Coordenadas: 33°27'23.67"S 70°35'13.83"W
No es una animita propiamente tal ni tiene las típicas placas de agradecimientos por favores concedidos, pero a la grutita de la Virgen en la Casa de la Cultura de Ñuñoa, en avenida Irarrázaval, todavía le quedan devotos y pedidores de su divina intervención, especialmente mujeres mayores que llegan de vez en cuando por el patio de la vieja casona, por su costado oriente. Palmas, cerezos, guindos y duraznos llenan estos patios y pasillos, por lo que la gruta se encuentra rodeada del dominio floral que hay en este sitio.
Dicen los cuidadores, jardineros y algunos visitantes o vecinos de la suntuosa casona (que tuvimos ocasión de consultar durante una concurrida feria de libros que allí se realiza todos los años), que habría sido hacia el período del Primer Centenario de la República cuando se construyó el altar original de la Virgen en este lugar, oratorio correspondiente a la actual grutita situada a los pies de lo que hoy es otro gran árbol del recinto.
Fue un punto de relativo interés para el ejercicio popular de la fe en la comuna, aunque ayer más que en nuestros días. Cuentan que antes había candelabros para colocar velas de adoración o agradecimiento, pero en un patio lleno de hojas secas y ramitas, eso ha de haber sido un riesgo. Sólo quedan unos candeleros fijos a los costados de la base de la estatuilla, dentro de la gruta y lejos de los peligros incendiarios.
Si el dato es correcto sobre la fecha de origen del primer altar, entonces es probable que haya sido instalado después de ser adquirida la casona por don José Pedro Alessandri Palma, político, empresario y hermano del futuro Presidente Arturo Alessandri. Compró la residencia a la familia Ossa justo en 1910, incluyendo el fundo, al que bautizó como Santa Julia en honor a su esposa, doña Julia Altamirano. Además de su valor agrícola, desde entonces la casona se hizo importante en la vida social de la aristocracia santiaguina, convirtiéndose en un lugar de paseos, celebraciones y encuentros fastuosos.
Alessandri falleció en 1923 y la casa fue traspasada a la Municipalidad de Ñuñoa a fines de 1952 por la sucesión familiar, época en la que la actual grutita ya existía, según la información oral proporcionada por los empleados municipales y los devotos de esta figura de la Virgen. Gran parte de los terrenos habían sido loteados y vendidos ese mismo año. El 15 de junio de 1973, por Decreto Supremo Nº 723 del Ministerio de Educación, la casa y sus patios son declarados Monumento Histórico Nacional, incluyendo esta gruta dentro del terreno. Hoy es la Casa de la Cultura de la Municipalidad de Ñuñoa, además de servir como sede de la Biblioteca Comunal Gabriela Mistral.
La estructura de rocas que da forma a la gruta se ve bien mantenida. No sé si la imagen de la Virgen, de no gran tamaño, sea la originalmente puesta en el viejo altar. Parece ser que también ha sufrido algunos atentados, pues debió ser rodeada por una fea reja metálica de jardín, con una puerta de bisagras y cadena con candado.
Dentro de esta área enrejada, existen pequeñas plantas y flores en maceteros. Alguien pintó de azul celestial el fondo interior de la misma gruta, como telón tras la imagen mariana, todavía visitada por los creyentes que la conocen y que aún sobreviven en esos barrio ñuñoínos.