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Mario Catalán, en imagen publicada por MusicaPopular.cl.
Coordenadas: 33°25'29.14"S 70°38'45.03"W (residencia)
Muchos personajes pintorescos, mezclados entre las artes y el comercio de la ribera Norte del río Mapocho en Santiago, llegaron hasta allá atraídos por la intensidad del ambiente popular que ya existía en la primera mitad siglo XX, reuniéndose en torno al ring de boxeo del "Hippodrome Circo" de la calle Artesanos, en el Mercado de La Vega, La Vega Chica y después las ferias del Tirso de Molina y sus Pérgolas de las Flores. Diariamente arribaban cuequeros y artistas populares en estos patios y pasillos, que llenaron de música bares, hoteles, lupanares y salones de fiestas del sector, principalmente los del lado de Recoleta.
Allí vivieron ellos sus propios períodos de oscurecimiento y ocaso, además, aunque quisiera recordar acá un nombre ilustre en particular dentro de toda aquella pléyade, como pequeño homenaje en estas Fiestas Patrias para su enorme legado sobre el folklore musical cuequero y centrino.
Dentro de tal camada de músicos folclóricos que frecuentaron las tarimas improvisadas entre puestos o ferias veguinas y pisaron las hojas de las lechugas como a la mejor alfombra de salón, estaban los inmortales Nano Núñez, Luis Perico Lizana, Rafael Rafucho Andrade, Lalo Mesías, Segundo Guatón Zamora cantando su "Adiós, Santiago querido", el maestro de maestros Fernando González Marabolí, la guitarra del Tío Roberto Parra que partiera en territorio mapochino acompañando al músico y payador veguino Lázaro Salgado, cantando entre los toldos y locales de los mercados chimberos. Otros inolvidables, como Domingo Silva, alias Tío Parranda, tocaban con guitarra sus cuecas también por el lado de Vivaceta, cerca del barrio de rotos en torno a la Parroquia del Buen Pastor. Muchos prodigiosos príncipes de la escena cuequera urbana de mediados de aquella centuria pasaron por estos escenarios de hortalizas, frutas y cocinerías, al igual que sucedía en el barrio de la Estación Central y el del Matadero.
Uno de los cantores de los mercados, nuestro personaje de interés, fue el gran Mario Catalán Portilla, regalado al mundo el día 23 de diciembre de 1913. Antofagastino de origen y santiaguino de adopción, llegó a ser todo un símbolo entre los veguinos, al convertirse en reconocido cuequero desde su oficio cantando ofertas de productos al público del mismo mercado. Tanto en La Vega Central como en viajes a provincias, iba vendiendo sus canastas a la par de sus talentos musicales que lo consagraron en el exigente circuito del folclore más subterráneo de esos años.
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