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FOLKLORE Y NUMISMÁTICA DE CHILE (PARTE II): ETIMOLOGÍA E HISTORIA DE LA CHAUCHA

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La chaucha de níquel que comenzó a emitirse en 1920. Esta moneda, además, pertenece a las curiosas series que llevaron en su sello la imagen de una hoz y un martillo en su diseño, desde antes que ambos símbolos quedaran definitivamente asociados al movimiento comunista internacional.
Después de haber visto los nombres que se dan en Chile a monedas y billetes en circulación actual, en la primera parte de esta serie de artículos, quizás lo esperable de este nuevo texto sobre folklore y numismática habría sido partir revisando los nombres antiguos que se daba a las unidades monetarias. Sin embargo, prefiero partir por la ilustre chaucha, porque merece realmente una atención especial, dada la vigencia que mantiene el concepto y también por la necesidad de demostrar que su origen es mucho más viejo de lo que a veces se ha sugerido.
Como sabemos, se habla en Chile de chaucha para referirse a cantidades exiguas, insuficientes o insignificantes de dinero, generalmente representada en las monedas de menor denominación o "vueltos".  Antiguamente, sin embargo, chaucha fue el nombre dado por la sociedad chilena a la moneda de 20 centavos, siendo la misma razón por la que ciertos monederos de bolsillo siguen siendo llamados chaucheras.
De la chaucha y su valor numérico provendrían también expresiones que han sido estudiadas por Oreste Plath ("Folklore lingüístico chileno") y otros investigadores. Entre ellas están: "no tener ni un 20" (andar sin dinero), "andar con puras chauchas" (traer puro dinero de baja denominación, de poco valor en su totalidad), "le falta una chaucha para el peso", "no vale una chaucha" y "cuida la chaucha, porque el peso se cuida solo".
ORIGEN DEL TÉRMINO
Echando un vistazo por la literatura, podemos ver que, en quechua según algunas fuentes, chaucha significaría algo así como inmaduro o incompleto, pasando a ser sinónimo de montos de dinero poco relevantes, muy escasos. Como "Papo del Perú que madura pronto", definía chaucha el "Novísimo diccionario de la lengua castellana" de Pedro Martínez López, en 1854.
Otras teorías aseguran que la palabra proviene del mapudungún (mapuche), para referirse a las papas jóvenes no maduradas o demasiado pequeñas. La sostienen -entre otros- Zorobabel Rodríguez en 1875, mientras que Rodolfo Lenz dice en 1895 que proviene de achawa, también mapudungún. Sin embargo, en sus "Reparos al Diccionario de chilenismos del señor don Zorobabel Rodríguez", el investigador Fidelis Pastor del Solar escribe al año siguiente:
"En quichua debe haber algún adjetivo chaucha, chaucha, que signifique tempranero, nuevo, precoz, porque además de significar chaucha una papa que viene temprano, conocemos una pepita de sandía tempranera que lleva el mismo nombre".
El mismo autor dice que ha oído decir a los huasos "mujer chaucha", a aquella que tiene parto precoz, y que los 20 centavos de entonces (acuñados entre 1852 y 1893) fueron llamados chauchas por el pueblo, "quizá por ser moneda nueva", mucho antes de la chaucha del siglo XX.
Por su lado, don José de Lázaro en "La España Moderna" de 1891, escribió:
"De donde resulta que significando chaucha, cosa a medio hacer, dio a los sabios una lección el vulgo chileno al llamar chauchas a las monedas de dos reales cuando sustituyeron a las antiguas pesetas".
Don José Toribio Medina, en su "Chilenismos: apuntes lexicográficos" de 1928, nos ofrece la siguiente definición para chaucha:
"Moneda de plata de veinte centavos, 'que los indios, tomando el mismo nombre con que las denomina nuestro bajo pueblo, creen que su único y especial título con que debe apellidarles, es CHAUCHA' - Cuadra, Ocupación y civilización de Arauco, 1870, p. 96. '¡Ni para desquitarme encuentro ahora un par de CHAUCHAS!' - Kloques Campos. || Moneda de plata de baja ley. || Patata temprana, o menuda que se deja para simiente".
Cierta creencia menos divulgada, sugiere que la chaucha puede haber sido llamada así también, porque era lo que se pagaba por el kilo de arvejas, papas o porotos chauchas (madurados pequeños). El valor de la especie se puede confirmar en documentación antigua, pero no algo que esté más cerca de demostrar la relación con el nombre de la moneda.
Por otro lado, en su "Manual del lenguaje criollo de Centro y Sudamérica" de 1931, Ciro Bayo dice que la moneda chaucha era llamada así también en Bolivia. Y cabe hacer notar también que, en Argentina, se llama aún chaucha a los porotos verdes, cortados antes de crecer como vainas, existiendo la expresiones "verde como chaucha"o "muy chaucha".
Monedas de 20 centavos, de arriba a abajo, emitidas en los períodos 1852-1862, 1863-1867 y 1867-1893. Fuente imágenes: Numismatica.cl.
EL ORIGEN DE LA MONEDA
Se cree que las monedas de níquel que en algún momento reemplazaron a las más finas de plata (y acaso intentando imitar su aspecto y brillo), fueron las primeras en ser llamadas peyorativamente chauchas por la sociedad chilena. Fue el punto de partida para tal denominación popular en la numismática.
Cierta versión dice que la moneda de 20 centavos acuñada a partir de 1942 y hasta 1953, al ser conocida como chaucha, fue la que dio impulso a tal concepto. Sin embargo, la expresión proviene del siglo XIX, como vimos. También hemos conocido un par de testimonios de antiguos habitantes nortinos de las salitreras en sus últimos años de auge calichero, quienes nos aseguraron que la idea de la chaucha existió en algunas localidades para referirse a fichas salitreras de poco valor en las pulperías y emporios que había en las oficinas mineras y campamentos.
La historia numismática chilena señala que hubo varias acuñaciones de monedas de 20 centavos desde que se entró al sistema decimal. Encuentro los períodos de emisión y vigencia en el excelente sitio Numismática Chilena (numismatica.cl), que me ha sido de enorme utilidad en varias ocasiones:
  • 1852 - 1862 (plata)
  • 1863 - 1867 (plata)
  • 1867 - 1893 (plata)
  • 1895 - 1920 (plata)
  • 1920 - ? (cobre-níquel)
  • 1942 - 1953 (cobre)
La chaucha de los años 40 fue, entonces, la última emisión de monedas de 20 centavos, pues la generación siguiente de cuños en 1960, reformó el sistema pasándolo al de céntimos y escudos, que se mantuvo hasta 1975.
De arriba a abajo, los 20 Centavos de plata de 1895-1920 y los de cobre 1942-1953. Fuente imágenes: Numismatica.cl.
LA REVOLUCIÓN DE LA CHAUCHA
La chaucha hizo historia y dejó algo de sí por los capítulos de los movimientos sociales en nuestras bibliotecas.
La Revolución o Huelga de la Chaucha fue una doble jornada de protestas y manifestaciones callejeras, sucedidas en Santiago durante los días 16 y 17 de agosto de 1949, en el Gobierno de Gabriel González Videla. Este episodio tuvo grandes despliegues de violencia y una dura respuesta de parte de la autoridad. Desde un punto de vista crítico e interpretación política personal, fue descrito por el auditor Leonidas Bravo en sus famosas memorias, habíendo sido testigo de aquellos hechos.
La revuelta de la chaucha estalló luego de que la Dirección General de Transporte y Tránsito Público, anunciara el alzamiento en 20 centavos al transporte en los tranvías, empeorando la crispada irritación que existía entre grupos de izquierda contra el oficialismo, que les había dado la espalda. Se recordará que, a la sazón, la moneda de 20 centavos vigente y que era equivalente precisamente al valor del alza, ya era identificada como la chaucha.
Los enfrentamientos se dieron entre la fuerza pública y los estudiantes y obreros alentados por dirigentes. Fueron respondidos, en parte, con el agresivo clima anticomunista que rondaba a los días de la Ley Maldita, por lo que escalaron encarnizándose con el correr de las horas. De esta manera, la famosa huelga acabó con varios civiles muertos y cantidades de heridos en los hospitales. Así, la pobre y humilde chaucha se manchó de sangre...
El contexto de la Revolución de la Chaucha es considerado uno de los episodios infames de la historia de Chile, a pesar de haber sido desatado precisamente por un valor monetario; un alza del transporte colectivo, para ser más exactos. El saldo positivo de la revuelta, sin embargo, fue que el Gobierno en parte debió dar pie atrás con el alza y anular el proyecto de ley del alza de los 20 centavos para los estudiantes, en lo que algunos consideran hasta ahora un loable triunfo de las movilizaciones ciudadanas en la historia social chilena.
Incidentes de la Revolución de la Chaucha de 1949.
OTROS NOMBRES DADOS A LA CHAUCHA
Se sabe también que la moneda chaucha fue conocida con otros nombres curiosos a lo largo de su historia (tal como sucede con monedas y billetes actuales), o al menos lo fue el valor de los 20 centavos. Encontramos, de este modo, que era motejada con varias otras etiquetas, algunas surgidas desde el lenguaje coa de los bajos fondos o de algún cruce con el lunfardo argentino.
Repasando algunos de esos nombres datos también a la moneda de 20 centavos o chaucha, tenemos estos ejemplos que nos hablan de la popularidad y lo común que era, dada la variedad de denominaciones que recibió del pueblo:
  • Calandria: El investigador Aníbal Echeverría y Reyes observa que otro nombre dado en el coa nortino para definir la moneda de 20 centavos, era calandria, refiriéndose al valor que circulaba en los años 30. Supongo que la comparación con el ave se debe a un asunto de colores y proporciones.
  • Chilindra: En el Norte de Chile también se le denominaba chilindra a los 20 centavos, palabra derivada de chilindrina y que generó frases ya en desuso pero por el mismo significado, como "no valer una chilindra", cuando se señala el escaso o nulo valor de algo. El concepto de chilindrina aplica a algo de poca importancia, valor o significado.
  • Chirola: Usada en alguna época clásica, pero que Medina ya la detecta en desuso en los años 20. Quizás provenga del lunfardo argentino, pues se han escuchado expresiones parecidas por tierra platense.
  • Cobre: Si bien existieron monedas de 1 y 2 centavos de cobre hacia 1910, la chaucha de la famosa huelga fue, en algún momento, también una moneda llamada cobre, por su material, lo que podría haber fomentado desde ella misma la expresión "no tener ni un cobre", para referirse a andar desfinanciado o sin un mínimo de respaldo de dinero siquiera.
  • Estrella o Estrellita: Se usaba para ellas más o menos hacia inicios del siglo XX, y se supone que las llamaban así por su brillo, aunque también se extendió el apodo a otras monedas y, más tarde, se lo hizo sinónimo de dinero en general. En la jerga de delincuentes y hampones se hablaba también de "ir a mirar las estrellas" para referirse al acto de contar dinero de un botín o una plata que es necesario mantener lejos de la vista de otros, por razones de seguridad o de discreción.
  • Veinte: Aludiendo obviamente al valor, la moneda fue conocida como el veinte, y quedó inmortalizada en la expresión "no tener ni un veinte", que significa lo mismo que "no tener ni cobre" o "no tener ni una chaucha".
En la próxima parte de esta serie de artículos sobre folklore y numismática, repasaré un poco sobre las denominaciones populares que, al igual que sucedió con la chaucha, la gamba o la luca, se han dado a monedas y billetes pero que ya no existen.

FOLKLORE Y NUMISMÁTICA DE CHILE (PARTE III): OTROS NOMBRES Y APODOS QUE HAN DADO EN CHILE A MONEDAS Y BILLETES

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Continúo aquí con estos artículos sobre folklore y numismática de Chile, serie iniciada con los nombres populares que se dan acá a monedas y billetes en actual circulación, seguida de un capítulo propio para la etimología e historia de la chaucha, que revisamos en la parte anterior.
Pasamos ahora a echar un vistazo por la gran cantidad de apodos con se han motejado piezas monetarias de nuestro país a lo largo de su historia, además de ciertas terminologías informales que se asocian a definiciones o acciones relacionadas con el dinero, algunas de ellas tomadas de coa carcelario.
Advierto que este tema en específico relativo a la numismática (y a diferencia de los que ya abordé y otros que faltan), no son exactamente de mi dominio, así que agradecería cualquier comentario con observaciones o aportes para mejorar este contenido, agradeciéndolos desde ya.
MOTES DE MONEDAS ANTIGUAS
  • El Reyuno o la Reyuna: Nombre que recibían en tiempos coloniales las monedas con cuño retratando a los monarcas españoles, y de ahí el apodo alusivo al Rey. Hay otros casos coloniales de monedas con nombres curiosos, pero éste me pareció de rasgos más localistas.
  • La Chunimpa o Chuninpana: Una de las primeras monedas del Chile independiente que recibirá un nombre popular propio, fue la chuninpana, producida en la zona de Valdivia hacia 1822 y en un taller del Fundo Chunimpa, cruzando el río Cruces, frente al castillo San Luis de Alba y en la comuna de San José de la Mariquina. De ahí el nombre. Hablaremos más de esta moneda en una próxima parte de esta serie de artículos, referida a las monedas obsidionales.
  • El Peso Paloma: A partir de 1853, circuló una moneda de $1 surgida del cambio del sistema monetario. En su cara llevaba la figura de un cóndor pero, según se cuenta, el ojo popular lo interpretó como más parecido a una paloma y así lo llamó mientras fue acuñada, más o menos hasta 1865.
  • El Peso Pechugón: En 1867, se acuñó un peso que reemplazó a la paloma, con diseño que el siempre observador pueblo denominó pechugones, pues se dice que la cara mostraba un gallardo cóndor con el pecho henchido y muy sobresaliente. Una leyenda dice incluso que molestaba para formar pilas de monedas.
  • El Peso Águila: Fue otro nombre popular que se dio a la siguiente generación de monedas con cóndores, esta vez por su supuesta semejanza a la otra ave. Circuló hasta algunos años después de los años de la Guerra del Pacífico, según me parece.
  • La Mitad: Moneda de cobre de 1 1/2 centavos, que José Toribio Medina declara ya en desuso en los años 30.
  • El Medio: Nombre que se daba a la moneda de plata de 6 centavos, mencionada también por Medina, quien señala que estaba en desuso en su época.
  • Las Estrellas o Estrellitas: Desde la jerga de los delincuentes y hampones estudiada por Julio Vicuña Cifuentes, más o menos hacia inicios del siglo XX, apareció el chilenismo estrellas para referirse a monedas, se supone que así llamadas por su brillo. Generalmente, las revisadaschauchas eran las principales señaladas con dicho apodo. Se hablaba por eso, también, de "mirar las estrellas" para referirse a contar dinero de un botín o una plata que es necesario mantener lejos de la vista de otros, por seguridad.
  • La Ficha: Es sabido que se denominaba fichas a las monedas de las salitreras que se usaban en las pulperías, pero hacia el cambio de siglo o un poco antes, se hizo una moneda de 2 y 1/2 centavos que también recibió este nombre. Aparece mencionada en un viejo poema de Bernardino Guajardo dedicado al "San Lunes": "Después de beber un trago / pidieron con una ficha / arroba y media de chicha / y una cazuela de pavo". En un pasado más reciente, se llamó también ficha a la moneda grande de $100 que todavía circula pero que fue reemplazada por la nueva, con una mujer indígena acuñada en la cara.
  • El Ojo de Buey: Circuló desde 1895 la moneda de plata de $1 conocida popularmente como el ojo de buey, por sus proporciones. Al parecer, el nombre provendría de un uso oral en el argot de los bajos fondos, pero se extendió en el uso coloquial más inofensivo. Correspondía a una de las monedas con el símbolo de la  hoz y el martillo que se produjeron por entonces y que, curiosamente, se anticiparon a la identificación internacional de este emblema con el comunismo. El apodo se usaba principalmente al Sur de Chile.
  • La Chapa o Chapita: Fueron las monedas de cobre de 1, 2 y 2 1/2 centavos que circularon hasta los años 20, aproximadamente. Los primeros centavos de este material datan del año 1850, más o menos, en unidades de 1 y en 1/2 centavos. Creemos que pudo haber impulsado la expresión popular "no tener ni cobre", además.
  • El Chico: La moneda de 1 centavo era llamada también chico, habiendo existido la frase popular "no tener ni un chico", análoga a "no tener ni cobre" o "no tener ni un cinco".
  • El Décimo o Diez: Nombre popular que recibía la moneda de plata de 10 centavos, de acuerdo a lo que informa Medina.
  • La Calandria: Aníbal Echeverría y Reyes observa que este nombre se le daba en el coa nortino para definir la moneda de veinte centavos que circulaba en los años 30 y que era la misma llamada chaucha, todavía por entonces. Suponemos que la comparación con el ave se debe a un asunto de colores y proporciones.
  • El Cinco o Quinto: Se llamaba así a la moneda de 5 centavos que circulaba todavía en la misma época de la calandria. Relacionada con la expresión "no tener ni un cinco", su nombre pasó a ser usado también en las monedas de $5 actualmente en circulación.
De arriba a abajo: la chunimpana el peso paloma, el peso pechugón, la ficha y la chaucha.
MOTES DE BILLETES ANTIGUOS
  • El Papelote: Correspondía a papeles-monedas emitidos entre 1823 y 1829 por la Caja de Amortización, ganándose este nombre por su gran tamaño. No eran exactamente billetes como los entendemos en nuestros días, sino más bien bien bonos "al portador y a la vista" que devengaban intereses trimestralmente. Los papelotes llevaban la advertencia impresa en ellos, de que los falsificadores se exponían a la pena de muerte.
  • El Americano y la Hoja Seca: Eran los nombres dados al billete de banco de $2 que circulaba hacia 1910-1920 aproximadamente, no pudiendo hallar una explicación convincente del porqué del motete geográfico. Usado más bien al Norte del país, se ha sugerido que quizás sea una alusión a las dos Américas (del Norte y del Sur) comparadas con el valor del mismo. En algún momento, también hacia el lado más nortino del país, se llamó al billete de $2 como el hoja seca, debido al color pardo de su cara principal.
  • El Gringo o Congrio: En los años del Primer Centenario de la República, circulaba en Chile un billete fiscal de $5, cuyo reverso era de fondo blanquecino con diseños en rojo algo intenso. Por esta característica, el billete era llamado el gringo, pues semejaba mucho al aspecto de viajeros de países del Hemisferio Norte, principalmente los ingleses, cuya blanca piel se enrojecía con el clima de nuestras regiones. De hecho, a la gente pálida pero con tendencia a volverse coloradota, se le apodaba también gringo o gringa. Coincidía, además, que la lira o "moneda gringa" equivalía justo a $5 chilenos, en esos años. Por la misma razón, el billete fue llamado en la jerga popular chilena como el congrio, aludiendo al conocido pez que se caracteriza, entre otros detalles, por tener el vientre colorado.
  • El Equis: También es un billete de $10 de la primera década del siglo XX, que recibía este nombre por la X con el 10 romano alusivo a su valor. Es otro de los que aparecen mencionados en el diccionario de coa de Vicuña Cifuentes.
  • La Vaca: Era el billete de $20, llamado así inicialmente en el Sur y por delincuentes, pero después pasó al lenguaje coloquial chileno. Al parecer, se hizo sinónimo de un monto útil para alguna compra o instancia recreativa. No sabemos si guarda alguna relación con el origen a la expresión "hacer una vaca", referida a reunir entre varios y de manera expedita, un fondo para algún objetivo de interés común, pues ésta se ha empleado en otros países de habla hispana como México, donde se estima que su origen estaría en los sacrificios y consumos de vacas que antiguos peones de los campos hacían de cuando en cuando, debiendo después "hacer la vaca" con colectas entre todos los que participaron de la comilona, para reponerle el animal al rebaño de sus jefes.
  • El Científico: Se llamaba así al billete de $100 vigente hacia la misma época y todavía algunos años más, haciendo un juego derivativo de la palabra "cien" o "ciento" referida al valor del mismo, trasladada a científico.
  • La Media Luz: Nombre que se daba en los bajos fondos a un billete de $500, que circulaba en los años 30 a 40. Quizás haya sido una deformación de "media luca", y se podría tener su origen en el coa delincuencial del Norte de Chile.
  • El Pedrito: Fue un nombre de relativa popularidad dado hacia fines de los años 70 al billete de $500 pesos, por llevar el retrato del conquistador Pedro de Valdivia, aunque a la larga acabó imponiéndose el mote quina, especialmente cuando pasó a ser moneda acuñada. Circuló hasta los años de regreso de la democracia.
De arriba hacia abajo: el científico, la vaca, la hoja seca y el Pedrito.
OTRAS CURIOSIDADES NOMINALES Y ETIMOLÓGICAS
  • La costumbre de llamar plata al dinero: Proviene de la época en que eran acuñadas las monedas en este metal. De hecho, la propia palabra dinero proviene del denarius, moneda romana que se fabricaba en plata. En la América colonial era muy corriente la circulación de cuños de plata, por lo que el término ha permanecido con fuerza en el habla hispana.
  • Apodos relativos al material del dinero: Informalmente, se ha hablado del dinero definiéndolo de acuerdo a su material. Es el caso de la expresión tapla para la moneda de plata (con sus sílabas al revés, todavía utilizada en algunos círculos), Juan Dorado a las de oro y hojas a los billetes (hoja de palqui, hoja de álamo, hoja seca, según el color). Otras monedas han recibido su nombre sin mucha creatividad aludiendo al tipo de metal que soporta al cuño, como cobres o níqueles.
  • Los Oreros: Se denominaba así a quienes defendían la moneda tradicional de oro en contraposición a los billetes o papel-moneda, cuando estos últimos comenzaron a aparecer. Los oreros continuaron existiendo por largo tiempo, pues ya instalado el billete en el sistema, exigían oro como preferencia de pago, suponemos que hasta la desaparición de estas monedas de metal precioso.
  • Ablandar la plata: Según Medina, era "cambiar una moneda o billete de banco o fiscal de valor subido, por otros equivalentes al que representa".
  • El Cuero: Billeteras y monederos antiguos eran todos de cuero, por lo que el nombre de este material era el que se daba a todos los artículos que sirvieran para llevar dinero y que los delincuentes intentaran arrebatarle a sus víctimas, ya sea en forma discreta o violenta. Con el tiempo, se amplió el uso y se denominó cuero también al monto de $ 1, en moneda o en billete, quizás porque era el valor que más encontraban en billeteras, monederos o copuchas robadas.
  • El Óleo: se hablaba del óleo para el acto de repartir monedas en los bautizos (ver en nuestra próxima parte de esta serie, la tradición del "padrino cacho"), que más tarde se extendió al rito de repartir propinas entre un conjunto de personas, como recompensa o retribución por algún trabajo colectivo o favor.
  • Una moneda imaginaria del Chipe: Desde el siglo XIX y durante la primera mitad del siguiente, se hablaba entre los apostadores de una moneda imaginaria llamada chipe, nombre proveniente del inglés cheap (barato). Medina lo comenta en sus "Chilenismos: apuntes lexicográficos", señalando que el chipe se suponía de ínfimo valor y servía simbólicamente como base de una jugada de naipes, diciéndose, por ejemplo,"abrir con dos chipes". Aparece mencionada en la obra "Casa Grande", de Luis Orrego Luco, de 1908: "...Abro con dos chipes -dijo uno-. Hasta peso... que sean dos... me retiro... ¿Cartas?".
  • El peligro de Empapelarse: El empapelarse era cometer el pecado de la emisión excesiva de billetes o provocar la superabundancia de títulos, según se lo conocía en el mercado de valores (otro dato de Medina).
  • Moneda y billetes del Escudo: Cabe hacer notar que ciertas monedas y billetes han recibido su nombre asociado a las imágenes que dominan en su diseño, como el Escudo (con el blasón patrio), equivalente a 100 centésimos. La aparición del concepto del escudo en la numismática es muy temprana en la República: 1818, ni bien se logró la Independencia de Chile. Sin embargo, no fue hasta 1960 cuando apareció como moneda oficial en reemplazo del peso, en una medida para paliar los estragos de la inflación, manteniéndose vigente hasta 1975.
  • El vuelo del Cóndor en el sistema monetario: Su nombre deriva de esta ave en el cuño de las monedas de oro de $10 producidas a mediados de los 20. Sin embargo, cabe hacer notar que el ave de marras aparecía ya en las acuñaciones chilenas en las series de 1836. La moneda cóndor del siglo XX, particularmente la de aluminio de los años 50 y cuando estaba en la transición desde el peso (10 de ellos valían un cóndor), era de tamaño un poco grande aunque su proporción ya antes había sido utilizada en otras monedas (unos 3 centímetros de diámetro), por lo que a veces molestaba para su almacenamiento y transporte, comparado con su ligereza.
  • Las "Lucas": Aunque la alusión de las lucas es al billete de sólo $1.000, expresiones como"tener lucas"o"faltar lucas" se relaciona la disponibilidad particular de dinero, a tener un buen o mal respaldo financiero, respectivamente. Así, las lucas pasan a ser también sinónimo del dinero mismo, equivalente a la guita del lunfardo argentino.
  • El "Billullo": Se le denomina "billullo" a los billetes y, por extensión, a todo el dinero, funcionando de manera parecida a hablar de "lucas". Se cree que podría ser una combinación fonética entre billete y el nombre del alga conocida como cochayuyo, pero la denominación parece más un juego coloquial con la palabra. El modismo, sin embargo, ya parece estar rodando por la pendiente del retiro.
Impresión litográfica de monedas chilenas de la colección particular de don Francisco Javier Young. Publicado en el "Libro Internacional Sud Americano" de Alberto Márquez B., 1914.
DINERO Y LENGUAJE COA
Comentamos ya que el lenguaje coa o cova puede haber hecho sus "aportes" a este tema de nuestro interés. Corresponde a la jerga que utilizan los delincuentes chilenos, donde el dinero tiene también sus códigos importantes para el ambiente. Mezcla de español, mapudungún, inglés e influencias cruzadas con el lunfardo argentino y, más recientemente, con terminología de bajos fondos de Perú y Colombia, el coa puede haber tenido cierta influencia en el origen de motetes como chaucha, para la moneda que ya vimos en la parte anterior, así como conserva términos carcelarios muy antiguos tales como decirle"tapla" al dinero (plata, a la inversa). Dejo aquí un pequeño repaso de esos términos relativos al tema:
  • En el Coa antiguo: Vicuña Cifuentes estudió con profundidad el lenguaje delincuencial del coa en Chile, hacia 1910, y detectó muchas expresiones relacionadas con el dinero. Música, por ejemplo, se usaba para señalar una cartera con dinero. Ya se usaba acá el lunfardo guita, por cierto, para señalar dinero. "Andar grande" era tener dinero, mientras que "andar maduro" era llevarlo con uno. Chupón era el sujeto capaz de sacar plata con astucia o discreción, y granado el que la portaba; el copuchero era el que robaba sólo monederos (copuchas), mientras que el cuñero falsificaba monedas. "Matar los restos" era robarle dinero a un rico, pues en la mentalidad del delincuente robarle a un adinerado no es falta, ya que sólo "se le quita lo que le sobra". El peral cargado era el tipo que traía dinero y potencial presa, mientras que la veta era la caja fuerte o de caudales donde se guardaba dinero. Recortar ya era asociado entonces a quedarse ilegítimamente con parte de un dinero, especialmente entre los cobradores del tranvía. Por su lado, Echeverría y Reyes en sus estudios del coa nortino, detectó en 1934 palabras que aún se usan, como la luca del billete de $ 1.000 y molido, para referirse a montos de dinero fragmentados en monedas. Otros se perdieron, como filos, para identificar fardos o paquetes de billetes falsos; o se transformaron, como maletero usado para identificar ladrones de billetera, mientras que hoy se usa para los agresores a mansalva o con falta de códigos de honor en el enfrentamiento.
  • En el Coa actual: Los delincuentes actuales y exponentes de la subcultura "canera" tienen términos como tellebi para referirse al billete (al revés). Se habla del "turro de monedas" para referirse al pene, también (por la forma). De este ambiente provendrían términos relativos al dinero como ponerse (colocar un aporte de plata para algo), sablear (andar pidiendo dinero prestado o regalado, fingiendo interés en retribuirlo), machetear (pedir plata en calle o sitios de comercio, moneda a moneda) y cooperar (ser estafado con dinero o con una deuda, que se extendió a ser víctima de cualquier clase de pérdida material). Carterear y "trabajar a mano" es robar desde bolsillos, bolsos o carteras de sus víctimas; timbrar es tocar discretamente la ropa de la misma, sin que ésta lo advierta, para saber en qué parte lleva su monedero o billetera. Chantar se asocia al acto de"chantar la mano", es decir, despojar a alguien de su dinero, una vez que ha sido ubicado por el carterista. Saltar se ha hecho sinónimo de sacar dinero para alguna causa o compra, porque los asaltantes usaban la orden "salta con la plata", dada  sus víctimas. También hablan del dinero como el money, tomando el anglicismo que se ha ido traspasando también al lenguaje popular y corriente. El botín de un delito, usualmente se llama torta, pastel, tesoro o queso.
En la próxima parte de estos artículos, me daré el tiempo de revisar algunas creencias o tradiciones populares, supersticiones y mitos urbanos relativos a monedas, billetes y dinero chileno en general.

CHICHAS Y SIDRAS DE MANZANA: LAS AMBROSÍAS DORADAS DEL SUR DE CHILE

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Prensa de pulpa de manzanas en Chiloé, para la producción de chicha. Fotografía del año 1997 de Oscar Nahum, en los archivos del Museo Histórico Nacional. Fuente imagen: MemoriaChilena.cl.
Estos deleitosos ríos etílicos han sido llamados chichas, vinos, cervezas o sidras de manzana. Aunque a veces se las hace sinónimos, cuando no tiene burbujas o muy pocas se prefiere hablar de chicha, cuya fermentación ha sido en cántaros, pipas o barricas; y si tiene burbujas o semeja más a un vino espumoso, se habla usualmente de sidra, cuya fermentación suele concluir en botellas, garrafas o chuicos.
Ambos son productos identificados especialmente con las regiones de la Araucanía, Los Ríos y Los Lagos, más o menos desde Cautín hasta el Archipiélago de Chiloé, aunque existen noticias de interesantes producciones en provincias más al Norte, como Cardenal Caro, Curicó y El Maule. Y se cuenta que, además de los huasos y los indígenas, los hombres de mar eran particularmente devotos de estos elíxires: pescadores, balleneros y marineros.
La sidra es, a juicio de quienes son sus admiradores, uno de los productos alcohólicos más admirables y sabrosos del país. Algunos considerarán redundante hablar de sidra señalando que es de manzana (la RAE la define como un vino producido de esta misa fruta), pero prefiero tomarme esta libertad dado que han existido otras sidras chilenas hechas con frutas como peras y papayas. Su graduación suele ser baja, entre 3° y 4°, pero en algunos casos su maduración alcanza cifras mayores.
La chicha es más rústica como bebida, aunque con rangos de sabor parecidos a la sidra. Los mapuches la llamaban pülku-manshanás (pülku es chicha, y manshanás era un traslado fonético del nombre de la fruta), y tenían una variedad cruda más semejante a un refresco, y otra fermentada que denominaron chisco-champura. En algunas zonas rurales cerca de Río Bueno, he sabido que la "potencian" con aguardiente cuando ya empieza a ser consumida, y en otras localidades la usan también como bases para ulpo o bien tragos derivados de lachupilca, con harina tostada o dorada. Su producción no se limita al señalado territorio de las regiones sureñas, alcanzando la zona del Maule, donde abundaron los manzanares y donde aún es popular la producción del vinagre de manzana para usos culinarios. Alcanza grados alcohólicos más altos que la sidra, de 4° a 8° aproximadamente, por lo que los indígenas las solían usarlas sólo en sus fiestas.
Según mi impresión, ambas bebidas se presentan en colores que van desde el dorado o ámbar un tanto traslúcido hasta el amarillo u ocre más opaco, siendo más frecuente esta última característica para el caso de las chichas. Sus sabores varían de acuerdo a las manzanas, procedimientos y tiempos dados en la producción, pudiendo hallarse entre diferentes proporciones de gustos dulces, ácidos o más secos. Algunos productores las clasifican en dulce, demi sec y brut, más modernamente.
He tratado de traer a Santiago este maravilloso producto sureño, pero sólo he conseguido llegar con un ácido vinagre de manzanas, pues la duración del chispeante brebaje es efímera en condiciones inadecuadas. No obstante, mi buen amigo Juano me la trae desde Frutillar, generosamente, junto con mermeladas de rosa mosqueta, murtillas y otras delicias arrancadas desde los jardines de la Ciudad de los Césares. Ni idea tengo de cómo se las arregla para que llegue con el mismo frescor y la natural sabrosura de su origen, pero sin duda le agradezco la virtud.
Aviso del diario "El Ferrocarril" del 29 de junio de 1870, informando de la venta de chicha de manzanas de Valdivia. Publicada por Amalia Castro San Carlos en su artículo "Chicha y Sidra de manzana en Chile (1870-1930): manzanas con identificación de origen" (2016).
Publicidad para "Sidra Doña Francisca", en la revista "El Estanquero" de Santiago, publicada en julio de 1950. Fuente imagen: MemoriaChilena.cl.
Es algo conocido el que hubo chichas de maíz, frutilla y maqui muy consumidas por los indígenas de estas regiones, y luego las mencionadas sidras de peras de menor calidad pero más fuertes que la de manzana. Sin embargo, las de los manzanares eran muchísimo más populares y, en algunas zonas rurales, llegaron a reemplazar el vino tradicional de vid, dada la escasez de los viñedos o la limitada llegada del producto en otras épocas. De hecho, la sidra fue muy corriente en las clases sociales más bajas de pueblos y ciudades, más o menos hasta mediados del siglo XIX, cuando perdió terreno ante la creciente industria de las cervezas y licores como el aguardiente y el anisado, quedando así relegada principalmente a los campos.
Como se sabe, el manzano (Malus domestica) es un árbol introducido en América. Su origen parece estar en las orillas del Mar Caspio, donde fue domesticado y después introducido en Europa por los romanos. Por alguna razón, las variedades de manzanas que llegaron a Chile o se desarrollaron en nuestro territorio, encontraron un ambiente cómodo y prolífico en la zona Centro Sur y Sur, donde formaron verdaderos bosques. De ahí tantos nombres en la toponimia como Manzano, Manzanar, Manzanares, Manzanos, Manzanal, etc.
La calidad de las manzanas chilenas fue elogiada por cronistas como Alonso de Ovalle en "Histórica Relación del Reino de Chile" de 1647, y Diego de Rosales en "Historia general del reino de Chile. Flandes Indiano" de 1674, quien documenta ya en época, también, la abundancia de la chicha hecha de este y de otros frutos entre los indianos:
"La chicha la hacen de todo genero, como maíz, trigo, cebada, y de frutas como manzanas, peras, membrillos, frutilla, piñones, murtilla y otras frutas particulares de la tierra..."
Los indígenas de la Araucanía llamaban al árbol manshanás-aliwen, y creían que cada vez que su fruta tocaba la tierra, ésta se volvía prolífica y colmada de hermosos nuevos manzanos. Consumían a la sazón las manzanas crudas, secas, molidas, asadas o en guisos, comerciándose las partidas hacia la Provincia de Cuyo. De manera connatural surgió, entonces, la posibilidad de probarla en la producción de alcoholes, naciendo muy tepranamente la chicha y esta versión chilena de la sidra, fabricada por ellos y por los criollos desde aquellos tiempos coloniales. Así lo testimonió también el militar y cronista Vicente Carvallo Goyeneche hacia 1780, en su "Descripción Histórico-Geográfica del Reino de Chile":
"De las frutas tienen manzanas muy buenas, y en tanta abundancia, que hay bosques grandes de este frutal, y hacen de ellas el vino que llaman chicha, y muy buenas sidras".
Dulces manzanas sureñas, usadas para chicha y sidra.
Refiriéndose a su viaje de 1786-1788, el piloto José de Moraleda y Montero escribe sobre Chiloé y sus habitantes en sus memorias "Esploraciones jeográficas e hidrográficas":
"La manzana (las hay de muchas clases) es una fruta que apenas adquiere un cuerpo cuando empiezan a comerla, y cuando se acerca y está en sazón hacen una chicha o especie de sidra de que gustan infinito; con todo no las cultiva ni aumentan su plantío, y se contentan con tener cuatro o seis árboles inmediatos a la casa para que les guarezcan de los vientos recios, siendo así que pudieran tener bosques dilatados de esta fruta. En el Chacao hay tres o cuatro árboles singulares en toda la provincia, por su excelente cualidad; ellos acusan su vejez y pronta ruina, su dueño conoce los efectos de la singularidad en la utilidad que le produce la fruta. Yo lo he procurado persuadir con cuanto nervio he podido (y lo mismo a todos en orden a cuantos por sí pueden fomentarse) que transmita a sus hijos esa utilidad, haciendo nuevo abundante plantío, y no he podido mover en tres años su indolencia".
Cabe señalar que en Chiloé las manzanas no se dan de tan buena calidad como otras zonas del país, por lo que esta ancestral utilización de ellas en la elaboración de chicha o sidra tiene rasgos históricos de aprovechamiento y de dar mejor destino al producto, siendo frecuente encontrarla en algunas fiestas, mingas o encuentros recreativos.
Y en sus testimonios de viaje plasmados en el libro "Un testigo de la alborada de Chile (1826-1829)", el biólogo alemán Eduard Poepigg dejó escrito:
"Los manzanos y duraznos parecen hallar en Chile las condiciones de temperatura y suelo que necesitan, pues ambas especies han emigrado de los huertos y forman a menudo bosques silvestres".
Su compatriota, el viajero Paul Treutler, dirá poco después en sus memorias reunidas en "Andanzas de un alemán en Chile: 1851-1863", refiriéndose a Isla Teja:
"La isla estaba poblada únicamente por colonos alemanes, que pagaban al Gobierno una renta vitalicia de 500 pesos al año. Era muy fértil, se encontraba en muy buen estado para ser cultivada, y había en ella tantos manzanos, que se podían preparar 1.000 barriles de chicha".
El naturalista francés Claudio Gay, por su parte, escribió en la "Historia física y política de Chile", en su segundo tomo dedicado a la agricultura (1865), cuando habla de la presencia del manzano en nuestro país:
"Este árbol, conocido en Chile desde los primeros años de la conquista, se ha multiplicado de tal manera que en el Sur da lugar a grandes selvas produciendo frutas incomestibles pero excelentes para la fabricación de una sidra de  superior calidad; reemplaza así las viñas cuyas frutas no alcanzan a madurar por falta de calor. El terreno húmedo y muy poco calcáreo le conviene sobremanera y los árboles crecen maravillosamente y sin cultivo alguno, a lo menos por los que no están destinados a producir frutas de comer. Se conocían hace poco sólo nueve variedades, distinguidas en camuesas, peros, joaquinos, etc., pero de algunos años por acá el gusto de la arboricultura ha introducido otras muchas sobretodo en las provincias centrales".
Taller artesanal del Llanquihue. Moledora y contenedores de pulpa.
Y volvemos a las palabras de Gay, cuando relaciona la abundancia de los manzanos con la popularidad de la sidra chilena:
"La sidra que con las manzanas se fabrica es de un gusto exquisito y nunca he bebido en Europa otra más sana ni mejor. Casi todos los habitantes fabrican la necesaria para su consumo y el pueblo se contenta las más de las veces con recoger las manzanas que arrastran en su curso los ríos. Según lo que me decían los propietarios e industriales, esto era un mal porque los trabajadores se limitaban a trabajar dos o tres días a la semana para proporcionarse un barril de esta bebida siempre muy barata, y con ella y las papas, que costaban muy poco, pasaban los demás días en la ociosidad.
Los manzanos situados en todos los alrededores de las ciudades se han propagado a los dominios de los indios, los que con sus frutos fabrican así mismo una sidra o chicha con lo que reemplazan, en gran parte, la que fabricaban utilizando el maíz, la cebada y otros cereales. Como no saben guardar nada lo consumen todo en el mes y sólo pueden beberlo, pasada la estación, algunas personas precavidas que conservan las manzanas enterradas para fabricar la sidra a medida que la necesitan. Casi jamás se toman el trabajo de clarificarla, y la beben todavía nueva con la parte espesa que llaman concho, y en este estado la sidra es muy nutritiva. En un solemne entierro al que asistí en 1836, vi a muchos centenares de indios y de indias, no tomar durante los diez días que duró la ceremonia, más alimento que la sidra".
En "Geografía física de la República de Chile", de 1875, el sabio P. J. Aimé Pissis describe la presencia de los manzanares sureños de la siguiente manera:
"El peral, el manzano y el membrillo se crían en las provincias del Sur y en las del Centro. Las hermosas especies de peras se empiezan a cultivarse en la provincia de Santiago, donde se presenta de una calidad superior. El manzano no prospera allí tanto, porque prefiere sobre todo las provincias del Sur, donde se ha multiplicado de un modo extraordinario, hasta en el interior de los bosques; las manzanas de estos árboles silvestres se emplean solamente en la fabricación de la sidra (chicha de manzana); pero las de los árboles cultivados sobresalen por su tamaño y su exquisita fragancia".
He podido ver de cerca, en un par de ocasiones, cómo se producen los fermentos de manzanas, aunque sin haber podido hacer registros de imágenes. Sin embargo, esta vez mi amigazo Juano me envió desde su tierras algo más que una botella: también me ha hecho llegar fotografías de un taller de fabricación artesanal junto al Lago Llanquihue, con las principales etapas de molido y prensado de las manzanas, recién recolectadas entre febrero e inicios de marzo.
La chicha y la sidra sureñas se fabrican moliendo las manzanas y estrujando sus jugos, para luego dejarlos reposando en un período de fermentación, del que resulta la bebida. Este antiguo procedimiento se hacía con dos o más trabajadores armados de largas varillas que literalmente apaleaban y devastaban las manzanas extendidas sobre una suerte de hamaca o tobogán acanalando los fluidos con una tina o artesa bajo el mismo, formando una suerte de canoa que llamaban huampo entre los mapuches. Lo hemos visto alguna vez pero no exactamente en un lagar, sino en una feria  tradicional. Los chilotes denominaban maja o majado (dornajo de maja) a este proceso.
El estrujado de la pulpa se completaba a mano y el tiempo de guarda del jugo resultante era conocido como maceración de la maja. Este estrujo que salía del bagazo, era llamado chisco por los indígenas, y en algunas provincias del Sur también le decían pulco.
Taller artesanal del Llanquihue. Prensa de extracción de jugos.
El descrito método arrojaba por los aires una gran cantidad de pulpa y jugo que se perdía irremediablemente, por lo que hoy se aplica de forma más bien demostrativa, en ferias costumbristas o fiestas relacionadas con la cosecha de la manzana. Felipe Bauzá lo comenta con detalles en sus memorias del viaje realizado hacia 1788, mientras que Poepigg lo vio practicado entre los indios, pero para estrujar vides, además. Existe otra exhaustiva descripción del proceso, tal como lo ejecutaban comunidades indígenas, en el trabajo "Testimonio de un cacique mapuche", con enseñanzas y recuerdos del lonco Pascual Coña.
Gay se explayaba así, resumiendo las operaciones de esta industria rural:
"La sidra que se prepara en el Sur es, como acabamos de decirlo, excelente y sin embargo el modo de prepararla es muy sencillo y tan primitivo que es mucha la pérdida que se hace de ella. Muy raras eran las prensas cuando visité la provincia, y con frecuencia las manzanas se machucaban a palos dentro de una canoa para exprimirlas después con las manos y sobre una canasta que servia de colatorio. En los lugares desprovistos de estas canoas, los campinos usaban el método de los indios, contentándose en doblar unos cueros de vacas destinados para el mismo uso. No cabe duda que las manzanas tan imperfectamente estruchadas habían de conservar intactas una porción de sus celdillas, lo que ocasionaba una pérdida de no poca consideración. Felizmente los alemanes que la colonia ha reunido en la provincia han mejorado considerablemente esta industria tanto en el aumento del producto como en su mejor calidad".
Hoy, sin embargo, la moledura de la manzana y su estrujado se realizan frecuentemente en talleres familiares, con mejor aprovechamiento de la materia prima, gracias a las prensas de maja que antes no existían o eran demasiado rústicas. Se han ido introduciendo moledoras y machacadoras en el oficio, por cierto. En Chiloé se denomina lagrimilla al jugo de chicha que sale de esta prensa de manzanas, aunque he oído este concepto también en otras industrias de producción enológica y en otras localidades del país.
El sabroso jugo es almacenado en cántaros o tinajas destapadas, por cerca de 15 ó 20 días, en el caso de la chicha. Después se tapa y se lo guarda por otros tres a cuatro meses al año. Algunos productores artesanales le adicionan pasas o miel durante este período, para darle variedades al sabor del producto. Ocasionalmente, también, se le agregaba agua al mosto de manzana para suavizarla, pero como la graduación del producto tiende a ser baja. Para la fermentación y el almacenado, además, se utilizaban antes barriles procedentes de Valdivia, principalmente, y se los consideraba de excelente calidad por la madera empleada en ellos. En el caso de las sidras, el embotellado se hacía en chuicos y garrafas que aún existen en esas regiones, a pesar de la caída que ha experimentado la producción de estas tradicionales piezas de vidrio a nivel nacional.
De esta manera, para cuando llega la temporada de Fiestas Patrias en septiembre, la bebida de la alegría proveniente de los manzanares, ya está lista y esperando para ser consumida a destajo, casi hasta acabarse por completo, por lo que suponemos que aquellas sidras y chichas que reaparece en las ferias de verano, deben estar hechas en otros períodos del año o con manzanas de guarda.
Regresando a los antecedentes históricos, sabemos que la chicha y la sidra de manzanas ya aparecen definidas con estos nombres en el Código de Aduanas de Chile de 1874. Sin embargo, ni fue sino hasta 1986 que se les reconoce una existencia legal en una ley sobre alcoholes etílicos, bebidas alcohólicas y vinagres.
Hace pocos meses, en septiembre de 2016, la revista "RIVAR" de la Universidad de Santiago, publicó un interesante artículo de la historiadora Amalia Castro San Carlos, titulado "Chicha y Sidra de manzana en Chile (1870-1930): manzanas con identificación de origen". Allí se señala que una de las primeras apariciones de la chicha de manzana en la prensa ocurre en el diario "El Ferrocarril" del 29 de junio de 1870, en un aviso de venta en Santiago "bajo el Hotel Inglés" (supongo que en el antiguo Portal Fernández Concha, que por entonces estaba siendo terminado). Era una época en que se le destacaban sus atributos digestivos y su conveniencia para los enfermos, cualidades derivadas de la propia fruta. La chicha a la venta en el aviso, además, era de manzanas de Valdivia.
Chicha de manzana traída directamente desde el Llanquihue.
El estudio de la historiadora forma parte del Proyecto Fondecyt titulado "Denominaciones de Origen e identidad de vinos y agroalimentos en Chile (1870-1950)", que propone establecer la categoría de denominación de origen para las manzanas valdivianas y, derivativamente, a los productos alcohólicos que se hacen con ella.
Además de existir cierto desdén hacia el valor de esta industria y que trabajos como el recién mencionado buscan revertir, cabe recordar que hubo un tiempo en que las pestes florales casi arrasaron a los bosques silvestres de manzanas chilenas, poniendo en peligro la producción de chichas y sidras. Estuvimos muy cerca de perderla, en otras palabras. Refiriéndose a estas enfermedades atacando a los manzanos, en el sigo XIX, concluía Gay:
"La exportación se hacía en grande y a precio de tres a cuatro pesos la arroba,  cuando una enfermedad general en Chile ha venido a destruir casi enteramente estos árboles. Una especie de kermes es la causa de la enfermedad y se ha multiplicado sobremanera en los troncos cubriéndolos de una costra borrosa que los deseca poco después. En Europa estos kermes no son menos comunes y se los hace perecer con aspersiones de agua de jabón en la cual se ha disuelto un poco de guano y de alcanfor, o bien lavado los troncos apestados con una mezcla de asafétida disuelta en agua de cal y orina de vaca. El alquitrán puede servir del mismo modo, así como el guano y la cal viva enterrados en el pie del árbol. En 1751 un árbol en las fincas de Santiago estaba evaluado a 12 reales y 2 pesos si era algo corpulento".
Hoy, ubicado en la ribera Oeste del río Cruces, en la Comuna de Valdivia, el pueblo de Punucapa es considerado uno de los principales núcleos de la actividad productora de chicha de manzana, con un festival para el propio producto durante el mes de febrero: la llamada Fiesta Costumbrista de la Chicha, coincidente con el final del período de recolección de las manzanas y su moledura. Sin embargo, desde que entró en operaciones la compañía Punucapa Agropecuaria Ltda., la actividad ha entrado en una fase de transición desde los métodos más artesanales a otros más modernos y profesionales.
Otras localidades con sus propias fiestas de la chicha de manzana son Nueva Imperial (entre marzo y abril), Ancud (principios de abril), Hualqui (primeras semanas de febrero), Tucapel (fines de marzo), Fundo Ñancuán de Río Negro (febrero), Villa Llau Llao de Castro (febrero) y, anunciada desde muy recientemente, Panguipulli (para mediados de abril), entre otros poblados del país.
En la actualidad, existen unas 30 mil a 40 mil hectáreas de manzanares en Chile, concentrados especialmente entre las regiones de Coquimbo y El Maule, con variedades tradicionales como Gala, Fuji, Red Delicious, Crisp Pink o Granny Smith, a las que se han ido sumando las Jazz, Envy, Kanzi, Rubens, Evelina, Sonya, Ambrosia, Honeycrisp y SweeTango. En los años 80, Mario César Uribe Velásquez verificaba la producción de 4 millones de litros al año sólo en Chiloé, usándose para ellos alrededor de 100 mil sacos de manzanas.
El producto cada vez toca más el desarrollo industrial con sus varias marcas disponibles en el mercado (Sidras del Mundo, Casa Güell, Shekar, Punucapa, Sigpa, Quebrada del Chucao, etc.). Sin embargo, la sidra chilena se encuentra muy por debajo de la popularidad e importancia comercial que tiene el mismo producto en países como España, Portugal, Italia, Inglaterra, Francia o Alemania.  Dentro de varios otros problemas, ha estado ausente un plan para creación y ampliación del mercado, a diferencia de lo que ha sucedido con otros productos como el pisco, las cervezas y los vinos regionales.
Empero, todavía brota su tradición desde esos productivos bosques de manzanos con variedades exclusivas en el país, distribuidos entre la regiones del bendito Sur de Chile... Manantiales de la sidra y la chicha que dan otro gran horizonte de identidad a nuestra producción de alcoholes tradicionales chilenos, junto a los macerados frutales, el pajarete del Norte Chico, el chacolí del Cachapoal, los resucitados vinos Carmenere, el murtao, el apiao, el licor de oro, la mistela chilota y tantos, tantos otros.

SELECCIONES DE RAÚL MORALES ÁLVAREZ (I): "EL CRISTO POBRE"

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Nota: Con esta entrada, doy inicio a un ciclo de varios artículos pertenecientes al insigne cronista nacional Raúl Morales Álvarez (1911-1994) que iré publicando cada cierto tiempo acá en el blog, luego de llegar a un acuerdo acuerdo de difusión con su nieto don Rubén Morales Cofré y la agrupación cultural "El Funye", dedicada a difundir el trabajo del periodista y escritor nacional. El artículo de hoy se titula "El Cristo Pobre", y fue publicado en varios medios nacionales, hacia 1961.
EL CRISTO POBRE
El Dios del pueblo no tiene nada que ver con el que reverencian los elegidos y los poderosos. No es un Dios-Gerente, un Dios-Policía, ni un Dios-apatronado.
SEGÚN ALDOUS HUXLEY, Dios es una hipótesis innecesaria en los actuales días. Pero esta interpretación filosófica del misterio que más porfiadamente atrapa y sostiene a la familia humana, no gana todavía el sencillo corazón de los humildes. El planteamiento de Huxley es una desafiante artesanía de exclusivo uso intelectual, alejada por esta misma credencial, algo pedantesca, de la comprensión del pueblo. Propenso y fiel a su propia oniromancia, donde acumula el desborde esperanzado y pasional de sus muchos sueños, el pueblo continúa creyendo en la existencia del Buen Dios.
* Don Juan Guillermo Guerra, oriundo de Copiapó, fue un destacado catedrático de derecho de la Universidad de Chile, escritor de ideas radical-liberales y uno de los primeros biógrafos de Domingo F. Sarmiento, publicando un libro sobre su vida poco después de fallecer éste (1888). Después fue relevante en el pensamiento y las acciones del proceso que puso fin a la República Parlamentaria, además de un gran defensor de los derechos territoriales chilenos en conflictos limítrofes, al igual que Morales Álvarez.
En más de una medida, sin embargo, el Dios del pueblo no tiene nada que ver con el que reverencian los elegidos y los poderosos. No es un Dios-Gerente, un Dios-Policía, ni un Dios-apatronado. Anticipándose a Huxley, pero de manera más clara que el inglés, el chileno Juan Guillermo Guerra  -el famoso Patán Guerra (*)-,  precisaba en sus inimitables clases de la Escuela de Derecho que Dios  "no había creado al hombre a su imagen y semejanza". Era el hombre, en cambio, quien había creado a Dios, dándole su imagen, volcándolo en su semejanza.
El Dios del pueblo parece confirmar lo defendido por el ateísmo fulgurante del Patán Guerra. Tan a su imagen y semejanza lo han creado los humildes, que su Dios, a veces, también anda hasta a tambembe pelado, lo mismo que ellos, sufriendo perrerías y miserias. Es lo que explica, entre otras cosas, el arraigo capital y poderoso que tiene en el pueblo el culto del Cristo Rey.
Raúl Morales Álvarez y su esposa Helena Wilson, hacia 1963.
Este Cristo no es el Cristo de los ricos. Por eso, como carece de ropas en su total desnudez de pobre, no desdeña, tampoco, el ritmo aventurero de una andanza a lo callampa. Suele, por ejemplo, no tener iglesias con techos y paredes. Sus misas se celebran en cualquier parte, a todo aire, con altares donde el Cáliz que custodia a la Hostia es lo que único que vale. Es el Cristo de las "malas pécoras", el de los rotos "malditos"  que pisan la vida con una desesperada ojota. El estómago patronal de los de arriba  -pipiolo, pelucón y hasta radicaliento ahora-  no acude a prosternar su fe ante el atorrante Cristo Pobre. Pero el pueblo lo ama. Lo sabe hecho de tal modo a su imagen y semejanza que lo hace participar sin ningún empacho en la sandunga, en un Olimpo menos austero y más humano, donde también Dios, la Virgen y los Santos bailan cuecas, pulsan la guitarra, o se mandan al cuerpo los necesarios tragos del estribo. El Cristo de los ricos abunda en inciensos y en los cantos gregorianos que rezongan en latín. Pero únicamente para el Cristo Pobre cantan los licoreados "Puetas" populares:
Dio el primer son la vihuela
tocando la Sanjuaniana
cuando viene Santa Ana
bailando que se las pela
entonces Santa Fidela
prepara el ponche en seguida...
(**)
** Fragmento de un Canto a lo Divino del Valle Central de Chile, dedicado a la Virgen de la Candelaria.
La irreverencia verbal de los cantores hace rasguear la guitarra a la Virgen del Carmelo, para que Santa Rebeca baile con San Jeremías, mientras Dios Padre duerme su siesta celestial, algo puestón.  Es decir, el pueblo ha trasladado una perfecta imitación de su vida hasta en lo religioso, aceptando en su rebelde fatalismo que el verdadero infierno es éste, donde esta penando en vida junto al Cristo Pobre. La propia voz del pueblo establece que el Cristo Pobre va con la guatita al aire  y el tambembe al viento. Y mientras esto sucede, Huxley se verá derrotado en la fe de los humildes, leal a un Dios creado con el material de su desdicha.

FOLKLORE Y NUMISMÁTICA DE CHILE (PARTE IV): MITOS, CREENCIAS POPULARES Y SUPERSTICIONES

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Gnomo con monedas de oro, mordiendo una (¿verificando que sea auténtica?). Las tradiciones de duendes y gnomos siempre han estado relacionadas con dinero y monedas, de alguna forma, tanto para proporcionarlo como para quitarlo. Se supone que lo cuidan (algunos portan un cántaro con monedas de oro, especialmente los de tradición británica) y a veces lo entregan a quien lo merezca. Otras veces, los roban furtivamente. Fuente imagen: Rincondelashadas.com.ar.
Retomo acá la serie sobre folklore y numismática que inicié hace poco pero que dejé en pausa, por un par de entradas nuevas. Se recordará que partí con un artículo dedicado a los nombres populares que dan en Chile a monedas y billetes, seguido del caso de la moneda llamada chaucha y luego las denominaciones o apodos que han recibido piezas monetarias del país en el pasado.
Siguiendo mi trazado de temas a exponer, entonces, ahora traspaso hasta acá una buena cantidad de apuntes que tengo reunidos con relación a monedas y billetes chilenos: tradiciones y costumbres populares, juegos típicos y entretenciones costumbristas, creencias sobrenaturales y supersticiones, leyendas criollas en las que tiene alguna importancia el dinero y, finalmente, una revisión fugaz a las leyendas urbanas y mitos conspiranoicos contemporáneos involucrando cuños y papel moneda.
Espero que este texto resulte al lector tan entretenido como resultó a mí, en su momento, recopilar y reunir las notas e información que le dan contenido.
Fray Andresito, de le Recoleta de San Francisco, y su tarro limosnero.
TRADICIONES Y COSTUMBRES POPULARES
  • Pedir monedas sacudiendo un tarrito o alcancía: Esta forma es usada desde mendigos hasta bomberos cuando colectan aportes de los transeúntes, pero se remonta al parecer a las limosnas que ciertas órdenes religiosas salían a buscar como colaboraciones para la Iglesia y para las obras sociales de las recolecciones, por ejemplo. El encargado de recibirlas iba por las calles anunciándose con el mismo tarro de monedas, que hacía sonar como un cascabel o una sonaja, quizás alertando también a los vecinos para su propia protección ante la posibilidad de ser asaltado. Artistas y músicos callejeros reemplazaron el tarrito por un gorro, un cantarito o una taza, y los organilleros vestían de conserje un mono entrenado para que portara este artículo y captara las monedas.
  • Monedas y ritos fúnebres: En los funerales de niños, conocidos como "velorios del angelito", si el niño tenía una corona de monedas, significaba que los padres podían pagar los gastos de las exequias; si no las tenía, los asistentes debían hacer contribuciones para ayudar a pagarlos, a los pies del niño fallecido. En Chiloé se colocaban monedas dentro del cajón de un muerto, para que con ella "pagara" sus pecados en el viaje hacia el Más Allá. También se ponía una varilla para defenderse de los espíritus malvados y un pañuelo para secar las lágrimas de la partida. Una tradición proveniente del mundo antiguo era colocar monedas en los ojos del fallecido, hoy escasamente utilizada por algunas comunidades gitanas, por ejemplo.
  • La tradición del "Padrino cacho": Desde antaño procedía una vieja tradición de bautizos, ya en extinción. El que había sido elegido padrino del pequeño, debía arrojar monedas o repartir a los presentes y especialmente a los niños (acto a veces llamado óleo), quienes le gritaban a coro "¡padrinito cacho, padrinito cacho!" o bien "¡padrino cacho, padrino cacho, orejas de macho!", exhortándolo a este desprendimiento, al terminar la ceremonia. Cacho era un sinónimo de avaro, tacaño. Para cumplir con el protocolo, los padrinos llevaban en sus bolsillos los llamados cuartillos, correspondientes a "monedas de plata o chucherías", según José Toribio Medina. El autor dice también que se las llamaba de esta forma "por haber sido en su origen las monedas que se acostumbraba obsequiar" (cuartillo: 1/4 de real). Esta costumbre se origina en una creencia de que arrojar monedas al aire (a la chuña) aseguraba un futuro buen pasar económico al ahijado, como veremos más abajo.
  • Las monedas encintadas: También se practicaba en los bautizos, pero se extinguió hace tiempo ya. Según Oreste Plath en "Folklore religioso chileno": "En medio de la fiesta, se hace el reparto de los encintados, que reemplazan a las cintas impresas y estos consisten en una moneda pequeña, perforada o dijes o chiches, a los cuales se les pasa una cinta blanca y se les ata a manera de una rosita pequeña. Estos encintados van en un plato con una cama de ramitas y la comadre los va colocando en las solapas de los hombres y en el pecho de las mujeres, como un recuerdo del bautizo".
  • Arrojar monedas como insulto: Se ha convertido en un acto de agravio el arrojarle monedas a alguien en plena locución, presentación o simplemente al paso, especialmente cuando se trata de humillar a personas poderosas que hayan aparecido implicadas en situaciones de corrupción política o falta de honestidad, haciéndolos ver como seres miserables, de bajeza indigna. Arrojar monedas a un político, empresario, dirigente o cualquier representante de las élites, parece ser uno de los actos más vejatorios a la honra y el orgullo de los mismos. Aquí en Chile, desde aproximadamente el año 2002, se hizo célebre el manifestante  oriundo de Requinoa, don Bernardo Córdova Palma, conocido como el Hombre del Cartel,"funando" y tirando puñados de monedas a hombres públicos implicados en casos de corrupción o delitos, sin distinción de colores políticos.
  • Morder monedas: Es una costumbre muy internacional aunque ya casi extinta, sobreviviendo sólo en piezas del cine clásico. Provendría de países eurpeos, cuando se mordían monedas para verificar que fuesen de oro y no falsificadas en otro material con alguna cubierta dorada. No sabemos si alguna vez se practicó en Chile con este objetivo, pero sí fue conocida gracias al cine y antiguas animaciones infantiles, por lo que se hacía a modo de "gracia" en alguna época.
  • Frotar el relieve de los billetes: La costumbre de algunos cajeros y comerciantes de frotar de manera casi automática con la yema de los dedos una parte específica de cada billete que reciben como pago, especialmente los de mayor denominación, se debe a que los auténticos presentan una particular y característica textura como de rejilla en este punto. El lugar específico suele ser alrededor del hombro del personaje retratado, su rostro y el lugar del número, debido a las rugosidades del papel algodón impreso en procedimientos de huecograbado.
Niños recogiendo la plata lanzanda "a la chuña", en postal de la Casa de Carlos Brandt de Concepción (serie "Costumbres Chilenas"). Nuestro amigo e infatigable buscador Pedro Encina, del Flickr Santiago Nostálgico, señala que se trata de las monedas que lanzaba "a la chuña" en los bautizos el "Padrino cacho" (ver aquí). Se distingue el edificio del antiguo Mercado de Concepción, calle Maipú.
JUEGOS Y ENTRETENCIONES
  • "Cara o cruz" / "Cara o Sello": Fue el juego que hoy conocemos acá como el Cara o Sello. La cara de una moneda es el cuño del reverso, generalmente un rostro ilustre (de ahí el nombre), un retrato, un animal heráldico o un símbolo; el sello, en tanto, que en ciertas monedas coloniales correspondía a una cruz, invariablemente es el que llevará la cifra y valor numérico. La moneda, su cara y sello, se toma por el símbolo de la dualidad de las cosas, de los dos opuestos de una medalla y representación del azar en un perfecto 50% contra 50% de posibilidades. Juegos criollos antiguos incluían arrojar al aire una o más monedas y si adivinaba cómo caerían gritando "cara" o "sello", se quedaba con ellas. Curiosamente, el procedimiento resuelve de manera formal muchas dificultades de la vida moderna, aún: desde el equipo de fútbol que inicia la jugada de un partido hasta la solución a los empates perfectos de ciertas elecciones populares. Ningún mecanismo de solución de dos alternativas ha superado, hasta ahora, al tiro al aire de una moneda.
  • "Sartén tizna'o"(tiznado): Era un juego de trabajadores del campo y sus hijos, propio de Fiestas Patrias. Conseguía en tratar de desprender una moneda firmemente pegada la base de un sartén viejo, ganando el primero que lo consiguiera. Solía ser parte de una serie de pruebas que formaban una competencia múltiple.
  • Monedas a la chuña: Sucedía en fiestas de pueblos o grandes celebraciones. Algún hacendado, patrón o tío "con plata" arrojaba al aire paquetes de monedas o puñados de las mismas, a la chuña, para que los niños presentes corrieran a atrapar y recoger todas las que pudiesen quedándose con ellas. Era similar a la práctica del "padrino cacho" pero en otro contexto, y equivalía a la actual piñata con caramelos de fiestas de cumpleaños. El nombre chuña podría ser una alteración fonética del mapudungún chaña, que significa caer.
  • El juego del Chupe o Chapitas: Mencionado también por Medina y Plath, consistía en revolver con las manos cerradas un puñado de monedas puestas por todos los jugadores presentes, arrojarlas al aire "y ser del que las tira las que resulten haber caído de cara". Chupe provendría del quechua chupa, que significa último. El pintor nacional Juan Harris Flores retrató, en una de sus obras, a unos chiquillos de barrio jugando chupe en uno de sus cuadros.
  • La moneda del plato con harina: Propio de los encuentros recreativos y de las competencias compuestas de varios desafíos, consiste en soplar, encontrar y sacar con la boca una moneda escondida en un turro de harina, en un plato, sin usar las manos. Imposible no acabar empolvado con el desafío. Ha llegado desde instancias más rurales hasta festivales escolares, concursos y celebraciones de boyscouts.
  • Palo ensebado con billetes: Es el mismo que se juega con frutas, porras de vino o bocadillos en su extremo superior, pero colgándole un billete de alta denominación como tentador premio. El palo suele ser un poste liso de hasta unos 6 metros, untado en grasa o aceite, haciendo todo un desafío técnico el llegar hasta su cúspide a cortar el premio sin resbalar en cada intento.
  • La rayuela con monedas o "de cuneta": Se jugaba en cuarteles militares y por criollos en las calles de pueblos y ciudades, en momentos de ocio, usando el trazado del pavimento o una línea a tiza como marcas del cajón y monedas a modo de tejos. Todavía existe en algunas localidades del país, especialmente en el campo. Generalmente, si había apuestas las propias monedas-tejos eran el premio.
CREENCIAS SOBRENATURALES Y SUPERSTICIOSAS
OTRAS SUPERSTICIONES POPULARES
- No contar dinero en un juego: Quien cuenta delante de sus contrincantes su dinero en una apuesta, juego o partida de naipes, comenzará a perderlo de inmediato a partir de ese momento. Por eso existía un refrán de apostadores que decía: "David contaba su gente / y les entraba la peste".
- Al encontrar dinero por primera vez: Quien encuentra en la calle monedas o billetes por primera vez en la vida, según una leyenda de la Zona Central debe regalarlo. Así garantizará que le vuelva a suceder siempre, porque si se lo queda, nunca más ocurrirá o tardará muchísimo en que le suceda de nuevo.
- Regalar monedas cuando se recibe un objeto cortante: En Coquimbo existía la creencia de que había que obsequiar una moneda a quien te regalase un objeto cortante, como arma blanca, tijera o cuchillo de cocina. Si no se cumple este protocolo, según Julio Vicuña Cifuentes, hay peligro de interrupción de las buenas relaciones entre ambos.
- Arrojar monedas en un bautizo: La tradición más arriba vista del "Padrinito cacho", procedía de otra anterior: el padrino debía tirar monedas "a la chuña" después que su ahijado recibía el nombre en la pila bautismal, para asegurarse así que nunca le faltase dinero en su vida al pequeño. Si no hacía este gesto, era considerado padrino cacho y así se lo vociferaba la multitud exigiéndole tirar monedas, como vimos. Por otro lado, si el padrino llevaba monedas en el bolsillo cuando bautizan al niño, deberá repetir el nombre de su ahijado cada vez que gaste una para que vuelva mágicamente a él, reapareciendo entre sus ropas.
- Estrellas fugaces y dinero: En el Sur de Chile existían la tradición de tomarse las manos entre dos personas, si eran testigos del paso de una estrella fugaz. Debían pensar instantáneamente un número en sus cabezas, que se convertiría en la cantidad de monedas de oro mágicamente aparecidas en su bolsillo o cartera, cuando terminara el fenómeno.
- Cómo eliminar verrugas: Se frotaba una moneda con la sangre de un enfermo, se envolvía en un trozo de tela sucia y se arrojaba a la calle. Quien la encontrara y la recogiera, contraería el mal y liberaría al paciente del mismo.
- Las monedas de Lo Vásquez: Los viajeros y caminantes temían al "chuncho" o mala suerte (accidentes, asaltos, etc.), pero podían contrarrestar este peligro o "matarlo" dejando monedas en la alcancía de la iglesia del Santuario de Lo Vásquez, de camino a Valparaíso.
  • Monedas de la suerte: Andar con dólares, centavos americanos, papel moneda extranjero, monedas o billetes antiguos se considera algo que atrae a la suerte. Una moneda chaucha clavada en el mesón o el mostrador de una tienda o de un almacén, funciona como talismán protector para su dueño, según observó Francisco Cavada en Chiloé. En cambio, A. de la Cuadra Silva reportó que llevar monedas de cobre en los bolsillos atraía desgracias, tal vez por tomársela como representación de pobreza. Hoy, también se pueden ver en el comercio pirámides de cristal o cuarzo, y "gatos de la suerte" introducidos por inmigrantes orientales (los que mueven la mano), depositados sobre un montón de monedas de distintas denominaciones, como amuletos.
  • Billetes de la suerte: Existía la costumbre de guardar un "primer billete" ganado en un negocio, como seguro de que seguirá siendo redituable. Algunos comerciantes lo atesoraban enmarcado. A nivel más doméstico, existía el amuleto casero de un elefante de loza al que se le metía un billete de $1.000 o bien un ejemplar antiguo, enrollado y atravesando por dentro una cavidad que hacía la trompa doblada de la miniatura. En las fiestas religiosas del Norte de Chile, se le prenden billetes en las ropas de las figuras de Santos Patrones (¿algo que ver con los Ekekos del mundo andino?), para asegurar que la ofrenda sea respondida con generosidad y fortuna por parte del venerado. Un billete doblado de cierta forma en la billetera también puede atraer suerte y más dinero, se cree.
  • Arrojar monedas de los deseos en fuentes y piletas: Incluso la fuente colonial del Palacio de la Moneda tiene algunas monedas en su interior, arrojadas pidiendo deseos, acto a veces ejecutado de espalda a la fuente y tirándola por encima del hombro (si cae adentro y con un sonoro "glup" de aguas, se cumplirá con toda seguridad el deseo). La creencia es antiquísima, desde cuando se pensaba en Europa que todas las aguas estancadas podían tener propiedades curativas, además de estar habitadas por pequeños seres mágicos, lanzándoseles piedras y después monedas que, según la cantidad de burbujas que provocaba, anunciaban qué tan buenos se venían los días venideros para quien las arrojaba. Esto dio origen al mito del Pozo de los Deseos, que llegó así a América. Hay historias populares y leyendas de pillos que inventaron la fama de milagrosa a viejas fuentes, pozos y pilas en pueblos apartados o en sus propias casas, para hacer que los ilusos les arrojaran dinero con peticiones de favores, que ellos recogían después durante las noches. En los Saltos del Río Petrohué, además, se hizo costumbre también arrojarlas al agua de los pozones, hasta donde comenzaron a llegar astutos chiquillos que conocimos para recogerlas, durante las tardes.
  • Pedirle dinero a la Luna: La Luna siempre ha sido objeto de rogativas para solicitar dinero. Un sencillo pero popular conjuro de la sociedad santiaguina de antaño decía: "Luna, Luna, dame fortuna / Mamita Luna, dame salud y fortuna / Lunita nueva, dame moneda". Dice Plath en su "Aproximación histórica-folklórica de los juegos en Chile", que las madres le enseñaban esta canción a los hijos cuando veían por primera vez la Luna nueva, mostrándole una moneda o un monedero. Los adultos la cantaban distinto: "Lunita nueva / tres cosas te pido: / salvación, dinero /y un buen marido". Una canción ganadora del Festival de la Canción de Viña del Mar de 1989, representante de Gabón, cambió la frase popular a"Lunita, Lunita, dame platita".
  • Monedas en animitas: Si se dejan monedas en algunas animitas de fallecidos trágicamente o en tumbas milagrosas, el alma devolverá el gesto con favores concedidos. Como ya no le sirven en el Más Allá pero agradece el simbólico desprendimiento, el finado procurará que quien le obsequia las monedas sea el que disfrute de la riqueza.
  • El pago simbólico de las santiguadoras: En los antiguos campos chilenos, existían santiguadoras, meicas o componedores de huesos que no aceptaban recibir pago de dinero por sus servicios, pues creían que si lucraban con sus poderes de sanación o de mejora espiritual, los perderían. Para eso recibían vituallas, mercaderías o bien una cantidad exigua de dinero, generalmente monedas de pocos valor, pues se creía también que si no era pagado el servicio de alguna forma, éste no surtiría efecto.
  • Dinero en la Noche de San Juan: Se cuenta que, entre los innumerables ritos de la Noche de San Juan, están varios que se realizan con monedas o billetes para atraer (¡era que no!) al esquivo dinero. Una de ellos consiste en meter un papel con deseos anotados y monedas dentro de una bolsita anudada, acompañada de laurel y cintas anudadas en moños, para que sean quemadas con la efigie de San Juan Bautista durante la noche o en un altar especial dedicado al rito. Si se arroja cera o plomo fundido a un tiesto con agua, y el material toma forma de moneda, es porque se viene una entrega importante de dinero. Otros utilizan pirámides y monedas doradas para solicitar riqueza durante la celebración. También está el rito de meter en aquella noche, un billete doblado en cuatro dentro de un recipiente de cobre con velas alrededor, formando un círculo.
  • "La bosta del Diablo": En ciertas localidades de la Zona Central y Sur del país se ha dado este nombre al dinero, por considerar que los hombres que lo ambicionan pueden caer en la fiebre de delincuencia y de crimen que el deseo irresistible de poseerlo provoca. Tal vez fue la forma en que la gente de algunos campos chilenos, ajena a las formas de delincuencia más brutal, se explicaba las siniestras pasiones que el dinero era capaz de despertar y que se iban haciendo corrientes. El teólogo, abogado e investigador Hugo Zepeda Coll, muy dado al estudio de estas tradiciones oscuras, recuerda que hallándose de visita en un pueblo con su padre, el reputado parlamentario Hugo Zepeda Barrios, éste último le comentó a una autoridad local que el "dinero es la bosta del Diablo", pero el jefe local le respondió: "Pude ser, pero acá el Diablo es estítico".
  •  La "Moneda de la Libertad": Corresponde a la moneda de $10 emitida en la última década del régimen militar y que celebraba el 11 de septiembre de 1973 en su cara  como un día de "Libertad", según decía la misma moneda. Tenía acuñada la figura del Ángel de la Libertad alegorizando la ruptura de las cadenas. Esta moneda no ha vuelto a ser producida desde el retorno de la democracia, pero se ha convertido en una pieza de cierto interés como amuleto que "garantiza la libertad" de quien la posea, especialmente en el mundo delincuencial y carcelario. Hablaremos más extendidamente de esta creencia en la próxima parte de estos artículos.
LEYENDAS RELACIONADAS CON DINERO
LAS MONEDAS DEL JUDÍO ERRANTE
Las monedas del Judío Errante: Si algún día aparece en un mercado un señor anciano y vestido en forma andrajosa, que siempre compra productos y mercaderías en pequeñas proporciones con monedas de 2 reales o 25 centavos (o equivalentes), se podía estar en presencia del legendario Judío Errante, antigua leyenda europea que fue traída a América por los cristianos. Se supone que el personaje fue un judío que se burló o humilló a Jesús durante su camino al calvario, quedando condenado al eterno vagar por el mundo, sin poder morir ni detenerse. Parte del castigo es también portar monedas de baja denominación y tener que arreglárselas con ellas para sus necesidades, aludiendo quizás a la caricatura del judío avaro y tacaño, que se reprime al extremo en gastos de dinero. Esta leyenda ha ido desapareciendo, pero la imagen del Judío Errante permanece como un personaje de antología, tanto para representar los anatemas de discursos anatematizando al pueblo judío como para alegorizar el largo peregrinar y su perseverancia buscando refundar Israel.
  • El pacto del dinero que jamás se acaba: En los campos, entre huasos, temporeros y peones, antaño eran famosas las historias de patrones que hacían supuestos pactos vendiéndole el alma al Diablo para que nunca les faltase el dinero en vida, ese que parecía sobrarles todo el tiempo, volviéndose inagotable. Como algunos estancieros y dueños de fundos tenían la costumbre de andar repartiendo monedas o billetes entre niños y menesterosos, sacándolos de sus propios bolsillos y dando la impresión de que no podía acabárseles nunca, los pobladores más sencillos y ajenos a la riqueza se explicaban semejante escena sólo por influencia de intervenciones infernales, que justificarían también la riqueza y holgura de sus adinerados patrones. Estas leyendas aseguraban que el pacto satánico garantizaba a los sujetos que jamás se les acabase el dinero de los bolsillos de sus pantalones o carteras, que mágicamente volvía a aparecer cada vez que retiraba una moneda o billete.
  • Leyendas de monedas enterradas: Se ha especulado de tesoros piratas, jesuitas o coloniales compuestos por miles monedas de oro en muchas partes del país, como Quintero, Archipiélago de Juan Fernández, Isla de Pascua, Isla Imeldeb de Chiloé, Villarrica, Carelmapu, Quipué, las cavernas de Lonquén, Cajón del Maipo, Laguna de Aculeo, Ocoa, Morro de Arica, Hacienda La Marquesa, Caldera, Papudo, etc. Muchos enterramientos se consideran protegidos por hechizos o maleficios, sucediendo cosas extrañas alrededor de los mismos, como ruidos de cadena o alaridos de dolor. Una creencia decía que si se ve una luz flotando en la noche (como una luciérnaga), debe ser seguida discretamente pues, en donde se pose en tierra, hay un enterramiento de monedas valiosas. En Azapa escuchamos la versión de que monstruos y seres terroríficos acosarán a quien intente desenterrar el tesoro durante toda la operación, pero si se los logra ignorar con sangre fría y no ponerles atención, se podrá llegar a las monedas. Recopilaciones de testimonios hechos desde el Norte Chico por Plath, agregan que deben llevarse ceras benditas y rezar el credo al revés,  tras lo cual la vela saltará convulsionante hasta el lugar donde está el entierro esperando ser descubierto. En Chiloé y otras zonas del Sur, deben buscarse y cavarse en la Noche de San Juan.
  • Dinero de los brujos: En Salamanca saben que no es bueno recibir dinero de los brujos, menos si es por pago a acciones reprochables o moralmente conflictivas, que ellos suelen solicitar reiteradamente a los gentiles. Siempre pagan con misteriosas monedas de oro parecidas a doblones pero, pasada la noche completa, todos quienes las han recibido descubren en la mañana siguiente que las mismas monedas se han convertido en latones, piedras, trozos de huesos y hasta bolitas de estiércol seco, no habiendo posibilidad humana de ir a reclamarles, dados los riesgos sobrenaturales que eso conlleva. Sólo los que están en los círculos de confianza de los brujos, zafan de ser estafados con su falso oro conseguido con sus oscuras prácticas de alquimia negra.
  • Las monedas de una cueva encantada: El Diablo usa monedas para atrapar almas de incautos. Si se entra a alguna cueva abandonada de localidades como Chiloé, Talagante, Salamanca o Elqui, y se encuentra un misterioso cántaro u olla con monedas de oro, no se debe tocar ninguna, porque el Príncipe de los Infiernos quien las ha dejado allí para robar el alma de quienes osen sacar una siquiera. En algunas leyendas, se cree que en la oscuridad del lugar ha colgado el contrato advirtiendo de este pacto, pero los ojos de los intrusos no alcanzan a distinguirlo entre las sombras. Es como una especie de versión opuesta a la leyenda internacional del gnomo cargando su ollita con oro, o la del tesoro de monedas al final del arco iris.
  • Cómo encuentran hechiceros y apostadores su serpiente "familiar": Los brujos sureños llamaban "familiares" a las serpientes que cuidan mágicamente a él y a su lugar de conjuros. La forma de encontrar una en la Provincia del Ñuble, era arrojando una moneda reyuna (peseta colonial) a un grupo de culebras, denominado llepo. Todas escaparán, menos una, que se queda haciéndole guardia a la moneda: ésa es la "familiar", que debe criar en secreto y llevar siempre entre sus ropas, sin que se note, permitiéndole ganar apuestas y proteger sus intereses.
  • Males para perder dinero: También en el ambiente popular de los campos o barrios pobres de las ciudades, se creyó alguna vez que existían hechizos para hacer que el dinero se perdiera a sus propietarios, especialmente realizados por esposas despechadas hacia sus maridos o exparejas, por venganza. Lo hemos oído en Papudo, Melipilla, Maipú y el Cajón del Maipo. La leyenda decía, pues que un conjuro concreto condenaría a un sujeto a vivir perdiendo su dinero, sin que este lograra quedarle nunca en los bolsillos ni las billeteras, durándole escasamente después de recibirlo y no alcanzándole jamás para sus cálculos financieros. Se le desvanece, para ser precisos. Quizás el origen de esta creencia está en la tendencia a malgastar o dilapidar dinero en móviles hedónicos o recreativos (a veces, bajo estado de ebriedad), presente en algunos sectores culturalmente más precarios y menesterosos de la sociedad. Plath comentó el caso de dos comadres de pueblo de Ñipas, en Ránquil: tras enemistarse, una de ellas -al parecer- le echó un "mal" a la otra, haciéndole perder siempre sus monedas donde quiera que las guardara, maldición que duró por cerca de un año.
El "gato chino de la suerte" sobre monedas, moviendo la mano.
Los centavos y pesos con el mal llamado diseño "Dávila", de un oleccionista de Azapa. La errada creencia dice que el segundo breve período de la República Socialista agregó el detalle de la hoz y el martillo en el diseño del sello, que en realidad estaba presente desde el siglo XIX.
MITOS URBANOS MODERNOS
  • La moneda de José Bonaparte: En los años 60, se hizo un anuncio que resultó de interés en el ambiente de los coleccionistas numismáticos. Era el supuesto hallazgo de una moneda de Chiloé que habría sido acuñada después de la proclamación de José Napoleón como Rey de España, en 1808 y hasta 1814. Sin embargo, expertos como el investigador ítalo-chileno Alberto Trivero Rivera, concluyen en que se trató de una falsificación destinada a embaucar coleccionistas, no obstante que su pretendida existencia siguió apareciendo mencionada en algunos sitios webs y reseñas de anticuarios, tomándosela como una auténtica moneda obsidional de Chiloé en sus últimos años de administración realista.
  • El mito del Peso Dávila: A partir de 1895 y por mucho tiempo más, las monedas acuñadas en Chile de 5, 10 y 20  centavos, junto a las de $1, comenzaron a llevan en el sello un símbolo de ramas de laureles y, donde se cruzaban ambos abajo, una hoz y un martillo en la misma disposición que los adoptaría años más tarde el Comunismo Internacional, como su más distintivo e histórico símbolo, por lo que nada tenía que ver aún con dicha ideología política. Esta asombrosa curiosidad ha estado a la vista por años, pero sólo ha sido observada con más detención y cuidado en nuestra época. Se ha especulado que se trataría de una alegorización del trabajo-progreso o bien de simbologías crípticas más relacionadas con logias. La moneda estaba en vigencia aún cuando tuvo lugar el golpe e instauración de la llamada República Socialista, en 1932. Sin embargo, una extendida creencia asegura que en la segunda etapa de aquel efímero gobierno de facto, cuando la Junta fue relevada por el Presidente provisional Carlos Dávila, se acuñó la nueva moneda haciéndole con el símbolo y de alguna manera, un guiño a la Revolución Rusa y engañando discretamente a los gobernantes posteriores que la mantuvieron en circulación. El hecho cierto es que el cambio del peso desde plata a cobre-níquel sucedió el año siguiente, cuando la República Socialista ya había expirado, y como vemos el diseño con la hoz y el martillo provenía desde fines del siglo XIX. El mal llamado peso Dávila, entonces, se convirtió en la leyenda de la "moneda comunista" que, en verdad, nunca tuvo algo que ver con ese concepto.
  • La moneda de platino de 1914: La moneda de $1 de 1914 es una de las más caras y buscadas en la numismática chilena. Recuerda Ernesto Latorre Allende que, cuando fue lanzada en pequeña cantidad ese año, muchos creyeron que se trataba de una pieza acuñado en platino por un error de la Casa de Moneda, pues era el metal más caro del mundo y su uso en ellas debió ser detenido ni bien se detectó la anómala situación. Incluso algunos reputados coleccionistas, anticuarios e intelectuales cayeron en el error, basándose en la poca cantidad de unidades emitidas. Sin embargo, la verdad es que la serie de 1914 de esta moneda, comenzó a ser emitida  recién en diciembre por la Casa de Moneda, por lo que no tardó su cuño en pasar a 1915 y dejar pocas de ellas con año anterior en ellas. A pesar de eso, de todos modos es una pieza valiosa por su escasez.
  • El oscuro origen de los billetes con scotch: Hasta hace unas décadas, era común encontrar billetes partidos por la mitad y pegados con una tira de cinta adhesiva o scotch. Aunque es muy probable que se partieran por accidente al tirarlos del bolsillo o por el propio desgaste del material, cierta leyenda decía que estos billetes resultaban del pago de favores o adquisiciones en el hampa y las mafias de los bajos fondos: se entregaba la mitad de los mismos en garantía, y después, concretado el encargo o compromiso, se pasaban las otras mitades completando el pago. Recuerdo haber visto un filme del Lejano Oeste, en donde un personaje hacía esto mismo en una casita de remolienda, al no poder tomar completo su "servicio" y salir a resolver una emergencia.
  • Las monedas y billetes mortales: Es internacional la creencia de que el dinero es un extraordinario portador de gérmenes e incluso de enfermedades contagiosas, por ir de mano en mano. Sin embargo, las precauciones que suelen tomarse en Chile con respecto a la manipulación de monedas y billetes debe estar entre las más escrupulosas y responsables, nos parece. Hay mucho de cierto en estos temores: estudios de la Universidad de Oxford en 2013, encontraron cerca de 26.000 bacterias potencialmente perjudiciales para la salud en los billetes. No obstante, el uso apropiado del jabón contrarresta prácticamente todos los peligros que pueden derivar de la manipulación de dinero, pues deben tratarse de la misma manera que acariciar una mascota o afirmarse de un pasador en lugares públicos. La higiene apropiada combate cualquiera de las posibilidades "mortales" que algunos exagerados o alarmistas que adjudican al dinero.
  • Monedas "satánicas": Las monedas chilenas en actual circulación, tendrían un contenido satánico, alusivo al Anticristo anunciado en el Apocalipsis. La denuncia hizo algunos ecos en redes sociales en años recientes, y observa que si se suman todos los valores de las monedas chilenas, es decir 1 + 5 + 10 + 50 + 100 + 500, el resultado es el temido número 666.
  • Teorías conspiracionales sobre los billetes actuales: La última emisión de billetes, ha despertado en algunos chilenos una paranoia basada en teorías de conspitaciones internacionales, donde salen al baile logias secretas, anunnakis y reptilianos, entre otros representantes de la mítica fauna posmodernista. Para los cinco billetes, por ejemplo, se ha estilizado un símbolo indígena atrás del retrato de cada personaje, pero con seis estrellas que muchos relacionan con la Estrella de David o alguna runa como Hagal, a la manera de criptosímbolos. También se cambió el antu (Sol mapuche) de ocho brazos, por uno de siete, presente en los billetes de $1.000, $2.000 y $5.000, lo que genera sospechas. El billete de $1.000, que ha sido polémico por el retrato de un Ignacio Carrera Pinto escasamente parecido al verdadero militar (abordaremos este tema en la sexta parte de estos artículos), en realidad representaría al abogado liberal Juan de Dios Arlegui, Primer Gran Maestro de la Logia Masónica de Chile en 1862, y los números 6 en sus solapas aludirían a la Bestia del Apocalipsis, no al 6º de Línea "Chacabuco" del que fue parte el héroe. El billete de $5.000 con Gabriela Mistral, en tanto, lleva atrás un paisaje de palmas chilenas (Parque Nacional La Campana) con una lechuza tucúquere, en la que algunos creen ver con suspicacia una representación del demonio Moloch o bien la figura del búho usado como símbolo por ciertas organizaciones relacionadas con la masonería, Illuminatis o la oligarquía internacionalista tipo Bohemian Club, presente también en billetes de los Estados Unidos. Por otro lado, la presencia de paisajes del Sur de Chile en los billetes de $1.000 (Parque Nacional Torres del Paine) y $10.000 (Parque Nacional Alberto de Agostini), revelaría intenciones internacionales nada sanas para con respecto a dichos territorios de la región magallánica.
En la Parte V de esta serie sobre folklore y numismática, me daré tiempo de comentar algo sobre el poco conocido interés que algunos tienen por la llamada Moneda del ángel de la Libertad, correspondiente a la que hacía apología del 11 de septiembre de 1973 y que, más allá de la política, hay quienes han convertido en un verdadero amuleto o trofeo.

FOLKLORE Y NUMISMÁTICA DE CHILE (PARTE V): EL CASO DE LA MONEDA-AMULETO "DE LA LIBERTAD"

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El controvertido Ángel de la Libertad.
Recapitulando esta serie sobre folklore y numismática con algunos tintes de historia del dinero en Chile, se recordará que comencé con los nombres que se dan popularmente a las monedas y billetes en actual circulación (parte I), seguida del caso específico de las monedas llamadas chauchas (parte II), más los motes que recibían las monedas y billetes antiguos (parte III) y un artículo especialmente dedicado a los mitos, creencias y tradiciones chilenas que involucran dinero (parte IV).
Ahora, en esta entrada (parte V), quiero darme el tiempo de revisar un caso de manera especial, parecido a como hice con el asunto de la chaucha, dedicándole la entrada completa a la curiosa situación de la moneda con el llamado Ángel de la Libertad, no sólo por lo que representa en el mundo de la memoria histórica y las pasiones humanas o políticas, sino también por la extraña atracción que provoca en algunos círculos donde se la aprecia como un buen amuleto y un símbolo libertario, más allá del significado original que quiso imprimírsele cuando comenzó a ser acuñada en los años 70.
Tal como en entradas anteriores, existe muy poca información disponible sobre el tema que trataré acá, por lo que agradecería cualquier aporte adicional que pudiese hacerse con relación al asunto de cómo es interpretada esta moneda en ciertos ambientes, especialmente en el mundo carcelario, ya que si bien pude tomar un número interesante de testimonios, siempre surgen diferencias o elementos nuevos en el cotejo de las versiones que pueden obtenerse de expresidiarios o de personajes relacionados con esos bosques oscuros.
LAS MONEDAS CON EL ÁNGEL DE LA LIBERTAD
No fue la primera vez que se ha puesto una pieza monetaria al servicio de intereses discursivos de la política; quizás, tampoco fue la última. Sin embargo, el llamado Ángel de la Libertad ha adquirido ribetes controversiales evidentes, por su contenido y la interpretación histórica de la que es depositario.
El origen de este diseño en la numismática, se encuentra en acuñaciones realizadas en 1976 año en que ven la luz unas monedas especiales de celebración: $500 (grande, oro), $100 (chica, oro), $50 (más chica, oro) y $10 (mediana, plata), todas ellas con la imagen de una alegoría femenina de la libertad (parece ser la diosa Libertas o bien Niké-Astrea, de la Victoria), alada, levantando los brazos y rompiendo unas cadenas que apresaban sus manos. Conocida como el Ángel de la Libertad y trazada con la iconografía del mundo clásico, la deidad iba acompañada por las leyendas: "1973-1976" y (en mayúsculas) "3er. Aniversario de la Liberación de Chile", en todas ellas. Al reverso de las cuatro, en cambio, podía verse el Escudo Nacional con las inscripciones: "República de Chile" y el valor respectivo de "500 pesos", "100 pesos","50 pesos" y "10 pesos".
Obviamente, el diseño de la pieza aludía al 11 de septiembre de 1973 y desde el categórico punto de vista del régimen, que a la sazón buscaba ya formas de unificar el discurso político e histórico de entonces en un sentido favorable para sí (recordar la realización de la Consulta Nacional sólo dos años después, en 1978) y con la aspiración de sentarlo como el definitivo, para los varios años que aún le quedaban en el poder.
Cabe aclarar que estos diseños de monedas no eran para los 10 años del golpe, como se ha dicho alguna vez, pues la conmemorativa de 1983 era una moneda en medida de onza plata y con un soso aspecto, muy diferente y menos artístico que el de la moneda de marras, alusivo en su caso a la Llama de la Libertad que acababa de ser trasladada desde el Cerro Santa Lucía hasta el Altar de la Patria. Su sencillez espartana casi parecía reflejar la reciente crisis económica, conocida como la Recesión Mundial.
Como estas primeras piezas con el Ángel de la Libertad de 1976 eran tales monedas conmemorativas de lujo y no circulantes, quizás habrían pasado inadvertidas para la mayor cantidad de los chilenos. Empero, paralelamente, las monedas de $5 y $10 comenzaron a ser fabricadas en cupro-níquel durante ese mismo año, acuñándose series en la Casa de Moneda que aún están en vigencia y valor, aunque su diseño ya ha sido modificado por las razones que veremos. Básicamente, las monedas nuevas celebraban lo mismo que las de lujo.
Ésta sería, a la larga, otra de las emisiones controvertidas en la historia numismática chilena, pues ambas traían al reverso el mismo Ángel de la Libertad conmemorativo, acompañado ahora por las palabras "Libertad", "República de Chile" y la fecha "11-IX-1973". Las monedas redujeron su tamaño en 1981 y pasaron a ser de níquel-cobre-zinc, pero no cambiaron el Ángel de la Libertad que iba por reverso, con las mismas inscripciones conmemorativas.
Moneda de $10, acuñada entre 1976 y 1981. Era más grande que la actual y de color plateado (cupro-níquel). Sin embargo, la posterior sólo varió en material y tamaño, no en sus diseños. Fuente imagen: Colnect.com.
Monedas Conmemorativas de 1976, oro y plata, con el Ángel de la Libertad. Paralelamente, se produjeron ese año las primeras monedas de $5 y $10 con esta misma imagen en el reverso.
FIN DE LA ACUÑACIÓN
Por cerca de 15 años estuvieron siendo acuñadas estas monedas "de la Libertad", como las apodaron algunos. Pero su historia no terminaría con el posterior fin de sus emisiones, como veremos.
Al retornar la democracia en 1990, el nuevo gobierno de la Concertación de Partidos por la Democracia, capitaneado por Patricio Aylwin en la Presidencia, estaba decidido a detener la acuñación de las monedas de $5 y $10 con este diseño en la Casa de la Moneda, siendo reemplazado por decreto el reverso: desde ahora, iría en ella el perfil de Bernardo O'Higgins ya presente en otros cuños  (la de $50), y es la que actualmente está vigente. A la de $5, además, se le cambiaría por completo la forma y tamaño en 1992.
Cabe comentar que las últimas monedas con el Ángel de la Libertad alcanzaron a ser producidas ese mismo año de 1990, efectivamente, y así aparecen fechadas algunas piezas.
Desde entonces, hay quienes se han puesto casi como un desafío personal ir reteniendo estas monedas para evitar que circulen y sigan manteniendo a la vista la imagen de la alegoría de la libertad asociada a tal fecha. Recuerdo, por ejemplo, a una muchacha de origen español que, todavía en 2008, prefería perder frascos completos de estas monedas reunidas una a una y guardadas en su armario, antes que devolverlas al comercio. Oficialmente, sin embargo, la Casa de Moneda y el Banco Central ha desmentido ya en 2005 y 2011 que esté en alguna clase de cruzada por atrapar y retirar estas monedas, por lo que se puede entender que han ido desapareciendo sólo por la gradualidad del reemplazo en la circulación connatural del dinero y no por una recolección puntillosa.
Por otro lado, la ciudadanía (siempre con tendencias al alarmismo y la exageración) incluso creyó en algún momento, que había que cambiarlas porque perderían su valor, o bien que el Banco Central pagaría mejores cifras por ella, para devolverlas y retirarlas lo que también debió ser desmentido por la institución, luego de que la leyenda se volviera más activa que nunca hacia los meses de agosto y septiembre del año 2005.
Empero, a pesar de la urgencia que se tuvo por parar de producirlas, ya era muy tarde para hacerlas desaparecer: su gran número de unidades acuñadas hasta casi encima del cambio de mando, las hacía piezas abundantes y populares.
Aunque por entonces aún eran de relativo a poco interés para los coleccionistas, sí resultaban importantes para gente que se identificaba con el pinochetismo, habiendo quienes las atesoran todavía como un verdadero símbolo ideológico o histórico, pues el Ángel de la Libertad fue un potente emblema ligado definitivamente a aquel período histórico y sus discursos oficiales, además de reaparecer en la medalla militar conmemorativa de 1990 llamada "Misión Cumplida", que se  había producido para el período del cambio de mando de ese año.
A la izquierda, cara y sello de la segunda moneda de $5 con el Ángel de la Libertad, más pequeña que su antecesora. Puede observarse que está fechada en 1990, correspondiendo a las últimas partidas que acuñaron en la Casa de la Moneda con esta efigie. Al centro, moneda de $10 de la nueva partida de 1981 que redujo el tamaño de las mismas y cambió su material a níquel-cobre-zinc, pero conservando la imagen y enseña alusiva a la "Libertad". Finalmente, a la derecha, la misma moneda pero de las partidas de 1986, que supuestamente presentaba leves diferencias en las tipografías usadas en el anverso, aunque no las verificamos tan notorias al menos en esta comparación.
¿UN VALOR COMO COLECCIONABLE?
Medalla "Misión Cumplida" de 3ra. Categoría.
LA MEDALLA CON EL ÁNGEL DE LA LIBERTAD
Quienes atesoran las monedas "de la libertad" sólo por cuestiones políticas y simpatías, destacan no sólo el símbolo con relación al 11 de septiembre de 1973 y la Dictadura, sino también su similitud con una medalla militar igualmente discutida y que fue hecha en los últimos meses antes de que el General Augusto Pinochet debiese entregar el mando del país, como consecuencia de haber perdido el Plebiscito de 1988.
Esta medalla, hecha en bronce y en cobre, es conocida como la distinción "Misión Cumplida" (va tal inscripción en ellas, bajo un "Por Chile"). Utiliza exactamente el mismo diseño alegórico de la moneda conmemorativa y las antiguas de $5 y $10 en ella. No es la otra condecoración llamada "11.Sep.1973", como ha señalado alguna vez cierto medio informativo, correspondiente esta última a una estrella colgante sin semejanza a la que se describe.
Por supuesto, ha causado irritación en ciertos personeros su presencia entre las condecoraciones de oficiales en actos públicos o ceremonias oficiales, a pesar de que -técnicamente hablando-, su empleo se ajustaba al reglamento vigente. Por esta última razón, el gobierno de turno ha tratado de terminar con su uso, o al menos ha manifestado que su deseo de prohibirlas.
Es discutible el valor actual de estas monedas como piezas numismáticas, testimoniales e históricas. No obstante, basta revisar las secciones de portales de ventas para coleccionistas o anticuarios en internet, para notar que hay un innegable apetito por las mismas por parte de algunos buscadores.
En otro aspecto, con relación a la posibilidad de que tuviesen algún valor por su progresiva escasez, el muy instructivo blog Monedas de Chile (monedasenchile.blogspot.cl) tiene información interesante sobre las cantidades y series anuales que que emitieron, particularmente de la moneda de $10 pequeña (mismo tamaño actual), tomada del "Catálogo de Monedas Mundiales Krause" 2015:
  • 1981: 55 millones
  • 1982: 45 millones
  • 1983: No hubo (es de suponer que por la crisis económica)
  • 1984: 30 millones
  • 1985: 400 mil
  • 1986: 50 millones (recuperación económica)
  • 1987: 8 millones
  • 1988: 45 millones
  • 1989: 73 millones
Cabe comentar que la doble emisión de la moneda de $10 de 1986, con 25 millones de unidades por cada una, es señalada por algunos con una particularidad que ha ido despertando cierta atención para los numismáticos: su número habría cambiado de tipografía, apareciendo en caracteres diferentes. Esto ha provocado un interés particular de algunos buscadores pero también algunos mitos, además de confusiones sobre su verdadero valor.
Técnicamente, sin embargo, la más valiosa de las piezas debiese ser la fechada en 1985, si especulamos sobre los criterios de búsqueda que suelen manifestar los coleccionistas. Esto, por la escasa cantidad de unidades hecha ese año, como vimos. De cualquier modo, ninguno de estos dos ejemplares estaba siendo comprado por el Banco Central hace unos años, como se ha rumoreado muy equivocadamente en algún período y también dando pie a la creencia de que se estaría intentando acelerar su retiro de la circulación monetaria vigente.
Aunque no hay confirmación a la vista, tenemos entendido que se han vendido ejemplares de estas dos monedas de $10, de 1985 y de 1986, hasta en $10.000 actuales, pero esto habría sucedido a través de los portales de ventas, donde llegan los supuestos coleccionistas buscándolas. No es mucho más lo que puedo aportar al respecto como alguien ajeno a esos círculos de compradores y estudiosos.
Anverso y reverso de las monedas conmemorativas emitidas en el tercer aniversario del 11 de septiembre de 1973, en las vitrinas del recuento histórico de monedas chilenas del Museo del Banco Central.
EL ÁLBUM DE VELVET REVOLVER
Aunque no pertenece a nuestro enfoque sobre folklore cruzado con numismática, quisiera recordar un hecho bastante curioso sucedido en 2007, cuando el diseño de la moneda fue internacionalizado por el segundo disco de estudio de la banda hard rock norteamericana Velvet Revolver. Fue uno de los casos más intrigantes de diseños de carátulas modernas que hayan causado polémica en el mundo musical, por cierto, y no sólo por involucrar a nuestro país.
La banda, compuesta por los ex Guns N'Roses, Slash, Duff McKagan y Matt Sorum, más el guitarrista Dave Kushner y el fallecido exvocalista de Stone Temple Pilots, Scott Weiland, lanzó el álbum titulado "Libertad" en julio de ese año. En su carátula, mostraba un diseño estilizado del mismo conocido en las monedas señaladas, con el Ángel de la Libertad rompiendo las cadenas, en fondo negro y rodeada de estrellas. La imagen aparecía también en el single "She builds quick machines", con algunos leves cambios.
Era imposible que tan evidente alusión a las monedas nacionales, pasara inadvertida a quienes las conocían, como podrá adivinarse.
A mayor abundamiento, el diseño de portada habría sido tomado de un collar que tenía una o más de estas monedas y que llegó a manos de la productora de la banda, según explicó después el famoso guitarrista Slash a una radio chilena (al enterarse de la críticas por el uso de tal imagen), desde donde se inspiraron para ponerla en la contraportada del álbum. Podemos conjeturar que se trataba de un obsequio recibido en el país, durante una presentación del mes de abril anterior.
Por lo anterior, se cree que desconocían el sentido original de esta alegoría en las monedas de $5 y $10 chilenas, actuando inocentemente al escogerla como su imagen. Empero, hay quienes creían que el cuño del Ángel de la Libertad había sido conocido por los músicos o los productores en su visita reciente a Chile, con ocasión del  concierto, y que desde entonces tenían la intención manifiesta de aludir al país en su siguiente disco, eligiendo así la efigie de la diosa libertaria de la moneda para él.
A pesar de la discusión generada por el affaire de Velvet Revolver, poco importó a sus fans el asunto y así el Ángel de la Libertad anduvo paseando -además del disco- por camisetas, parches y chapitas por largo tiempo. Incluso se contaba entonces que algunos muchachos rockeros seguidores de la banda, lograban conseguir monedas originales de $10 y se hacían collares o pulseras con ellas, simbolizando su devoción por el disco y los músicos.
El Ángel de la Libertad en el álbum de Velvet Revolver
UN AMULETO EN LA "CANA"
Fuera del coleccionismo y sus potenciales comerciales, un aspecto poco conocido de acogida y simpatía con la famosa moneda, proviene de un lugar que a algunos podría sorprender y a otros parecerle bastante comprensible: los códigos y simbologías que se aprecian en el ambiente carcelario y en los bajos fondos.
Aunque este tema está escasamente abordado, sabemos por varios testimonios de expresidiarios que la moneda "de la libertad" tiene una extraña preferencia en la subcultura "canera" (carcelaria) donde es bastante cotizada por considerársela un verdadero amuleto: una especie de objeto atractor de buena fortuna, para procurar la vida libre del sujeto que ha optado por el camino de la delincuencia y de las deudas con la justicia. Incluso habría aparecido en artesanías y orfebrería de algunos internos, pero no hemos podido verla aún en esta clase de aplicaciones. El collar del que habló en su momento el músico Slash, quizás tenga algo que ver con esto.
Por la descrita razón, ciertos presos y exconvictos las coleccionan obsesivamente, asegurando que la posesión de estas monedas les traerá mejores posibilidades para salir de las rejas en caso de ser atrapado o bien les facilitará su buena suerte para no regresar a ellas.
He conocido casos de algunos hampones del Norte Grande que incluso se tatuaron la imagen de la mujer rompiendo las cadenas, algo que en ningún caso se interpreta de manera política dentro de las comunidades penales. Muchos delincuentes tienen también turros de estas monedas en alguna parte de sus hogares, guardándolos con orgullo, pues aun si no creen en atribuciones supersticiosas o de fortuna que se le otorgan, prevalece para ellos el símbolo representado en las mismas... Es decir, la libertad, ser libre: el protector Ángel de la Libertad.
Concientes de la estima que provocan, entonces, algunos presos han usado estas monedas de $10 como objetos de pequeños trueque dentro de los recintos penitenciarios, pero muy por encima de su valor real. Uno en particular me aseguró que, ocasionalmente, las pequeñas artesanías con aspiraciones de ser joyería las emplean también en este medio, para asegurarse llevarlas siempre encima como colgantes o llaveros, por ejemplo. Además, el gesto de recibir de otro una moneda "de la libertad" como obsequio, debe ser necesariamente agradecido.
Desconozco qué tan esparcida y posicionada esté esta interpretación de la moneda como amuleto "canero", pero quizás desde esta situación provenga cierta creencia popular que también ha ido apareciendo en estratos populares: la de creer que es una señal de "buena suerte" que aparezca esta misma moneda del Ángel de la Libertad en un vuelto, en el suelo o un mueble, algo que -de seguro- no es muy del agrado de los que se han esforzado por eliminar esta moneda del catálogo de cuños chilenos en circulación, o bien han aguardado por más de 25 años ya para que no vuelvan a aparecerles.
En la próxima parte de esta serie sobre folklore y numismática, repasaré algunos hechos históricos significativos pero con más carácter de curiosidad para Chile sobre sus monedas, sus billetes y su dinero en general.

PEPITA TURINA: LA GENIALIDAD HECHA MUJER EN LAS LETRAS CHILENAS

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Pepita Turina (1907-1986). Fuente imagen: gentileza de su hija Karen Müller.
A principios de este mes que ya termina, se cumplieron 110 años del natalicio y 31 desde la muerte de una insigne y valiosísima escritora chilena: Josefa Alvina Turina Turina, más conocida como Pepita Turina. Curiosamente, en el mismo día doblemente conmemorativo para ella, 1° de marzo pasado, falleció otra escritora chilena y dignísima joya representante de las grandes mujeres en este oficio: Alicia Morel.
Patricia Pinto, en "Escritoras chilenas", comentó de Pepita que "al igual que sus coetáneas, la narrativa de Turina se centra en la problemática existencial femenina bajo el patriarcado de la primera mitad del siglo", abordando temas como la dependencia femenina del varón, la falta de libertades, la soledad y las consecuencias de las rupturas con las normas sociales. Desde muchos aspectos, la vida de la escritora fue desafiar estas limitaciones y abrirse espacio en círculos cerrados de intelectualidad, a pesar de su tendencia más bien retraída y poco dada al lucimiento.
Pepita nació en Punta Arenas el 1° de marzo de 1907. La fecha y lugar del natalicio han sido reproducidos con errores muchas veces por reseñas biográficas, como parte del mal conocimiento que se tiene de esta gran mujer y por la falta de información que existía sobre este dato específico.
Nació de la unión de dos inmigrantes yugoslavos establecidos en Magallanes: Joanne Turina Baretic y Elizabeta Turina Gudac, que habían castellanizado sus nombres a Juan e Isabel. El apellido croata de ambos se relaciona con Turinovo selo, que significa pueblo de los Turina, y fueron los primeros Turina que llegaron a la ciudad austral a bordo del vapor "Potosí", el 23 de marzo de 1892. No se sabe si eran primos lejanos o si es coincidencia que tuviesen el mismo apellido.
La familia se mudó a Valdivia en 1912, a sus cinco años, donde estudió en el Liceo Fiscal hasta 5° año de humanidades, en 1922. Allí había iniciado sus actividades literarias, de acuerdo a lo que informa el "Diccionario Biográfico" de Chile", de la Empresa Periodística Chile. También entró a estudiar piano en el Conservatorio de Música de la misma ciudad, hasta 1927.
Su primer trabajo literario publicado, apareció en el diario "El Correo de Valdivia" del 1° de marzo de 1931, justo en su cumpleaños 24, en una sección llamada "El cuento del domingo". Tres años después, veía la luz su primer libro: la novela corta "Un drama de almas", difícil de encontrar en nuestros días. En ella, escribe aludiendo al sentimiento de indefensión y la congoja de la protagonista, dando ya una muestra de la delicadeza y belleza que fluiría por sus obras literarias, incluso al describir la perturbación:
"Una tristeza infinita la invadió al encontrarse de pronto desamparada, sola en su inmensa renunciación. Nadie podía apreciársela; sería eternamente ignorada. Sentía flaquear su fuerza física por el esfuerzo moral. Ya no era la Beatriz capaz de vencer obstinaciones rebeldes. Si alguien le hubiera dicho, en ese momento, una palabra suave de piedad, o cogido tan sólo un poco de compasión su cabeza cansada, no pudiendo reprimir su desolación, habría estallado en sollozos".
Pepita en su juventud, disfrazada para la Fiesta de la Primavera de Valdivia, en 1935. Fuente imagen: gentileza de su hija Karen Müller.
Mujer inmensa cultura, con una particular visión social crítica de todo y cargada de una intelectualidad avasallante, la joven comenzaba a abrirse paso ya hacia el merecido reconocimiento a su persona y a su expresivo trabajo.
Pepita recibe el primer premio del Concurso Floral de las Fiestas Primaverales con su "Prólogo a la primavera", en 1935. Ese mismo año, será una de las fundadoras del Círculo de Difusión Cultural de Valdivia, gracias a su obra "Un drama de almas" que, curiosamente, ella no estimaba mucho, según recuerdan sus biógrafos. Primera mujer de la institución y única entre todos sus integrantes fundadores, para 1936 ya era secretaria de la misma, siendo a la sazón su presidente don Álvaro Bombal Murúa. Allí participa en conferencias, sesiones de piano, crea La Semana del Arte y el Primer Salón de Bellas Artes de ese mismo año, al que concurren artistas de la talla de Julio Ortiz de Zárate, Samuel Román, José Caracci, Arturo Valenzuela, Marco Bontá y Lorenzo Domínguez.
El 2 de agosto de 1936, se publicará en el diario "El Sur" de Concepción, un hermoso cuento suyo titulado "La mañana", donde podemos leer más de esos bellos pasajes reflexivos:
"¡Oh el dolor de su descontento! ¡Oh el terror al vacío! ¿Oh el ansia de un disfrute de verdadero amor, cerca de una juventud, sana y violenta, en que cada roce hubiera sido de una electricidad magnífica que hubiera proyectado al paisaje toda una fantasmagoría de luz y de pasión".
También en 1936, ya cerca de los 29 años, Pepita contrajo matrimonio con el poeta, periodista y escritor Miguel Gómez Herrera, oriundo de Santa Cruz de Colchagua y diez años mayor que ella. La pareja duró poco y no tuvieron hijos, sin embargo, pues él falleció en Santiago en 1939, hasta donde se habían trasladado, dejando viuda a la escritora.
En 1938, Pepita había dado otro golpe al ser aceptada como socia de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH), siendo la única mujer del grupo compuesto por personalidades literarias como Manuel Astica Fuentes, Alberto Baeza Flores, Antonio Bombal Murúa, Rafael Cabrera Méndez, Orlando Cabrera Leyva, César Bunster, Rafael Fernández Rodríguez, Nicomedes Guzmán, Arturo Gardequi Bilbao, Francisco Galano, Reinaldo Lomboy, Samuel Pantoja Cerda, Julio Ortiz de Zárate, Gerardo Seguel, Efraín Szmulewicz, Fortunato Santibáñez, Pepita Turina, Juan Uribe Echevarría, Victoriano Vicario y Miguel Ángel Vega Morales. Para entonces, el presidente de la SECH era don Alberto Romero.
A partir de 1940, comenzará a trabajar para la Universidad de Chile, partiendo como Catalogadora de la Biblioteca Central y siendo su jefe don Héctor Fuenzalida, para seguir como secretaria de la Escuela de Educadoras de Párvulos de la misma casa desde sus inicios, donde inició sus actividades el 22 de noviembre de 1944. Era su directora la maestra, abogada y pedagoga española Matilde Huici Navaz (1890-1965). En tanto, habrá de publicar nuevas obras como la novela "Zona íntima: la soltería", en 1941 y el prólogo biográfico "Walt Whitman, cotidiano y eterno" en 1943. En este último trabajo, basado en una conferencia dictada por la escritora en el Salón de Honor de la Universidad de Chile el 26 de marzo del año anterior, escribió la autora sobre el insigne poeta estadounidense:
"Materialista a su modo, nunca se le conoció ambición de riquezas, ni atracción por las mujeres o por los placeres comunes y corrientes. Absorbido por su gran idea, se saturaba de una serie de materias diversa. Se interesaba por las antiguas y por las nuevas civilizaciones. Asistía a las conferencias, frecuentaba gabinetes científicos. Hizo incursiones por la política, perteneció al partido Democrático y al Republicano, apareció en los estrados como orador, represento pequeños roles en un círculo de aficionados al teatro. Entraba a esta serie de cosas como aprendiz de la vida".
Pepita Turina en 1939, a los 32 años.
En estas actividades en Santiago, la viuda inicia una relación con el escritor, folklorólogo e investigador infatigable César Octavio Müller Leiva, más conocido como Oreste Plath, en una feliz unión formalizada con el matrimonio de los dos altos intelectuales, el 2 de febrero de 1945. La familia quedó completa el 28 de marzo de 1946, con el nacimiento de mellizos Karen Müller Turina (nuestra gran guía para este texto dedicado a su madre) y su hermano Carol Müller Turina. Curiosamente, ambos tenían por segundo nombre Plath, el famoso seudónimo del padre, tomado de una marca de cuchillería alemana.
Pepita fue una de las fundadoras del Teatro Experimental y de la Agrupación Amigos del Libro. En 1945, ya es directora del PEN Club de Chile, compuesto por literatos de la talla de Ricardo Latcham en la presidencia, Augusto D'Halmar como vicepresidente y Chela Reyes como secretaria-tesorera, siendo sus directores Domingo Melfi, Mariano Latorre, Januario Espinoza, Lautaro Yankas, Francesc Trabal, Hernán del Solar, Santiago del Campo, Leoncio Guerrero, Eugenio Pereira Salas y la propia Pepita Turina con Oreste Plath. Permanecerá como miembro de este organismo, además de la Asociación Folklórica Chilena y de la Mesa Redonda Panamericana.
La autora colaboraba en la revista semanal "La semana literaria", órgano del PEN Club de Chile, participando también en la Radio Sociedad Nacional de Agricultura (CB-59). Sus participaciones en medios radiales incluirán también programas como "La hora de los grandes maestros de la música", "La hora yugoslava", "La Semana Literaria" y "La Hora de Brasil", entre otras. A partir de 1946, asume como secretaria del Boletín del Centro de Estudios "Federico Fröebel", que es lanzando en diciembre de 1946 bajo dirección de Matilde Huici Navaz, revista donde escribirá varios artículos como "Observemos a nuestros hijos" (Año 1, N° 2 primer trimestre de 1947), "El juguete de lujo y su calidad superflua" (Año 1, N°4 tercer trimestre de 1947) y "Apuntes tomados de la observación directa de mis hijos mellizos" (Año III, 4° trimestre 1948, 1° y 2° 1949, Números 9, 10, 11, p. 14).
Para 1946, se ha hecho alumna del Curso de Biblioteconomía de la Universidad de Chile, gracias al aporte de la Fundación Rockefeller y que permite que se dicten en Chile los primeros Cursos de Bibliotecarios a funcionarios de las Bibliotecas de la Universidad de Chile. El profesor encargado del programa es el norteamericano Edward Martin Heiliger, quien vino a Chile acompañado por su esposa. Las materias del mismo profesor eran Bibliografía, Referencia, Catalogación, Clasificación Dewey y Administración de Bibliotecas.
La escritora sigue colaborando en una gran cantidad de medios que se suman a su ya extenso currículum: periódicos de Santiago como "El Mercurio", "El Diario Ilustrado", "Las Últimas Noticias", "El Heraldo de Ñuñoa", "La Prensa", "Frente Popular", "La Nación", "La Opinión", "El Siglo", "La Hora", "El Imparcial", "El Cronista"; revistas santiaguinas como "Hoy", "Occidente", "Margarita", "En Viaje", "INBA", "Saber comer… y vivir mejor", "Carabineros de Chile", "El Volantín", "Remolino", "Mampato", "Mapocho", "Portal", "NuevAurora", "Selecta", "Toma y Lee", "Peregrino"; en periódicos de provincia como "El Correo de Valdivia", "El Sur" de Concepción, "La Prensa de Osorno", "La Prensa Austral" de Punta Arenas, "El Magallanes" también de Punta Arenas y la revista "Atenea" de Concepción; periódicos extranjeros como "El Nacional de México" y "El Argentino" de Argentina; y revistas extranjeras como "Histonium" de Buenos Aires, "BookBird" de Viena y el Cuaderno Literario "Azor" de Barcelona.
Como hacía desde muy joven y siguió haciendo durante toda su vida activa, Pepita Turina participó en una gran cantidad charlas y exposiciones por todo Chile,  para la Universidad de Concepción y la Universidad de Chile. Sus temáticas, en estas charlas, estaban relacionadas con temas musicales, literarios y muchas veces sobre los niños, algo que siempre fue de particular interés para ella. Dictó también conferencias en casas de estudios de Uruguay y Argentina.
Invitación de Plath y Turina a una fiesta ("mitote") con motivo de la Primera Semana Folklórica Americana, en su casa de calle Los Diamelos, en el verano de 1953. Fuente imagen: Memoria Chilena.
En 1952, deja su trabajo en la Universidad de Chile tras 12 años en la institución. Problemas de tiempo y ánimo la tienen decaída, mientras vive con Oreste y sus hijos en calle Los Diamelos, Providencia, cerca de Bilbao. Ambos se potencian, sin embargo, y publican juntos a través de Ediciones PlaTur, nombre creado por la unión de Plath y Turina. Ha salido de imprentas, para entonces, su ensayo sobre siete poetas chilenos (Humberto Díaz Casanueva, Rosamel del Valle, Antonio de Undurraga, Juvencio Valle, Jacobo Danke, Chela Reyes y María Silva Ossa). Titulado "Sombras y entre sombras de la poesía chilena actual", en 1952, en la introducción, Pepita reflexiona con su siempre exquisita prosa:
"Yo digo: les conozco, les he visto, los he leído, los he estudiado, ¿El todo? Un resultado, pero no matemático. No creo en las verdades absolutas. No somos ni verdaderos ni absolutos. Siendo indivisos, formamos parte ineludible de la palabra multitud, Y nuestra indivisibilidad es eternamente multiplicativa. Por lo mismo, a nadie impongo la seguridad de una convicción. Un verso no es explicable; tampoco un ser, en las medidas exactas e indudables que quisieran exigirse.
Yo he tenido de estos poetas un conocimiento progresivo premeditado e impremeditado, La impremeditación venía desde que, sin pensar cogerlos para estudiarlos, ni menos para hablar de ellos; cuando todavía no estaban elegidos como tema, los conocía ya; sus aspectos físicos y espirituales me habían rozado. La premeditación vino cuando hubo una transición en mis observaciones y traté de captar más; cuando seguí el proceso directriz de iniciar la búsqueda de lo conocido para superconocerlo.
Perteneciendo a la generación actuante, son seres alcanzables por todas las tenazas sensibles que actúan frente a quienes pertenecen a nuestro tiempo y están, como se dice corrientemente, al alcance de nuestra mano".
En 1960, en la obra "6 cuentos de escritores chilenos yugoeslavos" de Ediciones PlaTur, figura su relato "La mujer que no quiso ver el sol", en uno de cuyos párrafos medita también sobre la muerte y el luto, de la siguiente manera:
"Es difícil saber por qué en los duelos las casas se llenan de gente. Se acercan conocidos y desconocidos. Se saturan de tragedia y quieren ayudar a evaporaría con su presencia, o simplemente por curiosidad y entretenimiento de la tragedia. Las lágrimas como las risas son espectáculo. Toda reunión de gente, aunque sea la de un duelo, es espectáculo. Hay trajes, gestos, movimientos. ¿La comprensión? Eso es lo de menos".
Aunque ha comenzado a apartarse de la intensidad con la que antes trabajaba en las letras y la cultura, en enero de 1964 actuará como cofundadora de la Sección Chilena de la Organización Internacional para el Libro Infantil-Juvenil (IBBY: Internacional Board on Books for Young People), por invitación especial de su colega Ester Hunneus Salas de Claro, más conocida como Marcela Paz, la autora de "Papelucho". Fue secretaria del organismo hasta 1970, entre cuyas integrantes estuvieron otras tremendas escritoras como Alicia Morel, Maité Allamand, María Silva Ossa, Chela Reyes, Gabriela Yáñez de Figueroa y Mónica Echeverría. Más tarde, Turina asume como directora y sirve como corresponsal del "BOOKBIRD", órgano oficial de la misma Organización, que se publica en Viena.
En sus última década de vida, presentará un nuevo trabajo autobiográfico titulado "¿Quién Soy?", de la serie "¿Quién es quién en las letras chilenas?", de 1978. En marzo de 1982, recibe en Buenos Aires la Mención de Honor del Concurso Atlántida, en categoría novela y cuento, para escritores de habla hispana. El premio es por su relato "El refugio de las campanas", que había sido publicado originalmente en la revista "Mampato" Nº 213 del 12 de diciembre de 1973. En este singular cuento ( de temática navideña, al igual que otros de su autoría), podemos leer un fragmento casi onírico, con cierto parecido a los viajes meditabundos de María Luisa Bombal:
"Las campanas sin campanario: campanas de barcos naufragados y encontradas después, otras que se descubrieron en escondites donde se las había llevado por miedo a los enemigos, en las guerras, o de los ladrones que las querían robar por su valor metálico y no ritual. Había campanas que se reflotaron desde ríos y lagos, donde estuvieron sumergidas, producto de leyendas, porque a veces sonaron bajo las aguas por el reflujo de las corrientes y se creía que manos misteriosas las hacían sonar. No faltaban campanas de barco que fueron utilizadas para llamar a comer; campanas de colegio que avisaron la entrada y las salidas al recreo. Pero allí no estaban para responder a las tareas para las que fueron hechas. Eran libres, tocaban solas, por la brisa, por los movimientos, porque alguien las movía en cualquier momento, sin rutina, sin horario, sin deberes que cumplir".
Pepita Turina con su esposo Oreste Plah y sus hijos mellizos Karen y Carol Müller, en 1966. Fuente imagen: gentileza de su hija Karen Müller.
Una de sus obras más conocidas será "MultiDiálogos" (concepto creado por ella misma), de 1978, donde se hace una combinación de citas con comentarios formando un diálogo imaginario de la autora con sus personalidades convocadas. En el capítulo titulado "Es 'letra' de mujer", vuelve  deleitar al lector con esta perfecta prosa y su manifiesto que, si bien no llega a ser feminista como conocemos este movimiento hoy, quizás, ciertamente es un elogio a la rebeldía de la mujer que abrigaba en su pecho y drenaba por su pluma:
"No nos parecemos física ni psicológicamente a los dueños de la guerra, la política, las finanzas y las máquinas. No sentimos, actuamos ni pensamos como los hombres. En nuestro respirar consumimos menos oxígeno, nuestras cuerdas vocales son más cortas, nuestra piel es más suave, nuestra fuerza muscular más débil. Mal soportamos las intemperies, eludimos las marchas forzadas y los pesos excesivos, los riesgos de los campos de batalla no son para nosotras. Los hombres constructivos y destructores, viven apremiados por tener un puesto en los asuntos mundiales. No pertenecemos a la legión de inventores y sabios atómicos, a los aventureros terrestres y espaciales. Para iluminar sus noches la mujer enciende lámparas incandescentes -uno de los 1093 inventos que patentó Edison-. En la enciclopedia las mujeres sobresalientes son fáciles de contar, mientras que los hombres, ¡oh! para qué descorazonarse.  Nuestras condiciones no son para enciclopedias".
Intentando hacer justicia a la grandeza de la escritora, Juan Antonio Massone publica en 1980, el homenaje y selección titulado "Pepita Turina, o, La vida que nos duele", donde se rescatan algunos de los primeros cuentos de la autora. Ella, poco después, concluye "MultiDiálogo sobre el matrimonio, la familia y sus prismas" de 1985, una suerte de desarrollo del mismo concepto del trabajo homónimo anterior. En el capítulo titulado "La mujer como esposa y como madre", ya se ha vuelto más directa y sin rodeos en su elocuencia:
"No pensemos ni por un momento que esto es irrefutable. El laboratorio químico que es nuestro cuerpo no genera las mismas emociones, ansias, ni comportamientos, en un ser que tiene ovarios, matriz, mamas, que en quien no los tiene. Las sustancias que frenan o aumentan los circuitos nerviosos responsables de ser lo que se es, determinan los límites de la virilidad y la femineidad. El día que la mujer produzca semen y el hombre menstrúe será posible ratificar que la mujer no nace, sino que se hace".
En tanto, Pepita ha sido premiada por su cuento navideño "El refugio de las campanas", con mención honrosa en el Concurso Atlántida de Buenos Aires en marzo de 1982, y por el relato "Tres tiempos en la vida de Sergia", que gana un premio honorífico en el concurso Esperante de la Northeastern Illinois University de Chicago, en 1985.
Pepita Turina, la escritora, poeta e investigadora que fluía de genialidad y de audacia derramándola sobre las letras nacionales, murió trágicamente en el mismo día de su cumpleaños de 1986, en Santiago. Cansada de los padecimientos que le provoca un tumor en el oído, que había causado una parálisis en su cara y le había quitado la audición, pone fin a su vida por decisión propia, provocándose la asfixia en momentos en que su esposo debía participar de la Feria del Libro de La Serena. Quizás su descontento con el mundo y su actitud en extremo crítica del mismo, influyeron también en la desazón que desencadenó el dramático final, como una represa que ya no puede soportar sus grietas y fracturas.
Sus cenizas fueron esparcidas en una íntima ceremonia en el Estrecho de Magallanes, el 21 de noviembre de 1990, en cumplimiento de la que había sido su voluntad (declaración jurada el 7 de septiembre de 1967). Los restos de Pepita se fueron con los mismos vientos australes y fríos que la acariciaron al nacer, entonces.
Siendo Pepita un personaje de extraordinaria importancia para la presencia femenina en las letras nacionales, sin embargo, la memoria cultural chilena ha sido poco generosa con su recuerdo, desidia que ha alcanzado incluso a grupos que han tomado para sí la bandera de la mujer y la visibilización de sus aportes históricos. Diferente ha sido, por ejemplo, para los casos del legado de María Luisa Bombal, Marcela Paz o Chela Reyes, musas de la misma generación de Turina. El reflejo de su grandeza puede constatarse en el sitio web que su hija Karen Müller mantiene sobre su vida y obra: Pepitaturina.cl... Pero, por sobre todo, se verifica en su extraordinaria obra.

"JAVO RIVERA Y LOS TRES DE LA ORDEN": COMENZÓ LA SAGA DE UN NIÑO CHILOTE

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El Dr. Héctor Olmedo Gutiérrez me ha hecho llegar, generosamente, un ejemplar de su ópera prima: "Javo Rivera y los tres de la orden", libro salido de imprentas recién el año pasado y con sello de Editorial Santa Inés. Cerca de 120 amenas páginas para lo que, claramente, se vislumbra como el inicio de una saga. De hecho, su autor lo anuncia en la propia solapa del libro: primero de una trilogía, aunque sospecho que podría dar para más que sólo tres hitos.
Oriundo de Valparaíso, cirujano de profesión y deportista por afición, Olmedo Gutiérrez se anota otra actividad en su hoja de vida que aún no llega a los 40 años, con este interesante debut literario. La historia, según confiesa, surge de un relato concebido para entretener a su hijo mayor Javier, desde donde se fue convirtiendo en una trama y un buen argumento para novela. Se podrá imaginar el resto y cómo llegó a convertirse en libro.
Aunque está lejos de ser una obra densa o demandante para el lector, me di el tiempo correcto para leer este trabajo, durante este verano, con menos distracciones alrededor. Creo haber hecho lo correcto.
Hugo Olmedo Gutiérrez, el autor.
La obra se desarrolla en un gran escenario encantado por sí mismo, inagotable para la fantasía y las evocaciones arcanas combinadas con la historia: el Archipiélago de Chiloé. Noto cierta pasión geográfica del autor por los sitios donde va deslizando su relato, por cierto, aderezando con varias notas a pie de página para ubicar espacialmente la toponimia mencionada en su obra.
Javier Rivera, nuestro Javo, es un personaje singular. No es el travieso incorregible tipo Tom Sawyer, ni el geniecillo "viejo chico" tipo Harry Potter, resultando muy diferente a algunos estereotipos con los que, muchas veces, se presentan a protagonistas infantiles en la literatura. Pero tampoco es un niño común y corriente, para nada: aparecido de bebé abandonado en un bote, en una noche de truenos y tormenta de isla Caguache, el pequeño Javier carga con sus propios secretos y misterios, unos resueltos en la obra y otros pendientes aún de revelar, nos parece.
El relato central se desencadena con un hallazgo, en un imaginario internado de Castro donde está alojado el protagonista: un símbolo Tau de oro, la famosa cruz "T" de la Orden de San Francisco de Asís, que deja intrigados a Javo, a los demás muchachos del albergue y al Padre Rodrigo a cargo de ellos, a quien le revelan el descubrimiento al día siguiente involucrándose directamente en el desarrollo de la narración, desde este momento en adelante.
No quiero cometer infidencias con relación a lo que podrá encontrarse en las páginas que siguen a estos eventos iniciales, pero el asunto va tomando un tinte más sombrío al avanzar la obra, remontándose a sucesos de hace casi un siglo y la extraña desaparición de un sacerdote. El propio internado se torna oscuro y cargado de enigmas, cuando los niños comienzan a esculcar en antiguos archivos, comprendiendo que están siendo alcanzados por el misterio de algo mayor y que da cuerpo argumental al libro: el recuerdo de un trío de sacerdotes franciscano llegados a Chiloé desde Cádiz, España, conocidos como los "Tres de la Orden", que se vieron involucrados con las intrigas siniestras de la célebre secta de brujos de la Recta Provincia, que existió en la isla entre fines del siglo XVIII y hasta principios del siglo XX, como se sabe... Y, para peor, en el internado han comenzado a suceder cosas extrañas similares a las que hacía tantos años antes, en 1919, costó la vida a inocentes y por acción maléfica de los brujos.
El símbolo de la Tau.
Mi impresión de que el libro empieza con un enfoque casi dirigido a niños, como lo haría cualquier relato infantil o juvenil, pero avanza hasta concluir en lo que es, ciertamente, una obra estructurada también para la lectura más adulta, sin perderse los rasgos de fantasía y asombro. Hay una equilibrada dosis de imaginación literaria contra la leyenda conocida, y muchos podrán reconocer aspectos históricos reales relativos, por ejemplo, a la mencionada Recta Provincia y los escenarios geográficos, combinados con otros originales como el desarrollo de los relatos folklóricos, alusiones a tradiciones franciscanas de la isla o el mismo contexto de los chiquillos en su albergue escolar.
Héctor reconoce esta mixtura entre fantasía, leyenda y realidad. Esto se nota, por ejemplo, en un interesante pasaje donde se describe el origen de la Recta Provincia a partir del enfrentamiento de los míticos personajes (la hechicera Chilpilla y el piloto Moraleda). La descripción del internado de niños está basada en una residencia universitaria donde vivía el autor cuando se hallaba ya en Santiago. Otros fragmentos están inspirados en el célebre proceso que se llevó contra los brujos de Chiloé, aunque insisto en que prefiero reservarme los detalles para que los encuentre y disfrute el lector hasta el final.
Por "Javo Rivera y los tres de la orden", entonces, asoman por el hilo narrativo de doble temporalidad (en presente y en pasado), alusiones y atracciones de los misterios profundos de Chiloé, la inocencia de la edad temprana y los terrores de maldiciones o leyendas de la brujería más siniestra; el pasado hechicero de Quicaví, criaturas mitológicas, el "Caleuche", la Noche de San Juan, presencias fantasmagóficas, etc.
En fin, me parece un muy buen resultado este libro, no sólo por recoger una temática tan valiosa y a veces reducida a mero atractivo turístico, como es la riquísima mitología del pueblo chilote, sino también por construir un relato inteligente y entretenido tejida con muchos de sus elementos, dando luz a un resultado que recomiendo leer, a adultos y niños... Porque la saga de Javo Rivera, pues, ya ha comenzado.

FOLKLORE Y NUMISMÁTICA DE CHILE (PARTE VI): CURIOSIDADES HISTÓRICAS SOBRE EL DINERO EN CHILE

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Algunas valiosas monedas coloniales hispanas que se usaron en Chile, entre los siglos XVI y XVIII. Museo del Banco Central.
Como ya lo he hecho en las entradas anteriores, me permito hacer este pequeño repaso por los contenidos centrales de las cinco partes anteriores de esta serie, dedicada al cruce del folklore y la numismática chilenas:
Paso ahora a saltar al abordaje del tema sobre las curiosidades históricas relacionadas con monedas y billetes chilenos, pasando por casos de las llamadas monedas obsidionales (las que aparecen en localidades o espacios geográficos específicos y circunstancias concretas), las monedas acuñadas o difundidas alguna vez en nuestro territorio por fuerzas enemigas (separatismos y secesionismos),  los casos de monedas revolucionarias (la constituyente del 59 y los congresistas del 91) y grandes errores cometidos en monedas y billetes chilenos a lo largo de la historia y hasta tiempos recientes, entre otros casos.
Monedas monarquistas de Chiloé, producidas en pleno proceso de Independencia como reafirmación del sentimiento realista que imperaba en el archipiélago, hacia 1822. Imagen publicada en artículo de don Alberto Trivero Rivera (antvwala.blogspot.cl).
Monedas obsidionales de Valdivia conocidas como las Chunimpanas, producidas después de la expedición de Lord Cochrane y para resolver el problema de la falta de dinero circulante en la zona.
CASOS DE MONEDAS OBSIDIONALES CHILENAS
  • Las monedas triangulares de Chiloé: Como había muy escasa circulación de monedas metálicas en el Archipiélago de Chiloé durante la Colonia y la mayoría de las transacciones se reducían a trueque, los sacerdotes jesuitas introdujeron en la isla sus propias monedas hechas con láminas triangulares de plata y cobre, en el siglo XVIII. Con valor de 4 reales, estas monedas continuaron siendo producidas en la isla grande después de la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767; según se cree, fueron fabricadas a partir de entonces por los sacerdotes de la Orden de San Francisco, con los mismos diseños sencillos y rústicos que las anteriores. Cuando el archipiélago pasó directamente a la administración militar virreinal de Perú, ese mismo año, se solicitó que los sueldos de funcionarios y militares fuesen pagados con reales desde Lima, pero sólo se pudo cumplir parcialmente con esta necesidad. De esta manera, al ser prohibido el trueque en el comercio regular, las monedas de los sacerdotes vinieron a suplir la ausencia de unidades metálicas oficiales durante el período transicional posterior, al igual que las tablas de madera para intercambios. Hoy son recordadas como una curiosidad y constituyen casi una historia legendaria para los chilotes.
  • La moneda Chunimpana de Valdivia: Hablamos de ella en una parte anterior de estos artículos, referida a los nombres populares que se dieron a monedas antiguas. Correspondía a una de las primeras producidas en el Chile independiente que recibirá un nombre popular propio. Fueron hechas en la zona de Valdivia, sólo dos años después de la exitosa expedición de Lord Cochrane del verano de 1820, contra los focos de resistencia realista allí atrincherados. Esta rústica moneda se produjo para suplir la falta de dinero que afectaba aquellas regiones y por una campaña del Gobernador Jaime de la Guarda y Valentín. Para este propósito, hizo reunir objetos y joyas de plata donados por la comunidad, fundiéndolos y haciendo las monedas. El nombre proviene del lugar donde se hacían: en un taller del Fundo Chunimpa, cruzando el río Cruces, frente al castillo San Luis de Alba y en la comuna de San José de la Mariquina. El propietario del fundo, don Antonio de Adriazola, se encargó de este trabajo, produciéndola en tres valores y diseños diferentes, intentando imitar el diseño de las que se producían en Santiago con la columna de la libertad aparecida en el Escudo de la Patria Vieja y el de la Transición. Se hicieron dos tipos de monedas: las grandes de unos 38 a 39 milímetros, con la inscripción "8 R" (8 reales) al reverso, y unas más pequeñas de con "2 R" (2 reales). Ambas iban acompañadas de las iniciales "V. A." (¿Valdivia?), además de la fecha de 1822. Empero, como las chunimpanas no estaban legalizadas por algún decreto ni cumplían con los requerimientos de pesos de sus material (equivalente al valor), fueron retiradas en 1832 y reemplazadas por cuños de circulación oficial.
  • La moneda del Canal del Maipo: Caso estudiado, entre otros, por Ernesto Latorre Allende y Sebastián Escobar. La construcción del Canal San Carlos, desde el Río Maipo y corriendo hacia el Norte por el límite precordillerano de Santiago, se inició siendo Rey Carlos III de España y se concluía ya en las primeras décadas de la Independencia. Sin embargo, problemas financieros de esta última etapa, más la falta de cuartillos de plata y del metal para hacerlos (los comerciantes preferían seguir exportando la plata), obligaron al entonces Director Supremo, don Bernardo O'Higgins, a ordenar a la Casa de Moneda producir una moneda especial acuñada en cobre (es decir, del tipo vellón), por decreto supremo del 26 de marzo de 1821, para el pago de los jornales de los obreros, las compras de mercaderías y materiales necesarios. Midiendo 27,8 milímetros, su diseño incluía un volcán en erupción por un lado, con el valor de 1/4, mientras que por el otro iba la inscripción "Canal San Bernardo Maypo", con la escena de una trucha preñada, símbolo de abundancia, sobre un curso de aguas y una cruz de fondo. Por esta razón, la moneda era llamada también como la "Trucha del Maipo" o"Canal del Maipo". Su valor de un cuartillo de plata equivalía a un cuarto de real. En una carta dirigida al Dr. José Antonio Rodríguez, con fecha 31 de marzo de ese año, don Domingo Eyzaguirre, primer Presidente de la Sociedad del Canal del Maipo, describe el diseño de la misma moneda, puntillosamente. Para hacerlas, había pedido reunir las láminas y chapas de cobre en Valparaíso que eran compradas en los Estados Unidos por la compañía Larrañaga, Cobo & Lyon, originalmente destinadas a reforzar cascos de navíos. Estas láminas eran reducidas y aplanadas hasta la medida de la moneda, en un proceso industrial que fue denominado "tirar los rieles".
  • La moneda de Copiapó de 1859: En dos importantes revoluciones de la historia de Chile, se acuñaron interesantes monedas obsidionales (1859 y 1891). La primera fue en la Revolución de los Constituyentes de 1859, dirigida por don Pedro León Gallo en contra del gobierno del Presidente Manuel Montt, acuñada en Copiapó en plata y a cuenta del propio líder del levantamiento minero. La moneda tenía por diseño una sola cara, pues la otra era lisa. Ambas llevaban un blasón del Escudo de Chile con la estrella que había tomado por símbolo el movimiento; una tenía la inscripción "I. P." (1 peso) y medía unos 27 milímetros; la otra, más pequeña, llevaba la inscripción "50.C" (50 centavos). Hoy, son piezas muy difíciles de encontrar y apetecidas por los coleccionistas.
  • La moneda de Tarapacá de 1891: Fue la segunda moneda "revolucionaria" chilena, producida en este caso por orden de la Junta de Iquique, durante el alzamiento contra el gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda en el inicio de la Guerra Civil de 1891, con el objetivo de reunir fondos para los gastos de la contienda. Acuñada en plata, medía grandes 40 milímetros y su diseño era una estrella con las inscripciones "Tarapacá" y "1891", por un lado, mientras que por el otro se leía"25 gms" y "620 fino" (milésimos de fino). Al igual que sucede con la moneda de Copiapó, es sumamente escasa y muy cotizada en el coleccionismo, a pesar del penoso y oscuro período histórico que representa.
  • La moneda de Copiapó de 1865: la zona argentífera de Copiapó volverá a producir una moneda propia en 1865, a propósito del estallido de la guerra entre Chile y la flota española, luego de la invasión hispana de las Islas Chincha de Perú que motivó una arriesgada acción diplomática chilena en favor del vecino y de la expulsión de los españoles. La moneda surgió a raíz de las necesidades desencadenadas por el bloqueo español al puerto de Caldera. La pieza semeja mucho a la sencilla moneda de 1859, pero se le ha agregado las palabras "Copiapó" y "Chile" en el anverso, mientras que el reverso lleva sólo el año de emisión. Fue producida en $1 y en 50 centavos.
Monedas triangulares de plata de Chiloé, siglo XVIII. Imagen publicada en artículo de don Alberto Trivero Rivera (antvwala.blogspot.cl).
La moneda de cobre del Canal del Maipo. Imagen publicada en "180 años. Sociedad del Canal de Maipo. 1827-2007".
Monedas de Copiapó, acuñadas durante la Revolución de los Constituyentes de 1859.  Museo del Banco Central.
Monedas de Copiapó de 1865, producidas para resolver el problema financiero que estaba provocando el bloqueo de la flota española en Caldera. Museo del Banco Central.
MONEDAS OBSIDIONALES "ENEMIGAS"
  • Las monedas chilotas contra la Independencia: En 1817, asume como gobernador de Chiloé don Antonio de Quintanilla y Santiago, en medio de la cruzada continental por la Independencia y cuando los realistas batían sus últimas fuerzas contra los patriotas, en el resto de Chile. Comprendiendo que el territorio entre Valdivia y Chiloé era sólo un enclave del monarquismo en el continente, entre 1821 y 1822 requisó toda la plata presente entre familias pudientes e iglesias del archipiélago, encargando a un platero de apellido Palomino fundir los 50 kilos reunidos y producir con ellos monedas de 8 reales por vaciado, ya que no había tecnología a mano para acuñarlas. Para ello se usó como molde una moneda con el retrato de Fernando VII hecha en Potosí, agregándole a un lado la palabra "Chiloé". Conocida como el peso fuerte chilote, esta moneda realista y enemiga de los patriotas, era más simbólica que realmente necesaria, pues sólo reafirmaba el compromiso de los chilotes con la Corona de España. La incorporación de la isla a Chile fue en 1826, y para 1832, el intendente de la Provincia de Chiloé, Juan Felipe Carvallo, informaba por carta al Ministro de Hacienda, Manuel Rengifo Cárdenas, que había en la isla unas 1.800 monedas de aquellas, hechas por los realistas.
    Ceca de la Casa de Moneda de Santiago de Chile. Alude al patronato de Santiago Apóstol sobre la ciudad.
    OTRAS CURIOSIDADES DE LA HISTORIA NUMISMÁTICA CHILENA
    - La Casa de Moneda de Chile se crea el 1° de octubre de 1743, por Real Cédula. Se la concibe por petición del Cabildo de Santiago al Consejo de las Indias, ante la necesidad de acuñar monedas en el país, estableciéndose en una casa del sector Huérfanos y Morandé. Su primera moneda fue acuñada en 1749 y hasta 1770 las produjo casi exclusivamente oro. Dos años después, se traslada el taller hasta el Colegio Máximo de San Miguel. Hacia fines del siglo XVIII, el arquitecto Joaquín Toesca estuvo cerca de iniciar el proyecto de construcción de un edificio para la Casa de Moneda al borde del río Mapocho, en donde está actualmente el Mercado Central, pero deficiencias del terreno lo llevaron a abortar este plan y construir la sede de la Casa de Moneda en Teatinos con Alameda, donde funcionó hasta 1829. Aunque en la Patria Vieja se usó este palacio como sede del poder, sería con el Presidente Manuel Bulnes que pasó a ser la casa oficial de los presidentes de Chile. La Casa de Moneda, en tanto, fue trasladada a las dependencias de los ex Talleres de Especies Valoradas. Su administración fue reconvertida, en 2008, volviéndose una sociedad anónima con actividades empresariales propias, como la fabricación de monedas para otros países.
    - En 1817, estalló un curioso conflicto sobre las flamantes monedas chilenas, entre los libertadores Bernardo O’Higgins y el argentino José de San Martín. Sucedía que el grabador de los cuños contratado en la Casa de Moneda para estas monedas de la Independencia, era de ideas realistas y así, no bien se le dio la oportunidad, salió escapando a galope largo hacia Perú, confiado en que la administración monarquista del Virreinato lo recibiría y acogería. Como no había nadie con sus talentos profesionales para producir monedas, ese año se retrasaron las acuñaciones de las monedas patriotas, generando discusiones entre ambos generales por la necesidad de pago de las tropas y de los preparativos para la defensa. Finalmente, sólo las piezas de plata pudieron ser acuñadas con símbolos de la Independencia (como la columna u obelisco de la libertad), mientras que las de oro pudieron ser acuñadas en 1818 con estos mismos signos.
    - El lema "Por la Razón o la Fuerza": Muy relacionado con lo anterior, a partir de 1818, consumada la Independencia de Chile, se comenzaron a acuñar las monedas de oro de 1, 2, 4 y 8 escudos. Estas tenían un detalle notable al reverso: la frase "Por La Razón o La Fuerza", muchísimos años antes de que fuera incorporada por el uso al actual Escudo de Chile, que a la sazón ni siquiera existía. La frase acompañaba a un obelisco de la libertad y dos banderas chilenas cruzadas, y se mantuvo hasta 1834 (mismo año en que se oficializó nuestro actual escudo patrio). Por el frente, en cambio, llevaba la leyenda "El Estado de Chile Constitucional Independiente", detalles que confirman que el lema del escudo chileno ha estado asociado desde su origen al juramento de libertad e independencia, y no a otras teorías conspirativas o fantasías de hostilidad diplomática.
    - Las monedas "de madera": Vimos que eran muy escasas las monedas en el Archipiélago de Chiloé en tiempos coloniales, generalmente manejadas sólo por altos funcionarios, algo asombroso si consideraos que el comercio se seguía sosteniendo sin problemas, especialmente con el Virreinato de Perú. La isla siguió siendo un enclave español y realista en el país tras fallar la expedición de Lord Cochrane en 1820, hasta que Simón Bolívar, ya erigido como dictador de Perú, exigió al Ejército de Chile expulsarlos de la isla, con amenazantes presiones que lindaron en la agresión diplomática. Hasta los mismos tiempos de las Guerras de Independencia, los chilotes continuaban usando el real como concepto monetario pero, por escasear las monedas como tales, la unidad de intercambio era la llamada "moneda de madera" o "real de provincia", correspondiente a la tabla de alerce que se comerciaba con los peruanos. De alguna forma, el trueque de mercaderías era la solución a este problema, continuando su uso tiempo después de la incorporación definitiva al territorio chileno, en 1826.
    - Billetes fiscales y billetes bancarios: Los primeros billetes chilenos se produjeron entre 1880 a 1882 el American Bank Note Co. of New York, con sello de la Superintendencia de la Casa de Moneda de Chile. Sin embargo, este billete y los que continuaron siendo producidos por encargo del Banco de Chile, serían conocidos como fiscales, a diferencia de los que comienza a producir directamente el Banco Central de Chile tras su creación en 1925, que son denominados bancarios propiamente dichos. No obstante, antes de la emisión del billete oficial del Banco Central en 1931, a fines del primer gobierno del General Carlos Ibáñez del Campo, hubo varias series de emisiones consideradas provisorias o de transición entre ambos estatus monetarios.
    - El primer cóndor acuñado: La primera vez que se acuñó un cóndor en una moneda chilena, fue en 1836, según parece, con un ave rompiendo las cadenas del sometimiento monárquico en su cara. Su denominación era de medio real y aunque tuvo ligeros cambios en el camino, se la produjo hasta 1851, aunque el mismo cóndor ya había también a monedas de mayor valor, como la de 8 reales, de 1837 y la de 2 reales en 1843. Es una pieza buscada por los numismáticos de nuestros días.
    - La moneda de la hoz y el martillo: Ya vimos en otra parte de esta serie que, hacia 1895, comenzaron a aparecer monedas con el símbolo de la hoz y el martillo en el sello del cuño, en el arranque de dos ramas de laureles cruzadas rodeando la cifra del valor. Esto sucedía mucho antes de que el comunismo internacional promoviese este emblema como suyo. Existe una creencia errada, de que habría sido acuñado por primera vez durante el período de la República Socialista de 1932.
    - El billete de Alessandri: El controvertido ex Presidente Arturo Alessandri Palma falleció en agosto de 1950, hallándose en el mando Gabriel González Videla. Dos años después, asumía la presidencia el hijo del fallecido, don Jorge Alessandri Rodríguez. A pesar de ciertas diferencias que se ha dicho tenía él con su padre (en ámbitos personales y políticos), hacia la conclusión de su período período en 1958, se inicia el plan de emisión del billete de $50.000 dedicado a Arturo Alessandri y con su retrato en el anverso, en colores verde y café, con un grabado del Banco Central en el reverso. No ha existido en Chile otro billete que lleve el retrato de un personaje tan poco tiempo después de haber fallecido, en este caso sólo cinco o seis años.
    - Los $500 que pueden costar hasta medio millón: La primera moneda chilena de $500, acuñada hacia el cambio de milenio, tiene un particular valor para los coleccionistas. A primera vista, esta efímera primera moneda partida no difiere mucho de la actual: está dedicada al Cardenal Raúl Silva Henríquez y lleva también la frase "República de Chile"al reverso. Sin embargo, en el contorno y bajo el retrato del religioso, lleva el año 2000 de su acuñación, en lugar del laurel que actualmente exhiben estas monedas acuñadas desde 2001 en adelante. Como paró de ser producida ese mismo año para ser reemplazada por el diseño vigente, es una pieza sumamente exclusiva y cotizada por los coleccionistas, por las que se han pagado hasta un cuarto de millón de pesos, según se cuenta.
    - En 2014, la Casa de Moneda de Chile lanzó su primera bouillon coin u onza troy (medida estándar inglesa para peso de metales preciosos, equivalente a 31,1 gramos) del siglo XXI: la Chilean Condor, hecha 100% en oro de 24 quilates con la imagen de un cóndor en vuelo en su anverso y de un kultrún mapuche al reverso. Con 32 milímetros de diámetro y 2 de espesor, está concebida especialmente para coleccionistas de Chile y el extranjero.
    - Las monedas más caras son las más baratas: En abril de 2016, el Banco Central propuso formalmente terminar con la producción de monedas chilenas de $1 y $5 pesos. Además de su poca utilidad en el comercio, estos dos valores tienen la particularidad de que producir sus monedas resulta ser de un costo mayor al que representan, como informó entonces el Gerente General de la institución, don Alejandro Zurbuchen. En efecto, emitir una moneda de $1 cuesta $6 por cada unidad, mientras que mientras las de $5 cuestan $17. Ambas están en proceso de gradual retiro de la circulación nacional.
    - Todas las monedas que han sido acuñadas en Chile por la Casa de Moneda a lo largo de su historia, tienen un particular símbolo distintivo en las mismas, conocido como la ceca o timbre monetario, similar a una letra "S" con una especie de "cola" cerrada encima, parecido al serif de la letra "a" de imprenta, formando un círculo o anillo. La "S" es la alusión al Apóstol Santiago y el anillo su aureola.
  • La moneda del "Reino de la Araucanía y la Patagonia": Es conocida la historia del caudillo francés que se hizo llamar Orelie-Antoine I y quien, apoyado financieramente por mecenas propios franceses, intentó fundar en Chile una monarquía llamada Nouvelle France, en toda la zona de la Araucanía y después también la Patagonia, aprovechando el descontento de ciertas comunidades indígenas con el gobierno central y que le brindaron apoyo para proclamarse de la nada "soberano", en diciembre de 1861. En su delirante cruzada, sofocada sólo con intervención del Ejército al mando del Coronel Cornelio Saavedra, el "Rey" hizo acuñar una moneda propia de 31 milímetros que, por un lado, mostraba las alegorías de la libertad, derecho, agricultura e industria, con la leyenda "Orelie Antoine 1er Roy d'Araucanie et de Patagonie". Por el otro, decía: "Nouvelle - France" y "Dos centavos - 1874".
  • La moneda de Tierra del Fuego: Cuando el célebre explorador y cazador de indígenas, el rumano Julius Popper, se instaló en tierras magallánicas alentado por elementos argentinos interesados en ponerlo a disposición de sus intereses territoriales (por el conflicto con Chile por la posesión de la Patagonia Oriental y Magallanes, específicamente), el aventurero intentó fundar una colonia propia con extractores de oro en la Isla de Tierra del Fuego, planificádola al servicio de su majestad Carmen Sylva y en el sector del Golfo San Sebastián. Como parte de su extraño proyecto, hizo acuñar monedas de oro de 18,5 milímetros, que por una cara decían "Popper / Tierra del Fuego / 1889", mientras que por la otra decía "Lavadores de oro del Sur - 5 gramos". Si bien nunca fue una moneda oficial y el proyecto que respaldaba se derrumbó, a la larga, el material de la moneda y su ajuste al sistema en uso permitió que se difundiera por la Patagonia chilena y argentina durante algún tiempo, circulando como cualquier moneda normal que podía ser cambiada o traspasada a unidades monetarias equivalentes.
ERRORES Y PROBLEMAS EN MONEDAS DE CHILE
  • Las monedas y el nombre del Rey: En 1796, ya hacia fines del Coloniaje y cuando aún había problemas con la alfabetización de la sociedad, ciertas monedas hechas en la Casa de Moneda del país debían mostrar el nombre del rey Carlos IV en latín, es decir, Carolus IV. Sin embago, quedaron mal inscritos sus cuños, con nombres para el soberano como "Rarolus" y, al año siguiente, como "Caolus", en el caso del medio real.
  • El huemul de cola larga: Cuando fue formalizado el actual Escudo Patrio en 1834, basándose en la propuesta del británico Charles Wood Taylor, el huemul era un animal conocido por los chilenos del Sur, pero escasamente por los de Santiago y más al Norte. Se imaginará, entonces, lo extraño que podía resultar a los extranjeros que llegaron al país en ese período. El gran problema es que había muchos maestros de países europeos contratados en la Casa de Moneda de Chile, especialmente franceses, que no lograban reconocer la figura del animal tenante del escudo y que iba a ir acuñada en las monedas de 8 escudos de 1839 y de 1846. El resultado de este desconocimiento, entonces, fue que el huemul de las primeras salió con una flamígera cola de caballo, mientras que el segundo salió con una cola de león. Estos errores fueron corregidos en la emisión de monedas de 1851, como puede verificarse en el instructivo blog Monedas de Chile, donde el animal ya aparece con su pequeña cola en las monedas de $10, sin repetirse en emisiones posteriores que incluyeran el escudo chileno. En honor a la verdad, sin embargo, la confusión con el aspecto del huemul perduró muchos años más, llegando a ser reemplazado por un caballo en algunas versiones de monumentos, papelería o aplicaciones corporativas.
  • La moneda "Ghile": En 1851, fueron acuñadas monedas del período transicional al decimal, donde en la frase "República de Chile" la letra "C" del nombre del país, quedó con un serif tan exagerado que parecía ser una "G", haciendo que se leyese "Ghile".
  • Un billete en extremo sencillo: Aunque no es un error, cabe comentar aquí que el más sencillo de los billetes que ha circulado en Chile, fue quizás el provisional de $1 impreso entre 1932 y 1942. Sólo su anverso tenía cierto esfuerzo de diseño, pero el reverso era en extremo sencillo, compuesto de sólo una viñeta a modo de burelage con las palabras "Un peso" encima, primero en color verde y después impreso en color azulado. Nada más tenía esta cara.
  • La moneda fantasma de Caupolicán: En 1971, durante el gobierno de Salvador Allende, se acuñó una moneda de metal blanco que prácticamente nunca circuló, con poco más de 100 unidades, más otras especiales en plata que no superaron las 50 unidades. La moneda era de 2 escudos y llevaba en la cara una imagen de la estatua "Caupolicán" de Nicanor Plaza, y se suponía que formaría parte de las series de esa época, retratando a personajes históricos de Chile (Lautaro, Bernardo O'Higgins, Manuel Rodríguez, José Miguel Carrera y José Manuel Balmaceda).
  • Un O'Higgins muy distinto: Hacia el último trimestre de 1973, se imprimió el billete de 10 mil escudos con un retrato de don Bernardo O'Higgins Riquelme en el anverso, pero tan diferente a la iconografía que tradicional existe mostrando al personaje, que muchos no lo reconocían como tal. Aparecía allí mirando en semiperfil, con cejas muy delgadas y una extraña expresión como de molestia, además del mentón proyectado hacia afuera. Parecería corresponder a una etapa de vida más adulta de O'Higgins, de la que se ha retratado muy poco. El billete fue de escasa duración, sin embargo, al regresarse después a la unidad del peso.
  • Un detalle del lema "Por la Razón o la Fuerza" en las antiguas monedas de $100: La moneda de $100 acuñada desde 1981 hasta el 2000, llevaba en el canto la frase o divisa del escudo patrio "Por la Razón o la Fuerza", en mayúsculas. Sin embargo, en algunas monedas la inscripción salía con sus caracteres legibles derechos si la moneda estaba acostada en la cara, y en otras si estaba acostada sobre su sello. Esto se debía a que el cuño especial de canto de la moneda se hacía pasándola por una especie de rodillo automático, pero cayendo en posición al azar pero siempre de canto en la misma. No había, pues, una forma exacta de hacer que la moneda cayera siempre hacia un mismo lado en estos dispositivos mecánicos que grababan la frase por todo el borde exterior de la circunferencia.
  • La moneda "Chiie": Quizás el más grande fail de la  historia de la producción numismática chilena, sea la moneda de $50 de 2008 y parte de 2009, que presentaba un insólito error acuñado al reverso de la pieza, acompañando el retrato de don Bernardo O'Higgins. La moneda, con letras mayúsculas en la frase que rodea radialmente al perfil, en lugar de "República de Chile" decía "República de Chiie", en una extraña equivocación que tardó algunos meses en ser detectada. Hay discrepancias sobre el valor de la pieza para los coleccionistas: mientras algunos particulares aseguran haberlas vendido a buenos precios, otros dicen que su situación de circulación y la cantidad de las mismas producidas en esos dos años, a pesar de estar siendo retiradas  y corregidas, no les dan más valor que el mismo con el que fueron acuñadas. Según los expertos, la moneda que realmente podría valer es la del año 2009, ya que fueron considerablemente menos que las producidas en 2008, por haber correspondido aquellas a la última partida que alcanzó a hacerse antes de ser detectado el error, revelado por el diario "El Mercurio" en su momento. Como no podían faltar, salieron algunos a correr la buena falsa noticia de que el Banco Central estaba comprándolas para sacarlas de circulación, cosa que la propia institución debió desmentir en 2010. Esta increíble equivocación fue tan inexplicable y absurda, que incluso ha rondado la teoría de que se trató de un sabotaje, pues el escultor medallista que acabó pagando por los platos rotos y despedido de la Casa de Moneda, aseguró que ésta firmó con el Banco Central el contrato de fabricación de las monedas, a sabiendas del error que ya traían el problema diseño.
  • El falso retrato de Carrera Pinto en el billete de $1.000: El billete verde de $1.000 lanzado en 1978, rendía homenaje al héroe chileno de la Batalla de Concepción (o La Concepción) del 9 y 10 de julio de 1882, el Capitán Ignacio Carrera Pinto. El militar era retratado en el billete usando su quepí del Batallón "Chacabuco", por lo que no se veía nada más arriba de su frente, tapada por esta gorra. Después del acuerdo del Banco Central de 2011, se emitió un nuevo billete de $1.000 que seguiría homenajeando al héroe, pero esta vez fue retratado sin el quepí y con un frondosa y peinada cabellera, lo que puso furiosos a los amantes de la historia militar y de la Guerra del Pacífico, pues es un hecho que Carrera Pinto tenía una creciente calvicie al enrolarse voluntariamente en el Ejército, con cerca de 30 años de vida, en 1879. Las fotografías que existen de él confirman indiscutiblemente esto. El presidente del Círculo Ignacio Carrera Pinto, don Edmundo Villarroel, en una entrevista para "Las Últimas Noticias" de julio de 2013, llegó a decir que el billete era "una falsedad" que sólo le provocaba "rabia y vergüenza", asegurando que él había enviado personalmente al Banco Central, varias imágenes fotográficas del héroe que se le habían solicitado para la elaboración del retrato, sin haber sido consideradas. Al parecer, la comisión encargada de elegir la propuesta puso excesiva atención en un retrato del personaje hecho por el pintor Juan Manuel Huidobro, hacia principios de los años 80, donde se muestra al héroe vestido con el uniforme del final de su vida pero con su aspecto de cuando era joven, años antes de avanzar su calvicie. Este cuadro está en la Escuela Militar, pero es por todos sabido que se trata de una fantasía, de una idealización de su aspecto y que, por lo tanto, su valor como retrato histórico es discutible. Teorías conspiracionales suponen que el retratado sería "en realidad" otro personaje, relacionado con sociedades secretas o criptopolíticas operando en Chile y en representación del Nuevo Orden Mundial.
A la izquierda, moneda de $50 con el error de "Chiie" por "Chile", comparada con una moneda normal del mismo valor, abajo.
Moneda de $500 del año 2000, apetecida por su escasez, comparada con una de diseño posterior y corriente, abajo. Como en el caso de la moneda "Chiie" de $50, estas piezas se han convertido en legendarias ya.
Billete de $1.000, la propuesta original y el diseño final del mismo, más una imagen con el controvertido retrato del Capitán Ignacio Carrera Pinto, grabado en mica. Exposición del Museo del Banco Central. Fuente imagen: Numismatica.cl.
Bien, dejo acá esta parte sobre folklore y costumbrismo con elementos de la historia del dinero en Chile, anunciando que culminaré esta serie con el próximo capítulo dedicado a las frases populares y ejemplos del humor relacionado con el dinero, cerrando la misma serie.

FOLKLORE Y NUMISMÁTICA DE CHILE (PARTE VII): PAREMIOLOGÍA Y HUMORISMO DE CONTENIDOS PECUNIARIOS

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Revista "Condorito", de Pepo, año 1977.
Concluyo esta serie, entonces, con una selección más amena y menos densa pero igualmente relativa al tema del cruce entre folklore y numismática: frases populares y humorismo vinculado al concepto de las monedas, el billete y el dinero en general.
Dejo a disposición de los lectores cualquier espacio que quieran tomarse acá para hacer sus aportes y contribuciones al respecto, aumentando la recopilación de casos y ejemplos.
Revista "La Lira Chilena", 1898.
Revista "La Lira Chilena", 1900.
FRASES POPULARES RELACIONADAS AL DINERO
  • "No tener ni  cobre": Este dicho parece estar relacionado con antiguas monedas de cobre, principalmente las emisiones de 1, 2 y 2 1/2 centavos y más tarde de 20 y 50 centavos y de $1 , que circularon en Chile hacia mediados del siglo XX, siendo las de más bajo valor para sus respectivas épocas. La moneda del peso de cobre circuló entre 1942 y 1954, y llevaba en el sello un copihue y en la cara el perfil de don Bernardo O'Higgins. La de 20 centavos fue llamada también chaucha, como vimos en otra parte. Es equivalente a la más internacional locución "no tener ni un cinco". La expresión "no tener ni un cobre" ha estado presente en otros países del continente, cabe advertir, por lo que no podemos estar seguros de que su origen sea especialmente chileno.
  • "Tener lucas":  Vimos ya que lucasse refiere no sólo al billete o monto de $1.000, sino también a tener mucho dinero, en términos generales. Del mismo modo, a alguien "le llegan las lucas" con una paga, "le faltan lucas" cuando no alcanza, o "necesita lucas" cuando anda en penurias económicas. En estos usos, lucas es equivalente a dinero o recursos.
  • "Al contento": Pagar algo al contado, en efectivo y de inmediato. Mezcla la similitud fonética de la palabra con la sensación de alegría de recibirla al contado.
  • "Andar con puro picado": Se refiere a portar sólo monedas, principalmente de baja denominación y nada de billetes. Estas monedas son llamadas picado, pues resultan de la fragmentación de monedas o billetes mayores, generalmente recibidas por vuelto y estorban en bolsillos o monederos más que servir para algo. Es similar al concepto de molido, proveniente del coa.
  • "Andar pato": Modismo usado para decir que se anda totalmente indefenso en cuanto a dinero, cero peso, en quiebra. Está tan consolidado como  concepto en nuestra sociedad que el Banco Estado hasta ha elegido un pato como símbolo corporativo y mascota publicitaria. Muchos billetes en el pasado, tenían inscripciones hechas a bolígrafo con el mensaje: "Adiós billete ingrato, que te fuiste y me dejaste pato".  No hay en internet explicaciones satisfactorias para este aforismo, pero podría tener alguna relación con "pagar el pato", que tiene a su vez dos explicaciones: 1) Una supuesta corrupción española de la frase "pagar el pacto", relacionada con los problemas en que se veían involucrados eternamente los judíos con el resquemor de las autoridades monárquicas; y 2) De una supuesta multa aplicada en tiempos coloniales para cargos poco graves, y cuya cantidad de dinero equivalía al valor de un pato. De esta última opción vendría el concepto de "pagar el pato" como tener que hacerse responsable o cargar con las consecuencias de algo que no le corresponde, cuyas culpas pertenecen a otro, similar a tener que"pagar los platos rotos". Como sea, "andar pato" sería alusivo a quien tuvo que "pagar el pato" y quedó desfinanciado por ello, según parece.
  • "Andar sin ni uno", "andar sin un veinte", "andar sin un cinco"o "andar pelado": equivalen a lo mismo que "andar pato".
  • "Más falso que un billete de $1.500": Se echa esta "talla" refiriéndola a algo que es evidente y descaradamente falso, a un timo o embaucamiento insolente. La comparación numérica es porque no existe ni ha existido jamás tal denominación en entre los billetes.
  • "Pagar con la misma moneda": Es devolverle a alguien un daño causado por su maledicencia o falta de principios; pagarle con sus mismos actos o perjuicios. Por ejemplo: castigar una infidelidad amorosa con el mismo mal acto.
  • "Su propina es mi sueldo": Esto lo escribió alguna vez en su tarrito-alcancía algún encargado del aseo y acceso a los baños públicos, o de algún restaurante o centro comercial, creando una costumbre que se ha expandido y permanece vigente en todo el país. No sabemos dónde se originó, pero los primeros monederos que vimos con este mensaje estaban en la costa de la Zona Central. Las generosas y célebres propinas del empresario minero Leonardo Farkas podrían dar origen a un nuevo concepto o alcance para el mismo mensaje: "Su (pura) propina es (como) mi sueldo".
  • "Contante y sonante": Expresión posiblemente española traída con el castellano a este lado del mundo. Se refiere al dinero fresco, en efectivo y corriente, aludiendo al tiempo en que se pagaba con monedas que se podían contar y que sonaban. Una deformación de la frase la ha convertido a veces en la locución imprecisa "constante y sonante".
  • Otras frases populares relacionadas con dinero: "Tener monedas" es tener solvencia económica. La "monedita de cambio" habla de algo o alguien en apariencia positivo, pero es más bien una carnada o bien obra como excusa para intenciones negativas. "Soltar el billete", conjugado como orden, exige a alguien poner dinero para alguna causa, o desprenderse del que lleva en caso de asalto. "Rajarse" es hacerse cargo generosamente de un gasto. "Sacarse el cocodrilo del bolsillo"o"soltar el cocodrilo", es usado para instar a los avaros a aportar dinero (como si un reptil de aquellos les cuidara las monedas en los bolsillos). "Hacer algo con el vuelto del pan" se refiere a lograr un objetivo o proyecto importante con muy poco presupuesto, equivalente a lo poco que queda de vuelta al ir a comprar pan. "Por platita baila el mono", exhorta a pagar un servicio, labor o acción que alguien espera sea gratis. "Estirar la plata" es el acto de hacer cundir un presupuesto bajo, con inteligencia y buenas elecciones. "Bolsear" se relaciona con disfrutar algo a expensas de otro, pero originalmente era el acto de robar desde el bolso o equipaje de otro. Su sinónimo "pechar" proviene del tributo que debía pagarse al rey o los señores por bienes, tierras o haciendas. "Al tonto no le dura la plata", se explica por sí solo.
Revista "Zig-Zag", 1905.
Revista de sátira política "Topaze", 1931, burlándose de las medidas de control cambiario con una moneda de $10 que podría "volverse chaucha" (la clásica moneda de 20 centavos). Ilustración de Jorge Délano, que firma como Coke.
Revista "Topaze", 1937. Página editorial con jocosos "Consejos para hacerse rico". El dibujo del Profesor Topaze sosteniendo el cuerno de la abundancia, es del maestro René Ríos Boettiger, que ya entonces firmaba como Pepo.
DINERO EN EL HUMOR COTIDIANO
  • El "porcentaje" de los billetes rotos: Cuando en el pasado le faltaban trocitos a los billetes antiguos de papel, cosa bastante frecuente especialmente en las esquinas de la pieza, se decía calculando "al ojo", y a modo de broma, que al billete le faltaban $10, $50 o $100. Algunos pillos abusando de la inocencia de otros, exigían este fragmento a cambio, ante el riesgo de que el billete "no fuese aceptado" ni por el banco, ni por el comercio.
    BROMAS PESADAS CON DINERO
    - La moneda pegada al piso: Broma bastante frecuente entre comerciantes de barrios como Meiggs, Franklin, Matucana o Mapocho y algunos mercados fuera de Santiago. Toman una moneda de alta denominación ($500, por lo general) y le aplican algún pegamento ultrafuerte o resina industrial, por una de las caras, pegándola sobre el pavimento, una banca o un paradero de micro cercano a sus negocios. El ingenuo que cree haber "anotado" al descubrir la solitaria moneda mientras los bromistas miran de reojo, suele arrojarse sobre ella para tratar de aferrarla a sus dedos, quedando en ridículo al confirmar que es imposible levantarla o despegarla sin herramientas, ante la risa de los complotados.
    - La broma de la billetera: Es de antiguo y conocida la broma de la billetera arrojada a la calle con lo que parecen ser billetes, pero atada a una cuerda que los chiquillos maldadosos recogían velozmente cuando un feliz transeúnte creía haber tenido un golpe de suerte al verla a sus pies e intentar recogerla. Vimos esta malvada broma practicada desde algunos barrios de Gran Avenida hasta cuadras comerciales en Las Condes, siendo gracioso sólo para los que la urdían, no tanto así para los que caían en ella. Algunos hacen la misma broma con un billete, pero es más práctico (y menos riesgoso) con la billetera completa.
    - "Poto de alcancía": Broma de niños en edad escolar. Cuando alguien de su grupo lleva el pantalón caído y se le asoma la raya trasera ("El hachazo de Dios"), le arrojan sigilosamente una moneda pequeña y fría por el hueco, provocando su reacción y las risas del resto.
    - La pequeña propina que parece buena: Esta broma ya pertenece a la época de los trolleos difundido por internet, y se la usa para desalentar a mozos y barmen que atiendan deficientemente en locales populares, en donde se paga la cuenta con esas carpetitas forradas de cuero o bien fabricadas de plástico. Consiste en doblar un billete de menor denominación posible ($1.000, en nuestro caso), pero de forma tal que sus cuatro puntas semejen cuatro billetes distintos asomados por arriba del portacuenta, como un pequeño abanico. Cuando el camarero la abre luego de retirarse (o arrancar) el cliente, descubre que su propina es 1/4 de lo que creía. Se supone que es un castigo del cliente por una mala o mediocre atención.
  • Dos billetes de $5.000 pueden verse obscenos: Cuando aparecían dos billetes de $5.000 con el retrato de Gabriela Mistral pero en el modelo antiguo (creado en 1981, pero aún circulando a medias) en alguna "vaca", pozo reunido o algún vuelto, algunos creativos los tomaban y formaban con ellos una jocosa pero obscena escena sexual. Sucede que al reverso, estos billetes tenían una representación de la poesía con imaginería del mundo clásico, donde se ve una musa de pie tocando la lira a un mancebo sentado que la contempla. La musa desaparece al doblar por el centro el billete, por lo que si se colocaban dos de estos con este doblez y juntos, uno al lado del otro, el brazo del mancebo lucía como un falo penetrando a su gemelo, situado frente a él a la izquierda en el otro billete. Prefiero dejar que los creativos y curiosos logren aquella perturbadora imagen, por sus propios medios.
  • Hablar del generoso San Lucas: Se habla sarcásticamente de San Lucas como el santo de la plata, de las lucas (billetes de $1.000), aludiendo con ello al sentido de tener alguien que "te salva" con préstamos o desprendimientos en momentos de apremio, o bien que ofrece trabajo pagado en instantes precisos de urgencia. No es el evangelista propiamente tal, sino una especie de advocación imaginaria, festiva, por lo que a veces se le llama a los jefes o empleadores que son buenos pagadores o cumplidores con días de paga como San Lucas.
  • Moneda y coctelería: Existía cierta costumbre ya poco conocida en algunos boliches y cantinas. Cuando un borrachín en un bar dice al barman "sírvamelo de 2 lucas", se refiere que que el trago que le preparan (pisco sour, piscola, ron cola, pichuncho, jote, etc.), se interpreta que pide menos licor o "fuerte" en él. Por el contrario, si solicita que se lo sirvan "de 5 lucas" o más, el barman interpretará que lo pide más potente. En todos los casos, el valor real del trago es el mismo.
  • Parafraseos divertidos con sentidos opuestos al dicho "El dinero no hace la felicidad": Se usa en forma sarcástica o como sorna realista eso de que el "El dinero no hace la felicidad, pero la financia", o bien "El dinero no hace la felicidad, pero hace una muy buena imitación". También está "El dinero no hace la felicidad, pero acaba con la tristeza" y "El dinero no hace la felicidad, pero puede comprarla". Los más radicales y materialistas llegan a "El dinero no hace la felicidad... ES la felicidad" y "El dinero no hace la felicidad, pero prefiero el dinero".
Revista "Condorito" de Pepo, año 1978.
"Condorito", año 1977.
"Condorito", año 1984.
"Condorito", año 1994.
EN CHISTES "BLANCOS"
  • Un antiguo chiste escolar relacionado con la locomoción colectiva chilena, decía que un tipo sube a un microbus en un paradero y le pregunta al chofer: "¿Cuánto vale la micro?". El estresado conductor le responde sin mirar: "Vale $300". Entonces el usuario sube, le entrega el monto y se para en el pasillo gritándole a los demás pasajeros: "Señores, ¡bájense todos, por favor, porque acabo de comprar la micro!".
  • Un tipo está en una estación de trenes cuando ve que un sujeto sentado sobre unas maletas, hablaba por teléfono con su familia anunciándoles su llegada, pero a través de su reloj, poniéndolo sobre su cara y discando los números sobre la pantallita. Lo observó durante varios minutos hasta que se despidió y colgó, volviendo a bajar la mano. Se acercó curioso y le preguntó por el artículo. El dueño se lo mostró, le enseñó como funcionaba su reloj telefónico, y luego de un rato conversado del asunto le ofreció vendérselo en $100.000. "¡Una ganga! ¡Esto sí que está barato!", exclamó el curioso y le pagó por el artefacto. Él se lo entregó, cerraron la feliz transacción con un apretón de manos. El nuevo dueño se colocaba el reloj telefónico mientras que el expropietario se retiraba pero dejando las maletas en el suelo, a sus pies, por lo que su comprador le gritó a sus espaldas: "¡Señor! ¡se le quedaron las maletas!". Y él voltea respondiendo, sin dejar de caminar: "No, si esas son las pilas del reloj!".
  • El humorista Hermógenes Conache popularizó en los 80 un chiste sobre un padre tan avaro que, cuando su hijo iba a pedirle $500, le respondía: "¡400 dijiste! ¿Y para qué quieres 300? ¿No te bastaría con 200? Bueno, ya, toma los 100 que me pediste, tráeme cigarrillos, fósforos y que quedas con el vuelto".
  • Por la misma época, los humoristas Jorge Franco y Eduardo Thompson hacían una rutina en programas de TV en la que el primero se presentaba en la consulta de un psiquiatra representado por su colega, diciéndole que sufría de fobias y temores incontrolables a cosas inverosímiles. El facultativo le exigió ir mencionando uno por uno sus miedos, y cada vez que los nombraba, le tomaba la cabeza firmemente, le pedía confiar en las capacidades de su mente ordenándole a continuación: "Ahora repita conmigo: No tengo miedo, no tengo miedo, no tengo miedo". Volvieron a hacer varias veces el ejercicio y en todas las ocasiones el paciente vociferó: "No tengo miedo, no tengo miedo, no tengo miedo". Cuando se sentía curado y debía marcharse ya, el psiquiatra le pidió pagar la consulta exclamado: "¡Ya amigo!, son 20 lucas", a lo que el paciente le toma la cabeza de la misma forma que lo había estado haciendo él y le dice: "Ya, ahora repita conmigo: No tengo plata, no tengo plata, no tengo plata", antes de escapar por la puerta.
  • Este chiste de Coco Legrand era considerado "picante" en su época, pero hoy pasaría por humor blanco. Dice que un tipo estaba muy entusiasmado con una chica con la que cenaba en un restaurante y que ella le había dado ya señales de atracción. Llevaba para la velada dos billetes de $5.000 que, en la época, alcanzaban para pagar la comida y la noche romántica que esperaba tener con ella. De pronto, ya terminando sus platos y decidido a llevarla a un motel, siente de súbito sensaciones intestinales que lo obligarán a ir al baño. Le pide a ella que lo espere, pues regresará de inmediato, y así la deja sola en la mesa para ir al servicio higiénico. Una vez allá en el baño de hombres, sentado en el excusado y después de hacer explosivamente lo suyo, al momento de tener que limpiarse el trasero descubre con espanto que no hay papel higiénico a mano. Desesperado, mira todo el cubículo sin hallar nada, y luego empieza a revisarse los bolsillos, pero nada útil encuentra, cayendo en la angustia. Pasan un par de minutos que se toma pensando en cómo salir de este entuerto, cuando siente que alguien camina por afuera de su cubículo en el mismo baño, entrando al del lado suyo. Intentando mantener la voz fría y conteniendo los nervios, comienza a llamar a aquella persona: "Señor, señor... Disculpe, pero, ¿habrá papel 'confort' en el lado suyo?". El tipo, que parecía estar orinando, le dice: "Eeeemmm... No, no veo. No hay nada acá". Pensando en alguna alternativa, le insiste: "Discúlpeme otra vez, pero, ¿y no andará trayendo papel Ud., de casualidad?". Él responde parco: "No, yo no tengo papel". "¿Está seguro?", pregunta el temeroso; "Sí, seguro", responde él, ajeno a sus problemas. Tras un silencio, siempre pensando en cómo zafar de la situación y regresar con la chica que aún lo esperaba en la mesa, escucha que el misterioso sujeto ahora se empieza a lavar las manos afuera, y vuelve a intentarlo: "Pero señor, ¿no habrá papel en otro de los wáteres de este baño?". El tipo, con suma indiferencia, responde ahora: "No, no hay. Si ya miré bien". Sin poder soportar más la angustia, entonces, comienza a buscar en sus bolsillos ya no papel higiénico, sino cualquier cosa que pudiese servirle para limpiarse, pero tras revolverlos todos sólo encontró los mismos billetes de $5.000 que había traído para pagar esta noche, entre las tarjetas de su billetera. Entonces, apresurándose antes de que el otro tipo saliera de la sala del baño, le grita por encima de la puerta del cubículo mostrándoselos al borde del llanto: "¡Oiga, señor! ¿Y de casualidad no tiene algunos billetes de $1.000 que me cambie por estos?".
  • Un mendigo parado afuera de una estación de metro pedía dinero en las mañanas. Un sujeto que lo veía todos los días de camino a su trabajo le daba una buena limosna, de $500, que el menesteroso agradecía con mucha reverencia. Un día de esos, sin embargo, le pasó sólo $100 en las manos, y el mendigo se quedó mirándolos extrañado. "Discúlpame -le dijo-, es que hoy me compré cigarrillos". Y el mendigo enfurecido le respondió: "¿Y quién te crees para andar comprándolos con mi plata?".
  • Ricardo Meruane, antes de sus bajones en el Festival de Viña, tenía en sus presentaciones un chiste hoy menos novedoso pero divertido en su época. Decía que un tipo entraba siempre a un restaurante y le preguntaba al mozo cuánto valía un café. El garzón respondía que el costo era de $550. El extraño, sin embargo, sacaba la cantidad exacta de su bolsillo en monedas de $10 y $50, y la arrojaba humillantemente al suelo diciéndole a continuación al empleado: "Tráeme uno", obligándole así a recoger todas las monedas desde el piso. Repitió la afrentosa petición de café varios días, y el mozo -fiel al principio de que el cliente siempre tiene la razón- aguantó callado al desagradable cliente, recogiendo las monedas todas las veces. Un día, sin embargo, el sujeto llegó al restaurante a pedir su café, pero en lugar de arrojarle las monedas justo en la cantidad de $550, le tiró al suelo un billete de mil pesos. El mozo lo llevó a la caja, esperó que el tipo se tomara su café y volvió con los $450 pesos de vuelto en monedas de $10 y $50. Decidido a vengar todas las humillaciones, se las arrojó a sus pies mirándolo con desdén y una sonrisa fría: "Su vuelto, señor", le dijo. El tipo desencajado miró las monedas dispersas en el piso, esperó en silencio, pero en lugar de recogerlos, de un momento a otro sacó $100 del bolsillo, los tiró también al piso y le gritó al mozo: "¡Tráeme otro!".
  • "Los Indolatinos" contaban en sus rutinas el chiste de un tipo con dos grandes maletas que hace parar un taxi. El chofer baja la ventanilla y el sujeto le pregunta: "¿Cuándo me cobraría por llevarme desde aquí al aeropuerto?". El taxista responde: "$25.000, señor". Sin embargo, el cliente agradece y no sube. El taxista continúa manejando y ve con sorpresa, después de varias cuadras y minutos, que el mismo tipo viene exhausto corriendo detrás del auto con las maletas, alcanzándolo en una luz roja. Vuelve a abrirle la ventanilla y el sujeto le pregunta, jadeando esta vez: "¿Y desde aquí cuánto me cobraría por llevarle al aeropuerto?". El chofer responde: "$35.000, señor". "¡Pero cómo! -responde el cliente- ¿Me va a cobrar más si me vine corriendo ahorrándole toda esta distancia detrás del taxi?". Y el taxista responde: "¡Sí pues, jetón, si el aeropuerto queda para el otro lado!".
  • "En el año 2010, el mejor pagado de los artistas del Festival de Viña del Mar fue Rafael: además de lo que recibió por su show, el rantoncito de los dientes le dejó dinero extra"(Bombo Fica, haciendo mofa de la ocasión en que Rafael perdió un diente en plena presentación en vivo en Viña).
"Condorito", año 1998.
"Condorito", año 1999.
"Condorito", año 1999.
EN CHISTES PICANTES
  • En las rutinas de la época más bohemia y colorida del comediante Daniel Vilches y su compañía de Los Académicos de la Lengua, un chiste sketch bastante subido de todo para la época decía que dos chiquillas amigas de la noche, actuadas por los propios humoristas, se encontraban en la calle y comenzaban a contar sus últimas correrías en el oficio. Una de ellas decía que un tipo muy elegante y adinerado la contrató, le hizo el amor toda la noche y le entregó después "este billete" de la más alta cifra. La otra chiquilla mira el billete y le dice: "Oye huevona, ¡pero si este billete es falso!", y la engañada exclama horrorizada: "¡Chucha! ¡Entonces me violaron!".
    Humor en revista "La Lira Chilena", de 1906.
    ANEXO: ALGUNOS CHISTES SOBRE POBREZA
    - "Había un pueblito tan pobre, tan pobre, que no tenía casas de putas: tenía sólo casas de paja" (del humorista y comediante Ernesto Belloni, en su alter ego Che Copete).
    - "Cuando niños éramos tan pobres en mi familia, que no teníamos ni hambre" (de Hermógenes Conache).
    - Un club de barrio era tan pobre que, para su fonda de Fiestas Patrias, ofrecía una variedad de empandas llamadas "Lucho Barrios": era de pura cebolla (dúo "Los Indolatinos").
    - "Estoy tan mal económicamente, que tuve que sacar crédito en la ropa americana, fíjate... Y estoy endeudado en 12 letras en un blue jeans. No le he pagado ni los parches" (dúo "Los Indolatinos").
    - Una familia era tan pobre, tan pobre, que cuando el niño avisaba a su mamá que venía el camión de la basura, ella le respondía: "Dile que dejen dos tarros" (Grupo humorístico "Les Roteques").
    - "Cómo estaremos de mal en Chile, que el único santo hombre que tenemos es de apellido Hurtado" (Álvaro Salas).
    - Un sujeto se encuentra con su amigo en la calle y le pregunta cómo le ha ido. Él responde al borde de las lágrimas: "Pésimo amigo, pésimo me ha ido. Estoy sin trabajo, endeudado, perdimos la casa y el auto, ya no tengo ingresos, quedamos en la calle y debo decirte con vergüenza que mi familia y yo nos hemos estado alimentando con pasto, comiendo el pasto de los jardines de los vecinos sin que nos vean". El amigo, asombrado, lo consuela y le pide tranquilizarse: "Pero compadre, por favor, cálmese. ¿Para qué están los amigos? Yo no permitiré que estés pasando por esta situación... Anda a buscar de inmediato a tu familia y te vienes a mi casa, ahora, ya... ¡Tengo así de grande el pasto!" (del humorista Álvaro Salas).
    - "En mi familia éramos tan pobres que cuando le dije a mi mamá '¡Quiero caca!', ella respondió '¡Ya que dije que no hay!'" (Grupo humorístico "Les Roteques").
  • La misma compañía de Vilches hizo célebre un chiste de una mujer que debía dejar a su marido para viajar al Sur en busca de mejores oportunidades económicas, ante las necesidades de juntar dinero para la casa. Un día, el marido recibió una carta de ella, donde sólo se leía: "PP, PP, PP" y un código. Tras mucho consultar, se enteró de que el mensaje secreto era: "Poca Plata, Peligra Poto, Posible Puta". Pasaron los días y la esposa recibió una carta respuesta de su marido, en la que sólo se leía "CC, CC, CC". Tras hacer sus propias consultas, logró descifrar que significaba: "Cobra Caro, Cuida Culo, Cariños Carlos".
  • Un sujeto es contratado para atender un kiosco de refrescos junto a una playa nudista. Estaba en sus primeras horas de trabajo cuando se acercan dos despampanantes y voluptuosas mujeres jóvenes, totalmente desnudas, y se sientan en una de las mesitas con sombrilla alrededor del kiosco. Llaman al empleado y una de ellas le dice: "Señor, tráiganos una cerveza a cada una, muy fría por favor". Pero el sujeto, en lugar de traerle el pedido, se quedó mirándolas intrigado, sin sacarle los ojos de encima. Las mujeres se molestaron y la otra le reclamó: "¿Qué le pasa que no me la trae? ¿Acaso nunca antes había visto alguna mujer desnuda?". Y él responde: "No es eso, damas... Es que me pregunto de dónde chucha sacarán el dinero para pagarme".
  • Un sujeto quiere celebrar románticamente su aniversario de relación con una chica, y parte a la farmacia a comprar preservativos. Curiosamente, los condones individuales se vendían a distintos precios de acuerdo a los colores: el negro a $300, el rojo a $250, el amarillo a $200 y el verde a $150. Como estaba mal de dinero, juntó toda las monedas de $10 y $50 que encontró en sus bolsillos y logró reunir los $200 para un condón amarillo, así que partió feliz a la casa de su novia a celebrar fogosamente. Sin embargo, luego de varias horas con ella, descubrió con asombro que el preservativo había desaparecido de su miembro, y no estaba en ninguna parte por más que intentó encontrarlo. Para peor, a las pocas semanas su novia lo llamó muy afligida, diciéndole que estaba embarazada a causa de aquella misma noche. Decidieron vivir juntos e iniciar una convivencia pero, cómo sería su nueva sorpresa nueve meses después, cuando nació su hijo y notó que era de un intenso color... ¡Amarillo! El chico creció, aprendió a hablar, llegó a la adolescencia y jamás perdió el extraño color. Un día confrontó a su padre preguntándole por qué era de ese color de piel y si tenían alguna culpa él y su mamá. El papá, enojado, le respondió a su retoño: "¿Y de que reclamas tanto, huevón! ¡Agradece que por $50 no saliste de color verde!".
  • Una señora de edad madura se sube a la micro de la antigua locomoción y, en lugar de pasarle una moneda al chofer, le pasa un pelo. El chofer se enoja y le dice: "Señora, ¡esto es un pelo, no una moneda!", y ella responde: "¡Ay, disculpe! ¡Es que me equivoqué de chorito!". Chiste clásico del dúo "Los Indolatinos".
  • El mismo ambiente de humorismo para adultos de aquellos años, corría un grosero chiste que aún aparece en algunas rutinas. El humorista y mago ilusionista Edo Caroe ha presentado una divertida pero políticamente muy incorrecta versión del mismo en TV. En la versión Vilches, decía más o menos como lo transcribiré acá... Un sujeto va a una ventanilla de un banco y le pasa un cheque a la cajera, diciéndole de manera muy prepotente: "Buen día. Cámbiame este cheque, mierda". La cajera se exalta y le pide explicaciones, pero él sólo repite: "Cámbiame este cheque, pues, huevona de mierda". Se arma una gran discusión con el cliente y así la cajera, entre lágrimas, parte hasta donde el gerente de área a suplicarle que intervenga. El encargado se acerca con la cajera hasta el cliente que seguía en el inicio de la fila y le encara exigiéndole explicaciones por su actitud. El sujeto prepotente responde, entonces: "Sólo pido que me cambien este cheque, porque yo soy cliente de este banco y tengo más de cien millones de dólares en la cuenta acá". El gerente abre los ojos al oír la cifra y le responde al cliente mirando a la cajera: "Ah!, entiendo... ¿Y que esperas que no se lo vas a cambiar, poh, chuche' tu madre?".
  • Este chiste lo contaba Willy Sabor en sus tiempos de animador de fiestas universitarias, cuando lo conocí en la Universidad Central: había tres japoneses que se encontraban en Chile turisteando y querían comprar preservativos para irse de fiesta con una mujeres que habían conocido. Como no sabían hablar español ni conocían el precio de los preservativos, pasaron a varias farmacias mostrando el lote de monedas y gesticulando, pero nadie entendía. Decidieron ponerse de acuerdo y así entraron alborotadamente a otra farmacia; se dirigieron al vendedor que estaba detrás del mostrador, pusieron el alto de monedas en el mismo mueble y, sin dejar de hablar confusamente en nipón, se bajaron los cierres de sus pantalones y extendieron sus tres miembros viriles sobre la cubierta, esperando que el empleado entendiese qué querían. El vendedor se acomodó los lentes en silencio, miró la situación sin pronunciar una sola palabra y, luego de unos segundos, se bajó también el cierre, puso su propio miembro sobre el mostrador y, tomando las monedas, exclamó: "¡La casa gana!".
Bien, concluyo acá este repaso de siete partes dedicadas a la fusión del folklore y la numismática en Chile, que espero haya sido ilustrativo o entretenido para los lectores de este blog. Aunque la investigación ya no es el eje de mis publicaciones acá, quizás a futuro aborde individualmente algunos de los temas que fueron tratados de manera más general y menos abundada durante esta serie.

¿CUÁL ERA EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE GABRIELA MISTRAL?

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"Manifiesto de Gabriela Mistral al Pueblo Chileno", adhiriendo a la candidatura derechista de don Arturo Matte. Diario "El Día" de La Serena, lunes 1° de septiembre de 1952.
Ya escribió una vez con lucidez el académico Luis Vargas Saavedra, sobre la inmortal Gabriela: "Chile era la zona donde radicales y masones la motejaron de 'beata', los conservadores de 'comunista' y los comunistas de 'fascistoide'".
El período previo a los 70 años del Premio Nobel de nuestra insigne poetisa Gabriela Mistral (Lucila Godoy Alcayaga, 1889-1957), cumplidos en 2015, parecen hacer dado sólo para revisar con energía el aspecto de su orientación sexual (o, mejor dicho, confirmar un viejo rumor que hasta había sido abordado ya por un filme de 2001), pero nada en verdad importante o esclarecedor sobre otro de los temas nebulosos que han rodeado a esta extraordinaria mujer: sus inclinaciones políticas reales, no las que se le han supuesto o inventado en más de una ocasión.
Ya no es tabú -ni volverá a serlo- escarbar en la relación sentimental de la literata con su albacea o en cualquier otra similar que haya tenido en su vida. Sin embargo, sigue siendo un asunto difuso y a veces impreciso el de su pensamiento e ideología política, que se hace pasear entre la izquierda tibia y americanista hasta revolucionaria fan de Gorki, Vargas Vila o Sandino.
Sería mera exageración ofrecer una Gabriela paseando la bandera roja por las América o Indoamérica, para los siúticos y devotos de discursos clásicos, tipo APRA. Sin embargo, se han creado también niveles biográficos casi insondables, quizás idealizados, lo que permite jalados artificiosamente hacia los rangos donde mejor sopla el abanico político. Y lo curioso es que Gabriela no era débil o de opinión suave, menos pusilánime. No; de modo alguno. Por el contrario, fue bastante decidida y preclara en sus conceptos. El problema es que sus vientos no provenían de ningún manual, catálogo o guía ideológica partidista, haciendo frustrante, así, el esfuerzo de quienes se empeñaron en establecerle una clasificación dentro de los reinos de la política, ya sea de manera manifiesta o bien tácita, en forma casi ladina.
¿Cuál es el secreto que tanto se cuida sobre Gabriela Mistral con esta falsa prudencia y pinzas de joyería por parte de ciertos biógrafos, tal como antes se hacía con el asunto de su sexualidad? Pues, a diferencia de este último tópico, no hay ninguno en verdad que esconder: creo que sólo se busca no adolorar más el gran lumbago que punza en la espalda de ciertos sectores políticos de Chile y del continente, relativo a la transversalidad del personaje que jamás fue la activista que esperaron fuera y jamás quemó sahumerios por algún partido específico.
LA APROPIACIÓN POLÍTICA DE GABRIELA MISTRAL
Aunque muchos intentos de encadenar publicitariamente la imagen de Gabriela a corrientes políticas, son posteriores a su muerte -tanto de mitómanos derechistas (por desprecio) como izquierdistas (por afinidad)-, uno de los primeros y más descarados parece haberle ocurrido en vida.
Sucedía que, entre el 26 de mayo y el 6 abril de 1953, se debía realizar en Santiago de Chile el llamado Congreso Continental de la Cultura de las Américas, que desde el principio fue maquinado por elementos más propios de la izquierda dura, incluyendo al mismísimo Pablo Neruda que había vuelto recientemente desde Moscú con su carpeta de instrucciones. Grande fue la sorpresa de Gabriela al ver que su nombre aparecía como convocadora al mentado Congreso, recibiendo desde el año anterior respuestas de intelectuales del continente acogiendo la invitación que creían formulada por ella.
Gabriela negó terminantemente haber convocado a dicho encuentro, y esto generó conflictos dentro de los mismos interesados."En realidad, su nombre fue tomado abusivamente, así como los de muchos otros intelectuales, que se retiraron del Congreso antes de que se reuniera, en vista de que no tenía nada de cultural y sí mucho de comunista", reconocía el académico y periodista español Pere Pages i Elies, con el pseudónimo Víctor Alba en su "Historia del comunismo en América Latina", de 1953. Aclaremos que el autor era también un respetado comunista de la época, pero de declarada tendencia antiestalinista.
De alguna manera, la apropiación continuó hasta mucho después de la muerte de Gabriela. El dirigente comunista chileno Luis Corvalán, por ejemplo, escribió en "El gobierno de Salvador Allende" que, no bien tiene lugar el Golpe Militar del 11 de septiembre de 1973 y el cierre de la Editorial "Quimantú" del caído gobierno, "la dictadura hizo embalar muchos libros de Gabriela Mistral" junto a los de Neruda o Jack London, para reciclarlos. No cuesta advertir que sugiere, entre líneas, que se destruyeron estos libros por un desprecio ideológico a la poetisa similar al que podría esperarse para con Neruda o London, pero la verdad es que "Quimantú" fue reconvertida en otra editorial que no llegó a ser ni la sombra de la anterior, bautizada Editora Nacional Gabriela Mistral, precisamente en homenaje a ella. Además, cualquier suposición de censura a su obra durante la dictadura, cae de inmediato al recodar que ésta (como la de Neruda y también London), formó parte de las lecturas obligatorias del programa escolar en esos mismos años de rigores militares.
Sin embargo, las creencias persisten. Recuerdo hace muchos años, un mural cerca de avenida Vicuña Mackenna en La Florida, con los nombres de Vicente Huidobro, Pablo Neruda y Gabriela Mistral acompañados cada uno por la frase "Eran X" (la X era la hoz y el martillo). Y a mediados de los años 90, en la recientemente desaparecida Universidad de Artes y Ciencias Sociales (ARCIS), cuando se expuso un trabajo relacionado con el interés social de la "compañera Gabriela" (así le llama un alumno, no yo), se intentó describir allí a una poetisa furibundamente izquierdista y revolucionaria, pero en base a nimiedades como su cercanía a Pedro Aguirre Cerda y sus tempranas manifestaciones favorables a una Reforma Agraria. Demás está recordar que este último proceso contó, inicialmente también, con apoyo y respaldo de grupos de la derecha liberal.
Hay quienes, por su lado, echan mano al breve período en que Gabriela escribió para el periódico "Frente Popular", cercano al comunismo, como fórmula para intentar estrechar nexos ideológicos con ese movimiento en particular. Y ni siquiera los elogios que ella vertería para la obra de Neruda (y viceversa) se han salvado de ser interpretados "políticamente", buscando deslizar por el jabón de la esperanza el deseo de también colgar su grandeza en una percha específica. Que nuestro segundo Premio Nobel se haya referido a ella alguna vez como "mi compañera Gabriela Mistral", creo que alentó también el deseo ardiente de suponerla en esas filas, al menos en mis tiempos universitarios.
El célebre periodista Alone (Hernán Díaz Arrieta), había conocido profundamente a Gabriela. Como se sabe, además de encontrarla en distintas partes del mundo, la Fundación Rockefeller lo invitó a Nueva York para ordenar los escritos inéditos de la poetisa sólo dos años antes de ser galardonado él con el Premio Nacional de Literatura. Tuvo, entonces, el privilegio de profundizar en ella tal cual era y tal cual fue, plasmándolo en la famosa biografía de la autora. Y como su amigo, conocedor y confidente, Alone fue enemigo de la imagen de Gabriela revolucionaria, por lo mismo.
Es difícil decir que la desconfianza y obstinación de Alone contra el comunismo le pudo haber quitado alguna vez, objetividad de juicio sobre las ideas políticas de ella, habiendo sido uno de los grandes promotores de la obra de Pablo Neruda, por ejemplo. Sin embargo, en algún momento fue tal el deseo de secuestrar la imagen de la autora de "Desolación" y "Los sonetos de la muerte", especialmente cuando muere físicamente, que Alone decidió golpear la mesa. Otros, simplemente, han preferido desestimar las opiniones expertas y ceder al deseo, suponemos que con suficiente utilidad como para asumir los riesgos del negocio.
Y es así que leo, a pesar de todo, ciertas especies echadas a correr sobre ella siendo creídas con ceguera asombrosa. La encuentro en la proclama de una lacrimógena carta abierta, en Perú: "¡Pero sepan que grandes comunistas han elevado la calidad humana: Picasso, Saramago, García Lorca, Blanca Varela, Gabriela Mistral...!". Afirmación hecha nada menos que por una docente, vinculada al movimiento comunista del vecino país.
Nuestros dos Premios Nobel de Literatura, Gabriela Mistral y Pablo Neruda (que aún no lo recibía), en el año 1954.
AMÉRICA Y LA IMAGEN DE SANDINO
El caso de historiadores comunistas es más sofisticado que la hablilla política más popular o las declaraciones de corte universitario, como sucede con el veterano escritor Iván Ljubetic Vargas. Me resulta particularmente interesante en este esfuerzo, por exaltar el lado más izquierdista de Gabriela, aunque mucha de su exposición sólo repite un enfoque que había asumido ya Volodia Teitelboin en su "Gabriela Mistral pública y secreta", de 1991.
Como estos autores saben fehacientemente que las pruebas no están a favor de quienes creen que ella tuvo alguna clase de acercamiento partidista o revolucionario propiamente tal, la descripción biográfica enfatiza aspectos como la estrecha relación personal que la poetisa tuvo con conocidas y prominentes figuras de dicho perfil, incluyendo su entrañable amiga Laura Rodig; o bien destacando su participación como representante de la Unión de Profesores de Chile (UPCH) en el Congreso de Educación en Locarno de 1924; y su asistencia al Congreso de la Paz en México de 1949. Se realza muy especialmente la censura y despido "fascista" desde el diario "El Mercurio", por un artículo pacifista de 1950; el mismo diario que proclamaba su adhesión a los aliados y condenaba el fenómeno nazi-fascista europeo durante la II Guerra Mundial, a coro con los de la izquierda chilena, dicho sea de paso.
Con mayor seguridad argumental, en un artículo biográfico con el nombre de la poetisa, publicado en el diario chileno "El Espectador" de San Antonio (12 de abril de 2002), Ljubetic recuerda que cuando Gabriela fue invitada a México para hacer su valioso aporte en la reforma educacional por el Ministro de Educación del país azteca, don José Vasconcelos, fue el insigne diputado comunista Luis Emilio Recabarren (reciente fundador del Partido Comunista de Chile, en 1922) quien propuso en la Cámara una indicación para que ella recibiese $5.000 como viático, ante la limitación de sus propios recursos para concretar el viaje. Ya entonces, sin embargo, la atrofiada mentalidad de la derecha chilena creía en esas supuestas tendencias comunistas de la poetisa, lo que pudo influir en el indecoroso voto de sus representantes en contra del financiamiento del viaje.
A pesar del rechazo a la propuesta de asistencia económica, Gabriela pudo ir con Laura a México, ese mismo año de 1922, mismo en que publicó su célebre "Recado" titulado "El Grito", poco tiempo antes de marcharse de Santiago. Embriagada de la pasión bolivariana, proclamará Gabriela en este texto:
"¡América, América! ¡Todo por ella; porque nos vendrá de ella desdicha o bien!
Somos aún México, Venezuela, Chile, el azteca-español, el quechua-español, el araucano-español; pero seremos mañana, cuando la desgracia nos haga crujir entre su dura quijada, un solo dolor y no más que un anhelo".
Una vez en México, imbuida en uno de los núcleos continentales de este mismo sentimiento americanista, se interioriza sobre la gran lucha independentista de Nicaragua contra la intervención de los Estados Unidos, y proclama desde el año siguiente su admiración por esta causa, exhortando a los países de América a apoyar y colaborar con esta lucha que compara con el enfrentamiento de David contra Goliat.
Por supuesto, muchos no dejan pasar las oportunidades que permite este detalle. En su comentado artículo y en otro posterior titulado "Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura de 1945" (publicado en junio de 2009, pero que ya encuentro sólo en un blog del Partido Comunista de Ñuñoa), Ljubetic declara categórico que esta acción de la chilena "se refería a la lucha por la Independencia de Nicaragua que librada César Augusto Sandino contra el invasor yanqui". En su entusiasmo y urgencia, sin embargo, el historiador no reparó en que, para 1923, Sandino era sólo un anónimo muchachón escondido en México, luego de un altercado personal con un aristócrata nicaragüense, permaneciendo en este autoexilio y sin tomar las armas revolucionarias sino hasta 1926, cuando lo sorprende la Guerra Constitucionalista recién regresado a Nicaragua. Período en el que comenzará a hacer inmortal su nombre, además, para las semblanzas revolucionarias de su patria y de toda América.
Cabe añadir que Gabriela admiró mucho César Augusto Sandino cuando su nombre estalló en la lucha nicaragüense, unos años después del señalado. Lo elogió en artículos suyos, por supuesto, escritos desde 1928 y hasta el asesinato del caudillo, cuando aquella causa era de general simpatía latinoamericana, ya sea desde el nacionalismo al comunismo revolucionario, por representar un foco de heroica lucha contra el insolente intervencionismo imperialista. De hecho, los discursos de Gabriela en favor de Sandino tienen un claro acento solidario con el nacionalismo nicaragüense, como lo sugiere el artículo que escribió ya encontrándose en Nueva York, en 1931 (año en que también recibe la medalla Benemérita del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua), titulado "La cacería de Sandino, el 'General del Pequeño Ejército Loco'":
"Míster Hoover, mal informado a pesar de sus 21 embajadas, no sabe que el hombrecito Sandino, montuno, plebeyo e infeliz, ha tomado como un garfio la admiración de su raza, excepto uno que otro traidorzuelo o alma seca del Sur. Si lo supiera, a pesar de la impermeabilidad a la opinión pública de la Casa Blanca (la palabra es de un periodista yanqui) se pondría a voltear esta pieza de fragua y de pelotón militar, tan parecida a los Páez, a los Artigas y a los Carrera, se volvería, a lo menos, caviloso y pararía la segunda movilización".
El elogio para Sandino no fue patrimonio revolucionario especialmente propio de la izquierda continental, recalcamos, por lo que difícilmente serviría para adivinar alguna clase de filiación ideológica particular de Gabriela a partir de su simpatía por la lucha en Nicaragua. Daría también para suponerla liberal, nacionalista e incluso nacista, considerando el entusiasmo que despertaba la figura del héroe en el Movimiento Nacional Socialista Chileno, desde sus primeros años y hasta su desaparición tras la Masacre del Seguro Obrero de 1938.
OPOSICIÓN A TODO AUTORITARISMO
También se suele mencionar -a la pasada- que Gabriela Mistral, ya entrada en la actividad consular que realizaría por otros 20 años, vio frustradas sus labores como Cónsul de Elección en la representación chilena de Génova, por haber manifestado sus ideas antifascistas en pleno régimen de Benito Mussolini en Italia. Esta impresión es verosímil si quiere suponérsela mucho más cercana a las señaladas ideas revolucionarias, pero el hecho incontestable es que Gabriela era alérgica a todos los gobiernos dictatoriales, fuesen o no fascistas.
Para contextualizar, por entonces la poetisa ya era más apreciada en el extranjero que en Chile. Grande fue la polémica intelectual cuando dos eminencias de la prodigiosa Generación del 38, Eduardo Anguita y Volodia Teitelboim, la dejaron fuera de su "Antología de la poesía chilena nueva", de 1935. Esto explica que haya recibido el Premio Nacional de Literatura después del Premio Nobel, además.
Sin embargo, se recordará también que Gabriela aceptó el Premio Nacional de Literatura posteriormente, en 1951, y siendo Presidente de la República don Gabriel González Videla, radical símbolo del período fuertemente anticomunista que se vivía en esos años en Chile. A la sazón, ya había sido promulgada la llamada "Ley Maldita" y Neruda se hallaba en el exilio, reclutando solidaridad internacional de los intelectuales en contra del Gobierno de Chile. Autores como Jaime Quezada, gran investigador de su vida, recuerdan que declaró entonces, al enterarse del premio:
"Hace rato que yo cancelé ese tema del Premio Nacional de Literatura. Sé que lo peor de 'mi caso' con Chile es el odio de mi gremio. Y tal vez sea lo que más me dolió y me duele, desde que salí de Chile hasta hoy".
Mas, la falsa tregua con el gobierno chileno no duró mucho, y así le expresaba al año siguiente, al escritor Eduardo Barrios, refiriéndose a su comentada relación con Doris Dana, su albacea y secreta compañera, negando otra vez cualquier identificación con el comunismo:
"Así es como una yanqui vive por tiempos con esta comunista, fabricada ahora por el señor González Videla, su jefe, señor".
Sigue despreciando el autoritarismo y el militarismo en todas sus caras. Como hicieron muchos otros intelectuales y autoridades internacionales, en 1953, Gabriela se une a la cruzada para solicitar la libertad de la literata argentina Victoria Ocampo, detenida por el Gobierno del General Juan Domingo Perón, a quien envía un telegrama diciéndole:
"Profundamente contrariada por la noticia del encarcelamiento de Victoria Ocampo, ruego a vuestra excelencia liberarla recordando su labor internacional que ha prestigiado siempre a la Argentina".
Pero un acontecimiento en particular dejará más que confirmado que la poetisa no tenía ninguna clase de compromiso de lealtad hacia el bolchevismo, a diferencia de la ciega devoción que mantuvieron, por ejemplo, Pablo Neruda, Teitelboim y otros altos intelectuales de la época.
El 23 de octubre de 1956, estalló una revolución contra el régimen socialista de la  República Popular de Hungría y su relación tutelada por la Unión Soviética. Al caer el gobierno totalitario de András Hegedüs, Rusia no toleró el levantamiento e invadió Hungría abriéndose paso a fuego y represión, logrando imponerse el 10 de noviembre con un saldo de 2.500 húngaros muertos, cerca de 200 mil refugiados escapando al resto del mundo y el inicio de una de las peores tiranías modernas de Europa, rechazada incluso por militantes revolucionarios de otros países.
FRAGMENTOS DEL PRÓLOGO DE GABRIELA MISTRAL A "LA POLÍTICA Y EL ESPÍRITU", DE EDUARDO FREI MONTALVA (1940)
"Sus ideas sociales de reconstrucción se me parecen mucho al oscuro hierro forjado de los italianos y los belgas. Ellas son sólidas, bien torneadas y serviciales".
"Debemos confesar que la 'America inocente' del poeta romanticón es una Ninfa Eco de cuerpo abolido, en carne de fantasma, sin fuerza para dar el grifo inicial. Y aquí la función no deriva del organismo, pues 'el Continente' es una masa formidable y Chile un cuerpo de metal absoluto, por esto mismo la invalidez para crear un módulo propio de vida da un asombro, que resbala a cólera; tanto leer de política, gracias a nuestras empresas que lo editan todo; tantos años de vivir una vida americana, es decir, original; tanto énfasis como el que corre por nuestros textos escolares de Historia, y venir a parar en que no hallamos para salvarnos sino la receta nazi, o la fascista, o la comunistoide, o la portuguesa o la cavernaria, ¡cualquiera, menos la propia!".
"La dictadura militar no es ninguna novedad entre nosotros, como que ella representa nuestra doble tradición. La Historia hispanoamericana no viene a ser otra cosa que el trance de una Libertad-Pasión, de la que llamaría Unamuno una Libertad-Agónica que hace su Vía Crucis cayendo y levantando. Como han llegado los tiempos del buen comer y el buen beber traducidos a doctrina política, los jóvenes que antes juraban su fe al ministerio de agonía, ahora abandonan su Cristo-Libertad, quien no puede dar el vino del poder ni la grosura
del logro fiscal".
"Los nazistas quieren hacernos un nazismo dizque superado, careciendo de los mitos germánicos que comprenden desde la fabula familiar hasta los dramas musicales de Wagner y siendo este material de embriaguez heroica lo que ha hecho posible una curiosa mixtura de ensueño y de acción, de terremoto imaginativo y de realización práctica (...) Y en cuanto al método fascista, que tanto tienta a nuestros reaccionarios, los pocos hombres con cultura clásica que tenemos han dicho ya a los líderes desaforados que nos faltan 4.000 años de cultura latina, de esa que los tales líderes detestan tanto como la ignoran".
"La vieja disputa entre el conceder, el negar, o el retardar el voto mujeril, me parece más cómica que astuta. Las izquierdas lo aceptaron siempre en forma teórica y mientras fueron minoría dieron batallas por el sufragio femenino; los conservadores lo rechazaron siempre como principio, por espíritu tradicionalista, pero hoy
ablandan el ceño ante la reforma porque piensan en que nuestros votos bien pudieran ayudarles en la encrucijada donde se hallan. Las mujeres no ponemos gran cosa en el debate, que los hombres prosiguen solos, haciéndose a la vez jueces y partes... como nos gusta poco la demagogia, no nos echamos en desfiles chillones por las calles y sólo reímos de la gran hipocresía de los dispensadores de vida y muerte... El Presidente Aguirre, feminista de doctrina y hechos, tenga el coraje de ponerse entre los dos frentes fariseos y su intervención
nos valga esta justicia que no necesita alegato, que es clara como el cielo chileno y que agobia a los pleiteadores con su luz cenital".
"Los ricos viven enamorados de una religión de pobreza y a lo menos de austeridad. No les queda más que acudir al cumplimiento penitencial de su deber o renegar del nombre que adoptaron".
"Tenemos que decir muy claro y preciso que la clase media tiene en Chile un aprovisionamiento tan caro de sus necesidades que en cada trance revolucionario nuestra magra hacienda de país pobre se queda en poder de ella y que a nuestra fabulosa miseria popular, sólo se aplican las raspas de la marmita estatal. Y es que la muy ávida ama bastante el lujo".
"Los apóstoles de la dictadura a toda costa, pueden engreírse de ver las pobladas a quienes convencen (no es difícil embriagar a los pueblos, sean mestizos, sean caucásicos); pueden los envalentonados hacer todos sus cálculos y planear sus 'buenas' venganzas. No conocen las entrañas de su Améerica mestiza, como que no confiesan nunca su mestizaje (...) Un desasosiego constante, un malestar vago o agudo, una sensación viva de vergüenza, acompasó siempre a los 21 pueblos nuestros que han subido la escala del absolutismo, desde el jalón más suave hasta el más agrio".
"Los acontecimientos, que llegan con una rapidez sólo parecida a la de los sueños, no pueden vernos defendidos sino a condición de que estemos acordados. Es difícil que una legión de traidores pueda hacernos más daño del que nos hace un millón de chilenos decididos a pelear...  el poder que reparte los cargos públicos. Es un espectáculo que parece de tribus el que estamos dando a la hora en que a ningún pueblo con juicio le importa el partido A ni Z, porque no se discute en medio del fuego y ante todo es preciso salir de la hornaza para
cambiar unas cuantas razones".
La violencia y desparpajo con que actuó Rusia provocó una reacción de rechazo internacional, de la que Gabriela no estuvo ajena. Así participará de la redacción para el documento conocido como "Manifiesto de Defensa de Hungría", firmado junto a otros intelectuales de América Latina. Allí escribe la poetisa:
"Como escritores, artistas y universitarios, como hombres de América, condenamos la brutal agresión de que ha sido víctima el pueblo de Hungría, y nos dirigimos al pueblo de Budapest martirizado para decirle que estamos con ellos. Su causa es común a cuantos defienden la dignidad humana, como principio de toda justicia. Nos llena de esperanza la actitud de las juventudes que tan ejemplarmente han sellado con su sangre esta verdad. Ni el escritor, ni el artista, ni el sabio, ni el estudiante, pueden cumplir su misión de ensanchar las fronteras del espíritu, si sobre ellos pesa la amenaza de las Fuerzas Armadas, del Estado gendarme que pretende dirigirlos. El trabajador intelectual no puede permanecer indiferente a la suerte de los pueblos, al derecho que tienen de expresar sus dudas y sus anhelos. América, en su historia, no representa sino la lucha pasada y presente de un mundo que busca en la libertad el triunfo del espíritu. Se sirve mejor al campesino, al obrero, a la mujer, al estudiante enseñándoles a ser libres, porque se les respeta en su dignidad. El avasallamiento de Hungría, su destrucción porque ha querido ser libre, marca un momento simbólico en la definición de nuestro siglo. Digamos a tiempo que estamos por los que quieren ser libres, y movilicemos la opinión de América de una vez por todas, que se vea claro que no aceptamos ni la servidumbre de la inteligencia ni el aniquilamiento de los pueblos libres".
Gabriela no sólo colabora con su texto y firma el manifiesto (que causó escozor en el comunismo chileno más duro de esos años), sino que su nombre es el primero que aparece allí, condenando la vesania de los rusos, algo sospechosamente poco recordado por sus posteriores biógrafos, salvo casos como Matilde Ladrón de Guevara en su "Gabriela Mistral, rebelde magnífica" o Dolores Pincheira en "Gabriela Mistral, guardiana de la vida". Teitelboim, por ejemplo, pasa de largo toda alusión a este episodio en su suerte de exposición del "lado B" de Gabriela, donde más apropiado era recordar esto, precisamente.
Cabe comentar que, hasta hace no muchas décadas y antes de la caída del bloque soviético en la Europa Oriental, existía una cínica calumnia intentando explicar que la adhesión de Gabriela al manifiesto de defensa del pueblo húngaro, era un pago de favores por sus cargos diplomáticos, presiones políticas del Gobierno o incluso porque la habían "comprado" para adherir al mismo, pasando la aplanadora en el hecho de que la autora sólo se ponía del lado de las víctimas inocentes de la brutalidad bolchevique, como quedó demostrado sobradamente después. Su partida al año siguiente de firmar el manifiesto, tal vez impidió que la propia poetisa encarase y se defendiese de semejantes maledicencias.
SUS PREFERENCIAS PRESIDENCIALES
A la creencia anterior y como una "reafirmación" de su antifascismo (en realidad, antiautoritarismo, sin banderas específicas), se ha sumado el temor que expresaba Gabriela en cartas y declaraciones públicas por el regreso del General Carlos Ibáñez al poder, imaginando que, entre otras cosas, desencadenaría una alianza de dictaduras entre Chile, Brasil y Argentina.
Retrocedamos un poco... Se habla de la simpatía electoral que la escritora tuvo por Pedro Aguirre Cerda y luego, según parece, por Juan Antonio Ríos, el presidente que después hizo algunas gestiones para que Gabriela recibiese el premio de la Academia Sueca, a diferencia de lo que ha propalado la creencia de que prácticamente fue dejada sola por las autoridades chilenas frente a la posibilidad cierta de recibir el Nobel de 1945. No fue mucho, se dice, pero algo fue. Y correspondió a González Videla la entrega del Nacional de Literatura en 1951, como vimos.
Así estaban las cosas para ellas, cuando se entera de las reñidas campañas presidenciales que se desarrollaban en su patria.
Al respecto, no está clara la certeza de cierta afirmación hecha por Quezada y otros autores, respecto de que Gabriela se involucró por primera y única vez en cuestiones electorales, ese año de 1952. Sin embargo, tal conclusión fue confirmada por la propia literata, en una carta a don Héctor Álvarez que veremos más abajo, donde reconocía también que un partido le había ofrecido un cargo senatorial, que ella rechazó.
Sin embargo, también es sabido que el resquemor de la poetisa con la figura Ibáñez era muy anterior a las elecciones 1952, de origen casi personal: cuando éste la bajó del servicio consular hacia 1927-1928, sin goce de pensión. Se supone que esto fue  (nuevamente), otra consecuencia de la ridícula filfa derechista de que Gabriela estaba casada con la izquierda más dura.
La condición de "milico de botas largas", como le llamaba ella peyorativamente, le provocaba desconfianzas enormes sobre el candidato, y así fue que cuando ganó la Némesis de Ibáñez en las elecciones de 1932, Arturo Alessandri Palma, ella había declarado: "Me alegro del triunfo de Alessandri por el hecho de que tengamos un gobierno civil". Cabe recordar que los otros candidatos de entonces incluyeron a los izquierdistas Marmaduke Grove (el militar golpista que levantó la República Socialista, ahora obteniendo el segundo lugar en votos) y Elías Lafertte (comunista de vieja guardia, con el quinto y último lugar).
No obstante, es notable un hecho doble sucedido ya en las elecciones presidenciales de 1952, que vuelve a poner en entredicho el espejismo de la Gabriela revolucionaria y de línea dura. Primero, nos encontraremos a la poetisa apoyado decididamente al liberal Arturo Matte Larraín a pesar de las inclinaciones esperables de una mujer de izquierda que fue. Matte, yerno de Arturo Alessandri Palma, había sido Ministro de Hacienda del radical Ríos, pero ahora se presentaba como candidato apoyado por dos conglomerados con banderas de derecha: el Partido Liberal y el Partido Conservador Tradicionalista. Por esta razón, hizo llegar a sólo días de la elección su "Manifiesto de Gabriela Mistral al Pueblo Chileno", donde leemos (diario "El Día" de La Serena, 1° de septiembre de 1952):
"Los chilenos han encontrado en Arturo Matte a un conductor que propicia la utilidad y la alegría fecunda de superar las divisiones mezquinas que impidan coordinar una acción gubernativa beneficiosa para todos.
Una floración de extraordinarias virtudes cívicas e intelectuales acredita como a ningún otro al abanderado nacional.
Por esto en su programa se encarnan preferentemente los ideales de justicia social, que resplandecen en su concepción austera de autoridad. Nunca ha solicitado un mando ni ha buscado cargos decorativos o ajenos a su modestia, pero nunca ha rehusado también las grandes responsabilidades; y si ha aceptado su postulación a la primera magistratura es porque el poder y el deber se confunden en su mensaje y porque se siente llamado al Gobierno por las mejores fuerzas civiles de la nacionalidad.
Gabriela Mistral".
A mayor abundamiento, Gabriela había sido contactada en junio de ese año para adherir a dicha candidatura, por intermediación de don Héctor Morales, oficial de campaña de Matte. Cuando ella responde la invitación, en principio titubeante, le había advertido de vuelta el 18 de agosto:
"Naturalmente es para mí, una gran satisfacción el que nuestro futuro mandatario tenga las prendas morales de este ilustre ciudadano, pero yo, Señor Álvarez, no me he ocupado de política en lugar alguno de este mundo ni aún en mi patria. Tuve una amistad larga y fraternal con don Pedro Aguirre; le debí casi toda mi carrera pedagógica, pero no puse palabra en la lucha electoral que lo llevó a la presidencia.
Esta absoluta prescindencia mía no corresponde ni remotamente a una indiferencia o frialdad cívica sino a mi ausencia de veinte y tantos años del país. Es probable que corresponda también a no tener yo un temperamento de lucha ni partido alguno, cosa que me ha dañado bastante en mi carrera consular. Sigo siendo cónsul de última categoría pero no pienso salir de esta abstención que tal vez forma parte de mi temperamento".
En segundo lugar, debe observarse que Gabriela no manifestó apoyo a Salvador Allende, el candidato de la izquierda, respaldado por el Frente Nacional del Pueblo integrado por el Partido Comunista, el Partido Socialista y el Partido Socialista Popular. Claramente, esto es un indicio de los sentimientos políticos que la podían inspirar ya cerca del final de su vida. Ni siquiera estuvo por el candidato oficial, el radical Pedro Enrique Alfonso, a pesar de la continuidad que se quiso dar a sus propuestas con respecto al Frente Popular y la figura de Aguirre Cerda. Alfonso venía respaldado por el Partido Radical, el Partido Conservador Social Cristiano, la Falange Nacional y el Partido Democrático.
Para lamentos de Gabriela, sin embargo, la elección fue ganada por Ibáñez con el 46,79%, mientras que su candidato Matte alcanzó el 27,81%. Por su lado, Alfonso llegó al 19,95% y Allende sólo un 5,45%, en su primera presentación como candidato presidencial. Se sabe que Neruda y su amiga Delia del Carril, persuadieron en esos días a Gabriela de no alarmarse por el triunfo del general de Ibáñez, apartar prejuicios y espera a ver cómo avanzaría su gobierno.
Ya asumido el general, gran parte de esta enemistad con él se amortiguó en 1954, cuando fue recibida con honores por el mismo Gobierno de Ibáñez. Gabriela aceptó la invitación del presidente a pesar de las advertencias que le hacía su joven amigo falangista, Radomiro Tomic, de que quizás fuese utilizada políticamente la visita planificada para septiembre y primeros días de octubre de ese año. Su último regreso a Chile le permitió confirmar el cariño popular, reencontrarse con su Valle de Elqui e incluso agradecer en público al presidente el proceso de Reforma Agraria que ella venía defendiendo como propuesta desde hacía tanto tiempo, gesto que ha generado confusiones y controversias de interpretación, pues Ibáñez no fue quien lo implementaría.
Al final, pues, acabó haciendo las paces con Ibáñez, y esto sirvió después para formularle su petición de indulto a favor de la escritora María Carolina Geel, en 1956, luego de que ella asesinara a su amante Roberto Pumarino en el Hotel Crillón. El propio Ibáñez tendría la infeliz tarea de darle un funeral de honor a Gabriela, al año siguiente.
¿CÓMO DEFINIRLA, ENTONCES?
Las revisadas creencias sobre los compromisos políticos de Gabriela eran deducidas, en parte, por detalles tan secundario como la relación que su hijo adoptivo Juan Miguel Godoy, apodado Yin Yin, tuvo con algunos muchachos de militancia comunista en Brasil, por algún breve período y antes de su suicidio con sólo 17 años. Así lo explicó el autor peruano y también amigo de la poetisa, Ciro Alegría, en su trabajo "Gabriela Mistral íntima". Teorías posteriores han propuesto que Yin Yin era en realidad su hijo biológico, pero ni siquiera eso explicaría que el vínculo potencial del chico con la ideología comunista alcanza para dar por automáticamente reclutada a su madre en la misma, como pretendieron sus enemigos derechistas.
He escuchado también la propuesta de que Gabriela hizo una suerte de apología de la Unión Soviética durante su servicio diplomático en Lisboa, cuando escribió en octubre de 1936 un sentido homenaje al intelectual y dirigente bolchevique Máximo Gorki. Es verdad que esto alimentó las creencias alarmistas y neuróticas de los mismos grupos de derecha, pues ya habían hecho correr la calumnia de que Gabriela militaba secretamente en el comunismo, con razones tan malas y débiles como las que inflaban de orgullo a quienes creyeron la misma patraña. Sin embargo, aún comprendiendo que se trataba de un panegírico póstumo para el personaje (Gorki había fallecido pocas semanas antes), la poetisa hace una exposición elogiosa de la obra escrita del finado, repasando sus temáticas, sus inspiraciones, la orientación y trascendencia de su prosa, mas nada que haga sospechar que no escribe desde la objetividad crítica y la mesura que siempre mantuvo.
En la otra trinchera, tan convencidos estuvieron algunos editores argentinos sobre la militancia o, cuanto menos, la identificación de Gabriela con ciertas corrientes revolucionarias que, en los años 50, el entonces joven periodista platense Osvaldo Soriano, que publicaba en el suplemento "La Prensa" autores comunistas y antifascistas como Neruda, Salvatore Quasimodo y Amaro Villanueva, incluyó a la chilena entre los elegidos convencido, según parece, de estar en la misma línea política dura que quería promover desde este medio.
Gabriela no era apolítica, y lo sabemos; incluso más de lo que parecía saberlo ella. En 1946, le había escrito también a Alone defendiendo el elemento indígena y autóctono americano por sobre el hispánico, que era de más simpatía para el escritor:
"Estos civilizadores, estos cristianizadores y ahora comunistizadores, no perdonan nunca el que alguien, en la masa de los mestizos degenerados, ame al indio, lo sienta en sí mismo y cumpla su deber hacia ellos en forma mínima de 'saltar' cuando lo declaran bestia y gente de color, es decir negroide".
Lo quisiera o no Gabriela, sin embargo, ser política era algo que le requería la misma actividad consular. Lo mismo sucedía con su marcado sentido social y su americanismo que la llevó, por ejemplo, a ser una de los firmantes de 1932, solicitando al Gobierno de la República Argentina que le otorgase el Premio Nacional de Literatura a Manuel Ugarte, autor de "La Patria Grande".
Fue amiga de Aguirre Cerda y de Eduardo Frei Montalva, a quien conoció en los años 30 en España, generándose después una intensa correspondencia entre ambos. El que le haya prologado a Frei su libro "La Política y el Espíritu" de 1940, afortunadamente, no ha estimulado a los creativos a especular sobre la identificación de Gabriela con la Falange Nacional, a pesar de la admiración que reconoce por el futuro fundador del Partido Demócrata Cristiano y Presidente de la República. Tampoco se han sacado conclusiones suspicaces de su complicidad y relación de confianza con Tomic.
Sin embargo, ni toda participación directa o indirecta en la política y su relación con figuras prominentes del estadismo chileno o internacional -por  cuidadosamente que sea seleccionados-, podría permitir montar la fábula de la Gabriela Mistral adherida a alguna corriente dura, cavilaciones que ya no se sostienen por ninguna de sus innumerables débiles patas de ciempiés seco.
"El comunismo europeo -escribió Gabriela a Luis Oyarzún- se parece a las inundaciones de los ríos tropicales. Falta una cosa: Dios. Pero no sabemos si Él está cansado de nosotros".
El marcado acento ideológico que se permitieron autores como Vicente Huidobro, Pablo de Rokha, Neruda o Teitelboim, al menos en algunos períodos de sus vidas, ha hecho creer que la clasificación política de los escritores son fáciles y siempre posibles. Sin embargo, figuras como Gabriela, al igual que sucede con Joaquín Edwards Bello, Daniel de la Vega, Enrique Bunster o Nicanor Parra, a veces hacen difícil tratar de cumplir con esa obsesión moderna por ordenar puntillosamente el estante humano. Y, si no resultare, "marear cuando no se puede convencer": llenar de puntos ambiguos y oscuros, aún si son contradictorios. Puntos que sólo confirman lo iluso que es seguir insistiendo en clavar un INRI categórico y definitivo de identificación política y hasta partidista en la cruz de quienes no la tuvieron, o sólo la manifestaron efímeramente.
En conclusión, creo que sólo dos cosas se pueden decir con seguridad de Gabriela Mistral, sobre su pensamiento político: 1) Sus tendencias eran de izquierda en su sentido social y humanista, y 2) que era especialmente americanista, de abolengo boliviariano e indigenista.
El que estos dos alcances de su genialidad (nos gusten o no) quieran a ser jalonados hasta ciertas definiciones más cercanas a las antípodas, es lo que acaba engendrando esas interpretaciones torcidas, tendenciosas y antojadizas. Pero, por sobre todo, interpretaciones deliberadamente vaporosas y difusas, buscando abrirle en la confusión y el engaño, un pequeño espacio a las falsas posibilidades.
Gabriela Mistral y Carlos Ibáñez del Campo en el Palacio de La Moneda, visita a Chile de 1954. Imagen del banco fotográfico del Museo Gabriela Mistral de Vicuña.
PALABRAS DEALONE (diario "El Día" de La Serena, sábado 6 de abril de 1957)
Hernán Díaz Arrieta, más conocido como Alone, escribió un artículo titulado "Gabriela y los comunistas" poco después de su fallecimiento. El autor era un declarado enemigo del comunismo, por lo que muchos de sus juicios ciertamente deben tener este sesgo. Sin embargo, es interesante su meditación sobre lo que sucedía en los días posteriores a la muerte de la poetisa. La transcribo completa:
"GABRIELA Y LOS COMUNISTAS
Por ALONE
Naturalmente, han querido apropiársela. Todos han experimentado la tentación de apropiársela un poco, de adquirir ese inmenso prestigio de bondad y sabiduría que pasaba para convertirlo en fuerza propia y utilizarlo. La intención se percibe nítidamente en los discursos, las entrevistas, los recuerdos, etc.
Pero, sobre todo, entre los comunistas.
No sin cierta razón: la tuvieron, podría decirse, en sus manos.
Nacida en las capas más modestas de la sociedad, Gabriela se considerada extraña en Santiago, lejos de La Serena, distante aun de su Vicuña natal. Decía que nació allí por azar y la recordaba principalmente por los padecimientos que sufrió, el prolongado suplicio de su infancia abandonada. Ella pertenecía a Monte Grande, cuyos niños pobres son unos de sus herederos predilectos. De allí venía y allá quiso reposar. Monte Grande, ¿se sabe algo de esa aldea montañesa? A través del vasto mundo, sin embargo, como Victoria lo dijo, Gabriela viajaba con su valle alrededor.
Durante sus primeros años pudo conocer un tipo de existencia patriarcal en que, prácticamente, no había mío ni tuyo. Su madre, una mujer de la Biblia, solía decirle gravemente, cuando chiquita, que fuera a la casa tal donde se habían cosechado bien las manzanas, cogiera cierta cantidad y se la llevara a tal pobre mujer desprovista que la necesitaba. Y ella iba, saludaba al dueño en la puerta, penetraba en la arboleda y salía llevando en la falda las frutas ajenas hacia una morada ajena.
Ese recuerdo no se le borró: Gabriela practicaba, hasta en el Viejo Mundo, una hospitalidad sin medida. A su casa de México iban a asilarse los escritores chilenos como en su propio hogar. Siempre tenía para ellos una habitación disponible. A veces, la habitación carecía de mobiliario. Gabriela proporcionaba los fondos para habilitarla. Alguno, al partir, vendió los muebles y, como eran suyos se llevó el producto, ella lo refería sonriendo, sin demasiada extrañeza. El sentimiento de la propiedad particular no la tiranizaba y las cuentas de dinero formaron siempre un misterio que no descifraría.
Por lo mismo, los comunistas, organizados en una férrea maquinaria, con autoridades absolutas y una disciplina de hierro, le inspiraban una especie de horror. La fascinaban y les temía. Atribuíales ingenuamente una especie de habilidad diabólica y un poderío agudo capaz de herir en la intimidad recóndita. Veía el mundo poblado de conspiradores pronto a hacerlo estallar para la gran catástrofe en que ella misma perecería. Refería anécdotas casi milagrosas. Presidida por un Lord inglés celebrábase en Roma una reunión de altas personalidades enemigas del heroico partido. Hubo al principio dificultades para las sesiones preliminares, hasta que, no se sabe de dónde, apareció un personaje internacional, conocedor de varias lenguas y con un don de autoridad que se impuso de manera casi mágica. En seguida las sesiones marcharon, se discutió con orden y se tomaron acuerdos; la empresa parecía ir sobre rieles. Cuado llegaba a las últimas etapas, aquel individuo, que había tomado irresistiblemente en su poder la marcha de las deliberaciones, se alzó teatralmente y declaró quién era. Aborrecía a los burgueses, anatematizaba al régimen capitalista y predijo a cada cual el fin que le aguardaba, próximamente, el día del triunfo total de las ideas comunistas. Hizo un reverendo saludo, dejó a todos estupefactos y desapareció. Era una de sus anécdotas favoritas y muchos pudieron escuchársela más de una vez; porque, como los grandes charladores, Gabriela no temía repetirse. La pasada de aviones a retroimpulso por el cielo de Italia hacíale señalar el espacio e imponer silencio. ¿Había llegado ya el momento? Vivía en perpetuo temblor, buscando algún refugio y sin hallarlo en parte alguna: todo parecía arrasado en una convulsión apocalíptica.
Los anticomunistas exaltados la creían afiliada secretamente a la secta.
Estaba en el polo opuesto.
Aborrecía la política autoritaria. Todas las políticas absolutas basadas en el éxito de la acción directa y los dogmas la espantaban. Un tiempo seducida por la metafísica de los teósofos, se entregó a las prácticas orientales: hacía ejercicios de respiración, creía en las sucesivas transmigraciones del espíritu. Abandonó todo eso cuando pudo advertir que iba perdiendo el equilibrio y que la realidad vacilaba. Comprendió que su aspiración suprema, encendida en la vehemencia violenta de su alma, la llevaba por senderos peligrosos.
Más tarde se volvió hacia la fe de sus padres, reanudó las prácticas religiosas, tornó a asistir a misa y parecía de nuevo incorporada a la Iglesia que la había bautizado, que le había dado la primera comunión.
¿La decepcionó la jerarquía eclesiástica, con sus preceptos demasiado rotundos y llena de minuciosidades rituales?
En todo caso, se abrazó de San Francisco, que, para ella como para Renán, tenía un sitio apartado entre los santos, no hería, no batallaban, desconocía el anatema individual y amaba a todos los seres y las cosas, sin excluir las bestias, pájaros, flores y nubes, poeta del Sol y de la piedad universal, sobre el cual compuso un estudio admirable que le valió cierto título de la Orden Franciscana, nombrada por su testamento custodia de las reliquias célebres. Era un homenaje a San Francisco de Asís, un recuerdo del Pobrecillo que no fue sacerdote como ella no fue pedagoga.
Se ha dicho que su visita al Papa, después del Premio, le produjo decepción. Es sólo parte de la verdad. En esa audiencia con el Santo Padre sufrió Gabriela una de las emociones espirituales más profundas de su vida. Parecíale tocar una creatura que no vivía de la material y los ojos del Pontífice la transportaron. Él le dijo, al fin de esa conversación, que le pidiera una gracia. Recogiéndose Gabriela, pensando confusa. Al fin le habló de los indios americanos oprimidos, pidiendo para ellos la ayuda de la Iglesia Católica. Fue escuchada con suma atención pero no sin sorpresa, comprobó que el Jefe de la Cristiandad confería a ese problema racial diferente importancia. Le prometió acceder a su pedido y cumplió, aunque no en la medida exaltada que ella esperaría. Pero la impresión máxima de esa entrevista fue la presencia de un ser todo espíritu, pura llamita inextinguible, alimentada de un aceite divino.
Nada semejante entre los poderosos de la Tierra.
Y nada más opuesto a las intrigas subterráneas, la técnica política, la administración burocrática del Partido Comunita, igual a todas las organizaciones reaccionarias de la historia, afirmada en un gobierno policial, con sus tentáculos esparcidos y apremiantes.
El horror -es la palabra- a esa red masónica la obsesionaba.
Tenía en Nápoles como Secretaria del Consulado, a una joven estudiante de castellano, de aspecto inocente y de una singular belleza, con la maravillosa tez trigueña y los ojos negros de su raza. Un día advirtió que leía sus cartas particulares 'sin tener aficiones de tipo literario'. Eso bastó. Poco después la despedía. Como sota causal casi supersticiosa, dijo: -Pero si Europa está llena de espías comunistas!
Los veía por todas partes.
Gabriela perteneció fundamentalmente a la izquierda. No sólo por su origen, sino por el medio en que se formó y también, diríamos, que por el momento. No se tienen las amistades que ella tuvo desde la infancia ni se admira tanto, impunemente, a Vargas Villa, al revolucionario romántico y rebelde. Todo eso deja huellas. Los ricos y la gente de arriba, las autoridades sagradas o consagradas, se le aparecían con los malos caracteres, mientras que los humildes eran para ella, y continuaron siendo hasta el fin, los pobres del Evangelio.
El trato de las clases altas la convenció de que no eran peores ni mejores que las bajas. Hombres con todas las cualidades y defectos de la condición humana, con algunos atractivos más y otros de menos, preferibles en un sentido, no en todos. Pero esa experiencia, común a cuantos 'tienen ojos para ver', sólo penetró en su mente: su corazón siguió inclinado, por instinto, a la izquierda, a la oposición, a la reforma, no sólo en el orden agrario...
Llegaron una vez, entre caravanas de visitantes, a su casa de Nápoles unos muchachos de Venezuela, algo levantiscos y que sabían poco. Hablaron mal de don Andrés. Evidentemente, lo desconocían, tenían del maestro una imagen completamente falsa. Lo defendimos. No sin sorpresa, a poco andar, notamos que Gabriela se ponía de parte de ellos y pronto apareció Sarmiento, el maestro antigramatical, con la idea fija de instruir primero a las capas inferiores y, después, a las superiores. ¿Cómo podría realizarse el milagro sin quienes enseñan la cultura, la belleza, la moral, sin la existencia de una 'elite' de maestros formada antes? Misterio.
Pero Gabriela no insistía demasiado. Poseía el don de gentes y solía hacer, suponiendo, sus concesiones. Hablando de educación, le oímos que se consideraba demócrata en todo, excepto en cuestiones pedagógicas. Agregó, con uno de los pocos rasgos de ironía que le escuchamos:
- Será porque es lo único que entiendo.
Pero entre las dos grandes razas de espíritus que comparten el mundo, los que creen y afirman, dogmáticos dominados por una fe mística y capaces, si llega el caso, de imponerla, y la de quienes examinan y dudan, los que prefieren la libertad, porque permite dejar a las cosas seguir cierta corriente sin violencias y gustan dejar al hombre crearse por sí mismo, según sus aptitudes, su alma la hacía inclinarse a los primeros; aunque de buena cabeza, el corazón la dominaba.
Creemos que se apartó del comunismo cuando esta doctrina fue una potencia armada, un gobierno profesional con determinada jerarquía y agentes oficiales. La crueldad sangrienta en que cae todo régimen dogmático, científico o religiosos, la inquietaba, no le permitía cerrar los ojos. Jamás hizo la apología de un tirano. Se ha supuesto que habló en favor de Hungría presionada por quienes ninguna acción tenían sobre ella. Error. Bastaba que hubiera víctimas inermes y verdugos acorazados, con tanques y ametralladoras, para que protestara. No contra las víctimas.
Se saben las aprensiones con que divisó el triunfo del Presidente Ibáñez. Los acontecimientos le demostraron su equivocación. Sin embargo, allá, muy adentro, como si todavía no creyera, temía algo. En casa de la señora Errázuriz, delante de muchas personas, nos dirigió una pregunta desconcertante. Le pedían que se quedara, que no volviera a Nueva York, le decían que su patria la amaba y quería conservarla. Ella nos dijo que nosotros que 'conocíamos esas cosas' podíamos decirle si el Ministerio de Relaciones le daría permiso para permanecer en Santiago unos dos meses más; porque ella estaba con permiso y ese permiso iba a terminar. Le replicamos si creía que a todos los Cónsules llegados a Chile los recibían como a ella, suspendiendo el tránsito en la Alameda para manifestaciones colosales que ella había recibido.
No acababa de convencerse de que era Gabriela Mistral. Los honores sin precedentes, esa adoración de la multitud y de "las esferas oficiales", mirábalos como si fueran dirigidos a otra persona, no se los incorporaba. Seguía viéndose pobre muchachita de Elqui arrojada de la Escuela Primaria, joven detenida en el umbral de la Escuela Normal de La Serena por una intriga oscura y torpe.
Era una creatura singular.
Va a dar mucho que hablar a los psicólogos. Será materia de opuestas interpretaciones. ¿Cómo extrañarlo? Ella misma se ignoraba; iba de la mano del destino de las fieras, tranquila, familiar, objeto de admiraciones fanáticas y de viles cálculos, entre envidias sanguinarias y una especie de culto apasionado".

SOBRE EL ASPECTO FÍSICO DE DON BERNARDO O'HIGGINS RIQUELME

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Dos versiones, un mismo personaje.
Hace sólo un par de días, a propósito de comentarios del escritor Jorge Baradit sobre las representaciones artísticas del prócer en un matinal, subí a una de mis cuentas vinculadas a este blog una imagen que conservo de publicaciones de la Editorial Antártica, con un retrato del Libertador Bernardo O'Higgins Riquelme (1778-1842) a bordo de un navío de la Escuadra Chilena y que fue hecha por el misterioso acuarelista Alphonse Giast. Curiosamente, una reproducción de esta obra ha estado a la vista de todos los santiaguinos por estos precisos días, en la exposición titulada "Perspectivas viajeras", y que ya está por cumplir sus últimos días abierta en el Archivo Central Andrés Bello, de la Universidad de Chile.
No esperaba la sorpresa que ha causado esta imagen, que suponía más conocida, así que me he tomado la libertad de redactar un poquito más sobre el asunto que parece revelado en ella: las diferencias rotundas entre la imagen que se ha construido de don Bernardo en su iconografía y el arte histórico o heroico, y la que realmente parece haber tenido sin idealizaciones ni exaltaciones, como sería el caso de la acuarela de Giast. El reciente contexto conmemorativo de la Batalla de Maipú del 5 de abril, además, parece darme la oportunidad para tomar este interesante tema que, sin embargo, a muchos podrá parecerle sólo un asunto cosmético frente a los contenidos históricos.
Nos hemos acostumbrado ya a la imagen pictórica de un O'Higgins apolíneo y colosal, con una constitución biotipográfica muscular y rostro de resuelta belleza masculina. Su famoso retrato hecho hacia 1820 por el peruano José Gil de Castro y que lo muestra magníficamente de pie en el Museo Histórico Nacional, repite siete veces el tamaño de la cabeza en el resto de su cuerpo (la proporción ideal) y lo enfatiza con sus rasgos europeos muy firmes, levemente más ancho de lo que podría esperarse pero disfrazando este volumen en una figura algo estilizada, soberbia y elegante.
¿Era así don Bernardo, sin embargo, o responden esta imagen más a cánones que al realismo figurativo? Es sabido que el arte del retrato clásico no era exactamente una representación fiel del personaje. De hecho, muchos soberanos, reyes, héroes de guerra y autoridades políticas exigían representaciones tan mejoradas de sí que, además de ser hasta el tercer o cuarto intento del pobre pintor, las obras que conocemos de ellos muestran más de lo que querían ser, por sobre lo que realmente eran. Empero, siempre necesitamos ponerle un rostro a los nombres trascendentes: el famoso retrato de don Pedro de Valdivia es sólo una suposición española de su aspecto, por nadie conocido fuera de sus contemporáneos;  y la imagen que se ha perpetuado de don Diego Portales Palazuelos respondía más a la necesidad de darle una imagen póstuma para su recuerdo en el pueblo chileno. Del mismo modo, ningún retrato de don José de San Martín fue leal al color mate de piel que debió tener por el lado indígena que se ha revelado en su sangre; y la reconstrucción del verdadero rostro de don Simón Bolívar, dejó atrás mucha especulación e imaginación de los tradicionales pintores históricos venezolanos.
Retrato de O'Higgins, por Gil de Castro, en 1820. Museo Histórico Nacional
O'Higgins en su abdicación, por Manuel Antonio Caro, 1875. Museo Histórico Nacional.
La idealización del retrato pictórico era un recurso totalmente legítimo en aquella época, se podrá entender. De alguna manera, aún lo es, con el uso y abuso de photoshop en la fotografía publicitaria o editorial. Manteniendo las proporciones, en nuestra época esto ya se hace casi a nivel doméstico: quienes retocan digitalmente fotografías para sus perfiles de redes sociales o bien colocan la mejor de cien imágenes tomadas para acompañar su currículum vitae, repiten algo parecido a la tonificación y casi divinización que se hace en los retratos heroicos.
Bien, parto por decir que me consta la existencia de una curiosidad selectividad en algunos admiradores del General O'Higgins, al poner mucha confianza en la insultante y grosera descripción que doña María Graham hizo de don José Miguel Carrera y su familia (a quienes conoció sólo por las pérfidas versiones de sus enemigos) en sus famoso diario de 1822, pero al mismo tiempo que intentan tapar con el otro brazo las observaciones que ella misma formula para don Bernardo, particularmente sobre su aspecto físico con detalles tan, pero tan diferentes a las gallardas representaciones pictóricas que conocemos de él:
"Púseme a observar mientras tanto las personas que me rodeaban. El Director vestía, como de costumbre, su uniforme de general; es bajo y grueso, pero muy activo y ágil; sus ojos azules, sus cabellos rubios, su tez encendida y sus algo toscas facciones no desmienten su origen irlandés, al par que la pequeñez de sus pies y manos son signos de su procedencia indígena".
La cuestión de la altura de O'Higgins no es novedad y lo sabemos. Se ha hablado bastante de su no mucha altura, que parte aproximadamente en 1,50 metros en los cálculos más mezquinos. No obstante, las representaciones han consensuado en la iconografía un tamaño más cercano a las llamadas "proporciones heroicas" que se usan en el arte, más que a la realidad del modelo original.
Pero como todo en el mundo, hay dudas... Así que echemos una mirada a la descripción que hacía don Benjamín Vicuña Mackenna en su libro biográfico sobre O'Higgins:
"Cuando D. Bernardo O'Higgins desembarcaba en Cádiz a mediados de 1799, era ya un apuesto mozo de 19 años de edad, aunque él por su corpulencia, y la cuenta siempre larga de los años de colego en lejana tierra y extranjera lengua, creyera, como lo decía a su padre en su carta ya citada, que había cumplido los 21. Su porte era algo menos que mediano, pues su estatura no pasaba de cinco pies y seis pulgadas, medida inglesa".
El dato relativo a la estatura del prócer, equivale a 1,67 ó 1,68 metros en nuestras unidades de medición del sistema métrico. Esto no es una altura particularmente baja para la época, por supuesto. Su fuente es bastante sólida, además: sería el tamaño que aparece registrado en el pasaporte que le fue otorgado don Bernardo por el Duque de Portland el 25 de abril de 1799, que pudo conocer y comentar el investigador. De ser así, y al igual que ha sucedido en la mitología urbana con muchos otros personajes históricos (desde Napoleón hasta Hitler), O'Higgins no fue tan pequeño como se le ha supuesto, después de todo.
Retrato de O'Higgins por Narciso Desmadryl, 1854.
O'Higgins en billete de 10.000 escudos, 1973. Fuente imagen: Es.dreamstime.com.
Sigamos con la descripción que proporciona Vicuña Mackenna:
"Aunque imberbe, era ancho de espalda, levantado de pecho y de formas proporcionadas, si bien no esbeltas, a semejanza de su padre, consistiendo su principal belleza en la que le daba su lozana juventud. Una espesa cabellera negra, un tanto rizada, adornaba su espaciosa y noble frente, peinada en desorden según la moda de la época, pero que más tarde, cuando era brigadier chileno, alzaba arrogantemente sobre sus sienes en forma de tupé, cual se ve en su mejor retrato conservado en la sala principal de Montalbán. El conjunto de su rostro era simpático y varonil, teniendo en él fuertemente impreso el tipo irlandés de su raza. Sus ojos eran de un hermoso color azul pero medianos, y de continuo tomaban un tinte desapacible por la influencia de una irritación de párpados que padeció desde la niñez y que abultaba estos, dándoles un enojoso ceño; su nariz era corta y desairada, pero en su boca y barba, calcadas sobre los exquisitos perfiles de su madre, tenía toda la gracia y simpatía que daba a su semblante la expresión ingenua y casi candorosa del hombre de bien".
Hay datos bastante precisos en este texto y otros que suponemos más bien decorados por el autor. Sin embargo, es el asunto del rostro de don Bernardo aquél en donde parece requerirse una discusión más complicada que la mera apelación numérica. Para allá vamos.
Si el texto de Vicuña Mackenna y los retratos heroicos lo definen en un rostro definitivamente irlandés, las primeras diferencias aparecen sobre el color de su pelo se trasladan desde las mismas biografías hasta el óleo o la acuarela: rubio, colorín, trigueño y oscuro. ¿A quién creerle? Y cuando manos de un artista anónimo retrataron un sonriente y juvenil Bernardo ya residiendo en Londres, en 1798, dejaron para la posteridad la cara más bien redonda y barbada de un joven veinteañero blanco, de ojos azules y con pelo de color cobre, con una mano pequeña apoyando su mejilla. De cejas finas y mentón redondeado, no se confirma allí la frente especialmente amplia que describe el intelectual, pero tampoco la nariz casi aguileña de algunos de sus principales retratos en museos, siendo ésta más bien pequeña y de punta roma.
En el Museo del Carmen, al pie del Templo Votivo de Maipú, están en exhibición dos pequeños cuadros hechos sobre marfil por el talento con los pinceles del propio Libertador. Uno corresponde al retrato de su hermana Rosa Rodríguez Riquelme, y otro es un autorretrato de poca difusión comparado con su iconografía más conocida. En él, vemos a don Bernardo con las credenciales y bandas de Director Supremo de Chile y parece conmemorar su nombramiento de Gran Oficial de la Legión al Mérito, de 1818.
Aunque quizás influya en el resultado pictórico la "autocorreción" que todo artista hace conciente o inconcientemente al retratarse a sí mismo, la imagen que encontramos en las vitrinas de Maipú es la de un Bernardo más maduro pero aún con rasgos juveniles, aunque esta vez su frente sí se ha ampliado, mostrando entradas. Sigue siendo un hombre blanco, de ojos azules y cabello colorín, con nariz y boca pequeñas, y mejillas levemente abultadas o al menos no mostrando contornos de huesos, pómulos y mandíbula. Podría parecer una actualización coherente del mismo retratado en Londres, dos décadas después.
¿Cuándo se empieza a perder el rasgo realista de los retratos de O'Higgins, entonces, para darle prioridad a los cánones de representación heroica? Es de suponer que esto sucede a partir de ese mismo período, cuando asume como Director Supremo (1817-1823), llegando a su hipérbole con los imponentes y gallardos retratos del mulato Gil de Castro. La pintura histórica posterior a su muerte y destinada más bien a la exacerbación de la solemnidad de su figura, es sólo el desarrollo y perpetuación de este rasgo que se había iniciado con O'Higgins aún vivo, antes de su abdicación y autoexilio en Perú. Quizás llegó a uno de sus sus máximos registros con el retrato del Libertador aparecido en billetes de 10 mil escudos casi encima del Golpe Militar de 1973: aunque fue de poca vigencia, Libertador que allí aparece llega al apogeo de la expresión gráfica de europeísmo y masculinidad, casi como una especie de galán de cine de cejas finísimas y prominente mentón cuadrado, por lo que muchos no reconocían al prócer en dicha imagen.
Retrato del joven O'Higgins en Londres.
Autorretrato de O'Higgins, Museo del Carmen.
Retrato de O'Higgins por Gil de Castro, 1821. Museo Nacional de Bellas Artes.
Sin embargo, fue el propio Gil de Castro quien dejó otro retrato de don Bernardo que llama a profundas meditaciones sobre cuál fue su aspecto real. Fechado en 1821, lo muestra muy distinto, en proporciones menos musculares o mesomórficas, con la cabeza más grande en proporción a su cuerpo (mucho más que en su cuadro anterior) y el cuello se percibe también más corto. El autor no era un pintor particularmente excepcional con las figuras humanas, pero en esta versión, las manitas del prócer apenas asoman entre las mangas y su torso se ve definitivamente ancho, de poca longitud. El rostro vuelve a hacerse más redondo y ya es el de un hombre que ha superado los 40 años, luciendo incluso algo cansado, con ojos casi almendrados. Un diminuto mentón y cabellera cobriza terminan la descripción.
Sin embargo, el más controvertido de los retratos que se hicieron en vida para O'Higgins, es el que me motivó a escribir este texto: la acuarela del artista Alphonse Giast, con la imagen del Director Supremo ya cerca del final de su gobierno, visitando fragata "O'Higgins" en Valparaíso. Está acompañado de un oficial inglés, que algunos identifican como el militar William Miller, fundador de la Infantería de Marina de Chile, o acaso el mismísimo Lord Thomas Cochrane en otras interpretaciones.
Debe recordarse que, en las manos expertas, la acuarela es un dibujo fundamentalmente de apunte, rápido y casi equivalente a una instantánea de la época cuando se trata de imágenes situacionales, como ésta. Es, por lo tanto, una síntesis de los aspectos principales de una escena los que se reproducen con fidelidad y buena observación. Investigadores como Eugenio Pereira Salas creían que esta acuarela en particular, manifestaba un gran despliegue de esmero realista por parte de su autor, considerando que reprodujo importantes detalles de los uniformes.
Es preciso detenerse y adelantar algo de lo que me gustaría reservar, con más abundancia, para una entrada futura enteramente dedicada a Giast. Resulta que este artista es todo un enigma en la historia de la pintura histórica chilena, a pesar de la gran cantidad de reproducciones que se hacen de sus obras en libros y catálogos. Nada se sabía en Chile de él, hasta que el historiador y coleccionista magallánico Armando Braun Menéndez fue informado de la existencia de acuarelas con su rubrica, después agrupadas en una colección titulada "De Santiago a Mendoza", que el investigador argentino Bonifacio del Carril logró adquirir al anticuario parisino Robert Heymann.
Pereira Salas se arrojó a buscar información sobre ese tal Giast sin hallar nada importante. Sólo se pudo acotar que su visita a Chile debió tener lugar entre 1820 y 1825, semejando su arte un tanto al estilo del alemán Mauricio Rugendas y también al cronista e ilustrador colombiano llamado  José Manuel Groot, según se ha establecido en décadas posteriores, aunque éste nunca vino a Chile. Esta última teoría supone que las láminas serían escenas colombianas hechas por Groot y que se tomaron equivocadamente por chilenas, pero es clarísimo que el uniforme y la banda de mando de O'Higgins son chilenos, además de los atuendos de un guardia militar atrás de los retratados principales. Más razones para no quedar convencido con la idea del error de identificación, es que otras láminas de la colección incluían paisajes de ciudades como Lima y Valparaíso. También aparece en ellas una escena de la Misión de Monseñor Giovanni Muzzi enviada por El Vaticano a Valparaíso, en octubre de 1824: junto al Nunzio, Muzzi aparece allí sin un ojo, defecto físico que efectivamente tenía el sacerdote, y entre sus acompañantes se distingue al presbítero Giovanni María Mastai Ferreti, futuro Papa Pío IX.
Braun Menéndez ya había adquirido unas obras similares de Giast al mismo vendedor francés, hacia los años 40, entre las que se encontraba la acuarela de don Bernardo O'Higgins que nos interesa. Las había donado ya a la Universidad de Chile, donde aún están. Ahora, enviaba desde Argentina copias fotográficas de las nuevas imágenes hasta la misma casa de estudios, a fines de 1963, advirtiendo sobre las que había donado con anterioridad:
"Esas primeras acuarelas soportaron un minucioso examen porque la figura de O'Higgins y su uniforme no pueden haber sido inventados, como tampoco la nube que empaña uno de los ojos de Monseñor Muzi".
Copia de lámina de Giast, actual exposición "Perspectivas Viajeras" en Archivo Bello.
Acercamiento a la acuarela hecha por Giast. O'Higgins está con Miller o Cochrane.
El curioso O'Higgins que retrató Giast.
Así pues, las nuevas imágenes fueron analizadas por expertos de la Biblioteca Central. La conclusión de ellos le fue comunicada poco después a Braun Menéndez, por carta del Director Alamiro del Ávila Martel:
"Las he examinado y las he hecho examinar por todo el grupo de nuestros principales expertos. El resultado es que no cabe duda de su autenticidad iconográfica, salvo que se puede advertir que posiblemente las acuarelas fueron realizadas más tarde sobre apuntes tomados del natural...".
Pues bien: el O'Higgins que vemos en la obra de Giast, si bien calza con algunos rasgos generales de su retrato en Londres y de su autorretrato posterior, ofrece también elementos que parecen únicos dentro de todo lo que se ha conocido sobre el prócer. En una columna para la Corporación del Patrimonio Cultural de Chile, el escritor Darío Oses comenta sobre este retrato:
"A diferencia de casi todas las otras pinturas que constituyen la iconografía o'higginiana, en ésta no hay exaltación del porte ni del gesto heroico del prócer. Se acentúan más bien sus rasgos irlandeses y cierto grosor corporal, casi hasta la caricatura. Esta observación naturalista del detalle, este realismo ingenuo, hace suponer que el pintor tuvo a la vista a O'Higgins al retratarlo".
Allí está, pues, un hombre más bien pequeño, aunque de piernas bastante más largas que su torso, de cuerpo ancho, cuello corto y cabello ensortijado de color rubio enrojecido, cayéndole sobre la frente y fundiéndose con sus características grandes patillas. Los detalles de su rostro redondo son lo más desconcertante: ojos almendrados, nariz corta, con una distancia subnasal muy breve y su mentón muy redondo. Parecen exagerar o acentuar los rasgos que hemos ido identificando acá como los posiblemente más fieles al original don Bernardo.
La fecha es otro factor de confusión para la obra, pues lleva escrita en cuidadosa caligrafía: "Valparaíso - Directeur Supreme du Chili (1825)". Esto se podría explicar por la vista observación de los expertos, de que las acuarelas fueron hechas por el artista ya quizás de vuelta en Europa, pero en base a apuntes tomados en su visita a América. Se recordará que, para 1825, la Dirección Suprema del gobierno chileno estaba en manos de don Ramón Freire, que de ninguna manera podría ser el retratado en la lámina de Giast. Sin embargo, cabe advertir que la anotación pertenecería al anticuario francés y no al autor, por lo que no es confiable como año exacto en que se hizo la pintura.
Si la pintura es auténtica y realmente retrató en vida al prócer chileno desde el tablero de un artista o desde su hoja de apuntes, sin necesidades de idealizarlo ni perfeccionarlo hasta los cánones heroicos e ideales, entonces podemos concluir en que estaríamos ante otra de las imágenes más realistas y fieles que se han hecho de don Bernardo O'Higgins Riquelme, por intrigante, curioso y hasta decepcionante que pueda parecerles a algunos el resultado de esta representación.

LOS RECUERDOS PUGILÍSTICOS DEL "HIPPODROME CIRCO" DE MAPOCHO

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Humberto Guzmán (ganador por retiro de aquel encuentro) y Kid Langford en el "Hippodrome Circo", en portada de revista "Los Sports" del 27 de febrero de 1925. (Fuente: MemoriaChilena).
Coordenadas:  33°25'51.86"S 70°39'3.93"W (ex ubicación)
El sector riberano de La Chimba de Santiago, en el actual Barrio Mapocho, fue conocido en el pasado por concentrar muchas actividades recreativas de gran convocatoria popular, como funciones hípicas, deportivas, circenses y espectáculos en general. Un espacio particularmente interesante para la historia del box nacional, estuvo en la calle Artesanos llegando a avenida La Paz. Dedicaré esta entrada a él; o a su recuerdo, más exactamente.
Me permito retroceder un poco, sin embargo... Las funciones ecuestres para recreación popular se realizaban desde la Colonia, pero no fue sino hasta 1827 que hace su primera visita la compañía inglesa Circo Ecuestre de Nathaniel Bogardus. Regresaron en 1840, esta vez, además de los caballos, llegaron con monos, camellos y hasta un enorme elefante que causó sensación en la sociedad santiaguina. El primer hipódromo de la ciudad fue fundado, en septiembre de 1873, en la entrada de La Cañadilla, actual calle Independencia, diseñado por el francés Peires de Lajournade. Estuvo relacionado también con los orígenes del espactáculo circense en Chile, pues servía de planta para la presentación de compañías de variedades, incluyendo esos primeros circos que expusieron bestias exóticas en el país, según anota Carlos Lavín. Hacia los albores de la Guerra del Pacífico o un poco después, acabó siendo desplazado por fábricas y talleres que se instalaron en parte de sus terrenos adyacentes al río.
A todo esto, se iba abriendo hasta inicios del siglo XX la avenida de La Paz, para conectar directamente el sector de Mapocho con la Plaza de las Columnatas y el Cementerio General, convirtiéndose en el camino necesario de las procesiones funerarias que cruzaban el por entonces flamante Puente de los Obeliscos, después de la canalización del río concluida en 1891. El nombre de esta avenida se debería a las celebraciones del final de la Guerra del Pacífico, precisamente. Y para 1893, todavía existía -también junto al río- el Circo Inglés. En páginas de autores como Lautaro García y Armando de Ramón, encontramos datos sobre los espectáculos del Circo Ecuestre Bravo, realizados hacia 1904 en una carpa propia en la conjunción de calle Bandera con Mapocho. Del lado Norte, en tanto, justo frente al Puente de los Carros, en 1909 estaban las instalaciones de la empresa de don Ernesto Echiburú, con anfiteatro bajo carpa y capacidad para 2.000 personas: 1.500 en la galería y 500 en la platea, según De Ramón.
Hacia 1910, las carpas de circo servían también a las exhibiciones de boxeo, con un cuadrilátero al centro y galerías dispuestas alrededor, al mejor estilo de anfiteatro deportivo. Dos de estos clubes de puño y pantaloncillo estuvieron tempranamente en las orillas del Mapocho: el "Strong Man" y el "Very Strong Man", que comenzaron a concentrar por allí esta actividad pugilística barrial, desde donde salía hacia otros teatros y centros de espectáculos que también ofrecían jornadas de peleas en la ciudad.
Con todo este preámbulo, entonces, podemos explicarnos el porqué de la aparición en el mencionado sector de calle Artesanos 845 casi esquina de La Paz, de un célebre centro de eventos con el nombre de evocación hípica. Estaba enfrente de la Plaza de los Artesanos (actual Mercado Tirso de Molina y Pérgola Santa María), y tuvo por vecino después a otro famoso núcleo recreativo de la época, el "Luna Park", más cercano a la esquina misma y sede de otros circos como el "Berlín", en los años 20.
Ubicación de las instalaciones del "Hipódromo Circo", en postal fotográfica del período cercano al Primer Centenario. Se distinguen los dos largos galpones paralelos de la Compañía de Ferrocarriles (hoy ocupados por el Mercado de la Vega Chica) en calle Artesanos y, hacia la izquierda, parte del lugar que el complejo deportivo ocupaba en la cuadra.
Pelea entre Benito Vergara y Floridor Pino en el "Hippodrome Circo", anunciada por la revista deportiva "Los Sports" de julio de 1925.
Este popularísimo y concurrido sitio era el llamado "Hipódromo Circo". En realidad, había sido bautizado como el "Hippodrome Circo", pero fue llamado informalmente como "Hipódromo Circus", "Circo Hipódromo" y otros motes. Pertenecía en principio a la sociedad de rentas conocida como la Cooperativa Vitalicia, fundada en 1907 y que -al parecer- tenía algo que ver también con la creación de la Radio Cooperativa. De acuerdo a cierta información oral que conozco, el nombre del lugar derivaría del antiguo uso de estos terrenos por compañías ecuestres como las revisadas.
El "Hippodrome" o "Hipódromo Circo" fue un impulso enorme para la actividad pugilística en Santiago, además de servir como centro de eventos artísticos y populares, ocasionalmente. Poseía un famoso cuadrilátero que era visitado por gladiadores que todavía estaban entre las generaciones de precursores del pugilismo nacional, incluyendo exponentes extranjeros, además del público, los productores y los cazadores de talentos.
Fue el recinto boxístico más concurrido de su época, y la justas se realizaban principalmente los sábados, mientras que los viernes eran de las peleas de aficionados, a precios populares. Renato González Moraga, el recordado comentarista deportivo Mr. Huifa, imperdible asistente de estas peleas, recordaba en su obra "El boxeo en Chile" de 1973:
"Hasta que se entregó al boxeo el inolvidable Hippodrome Circo, de la calle Artesanos casi esquina de Avenida La Paz. Pertenecía  a la Cooperativa Vitalicia y allí el arte de la defensa propia sentó sus reales y fue el amo por muchos años. Las noches del sábado eran tradicionales y la gente estaba ya tan acostumbrada a ello, que muchos aficionados llegaban al local sin conocer siguiera el programa. En el momento de tomar las entradas le preguntaban al boletero: 'Oiga, ¿y quiénes pelean esta noche?' Era una cita de honor para los seguidores del boxeo esa de las noches del sábado. Y conste que había peleas hasta el domingo por la mañana. En esas reuniones 'de misa' la entrada se pagaba con envoltorios de cierta marca de caramelos. También en esas reuniones eran muy populares los llamados battle-royal, en los que subían al ring, con las manos enguantadas, unos diez o doce chiquillos que repartían trompadas para todos lados y así iban, uno a uno, quedando fuera de combate. Estos  battle-royal solían hacerse con los ojos vendados y eso entretenía aún más a los espectadores.
Lo cierto es que el Hippodrome Circo fue el primer hogar verdadero que tuvo el boxeo en Chile y allí se realizaron, ya en los años 10, los encuentros más importantes de esa época".
Por supuesto, debemos ubicarnos cronológicamente en los orígenes del boxeo profesional chileno, cuando comenzaban a aparecer los primeros rings y gimnasios intentando derrotar la precariedad material con que se había iniciado la actividad en el siglo anterior, cuando este borde chimbero acogía a los espectáculos ecuestres y circenses que señalamos. El empresario Felipe Zúñiga, además, había instalado a la sazón una fábrica de guantes de box en el sector de Recoleta, en calle Domínica, además de un espacioso gimnasio con varios adelantos en maquinarias e implementos para los boxeadores chilenos, que facilitaron el perfeccionamiento deportivo.
Floridor Pino y Benito Vergara, antes de su pelea en el "Hippodrome Circo" (1925).
Willie Murray en 1929, posando antes de la velada en que se enfrentó con Johnston González en el "Hipódromo Circo".Había sucedido también que, hacia 1910, estaba en situación de cuasi prohibición el boxeo en Buenos Aires y sólo podía practicarse en forma reservada e incluso clandestina. Esto significó que los campeonatos argentinos muchas veces resultaran caóticos, sin respectarse siquiera los pesos de los contrincantes ni los ajustes a las categorías, además de los problemas que representaba para el negocio la dificultad de convocar público. Por esta razón, Santiago de Chile se había convertido casi accidentalmente en una ciudad apetecida en toda Sudamérica para practicar este deporte, por lo que muchos pugilistas del continente querían venir a pelear acá, volviendo así a la capital en "La Meca del boxeo", al decir de Mr. Huifa.
Coincidentemente, la Federación Chilena de Boxeo fue fundada por escritura del 1° de mayo de 1915, a consecuencia de este creciente interés en la actividad. Y luego, en 1916, llegó a Santiago a dar cátedra de pelea en vivo el campeón uruguayo mediopesado Ángel Rodríguez, mismo que derrotó al año siguiente al estadounidense "Negro" William Daly, también en la capital chilena. Al mismo tiempo, muchos extranjeros se reclutaban en el moderno gimnasio del señor Zúñiga, para entrenar en alto nivel.
Otros famosos centros de la actividad en el sector riberano del Mapocho o cerca, fueron el Raab Recoleta y el Teatro Circo Independencia, ubicado en un espacio ya desaparecido de avenida Independencia 306, cerca de donde se encontrará después el Edificio y Teatro Capitol. Sin embargo, el "Hipódromo Circo" tuvo un rasgo único de identificación con las clases trabajadoras de los mercados y los fanáticos a ultranza del box, por lo que podemos imaginar su ruidoso ambiente en las galerías, casi de seguro sin ausencias de alcohol y apuestas. Fue memorable, por ejemplo, la pelea del sábado 14 de junio de 1919, que se realizó allí entre los pesos pesados Andrés Balsa y el estadounidense Calvin Respress, con don Guillermo Matte como árbitro.
Entre los próceres del "Hipódromo Circo", habrían estado el porteño Juan Budinich, quizás el más importante de estos pioneros hasta la migración del gremio al Teatro Caupolicán y al Estadio Chile, y su colega inglés Joe Daly, también situado en los orígenes de los recintos de peleas chilenos. De hecho, entre ambos habían fundado en 1902, un club llamado "La Filarmónica del Huaso Rodríguez", en Merced con calle Las Claras, actual Mac-Iver, que reclutó una gran cantidad de alumnos principalmente de clases acomodadas.
Sigamos en las palabras de Mr. Huifa, para contextualizar históricamente al club mapochino:
"Abelardo Hevia, Víctor Contreras, dos wélters aguerridos, boxeadores fuertes y resistentes, con mucho de lo típico del peleador chileno, fueron grandes animadores de esos años en que el pugilismo criollo se encumbraba en Sudamérica; y cuando el boxeo se abrió paso en Buenos Aires, allá fueron ellos y entusiasmaron, más que por su técnica, por su bravura indomable. Los boxeadores chilenos cobraron fama de valientes en aquellos años, pero se ignoraba allá que en Chile comenzaba a aflorar el pugilismo científico, la habilidad que es capaz de superar la fuerza bruta y que comenzó a tener su confirmación en los años venideros. Por lo demás, el deporte se iba organizando, la Federación controlaba sus actividades, especialmente en Santiago y Valparaíso, ya que era más difícil establecer su dominio en las provincias. Por otra parte, ya al final de los años 10 empezó a florecer con mucha fuerza el boxeo amateur en los diversos 'centros de box' que fueron naciendo en gran cantidad en todos los barrios de la capital".
Coincidió también que, en 1921, casi encima de la organización del campeonato sudamericano a celebrarse acá, la división chilena de boxeo se fracturó en dos entidades: por un lado, la Asociación de Centros de Box, y por otro, la Federación de Box de Chile, que se mantuvo bastante cercana al "Hipódromo Circo" realizando allí las jornadas de prueba y reclutamiento amateur, por ejemplo. Sin embargo, como ambos actuaban por separado, tanto la Federación como la Asociación fueron con sus propios peleadores a un campeonato brasileño, al poco tiempo, debiendo coordinar la cantidad respectiva de miembros de los equipos para evitar así que los pugilatos terminaran siendo entre los propios chilenos.
Anuncio de sábado de peleas, en los años 20.
El peruano Alberto Icochea en el "Hippodrome Circo", listo para enfrentar en 1929 a José Concha, a quien derrotó en aquella velada.
En 1923, se midieron allí en el anfiteatro de calle Artesanos el púgil Juan Beiza y su rival Manuel Sánchez, que había saltado a la fama precisamente en los rústicos primeros cuadriláteros de Mapocho, hacia 1914 ó 1915. Sánchez, en efecto, había debutado peleando en el "Luna Park", ocasión de la que, recordaba: "gané cinco pesos y me robaron las zapatillas", partiendo después a Europa con Heriberto Rojas a conquistar un brillante futuro que se vería frustrado casi de inmediato, por las complicaciones de la Primera Guerra Mundial.
También pelearon en esas noches del "Hipódromo Circo" los contrincantes Dionisio Araya y Nicanor Flores, Filiberto "Fili" Mery y Orlando Sánchez, el campeón Nacional y temidísimo Víctor Contreras contra Mario Beiza, Humberto Plané y Antonio Salas, Manuel Contreras y Luis Gómez, Willie Murray (norteamericano de origen, pero chileno por opción) y Wenceslao Duque Rodríguez, en los encuentros organizados por la firma del empresario Ángel Tagini, quizás primer productor local importante del rubro, quien estuvo ofreciendo veladas hasta el final de los días del "Hippodrome Circo". Árbitros regulares de estos encuentros fueron, entre otros, el mencionado señor Matte, De la Barrera, Anguita, O. Rodríguez y Juan Livingstone, padre del popular arquero y comentarista deportivo don Sergio Livingstone Pohlhammer.
Corresponsales como Felipe Zúñiga y el mismo Mr. Huifa, no se perdían estos asaltos; ni productores como Alfredo Ratinoff o Jack Martínez, que trajo a Chile al temido panameño "Negro" Gunboat Smith para que pelease con el campeón chileno Humberto Saavedra, en otra jornada memorable.
Tampoco faltaban en aquellas noches, los folkloristas adictos al barrio bohemio, como el entonces joven Mario Catalán Portilla o el popular Lázaro Salgado. He escuchado versiones en las que se dice que alcanzó a asistir a este lugar el cuequero Luchito Contreras, más conocido como "El Burro", quien se hiciera famoso por sus avalanchas de frases graciosas lanzadas en medio de las peleas de box de los principales anfiteatros. Por su parte, el maestro Nano Núñez cantaba en "Los Chileneros" una nostálgica cueca titulada "Los Campeones" (ver entrevista periodista Julio Fernando San Martín, del portal Prensa Festival), recordando esos años de verdadera epifanía boxeril en el antiguo centro de calle Artesanos, de los que fue testigo:
El viejo Hipódromo Circo,
era el punto de atracción,
cuna de grandes campeones,
paladines del mentón.
Dentro de las doce cuerdas,
los de batalla,
don Firpito, El Tomeri;
Carlos Aliaga.

Carlos Aliaga, ay sí,
de mechas tiesas.
era Santiago, mosca
Juanito Beiza.

Sin cachitos, ni dados,
lindos knot out.
Existen muy pocas descripciones del aspecto que tenía el "Hipódromo Circo", y las fotografías que sobreviven son, por lo general, interiores y de encuadre muy cerrado. Se hablaba antaño de que fue una suerte de sala con gradería cubierta ycon  escenario central donde se instalaba el cuadrilátero. Se lo definía como un "amplio local"en la revista deportiva "Los Sport", en los años 20; y en otra ocasión como de "amplias aposentadurías". A un costado o atrás de este espacio, había un patio con una o más canchas deportivas menores, aunque también se ocupaba parte de ellas en los eventos más masivos, que habrían incluido hasta presentaciones de orquestas en vivo en alguna ocasión, además de artistas, comediantes y acróbatas, durante los días de semana.
Filiberto Mery y Orlando Sánchez, listos para un match de 1923, con el referee Juan Livingstone al centro.
Rueda de peleas amateurs, años 20.
El peruano K. O. Brisset en su camarín, antes de enfrentar y perder ante el vasco Argote en 1930, en el "Hippodrome Circo".
E general, podemos colegir que era un recinto rústico y algo básico en muchos aspectos, pero los chimberos, veguinos, folkloristas y fanáticos del box realmente adoraban este lugar. La leyenda dice incluso que, hallándose de visita en Chile en octubre y noviembre de 1917, el insigne tanguero platense Carlos Gardel visitó el "Hipódromo Circo" y se animó a cantar al público, historia que -de ser real-, significaría que en Santiago no sólo se escuchó su incomparable voz en el desaparecido Teatro Royal de calle Huérfanos.
Cabe recordar que el barrio era particularmente bravo en esos días, sólo para valientes en ciertos horarios, pues el ambiente de gañanes, prostitutas y pendencieros muchas veces hizo correr sangre por aquellos adoquines y sardineles de piedra. A pesar de esto, el "Hipódromo Circo" convocaba a las muchedumbres, y las horas nocturnas del fin de semana fueron las suyas por más de dos décadas. Famosas fueron sus peleas de los años 20 entre Benito Vergara y Floridor Pino, Humberto Plané y Armando Vagas, luego Plané y Abelardo "Bulldog" Hevia, Humberto Guzmán y Juan Salazar, Víctor Contreras y Esteban Gallardo, el cubano Kid Charol y le chileno Pablo Muñoz. Poco después, el mismo "Negro" Charol se mediría allí con Willie Murray. La empresa de Ratinoff, por su parte, organizó en este coliseo un match entre Respress y Smith, en 1925. También hubo espacio para encuentros de beneficencia, como uno organizado para ayudar a un estimado manager y masajista llamado Antonio del Valle, ese mismo año; y exhibiciones de otros deportes de contacto, como la del joven fisicoculturista y campeón de lucha greco-romana palestino Abdul Ruhman, con su par José Tallman.
Mr. Huifa recordaba dos reuniones de 1927, celebrada allí entre chilenos y argentinos, consagrando a cinco campeones: en mosca, Domingo Osorio, hermano de Guillermo Osorio, otro grande de la época; Edelberto Olivencia en gallo, José Sandoval en pluma, Benedicto Tapia en mediano y José Concha en mediopesado. Además, en su gimnasio y oficinas la Federación de Box hacía por entonces la selección de aficionados que postulaban a la academia y la institución, seguida de las eliminatorias, mientras que el Club de los Ferroviarios disputaba sus olimpiadas en ese mismo ring, al igual que los soldados del Campeonato Militar del Ejército. A principios del año siguiente, la revista deportiva "Los Sports" afirmaba:
"El año que ya ha terminado, ha sido muy interesante en lo que se relaciona con espectáculos de boxeo. En Santiago, el ring del Circo Hippodrome, se convirtió en el escenario obligado do todos los sábados y donde debutantes, aspirantes y campeones disputaron los mejores matches".
Otros que pasaron por el "Hipódromo Circo" fueron el golpeador Carlos Uzaveaga, los porteños Enrique Muñoz, José Yévenes y Felipe Carretero; el chillanejo Luis Vicentini (maestro del K.O. con la derecha, conocido como el "Escultor de Mentones"), Pedro Keller, el campeón de livianos Erasmo Martínez ("al que nunca se le reconoció su auténtica calidad", según Mr. Huifa), Orlando Quinteros, el joven campeón sudamericano de aficionados Antonio "Fernandito" Fernández (que después arrebató el título a Martínez), Juan Rojas, Willie Delaney, el magnánimo Manuel Celis, Plutarco Muñoz, Manuel Merino, el hijo de españoles Diego Garrido, Rafael Java, Luis Briceño, Mario Valdés, Kerry Díaz, Fernando Valdenegro, Luis Garrido, José Barrera, José "Firtpito" Sáez, Eliécer Ortega, Tránsito Villarroel, Jacobo Riffo, Johnston González, el osornino Carlos Hernández; los nortinos Norberto Tapia, el minero Quintín Romero (que fue llevado a Europa por Federico Vergara), el incomparable iquiqueño Estanislao "Tani" Loayza y otros después relacionados también con célebres clubes tarapaqueños como el "Heriberto Rojas"; Alberto Downey ("El Carpentier Chileno"y ex ciclista destacado), Félix Mutinelli, Gilberto Balagué, Luis J. Zúñiga, Manuel Abarca, José Concha, Lorenzo Coll, Zorobabel Rodríguez, Daniel Basáez, sólo por nombrar algunos.
Cabe destacar que, entre los innumerables extranjeros que pasaron por ese cuadrilátero, estuvieron también los argentinos Luis Ángel Firpo (futuro campeón mundial de mediopesados), Sebastián Balle, Venerando Gómez (que hizo cierto despliegue de arrogancia e ingratitud con nuestro país anfitrión, tratando inútilmente después de disculparse), Jacobo Stern, Carlos Herrera y Goliardo Purcaro; el cubano Eladio Herrera, el vasco Abel Argote y el letón John Bernhardt; los peruanos Alberto Icochea, K. O. Brisset y "Dinamita" Jackson; el alemán Seppel Pirltz y el italiano Bianchinni, traído también a Chile por la compañía Ratinoff.
 
Vista actual del sector donde estaba el club deportivo. Se observa parte del ruinoso Teatro Balmaceda ocupando su antiguo espacio, a la derecha del encuadre.
La esquina de calle Artesanos con La Paz, en la actualidad. No quedó nada del "Hippodromo Circo" y, de hecho, ya están en proceso de desaparición los edificios que reemplazaron al centro deportivo.
Pero nada es para siempre, y la muerte del "Hipódromo Circo" sobrevino de forma lenta, según parece. Se advierte que era mencionado cada vez menos en las revistas deportivas, generalmente exaltando lo malo de las peleas, con a veces entre regular y escasa cantidad del público, hacia 1930-1931.
Ya atrapado el club en el espiral de la decadencia, un corresponsal deportivo llegó a comentar que "en el momento de producirse el golpe, estaba entretenido en contar las evoluciones que daba un ventilador que está instalado cerca del ring". Poco después, el crítico de boxeo de revista "Los Sport" reclamaba desde su columna, sobre una pelea en el mismo anfiteatro: "Durante los diez rounds no pelearon más de dos o tres, y el resto del tiempo lo perdieron lastimosamente lanzando golpes sin precisión y danzando con un paso de trote que por momentos desesperaba".
De acuerdo a la información con la que cuento, parte de la antigua propiedad original en que se encontraba el club, ya había sido ocupada hacia el Primer Centenario por el mencionado edificio hotelero y residencial "Luna Park", que representó otro famoso centro de recreación y eventos de su época, incluidas las peleas. Sin embargo el espacio que pertenecía al "Hipódromo Circo" (o lo que quedaba de él), en Artesanos hacia la esquina de calle Salas frente a la desaparecida Feria de los Artesanos (mercadillo que se situaba hasta los 40 en donde están actualmente el Mercado Tirso de Molina y las pérgolas), fue adquirido y reconvertido por el empresario de espectáculos Enrique "Cóndor" Venturino, el mismo creador de la liga de lucha libre "Cachacascán", del "Circo de las Águilas Humanas" y posterior propietario del Teatro Caupolicán de calle San Diego. Venturino hizo construir allí, en las ruinas del "Hipódromo Circo", su Teatro de Variedades Balmaceda, que dio inicio a una extraordinaria etapa de la historia del espectáculo de las compañías de revistas y vodevil en Chile, a partir de 1934.
Ese mismo año, el boxeo santiaguino encontró otro lugar de acogida en San Pablo con Manuel Rodríguez: el célebre "México Boxing Club", que había ocupado sede primero en un inmueble del número 1617 de San Pablo y luego en el 1569, donde está hasta ahora. En tanto, los veguinos siguieron siendo fervorosos devotos del pugilismo, con peleas en los propios patios del mercado y en galpones cercanos. Estos comerciantes fundaron su club en 1950: el "Fortín Mapocho Boxing Club", cuya pelea inaugural fue entre el local Humberto Marín y el visitante Juan Fuentes, del Club Chorrillos, ganando limpiamente el gladiador veguino.
El "Hipódromo Circo" se desvaneció con todos esos nombres, títulos y galardones de la época a la que perteneció, esfumándose del plano urbanístico y sin dejar indicios siquiera del lugar que ocupaba, a causa de los cambios dramáticos de la ciudad. Sin embargo, su recuerdo quedó cristalizado en algún lugar de la memoria popular de la misma urbe, adquiriendo ya ciertas características de verdadera leyenda en la historia de Santiago, de su contorno riberano en La Chimba y, muy especialmente, de la actividad boxística nacional.

LOS RASGOS MISTÉRICOS DEL PATRONATO DE SANTIAGO APÓSTOL EN EL KILÓMETRO CERO CHILENO

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Santiago el Mayor, sobre el presbiterio de la Catedral de Santiago.
Coordenadas: 33°26'16.22"S 70°39'1.38"W (Plaza de Armas de Santiago)
He publicado en este blog, varios artículos que tocan el tema de la relación patronal del Apóstol Santiago con nuestra ciudad, Santiago del Nuevo Extremo. Uno de ellos revisó la leyenda sobre una intervención sobrenatural suya a favor los españoles en la recién fundada ciudad, en 1541, que le valió ser bautizada con su nombre; y en otro, he comentado esa curiosidad de que Chile haya terminado siendo el "camino de los perros" para los peregrinos de la Conquista, cual eco de la ruta iniciática jacobea. También reproduje un trabajo de Julio C. González para la Academia Chilena de la Historia de 1955, sobre las fiestas oficiales del paseo del Estandarte Real y la representación de Santiago, durante la Colonia.
Aunque la tradición jacobea considera que Santiago Apóstol predicó en España y allí se encuentra sepultado, fue un supuesto milagro lo que le habría convertido en el Santo Patrono de las Armas de España, llegando así a la América de la Conquista. Su aparición asistiendo a los hispanos contra los moros tuvo lugar el 23 de mayo de 844, en la Batalla de Clavijo, como informaba el arzobispo e historiador Rodrigo Jiménez de Rada, en el siglo XIII. Ramiro I, Rey de Asturias y León, había soñado durante la noche previa, que vencería al adversario con la ayuda del apóstol, casi de la misma manera que Constantino supo de su victoria antes de tocar con sus tropas el Puente de Milvio, asistido por fuerzas divinas.
Fue así como los soldados españoles vieron bajar del cielo al propio Santiago Apóstol montado en un majestuoso caballo blanco que se abría paso entre las nubes, blandiendo su espada reluciente con tanta ferocidad, que los enemigos escaparon como almas que se las lleva el Diablo. Nacía así, pues, la advocación de Santiago Matamoros, muy distinta a la representación bonachona e inocente de Santiago como pacífico peregrino de barbas largas, que era la venerada hasta entonces.
En América, el apóstol volverá a aparecer varias veces más ayudando a los conquistadores, incluyendo su pretendida intervención en el Valle del Mapocho reportada por algunos cronistas como Pedro Mariño de Lovera y Gerónimo de Bibar. De esta forma, su advocación comienza a tomar otra identidad llamada Santiago Mataindios, por sus constantes asistencias a los españoles en el campo de batalla con los nativos americanos.
Adaptación oficial de la bandera de la Patria Vieja en 1813, para incluirle el símbolo de la Cruz de la Orden de Santiago Apóstol arrebatada al ejército enemigo.
La Cruz de Santiago Apóstol en medallones decorativos de las rejas en el edificio de calle Bandera  620, a sólo una cuadra y media de la Plaza de Armas de Santiago.
¿Será una estilización de la Cruz de Santiago el diseño de la daga de siniestra que don Pedro Lira le coloca al cinto a don Pedro de Valdivia, en su conocido cuadro "La Fundación de Santiago" de 1888 (Museo Histórico Nacional)?
Concha venera santiaguesa en las reconstruidas criptas obispales de la Catedral de Santiago. Están en las lápidas del Obispo Titular de la Epifanía Monseñor Rafael Fernández Concha (1912) y la más del Dean Monseñor Damián Acuña Jarpa (2009).
¿UNA DUALIDAD EN EL APÓSTOL?
Es difícil indagar en este asunto, pues el tema de los elementos crípticos en la tradición jacobea española ha sido tomado con sensacionalismo y escasa seriedad en algunas fuentes, además de la poca objetividad de ciertos autores al identificar a Santiago Apóstol, particularmente por su advocación de Santiago Matamoros y luego Santiago Mataindios, como un símbolo de las controversias alrededor de la conquista de América cayendo en manos del Imperio Español.
Ciertas creencias astrológicas, por ejemplo, adjudican a cada apóstol la representación de uno de los 12 símbolos del zodiaco (al igual que ha sucedido con las 12 tribus de Israel y las 12 puertas de Jerusalén). Santiago Apóstol sería, según esta leyenda, una representación de Leo y Santiago el Menor de Acuario. Otra creencia pone a Santiago el Mayor en Sagitario y al Menor en Géminis. Curiosamente, sin embargo, vemos que Leo y Acuario, así como Géminis y Sagitario, están frente a frente pero en lados opuestos de la rueda zodiacal de los 12 signos, lo que para creyentes de estas doctrinas los haría entes-signos "espejos": uno es reflejo del otro pero en opuesto y, a la vez, complementario.
Con relación a lo anterior, algunas tradiciones comentadas por autores como Louis Charpentier, Miguel Serrano, José Lesta y Miguel Pedrero, hablan de los rasgos paganos y esotéricos que determinarían las tradiciones y el folklore alrededor de Santiago Apóstol y su célebre camino en España. Relacionada con estas creencias, se cree también en una suerte de bilocación en la identidad de Santiago el Mayor y Santiago el Menor, Santiago de Zebedeo y Santiago de Alfeo respectivamente, como si uno fuese el "doble astral" del otro. Quizás se trata sólo de una consecuencia de las confusiones generadas por la presencia de los dos Santiagos en la misma corte apostólica, pero esta dualidad sería, en el mismo juicio hermético y mistérico, análoga a un concepto astrológico antiguo que ha dejado huellas en los nombres que se le asignaron a ciertas constelaciones: Osa Mayor y Osa Menor, Leo y Leo Menor; y, muy especialmente, Can Mayor y Can Menor. Ya veremos por qué.
Ya dijimos, en otra ocasión, que el nombre de Santiago es equivalente a Jacob, Jaccoppo, Jaques. De ahí que pueda descomponerse en San-Tiago, San-Jago, San-Jacques o San-Jiacco. En la Biblia Reina Valera aparece el apóstol como Jacobo, además, tanto El Mayor como El Menor. En el Evangelio de San Mateo (10:2-4), se menciona a ambos Santiagos-Jacobos en la nómina de apóstoles de Cristo:
"Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó".
Lo propio hace San Marcos (3:16-19), al dar sus nombres:
"...a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro; a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron a casa".
En "Los orígenes del culto a Santiago en España", un experto en el tema como nos parece es don Francisco Escribano Bernal, no se explaya mucho en la supuesta relación por duplicidad de los dos Santiagos en la mesa de Jesucristo, limitándose a comentar:
"Comparte comparte nombre con otro apóstol, Santiago Alfeo (llamado el Menor, en contraposición al Zebedeo, el Mayor), lo que originará importantes confusiones en la historia y las tradiciones posteriores".
Más aún, el autor dedica un capítulo especialmente a desestimar las teorías esotéricas sobre la tradición jacobea. Sin embargo, es claro que los símbolos de esta condición dual de Santiago aparecen de cuando en cuando, ya sea por conservar algún conocimiento especial y arcano, o bien por la mera confusión de identidades a la que se refería el escritor.
Santiago en su advocación guerrera de Santiago Matamoros, adaptado a la iconografía religiosa del mundo andino. Imagen junto al altar del templo "viejo" de La Tirana.
La dualidad de Santiago adorada en Río Grande, Provincia de El Loa. Siendo Santiago Apóstol el patrono del pueblo, su fiesta y su procesión se realizan con las imágenes de Santiago el Mayor y Santiago el Menor, ambos vestidos como la advocación guerra. Fuente imagen: Archivos de la Municipalidad de San Pedro de Atacama.
Canis Mayor y Canis Menor, en ilustraciones inglesas del siglo XIX... ¿Un reflejo "astral" de la dualidad de los Santiagos?.
SANTIAGO EN LAS ESTRELLAS
Es conocido que la ruta de peregrinación de Santiago de Compostela presentaría ciertas equivalencias y sincronías con la línea de la Vía Láctea, el Campus Stellae de la tradición jacobea. De alguna manera, incluso tratados antiguos de pretensiones científicas, como "Imagen del mundo sobre la esfera, cosmografía, y geología, teórica de planetas, y arte de navegar" de Lorenzo Ferrer Maldonado (1626), comentaban de los símbolos estelares que se adjudicaban a la ruta de los peregrinos de Santiago. Dice allí el capitán y alquimista español sobre la Vía Láctea:
"Hallamos en el cielo en las noches serenas un círculo blanco puesto en la octava esfera, el cual ciñe la mitad del cielo, y los latinos le llamaban Viam Lacteam, por su mucha blancura, que es como la leche. Este círculo pasa por el principio de Cáncer, y por el principio de Capricornio. A este círculo nombra Ptolomeo galaxia; y la razón que dan los astrólogos sobre la blancura de este círculo, es que por ser compuesto de infinidad de estrellas muy menudas y espesas, las cuales iluminadas de los rayos del Sol, parece que son todas una vía blanquísima; y los poetas dicen, que este círculo fue hecho de la leche de Juno, y que es el camino por el cual los dioses suben, y baja al cielo, y el vulgo le llama Camino de Santiago".
El "final" de esta Vía Láctea o Camino de Santiago de la España en la Época Moderna, está dominado por la constelación del Can Mayor (Canis Maior), el perro grande, la que a su vez, está precedida Can Menor (Canis Minoris), el perro pequeño, casi como por una especie de desdoblamiento o ubicuidad en la identidad estelar de ambos grupos. Can Mayor, formada por las estrellas Procyon y Gomeisa, suele ser representada como uno de los perros que siguen al Gran Cazador de Orión. Can Mayor, en cambio, está al Este de Orión y también parece seguirlo.
Procyon, cuyo nombre significa algo así como Antes del Perro, aparece con Can Menor en el horizonte del Hemisferio Norte alrededor de una hora antes que Sirio o la Estrella del Perro de Can Mayor, como anunciándola. Los navegantes antiguos ubicaban Sirio siguiendo y extendiendo la línea imaginaria de tres estrellas que forman el cinturón del cazador; es decir, el Cinturón de Orión, que por este lado del mundo denominamos Las Tres Marías. La interpretación simbólica que se ha dado a estas denominaciones, es que Procyon camina como un perro, adelante del peregrino jacobeo. Muchas representaciones de santos y personajes peregrinos suelen ir acompañados de un perro, por lo demás, como es el caso de San Roque.
No pocos se han preguntado también por esta similitud conceptual entre los nombres de Can Mayor y Can Menor, con las figuras de Santiago el Mayor y Santiago el Menor, respectivamente. ¿Habrá alguna clase de correlación deliberada entre la identidad de ambos apóstoles y los nombres que reciben ambas constelaciones caninas en la Vía Láctea o Camino de Santiago? ¿Será que, acaso, uno es el "reflejo" del otro, acaso una dualidad simbólica?
Veremos que la mayoría de las localidades nortinas que celebran el día de Santiago Apóstol o San Santiago con la representación militar de Santiago Matamoros-Mataindios, adaptada a la iconografía local. Sin embargo, un caso especial lo representan caseríos como Santiago de Río Grande, al Norte de San Pedro de Atacama en la Región de Antofagasta, donde la procesión saca en andas no a un apóstol, sino a dos: las imágenes de Santiago el Mayor y Santiago el Menor, más grande y más pequeña respectivamente, pero ambos representados en un caballo y blandiendo espadas, como Santiago Matamoros.
Quizás en este caserío de la Provincia de El Loa, entonces, se haya podido conservar por algún secreto códice o feliz casualidad, esa aparente dualidad del apóstol, expresada en el misterio de Santiago el Mayor contrapuesto y a la vez complementario de Santiago el Menor.
Figura de Santiago Apóstol sobre la fachada de la Catedral de Santiago.
Acercamiento al rostro de la misma imagen de Santiago, como peregrino.
Altar de Santiago Apóstol en la nave izquierda de la Catedral de Santiago.
Figura de Santiago, de fabricación francesa, en su altar al interior del templo.
¿QUIÉN ES EL SANTO PATRONO: SANTIAGO APÓSTOL O SANTIAGO MATAMOROS?
La imagen de Santiago Apóstol como peregrino de Hispania, fue conocida en América durante la Colonia. Sin embargo, no era la principalmente venerada de su patronato, sino la mucho más potente que traían los ejércitos españoles, por las razones que ya vimos. Quizás esta interpretación militar del apóstol haya sido más parecida también a la del texto bíblico que al folklore cristiano que lo convirtió en el peregrino, pues en el Evangelio de San Marcos dice claramente que Jesús llamó a Santiago y a su hermano Juan como Boanerges, que significa "Hijos del Trueno".
Curiosamente, Santiago en su advocación de Matamoros-Mataindios fue muy popular en el culto religioso del mundo indígena andino, acogiéndoselo en vetustos templitos de los desiertos atacameños y tarapaqueños. La explicación parece estar en el desagrado que provocaba a muchas comunidades originarias el sometimiento a veces abusivo por parte de la administración incásica, lo que les llevó a ver la imagen del santo cristiano como un virtual salvador, un libertador, como lo demuestra también la iconografía étnico-religiosa de la época.
Por lo anterior, son conocidas hasta hoy sus fiestas en pueblos nortinos fundados bajo su patronato (Santiago de Parinacota, Santiago de Belén, Santiago de Toconce, Santiago de Caquena, etc.) y donde sus habitantes tomaron por día propio las fiestas de cada 25 de julio, día del apóstol, en que se realizaba también el Paseo del Estandarte y los Sellos Reales en su honor de Santiago del Nuevo Extremo, por órdenes de la Corona Española.
El encuentro del Día de Santiago llegó a ser la celebración más importante de la capital chilena en tiempos coloniales, a partir del mismo siglo XVI. Tanto en esta ciudad como en las mencionadas aldeas indígenas del Norte de Chile, sin embargo, la representación de Santiago Apóstol no era la del inofensivo peregrino que vemos hoy en la Plaza de Armas y la Catedral Metropolitana, sino la del guerrero Santiago Matamoros, espada en mano y montando su brioso corcel blanco. Llamado hasta San Santiago por las comunidades locales andinas, esta imagen del apóstol bélico y en combate, se ha conservado en la mayoría de los pueblos nortinos que festejan aún el patronato, aunque con adaptaciones propias en la indumentaria y vestimentas del personaje, más localistas.
No obstante, Santiago en su advocación del Matamoros-Mataindios se ha perdido en uno de los centros que fuera más importante para el culto: la localidad de Santiago de Macaya, donde ha mutado a la representación del santo peregrino. Creo que esto pudo deberse a cierta clase de precauciones tomadas durante el período de la llamada "chilenización" cultural de los territorios que perdió Perú y que fueron incorporados a Chile tras la Guerra del Pacífico, pues Macaya está a poca distancia del pueblo de La Tirana, donde se consagró la fiesta local a la Virgen del Carmen, la Patrona de Chile, celebradas el 16 de julio, de modo que la celebración de Santiago en Macaya pasaba a ser una especie de bis o jornada en continuidad con la gran fiesta anterior, sólo nueve días después.
A mayor abundamiento, cabe recordar que, en algún momento y para evitar los roces y resquemores, se implementaron medidas evitando abusar del canto del himno nacional o de las arengas patrióticas en La Tirana, precisamente para no ofender a los muchos peruanos y bolivianos que participaban de las fiestas de dicha localidad de El Tamarugal. Este intento de pacificar pudo haber tocado a Macaya evitando que la exaltación de Santiago Apóstol se hiciese por su lado más militar y guerrero, convocándolo de manera más pacífica.
Sin embargo, algo similar a lo sucedido en Mayaca, ocurrió acá en la capital: la pacificación del apóstol, desde el Santiago Matamoros que paseaba en el Real Estandarte, hasta el mártir peregrino que vemos en las representaciones actuales. Cuesta comprender, así, que la ciudad de Santiago no sólo haya olvidado por completo el patronato de Santiago Apóstol tan bien conservado entre la religiosidad aimará y nortina, sino que, además, haya cometido la casi impostura de dejar atrás todas las alusiones iconográficas a Santiago Matamoros, para sustituirla por las pocas representaciones de Santiago como ese simple caminante y predicador que podemos encontrar alrededor de la Plaza de Armas.
Santiago el Mayor o San Santiago, sobre el presbiterio de la catedral.
Acercamiento a la figura de Santiago Apóstol.
Santiago el Menor, justo en frente del Mayor, y también sobre el presbiterio.
Acercamiento a la imagen de Santiago el Menor.
Ceca de la Casa de Moneda de Santiago de Chile, alusiva al patronato de Santiago Apóstol sobre la ciudad.
TRES (¿O CUATRO?) SANTIAGOS EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
Hoy, al menos tres imágenes principales de Santiago Apóstol custodian la Catedral Metropolitana junto a la Plaza de Armas:
  1. Sobre la fachada, compartiendo la altura y el vértigo con las figuras de la Asunción de la Santísima Virgen y la de Santa Rosa de Lima.
  2. Al interior, al costado izquierdo de la nave mayor entre las estatuas ubicadas sobre los pilares de las arcadas, justo encima del presbiterio.
  3. Abajo, en la nave izquierda, con una capilla-altar menor propio, acompañada del escudo de armas de la ciudad y el imperial español.
La figura del apóstol situada al exterior, junto a la torre Sur, fue incorporada en los últimos grandes trabajos de remodelación del templo realizados por el arquitecto Ignacio Cremonesi, entre 1898 y 1906. Símbolo protector de la arquidiócesis además de custodio patrón de la urbe, este Santiago mide cerca de 4 metros de altura. Las figuras están fabricadas en metal, y supongo que la del apóstol pudo haber sido traída desde Italia como es el caso de la imagen central de la Asunción de la Virgen al centro. Del otro lado de la fachada, hacia calle Catedral, está Santa Rosa de Lima, elegida por ser patrona del Nuevo Mundo. Se cree que la presencia de esta estatua es la que motivó que muchos inmigrantes peruanos devotos de la santa comenzaran a reunirse a ese lado del templo, como hacen hasta ahora.
Ya en el interior, el primer altar-capilla lateral, en la nave izquierda junto al acceso al Sagrario de la Virgen del Carmen, corresponde al mismo apóstol. Santiago se ve allí otra vez en su presentación de peregrino de Hispania, con su bordón o báculo con calabaza para el agua, la página con el evangelio y las epístolas en la mano y una concha venera sobre su hombro derecho. Esta imagen fue hecha por la casa de escultura artística Maison Verrebout de París. Fabricada en madera tallada, encarnada y policromada a colores y dorados, en 1888, se define su estilo como ecléctico y academicista.
El altar de la figura, en cambio, debió haberse hecho a la llegada e instalación de la estatua a Chile en el siglo XIX, pero se desconoce la identidad del autor. Está confeccionado en madera pintada, también con toques dorados, y su estilo es más bien neoclásico. A sus costados se han puesto imágenes del primitivo Escudo de Armas de la Ciudad de Santiago, a la izquierda, y uno a la derecha de España o "escusón", donado por el escritor de origen navarro Agustín Otondo y Dufurrena y familia, en 2005. El obsequio, tallado en madera y policromado con esmaltes, fue recibido por José Domingo Diéguez, presidente de la Cofradía del Apóstol Santiago en Chile, y el deán de la Catedral don Damián Acuña Jarpa, siendo instalado en el altar-capilla en julio de ese año.
Mención especial merecen las estatuas de los personajes apostólicos y bíblicos en las ménsulas de la altura entre las arcadas que dividen la nave mayor del templo de las naves laterales.
Ya he comentado que, como sucede en muchas otras catedrales de América y del mundo, la de Santiago tiene algunos curiosos códigos de arquitectura y distribución que suelen pasar inadvertidos y cuyo origen podría relacionarse más con criptosimbología, muy recurrida en la influencia masonería, por ejemplo. Algo dije, por ejemplo, del caso de los senderos "estelares" que están en las naves laterales del templo, señalados por cúpulas ubicadas estratégicamente frente a cada altar-capilla y con representación de bóvedas estrelladas en ellas.
Puede que suceda algo parecido con las representaciones de Santiago Apóstol dentro del especio elevado del altar mayor, entre esas estatuas ubicadas arriba del mismo. Allí encontramos una situación curiosa que requiere algo de observación de nuestra parte, pues parece estar haciendo un guiño -otra vez- a ese rasgo de dualidad que hemos descrito en el personaje. El Santo Patrono de la ciudad ha sido ubicado estratégicamente sobre el presbiterio y el altar mayor, reafirmando su situación de privilegio en la relación de la ciudad con la fe de Cristo. Se encuentra sobre la fila Sur de arcos. Sin embargo, exactamente frente a él, en la otra línea de arcadas y estatuas, está Santiago el Menor. Ambas estatuas son las penúltimas de cada línea, pues están al final las de San Pedro y San Pablo, los patriarcas mártires de la Iglesia, también sobre el presbiterio.
No encuentro datos claros sobre el origen de estas imágenes. Algunos creen que fueron encargadas a casas de arte francesas en 1847 por el Arzobispo Rafael Valentín Valdivieso o bien por el Arzobispo Mariano Casanova hacia el 1900; otros creen que provenían de los talleres de los jesuitas bávaros de Calera de Tango, como muchas otras piezas, muebles y ornamentos de la Catedral, algo que podría explicar su estilo y calidad. Como sea, dudo que esta disposición "espejo" sea simple casualidad, con los dos Santiago situados uno frente al otro, como en el símbolo dual y del "reflejo" del que hemos hablado. ¿O acaso se trató de sólo un capricho el dejar a los dos Santiagos frente a frente?
Podríamos especular también en el manejo de los códigos simbólicos por parte Cremonesi y los arquitectos masones que participaron del aspecto definitivo que tiene la Catedral de Santiago pero, ciertamente, este detalle parece surgir del mero azar o de un antojo vacío por dejar a ambos apóstoles así.
Figura de Santiago Apóstol en Estado con Phillips. Donación española de 2004.
Acercamiento a la imagen del apóstol, con sus símbolos peregrinos.
Los guardias o centinelas voluntarios encargados de la seguridad en la Catedral Metropolitana, utilizan la Cruz de Santiago como insignia distintiva.
Las conchas santiaguesas o vieras del Escudo de Armas de la ciudad de Santiago, están a la vista en el frontón del Edificio Consistorial, de la Ilustre Municipalidad de Santiago.
OTROS SÍMBOLOS DE SANTIAGO APÓSTOL EN PLAZA DE ARMAS
Los símbolos de Santiago Apóstol aún sobreviven en la capital chilena, pero no siempre tenemos la información suficiente a mano para poder identificarlos. De hecho, cada vez que tomamos una moneda lo tendremos allí, a la vista: es el sello ceca de la Casa de Moneda de Chile, correspondiente a una letra "S" con un círculo encima (aureola). Está en todos los cuños simbolizando el patronazgo de Santiago Apóstol sobre la capital, como vimos en una reciente entrada dedicada al folklore numismático.
El patronato de Santiago siguió manifestándose de distintas maneras y por largo tiempo después de la Colonia. Durante la Patria Vieja, por ejemplo, la bandera carrerina en bandas horizontales azul, blanco y amarilla, debió ser modificada en su distribución de colores para que su cuartel albo, ahora arriba, incorporara por decreto de junio de 1813 en su vértice, una hermosa representación de la Cruz de Santiago. Este símbolo, que resulta de la fusión de la Cruz de Cristo y la espada, en color rojo (gules), era un trofeo de guerra, ni más ni menos: el emblema de la Orden de Santiago Apóstol que los patriotas habían logrado arrebatar al ejército realista, apareciendo entre las pertenencias del Brigadier Antonio Pareja. De alguna manera, en esa ocasión Santiago Apóstol se cambió de bando, o al menos hasta la ruina de los patriotas ocurrida en Rancagua, en 1814.
La misma Cruz de Santiago sigue por allí, asomándose de vez en cuando. La llevan como insignia y prendedor en su pecho los guardias y centinelas voluntarios, encargados de la seguridad en la Catedral Metropolitana. Cada 25 de julio, además, la Iglesia extiende un premio llamado Cruz del Apóstol Santiago, a las personas que han destacado por sus servicios a favor de la institución religiosa, en diferentes áreas y ámbitos.
Curiosamente, también está este símbolo en instancias laicas: lo encontramos en la decoración de las puertas metálicas del Edificio Bandera, ubicado en calle Bandera 620, enfatizando su carácter guerrero con un yelmo y representaciones de hipocampos parecidos en estilo de arte colonial o medieval.
Lo mismo sucede en el caso de las conchas santiaguesas o vieras, símbolo jacobeo que aparece repetido ocho veces en el Escudo de Armas de Santiago y que sigue presente en todas sus representaciones, partiendo por la fachada del Palacio Consistorial de la Ilustre Municipalidad de Santiago, frente a la misma Plaza de Armas. Alguna vez fue cambiado este escudo por otro llamado "Mapocho", muy diferente y más comprometido con el río Mapocho y la cordillera en su diseño, pero la Municipalidad de Santiago lo recuperó y reincorporó oficialmente a partir de 1913.
Finalmente, cabe recordar que, en 2004, se instaló en la entrada de calle Phillips con Estado, una estatua escultórica de Santiago Apóstol, donación española bendecida el 25 de julio del año siguiente con una procesión que salió desde la Catedral, acompañada por músicos, estudiantinas, gaiteros, tunos y con el  Cardenal Francisco Javier Errázuriz a la cabeza. Ésta es la cuarta imagen de Santiago Apóstol que se encuentra alrededor de la Plaza de Armas, entonces, contando a las del templo.
También representado en su original aspecto de peregrino, con el bastón y una concha venera en su sombrero, en su pedestal esta estatua de piedra blanca lleva la inscripción que lo reconoce aún como Santo Patrono de la ciudad de Santiago, el viejo Santiago del Nuevo Extremo. Empero, por sus particulares características, proporciones y dimensiones, los santiaguinos lo apodaron rápidamente como el Hobbit, insinuando con ello una semejanza con la mítica raza del universo literario de J. R. R. Tolkien.

EXPOSICIÓN "UN PAÍS DE TONTOS GRAVES": LA HISTORIA DEL HUMOR GRÁFICO POLÍTICO EN CHILE

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Coordenadas:  33°26'13.51"S 70°39'2.74"W (exposición)
Desde marzo pasado, en la Sala de Eventos del Museo Histórico Nacional está montada una exposición dedicada enteramente a la historia del humor político en Chile, titulada "Un país de tontos graves: Humor gráfico y política en Chile". Su base es un trabajo homónimo recientemente publicado, hecho por Matías Hermosilla, Mauricio García, Jorge Montealegre, Hugo Rueda y Raquel Abella, con sello editorial del propio museo dirigido por don Pablo Andrade Blanco.
Vitrinas, pantallas multimediales y algunas instancias interactivas y lúdicas forman parte de esta muestra, cuyo aspecto quedó cargo de Fisura Estudio Diseño. Además del Director del Museo y los mencionados investigadores autores del libro, participaron aquí Isabel Alvarado en coordinación, Rocío Pérez-Aguilera en la conservación, Claudio López y Marina Molina en digitalizaciones de imágenes. El diseño de publicación perteneció a Anzuelo Creativo, y el montaje de la exposición es trabajo de Mario Ormazábal y Moisés Rivera.
La exhibición da cuenta de la importancia que ha tenido la tira humorística y las páginas de cómics dedicadas al acontecer político chileno, reflejando en ellas todos los fenómenos que pueden observarse en esos mismos reinos: crítica, popularidad, impopularidad, corrupción, sedición, censura, plutocracia, abuso, parasitismo, ambición, mezquindad, etc. Así, entretenida e ilustrativa, en su presentación se ha puesto como misión "proponer una lectura del humor gráfico político y de las diversas materialidades en que éste circula", desde el panfleto de corto tiraje de antaño hasta el meme de nuestra época digital, "entendidos como instrumentos capaces de desafiar y revertir la monumentalidad de figuras y personajes asociados al poder y la cultura hegemónica".
"La presente propuesta curatorial -escribió el Director en la presentación del libro y también en la muestra- invita a pensar el humor y sus imágenes como reflejo de su época y, al mismo tiempo, como testimonios de la Historia. Dibujos, caricaturas e imágenes satíricas que se enfrentan al poder mediante el lápiz y el trazo como principal arma, son hoy piezas presentadas como testimonio del contexto social que las creó que y nos permiten, además, su comprensión y exhibición como documentos históricos, parte del acervo visual de nuestro país".
Bien: hay mucho que se puede compartir de lo aprendido en esta muestra, partiendo por el nombre del libro y la exposición, pues "Un país de tontos graves" deriva de una carta que envió Eduardo Frei Montalva, a la famosa revista "Topaze", en 1941, a propósito del décimo aniversario de la gaceta humorística. Allí, el futuro Presidente de la República felicita a los editores diciéndoles que la revista "ha contribuido a hacer reír un país que está plagado de tontos graves"... Aguda pero acertada observación que aún podemos confirmar en el mundo de las redes sociales de internet.
GALERÍA DE IMÁGENES DE LA EXPOSICIÓN:
EXPOSICIÓN "UN PAÍS DE TONTOS GRAVES"
Encontramos acá, de partida, ese antiguo dibujo ridiculizando a los patriotas de la Logia Lautaro, hacia 1821, en plenas Guerras de Independencia. Según algunas fuentes, pertenece a don José Miguel Carrera, cuando se hallaba clandestinamente en Río de la Plata, y en otras, a folletos realistas publicados en Perú. Allí aparece don Bernardo O'Higgins representado como un burro montado por un bebedor José de San Martín, llevando al pueblo de Chile hacia el ocaso, simbolizado en un rebaño de ovejas.
Cabe recordar, sin embargo, que por tratarse aquella caricatura antilautarina de una ilustración hecha fuera del país, José Pérez Cartes informa en su obra "Pequeña Historia de la Historieta, II Parte: La Historieta en Chile", que los primeros dibujos de esta temática aparecidos en suelo chileno fueron los del periódico "Viva La Patria" de 1821 y "El Patriota Chileno" de 1826.
La caricatura política comienza a establecerse como género en Chile hacia mediados del siglo XIX, siendo algunos de sus iniciadores Miguel Antonio Smith (1832-1877) y Juan Rafael Allende (1848-1909). Periódicos y revistas que iniciaron el oficio, como "El Correo Literario" y "El Padre Padilla", dirigían sus incisivas críticas a las clases gobernantes, la Iglesia y los políticos de aquellos años. Agregaría, por mi parte a esta generación pionera, a "La Lira Popular", aunque su gráfica solía ser sólo de apoyo y no protagónica. Y nos explica la información allí desplegada:
"La prensa satírica será entonces una forma de expresión que conjuga el lenguaje tanto textual como visual, y que durante el siglo XIX se desarrolla al alero de los avatares políticos y la modernización propia de la industria gráfica".
En la primera edición de "El Correo Literario",  que sale a la venta el 18 de julio de 1858, la editorial declaraba:
"...el objeto de la caricatura es corregir las costumbres y los defectos, es satirizar, poner en ridículo si se quiere, algo que se manifiesta ridículo para procurar su corrección".
Un ejemplo de esta declaración de principios que podemos hallar en la exposición, es una caricatura del artista y maestro Alfredo Valenzuela Puelma, mostrando el saqueo de Concepción del 29 de agosto de 1891, durante la Guerra Civil, donde vierte también culpas al clero con una alegoría de muerte y pillaje. Cabe recordar que "El Correo Literario" contó desde sus inicios con la pluma de Smith, primer auténtico caricaturista chileno según "Caricaturas de Ayer y Hoy", de Luisa Ulibarri, además de su amigo don Benito Basterrica, que pasó por la prensa satírica de varios otros medios posteriores.
Caricatura anticlerical de "La Linterna del Diablo", hacia 1870. Museo Histórico Nacional.
Caricatura de don Guillermo Matta por el ilustrador Luis F. Rojas, reproducida en la exposición "Escritores en Caricatura: la otra mirada" de la Dibam, de mediados de los noventa.
En la exposición, en el grupo de láminas donde está la mencionada sátira del saqueo penquista de 1891, se muestra también otra valiosa pieza: el segundo número de "El Correo Literario", hacia 1858, donde Smith ha dibujado a Eusebio Lillo y Guillermo Matta. Lillo levanta una ramas con el siguiente pie:
¡¡¡DIVINA POESÍA!!!
Yo que canté las flores algún día
Al grato ardor de tus celestes llamas
Me quedé con las hojas y las ramas
.
Matta, en cambio, aparece sentado con una lira, sombrero de copa y el texto que le acompaña dice, abajo:
"¡¡¡¡¡¡Sombras, búhos, fantasmas, maldiciones
Dad un tono de horror a mis canciones!!!!!!
Cabe comentar que, durante un período en que fue clausurado "El Correo Literario", apareció en 1863 el periódico "El Cóndor", dirigido por Manuel Blanco Cuartín. Salía allí una especie de cóndor humanizado, anticipando por mucho a "Condorito" y considerado el primer personaje de la historia del cómic chileno, según algunas opiniones. El cóndor expresaba críticas a situaciones de contexto noticioso, aunque la revista sólo alcanzó a durar 8 números.
Otra gaceta llamada "El Pueblo" fue lanzada en 1867, pero sólo ocasionalmente incluía caricaturas. Ese mismo año, salen de prensa "El Charivari", con Luis Rodríguez Velasco atacando especialmente a la Iglesia, y "La Linterna del Diablo", que cuenta con Fanor Velasco en su equipo. Vienen después otros pasquines de humor como "La Campana", "El Mefistófeles", "José Peluca", "La Penca", "El Ferrocarrilito", "Diójenes" y "El Padre Cobos".
Avanzando por la centuria, el humor político del cambio de siglo y hasta más o menos el Primer Centenario, estuvo determinado por publicaciones como "Pedro Urdemales", "Poncio Pilatos", "El Arzobispo", "El Tinterillo", "El Jeneral Pililo", "El Sacristán", "Don Mariano" y "El Pedromón", entre otros. En la sala del museo, acompañan la comentada caricatura de los lautarinos otras dos: una es de Santiago Pulgar, que firmaba como Perengano y que apareció en la revista "La Comedia Humana" hacia 1906, titulada "Pedro Montt al piano"; la otra es la portada de la primera revista "Corre Vuela" del 1° de enero de 1908, también de Santiago, con una caricatura de Julio Bozo Valenzuela, más conocido como Moustache, en donde dos reyes magos aparecen esperando en la calle al tercero, confundidos, con el siguiente pie de imagen:
Van los Reyes Magos con júbilo inmenso
llenos de cariño
a ofrecer tributos de mirra e incienso
al sagrado niño.
Pero uno ha faltado; porque lo han partido
casi medio a medio.
Anda en busca de oro y eso no se encuentra
ni para remedio.
El lanzamiento de "El Diario Ilustrado", en ese mismo período, fue un gran impulso para la caricatura profesional al valerse de varios ilustradores importantes de la historia del gremio, como Juan Francisco González Ramírez, que firma Huelén, el multifacético Jorge Délano Frederick, que firma Coke y el gran Pedro Subercaseaux, que firma Lustig.
Humor sobre dinero en la revista "Topaze", 1937. Página editorial con jocosos "Consejos para hacerse rico". El dibujo del Profesor Topaze sosteniendo el cuerno de la abundancia, es del maestro René Ríos Boettiger, que ya entonces firmaba como Pepo.
Juan Verdejo Larraín, en su primera aparición, con firma de Coke.
Otra caricatura que resulta particularmente interesante en la sala y que ya corresponde ya a una época posterior, es la titulada "Buena Paliza". En ella aparece el Presidente Arturo Alessandri Palma agarrando a chicotazos a un pequeño sujeto identificado como un comunista. Obra de Manuel Guerra Urquieta, de 1925, también viene acompañada por estos versos que son reminiscencias de la poesía popular satírica del siglo anterior, de medios como la mencionada "Lira Popular":
Quiso hacer un estropicio
el bolchevismo que abunda
y de "fregar" tiene el vicio,
mas el León salió de quicio
y le propinó una tunda...
Quizás una de las celebridades políticas más representados en el humor fue el mismo Alessandri Palma, precisamente. Estadistas como Carlos Ibáñez del Campo y Eduardo Frei Montalva le seguirán de cerca.
Un dibujante anónimo columpia otra vez al impostoramente llamado León de Tarapacá en un chiste de la revista porteña "Sucesos", del 28 de marzo de 1925, titulado "Paganini". Aparece allí el mandatario sentado ante una bandeja con un pato servido y un hombre de pueblo a su lado que le hace la siguiente advertencia:
"Si se rebajan los derechos de exportación del salitre, S. E. tendrá forzosamente que imponer nuevos impuestos, y entonces seré yo el que pague el pato de la boda".
La información disponible en la muestra, nos explica la naturaleza de chistes como el recién descrito:
"Una de las características más importantes de la caricatura política es su capacidad de burlarse del poder mediante diversas estrategias. Una de ellas ha sido -y continúa siéndolo- aquella que otorga una presencia a la voz del pueblo y a los sectores ajenos a la política institucional, constituyendo un discurso que enfrenta a la hegemonía, diciendo aquello que muchos temen decir y en muchas ocasiones, haciendo justicia a través de su voz".
De este modo, los buenos chistes políticos se contextualizan por sí solos. Así lo entendemos mirando otro que acompaña en la exposición al revisado, esta vez proveniente de la genialidad de Moustache, en el año 1927. Titulado "La nueva población obrera - Un nombre feliz", se ve en la lámina a dos autoridades sosteniendo el siguiente diálogo:
- Ya tienen los obreros casas higiénicas. Se acabó la tuberculosis, se acabó la mortalidad infantil. ¿Qué nombre le pondremos a esta nueva población? Debe ser un nombre alegre, que indique que aquí los obreros vivirán sanos, lejos de la muerte.
- ... ¡Ya encontré uno! ¡Se llamará Población Matadero.
- ¡Magnífico! ¡Queda aprobado!
"Topaze", será la cumbre del humorismo político en Chile. Debuta en los kioscos de periódicos el 12 de agosto de 1931. Por los casi 40 años que duró su primera larga vida, pasaron maestros del humor gráfico como Coke, Huelén, Luis Goyenechea Zegarra firmando como Lugoze, Hernán Vidal como Hervi, Mario Torrealba del Río, alias Pekén, René Ríos Boettiguer, el magnífico Pepo, y Manuel Tejeda, que firma Mono, entre muchos otros. Famosa fue su sección dedicada al Palacio de la Moneda y el Ejecutivo, llamada "La casa donde tanto se sufre". Había ocasiones en que, para los estándares de la época, "Topaze" realmente golpeaba con irreverencia y audacia en sus chistes sobre las autoridades.
"Los que hacemos cola", tira satírica ilustrada de Osnofla (Luis Enrique Alfonso), para la revista "La Familia Chilena" N° 1 de Santiago, 1944. Está en la exposición.
Caricatura de Ross Santa María siendo pateado por el Edificio del Seguro Obrero, en revista "Topaze", tras perder las elecciones como castigo electoral al gobierno tras la Masacre del 5 de septiembre de 1938.
Dos personajes inolvidables y antológicos cobrarán vida gráfica en la célebre publicación semanal: el Profesor Topaze y el rotito Juan Verdejo. En la exposición por supuesto, podemos interiorizarnos más sobre su origen, en segmentos dedicados especialmente a ellos.
El profesor de la gaceta está tomado del inteligente personaje de apariencia ingenua y calma de una pieza teatral francesa, la comedia satírica "Topaze" (Marcel Pagnol, 1928), que inspiró a Coke a crearlo y presentarlo como el ficticio intelectual que trabaja como redactor editorial de la revista del mismo nombre, presentándose en cada edición con observaciones críticas a la realidad y al acontecer político, a veces apoyándose en un barómetro medidor de la contingencia, herramienta que sirvió para el eslogan que publicitaba a la revista: "El barómetro de la política chilena".
Juan Verdejo Larraín también fue creación de Coke. Harapiento y usando un gorro bonete, representaba al ingenioso atorrante de los estratos populares de entonces, al roto chileno con algo de campesino, similar al personaje "Perejil" de Lugoze o "Condorito" de Pepo, pero más vinculado a la política por su militancia en la "Topaze".  De acuerdo a su propio creador, era un reflejo de "la idiosincrasia chilena, mezcla de bohemia y señorío", y su segundo apellido es Larraín porque todos los rotos "tienen algo de conservadores". Esta especie de huaso citadino muchas veces fue llevado al teatro humorístico y revisteril en los años 40 y 50, especialmente por el comediante peruano residente en Chile, el gran Eugenio Retes.
Otra de las imágenes más interesantes en exhibición, es la del cuadro al óleo titulado "El circo de don Arturo", también de Coke, fechado en 1937. Mide 1.47 por 1.82 centímetros, y muestra a Alessandri Palma como el clown director de un circo, con su cara pintada para parecer engañosamente inocente y casi tierna. El equipo de artistas del "circo" está formado por su gabinete y sus hombres de confianza, como Rafael A. Gumucio vestido de payaso arlequín montando a Aníbal Jara que está en cuatro patas, Cornelio Saavedra como timbalero, Gustavo Ross Santa María como domador de fieras, Luis Salas Romo tocando un pandero, Agustín Edwards a cargo del bombo, Osvaldo de Castro contando la recaudación y Monseñor Horacio Campino montando un elefante blanco, entre varios otros.
En el mismo cuadro aparece también el infaltable Juan Verdejo, pero en pésima situación, casi dramática: se lo ve maniatado y amordazado en el suelo por el entonces Ministro de Interior, don Marías Silva, simbolizando la opresión contra el pueblo chileno y la negativa a darle voz a las clases populares. El Museo Histórico Nacional conserva un bosquejo con la identidad de cada uno de los personajes del "circo", reproducido también en la muestra.
Portada de revista "Topaze" del 20 de abril de 1962. Ilustración de Lugoze. Las circunstancias sonarán familiares: Bolivia demandaba en la OEA a Chile por los usos agrícolas de las aguas del río Lauca, buscado una intervención internacional a favor de su aspiración marítima. Por encima de la cordillera, miran a Chile el Presidente de Bolivia Víctor Paz Estenssoro y su Canciller José Fellman Velarde.
Un gigantesco Frei y un pequeño Allende midiendo sus proporciones electorales, en portada de la revista "Topaze".
A todo esto, revista "Topaze" varias veces debió enfrentar el malestar y las represalias de los gobiernos de turno, especialmente en sus primeros años de existencia. Por eso, en 1933, la página editorial del Profesor Topaze ya decía:
"Conozco todos los sinsabores de esta maltratada profesión y sé que quien hoy me alaba, mañana me sacará el cuero con la sabiduría propia de los chilenos".
Por esta razón, la gaceta llegó a ser perseguida por Alessandri Palma tras la ola de censura periodística que hubo inmediatamente después de la Masacre del Seguro Obrero en 1938. En aquella ocasión, la revista publicó un dibujo del barómetro del profesor ya roto, como si lo hubiesen saboteado. Y cuando perdió el candidato oficial Ross Santa María frente a don Pedro Aguirre Cerda, como consecuencia del rechazo popular a la tropelía cometida, mostró a la Torre del Seguro Obrero pegándole un enorme puntapié al ex ministro. Fue la pequeña venganza de los editores.
Alessandri Palma, para su desgracia, siguió siendo presa de los lápices aun después de dejar el mando. En la otra de las imágenes que acompañan la comentada lámina sobre el saqueo de Concepción, vemos una caricatura de base fotográfica (un fotomontaje) hecha por Pepo, en donde se ve al ex presidente atrincherado y mirando con un catalejo desde el edificio del Club de la Unión, el 13 de agosto de 1939.
No quisiera dejar un vacío de información sobre lo que sucede con la historieta y humor gráfico político en las décadas siguientes, así que echaré mano a la interesante información que encuentro en el sitio web nacional ErgoCómics (Ergocomics.cl) absolutamente recomendable para quienes vibran con esta clase de temas, y que me ha sido de utilidad innumerables veces en este blog. Confirmamos allí que gran parte de la actividad del rubro quedó, además de "Topaze", en páginas de revistas como "Zig-Zag" y "Pobre Diablo". Destaca en 1944 "La Familia Chilena", de Gustavo Campaña, y en 1949 se lanza "La Raspa", de Gabriel Sanhueza. En los 50, el diario "El Siglo" del Partido Comunista, incluye también sus propias viñetas cómicas, como una del personaje llamado "Don Inocencio", de Osvaldo Salas Veas.
Las elecciones presidenciales de 1964 resultaron particularmente interesantes para los caricaturistas, pues hubo un gran enfrentamiento entre tres candidaturas que se sentían en la vanguardia del progreso y la modernización, cada uno a su manera: Julio Durán, Salvador Allende y Eduardo Frei Montalva, quien resultó ganador. Sin dejar pasar la oportunidad, "Topaze" publicó una caricatura de Lugoze inmortalizando el momento, y que también puede ser admirada en la exposición: aparece Juan Verdejo caminando muy soberbio por la calle, con la Iglesia de San Francisco a su espalda, y tres políticos vestidos como curas franciscanos (deslizando la idea de que la Iglesia seguía metiendo mano en las fuerzas partidistas) le muestran alcancías y fotografías de los candidatos, uno con cada uno, limosneando el voto del rotito.
En tanto, el caricaturista Renzo Pechenino Raggi, más conocido como Lukas, ya disparaba su inteligente humor social y político desde 1958, en medios como "La Unión" de Valparaíso, y luego desde "El Mercurio". Sería uno de los más famosos exponentes del género en la historia gráfica de Chile, aunque sus temáticas eran muchas y sólo ocasionalmente metía la pluma en cuestiones de actualidad política propiamente dicha.
En 1968, se crea la revista quincenal "La Chiva", por una sociedad constituida por Hervi, José Palomo y los hermanos Jorge y Alberto Vivanco, siendo su director éste último. Trabajan afanosamente produciéndola, diagramándola y publicitándola. Le crearon secciones como "Lo Chamullo, un barrio como el suyo", que después pasó al diario "Última Hora".
Lo Chamullo era una ficticia población liderada por un joven roto llamado Pancho Moya, personaje análogo a Juan Verdejo en muchos aspectos y que se las batía haciendo distintos empleos. Su compañera era la linda e idealizada Carmelita, y Don Paello es su vecino, español bajado del "Winnipeg" y dueño de un almacén llamado "La República", que sirve de centro social; los hermanos Fantomas y Spectre del Villar se dedican a actividades nada luminosas para la justicia, allí en la comunidad; las Tres Marías son un trío de viejas beatas de la población, mientras que el garzón conocido como el Mozambique trabaja en el Bar Restaurant de don Patruco, tan malo y pobre que lo único comestible en él era el jabón.
Otra de Lugoze en "Topaze" de abril de 1962, tras la demanda boliviana en la OEA y las violentas declaraciones del Canciller de Bolivia Fellman Velarde. Juan Verdejo canta: "Cuando hay que comer, comimos, / cuando hay que tomar, tomamos, / si hay que sufrir, la sufrimos, / y si hay que peliar, peliamos...".
El "Enano Maldito" de la prensa allendista, celebrando a la UP, de las caricaturas políticas de Orsus (Fuente: Diario "Puro Chile").
Lo Chamullo también tenía lucha de clases: se dividía en Chamullo Alto (el de los lindos y acomodados) y Chamullo Bajo (los del perraje, donde se viven las pellejerías), profundamente rivales y de intereses incompatibles. En una de las portadas de "La Chiva", con la palabra "clausurada" atravesándola encima, simulaba la noticia de que estos habitantes del imaginario Lo Chamullo se habían tomado las instalaciones de la editorial.
Sin embargo, a pesar de la buena calidad del humor vertido en "La Chiva" y lo interesante de los personajes, problemas económicos que siempre cargó como lastre el proyecto obligaron a su cierre, sólo dos años después de ponerse en marcha, dejando así ejemplares huérfanos de sus ediciones, aunque para el deleite de los actuales coleccionistas. Por su puesto, hoy tienen su homenaje en la exposición.
Para peor, tras años de hacer escuela en el oficio pero habiendo caído en períodos de inestabilidad, "Topaze" cerró sus talleres en 1970, sólo unos días antes de que Allende tomara el mando. Nunca pudo ser alcanzada por ninguna de las posteriores revistas que tomaron la posta del humor gráfico sobre política.
De esta manera, Juan Verdejo quedaba atrás como paladín de los estratos populares, apoderándose del rol el odioso e insufrible "Enano Maldito" del diario pro-Unidad Popular "Puro Chile". El personaje fue creado por Jorge Mateluna Muñoz, alias Orsus, basándose en un curioso retrato hablado que se había elaborado y difundido tras el siniestro asesinato de una prostituta ocurrido en un hotel de calle Londres, en pleno centro de Santiago, caso que causó gran impacto en su época. El entonces misterioso criminal había sido apodado por la prensa como el enano maldito, por su baja estatura y tremenda fealdad.
El posterior Golpe Militar de 1973, con toda su desconfianza hacia los civiles desplegadas sobre las libertades editoriales, perjudicarían enormemente el desarrollo del humor político, volviéndolo tímido y algo clandestino, en muchos casos. Inesperadamente, sin embargo, esta situación fue haciendo también que el General Augusto Pinochet se convirtiera en uno de los personajes que más aludidos y reiterados de la historia del humorismo gráfico, superando a Alessandri, Ibáñez o Frei. De todos modos, los años 70 fueron sólo de asustadas viñetas, como la de revista  "La Bicicleta" publicada a partir de 1978, Hervi en su "Supercifuentes, el Justiciero", una parodia de superhéroe. Mucho de este humor opositor se publicó también en editoriales ilegales, como panfletos o pasquines de grupos de izquierda.
Ya en la siguiente década, vio la luz una revista de sátira dirigida por Alfonso Ortega, llamada "La Chuchoca", que incluía chistes políticos y hasta falsas entrevistas de una sección llamada "mentirosimóvil". Su estilo semejaba mucho al que tendrá por la misma época el diario "La Cuarta", y si bien tenía hasta propaganda televisiva cuando fue lanzada en 1984, resultó de relativamente corta duración (36 números semanales). Justo ese año, además, fue publicado el Bando N° 19, con el que el gobierno limitó el humor político en los impresos. Dibujaron en "La Chuchoca" Nelson Soto, Avelino García, que firma A. G. y A. Gallo, Guillermo Varas, alias Guivar y el recordado Jorge Dahm. No encuentro información de "La Chuchoca" en la muestra, por desgracia, pero sí hay algo publicado en la infalible ErgoCómics.
Veo en el mismo sitio web que el humor político de los años 80 se sostuvo también de revistas como "Ercilla", en la sección "En la Cumbre" que existió desde 1980 y hasta 1990, de Jaime Oddó Muñoz, que firma Van-Dog, aunque se concentraba en humor político internacional, muy acorde al clima noticioso de la Guerra Fría. Más local fue, en cambio, una viñeta de revista "Análisis" dibujada por el entonces muy joven Luis Marco Henríquez Rojas, el conocido Mico de "Punto Final" y después del diario "La Nación". En tanto, la revista "Cauce" contrata a Juan Carter, El Gato (autor de un libro caricaturas de Pinochet, titulado "Atención Chile", de 1988) y a Eduardo de la Barra, éste último colaborando con "Apsi" junto a Guillermo Bastías, que firma como Guillo y cuya representación del General Pinochet como Luis XIV, en "Apsi Humor", le costó a la revista ser amonestada e intervenida en 1987. Guillo ganó el Primer Premio en el Salón Internacional de Humor Gráfico de Montreal, al año siguiente. De la Barra trabajaba ilustrando también para el diario "La Tercera" y famosas revistas eróticas de la época, curiosamente.
También en 1987, revista "Hoy" saca un suplemento llamado "Humor de Hoy", con el caricaturista Alejandro Montenegro, Rufino, el famoso dibujante de las viñetas de "Cosas de Rufino". Ganó el Premio de la Sociedad Interamericana de Prensa en 1987, por trabajos reunidos en catálogos como "¡Psst?! (monos de Rufino)" de 1983 y "Rufino ataca de nuevo" de 1986. Entre otros, en "Humor de Hoy" colaboran también Hervi, el querido ilustrador de "Mampato" Themo Lobos, De la Barra, Guillo, Mario Navarro Cortés, que firma como Nakor, Alfredo "Payo" Grondona, Ricasso, Patricio Amengual, Palomo y El Gato, junto a escritores como Guillermo Blanco y Jorge Montealegre, según repasa el completo artículo de ErgoCómics.
Mención especial merece en esos años, la viñeta "Margarita" del diario de oposición "Fortín Mapocho", dibujada por el poeta e ilustrador Gustavo Donoso Véliz, que firmaba como el enigmático Gus. La imagen llegó a ser todo un símbolo del humor político de esos años desafiando a la tentación de la censura, y según una entrevista que el mismo Donoso dio a "El Mostrador" hace pocos años, se levantaba a las seis de la mañana para escuchar la Radio Cooperativa y estar informado e inspirado, dibujando con el sencillo trazo del personaje en los ratos libres que le quedaban mientras trabajaba como gráfico en publicaciones de la Iglesia Católica.
A la sazón, los demás diarios tenían entretenidas viñetas de humor pero que no se permitían llegar a semejante temeridad de "Margarita", limitándose más bien a la crítica social y de actualidad, como "El Mercurio" con Jimmy Scott, "La Segunda" con  Germán Infante usando el pseudónimo Maní, y "La Tercera" con el inolvidable cuadro de "La broma en vida" de la página editorial, dibujado por Percy (Percy Eaglehurst Ramos), el mismo creador de "Pepe Antártico". Después llegará Hervi a hacer lo propio, en este último diario.
Hervi con su superhéroe tercermundista "Supercifuentes", en revista cultural opositora "La Bicicleta" de mayo de 1983.
Humor político de actualidad internacional, por Van-Dog, en la última página de la revista "Ercilla", sección "En la cumbre". Publicada en septiembre de 1985.
"Margarita" era la famosa viñeta de Gus en el "Fortín Mapocho" , años 80.
Otras sátiras políticas ochenteras pueden encontrarse en "Negro en el Blanco", publicado entre 1986 a 1989, donde Lugoze acabó sacrificando -sin querer- a su simpático personaje el rotito "Perejil", al casarlo con el oficialismo de entonces. Además, ilustra allí su hijo Luis Goyenechea Saavedra, que firmaba Goy, y Carlos Miranda. En revista "Sepa" de 1987 a 1989, viene el suplemento de humor llamado "Cambalache", donde dibujan Lugoze, Goy, además de Guivar y, en los inicios, Nelson Soto. Por su lado, "El Bisturí de papel" parte su efímera existencia en 1988, siendo rebautizado "El Estilete de Papel". Lanza un suplemento de humor político tildado más bien de derechista, llamado "El Aguijón", que existirá hasta el cierre de la revista en 1990 y donde dibujaron Goy, Carlos Miranda y Henfil. Otra revista por el estilo se lanza en 1989 con el título "El Humanoide", pero fue de poca duración.
La mejor de las revistas de humor político de este período fue, sin duda, "El Loro", que verá la luz en 1989, contando con la pluma de hábiles ilustradores como Carlos Cárcamo, alias Carmo, Patricio de la Cruz, Carlos Miranda, Guivar, Basureo, Azarías Emiliano Muñoz Zúñiga, que firma Aza, Devilat, Guidú, Carso, García, Nilson, Landrú y el argentino Fontanarrosa. También escribe allí Jaime Huerta, que firma como Galo, Ernesto González, Alex Estay, Donald Bello y Juan Bley.
El lenguaje gráfico se ha ido volviendo más desafiante y liberado, en estos años, Famosa fue una caricatura mofándose a páginas centrales del acuerdo electoral o "casamiento" entre los partidos Unión Demócrata Independiente y Renovación Nacional, representados respectivamente por Jaime Guzmán vestido de novia y Sergio Onofre Jarpa de novio, en una ceremonia matrimonial dentro de un templo.
Lamentablemente, sin embargo, revistas como "El Loro" respondieron demasiado al mero clima post-plebiscito de 1988, y así esta interesante propuesta cayó muerta bajas en las ventas y auspicios publicitarios en 1990, ya de vuelta la democracia. En la exposición podemos ver algunas láminas alusivas a ella, pero destaco una portada de 1989 donde se ve al General Pinochet preparándose para entregarle el mando a un Patricio Aylwin que está literalmente "amarrado" con la banda presidencial.
"El Loro" fue, quizás, lo más parecido al estilo y contenido de la vieja revista "Topaze", restituida como suplemento de "La Tercera", a partir de 1989, contando ahora con decanos del humor como De la Barra y Goy en su equipo. Fueron famosas sus secciones como "Los martes de Merino", dedicadas a hacer un extracto de las declaraciones del Almirante de la Junta Militar, o "El Caballero", con Pinochet como protagonista. Sin embargo, la crítica de los expertos era enfática en decir que no llegaba al nivel que tenía la primera y auténtica buena época de "Topaze", dejando de publicarse en 1996. Costaba cumplir, además, con la regularidad que "La Tercera" quiso imponerle a este suplemento.
Volviendo a la exposición "Un país de tontos graves", encontramos al final de la sala una habitación menor con indumentarias festivas tipo cotillón, para los visitantes más dados a experimentar con su propio aspecto, pues existe la opción de realizar una viñeta propia para compartir reflexiones sobre la política a través de una selfie, en redes sociales. Una pizarra tiene allí, trazada con tiza, una "frase de la semana", y nos toca en la visita una del Diputado Aldo Cornejo: "El congreso debe modernizarse y sintonizar con la ciudadanía". En otro panel, correspondiente al de la viñeta para las selfies, varios plumones han dejado mensajes de los visitantes, al estilo tag. Destaca un adagio que ya conozco: "Lo malo de las mentes cerradas es que siempre tienen la boca abierta".
La muestra es un duchazo de historia del humor gráfico político en Chile, y hago notar desde ya para quienes queden entusiasmados con esta exposición, que el libro "Un país de tontos graves" está en versión PDF y descargable en la página web del Museo Histórico Nacional.

UN MISTERIO MUNDIAL TRAS LA DESAPARECIDA PLACA TOYNBEE DE SANTIAGO DE CHILE

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Una típica Placa Toynbee de la ciudad de Philadelphia, consideradas de la generación primera y más auténtica. Fuente imagen: Blog Expedientes XXL.
Coordenadas: 33°26'26.37"S 70°38'57.30"W (ex ubicación, aproximada)
Las llamadas Placas, Baldosas o Azulejos de Toynbee fueron uno de los enigmas populares y leyendas urbanas más curiosos e intrigantes del mundo, entre los años 90 y la primera década del actual siglo. Ríos de rumores sobre su naturaleza y sus supuestos mensajes de fondo hicieron caudales propios, desde explicaciones serias sobre el posible origen hasta otras teorías realmente delirantes y carentes de mínimos fundamentos.
Como se estaba masificando internet justo en ese período, lamentablemente, el tema acabaría vulgarizado rápidamente, atrapado en las especulaciones más creativas y sensacionales, salvo por algunos pocos artículos y un notable documental que arrojó nueva información sobre ellas. Muchas de las placas que han seguido apareciendo desde el año 2000 en adelante, además, sólo han sido pastiches de las originales. A su vez, muchas de las que fueron verdaderas iniciadoras del fenómeno, han desaparecido para siempre, destruidas o borradas por el progreso.
La historia, que en principio parece insignificante o sin más valor que el de su extrañeza, se convierte en una red de nudos a medida que se avanza por la misma buscando una explicación plausible, pues una información va llevando a otra y así algunos autores e investigadores independientes han ido acercándose al origen.
Curiosamente, en Santiago de Chile tuvimos una de esas placas originales, también desaparecida ya por los cambios y mejoras urbanísticas de la ciudad, para infelicidad de quienes no alcanzaron a conocerla o, simplemente, no le pusieron atención a tiempo al mundo que también se despliega a nivel de sus pies.
Sector donde se encontraba la placa, en Estado con Agustinas.
La desaparecida Placa Toynbee de calle Estado, en fotografía del año 2000 mostrada por el documental "Resurrect dead: the mystery of the Toynbee tiles".
EL MISTERIO DE LAS PLACAS
Para contextualizar, las Placas Toynbee fueron un fenómeno internacional que comenzó hacia el año 1990, aproximadamente, aunque se ha reportado el caso confirmado más temprano en 1983, en Philadelphia, ciudad que ha tenido mucho que ver con  la historia de estas piezas, como veremos. Las primeras fotografías de ellas son de fines de esa década, pero hay propuestas que hablan de placas remontadas hacia el año 1975, aunque no demostradas. Sí hay consenso en que la primera mención que se hace  de ellas en algún diario, tiene lugar en el periódico "The Baltimore Sun", en 1994.
Consistían en la curiosa aparición de cuadros con inscripciones sobre el pavimento de las calles en grandes y pequeñas ciudades, primero en los Estados Unidos y partiendo por Philadelphia. Después, le tocó a New York, Pittsburgh, Baltimore, Washington DC, Kansas City, Detroit, Saint Louis y Chicago, entre otras. Al principio no llamaban mucho la atención de los observadores, pero al comenzar a ser detectadas en otras calles y ciudades por los mismos curiosos, fue inevitable que cundiera el interés por ellas. Pasado un tiempo, además, comenzaron a internacionalizarse, apareciendo en Sudamérica y, más tarde, en Europa.
El mensaje, con algunos elementos adicionales para cada caso, era de manera prácticamente invariable en todas estas primeras Placas Toynbee:
"TOYNBEE IDEA
IN MOVIE '2001
RESURRECT DEAD
ON PLANET JUPITER"
("IDEA DE TOYNBEE
EN LA PELÍCULA '2001
RESUCITAR LOS MUERTOS
EN EL PLANETA JÚPITER")
La escritura solían mezclar mayúsculas con minúsculas y, a veces, incluía denuncias de conspiraciones de ciertos grupos de poder, de judíos, del Centro Rockefeller, del FBI y de gremios periodísticos, dirigidos por un John Knight que parece corresponder al magnate y editor John S. Knight (1894-1981), además de una "K.Y.W" que podría ser la KYW-TV de Philadelphia. La más célebre con esta clase de contenidos quizás corresponda a las cuatro placas aparecidas juntas en calle 16th con Chestnut Streets de Philadelphia, en donde el artista fabricante hace una curiosa denuncia en "carillas", conocidas como la Placa del Manifiesto, con declaraciones paranoicas sobre conspiraciones y persecuciones en contra de la humanidad y de su propia persona.
Curiosamente, algunas placas hablaban también de un supuesto complot político organizado entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, todavía después de que la Rusia bolchevique se había derrumbado estrepitosamente en 1991. Incluso, el anónimo autor llegaba a proclamar su odio a los medios de comunicación rogando "asesinar a cada periodista" en algunas de ellas, por algún resentimiento que provendría del poco apoyo editorial que encontró a su causa, como veremos después.
Debo comentar, antes de seguir, que algunas de las afirmaciones en estas placas me recuerdan mucho a los "desvaríos-cuerdos" del famoso indigente del Barrio Santa Lucía y Bellas Artes en Santiago, autodenominado El Divino Anticristo (José Pizarro), y que publica algunos folletos de su autoría con mensajes bastante parecidos. Creo, modestamente, que puede haber un lenguaje común entre ciertos estados alterados de la razón, y que estaríamos en un caso parecido al que pongo de ejemplo.
El enigma es enorme, sin embargo, y a ratos parece inexpugnable. Cuesta imaginar a un bromista solitario dándose el oneroso trabajo de pegar por las calles y aceras del mundo estas placas, que en principio eran de tamaño pequeño y medio, aunque con el tiempo fueron creciendo. Se habían propuesto teorías desde el excéntrico millonario hasta un colectivo artístico formando una red internacional de miembros o viajeros, a pesar de que en sus placas dijo el autor alguna vez: "Yo soy sólo un hombre". Las interpretaciones más reduccionistas no se complican buscando explicaciones a esto y la consideran nada más que una forma vandálica de graffiti, dándoles esa categoría y tratamiento al removerlas.
Hacia los años 90, las Placas Toynbee comenzaron a aparecer ya en países sudamericanos, viéndoselas en Río de Janeiro, Buenos Aires y la que más nos interesa, en Santiago de Chile, en tiempos en que aún no existían los fenómenos virales o de imitación exponencial por internet. Más tarde, algunos casos llegaron a Europa, incluso a Rusia.
Otra vista del cruce de calles de Santiago, donde estaba la placa. Se observa toda la esquina formada por la Iglesia de San Agustín.
LA PLACA DE SANTIAGO DE CHILE
Santiago de Chile fue, como vimos, una de las ciudades sudamericanas donde aparecieron tempranamente estas misteriosas placas, en este caso cerca del cruce de calle Estado con Agustinas, según recuerdan algunos santiaguinos, aunque en lo personal creo haberla visto un poco más al Oriente, como si se subiese hacia el Teatro Municipal (o quizás eran dos, separadas por pocos metros), hacia 1995 o un poco después. Se recordará que, recién en 1999, la calle Estado fue convertida en paseo peatonal, ya sin tráfico de vehículos, mientras que Agustinas ha permanecido hasta ahora en esa función.
Tuve ocasión de verla varias veces sin comprender su secreto; de otro modo, contaría con buenas fotografías de ella, ahora. Era de letras grotescas, típicas de estas piezas, y no de gran tamaño, ubicada hacia el borde de la calzada y tomando la forma irregular de su superficie. Como todas las Placas Toynbee, tenía cierto parecido gráfico a los antiguos carteles de las "micros" de la locomoción colectiva, esos que continuaron haciendo maestros gráficos como Zenén Vargas y Juan Cadena. Empero, como las demás placas aparecidas en al menos cuatro ciudades sudamericanas, tenía menos colorido que las de Estados Unidos, resultando más sencilla en su aspecto.
Pero esta placa ofrecía algo excepcional y que la hacía única, siendo sumamente interesante para los curiosos y los estudiosos del caso, ya que su mensaje era una dirección real: "2624 S. 7th Phila, PA, USA" (Philadelphia, Pennsylvania, Estados Unidos), más el apartado postal, recomendando en el inicio al lector "Escriva: Toynbee A" (sic) dicho destino.
No faltaron los que quisieron descubrir el secreto de la dirección de Philadelphia indicada en Santiago. Los moradores de esta casa, en un sencillo barrio de la ciudad, debieron soportar por años la imprudencia de intrusos y llamados telefónicos impertinentes, insistiendo en tratar de obtener mayor información sobre las placas. Ellos aseguraban no tener la menor idea de por qué su casa estaba señalada en la placa chilena, aunque un documental del que ya hablaremos, identificó la residencia como la que había pertenecido al autor (o uno de los autores) de las famosas inscripciones. Ante la necesidad de buscar paz y tranquilidad, los residentes tomaron la decisión de no hablar nada más sobre las famosas piezas y no volver a atender consultas; ni siquiera abrir la puerta, según parece.
El paso de la desaparecida placa por este cruce de calles Estado y Agustinas, en tanto, ya parece sumarse al amplio legendario urbano de este mismo sitio exacto en la ciudad, que incluyó la antigua casa colonial de doña Catalina de los Ríos Lisperguer justo en donde hoy está el Edificio La Quintrala, las historias de fantasmas y aparecidos que se cuentan de los subterráneos de este lugar, existencia de pasadizos secretos por el subsuelo de este punto preciso junto a la Iglesia de San Agustín, los criptosímbolos que pueden observarse en el mismo templo y su leyenda del Señor de Mayo con la corona de espinas caída en el cuello, que motiva una procesión de todos los años, recordando el terremoto del 13 de mayo de 1647.
Otra típica y clásica placa, esta vez en el centro de Washington DC.
Placa de New York. Fuente imagen: Blog Expedientes XXL.
SOBRE LA CONFECCIÓN DE LAS PIEZAS
El material de estas placas también fue tema de discusión, en su momento. Según el documental, podrían ser una combinación de linóleo y papel alquitranado para relleno de grietas de asfalto, además de una resina o pegamento no determinado. Las letras y formas están cortadas a mano, creando con ello un estilo bastante propio para todas las piezas y que dio energía, en algún momento, a la teoría del provocador solitario. Esto hace que las placas tengan entre sí un aspecto de caracteres y mosaicos muy semejantes, al menos las originales de los años 80 y 90.
Para pegarlas al suelo y darles la resistencia necesaria sobre cemento y asfalto, las piezas serían colocadas como un "parche" sobre la superficie, mientras que el calor del Sol y el paso de los neumáticos de vehículos con su peso, van adhiriendo el material hasta quedar legible sobre el suelo. El desgaste del paso constante de las mismas ruedas va rompiendo la costra de alquitrán, hasta que queda a la vista sólo la inscripción con el mensaje.
Al menos en una ocasión, ha sido descubierto accidentalmente el procedimiento, por el artista y escritor Justin Duerr, de quien hablaremos más abajo. Su hallazgo aumentó su obsesión con el misterio de las Placas Toynbee. En efecto, encontró una pieza pleno proceso de adhesión al asfalto, en horas de la madrugada de una noche invernal de 2000, pero sin alcanzar a descubrir quién la había dejado allí.
Llama la atención, sin embargo, que los materiales no son tan fáciles de conseguir, por lo que se ha conjeturado también en que habría alguna relación profesional del autor con esta clase de sustancias.
El descrito procedimiento está parcialmente confirmado en una de las mismas placas, curiosamente: una ya desaparecida, que se encontraba cerca del Hotel Hilton de Pittsburgh, y que incluía en sus inscripciones ciertas instrucciones  breves para hacerlas con linóleo, pegamento de asfalto y papel. Otras ya invitaban desde antes ya al observador, a hacer sus propias placas, o iban dando pistas de que estaban fabricadas con materiales como pegamento.
Una de las Placas Toynbee de Buenos Aires, Argentina, ya muy deteriorada e ilegible. Esta se encontraba en Av. de Mayo con Saenz Peña. Fuente imagen: Blog Calle a la Vista.
Famosa placa del cruce de calles  13th y Chestnut Sts. en Philadelphia.
LA "IDEA DE TOYNBEE"
Por el apellido que daba inicio al mensaje de marras en las placas, Toynbee, se les ha llamado así desde que comenzaron a hacerse conocidas. Se relaciona con el famoso historiador británico Arnold J. Toynbee (1885-1975), autor que hizo mucho por comprender el ciclo de desarrollo y caída de las civilizaciones frente a los medios adversos de la evolución de las sociedades humanas, además de tocar algo sobre las contradicciones culturales del mundo moderno.
Ahora bien, ¿cuál es la "Idea de Toynbee" a la que se señala en las placas antiguas? No está todo claro al respecto, pero sí hay algunas interpretaciones verosímiles. En supuestas cartas escritas por uno de los señalados como autores de las primeras placas (ver más abajo), por ejemplo, se aludía a cierto fragmento del libro "Experiencias" de Toynbee, donde pone en duda la disociación del alma y del cuerpo: "El cuerpo se disuelve en sus elementos físicos, estos elementos por sí mismos no son aniquilados". Aseguraba allí también el británico que la aceptación de la resurrección resulta imposible en la forma actual que la ciencia ve al Universo, pero sí es posible en aspectos metafísicos: "en los términos cristianos de una resurrección psicosomática en vez de los términos shamanísticos de un espíritu sin cuerpo".
A diferencia de muchos otros autores británicos, además, Toynbee habría comulgado más bien con el catolicismo, aunque postulaba la necesidad de una "religión universal", totalmente sincrética y unificadora de todas las formas de fe. Su visión general, por cierto, proponía que el ocaso de las civilizaciones no era una parte inevitable del desarrollo de las sociedades humanas, como aseguraba la interpretación spengleriana, sino que la capacidad de vencer obstáculos y desafíos permitía a las mismas nuevos ciclos de existencia, clave de la perpetuidad sugerida para la civilización occidental. La civilización puede "renacer" cuando se lo propone y se esfuerza en construir su destino, en otras palabras.
Esto último inspiró al escritor de ciencia ficción Ray Bradbury, a publicar un cuento titulado "The Toynbee Convector" en  revista "Playboy", en 1984. En este relato, plantea la necesidad de la civilización humana por construir su propio futuro para salvarse del ocaso, imponiéndose los máximos y más demandantes desafíos, en este caso la colonización de Júpiter.
Cabe comentar que, durante sus servicios diplomáticos en Oriente, el escritor chileno Miguel Serrano hizo cierta amistad con Toynbee, que se hallaba en Nueva Dehli invitado por el Indian Council for Cultural Relations, dando varias charlas. Años más tarde, sin embargo, confesaría sus sospechas de que Toynbee estuviese relacionado con ciertos organismos de seguridad y conspiración política.
Historiador británico Arnold Toynbee. Imagen de Revista "Life".
LA ODISEA EN EL ESPACIO
El resto del mensaje de las placas continúa aludiendo a lo que, claramente, es la película "2001: A Space Odyssey" de 1968, del director Stanley Kubrick, quien escribió la obra basándose en los cuentos "El Centinela" y "Júpiter V" de Arthur C. Clarke, célebre autor de ciencia ficción que colaboró también directamente en el guión del clásico y premiado filme.
Tan segura es esta relación de las placas con la famosa película, que algunas variantes del mensaje principal estándar en las que hemos reproducido, en lugar de "In Movie '2001" llevan inscrito "In Kubrick's '2001". Ambientada en el espacio profundo, el filme aborda en forma ecléctica, filosófica y a ratos surrealista una serie de planteamientos que van desde la civilización humana hasta la vida alienígena, pasando por la inteligencia artificial, el desarrollo tecnológico, los secretos de la existencia y -tangencialmente- algo de teología.
La posible relación con Bradbury vuelve a manifestarse en esta invocación a "2001:  A Space Odyssey": sucede que hay quienes notan ciertas semejanzas entre "The Toynbee Convector" y la obra de Clarke titulada "Júpiter V", desde la cual también se tomaron varios detalles para la película de Kubrick. En "Júpiter V", de hecho, hay menciones textuales a Toynbee, incluso en el nombre de la nave en la que van los cosmonautas hacia el planeta gigante.
Si se quisiera forzar la imaginación y la credulidad hasta el extremo, podríamos intentar relacionar ciertas situaciones astrológicas que, supuestamente, involucraron al planeta Júpiter justo en el año 2001 del atentado a las Torres Gemelas (existe cierta interpretación, de que las habría profetizado). Sin embargo, tratándose claramente de un mensaje arcano y codificado, la explicación debe ser acaso mucho más filosófica y compleja.
Con relación a lo anterior, cabe recordar que hubo placas en las que se aseguraba que la idea de revivir muertos en Júpiter alude a un entrenamiento secreto de los astronautas del filme, que son revividos al llegar al planeta.
Afiche de la película "2001: Odisea en el Espacio", de Stanley Kubrick.
EL MISTERIO DE LOS ZOMBIES DE JÚPITER
La tercera parte del mensaje es lo más enigmático y difícil de interpretar: "Resucitan los muertos en el planeta Júpiter".
Hay quienes quieren verlo por separado, la parte de resucitar muertos (al estilo Frankenstein) de la referencia a Júpiter, pero creo que este enfoque sólo busca ajustarse a las cuatro líneas en que se distribuía generalmente el mensaje. Aquí hay algo que creo más profundo y completo; más parecido al concepto de vencer a la muerte y lo efímero de la vida, asociando la maravillosa posibilidad a un planeta como Júpiter. Éste astro, además, remata todo el mensaje, pasando por Toynbee y el filme de Kubrick, no sólo por la sugerencia de la resurrección de los muertos.
Júpiter, ciertamente, es también un regreso al filme "2001: A Space Odyssey", pues el planeta es parte nuclear en el escenario de la obra cinematográfica. Empero, la referencia a la resucitación de muertos no ha encontrado explicación satisfactoria por sí misma entre los investigadores de las Placas Toynbee, a pesar de que el filme sí expresa eso con su personaje principal, que aparece decrépito y muriendo después de su viaje interdimensional y, al final del mismo, renacido en un embrión que flota por el cosmos.
Este elocuente contenido ha sido relacionado con una obra del conocido novelista y dramaturgo David Mamet, que ya se ha convertido en otro misterio dentro del mismo misterio. Titulada "Four A.M." y hecha inspirándose en el conductor Larry King, en 1983, el relato corto fue publicado en la colección "Goldberg Street: Short Plays and Monologues", dos años después. En ella encontramos a un presentador radial llamado Greg y al encargado de la mesa, conversando por teléfono con un auditor que ha llamado en vivo y que se refería la idea de resucitar muertos en Júpiter, propuesta que había interpretado del mismo filme de Kubrick y Clarke. Parece imposible que todo esto se trate de una simple coincidencia.
Uniendo sus frases interrumpidas por Greg y por el otro personaje en la obra de Mamet, tenemos:
"En la película 2001, basada en los escritos de Arnold Toynbee, hablan del plan... toda la vida humana está hecha de moléculas... Todo humano (...) En los escritos de Arnold Toynbee él discute un plan por el cual toda la vida humana podría reconstituirse fácilmente en el planeta Júpiter... Como estamos hechos de moléculas, Greg, y los átomos de toda la vida humana que han vivido todavía están en todos nosotros (...) Nos gustaría dar a conocer nuestra organización, Greg. Somos muy jóvenes. Hemos estado existiendo más de un año y queremos dar a conocer nuestra teoría. Y, Greg, no sabemos cómo".
Todo está allí: la idea de Toynbee, "2001: A Space Odysey" de Kubrick, revivir muertos, el planeta Júpiter. Aunque Mamet explicó que todo este episodio era un invento suyo, una de las declaraciones del ideario de una enigmática organización llamada Minority Association promotora de la extraña idea y de la que volveremos a hablar acá, decía por esa misma época:
"El concepto de la colonización del Espacio Exterior de Arnold Toynbee, como se describe en la película '2001 A Space Odyssey', fue explicada por primera vez en un "call in" en el Show de Larry King, en febrero de 1980".
Más aún, de acuerdo al artículo "David Mamet y 4 AM" del investigador Steve Weinik, publicado en el sitio "What it is...? Toynbee Idea" el 23 de agosto de 2015, estaría demostrado que entre febrero de 1980 y abril de 1983, un auditor del programa radial de Larry King llamó repetidamente a la estación, insistiendo en esta idea precisa expuesta en "Four A.M." y que es la misma de las Placas Toynbee.
La idea plasmada en la obra de Mamet procedería de este hecho real, entonces, a pesar de la versión dada por el escritor.
Placa en Saint Louis, Market Street con 8th. Fuente imagen: Stltoday.com.
La "Placa del Manifiesto" en el cruce de las calles 16th and Chestnut, en Philadelphia. En realidad, son cuatro placas funcionando como "carillas" para la extensa declaración colmada de denuncias y acusaciones. Fuente imagen: Altereddimensions.net.
LA BÚSQUEDA DEL AUTOR
El sujeto que hasta 1983 intentaba contactar a talk shows y periódicos de la ciudad, se presentaba como un tal James Morasco. Tuvo la ocasión de discutir sobre la idea de Toynbee en el periódico "The Philadelphia Inquirer", donde quedó registrado su nombre. Habría descubierto el "mensaje", según él, en la obra del historiador en 1979, un año antes de empezar a divulgarlo por los medios o enviando cartas al diario y, poco después, transmitiendo por onda corta desde su propio automóvil, a partir de 1985 según se cree.
El 14 de mayo 1983, y al parecer valiéndose de esta información, Clark DeLeon había publicado una nota titulada "Teorías: ¿me lo podría repetir?", también en "The Philadelphia Inquirer". Allí mencionaba la supuesta campaña de James Morasco y del grupo autodenominado Minority Association en Philadelphia, para resucitar terrícolas muertos en Júpiter... Sí, tan delirante como suena.
Dice también DeLeon, tras hablar telefónicamente con un desconfiado Morasco, que su idea había despertado mientras leía a Toynbee y que pudo reconocerla aplicada en "2001: A Space Odyssey":
"Es por esto que ha estado tratando de salir en programas de televisión y en periódicos para difundir el mensaje. Incluso ha fundado una organización para la colonización de Júpiter, llamada la Minority Association".
El misterioso Morasco habría nacido en 1915 y se desempeñaba como trabajador social, según DeLeón. Las placas aparecieron cuando él tenía cerca de 70 años, sin embargo, después de varios esfuerzos poco fructíferos por difundir su mensaje, tras los cuales habría pasado a las campaña de las placas puestas en las calles, hacia mediados de los 80. Sin embargo, aunque la época original de las placas parece llegar hasta el año 2000 aproximadamente (el resto del tiempo es ya una especie de culto pop), siguieron apareciendo después de la muerte de Morasco, sucedida en 2003.
Ese mismo año, el escritor y periodista Doug Worgul, del "Kansas City Star", descubrió una placa en la esquina de las calles 13th y Grand en el centro de Kansas. Luego de esta experiencia, acabó escribiendo un artículo en el sitio web The Star, que ha servido de base a muchos textos posteriores dedicados  a las Placas Toynbee, logrando contactar por teléfono a la viuda del entonces recientemente fallecido James Morasco. Esto no fue difícil: era el único con ese nombre que figuraba en la guía telefónica de Philadelphia.
Sin embargo, la mujer colaboró poco: le informó que su esposo había muerto en marzo pasado a los 88 años y fue esquiva para aportarle más información, negando conocer cualquier cosa sobre las placas. De todos modos, Worgul continuó su investigación, sirviéndole para su novela "Thin blue smoke", publicada en 2009.
Poco después del contacto de Worgul con la viuda, periodistas de "Action News" dieron con la esposa de un fallecido carpintero llamado James Joseph Morasco, a la sazón recientemente partido de este mundo a la edad de 88 años. Nuevamente, la mujer negó cualquier relación de su finado esposo con las placas y con el tema de Júpiter.
Placa Toynbee ubicada en la ciudad de Pittsburgh.
Placa de la ciudad de Cleveland. Fuente imagen: Blog Expedientes XXL.
UNA POSIBLE IDENTIDAD
El asunto podría haber quedado entrampado ahí, pero apareció más información nueva e interesante en el documental "Resurrect dead: the mystery of the Toynbee tiles", de Jon Foy, de 2011, obra receptora de un premio a la dirección en el Festival de Cine de Sundance, casi al instante mismo de ser concluida.
El joven y aventurero Foy se había enterado en 1999 de la existencia de estas placas, pero no estaba seguro de que fueran reales hasta que pudo encontrar una cerca de Liberty Bell en Philadelphia, muy próxima al cine "Ritz at the Bourse" donde trabajaba. Fue así como se inició el proyecto con grandes sacrificios por parte de sus partícipes. Protagonizaron la investigación documentada en el filme Justin Duerr, sus amigos Colin Smith y el mencionado Steve Weinik, todos residentes de Philadelphia que comenzaron a rastrear el origen de las placas en 2005.
En su búsqueda de largo tiro y que ha sido vital para ir aportando luz al misterio, Duerr llega al nombre de un solitario residente de esta ciudad. La placa de Santiago de Chile con la dirección de Philadelphia fue fundamental para la búsqueda grupo y su arribo a ese nombre específico, como se ve en el mismo trabajo fílmico que es (aunque mantengo pequeñas dudas sobre sus conclusiones) una premiada y magistral clase de cómo investigar a partir de poco y nada, valiéndose de recursos elementales combinados con inteligencia para llegar a hechos concretos, cuando las metodologías tradicionales de investigación simplemente no bastan para arrancarle algo a lo poco que hay disponible.
Después de consultar en el vecindario, Duerr y sus amigos descartan como sospechoso a un ferrocarrilero llamado Julius "Joe" Piroli, que a pesar de haber podido estar relacionado con el trabajo de instalación del gran telescopio de La Silla, en la Región de Coquimbo, Chile, falleció en marzo de 1987, haciendo imposible su participación en las Placas Toynbee aparecidas después de esa época.
El hombre misterioso sería, pues, Severino "Sevy" Verna, principal sospechoso de haber producido las Placas Toynbee. Antes de comenzar a instalarlas, sin embargo, este sujeto había divulgado sus extravagantes ideas por radiotransmisiones de onda corta ("Radio Toynbee"), según averiguan después de consultar afanosamente en festivales  deestos radioaficionados y ser orientados por el propio DeLeon, a través del correo electrónico.
Hijo de dueños de una funeraria, desde niño Verna habría tenido una obsesión con la muerte, al punto de que metía palomas muertas en baldes de cemento, esperando que pudiesen ser revividas a futuro. Según el mismo documental, comenzó a pegar placas al suelo, a veces usando para ello su vehículo con una cavidad especialmente hecha en el piso del mismo. También lograron proveerse de algunos documentos repartidos en nombre de la Minority Association. El nombre James Morasco sería, de acuerdo a esta investigación, el alias que usaba por entonces Verna.
Desgraciadamente, el mentor de la Minority Association ya había fallecido cuando intentaron contactarlo. El anciano pasó sus últimos años prácticamente solo y cuidando sus palomas. La dirección que aparecería en Chile, en la placa de Estado con Agustinas, habría sido su antigua residencia. No queda claro, sin embargo, cómo es que esta y otras placas o mosaicos aparecieron en ciudades de Sudamérica, si acaso Verna realmente trabajaba solo colocándolos y no apoyado por alguna clase de seguidores o contactos dentro y fuera de los Estados Unidos.
Documental completo (en inglés) "Resurrect dead: the mystery of the Toynbee tiles" (Jon Foy, 2011) en Vimeo. Fuente: vimeo.com/139745603.
Y SE ACABÓ SU PRIMERA ÉPOCA
Las placas, ya convertidas en fenómeno de masas, se fueron transformando, aumentando de tamaños y apareciendo con mensajes cada vez más largos y confusos, a veces con contenidos políticos, declaraciones conspiranoicas, dibujos, símbolos, guiños eróticos y proclamas antisemitas. Sin embargo, los conocedores del tema coinciden en que las originales fueron las verdaderas representantes del misterio, mientras que las aparecidas masivamente ya durante el actual siglo, no han sido más que imitación o experimentación casi "barroca".
Muchas placas de aquella primera y auténtica generación a la que también perteneció la de Santiago de Chile, han desaparecido en sucesivos asfaltados de calles y avenidas, incluyendo las de su natal Philadelphia. Otras ciudades, como Chicago, las consideraron simple vandalismo y se empeñaron en eliminarlas. El envejecimiento y desgaste también se ha llevado varias, como las que estaban en Buenos Aires, aunque han aparecido en Argentina otras que consideraríamos más bien de la generación impostora.
Sin embargo, esta claro que las piezas generaron -sin quererlo- un estilo de arte urbano (o pseudo arte, como quiera definírselo) que aún está en práctica y que no extrañaría siguiera creciendo hasta ser "oficializado", de alguna manera.
La Placa Toynbee de calle Estado, en Santiago de Chile, podía ser vista por miles de transeúntes diarios, pero al parece pocos lo hicieron; y menos la fotografiaron alguna vez, existiendo muy poco material gráfico. Los cambios de la carpeta pavimentada de estas céntricas vías se la llevaron para siempre, pasado el cambio de centuria, hacia el año 2002 ó 2003 según recuerdo. Nada queda de ella allí.
Como era de esperarse, la destrucción paulatina de las Placas Toynbee repartidas por el mundo en el último par de décadas del siglo pasado, ha alimentado más interpretaciones fantásticas sobre teorías de conspiración y de secretos guardados a muerte por el Nuevo Orden Mundial, de las que su creador quería advertirnos.

SELECCIONES DE RAÚL MORALES ÁLVAREZ (II): "CARTAGENA Y LA AVENTURA ADOLESCENTE"

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La popular Playa Chica de Cartagena, hacia 1950-1960. Se observa en pie la Iglesia del Niño Jesús, cuyas ruinas hoy sólo acogen leyendas de maldiciones y pactos diabólicos. Fuente Imagen: Cartagenafm.cl
Esta entrada es la segunda de la selección de artículos del cronista Raúl Morales Álvarez (ver la primera aquí: "El Cristo pobre"). Corresponde al título "Cartagena y la aventura adolescente'" publicado en la columna "La pista de la noticia" del diario "El Clarín" de Santiago, en 1962. El actual texto es, además, una primicia del proyecto editorial "Temporal en Cartagena: antología de Raúl Morales Álvarez", de la Agrupación Cultural El Funye (ir al Facebook del grupo), exclusivamente dispuesta para los lectores de este blog.
CARTAGENA Y LA AVENTURA ADOLESCENTE
''FULANA DE TAL -me anunciaron- desea verlo. Dice que es muy urgente''. Me despedí con rabia de mi tranquila siesta en las arenas, resignado a regresar a la casa, donde me aguardaba la visita. ¿Quién sería esa fulana de tal? Ni siquiera en pelea de perros me acordaba de su nombre. Decididamente, no la conocía. Contemplé, por eso, con cierta sospechosa duda, su figura. Era una mujer de ojos tristes y nerviosas manos, vestida sin coquetería, con los agobios de un largo cansancio en el cuerpo y el rostro, quitándole vigor, para dejarla prematuramente envejecida. Debería estar recién por los cuarenta, sin apuros. Pero representaba veinte años más. Viéndola, uno sentía ganas de saludar a la desdicha. ''Buenas tardes, tristeza''. Pero solo me alcé de hombros, suspirando un poco, antes de mascullar las consabidas palabras de una rutina indiferente, empilchado sin embargo de cortés:
- ¿Usted me buscaba, señora? ¿Qué se le ofrece? ¿Le puedo servir en algo?
Las nerviosas manos de la mujeruca hurguetearon un instante en el interior de su sencilla cartera sin adornos. De allí salió una fotografía. Me la alargó junto con un angustiado atoro de palabras:
- Señor -me dijo-. ¿Usted no lo ha visto? Es mi chiquillo. Hace veinticinco días que falta en la casa. Me dijeron que había viajado a Cartagena, por eso vine a molestarlo, señor. Usted, que escribe en los diarios, debe saber todo lo que pasa aquí. Si mi niño esta en Cartagena, usted me ayudará a encontrarlo. ¿Verdad que sí, señor?
En el cartón de la foto me sonreía el rostro moreno de un mocoso, con ojos tan animosos como los de un pájaro. Le devolví la imagen y enhebré una pregunta:
- ¿Doce años?
- Trece -me corrigió-. Pancho los cumplió recién no más, el 30 de agosto, para Santa Rosa, que es mi día. Va en segundo de Humanidades, y es un buen muchacho, señor. Y se lo digo no porque sea mi hijo. Pero me trajo unas notas espantosas, con puros 2 y 3, y entonces yo me exasperé, lo reté, y hasta creo que le di unos palos. El niño se me achunchó con el castigo. Anduvo amurrado un par de días. El dos de septiembre desapareció, después de almuerzo, resuelto a no volver, llevándose todas sus cosas en un saco harinero. En el barrio los otros chiquillos me dijeron que se había venido a Cartagena. Eso es todo, señor...'.
Raúl Morales Álvarez con sus hijos.
Raúl Morales Álvarez y Helena Wilson (primer matrimonio), en sus años residiendo en el balneario de Cartagena.
PERO ESO no era todo todavía. Faltaba aun mucho más para hacer hablar al pequeño aventurero desde su misma fotografía:
- Estos ojos -le precisé, indicándoselos-, son los ojos de un cabro inteligente. Revelan inquietud, ambición, anhelos de pelear para sí mismo. En el rostro de cada niño es posible escrutar las señas que hace el porvenir. Las que posee su hijo, señora, son buenas señas. ¿Por qué, entonces, le salió tan mal alumno?
-Porque no le gustan los estudios del Liceo -contestó-. Pancho es orgulloso. Pero a mí no me la ganará el porfiado. Contra vientos y mareas lo sacaré adelante, así se me vaya quedando pegado cada año en el colegio. Mi hijo será alguien. Médico, abogado, ingeniero, o empleado público. Eran, también los deseos de mi esposo. Antes de morirse me lo imploró el finado: ''Rosa -me dijo-. Haz que Panchito surja y se vaya para arriba. Que no sea como nosotros''.
- ¿Qué son ustedes? -indagué, con cierta crueldad en el tono.
La mujer se envaró un poco en sus humildes gafas:
- Nosotros somos pobres, señor -respondió-. Pero no unos cualquiera. Con el finado teníamos un almacencito en Las Hornillas. Nos daba para todo. Desde que quedé viuda trabajo en la costura. Si la cosa es dura, lo cierto es que también da para los gastos... Pero usted comprenderá, señor, que ambicionamos que el hijo de una costurera y un almacenero sea algo más de lo que fueron sus padres. A mí me gusta la carrera de abogado. De allí no cuesta nada pasar a la política. ¡Y qué feliz sería yo con mi niño de ministro, diputado o senador...!
- Dígame -precisé entonces-. Usted me aseguró que a Pancho no le gustaban los estudios del Liceo. Esto parece indicar que le gustaban otros. ¿Cuáles?
Me contestó con desgano y casi con desprecio:
- Se lo pasa dibujando, señor, haciendo monos y otras tonteras parecidas. Afirma que será artista, aunque se muera de hambre en el camino. Yo no lo entiendo. ¿Y usted, señor?
Pero no le dije cómo lo entendía.
Ya estaba tranqueando hacia la puerta para iniciar la búsqueda del mocoso que pinta. En eso ando todavía. Buscando a Pancho. Quiero convencerlo de que siga haciendo monos cuando lo encuentre. Acaso su Luna también tenga los mismos seis peniques que la de Gauguin, el Embrujado.

¿LA ESQUINA MÁS GÓTICA DE VALPARAÍSO?: LA IGLESIA Y EL COLEGIO DE LOS SAGRADOS CORAZONES

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Edificios del Colegio y la Iglesia de los Sagrados Corazones de Valparaíso hacia el 1900, antes de su destrucción en en terremoto de 1906. Fuente imagen: Notimerica.com.
Coordenadas: 33° 2'54.78"S 71°36'55.44"W
El complejo arquitectónico se encuentra a un lado del Parque Italia, en calle Independencia 2086, esquina con la actual Freire, en el pasado llamada Calle del Cuartel. Es el conocido barrio de El Almendral de Valparaíso, y la historia de este Colegio e Iglesia es parte de la misma semblanza del puerto.
Fundada en Francia en el 1800 por Marie-Joseph Coudrin y Henriette Aymer de la Chevalerie, la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María y de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento del Altar, llegó a Chile el 13 de mayo de 1834 a bordo de la fragata "Sylphide", zapada desde Burdeos, pero en un viaje que originalmente contemplaba sólo un paso por el puerto chileno, pues su destino eran las Islas Gambier, en la Polinesia Francesa, donde debían ir a establecerse los misioneros.
En la espera del barco que los llevase hacia Oceanía, los sacerdotes franceses fueron testigos de los primeros frutos de los esfuerzos de la joven república por consolidar su orden institucional independiente e hicieron amistad con varios personajes de la época, entre ellos el Padre Andrés Caro, de la Orden de San Francisco, quien los había alojado al llegar a puerto. Caro logró convencer a algunos de ellos para que se quedaran en Valparaíso o intercambiaran sus labores entre el puerto y la Polinesia, resolviendo en parte la falta de sacerdotes para el servicio religioso. La gran devoción religiosa de los porteños y la ayuda de la comunidad para ellos, terminó de convencerlos de permanecer en la ciudad y establecer con ello la primera comunidad de esta Congregación en América del Sur.
GALERÍA DE IMÁGENES:
IGLESIA Y COLEGIO DE LOS SAGRADOS CORAZONES DE VALPARAÍSO
Tres años después, por iniciativa del  Padre Crisóstomo Liausú y con apoyo de Monseñor Manuel Vicuña, los hermanos establecieron un colegio particular pagado y una escuela gratuita en el puerto de Valparaíso. Dicho Colegio, llamado de los Sagrados Corazones o de los Padres Franceses, fue autorizado oficialmente el 30 de mayo de 1837, por el Cabildo de Valparaíso. Sería la más antigua institución educativa creada por la Congregación en Hispanoamérica, según indican ellos, y también la más vieja y longeva del Chile republicano, estando aún en actividad.
El Colegio compró una antigua vivienda en la proximidad del Convento de San Francisco y La Matriz, dando inicio allí a sus actividades con 3 profesores de la Congregación dirigidos por el propio Liausú, a cargo de 25 alumnos que recibían cátedras de castellano, latín, francés, geografía, historia, aritmética y religión. Entre los alumnos de estas generaciones del siglo XIX, estuvieron el héroe naval Carlos Condell y, posteriormente, el político y economista Agustín Edwards Mac-Clure.
El crecimiento se sintió de tal manera que debieron cambiarse con sus ya 200 alumnos al barrio El Almendral, en 1840, hasta la misma dirección que actualmente ocupa el colegio en calle Independencia. La propiedad que adquirieron para este traslado, estaba en un antiguo terreno que había pertenecido a los jesuitas, pero que después pasó a manos del comerciante Juan Dellepiane, quien estableció allí su hogar y una panadería.
A partir de entonces, el Colegio contaba incluso con alumnos peruanos, bolivianos y argentinos, que llegaban a la institución atraídos por la calidad y fama de la enseñanza de los Padres Franceses. Esto motivó la fundación de nuevos centros educativos de los Sagrados Corazones en otras ciudades de Chile y del continente, derivados del establecido en Valparaíso.
Las instalaciones del colegio tenían una capilla propia a la que acudían los residentes de El Almendral, y un patio central. Formaban la esquina sus dos inmuebles, con el mencionado templo de la esquina que había sido fabricado el mismo año de 1840 por el padre Juan de la Cruz Amat, siendo posteriormente reconstruido entre 1850 y 1851 por Monseñor Migliore Doumer, Obispo Superior Provincial de América y Oceanía de la Congregación
Recaredo Santos Tornero, en su "Chile Ilustrado", proporciona una descripción de cómo era ese recinto y su primitivo templo en la propiedad de los Sagrados Corazones:
"Este templo hace esquina entre las calles de la Independencia y del Cuartel, por componerse de dos departamentos unidos que forman un ángulo en cuyo vértice se encuentra el altar mayor (...) Su construcción es sencilla, sin torre, consta únicamente le dos grandes salones que miden cada uno 20 metros de largo, sobre 6 de elevación. Su costo fue de 8.000 pesos".
Hacia 1860, el Padre Pacomio Olivier comienza a sugerir y planificar la construcción de una iglesia más suntuosa para la Congregación. Ya estaban comprado terrenos adyacentes que pertenecieron a vecinos, como el de Santiago Guzmán, Antonio Pedregal y, poco después, el de José Covarrubias. Curiosamente, este convento debió ser la sede provisoria del correo, el telégrafo y el taller de imprenta del diario "El Mercurio", durante el bombardeo e incendio de Valparaíso por parte de la flota española, el 31 de marzo de 1866, y hasta un poco después de este infame ataque.
Litografía publicada por R. S. Tornero en su "Chile Ilustrado" de 1872, con el templo de los Sagrados Corazones aún en construcción.
Interior del templo hacia 1880, en cuadro del pintor francés Chassin Trubert.
La iglesia, hacia los días en que había sido recién construida, en fotografía de la casa Garreaud & Cía. Fuente imagen: Bibliotecaseverin.cl
Sólo en 1867, los hermanos reciben desde Francia la autorización para construir el templo mayor y más espacioso, exactamente al lado del Colegio, por calle Independencia, específicamente en una propiedad que habían comprado a doña Ignacia Squella y otros terrenos adyacentes. La gestión para ejecutar el proyecto quedó encargada al Padre Silverio Tignac; las propiedades adquiridas para este fin sumaron 25.000 pesos y se ordenó demoler dos casas "que producían 150 pesos al mes", según acota Tornero. También debió adaptarse parte del convento en el sector donde conectaba con el nuevo edificio.
Los planos para el suntuoso y elegante templo fueron encargados al arquitecto francés Lucien Hénault, que ya había marcado su membrete en obras como el Teatro Municipal de Santiago, el Palacio Arzobispal y la primera etapa del Congreso Nacional. La primera piedra se colocó el 3 de mayo de 1868 en el ángulo del sector Sur-Este del futuro edificio, por el padre provincial Román Demaries, siendo padrino de la ceremonia el Intendente  José Ramón Lira. Los primeros directores de las obras fueron don Arturo Meakins, que había participado también en el proyecto arquitectónico, y don Juan Livingstone. Más tarde, el arquitecto Juan Eduardo Fehrman retomó los trabajos que había dejado pendientes Meakins, modificando parte de los mismos, especialmente en el frontispicio del templo en construcción.
Tornero también informa de cómo iban para entonces los trabajos de construcción del templo, en 1872:
"En la misma calle de la Independencia y próximo al anterior, se encuentra el grandioso templo que están construyendo los Reverendos padres franceses. Aunque todavía inconcluso es ya una celebridad por la forma pintoresca de su arquitectura, compuesta de reminiscencias romanescas y góticas, y por la riqueza de su material.
El frontispicio perfectamente dibujado y mejor ejecutado, aún no está concluido: falta u torre la aguja central que es, por decirlo así, el acento de la arquitectura gótica. Aún no se ha comenzado la ornamentación interior ni los costosos adornos que deben completarla.
Este monumento, el mayor de su arquitectura en la América del Sur, representa un esfuerzo e ingentes sacrificios por parte de los dignos sacerdotes que lo han erigido".
La obra sumaba, a la sazón 90.000 pesos, que se habían cubierto con los fondos de la comunidad más un empréstito de 30.000 pesos y algunos pequeños donativos. "Se avalúa en 25.000 el gasto de su conclusión definitiva", decía el mismo cronista.
Con torre-pináculo al frente, la iglesia de tres naves y arcos ojivales ha sido desde entonces una hermosa e imponente combinación del dominante estilo neogótico y neorrománico, con algunos toques eclécticos de neoclásico, bizantino y quizás hasta barroco, en el caso de su magnífico pórtico principal de acceso de jambas y arquivoltas. El campanario con reloj fue tradicionalmente, por su altura, un punto de referencia desde el vecino Parque Italia, la Plaza Victoria y la Plaza O'Higgins, además de las vistas desde aguas costeras hasta las alturas de varios cerros.
Con cielo abovedado interior y columnas fasciculadas sobre una planta de crucero, su ornamentación y accesorios fueron traídos desde Europa por el Padre Demaris en 1871, como materiales de la obra, la campana y el reloj franceses que se instalaron y bendijeron al año siguiente; los pavimentos y vitrales ingleses, y los trabajos de labrado artístico en madera adquiridos en Bélgica. El espléndido órgano de 24 registros y 1.500 tubos, fue encargado a la principal casa fabricante de todos los tiempos: la del luthier Aristide Cavaillé-Coll (1811-1899) de París, por el empresario Enrique Meiggs, como obsequio a la Congregación. Su nombre está grabado en el instrumento, que sigue siendo funcional.
La decoración interior del edificio fue obra del pintor ítalo-francés Alejandro Boulet, y la terminó casi encima de la fecha de inauguración. Una de las más célebres piezas que la alhajan es posterior, sin embargo: la imagen del Cristo Tradicional, tallada y obsequiada por un artesano ecuatoriano tras visitar a su hijo miembro de la Congregación de Valparaíso, y a cuyo pie se encuentra un relicario con lo que se cree es un fragmento de la vera cruz (la Cruz del Calvario de Cristo).
Sin embargo, la falta de recursos fue retrasando el proyecto, salvado por la ayuda de las familias más aristocráticas que donaban partes específicas de la obra (puertas, altares, esculturas, retablos, vitrales, etc.). Un temblor de 1873 provocó daños y más retrasos en la torre que acababa de recibir las campanas y el reloj. Así, la iglesia pudo ser bendecida recién el 6 de febrero de 1874, según registra la ficha del Consejo de Monumentos Nacionales, aunque aún no estaba terminada, especialmente por trabajos pendientes en el campanario, faltando todavía cerca de 15 años más para que pudiese ser consagrada.
El Colegio y la Iglesia destruidos por el terremoto de 1906. Imagen en exposición en el mismo edificio de la Congregación.
Colegio y torres reconstruidos, hacia 1920-1930. Se observa el aspecto que tenía la reconstruida torre hasta más o menos 1944. Imagen en exposición en el mismo edificio de la Congregación.
Se prolongaron por un tiempo también los trabajos paralelos de construcción de claustros y de dependencias interiores del Colegio. En 1876, se concluyó la cripta del templo y se recibió la autorización para trasladar desde el Cementerio hasta ella a los restos de 15 fundadores de la Congregación en Valparaíso. Han seguido siendo sepultados en ella desde entonces, alcanzando ya la cantidad superior a las 160 tumbas.
Los temblores siguieron deteriorando el edificio, especialmente el campanario. Uno ocurrido en 1896, obligó a reforzar estructuralmente la torre con pesadas vigas metálicas, decisión que después tendría que ser lamentada, como veremos. En 1898, además, comenzó a construirse el estupendo edificio neoclásico de tres pisos al costado de la iglesia, por calle Independencia, para albergar el Colegio, parte de los claustros y un curso de leyes de los Sagrados Corazones, terminado ya en el cambio de siglo.
Sin embargo, el catastrófico terremoto del jueves 16 de agosto de 1906, derrumbó gran parte de la iglesia y prácticamente todo el Colegio, incluido su flamante edificio. La torre se vino abajo casi completa, no sólo a pesar de los refuerzos anteriores por darle resistencia, sino por culpa de los mismos: paradójicamente, el peso de estas vigas sacudidas por la fuerza telúrica, acabaron desmoronando a la torre. Las fotografías que existen de las consecuencias de este cataclismo, demuestran la gravedad del daño provocado en las instalaciones de la Congregación.
Superando el desastre, se encargó al arquitecto Roberto Nordenflych volver a levantar el Colegio, a partir de 1909. Él procuró ese aspecto que actualmente conserva esta esquina, adoptando el estilo dominante y ya determinado por el arruinado templo, para prolongarlo por la larga fachada. El mismo estilo se le mantuvo a la siguiente etapa de la obra, correspondiente a las salas y claustros del internado por el lado de calle Freire, que aún se conservan también. La posterior apertura de avenida Colón dividió en dos en antiguo terreno del Colegio, quedando separado exteriormente de los establecimientos de su preparatoria, pero unidos por el subsuelo gracias a un túnel subterráneo creado por los encargados del proyecto. En este sector, al pie del cerro, se construyó también la Capilla del Patronato de los Sagrados Corazones, con un pequeño anfiteatro para presentaciones con público.
La reconstrucción de la iglesia, en tanto, quedó encargada al arquitecto italiano Antonio Lafoglia, pasado ya el período de fiestas del Primer Centenario. Se colocaron armazones de vigas metálicas como esqueleto, y rellenos de hormigón. La torre parece haber sido lo más demandante de esta obras, que se prolongaron en su parte gruesa hasta 1946. Su aspecto cambia mucho durante los trabajos, hasta quedar en el resultado que vemos hoy.
También se repararon y repusieron vitrales de la casa William Wailes de Newcastle, conocida por ser una de las vidrieras más famosas y cotizadas de Inglaterra entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX. Y, hacia la misma época, se construyó al costado derecho del templo la capilla con gruta de la Virgen de Lourdes, importante atracción de la fe porteña hasta nuestros días. Allí podemos encontrar un trozo original de las rocas de la Gruta de Massabielle donde se señala la aparición de Nuestra Señora de Lourdes a Bernadette Soubirous, en 1858, y una placa con el siguiente mensaje:
"Cada Ave María que aquí se rece tiene una indulgencia de cien días concedida por el Excmo. Señor Obispo Diocesano al bendecir esta gruta el 6 de mayo de 1948".
El frente y la torre del campanario, con el aspecto final que conservó.
Arco portal de jambas, arquivoltas y tímpano, profusamente decoradas.
Interior del templo, vista actual de la nave mayor hacia el altar.
Retablo de madera tallada en el altar mayor y presbiterio. Se observan también algunos de los vitrales.
Un nuevo terremoto, el 8 de julio de 1971, provocó nuevos daños en el edificio de la iglesia, obligando a hacer modificaciones tales como el refuerzo con hormigón armado de la albañilería de ladrillo, y la separación estructural de la torre con respecto al resto del edificio, detalle que pueden observarse por el lado del patio. Estas modificaciones permitieron que pasara relativamente bien, además, el terremoto del 3 de marzo de 1985.
Así se referiría a su aspecto definitivo la arquitecto y académico argentina Myriam Waisberg, en su obra "La arquitectura religiosa de Valparaíso. Siglo XVI - Siglo XIX" de 1992:
"La iglesia desarrolla su imponente volumetría enquistada en el barrio del Almendral. La fachada principal presenta una composición simétrica desarrollada verticalmente en cuatro secciones hasta culminar en la aguja final (...) Pero, sin duda, en el espacio interior reside el mayor mérito de esta obra, que corresponde además a la concepción de Lucien Hénault (...) Contribuye a la creación de este magnífico ámbito la acertada proporción de todos los elementos, así como las finas terminaciones y la calidad de su alhajamiento.
El estilo es producto del historicismo imperante en el siglo XIX y se nutre de las formas medievales prescritas para las construcciones religiosas. Se adoptan expresiones neo-románicas y neo-góticas, en soluciones que van imprimiendo alternadamente los diferentes arquitectos que participan en su construcción y en las transformaciones posteriores. Aún así, la obra presenta una de las mejores materializaciones logradas en Chile de este movimiento estilístico y corresponde al quehacer arquitectónico europeo de la época. Su presencia en el Almendral es un trozo concreto del empuje que caracteriza a Valparaíso en el siglo XIX".
Por Decreto Exento N° 355 del 20 de mayo de 2003, del Ministerio de Educación, se declaró Monumento Histórico Nacional a la Iglesia de los Sagrados Corazones, por representar "un importante legado arquitectónico, histórico y urbano para la ciudad de Valparaíso y la memoria colectiva de sus habitantes" junto a la Casa Central de la Universidad Católica de Valparaíso, la Escuela Ramón Barros Luco, la Catedral de Valparaíso, la Iglesia de los Doce Apóstoles, la Iglesia Union Curch, la Iglesia Asilo del Salvador, la Capilla del Carmen, la Iglesia del Corazón de María, la Capilla de la Providencia y la Iglesia de la Compañía de Jesús.
El Colegio, en tanto, continuó acumulando prestigio. Entre sus alumnos de más renombre en el siglo XX estuvieron el médico y político Eduardo Cruz-Coke, el diputado y alcalde porteño Gustavo Lorca Rojas, el General Augusto Pinochet Ugarte y Monseñor Gonzalo Duarte García de Cortázar. Empero, una reciente decisión de fusionar el Colegio de los Sagrados Corazones de Valparaíso con el de la vecina ciudad de Viña del Mar, tuvo ciertos ribetes polémicos en la comunidad porteña, pues puso fin a una larga tradición de acogida y educación en el gran edificio de calle Independencia. Así, en marzo de 2008 inició actividad el nuevo y único Colegio de la Congregación en este sector del país, uniendo los alumnados de las dos casas. Está ubicado en Padre Hurtado, cerca del Sporting Club.
El mismo edificio del Colegio pasó relativamente bien la prueba del terremoto del 27 de febrero de 2010, pero la vecina iglesia sufrió con semejante castigo, obligando a implementar un plan de restauración para la misma y logrando fondos para ello en 2012. De esta forma, en tal período se repararon las fisuras, se cerraron grietas en los muros, se volvió a pintar por completo el interior del edificio y se realizó una exhaustiva limpieza de la fachada. Las obras, de 240 millones de pesos, estuvieron financiadas en partes iguales por la propia Congregación de los Sagrados Corazones y por el Programa de Reconstrucción del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Después de ocho meses de trabajos de restauración y mejoramiento del templo y de la gruta, la hermosa Iglesia de los Sagrados Corazones de Valparaíso reabrió sus puertas el 25 de agosto de 2013, evento celebrado con una eucaristía dirigida por Monseñor Duarte, Monseñor Javier Prado y el Superior Provincial de la Congregación de los Sagrados Corazón,  el Obispo Emérito de Rancagua, Alex Vigueras. También estuvieron presentes sacerdotes y hermanas de la misma Congregación, el Ministro de Cultura Roberto Ampuero, el alcalde de Valparaíso Jorge Castro y una gran cantidad de feligreses.
Quedaron pendientes algunos detalles, como el mejoramiento de los 70 vitrales ingleses del edificio, pero el templo se encuentra en pleno servicio y disponible a la visita de sus admiradores.

EL OBELISCO DEL TAJAMAR DE PROVIDENCIA: NO TAN AUTÉNTICO, PERO TAMPOCO TAN POSTIZO

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La "Pirámide" recién restaurada, en 1917, en imagen publicada en la obra "Los nichos de Providencia en los antiguos tajamares".
Coordenadas:  33°26'5.63"S 70°37'43.35"W
El Escudo de Armas de la Comuna de Providencia, en Santiago de Chile, muestra al centro del blasón un gallardo y soberbio obelisco o "pirámide", como se le llamaba antaño, entre la estilización de unos tajamares junto al río Mapocho, todo rodeado por las ocho conchas veneras del antiguo Escudo de Santiago y con el año de fundación de la comuna. No es una representación del Obelisco de Balmaceda en la entrada del parque del mismo nombre, como a veces se interpreta popularmente, sino el obelisco que nos interesa acá y cuya copia está un poco más al Oriente de esta área verde, en la ribera del Mapocho.
Conocido como el Obelisco de Providencia, de los Tajamares o del Tajamar, está en avenida Providencia cerca del acceso la Pasarela Racamalac, la versión chilena del famoso Puente de los Candados. Esto es casi en la explanada misma del Café Literario del Parque Balmaceda (ex Parque Japonés), enfrente del empalme de la calle Condell sobre avenida Providencia. Aclaro con desaliento -desde ya y para frenar otro mito urbano- que no es el original y nunca lo ha sido, pues se trata de solo una reproducción del que alguna vez existió allí conmemorando la construcción de los últimos tajamares que se le dieron al Mapocho durante la Colonia. Sin embargo, es un símbolo antiguo e importante de la comuna, que conmemora precisamente los orígenes de estos barrios.
Los restos de este mismo tajamar fueron redescubiertos durante los trabajos de construcción del Metro de Santiago, en los años 70, planificándose incluso ponerle el nombre de Estación Tajamar a la parada que iba a existir allí, idea que nunca se concretó. Tal como sucede con el Parque Forestal, todavía hay algunos restos de estos tajamares en el Parque Balmaceda, en donde se habilitó también un museo especial para ellos, en 1980, aunque fue cerrado en 2003, tratando de implementarse varios planes de reapertura en años posteriores, frustrados con la inundación del recinto en  junio de 2016. Actualmente, se están realizando grandes obras este lugar, con la intención de volver a poner el museo a disposición del público.
Vista del actual obelisco de calle Providencia.
Piedra conmemorativa del obelisco o "pirámide" original, siglo XVIII, actualmente en el Museo Histórico Nacional de Santiago.
El obelisco original un par de décadas antes de su destrucción, junto a la vieja avenida Providencia. Imagen publicada por el Flickr de Pedro Encina, "Santiago Nostálgico".
ORIGEN DEL TAJAMAR DE PROVIDENCIA
El obelisco original de Providencia era el remate de la historia del tajamar colonial, esas especies de murallones formando malecones y diques riberanos para contener las crecidas del río Mapocho y que no desbordasen así hacia la ciudad, convirtiéndose en alamedas con largo paseo de gran atracción para la sociedad de entonces. 
La necesidad de reparar y reconstruir los tajamares fue una constante de la colonia santiaguina durante toda su existencia, prácticamente. Unas décadas antes de que se hiciera esta última gran obra de contenciones del río, ya en sesión del 29 de octubre de 1771, los integrantes del Cabildo de Santiago discutían también sobre el destino de los ranchos y viviendas que representaban un obstáculo para la construcción del paseo junto a los tajamares.
La historia de este tajamar comienza en 1788, cuando asumió el gobierno de la colonia el Marqués don Ambrosio O'Higgins. El irlandés al servicio de la Corona Española y progenitor del Libertador, tomó el alto cargo en Chile después de expirar el año anterior su tocayo Ambrosio Benavides, quien poco antes había encargado al Ingeniero Militar don Leandro Badarán, la confección de los planos para renovar los tajamares del Mapocho con los mejores que éste hubiese tenido hasta entonces, entre la actual calle Miguel Claro y Puente, y aún más al Poniente, según los hallazgos arqueológicos.
Tomando rápidas providencias para la seguridad de la ciudad, el 3 de septiembre O'Higgins (o Higgins, como solía firmar también) hizo una serie de gestiones para poder reunir los 150.000 pesos necesarios para el proyecto de construcción de tajamar pendiente en el río Mapocho, pues los anteriores estaban parcialmente destruidos y muy deteriorados, especialmente tras la funesta "Gran Avenida" de sus aguas en 1873. Parte de la recaudación la logró modificando el sistema de impuestos para yerbas, azúcar y el denominado derecho de balanza, además de cobrar 121.000 pesos vacantes del tesoro del Rey que originalmente estaban orientados a la llamada Casa de las Recogidas, curiosa institución con sede en el sector de la actual Plaza Vicuña Mackenna, donde se daba acogida a mujeres de vivir "reprochable" y poco asistido.
Sin embargo, a la sazón los impuestos de yerba mate y azúcar resultaban muy impopulares en la colonia santiaguina. Una razón, era el que sociedad chilena ya debía cargar con impuestos hasta en el tabaco para ayudar a mantener la holgura del Virreinato de Perú, cuya esplendorosa situación de riqueza venía en decadencia, especialmente por la pérdida del monopolio de las flotas en 1778. En el año siguiente, además,  la autoridad había querido establecer un impuesto especial a la hierba mate, de un peso por zurrón, para financiar los servicios del Puente de Cal y Canto y su mantención, pero los santiaguinos se levantaron contra la medida y contrataron al abogado Miguel de la Huerta para dejar sin efecto la exigencia de contribución, ya que este producto era otro de los de mayor consumo en la sociedad de entonces. Hay teorías suponiendo, incluso, que esta clase de encarecimientos en la yerba mate, en 1779, comenzaron a hacer tan popular el té entre los chilenos, pasando con el tiempo de alternativa a prioridad.
Ante las protestas de la ciudadanía y los reclamos de Huerta, recargas como las del mate y la azúcar se vieron revocadas por una real cédula de Carlos IV del 7 de diciembre de 1790, luego de la larga disputa de parte de los vecinos, que ahora se llenaban de júbilo. Esto incluyó los impuestos alzados por O'Higgins. En su "Historia crítica y social de la ciudad de Santiago desde su fundación hasta nuestros días. 1541-1868", don Benjamín Vicuña Mackenna comentará con sorna: "Los santiaguinos consentían en ahogarse con tal de tomar mate a poco precio".
A pesar de este inconveniente, la fortuna saludó a don Ambrosio: para cuando llegó a Chile la noticia de la abolición del impuesto, el 12 de abril del año 1791, las arcas habían acumulado durante su vigencia unos 50.000 pesos, a los que se sumaban otros 12.000 por el ramo de la balanza, suficiente para poner en marcha los trabajos necesarios.
Cuadro al óleo de Giovatto Molinelli, hacia 1855, con vista de los Tajamares del Mapocho y la "pirámide" de Toesca junto a la actual avenida Providencia. Se observan las alamedas y sauzales del inicio del paseo del tajamar.
"Vista de tajamar con una de las bajadas al lecho del río Mapocho", de Carlos Wood. Muestra el inicio del Paseo del Tajamar por el oriente del mismo, con el obelisco conmemorativo.
"Pirámide" de don Ambrosio O'Higgins y Joaquín Toesca, en lo que hoy es Providencia. Imagen publicada por Jorge Walton en el “Álbum de Santiago y vistas de Chile”, en 1915.
El obelisco y el lecho del río Mapocho en un día con Santiago nevado. Imagen publicada por el Flickr de Pedro Encina, "Santiago Nostálgico".
LAS OBRAS DE CONSTRUCCIÓN
Con el dinero ya en las manos, O'Higgins encargó los trabajos al arquitecto italiano Joaquín Toesca, el mismo que tanta importancia tendría para las obras civiles y religiosas chilenas, partiendo por el propio Palacio de la Moneda.
Toesca asumió como arquitecto principal y a don Manuel de Salas como superintendente de obras, aceptando este último trabajar de manera ad-honorem, uniendo así "el amor a la erudición con la práctica del servicio público", en atinadas palabras de Amanda Abarca para su "Historia de la enseñanza en Chile". Toesca se basó en el plan de Badarán y del ingeniero Pedro Rico, aunque introduciendo algunas modificaciones: además de la adición de los soportes de piedra, hizo muros curvos en algunos tramos, facilitando con ello la resistencia del tajamar a las aguas.
Nuevamente, invocamos al libro de Vicuña Mackenna para armarnos un bosquejo mental de este enorme trabajo:
"Entre tanto, inmediatamente que el superintendente recibió su nombramiento y la orden de girar contra el tesoro, ajustó sus contratas de piedra, de cal y de ladrillo, y sus enganches de cuadrillas de albañiles. Sólo del último material pidió 683.000 piezas con las dimensiones de media vara de largo, de una cuarta de ancho y tres pulgadas de espesor, a razón de 12 pesos 50 centavos el mil, y ocurrió la singularidad de que se presentaron 23, algunos por sumas verdaderamente ínfimas, de dos o tres mi ladrillos. El más considerable de todos aquellos industriales al menudeo fue un José María Jáuregui por 80.000 ladrillos. A todos, como por vía de óleo, repartíase con fianzas 3.710 pesos. Porque así como en la primera quincena de septiembre no hay en Santiago que no sea blanqueador y por abril albañil de tejado, así parece que no quedó gente en el reino que no ocurrió a la recogida del dinero destinado a los tajamares. En cuanto a la cal, empleose de preferencia la de Polpaico, que era la que se usaba en la Moneda, y cuyo propietario, don José Antonio Rojas, la suministraba a razón de 8 ó 9 reales la fanega".
Fue tal la demanda de trabajo para estas obras, que el propio Toesca debió meterse varias veces en las faenas y echar mano a la colocación de ladrillos y otras labores de albañilería, como hace notar René León Echaíz en su "Historia de Santiago". De hecho, en sus solicitudes elevadas a las autoridades, expresaba el arquitecto:
"Me contraté como director de la obra y añadiendo la obligación de examinar los materiales e intervenir en su compra, distribución y consumo, y a más de emplantillar por mi mano y hacer las veces de aparejador".
El material que prefirió Toesca para estos nuevos tajamares -aconsejado por su experiencia y su certera intuición profesional- fue el ladillo y la piedra canteada, a diferencia de los anteriores que eran de piedra y sillería más bien bruta. Suponemos, por lo tanto, que varios de los restos de tajamares que aparecen después en distintas partes de Santiago (Plaza Oscar Castro, Parque Forestal, Parque Balmaceda, jardines del ex claustro de la calle Portugal, Municipalidad de Providencia, Parque Los Reyes, etc.) podrían pertenecer principalmente a esta última generación de tales estructuras. Meros "trozos informes", al decir de Fidel Araneda Bravo en sus "Crónicas de Providencia".
Al fin, en 1792, la formidable obra se concluyó en todo el trayecto del río que iba desde la desaparecida chacra de Quinta Alegre o del Alcalde, por allí en los inicios de la actual avenida Providencia, hasta el barrio del Puente de Cal y Canto, pleno vecindario del actual Barrio Mapocho. El largo y bello Paseo de los Tajamares iba ahora más o menos desde la Plaza de San Pablo hasta la altura de las futuras propiedades del Seminario Conciliar y la Casa Central de la Providencia.
Vista del entonces recién restaurado monolito original, junto a los pretiles del río Mapocho y el antiguo Camino de la Providencia, en "Los nichos de Providencia en los antiguos tajamares", 1917.
Vista del Parque Japonés, donde ahora está el Parque Balmaceda. Diseñado y construido entre 1927 y 1931, trabajos en los que acabó demolido el obelisco original. Imagen de la Casa Foto Mora, publicada en el Flickr de Santiago Nostálgico.
Postal fotográfica del obelisco, por Casa León. Fuente imagen: Flickr de Pedro Encina, "Santiago Nostálgico".
EL OBELISCO CONMEMORATIVO
Todavía hasta el primer siglo republicano, era costumbre inmortalizar grandes obras urbanísticas con algún monumento, de preferencia un obelisco, como la "pirámide" que se instaló en avenida San Pablo con Brasil también por Ambrosio O'Higgins, en 1895, para conmemorar la inauguración de la ruta Santiago-Valparaíso o Camino de las Carretas, que había hecho construir. En "Recuerdos de treinta años", don José Zapiola comenta también que había, hasta su tiempo, otra de estas "pirámides", más pequeña, junto al lugar donde hoy está el Puente Purísima, también al oriente del actual Barrio Mapocho, pero creemos que podría corresponder a los tajamares anteriores, de Ortiz de Rozas. Y en la administración del Cerro Santa Lucía se atesora también una pirámide de mármol, conmemorativa de alguna obra o etapa correspondiente al paseo allí construido por Vicuña Mackenna.
Fue por apelación a este mismo símbolo que, al ser inaugurado el grueso de los trabajos de los tajamares en 1792, O'Higgins también hizo instalar en su punto inicial junto a la bajada hacia el lecho del río, allá porenfrente de la Quinta Alegre, un obelisco de ladrillo que los viajeros llamaron también "pirámide", precisamente en lo que ahora es la avenida Providencia, antaño llamada Camino de Las Condes, de Apoquindo o de Providencia según cada época. Estaba de frente a lo que sería después el Callejón de Lo Pozo, actual Condell, llamada entonces así en recuerdo a la residencia que había tenido en la esquina de esta vía con calle Rancagua el Obispo de Santiago don Alonso del Pozo y Silva, hacia 1725, futuro Arzobispo de la Audiencia de Charcas en el Alto Perú.
En su sólido segmento basal, este obelisco  de Toesca tenía una roca canteada empotrada en su tarja, tallada con las siguientes inscripciones que ordenó hacer el gobernador:
D.O.M.
REINANDO CARLOS IV
Y
GOBERNANDO ESTE REINO
DON
AMBROSIO ’HIGGINS DE
VALLENAR
MANDÓ HACER
ESTOS TAJAMARES
AÑO DE MDCCXCII
Este singular monumento fue retratado en el Paseo de los Tajamares por algunos pintores, acuarelistas e ilustradores, entre ellos Carlos Wood Taylor, Giovatto Molinelli, Ernest Charton y Enrique Swinburn Kirk. Cuando el explorador británico miembro de la Real Armada, oficial George Vancouver, pasa por Chile a poco de inaugurarse la "pirámide", comenta en sus memorias "Voyage of discovery to the North Pacific Ocean, and round the world in the years 1791-95" que su diseño parece estar basado en el famoso obelisco de Bernini, de la Plaza de San Pedro en Roma, aunque la comparación de ambos inspira razonables dudas.
Además de constituirse en el primer monumento público de Santiago, el obelisco de ladrillo parece haber sido uno de los primeros de este tipo en Chile, de mucha influencia francesa y simbología asociada a antiguas logias europeas. Dijimos que su figura era usada todavía en tiempos republicanos, como  por ejemplo en la inauguración del Obelisco de la Primera Junta de Gobierno, levantado en la Alameda de las Delicias, y los dos obeliscos señalando el término de los trabajos de canalización del río en el barrio de los mercados mapochinos.
Muy relacionados con el revolucionarismo francés, existe cierta teoría comentada por Liisa Flora Voionmaa en "Escultura Pública. Del Monumento Conmemorativo a la Escultura Urbana. Santiago 1792-2004", según la cual el obelisco podría provenir de una idea propuesta de Toesca, y que, entre líneas, anunciaba la inminencia de la Independencia de Chile, de la misma manera que lo haría después la artística Pirámide de Mayo en Buenos Aires, levantada en 1811 y con ciertas semejanzas geométricas generales al más sencillo del río Mapocho. Se recordará que la columna u obelisco de la Independencia también fue un símbolo de mucho uso en el período de las guerras patriotas y los primeros años de las nuevas repúblicas.
Sin embargo, y como solía suceder con las obras de esta envergadura, los trabajos del último sistema de tajamares no estaban del todo concluidos con su inauguración en 1792, pues se extendieron todavía en obras menores por varios años más, hasta 1808 más precisamente, hacia el final de la presidencia de Luis Muñoz de Guzmán.
El actual obelisco de Parque Balmaceda frente a Condell, reconstruido en base al original y cerca de la ubicación que tenía, visto desde la avenida Providencia.
Visto desde la acera de enfrente, en avenida Providencia.
Acercamiento a su estructura enladrillada.
Restos del tajamar de Providencia, en Parque Balmaceda, sobre lo que antes fuera el Parque Japonés. Ubicado cerca del actual obelisco, el fragmento lleva una placa con la siguiente leyenda: "Este trozo de mampostería perteneció a los antiguos tajamares del río Mapocho, que ordenó construir el Gobernador del Reino de Chile don Ambrosio O'Higgins en el 1791, basado en los planos de Leandro de Baradán, modificado por el arquitecto Joaquín Toesca".
DECADENCIA DEL PASEO Y CREACIÓN DE LA COMUNA
El viejo Paseo de los Tajamares soportó activo unos 30 años más, pero cayó en decadencia luego de la construcción de la Alameda de las Delicias por don Bernardo O'Higgins, que ahora da su nombre a esta avenida. Este segundo paseo de Santiago se ejecutó a partir de un proyecto de despeje de la entonces llamada Cañada de Santiago o de San Francisco, durante el Gobierno de don José Miguel Carrera, en la Patria Vieja. La remodelación fue concluida hacia 1820, atrayendo al comercio y los paseantes que antes se veían por el borde del río Mapocho.
Las piletas del paseo ribereño se secaron, muchos árboles murieron, los propios tajamares se deterioraron y la pirámide comenzó a ver cada vez menos gente paseando en su entorno. Unas décadas después, el Intendente Vicuña Mackenna quiso canalizar el río, hacia 1874, pero sólo en los días del Gobierno de José Manuel Balmaceda pudo iniciarse esta formidable obra, a partir de 1888, esfuerzo que dejó muy atrás la época de los tajamares coloniales.
Como consecuencia de esto, los basurales que antes se acumulaban en la vieja Cañada de Santiago y las vegas del actual Barrio Mapocho, se trasladaron en gran medida a los sitios ya eriazos del sector del río donde estaba la pirámide, cada ves más vetusta y erosionada por el tiempo. Pasaron varios años más en que el ancho lecho del río siguió sin ser encajonado por este sector de la ciudad.
Posteriormente, durante el Gobierno del Presidente Federico Errázuriz Echaurren, fue creada la Comuna de Providencia, separándola de Ñuñoa y con sólo 5.000 habitantes a la sazón. El nombre provenía de la existencia del comentado Callejón o Camino de La Providencia, la actual avenida del mismo nombre, así llamada por la presencia del Convento de las Hermanas de la Providencia y que se halla parcialmente siniestrado en estos momentos. Esto fue por Decreto Supremo N° 519 del 25 de febrero de 1897, que considera para la nueva comuna las subdelegaciones 1ª de Las Condes, 2ª de San Carlos, 5ª de La Providencia (que le daba el nombre) y 26ª del Mineral de Las Condes.
El obelisco colonial pasó a ser considerado un indicador de los límites de la nueva comuna con respecto a Santiago Centro, pero no era un deslinde propiamente tal, a modo de hito o mojón fronterizo, pues no estaba exactamente en la frontera: ya seis años antes, cuando se había señalado a la Subdelegación 5ª llamada Providencia pero como parte de Ñuñoa, se indicaba textualmente su límite Sur en el Camino de Cintura, correspondiente a la actual avenida Vicuña Mackenna.
Pasado ya el Primer Centenario de la Independencia, la "pirámide" de Providencia fue restaurada, en 1917. Se le instaló una placa adicional recordando esta reparación y así, en las imágenes de aquellos años, no se ve ya el gastado y deterioro que sí aparecía en las fotografías que Jorge Walton publicó sólo dos años antes, en su "Álbum de Santiago. Vistas de Chile". Usando el pseudónimo Pedro Recio, don Desiderio Lizana Droguett tira en su folleto poético "Los nichos de Providencia en los antiguos tajamares", también en 1917, con los siguientes versos:
La pirámide ha sido restaurada,
así como la placa que recuerda
la utilísima obra ejecutada
por la administración tal vez más cuerda,
que tuvo la Colonia, y más honrada.
En tal sitio una tumba se le acuerda
por justa cortesía, sin palique
al de Santiago, regidor Manrique.
Cabe comentar -para mejor inteligencia de este texto- que por palique, el autor se refiere palabras engañosas. Y para contextualizar urbanísticamente la situación, el obelisco se encontraba, a la sazón, a sólo un lado del grueso pretil que bordeaba el río con los restos del tajamar, por un lado, y los rieles del tranvía pasaban a escasos metros del mismo, por el otro.
Vista del obelisco actual desde la explanada del Café Literario, en la bajada del Puente Racamalac, en Parque Balmaceda.
Acercamiento a la espalda del obelisco actual. Atrás, al fondo, se observan los edificios el empalme de calle Condell con avenida Providencia.
Placa del obelisco actual, reproducción de la que estaba en el original.
Piedra original con las inscripciones que hizo poner en ellas el Gobernador Ambrosio O'Higgins, en el patio del Museo Histórico Nacional de Santiago.
Escudo de Armas de la Comuna de Providencia, creada en 1897, con su obelisco.
DESTRUCCIÓN Y RECONSTRUCCIÓN
El urbanismo de este sector de la ciudad experimentó cambios significativos, totalmente necesarios para el progreso. Por lo mismo, sin embargo, estas modificaciones y avances tuvieron sus costos; irreparables en algunos casos.
Al canalizarse la parte que faltaba del río hacia el Oriente, el entonces Alcalde de Providencia, don Almanzor Ureta, no bien asumió el cargo en 1927, se empeñó en concretar el plan para erradicar los ruinosos peladeros del borde del Mapocho, además del precario callejón costanero que existía junto al río, y los basurales que ocupaban en aquellos días el lugar del desaparecido paseo colonial de don Ambrosio. Este largo proyecto permitiría, además, dar ocupación a una gran cantidad trabajadores afectados por la crisis post-Caída de la Bolsa del 29, en la construcción del Parque Japonés diseñado por del paisajista austriaco Óscar Praguer, en donde está ahora el Parque Balmaceda.
Los señalados terrenos intervenidos eran los adyacentes al río Mapocho, casi desde encima de la ex-Plaza Italia, donde se había instalado hacía poco el conjunto monumental del General Baquedano, hasta la proximidad del Puente del Arzobispo, cuya actual versión art decó se instaló como parte de estas remodelaciones.
El obelisco fue destruido entre ese mismo año de 1927 o un poco después, pues ya no estaba cuando quedó abierto y limpio el espacio para el magnífico nuevo parque inaugurado en 1930 y que se convertiría de inmediato en uno de los lugares de esparcimiento favoritos de la sociedad chilena, pues funcionaba también como una continuación del Parque Forestal hacia el Este de la zona más céntrica de Santiago. Durante la década siguiente, además, se inició el loteo y venta de terrenos del antiguo Seminario de la Providencia, cruzando la avenida hasta un poco más al Sur, con lo que desaparecieron los vestigios más antiguos de Santiago en estas cuadras de la ciudad, casi en los deslindes de la comuna con Santiago Centro, y de las que sólo sobreviven algunos recuerdos como la Parroquia de los Ángeles Custodios y los topónimos de las calles del barrio, aludiendo al Seminario Conciliar y sus miembros.
El material del que estaba hecho el antiguo monumento, mismo enladrillado con cal y canto de los tajamares de Toesca, se perdió para siempre. No obstante, la principal placa original de piedra con las inscripciones conmemorativas, se encuentra actualmente en el patio central del Museo Histórico Nacional, donde puede ser admirada.
Extrañando el antiguo monumento y el símbolo que representaba para la comuna hasta en su propio Escudo de Armas, se levantó la actual réplica que existe en la avenida, por el año 1950, cerca de donde estaba el original. Muestra una placa cuyo texto es el mismo que tenía aquélla, además de otra con la siguiente inscripción:
EN EL MES DE DICIEMBRE DE
MCML
LA MUNICIPALIDAD DE
PROVIDENCIA
MANDÓ RECONSTRUIR ESTE
OBELISCO
CERCA DEL SITIO EN DONDE
ESTUVO EL ORIGINAL
Y PARA SEÑALAR EL EXTREMO
NOR PONIENTE DE LA COMUNA
Hecho de ladrillo y hormigón, el monolito ha vuelto a constituirse un vistoso e inconfundible símbolo de identidad comunal, aunque generando creencias erradas sobre su antigüedad al tomárselo a veces por el original de los tajamares, a pesar del mensaje casi con características de advertencia que tiene a su espalda, para comprender su sentido y verdadera época.

EDIFICIO CONSISTORIAL DE COPIAPÓ: UN SALUDO A LA HISTORIA, EL PATRIMONIO Y LA CULTURA DE ATACAMA

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Fotografía de la esquina del Edificio Consistorial de Copiapó, tomada por Roberto Montandón, en los archivos de la Universidad de Chile. Fuente imagen: Sitio web de EducarChile.
Coordenadas: 27°22'0.62"S 70°19'59.48"W
Este es uno de los edificios que más me gustan de la Región de Atacama. Cada vez que estoy en Copiapó, me invento alguna razón para entrar al mismo, recorrerlo y hasta repetir algunas fotografías perdidas. Y es que sigue atrayendo como una seducción histórica y patrimonial, además de hallarse en pleno centro, junto a la Plaza de Armas o Plaza Prat, como sede de la Casa de la Cultura de la Municipalidad. Más exactamente, se ubica en la esquina de Chacabuco con Bernardo O'Higgins, en el número 610 de esta calle, a sólo metros de la Catedral de Copiapó.
Se indica allí mismo que el edificio fue construido hacia 1860, durante el período de apogeo minero, y muchos lo consideran un palacete de los más suntuosos que tuvo Copiapó. Se lo levantó en los terrenos que pertenecieron años antes al Corregidor y Justicia Mayor Francisco Cortés Cartavío y Roldán, el enviado que fundara la ciudad hispana de San Francisco de la Selva de Copiapó el 8 de diciembre de 1744, por  disposición del Gobernador José Manso de Velasco, sobre un antiguo asentamiento indígena del Valle de Copayapu.
Su estilo es neoclásico con terminaciones inspiradas en la arquitectura tradicional europea, como la secuencia de bloques esquineros en su vértice y su cornisa de carpintería. Se logró este resultado con un cuidadoso trabajo de tabiques sobre vigas y adobe-quincha en esqueletos de caña, propio de la ciudad y de la zona geográfica en general. Todas sus ventanas en el segundo nivel cuentan con elegantes balconetes de hierro en forja ornamental. No es perfectamente simétrico, pero su diseño sólido como unidad resultó sumamente uniforme, aunque se ha atenuado un poco esta característica por la "fusión" del edificio -tanto en color como funcionalidad- con un pasaje comercial y artesanal que lo contornea por las dos caras interiores.
Grabado publicado por Recaredo Santos Tornero en el "Chile Ilustrado" de 1872, de la Plaza de Copiapó de aquellos años.  Atrás, a la izquierda, el edificio consistorial; atrás hacia el centro, el templo.
Edificio Consistorial, ocupado por la Municipalidad de Copiapó en los años 60. Fuente imagen: sitio Atacama Virtual, de geovirtual2.cl.
Imagen del año 1987 del Edificio Consistorial de Copiapó, también de Montandón. Toada en el año 1987. Fuente imagen: Sitio web de EducarChile.
Interiormente, sus dos pisos están conectados por una escala de riso, de madera. El tránsito de visitantes en este lugar es muy cordial y generoso, por cierto, no pareciendo haber grandes restricciones de acceso a los espacios interiores.
Hoy, vemos este inmueble exteriormente en rojo colonial con filetes blancos en sus bordes y cornisas, pero hubo un período en que lucía de color blanco, luego verde y hasta amarillo en sus llenos, como se confirma en algunas imágenes, tonos quizás menos apropiados que el actual rojizo sobrio de más connotación histórica, que se le aplicó hacia los días del Bicentenario de la Independencia.
En rasgos generales, esta construcción es similar en su fábrica y toques estilísticos a otros inmuebles de valor histórico dentro de Copiapó, como la Casa Toro Lorca de calle Atacama,  las Casas Matta y Maldini de la misma calle con Rancagua, el Palacio de la Viña de Cristo en la ciudad universitaria e incluso la propia Catedral de la ciudad. Por otro lado, este inmueble ofrece ciertos rasgos que le son bastante singulares, como esa inspiración en las residencias europeas que dan la forma de las cuadras en el concepto de edificio-bloque.
Durante su primera etapa de vida, este sitio funcionó como un hotel, también como casa de ventas y hasta botica farmacéutica. Como residencial, su céntrica posición le significó ser lugar de acogida para varios empresarios y visitantes ilustres que alojaron en las habitaciones. Su último dueño particular fue don Nicolás Paulsen, a cuya familia la Ilustre Municipalidad de Copiapó compró el inmueble en 1945, para convertirlo en su sede por medio siglo.
El inmueble, en la esquina de Chacabuco y O'Higgins.
Frente del Edificio Consistorial, hacia la Plaza Prat, calle O'Higgins.
Acceso principal del inmueble, calle O'Higgins.
Acceso de calle O'Higgins. Aún está la placa de cuando era la sede municipal.
Siendo todavía sede de la Municipalidad en esos años, el Edificio Consistorial de Copiapó fue declarado Monumento Histórico Nacional junto con las cuatro estatuas de mármol y la Fuente de la Minería en la plaza. En los considerandos del Decreto Supremo N° 664 del 22 de septiembre de 1993, que le dio esta categoría, se recalca:
"Que, el Edificio Consistorial, sede de la Ilustre Municipalidad de Copiapó, es una antigua residencia de dos pisos, de planta rectangular que se desarrolla en dos pisos; sus fachadas tienen una gran expresión volumétrica, con elementos constitutivos neoclásicos de gran armonía y proporcionalidad;
Que, en este edificio se utilizó la tabiquería como técnica constructiva, característica de las edificaciones de la Tercera Región, que se realizaron durante el siglo XIX..."
Luego del traslado de la administración municipal desde el inmueble, éste pasó en 1996 a la Dirección de Extensión Cultural, convirtiéndose en la Casa de la Cultura de la ciudad y manteniéndose hasta ahora en este rol, aunque en los últimos años se han ampliado sus funciones a otros departamentos y actividades municipales. En 2010, además, fue escogida como Monumento Histórico Bicentenario de la Región de Atacama. En su fachada están las banderas de Chile, de la Región de Atacama y de la Ilustre Municipalidad de Copiapó, resumiendo la historia de la institucionalidad de esta tierra minera.
Placas conmemorativas, en la fachada, al exterior.
Placa y dirección de la Casa de la Cultura, que funciona en el inmueble.
Recepción y escalera al segundo piso, junto a la Sala de Exposiciones.
Retrato de Pedro León Gallo, el líder de los constituyentes de Atacama.
Vista de las escaleras desde el segundo piso.
Se realizan en él muestras fotográficas, pictóricas y de diseño, además de ser un centro de información sobre actividades culturales comunales y de retiro de entradas o inscripciones a eventos. Cuenta con un Salón de Exposiciones principal llamado "Jaime Ireland Cortés", pero rebautizado en 2009 como "Padre Juan José Meyers", en homenaje al artista pictórico de la región creador de la Academia Libre de Bellas Artes "Alba", en 1955. El segundo piso está reservado a salas de ponencias a modo de aulas, donde se realizan talleres ciudadanos.
La parte posterior del edificio, en tanto, desde el segundo nivel donde están las cómodas salas y aulas, se conectó al llamado Paseo de la Cultura, que en algunas reseña de internet aparece llamado al Pasaje Comercial "Julio Aciares Núñez", en homenaje al pintor copiapino que fue parte de la cara pictórica de la Generación del 38. A este pasaje se puede entrar por los dos accesos laterales de calles Chacabuco y O'Higgins, y por las escaleras atrás del edificio.
Allí se pueden encontrar algunos puestos interesantes para una visita, como los de recuerdos. Además, este patio y pasaje tienen un pequeño anfiteatro para presentaciones artísticas y musicales, con un mosaico mural de contenido étnico de fondo, cafés, heladerías, tiendas de artesanías y una pequeña biblioteca, por lo que la actividad cultural y recreativa del Edificio Consistorial intercambia definitivamente notas y colores con la de este espacio, como una prolongación de la misma.
Vista de la Plaza Prat desde el segundo piso.
Aulas y salas del segundo nivel.
Pasarelas y escaleras exteriores, por el pasaje comercial.
Toldos, locales y puestos de comercio dentro del pasaje, atrás de la Casa.
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