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LOS RECUERDOS PUGILÍSTICOS DEL "HIPPODROME CIRCO" DE MAPOCHO

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Humberto Guzmán (ganador por retiro de aquel encuentro) y Kid Langford en el "Hippodrome Circo", en portada de revista "Los Sports" del 27 de febrero de 1925. (Fuente: MemoriaChilena).
Coordenadas:  33°25'51.86"S 70°39'3.93"W (ex ubicación)
El sector riberano de La Chimba de Santiago, en el actual Barrio Mapocho, fue conocido en el pasado por concentrar muchas actividades recreativas de gran convocatoria popular, como funciones hípicas, deportivas, circenses y espectáculos en general. Un espacio particularmente interesante para la historia del box nacional, estuvo en la calle Artesanos llegando a avenida La Paz. Dedicaré esta entrada a él; o a su recuerdo, más exactamente.
Me permito retroceder un poco, sin embargo... Las funciones ecuestres para recreación popular se realizaban desde la Colonia, pero no fue sino hasta 1827 que hace su primera visita la compañía inglesa Circo Ecuestre de Nathaniel Bogardus. Regresaron en 1840, esta vez, además de los caballos, llegaron con monos, camellos y hasta un enorme elefante que causó sensación en la sociedad santiaguina. El primer hipódromo de la ciudad fue fundado, en septiembre de 1873, en la entrada de La Cañadilla, actual calle Independencia, diseñado por el francés Peires de Lajournade. Estuvo relacionado también con los orígenes del espactáculo circense en Chile, pues servía de planta para la presentación de compañías de variedades, incluyendo esos primeros circos que expusieron bestias exóticas en el país, según anota Carlos Lavín. Hacia los albores de la Guerra del Pacífico o un poco después, acabó siendo desplazado por fábricas y talleres que se instalaron en parte de sus terrenos adyacentes al río.
A todo esto, se iba abriendo hasta inicios del siglo XX la avenida de La Paz, para conectar directamente el sector de Mapocho con la Plaza de las Columnatas y el Cementerio General, convirtiéndose en el camino necesario de las procesiones funerarias que cruzaban el por entonces flamante Puente de los Obeliscos, después de la canalización del río concluida en 1891. El nombre de esta avenida se debería a las celebraciones del final de la Guerra del Pacífico, precisamente. Y para 1893, todavía existía -también junto al río- el Circo Inglés. En páginas de autores como Lautaro García y Armando de Ramón, encontramos datos sobre los espectáculos del Circo Ecuestre Bravo, realizados hacia 1904 en una carpa propia en la conjunción de calle Bandera con Mapocho. Del lado Norte, en tanto, justo frente al Puente de los Carros, en 1909 estaban las instalaciones de la empresa de don Ernesto Echiburú, con anfiteatro bajo carpa y capacidad para 2.000 personas: 1.500 en la galería y 500 en la platea, según De Ramón.
Hacia 1910, las carpas de circo servían también a las exhibiciones de boxeo, con un cuadrilátero al centro y galerías dispuestas alrededor, al mejor estilo de anfiteatro deportivo. Dos de estos clubes de puño y pantaloncillo estuvieron tempranamente en las orillas del Mapocho: el "Strong Man" y el "Very Strong Man", que comenzaron a concentrar por allí esta actividad pugilística barrial, desde donde salía hacia otros teatros y centros de espectáculos que también ofrecían jornadas de peleas en la ciudad.
Con todo este preámbulo, entonces, podemos explicarnos el porqué de la aparición en el mencionado sector de calle Artesanos 845 casi esquina de La Paz, de un célebre centro de eventos con el nombre de evocación hípica. Estaba enfrente de la Plaza de los Artesanos (actual Mercado Tirso de Molina y Pérgola Santa María), y tuvo por vecino después a otro famoso núcleo recreativo de la época, el "Luna Park", más cercano a la esquina misma y sede de otros circos como el "Berlín", en los años 20.
Ubicación de las instalaciones del "Hipódromo Circo", en postal fotográfica del período cercano al Primer Centenario. Se distinguen los dos largos galpones paralelos de la Compañía de Ferrocarriles (hoy ocupados por el Mercado de la Vega Chica) en calle Artesanos y, hacia la izquierda, parte del lugar que el complejo deportivo ocupaba en la cuadra.
Pelea entre Benito Vergara y Floridor Pino en el "Hippodrome Circo", anunciada por la revista deportiva "Los Sports" de julio de 1925.
Este popularísimo y concurrido sitio era el llamado "Hipódromo Circo". En realidad, había sido bautizado como el "Hippodrome Circo", pero fue llamado informalmente como "Hipódromo Circus", "Circo Hipódromo" y otros motes. Pertenecía en principio a la sociedad de rentas conocida como la Cooperativa Vitalicia, fundada en 1907 y que -al parecer- tenía algo que ver también con la creación de la Radio Cooperativa. De acuerdo a cierta información oral que conozco, el nombre del lugar derivaría del antiguo uso de estos terrenos por compañías ecuestres como las revisadas.
El "Hippodrome" o "Hipódromo Circo" fue un impulso enorme para la actividad pugilística en Santiago, además de servir como centro de eventos artísticos y populares, ocasionalmente. Poseía un famoso cuadrilátero que era visitado por gladiadores que todavía estaban entre las generaciones de precursores del pugilismo nacional, incluyendo exponentes extranjeros, además del público, los productores y los cazadores de talentos.
Fue el recinto boxístico más concurrido de su época, y la justas se realizaban principalmente los sábados, mientras que los viernes eran de las peleas de aficionados, a precios populares. Renato González Moraga, el recordado comentarista deportivo Mr. Huifa, imperdible asistente de estas peleas, recordaba en su obra "El boxeo en Chile" de 1973:
"Hasta que se entregó al boxeo el inolvidable Hippodrome Circo, de la calle Artesanos casi esquina de Avenida La Paz. Pertenecía  a la Cooperativa Vitalicia y allí el arte de la defensa propia sentó sus reales y fue el amo por muchos años. Las noches del sábado eran tradicionales y la gente estaba ya tan acostumbrada a ello, que muchos aficionados llegaban al local sin conocer siguiera el programa. En el momento de tomar las entradas le preguntaban al boletero: 'Oiga, ¿y quiénes pelean esta noche?' Era una cita de honor para los seguidores del boxeo esa de las noches del sábado. Y conste que había peleas hasta el domingo por la mañana. En esas reuniones 'de misa' la entrada se pagaba con envoltorios de cierta marca de caramelos. También en esas reuniones eran muy populares los llamados battle-royal, en los que subían al ring, con las manos enguantadas, unos diez o doce chiquillos que repartían trompadas para todos lados y así iban, uno a uno, quedando fuera de combate. Estos  battle-royal solían hacerse con los ojos vendados y eso entretenía aún más a los espectadores.
Lo cierto es que el Hippodrome Circo fue el primer hogar verdadero que tuvo el boxeo en Chile y allí se realizaron, ya en los años 10, los encuentros más importantes de esa época".
Por supuesto, debemos ubicarnos cronológicamente en los orígenes del boxeo profesional chileno, cuando comenzaban a aparecer los primeros rings y gimnasios intentando derrotar la precariedad material con que se había iniciado la actividad en el siglo anterior, cuando este borde chimbero acogía a los espectáculos ecuestres y circenses que señalamos. El empresario Felipe Zúñiga, además, había instalado a la sazón una fábrica de guantes de box en el sector de Recoleta, en calle Domínica, además de un espacioso gimnasio con varios adelantos en maquinarias e implementos para los boxeadores chilenos, que facilitaron el perfeccionamiento deportivo.
Floridor Pino y Benito Vergara, antes de su pelea en el "Hippodrome Circo" (1925).
Willie Murray en 1929, posando antes de la velada en que se enfrentó con Johnston González en el "Hipódromo Circo".Había sucedido también que, hacia 1910, estaba en situación de cuasi prohibición el boxeo en Buenos Aires y sólo podía practicarse en forma reservada e incluso clandestina. Esto significó que los campeonatos argentinos muchas veces resultaran caóticos, sin respectarse siquiera los pesos de los contrincantes ni los ajustes a las categorías, además de los problemas que representaba para el negocio la dificultad de convocar público. Por esta razón, Santiago de Chile se había convertido casi accidentalmente en una ciudad apetecida en toda Sudamérica para practicar este deporte, por lo que muchos pugilistas del continente querían venir a pelear acá, volviendo así a la capital en "La Meca del boxeo", al decir de Mr. Huifa.
Coincidentemente, la Federación Chilena de Boxeo fue fundada por escritura del 1° de mayo de 1915, a consecuencia de este creciente interés en la actividad. Y luego, en 1916, llegó a Santiago a dar cátedra de pelea en vivo el campeón uruguayo mediopesado Ángel Rodríguez, mismo que derrotó al año siguiente al estadounidense "Negro" William Daly, también en la capital chilena. Al mismo tiempo, muchos extranjeros se reclutaban en el moderno gimnasio del señor Zúñiga, para entrenar en alto nivel.
Otros famosos centros de la actividad en el sector riberano del Mapocho o cerca, fueron el Raab Recoleta y el Teatro Circo Independencia, ubicado en un espacio ya desaparecido de avenida Independencia 306, cerca de donde se encontrará después el Edificio y Teatro Capitol. Sin embargo, el "Hipódromo Circo" tuvo un rasgo único de identificación con las clases trabajadoras de los mercados y los fanáticos a ultranza del box, por lo que podemos imaginar su ruidoso ambiente en las galerías, casi de seguro sin ausencias de alcohol y apuestas. Fue memorable, por ejemplo, la pelea del sábado 14 de junio de 1919, que se realizó allí entre los pesos pesados Andrés Balsa y el estadounidense Calvin Respress, con don Guillermo Matte como árbitro.
Entre los próceres del "Hipódromo Circo", habrían estado el porteño Juan Budinich, quizás el más importante de estos pioneros hasta la migración del gremio al Teatro Caupolicán y al Estadio Chile, y su colega inglés Joe Daly, también situado en los orígenes de los recintos de peleas chilenos. De hecho, entre ambos habían fundado en 1902, un club llamado "La Filarmónica del Huaso Rodríguez", en Merced con calle Las Claras, actual Mac-Iver, que reclutó una gran cantidad de alumnos principalmente de clases acomodadas.
Sigamos en las palabras de Mr. Huifa, para contextualizar históricamente al club mapochino:
"Abelardo Hevia, Víctor Contreras, dos wélters aguerridos, boxeadores fuertes y resistentes, con mucho de lo típico del peleador chileno, fueron grandes animadores de esos años en que el pugilismo criollo se encumbraba en Sudamérica; y cuando el boxeo se abrió paso en Buenos Aires, allá fueron ellos y entusiasmaron, más que por su técnica, por su bravura indomable. Los boxeadores chilenos cobraron fama de valientes en aquellos años, pero se ignoraba allá que en Chile comenzaba a aflorar el pugilismo científico, la habilidad que es capaz de superar la fuerza bruta y que comenzó a tener su confirmación en los años venideros. Por lo demás, el deporte se iba organizando, la Federación controlaba sus actividades, especialmente en Santiago y Valparaíso, ya que era más difícil establecer su dominio en las provincias. Por otra parte, ya al final de los años 10 empezó a florecer con mucha fuerza el boxeo amateur en los diversos 'centros de box' que fueron naciendo en gran cantidad en todos los barrios de la capital".
Coincidió también que, en 1921, casi encima de la organización del campeonato sudamericano a celebrarse acá, la división chilena de boxeo se fracturó en dos entidades: por un lado, la Asociación de Centros de Box, y por otro, la Federación de Box de Chile, que se mantuvo bastante cercana al "Hipódromo Circo" realizando allí las jornadas de prueba y reclutamiento amateur, por ejemplo. Sin embargo, como ambos actuaban por separado, tanto la Federación como la Asociación fueron con sus propios peleadores a un campeonato brasileño, al poco tiempo, debiendo coordinar la cantidad respectiva de miembros de los equipos para evitar así que los pugilatos terminaran siendo entre los propios chilenos.
Anuncio de sábado de peleas, en los años 20.
El peruano Alberto Icochea en el "Hippodrome Circo", listo para enfrentar en 1929 a José Concha, a quien derrotó en aquella velada.
En 1923, se midieron allí en el anfiteatro de calle Artesanos el púgil Juan Beiza y su rival Manuel Sánchez, que había saltado a la fama precisamente en los rústicos primeros cuadriláteros de Mapocho, hacia 1914 ó 1915. Sánchez, en efecto, había debutado peleando en el "Luna Park", ocasión de la que, recordaba: "gané cinco pesos y me robaron las zapatillas", partiendo después a Europa con Heriberto Rojas a conquistar un brillante futuro que se vería frustrado casi de inmediato, por las complicaciones de la Primera Guerra Mundial.
También pelearon en esas noches del "Hipódromo Circo" los contrincantes Dionisio Araya y Nicanor Flores, Filiberto "Fili" Mery y Orlando Sánchez, el campeón Nacional y temidísimo Víctor Contreras contra Mario Beiza, Humberto Plané y Antonio Salas, Manuel Contreras y Luis Gómez, Willie Murray (norteamericano de origen, pero chileno por opción) y Wenceslao Duque Rodríguez, en los encuentros organizados por la firma del empresario Ángel Tagini, quizás primer productor local importante del rubro, quien estuvo ofreciendo veladas hasta el final de los días del "Hippodrome Circo". Árbitros regulares de estos encuentros fueron, entre otros, el mencionado señor Matte, De la Barrera, Anguita, O. Rodríguez y Juan Livingstone, padre del popular arquero y comentarista deportivo don Sergio Livingstone Pohlhammer.
Corresponsales como Felipe Zúñiga y el mismo Mr. Huifa, no se perdían estos asaltos; ni productores como Alfredo Ratinoff o Jack Martínez, que trajo a Chile al temido panameño "Negro" Gunboat Smith para que pelease con el campeón chileno Humberto Saavedra, en otra jornada memorable.
Tampoco faltaban en aquellas noches, los folkloristas adictos al barrio bohemio, como el entonces joven Mario Catalán Portilla o el popular Lázaro Salgado. He escuchado versiones en las que se dice que alcanzó a asistir a este lugar el cuequero Luchito Contreras, más conocido como "El Burro", quien se hiciera famoso por sus avalanchas de frases graciosas lanzadas en medio de las peleas de box de los principales anfiteatros. Por su parte, el maestro Nano Núñez cantaba en "Los Chileneros" una nostálgica cueca titulada "Los Campeones" (ver entrevista periodista Julio Fernando San Martín, del portal Prensa Festival), recordando esos años de verdadera epifanía boxeril en el antiguo centro de calle Artesanos, de los que fue testigo:
El viejo Hipódromo Circo,
era el punto de atracción,
cuna de grandes campeones,
paladines del mentón.
Dentro de las doce cuerdas,
los de batalla,
don Firpito, El Tomeri;
Carlos Aliaga.

Carlos Aliaga, ay sí,
de mechas tiesas.
era Santiago, mosca
Juanito Beiza.

Sin cachitos, ni dados,
lindos knot out.
Existen muy pocas descripciones del aspecto que tenía el "Hipódromo Circo", y las fotografías que sobreviven son, por lo general, interiores y de encuadre muy cerrado. Se hablaba antaño de que fue una suerte de sala con gradería cubierta ycon  escenario central donde se instalaba el cuadrilátero. Se lo definía como un "amplio local"en la revista deportiva "Los Sport", en los años 20; y en otra ocasión como de "amplias aposentadurías". A un costado o atrás de este espacio, había un patio con una o más canchas deportivas menores, aunque también se ocupaba parte de ellas en los eventos más masivos, que habrían incluido hasta presentaciones de orquestas en vivo en alguna ocasión, además de artistas, comediantes y acróbatas, durante los días de semana.
Filiberto Mery y Orlando Sánchez, listos para un match de 1923, con el referee Juan Livingstone al centro.
Rueda de peleas amateurs, años 20.
El peruano K. O. Brisset en su camarín, antes de enfrentar y perder ante el vasco Argote en 1930, en el "Hippodrome Circo".
E general, podemos colegir que era un recinto rústico y algo básico en muchos aspectos, pero los chimberos, veguinos, folkloristas y fanáticos del box realmente adoraban este lugar. La leyenda dice incluso que, hallándose de visita en Chile en octubre y noviembre de 1917, el insigne tanguero platense Carlos Gardel visitó el "Hipódromo Circo" y se animó a cantar al público, historia que -de ser real-, significaría que en Santiago no sólo se escuchó su incomparable voz en el desaparecido Teatro Royal de calle Huérfanos.
Cabe recordar que el barrio era particularmente bravo en esos días, sólo para valientes en ciertos horarios, pues el ambiente de gañanes, prostitutas y pendencieros muchas veces hizo correr sangre por aquellos adoquines y sardineles de piedra. A pesar de esto, el "Hipódromo Circo" convocaba a las muchedumbres, y las horas nocturnas del fin de semana fueron las suyas por más de dos décadas. Famosas fueron sus peleas de los años 20 entre Benito Vergara y Floridor Pino, Humberto Plané y Armando Vagas, luego Plané y Abelardo "Bulldog" Hevia, Humberto Guzmán y Juan Salazar, Víctor Contreras y Esteban Gallardo, el cubano Kid Charol y le chileno Pablo Muñoz. Poco después, el mismo "Negro" Charol se mediría allí con Willie Murray. La empresa de Ratinoff, por su parte, organizó en este coliseo un match entre Respress y Smith, en 1925. También hubo espacio para encuentros de beneficencia, como uno organizado para ayudar a un estimado manager y masajista llamado Antonio del Valle, ese mismo año; y exhibiciones de otros deportes de contacto, como la del joven fisicoculturista y campeón de lucha greco-romana palestino Abdul Ruhman, con su par José Tallman.
Mr. Huifa recordaba dos reuniones de 1927, celebrada allí entre chilenos y argentinos, consagrando a cinco campeones: en mosca, Domingo Osorio, hermano de Guillermo Osorio, otro grande de la época; Edelberto Olivencia en gallo, José Sandoval en pluma, Benedicto Tapia en mediano y José Concha en mediopesado. Además, en su gimnasio y oficinas la Federación de Box hacía por entonces la selección de aficionados que postulaban a la academia y la institución, seguida de las eliminatorias, mientras que el Club de los Ferroviarios disputaba sus olimpiadas en ese mismo ring, al igual que los soldados del Campeonato Militar del Ejército. A principios del año siguiente, la revista deportiva "Los Sports" afirmaba:
"El año que ya ha terminado, ha sido muy interesante en lo que se relaciona con espectáculos de boxeo. En Santiago, el ring del Circo Hippodrome, se convirtió en el escenario obligado do todos los sábados y donde debutantes, aspirantes y campeones disputaron los mejores matches".
Otros que pasaron por el "Hipódromo Circo" fueron el golpeador Carlos Uzaveaga, los porteños Enrique Muñoz, José Yévenes y Felipe Carretero; el chillanejo Luis Vicentini (maestro del K.O. con la derecha, conocido como el "Escultor de Mentones"), Pedro Keller, el campeón de livianos Erasmo Martínez ("al que nunca se le reconoció su auténtica calidad", según Mr. Huifa), Orlando Quinteros, el joven campeón sudamericano de aficionados Antonio "Fernandito" Fernández (que después arrebató el título a Martínez), Juan Rojas, Willie Delaney, el magnánimo Manuel Celis, Plutarco Muñoz, Manuel Merino, el hijo de españoles Diego Garrido, Rafael Java, Luis Briceño, Mario Valdés, Kerry Díaz, Fernando Valdenegro, Luis Garrido, José Barrera, José "Firtpito" Sáez, Eliécer Ortega, Tránsito Villarroel, Jacobo Riffo, Johnston González, el osornino Carlos Hernández; los nortinos Norberto Tapia, el minero Quintín Romero (que fue llevado a Europa por Federico Vergara), el incomparable iquiqueño Estanislao "Tani" Loayza y otros después relacionados también con célebres clubes tarapaqueños como el "Heriberto Rojas"; Alberto Downey ("El Carpentier Chileno"y ex ciclista destacado), Félix Mutinelli, Gilberto Balagué, Luis J. Zúñiga, Manuel Abarca, José Concha, Lorenzo Coll, Zorobabel Rodríguez, Daniel Basáez, sólo por nombrar algunos.
Cabe destacar que, entre los innumerables extranjeros que pasaron por ese cuadrilátero, estuvieron también los argentinos Luis Ángel Firpo (futuro campeón mundial de mediopesados), Sebastián Balle, Venerando Gómez (que hizo cierto despliegue de arrogancia e ingratitud con nuestro país anfitrión, tratando inútilmente después de disculparse), Jacobo Stern, Carlos Herrera y Goliardo Purcaro; el cubano Eladio Herrera, el vasco Abel Argote y el letón John Bernhardt; los peruanos Alberto Icochea, K. O. Brisset y "Dinamita" Jackson; el alemán Seppel Pirltz y el italiano Bianchinni, traído también a Chile por la compañía Ratinoff.
 
Vista actual del sector donde estaba el club deportivo. Se observa parte del ruinoso Teatro Balmaceda ocupando su antiguo espacio, a la derecha del encuadre.
La esquina de calle Artesanos con La Paz, en la actualidad. No quedó nada del "Hippodromo Circo" y, de hecho, ya están en proceso de desaparición los edificios que reemplazaron al centro deportivo.
Pero nada es para siempre, y la muerte del "Hipódromo Circo" sobrevino de forma lenta, según parece. Se advierte que era mencionado cada vez menos en las revistas deportivas, generalmente exaltando lo malo de las peleas, con a veces entre regular y escasa cantidad del público, hacia 1930-1931.
Ya atrapado el club en el espiral de la decadencia, un corresponsal deportivo llegó a comentar que "en el momento de producirse el golpe, estaba entretenido en contar las evoluciones que daba un ventilador que está instalado cerca del ring". Poco después, el crítico de boxeo de revista "Los Sport" reclamaba desde su columna, sobre una pelea en el mismo anfiteatro: "Durante los diez rounds no pelearon más de dos o tres, y el resto del tiempo lo perdieron lastimosamente lanzando golpes sin precisión y danzando con un paso de trote que por momentos desesperaba".
De acuerdo a la información con la que cuento, parte de la antigua propiedad original en que se encontraba el club, ya había sido ocupada hacia el Primer Centenario por el mencionado edificio hotelero y residencial "Luna Park", que representó otro famoso centro de recreación y eventos de su época, incluidas las peleas. Sin embargo el espacio que pertenecía al "Hipódromo Circo" (o lo que quedaba de él), en Artesanos hacia la esquina de calle Salas frente a la desaparecida Feria de los Artesanos (mercadillo que se situaba hasta los 40 en donde están actualmente el Mercado Tirso de Molina y las pérgolas), fue adquirido y reconvertido por el empresario de espectáculos Enrique "Cóndor" Venturino, el mismo creador de la liga de lucha libre "Cachacascán", del "Circo de las Águilas Humanas" y posterior propietario del Teatro Caupolicán de calle San Diego. Venturino hizo construir allí, en las ruinas del "Hipódromo Circo", su Teatro de Variedades Balmaceda, que dio inicio a una extraordinaria etapa de la historia del espectáculo de las compañías de revistas y vodevil en Chile, a partir de 1934.
Ese mismo año, el boxeo santiaguino encontró otro lugar de acogida en San Pablo con Manuel Rodríguez: el célebre "México Boxing Club", que había ocupado sede primero en un inmueble del número 1617 de San Pablo y luego en el 1569, donde está hasta ahora. En tanto, los veguinos siguieron siendo fervorosos devotos del pugilismo, con peleas en los propios patios del mercado y en galpones cercanos. Estos comerciantes fundaron su club en 1950: el "Fortín Mapocho Boxing Club", cuya pelea inaugural fue entre el local Humberto Marín y el visitante Juan Fuentes, del Club Chorrillos, ganando limpiamente el gladiador veguino.
El "Hipódromo Circo" se desvaneció con todos esos nombres, títulos y galardones de la época a la que perteneció, esfumándose del plano urbanístico y sin dejar indicios siquiera del lugar que ocupaba, a causa de los cambios dramáticos de la ciudad. Sin embargo, su recuerdo quedó cristalizado en algún lugar de la memoria popular de la misma urbe, adquiriendo ya ciertas características de verdadera leyenda en la historia de Santiago, de su contorno riberano en La Chimba y, muy especialmente, de la actividad boxística nacional.

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