Coordenadas: 20°13'25.28"S 70° 8'48.30"W
La misión caritativa de San Vicente de Paúl tiene un conocido referente en Iquique: e hogar y la capilla bajo su nombre, que están ubicadas en la esquina de Manuel Rodríguez 905 con calle Amunátegui, y debe ser uno de los complejos relacionados al servicio religioso más modernos de todo el Norte Grande, ejerciendo una importante labor social en favor de los ancianos.
Atendido por las Hermanas de la Caridad y administradas por la Sociedad de San Vicente de Paúl, este inmueble es de reciente factura: el Hogar y la Capilla fueron inauguradas recién en 1999, y si bien oficialmente se habla de "restauración" del antiguo edificio, la opinión general que escucho en Iquique es que debió ser rehecho completo para su nueva entrega al servicio ese año.
Hay que remontarse un poco para conocer su historia. El servicio de la Pastoral de Salud en Iquique fue iniciado en 1986 por la misionera franciscana Ana María Crespo, comenzando sus actividades con 15 voluntarias. Posteriormente, la Pastoral pasa a ser dirigida por la Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. La instancia cumple hasta ahora funciones en el Hogar de Ancianos San Vicente de Paúl y en la Fundación Nuestra Señora del Carmen, para ancianos y para contagiados de SIDA respectivamente.
Figura fundamental de estas labores ha sido entre las Hijas de la Caridad la hermana Petra Naila Rodríguez, simpática e inquita religiosa española llegada a Chile en los años setenta, que en Iquique goza de un gran respeto y prestigio luego de varios años de servicio la ciudad. Llegó allá hacia el año 1993, participando directamente del trabajo social de la compañía vicentina y de la Pastoral de Salud.
Sucedió que, al advertir el penoso estado en que se encontraban las dos casonas vecinas donde funcionaba el Hogar de Ancianos, la hermana Petra se sintió en la obligación de iniciar un formidable esfuerzo para conseguir la remodelación de las instalaciones, propósito que se convirtió en su objetivo principal durante aquellos años. La situación del hogar, producto de años de deterioro y descuido, ya se había vuelto insostenible: el sistema de cañerías se hallaba en ruinas, el alcantarillado no servía y la capacidad del recinto había sido completamente superada.
Hacia aquella época, el hogar bajo dirección de la propia hermana Petra albergaba a poco más de 50 ancianos y el personal era de unas 9 personas, más las 7 religiosas de la orden. Mientras se realizaron los trabajos de calle Manuel Rodríguez, sin embargo, todos debieron trasladarse provisoriamente hasta la parroquia de El Colorado, situación que se prolongó por cerca de un año hasta la inauguración oficial de 1999. En este período, además, se autorizaron colectas públicas de la Conferencia de San Vicente de Paúl en Iquique para reunir fondos destinados a la reconstrucción del hogar, hacia el mes de abril.
El complejo inaugurado entonces corresponde a un inmueble de fachada rojiza y dos pisos, ocupando toda la esquina Sur-oriente. Fue concebido con líneas modernistas de cierta audacia parecida quizás al neoplasticismo en pequeñas dosis, pero sin desprenderse de los detallitos clásicos en vanos y cornisas ornamentales. Interiormente, consta de salas y pasillos bien iluminados por la distribución y proporciones de sus ventanales, disponiendo de 20 habitaciones de distintas dimensiones para atención de ancianos y otras para la residencia de las Hermanas de la Caridad. Este recinto tiene también oficinas, sala de recepción, living, salas comunes, comedor, cocina, salón de terapias y una pequeña clínica.
El templito de la capilla, en cambio, está hacia el costado de calle Rodríguez y dispone de una nave única. Es iluminada desde el acceso, los vanos laterales al costado derecho y una linterna sobre el altar. Dos filas de bancas para concurrentes señalan en camino central hacia el altar, con el vitral de una escena de San Vicente de Paúl asistiendo a un desvalido sobre la imagen de Cristo. Hay uso de maderas con elegancia y pulcritud, además, ofreciendo misas regulares y otras solícitas en el lugar. Detrás de la capilla, además, hay patios y jardines interiores del hogar.
Autodefinido como "una obra de amor", el Hogar de San Vicente de Paúl atiende ancianos con una capacidad de 70 residentes, hombres y mujeres. Dirigido por la hermana Carmen Gloria Acevedo tras la partida de Sor Petra, gran parte de su financiamiento lo obtiene de colectas anuales realizadas por voluntarios de las Familias Vicentinas de San Vicente de Paul, las Damas Luisas de Marillac, las Animadoras de la Salud, la familia de la Medalla Milagrosa y la Juventud Mariana Vicentina. En septiembre, además, la institución suele instalar una ramada dieciochera especialmente dispuesta para Fiestas Patrias, que también le permite captar fondos.
Otro mecanismo del Hogar de Ancianos de San Vicente de Paúl para proveerse de recursos, ha sido desde hace algunos años la venta de seguros automotrices a precios módicos durante el verano, en horario completo de atención e incluyendo fines de semana. Su campaña suele enfatizar que cada seguro vendido equivale a 4 pañales geriátricos para los ancianos residentes. También hay aportes de privados y de supermercados, obtenidos estos últimos del sencillo en el paso de los clientes por las cajas.
Existen cosas que no haría ni el mejor presupuesto, sin embargo: sólo una ínfima parte de los residentes son visitados por familiares y amigos allí en el hogar, mientras que el resto de los ancianos suele pasar sus días en total olvido, al contrario de lo que predicara el mensaje de Sor Petra y su sucesora Sor Carmen Gloria.