL SOBRE SU MONUMENTO A O'HIGGINS)

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La Plaza de Armas de Chañaral hacia los años veinte. Se observa la antigua glorieta y odeón entre la vegetación de entonces, con la fuente central tipo taza baja doble al centro, y atrás las fachadas de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen y de la Casa Molina. Fuente imagen: semanario "7 Días".
Coordenadas: 26°20'52.6"S 70°37'20.6"W
Prácticamente desde sus orígenes, la Plaza de Armas Manuel Antonio Matta de Chañaral, en la Región de Atacama, ha ocupado una planta en forma de un trapecio cercado por las calles Buin, Carrera y Templo, en el corazón histórico del centro urbano. Y a pesar de la sequedad del entorno, también se le procuró el rasgo de área verde, con vegetación otrora más exuberante y una glorieta o cenador central que gratificaba con su sombra a los paseantes, aunque ya desaparecida.
Como todas las plazas mayores, la historia de ésta va de la mano con la ciudad misma. Sucedió que, después del hallazgo del mineral cuprífero de Las Ánimas en 1824 por el explorador Diego de Almeyda, primer exportador de cobre en Chile, fue fundado el campamento original el 26 de octubre de 1833, fecha de nacimiento de la futura ciudad. Poco después, en 1835, es descubierto el yacimiento de El Salado por Pedro de Luján, dotando al poblado minero de sus primeras instalaciones portuarias al año siguiente. El caserío creció rápidamente y, poco más tarde, pasó a ser la ciudad de Chañaral de las Ánimas.
La llegada de la Fundición de A. Edwards y Cía. hacia 1860, con sus instalaciones en el sector donde estará tiempo después la Hostería de Chañaral, inicia el mayor período de auge económico local atrayendo otras intervenciones de desarrollo y comercio. Poco después, se construye la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Chañaral, entre 1861 y 1864, sobre unos terrenos ubicados en el sector adyacente al pie del cerro y al final de la subida desde el borde costero. En el mismo período, además, se inicia la construcción de los ferrocarriles hacia las minas de Las Ánimas y El Salado, y en 1871 se inauguró el que iba a Pueblo Hundido, hoy Diego de Almagro. Al año siguiente, llegó a instalarse a la ciudad la planta fundidora de la Compañía de Minas, otro gran impulso de progreso, aunque con sus costos de contaminación y daño ambiental.
Justo enfrente del nuevo templo, se mantuvo abierta una suerte de explanada correspondiente a la Plaza de Armas, que venía a funcionar a modo de un atrio o prolongación del frente de la iglesia y al inicio de la calle San Martín, con el centro de ambos planos perfectamente alineados entre sí. Fue plaza dura y plana en principio, y su aridez era parte de un problema que afectaba a la ciudad completa, desde los orígenes: la escasez de agua, como comentaba Francisco Marcial Aracena en sus "Apuntes de Viaje. La industria del cobre en las provincias de Atacama y Coquimbo", de 1884.
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MELANCOLÍAS EN SILENCIO DEL TEATRO AMERICAN CINEMA

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El Edificio del Frontón, luego American Cinema, en plena construcción o acaso modificación, en su esquina de Arturo Prat con Alonso de Ovalle. Fuente imagen: colecciones de Pedro Encina en "Santiago Nostálgico".
Coordenadas: 33°26'45.16"S 70°38'58.66"W
Un edificio de cierto aire neoclásico, de albañilería reforzada en marcos de acero y techado de galpón con más de un siglo a cuestas, está situado al final de la primera cuadra de la calle Arturo Prat (ex  Nueva de San Diego) caminando unos pasos desde la Alameda en Santiago hacia el Sur. Con estupendas dimensiones y altura en cuatro niveles, calla en mutismo absoluto su secreto allí, en este popular lado de la ciudad, intrigando con sus formas ostentosas y confundiendo también sobre pasado como uno de los primeros sitios de exhibiciones cinematográficas en Chile.
Después de un largo período de decadencia, ha debido ser restaurado hasta el año pasado por sus propietarios actuales y para evitar pleitos con la administración municipal, según cuentan, cambiando felizmente su aspecto por uno más recuperado y restaurado. Esto no extraña: a pesar de su misterio, figura entre las fichas de los Inmuebles de Conservación Histórica de la Comuna de Santiago, con el folio N° 1356 de 2015. Es, pues, el único edificio que queda en Santiago junto al Teatro Municipal, de los más de 50 en donde se alcanzaron a exhibir películas en plena época del Primer Centenario Nacional.
Sin embargo, no queda mucho de sus características como teatro y cine. Construido a inicios del siglo XX, de unos 1841 metros cuadrados y modificado en su momento para un capacidad de hasta 5.000 personas, en el edificio ya no cuelga el cartel luminoso de los fierros empotrados en la fachada, sobre lo que fueron sus accesos, y tampoco se puede reconocer interiormente la sala, totalmente desmantelada para otros usos en arriendo que se dieron al lugar, tras dejar de servir como espacio de presentaciones de vodevil y teatro de variedades.
La publicación del grupo de investigación y asesorías Santiago a Pie, titulada "The American Cinema o el gran frontón Chile", señala que el inmueble fue primero una cancha cerrada con graderías para el juego de la pelota vasca o jai-alai, establecimiento de 1903 llamado Gran Frontón Chile y perteneciente al Club Vista Alegre. El juego todavía era relativamente popular hacia entonces, en varias ciudades del país y practicado desde los tiempos de la Colonia.
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