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PONTE FLAMINIO DEL RÍO TEVERE: UN PASEO ENTRE DOS POTENTES ÉPOCAS DE ROMA

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Postal fotográfica del Puente Flaminio, c. 1950. Al fondo se ve la cúpula de la Basílica de San Pedro. Fuente imagen: Italyrome.info.
Coordenadas: 41°56'10.90"N 12°28'17.93"E
Hace pocos días, el periódico español "Diario de León" (17 de abril de 2017) publicó una entrevista al prestigioso arqueólogo, historiador y escritor italiano Valerio Massimo Manfredi, cuyo solo título ya me suena al sensacionalismo que se ha ido apoderando de medios originalmente dedicados a la divulgación popular de historia y ciencia: "La romanización de Germania habría evitado a Hitler y Napoleón". Su sentencia -que no era lo más importante de la entrevista, por cierto- señalaba que, de haberse consumado la romanización de Germania "tal vez habría evitado las invasiones bárbaras, las guerras de religión por siglos y siglos", e incluso sospecha que, con ella, no habría existido"necesidad de un Felipe II, de un Napoleón, tampoco de Hitler, ni las dos guerras mundiales del siglo XX".
Si entiendo bien el argumento, entonces, la uniformidad cultural de Europa por el elemento latino, habría evitado los brotes de etnocentrismo y los conflictos de bloques étnicos, culturales y políticos. Y así, lo primero que se me viene a la sesera son esas sarcásticas palabras de Voltaire, criticando a políticos que aseguraban que Carlos I de Inglaterra se habría salvado de morir ejecutado en 1649, si líderes militares de los parlamentarios como Cromwell, Ludlow, Ireton y otros hubiesen sido asesinados sólo sólo unos días antes: "Tienen razón los que eso dicen, y aun podrían añadir que si el mar se hubiera tragado a toda Inglaterra, ese monarca no hubiera muerto en el cadalso".
Lo segundo en que no puedo evitar pensar, es en la imagen imponente y monumental del hermoso Puente Flaminio, de Roma, que con sólo mirarlo y comprender el contexto en que fue gestado, parece confirmar por sí mismo el error de toda  idea que parta de la premisa de que el horizonte fundacional y civilizador romano no sería capaz de crear un referente de conflicto étnico y cultural para Europa. En efecto, este puente parece un verdadero elogio al hilo identitario que condujo desde la Roma Imperial hasta la Italia Fascista de Benito Mussolini, el responsable de su existencia.
Postal fotográfica romana del puente, hacia 1955.
Vista actual, desde el puente Milvio, sobre las calmas aguas del río.
Mirado desde su extremo Norte. Se observa la cornisa y los rayados vandálicos.
Algunos de los tambores con distancias a otras localidades.
Este extraordinario puente sobre el río Tevere (Tíber), me parece que debe estar entre los referentes más rotundos del espíritu fascista expresado en la arquitectura italiana de los años 30, incluso mucho más monumental que el Puente Duca d'Aosta que ostenta el privilegio de estar alineado con el complejo olímpico del Foro Itálico y el Obelisco de Mussolini, cerca de un kilómetro más al Suroeste del Flaminio.
El puente conecta por sobre el río la línea de la autopista del Corso di Francia, ex Vía Flaminia (así llamada en recuerdo del Cónsul Cayo Flaminio), abarcando unos 255 metros de punta a punta, con espaciosos 27 metros de ancho. Se eleva sobre cinco arcos y une los barrios de Parioli y Tor di Quinto, en el sector ribereño de Vigna Clara. Curiosamente, su desembocadura Sur está entre dos calles llamadas vía Perú y vía Chile.
El Flaminio se sitúa poco más de 400 metros al Oriente del famoso e histórico Puente Milvio (el verdadero "Puente de los Candados", iniciador de esta tradición), y nace como proyecto urbanístico precisamente cuando este último paso se vio superado por la circulación de personas y vehículos, no dando ya abasto para las necesidades de desplazamiento dentro de la ciudad por las vías consulares Cassia y Flaminia, además de adjuntarse a un plan para establecer uniones entre ambas arterias y otras modificaciones viales que se venían trazando desde 1932, aproximadamente.
Esta magnífica y artísticaobra fue diseñada por el arquitecto romano Armando Brasini (1879-1965), conocido por sus trabajos realizados precisamente en este controvertido período italiano y otros relacionados con importantes edificios religiosos. De hecho, el arquitecto se encontraba ya a cargo de la creación de la Iglesia de Santa Euclidia y la Villa Manzoni, cuando tomó este nuevo proyecto, que a la larga sería uno de los mejores de su carrera.
Brasini lo proyectó con rasgos eclécticos, de base románico-neoclásica y algo de academicismo racionalista aunque sin simplezas. Incluso semeja deliberadamente a las elegantes y suntuosas ruinas de algún edificio imperial romano, desde ciertos ángulos. El fuerte énfasis monumentalista del puente se relaciona con la intención de dar a la ciudad, a través de él, un acceso urbano principal y con alto nivel estético, para los viajeros que llegaban a Roma desde el Norte. Sería la mayor puerta a la ciudad en esos años. Su fabricación, por lo tanto, debía ser sólida y perdurable, y se la dispuso en hormigón armado sobre armazón, con revestimiento de piedra travertino, material que le da su notoria pulcritud y uniformidad.
Originalmente, el puente iba a ser bautizado XXVIII Octubre (Ponte XXVIII Ottobre), en conmemoración de la fecha de la histórica Marcha Sobre Roma de 1922, cuando miles de integrantes del movimiento fascista dirigidos por el propio Mussolini, exigieron con éxito al Rey Vittorio Emanuele III la elección de Il Duce como jefe de Gobierno, para poner fin de la crisis institucional y política de Italia. También se consideraba incluirle un arco triunfal romano como parte del diseño de Brasini, pero cuando éste se lo presentó a Mussolini, por alguna razón el mandatario no quedó satisfecho con tal elemento y pidió omitirlo del proyecto, además de introducir otras simplificaciones al diseño que fueron del agrado y aprobación del mismo arquitecto.
Las obras de construcción del puente se iniciaron en 1938, a cargo de la sociedad Tecnobeton. El área de materiales y de estructuras había quedado en manos del ingeniero Aristide Giannelli. El estallido de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, retrasó mucho algunas etapas de la obras gruesa, debiendo ser suspendidas hasta nueva orden en 1943, cuando el puente ya mostraba gran parte de su soberbio y artístico aspecto. La caída del régimen fascista y la derrota de los países del Eje, dejaron en suspenso la conclusión de la obra.
La violencia de la guerra causó grandes daños en ciertas partes del puente, mientras se lo hallaba inconcluso y esperando que se reiniciaran las faenas. Sólo después de la conflagración, a partir de 1947, pudieron ser retomadas las obras de construcción del mismo, siendo terminado en 1951.
Considerando inapropiado mantener los elementos evocadores del fascismo en el puente, sin embargo, se propuso rebautizarlo con el soso nombre de Puente de la Libertad, y luego el más apropiado de la vía en que se encontraba: Puente Flaminio. La Vía Flaminia, sin embargo, fue rebautizada Corso di Francia en 1959, pero el nombre del puente se ha conservado.
El resultado, fue la misma obra extraordinaria que vemos hoy: un equilibrio perfecto entre los símbolos culturales de la Roma mítica y los emblemas de un orden político que, enraizado profundamente con los estratos culturales del pasado, concibió esta y muchas otras obras públicas de envergadura en el país. Hay una connotación iconográfica clásica en cada elemento del puente, entonces, como en las estatuas de águilas y la representación de los hermanos Rómulo y Remo bebiendo leche de la Lupa. Tambores de roca semejantes a basas y trozos de fustes de columnas, llevan inscritas las distancias desde este punto de la ciudad hacia otras localidades, en números romanos. También hay tazas y tinas que parecen corresponder a algunas fuentes de aguas en el trayecto, a las que -puedo suponer- alimentaba, antaño los ductos, pero hoy están totalmente secas. Los arcos de los extremos pasan sobre las vías costaneras, y hay escaleras laterales en las entradas del puente, además, que permiten descender al nivel de las calles en el borde del río.
Columnas románicas de diseño imperial sostienen los faros de iluminación, a cuya cima se accede por puertas bajas que conectan a escaleras interiores en las principales. Los pretiles son sólidos muros del color del travertino, alternadas con enrejados y con los bloques de los plintos de las estatuas de águilas. Las cornisas de los contornos se advierten de buenas dimensiones, e incluso veo en mi primera visita a él, cómo un par de muchachas muy jóvenes saltaron el pretil para ir a sentarse en las que bordean los pedestales de las águilas, por el lado Poniente, desafiando muy seguras de sí la altura y el vértigo.
Éste es, pues, el primer puente de características monumentales que tuvo el área Norte de Roma, aunque lamentablemente se encuentra bastante vandalizado en nuestros días, por la plaga internacional de sicópatas de la pintura aerosol. También se observan algunos hundimientos en la línea de las cornisas.
Cabe comentar que, poco después de concluido, un problema estructural descubierto en el quinto pilar y que produjo daños en la superficie del puente, obligó a cerrar temporalmente el paso hasta el 1964, período en el que fue reparado y corregido el problema por los ingenieros Arrigo Care y Giorgio Giannelli. Todo el tráfico debió ser confiado, por cerca de dos años, hacia un puente metálico modelo Bailey, que se instaló provisoriamente encima del anterior.
Empero, coincidió que, hacia los días en que fuera reabierto y devuelto al uso, el Puente Flaminio ya no tenía la vital importancia urbanística y vial que se le había asignado desde que era aún un proyecto: la construcción de la gran circunvalación del Raccordo Anulare y la autopista hacia el Aeropuerto Fiumicino, le habían ido quitado el cetro de entrada principal de la urbe.
No obstante, la magnitud y la majestuosidad del Puente Flaminio se conservan perfectas, como símbolo de una época romana muy específica pero evocando a otra muy anterior y, en su inspiración más profunda, a todas las edades de la cautivante ciudad de Roma.

LA HISTÓRICA CASA DE LA SOCIEDAD DE VETERANOS DEL 79 EN IQUIQUE

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Ilustración del viejo caserón, en "Anecdotario ilustrado de la historia de Iquique", de Gerardo Segovia Rojas y Guillermo Ross Murray.
Coordenadas:  20°13'1.73"S 70° 9'16.39"W
Los veteranos chilenos de la Guerra del Pacífico gozaban de importancia cultural y social en Iquique. Además de haber sido escenario del conflicto y de la doble epopeya de Iquique y Punta Gruesa, la ciudad albergaba a muchos excombatientes y sus descendientes que se quedaron residiendo en ella, siendo invitados permanentemente a los actos públicos y reconocidos como respetados tesoros vivos por la comunidad iquiqueña.
No habiendo sido siempre igual de generoso el Estado con muchos de estos hombres que defendieron al país en los campos de batalla, y apareciendo incluso algunos embaucadores que intentaban presentarse como veteranos sin haberlo sido en verdad, los sobrevivientes del 79 formaron una sociedad mutualista propia, reconocida el 2 de septiembre de 1900. Entre sus huellas más visibles en la ciudad nortina, está el Mausoleo de la Sociedad de Veteranos del 79, en el Cementerio N°1 de Iquique, cuya primera piedra se colocó el 21 de mayo de 1903.
Luego de peregrinar por algunas sedes provisorias en Iquique, los asociados lograron sacar adelante un proyecto para la construcción de la que debía ser su casa propia y definitiva, en calle Vicente Zegers 150 (originalmente, con dirección sin número), en la punta de diamante que hace con la entonces llamada calle Bellavista, rebautizada Freddy Taberna G. en nuestra época.
El terreno para la sede, situado entre las vías Aníbal Pinto y General Lagos, había sido cedido por el Fisco a la Sociedad a través del Decreto N° 1.522 del 6 de mayo de 1904. Era estrecho y se encontraba casi adyacente a las propiedades más grandes de las Compañía Barrenechea y la Compañía Beneficiadora, en las puertas del Barrio El Morro, pero se trazó en él un inteligente proyecto adaptado a estas restricciones, obra que perteneció al arquitecto Luis Fernando Gassols, a la sazón vicepresidente de la Sociedad.
Algunos de los últimos veteranos del 79 en un acto público en Iquique del 21 de mayo de 1950, junto a las autoridades civiles y militares. Fuente imagen: Sucesosiquique.blogspot.cl.
Vista actual del edificio del teatro Sala Veteranos del 79, ya restaurado y repintado. Fuente imagen: Bernardoguerrero.cl.
Vida contemporánea del edificio, con actividades de teatro permanentes en su escenario. Fuente imagen: Canal Youtube de Iquique TV.
El inmueble, de sencillo toque neoclásico y con la influencia georgiano-victoriana dominante en la arquitectura del casco histórico iquiqueño, fue inaugurado en 1905, haciéndose coincidir el acto oficial con el 21 de mayo, conmemorando el Combate Naval de Iquique. Con estructuras de madera y muros de piedra y albañilería, el edificio de un solo nivel mide unos 30 metros de longitud, formando un trapecio por planta que se va estrechando hacia la punta de diamante de esta cuadra, donde está el acceso principal. Cuenta con vanos y entradas laterales, además.
Los veteranos del 79 se reunirían permanentemente en esta sede social, por casi medio siglo. Organizaban encuentros fijos y otros esporádicos, manteniendo allí una biblioteca propia, fotografías y probablemente algunos objetos históricos que ellos mismos habían aportado para su querida y apreciada casa, como sucedía en otras ciudades. Realizaban reuniones en las que intercambiaban recuerdos de su experiencia, junto con cenas conmemorativas, despedidas y a veces sesiones de charlas sobre el conflicto. Es de suponer que, quizás, algunos de ellos hayan sido velados acá tras fallecer.
También hubo, en este lugar, memorables fiestas y encuentros familiares, pues era sede social en amplio sentido. Durante las movilizaciones de 1907 que terminaron en la terrible Masacre de Santa María de Iquique, además, la casa fue dispuesta por los veteranos para el alojamiento de los obreros, como una forma de apoyar su huelga, de la misma manera que sucedía con otras sedes sociales de la ciudad.
Estos veteranos iquiqueños seguían siendo activos y orgullosos miembros de la ciudadanía tarapaqueña hacia el Centenario de la Independencia. Recibían para su Sociedad una pequeña subvención del Estado, y sus integrantes aparecían en cada inauguración de plaza o monumento, en cada desfile, en cada discurso y aniversario de la ciudad, agrupados con sus viejos uniformes y sus cuerpos cada vez más marchitos, pero orgullosos e hidalgos. Eran los invitados de honor, por ejemplo, en los aniversarios de la epopeya "La Esmeralda" celebradas en el Monumento a los Héroes de Iquique, bajo la Torre del Reloj de la Plaza Prat.
Sin embargo, sus miembros iban siendo menos año a año, aunque todavía hasta mediados continuaban reuniéndose en su sede los ancianos, ocupando un lugar de honor cada acto público que les quedara de vida.
Como la casa de los veteranos era ocupada cada año por menos sobrevivientes de la Guerra del Pacífico, parte de sus espacios comenzaron a ser usados por otro tipo de actividades, generalmente culturales. Ya fallecidos casi todos ellos, se encontraba utilizando estas dependencias el Coro de Polifónico de Iquique, fundado en 1956 por el maestro coral y director de orquesta yugoslavo Dusan Teodorovic Nedeljkovic (1911-1972), quien continuó realizando estas obras artísticas hasta su muerte. El coro de la Universidad Arturo Prat lo recordará llevando su nombre, después.
A principios de los años 70, la ex-sede de la Sociedad era el lugar de ensayos de la compañía de teatro del cantante y actor Nenad Teodorovic Sertic, más conocido como Nesko, hijo de Dusan. Según recuerdos del académico y dramaturgo Iván Vera-Pinto Soto ("La Estrella de Iquique", jueves 28 de julio de 2005), era "un actor innato que tenía un vozarrón imponente y que tras su actitud agresiva escondía el alma de un artista muy sensible".
Poco después, Nesko dejaría esta sala y se iría a estudiar periodismo en la Universidad del Norte en Antofagasta, ciudad donde lo sorprende el Golpe Militar de 1973. Como militante del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), será detenido con su esposa Elizabeth Lula Cabrera, trasladados a la Base Cerro Moreno y ambos ejecutados el día 15 de septiembre, a los 24 y 23 años de vida respectivamente, tras un supuesto intento de fuga en el camino. Curiosamente, Nesko tenía un hermano militar, el Teniente Marco Teodorovic Sertic, también fallecido en trágicas circunstancias, en un accidente de helicóptero de 1975.
Durante este período, el inmueble fue utilizado por la Dirección General de Deporte y Recreación  (DIGEDER), hasta julio de 1979 según Vera-Pinto. La Sede Iquique de la Universidad de Chile lo refaccionó y destinó al Teatro Universitario, fundándose en él, en septiembre, el Grupo Expresión. Se lo remodeló como auditorio con capacidad para 200 personas sentadas.
El dramaturgo recuerda también que, dos años después, fue contratado por la Universidad el veterano actor y maestro tarapaqueño Willy Zegarra (1908-2005). Pasaron por la sala, también, Osvaldo Torres, Carlos "Carlocco", el grupo "Los Blops", Luz Eliana, Pedro Lemebel, Jaime Valenzuela, Juan Rodrigan, Mario Bernal, y, además del Grupo Expresión que lo usa en forma estable, otras compañías teatrales como No Más, Kolorín-Kolorado y Tenor.
En clima ambiental de los años 80, la casa se convirtió en una especie de centro alternativo para presentaciones teatrales, de poesía y de música, a pesar de sus no muy holgadas dimensiones. Fue la sede del  Primer Encuentro de Teatro Aficionado de Iquique, que organizó el Centro de Investigación de la Realidad del Norte. Algunos lo denominan, desde entonces, Teatro del Morro, aunque es en realidad la Sala Veteranos del 79. "Hoy solamente, queda el nombre", diría la guía "Anecdotario Ilustrado de la Historia de Iquique", de Gerardo Segovia Rojas y Guillermo Ross Murray.
Sin embargo, en el último par de décadas, el inmueble comenzó a caer en decadencia por falta de mantención y de cuidado por parte de sus ocupantes y de la propia Universidad Arturo Prat, por razones que desconocemos y que motivaron molestias de algunos apasionados de la Guerra del Pacífico. Hay iquiqueños que recuerdan que incluso se habría pensando en demolerlo, presuntamente antes del cambio de siglo, hasta que el Gobierno Regional de Tarapacá aprobó un plan de restauraciones. También se pintaron algunos murales artísticos en sus muros externos, obras del Taller de Pintura "La Silla", aunque al poco tiempo estaban muy deteriorados y vandalizados. Posteriormente, se lo pintó toda la fachada de un color amarillo pastel.
Ha pasado el tiempo, y la sala ha sido sede también de la Muestra de Danza y Teatro Escolar, presentaciones de bandas musicales, lanzamientos literarios, encuentros poéticos internacionales, funciones circenses y exposiciones de todo tipo.
Algunos mejoramientos se han hecho, pero da la impresión de que otros detalles están pendientes todavía. De todos modos, se ha hecho un gran esfuerzo por darle mantención y se nota, pero poco aporta el espacio desperdiciado al fondo del inmueble, correspondiente a un patio vacío que quedó como terreno eriazo y donde indigentes han provocado incluso algún peligroso incendio.
La actividad dentro del teatro sigue, sin embargo, y las posibles categorías de conservación patrimonial propia para el caserón esperan su oportunidad pues, ciertamente, las merece.

HACIA EL BICENTENARIO DE FRANKENSTEIN (PARTE I): LA HISTORIA EN EL LIBRO Y SUS DIFERENCIAS CON CREENCIAS E IMÁGENES POPULARES

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Boris Karloff, interpretando al engendro en los años 30.
El próximo año se cumplirán 200 años desde la publicación del quizás más oscuro y siniestro libro de terror gótico de la historia: "Frankenstein; o, el moderno Prometeo", de la entonces muy joven autora inglesa Mary Wollstonecraft Shelley.
Este año 2017, sin embargo, se cumple la misma cifra de años desde que fuera concluido el manuscrito por la autora, antes de pasar por correcciones y adiciones de su esposo Percy Bysshe Shelley para salir impreso en 1818, por primera vez, y luego en una versión con redacción rehecha en 1831. El borrador, considerado la versión "embrional" del libro, se encuentra conservado en la Universidad de Oxford y ha sido objeto de estudios y nuevas ediciones del libro.
Es tal la cantidad de versiones fílmicas, adaptaciones literarias, obras de teatro, series de televisión, cómics y artes gráficas relacionadas con el Frankenstein de Mary Shelley, que podríamos identificar la existencia de toda una cultura propia asociada a la obra y sus elementos, incluso fuera de su contexto terrorífico y oscuro, como era el caso del personaje Herman Munster interpretado por el alto y versátil Fred Gwynne, en la serie humorística televisiva "The Munsters". En el mundo musical, la caracterización la hace en vivo Doyle Wolfgang von Frankenstein (Paul Doyle Caiafa), principal guitarrista en la historia de la banda terror-punk"Misfits". Y en los dibujos animados, la idea fue tomada por una serie norteamericana de los años 60 con el nombre del personaje principal: "Milton the Monster".
Hay mucho, sin embargo, que no se conoce de la obra o que se cree perteneciente a ella sin serlo, partiendo por el error de creer que el nombre de la aberración científica, el monstruo, corresponde al apellido de su creador. Hay diferencias especialmente por el desarrollo de la historia original respecto de otros soportes y formatos, además. Mary Shelley, por ejemplo, nunca habló explícitamente allí de un monstruo armado por trozos de cadáveres cocidos formando un cuerpo lleno de zurcidos, corchetes y electrodos en la piel. Por otro lado, el "Doctor" Frankenstein era sólo un estudiante cuando llega a él la idea de crear al ser, con menos de 20 años y aún sin graduarse como universitario. Tampoco se señaló textualmente que la electricidad o los rayos hayan sido lo que dio la vida al monstruo.
Acá, en la primera parte de esta doble entrada, revisaré algo sobre el relato original y algunas de sus diferencias con las interpretaciones, caracterizaciones y creencias populares posteriores que han adicionado, ampliado y hasta tergiversado el universo cultural de "Frankenstein; o, el moderno Prometeo".
Grabado con el despertar del monstruo en el laboratorio de Víctor Frankenstein, mientras éste escapa de su residencia al ver que ha cobrado vida. En las manos y los pies de la criatura, se percibe que su piel es algo traslúcida, mostrando huesos, músculos y venas. Ilustración que acompaña a la edición del libro de Mary Shelley en 1831, creada por W. Chevatier.
VAMOS AL LIBRO: RESURRECCIÓN, NECROMANÍA Y EL CONCEPTO DE "JUGAR A SER DIOS"
El libro parte por un pasaje final de la historia, es decir, corresponde a una narración in extremas res, canalizada por las cartas que el marino Robert Walton envía a su hermana desde un viaje por aguas árticas, donde observará al monstruo ya en el final de la corta vida que éste ha llevado, en un desconcertante encuentro que describe de la siguiente manera:
"Como a media milla y en dirección al norte vimos un vehículo de poca altura, sujeto a un trineo y tirado por perros. Un ser de apariencia humana, pero de gigantesca estatura, iba sentado en el trineo y dirigía los perros. Observamos con el catalejo el rápido avance del viajero hasta que se perdió entre los lejanos montículos de hielo".
Posteriormente, los hombres del barco encontrarán en el gélido paisaje costero a un agónico y casi congelado sujeto flotando sobre un trozo de hielo, que resultará ser Víctor Frankenstein, con algunos perros desfallecientes. "Si hubieras visto al hombre que de esta forma ponía condiciones a su salvación, tu sorpresa hubiera sido ilimitada", comenta el navegante en su carta.
Es a partir de entonces que comienza la historia del científico, narrada por él mismo a Walton a modo de un gran racconto.
Interesando en antiguos textos de corte esotérico y alquimista, el muchacho Víctor vivía con sus padres y sus hermanos menores Ernest y William, hasta la muerte de la madre, tragedia que coincide con la hora de su partida a la Universidad de Ingolstadt, de Baviera. Este pasaje de su ficticia biografía, dramáticamente descrito en el libro, se parece a la carencia materna que padeció la propia Mary Shelley, al perder a su madre casi al momento mismo de nacer, en 1797.
En el instituto, Víctor es recibido por el señor Krempe, profesor de filosofía natural, quien pone en duda la calidad de los autores y conocimientos que ha ido aprendiendo el joven. Distinta fue la acogida que hizo de sus mismos antecedentes intelectuales el señor Waldman, profesor de química, a quien conoció después en la misma universidad, haciendo una gran amistad. Sin ser personajes especialmente importantes para la narración, Krempe y Waldman, desde los ramos de filosofía natural y química respectivamente, sí cobran relevancia cuando interpretamos que parecen representar los dos polos del conflicto íntimo que se desatará en la conciencia y la formación académica de Víctor, al proponerse dar un audaz o acaso abominable paso científico.
Al crecer la curiosidad del personaje sobre el secreto de la vida y los misterios de la creación, va apareciendo también un rasgo oscuro de su relación con la muerte, o mejor dicho más aterrador, que será determinante para todo el resto del relato y las características típicas de un sombrío argumento de literatura gótica:
"Me familiaricé con la anatomía, pero esto no era suficiente. Tuve también que observar la descomposición natural y la corrupción del cuerpo humano. Al educarme, mi padre se había esforzado para que no me atemorizaran los horrores sobrenaturales. No recuerdo haber temblado ante relatos de supersticiones o temido la aparición de espíritus. La oscuridad no me afectaba la imaginación, y los cementerios no eran para mí otra cosa que el lugar donde yacían los cuerpos desprovistos de vida, que tras poseer fuerza y belleza ahora eran pasto de los gusanos. Ahora me veía obligado a investigar el curso y el proceso de esta descomposición y a pasar días y noches en osarios y panteones. Los objetos que más repugnan a la delicadeza de los sentimientos humanos atraían toda mi atención. Vi cómo se marchitaba y acababa por perderse la belleza; cómo la corrupción de la muerte reemplazaba la mejilla encendida; cómo los prodigios del ojo y del cerebro eran la herencia del gusano. Me detuve a examinar v analizar todas las minucias que componen el origen, demostradas en la transformación de lo vivo en lo muerto y de lo muerto en lo vivo. De pronto, una luz surgió de entre estas tinieblas; una luz tan brillante y asombrosa, y a la vez tan sencilla, que, si bien me cegaba con las perspectivas que abría, me sorprendió que fuera yo, de entre todos los genios que habían dedicado sus esfuerzos a la misma ciencia, el destinado a descubrir tan extraordinario secreto".
Ya estando poseso del frenesí de iluminación al que ha enfilado su vida, apartando los ascos tanto de sus escrúpulos como de su ética, Víctor trabaja escondido en una celda de lo más alto de su casa, donde ha instalado su "taller de inmunda creación", como lo define. "Recogía huesos de los osarios, y violaba, con dedos sacrílegos, los tremendos secretos de la naturaleza humana", dirá en algún momento. Develar el misterio de la creación de la vida, descubrir su chispa esencial, significó para él todos estos sacrificios desde ese verano en adelante, demandas que a veces lo colman de nauseas y sentimientos de culpa.
El cariz aterrador y oscuro que adquiere progresivamente el relato de Mary, se vuelve irreversible a partir de estas páginas, cuando Víctor "juega a ser Dios" sabiendo que así lo hace, de alguna manera, tras llegar a una idea definitiva sobre cómo conseguir su propósito, cuyos detalles no confesará y que fue desarrollando a partir del instante de iluminación, casi de epifanía. Lo reconoce él mismo:
"Lo que desde la creación del mundo había sido motivo de afanes y desvelos por parte de los sabios se hallaba ahora en mis manos.
(...) La vida y la muerte me parecían fronteras imaginarias que yo rompería el primero, con el fin de desparramar después un torrente de luz por nuestro tenebroso mundo".
Sin embargo, cuando todo ya está hecho, cuando ya pasó por el tramo donde era posible volver atrás, y cuando el paso decisivo ha sido dado sin posibilidades de regreso sobre sus huellas, el peso de la realidad le caerá encima, como un derrumbe.
La criatura despierta y aparece ante él respirando, viva, conciente. El horror se apodera por completo del joven científico: era tan aterrador aquel engendro, que Frankenstein queda en shock y no logra superar semejante visión, resultante de su entera y única responsabilidad. Sólo atina a escapar, a encerrarse en su cuarto como un niño miedoso y divagar pensando en su amada Elizabeth -su prima y compañera de vida- intentado conciliar el sueño, inútilmente. La culpa y los arrepentimientos barren su insignificancia como una avalancha, aquella noche, en que ve al monstruo asomado una vez más ante él, causándole desesperación.
Nótese que este temor y advertencia de los peligros de "jugar a ser Dios", es algo que Mary expresó en el propio título "Frankenstein; o, el moderno Prometeo". En el mito griego, el titán Prometeo es quien se ha apoderado del fuego de los dioses y da vida al hombre, creándolo tras moldear un puñado de barro o arcilla, siendo después castigado duramente por Zeus. No está claro para todos si la autora veía esta analogía como una abominación o un acto sublime, sin embargo. Por otro lado, es un hecho seguro que en el círculo de Mary Shelley era uy bien conocida la tragedia "Prometeo encadenado" de Esquilo, que parece aludida también por el título: era una de las obras favoritas de su amigo Lord Byron, y su esposo Percy Shelley hasta escribió una especie de continuación del drama lírico, titulado "Prometeo liberado".
Debe tenerse en cuenta que el tema de desafiar la vida y la muerte, y hallar la resurrección "jugando a ser Dios", se volvería algo más o menos recurrente en la literatura misteriosa después de conocerse la obra de Mary. En 1828, por ejemplo, Elizabeth Caroline Grey publicó una historia por la misma temática, titulada "El esqueleto del Conde o la amante vampiro", en donde una muchacha fallecida es resucitada gracias a la electricidad.
Grabado retratando al actor dramático T. P. Cooke, representando al monstruo en la obra de teatro "Presumption, or the fate of Frankenstein", de 1823. Fuente imagen: The-frankenstein.wikia.com.
PRIMER ASESINATO COMETIDO POR EL MONSTRUO Y SU REAPARICIÓN EN EL RELATO
Por la mañana, Víctor sólo atina a abandonar la casa. Tras vagar por la ciudad sin valor para regresar, se encuentra casualmente con su gran amigo Henry Clerval, que lo pone al tanto de las cosas en Ginebra y le da un pequeño respiro a sus tensiones y soledad. Al volver a casa con él, verifica que el monstruo ya no está ahí, pero sigue angustiado y aterrado, intrigando con sus actitudes a Clerval. Éste lo ve tan mal y decaído que le da cuidados por semanas, que se extenderán a varios meses, hasta la primavera, cuando Víctor comienza a recuperarse.
Víctor casi había superado ya la situación que desencadenó su enfermedad y sus angustias. Con el correr de los meses, fue olvidando al monstruo y su aterradora experiencia, además de los remordimientos que le provocaba el asunto. Todo parecía mejorar en su vida hasta que, un día de regreso a casa, encuentra una carta de su ya anciano padre, comunicándole una terrible tragedia sobre el menor de sus hijos, el pequeño William:
"Quisiera prepararte para la dolorosa noticia, pero sé que es imposible. Sé que tus ojos se saltan las líneas buscando las palabras que te revelarán las horribles nuevas.
¡William ha muerto! Aquella dulce criatura cuyas sonrisas caldeaban y llenaban de gozo mi corazón, aquella criatura tan cariñosa y a la par tan alegre, Víctor, ha sido asesinada".
El chico había muerto cuando el padre, Elizabeth y los dos hermanos de Víctor salieron a pasear a Plainpalais, el 7 de mayo anterior; ya en horas en que se oscurecía notaron que el muchacho había desaparecido. Regresaron a casa con la esperanza de hallarlo ahí, pero fue inútil. Tras una larga búsqueda, sólo en horas de la madrugada apareció el cadáver del niño, tendido en el pasto del parque y con horribles marcas de estrangulación en el cuello. Sin embargo, al cuerpo le faltaba un artículo que esa misma tarde le había pasado Elizabeth, correspondiente a una miniatura con un retrato de su madre. Éste objeto iba a agravar más aún las consecuencias de la trágica situación.
Agobiado y profundamente dolido, Víctor decide regresar a Ginebra en un viaje pasando junto a un Mont Blanc con cielos de tormenta eléctrica, travesía no exenta de problemas y dificultades por las cuestiones climáticas en el camino y las dificultades en su arribo. Intuía que el monstruo tenía que ver con el horrendo infanticidio, pero al llegar a casa de su padre se entera que la inocente criada de la familia, Justine Moritz, está siendo acusada del crimen, pues le habían encontrado casualmente el perdido retrato de la madre de Víctor entre sus prendas.
Víctor comienza de inmediato a alegar que Justine no puede ser culpable, despertando el asombro de su familia. Se esperanza en que sea absuelta, por lo mismo, pero en el juicio termina siendo culpada y nada puede hacer por ella, sabiendo que su testimonio no será creído. Atormentada y sintiéndose sin salida, la pobre Justine se incrimina a sí misma esperando obtener una absolución, según confiesa a Elizabeth y Víctor cuando la visitan en su celda, pero esto sólo termina asegurado su ejecución.
Víctor debe aprender a vivir con la culpa y el secreto, además del temor de que esto vuelva a suceder. También debe saber contener el deseo de venganza contra el engendro:
"Cuando pensaba en él apretaba los dientes, se me encendían los ojos y no deseaba más que extinguir aquella vida que tan imprudentemente había creado. Cuando recordaba su crimen y su maldad, el odio y deseo de venganza que surgían en mí sobrepasaban los límites de la moderación.
Hubiera ido en peregrinación al pico más alto de los Andes de saber que desde allí podría despeñarlo.
Quería verlo de nuevo para maldecirlo y vengar las muertes de William y Justine".
Su familia queda sumida en una gran depresión, en tanto, siendo el anciano padre el más afectado, y su salud se sigue deteriorando a partir de ese momento. Intentando recuperar el ánimo de todos, sin embargo, ya cerca de dos meses después del asesinato, Víctor propone a Elizabeth y Ernest salir con el padre desde Ginebra, en una excursión al Valle de Chamonix, para distraerse un poco.
Nuevamente, se da en el libro una cuidadosa descripción el viaje por estos paisajes idílicos y bucólicos, tutelados por el Mont Blanc, algo comprensible si proviene del tintero de Mary, cuyo primer trabajo publicado sería la "Historia de una excursión de seis semanas por Francia, Suiza, Alemania y Holanda, con cartas descriptivas de un viaje por el lago de Ginebra, y los glaciares de Chamouni", de 1817, coescrito con su marido.
A pesar de los caprichos del clima, parecía que la salida iba a devolver parte del ánimo y el optimismo a Víctor cuando, inesperadamente, la criatura de sus pesadillas reaparece ante él y en esas mismas páginas del libro, mientras se hallaba paseando en la altura de los montes glaciales:
"No bien hube pronunciado estas palabras, cuando vi en la distancia la figura de un hombre que avanzaba hacia mí a velocidad sobrehumana saltando sobre las grietas del hielo, por las que yo había caminado con cautela. A medida que se acercaba, su estatura parecía sobrepasar la de un hombre. Temblé, se me nubló la vista y me sentí desfallecer; pero el frío aire de las montañas pronto me reanimó. Comprobé, cuando la figura estuvo cerca odiada y aborrecida visión, que era el engendro que había creado. Temblé de ira y horror, y resolví aguardarlo y trabar con él un combate mortal. Se acercó. Su rostro reflejaba una mezcla de amargura, desdén y maldad, y su diabólica fealdad hacían imposible el mirarlo, pero apenas me fijé en esto.
La ira y el odio me habían enmudecido, y me recuperé tan sólo para lanzarle las más furiosas expresiones de desprecio y repulsión".
Envalentándose, entonces, Víctor reacciona a su presencia insultándolo con odio, pero el monstruo responde con insólita mesura, al contrario de la imagen popular que se tiene de él como ser salvaje y retardado: "Esperaba este recibimiento -le contesta-. Todos los hombres odian a los desgraciados". Y agrega:"¡Cuánto, pues, se me debe odiar a mí que soy el más infeliz de los seres vivientes!". Hasta entonces, no se sabía en el relato que el monstruo podía hablar.
Seguidamente, el monstruo le enrostra que es su creador despreciando a su propia creación: "¿Cómo os atrevéis a jugar así con la vida?", le pregunta en forma capciosa, al tiempo que le propone hacer un trato con él, o de lo contrario, llenará "hasta saciarlo el buche de la muerte con la sangre de tus amigos".
Ilustración del monstruo representado por T. P. Cooke en la obra de teatro "Presumption, or the fate of Frankenstein", de 1823. Fuente imagen: The-frankenstein.wikia.com.
TESTIMONIO DEL MONSTRUO A SU CREADOR: EL GERMEN DEL ODIO
Sintiendo que no tenía opción, Víctor accede a seguir al colosal ser hasta una cálida cabaña con chimenea en la montaña. Allí pasa a ser el monstruo el narrador en primera persona de la novela. Cuenta de las dificultades que experimentó al comenzar a familiarizarse con los sentidos y la percepción; de cómo escapó del Sol refugiándose en el bosque de Ingolstadt, donde sobrevivió comiendo bayas, nueces, bellotas y raíces. "Era una pobre criatura, indefensa y desgraciada, que ni sabía ni entendía nada. Lleno de dolor me senté y comencé a llorar", describe recordando su penoso estado.
Adaptándose a esta vida al aire libre y a las sensaciones físicas de la existencia, la criatura se cautiva con la vida animal, con el paisaje y con la flora de los bosques. Conoce el fuego, en una fogata abandonada, y se quema por primera vez al intentar tocarlo. Así aprende a utilizarlo para cocer alimentos, hasta que se le apaga y no sabe cómo producirlo. También se le acaba la comida, por lo que sale de su lugar buscando cobijo, y llega así a una cabaña en una montaña, donde un anciano que la moraba salió corriendo y chillando despavorido al ver al monstruo entrando a su casa, dejando abandonado su desayuno, para suerte del hambriento intruso.
Después de esa experiencia, bajó hacia una aldea donde la experiencia fue peor. La gente escapaba, gritaba o desmayaba al verlo, aterrados con su apariencia, debiendo correr a buscar refugio cuando la gente comenzó a perseguirlo arrojándole objetos y piedras. Esto es lo más parecido en el libro a la clásica imagen de la chusma pueblerina que persigue al ser aquel levantando picotas, horquetas y antorchas dispuestos a darle caza por los campos, la antológica figura de la "turba furiosa de Frankenstein", algo proveniente del cine pero ausente por completo en la obra literaria.
Corrió por las campiñas y se refugió bajo el cobertizo exterior de una casa, donde permaneció por algunos días. Poco después, encontró bajo ese mismo cobertizo una rendija o ventanilla que daba hacia el interior de la casa, desde la cual podía espiar a los pobres residentes: un anciano ciego, su joven hija el hermano de ésta, muchacho que a diario se retiraba a hacer tareas de campo. Escucharlos en secreto día a día desde su refugio, le serviría para aprender a comunicarse y a hablar con fluidez. Sólo se atrevía a salir de allí durante las noches, permaneciendo encerrado todo el día, "temeroso de recibir el mismo trato que en la primera aldea en la que estuve".
Sin embargo, la comida escaseaba tanto en la familia que el engendro, conmovido, dejó de robarles alimento desde sus almacenes, para no perjudicarlos, limitándose a comer semillas y cosas pequeñas para sobrevivir. También comenzó a reunirles leña en el bosque para dejarla en la puerta de la casa y tratar de aligerarles así la carga de exigencias de cada día. Ellos la recogían asombrados, sin saber quién les hacía tamaño favor. No mucho tiempo después, se unió a la familia una dama de origen árabe, que formaba parte importante de la historia reciente del grupo.
El ser se sentía pagado con poder escuchar a los hermanos leyendo libros al anciano o a sus visitas, como "Les ruines ou Meditation sur les révolutions des Empires" de Volney:
"A través de este libro, obtuve una panorámica de la historia y algunas nociones acerca de los imperios que existían en el mundo actual. Me dio una visión de las costumbres, gobiernos y religiones que tenían las distintas naciones de la Tierra. Oí hablar de los indolentes asiáticos, de la magnífica genialidad y actividad intelectual de los griegos, de las guerras y virtudes de los romanos, de su degeneración posterior y de la decadencia de ese poderoso imperio; del nacimiento de las órdenes de caballería, la cristiandad, los reyes".
También oía desde allí al padre invidente tocando guitarra, o ponía atención al sentirlos conversando. Una noche de esas, encontró una bolsa de cuero con unos libros, que leyó y atesoró con sumo aprecio. Pensando en la situación, comenzó así a convencerse de que era hora de revelar su presencia a la modesta familia, asumiendo los riesgos.
Fue un acto difícil pero, finalmente, una tarde en que salieron todos al campo menos el anciano ciego que se quedó tocando su guitarra, dio el decisivo paso. Salió de su escondite y caminó hacia la casa, tocando la puerta y haciéndose pasar por un viajero buscando reposo. Sin poder verlo, el anciano le hizo pasar y comenzaron a conversar tranquilamente ambos, sentados en la mesa. "Soy una criatura desamparada y sola; miro a mi alrededor y no encuentro bajo la capa del cielo amigo o pariente alguno", le explicó al anciano, quien se mostró dadivoso y gentil.
Estaba revelando quién era y su interés en la familia, de rodillas y suplicante a los pies del anciano, cuando de pronto se abrió la puerta y los tres jóvenes se encontraron de frente con la escena. Desmayos y caos se apoderan de la situación, y el chico se arrojó contra el monstruo apartándolo de su padre. Conteniendo los impulsos por responder la agresión, corrió fuera de la casa volvió a esconderse en el cobertizo y luego huir al bosque, amparado por la oscuridad de la noche, hasta quedar exhausto.
Pensó largo tiempo sobre qué hacer y cómo reparar su error, creyendo posible volver a empezar y esta vez lograr contacto positivo con la familia. Así, caminó de vuelta y se encerró una vez más en el cobertizo, desde el cual vio, en la mañana siguiente, cómo llegaban trabajadores a la casa y el muchacho les explicaba su decisión de marcharse al sentir que la vida del padre estaba en peligro, por el incidente del día anterior. El chico partió y nadie más se había quedado en la residencia.
Tras permanecer angustiantes horas allí, hasta la noche, sintiendo el tormento del rechazo y delirando de furia, encendió fuego a la casa vacía y retornó al bosque, vagando sumido en la ira y el deseo de venganza, lamentándose de haber sido creado.
Para peor, en su camino trató de salvar la vida de una niña que se ahogaba junto a la ruta, acabando herido y muy mal pagada su bondad cuando el padre de la propia infante rescatada, lo atacó con una escopeta. Esta experiencia sólo redobló su odio y su deseo de venganza contra su creador y los humanos en general.
Caricatura contra el nacionalismo irlandés haciendo referencia a los asesinatos de  de Lord Frederick Cavendish y Thomas Henry Burke en Phoenix Park de Dublín, en mayo de 1882. Muestra al "Frankenstein Irlandés" revelando lo identificada que ya estaba entonces la identidad del monstruo con el apellido de su creador, y el aspecto que popularmente se le daba al ser, un tanto diferente ya al descrito por Mary Shelley.
UNA CONFESIÓN MUY MONSTRUOSA Y UNA PETICIÓN MUY HUMANA
Así llegó a Ginebra el engendro de Frankenstein, tras un largo y tortuoso viaje, sabiendo por las cartas y papeles que había encontrado en el laboratorio de su creador en la noche de su despertar, que éste tenía a su familia allá.
Sin embargo, en la primera de una serie de malvadas casualidades, un niño descubrió su refugio accidentalmente en un parque, desencadenándose otra vez la desgracia. Tratando de convencerlo de que no debía temerle, el monstruo se entera por palabras del propio chico que éste era hijo del juez Frankenstein, el padre de su creador... Era el pequeño William. Según su versión, al cogerlo del cuello firmemente para que se callara y dejase de forcejear, el niño murió entre sus manos.
"Contemplé mi víctima, y mi corazón se hinchó de exultación y diabólico triunfo. Palmoteando exclamé:
- Yo también puedo sembrar la desolación; mi enemigo no es invulnerable. Esta muerte le acarreará la desesperación, y mil otras desgracias lo atormentarán y destrozarán".
Confiesa también haber sacado del pecho del niño muerto el retrato de la madre, echándolo al bolsillo sigilosamente a una mujer que pasó después junto a los matorrales donde se escondía... Era la infortunada Justine, víctima de otra deplorable casualidad que permitió el infortunio.
Desde ahí, el monstruo se echó a vagar y merodear, evitando la vista de los ciudadanos... Y hasta aquí llegan sus confesiones en el libro, pues el relato retorna a Víctor, quien informa así de las palabras con la petición que le ha hecho su engendro al terminar de contarle su historia reciente:
"Debes crear para mí una compañera, con la cual pueda vivir intercambiando el afecto que necesito para poder existir. Esto sólo lo puedes hacer tú, y te lo exijo como un derecho que no puedes negarme".
A pesar de la amenaza, Víctor se niega terminantemente a esto, por lo que el monstruo le responde desafiante advirtiéndole que su maldad seguirá manifestándose mientras se sienta infeliz y en total soledad, con el rostro poseso de una intimidante furia:
"Tú, mi creador, quisieras destruirme, y lo llamarías triunfar. Recuérdalo, y dime, pues, ¿por qué debo tener yo para con el hombre más piedad de la que él tiene para conmigo? No sería para ti un crimen, si me pudieras arrojar a uno de esos abismos, y destrozar la obra que con tus propias manos creaste. Debo, pues, respetar al hombre cuando éste me condena?".
Insistió, entonces: "te exijo una criatura del otro sexo, tan horripilante como yo: es un consuelo bien pequeño, pero no puedo pedir más, y con eso me conformo". Y Víctor, no viendo otra vez salida a la situación esta vez, accedió a lo que creyó un bien para todos. El monstruo le prometió, además, desaparecer y escapar con su compañera a las llanuras sudamericanas y no volver a matar a nadie.
Víctor volvió así a la aldea de Chamonix, para calmar a su familia que lo había esperado toda la noche, comenzando a asimilar la enorme responsabilidad que había tomado ahora. "Pesaba sobre mí la promesa que le había hecho a aquel demonio, como la capucha de hierro que llevaban los infernales hipócritas de Dante", comentaría.
Pasaría varias semanas más después del regreso a Ginebra, sin embargo, evitando iniciar las oscuras nuevas labores, en parte porque necesitaba ponerse al corriente de algunos experimentos realizados en Inglaterra y que servirían para este desafío. Los experimentos a que se refiere ambiguamente el relato de Mary Shelley, sin embargo, pueden tener nombre y apellido, como veremos más abajo.
En el intertanto, persuadido por su padre, Víctor comienza a pensar en contraer matrimonio con su amada prima Elizabeth, promesa que había hecho hacía mucho tiempo y voluntad que le había expresado su propia madre en su lecho de muerte.
Finalmente, Víctor prioriza partir de viaje a Londres, Oxford, Matlock, Edimburgo y Perth, acompañado de su leal amigo Clerval, aunque ocultando las razones reales del viaje que calculaba en dos largos años, pero asegurando que realizaría su boda con Elizabeth al regreso.
Charles Ogle interpretando al monstruo, en "Frankenstein" de 1910.
LA CREACIÓN DE UNA COMPAÑERA PARA EL ENGENDRO
El viaje por Inglaterra y Escocia se volvió relajante, después de todo, y volvió a regalar algo de paz al atormentado Víctor. Pero llegó la hora de separarse de Clerval y cumplir con la misión que se traía entre manos:
"Despidiéndome de mi amigo, decidí buscar algún apartado lugar de Escocia donde concluir a solas mi labor. No tenía ninguna duda de que el monstruo me seguía y de que, una vez hubiera terminado mi obra, se me presentaría para recibir a su compañera".
Instaló su laboratorio en un lugar de las Islas Orcadas, dentro de una choza alquilada. El relato de Víctor nuevamente retiene los detalles científicos del procedimiento que utilizó para la creación de esta nuevo ser. Sólo recalca que, tal como en el primero, debe lidiar con el asco, la repugnancia y el agotamiento.
Sin embargo, estaba acercándose ya al final de este siniestro nuevo proyecto, cuando comienza a remorder su conciencia con pensamientos temerosos y profundamente dubitativos sobre las consecuencias de esta riesgosa aventura:
"Y ahora estaba a punto de crear otro ser, una mujer, cuyas inclinaciones desconocía igualmente; podía incluso ser diez mil veces más diabólica que su pareja y disfrutar con el crimen por el puro placer de asesinar. El había jurado que abandonaría la vecindad de los hombres, y que se escondería en los desiertos, pero ella no; ella, que con toda probabilidad podría ser un animal capaz de pensar y razonar, quizás se negase a aceptar un acuerdo efectuado antes de su creación. Incluso podría ser que se odiasen; la criatura que ya vivía aborrecía su propia fealdad, y ¿no podía ser que la aborreciera aún más cuando se viera reflejado en una versión femenina?".
Se pregunta también, entre escalofríos, si aun ocultándose en algún lugar del Nuevo Mundo, los monstruos se reproducirían y crearían una raza maldita enemiga de los humanos, expandiéndose como una plaga. Fue en ese preciso momento, bajo la luz de la Luna, que apareció ante él el monstruo: lo había seguido desde Ginebra y venía ahora a confirmar que Víctor cumpliese su promesa. Los hechos se desatan por sí mismos, otra vez:
"Al mirarlo, vi que su rostro expresaba una increíble malicia y traición. Recordé con una sensación de locura la promesa de crear otro ser como él, y entonces, temblando de ira, destrocé la cosa en la que estaba trabajando. Aquel engendro me vio destruir la criatura en cuya futura existencia había fundado sus esperanzas de felicidad, y, con un aullido de diabólica desesperación y venganza, se alejó".
El monstruo regresó después a la casa, más sereno, para encarar a Víctor. Éste se negó a retomar el plan trazado y debió soportar las amenazas de su horripilante creación. "Me iré; pero recuerda: estaré a tu lado en tu noche de bodas", le dijo éste al retirarse, causando pánico en su creador.
Este episodio del libro, correspondiente a la frustrada creación de la compañera para la criatura, ha sido respetado en representaciones cinematográficas más o menos fieles al relato original aunque con mucha, mucha libertad creativa y adaptativa. También ha generado un personaje propio para toda la cultura asociada a la obra de Mary Shelley y sus derivaciones: la Novia de Frankenstein, en el filme del mismo nombre y del que diremos algo más al final de esta entrada. A veces, se ha colocado a la propia Elizabeth como la fallecida que dona el cuerpo para la compañera del monstruo, además.
En el libro, sin embargo, queda clarísimo que la criatura femenina nunca alcanzó a cobrar vida, al ser destruida por Víctor antes de completada, algo no siempre acatado en el cine ni en historietas derivadas de la obra de Mary Shelley.
Ch. Ogle, caracterizado como el monstruo, 1910. Fuente imagen: Antiscribe.com
NUEVOS ASESINATOS DEL MONSTRUO Y EL ACOSO A SU CREADOR
Víctor decide dejar la isla y regresar a Perth, tras esta otra mala experiencia. Sin embargo, al llegar allá se entera con estupor que Clerval ha sido asesinado y que es sospechoso de su muerte, por lo que es llevado ante el magistrado y desde allí a una celda, a la posible espera de la horca. Comprende de inmediato que ha sido el monstruo quien ha estrangulado a su amigo, por supuesto.
Estando en el calabozo y en tan penosa situación, Víctor es visitado por su padre. Esta vez, ambos hombres ya estaban débiles y con compromisos de salud. Afortunadamente, sin embargo, se determinó que Víctor estaba aún en Islas Orcadas cuando apareció el cadáver de Clerval, y fue liberado, por lo que su padre comenzó a persuadirlo de regresar con él, partiendo primero a Dublín.
En el camino hacia El Havre, Víctor confiesa a su padre su sentimiento de culpa por las muertes de William, Justine y ahora Clerval, sin dar detalles del oscuro secreto que agobia su alma. "Mil veces habría derramado mi propia sangre, gota a gota, si así hubiera podido salvar sus vidas; pero no podía, padre, no podía sacrificar a toda la humanidad". Su padre, sin embargo, cree que delira, inconciente de aquello a lo que en verdad se refiere.
Al llegar a puerto, además, recibe una angustiada carta de Elizabeth, donde ya se pregunta si su amor sigue siendo correspondido, lo que le hace pensar tanto en el cumplimiento de su boda con ella como en la amenaza del monstruo de estar presente en tal evento. Él contesta anticipándole, por carta, que algo sorprendente y abrumador debe confesarle al llegar a sus brazos... Algo que nunca alcanzará a decirle, sin embargo.
Al llegar a Ginebra, Elizabeth lo recibe, y el tema principal entre ambos es el matrimonio, que ya no podía ser postergado más tiempo.
"Se hicieron los preparativos para el acontecimiento; recibimos numerosas visitas que, sonrientes, nos felicitaban. Yo disimulaba cuanto podía la ansiedad que me corroía el corazón, y acepté con fingido ardor los planes de mi padre, aunque sólo fueran a servir de decorado para mi tragedia. Se nos compró una casa no lejos de Cologny, que, por estar cerca de Ginebra, nos permitiría disfrutar del campo y sin embargo visitar a mi padre cada día, pues él, con el fin de que Ernest pudiera proseguir sus estudios en la universidad, seguiría viviendo en la ciudad".
Paralelamente, Víctor se proveyó de un puñal y dos pistolas que llevaba siempre consigo, temeroso de ser atacado por el monstruo, lo que le devolvió algo de tranquilidad y seguridad antes de partir con Elizabeth a Cologny. Ella, sin embargo, nota que está inquieto y paranoico, y le pregunta por las razones de su actitud durante el viaje, hasta que llegaron a la posada. Su amado hombre no se atrevía a confesar aún la causa de sus angustias.
Víctor había logrado convencer a Elizabeth de dormir aquella noche y se encontraba dando vueltas preventivamente por la residencia, cuando escuchó desde adentro un par de tremendos gritos que lo pusieron en alerta, pues provenía precisamente de la habitación donde dormía su amada, hasta donde corrió eufórico.
"¡Dios mío!, ¿cómo no morí entonces? ¿Por qué me hallo aquí narrando la destrucción de mi mayor esperanza, y la muerte de la más pura criatura? Estaba tendida en el lecho, inánime, la cabeza ladeada, las facciones pálidas y convulsas, semiocultas por el cabello. Doquiera que vaya veo la misma imagen: los brazos exangües y el cuerpo lacio, tirado sobre el tálamo nupcial por su asesino. ¿Cómo pude ver esto y seguir viviendo? ¡Cuán tenaz es la vida, y cómo se aferra a quienes más la desprecian! En un instante perdí el conocimiento, y caí al suelo".
La gente de la posada corrió también al lugar de los gritos, encontrándose con la sangrienta postal y con Víctor fuera de sí. La chica había sido estrangulada, y aún tenía las marcas de los dedos de su asesino en el cuello.
El desconsolado científico abrazaba llorando el cadáver de Elizabeth, cuando vio en la ventana del cuarto, ahora abierta, la luz de la Luna y al monstruo mirándolo con un gesto de burla. Furioso, intento dispararle a la criatura con su pistola, pero esquivó el proyectil y volvió a esconderse en la noche, saltando a las aguas del lago junto a la casa. La muchedumbre salió a buscar al asesino alertada por el disparo, e incluso exploraron en barcas el lago, pero nada encontraron, suponiendo que Víctor alucinaba.
Pero la desgracia no terminaba: destrozado, pudo volver con gran esfuerzo de su terrible noche de bodas hasta Ginebra. Al comunicar a su anciano y decaído padre de la muerte de Elizabeth, él cayó afectado por una hemorragia cerebral y falleció pocos días después.
Ya sin nada que perder, Víctor decidió acudir a los tribunales y contó toda su historia a un juez de la ciudad; la verdadera historia, con el verdadero asesino, procurando dejar constancia de todos los detalles necesarios. Fue un desafío tratar de convencerlo, y el juez se excusó de dar curso a algún procedimiento manifestando dudar de las posibilidades de atrapar y hacer justicia con una criatura con las características sobrehumanas que le describía. La frustración fue mayúscula.
El monstruo no deja de acosar a Víctor, mientras tanto. Cuando éste parte al cementerio a jurar que vengará la muertes de sus seres queridos, sobre sus tumbas, escucha desde algún lado una carcajada diabólica y gutural, que hizo eco en el paisaje. Trató de encontrarlo entre las sombras de la noche, pero el monstruo ya se había ocultado otra vez.
La "novia" de Frankenstein, años 30. Fuente imagen: Antiscribe.com
EL EXTRAÑO DESENLACE "ÁRTICO" DEL RELATO
Víctor se arroja, de esta manera, en una frenética búsqueda del engendro, decidido a darle muerte. Su cacería se extenderá por meses y por parajes distantes, en una verdadera obsesión donde ahora él es quien está al acecho por la geografía y los paisajes.
"Lo perseguí; y desde hace varios meses ése es mi objetivo. Siguiendo una vaga pista, recorrí el curso del Ródano, pero en vano; hasta llegar a las azules aguas del Mediterráneo. Casualmente, una noche vi cómo el infame ser abordaba y se escondía en un bajel con destino al Mar Negro. Zarpé en el mismo barco; pero escapó, ignoro cómo.
Aunque continuaba esquivándome, seguí sus pasos por las estepas de Tartaria y de Rusia. A veces, campesinos, atemorizados por su horrenda aparición, me informaban de la dirección que había tomado; otras, él mismo, temeroso de que si perdía toda esperanza me desesperara y muriera, dejaba tras de sí algún indicio para que me guiara. Cuando cayeron las nieves, hallé en la llanura la huella de su gigantesco pie. Para usted, que se encuentra comenzando la vida, que desconoce el sufrimiento y el dolor, es imposible saber lo que he padecido y aún padezco. El frío, el hambre y la fatiga eran los males menores que hube de aguantar; me maldijo un demonio, y llevo un infierno dentro de mí; sin embargo, algún espíritu bueno siguió y dirigió mis pasos, y me libraba de pronto de dificultades aparentemente insalvables".
El monstruo, siempre conciente de que Víctor lo seguía, le dejaba a veces desafiantes inscripciones en los árboles y las piedras del camino siberiano. En uno de ellos, decía a su creador:
"Mi reinado aún no ha acabado; sigues viviendo y mi poder es total. Sígueme; voy hacia el norte en busca de las nieves eternas, donde padecerás el tormento del frío y el hielo al que yo soy insensible. Si me sigues de cerca, encontrarás no lejos de aquí una liebre muerta; come y recupérate. ¡Adelante, enemigo!; aún nos queda luchar por nuestra vida; pero hasta entonces te esperan largas horas de sufrimiento".
Y en otra, seguía ufanándose de sí y del control que había logrado sobre la vida y el futuro de Frankenstein:
"¡Prepárate!: tus sufrimientos no han hecho más que empezar. Abrígate con pieles, y aprovisiónate, pues pronto iniciaremos una etapa en la que tus desgracias satisfarán mi odio eterno".
Proveyéndose de un trineo con perros, siguió avanzando hacia el Norte, tras el monstruo. En un pueblo de la ruta se entera de que éste ya ha pasado por ahí y que marcha provisto de una escopeta y pistolas, robándoles alimentos a los aldeanos y cargándolos en su propio trineo de perros. Partió así hacia el mar de hielo del Ártico, decidido a consumar su venganza evitando darle más ventajas a su infame presa.
Varias veces estuvo al borde de abandonar su propósito, al no volver a encontrar al monstruo, hasta que por fin pudo verlo en la distancia, tras subir dificultosamente una montaña, operación en la que murió exhausto el primero de sus perros. Dos días después, estaba ya a menos de una milla de distancia de él, aunque volvió a perderlo en las cercanías del mar boreal, donde una estruendosa fractura agrietó el trozo de témpano en que se encontraba, separándolo de su enemigo y dejándolo a la deriva. Varios otros perros murieron en ese triste nuevo tránsito desgraciado de Víctor, atrapado en la isla flotante cada vez más reducida.
Es entonces cuando lo rescató el navío en el que va Walton, personaje cuyo testimonio había iniciado el relato. Compadecidos del estado miserable y agónico de Víctor, los marineros lo suben a bordo del barco y le dan auxilios. Walton es quien cerrará la narración, sobreentendiéndose que toda la reconstrucción de la misma ha sido a través suyo, en esta parte del libro, según se la supo por testimonio del propio Víctor Frankenstein, con quien hace una gran amistad. Incluso, hallándose débil y enfermo, Víctor logra persuadir a los hombres del navío de no ejecutar un motín y salva al navío.
El viaje del Capitán Walton y su barco también pasa por peligros a causa de los hielos árticos, que amenazan con atrapar la nave. En sus cartas, anuncia que cree no ver esperanzas, algo que, para fortuna de todos, no alcanzó a suceder. Esto tiene un contexto histórico para el libro: parece relacionarse con las noticias y el interés despertado en Europa por las importantes expediciones rusas del siglo XVIII al Océano Glacial Ártico, dirigidas por Bering, Loshki, Chichagov y Rozmyslov, además de la danesa de Walloe y las británicas de Phipps y Lutwidge. La situación de amenaza que se cierne sobre el barco, de hecho, se parece mucho a la tragedia de la nave comercial inglesa "Octavius", que en 1762 intentó avanzar por el Paso del Oeste Ártico, quedando atrapado entre témpanos y reapareciendo 13 años después en aguas de Groenlandia, encontrado por un ballenero y con todos sus tripulantes muertos.
Desgraciadamente, en medio de esta incertidumbre, Víctor no sobrevive y muere en el navío, poco después, en septiembre. Cuado Walton y sus hombres se devolvían a Inglaterra, sin embargo, el monstruo se aparece en el barco, junto a los restos del fallecido, lamentándose y gimiendo. Cuando Walton lo sorprende, sin embargo, la cosa aquella salta hacia una ventana, pretendiendo escapar.
"Jamás he visto nada tan horrendo como su rostro, de una fealdad repugnante y terrible. Involuntariamente cerré los ojos e intenté recordar mis obligaciones acerca de este destructivo ser. Le ordené que se quedara".
El monstruo accede a quedarse, y llora junto al cadáver de Víctor, culpándose de su muerte. Divaga sobre las culpas que le generó dar muerte a Clerval, su deseo de dejar de hostigar la vida de su creador, pero luego explica cómo el odio volvió a poseerlo al sentir que éste le fallaba, además de algunos detalles de su desgracia que no logran compadecer las simpatías del capitán. Su discurso acaba convirtiéndose en un manifiesto del final de su vida:
"No tema, no volveré a cometer más crímenes. Mi tarea casi ha concluido. No se necesita su muerte ni la de ningún otro hombre para consumar el drama de mi vida, y cumplir aquello que debe cumplirse; sólo se requiere la mía. No piense que tardaré en llevar a cabo el sacrificio. Me alejaré de su bajel en la balsa que me trajo hasta él y buscaré el punto más alejado y septentrional del hemisferio; haré una pira funeraria, donde reduciré a cenizas este cuerpo miserable, para que mis restos no le sugieran a algún curioso y desgraciado infeliz la idea de crear un ser semejante a mí. Moriré. Dejaré de padecer la angustia que ahora me consume, y de ser la presa de sentimientos insatisfechos e insaciables. Ha muerto aquel que me creó; y, cuando yo deje de existir, el recuerdo de ambos desaparecerá pronto. Jamás volveré a ver el sol, ni las estrellas, ni a sentir el viento acariciarme las mejillas. Desaparecerán la luz, las sensaciones, los sentimientos; y entonces encontraré la felicidad. Hace algunos años, cuando por primera vez se abrieron ante mí las imágenes que este mundo ofrece, cuando notaba la alegre calidez, del verano, y oía el murmullo de las hojas y el trinar de los pájaros, cosas que lo fueron todo para mí, hubiera llorado de pensar en morir; ahora es mi único consuelo. Infectado por mis crímenes, y destrozado por el remordimiento, ¿dónde sino en la muerte puedo hallar reposo?".
El monstruo, de este modo, se despide del fallecido y del capitán, asegurándole que él es el último hombre que verá en su vida, pues lo único que ahora le espera es la muerte.
"Con estas palabras saltó por la ventana del camarote a la balsa que flotaba junto al barco", y así se acaba la historia en el libro, con la escena del monstruo alejándose entre la oscuridad y las olas hasta perderse en la noche gélida del Ártico, muy diferente a las versiones cinematográficas que lo usaron en sus respectivos libretos.
Imagen del monstruo y su creador al momento de cobrar vida, en otro de los filmes clásicos. Fuente imagen: Puenteentremundos.blogspot.com
ASPECTO FÍSICO DEL ENGENDRO EN EL LIBRO Y SUS ALTERACIONES
Aunque la mayoría de las caracterizaciones del séptimo arte lo presentan como un hombre de tamaño normal-alto o definitivamente alto, en la novela es un completo gigante, con medidas que todavía resultarían anormales para el promedio humano actual.
Tampoco es el ser bruto y poco sofisticado que balbucea palabras combinadas con gruñidos, sino un culto y sensible personaje que se va volviendo paulatinamente asesino y misántropo, al sentir el odio y asco de los hombres contra él, como puede advertirse de la síntesis.
El error del nominal, por otro lado, al confundir el apellido Frankenstein con el nombre de la bestia, comenzó casi al mismo tiempo de salir publicada la novela y se extendió por el tiempo hasta nuestra época. Ha tratado de ser justificado varias veces con algunas propuestas más bien rebuscadas, que parecen más deseosas de justificar el error que de darle alguna clase de comprensión com, por ejemplo, que el monstruo merecía este apellido por el hecho de identificarse a sí mismo como hijo de Víctor Frankenstein. La verdad es que en la novela sólo se hay referencias a él con un surtido calificaciones peyorativas, como "monstruo", "demonio" o "miserable".
Las alteraciones a las características originales del personaje comenzaron poco después de la novela, en las adaptaciones teatrales de la obra que se presentaron en Inglaterra y Francia del siglo XIX. Una de ellas, titulada "Presunción, o el destino de Frankenstein" y adaptada por Richard Brinsley Peake, en 1823, resultó muy exitosa y contó con la propia Mary Shelley y su padre como invitados de gala. Interpretado por el actor Thomas Potter Cooke, este monstruo no hablaba y parecía bastante menos astuto que el de la novela. Curiosamente, sin embargo, como no tenía nombre, en la lista del reparto y los personajes interpretados, éste aparecía señalado con un espacio en blanco, algo que causó mucha gracia en Mary.
El aspecto popular que se adjudica a la criatura de Frankenstein y al que nos hemos acostumbrado por la abundante iconografía, es fundamentalmente la que encarnó el actor británico Boris Karloff para el cine blanco y negro, sensacionalmente siniestra, de andar lento y torpe, muy enfatizada en los detalles científicos de la creación del monstruo, como los electrodos en el cuello y las junturas metálicas armando su cabeza. El cráneo cilíndrico y aplastado en la coronilla, el pelo corto y las costuras de fragmentos con los que se armó, al ser también son clásicos. La misma iconografía le ha agregado el color verde a su piel y, a veces, tuercas en las sienes o cuello (confusión con los electrodos, al parecer), insistiendo así en que parte de la criatura ha sido armada con adiciones mecánicas.
Todo lo recién descrito, sin embargo, es fantasía posterior al libro: nada de esto se encuentra en la novela de Mary Shelley.
Este asunto del aspecto del ser es algo que está en el conflicto del propio Víctor Frankenstein, desde antes de crearla, según imaginó Mary. En algún momento, la autora hace comentar al personaje:
"En un principio no sabía bien si intentar crear un ser semejante a mí o uno de funcionamiento más simple; pero estaba demasiado embriagado con mi primer éxito como para que la imaginación me permitiera dudar de mi capacidad para infundir vida a un animal tan maravilloso y complejo como el hombre".
Cuando el monstruo cobra vida en esa noche de noviembre, que suponemos tormentosa y convulsionada, sin embargo, lo que observa su creador es descrito de la siguiente manera:
"¿Cómo expresar mi sensación ante esta catástrofe, o describir el engendro que con tanto esfuerzo e infinito trabajo había creado? Sus miembros estaban bien proporcionados y había seleccionado sus rasgos por hermosos. ¡Hermosos!: ¡Santo Cielo! Su piel amarillenta apenas si ocultaba el entramado de músculos y arterias; tenía el pelo negro, largo y lustroso, los dientes blanquísimos; pero todo ello no hacía más que resaltar el horrible contraste con sus ojos acuosos, que parecían casi del mismo color que las pálidas órbitas en las que se hundían, el rostro arrugado, y los finos y negruzcos labios.
(...)¡Ay!, Ningún mortal podría soportar el horror que inspiraba aquel rostro. Ni una momia reanimada podría ser tan espantosa como aquel engendro. Lo había observado cuando aún estaba incompleto, y ya entonces era repugnante; pero cuando sus músculos y articulaciones tuvieron movimiento, se convirtió en algo que ni siquiera Dante hubiera podido concebir".
Hay otros aportes que permiten hacer un perfil probable sobre sus características. El mismo monstruo se describe a sí mismo ante Víctor, cuando se reencuentran en las montañas alpinas:
"Amo la vida, aunque sólo sea una sucesión de angustias, y la defenderé. Recordad: me habéis hecho más fuerte que vos; mi estatura es superior y mis miembros más vigorosos. Pero no me dejaré arrastrar a la lucha contra vos".
Y en otro momento, luego de contemplar la perfección física de los tres habitantes de la casa en cuyo cobertizo había hallado refugio, la criatura la contrasta con su horroroso aspecto:
"¡Cómo me horroricé al verme reflejado en el estanque transparente! En un principio salté hacia atrás aterrado, incapaz de creer que era mi propia imagen la que aquel espejo me devolvía. Cuando logré convencerme de que realmente era el monstruo que soy, me embargó la más profunda amargura y mortificación. ¡Ay!, desconocía entonces las fatales consecuencias de esta deformación".
Ni siquiera la altura del personaje en el cine, cómic, museos de cera y artes gráficas se acerca a las que tiene en el libro: 8 pies, equivalentes a enormes 2,44 metros, aproximadamente. Estas proporciones podrían estar tomadas de un personaje real de la época, conocido en vida como "El Gigante Irlandés": Charles Byrne, que vivió entre 1761 y 1783, alcanzando una altura muy parecida, lo que causó gran interés por su persona en la Europa de esos años y lo convirtió en verdadera celebridad, conservándose su enorme esqueleto en el  Colegio Real de Cirujanos de Inglaterra, en la ciudad de Londres. El médico que rescató los huesos de Byrne, el Dr. John Hunter, era amigo y profesor del médico de cabecera de la familia de Mary, el Doctor Anthony Carlisle, por lo que sí existiría un nexo.
Las versiones del monstruo a lo largo de la historia de las artes escénicas y gráficas, pues, difieren sustancialmente de la que la autora dio a su engendro literario en el propio libro. Todo indica que las comentadas caracterizaciones de Karloff resultaron tan impresionantes y asombrosas en los años 30, que el imaginario popular las tomó como la auténtica criatura de Frankenstein. Empero, la verdad es que aquella inmortal representación cinematográfica era sólo una adaptación para el cine del verdadero aspecto descrito en la novela.
El monstruo interpretado por Michael Sarrazin, en 1973, para la serie "La verdadera historia de Frankenstein". Fuente imagen: Loinesperado13.blogspot.com.
¿ESTABA HECHO DE PARTES DE CADÁVERES O NO?
Así como el uso de electricidad se deja entre líneas en la creación del monstruo, como veremos más abajo, el que éste fuera hecho de trozos de cadáveres cosidos armando un cuerpo nuevo y único -cuya máximo énfasis quizás sea la versión encarnada por Robert de Niro en 1994-, también arroja ciertas dudas razonables y cuestionamientos.
La interpretación de que el ser es una reunión de distintas partes de cadáveres no es gratuita. Uno de los párrafos donde más explícitamente puede entenderse este origen, proviene de las palabras que la autora coloca en boca del propio Víctor Frankenstein:
"La mayor, parte de los materiales me los proporcionaban la sala de disección, y el matadero. A menudo me sentía asqueado con mi trabajo; pero, impelido por una incitación que aumentaba constantemente, iba ultimando mi tarea".
Es necesario observar, sin embargo, que las descripciones que hace Mary Shelley del engendro son ligeras y hasta fugaces. De hecho, parecen ser rasgos del terror gótico y romántico que después quedan heredados en algunos elementos del terror victoriano, especialmente en la pluma de H. P. Lovecraft, donde la descripción de los monstruos es poco detallada, incrementando la atención y el misterio para el lector. Esté recurso se usó, por ejemplo, en la espectacular criatura del filme "Alien" de Ridley Scott (1979), tantos años después, donde los diseños del xenomorfo magistralmente creados por H. R. Giger, sólo se ven completos juntando todas las escenas donde aparece la criatura y no cada segmento por sí mismo.
Sin embargo, el detalle que mejor revele un origen con partes de muertos unidas entre sí no aparece en ninguna de las descripciones del libro, ni en las generales, ni en las que podríamos tomar como más puntillosas. Su rasgo cadavérico se expone, más bien, por un aspecto de momia, al que se refiere el propio Víctor, como vimos, y también el Capitán Walton en su encuentro con el monstruo:
"Sobre él se inclinaba un ser para cuya descripción no tengo palabras; era de estatura gigantesca, pero de constitución deforme y tosca. Agachado sobre el ataúd, tenía el rostro oculto por largos mechones de pelo enmarañado; tenía extendida una inmensa mano, del color y la textura de una momia".
El grabado de la portada del libro de la edición de 1831, además de sugerir la contextura muscular y el enorme tamaño del ser, propone algo extraño: yace sobre un esqueleto, detalle que hace creer que podría tratarse de una resurrección de un muerto en particular, cuyo retorno a la vida tuvo lugar con este aspecto monstruoso y temible. "Durante casi dos años había trabajado infatigablemente con el único propósito de infundir vida en un cuerpo inerte", dice el científico inventado por Mary al describirlo, abonando más a esta suposición. El armado en base a órganos de muertos parece ser sólo una parte del complejo procedimiento que ideó Víctor para su creación, entonces.
Dicha imagen, sin embargo, tiene que ver mucho con el cambio de redacción entre las ediciones de 1818 y 1831. En esta última edición, Mery suavizó muchas partes del libro que sugerían el uso de trozos de cadáveres, según cierta teoría porque no quería complicar a su amigo el Dr. Carlisle ante la existencia de denuncias de profanaciones, como veremos en la segunda parte de esta doble entrada. Hay muchas posibles influencias de Carlisle en la construcción del personaje Víctor Frankenstein, según parece también.
No obstante, es el propio relato de Víctor el que sugirió, otra vez en la creatividad de Mary, que consideró emplear los fragmentos de cuerpos para armar uno nuevo y de las grandes proporciones que hemos descrito:
"Dado que la pequeñez de los órganos suponía un obstáculo para la rapidez, decidí, en contra de mi primera decisión, hacer una criatura de dimensiones gigantescas; es decir, de unos ocho pies de estatura y correctamente proporcionada. Tras esta decisión, pasé algunos meses recogiendo y preparando los materiales, y empecé".
No cabe duda, entonces, que la discreción con la que Mary Shelley hace pasar el relato por el asunto de los trozos de cadáveres armando un ser diferente y otros detalles nebulosos del procedimiento usado, se deben tanto a la actitud precautoria que coloca en Víctor, reacio a revelar detalles de su abominable obra, y también al estilo mismo de su propuesta de terror, donde no hay un esfuerzo demasiado urgente por describir los aspectos más chocantes de las situaciones y la criatura de marras.
El Dr. Frankenstein (Raúl Julia) y su creación (Nick Brimble) en "Frankenstein liberado", filme de 1990 basado en la novela homónima. Fuente imagen: Antiscribe.com.
ASPECTOS INTELECTUALES Y MORALES DE LA CRIATURA EN LA NOVELA
Otro alcance conflictivo entre la creencia popular sobre el monstruo y sus características adjudicadas en el libro, tiene que ver con su carácter e intelecto.
No es el ser sin alma y a veces carente de toda inteligencia que ha difundido el cine, sino un ser sensible, sumamente espiritual a pesar de sus arrebatos de ira y criminalidad que lo poseen. Cuenta de su aprendizaje, por ejemplo, en un momento en que se refiere a sus primeros días de vida, refugiado en los bosques:
"Mis ojos se habían acostumbrado a la luz y a distinguir bien los objetos. Diferenciaba un insecto de un tallo de hierba y, poco a poco, las distintas clases de plantas entre sí. Comprobé que los gorriones tenían un trinar áspero, mientras que el canto del mirlo y de los zorzales era grato y atrayente".
Su sensibilidad queda muy bien descrita en el pasaje donde está refugiado en el cobertizo de una casa campestre, espiando a sus residentes. En algunos momentos, se emociona al escuchar cómo tocan y cantan melodías, e incluso derrama lágrimas. Su gran inteligencia y capacidad de aprendizaje le permite comenzar a hablar y a expresarse incluso en forma poética, con sólo escuchar las conversaciones y lecturas de los moradores de este lugar. Se trata de un ser excepcional, por lo mismo.
El testimonio que da el propio monstruo, es que el rechazo y el asco hacia él por parte de los hombres, es lo que le ha vuelto malvado y demoníaco. Hasta antes de su primer asesinato, el del niño, su ética y su altura moral eran muy diferentes:
"El ser un gran hombre lleno de virtudes parecía el mayor honor que pudiera recaer sobre un ser humano, mientras que el ser infame y malvado, como tantos en la historia, la mayor denigración, una condición más rastrera que la del ciego topo o inofensivo gusano. Durante mucho tiempo no podía comprender cómo un hombre podía asesinar a sus semejantes, ni entendía siquiera la necesidad de leyes o gobiernos; pero cuando supe más detalles sobre crímenes y maldades, dejé de asombrarme, y sentí asco y disgusto".
También encuentra los libros que leerá apasionadamente, en el pasaje ya mencionado: "El paraíso perdido" de John Milton, un volumen de "Las vidas paralelas" de Plutarco y "Las desventuras del joven Werther" de Goethe. "La posesión de estos tesoros me proporcionó un inmenso placer. Con ellos estudiaba y me ejercitaba la mente...", dice a Víctor, expresando las reflexiones y meditaciones que le provocaron estas obras y especialmente cuando se identifica con la de Milton:
"Me impresionaba la coincidencia de las distintas situaciones con la mía, y a menudo me identificaba con ellas. Como a Adán, me habían creado sin ninguna aparente relación con otro ser humano, aunque en todo lo demás su situación era muy distinta a la mía. Dios lo había hecho una criatura perfecta, feliz y confiada, protegida por el cariño especial de su creador; podía conversar con seres de esencia superior a la suya y de ellos adquirir mayor saber. Pero yo me encontraba desdichado, solo y desamparado. Con frecuencia pensaba en Satanás como el ser que mejor se adecuaba a mi situación, pues como en él, la dicha de mis protectores a menudo despertaba en mí amargos sentimientos de envidia".
La máquina de matar por instinto y desde su "nacimiento", que se concibió sobre el engendro en muchas de las representaciones cinematográficas y adaptaciones de la obra, entonces, son fantasías de dramatización totalmente libres respecto de la descripción que encontramos en en Mary Shelley. El monstruo en realidad se vuelve así con el correr del tiempo, al sentir el odio injusto y el rechazo visceral de los hombres en su contra.
El monstruo interpretado por Christopher Lee en 1957, cuando el célebre actor todavía se abría paso en la industria. Fuente imagen: Estilodf.tv.
SI MARY SHELLEY NO MENCIONÓ LA ELECTRICIDAD, ¿POR QUÉ SE ASUME QUE FUE USADA?
Ahora bien, ¿por qué se da por hecho que al monstruo se le dio vida con alguna clase de intervención eléctrica, si el libro no lo aclara ni especifica que así haya sido, cuando Frankenstein habla de lo que ha hecho en Ingolstadt?
Esta muy posicionada creencia se relaciona con las prácticas del llamado galvanismo o la manipulación de cuerpos muertos con electricidad, animando así miembros cadavéricos de animales y personas. En la segunda parte de estos artículos hablaremos más extendidamente de esta práctica, pero acá dejaremos de manifiesto algo sobre las razones que permiten suponer el empleo de electricidad en la creación del monstruo.
Sucede que hacia el inicio de la obra, el personaje Frankenstein recuerda que, siendo niño, había observado los rayos destruyendo un árbol en las montañas de la residencia de la familia cerca de Belrive, dejando sólo el tocón carbonizado de un antiguo roble de quince metros enfrente de la casa. Esto avivó mucho su curiosidad sobre las propiedades de la electricidad, comenzando a estudiarla y a realizar pequeños experimentos caseros con ella, ayudado por su padre. Es así como llega al galvanismo, según el relato, "teoría que resultó, para mí, a la vez nueva y asombrosa".
El secreto de qué procedimiento usó Frankenstein para dar vida a su engendro, se debe a que deliberadamente va guardando el personaje detalles de su obra, para que nadie más la repita según se puede entender. En sus palabras, para despejar toda duda:
"Amigo mío, veo por su interés, y por el asombro y expectativa que reflejan sus ojos, que espera que le comunique el secreto que poseo; mas no puede ser: escuche con paciencia mi historia hasta el final y comprenderá entonces mi discreción al respecto. No seré yo quien, encontrándose usted en el mismo estado de entusiasmo y candidez en el que yo estaba entonces, le conduzca a la destrucción y a la desgracia. Aprenda de mí, si no por mis advertencias, sí al menos por mi ejemplo, lo peligroso de adquirir conocimientos; aprenda cuánto más feliz es el hombre que considera su ciudad natal el centro del universo, que aquel que aspira a una mayor grandeza de la que le permite su naturaleza".
Es por eso que no menciona la electricidad en el proceso mismo de nacimiento del monstruo, del que arroja muy pocos detalles, pero sí lo sugiere en todo el preámbulo del relato antes de llegar a tan dramático y central punto. Las señales para adivinarlo están allí, sin embargo, como los antecedentes que comenta sobre su descubrimiento de las propiedades eléctricas de los rayos.
Con algo de imaginación, se podría pretender que el haber colocado su taller en la cúspide de su antigua residencia, se debía alguna participación de los rayos en su trabajo de creación. El soplo de vida del monstruo lo recibe, además, en "una desapacible noche de noviembre" en que ha llovido, a mediados del otoño boreal. Señala que la mañana siguiente continuaba "lluviosa", lo que podría abrirnos a la posibilidad de creer que hubo una noche de rayos.
Más adelante, cuando debe cumplir con la creación de una compañera para el monstruo, dijimos ya que Víctor comenta que conoce noticias de descubrimientos realizados por un científico inglés, que podría corresponder a los de Erasmus Darwin, abuelo de Charles Darwin y practicante del galvanismo. También hablaremos más al respecto en la segunda parte de este doble artículo. Víctor recordaba en la parte inicial del libro, además, cómo su padre le mostraba la forma de atrapar rayos con el experimento de la llave metálica que se eleva atada a un volantín o cometa, el mismo de Benjamin Franklin y que, como se sabe, fue la base para la creación del pararrayos en 1754.
Sobre lo anterior, ya dijimos que, en "El esqueleto del Conde o La amante vampiro" de 1828, Elizabeth Caroline Grey contaba la historia de un conde que también revivía a una persona, en este caso una muchacha, valiéndose de fuerza eléctrica.
Cabe hacer notar que, si bien en ninguna de las ediciones del libro Mary explicitó el uso de la electricidad sobre la creación del engendro, en el grabado que retrataba el despertar de éste en la edición de 1831, se distingue claramente que el laboratorio de Frankenstein cuenta un gran equipo que parece ser un primitivo generador galvánico.
Robert de Niro maquillado como el monstruo de Frankenstein en el filme de 1994. Fuente imagen: Yofuiaegb.com. Una versión que hizo hipérbole del rasgo del monstruo hecho con partes de cadáveres.
ADAPTACIONES EN CINE Y TELEVISIÓN. CAMBIOS Y ADAPTACIONES A LA HISTORIA
Las versiones cinematográficas desparramaron muchas otras creencias erradas y alteraciones sobre la historia y el aspecto original del monstruo, que han persistido a pesar de lo popular que sigue siendo el libro de Mary. Esto sólo se explica por el poder del cine dar penetración cultural a imágenes y congelar ideas en el imaginario colectivo.
Un cortometraje de 1910, en plena era del cine mudo, presentó por primera vez a un monstruo de Frankenstein caracterizado para las proyecciones y buscando provocar miedo en las salas. Con su poco más de un cuarto de hora y que muy poco toma de la novela, la obra hoy resultaría irrisoria, pero en su momento fue un hito interesante de Edison Studios. Dirigida por J. Searle Dawley, el encargado de encarnar histriónicamente al monstruo fue el actor Charles S. Ogle, que lo hacía con un extraño disfraz: vestido con harapos y vendas, una abundante peluca revuelta, guantes con aspecto de manos desgarradas y un maquillaje de pintura blanca con toques oscuros alrededor de los ojos y sobre las cejas, sobre una frente aplanada y un ancho cintillo en ella.
Otra adaptación cinematográfica tuvo lugar en 1915, titulada "La vida sin alma" y dirigida por Joseph W. Smiley, aunque lamentablemente se perdió sin dejar copias. Cinco años después, vino "El monstruo de Frankenstein", obra italiana dirigida por Eugenio Testa, también perdida.
Sin embargo, es el filme actuado por Boris Karloff el que golpeó con la versión más famosa y culturalmente importante de la criatura de Frankenstein en los años 30. Hablaremos más extendidamente de este caso abajo, pues merece un espacio propio de texto.
El actor también clásico del cine de vampiros, Christopher Lee, se hará cargo de representar al monstruo en 1957, en el filme de Hammer Productions titulado "La Maldición de Frankenstein", dirigida por Terence Fisher y con la actuación de otro maestro del cine terror, Peter Cushing. El maquillador Phil Leakey cumplió cabalmente con el desafío de crear un nuevo aspecto al monstruo en la persona de Lee, esta vez con énfasis al aspecto cadavérico, pálido, un ojo turbio, con costuras y aspecto grotesco de la piel, pero más humano y expresivo que los rostros duros e rígidos que hasta entonces se habían conocido. Es otro asesino impulsivo, sin embargo y, aunque con el tiempo Lee se bajó de la representación, el personaje siguió apareciendo en las secuelas "La venganza de Frankenstein" de 1958, "Frankenstein creó a la mujer" de 1967, "Frankenstein debe ser destruido" de 1969 y "Frankenstein y el monstruo del infierno" de 1974, que puso fin a la secuencia.
En 1973, se estrenó una serie televisiva llamada "Frankenstein, la verdadera historia", de  Pinewood Studios, dirigida por Jack Smight. Hay una ambientación de época notable en la serial, pero el monstruo interpretado ahora por Michael Sarrazin tiene una diferencia radical con el de Mary Shelley: nace como un hombre joven, de rasgos masculinos atractivos y con enorme inocencia casi infantil, pero se va deformando y volviendo repulsivo a medida que pasa el tiempo (aunque en nuestra época sólo pasaría por "feo", nada realmente terrorífico en su aspecto), cambiando también su ánimo hasta tornarse peligroso y criminal. Este argumento también toma, en una parte, el asunto de la novia que recibe en un momento el monstruo.
Al año siguiente, el monstruo pasa a una versión de humor: "El joven Frankenstein" de Mel Brooks, con la actuación de Gene Wilder, el estrábico Marty Feldman y Peter Boyle como el engendro. Aunque se trató de una comedia, reafirmó muchos elementos iconográficos de la cultura que orbita alrededor de la novela original.
En 1990, John Hurt, Bridget Fonda y Raúl Julia protagonizan el filme de Roger Corman titulado "Frankenstein liberado", basado en la novela de Brian W. Aldiss que, a su vez, se inspira y participa del argumento de la novela de Mary Shelley, pero en un contexto de viajes en el tiempo y fantasías más modernas de ciencia ficción. Acá el monstruo, interpretado por Nick Brimble, no guarda ningún parecido con los antecesores del cine, sino que intenta aproximarse más al original aunque con una versión propia, con más adiciones y exageraciones, pero de tamaño notoriamente menor a lo que podría esperarse. También pasa por la aparición efímera de una "novia" para la criatura.
Kenneth Branagh dirigirá la obra de 1994 titulada "Frankenstein de Mary Shelley", con Robert de Niro en la interpretación del monstruo. A pesar de su buen reparto, esta obra partió con problemas, tras bajarse Francis Ford Coppola del proyecto y cederlo Branagh. A pesar del título, nuevamente se trata de una versión sólo inspirada en la obra, de la que se aparta por algunos momentos incluyendo el final. Se ven incluso aderezos un tanto absurdos, tales como bancos de anguilas eléctricas (animal sudamericano) que, moviéndose simbólicamente como espermatozoides -según parece-, aportan la necesaria electricidad para un engendro flotando en líquido amniótico (?), que ha reunido el científico de diferentes partos. De Niro aparece acá calvo, deforme, con un pesado maquillaje que realza los trozos de distintos cadáveres cosidos para formar un cuerpo como un caprichoso rompecabezas de muertos. También reaparece la figura de la "novia" y hecha a partir del cuerpo de Elizabeth, encarnada por la actriz Helena Bonham Carter, que acaba suicidándose al no soportar su propia fealdad luego de un efímero rato de vida.
Una de las propuestas más recientes y fieles a la obra de Mary Shelley es la miniserie "Frankenstein", de 2004, dirigida por Kevin Connor para Hallmark Channel. El monstruo es, quizás, lo más parecido que se ha hecho a las descripciones del libro, interpretado por Luke Goss, aunque esta fidelidad le quitó potencia a sus rasgos terroríficos en esta época donde ya resulta difícil -si no, imposible- impresionar y asustar con sólo maquillaje.
Ese mismo año, el monstruo reapareció en el filme "Van Helsing" de Stephen Sommers y con papel protagónico de Hugh Jackman. Con sello de Universal Studios, se trataba de un ser sofisticadamente tecnológico y que resumen muchos de los aspectos ya revisados de antiguas caracterizaciones y sus adaptaciones, esta vez a cargo del actor Shuler Hensley en el rol.
El monstruo interpretado por Karloff, con la apariencia más popular y difundida que se ha perpetuado para la creación cadavérica de Víctor Frankenstein.
EL MONSTRUO "DEFINITIVO" DE BORIS KARLOFF
No hay duda de que la representación de Boris Karloff en los años 30, cambió para siempre y de manera irreversible la iconografía popular sobre el aspecto del monstruo salido del laboratorio de Víctor Frankenstein. El filme se intitulaba, sencillamente, como "Frankestein", abonando al error de que éste era el nombre del monstruo, a pesar de que en los créditos intentaba aclararse que no tenía identidad.
Dirigida por James Whale para Universal Studios, esta cinta blanco y negro de 1931 se intitula sencillamente "Frankenstein", aunque hace muchas diferencias con el original, partiendo por la época en que se ambienta y las identidades de los personajes, en algunos casos combinando nombres y apellidos de los que están en la novela, para crear otros.
Así como la "Sonata para piano Nº 14 en do sostenido menor Quasi una fantasia (Op. 27, n.º 2)" de Beethoven, quedó definitivamente identificada con el nombre de "Claro de Luna" ("Mondscheinsonate") dado a la pieza después de la muerte de su autor, el aspecto del monstruo de Frankenstein creado por Mary Shelley, quedará indivisiblemente relacionado con la versión del monstruo de Karloff, cuando fue presentada al mundo. Acá se lo mostraba con la magnífica y horripilante caracterización que hoy identifica al personaje, maquillado por Jack Pierce, el mismo creador de clásicos aspectos del Hombre Lobo y la Momia: frente alta, cabeza achatada, rasgos cadavéricos, electrodos en el cuello, etc. El característico terno que usa, de varias tallas menos que las suyas, aparece también a partir de este filme, al igual que los zapatos con plataformas que buscaban aumentar la altura del ser.
Considerada un clásico del género terror en la historia del cine, en esta obra el monstruo cobra vida gracias a energía eléctrica tomada de un rayo. Se lo presenta también como un asesino bruto e inhumano, obligando a su creador a mantenerlo encerrado, pues el cerebro que se ha usado en él es de un peligroso asesino. Esta última idea fue repetida, muchos años después, en el robot villano del filme "RoboCop II", de 1990.
Cabe comentar, además, que el "Frankenstein" de Whale acusa mucha influencia de la obra teatral de la inglesa Peggy Webling, titulada del mismo modo y cuyos derechos compró el estudio para la producción de la película. Estrenada en 1927, el engendro de dicha pieza teatral era representado por el actor Hamilton Deane, pero era llamado impropiamente con el apellido de su creador, a pesar de que la propia Mary Shelley se refirió alguna vez a él como "innombrable". Este error no se repite para el monstruo de Karloff, sin embargo.
Dado el éxito de "Frankenstein" en las salas de cine, Whale estrenó en 1935 la secuela titulada "La Novia de Frankenstein" que, curiosamente, recoge algunos elementos de la novela para construir la trama, incluyendo la petición del monstruo a su creador, de que le proporcionara una compañera. Esta cinta creó otro personaje de antología, con la "novia" acá representada en cabellos negros y mechones blancos, interpretada por Elsa Lanchester, caracterización de fémina que ha vuelto a aparecer en varias versiones fílmicas posteriores y que vimos no pertenece al libro.
Karloff reaparecería como el monstruo en "El hijo de Frankenstein" de 1939, dirigida por Rowland V. Lee y donde comparte escenas con el clásico actor de vampiros Bela Lugosi. Ambos actores actuaron juntos hasta el filme de Robert Wise "El ladrón de cuerpos", de 1945, cuya trama también parece estar influida por parte del libro de Mary y el ficticio universo cultural de Frankenstein, particularmente en cómo un científico se proveía de cuerpos humanos.
En la segunda parte de esta doble entrada, dejaré publicado algo relativo a las posibles fuentes de inspiración de Mary Shelley para concebir los descritos contenidos que dieron cuerpo a "Frankenstein; o, el moderno Prometeo".

HACIA EL BICENTENARIO DE FRANKENSTEIN (PARTE II): LAS FUENTES REALES Y LEGENDARIAS QUE INSPIRARON LA NOVELA

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Villa Diodati, residencia de Lord Byron, con Luna llena, escenario donde Mary Shelley soñó y dio inicio a la obra "Frankenstein; o, el moderno Prometeo". Obra de Edward Francis Finden a partir de un dibujo de William Purser. Fuente imagen: Moonmagazine.info.
Aproximándonos al bicentenario de la inmortal obra de terror gótico "Frankenstein; o, el moderno Prometeo", de la inglesa Mary W. Shelley, vimos en la parte anterior de esta entrada doble una síntesis del contenido del libro comparada con las derivaciones que se han hecho de la obra alterando mucho de su argumento, su mensaje y la propia apariencia del monstruo creado por Víctor Frankenstein.
Existen muchas teorías, propuestas y creencias intentando explicar aspectos relativos al origen de la idea del monstruo que, por error, ha sido llamado popularmente Frankenstein como el título del libro, cuando éste en realidad se refiere a Víctor Frankenstein, su creador, como ya vimos. Acá me permitiré repasar algunas de las presuntas fuentes de inspiración que habría tenido la autora, tanto para las ideas centrales de su obra como para pasajes de sus contenidos más dramáticos e importantes.
A pesar de su juventud y de no debutar aún en las letras cuando comenzó a escribir la obra, cabe comentar que Mary no tuvo problemas para acceder a una cantidad enorme de conocimientos, además de lo que aprendió en sus grandes viajes donde vio escenarios increíbles: abadías en ruinas, castillos oscuros, bosques encantados, etc. La enorme cultura de su padre, de su pareja y de sus círculos de amigos de seguro influyó también en ella. Por otro lado, Mary vivió, a partir de 1807, en el segundo piso de la casa donde estaba la "Liberia Juvenil Godwin", en Skinner Street de Londres. El local estaba a cargo de su familia, de modo que podía bajar constantemente a sacar libros que devoraba en largas sesiones de concentrada lectura.
Por todas estas razones, las fuentes de su conocimiento para inspirar la obra de "Frankenstein; o, el moderno Prometeo", pueden ser innumerables, incluso muchas más de las que repasaremos acá. También me siento en necesidad de comentar que encontré un excelente artículo que aborda este período y otros en la vida de la escritora, del investigador español Juan Mari Barasorda, publicado en la revista cultural "Moon Magazine" de junio de 2016, con el título "Los padres del monstruo. El sueño de Mary W. Shelley", donde podemos ver algunas propuestas sobre las inspiraciones de la autora.
Antes de empezar, sin embargo, debe comentarse que los antecedentes que pudo haber tomado Mary para concebir su obra, por momentos parecen tan siniestros como la narración misma, como veremos.
Mary Wollstonecraft Shelley (1797-1851), en retrato de Richard Rothwell en 1840, exhibido en la Royal Academy of Arts de Londres.
CÓMO SE GESTÓ EL RELATO DE FRANKENSTEIN
La historia es más o menos así: en junio de 1816, en medio del frío verano del Hemisferio Norte resultante de la enorme erupción del Volcán Tambora en  Sumbawa, Mary Wollstonecraft Shelley y su futuro marido Percy Bysshe Shelley, fueron de visita a la casa de su amigo escrito Lord George Gordon Byron en Villa Diodati, junto al Lago Ginebra en Suiza.
Como hacía frío y poco se podía hacer al aire libre en aquella penosa temporada veraniega, Lord Byron organizó una reunión especial allí con la pareja, con su médico personal John William Polidori y con Claire Clairmont, la hermanastra de Mary y pareja de Byron, en la que estuvieron leyendo una selección alemana de cuentos y leyendas de fantasmas y de terror que habría traído el galeno, llamada "Phantasmagoriana", junto a la chimenea. Un filme de Ken Russell con bastante de surrealista y onírico, titulado "Gothic", de 1986, recreaba libremente estos encuentros en Villa Diodati.
Al terminar la sesión de lectura de "Phantasmagoriana", Byron propuso a todos los presentes que cada uno escribiera un relato propio de terror, dentro de un plazo. Así se volcaron a tomar el desafío, pero sólo Polidori pudo cumplirlo, a pesar de su poca experiencia en las letras, reducida a sólo unos cuantos poemas: su trabajo se llamaba "El vampiro", considerado el primero de este género y con esta clase de personajes en la historia de las librerías, faltando aún para que aparecieran los vampiros de Alejandro Dumas, Edgar Allan Poe y Bram Stoker.
A mayor abundamiento, Polidori parece haberse inspirado en "La novia de Corinto" de Goethe para algunas partes de su obra, pero principalmente en la personalidad de Lord Byron, para darle los rasgos al aristocrático personaje que la desarrolla. Sin embargo, cuando la obra fue publicada en 1819 en el "The New Monthly Magazine", un error editorial la consideró creación de Byron, provocando una controversia que quizás influyó en el alejamiento entre ambos, poco antes del extraño suicidio del médico bebiendo ácido, en 1821.
Por su parte, la genial Mary Shelley, que a la sazón tenía sólo 18 años, siguió adelante con su idea más allá del plazo que se habían propuesto: su relato se enfocaría en el conflicto de la creación de la vida y el desafío a la muerte, en un contexto siniestro y macabro que será determinante en la oscuridad de la narración gótica como estilo. Un mal sueño, del que hablaremos más abajo, le dio el impulso a las ideas que vertería en dicho trabajo. Es curioso, entonces, que a partir de un mismo círculo de gente y, de hecho, a partir de una misma reunión, hayan cobrado vida literaria los dos personajes más famosos de la biblioteca de terror clásico: los vampiros que presentó Polidori y la criatura de Frankenstein que concibió Mary.
La autora terminó el borrador de su relato hacia abril o mayo de 1817. Lo que inició con la idea de ser un cuento corto, terminó produciendo una novela completa. Se cree que habría tenido mucha influencia en sobre ella el trabajo de Milton "El Paraíso Perdido", particularmente el personaje luciferino, como es comentado en la propia novela por boca del monstruo, además de obras líricas como "La canción del viejo marinero" de Samuel Taylor Coleridge.
Sin embargo, estando la pareja en la Estancia de Marlow, Mary solicitó ese mismo año a su esposo Percy que revisara el manuscrito, corrigiendo errores y mejorando la redacción pues, a diferencia de ella, éste ya tenía experiencia publicando. Dicho borrador fue adquirido en 2004 para los archivos bibliotecarios de la Bodleian Library, de la Universidad de Oxford, siendo incorporados a la Colección Abinger, atrayendo a los investigadores y también siendo publicados como una versión germinal de la obra, en 2008, titulada "El Frankenstein original", con correcciones y acotaciones de Charles E. Robinson.
Percy hizo muchos aportes al borrador, bajando un poco la crudeza del relato. Se cree que él mismo podría haber sido un aporte a las características que Mary le da al protagonista, considerando que Percy usaba, a veces, el pseudónimo Víctor. Incluso se dice que él tenía su propio laboratorio personal, para experimentar con electricidad y magnetismo. Percy también tenía una hermana llamada Elizabeth, el mismo nombre de la hermana adoptiva de Víctor, que en el libro era también su prima y amada.
Así sería presentado al mundo el libro de Mary, al publicarse el primer día del año 1818 por la pequeña casa editorial londinense Lackington, Hughes, Harding, Mavor, & Jones. Percy le escribió el prefacio, pero esta primera edición, hecha cuando Mary tenía 20 años, fue presentada en forma anónima, sin su nombre.
La acogida del libro fue un poco confusa y motivó una serie de críticas, especialmente derivadas de la especulación sobre el verdadero autor de la obra. Aunque críticos como Sir Walter Scott la recomendaron, otros medios la descalificaron y hasta fue tildada de "asquerosa". El "British Critic" incluso adivinó que la novela había sido escrita por una mujer, quejándose del lenguaje demasiado femenino y dulce para un contenido terror. No cabía duda, empero, de que "Frankenstein; o, el moderno Prometeo" estaba quebrando muchos moldes literarios existentes hasta entonces.
Como de todos modos la obra tuvo excelentes ventas y hasta fue llevada a una edición en Francia, la situación motivó una posterior reedición con el relato llevando el nombre de su autora en la segunda edición, de 1821, además de una versión teatral. Posteriormente, apareció una edición revisada y mejorada por Mary Shelley, publicada por  Henry Colburn y Richard Bentley en 1831, conocida como la edición "popular", pues se trata de la principal que se ha difundido en el mundo.
Primera edición de "Frankenstein; o, el moderno Prometeo" de 1818, que no incluyó el nombre de la autora. Fuente imagen: Thehistoryblog.com.
PRIMERA POSIBLE INSPIRACIÓN DEL ARGUMENTO: LA ALQUIMIA Y LOS HOMÚNCULOS
El tema de la alquimia y los homúnculos está sumamente relacionado con el asunto de "jugar a Dios", presente en la novela: la búsqueda del "principio vital"de la creación, el germen capaz de generar vida desde lo inanimado y que permita a un científico chiflado gritar "¡Está vivo!" al ver abrir los ojos a su propia creación. Es una fantasía que ha persistido largamente en la literatura, el cine, los videojuegos y hasta algunos videos virales que se han asomado por los monitores de la era de la Internet, de seguro trucados.
"Debía ser vuestro Adán, pero soy más bien el ángel caído a quien negáis toda dicha", le dice en un momento el monstruo a su creador, confirmando el trasfondo de un sacrilegio científico.
En el libro, pues, es el propio Víctor Frankenstein quien asegura haber encontrado obras del alquimista, cabalista, nigromante y médico alemán Cornelius Agrippa (siglo XVI), que le abrieron un mundo desconocido para él, hasta entonces. "Una nueva luz pareció iluminar mi mente, y lleno de alegría le comuniqué a mi padre el descubrimiento", se confiesa el personaje ante el lector.
"Mi primera preocupación al regresar a casa fue hacerme de la obra completa de este autor y, después, de la de Paracelso y Alberto Magno. Leí y estudié con gusto las locas fantasías de estos escritores. Me parecían tesoros que, excepto yo, pocos conocían. Aunque a menudo hubiera querido comunicarle a mi padre estas secretas reservas de mi sabiduría, me lo impedía su imprecisa desaprobación a mi querido Agrippa".
El adolescente Víctor hasta se reconocía como un discípulo atemporal de Alberto El Grande, en aquel período. No cabe duda, entonces, de que el muchacho, a temprana edad, ha quedado cautivado por obras de estos prestigiosos alquimistas y las materias que ellos trataban.
En otra parte del libro, dice el propio Víctor describiendo sus dos años en la universidad y los orígenes de la curiosidad que lo llevaría a tan funesta creación:
"Uno de los fenómenos que más me atraían era el de la estructura del cuerpo humano y la de cualquier ser vivo. A menudo me preguntaba de dónde vendría el principio de la vida. Era una, pregunta osada, ya que siempre se ha considerado un misterio. Sin embargo, ¡cuántas cosas estamos al borde de descubrir si la cobardía y la pereza no entorpecieran nuestra curiosidad!".
Los alquimistas a veces recurrían a la planta conocida como mandrágora en sus recetarios, célebre por su raíz tomando a veces la forma de un pequeño hombre y por las propiedades alucinógenas de sus compuestos. Estudiada por Laurens de Castelan en el siglo XVI, se creía que la mandrágora crecía en tierra donde se había derramado el semen de un ahorcado, por la eyaculación que explota naturalmente en los hombres que mueren de esta forma. Esta planta era llamada entonces alraun, y se asociaba la forma de sus cuatro raíces con un pequeño niño o duende atrofiado y convertido en vegetal, pero que con determinados procedimientos ya más cercanos a la hechicería que a la alquimia, podían convertirse en un homúnculo que daba protección y asistencia a su dueño.
Una línea de estudio de la alquimia era la creación de los homúnculos, quizás relacionado con las tradiciones de la mandrágora y que, en esencia, constituía el mismo desafío de crear vida que Frankenstein asumió desde una pretensión científica.
Philippus Theophrastus Bombastus von Hohenheim, más conocido por Paracelso, tan leído y admirado por Víctor, fue uno de los iniciadores de esta rama de investigación alquímica, al asegurar en su "Liber de imaginibus", que había creado accidentalmente un pequeño ser de apariencia humana mientras hacía diferentes pruebas buscado dar con la apetecida Piedra Filosofal, capaz de convertir el plomo en metales preciosos. Para él, la historia de los pequeños hombres surgidos de la mandrágora era falsa o tergiversada, porque el "verdadero" procedimiento para crear tales humanoides era el mismo que describe en "De natura rerum", de 1537:
"Que el esperma de un hombre sea putrefacto por sí mismo puesto en una cucúrbita, sellada durante cuarenta días con la mayor cantidad de bosta podrida de caballo, o por lo menos el suficiente tiempo para que se vuelva viva y se mueva y se agite, lo que se podrá observar con facilidad. Después de este tiempo, se verá un poco como un hombre, pero transparente, sin un cuerpo. Si después de esto se alimenta sabiamente con el Arcanum de sangre humana y se alimenta hasta cuarenta semanas, y se mantiene en el calor de la bosta de caballo, crece un niño humano vivo, con todos sus miembros como cualquier niño que nace de una mujer, pero mucho más pequeño".
Paracelso llamó a su humanoide como homunculus, diminutivo que se relacionaba con su pequeño tamaño de cerca de 30 centímetros. La criatura demostró ser capaz de asistirlo en cuestiones domésticas, trabajando incluso en forma afanosa, pero con el tiempo se rebelaba contra su amo o bien escapaba de casa, como lo haría una mascota ingrata, tendencia que confirmó en otros homúnculos.
Tanto el padre como el esposo de Mary Shelley, conocían bien la obra de Paracelso, de acuerdo a lo que informa el profesor rumano Radu Florescu. Desde ahí la escritora pudo haber conocido estas teorías y planteamientos durante su temprana juventud. De hecho, su padre había publicado en 1799 "Saint Leon: a tale of the sixteenth century", novela que apologizaba la búsqueda alquímica del principio de la vida eterna.
El desarrollo del fantástico procedimiento para obtener homúnculos requería también de carbón, cabellos, mercurio y restos de piel, para que se formase la mezcla orgánica base de la criatura. En su "Chymische Hochzeit" ("Bodas químicas"), de 1616, Christian Rosenkreutz explica cómo fabricar también el homunculi duo, correspondiente a uno hombre y uno mujer simultáneamente, ambas en miniatura. Incluso, se llegó a creer que los espermatozoides eran pequeños homúnculos en algún momento, interpretando erróneamente la forma de estos, en los deficientes primeros microscopios con los que contó la ciencia.
En 1775, el Conde Johann Ferdinand von Kufstein y el clérigo italiano Giuseppe Geloni, habrían logrado crear diez homúnculos que, además de ser asombrosos por su sola existencia, tenían el talento de ver el futuro e informar de hechos venideros. Guardados en recipientes de vidrio de la Logia Masónica de Viena, dice la tradición que habrían sido vistos por importantes y reputadas personalidades de la época, apareciendo mencionados en un capítulo completo para ellos en el manual masónico "Die Sphinx" del Dr. Emil Besetzny, según comentan autores como Richard Cavendish, en "Hombre, mito y magia", Donald F. Glut, en "La leyenda de Frankenstein", y S. R. Parchment en "Antigua masonería operativa".
En portales de investigación y divulgación de internet, aparecen referencias a un tal David Christianus de la Universidad de Giessen, quien, en el siglo XVIII, habría propuesto la creación de un homúnculo a partir de un huevo de gallina. No consigo confirmar el nombre (¿se tratará del médico germano Christian Friedrich Garmann o Christianus Democritus? Más abajo lo veremos), pero sí que el procedimiento alguna vez fue conocido: debía hacérsele un pequeño agujero en la cáscara, extraer parte de la clara para reemplazarla por semen humano, y volver a sellarlo por 30 días, enterrado en estiércol y bajo determinadas condiciones lunares del año. Por su parte, el doctor escocés William Maxwell, proponía, pocos años después, que combinando en una matraz o un tubo sales de sangre humana, se podía obtener un ser semejante.
Sobra decir que en la literatura el homúnculo ha aparecido varias veces, desde el ser creado por el mago en "Fausto" de Goethe, hasta el tierno muñeco "Pinocchio" de Carlo Collodi (Carlo Lorenzini). Veremos abajo su relación, además, con el folklore de los golems judíos. El tema fue tratado en el cine por la serie alemana "Homunculus", de 1916, apareciendo a la pasada también en el filme "La novia de Frankenstein" de 1935, representados como diminutos hombres y mujeres dentro de frascos. Incluso la raza de enanos obreros oompa-loompas del libro "Charlie y la fábrica de chocolate", escrito por Roald Dahl y publicado en 1964, parecen tener algo de esclavos homúnculos en las versiones originales de la novela, característica que se fue perdiendo un poco en las dos versiones fílmicas de 1971 y 2005.
Parecido al concepto del homúnculo es el del humongous, referido a seres humanos de proporciones grotescas o enormes, anormales. También aplicaría al monstruo de Frankenstein en el sentido de referirse, de alguna forma, a seres normales que llegan a deformidades atroces, contra la naturaleza. Este mismo concepto fue usado en el notable personaje enmascarado Lord Humungus, líder de los villanos del filme "Mad Max II" de 1981, que se presume deformado a consecuencia de la radiación nuclear. También se alude al concepto en el filme de terror "Humongous", de 1982, con un engendro criminal de formidable fuerza que se ha criado como un ser salvaje y violento en una isla llena de perros, con ciertas semejanzas argumentales a otros filmes de terror como "La Masacre de motosierra de Texas" de 1974 y "Viernes 13, Parte II" de 1981.
El homúnculo de Paracelso. Fuente imagen: Taringa.net.
UNA POSIBLE INSPIRACIÓN EN EL FOLKLORE JUDÍO: EL GÓLEM DE PRAGA
Existen interesantes leyendas judías que podrían haber influido en la creación de Mary Sheley. Una de ellas puede ser el folklore el gólem, famoso personaje que ha tenido su propia saga literaria y cinematográfica, presentando evidentes semejanzas con la figura del monstruo de Frankenstein y que se cruza frecuentemente también con la tradición de los homúnculos, tanto por el tipo de tareas que desarrollaban como por su tendencia a salirse de control el ciertas circunstancias.
Los golems son todo un atractivo cultural e iconográfico en la actual ciudad de Praga, capital de la actual República Checa. La popularidad de la leyenda, que algunos autores creen análoga a la tradición de los zombies y otros a una primitiva robótica, deriva de otra tradición local: la del Rabbi Judah Loew, apodado el Maharal de Praga, en el siglo XVI, quien construyó una tosca y corpulenta criatura artificial de arcilla a la que dio vida, para que lo protegiese a él y al resto de la comunidad judía en la Sinagoga Vieja-Nueva de Altneuschul, cuando comenzaron a ser amenazados por revueltas antijudías. La leyenda dice hasta ahora, además, que uno o más golems quedaron ocultos en el subsuelo de la antigua sinagoga, y que aún estarían allí.
Éste sería el gólem más famoso, sin embargo, porque la presencia de estos extraños seres artificiales aparece por la leyenda hasta en los orígenes del hombre. Incluso aparece mencionado en los Salmos 139:16, del Antiguo Testamento:
"Mi embrión (gólem) vieron tus ojos,
y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
que fueron luego formadas,
sin faltar una de ellas".
Aunque el gólem es creado desde el barro, como Adán, carece de alma y de voluntad propia, limitándose a obedecer las órdenes que los rabinos le arrojaban escritas en un papel por la boca, acompañadas del shem, una inscripción mágica derivada de los nombres de Dios. Tradiciones talmúdicas señalan que Adán fue creado al mismo tiempo que un gólem, pero mudo y con limitaciones según el Sanedrín, siendo devuelto al polvo con el que se le creó. Siempre aparecen hechos de barro o arcilla, tal como el primer hombre que creó Prometeo en la mitología griega, siendo su nombre el que da parte del título original de la obra de Mary Shelley, se recordará.
El documento más antiguo sobre la creación de golems corresponde al "Sodei Razayya", escrito hacia el año 1200 por el maestro judío Eleazar ben Judah, de Worms, Alemania. En el siglo XVI, el rabino y cabalista R. Eliyahu Ba'al Shem, habría confeccionado su propio gólem, según otros registros. Esta historia es corroborada por el cronista cristiano Christoph Arnold, en 1674 y el rabino Jacob Emden en 1748.
El escritor Gustav Meyrink dio luz a su novela "El Golem" de 1915, precisamente tomando por base a estas tradiciones del pueblo judío. Hay pasajes de su obra donde también parece rozar la narración con el asunto de los conflictos éticos y los alcances de jugar con las fuerzas de la vida, como cuando anota:
"Vuelve a despertarse calladamente en mí la leyenda del Gólem espectral, de ese hombre artificial que hace tiempo construyera de materia, aquí en el ghetto, un rabino conocedor de la Cábala, quien lo convirtió en un ser autómata y sin pensamiento, al situar tras sus dientes una mágica cifra numérica".
Y como sucedió con la creación de Frankenstein, el gólem de la leyenda descrita por Meynrick también se sale de madres y enloquece, pasando de la nobleza y la sumisión a la vesania rebelde:
"Cuando una noche el rabino se olvidó de quitarle, antes de la oración, la hoja de la boca, dicen que cayó en un estado de delirio tal que, corriendo en la oscuridad de las callejas, destruyó todo lo que encontraba en su camino. Hasta que el rabino se enfrentó a él y destruyó la hoja. La criatura debió caer sin vida. No quedó nada más de él que la figura enana de barro que hoy todavía se puede ver en la antigua sinagoga de Altneus".
Ahora bien, ¿hay alguna relación del personaje principal del libro con las tradiciones judías en general? El personaje Víctor Frankenstein asegura ser ginebrino, de una de las familias "más distinguidas de esa república" con ancestros ocupando importantes cargos públicos. El que su apellido tenga una fonética posiblemente "judía" no ha pasado inadvertido a algunos autores, incluso en ciertos discursos de inclinación antisemita o bien tratando de ver esta sugerencia entre líneas por parte de Mary. Sin embargo, en la novela el protagonista no da ninguna señal que permita presumir tal filiación. Más aún, Mary aseguró alguna vez que el apellido le surgió del contenido de la pesadilla propia que motivó su obra, y de la que hablaremos más abajo.
Debe recordarse que el hebreismo, el cabalismo y las ciencias judaicas fueron temas conocidos en la sociedad intelectual gentil de aquellos años. De hecho, en la Edad Media, muchas tradiciones y creencias judías fueron asimiladas en la sociedad cristiana y académica. El alquimista Agrippa, tan admirado por Frankenstein en el libro, por ejemplo, no sólo leía y hablaba en hebreo, sino que lo enseñaba en universidades de Europa, además de practicar numerología cabalística. Sus interpretaciones de la demonología hacían mixtura entre conceptos medievales de origen cristiano y tradiciones judías sobre el mundo espiritual, lo que le costó más de un problema con el ojo inquisidor.
Se han realizado filmes alusivos al tema golémico en varias ocasiones, destacando la trilogía del cine mudo de Paul Wegener compuesta por "El Gólem" de 1915, "El Gólem y la chica bailarina" de 1917 y "El Gólem: cómo llego al mundo" de 1920. Su aspecto es bastante parecido al de las representaciones que se han hecho del monstruo de Frankenstein, además, como un ser corpulento, enorme, de andar torpe pero con fuerza sobrehumana.
El gólem y los límites científicos ha resurgido con nuevas temáticas simbólicas en nuestra época. En 1982, por ejemplo, la llamada Comisión Presidencial para el Estudio de los Problemas Éticos de Medicina e Investigación Biomédica, entregó en Washington DC un informe con sus aprehensiones sobre la experimentación con la ingeniería genética, donde mencionaba la leyenda del monstruo de Praga para ejemplificar sus puntos. Allí encontramos una comparación directa con la novela de Mary:
"A semejanza del cuento sobre el aprendiz de brujo o el mito del Gólem, creado de polvo inerme por el Rabí Yehudah Loew de Praga (el Maharal) en el siglo XVI, el relato sobre el monstruoso Dr. Frankenstein nos recuerda la dificultad en reparar una situación cuando un ser concebido como beneficioso se revela finalmente como destructor. De hecho, cada uno de esos relatos exhibe una punzante ironía: justamente cuando nos proponemos incrementar nuestro control del mundo, corremos el riesgo de reducirlo. Los productos artificiales creados con ese propósito pueden volverse contra nosotros y dañarnos: el esclavo puede convertirse en amo".
El rabino Loew y el gólem, en la película de Paul Wegener de 1915. La sola imagen tiene semejanzas icónicas y narrativas evidentes con las representaciones de Víctor Frankenstein y su monstruo. Fuente imagen: Taringa!
LA SINIESTRA LEYENDA DEL HOMÚNCULO DE MAIMÓNIDES
Una ruda combinación entre las tradiciones alquímicas para crear homúnculos y las creencias golémicas judías buscando la chispa de la vida, confluyen en la leyenda de la criatura que el maestro Maimónides habría creado en su época, y cuyas semejanzas con el relato de Frankenstein son innegables, recordando mucho al pasaje en que éste decide destruir el cuerpo de la compañera que el monstruo le ha exigido hacer para él.
Nacido en Córdoba en 1138, Moses ben Maimon, más conocido como Maimónides, fue un prestigioso y reputado  médico, rabino y teólogo de la comunidad judía sefardí al-Andalus, en España. Fue autor de una extensa obra filosófica y poética, además de practicante de la cabala, influyendo incluso en el pensamiento cristiano y árabe. Falleció en Egipto, hacia fines del año 1204, con una fama luminosa que contrasta con la oscuridad de la historia que le adjudica su leyenda.
Esta interesante historia aparece descrita, entre otras fuentes, en el libro "Tree of souls: the mythology of judaism" y "Lilith's cave: jewish tales of the supernatural", de Howard Schwartz. Dice la tradición del folklore judío, pues, que Maimónides tuvo acceso a los máximos conocimientos talmúdicos y los secretos hebraicos mejor guardados por las castas rabínicas, llegando incluso a probar con la búsqueda de la cura de todas las enfermedades. Su área más destacada fue la de médico, siendo solicitado -como toda una eminencia- por importantes autoridades de entonces.
La fama atrajo a muchos que quisieron se alumnos del maestro, pero éste parecía resistirse a la posibilidad. Un día, sin embargo, un muchacho londinense de acomodada familia llegó hasta él en Córdoba, fingiendo ser un mendigo y no saber hablar. Logró conmover a Maimónides y éste lo aceptó en su casa, para que sirviera en labores domésticas a cambio de cobijo y alimento. La intención del chico, sin embargo, era aprender de los procedimientos y conocimientos de su patrón, accediendo a su laboratorio y archivos cuando el maestro le solicitó ser también su ayudante. De esta manera, el chico fue empapándose de los conocimientos del médico, con acceso a su biblioteca y estudios, mientras simulaba todavía ser mudo.
Un día de aquellos, un distinguido señor español comenzó a enfermar, pasando por estados de frenesí y de agotamiento extremos. Ningún médico pudo socorrerlo hasta que llamaron a Maimónides, quien, luego de examinarlo meticulosamente, concluyó en que el paciente tenía un gusano en el cerebro. Debía practicársele una trepanación y extraerlo a la brevedad, o moriría. Luego de algunos trámites y discusiones, logró convencer a los encargados de esta tarea y así regresó a buscar su instrumental médico, para iniciar la intervención.
De regreso en la casa del enfermo, le hizo una incisión en la cabeza, logró abrir una ventana hacia su cerebro y allí, justamente, estaba el gusano retorciéndose en la materia cerebral. Su discípulo inglés, sin embargo, no soportó la presión y trató de detener a su maestro, manifestándose temeroso de que matasen al hombre en semejante trabajo de extracción, en ese momento. Maimónides se sorprendió al advertir que su asistente hablaba y lo había estado engañando en todo este tiempo. El chico le pidió disculpas, le dijo que daría las explicaciones correspondientes, pero que por ahora lo importante era no arrancar al gusano, o mataría la paciente. La técnica correcta, le decía el joven, era una que había leído en los propios trabajos de Maimónides: acercar una planta y que el gusano subiera solo a ella, abandonando la cabeza del enfermo.
Así lo hizo el maestro, y el paciente se salvó. La hazaña le valió ser nombrado médico oficial de la corona y, lejos de enemistarse con su discípulo, el sinceramiento entre ambos estrechó sus relaciones, dedicándose a trabajar juntos desde allí en adelante, no sólo en temas de medicina. El rabino realmente veía en él al sucesor de sus conocimientos galénicos, llegando a manifestar una admiración por sus capacidades.
Un día, Maimónides decidió revelarle un secreto a su discípulo, y puso en sus manos un antiguo ejemplar del "Libro de la Creación" ("Sefer Yetzirá"), explicándole que ahí estaba la clave de un experimento que jamás se había aventurado a practicar, relativo a la resurrección de un ser viviente. Consistía en quitar la vida de un hombre, cortarlo en pedazos, ponerlos en un gran envase de vidrio hecho al vacío y aplicar sobre él sustancias sacras como el Bálsamo de la Inmortalidad y savia del Árbol de la Vida, cuya obtención era secreto de altos rabinos, solamente. Luego de nueve meses, tiempo de gestación de una vida humana, el cuerpo renacía pero en una forma nueva, invulnerable e inmortal.
Ambos hombres quedaron cautivados por la lectura y la descripción del procedimiento, y comenzaron a pensar en la posibilidad de llevar adelante el experimento. La propuesta fue convirtiéndose, así, en algo seguro, hasta que llegaron al convencimiento de que debían tomar los riesgo y ejecutarlo. No sabiendo decidir cuál de los dos debía ser el elegido para el sacrificio y resurrección, dejaron el asunto al Ángel de la Muerte: tocaron el Pergamino Sagrado y lo invocaron... Y la muerte escogió al joven discípulo, haciéndolo caer fulminado al instante.
Venciendo las sensaciones de congoja y temor, Maimónides destrozó el cuerpo y lo arrojó al gran contenedor, siguiendo el procedimiento preestablecido en el "Libro de la Creación". Cerró las puertas de su laboratorio por los próximos meses, guardando silencio y conteniendo su curiosidad. Sólo al cuarto mes tuvo fuerzas para entrar otra vez y ver cómo iba el proceso, poseso por el deseo de ser testigo de lo que sucedía. Grande fue su asombro al ver que los restos iban recuperado forma dentro de ese acuario, como si volviesen a armar un ser humano. Regresó en el quinto mes, y ya podía distinguir la silueta humana esbozada en ese caldo orgánico; el el sexto, pudo ver los nervios y las venas; al séptimo, órganos palpitantes, los músculos y sus movimientos.
Fue entonces cuando el remordimiento y el pánico -al igual que sucede con Frankenstein en la novela- comienzan a apoderarse de Maimónides, ante las consecuencias de lo que esta experiencia podría acarrearle al mundo:
"¿Qué clase de horrores aguardarán a la especie humana si dejo que esto madure? Si acaso este hombre inmortal, con todo su poder, vagase entre sus hermanos, ¿será endiosado y venerado, mientras que la santa revelación y las Leyes de Moisés acabarán siendo negadas con el tiempo, hasta ser olvidadas por completo?
Conceptualmente, su temor era sospechosamente parecido al que proclama Víctor Frankenstein en las Islas Orcadas, cuando decide destruir el cuerpo de la compañera del monstruo, según el libro de Mary Shelley:
"¿Tenía yo derecho, en aras de mi propio interés, a dotar con esta maldición a las generaciones futuras? Me habían conmovido los sofismas del ser que había creado; sus malévolas amenazas me habían nublado los sentidos. Pero ahora por primera vez veía claramente lo devastadora que podía llegar a ser mi promesa; temblaba al pensar que generaciones futuras me podrían maldecir como el causante de esa plaga, como el ser cuyo egoísmo no había tenido reparos en comprar su propia paz al precio quizá de la existencia de todo el género humano".
Finalmente, atormentado por el temor en el octavo mes, Maimónides se acerca a la criatura en gestación, mirándola de frente. Entró en pánico al ver el rostro casi completo del homúnculo dentro del contenedor, que entre fluidos y burbujas le miró y le sonrió de forma diabólica, descontrolándolo. El maestro huyó presa del pánico, preguntándose, al igual que lo hará Víctor Frankenstein, sobre qué es lo que ha hecho al desafiar a Dios.
Tras unos días de encierro y angustia, Maimónides decidió informar con toda honestidad de lo que sucedía al Consejo de Rabinos, cuyo tribunal le exigió acabar con la criatura en gestación, amparados en los Salmos y en la definición de lo que es abominable a los ojos de Dios. Así, justo en el noveno mes y evitando ser culpable directo de un crimen, Maimónides soltó un perro y un gato dentro de su laboratorio, para que en la revuelta derribaran todos los objeto quebradizos y el pedestal que sostenía al acuario del homúnculo. Éste cayó desparramado al suelo, y el maestro lo sepultó inmediatamente en tierra. Después, quemó el volumen de instrucciones del "Libro de la Creación".
Sin embargo, nada lo libró del escarnio de sus pares y los rabinos siempre reprocharon su desafiante audacia, lapidando su prestigio como médico. Para evitar los rigores de la corte rabínica por prácticas oscuras y hechicería, escapó a El Cairo, donde terminó su vida difícilmente, acosado por las acusaciones de gentiles y de los propios judíos en su contra.
Cabe señalar que es muy posible que, si acaso no fue por su propia erudición, entonces pudo haber sido por las aficiones intelectuales de Lord Byron y del propio Percy Shelley, que su esposa Mary conoció en su juventud esta clase de historias del folklore judío, antes de escribir la novela de Frankenstein.
El maestro rabínico Maimónides (1138-1204).
MUERTOS VIVIENTES Y RESURRECCIÓN DE CADÁVERES
El mismo tema de la vida artificial lo toca Goethe en "Fausto" con la creación de un ser homúnculo, y aparece en leyendas sobre seres resurrectos de tradiciones de esclavos afros en América, como los zombies del vudú y hasta entre los mapuches en Chile. Todos estos temas estaban en la sobremesa de la intelectualidad de entonces.
El Frankenstein literario tiene mucho de este terror a los muertos revividos, que se extendió hasta la época de la literatura victoriana, pero la característica se ha ido perdiendo con las representaciones posteriores, especialmente por el énfasis que se coloca en que el monstruo, más que un resucitado, sea una nueva vida hecha a partir de los restrojos de la muerte, en el mencionado sacrilegio de "jugar a ser Dios".
Las historias de zombies, ritos vudús, canibalismo y magia negra tribal también eran conocidas en Europa gracias a los agregados diplomáticos y grandes exploradores, que llegaban con anécdotas que causaron asombro y que motivaron más de alguna obra literaria posterior.  Las noticias que venían desde el Nuevo Mundo -más de una vez aludido en la obra de Mary- aumentaban el interés, la curiosidad y la imaginación sobre esta clase de prácticas. En 1697, por ejemplo, Pierre-Corneille de Blessebois publicó su último libro titulado "Le zombi du Grand Pérou, ou la comtesse de cocagne", aunque su zombie es descrito en forma muy abstracta, pareciendo más bien el fantasma descarnado de un muerto.
Por lo anterior, es muy probable que Lord Byron y sus ancestros viajeros hayan sido buenos conocedores de  estos temas sobre cadáveres vivientes o seres que perdían su alma por voluntad de un practicante de artes mágicas oscuras. Parte del interés por el tema venía de la mano del mesmerismo, la ciencia del "magnetismo animal" propuesta hacia la segunda mitad del siglo XVIII por el alemán Franz Mesmer, y según la cual un ser podía influir en el comportamiento de otro a través de lo que hoy conocemos como sugestión e hipnosis.
Posteriormente, el explorador y ministro representante Spenser Saint Jones, mientras vivió en Haití, solía llegar a Londres con historias y objetos varios extraños traídos desde aquellas tierras de hechicería y prácticas macabras. Tomando el tema de la resurrección de muertos, Edgar Allan Poe escribió "La caída de la casa Usher" en 1839 y "La verdad sobre el caso del señor Valdemar" de 1845. Años después, Ambrose Bierce continuó con el tema en "La muerte de Halpin Frayser", de 1893. Esta obra, en cierta forma, cerró la presencia literaria de los muertos vivientes del siglo XIX, cadena iniciada precisamente por Mary Shelley con su libro sobre Frankenstein.
La cultura zombie, tan de moda en nuestros días, da por entendido que el retorno de un ser humano a la vida es un riesgo: la criatura sólo retorna a la animación, más no a la vida propiamente dicha. De ahí que tenga algo de gólem: sigue siendo un cadáver, sin consciencia, sin ética, sin humanidad. Y a pesar de no haber estado particularmente orgulloso de estos escritos, H. P. Lovecraft puso en el clímax casi demencial del terror a la resurrección del cadáver que regresa sin alma, en su relato "Herbert West: Reanimador". Ya en nuestra época, Stephen King se vale del tema del resucitado sin alma para construir la pavorosa historia de "Pet Sematary" ("Cementerio de mascotas").
Cabe señalar, además, que cierto temor a la resurrección de muertos que fueron malvados en vida, asustó a muchos elementos conservadores de la sociedad de principios del siglo XIX, cuando comenzaron a practicarse experimentos públicos de electrificación de cadáveres de asesinos ejecutados, que realmente aparentaban devolverlos a la vida, como veremos más abajo. Este temor fue irritado al extremo en el filme de terror "Viernes 13, Parte VI: Jason vive", de 1986, en donde el criminal de la franquicia resucita por la caída de un rayo sobre un barrote que le han clavado en el pecho a su cuerpo descompuesto y profanado. A partir de entonces, el asesino Jason Voorhees con su famosa máscara de hockey, pasó a ser una especie de zombie estéticamente muy parecido en su lentitud, movimientos, altura y aspecto harapiento a las caracterizaciones del monstruo de Frankenstein en el cine clásico.
La criatura imaginada por Mary, sin embargo, está lejos de parecerse a las imágenes de los cadáveres vivientes que hoy tenemos a la vista en las películas de zombies y muertos vivientes en general: seres sin razón, de andar torpe, medio descompuestos, caníbales... Por el contrario, era extraordinariamente ágil y veloz, además de inteligente, como tuvimos oportunidad de verificarlo en la primera parte de esta doble entrada.
"Un cadáver galvanizado". Ilustración de Henry R. Robinson de 1836, en Washington D.C., alertando sobre poderes siniestros y diabólicos que rondan en la "resurrección" de cadáveres por las prácticas del galvanismo.
¿ALUSIONES A UNA ROBÓTICA PRIMITIVA?
El asunto de crear vida artificial es amplio y ha tocado muchas leyendas del mundo. Se relaciona mucho con la denuncia del "jugar a ser Dios"que aparece en el libro de Mary Shelley. Hay otro contexto de su época que podría tener influencia en la inspiración del libro.
Allí dice la autora que el protagonista, Víctor, ha leído mucho a San Alberto Magno, por ejemplo, a quien una leyenda le atribuye la creación de un famoso robot del siglo XII que era capaz de abrir las puertas de su celda e invitar a la gente a entrar.
A mayor abundamiento, el supuesto autómata de San Alberto Magno estuvo haciendo labores de sirviente por cerca de 30 años, según la misma leyenda hasta que su compañero de claustro y colega, Santo Tomás de Aquino, lo destruyó a martillazos. Unas versiones dicen que acabó hecho añicos por un ataque de ira del santo contra el autómata, y en otras porque creía que se trataba del Diablo en persona. También dice la creencia que Alberto Magno había hecho una famosa "cabeza parlante" de mujer, que era capaz de mover la mandíbula y contestar preguntas con algún mecanismo desconocido, probablemente valiéndose de algún ventrílocuo que formaba parte de las presentaciones.
Alquimistas, homúnculos y autómatas encuentran puntos de contacto en la literatura que la obra le adjudica al joven Víctor. La relación del gólem con el concepto robótico y la creación de la vida, además, ha sido abordada por interesantes trabajos como el de Norbert Wiener, de 1964, titulado "Dios y Gólem Sociedad Anónima", donde revisa la relación humana con las tecnologías y las implicaciones morales que esto podría acarrear a niveles políticos y hasta religiosos.
En el sentido golémico y "robótico", sin embargo, no cabe duda que la representación antológica del monstruo de Frankenstein por Boris Karloff, a pesar de haber sido tan libre con respecto a la descripción del engendro en el relato, es la que mejor asumió y retrató tal característica. Cierta propuesta para la interpretación, de hecho, sugiere que el monstruo representaría el viejo temor de la tecnología se salga de control y adquiera voluntad propia en contra de los intereses humanos, violentando las famosas tres Leyes de Asimov ("Runaround", 1942). Esto sacaría al monstruo de la asociación al tema zombie o resurrectos, para acercarlo más a la imagen de un HAL 9000 en el filme "2001: Odisea en el Espacio", o bien los imparables cyborgs de "Terminator" y sus secuelas.
Cierto documental sobre folklore de vampiros, han propuesto también que el contenido de "Frankenstein; o, el moderno Prometeo" e incluso el mal sueño de Mary que incluyó en parte de la obra (ver más abajo), pudo estar inspirado también en algo tan concreto como la impresión causada en Europa por los extraordinarios autómatas que causaron sensación en esos años, especialmente los del ingeniero Pierre Jaquet-Droz y su familia, actualmente en el Musée d'Art et d'Histoire de Neuchâtel, Suiza. Provocaron asombro y hasta pánico en su época, cuando comenzaron a ser expuestos de manera itinerante a partir de 1774, debutando en la exposición de La Chaux-de-Fonds. Corresponden a tres robots mecánicos aún funcionales y que son capaces de desempeñar una rutina perfecta cada uno, llamados "La Pianista""El Dibujante" y "El Escritor", por las tareas que ejecutan, respectivamente.
Los autómatas de los Jaquet-Droz son mecanismos tan precisos y complejos que incluso imitan movimientos de ojos y respiración. Aún asombran a los visitantes del museo suizo, y hasta hay que cambiarles sus prendas cada cierto tiempo, porque se desgastan con el tiempo y los movimientos de cada autómata.
Existía otro increíble autómata "escritor" hecho por su colega Friedrich von Knauss, además de un personaje que tocaba las campanas en la Catedral de Burgos, apodado el Papamoscas, reemplazado por un mecanismo nuevo en el siglo XVIII. De la misma época era "El Turco", de Wolfgang von Kempelen, que hacía exhibiciones en ferias y salones jugando ajedrez.
Hay un punto de contacto entre las posibilidades de que la obra de Mary haya tenido alguna inspiración con los autómatas que estaban de moda en aquella centuria: en 1790, François-Félix Nogaret había publicado un trabajo de sátira política y científica titulada "Le Miroir des événements actuels, ou la Belle au plus offrant", en donde un inventor de apellido Frankénsteïn creaba un autómata de tamaño natural, con mensajes que guardan relación con el revolucionarismo francés varias veces aludido en el texto del Frankenstein de la autora inglesa.
Los autómatas de Jaquet-Droz. Fuente imagen: Proyectoidis.org.
EL CASTILLO DE FRANKENSTEIN Y LOS EXPERIMENTOS DE DIPPEL
En Suiza existe el hermoso castillo en ruinas, a unos 5 kilómetros de la ciudad de Darmstadt, que mandó a construir Lord Konrad II en el siglo XIII, sobre lo que se cree fue un castillo anterior sobre el mismo monte, aunque no hay mucha evidencia de ello. Dado que el aristócrata empezó a firmar desde entonces como Konrad II von und zu Frankenstein, a partir de 1252, el lugar fue llamado Castillo de Frankenstein, manteniendo el apellido. La magnífica fortaleza alguna vez llamó la atención de las crónicas del célebre cazador de fenómenos Robert L. Ripley, y sigue siendo una importante y cotizada atracción turística local, con un restaurante propio inaugurado en 1968.
Lord Konrad II fue fundador, también, del Señorío Imperial Libre de Frankenstein o Franckenstein de Franconia, cuya jurisdicción se sometía directamente a la autoridad imperial, ostentando posesiones en Nieder-Beerbach, Darmstadt, Ockstadt, Wetterau y Hesse, entre otras. Cabe recordar que, desde el siglo anterior, existía ya en Alemania el Castillo de la Villa Frankenstein, de Rhineland-Palatinate, localidad que también podría estar relacionada con la famosa "Novia de Frankenstein" (Bertha Seckel geb Frankenstein, fallecida en febrero de 1863) del Patio de los Disidentes del Cementerio General de Recoleta, en Santiago de Chile, que carga con su propia leyenda.
Tras una alianza con los Condes de Katzenelnbogen, estos comenzaron a ocupar el castillo a fines de su primera centuria y por un par de siglos más. El edificio fue separado después en dos partes, para dos familias de los Frankenstein. Pero, como los herederos eran fervorosos católicos opuestos a la reforma religiosa, decidieron dejar la propiedad en el siglo XVII, poniéndola en venta y siendo adquirida por el Condado de Hesse-Darmstadt, que lo dispuso como hospital y albergue.
Pocos años más tarde, en el Día de San Lorenzo de 1673, nació y ocupó el castillo el filósofo, químico, alquimista y médico alemán Johann Conrad Dippel, famoso teólogo calvinista de la época, aventurero y viajero, discípulo del movimiento pietista de Philipp Jakob Spener. Publicando bajo el pseudónimo de Christianus Democritus, Dippel tenía ciertas visiones controversiales sobre el papel de la religión en la sociedad, y más de una vez se vio inmiscuido en polémicas con las autoridades del clero. Incluso fue expulsado de la Universidad de Giessen, por su defensa de los trabajos de Paracelso ante sus académicos, lo que inevitablemente nos lleva a sospechar de cierta semejanza con el personaje de Frankenstein.
Viviendo la mayor parte de su vida en el castillo, allí encontró un espacio de libertad para sus trabajos químicos y alquímicos, lejos del escrutinio inquisitivo. Un día de esos, sin embargo, manipulando explosivos hizo volar parte de edificio, causando daños en la torre principal. Dippel también estudió las propiedades antisépticas del aceite animal, produciendo una variedad que lleva su apellido.
Fuera de lo anecdótico, sin embargo, había una serie de leyendas oscuras sobre lo que Dippel realmente hacía en los oscuros salones del Castillo de Frankenstein, en particular sobre trabajos de necrología, de los que -se sabe- era un practicante. De alguna manera, el personaje era visto dentro de esta misma actividad como una suerte de Leonardo da Vinci realizando estudios de anatomía a partir de cadáveres, pero en versión oscura y siniestra, que es inevitable relacionar con los experimentos que Víctor Frankenstein desarrolla para llegar a la creación de su monstruo.
A mayor abundamiento, y quizás formando parte de los antecedentes del galvanismo (ver más abajo), decía la creencia popular que Dippel realizaba en esas dependencias macabros experimentos tratando de devolver el alma a fallecidos o bien tratando de intercambiar el alma entre dos cuerpos. También habría desarrollado químicos que buscaban extender la vida humana, en busca de la inmortalidad. No hay pruebas concretas ni detalles de estas prácticas, sin embargo, aunque es conocido que fue expulsado de Darmstadt precisamente cuando las autoridades se enteraron de lo que estaba realizando allí y de su adicción a la alquimia, marchándose y falleciendo así en el Castillo de Wittgenstein, en North Rhine-Westphalia.
Todo sugiere, entonces, que el David Christianus que se describe en algunas reseñas sobre alquímica y cabalismo, mismo que habría obtenido homúnculos a partir de la fertilización de huevos de gallinas, habría sido Dippel, con su alias Christianus Democritus, realizando sus experimentos en el Castillo de Frankenstein.
Dippel se sentía tan asociado al castillo que firmaba con el adendo "Frankensteinensis". No parece coincidencia que el personaje de la obra literaria tenga el mismo apellido del castillo y se haya hecho la mima fama de Dippel, por lo tanto, según hacen notar escritores como Florescu. El desafortunado médico pasó parte de sus últimos años tratando de comprar el Castillo de Frankenstein, ofreciendo una fórmula para obtener la Piedra Filosofal como pago, pero nunca consiguió tentar a los propietarios.
Es tema de discusión el cómo llegó a conocimiento de Mary Shelley la historia de Dippel y su leyenda negra. Mary conocía Suiza, por lo que se cree que, estando allá, se habría enterado de la existencia y visitado el Castillo de Frankenstein en 1814, acompañada por su hermanastra Claire Clairmont y por su futuro marido Percy Shelley, cuando ya se encontraba en ruinas. Para otros, la historia fue informada por el lingüista y mitólogo germano Jacob Grimm a la madrastra de Mary Selley, por entonces traductora editorial. Muchos de los paisajes que aparecen descritos en el libro pueden corresponder a este viaje, justamente, pero Mary habría mantenido en reserva este antecedente concreto del Castillo de Frankenstein para no poner en riesgo los derechos de originalidad de su trabajo.
Una curiosidad para la historia es que, en 1976, soldados estadounidenses destacados en Darmstadt, organizaron una Fiesta de Halloween en el célebre castillo, tal vez conociendo algo sobre sus historias de terror y repitiendo las jornadas del 31 de octubre hasta su retiro zonal, en 2008. Esta celebración parece haber sido una de las principales vertientes para la introducción de la fiesta en Europa, existiendo en nuestros días un gran Festival de Halloween que allí se celebra, año a año... El terror sigue haciendo festejos en este sitio, entonces.
El Castillo Frankenstein de Darmstadt. Oscuro, siniestro y ubicado sobre una colina, en su momento fue el castillo típico de los cuentos de terror. Fuente imagen base: Exploring-castles.com.
EL GUIÑO A LA UNIVERSIDAD DE INGOLSTADT Y LOS ILLUMINATIS
La Universidad de Ingolstadt, creada inicialmente como sostén educacional de la fe católica, es aquella en la que se forma el personaje protagonista del libro y donde se imbuye del conocimiento científico. No está elegida al azar: su escuela de medicina era conocida como una de las mejores del Viejo Mundo, gozando de una gran admiración y connotación positiva hasta pocas décadas antes de que Mary escribiese el libro.
Cuando la autora ya había comenzado a redactar su obra, sin embargo, la célebre universidad fundada en el siglo XV había sido cerrada hacía poco más de 15 años. Por sus salas habían pasado célebres académicos como Johannes Reuchlin, filósofo y profesor de hebraísmo, quien practicaba también la cabala judía, escribiendo una obra al respecto titulada "De arte cabalistica", hacia el año 1500.
Hacia sus últimas décadas, gracias a la irrupción del ilustrismo, tenía una gran influencia en dicha casa el académico alemán de supuesto origen judío Johann Adam Weishaupt, que ejercía allí la cátedra de Derecho Canónico en la segunda mitad del siglo XVIII. Weishaupt, apoyado por el banquero Mayer Amschel Rothschild (nacido Bauer, iniciador del clan familiar Rothschild), había sido el fundador de la famosa sociedad secreta francmasónica llamada como "Los Perfectibilistas", en 1776, más conocida como los Illuminati o Iluminados de Baviera, la salsa de tomates de innumerables platillos conspiranoicos y de historias sobre luchas criptopolíticas en nuestros días, tanto para la fantasía como para fundamento de investigaciones alarmistas.
Se recordará que Mary describe al personaje de apellido Waldman, profesor de química y filosofía natural, con ciertos rasgos de "iluminado" que podríamos presumir relacionados a esta escuela masónica. En un momento, según el protagonista, el maestro hizo la siguiente declaración reivindicando la obra de los mismos autores alquimistas y herméticos que habían cautivado a Víctor en su juventud:
"Los antiguos maestros de esta ciencia –dijo– prometían cosas imposibles, y no llevaban nada a cabo. Los científicos modernos prometen muy poco; saben que los metales no se pueden transmutar, y que el elixir de la vida es una ilusión. Pero estos filósofos, cuyas manos parecen hechas sólo para hurgar en la suciedad, y cuyos ojos parecen servir tan sólo para escrutar con el microscopio o el crisol, han conseguido milagros. Conocen hasta las más recónditas intimidades de la naturaleza y demuestran cómo funciona en sus escondrijos. Saben del firmamento, de cómo circula la sangre y de la naturaleza del aire que respiramos. Poseen nuevos y casi ilimitados poderes; pueden dominar el trueno, imitar terremotos, e incluso parodiar el mundo invisible con su propia sombra".
No sabemos si esta controvertida relación de la universidad llevó a su abrupto cierre en 1800, por  Maximiliano IV, a pesar del inmenso prestigio que tenía en toda Europa esta casa de estudios y de haber resistido exitosamente al movimiento reformista protestante.
La relación de Mary Shelley con los Illuminati es indirecta, pero muy posible: además de existir teorías que adjudican la creación de la secta en la misma ciudad de Ingolstadt, existe la cierta posibilidad de que su marido Percy Shelley, haya sido miembro numerario de primera generación de la misma logia secreta de Baviera. Esto explicaría ciertas inclinaciones intelectuales de la pareja y algunas presuntas prácticas relacionadas con alquimia y artes ocultas, quizás hasta la propia atracción por la escuela del galvanismo, por entonces en desarrollo.
Se recordará, también, que uno de los principios de la sociedad secreta era fomentar la igualdad entre hombre y mujeres, tomando algunos conocimientos de la obra de Agrippa titulada "De nobilitate et praeccellentia faemini sexus", que es considerado uno de los textos precursores del feminismo. Como se ve en el libro, Shelley parece conocer los trabajos de Agrippa. Hay otros alcances políticos que veremos al final de esta entrada.
¿Se estará poniendo del lado de la crítica a los illuminatis la novela de Mary, entonces, al desarrollar en esa ciudad el ejemplo de un caso de desafío a Dios y la naturaleza? No lo sabemos.
Grabado de Johan Adam Weishaupt, fundador de los Illuminatis de Baviera y figura clave el perfil de la Universidad de Ingolstadt, donde Víctor Frankenstein estudió según la novela.
EL GALVANISMO Y LA "RESURRECCIÓN ELÉCTRICA"
En 1791, Luigi Galvani publicó la obra "De viribus electricitatis in motu musculari commentarius", donde hace públicos los resultados y las conclusiones de su investigación de hacía unos 10 años ya sobre las propiedades conductoras de los nervios de seres vivos o muertos, sometidos a contactos eléctricos, lo que se traducía en movimientos espontáneos del cuerpo, particularmente las patas de una rana o las cabezas de bueyes. Esto sería conocido como el galvanismo, en su honor, punto de inicio de la electrofisiología, que dejaría atrás la creencia de que los nervios sólo servían para transportar fluidos.
Galvani, además, creía que existían una "electricidad animal" que daba el ánimo de la vida a cada criatura, por lo que supuso que podría llegar a desarrollarse un procedimiento para revivir cuerpos muertos haciéndoles recuperar esa energía, aunque nunca fue categórico en anunciar esta posibilidad como hecho.
A pesar de la oposición de Alessandro Volta a los planteamientos de Galvani y de haberlo corregido adjudicando a los líquidos de la materia orgánica la conducción de la electricidad por las patas de la rana, no a una "electricidad animal", a partir de ese momento comenzaron a aparecer muchos científicos o aspirantes a tales, realizando sus propios experimentos con restos de animales y cadáveres humanos, en universidades y centros de investigación europeos. Era sólo cosa de tiempo para que algunos, con menos escrúpulos, encontraran una veta de fama y utilidades en las exhibiciones.
Mary Shelley conoció de las actividades de un científico autodidacta británico llamado Andrew Crosse, gracias al poeta Robert Southey que era amigo de ambos. Crosse ejecutaba experimentos y luego sesiones de galvanismo "recreativo", es decir, aplicación de electricidad sobre cuerpos muertos que devolvía a los mismos movimientos, convulsiones y hasta muecas faciales que daban apariencia de haber devuelto a la vida el cadáver. En esos años, la electricidad era mal conocida y todavía había ciertas interpretaciones supersticiosas sobre su naturaleza.
Interesados en el tema, los Shelley habían asistido a una sesión de Crosse realizada el 28 de diciembre de 1814, ocasión en que pudieron conocerlo en persona y conversar con él sobre el tema. Crosse, que tenía algo de charlatán también, aseguraba poder crear vida con experimentos que venía desarrollando desde 1807 y que definía como "electrocristalización" de la materia inerte. También aseguraba haber podido crear pequeños seres parecidos a insectos, que sus críticos creían surgidos de huevos depositados en su materia inanimada, ya sea deliberada o accidentalmente. Sus planteamientos se aferraban a mantener la idea de la generación espontánea o arquebiosis, que ya estaba en irreversible retirada gracias a los experimentos de Lazzaro Spallanzani en 1769.
El personaje Víctor Frankenstein pudo haber tenido bastante más de Crosse de lo que parece, pues el científico amateur también tuvo problemas por sus excesos y faltas de límite, por lo que se ganó los reproches de la Iglesia y hasta un exorcismo organizado por autoridades religiosas, debiendo refugiarse en su hogar y adoptar actitudes misantrópicas, rechazando el contacto con el resto, sufriendo una penosa última etapa de vida, hasta el momento de morir enfermo y solitario. Su mansión y refugio en Fyne Court acabó destruida por un incendio, llevándose todos sus archivos y su laboratorio, perpetuando así su oscura fama.
Lo mismo haría en Londres, en 1803, el físico italiano Giovanni Aldini, sobrino de Galvani, al lograr mover las extremidades del cadáver del criminal George Foster, que acababa de ser ejecutado en Newgate como castigo al haber asesinado ahogados a su esposa e hijo. La demostración resultó sensacional y causó asombro en esos años, además de un verdadero shock en el público: el cuerpo se sacudía con un electrodo metido en el recto. Como el cuerpo se agitaba y las manos se movían empuñándose y abriéndose como si estuviesen vidas, mucha gente escapó de la exhibición creyendo que el muerto realmente revivía. Incluso, uno de los presentes se infartó y murió de pánico allí, entre el público.
En 1818, el mismo año en que salía de imprenta "Frankenstein; o, el moderno Prometo", el médico Andrew Ure realizó una demostración en la Universidad de Glasgow revelando estudios que ya venía desarrollando desde hacía un tiempo. Logró reanimar allí el cuerpo de un asesino ahorcado llamado Matthew Clydesdale, durante lo que duró la experiencia. Valiéndose de la electroestimulación muscular, al medio de un auditorio, logró que el fallecido hiciera toda una secuencia de muecas y gestos grotescos, incluyendo una macabra sonrisa cadavérica, gracias a los puntos de contacto que iba dando a sus punciones eléctricas.
Muchos condenados comenzaron a ofrecerse para estos experimentos póstumos con su cuerpo, lo que aumentó la cantidad de espectáculos que estos curiosos científicos podían ofrecer. En parte, los sentenciados a muerte accedían ilusionados con que regresaran a la vida después de su ejecución legal, cosa que nunca sucedió. También estaban los que tenían pánico a la idea de despertarse con las entrañas abiertas en plena disección forense al quedar "mal" ejecutados, como parece que sucedió alguna vez, de modo que la electrocución del cuerpo era su garantía para confirmar que estuviesen realmente muertos.
Como el relato de Mary evita identificar a la electricidad como la energía que se utilizó en la resurrección del monstruo, esta presencia debe ser advertida a partir de la información que va dosificando la lectura. De este modo, en una parte del libro, cuando Víctor se prepara para la creación de la compañera que el monstruo le ha exigido, dice el joven científico:
"Tenía conocimiento de ciertos descubrimientos llevados a cabo por un científico inglés, cuyas experiencias me serían valiosas, y a veces pensaba en solicitar permiso de mi padre para ir a Inglaterra con este fin..."
Por el contexto histórico y la referencia a Inglaterra, ésta parece aludir a los experimentos de Erasmus Darwin. Es conocido que el Dr. Polidori y Lord Byron solían tener largas conversaciones relativas a los entonces novedosos descubrimientos de Galvani y Darwin en el campo del galvanismo, encuentros que Mary Shelley conoció, de modo que el tema y los nombres no le eran ajenos al momento de comenzar a escribir la historia de Frankenstein. Mary lo menciona en la introducción de 1831, aunque no aclara qué clase de experimentos eran los que se discutían en sus círculos y que le sirvieron para la obra. Abuelo del padre del evolucionismo, Darwin fue otro posible estudioso del galvanismo, entonces, además de amigo de Benjamin Franklin, lo que abona a la idea no explícita en el libro, de que Frankenstein se valió de las propiedades eléctricas para dar vida a su engendro.
A la sazón, además, existía un auténtico miedo popular a la electricidad, creyéndose que era obra demoníaca el que pudiese producir sacudidas de cuerpos muertos y que algún día lograría revivir a los muertos, con consecuencias insospechadas, especialmente si se piensa que los experimentos solían realizarse con los cadáveres de peligrosos y despreciables asesinos.
Dicha figura terrorífica ha persistido como argumento en algunas versiones fílmicas de la novela Frankenstein, donde la maldad del ser provendría del cerebro de un criminal que se ha elegido para él. También asoma en otras donde peligrosos robots trabajan con sistemas nerviosos humanos, o bien sobre la fábula de los trasplantes e intercambios de cerebro.
Grabados antiguos mostrando esquemas con pruebas de galvanismo sobre cadáveres humanos. Fuente imagen: Aryse.org.
UNA PESADILLA DE MARY QUE FORMÓ PARTE DEL LIBRO
Durante los días en que aún estaban llevando adelante el desafío presentado por Byron, Mary tuvo una terrible pesadilla tras una de esas noches pensando en cómo dar cuerpo a su obra. Cuando aún no cuajaba una buena idea para comenzar a redactarla, en la casa conversaron aquel día sobre la resurrección de muertos y el galvanismo. Luego, cuando fue a dormirse con dificultad, ella, soñó con un científico que creaba una obra de la que después se arrepentía aterrado.
 La propia Mary recordaría así esta experiencia:
"La idea había tomado posesión de mi mente de tal manera que el miedo recorría todo mi cuerpo como un escalofrío y traté de cambiar las fantasmales imágenes de mi fantasía por la realidad que me circundaba".
El capítulo cuarto, basado en este sueño según su propio testimonio, es quizás el más lúgubre del libro, además del más intrigante y lleno de enigmas, pues retrata los límites morales y conductuales de Víctor Frankenstein en el afán de dar cumplimiento a sus teorías sobre la creación de la vida. Es el momento en que traspasa el límite, el punto sin retorno. Todo el terror del libro fluye desde esta capítulo en adelante, pues corresponde al momento en que el engendro cobra vida.
"Era ya la una de la madrugada; la lluvia golpeaba las ventanas sombríamente, y la vela casi se había consumido, cuando, a la mortecina luz de la llama, vi cómo la criatura abría sus ojos amarillentos y apagados. Respiró profundamente y un movimiento convulsivo sacudió su cuerpo".
Es aquí donde se nos aparece la parte más cruda de lo que ha inspirado la pesadilla de Mary, traspasada ahora a su personaje, mientras intenta dormir aquella misma noche terrorífica, tras huir del taller dejando al monstruo:
"Veía a Elizabeth, rebosante de salud, paseando por las calles de Ingolstadt. Con sorpresa y alegría la abrazaba, pero en cuanto mis labios rozaron los suyos, empalidecieron con el tinte de la muerte; sus rasgos parecieron cambiar, y tuve la sensación de sostener entre mis brazos el cadáver de mi madre; un sudario la envolvía, y vi cómo los gusanos reptaban entre los dobleces de la tela. Me desperté horrorizado; un sudor frío me bañaba la frente, me castañeteaban los dientes y movimientos convulsivos me sacudían los miembros. A la pálida y amarillenta luz de la luna que se filtraba por entre las contraventanas, vi al engendro, al monstruo miserable que había creado. Tenía levantada la cortina de la cama, y sus ojos, si así podían llamarse, me miraban fijamente. Entreabrió la mandíbula y murmuró unos sonidos ininteligibles, a la vez que una mueca arrugaba sus mejillas. Puede que hablara, pero no lo oí. Tendía hacia mí una mano, como si intentara detenerme, pero esquivándola me precipité escaleras abajo. Me refugié en el patio de la casa, donde permanecí el resto de la noche, paseando arriba y abajo, profundamente agitado, escuchando con atención, temiendo cada ruido como si fuera a anunciarme la llegada del cadáver demoníaco al que tan fatalmente había dado vida".
Conviene comentar que uno de los pecados de muchas versiones cinematográficas y obras derivadas del libro que reproducen la historia con más o menos ajuste al original, es que se apoyan excesivamente en este pasaje en específico, en el ambiente lúgubre de celdas y muros de piedras que el relato gótico trae por sí solo, casi antológico en la historia de la cultura terror, pero fallando en cumplir con el preciso ambiente de pesadilla y de pánico que se desarrolla por la autora en torno a Víctor Frankenstein y las circunstancias misteriosas de la creación del monstruo.
La pesadilla de Mary, entonces, le concebir la parte más importante e inolvidable del libro. "Lo que me ha aterrado en mi sueño, aterrará a los demás", diría por entonces la genial chica inglesa.
Retratos de Lord Byron y Percy Shelley.
OTRAS TEORÍAS SOBRE POSIBLES INSPIRACIONES Y CONTENIDOS
Cierta teoría supone que la obra de Mary Shelley es una alegoría de la cuestión social que comenzó con la Revolución Industrial, que se hallaba precisamente en su primera fase cuando escribió el libro.
Lo anterior, podría relacionarse incluso con el nombre de la novela y su protagonista: existía el pueblo de origen alemán llamado Frankenstein, en la actual Polonia, donde la actividad minera implicaba uso de químicos peligrosos en la extracción y amalgamado de oro y plata, provocando problemas de salud de sus habitantes. Llamada actualmente Zabkowice Slaskie, esta ciudad también fue escenario de un macabro escándalo de profanaciones y brujería por parte de sepultureros, a inicios del siglo XVII, que se ha presumido otro aporte al argumento de la obra de Mary.
El monstruo representaría, en esta orientación, a la clase obrera, las clases oprimidas, y el concepto que por entonces había instalado Jean Jacques Rousseau respecto de que "el hombre es bueno por naturaleza, es la sociedad la que lo corrompe". Así, este contenido político se observa en afirmaciones como la que sigue, de una carta que Elizabeth le ha enviado a Víctor, informándole -entre muchas otras cosas- de Justine Moritz, la criada que la familia ha adoptado, trabajando como sirvienta:
"Las instituciones republicanas de nuestro país han permitido costumbres más sencillas y afortunadas que las que suelen imperar en las grandes monarquías que lo circundan. Por consiguiente, hay menos diferencias entre las distintas clases sociales de sus habitantes, y los miembros de las más humildes, al no ser ni tan pobres ni estar tan despreciados, tienen modales más refinados y morales. Un criado en Ginebra no es igual que un criado en Francia o Inglaterra. Así pues, en nuestra familia Justine aprendió las obligaciones de una sirvienta, condición que en nuestro afortunado país no conlleva la ignorancia ni el sacrificar la dignidad del ser humano".
Parecido es este otro comentario, proveniente del propio monstruo mientras relataba su historia a Víctor:
"Supe del reparto de las riquezas, de las inmensas fortunas y las tremendas miserias; de la existencia del rango, del linaje y de la nobleza.
Las palabras me indujeron a reflexionar sobre mí mismo. Aprendí que las virtudes más apreciadas por mis semejantes eran el rancio abolengo acompañado de riquezas. El hombre que poseía sólo una de estas cualidades podía ser respetado; pero si carecía de ambas se le consideraba, salvo raras excepciones, como un vagabundo, un esclavo destinado a malgastar sus fuerzas en provecho de los pocos elegidos".
Cabe añadir que Mary era hija del escritor y político británico William Godwin, de ideas precursoras del anarquismo y el progresismo científico. Y su fallecida madre,  Mary Wollstonecraft, fue una conocida feminista de la época.
El escritor e historiador Don Shelton, en "The real Mr. Frankenstein", propone que es el médico de cabecera de la familia de Mary, el Dr. Anthony Carlisle, quien ha sido la principal inspiración de la escritora para describir a Víctor Frankenstein. Incluso supone que en la revisión de la edición de 1831, Mary omitió muchos detalles relativos al armado del monstruo a partir de restos de cadáveres, priorizando el asunto de la resurrección por aparente uso de electricidad, para evitar suspicacias sobre los trabajos de Carlisle, implicándolo por entonces recientes casos de profanaciones y robos de cadáveres desde los cementerios.
Lo anterior, explicaría también el grabado que iba acompañando a esta segunda edición, en donde se ve el momento en que el enorme monstruo despierta mientras Víctor abandona la habitación asustado. A los pies del monstruo se encuentra un esqueleto, al parecer también de tamaño gigante, y atrás de él se distingue lo que parece ser una gran batería de Volta o un equipo de electrodos.
El investigador Juan Mari Barasorda también hace una descripción sombría y lúgubre sobre el barrio londinense de la infancia de Mary Shelley, cuando la familia vivía sobre la librería de Skinner Street, que podría haber aportado en las ideas, temáticas y ambientes que se hallan en la novela:
"Era un barrio repleto de carnicerías, prisiones y librerías. De noche, los carniceros troceaban vacas y cerdos entre los terribles chillidos de los animales. La sangre cubría las aceras y solo desaparecía entre la bruma y la sempiterna lluvia del amanecer. De día, era habitual ver a los condenados en Old Bailey camino de la horca entre la algarabía del público. La ventana de la habitación de Mary Godwin ofrecía a diario el espectáculo en directo de animales desmembrados, hígados y corazones pasando de mano en mano y condenados suplicando clemencia hasta el segundo anterior en que su espinazo crujía y su cuerpo bailaba al son de la horca. Los cuerpos de los colgados podían ser recogidos y conducidos a los sótanos del Real Colegio de Cirujanos para realizar experimentos de anatomía. La eterna curiosidad de Mary Godwin la impelía a asistir desde su ventana al diario espectáculo de un guiñol sangriento e interminable, y sólo los libros eran un refugio permanente para su mente inquieta. Los libros y la gratificante compañía intelectual de los amigos de su padre".
Existe otra interpretación, según la cual el monstruo es un símbolo creado para representar los terrores de la época con respecto a la maternidad, advirtiéndose que Mary había nacido en forma complicada, con un parto difícil que terminó siendo la causa de muerte de su madre.
A su vez, Mary tuvo un hijo prematuro en febrero de 1815, fallecido dos semanas después. En aquella ocasión, su relación de amoríos con Percy habría estado al borde de naufragar, pues éste acababa de tener un hijo con su esposa legítima, apartándose de ella y del niño enfermo, además de iniciar lo que parece haber sido una corta pero sórdida relación con la hermanastra de la autora, lo que claramente debió ser un trauma para ella.
También se ha propuesto que Frankenstein alegorizaría el resultado de la orfandad en un ser humano, pues debe recordarse que la autora perdió tempranamente a su madre y vivió una niñez con algunas sombras de soledad. Su padre se apartó algún tiempo de ella al descubrir sus aventuras con Percy, negándose a ayudarla en momentos de apremios económicos de la pareja.
Así pues, han pasado 200 años desde que Mary Shelley concibió su extraordinaria obra "Frankenstein; o, el moderno Prometeo", y a pesar del tiempo transcurrido sigue siendo estudiada, analizada y generando nuevas interpretaciones o teorías sobre este clásico de culto de la literatura terror.

LA CURIOSA HISTORIA DEL MONUMENTO FUNERARIO DE LOS HERMANOS CARRERA EN LA CATEDRAL METROPOLITANA

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La lápida monumental que estuvo entre 1952 y 1987 en la Catedral de Santiago.
Hace varios años (en 2008) publiqué en este blog y en otro ya cerrado, algo sobre la historia póstuma de los Carrera y su cripta de la Catedral de Santiago, recordando a los cuatro hermanos próceres de la Independencia de Chile.
Confieso que, ya entonces, me llamó la atención la agresividad de algunos mensajes dejados por ciertos lectores de ese artículo, especialmente los que estuvieron a la vista en la antigua caja de comentarios que tenía habilitada por entonces. Es como si las pasiones políticas que existieron en los albores del ordenamiento proto-republicano de Chile, siguieran igual de calientes y chispeantes en nuestra época.
El asunto más controversial, sin embargo, parece haber sido mi observación sobre un hecho que confirma el mismo punto del que hablo: la vil destrucción de la primera cripta conmemorativa que los héroes tuvieron dentro de la Catedral de Santiago, infame acontecimiento que algunos negaron fuera real, en aquellos años, y que otros simplemente justificaron, echando mano a argumentos viscerales y al infantilismo de empezar a pesar héroes en la balanza coquera de las simpatías políticas.
Siento que tenía otra deuda que saldar, entonces, exponiendo la información que aquí va y que se relaciona directamente con aquella primera lápida conmemorativa de los Carrera en el templo más importante de la capital chilena.
Como revisamos en aquella ocasión, pues, los restos de los tres hermanos Juan José, Luis y José Miguel, ejecutados en Mendoza, fueron recuperados para ser repatriados y, entre el 13 y 14 de junio de 1828, se realizaron sus exequias oficiales en la Iglesia de San Miguel Arcángel de la Compañía de Jesús. Fue en aquella ceremonia donde se montó una estructura piramidal de cortinajes, y se escribió la siguiente frase en la instalación, misma despedida que actualmente está en la cripta de la Catedral Metropolitana:
"LA PATRIA A LOS CARRERA
AGRADECIDA DE SUS SERVICIOS
COMPADECIDA DE SUS DESGRACIAS"
Los cuerpos fueron llevados desde allí al Cementerio General, primero hasta una cripta y luego hasta un sector vecino a la capilla de la metrópolis. Pocos años después, remodelaciones del camposanto obligaron a cambiar las sepulturas, primero hasta las dependencias de la Iglesia de la Recoleta Dominicana, donde permanecieron un tiempo, y desde ahí hasta la Catedral de Santiago, junto con los restos de don Diego Portales, según comenta Benjamín Vicuña Mackenna en "El ostracismo de los Carreras". Doña Javiera Carrera se habría de unir al descanso eterno de sus hermanos, en 1862.
La antigua placa con los nombres de los hermanos, aún se conserva.
Lápida actual, obras de Héctor Román Latorre, instalada a principios de los 90.
La ubicación exacta de la cripta de los cuatro hermanos ha quedado un poco indefinida, especialmente después de las grandes remodelaciones que afectaron al templo en el cambio de siglo. Sólo una pequeña y modesta placa al borde del piso siguió recordándolos en un sector cercano a la salida lateral del edificio, hacia calle Catedral, con la siguiente inscripción en ella:
"Sra. Francisca Javiera de Carrera 1862
y sus hermanos Juan José 1818,
José Miguel 1821 y Luis 1818".
Durante el siglo XX, esta cripta con su pequeña señal, serían en un lugar de romerías y ceremonias sencillas recordando los aniversarios del nacimiento y las ejecuciones de los héroes. Claramente, entonces, era necesario un monumento conmemorativo interior más digno y a la altura de la solemnidad necesaria para celebrar reuniones formales en memoria de ellos, como sucedía con el Altar de los Héroes de la Concepción, trasladado en 1901 desde la Iglesia de la Gratitud Nacional hasta la Escuela Militar vieja, y desde allí hasta la Catedral, gracias a una campaña de patriotas y veteranos de guerra llevada adelante en 1911.
Fue por esta razón que, en 1952, doña Isabel Carrera se organizó junto a doña Adela Vial de Larraín y otros descendientes de la familia de los héroes, para levantarles allí un monumento propio y conseguir las autorizaciones del Arzobispado.
Sus esfuerzos se vieron recompensados al ser inaugurada el 8 de junio de aquel año y bendecida por Monseñor Ladislao Godoy. El elegante gran altar de granito y mármol fue presentado en ceremonia con misa religiosa, dirigida por el excelentísimo Obispo Auxiliar Pío Alberto Fariña, con gran asistencia de público, muchos de ellos descendientes de los próceres. Se ubicó en el mismo sector donde está la placa pequeña recordando a los héroes, cerca de la salida hacia calle Catedral.
La obra fue presentada con una oración fúnebre de monseñor Luis Arturo Pérez. Tuvo un carácter sumamente emotivo no sólo por el reconocimiento que estaba pendiente para los hermanos allí en su sepultura, sino también porque una de las gestoras de la iniciativa de colocar el monumento, doña Adela Vial, falleció inesperadamente muy poco antes de su inauguración. Las banderas de la Patria Vieja y la Patria Nueva presentes en la ceremonia, de hecho, habían alcanzado a ser fabricadas por ella para esta ceremonia.
Invitación a la inauguración del monumento en la catedral, 1952.
Inauguración del monumento en imagen publicada al día siguiente por el "Diario Ilustrado", con su aspecto original, ancho, alto y con la cruz central negra. Abajo, imagen de los archivos del Instituto Carrera, con la guardia de honor que la Escuela Militar disponía en el mismo monumento funerario, a espaldas de los uniformados.
Asistieron también representantes del Ejército, como los Generales Teófilo Gómez Vera y Carlos Casanova, y el General (R) Bartolomé Blanche; miembros de la Academia Chilena de la Historia representada en el escritor Juan Luis Espejo, además de miembros del Instituto de Conmemoración Histórica y, por supuesto, del Instituto de Investigaciones Históricas "José Miguel Carrera".
Entre los sentidos discursos, destacó el del miembro del Cabildo de Santiago y también descendiente de los próceres, don Luis Arturo Pérez Labra."Luzca ahora para los Carrera la luz de la justicia de la historia", titulada al día siguiente el "Diario Ilustrado".
Esta obra de estilo neoclásico y buenas proporciones cercanas a los 3 metros, tenía una cruz al centro, originalmente en color negro, y tallas de hojas de palma a los costados, con medallones del mismo material de roca para el espacio de los nombres de los recordados. En sus inscripciones se leía:
"A LOS HERMANOS CARRERA
'POST TENEBRAS LUX'
GENERAL
J. MIGUEL CARRERA
*15-X-1785
+ 4-IX-1821
BRIGADIER
J. JOSÉ CARRERA
1782-1818
CORONEL
LUIS CARRERA
1791-1818
FRANCISCA
JAVIERA CARRERA
1781-1862
PRÓCERES DE
LA INDEPENDENCIA
DE CHILE"
Año a año, se rendían ante él los correspondientes homenajes para los Carrera, especialmente en el aniversario del fusilamiento de don José Miguel, cada 4 de septiembre, que está en el contexto de las efemérides del Mes de la Patria, además. Una guardia de honor de la Escuela Militar se hacía presente en la fecha, custodiando ceremoniosamente la enorme lápida.
Su presencia en la Catedral Metropolitana era potente y parecía ser ya tan definitiva como la del Monumento a los Héroes de la Concepción, también con su propio carácter fúnebre por hallarse en él los corazones de los cuatro oficiales caídos en aquella trágica epopeya de las sierras peruanas, incluyendo el del Capitán Ignacio Carrera Pinto que, curiosamente (o quizás no tanto) y como es sabido, era nieto del prócer José Miguel Carrera.
Sin embargo, cuando los descendientes y admiradores de Carrera y los miembros del Instituto que lleva su nombre llegaron a realizar la ceremonia anual de su muerte, el 4 de septiembre de 1987, se encontraron con una increíble y abrumadora escena: el monumento funerario completo había sido arrancado de su lugar, apareciendo destrozado y arrojado como pila de escombros en un patio interior de los claustros, no se sabía desde hacía cuántos días o semanas, por orden dada por el entonces Deán de la Catedral Metropolitana, Monseñor Fidel Araneda Bravo, a un grupo de trabajadores.
La decisión, entonces, la tomó la autoridad religiosa pero sin consultar a nadie, no habiendo dado ningún aviso previo o advertencia sobre la misma. Sólo después de muchas insistencias y emplazamientos, el Deán justificó su decisión de sacar la lápida y arrojarla al patio -según su arrogante explicación- porque se trataba sólo de "piedras hechizas" que molestaban con su ubicación a un supuesto plan de restauración de la Catedral.
Arriba, el lugar donde estaba el monumento funerario, cuando acababa de ser sacado bárbaramente desde allí. Abajo, los restos de la destruida obra, apilados como escombros en el patio interior, antes de lograr ser recuperados por simpatizantes carrerinos. Imágenes publicadas por la revista "Patria Vieja" de diciembre de 1987.
La lápida monumental en su actual ubicación, en los jardines del Instituto de Investigaciones Históricas "José Miguel Carrera". Se perdió parte del plinto del mismo, lo que le quitó algo de altura, y el ala derecha de la estructura, donde estaba tallada una de las ramas de palma. La otra parte lateral con su palma se observa ahora en el suelo.
La situación era incomprensible y hasta perturbadora: además de sacerdote, Fidel Araneda Bravo (1906-1992) fue un hombre de una cultura vastísima, amante de la historia, escritor reconocido, académico de la lengua y profesor de inmenso prestigio. Nadie podría haber esperado semejante reacción de su parte, incluso suponiendo que participara de las rencillas políticas históricas que han acompañado la visión del papel de los Carrera en la Independencia de Chile. Muy por el contrario, era inexplicable que Araneda Bravo pudiera haber llegado a semejante decisión, quizás una de las más extrañas, controvertidas y graves de la historia de los monumentos conmemorativos en Chile.
Aclaro desde ya que tengo plena conciencia de que me meto a pata pelada en las brasas, al hacer estas afirmaciones, pues el aludido es considerado casi una vaca sagrada en algunos círculos intelectuales, especialmente los del sector conservador y teológico. Yo mismo lo he consultado infinidad de veces para los textos de este blog, tomando su sapiencia y conocimientos probadamente grandes en materias culturales, patrimoniales e históricas... Pero los hechos, hechos son.
No había ninguna información formal o versión oficial sobre tan canallesca destrucción, ni de quiénes habían sido los autores materiales o las motivaciones de la tropelía. Todavía en diciembre de ese año, el Instituto realizaba gestiones intentando obtener una explicación razonable de lo ocurrido, sin respuestas satisfactorias.
Investigando el asunto, sin embargo, algunos carrerinos de entonces pudieron enterarse del trasfondo: como una persona tan versada en historia y solicitado por muchos medios para publicar sus artículos, el Deán había hecho llegar ese mismo año un texto para la Revista del Instituto Histórico de Chile. Sin embargo, al salir publicado su artículo, se habría omitido por un error omitió su nombre. Y como hasta los servidores de Dios experimentan el ardor de la ira, parece que habría sucedido precisamente esto a consecuencia de tal yerro.
La situación golpeó duramente el alto ego intelectual de Araneda Bravo y precipitó las decisiones irracionales que tomaría después el Deán. Todo indica que, confundiendo a la institución dueña de la revista con la del Instituto José Miguel Carrera, entonces, y siguiendo los malos consejos del duende de la rabia, ordenó que se desmontara a golpes de herramientas el monumento funerario de los Carrera, y luego hasta quiso retirar de la Catedral Metropolitana todos los que tuviesen origen "militar", incluido el del homenaje a los Héroes de la Concepción.
Ceremonia conmemorativa actual, en el aniversario del asesinato de don José Miguel Carrera, junto a la lápida de los cuatro hermanos.
Doña Ana María Ried, Presidenta del Instituto de Investigaciones Históricas "José Miguel Carrera", dando un discurso junto a la actual lápida de la cripta de los Carrera, en el aniversario del asesinato del prócer.
Enterada del escandaloso asunto y sus alcances, doña Ana María Ried Undurraga, Presidenta del Instituto de Investigaciones Históricas "José Miguel Carrera" y nieta de doña Isabel Carrera -quien, vimos, había iniciado la campaña para la instalación del destruido monumento-, puso una querella en nombre de los descendientes y en contra de quienes fueran responsables del delito de profanación de tumbas. Esta radical medida impidió que se siguieran destruyendo monumentos dentro de la Catedral Metropolitana, especialmente el de los Héroes de la Concepción, que ya estaba bajo amenaza.
En tanto, el leal carrerino Carlos Díaz de Valdés, logró rescatar las piedras y fragmentos del destruido monumento y llevarlas hasta la sede del Instituto Carrera. Se recuperó la mayor parte del mismo, excepto piezas de la base y una de las laterales con la rama de palma, por lo que pudo ser reconstruido alterando un tanto su diseño original. Actualmente, esta obra escultórica se puede observar en el jardín del Instituto, en avenida Francisco Bilbao 4509, comuna de La Reina. Se ha convertido en un venerado y respetado símbolo de la institución, desde entonces.
Resignados a la pérdida de su importante lugar en la Catedral de Santiago, el organismo conmemorativo inició una nueva cruzada para colocar otra lápida dentro del templo, correspondiente a la que actualmente existe allí. Ésta fue confeccionada y donada en 1990 por el destacado escultor Héctor Román Latorre (1932-2007), siendo inaugurada el 4 de septiembre de 1991. El artista fue el mismo autor del Monumento Ecuestre del General José Miguel Carrera, en la Alameda, y del busto de doña Javiera Carrera, en el Cerro Santa Lucía, y tuve el agrado de poder conversar con él de estas y otras obras suyas en algunas ocasiones, en el mismo Instituto, algunos años antes de su fallecimiento.
Ahora, los nombres de los cuatro hermanos están en esta obra de colores ocres, entre ramas de palma otra vez, símbolo de sacrificio martirial y heroico. Dice esta pieza allí en la Catedral -y esperamos que esta vez sea para siempre- reproduciendo los mismos mensajes funerarios desplegados en sus exequias al volver a Chile, en la desaparecida Iglesia de la Compañía:
"A LOS PADRES DE LA REPÚBLICA
DE CHILE:
Doña
Francisca Javiera
Carrera Verdugo
1781-1862
General
José Miguel
Carrera Verdugo
1785-1821
Brigadier
Juan José
Carrera Verdugo
1782-1818
Coronel
Luis Florentino
Carrera Verdugo
1891-1818
'LA PATRIA A LOS CARRERA'
AGRADECIDA DE SUS SERVICIOS
COMPADECIDA DE SUS DESGRACIAS"
Paradójicamente, para aumentar las confusiones del extraño caso, Araneda Bravo estuvo presente en la inauguración de la obra y quiso participar entre los oradores, haciendo un bello panegírico sobre don José Miguel Carrera y sus hermanos... Las vueltas de la vida ofreciendo sus ironías.
Desde entonces, especialmente en el aniversario del martirio de don José Miguel, los carrerinos y amantes de este período de la historia chilena, se reúnen en esta cripta y la actual lápida, para recordar a los cuatro próceres de la Independencia y dejar las respectivas ofrendas florales en su memoria.

EL TRANSANTIAGO Y LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES... UN PEQUEÑO EJERCICIO DE ESTIMACIÓN DE COSTOS PARA EL USUARIO

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Página del "Fortín Mapocho" del 30 de abril de 1987.

El gobierno acaba de anunciar la instalación de más de 1.200 torniquetes en los accesos de los buses de Transantiago, para evitar la evasión de los pasajeros que se pasan de listos, además de monitores que, supuestamente, reducirán este vicio con persuasión y educación. Supongo que los contratarán entre la comunidad UFC chilena, entonces.

A pesar de lo que diga la autoridad, sin embargo, estas precauciones no son para ponerle control a la evasión actual y sus consecuencias, sino para la que probablemente se viene, con las nuevas alzas que experimentará el sistema. El que dos empresas operadoras hayan anunciado la decisión de marginarse de la propuesta, nos confirma que la intención de estas medidas es sólo evitar costos políticos y no mejorar en una sola coma las falencias del sistema con las que carga el usuario, sino el financiamiento del mismo.

Casi al mismo tiempo -y como era muy esperable-, el único precandidato presidencial de los actualmente vigentes que ya ocupó el cargo (en gran medida, gracias a las ansias electorales de castigar a los culpables del desastroso sistema), ha anunciado ya que su propuesta será "terminar" con el Transantiago... El mismo Transantiago que diseñó su amigo y socio, fundador de la empresa encargada de armar el proyecto y con quien -siendo ya presidente-, debió aterrizar un avión de emergencia en una carretera a inicios de 2011, al quedarse sin combustible en pleno vuelo... Flor de previsión y anticipación proactiva.

Sin embargo, al leer el programa del señalado presidenciable 2.o, vemos que el "término" del sistema tiene lugar en un plazo de 8 años (!), para cambiar el modelo actual por uno nuevo que se estructure con el Metro como matriz, como si en la práctica no fuera lo que se ha estado tratando de hacer desde que las autoridades se vieron en la obligación de tener que admitir que el Transantiago había sido un escabroso fracaso, defendido sólo por un puñado de duendes fanáticos.

Soy de los que ha sostenido por 10 años ya, que el abominable Transantiago es una de las peores y más deplorables lesiones que la administración política le ha hecho a la ciudad de Santiago de Chile y sus habitantes, en toda su historia. De hecho, en 2009, en un artículo dedicado al invunchismo contra la locomoción colectiva, publiqué acá mismo mis dudas respecto de que el sistema fuera a mejorar sustancialmente. Por el contrario, supuse entonces que sólo veríamos cada vez más personas sintiéndose con el derecho a evadirlo y vandalizarlo, como desahogo de estrés y de rencor contra el mismo, además de la frescura que es propia de una parte de las masas humanas, buscando sacar buenas cuentas personales de las situaciones de desgracia colectiva. El tiempo ha demostrado que no estaba perdido en mi pragmático pesimismo.

Han pasado los años y esta impresión no me ha cambiado un centímetro. A diferencia de algunos de mis amigos que aún le ofrendan sahumerios al arte de gobernar, tampoco la cambiaría sólo por evitar echarle abono o compartir un gran argumento electoralista de ciertos grupos políticos que también tuvieron su oportunidad de mejorar en algo esta calamidad, pero sólo consiguieron apretar más esta horca que estrangula a la capital chilena. Quizás le debían tanto al Transantiago por haber logrado su retorno al poder y desalojar a los apernados del arco iris, que supongo hasta se encariñaron con él.

Como dijo en su momento la propia autoridad gubernamental, Transantiago ya es una palabra insultante, denostadora, ofensiva, y por eso es comprensible que siga siendo llamado popularmente como el Transantiasco y Transfracaso. No faltó la eminencia del mismo arte de gobernar proponiendo un cambio de nombre como primera solución al desastre, hace unos años; solución muy a lo chilean way, digna del Premio Nobel de la Academia de Krusty el Payaso.

Entonces, que me perdonen los expertos y los académicos (que no lo usan, pero parecen defenderlo visceralmente), pero el sistema Transantiago sigue siendo un desastre, con más o menos incidencia negativa sobre la sociedad según la temporada y el estado de ánimo de la misma, pero desastre a fin de cuentas, y acá quiero ofrecer una de las principales razones que me conducen a tal conclusión. Esta entrada, pues, será un descargo y también una advertencia sobre el impacto del sistema sobre la cada vez más difícil economía familiar de los santiaguinos, especialmente en las clases más modestas y emergentes que han sido -desde el inicio- las víctimas más castigadas y humilladas del Transantiago.

Fuente imagen: reclamos.cl.

Tal cual... Un bus honesto.

Infografía base: "La Tercera", abril 2017.

EL TRANSPORTE VS. DESAYUNO BÁSICO DE HACE 30 AÑOS

En 1988, el dúo humorístico nacional "Los Indolatinos" tenía como parte de sus rutinas, un diálogo en el escenario en donde Juan Negro González hacía un comentario referido al valor de los boletos de micro del transporte colectivo de entonces, según él en "40 pesos", y su compañero Luis Guatón Córdoba le respondía con un sonoro y burlón: "60, huevón, ¡vive la realidad!".

Es difícil hacerle hoy una proporción de esta suma y de lo que representaba para la época, pero el chiste sugiere que ya era considerada una cantidad grande... Y lo era.

Por esos mismos años, el recordado diario de oposición "Fortín Mapocho", publicó un lapidario diagnóstico sobre los costos del transporte colectivo y sus incidencias en el presupuesto familiar, comparándolo con lo mismo que se gastaba en lo que señala como un desayuno básico para cinco personas, según su cálculo. A la sazón, el pasaje de micro costaba $50, por lo que un viaje ida y vuelta exigía -como mínimo- $100 diarios; $700 a la semana y $2.500 al mes (25 días laborales).

Diario "Fortín Mapocho", jueves 30 de abril de 1987, página 13 (los destacados son nuestros):

¿Qué hacemos con 50 pesos?

Viajar en metro 15 días atrás era una garantía de ahorro. Los 35 pesos del pasaje(1) permitían moverse desde Pudahuel hasta Apoquindo o desde San Miguel a cualquiera de los otros terminales. Si el trayecto se hacía desde San Miguel a la Estación Los Héroes, el precio era de 18 pesos, sin embargo, el alza de precios dejó a este medio de movilización al mismo nivel que las micros y liebres.

Ya hace tiempo que en el campo de la zona central y el sur de Chile el pingo fue reemplazado por la bicicleta. Las alamedas de los fundos, las haciendas y parcelas ya no escuchan el galopar de los cascos, si no que ven el silencioso pedalear de los jornaleros.

En las ciudades, el escaso sueldo de los trabajadores del Pem y el Pohj (2) los ha obligado a caminar hasta las faenas o, derechamente, quitarles la "mini" pascuera a los niños y usarla como locomoción hasta los trabajos. Este sistema también es usado por los operarios de fábricas y los madrugadores repartidores de diarios.

CINCO MARRAQUETAS

Si para llegar al trabajo y volver, se necesitan cien pesos, ese mismo dinero puede ser usado en un kilo de pan. Cada pasaje de micro equivale a cinco marraquetas (3).

Con una ida y vuelta en micro (cien pesos), se puede dar un pan, una taza de té y azúcar a cinco personas. Es decir, una once mínima para una pareja con tres hijos. Ése es el costo de la movilización.

En las zonas periféricas de Santiago la decisión ya ha sido tomada. La prioridad está en la alimentación. El vestuario, la salud y la limpieza vienen después. "Es que no hay dónde perderse si la alternativa está entre comer pan o comprar jabón o un Rinso", dicen las mamás de la población. La limpieza puede esperar, no el estómago.

Eso es en el rango de alimentación, pues, con la cercanía del invierno viene el problema de la calefacción. Al igual que la micro, el litro de parafina vale 50 pesos(4). Comprar un balón de gas de 11 kilos ya son palabras mayores. Allí se necesitan mil pesos.

Sin embargo, el combustible y la calefacción más usada en los sectores periféricos es la electricidad. "Claro, si no hay otra posibilidad nos colgamos de la luz o arreglamos el medidor", dice una pobladora.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

1) $35 del valor del Metro señalado antes del alza, equivalía al 70% del pasaje en microbus. Hoy, el valor del Metro en hora punta y sin combinaciones es de $740, mientras que el del bus sin combinaciones es de $640; es decir, el Metro equivale al 115,6% del valor del bus, si se miden por separado y no en la combinación que actualmente permite el sistema. Habrá muchas buenas razones justificando este cambio de proporciones, por supuesto, pero claramente se perdió la relación porcentual comparada entre ambos transportes.

2) PEM, era el Programa de Empleo Mínimo, creado en 1975; POJH, era el Programa de Ocupación para Jefes de Hogar, creado en 1983.

3) La marraqueta, técnicamente, se conforma de dos panes en uno. Como la estimación del articulista es confusa y se presta para interpretaciones, haré acá los cálculos para cinco panes (en caso de ser marraquetas partidas, que creo es a lo que se refiere en realidad el texto) y para diez panes (en caso de referirse a marraquetas enteras, como salen del horno panadero).

4) Hoy, el valor de la parafina ronda los $690 por litro, equivalentes a sólo el 46,6% del costo del viaje ida y vuelta en hora punta del Transantiago... Lo dejo sólo para evitar suspicacias.

Recordaba vagamente el período en que recuerdo haber visto este artículo en mi adolescencia, así que tuve que hacer un esfuerzo para volver a encontrarlo en los archivos de la Biblioteca Nacional, sección microfilmes. Correspondía al "Fortín Mapocho" del jueves 30 de abril de 1987, en las páginas centrales de reportajes, las 12 y 13, con la denuncia titulada: "Un pasaje de micro se come cinco panes".

Hacía en la víspera del Día del Trabajador, pues, el periódico de Jorge Lavandero y símbolo del editorialismo contra el régimen dictatorial, partía con la siguiente reflexión:

"Paradero 24 de Avenida Vicuña Mackenna, en la esquina de las calles General Arriagada y Porvenir, un microbus Recoleta-Lira. Una mujer de 27 años, Marisol González, pedaleaba alegre y feliz en su bicicleta, llevando en el maletín metálico delantero a su hijo de tres años, Luis Eduardo Escares González.

El microbus arrolló la bicicleta y sus dos ocupantes murieron.

Parte policial correspondiente al 25 de abril en la mañana, cuando la madre y el hijo viajaban a realizar las compras para hacer el almuerzo".

Luego de la dramática descripción, se protesta por el peligro que representa la saturación del sistema colectivo, preguntándose por las razones del trágico desenlace:

"El accidente actualizó una realidad observada, pero no captada. Miles de santiaguinos se movilizan en bicicletas, en una ciudad donde el automóvil, los microbuses son propietarios absolutos de las calles, al punto de que hay sectores donde las veredas han desaparecido".

¿Le suena familiar esta misma calamidad, hoy en día, al lector? Es inevitable preguntarse qué impresión se tendrá ahora el redactor del reportaje si acaso ve lo que se está haciendo hoy para facilitar el desplazamiento de los buses del Transantiago, reduciendo el espacio de circulación peatonal y en algunos puntos de la ciudad con fatídicos resultados, como los llamados "cruces de la muerte" que ya abundan por todas las comunas del Gran Santiago.

Avanzando en el juicio sobre los costos sociales y financieros del transporte, el reportaje echa mano a la declaración de un anónimo defensor de la opción de la bicicleta. Los destacados son nuestros:

"Con un pasaje en liebre o microbús puedo comprar cinco marraquetas. Por lo tanto, me compro la bicicleta, la pago como pueda y luego, en tres o cuatro meses de economizarse cien o doscientos pesos diarios que gastaba en microbús, cancelo mi bicicleta".

También en anónimo, un urbanista "entendido en viviendas y vías de movilización", declara en el mismo artículo:

"Pero Santiago no es ciudad para bicicletas. El boom económico tapizó con cuatro ruedas todo el país, las calles se hicieron estrechas y se han construido más pasos bajo nivel que viviendas".

Entrando ya en la parte que más nos interesa, el reportaje se refiere al hábito de la bicicleta compartido incluso por el entonces Ministro de Hacienda, Hernán Büchi Buc, trascribiendo el testimonio de un gásfiter entrevistado:

"Nadie puede afirmar que los chilenos imitan a Hernán Büchi cuando se han decidido a utilizar la bicicleta como medio de transporte. Han sacado cuentas, aparte de sonreír con la 'choreza' del joven ministro de hacienda. Y las cuentas son redondas.

- Si yo gano 18 mil pesos al mes y pago al día 200 pesos en locomoción, mi salario real se reduce a 13 mil pesos. Utilizando el microbús gasto cinco mil pesos mensuales considerando que trabajo de lunes a viernes. Con esa misma plata, en unos cinco meses se paga sola una bicicleta".

De esta manera, el texto discurre entre el costo que significa para una persona el desplazamiento diario en la locomoción colectiva y la conveniencia de adquirir y empezar a emplear la bicicleta como medio de transporte. Me pregunto, por lo mismo, si habrá tenido algo que ver esto con la propuesta hecha poco después por el General Augusto Pinochet, ya aproximándose por el calendario el Plebiscito de 1988 que le obligó a quitarse la banda presidencial, al prometer a los trabajadores chilenos acceso facilitado al uso de bicicletas para sus transportes. "Estoy listo para irme pedaleando", diría después el humorista Palta Meléndez imitando la voz del general en un escenario, a propósito de su derrota en ese plebiscito y de esta propuesta de las bicicletas.

Finalmente, en un subtítulo que lleva por nombre "¿Qué hacemos con 50 pesos", el redactor señala en tono inquisitivo algo que nos parece de fundamental relevancia (los destacados son nuestros):

"Si para llegar al trabajo y volver, se necesitan cien pesos, ese mismo dinero puede ser usado en un kilo de pan. Cada pasaje de micro equivale a cinco marraquetas.

Con una ida y vuelta en micro (cien pesos), se puede dar un pan, una taza de té y azúcar a cinco personas. Es decir, una once mínima para una pareja con tres hijos. Ése es el costo de la movilización".

Recordemos bien los números y las equivalencias que repite majaderamente esta denuncia a dos páginas, porque ahora veremos si la situación ha mejorado con el Transantiago y su avalancha de problemas sobre los santiaguinos.

Las páginas con la denuncia del "Fortín Mapocho", 1987.

Imagen del mismo reportaje, insistiendo en su comparación.

La parte del texto que más nos importa.

Y una vez más, el mismo artículo, para que quede clarísimo...

EL TRANSPORTE, HOY ¿HEMOS PROGRESADO?

No resistí las ganas de hacer el ejercicio de verificar a cuánto equivale, en nuestros días, el mismo valor diario del Transantiago en las horas punta, $1.480 ($740 por viaje), y en el efímero horario valle, $1.320 ($660 por viaje). Repito: el actual, no el que vendría aproximándose con alzas, según parece.

No suenan mucho, en principio; pero si recordamos que hace 30 años eran cinco panes, cinco bolsitas de té y la respetiva azúcar del desayuno básico señalado por el "Fortín Mapocho", la percepción se altera por sí misma y comenzamos a dimensionar la diferencia.

Tengo a la vista los valores de cuatro conocidos supermercados populares: "Líder", "Ekono", "Mayorista 1o" y "Acuenta". Obviamente, estamos concentrados en el desayuno básico, así que no esperen verme tomando nota de mantequilla de campo o miel de ulmo: debemos ponernos en el caso de una familia pobre, de las mismas que hace tres décadas se tomaban un té con pan pelado para ese triste desayuno básico descrito por el desaparecido periódico.

Precios de las provisiones para un desayuno en los supermercados revisados (segunda quincena de abril de 2017):

Supermercado "LÍDER" (Total desayuno: $1.303 con 5 panes / $1.891 con 10 panes):

- Pan: cinco panes, tipo marraquetas. $1.130 el kilo. Cinco unidades alcanzan los 520 gramos y cuestan $588. Diez unidades rondan los 1.040 gramos y los $1.176.

- Té: Calculo relación caja-unidad. Las 100 unidades a $1.480, equivalen a unos $14,8 por unidad. Cinco bolsitas, por lo tanto, son $74.

- Azúcar: El kilo vale $650. Si consideramos que, por taza, se utilizan unos 20 gramos (2 a 3 cucharaditas), para cinco personas el gasto en azúcar sería $65.

- Leche: $660 el litro la marca más barata. Media caja-litro, equivalente a $294.

- Margarina: 250 gramos a $570 la marca más económica que encuentro. Si un desayuno de cinco personas consumiera un cuarto de esta unidad, tenemos $142.

- Mermelada: la más barata es de $280, de 250 gramos; para hacerle la vida menos penosa a los defensores del sistema, supondré que los niños son golosos y se comen hasta la mitad del envase por vez, lo que equivale a $140.

Supermercado "MAYORISTA 10" (Total desayuno: $1.243 con 5 panes / $1.743 con 10 panes):

- Pan: También marraqueta, a $999 el kilo. Cinco panes hacen el medio kilo casi exacto, con $500. Diez panes llegan a $1.000.

- Té: Caja de 100 bolsitas a $1.190, lo que equivale a 11,9 por unidad. Cinco bolsas, por lo tanto, suman $59,5.

- Azúcar: Sólo $550 el kilo. 20 gramos por cabeza, entre cinco personas, hacen $55.

- Leche: Caja de litro a $685 la más económica. Medio litro serían $342,5.

- Margarina: Unidad de 250 gramos a $499. Un cuarto para cinco personas equivale a $124.

- Mermelada: Vale $325 la más barata, en bolsa de 250 gramos. Consumir la mitad entre cinco personas equivale a $162,5.

Supermercado "ACUENTA" (Total desayuno: $1.130 con 5 panes / $1.640,75 con 10 panes):

- Pan: $980 el kilo de marraqueta. Cinco unidades cuestan $510. Diez panes, por lo tanto, son $1.020.

- Té: $1.250 la caja de cien unidades, lo que equivale $12 por bolsita. Cinco de ellas, entonces, son $60.

- Azúcar: Bolsa de un kilo a $520. Los 20 gramos por persona, en una familia de cinco, consumen $52.

- Leche: Litro en caja a $550, la más económica de los cuatro supermercados. La mitad del litro, entonces, sería $275.

- Margarina: $670 la unidad de 500 gramos. La parte consumida por cinco personas, que hemos calculado en 62,5 gramos, costaría $83,75.

- Mermelada: La más barata es de $300, de 250 gramos. Media bolsita equivale a $150.

Supermercado "EKONO" (Total desayuno: $1.121,5 con 5 panes / $1.521,5 con 10 panes):

- Pan: Se vende por unidad, a $80 cada uno. $400 las cinco unidades, $800 las 10 unidades.

- Té: La caja de 100 unidades está a $1.350, equivalente a $13,5 por bolsita. Por cinco, serían $67,5.

- Azúcar: $660 el kilo. 20 gramos por taza para cinco personas, resulta en un total de $66.

- Leche: $680 el litro. Medio litro, por lo tanto, equivale a $340.

- Margarina: No hay unidades pequeñas realmente económicas, para mi gusto, pero sí una de un kilo a $1.490. Esto equivale a $372 cada 250 gramos, y a unos $93 de consumo por desayuno en una familia de cinco.

- Mermelada: Bolsa de 250 gramos a $310. Media bolsa son $155.

¿Qué es lo que consigo comprar con un día de Transantiago, entonces? Aquí va mi estimación de un desayuno para cinco personas, bastante mejor, más nutritivo, más saludable y más digno que el básico de los años 80.

La gran sorpresa me la llevo en el supermercado "Ekono", conocido por sus precios económicos y el segmento popular al que apuntan sus ventas (precisamente el que nos importa). Bien, acá encuentro que el pan, vendido por unidad a $80 cada uno, suma $400 en el caso de los cinco panes y $800 el caso de los diez. El azúcar vale $660 el kilo, y calculo que se usan 20 gramos por taza (2 a 3 cucharaditas) para cinco personas, lo que resulta en un total de $66 por desayuno. El té, en tanto, se vende más convenientemente en caja de 100 unidades... Ha pasado mucho ya desde la época de la venta por bolsitas, como lo compraba la alguna vez famosa señora Yolita de la franja del "No" en el mencionado Plebiscito de 1988 ($1, le costaba entonces, si no me equivoco). Hoy, a $13,5 por bolsita, cinco de ellas sumarían $67,5.

Hasta este punto, queda cumplido el desayuno básico con un valor de $533,5 con cinco panes y $933,5 con diez panes, equivalentes a sólo un 36% y un 63%, respectivamente, del valor de la ida y regreso en el actual sistema. De este modo, todo lo que sigue abajo es parte del "lujo" que excede el mismo viaje en la locomoción colectiva actual.

La caja de leche, de un litro, vale $680. Medio litro, destinado a los tres niños del ejemplo familiar (vaso medio-chico, como los de plástico desechables), equivale a $340. La margarina, en cambio, puede ser comprada en bolsas de un kilo, a $1.490, lo que equivale a $372 por cada 250 gramos; es decir, unos $93 de consumo por desayuno en una familia de cinco. Finalmente, una mermelada, en bolsa de 250 gramos a $310, consumida a la mitad por desayuno arroja $155.

Conste que no hago combinaciones entre supermercados, habiendo otros con precios más bajos en algunos productos revisados, sino que me concentro en sólo un caso donde el total resulta más barato. Así, mucho más nutritivo y sabroso que el desayuno básico tan precario descrito por el "Fortín Mapocho" de 1987, todo esto sumaría en la mencionada cadena la cantidad de $1.121,5 con cinco panes y $1.521,5 con diez panes... Es decir, apenas $41,5 sobre el costo de andar en el sistema en un viaje de ida y vuelta, en este segundo caso.

Probemos con otra opción, a ver si se salva el Transantiago bajo el paraguas de los sacrificios que se pagan por la modernidad y el progreso. Hagamos, entonces, el cálculo en base a la cotización en "Líder", el más caro de los cuatro revisados, suponiendo que la pobre familia no tiene cerca ninguno de los otros tres establecimientos: cinco panes marraqueta ($588), con cinco bolsitas de tazas de té ($85) y azúcar ($65), más medio litro de leche ($295), un cuarto de margarina ($142) y media bolsa de mermelada ($140), nos arrojan la cantidad de $1.303... Es decir, $17 menos que el viaje ida y vuelta en horario valle, y $177 menos que el mismo viaje ida y vuelta en horario punta, que es el verdaderamente usado por la gente de trabajo, con todas sus incomodidades y calvarios (así que no me vengan con cuentos).

Pero hagamos un favor de generosidad a los defensores del sistema e inflemos más aún las cifras: en lugar de las cinco panes marraquetas, los niños se comen diez... Y en el caso más oneroso, el resultado es $1.891, superando en forma importante recién -en este último intento- el valor de un viaje ida y vuelta en el Transantiago, por $411 ¿Les parece, sin embargo, que el precio de una tira de chicles de bolsillo haga suficiente diferencia para encontrar razonable estos costos del transporte sobre la canasta familiar?

En otro aspecto que no quiero dejar pasar, vimos en el artículo de 1987 que, de un sueldo de $18.000 para un trabajador modesto, la movilización de 25 días de trabajo le consumían a la sazón $2.500 sólo en transporte, a $50 por boleto de micro dos veces al día, lo que equivale al 13,88% de su remuneración destinada sólo a este objetivo. De acuerdo a la idea deslizada por el artículo, esto ya era por sí mismo escandaloso y abusivo.

Pues bien: uno de los argumentos esgrimidos más porfiadamente por los defensores del Transantiago y la fijación de los precios del sistema es que, con los sueldos actuales de nuestro país acercándose ya al desarrollo, si bien se ven de todos modos afectados los presupuestos por el gasto mensual de movilización, lo hacen en menor proporción que cuando el mismo tenía valores comparativamente más bajos, pues esto sucedía también en una sociedad con niveles de remuneración muy inferiores a los actuales.

Lo cierto es, sin embargo, que si comparamos lo que cuesta hoy el Transantiago, es decir, $ 1.480 diarios ($740 dos veces al día), 25 días laborados al mes nos arrojan un mínimo de $37.000... Resulta que esto equivale en el actual sueldo mínimo de $264.000, a casi exactamente el mismo porcentaje que causaba tantos escrúpulos al "Fortín Mapocho" en 1987: el 13,85% del salario gastado en costos de transporte... Capisci?

Sabido es que las cifras revisadas nos colocan apenas por debajo de las capitales más caras de América, como La Habana, donde el transporte consume cerca del 24% del sueldo mínimo, o Brasilia, donde equivale al 17,3% del sueldo mínimo.

A todo lo anterior, debemos sumar la diferencia entre las proporciones del salario en los 30 años transcurridos y un hecho crucial: el sistema ya recibe un subsidio de US$700 millones anuales, equivalente a un 20% o más. El propio Ministerio de Transportes ha señalado que el valor por viaje en el Transantiago debería ser de $1.000 (o más) sin subsidio... Un subsidio que, dicho sea de paso, nunca ha estado orientado a mejorar materialmente el servicio, como cacarean sus fans, sino principalmente a hacer sentir al usuario que paga menos de lo que en realidad desembolsa,  junto con garantizar una parte de las utilidades de las empresas operadoras por distancias recorridas y, además, para el plan de ampliación del Metro, la empresa que más se ha enriquecido a costillas de este problema, multiplicando sus ganancias, pero también la congestión humana en sus carros y sus fallas operativas.

Entonces, no resultaría exagerado decir que los costos del sistema Transantiago se han salido de control y han llegado a grados escandalosos. Esto coincide con el hecho de que el Transantiago ha subido dramáticamente la proporción de valor por viaje con respecto a cómo iba la progresión de alzas del sistema anterior, además de haber colocado el transporte público de Santiago como el quinto más caro de Latinoamericana, según el estudio publicado en 2014 por el experto de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Diego Portales, don Louis de Grange, quien es -curiosamente- un defensor del sistema. El mismo estudio señala que la capital más barata de la región continental es Ciudad de Panamá, en donde el costo del transporte equivale a un pequeño 1,7% del sueldo mínimo.

Sé que muchos contadores y economistas se sentirían dispuestos a responder estas observaciones mareando con las fórmulas ipecistas y con las diferencias de progresión de precios que podrían darse entre rubros tan distintos como el servicio de transporte y los productos de canasta (pan, té, leche, etc.). Pero seamos claros: la crítica que se hacía en el "Fortín Mapocho" hace tantos años, no era la fijación del precio ni la justicia o injusticia de estos valores, sino la proporción del costo de la locomoción colectiva en la canasta básica diaria de una familia modesta, y más específicamente del desayuno básico. Es, precisamente, el ejercicio que he repetido acá.

Podríamos suponer varias otras combinaciones sobre el equivalente en alimento que ocupa el Transantiago y sin que tener que echarle manos al curioso manual de "cocina por dos lucas" presentado por un Ministro de Desarrollo Social, hace unos años. Al ojo, puedo adivinar que alcanza perfectamente para que una familia de cinco en apuros económicos almuerce algunas alternativas económicas eligiendo de las góndolas tallarines, o arroz, algunas legumbres, puré en caja, o hamburguesas individuales y salsas de tomates, varios huevos con ensalada, etc... Sin embargo, el asunto del desayuno básico queda más que cubierto con lo revisado.

En 1987, este desayuno alcanzaba con un viaje ida y vuelta en la locomoción colectiva, y era considerado algo abusivo.

En 2017, este desayuno es el equivalente a un viaje ida y vuelta en el Transantiago... Pero sus defensores lo consideran un costo razonable y proporcional al nivel de demanda del actual sistema.

Algunos precios de los productos consultados para el "desayuno básico" del que hablaba el "Fortín Mapocho" en 1987, tres décadas después.

 

Y les dejo este bonus que encontré en Youtube: el recordado spot de la señora Yolita en el almacén de don Aníbal, de la franja del "No" de 1988. Fuente video: youtu.be/pXdcUJDwJH8.

UN PEQUEÑO DESAHOGO CONTRA EL SISTEMA:
ENTRE TRANSANTIAGO Y TRANSFRACASO

Nada bueno puede salir de un problema mientras siga siendo tal, sin ser superado. Son las soluciones a los problemas las que generan estados nuevos de experiencia y capacidades, pero éste no es el caso: la subsistencia o "estabilización" del sistema se ha resumido a sólo evitar la sombra del colapso, que ya conocimos en sus primeros días de aplicación con la ciudad en ascuas (tal como coros de expertos lo habían advertido, muy anticipadamente), mas no en ir mejorando en calidad y eficiencia, conceptos que le son tan ajenos.

Supongo que la mayoría de los santiaguinos ya olvidó al dirigente de los trabajadores del Transantiago, Marco Antonio Cuadra, fallecido en junio de 2014 tras prenderse fuego a sí mismo en Huechuraba, a lo bonzo, para protestar por las escandalosas condiciones de trabajo en que se encontraban, sin haber sido atendidas sus denuncias. El video con su aspecto de trágico arlequín quemado y pintado del polvo de extintores, penosamente, parece haber servido sólo para complacer el morbo. Recientes informes del Directorio del Transporte Público Metropolitano (ver "La Tercera" del 3 de abril de 2017), revelaron que siete de las ocho empresas no cumplen con las mínimas exigencias del sistema, diríamos que contando con la tolerancia y anuencia del mismo Estado, que prefiere hacer vista gorda antes que poner en riesgo su compromiso de garantizar niveles de rédito a las operadoras y justo cuando vienen las renovaciones de contratos. Otro de los vicios de ese padecimiento moderno llamado paraestatalidad empresarial, quizás.

Al menos, la empresa del fallecido Cuadra fue la única bien evaluada en este informe, por lo que sí pudo haber algo tímidamente positivo después de su sacrificio, después de todo.

Por estos días, sin embargo, la ingeniería del Transantiago está en un terrible predicamento "social" que deberá arreglar de forma operativa, merced a la creatividad comunicacional y las buenas relaciones públicas: cómo disfrazar las alzas que se vienen para un sistema, con pisos de utilidades para las empresas a cargo y hasta cambio total de tarjeta, pues en algún momento quedará obsoleta esa "bip!" que se nos vendió por definitiva para el sistema. Tarjeta cuya seguridad, por cierto, ya fue vulnerada por un avispadísimo y emprendedor nerd informático, que logró hacerle cargas falsas de dinero en 2014.

Dicho de otra forma, entonces, se tratará de disfrazar el nuevo e inminente encarecimiento del sistema, que ya lleva consumiendo buena parte de los recursos mensuales del trabajador promedio chileno que lidia con los crecientes costos de la vida. Las exhibiciones del bus de dos pisos que nos hará sentir otra vez la versión rasca y patas cortas de los ingleses en América, no bastará para corregir las consecuencias de lo que, sospechamos, se aproxima en los próximos meses.

Y bueno, ese mal en el alma del sistema, es la esencia de lo que me motivó a escribir esta entrada.

Como la desesperación es la madre de las decisiones estúpidas, ya hemos tenido algunos esbozos interesantes de tal tendencia manifiesta en el mismo desafío de subir el costo del Transantiago haciéndolo parecer que baja, se "estabiliza" o se "acomoda": los genios que proponen experimentar con un absurdo sistema "gratuito" (que nunca será tal, porque de todos modos se pagará con dinero del ciudadano) a través del pago de un (nuevo) impuesto, esta vez al salario y que cubra una estimación per cápita del costo de movilización de cada trabajador; o también están los que sugieren un sistema europeo de pago por períodos vía tarjetas de viaje, que multiplicarían exponencialmente la misma evasión que quieren combatir (si en la propia Europa sucede, imaginen acá); y hasta los devotos del pago individual por tramos a bordo, que equivale a intentar desatar un nudo haciéndole neuróticamente más y nuevos amarres al retorcido pobre alambre.

Parte del zapato chino en que está el Transantiago y que financiaremos todos los usuarios otra vez, tarde o temprano, también intenta ser acorazado con la alarmista campaña contra la evasión, fundada en porcentajes que rondan el 30 a 35% según las estimaciones oficiales. Otras son aún más altas. Empero, se trata de sólo un barniz de legitimidad en la denuncia: lo cierto es que jamás hemos sabido cuál es la forma de medición de este supuesto porcentaje de sinvergüenzas, pues los evasores, a diferencia de los usuarios honrados, no dejan huella para su detección por la lupa del Administrador Financiero. Es imposible detectarlos revisando registros.

A mayor abundamiento, más allá de los anuncios apocalípticos, el único perjuicio que podría advertirse en el sistema por la evasión, es el hacinamiento de personas, ocupando un mismo espacio del transporte aquellas que pagaron con las que no lo hicieron, colmando buses en horas punta. Eso, además de la indignación contra el que viaja gratis con los derechos del que paga. Mas, en la práctica, no hay pérdidas efectivas que puedan conocerse por la evasión, y mucho menos cifras oficiales seguras. Es falso, por lo tanto, que los demás usuarios y el propio Estado tengan que estar pagando a las empresas operadoras por esos pillos, como vociferan desde políticos chantas hasta crédulos youtubers, pues no hay forma humana de medirlos de forma exacta en el sistema. Este último sólo paga a los operadores por pasada de tarjetas en la caja lectora, no por los fantasmas.

Cabe preguntarse en este punto, entonces, si la cantidad de dinero que supuestamente "pierde" el sistema o sus operadores es inferior a la que se usa y seguirá usando para mantener el personal contratado por las mismas compañías, para garantizar que todos los usuarios paguen. En estos días, se ha iniciado una nueva gran campaña de postulación para el rol de monitor, que se define eufemísticamente en sus afiches como"educar a los usuarios a que validen su pasaje antes de abordar el bus del transporte público".

Por lo mismo que expongo acá, creo que el Transantiago, en definitivas cuentas, puede no tener solución. Así como suena... Espero estar rotundamente equivocado, por supuesto, pero parece no tener salida a la vista así como está hoy y cómo se proyecta en el tiempo. La ampliación del Metro sin duda distenderán parte de la agobiante tensión del sistema, pero existe la posibilidad de que, luego del período de reformulación y recontrataciones de operadores, continúe existiendo con todas sus falencias generales que hoy observamos en él.

Nacido de una secuencia de errores políticos y técnicos sobre el sistema (¿se acuerdan de los fracasados "cobradores automáticos", hacia el año 2000?), el Transantiago fue copiado de un modelo que ya había sido mal evaluado en Colombia; y se prolongó como una calamitosa seguidilla de pruebas y errores que ya buscan sólo parchar los problemas puntuales que van surgiendo al mismo, pero no darle la requerida eficiencia al sistema, concebido desde el principio en una desconexión asombrosa respecto del comportamiento de las masas humanas y de sus necesidades de desplazamientos diarios.

Por más que intentemos peinarnos con una ampolleta, esta no se convertirá jamás en peineta, y esto ya lo supo el Administrador Financiero del Transantiago, después de creer que le bastarían sólo dos días gratuidad en el pasaje para corregir un sistema que, diez años después, sigue siendo pésimo. Poco podemos esperar del plan de reformular el sistema, entonces, siguiendo este patrón constante de magros resultados.

La única solución para el Transantiago, entonces, sería terminar con él: hacerlo pasar por la piadosa eutanasia, y proceder a reemplazarlo por un sistema totalmente nuevo y diferente, donde la planificación de líneas y recorridos la determine desde su origen la propia necesidad del usuario, en lugar de estar extendiendo la "adaptación" permanente de un mecanismo malo y rígido a sus propios pesares, especialmente los financieros. Es decir, precisamente lo que las autoridades no quisieron hacer y quizás ya no hicieron a tiempo, dejando crecer la bestia suelta en el bosque.

Así pues, me recluto de forma definitiva en el bando de los opinan que el Transantiago, simplemente, ya no tiene una salida visible. Conozco demasiado a esta ciudad como para no advertir lo enferma que está; como una metástasis que se deja olvidada por miedos latrofóbicos del paciente, expande el cáncer a todo el sistema, alcanzando la vialidad, el Metro, la seguridad ciudadana, la salud ambiental y hasta la integridad humana.

No tengo duda, entonces: el Transantiago hace a las familias santiaguinas más pobres de lo que eran. Más aún, gana por paliza como el más costoso de los sistemas de transporte que haya tenido la capital chilena en toda su historia, desde los tranvías con "carros de sangre" hasta el sistema de las micros de colores y luego amarillas, sacrificado por la actual tropelía contra la urbanidad y la vialidad. Si vamos a echar mano al argumento del pan que se arrebata de la boca del sujeto para tener que pagar el sistema, el ejemplo del Transantiago parece de antología y de precisión cartográfica.

Muchos me han contestado a esta clase de observaciones, que el antiguo sistema de locomoción en Santiago era malo, y tal vez pésimo... Totalmente de acuerdo: era deficiente, y deplorable, a veces; pero funcionaba, y su costo estaba más cercano a lo razonable que el de hoy. No importa qué tan malo fue, entonces, si el Transantiago es definitivamente peor, más caro y menos funcional, por lo que seguir invocando los espíritus del pasado y las serpientes de los malos recuerdos, no mejorará ni en una sola nota al actual sistema. Así como un reloj descompuesto que no da la hora y como un televisor que no sintoniza canales, el nuevo sistema falla a su propio origen, a su propia y esencial razón de existencia.

Ha sido el Transantiago -y no otra cosa- lo que disparó el uso de autos particulares, precisamente la tendencia que se proponía combatir cuando fue anunciado. Que los bobos se queden con acusaciones facilistas sobre mezquindades y arribismos por parte de quienes optaron por volver al automóvil propio ante lo deplorable del monopolio imperante: sólo una propuesta mala e insatisfactoria obliga a tomar alternativas, pero esto es un razonamiento demasiado complejo para algunos.

Ha sido por el Transantiago, también, que la vida nocturna ha cambiado dramáticamente en algunos sectores de la ciudad, obligando a los locatarios a cerrar con las gallinas, pues ha cundido un vaho vaporoso que casi teníamos superado: la posibilidad de quedarnos tirados en la noche, sin locomoción de retorno. ¿Todavía cree Ud., acaso, que las plataformas Uber y Cabify llegaron para competir con los taxis? Pues no: su éxito se halla en que vinieron a suplir las deficiencias del servicio de buses y de un Metro que cierra a la hora de la teleserie turca, además de traer más seguridad para el pasajero y regularidad al usuario, pero jodiendo -de paso- al gremio de los taxistas, que pagaron el precio de estas urgencias.

Un diseño pésimo, un ejemplo desastroso de mala planificación estatal motivada sólo por la rencilla gubernamental con el anterior gremio del transporte colectivo, pero defendida a muerte por un sólido bloque de hombres-ladrillos, pegoteados entre sí con el cemento político. A eso se resume todo. Para ellos, todo lo negativo del Transantiago (es decir, casi todo en él) se ha reducido a la mala operación de las empresas y a los abusos que ellas cometan contra sus propios trabajadores y los usuarios, con tal de asegurarse los botines que la propia autoridad les mostraba como seguros en la fase de licitaciones.

No falta el mismo pajarón que alega a la gente que "se queda en la cama" cuando no van a votar por sus superestrellas políticas, ahora proclamando que la culpa de todo es de los que prefieren subirse a sus propios automóviles, aumentando la congestión y la contaminación, en lugar de optar por las preciosas bondades sociales de un sistema humillante, inoperante y hasta peligroso, como el santísimo Transantiago. Y así, cuando al gallego del chiste donde manejaba contra el tránsito se le acaban las serpentinas para seguir defendiendo esta monstruosidad, viene a arrojarse el pseudoargumento de que ningún sistema de transporte es redituable y siempre generará pérdida, como si hubiese sido una ilusión colectiva la de todos los no millennials que conocimos el anterior y comprendimos que se sustentaba por sí mismo, a pesar de todas sus falencias y abusos mezclando muchas veces el interés gremial con el lucrativo.

Subsidiado y todo (que equivale a pagar de todos modos un sobreprecio desde su propio bolsillo, pero triangulado por el Fisco), el Transantiago ha encarecido el valor proporcional del transporte individual en el sistema de locomoción colectiva. Y las autoridades realmente deberían pagar ofrendas a la lealtad de la prensa nacional con ellos, que ha evitado hacer acento en los escandalosos aumentos de accidentes, atropellos fatales y contaminación ambiental asociados al mismo sistema.

Sobre los choferes del sistema anterior, muchas veces insolentes y groseros, la frontera se ha ido diluyendo: el Transantiago va en franco camino a ser exactamente lo mismo en este momento, por la baja calidad del personal a veces contratado por los operadores y su estado de estrés permanente, que con frecuencia descargan más contra el público que con sus superiores. El retorno de las disputas entre escolares y los nuevos "micreros" ya es innegable. Además, me consta que algunos ya deberían llevar en las paredes de sus respectivas máquinas una cuenta de atropellados y autos chocados, al estilo de los aviones de combate.

Para peor, en la práctica se le han regalado al Transantiago calles completas como Santa Rosa en su tramo Norte y San Antonio en pleno Centro; se le han creado vías exclusivas y segregadas y se han picado hasta el cuasi bombardeo avenidas como Vicuña Mackenna y Pajaritos, para seguir abriéndole espacio a los buses, a veces con destrucción de edificios históricos y célebres boliches de la historia de esta ciudad. Los autodenominados "patrimonialistas", como siempre leales al Sol que los entibie (y esperando torpemente que alguna vez les toque un huevito duro de la canasta), muchas veces han guardado silencio o hasta han justificado esta tropelía: acostumbrados a la vida light del burguesito kitsch, proclaman que todo se resolverá echando arriba de bicicletas de colores a más de 6 millones de habitantes de la ciudad. Ni idea deben tener de las casonas centenarias arrasadas en el inicio de avenida 5 de Abril, por ejemplo, justamente para meter más buses del sistema por esta arteria.

Así, la ciudad está siendo adaptada a un problema, a un fastidio, en lugar de resolverlo. Es casi una declaración de rendición del Estado ante el mismo asunto del Transantiago, como en muchos otros temas.

Y hago notar que no entro en discusión detallada sobre la pésima calidad del servicio, sus eternos problemas de frecuencia, el mal diseño de los recorridos (ya en el límite de cantidad de pasajeros en los primeros kilómetros de los mismos) y, especialmente, sobre lo que hemos retrocedido en cuanto a tiempos de desplazamiento. Sólo recuérdese que una de las razones para construir la Línea 5 del Metro fue porque, hacia mediados de los 90, se encontraba excesivo un viaje en micro de 40 minutos entre el Centro de Santiago y el Paradero 14 de Vicuña Mackenna.

Mejor ni imaginar, además, cuando cunda el resquemor en las regiones, que ya han comenzado a notar cómo en el pozo sin fondo del Transantiago se incineran valiosos recursos que deberían estar priorizados en ellas, incluso financiamientos que provienen de las mismas, como es el caso de las zonas cupríferas.

El sistema, de este modo, sigue siendo un calambre urbano que no cumple con los estándares de funcionalidad y, más encima, con precios exagerados, groseros precisamente para quienes tienen la desgracia de tener que usarlo como única opción a su alcance.

SELECCIONES DE RAÚL MORALES ÁLVAREZ (PARTE III): "CUANDO EL DIABLO ASOMA"

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La Estación Central, en postal clásica de Santiago. El hábitat de "El Terrible".
Continúo aquí con la selección de artículos del periodista chileno Raúl Morales Álvarez (ver el anterior acá: "Cartagena y la aventura adolescente"). Este texto, originalmente publicado por Morales Álvarez en la columna "Así caen los giles" del diario "El Clarín", en 1957, pertenece al proyecto editorial "Temporal en Cartagena: antología de Raúl Morales Álvarez", de la Agrupación Cultural El Funye (ir al Facebook del grupo), exclusivamente dispuesta para los lectores de este blog.
EL DECANO DE LOS "CUENTEROS" CHILENOS tiene un apodo de gavilán filibustero: "El Terrible". Pese a ello, posee, más bien, la apariencia seráfica de un sacristán jubilado, con los ojos lejanos y obispales y las manos unidas, en una constante actitud de rezo. Pero como por algo bajo una mala capa se encuentra un torero, "El Terrible"es uno de los ases que destacan en el póker delictual de Chile. Sus canchas se encuentran en el desparramado barrio de Estación Central, donde ha vivido, -y vive todavía, ya como "choro piantado", ladrón en acto de contrición-, narrando toda gama de los Cuentos del Tío que pasan por el aro a las buenas gentes.
¿DIJE QUE SUS CANCHAS ESTABAN EN LA ESTACIÓN CENTRAL? Que se me excuse, entonces, la impune irreverencia del largo término. Porque mas propiamente se hallan a bordo de los trenes que vienen del sur llovido con su carga de huasos bonachones y pródigos. "El Terrible" es un viajero tenaz que va y viene por los trenes, con el ojo abierto y el oído muy abierto, al acecho constante de una posible víctima, escuchando conversaciones y haciéndose el de las chacras, cosas que convienen a su aventurero oficio.
FUE ALLÍ, EN EL TREN TEMUCANO que él tomo en Rancagua, como al abordaje, donde sorprendió una vez las confidencias de un huaso de Padre las Casas. El hombre venía a Santiago a pagar una manda ante la Virgen de la Gratitud Nacional. Cincuenta mil pesos. Eran el producto de su cosecha de buenos trigos y se los traía en mojados billetes como vitamínica expresión de agradecimiento. No necesitó saber mas "El Terrible" para preparar una trampa.
"El Terrible" abordaba a sus víctimas en los trenes que venían del sur…
La Iglesia de la Gratitud Nacional.
Raúl Morales Álvarez, leyendo unas palabras con motivo del otorgamiento del Premio Nacional de Periodismo, en 1964. Le acompaña, a su lado don Juan Emilio Pacull, presidente de la Orden de Prensa y fundador del Círculo de Periodistas de Santiago.
PORQUE ANTES QUE SE DETUVIESE EL TREN en los andenes santiaguinos, "El Terrible" pisaba los resignados suelos de esta sufrida capital del Apóstol. Ganó a toda prisa la salida. De ahí un taxi a buena marcha -y con propina, para empujar el tranco- lo condujo hasta la Gratitud Nacional, en Alameda y Cumming. Solo al llegar aquietó sus nervios y compuso el ánimo. El traje negro que vestía, muy sobrio, muy correcto, y su propia fisonomía con los ojos obispales de que ya he hablado más arriba, serían su mejor disfraz.

PORQUE FUE OBSEQUIOSO Y HASTA REVERENCIAL "SACRISTÁN" de la Gratitud quien recibió al huaso, en la puerta de la iglesia, cuando éste llegó al templo media hora después. El "Sacristán" lo esperaba, naturalmente, porque habían escrito, anunciando el arribo a Santiago del pagador de la manda, los buenos hermanos de Padre de las Casas. ¿No quería primero rezar una oración de gracias el caballero sureño? Emocionado, el caballero dijo que sí."De rodillas y con los brazos abiertos será más grato a los ojos de Dios, Nuestro Señor, y de la Santísima Virgen", dijo "El Terrible", que le dio el ejemplo, arrodillándose él primero ante uno de los altares de sombras más propicias.

LO QUE VINO Y VIENE DESPUÉS fue muy rápido. A media oración de brazos en cruz, "El Terrible" urgió a su víctima por el pago de la manda. El hombre no tuvo obstáculos en pasarle el gordo fajo de billetes. Con los $50 mil en sus manos -¡una fortuna por aquellos días!-, "El Terrible" cruzó las anchas naves de la iglesia, se santiguó devotamente ante el Altar Mayor, pasó a la Sacristía, tocó el timbre, llamó a uno de los monjes, le dijo que allí estaba arrodillado, agradeciéndole al Buen Dios el asombro de un ruego hecho milagro, entregó mil pesos en su nombre, pidió unos cirios y regresó con ellos hasta donde el huaso que ya se cansaba de rezar padres nuestros y avemarías. Solo una vez que los encendió y rezó a su vez, uno que otro latinazgo -"Perdona, Señor, a éste Yo Pecador"-, abandonó al huaso victimado en forma tan pía y tan impía.

EL "CHICHA Y CHANCHO": LA PORQUERIZA DE LOS CHANCHITOS MALOS

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Coordenadas: 33°26'0.27"S 70°39'9.15"W
La abundante fauna totémica de la recreativa y noctámbula Aillavilú,  la ex calle de Zañartu en el Barrio Mapocho de Santiago, tuvo un integrante porcino que acuñó sus propios doblones para heredar a la familia histórica del vecindario. Y como sucedió a todas las vidas caídas en infortunio y desgracia en el mismo barrio, este chanchito también sucumbió consumido por el fuego del tiempo, cual suculenta parrillada que quedó olvidada en el calor de las brasas, por un divino asador distraído en sus cervezas.
A estos chanchitos les habría temido hasta el más malo de los lobos de cuentos, sin embargo.
El "Chicha y Chancho" fue un popular pero bravo tugurio con más aires de cantina ranchera, asentado en Aillavilú 1055, casi al centro del callejón. Un viejo local de la capital, que ya desde fines de los años 20 -cuando se construyó este edificio de los arquitectos Alberto Cruz Montt y Roberto Dávila (1928)- acogía en sus bajos oscuros clubes y restaurantes. Uno de ellos, llamado "Café Santiago", fue parte de las locaciones de Barrio Mapocho utilizadas para el filme "Largo Viaje" de Patricio Kaulen, en 1967. Dicho sea de paso, este bello edificio esta seriamente amenazado por la falta de mantención y el daño colateral provocado por el hacinamiento de inmigrantes en sus apartamentos, llevando a la municipalidad a ordenar su desalojo y a sostener disputas con los locatarios de sus bajos.
Asistían al "Chicha y Chancho" trabajadores del sector, cargadores del Mercado de La Vega, rotos del Mercado Central y cuidadores de vehículos de las varias calles del entorno. Por las noches aparecían también algunas chiquillas felices con sus labios de fresa y mejillas casi color salsa de tomates, además de los infaltables enfiestados que llegaban volando desde "La Piojera", "El Touring", "El Wonder Bar", "La Clínica" o cualquiera de los otros bares del sector cuando estos cerraban más temprano sus puertas… Borrachines que se negaban a abandonar la irrenunciable juventud de la noche, en definitiva. Lamentablemente, con esta extraña diversidad llegaban también algunos pillos e indeseables del sector, que tuvieron mucho que ver con la decadencia y desaparición de este sitio, como veremos.
El local, ya con sus cortinas abajo y antes de la transformación de su espacio.
No era muy grande esta porqueriza, y sus espacios estaban divididos por columnas y revestimientos de madera, más paneles de tabiquería en colores durazno y rosáceo. Las instalaciones y las mesas quizás perjudicaban la comodidad dentro del local pero, pasados algunos "terremotos" o cañazos de pipeño, se olvidaban rápidamente.
Bien pudo haber sido el "Chicha y Chancho", quizás, lo más parecido que quedaba en el barrio a esas viejas ramadas y chinganas que lo enseñorearon en el pasado a ambos lados del río, aunque en este caso rodeado de sólidas paredes y arcadas en lugar de ramas. Tenía un aire rústico y olor a combo en el hocico que amedrentaba a primerizos y bisoños.
Aunque su cartel de presentación ofrecía "Almuerzos - Sandwichs", su atracción era ejercida principalmente en las horas oscuras, donde se bebía más que merendaba. De todos modos, se hizo de una clientela fiel por su oferta de comidas típicas chilenas, fundamentalmente de cerdo (perniles, arrollados, prietas longanizas, causeos, etc.), pero más por sus jarras y cañas, pues tenía características de chichería, con regadas ventas de vino y pipeño que parecían competir con el caudal del río. De ahí el nombre, entonces: el "Chicha y Chancho", sus dos grandes ofertas, como lo anunciaba afuera su cartel de acrílico amarillo y tubos fluorescentes.
Aquella propuesta era todo lo que necesitaban sus comensales para acudir a disfrutar de la vida y ponerla en riesgo hasta las horas de la noche, en estos callejones.
También se hicieron cotizados sus "terremotos", tragos muy fuertes, baratos y servidos en un jarrón como los usados para la cerveza, después cambiadas por vasos grandes. Un barril de pipeño con un "terremoto" dibujado encima y con escaso talento artístico, sobre el muro exterior, anticipaba antes de entrar al local lo que esperaría adentro al curioso: una rebosante jarra, la misma que alguna vez terminó también en la cabeza de algún camorrero, según las leyendas.
El "terremoto" sobre un barril, que estuvo por años dibujado afuera de local del "Chicha y chancho", invitando a los sedientos.
El "Chicha y Chancho" estaba ambientado de manera básica y rústica, con maderas y adornos propios de un rancho, pintadas de esos colores blancos y rosas. Colgaban banderitas chilenas como si fuera una fonda permanente. Hacia el interior quedaban las mesas cojas y menos elegantes. Era como una especie de mini quinta de recreo, dominada por un ambiente cargado al gusto picante y bravo, rodeado de cabarets y cafés de huifa, no recomendable para pajarones o tímidos. Sus chanchitos ebrios paseaban o cantaban con la emoción del estado etílico; eso, al menos, antes de que alguien hiciera volar alguna de las sillas.
Los músicos de los boliches se largaban a dar interminables serenatas, muchas veces más ebrios que los propios parroquianos, sacándole la cresta a alguna pobre guitarra desafinada. En no pocas ocasiones, el ruido era escondido tras la cortina metálica, bajada para evitar los problemas con las restricciones de horarios o la incomodidad de los vecinos, según parece.
Es común que cantantes y grupos musicales paseen por estos locales de Mapocho tocando repertorios de rancheras, boleros o corridos. René Huesillo, antiguo símbolo del barrio, pasaba por acá frecuentemente. Don René paseaba desde los años 70 por restaurantes de Aillavilú entregando sus canciones y guitarreos de boleros, valses y tristes tonadas a cambio de algunas monedas y aplausos. Se había convertido en uno de los más queridos artistas populares del sector pero, a veces, se sentía pagado con sólo una cañita; o varias… Más de las convenientes. Así, su voz se apagó el año 2003, justo en los días en que había sido entrevistado por un medio de televisión que lo presentó como uno de los personajes más importantes de Mapocho.
Hacia sus últimos años, el restaurante contó con una que otra agrupación que se presentaba más establemente para ofrecer su música, pero no sin polémicas. Fue escandalosa noticia cuando el treintón instrumentista de uno de los grupos del "Chicha y Chancho", en 2002, se escapó con una niñita cantante de rancheras del mismo local, que recién entraba en la adolescencia. Sin dejar pasar la ocasión para satirizar, el irreverente diario "La Cuarta" del miércoles 18 de diciembre de ese año, publicó el título "Policía movilizada ante el romanticón rapto de Rancherita de Renca por El Villano del Sur"; y el viernes 20, seguía mofándose del caso al titular: "En comisaría de Loncoche debutó dúo de La Rancherita y El Villano del Sur"… Posteriormente, contaban en el mismo barrio que el músico se había vuelto a escapar con la chiquilla al año siguiente, incapaz de renunciar a su apasionada y pecaminosa historia de amor.
Poco tiempo después, el "Chicha y Chancho" comenzó a abrir cada vez más tarde y a cerrar cada vez más temprano, como suele ser el presagio de un inminente final en el comercio. Un día de aquellos, simplemente, su cortina de hierro no volvió a levantarse... Le llegó la temida hora al cerdito, que por taños compartió su chiquero con ebrios pendencieros y prostitución.
Noche en calle Aillavilú... Ya muy distinta, más calma y con otra clase de comercio establecido en donde ayer había chanchitos.
Dicen por acá los cuidadores de vehículos y algunos vecinos de Aillavilú, que el cierre definitivo sobrevino por un trágico incidente: una sangrienta "cargada" o "despacho", en la jerga callejera. Habría sucedido, según ellos, que en una de las reyertas entre sus clientes, voltearon a puñaladas a un tipo dentro del local y, para evitar más problemas con la ley (e intentando no frustrar la fiesta, además), tiraron al muerto a la calle intentando fingir que allí lo habían tumbado, pero la policía de todos modos habría adivinado lo sucedido.
Como sea que ocurrió en realidad, el local murió en medio de escándalos y controversias, víctima de los restrojos de atrevimiento que quedaban en el barrio. El siglo XXI ya no era para cerditos malvados. La competencia de "La Piojera" es feroz en esa cuadra, además.
Desde entonces, a veces aparecían esperanzadores carteles o lienzos anunciando el pronto "regreso" del local en versión renovada, seguramente por quienes pretendieron reponerlo con algún proyecto. Nunca se concretó este retorno, quizás para mejor recuerdo del "Chicha y Chancho"; o al menos para no empeorarlo. Un pub trató de instalarse en su local, de hecho, pero tuvo corta duración allí. Justo hacia los días del terremoto de febrero de 2010, los últimos vestigios de la existencia del "Chica y Chancho" fueron desalojados con vesania desde el interior del local, apilados en desperdicios de maderas y metales para ser reciclados como basura de mediana utilidad.
Pueril y triste fin de la porqueriza, aunque desde esos mismos años es ocupado este sitio por una interesante tienda de venta de prendas de cueros y artículos para "motoqueros", más acorde a los nuevos estilos de comercio creativo y novedoso que aparecen con mayor clase por el Barrio Mapocho, cual anticipo de los tiempos mejores que pueden aproximarse para la calle Aillavilú.

LOS HERMANOS RETES: CUATRO LIMEÑOS QUE HICIERON ÉPOCA EN LAS CANDILEJAS CHILENAS

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Escena de "Verdejo gasta un millón", de 1941, con Eugenio Retes en el papel principal de Juan Verdejo. En la misma imagen aparecen Conchita Buxón, Rogel Retes y Alejandro Lira. Fuente imagen: "Medio siglo de Zig-Zag: 1905-1955".
Junto al nombre de célebres empresarios de la clásica revista bataclánica chilena, como Enrique Venturino o Carlos Cariola, se nos asoma como desvío lateral inevitable el de un perenne cuarteto de hermanos peruanos chilenizados, que marcó otro hito y un capítulo especial en esos teatros y espectáculos nacionales: los Retes.
En los inicios más profesionales de estos insignes personajes del espectáculo de variedades, se encuentra el Teatro Balmaceda del "Cóndor" Venturino, en los años 30, cuyas ruinas aún permanecen en pie en Calle Artesanos casi llegando a avenida La Paz, en el barrio de los mercados veguinos de Santiago y en donde antes estuvo el coliseo pugilístico del Hippodrome Circo.
Las presentaciones humorísticas realizadas allí entre 1934 y 1941, fueron la época dorada de Rogel y Eugenio Retes Bisetti, Primer Director y Primer Actor del Balmaceda, respectivamente, acompañados con la música de Roberto Retes en el piano y como Director Musical del mismo teatro. Como solían andar y planificar sus trabajos juntos, Venturino les llamaba cariñosamente "Las Tres Gracias". También terminaban cada espectáculo juntos, en diferentes partes del escenario, pero juntos. Empero al trío se les unía un cuarto hermano más quitado de bulla y arribado después, al estilo D'Artagnan de los mosqueteros: Rodolfo Retes, en el violín.
¿Quiénes eran en realidad los hermanos Retes y cuál fue su precisa contribución a este rubro? Su nombre suena y resuena frecuentemente en cada retrospección del género revisteril y del teatro popular chileno, incluso hasta nuestra época, como si se tratara de personajes de veneración, de virtual devoción o culto. Necesariamente, se requiere de un capítulo propio para hablar de ellos, más aún si gran parte de las generaciones de artistas que han sucedido a su leyenda, parecen desconocer que se trató de cuatro de los más grandes renovadores de las artes escénicas nacionales.
Aunque muchos consideraban a Rogel el mejor director de Chile en su época, se dice que él y Eugenio eran tipos nerviosos y exigentes, casi alterados, como la caricatura que usualmente se presenta sobre los directores artísticos o de teatro en películas y comedias. Lo decía el mismísimo Daniel de la Vega en "Luz de candilejas. El teatro y sus miserias", de 1930:
"Retes pasa muy serio, lamentándose de los coros, del escenógrafo, del apuntador. Anda siempre desesperado. La desesperación es su actitud favorita".
Los Retes, sin embargo, eran chilenos sólo por adopción y decisión personal: antes de llegar a hacer sus famosas presentaciones en las orillas del Mapocho, estos talentosos hermanos habían vivido a orillas del Rímac, donde se encontraba su numerosa familia limeña. Habían nacido en la mismísima capital del Perú, dentro del modesto matrimonio compuesto por don José del Carmen Retes y doña Sofía Bisetti.
Rogel Retes en fotografía de 1948 de la revista "En Viaje", misma para la que antes había sido redactor teatral, cuentista, y alguna vez también corresponsal.
Don Enrique "Cóndor" Venturino Soto, célebre dueño del Teatro Balmaceda, del Circo de las Águilas Humanas y del Teatro Caupolicán. Imagen de los archivos de la Biblioteca Nacional. Estuvo relacionado con los inicios de los hermanos Retes.
Rogel vino al mundo en 1888, mientras que Eugenio lo hizo en 1897. El primero se interesó desde niño en las artes de la actuación teatral, participando en presentaciones infantiles en el Teatro Politeama en su tierra natal, antes de conocer Chile. Sin embargo, como su familia era numerosa y pobre debió trabajar desde la infancia, partiendo en una fábrica de chocolates cuyo dueño tenía una pequeña compañía teatral y de zarzuela para los integrantes de los talleres y sus hijos, donde Rogel comienza a introducirse en el oficio. Entrevistado por Manuel Gandarillas hacia el final de sus días, reconocía en la revista "En Viaje" de junio de 1961(artículo "Rogel Retes: 53 años en la farándula del teatro"):
"Llegué al teatro por necesidad, por hambre. Mi padre enfermó gravemente y era preciso dar de comer a él, a mi madre y a ocho hermanos pequeños".
Rogel pisó suelo chileno por primera vez en 1904 y formando parte de esta pequeña compañía, al desembarcar en Iquique. Sus hermanos se reclutaron por su insistencia, siguiéndolo después al país. Les fue bien en tierras chilenas, pero la súbita disolución del grupo teatral le obligó a regresar a Lima, muy frustrado. Empero, convencido de que su futuro estaba acá, retornó a con sus hermanos nuestro país en 1909, aprovechando un contrato que habían conseguido sus hermanas Raquel y Rebeca como bailarinas. Presentó así la obra "De todo un poco" en Mejillones y realizó acá también algunos estudios, estrenando la obra "La Maiga" de 1912, en el Teatro Politeama de Santiago, posteriormente conocido como el Teatro Olimpo de calle Merced.
Fue entonces cuando comenzó a descubrir también sus dotes de escritor de guiones, sainetes y piezas teatrales, encargándose de producciones famosas como "Cuentos de Ultratumba" y la comedia de 1914 "Los Copihues". En los años 20 participa como actor y cantante en la entonces famosa compañía de zarzuelas de Vicente Jarque, fundando poco después su propia compañía de revistas, con las populares Hermanas Arosemena, artistas de gran popularidad. En 1929, además, formó parte del grupo teatral de Alejandro Flores, uno de los más grandes exponentes del arte de las tablas nacionales.
Eugenio, por su parte, llegó a Chile alentado por su hermano y comenzó a dedicarse de inmediato a las artes teatrales y la comedia, aunque también con algunos tropiezos y malas rachas. Curiosamente, era el único de los hijos vivos del matrimonio peruano, cuyo nombre no comenzaba con "R" (los otros: Raquel, Rebeca, Rogel, Romeo, Roberto y Rodolfo). Hacia 1910, fabricaba implementos y pelucas que vendía a elencos y teatros de Santiago, para sostenerse, entrando así paulatinamente en el ambiente.
Eugenio Retes retratado hacia 1955 por el gran fotógrafo de las candilejas chilenas Alfredo Molina La Hitte, en imagen publicada por el portal Memoria Chilena.
Teatro Ópera y "Bim Bam Bum" en sus buenos días, locación también importante en el largo currículo de los Retes. Fuente: Flickr  SantiagoNostálgico.
El primer éxito de Eugenio Retes fue la obra "Mundo, demonio y carne", pero sería como actor e interpretando al rotito Juan Verdejo de la revista "Topaze", que tocaría la luz más cálida de la fama y la consagración. Venturino consideraba, de hecho, que en el personaje de roto chileno, Eugenio "siempre fue impagable", según recordaba Osvaldo Muñoz Romero, más conocido como Rakatán, en su "¡Buenas noches, Santiago! medio siglo del espectáculo nocturno capitalino".
Tras unos pocos años ejerciendo su oficio de contador en la Argentina, Eugenio había retornado a Chile en 1925, para volver a la luz de los focos criollos. Fue por más de cinco años que se estuvo presentando de manera continuada en el Balmaceda, tras haberse fundado en 1934 la exitosa Compañía de Revistas Bataclánicas Cóndor con la que realizó presentaciones históricas junto a Rogel y sus hermanos músicos. Por eso la "Cóndor" de Venturino, a cargo de Rogel y Eugenio, fue lo más espectacular de aquella época y en ese teatro junto al río Mapocho, durante los locos años 30 chilenos.
Y así se sumó en este prolífico período, la batuta de su hermano Roberto Retes, que había comenzado estudiando música de manera autodidacta y tocando la bandurria antes de entrar al Conservatorio. Ya en 1933, además, Roberto había hecho debutar la obra "Telones de papel" por la Gran Compañía Internacional de Vodevil y Revistas de Paco Andreu, en el Teatro La Comedia. También había puesto la música para proyectos como los filmes "Pueblo chico... Infierno grande" de Nicanor de la Sotta y "Mater Dolorosa" de Alberto Santana, ambos de 1925. Con Oscar Verdugo, produjo y grabó un  foxtrot titulado "El Araucano", en 1929, luego la pieza ganara un concurso musical del sello RCA Víctor. Y con Leoncio Aguirrebeña y Enrique Barrenechea, fue uno de los fundadores de la Sociedad de Socorros Mutuos de Artistas Teatrales de Chile, además de su primer tesorero.
Seguidos por Rodolfo en la música de cuerdas, desde entonces, los cuatro hermanos siempre estaban juntos, y cuando no eran parte de un mismo proyecto, de todos modos se encontraban en los teatros donde trabajan formando parte del intenso vodevil y espectáculo de aquellos años. La leyenda de los Retes se afianzó rápidamente por camarines, auditorios y bambalinas, de este modo.
En 1936, la "Cóndor" presentó en el mismo teatro Balmaceda la obra "Yo no pago impuestos", con música de Roberto Retes y que incluía un cuadro humorístico de Eugenio Retes, acompañado por Orlando Castillo, Romilio Romo, Teresa Molina y Pilar Serra.  Ese año se realizó también un concurso de "tallas chilenas", patrocinado por la revista "Ercilla" y cuyo jurado estaba compuesto por Eugenio más Olga Donoso, Manuel Seoane, Alberto Romero, Armando Donoso y Mariano Latorre. Al año siguiente se presentó otra vez la compañía "Cóndor", actuando con Eugenio Retes y Gabriel Araya; y, en 1938, el teatro continuó con la revista "Estoy queriendo una negra", con participación de Eugenio más Orlando Castillo, Romilio Romo y Olga Donoso.
El empresario del espectáculo Carlos Cariola presentó con Eugenio, poco después, la sátira política "Si las estatuas hablaran", actuando en ella el propio Retes más Romo, Olga Donoso, Blanca Arce, Pilar Serra y el gran Pepe Harold, entre otros. En 1941 la célebre actriz Anita González que por entonces recién daba vida a su personaje alter ego conocido como La Desideria, protagoniza la comedia "Las Locuras de la Desideria" de Amadeo González y Roberto Retes. Le sigue la revista "Verdejo tiene mil novias” de Matías Soto Aguilar con música de Roberto Retes otra vez, protagonizada por Olivares acompañado de Alejandro Lira, Blanca Arce y Olga Donoso.
En alguna ocasión, Eugenio Retes debió enfrentar al revoltoso y a veces grosero público del Balmaceda, haciéndolos callar. Esta ingrata tarea la cumplieron en su momento, también, los comediantes Pepe Rojas, Olga Donoso, Orlando Castillo y Pepe Harold. Se recuerda que algunos incluso arrojaban hortalizas y frutas recogidas del mercado de La Vega cuando no les gustaba el show, haciendo de este escenario uno de los más temidos de todo Santiago. No obstante, quizás la época de los Retes se haya tratado de la única buena edad por la que pasó el espectáculo revisteril y la comedia en el Teatro Balmaceda, pues el resto de su historia es más bien triste y anémica, especialmente desde que Venturino decidió vender la popular sala.
Las principales presentaciones de los Retes en esta sala mapochina tuvieron lugar entre 1935 y 1941, lo más memorable de la historia de la misma, antes que Rogel emigrara desde allí independizándose, para dirigir al elenco del "Burlesque" y otros famosos shows por el estilo. Además, es el período en que ha saltado al cine con su hermano Eugenio, cuyo nombre también quedó asociado después al circuito de las salas mapochinas y chimberas como el Teatro Princesa o el propio Teatro Balmaceda, hasta el que retornó con la Compañía de Revistas "1946". Así se verifica en la crítica de revista "En Viaje" de febrero de 1946:
"El sector Independencia-Recoleta-Mapocho, está de plácemes con la Compañía de Revistas 1946, que actúa con bastante éxito. Las principales figuras son venidas de Argentina, y son caras bonitas y buenos cuerpos. Es una compañía sin pretensiones que se presentó modestamente y ha logrado afianzar la temporada. Hay elementos de entre los traídos allende los Andes gente de casa, y hemos visto actuar, con la eficacia de siempre, a Eugenio Retes junto a Domingo Froio".
Teatro Balmaceda hacia 1960. Imagen del archivo fotográfico del Museo Histórico Nacional, A la izquierda, alcanza a verse parte del aspecto que tenía el antiguo edificio del Hotel Luna Park.
Afiche del filme "Verdejo Gasta un Millón", con Eugenio Retes en la interpretación del personaje principal. Fuente imagen: filmaffinity.com.
Los hermanos Retes se convierten en señores distinguidos de algunos de los famosos locales de calle Bandera, en aquellos años de espectáculos cercanos al Mapocho. Son los días del bohemio y recreativo "barrio chino" de esta calle, llegando a la Estación Mapocho, plagado de clubes, cabarets y restaurantes con bailables. Rodolfo aparecía por allí insistentemente, durante 1935, para comer los reputados tallarines del restaurante "La Estrella de Chile", ubicado al lado del cabaret "Zeppelin". Era atendido por una camarera morena y parece que también muy atractiva, durante la época en que el artista se presentaba en el Balmaceda, según recuerda su propio hermano Rogel en "Acotaciones, morcillas y camelos: anécdotas teatrales".
Eugenio era, en tanto, uno de los atractivos propios del Balmaceda en esa misma época que allí trabajó, según lo confirma Rakatán recordando una de las visitas nocturnas que hiciera al lugar con el no menos recordado y querido periodista Tito Mundt, y en la que se dirigieron "directamente al camarín de Eugenio Retes", como anota. El autor también destaca la labor musical de Roberto Retes, quien hizo presentaciones propias como director de orquesta en esos años.
Las incursiones de los cuatro hermanos Retes en la vida artística nacional fueron, así, realmente notables, creando una verdadera escuela del espectáculo en distintos aspectos de la misma (actuación, música, libreto, etc.). Sus nombres se cruzaron en carteleras y marquesinas con los de todos los actores, protagonistas y exponentes de aquella desaparecida aventura revisteril y bataclánica chilena: Pepe Harold, Anita González, José Bohr, Pepe Rojas, Orlando Castillo, Pepe Olivares, Marina Ruiz, Blanca Arce, Romilio Romo, Sussy Montrey, Enrique Barrenechea, Olga Donoso, Lucho Córdoba, Gabriel Araya, Julio Asmussen, Rolando Caicedo, Susana Barrios, Manolo González, Mario Cánepa, Lolita Moreno, Carlos Illanes, Andrés Gallo, Gustavo Campaña, el dúo musical "Los Perlas", "Los Hermanos Barrientos", la Orquesta de Buddy Day y tantos otros que, en su momento, fueron gigantes de tremenda influencia, verdaderos maestros o forjadores del teatro del humor, del cine y del espectáculo popular, desde sus respectivos roles y experiencias con las luces cenitales y las cortinas de terciopelo.
Abultando más aún su legado, Rogel fue fundador del Sindicato de Actores y del Sindicato Radial, y colaboró con Eugenio en la creación de la Sociedad de Autores Teatrales de Chile (SATCH). También incursionó en géneros de opereta, zarzuela y bailes, participando estrechamente con empresarios del espectáculo nocturno como Carlos Cariola, a cuya doble sala conocida como Teatro SATCH y Teatro Talía inauguradas en 1954 (correspondientes, actualmente, a los Teatros Cariola y Alejandro Flores, en el mismo edificio de San Diego 246), siguió vinculado Retes casi hasta el final de su vida.
En 1946, de hecho, Rogel había recibido el grado de Caballero y la Medalla de Orden al Mérito, extendida por el Gobierno de Chile como reconocimiento a su labor destacada; y al año siguiente fue condecorado por la Municipalidad de Santiago. Posteriormente, en 1958, el Presidente Carlos Ibáñez del Campo le concede por ley una pensión vitalicia por gracia de $35 mensuales, con la aprobación del Congreso Nacional.
Eugenio, en tanto, estuvo también en la inauguración de las revistas del famosísimo "Bim-Bam-Bum" hacia 1953, que haría epopeya en el Teatro Ópera de calle Estado. Antes, había sido contratado por la compañía cinematográfica de don Pablo Petrowitsch, actuando con roles principales en los filmes cómicos "Verdejo gasta un millón" (1941) y "Verdejo gobierna en Villaflor" (1942), acompañado de la destacadísima actriz Malú Gatica. Más tarde, participó con Hilda Sour y Arturo Gatica en "Uno que ha sido marino" (1951); también actuaría en "El Gran Circo Chamorro" (1955) y "Sonrisas de Chile" (1969), clásicos del cine nacional donde trabajó como actor y escritor. Su fecundidad creativa fue asombrosa: para 1954 ya sumaba cerca de mil obras de su autoría, entre revistas, operetas y comedias.
Sin embargo, el mismo Eugenio diría por entonces, entrevistado por la revista "En Viaje" de octubre de 1954:
"Desgraciadamente, no creo que mi labor en las tablas sea prolongada, porque mi salud está algo resentida y la vida de teatro, con su agitado ritmo es, en realidad, un poco pesada. Seguiré escribiendo, naturalmente, pero aunque no siga escuchando los aplausos, estos siempre seguirán sonando en el fondo de mi corazón".
Roberto Retes, hacia sus últimos activos años, realizando una presentación en piano de zarzuela en un centro comercial de Providencia, Santiago. Fuente imagen: youtu.be/ooDSeg6Au2Y.
En septiembre de 1954, la SATCH hizo un homenaje en su teatro de calle San Diego a los cuatro hermanos Retes, como un reconocimiento por sus 50 años de trabajo artístico en Chile y su enorme legado, ocasión en la que se presentó un extenso programa que incluyó una comedia de Rogel. Como él, Eugenio fue activo miembro de la SATCH, por cierto, además de llegar a ocupar el cargo de Vicepresidente de la Sociedad. En 1946, había sido elegido Vicepresidente del Frente de Unidad Artístico Gremial, inclusive.
Al talento los Retes también debemos varios descubrimientos importantes de los proscenios. Un verano de 1962 y en el apogeo del "Bim-Bam-Bum", por ejemplo, la afamada actriz de revistas Iris del Valle enfermó y no pudo presentarse en el show del Teatro Ópera, ante la angustia de los organizadores pues era el plato central del espectáculo. Con su magnífico don para reconocer figuras prometedoras, Eugenio Retes sugirió que una joven corista y vedette secundaria la reemplazara, haciéndolo excelente y con tan buena crítica que la propia sustituida montó en cólera, arrojándose sin piedad contra su sustituta, agrediéndola y exigiendo a Buddy Day sacarla de la revista, como finalmente sucedió, siendo relevada por Pitica Ubilla. La talentosa sugerida por el maestro fue nada menos que la comediante Paty Cofré, destinada a ser una de las más importantes y de mayor trayectoria en todos los años del humor de base revisteril en Chile.
Tras una fecunda existencia que alcanzó a plasmar en parte en su mencionado libro "Acotaciones, morcillas y camelos: anécdotas teatrales" y poco después en sus memorias "El último mutis", de 1961, donde repasa la aventura en las temporadas con las revistas y otras jornadas, Rogel Retes falleció en 1965, tras haber contraído una enfermedad en Lima luego de una visita a su patria natal, paradójicamente. Eugenio le siguió mucho tiempo después, en 1987, pocos meses antes del doloroso final del Teatro Ópera, escenario de tantas presentaciones memorables relacionadas con los hermanos. Roberto y Rodolfo tendrían también su hora de partida, el primero poco después de su hermano Eugenio, aunque se mantuvo fiel al piano y haciendo presentaciones hasta bien pasados los 90 años.
La pasión escénica de los Retes quedó en los genes, según parece, y así Eugenio la heredó en su hijo, el conocido humorista Esteban Ronco Retes, creador y caracterizador del personaje Don Fermín, una suerte de actualización del clásico Juan Verdejo representado en el trabajo actoral de su padre que, curiosamente y como hemos visto, en realidad era peruano caracterizado de típico roto chileno.

EL HUNDIMIENTO DEL "TOLTÉN": UNA OSCURA TRAGEDIA NAVIERA DE 1942 Y SUS CONSECUENCIAS DIPLOMÁTICAS EN PLENA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

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El trágico vapor "Toltén". Fuente imagen: Uboat.net.
Coordenadas:  40°10'2.54"N 73°49'49.76"W (Sector aproximado de la tragedia)
En la historia náutica chilena, existe un caso muy poco conocido y que lleva 75 años pasando escasamente advertido por los calendarios de las efemérides nacionales, a pesar de tratarse de una de las tragedias más grandes que haya sufrido la marina mercante de Chile. Como estamos en el mes del mar, pensé que correspondía hacer un recuerdo sobre este triste episodio de la marinería civil.
El entorno y los detalles siniestros de este caso, además, constituyen una verdadera novela de intrigas históricas, en donde se combinan para el argumento una gran conflagración mundial, presiones diplomáticas, conspiraciones y hasta política en sus expresiones más oscuras, como veremos.
Esta historia ha sido mencionada por autores como Jorge Allard en "Cien Años de la Compañía Sud-Americana de Vapores. 1872-1972"; por Gonzalo Vial Correa, Patricia Arancibia Clavel y Álvaro Góngora en "La Sudamericana de Vapores en la Historia de Chile", de 1997, aunque con una errata en la fecha señalada; por Mario Barros van Buren en "La Diplomacia Chilena en la Segunda Guerra Mundial" de 1998; y por Víctor Farías en "Los nazis en Chile" de 2001. Sin embargo, ha sido investigado en forma más detallada y profunda especialmente por el Oficial de Estado Mayor, Capitán de Navío Kenneth Pugh Gillmore, en los artículos "El vapor Toltén, torpedeado en 1942 en su recalada a Nueva York" ("Boletín de Historia Naval" N° 5 de 2001) y "¿Quién hundió al Toltén?" ("Revista de Marina" N°1 de 2004).
Los mencionados trabajos son la principal fuente que he utilizado para el texto que presento acá. No obstante, no se puede partir describiendo el hecho histórico sin contextualizarlo temporalmente, por razones que después resultarán obvias al lector, ya que formó parte de una compleja telaraña de acontecimientos y relaciones controversiales.
Antiguo afiche litográfico de la ruta naviera Valparaíso-New York, de la Compañía Sud Americana de Vapores. Fuente imagen: Internationalposter.com.
SITUACIÓN DIPLOMÁTICA DE CHILE AL ZARPAR EL "TOLTÉN"
El Presidente radical Pedro Aguirre Cerda, se había mostrado distante de los compromisos con las fuerzas en disputa durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, los grupos políticos chilenos que se harían cómplices de las presiones diplomáticas que estaban por iniciar los Estados Unidos, comenzarían a vociferar la idea de romper la neutralidad inmediatamente después de la muerte de Aguirre Cerda, desde fines de 1941, a través de un influyente núcleo periodístico e intelectual chileno apodado la prensa aliada, por el nombre que tenía uno de los periódicos que publicaron entonces y en el que, de acuerdo a lo que describe Tito Mundt en "Las banderas olvidadas", trabajaron Revel Dick, Guillermo Eduardo Feliú y Reinaldo Lomboy, entre otros.
Dicho grupo, del que hoy se sabe muy poco, estaba integrado por editores, periodistas y escritores liberales y, según parece, de una parte de la izquierda dura. Algunas versiones y recuerdos de quienes vivieron esa época, nos señalaron que varios de ellos habrían estado relacionados editorialmente también con el diario "El Mercurio", otro fervoroso defensor y propagandista de los Aliados durante la gran conflagración.
En síntesis, estas declaraciones y líneas editoriales favorables a los aliados buscaban exigir al gobierno interino del radical Jerónimo Méndez Arancibia, romper con el Eje (Alemania, Italia y Japón) y permitir que los Estados Unidos timonearan la orientación de la política diplomática continental durante la guerra. A pesar de todo, Méndez se excusaba de tomar tal decisión alegando su carácter de Vicepresidente en mandato provisional, resistiéndose también a los emplazamientos diplomáticos de los Aliados que intentaban persuadir a las naciones americanas de concretar las rupturas.
Se discute todavía, sin embargo, hasta qué punto la actitud de Chile y Argentina era sinceramente "neutral", pues existe la sospecha de que en realidad era la fachada para una simpatía no muy discreta hacia las fuerzas del Eje o, cuanto menos, en contra de los Aliados, por influencia de destacados políticos de la época, grupos empresariales y una importante fracción de la propia ciudadanía que no era partidaria de la ruptura bajo ninguna excusa o circunstancia, además de mostrarse reacios a una disponibilidad para con la influencia de Washington sobre el resto de América.
La resistencia a las presiones comenzaría a vivir su prueba de fuego, sin embargo, con la III Reunión de Consulta entre los Ministros de Relaciones Exteriores de las Repúblicas Americanas, realizada del 15 al 28 de enero de 1942. Recordada como la Conferencia de Río de Janeiro, desde un inicio esta reunión fue secuestrada por los grupos pro-aliados intentando imponer estos intereses en la comunidad de naciones concurrentes y cuadrarse favorablemente a los intervencionismos diplomáticos de la Casa Blanca, tendientes a forzar las rupturas con el Eje especialmente desde la entrada formal de los Estados Unidos al conflicto tras el ataque japonés a Pearl Harbor, el 7 de diciembre del año anterior.
Por otro lado, cuando el Canciller de Chile don Juan Bautista Rossetti se dirigía a la Conferencia, en su escala en Buenos Aires antes de llegar a Río de Janeiro, sostuvo una larga entrevista con el Ministro de Relaciones de Argentina Enrique Ruiz Guiñazu, el Secretario de Guerra General Tonnazzi y el Secretario de Marina Almirante Fincati, el 6 de enero. Según el historiador Oscar Espinosa Moraga en "El precio de la paz chileno-argentina", discutió puntillosamente con ellos la posición estratégica ante el concierto mundial y las necesidades defensivas que esto demandaba, aunque no obteniendo un buen resultado por parte de las apáticas autoridades platenses:
"A su juicio la situación geopolítica de su país no podía ser más delicada, dado su doble carácter de principal productor de materias primas estratégicas (cobre, salitre, hierro y manganeso) y a la vez ser corredor de tránsito del estaño boliviano amén de tener en sus manos la otra llave del Pacífico, en el caso de un eventual bombardeo sobre el Canal de Panamá".
Unos días más tarde, Chile manifestó en la Conferencia su decisión de mantener la neutralidad, contando con el apoyo de la mayoría de los partidos de izquierda que formaban parte del pacto gubernamental, aunque no sin conflictos intestinos por el camino elegido. En en el mismo encuentro, sin embargo, quedó la sensación de que Chile y Argentina prácticamente estaban solos resistiendo los empujones de la Casa Blanca pasa sacarlos de aquella neutralidad, siendo considerados como países germanófilos y egoístas por las demás naciones americanas que acordaron romper con el Eje.
Poco después de realizada la Conferencia y con Chile aún comprometido con la neutralidad, tuvieron lugar las elecciones presidenciales del 1° de febrero, resultando ganador otro radical y, a la sazón, también partidario de mantenerse al margen de los bandos beligerantes: don Juan Antonio Ríos.
La historia de la tragedia de la motonave vapor mercante "Toltén" comenzará en estos mismos días, curiosamente: el 5 de febrero de ese año, cuando zarpaba desde Valparaíso. Era un navío de bandera chilena construido en 1938 por la Aalborg Vaerft, en las maestrazas de J. Lauritzen de Dinamarca y que, con 1.574 toneladas, estaba en los registros de la Compañía Sudamericana de Vapores (CSAV).
Originalmente, el nombre del navío era el "Lotta", pero se le cambió al quedar requisado en Chile con otras cuatro naves danesas del servicio naviero a los Estados Unidos, luego de ser ocupada Dinamarca por los alemanes. La Armada de Chile le otorgó después el derecho de operaciones a la CSAV, realizando el circuito Valparaíso a New York vía Canal de Panamá.
Los antecedentes reunidos por Jorge Young Ward en la primera fase de investigación de la tragedia, hablan de la cantidad e identidad de los tripulantes del "Toltén". La nave había hecho un cabotaje en Tocopilla, cargando salitre con destino a los Estados Unidos, antes de seguir hacia el mismo Canal de Panamá que Rossetti temía pudiese ser bombardeado en alguna acción de guerra. Las instrucciones que habían recibido antes de salir de puerto fueron bastante específicas, además:
"a) Las naves mercantes seguirán las rutas del itinerario normal;
b) Navegarán con todas sus luces encendidas;
c) No se acogerán a ningún convoy y evitarán su proximidad;
d) No aceptará escolta por buques de países en guerra;
e) De noche mantendrán permanentemente alumbradas las banderas de los costados y cubiertas, disponiendo las luces en éste último caso lo suficientemente bajas para evitar encandilamiento".
Capitaneado por Aquiles Ramírez, el "Toltén" realizaba así otra de sus rutas comerciales por las costas de Sudamérica y los Estados Unidos, sin saber sus tripulantes que iban a ser víctimas inocentes e inesperadas de los conflictos mundiales que ya se habían desatado y que habían llegado a tocar el continente, con la recién celebrada Conferencia y con el tortuoso limbo diplomático en el que se encontraba el Palacio de la Moneda.
En el ambiente de aislamiento continental, de desconfianzas con la propia Argentina por los conflictos limítrofes aún ardientes y con pasiones realmente recalcitrantes contra la neutralidad de Chile en algunos casos, el gobierno sólo dilataba la situación e intentaba evitar más presiones buscando provocar su ruptura, hasta que asumiera por fin Ríos. Esto iba a tener algún costo, de alguna u otra forma.
Más aún, la idea de la ruptura causaba escozor en grupos de la amplia gama política, por entonces, desde nacionalistas hasta comunistas que aún conservaban su alergia antiimperialista. Empero, era defendida y recomendada por grupos de derecha liberal, centro popular e izquierdistas pro-bolcheviques que no perdonaban la invasión germana a la URSS, como era la majadera línea editorial de entonces en el diario comunista "El Siglo", exigiendo quebrar la diplomacia con el Eje. La disputa y división de la sociedad llegaba a tal grado en esos días que, en los cines chilenos, cuando se daban noticiarios preliminares sobre el desarrollo de la guerra en Europa antes de comenzar a proyectarse cada filme, las mitades del público celebraban o pifiaban según si las nuevas eran favorables o no al bando de sus simpatías, entre Aliados y Eje. Los alemanes incluso tenían cines propios donde daban películas de los estudios UFA, como el "Comedia" y después el "Principal".
El "Toltén", en tanto, seguía cumpliendo su derrotero por costas americanas, confiado en que la bandera de país neutral y el cumplimiento de las instrucciones lo mantendría protegido de los ataques de los famosos submarinos alemanes que daban caza a todos los navíos enemigos o los que colaboraran comercialmente con las necesidades de guerra de los aliados.
Vista del vapor "Toltén" cuando aún era el navío "Lotta" danés. Imagen publicada por Kenneth Pugh Gillmore.
La actividad naviera entre Chile y el Tercer Reich, manifiesta en esta curiosa postal c. 1940 de la Hamburg-Amerikanische Packetfahrt-Actien-Gesellschaft. La destrucción del neutral "Toltén" por parte de las fuerzas alemanas fue tan inesperada como desconcertante.
LA TRAGEDIA DEL VIERNES 13
Creyéndose ajeno a todas las controversias diplomáticas, entonces, llegó el "Toltén" sin novedad a Baltimore para descargar salitre y cargar carbón, en marzo, volviendo a salir al mar rumbo a  Chesapeake City con sus bodegas vacías.
Ese mismo día 11 de marzo de 1942, sin embargo, tras pasar por el Canal Chesapeake-Delaware, fue interceptado unas 60 millas al Norte de Cabo Henlopen por un buque patrullero de los Estados Unidos nunca identificado, entre las 21:30 y las 22:00 horas de aquella noche. Investigaciones posteriores han propuesto que dicha nave debió ser el cúter de acero "Antietam" o el USS "Larch", que participarían después del rescate de cadáveres del "Toltén", irónicamente.
Dijimos que las instrucciones que recibían entonces los navíos chilenos, era la de navegar con sus luces encendidas y no en convoy, señal de estar operando fuera de cualquier función bélica o sospechosa y que el Tercer Reich se había comprometido a respetar, asegurando a Chile y Argentina que no había razones para temer si se cumplían tales normas. Además, en el Artículo 5° del Código de Servicios Navales y las Órdenes de Instrucción de Guerra para Buques Mercantes Nacionales de 1938 y en el Artículo 427 del Capítulo XII del Manual de Táctica, se explicitaba también que un navío neutral que navegara oscurecido por zonas donde actúan submarinos de países beligerantes y patrullas ofensivas o defensivas, pasaba automáticamente a la categoría de nave sospechosa, pudiendo caer en el mismo trato que una considerada enemiga.
Sin embargo, por razones inexplicables (o en apariencia, tales), los patrulleros locales exigieron al Capitán Ramírez que el "Toltén" navegada con sus luces apagadas mientras estuviese en costas de los Estados Unidos. Las órdenes, con características de amenaza, las habría recibido la tripulación a través de un megáfono, según se dijo después.
A mayor abundamiento, esta delirante exigencia de que los navíos que no navegaban en convoy lo hicieran con sus luces apagadas, provenía de disposiciones del Departamento de Marina de los Estados Unidos y de la Real Marina Británica, advirtiéndose que los aliados abrirían fuego contra cualquiera de las naves que no cumpliesen con este requerimiento. La situación no podía ser más difícil para los chilenos del vapor, por lo tanto.
Sin más que hacer y conciente de no tener alternativa, el Capitán Ramírez no vio a mano otra posibilidad que la de acatar la orden y reiniciar la navegación del "Toltén" en absoluta oscuridad, ya en la noche del 12 al 13 de marzo. Alcanzó a reportarse por radio aquel día jueves, antes de perderse para siempre... El destino iba a echarle encima, entonces, la tragedia que acabó involucrando a Chile en la Segunda Guerra Mundial, nuestro casus belli, a pesar de todas las resistencias que se habían estado desplegando tan estoicamente para mantener la neutralidad.
En la noche de aquel fatídico viernes 13, colmo de los infortunios para el "Toltén" y su tripulación, la nave fue detectada navegando a oscuras por un submarino alemán, el U-404, comandado por Otto von Bullow, según se supo tiempo después gracias a una entrevista de Clay Blair al veterano submarinista (para su obra "Hitler's U Boats War. The Hunters", de 1996). Como era previsible, los alemanes lo creyeron un barco enemigo y, hacia las 2:30 de la madrugada de aquella noches, a unas 30 millas de New York, fue torpedeado por su banda de babor, partiéndose al centro y hundiéndose tumbado hacia este costado. No alcanzó a haber petición de auxilio telegráfico de la tripulación, pues desapareció bajo las aguas en poco más de sólo 5 minutos.
De los 28 tripulantes, sólo uno pudo sobrevivir y ser rescatado: el fogonero Julio Faust Rivera, que saltó al mar por la fuerza de la explosión, siendo salvado de ahogarse por una lancha del Servicio de Guardacostas de los Estados Unidos. Se cree que los seguros de los botes salvavidas del navío impidieron poder realizar un salvataje raudo ante la inusitada velocidad que demandó la urgencia. Todos los demás perecieron, entonces, incluido el Capitán Ramírez, que se mantuvo gallardamente al mando de la siniestrada nave, hasta que ésta desapareció en las aguas del Atlántico. Sólo cinco cuerpos pudieron ser recuperados.
La enumeración taxativa de víctimas la presentó el Capitán Pugh Gillmore en sus publicaciones ya mencionadas:
  1. Capitán Virgilio Aquiles Ramírez Bárcena: cuarenta años de edad, ex alumno aventajado de la Escuela de Pilotines, incorporado al servicio activo de la marina mercante desde los quince años. Gozaba de gran prestigio y estaba casado con doña Lucy Donoso desde 1934. Tenía cuatro hijos.
  2. Piloto 1° Octavio Ernest Muñoz: nacido en 1909 en Concepción, casado con Carmen Dacaves. Había estudiado en la Escuela Náutica de Pilotines e ingresó a la CSAV en 1932 como aspirante a oficial.
  3. Piloto 2° Norman Phillip Pugh Cook: era el medio hermano mayor del Capitán Pugh Gillmore (de ahí su particular interés en esta tragedia, como reconoce), nacido en Valparaíso en marzo de 1913. Había ingresado a la Escuela Naval como cadete ejecutivo en 1927, recibiendo licencia para una operación médica en Inglaterra, al año siguiente, retomando después sus estudios y graduándose como aspirante en 1932, y como guardiamarina de 2ª en 1933. Contrajo matrimonio con Raquel Uribe Riveros, teniendo una hija. Tras renunciar a la Armada, entró a la marina mercante en febrero de 1932. Su muerte fue un dolor que acompañó para siempre a su distinguido padre, el inmigrante británico Ernest William Pugh Prince.
  4. Piloto 3° Manuel Astulfo Riveros Zavala: nacido en Valparaíso, soltero, había egresado de la Escuela de Pilotines e ingresado a la CSAV en febrero de 1942, como 4º piloto.
  5. Contador Ramón García-Huidobro Saavedra: nació en Valparaíso en 1915, y efectuó sus estudios en el  Instituto Comercial. Entró a la CSAV en octubre de 1934, y se había casado hacía poco más de año con Olga Henn Carrasco. Había solicitado no hacer este viaje, pues su esposa estaba enferma y tenía un extraño mal presentimiento, pero no encontró reemplazo y debió partir. Su premonición queda demostrada por el increíble hecho de que, desde Panamá, se había decidido enviar a la que sería su viuda toda su documentación personal, una póliza de seguros, algunas fotografías y retratos.
  6. Ingeniero 1° Peter Benjamín Wright Stuart: nacido en mayo de 1885, en Escocia, estaba casado con Lucy Milme, ingresando al servicio en mayo de 1913.
  7. Ingeniero 2° Manuel Jesús Santibáñez Mesa: nació en 1901 en Melipilla y estaba casado. Ingresó a la CSAV en febrero de 1911.
  8. Ingeniero 3° Jesús Nazareno Osses Lara: nació el 27 de agosto de 1896, en Valparaíso. Estaba casado con Elba Aguilar y tenía dos hijos. Entró a la CSAV en septiembre de 1936 y vivía en Playa Ancha.
  9. Ingeniero 4° Federico Eduardo Dethleffsen Gómez: osornino, nacido en febrero de 1917. Era soltero y efectuó sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios en Santiago. Ingresó a la CSAV a inicios de 1940 como aspirante a ingeniero, retirándose y reingresando en los barcos daneses en 1941. Vivía en Quilpué.
  10. Telegrafista Reinaldo Emilio Poppenberg Quintero: nació en diciembre de 1910 en Valparaíso. También era soltero, e hizo sus estudios por correspondencia en el Institute of Engeneering The Joseph G. Branch, en Chicago. Entró a la CSAV en agosto de 1941. Su cuerpo fue recuperado por la misma patrullera que rescató a Faust. Fue sepultado en Estados Unidos.
  11. Mayordomo Oreste Castro Rodríguez: antiguo residente de Playa Ancha, Valparaíso, casado, relacionado con familias de Putaendo y San Felipe. Había informado a su esposa que éste era el último viaje que haría, pues se iba a dedicar a otros trabajos menos riesgosos.
  12. Contramaestre Juan Bautista Mancilla Mancilla.
  13. Marinero Pedro Castro Contreras.
  14. Marinero Tomás Moore Hodges.
  15. Marinero Mariano Soto Sánchez.
  16. Marinero Antonio Segundo Villegas Núñez.
  17. Marinero Ramón Rodríguez Morales.
  18. Marinero Guillermo Ortega Flores.
  19. Donkero Zoilo Oyarzo Cárdenas.
  20. Fogonero Luis Humberto Gárate Gárate: este trabajador naviero había sido confundido, inicialmente, con un tal Vera, información que fue rectificada más tarde.
  21. Fogonero Carlos Alberto Olivier Santibáñez.
  22. Carbonero Oscar Vega Banda.
  23. Carbonero Oscar Amigo Figueroa: su esposa Beatriz concurrió con sus dos pequeños hijos de 5 y 1 año, al diario "La Unión", declarando que su esposo también presintió que un hecho grave ocurriría en aquel viaje.
  24. Carbonero Leopoldo Cubillos Duque.
  25. Cocinero José Covarrubias Terra.
  26. Ayudante cocinero José Berríos Velásquez.
  27. Muchacho Mario Gilberto Calderón Calderón.
  28. Muchacho Luis Laroz Pastoll: antecedentes no comprobados por Pugh Gillmore, señalan que tendría (o que tuvo) una placa recordatoria en el Cementerio de Playa Ancha, en Valparaíso.
Certificado accionario de 1964, de la Compañía Sud Americana de Vapores.
El fallecido cadete Norman Pugh Cook y su padre. Imagen publicada por Kenneth Pugh Gillmore.
LA NOTICIA LLEGA A CHILE
El incidente fue conocido en el país, primero gracias a un escueto telegrama enviado desde Washington  DC por el Embajador Rodolfo Michels. No bien llegó a las oficinas ministeriales, el Palacio de la Moneda dio instrucciones al representante de entrevistarse lo antes posible con el sobreviviente Faust, para obtener información precisa de lo que había sucedido. Sin embargo, ese mismo día 15 le instruye también de mantener reserva total del asunto, por razones que no dejan de despertar suspicacias, pues la misma solicitud se le hizo a la CSAV en aquellos primeros días.
Luego de llegar una nota del Cónsul General de Chile en New York, don Aníbal Jara, con más detalles del asunto, la Embajada de la Casa Blanca en Santiago se apresuró a hacer un comunicado el día 16 a la Cancillería chilena, basándose en la información que le había transmitido el Departamento de Marina de los Estados Unidos. Ese mismo día había sido citado por el Canciller el Embajador de Alemania, además.
Intentando zafarse de las responsabilidad y en una actitud claramente defensiva, poniéndose el parche antes de la herida, la legación norteamericana expresaba en su nota que el Capitán Ramírez del "Toltén" había visitado personalmente a la Dirección de Puerto de Baltimore, el día 11, "solicitando instrucciones para Nueva York". Estas mismas instrucciones, agregaba, no se daban a barcos mercantes neutrales salvo cuando sus propios capitales las pedían, por lo que "al solicitar y recibir las instrucciones de ruta, se había colocado bajo la dirección general del Servicio de Patrullaje de la Marina de los Estados Unidos". Continuaba señalando que el "Toltén" recibió, entonces, la instrucción precisa de navegar cerca de la costa y sólo de día, debiendo anclar en refugio durante horas nocturnas:
"Este barco, evidentemente, no siguió estas instrucciones de no proseguir durante las horas de oscuridad con sus luces encendidas, ya que no pasó por Delawere hasta más o menos las dos de la tarde del 12 de marzo y fue detenido más o menos a medianoche de ese día por un barco patrullero y recibió orden de apagar sus luces, de acuerdo con las instrucciones de ruta que el capitán le había ordenado seguir".
Sin embargo, nada de esto era cierto: posteriores testimonios de los capitanes de los vapores "Aconcagua", "Elqui", "Copiapó" y "Rapel" aseguraban que, por intermedio de los agentes de los armadores, se obligaba a los navíos chilenos a acudir ante las autoridades marítimas de los Estados Unidos o del Reino Unido en los puertos del Mar de las Antillas y costa de los Estados Unidos, para recibir instrucciones precisas y categóricas que nada tenían de voluntarias o por solicitud propia, como aseguraba con desparpajo el comunicado de la autoridad naval estadounidense.
Paralelamente, cuando el Canciller Rossetti informó al Vicepresidente Méndez de lo ocurrido al "Toltén", ambos llamaron a un consejo extraordinario de gabinete para el lunes 16, al que asistieron el Ministro de Interior Alfredo Rosende, el de Hacienda Guillermo del Pedregal, el de Defensa Juvenal Hernández, el de Educación Ulises Vergara, el del Trabajo Juan Pradena, el de Tierra, Colonización y Fomento Rolando Merino, el de Salud Salvador Allende y el de Comercio Arturo Riveros. Sólo faltó el Ministro de Justicia José Mora Pineda, actuando como secretario el titular Humberto Aguirre Doolan. Los convocados redactaron un comunicado público para el día siguiente, primero de carácter oficial, en el que informaban del hundimiento del "Toltén" y de la búsqueda que aún continuaba de los fallecidos, anunciando que se harían públicas las novedades que pudiese arrojar la investigación del naufragio.
Coincidió que la noticia comenzaba a ser divulgada por medios como "El Mercurio de Valparaíso", "El Diario Ilustrado", "La Opinión", "La Nación" y "La Unión" del Valparaíso, este último a partir del martes 17 de marzo de 1942, según lo que transcribe Pugh Gillmore:
"Dolorosa impresión causa el hundimiento del vapor  Toltén torpedeado mientras navegaba hacia el puerto de Nueva York. El hecho ocurrió el viernes, entre las 2 y 4 de la madrugada. Iba descargado a Nueva York y poco antes de ser torpedeado se le había dado orden de apagar las luces. De la tripulación de 29 hombres, sólo se ha salvado el fogonero Julio Faust Rivera, quien relata la forma cómo se produjo el hundimiento, en breves minutos".
El mismo medio se preguntaba, en aquella edición, casi previendo lo que sucedería:
"El público ansioso de saber si era efectivo el hecho o si se trataba de un simple 'rumor', llamaba con insistencia por teléfono, requiriendo noticias. Se notaba nerviosidad en las personas que hacían las preguntas, muchas de ellas, familiares de los tripulantes del barco. ¿Qué va a ocurrir ahora? ¿Cómo es posible que hayan hundido un barco chileno? ¿Qué implicaciones internacionales traerá esto?".
Y aquel mismo día 17, sin  poder mantener más silencio sobre lo sucedido, la CSAV hizo un comunicado público informando también del incidente:
"Debidamente autorizada, la C.S.A.V. tiene el sentimiento de confirmar que el vapor Toltén ex Lotta, al mando del capitán D. Aquiles Ramírez, que esta empresa operaba por encargo de la Armada Nacional, fue hundido, al parecer por un torpedo, en las primeras horas del viernes 13 del actual, mientras navegaba en lastre, sin carga alguna, entre Baltimore y Nueva York. La primera noticia del naufragio conocida por la Compañía se recibió el sábado 14 a las 21 horas, y fue puesta en conocimiento inmediato del Gobierno, quien estimó del caso guardar reserva mientras los representantes de Chile en el exterior trataban de ampliar las informaciones que con anterioridad habían enviado a la Cancillería".
No obstante, los detalles más macabros e indignantes del hundimiento del "Toltén" se habían mantenido en secreto, corriendo sólo como rumores entre la población, que incluso habría protagonizado algunos intentos de concentraciones callejeras como protesta. Los únicos relativamente bien informados a esas alturas, eran los miembros del cuerpo diplomático, las autoridades gubernamentales y los altos jefes militares.
A todo esto, la CSAV había entregado ya al Ministerio de Relaciones Exteriores, a los pocos días, un informe con todas las declaraciones que Faust había hecho en New York al representante chileno Agustín Huneeus. Decía la compañía en su declaración, deslizando desde ya algo sobre las verdaderas responsabilidades:
"Debemos hacer presente que todos los barcos de nuestra propiedad, al igual que los operados en combinación con la Armada Nacional, tienen instrucciones precisas de navegar con las luces encendidas, para demostrar así el pabellón neutral a que pertenecen y no han tenido que lamentar con anterioridad contratiempo alguno en su navegación. En el presente caso, el capitán del buque de carga Toltén, por circunstancias que con seguridad quedarán perfectamente aclaradas, se vio obligado a alterar esta orden durante las últimas cuatro horas que precedieron al siniestro. La Compañía expresa públicamente su pesar por la pérdida irreparable de los oficiales y tripulantes del Toltén, muchos de los cuales ocupaban en el escalafón las más altas calificaciones en el servicio de los intereses de Chile".
Empero, mientras la noticia del hundimiento del "Toltén" se confirmaba en Chile, ésta prácticamente iba cayendo como maná del cielo a los exaltados que buscaban alguna buena excusa para volcar las iras populares contra el Eje y unificar las simpatías por los Estados Unidos y los Aliados.
Aunque no se identificaba aún la nacionalidad del submarino, resultaba obvio que debía ser uno alemán, de los que -ya se sabía- estaban realizando incursiones en esas costas. De esta manera, sin conocer los detalles de la infame tragedia, el fervor pro-aliado tomó posesión de la política y la diplomacia neutral quedaría arrinconada ante la escandalera pública. Así lo diría, poco después, el periódico "Washington Star":
"Quizá este único hundimiento ocurrido no baste a transformar el sentimiento chileno favorable a la neutralidad en otro de beligerancia, pero indudablemente otro hundimiento acabaría con la paciencia de este pueblo cuyo espíritu es proverbial y que es intensa mente patriótico".
Curiosamente, uno de los que no dejó pasar la oportunidad para usar la tragedia a favor de la ruptura con el Eje, fue el entonces Cónsul General de Chile en México, el poeta Pablo Neruda, quien ladró furioso contra los países del Eje y la neutralidad chilena, ciertamente más aconsejado por su filiación política que por la información sobre los detalles del drama del "Toltén". Ya desde antes había dado señales evidentes de que la neutralidad chilena la aceptaba de muy mala gana y obligado sólo por su investidura; pero ahora, saltándose todas las prudencias de la diplomacia, se podía poner abiertamente del lado de los rupturistas.
Los más sensatos, en cambio, intentaban buscarle alguna explicación a lo sucedido. Entrevistado por el diario "La Unión" del 19 de marzo, el señor A. J. Broom, representante de los armadores de buques, planteaba que la tragedia pudo haberse desatado por el propio origen del "Toltén" y por razones que él ya había expresado como advertencia al gobierno: correspondía a un buque danés, el SS "Lotta", que el mando chileno "mediante un acto que es de discutible legalidad" había requisado con otros cuatro navíos estacionados en Talcahuano (los vapores "Helga", "Frida", "Laila" y "Selma"), puerto donde se hallaban atracados "gracias a un salvoconducto de S.M.B.". Si bien Chile había considerado neutral a Dinamarca, este país se encontraba ocupado por Alemania, país que no reconocía tal apropiación de los navíos, por lo que la nacionalidad y la bandera chilena se encontraban en entredicho, según Broom.
Las exequias despidiendo simbólicamente a los fallecidos se realizaron en la Parroquia del Espíritu Santo de Valparaíso, en la mañana del 23 de marzo, con misa oficiada por el Capellán de la Armada Ramón Velásquez, el Obispo de Valparaíso Monseñor Rafael Lira Infante, y sentidos discursos del Capellán Julio César Barrientos Ruz, quien hizo una senda declaración no pudiendo dejar de manifestar de su propia denuncia contra los responsables y demostrando lo bien informado que se hallaba sobre el desastre:
"En busca de Nueva York, recibieron la orden de navegar con 'luces apagadas' en conformidad con las leyes de policía marítima de Estados Unidos. Y nuestra bandera se oscureció, como para cubrirse de luto o tal vez para no presenciar el sacrificio nocturno de tantos hijos suyos. Ella ya no habla de nuestra Patria. Su estrella se ha eclipsado, va a llegar el momento terrible. Y sin ningún aviso previo, y sin rendición, ni preguntar nacionalidad, en un instante se sintió en el Toltén una feroz y tremenda conmoción: una máquina de guerra lo había herido en su costado, junto a la bandera. Momento terrible y espantoso. Algunos ya son cadáveres: fueron muertos cuando tranquilamente cumplían sus guardias de máquinas. Estaban otros descansando. El barco hace aguas por todas partes. Quedan seis minutos para desaparecer. Cúmplase el 'abandono del buque'; 'sálvese quien pueda'; 'sálvanos Señor que perecemos'. Ignorantes de tanto detalle siniestro, sólo sabemos que a los pocos instantes todo había desaparecido y únicamente se salvaría milagrosamente un testigo que entre las sombras de la noche le pareció ver una siniestra fiera marítima pintada de negro, que como fantasma nocturno los hirió de muerte. En las profundidades del mar yacen confundidos los restos del distinguido capitán Ramírez, de sus oficiales y de toda su tripulación".
Poco después, en horas de la tarde de ese mismo día, se realizó una romería naval con la comitiva oficial en la escampavía "Janequeo", la draga "Chipana", el remolcador "Poderoso" y varias embarcaciones menores.
El cuerpo de Poppenberg, en tanto, había sido velado en la Iglesia Católica de San Esteban, en New York, siendo sepultado en el cementerio de San Juan de Amityville de Long Island. A su funeral asistió el marinero Guillermo Ortega, quien, por algún feliz azar del destino, se había debido quedar en tierra durante aquel fatídico viaje del "Toltén" por aguas estadounidenses.
Firma del decreto de rompimiento de relaciones con el Eje, el 20 enero de 1943, por el Presidente Juan Antonio Ríos y el Canciller Joaquín Fernández y Fernández. Publicado en la revista "Vea" del 27 de enero de 1943.
¿UNA CONSPIRACIÓN DIPLOMÁTICO-MILITAR?
Si ya es sospechoso el momento preciso en que se produce esta tragedia, cuya responsabilidad basal fue -sin duda- la exigencia del Departamento de Marina de los Estados Unidos de obligar al navío a circular con sus luces apagadas, más aún lo son las otras circunstancias que rodearon el caso y que aumentaron las sospechas sobre una acción provocada para precipitar la ruptura de las últimas naciones americanas que aún mantenían la neutralidad.
El 13 de mayo de ese mismo año, por ejemplo, sería torpedeado también por un submarino alemán el petrolero mexicano "Potrero del Llano", acción que significó la ruptura de neutralidad de México en la Segunda Guerra Mundial. Al parecer, esta similitud de fechas y circunstancias ha llevado a confundir a veces el día del hundimiento del "Toltén" con la del "Potrero del Llano", en algunas fuentes. Sin embargo, hay una diferencia sustancial entre ambos casos: ya sabemos que los países del Eje y los submarinos alemanes habían advertido su disposición a interrumpir la venta de petróleo mexicano para las necesidades bélicas de los Estados Unidos.
Una situación bastante extraña tuvo lugar el día 15, de hecho: la Embajada de Chile en los Estados Unidos, fue informada por el Departamento de Estado de Washington DC que la autoridad de la Marina de Guerra estaba averiguando qué barco pudo haber dado semejante orden de oscurecer la navegación del "Toltén", comprometiéndose a informar a La Moneda del resultado de su investigación. Esta información jamás fue proporcionada por el Departamento de Marina, sin embargo, a pesar de que debía tenerla a la vista en su registro.
La investigación oficial en Chile fue solicitada por el Ministerio de Defensa al Comandante en jefe de la Armada, Almirante Julio Allard Pinto, quien designó Fiscal del Sumario Secreto al director del Litoral, Contraalmirante Gastón Kulczewski G. Así, la Causa 24/42 de la Fiscalía D.L. y M.M., y Vista Fiscal Kulczewski, concluyó al final de sus 216 fojas:
"Que puede tenerse como causa mediata del hundimiento del vapor Toltén frente a las costas de Estados Unidos, la noche del 12 al 13 de marzo de 1942, el haber sido obligado a apagar sus luces en cumplimiento de una orden ineludible impartida por un barco guardacostas norteamericano mientras navegaba, en aguas extraterritoriales, de Baltimore a Nueva York; orden, que alteró la condición de nave neutral del Toltén, colocándolo en la categoría de beligerante o sospechoso; y se presume que, en estas circunstancias, la causa inmediata del hundimiento habría sido motivada por el torpedeamiento de algún submarino de nacionalidad no identificada".
Cabe comentar que Kulczewski había recibido importante y exhaustiva información del Ministerio de Relaciones Exteriores y de la CSAV sobre el caso, durante su acucioso proceso de investigación, como se puede verificar en la Memoria ministerial de 1942.
La misma investigación confirmó que el "Toltén" había recibido órdenes de apagar sus luces por parte del Servicio de Patrullaje de la Marina de los Estados Unidos no en una ocasión, sino en dos: la primera, el 6 de marzo en Chesapeake Bay, y la última en el emplazamiento del 11 a 12 de marzo por parte de las patrullas, en ambos casos bajo amenaza de represalias. ¿Qué podría explicar semejante obsesión de la autoridad marítima norteamericana por hacer navegar un barco neutral en tan peligrosas y expuestas circunstancias? La respuesta, por sí sola, abona contundentemente a la creencia en un acto conspirativo para poner en riesgo el navío.
No es de extrañar, entonces, que ya a mediados del mes de abril, medios sensacionalistas como la revista "Vea" comenzaban a preguntarse por quién era el verdadero responsable del hundimiento del "Toltén". Y no sólo en Chile, sino en varios otros medios del continente cundía la duda.
En una mirada zahorí, la destrucción del navío "Toltén" habría pasado casi por crimen perfecto, de no haber sido por la sobrevivencia de Faust Rivera, quien reveló las órdenes que había recibido su capitán por parte de la autoridad estadounidense. Sin embargo, el pobre fogonero, que venía siendo interrogado por los hechos desde que aún no salía del shock, dio -sin quererlo- más argumentos a ciertos especuladores, por algunas contradicciones e inconsistencias de sus testimonios. Según Pugh Gillmore, el sobreviviente residió después en los Estados Unidos, varios años después del incidente, regresando a Chile para reembarcarse en servicios navieros de la CSAV.
El mismo autor señala que el periódico "The New York Times", del 17 de marzo, hacía la siguiente exposición sobre las consecuencias diplomáticas esperables para el incidente:
"Nadie, excepto el diario comunista El Siglo, era partidario de romper relaciones con el Eje, y la opinión pública ha ido tendiendo en el sentido contrario, ya que un sorpresivo número de chilenos cree que mientras Chile no haga nada para provocar al Eje, nada les podrá pasar. En efecto, el actual gobierno que dejará el mando el 2 de abril, también tomó parte en este intento de cerrarle los ojos a la nación ante esta situación, y finalmente llegaron las bienvenidas noticias de que el presidente electo, Ríos, prefería esperar hasta ocupar su cargo para decidir la política a seguir.
Argentina y Chile, las únicas de las veinte repúblicas americanas que se han resistido a demostrar su solidaridad con los Estados Unidos, han estado buscando un mayor acercamiento. Sin embargo, aunque nuestra causa ha perdido terreno aquí desde la conferencia de Río de Janeiro, está lejos de ser una causa perdida. Se piensa que nosotros necesitamos sólo una voz resuelta entre los líderes chilenos para denunciar el hundimiento del Toltén, que declare que es inútil apaciguar al Eje y demandar una cooperación total con los Estados Unidos. Sin embargo, desafortunadamente nadie ha adoptado tal actitud".
Llama la atención también que, a pesar de la limitada difusión que se hizo del incidente del "Toltén", la CSAV decidió suspender sus rutas hacia New York después de la tragedia del vapor, claramente como precaución después de la tragedia. Esto es comprensible por el clima de temor que se expandió entre los navegantes civiles chilenos, que comenzaron a exigir garantías de seguridad para su paso por aguas de países beligerantes, como manifestaba el Canciller ya en el día 18 de marzo. La situación motivó al mismo ministerio a tener que publicar una comunicado abierto el día 25, en donde negaba informaciones alarmistas que se habían conocido sobre el "Toltén" y otros casos de navíos brasileños o venezolanos, asegurando haberse reunido ya con los representantes del Eje en Chile mientras continuaba la investigación, pidiendo a la prensa no precipitar juicios ni conclusiones.
La verdad, sin embargo, es que a esas alturas, la prensa ya barajaba diferentes teorías sobre lo ocurrido en aguas de New York, deslizando incluso la idea de que el ataque hubiese sido ejecutado por un submarino estadounidense o británico, buscando hacer que Chile rompiese la neutralidad. Hasta se propuso que fue conducido intencionalmente por el patrullero estadounidense hacia el lugar donde se encontraba estacionada una mina, provocando el desastre. Estas teorías se vieron alentadas por una declaración de Faust Rivera, quien propuso que los submarinos alemanes quizás iban siguiendo la estela del "Toltén" para parecer invisibles, pero esto fue desmentido en duros términos por el nuevo Canciller Alfredo Duhalde Vásquez, cuando asumió con el gabinete del Presidente Ríos.
Otra posibilidad considerada era la de una represalia contra Chile por su decisión de condenar, siempre desde la neutralidad, los ataques del Eje a navíos de la comunidad sudamericana, particularmente cuatro brasileños y uno venezolano que fueron agredidos antes del caso "Toltén". El periódico brasileño "O Jornal", por ejemplo, publicaba en esos mismos días la siguiente conclusión, también trascrita por Pugh Gillmore:
"...nadie tenía duda de que los agresores rechazarían la protesta chilena contra el hundimiento de cuatro navíos mercantes brasileños, uno venezolano y uno propio chileno, dirigida a las capitales del eje; sin duda lo hizo como simple reafirmación de sus principios y para estar de acuerdo con su actitud anterior, pues en 1917, cuando von Tirpitz inició su campaña submarina sin distinciones, el gran país andino no tardó en pronunciarse para condenarla. Chile sustentó con altivez y nobleza su movimiento de solidaridad con las dos repúblicas hermanas gravemente heridas en sus derechos, como buena doctrina".
Pero Pugh Gillmore va más allá y hace observaciones que no pueden pasar inadvertidas. Anota, por ejemplo, que la Armada de los Estados Unidos, ese mismo mes de marzo de 1942, acababa de activar un sistema defensivo antisubmarinos, aunque el de convoyes aún no lo tenía organizado como en la Royal Navy. Cree también que no existía un tráfico marítimo suficiente en las cercanías del "Toltén", como para justificar la orden de que el buque se oscureciera. Y, avanzando todavía más en sus conclusiones, reflexiona:
"No aparece lógico, además, que el capitán Ramírez o el oficial de guardia cumpliera la orden de oscurecerse, y si lo hizo, sabía que se colocaba en la condición, si no de beligerante, por lo menos de posible blanco para los submarinos atacantes. Tampoco aparece lógico que la presa del submarino alemán haya sido un viejo buque descargado, en el cual se dice empleó dos torpedos".
De ser plausible la teoría de la conspiración para provocar la ruptura con el Eje, entonces, el caso "Toltén" se inscribiría en la lista de otras famosas tragedias "dirigidas", de falsa bandera o con el objetivo de provocar determinados cursos bélicos y diplomáticos en el concierto internacional, como podrían ser también los casos del oscuro incidente del USS "Maine" de 1898, el hundimiento del RMS "Lusitania" en 1915, el derribo del Vuelo 870 de Aerolinee Itavia en 1980 o el ataque ruso del Vuelo 007 de Korean Airlines en 1983, por dar algunos ejemplos.
Restos del "Toltén" en su reposo submarino. Fuente imagen: Downtoolong.com
LA RUPTURA CON EL EJE Y EL OLVIDO DEL CASO "TOLTÉN"
En este complicado estado se hallaban las cosas para Chile, al dejar el mando Méndez y asumir el Presidente Ríos, el 2 de abril de 1942.
La embestida de los adversarios de la neutralidad fue enorme, siempre apoyados por la prensa favorable a los aliados, abriéndole más espacio al intervencionismo norteamericano, al espionaje y apareciendo las siniestras "listas negras" de ciudadanos que se consideraba peligrosos a los intereses aliados en Chile. Fueron inútiles las tentativas del Presidente Ríos por querer preservar la neutralidad y el estatus de país "no beligerante" para Chile, manifiestas en su Mensaje del 21 de mayo de ese año.
Todos los primeros meses del nuevo gobierno constituyeron un verdadero calvario para las relaciones exteriores. Tan grave era la situación que, el 8 de octubre siguiente, el Subsecretario de Estado norteamericano, Benjamin Sumner Welles, no tuvo empachos en acusar públicamente a Chile y Argentina de permitir actividades hostiles del Eje, buscando justificar así una eventual intervención y la continuidad de las presiones. El propio Presidente Franklin Delano Roosevelt respaldó después estas denuncias, lejos de ponerle paños fríos.
Para empeorar el escenario, los grupos nacionalistas y antiimperialistas que intuían la proximidad del rompimiento de Chile con Eje, estaban iniciado la que sería una oscura seguidilla de intentos de conspiraciones con apoyo del incipiente movimiento peronista argentino y de los oficiales agrupados en torno a una extraña cofradía militarista llamada GOU (Grupo de Oficiales Unidos), también surgida en los cuarteles de Buenos Aires. Como Chile estaba en una crisis de abastecimiento militar desde hacía años, con el tiempo incluso acariciaron la idea de facilitar una intervención militar argentina una vez que asumió el mando platense Edelmiro Farrel, en 1943, pretensiones que se extendieron incluso hasta el Gobierno de Gabriel González Videla, con el famoso complot de las "Patitas de Chancho", que salpicó el uniforme del General Carlos Ibáñez del Campo al aparecer entre los conspiradores.
El Presidente Ríos, en tanto, seguía resistiendo la ruptura, pero el conflicto ya estaba instalado al seno del gobierno, cuando los ministros de Interior Raúl Morales Beltrami, de Hacienda Ricardo Matte y de Fomento Oscar Schnacke, manifestaron su adhesión e interés en reclutar a Chile del lado aliado. El Canciller Ernesto Barros Jarpa, sin embargo, se había mantenido firme en la neutralidad. Mas, al ser reemplazado por don Joaquín Fernández y Fernández, viéndose éste superado por la situación, la línea de los rupturistas comenzó a avanzar y cosechar victorias.
Posteriores revelaciones del Departamento de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos, han dado a entender que Fernández había cedido ya, ante la amenaza de una revuelta nacionalista o de una intervención argentina, a solicitar asistencia diplomática los Estados Unidos. Archivos desclasificados del FBI desde los años 90 sugieren la misma situación, además de las amenazas de Japón a Chile en caso de que nuestro país cediera a las presiones norteamericanas que intentaba sortear el gobierno.
Encerrados y sobrepasados, entonces, el Presidente Ríos y el Canciller Fernández debieron ceder, dando curso al proyecto de ley para declarar cortadas las relaciones con el Eje, tras una vertiginosa sesión del Senado del 19 de mayo de 1942. Desde aquel momento, el aire enrarecido de la sociedad y la política quedó instalado también en las arenas del Congreso Nacional.
Liberado ya de las cadenas éticas y entregado de lleno a las conveniencias del pragmatismo, el actuar que seguiría desde allí el Presidente Ríos, fue algo que a muchos hoy llena de vergüenzas, por prácticamente sentarse en casi un año de declaraciones rimbombantes y vehementes sobre la independencia y la neutralidad chilenas. El 20 de enero de 1943, el Palacio de la Moneda finalmente decretó la ruptura de relaciones diplomáticas con los países integrantes del Eje y ordenó la expulsión de los representantes de Alemania, Italia y Japón, orden que se ejecutó en humillantes y abusivas condiciones, en algunos casos. En su Mensaje del 21 de mayo de ese año, tenemos ya a un mandatario que ha pasado de la neutralidad al apasionado servilismo pro-Estados Unidos, manifestado:
"...su actitud inequívoca junto a las naciones de América, encabezadas por  la poderosa República del norte, que hace de guía, en esta hora histórica, con el singular acierto que imprime a su gobierno el ilustre mandatario don Franklin D. Roosevelt, cuya política de buena vecindad es justicieramente apreciada en nuestra patria (...), cumpliré hasta en sus últimos alcances lo que estimo es mi primera obligación como Jefe de Estado: Dar gobierno al país y sostenerlo".
De alguna manera, la infamia del "Toltén", a ojos de los rupturistas, había sido vengada.
Los afanes golpistas apoyados por militares argentinos cundieron en este período, decididos a revertir la ruptura, según se desprende de la documentación existente sobre Chile en los Archivos Nacionales de Washington. De acuerdo a la información que intercambiaban secretamente el Secretario de Estado Cordell Hull con el Embajador Claude Bowers, el levantamiento contra Ríos se planificaba para el 14 de febrero de 1944. En un telegrama fechado el 8 de enero, Hull decía también que el ex Canciller Barros Jarpa y el General Ibáñez del Campo habían adherido a los planes golpistas con posible apoyo argentino.
Washington no perdió el tiempo y así redobló las presiones a Argentina en ese preciso período, poniéndole un ultimátum a Buenos Aires el 25 de enero: si la Casa Rosada no rompía con el Eje como había hecho ya Chile, se retiraría la legación y se harían públicos los nexos argentinos con estos países, pasando a ser considerado país beligerante, congelándose los bienes platenses en los Estados Unidos. Alarmados y temerosos de las consecuencias, entonces, las autoridades de Buenos Aires rompieron relaciones con el Eje el 26 de enero de 1944, siendo el último país de América en hacerlo.
Se desconoce si fue la ruptura argentina con el Eje lo que desinfló el proyecto golpista del mes siguiente, pero, sabiéndose ya fuera de peligro y totalmente libre del sentido del pudor, el Presidente Ríos volvió a asombrar a todos en abril de 1945, cuando llegó a proclamar urbi et orbi una absurda "declaración de guerra" contra Japón, en momentos en que el final de la conflagración mundial ya estaba prácticamente decidido, con la única intención de permitirle asiento a Chile en los foros internacionales y de sacarse el estigma de país pro-Eje que él mismo había ayudado a forjar hasta hacía poco más de un año, anatema muy bien ocupado después por la diplomacia boliviana para restaurar sus reclamos de salida al mar con apoyo internacional.
En la práctica, la única "acción de guerra" de esta absurda bravata contra el país nipón, fue cambiarle el nombre al Parque Japonés por el de Parque Gran Bretaña, actual Parque Balmaceda, para incrementar la sensación indecorosa de tan absurda decisión diplomática.
Los muertos del "Toltén", sin embargo, fueron recordados sólo mientras sirvieron a los propósitos de los exaltados. Los deudos recibieron como compensación el equivalente a tres años de sueldo, y el navío tenía comprometido un seguro de guerra por US$ 562.500, aunque económicamente hablando, la CSAV debió pagar una fuerte caída de sus acciones en la Bolsa después de la calamidad.
La noticia de la tragedia estuvo activa en los diarios hasta el 24 de marzo de 1942, y desde allí sólo esporádicamente hasta el 19 de abril del mismo año. ¿Habrá influido en esta insultante omisión el lobby de la prensa aliada, que por entonces se regocijaba del control que las circunstancias le habían permitido sobre la opinión pública? La desaparición gradual del impacto noticioso del caso "Toltén", en esos días, es casi proporcional a la confirmación que se hacía de la cuasicriminal orden de navegar con luces apagadas que habían recibido el Capitán Ramírez, y por la que Estados Unidos jamás ofreció una explicación satisfactoria, una disculpa y menos una reparación.
De esta manera, la tragedia del "Toltén" pasó rápidamente al museo del olvido, a pesar de la importancia que tuvo este triste pasaje de la historia de la marina mercante con bandera chilena y de la influencia que podría haber tenido en el golpe del timón diplomático experimentado por el país en plena Segunda Guerra Mundial.

LA ÉPICA MÁQUINA DEL TIEMPO DEL MUSEO CORBETA "ESMERALDA" EN IQUIQUE

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Ceremonia de inauguración del museo en 2011. Fuente: Museoesmeralda.cl.
Coordenadas: 20°12'33.72"S 70°9'5.72"W
Es sorprendente la importancia que ha adquirido el Museo Corbeta "Esmeralda" de Iquique en los pocos años que lleva instalado allí, en avenida  Arturo Prat, en el Paseo Lynch por la orilla costera de la Rada. Cada año llegan miles de visitantes, investigadores y documentalistas solicitando horas para los recorridos guiados por la magnífica réplica del histórico buque.
La atracción que provoca este barco de tierra a turistas, amantes de la historia o simplemente curiosos, demuestra lo necesario que era para la ciudad disponer de una reproducción del más recordado y simbólico navío de la Armada de Chile y de toda nuestra historia náutica, que tiene un lugar relevante año a año en las celebraciones del Combate Naval de Iquique del 21 de Mayo, mismas que ya se vienen encima mientras redacto esto.
El origen de este museo y su novedoso concepto, está en los preparativos de las celebraciones del Bicentenario de la Independencia, cuando la compañía Minera Doña Inés de Collahuasi -de gran importancia en la región tarapaqueña para la reconstrucción de edificios históricos y las iglesias afectadas por los los terremotos- se propuso hacer un gran aporte simbólico y cultural para los iquiqueños, sometiendo a encuesta las ideas entre su personal, durante el año 2004. La idea ganadora fue la de hacer un reproducción de la histórica corbeta "Esmeralda", que reposa en su tumba marítima a poca distancia de allí, en la Rada de Iquique.
Para iniciar el proyecto, la empresa se unió a la Corporación de Amigos del Patrimonio Cultural de Chile y se asignaron los primeros grupos de trabajo integrados por civiles y uniformados, con colaboración de la  Armada de Chile, el Gobierno Regional y la Municipalidad de Iquique.
GALERÍA DE IMÁGENES:
MUSEO CORBETA ESMERALDA DE IQUIQUE
Gran parte de los esfuerzos debieron ser desplegados, en esta fase, para reconstruir los planos técnicos de la corbeta, pues los originales ya no existían. La investigación debió ser exhaustiva y afanosa, entonces, rastreándose sus antecedentes desde que la "Esmeralda" fuera botada al agua en el Támesis, el 15 de septiembre de 1855.
Por la referida razón, se recurrió a fotografías históricas que se conservaban del buque chileno, y también a los archivos navales y de astilleros de Inglaterra, para lograr acceso a los planos y fotografías históricas de otros buques de la época con semejanzas a la "Esmeralda". Tal fue el caso del HMS "Cruzier", por ejemplo, que fue valiosa guía para los reconstructores.
También se estudiaron a fondo los relatos y diagramas aportados en su momento por los sobrevivientes del Combate de 1879, como los entonces Guardiamarinas Arturo Wilson y Vicente Zegers, por ejemplo. También se emplearon imágenes submarinas reunidas por buzos en sucesivas inmersiones, desde 1970 en adelante.
Los accesorios, artículos e implementos históricos fueron otro dolor de cabeza: literas, motones, cañones, coyes, camarotes, cadenas, vigotas, cabillas, cabilleros, cabos, sistema y caña de gobierno,  los compases magistrales, el cuadrante fabricado en plancha de acero, etc. Debieron realizarse investigaciones sobre sus aspectos, modelos y métodos de fabricación en el siglo XIX. Se hicieron algunas réplicas de artículos y reliquias que se encuentran repartidos en diferentes museos del país, para incorporarlos a la recreación.
Vista de la popa y la arboladura del buque-museo.
Pasillo de cubierta exterior, con batería de cañones.
Cañón de la artillería del buque (réplica).
Ya entonces, se planificaba reproducir los principales espacios específicos del histórico buque, como lo siguientes:
  • La Cubierta Principal.
  • La Cubierta de Cañones, con su artillería, que incluye 12 cañones Armstrong de 40 libras, 4 cañones Whitworth de 32 libras y 2 cañones de desembarco Armstrong.
  • El Castillo.
  • La Toldilla con lo correspondiente a mástiles, arboladura y maniobra en general.
  • Interiormente, la Cámara y Camarote del Comandante.
  • La Cámara de Oficiales.
  • Los camarotes de los Tenientes Uribe y Serrano.
  • El camarote del Ingeniero Hyatt.
  • Los Camarotes de los Guardiamarinas Riquelme y Zegers.
  • Los Jardines (Baños) de Oficiales.
  • La Santabárbara de proa.
  • El área de Comedores Generales.
  • El área de Entrepuentes (dormitorios) con sus respectivos coyes.
  • El área de Cocina.
  • La Sala de Cartas.
  • La Botica.
  • El Pañol de Banderas.
  • La Sala de Máquinas, reproducida como maqueta o simulación parcial visible desde la cubierta interior.
Exteriormente, en la montura del buque sobre tierra firme, la obra sobre la línea de flotación (obra muerta), se haría en de madera sobre una estructura interior de acero, mientras que su obra bajo la línea de flotación (obra viva) sería forrada con planchas de cobre, siguiendo la la usanza entonces. Se montaría así al barco en sólidos basamentos y sobre una piscina de aguas, con una rampa de acceso para el público.
De esta manera, cuando el proyecto fue concluido en los planos y pasaba a fase de ejecución, se trasladó a manos de la Corporación Patrimonio Marítimo de Chile, que se encargaría también de la implementación del mismo como museo, a través de compromisos firmados en  octubre de 2009 y marzo de 2010. La construcción de la réplica quedaría encargada a  Astilleros Marco Chilena, también de la ciudad de Iquique.
Fueron varios meses de singular interés y expectativas de la comunidad iquiqueña en torno a las obras que se ejecutaban en la explanada del borde costero, a escasa distancia del mercadillo de la Caleta Guardiamarina Riquelme y de la terminal de buses, precisamente donde se construyó el actual Paseo Lynch que había sido inaugurado con placa instalada allí mismo, en septiembre de 2004, como parte de las obras del Bicentenario del Gobierno de Ricardo Lagos. En este sector había sólo una sencilla plaza adyacente a la orilla del mar.
Inscripción "Gloria Victoria" de la rueda de gobierno doble.
Campana de la "Esmeralda", réplica de la original.
Grande fue la atención y la alegría iquiqueña cuando pudieron verse levantados los mástiles del navío tras los paneles cerrando la obra, allí en la línea costera, como si la "Esmeralda" regresara de su descanso oceánico con su arboladura en majestuosidad.
La inversión total alcanzó los US$ 6,5 millones, y gran parte del esforzado camino tomado para llegar al resultado final, quedó plasmada en la obra "La corbeta Esmeralda de Prat", del Capitán de Navío Carlos Tromben Corbalán, que hizo su parte en el mismo proyecto, con interesantes diagramas e ilustraciones de don Jorge Muñoz Peralta. El libro sirve una excelente guía para investigar en casos de este tipo y con los requerimientos y restricciones que este tuvo.
Por fin, el 20 de mayo de 2011, a las 20:00 horas, el museo sería inaugurado en la víspera de las celebraciones del Combate Naval de Iquique, con la presencia del Presidente de la República Sebastián Piñera, los Ministros de Defensa y de Cultura, el Director del Servicio Nacional de Turismo, el Presidente Ejecutivo de la Compañía Minera Doña Inés de Collahuasi, el Comandante en Jefe de la Armada, otras autoridades de las Fuerzas Armadas, del Congreso Nacional y de la Corporación Marítima de Chile, además de un descendiente directo del Capitán Arturo Prat. Una placa de mármol con los logotipos de la Minera Collahuasi y la Corporación del Patrimonio Marítimo, inmortalizan desde entonces la presentación de la obra.
A pesar de la escrupulosa fidelidad que se quiso dar a la reproducción dentro de lo que fuera posible, fue inevitable realizar algunas diferencias en la materialidad y con el aspecto original que debió tener la corbeta, como la pulcritud de su casco y maquinarias, que ciertamente debieron haber estado vetustos y en un estado menos reluciente cuando tuvo lugar el Combate Naval de Iquique. También se cambió la elevación entre niveles interiores del navío, para facilitar los desplazamientos de visitantes, pues la altura era un poco menor en la corbeta original. La escala de la reproducción es real, sin embargo, de 1:1, con representación de las partes y departamentos principales del buque desde la cubierta principal hacia arriba. Hay pasos de circulación interiores que no pertenecen al diseño original del buque pero que se adicionaron para facilitar el tránsito entre habitaciones o espacios, siendo señalado su origen meramente funcional por bordes rojos en los mismos.
El Museo Corbeta "Esmeralda", único en su tipo en Chile, ha sido una experiencia pionera en el concepto de los museos marítimos tan apropiados para nuestro país, que es una larga costa, y se lo identifica como el más grande de los proyectos culturales que se hayan ejecutado en territorio chileno con aportes privados, en este caso gracias a la Ley de Donaciones Culturales.
Mesa y decoración de la Cámara de Oficiales.
Cámara del Comandante. Réplicas de pertenencias del Capitán Prat.
Mi ocasión de conocer este extraordinario lugar fue el 31 de octubre de 2013, hallándome en Iquique por tercera vez en un mismo año, pero en esta ocasión como parte de la delegación cultural que acompañó la misión del Operativo Médico ACRUX-Norte, a bordo del enorme LSDH-91 "Sargento Aldea" de la Armada de Chile. Habíamos montado una exposición de la Guerra del Pacífico en la sede municipal de la Ex Aduana de Iquique y me había correspondido permanecer allí atendiendo al público, cuando recibí el llamado que me hizo salir volando hacia el museo: se había conocido que estábamos allá y nos invitaron cordialmente a conocerlo en ese mismo momento.
Al llegar a la "Esmeralda" a paso largo por la relativamente poca distancia que separa ambos lugares, me esperaban allá mi grupo de conocidos compuesto por Marcelo Villalba, Director del Museo de la Guerra del Pacífico "Domingo de Toro Herrera", el empresario gastronómico Marcos Rulli, dueño de la cadena de restaurantes "Ocean Pacific's" y también invitado al operativo, y su asistente de confianza Marcos San Martín, con quienes pude conocer -por primera vez- la imponente obra museológica que llena de orgullo a Iquique. La impresión que causa una primera visita a este lugar es inolvidable, como he tratado de plasmarlo acá, volviéndose una de las experiencias más gratas que he tenido en los últimos años en esta clase de recintos culturales y exposiciones.
Por otro lado, si la "Esmeralda" y la epopeya de Iquique en 1879 ya estaban en el corazón y la identidad de los tarapaqueños desde hace varias generaciones ya, el Museo Corbeta "Esmeralda" habitado por sus fantasmas heroicos, ha venido a colmar de orgullo ese gran vacío que faltaba llenar con los sitios históricos como la Boya Esmeralda, los monumentos o el propio Museo Naval de Iquique en la ex Aduana.
El museo ha devuelto al más importante de los sentido humanos, entonces, la visión majestuosa a la corbeta del Capitán Arturo Prat y de los bravos de la "Mancarrona", tal como el imaginario la había mantenido navegando por los océanos de la conmemoración, la memoria histórica y la épica.

EL LEGENDARIO DE LA CUEVA DEL PIRATA DE QUINTERO

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Coordenadas: 32°45'56.37"S 71°32'3.41"W
Al final de calle Baquedano por la Península de los Molles en Quintero, camino a Punta Liles, se encuentra uno de los lugares más turísticos de este popular balneario de la Región de Valparaíso: la Cueva del Pirata, lugar de enorme importancia cultural y legendaria para esta localidad ubicada a unos 40 kilómetros al Norte de Viña del Mar. Me acordé de él en este Mes del Mar, así que quise dejar algo publicado acá, aprovechando las fotografías que tomé en octubre del año pasado.
Es un lugar con mirador, paseo y grandes roqueras en el borde de las rompientes naturales, con un concurrido establecimiento llamado el "Café Mirador Cueva del Pirata". Hay una extraordinaria vista desde sus comedores, por cierto, desde el final de la llamada Playa de los Enamorados.
El paseo desciende por el acantilado hasta las cavernas de los roqueríos, en donde se encuentra la famosa Cueva del Pirata, lugar de interesante seducción que incluso llamara la atención, entre otros, del escritor Francisco Coloane, que tenía su casa cerca de Los Liles. Su colega José Luis Rosasco, por su lado, se ha referido a ella en su obra orientada a público joven.
Las cavernas de este sector son formaciones geológicas naturales, ubicadas en un tramo de ciertos interés arqueológico, por el hallazgo de trabajos líticos (cazoletas y piedras tacitas) en el sector de las rocas del borde costero de la Puntilla de Sanfuente y dos áreas en la misma ubicación de la Cueva del Pirata, relacionadas probablemente con la Complejo Aconcagua y la Tradición Bato.
La noche en el mirador, observado desde el paseo.
Imagen desde el lado de la escultura del pirata. Atrás, el "Café del Mirador".
Imagen diurna del borde del mirador. Atrás, el café y restaurante.
La entrada del paseo, para descender hacia la cueva y las roqueras.
Culturalmente hablando, los corsarios en este sector son tan importantes que hasta influyen en los nombres usados por el comercio: no lejos del mirador, se encuentran el centro hotelero "Cabañas Rocas del Pirata" y el restaurante "Cien Bucaneros". Todo este sitio parece consagrado al recuerdo de la piratería. Hace poco, de hecho, la municipalidad instaló en el acceso del paseo una placa conmemorativa de bronce recordando "a los antiguos navegantes que anclaron en nuestra bahía": los británicos Sir Francis Drake (1543-1596), John Richard Hawking (1562-1622), Thomas Cavendish (1560-1592) y el  neerlandés Joris van Spilbergen (1568-1620)... Todos ellos definitivamente piratas y salteadores, si hablamos sin eufemismos.
Es enorme la cantidad de leyendas e historias que se han contado sobre estas cavernas, relacionadas con tesoros perdidos o con entradas a lugares maravillosos. Incluso hay poco conocimiento, salvo entre los testimonios de residentes de esta localidad, de que estarían conectadas a otras cavernas que salen por el lado de las playas, a través una claustrofóbica y oscura galería estrecha en las entrañas de aquel morro rocoso bajo el mirador. La gente prefiere concentrarse en el grupo principal del cuevas naturales, en el paseo entre las roqueras con senderos y pretiles de madera, aunque encuentro escasa información espeleológica sobre las mismas.
Como buena tierra marinera, muchos mitos circulan entre los habitantes de Quintero, y las cuevas del borde costero cuentan con los suyos.
El paso de Drake por el lugar, anclando hacia 1578 en esta costa, dejó sembrado el repetido mito nacional del enterramiento de un tesoro del célebre corsario, tal como ha sucedido en Bahía Guayacán, en el Archipiélago de Juan Fernández y en el sector de Laguna Verde de Valparaíso, entre otras zonas del país. Noticias de aparentes expediciones internacionales tratando de hallar tesoros escondidos en la provincia y hasta dejando a un lugareño un mapa después de su fracaso, han alimentado con más energía la creencia popular sobre la existencia de un fabuloso enterramiento de doblones y gemas de los filibusteros en algún lugar de estas costas.
Placa recordando a grandes "navegantes" (cuatro piratas) que pasaron por acá.
El paseo y sus senderos entre las rocas.
El pirata de hierro, que mira desde su cofa.
Acercamiento al pirata metálico de la cima.
Camino lateral entre la cueva y las rocas.
La leyenda, combinada de esta forma con elementos tomados de la realidad, dice que el tesoro de Quintero fue traído por orden de un pirata llamado Barba Azul, nombre tomado de cuentos infantiles de piratas y que se ha convertido ya en un personaje de antología universal. Era el botín de las acciones cometidas por sus hombres en esas mismas costas chilenas, asaltando barcos que hacían ruta por tales aguas.
En tiempos coloniales, los ficticios piratas de Barba Azul llegaron a establecer un pequeño campamento con puesto de observación en el sector de Ritoque, al Sur de Quintero, desde el cual unos tres hombres vigilaban diariamente el paso de cualquier navío que fuera de ida o de vuelta desde Valparaíso y que pudiese ser presa de sus asaltos.
El elemento mágico de la historia de los piratas locales es que, cada vez que divisaban uno de aquellos barcos, entraban por una cueva de ese mismo sector en Ritoque, siguiendo por ella raudamente hasta su salida por el lado de la Cueva del Pirata en la península, la misma de nuestros días, en donde esperaban los demás piratas que eran enterados así de la proximidad de la nave, preparando de inmediato el ataque y robo. Por este mismo pasadizo se devolvían a Ritoque, además, cuando la flota hispana intentaba perseguir el campamento mayor de estos rufianes en Quintero. Al parecer era una galería compleja, originalmente, que ellos conocían bastante bien.
Los tesoros y especies de valor que estos piratas lograban robar, los escondían dentro de la misma cueva, en las ensenadas y, según señala también la tradición, en cavernas y enterramientos situados dentro de los cerros costeros y el sector más interior del puerto, como comentó alguna vez Ricardo Escobar Wicks al referirse a la leyenda.
Vista de la cima del paseo desde el sector de la punta de rocas.
La entrada de la Cueva del Pirata y su mural, vistos desde el camino de descenso.
El actual mural, junto a la entrada lateral a la cueva.
Acceso lateral de la cueva, por el camino.
Allí quedaron ocultos, cuando la banda completa de Barba Azul fue emboscada y destruida por naves militares españolas, según las mismas creencias. Además del posterior derrumbe de la entrada hacia la cámara principal, la enorme riqueza estaría protegida por un conjuro o alguna clase de maldición, supuestamente, lo que explica que nadie haya podido encontrarla o, cuando menos, no haya podido sacar más que alguna moneda o gema, únicamente.
La ocurrencia ocasional de supuestos suicidios o de veraneantes ahogados en este sector, ha estimulado también la parte más oscura de la leyenda. También se habrían arrojado cenizas de personas desde el acantilado, según tengo entendido. Dos placas juntas recuerdan a un par de finados entre las rocas: Herminda del Carmen Ortega Contreras (de su "hija y nietos"), fallecida el 30 de mayo de 1988, y Alejandro Armando Taibo Briceño, fallecido el 16 de junio de 2016 (cerca de los 72 años, recuerdo de sus "hijos, nietos y yerno").
También se habla de tesoros dejados ocultos por los jesuitas, probablemente también en cavernas subterráneas. Estos correspondían a botellas de azogue usado para amalgamar oro, y que debieron dejar enterradas al cumplirse la súbita orden de expulsión de la Congregación de la Compañía de Jesús desde suelo americano, en 1767, por disposición real.
Vista superior de la garganta de mar hacia el acceso frontal de la cueva.
Vista del pasaje de mar entre las rocas, con la entrada frontal.
Grieta con entrada frontal de la Cueva del Pirata, a la que sólo se accede por mar.
Vista de la entrada frontal desde el interior de la cueva.
Otras leyendas más románticas hablan de una extraña isla o ciudad encantada que los pescadores y marineros ven, a veces, frente a las costas de Quintero, emergiendo de las aguas que se encuentran precisamente entre este lugar y las playas de Concón. De acuerdo a la versión de Oreste Plath, los lugareños también veían en el océano de Quintero el reflejo de una batalla marítima cuando revientan las olas, como eco de un combate naval de la Guerra Civil de 1891.
Por sobre todo, sin embargo, hoy la Cueva del Pirata de Quintero es un lugar de esparcimiento familiar, de visitas y de recreación. Sin embargo, debió ser recuperado del ocaso, especialmente con esfuerzos municipales recientes: en algún momento, la caverna había caído en decadencia, convirtiéndose en un insalubre lugar colmado de basuras y olores sospechosos, que pocas ganas provocaba recorrer. Un viejo mural que existía en donde ahora está el nuevo, mostrando los rostros de personajes como Juan Pablo II, Pablo Neruda, Sor Teresa de Calcuta, Gabriela Mistral y Albert Einstein, fue vandalizado con consignas políticas y horribles tags hasta lo absurdo.
Aunque no es sitio apto para el baño, Punta Liles y sus rocas encantan por permitir fotografías hermosas de la geografía litoral, excursiones y ciclismo de montaña entre este punto y el de la Puntilla de Sanfuente, además de gratos paseos veraniegos. Por eso, ha ido siendo mejorado el aspecto y la seguridad del circuito, que cuenta con un rústico cartel-portal de acceso y la efigie naif de un pirata mirando desde su propia cofa de tierra hacia el mar, obra de arte en hierro forjado de tres metros de altura, del artista sureño Dionel Salinas R., realizada en 2014.
Vista del descenso desde la entrada lateral hacia el interior.
Bajando por la cueva. La luz interior proviene de la entrada frontal, donde rompen las olas que entran por el pasillo de mar entre las rocas. A ciertas horas de marea alta, se inunda en su mayor parte.
Continuación de la cueva, en un sector ya bloqueado.
Galería interior de la cueva, con una salida por el otro lado de la península. Lamentablemente, en lo que alcancé a avanzar por el estrecho pasadizo, encontré bastante basura.
Algunos más adentro de galería que sale desde la cueva, frente a entrada frontal.
Un curioso y amplio mural fue inaugurado en marzo del año siguiente por el Alcalde Mauricio Carrasco, justo en el acceso de la Cueva del Pirata, dignificando mucho este sitio que antes estaba colmado de horribles rayados del nuevo arte rupestre con pintura aerosol. Sustituyó al anterior ya mencionado, a esas alturas casi invisible por el envejecimiento, la palidez y los ataques vandálicos.
Titulado "La Cueva del Pirata. Reviviendo la historia de Quintero", dicho mural fue pintado por  Luis Osorio, Francceso Achiardi y Joshua Cadima con apoyo de varios particulares y comerciantes señalados entre las rocas y la misma obra. Muestra los retratos de personajes de alto valor histórico local como Charles Darwin, Lidia Iratchet, Mercedes Oporto, Luis Orione, Francisco Coloane, Luis Tello, Icha Tapia, Mary Graham, Roberto Parraguez, Lord Thomas Cochrane, Tomás Flemming, Benjamín Vicuña Mackenna, Carlos Núñez o"El Chama".
En definitiva, la Cueva del Pirata y el paseo de Punta Liles es un lugar de atracciones y seducciones muy lejanas ya a la fama canallesca de los truhanes y los corsarios de sus interesantes leyendas.

LA IGLESIA DE MONTEGRANDE: EN LA RUTA DE LA RELIGIOSIDAD Y DE GABRIELA MISTRAL POR EL VALLE DE ELQUI

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Iglesia de Montealegre en 1957. Archivo del Escritor, N° 153. Imagen perteneciente a los bancos fotográficos de la Biblioteca Nacional. Fuente: Memoria Chilena.
Coordenadas: 30°5'38.85"S 70°29'39.81"W
La Iglesia de Montegrande está a sólo unos metros junto a la carretera D-485, la autopista que se interna por el Valle de Elqui, siendo lo más reconocible del pueblo frente a su pintoresca plaza, además de la tumba de la poetisa Gabriela Mistral, ubicada a sólo pasos  de este mismo sitio, y otros puntos del entorno como el ex cerro Fraile, rebautizado con el nombre de la misma escritora a inicios de los 90.
Montegrande o Monte Grande es conocido como el lugar de residencia de la infancia de nuestra primer Premio Nobel de Literatura. Eduardo Cavieres Figueroa informa en sus trabajos como "La Serena en el s. XVIII. Las dimensiones del poder local en una sociedad regional", que este pueblo típicamente elquino nace sobre lo que, hasta la Colonia tardía, había sido la Hacienda del Valle San Buenaventura de Montegrande, de grandes proporciones y de la que aún quedan algunos terrenos con parronales como vestigios, alrededor del mismo templo y su plaza. El poblado como tal comenzará a aparecer después de las subdivisiones que se hicieron a aquella hacienda, hacia el año 1760.
Llamada más exactamente Capilla de Nuestra Señora del Carmen de Montegrande, la construcción de esta iglesia central se debió a las necesidades del servicio religioso que demandaba esta población del caserío, hasta pocos años antes habitado por los hacendados y los inquilinos de la desaparecida propiedad, principalmente.
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LA ERMITA DE UNA VIRGEN PROTECTORA EN LA CUESTA EL MELÓN

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Coordenadas:  32°36'36.12"S 71°14'17.57"W
La Ruta E-47, correspondiente a la vía de la Cuesta El Melón, por mucho tiempo fue la conexión de la arterial Ruta 5, entre los dos tramos ahora unidos por el túnel del mismo nombre. Son unos siete kilómetros de caminos sinuosos bordeando laderas, acantilados y barrancos que, sin embargo, permiten una maravillosa vista panorámica del paisaje de la Provincia de Quillota y sus distantes deslindes.
Lugar peligroso y trágico, algo siniestro en ocasiones, la cuesta surgida de antiguas rutas coloniales ha sido escenario de varios accidentes mortales de vehículos ligeros o pesados, hasta nuestros días. A veces se habló en la zona también de hechos sobrenaturales, apariciones de ovnis, fantasmas, seres fantásticos y hasta el Diablo, existiendo -de hecho- una localidad llamada Duendes no lejos de allí, junto al Estero Catapilco. Ya hacia 1820, el viajero inglés Peter Schmidtmeyer había descrito estas comarcas como un lugar tan hostil y agreste semejante a las montañas Argyllshire de Escocia. Por su parte, Benjamín Vicuña Mackenna se refirió a la cuesta en su obra "De Valparaíso a Santiago" de 1877, como un teatro de conocidos salteadores y de difícil tránsito en "malos rodados y peores caballos". El mismo escritor la señala, sin embargo, como la "verdadera línea de separación entre el Norte y el Centro de Chile".
Era esperable que la protección divina acabara siendo invocada allí, en el credo popular de los viajeros, camioneros y transportistas en general. Así encontró lugar su propio y humilde sitio, oratorio de fe y de confianza en las manos de la buena voluntad, extendida desde lo alto.
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UNA MEMORIA VERDE ESCONDIDA DE TARAPACÁ: CUANDO LAS PAMPAS DESÉRTICAS FUERON VERGELES Y GRANDES FORESTAS

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Viejo y enorme tamarugo del sector de La Tirana, en imagen publicada por "La Estrella de Iquique" el 20 de agosto de 1967. La vegetación espinosa es abundante en la Pampa del Tamarugal, pero la mayor parte de la que es visible por los visitantes, ha sido repuesta artificialmente en la zona.
Coordenadas: 20°28'31.57"S 69°39'32.85"W / 19°44'11.92"S 69°52'51.07"W (Bosques de las reservas del Tamarugal)
El verdor de la medianía desértica en la Región de Tarapacá, en Chile, está reducido principalmente a las quebradas o valles irrigados y a las reservas forestales que sobreviven en dos o tres grupos distribuidos en las puertas de la zona altiplánica. La Pampa del Tamarugal, con sus cerca de 300 kilómetros entre la Quebrada de Tana y el Río Loa, lleva su nombre precisamente por la concentración de estos árboles tan característicos de provincia homónima: los tamarugos.
El árido paisaje engaña en nuestros días: cualquiera creería que la sequedad de este lado al Norte del gran desierto atacameño, ha sido igual de estéril y calcinantel desde sus orígenes, abriéndose como un paisaje primigenio y en apariencia carente de vida, cruzado sólo por los remolinos de polvo o chusca. Se registran altas temperaturas en el día, pero sus noches frías contrastan con 20 grados o más de diferencia en pocas horas, produciendo una geografía llena de grietas y fragmentaciones de rocas, por la permanente dilatación y contracción de las mismas.
Sin embargo, los remanentes de tiempos más prolíficos y llenos de energía de vida parecen contenidos en el propio nombre de Tarapacá, cuya etimología puede remontarnos a tiempos todavía más arcaicos que los de la historia antropológica local, reservando y persistiendo en ella una secreta memoria sobre el aspecto que alguna vez tuvieron estos apartados parajes hostiles.
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LAS CASAS CON MOJINETE EN LA ARQUITECTURA POPULAR E HISTÓRICA DEL SUR PERUANO

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Abundantes techos de mojinete en la ciudad de Tacna, hacia el 1880. Al fondo, se ven las torres de la catedral. Hoy sólo quedan algunos casos exponentes de esta característica arquitectónica y constructiva, y menos todavía en Arica. Fuente imagen: Chiledel1900.blogspot.cl.
Hace unos años, escribí acá algo sobre la casona con mojinete que sobrevive en el sector céntrico de Arica, en calle Bolognesi. Vimos allí que es una de las pocas exponentes de esta característica arquitectónica y constructiva en esta ciudad, con algunos pocos ejemplos más que sobreviven en ella (probablemente no más de siete), aunque también los hay hacia el valle de Azapa y parte de la Región de Tarapacá, remontadas a la época peruana de dichos territorios.
Quiero ampliar ahora un poco el tema de las casas de mojinete, ya que he reunido algunos datos más desde entonces y que me confirman algunas de las impresiones que expresé con algo de timidez en ese momento, además de haber obtenido mejores ejemplos fotográficos de este estilo.
Como se sabe, el mojinete es una forma techo romo con una línea plana o bien biselada, llamada por algunos caballete o albardilla, que se sitúa entre las dos aguas principales, donde iría el vértice. Vista desde su frente más estrecho, los niveles altos de las viviendas con techo de mojinete tienen forma de trapecio, por lo mismo.
Según pareciera, por estos lados de la América hispanizada, tal mojinete se convirtió en un elemento muy característico de la arquitectura asociada al barroco y al colonial tardío, especialmente en el período entre los siglos XVII y XIX. Las últimas casas de este rasgo se hicieron en el siglo XX, sin embargo, casi conviviendo con el mismo tiempo en que había comenzado la retirada y destrucción de los antiguos inmuebles exponentes de la misma identidad.
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LA NORIA PÚBLICA DE LA PLAZA DE ARMAS DE SAN BERNARDO

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Fotografía de la noria de San Bernardo, tomada por Sergio del Valle cuando aún no desaparecía su roldana. Imagen publicada en "San Bernardo en el alma" de Guillermo Ríos.
Coordenadas: 33°35'31.40"S 70°42'16.02"W
La Plaza de Armas de la comuna de San Bernardo, lugar alguna vez considerado un pueblo en las afueras de la ciudad de Santiago de Chile y luego una área residencial "dormitorio", se remonta como centro cívico y área verde a los años 1821-1822, cuando fue dispuesta para la ciudadanía no bien se fundó esta localidad.
La plaza de marras fue construida enfrente del entonces flamante templo, el mismo que sería la parroquia y catedral del poblado. Ocupa la manzana entre las calles Freire, Arturo Prat (ex calle de la Estación), Eyzaguirre (ex calle del Comercio) y Libertador Bernardo O'Higgins, pleno centro de San Bernardo.
Justo al centro de la mitad Norte en la cuadra ocupada por la plaza, hacia el lado de O'Higgins, se puede observar el antiguo pozo abastecedor de aguas, conocido como la noria pública de San Bernardo, hoy sellada pero convertida en una verdadera reliquia de atracción turística y patrimonial en este lugar. Es uno de los símbolos más característicos para los habitantes de este lugar.
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PUENTE CONDELL O RACAMALAC: ENTRE LA FUNCIONALIDAD PEATONAL Y EL PESO DE LOS CANDADOS DE AMOR

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El puente-pasarela curvo, en detalle de una imagen fotográfica del río Mapocho, hacia 1970 según suponemos. Fuente imagen: sitio web Enterreno - Fotos Históricas de Chile.
Coordenadas: 33°26'3.06"S 70°37'45.83"W
Me he referido antes, en forma ligera y rauda, al Puente Racamalac del río Mapocho, en Providencia, cuando propuse un recorrido para el Día de los Enamorados por el sector céntrico de Santiago, hace un par de años. Hoy quiero completar el tema con información más extendida sobre la conocida pasarela peatonal.
Después de la transformación del ex Parque Japonés de Providencia en el efímero Parque Gran Bretaña y, finalmente, el Parque Balmaceda, con la donación de la estatua del ex presidente en la entrada de su paseo, por el escultor Samuel Román Rojas en 1949, el lugar se recuperó como un importante sitio de tránsito y esparcimiento peatonal de los santiaguinos, aunque con un prolongado tramo de un kilómetro entre los puentes Pío Nono y Del Arzobispo, donde no había ningún paso para cruzar hacia la ribera al Norte del Mapocho.
Por lo anterior, se requería de una pasarela exclusivamente peatonal que fuera capaz de unir Providencia con el sector de cuadras en donde está la Clínica Santa María, al otro lado del río, o más específicamente conectando las veras de las avenidas avenidas Santa María y Andrés Bello, en los contornos del Mapocho.
De esta manera, se planteó la necesidad de primer proyecto municipal hacia 1951, según se informa en sitios patrimoniales como Santiago, Ayer y Hoy (en base al Acta de Sesión del Consejo Municipal del 2 de Agosto de 1951), volviendo a discutirse en asunto en diciembre de ese año. El proyecto como tal se propone en mayo de 1953 y, según parece, los trabajos comenzaron hacia 1956, extendiéndose hasta el año 1958 o un poco después, aproximadamente.
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LA ANTIGUA CALLE DEL CEQUIÓN EN LA CHIMBA DE SANTIAGO, HOY ANTONIA LÓPEZ DE BELLO

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Caótico comercio informal en la entonces llamada calle Andrés Bello, hoy Antonia López de Bello, al lado de La Vega Central. El "Fortín Mapocho" denunciaba insistentemente la presencia de esta clase de comercio como un daño al establecido. Imagen publicada en los años 60.
Coordenadas:  33°25'48.42"S 70°39'11.74"W (inicio) / 33°25'49.57"S 70°37'47.40"W (final)
La Calle del Cequión, actual Antonia López de Bello, se remonta a los orígenes de La Chimba de Santiago, el barrio popular y de extramuros crecido en la orilla Norte del Río Mapocho. Corría su vía polvorienta en dirección Este-Oeste, paralela al llamado Camino de la Chimba, correspondiente a la actual Dardignac.
No debe ser confundida con la Calle del Cequión Grande, que correspondía a la actual Diez de Julio Huamachuco, ni con el apodo de Calle del Cequión que se relaciona con la curiosa historia que dio nombre a la calle Galán de la Burra, actual Erasmo Escala.
También denominada Calle del Sauce en algunos planos antiguos (no confundirla con la actual Riquelme, que recibió principalmente aquel nombre), destacaba en ella un canal de acequia hecho en tiempos coloniales y que facilitaba los riegos en parte del territorio chimbero, abasteciendo de agua grandes propiedades como el Monasterio del Carmen Bajo en La Cañadilla, con un curso hídrico tomado desde las faldas del cerro San Cristóbal. La presencia de esta acequia era la razón para recibir la calle tan curioso nombre, como puede adivinarse.
El canal podría tener alguna relación con la que se observa en el plano de las posesiones de La Chimba confeccionado en 1641 por Francisco Luis Besa, donde aparece uno que alimentaba con su agua cuatro molinos ubicados frente al cerro San Cristóbal, según comentó Justo Abel Rosales en "La Chimba antigua: la Cañadilla de Santiago (1541-1887)". La calle servía también como límite de las propiedades de los franciscanos en la Recoleta y, más tarde, la que adquirió en 1764 el Corregidor Luis Manuel de Zañartu para fundar en ella el Convento del Carmen Bajo en La Cañadilla, actual avenida Independencia.
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LOS QUE QUEDARON TRAS LA MASACRE DE 1938: RECUERDOS SOBRE LOS ÚLTIMOS HOMBRES DE UNA "GENERACIÓN FUSILADA"

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Los cuatro sobrevivientes de la Masacre del Seguro Obrero, reunidos en una concentración frente al Cementerio General de Recoleta, en la Plaza de las Columnatas de La Paz. Imagen gentilmente proporcionada por Mauricio Emiliano Valenzuela, de su archivo fotográfico e histórico.
Al anochecer de este último domingo 16 de julio, el programa "Chile Secreto" de Chilevisión, conducido por el escritor Jorge Baradit, abordó un tema de enorme importancia en la historia política chilena con un capítulo completo propio: la Masacre del Seguro Obrero de 1938, sangriento episodio de nuestra vida republicana que puso fin a la corta pero enérgica existencia del auténtico Movimiento Nacional Socialista de Chile, bastante diferente a las versiones que hoy se suelen hacerse él intentando fusionarlo con la doctrina, simbología y estética de la Alemania Nazi.
Con gran sintonía y un gran impacto que se constata por sus ecos en las redes sociales, el capítulo incluyó entrevistas a familiares de las víctimas como doña Florencia Thennet, al testigo y conocedor del caso don Jorge Vargas, al investigador y autor del libro "La Masacre del Seguro Obrero" don Germán Bravo Valdivieso (hijo del Auditor Leonidas Bravo, testigo de los hechos que incluye en su libro de memorias "Lo que supo un auditor de Guerra") y a mi amigo personal el fotógrafo y periodista Emiliano Valenzuela.
Investigador innato, Valenzuela prepara ya el lanzamiento de un trabajo literario excepcional, que considero esclarecedor para este importante período de nuestra historia, recopilando la corta pero intensa semblanza del Movimiento Nacional Socialista Chileno en los años 30. Ha titulado muy acertadamente esta obra próxima a ser lanzada como "La Generación Fusilada", y me consta que su contenido despejará muchas dudas o falsas creencias sobre tan curioso y a veces mal contado episodio de la vida política chilena.
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