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"EL DESTRUIDOR" Y "EL COLÉRICO": LOS CAÑONES COLONIALES DE LA ESCUELA MILITAR

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Los cañones "El Destruidor" y "El Colérico" en la antigua Escuela Militar de calle Blanco Encalada, hacia 1940, en imagen de la Colección Particular de don Pedro Hormazábal Villalobos. Fuente: "Revista de Historia Militar" de diciembre 2009.
Coordenadas: 33°27'23.44"S 70°39'22.50"W (ubicación antigua) / 33°24'41.47"S 70°35'3.48"W (ubicación actual)
Hace unos años, publiqué acá un artículo breve con la historia de los dos cañones coloniales del Palacio de la Moneda, "El Furioso" y "El Relámpago", mencionado algo sobre sus hermanos en la Plaza de Lebu, "El Marte" y "El Rayo". Hoy saldo una deuda de mucho tiempo al publicar algo sobre otros dos cañones de esta camada de piezas fabricadas en Lima: el "El Destruidor" y el "El Colérico".
Los cañones mencionados pertenecen  a un grupo de ocho a diez armas de este tipo enviadas a Chile por orden de 1772, del Virrey del Perú don Manuel de Amat y Juniet. Su intención era reforzar la defensa de las fortificaciones hispánicas en el territorio, especialmente las del borde costero al Sur. Como se recordará, antes de ser designado Virrey, Amat y Juniet había ocupado el cargo de Gobernador de Chile entre 1755 y 1761. Y en cuanto al contexto histórico, debe comentarse también que, en 1762, España había organizado el primer Cuerpo Real de Artillería, uniendo elementos de distintos regimientos y aumentando su dotación y sus academias durante los 40 años que siguieron. Por entonces, las fortificaciones del Sur de Chile sufrían importantes modificaciones, especialmente en Valdivia, dirigidas por el gobierno de plaza de don Joaquín de Espinosa y Dávalos, en el período de 1760 a 1780, mismo en que se fabricarán y traerán aquellas piezas.
Las inscripciones de los cañones, acompañadas del escudo imperial español y con notorio estilo barroco colonial tardío, confirman su procedencia. La mayoría fueron fundidos en los talleres de Johannes Espinossa, en Lima, Perú, y sus sugerentes nombres se debían a los títulos que se les daban entonces, aludiendo al daño que se esperaba hicieran o bien a deidades belicosas del mundo clásico. De esta forma, se los distinguía con identidades propias, dado que no eran hechos en serie sino como piezas individuales, fabricadas una a una.
"El Destruidor", en la Escuela Militar.
Vista del diseño general de "El Destruidor": linterna, oído, muñones, asas y boca.
Detalle del rótulo de fabricación de "El Destruidor".
Linterna y cascabel de "El Destruidor", con información del fabricante.
Con cerca de tres metros, estas piezas originalmente eran de alma o recámara lisa y sistema de avancarga o carga por la boca, aunque muchos años más tarde, en 1866, algunos fueron rayados en las maestrazas de Limache, por el ex artillero y Capitán del Cuerpo de Ingenieros don José Eustaquio Gorostiaga, para hacerlos funcionales a los proyectiles de aro durante la guerra con la flota española, luego de la ocupación hispana de las islas peruanas Chincha. Estos cañones de bronce habían sido incorporados al Ejército de Chile durante las Guerras de Independencia, y cuatro de ellos fueron utilizados para la defensa de Lebu durante la Guerra del Pacífico, dado que esta localidad era puerto importante para el abastecimiento de carbón. Aunque no hubo necesidad de usarlos, quedaron allá los mencionados cañones hermanos, que después fueron divididos en dos pares al ser trasladada la mitad a La Moneda, en Santiago.
Sin embargo, otros cuatro cañones del mismo período y estilo corrieron con destinos diferentes a los que fueron destinados al Palacio de la Moneda o la Plaza de Lebu. Dichas piezas fueron a parar a edificios institucionales de formación en las armas, existiendo información interesante sobre las mismas en algunas fuentes como el artículo de investigación "El Ejército Real en Chile (1759-1810). 'La raíz española del Ejército Independentista'", del historiador Pedro Hormazábal Espinosa ("Revista de Historia Militar" de diciembre de 2009), y en la enciclopedia "La artillería en Chile", del Comité de Artillería del Ejército de Chile.
Un par de estos cañones, los llamados "El Triunfante" y "El Trepidoso" quedaron en el edificio la Escuela Naval Arturo Prat de Valparaíso, tras ser inaugurado en 1893 como sede de la Escuela Naval, en el Cerro Artillería. Al construirse el nuevo edificio de la escuela y dejarse el antiguo para albergar el museo naval, en 1967, los cañones fueron trasladados hasta las nuevas dependencias, permaneciendo allí sobre monturas metálicas con el escudo patrio, en el llamado Patio de los Cañones.
Sucedió algo parecido con otros dos cañones, los de nuestro interés en este texto: "El Destruidor" y "El Colérico", de la Escuela Militar.
Básicamente, ambos eran del mismo tipo de los demás: cañones de culebrina dispuestos con el objetivo de servir a la artillería para defensa de costa. Coinciden también con la línea general del estilo de la metalurgia artística y del diseño de los cuatro hermanos de la Plaza de Lebu y el Palacio de la Moneda, y los de la Escuela Naval de Valparaíso, con leyendas en relieve de su bronce, el escudo español y asas con delfines o peces en estilización barroca. Estos dos conservan su alma lisa original del mencionado procedimiento de avancarga, y llevan encima una arenga a modo de divisa divisa: "Violate fulmina Regis", traducible del latín como "Con violencia recibiréis rayos del Rey".
"El Colérico", en la Escuela Militar.
Vista del diseño general de "El Colérico": linterna, oído, muñones, asas y boca.
Detalle del rótulo de fabricación de "El Colérico".
Linterna y cascabel de "El Colérico", con información del fabricante.
Entrando ya en las particularidades de ambos cañones, "El Destruidor" fue fundido todavía en tiempos de Amat y Juniet, en 1772, como se verifica en sus rótulos. Como pertenece a las piezas que iniciaron el cumplimiento de la orden del Virrey, fue hecho en el taller limeño de Espinossa, según confirma su inscripción: "Johannes Espinossa Fecit Limae".
"El Colérico", en cambio, fue fundido ya en la época del Virrey Manuel de Guirior, en 1780, por la fundición de Nicolaus Noriega y también en Lima, como lo revelan sus inscripciones en latín: "Nicolaus Noriega Fecit Limae".
Ya en total desuso, las dos piezas habían sido montadas en la entrada del Edificio Alcázar de calle Blanco Encalada, entre Viel y San Ignacio, construido entre 1887 y 1901 para ser sede de la Escuela Militar del Libertador Bernardo O'Higgins, en pleno proceso de prusianización del Ejército de Chile. El complejo quedaba, además, prácticamente a pasos del Campo de Marte del Parque Cousiño, hoy Parque O'Higgins, tradicional lugar donde se ejecutarían los desfiles de la Parada Militar que siguen siendo tradición en nuestros días.
Ambos cañones estaban en los jardines exteriores de la escuela, sobre monturas de concreto que encastraban sus muñones laterales. Permanecieron allí por largo tiempo, haciéndoselos parte de algunos ritos y protocolos de convivencia en la institución, según información oral que recibimos alguna vez, como la necesidad de "saludarlos" en determinadas ocasiones o celebraciones. Empero, no se sabe mucho de su historia previa al tiempo en que fueron dispuestos como símbolos y ornamentos de la misma institución y su sede.
Detalle del escudo imperial español, en la zona del oído.
Una de las asas pisciformes, de a pares sobre el segmento de los muñones.
Detalle del cascabel en la linterna, con diseños orgánicos y floreados.
En los años cuarenta, se adquirieron los terrenos del Fundo San Luis para construir allí la nueva sede de la Escuela Militar, en donde actualmente se emplaza, en lo que hoy es avenida Américo Vespucio con Apoquindo, en Las Condes. El traslado de la escuela se realizó por etapas hasta completarse entre los años cincuenta y sesenta, mientras que el antiguo Edificio Alcázar quedó para otras actividades institucionales y, más tarde, convertido también en el actual museo militar. Por esta razón, "El Destruidor" y "El Colérico" también acabaron trasladados con toda la escuela, ya como parte de la misma, hasta un lugar reservado para ellos en las flamantes y espaciosas dependencias de Las Condes.
Están a los lados de una escalinata en el costado Nororiente de la explanada frontal del edificio, atrás de los jardines y sus senderos. Descansan sus siglos de historia sobre un doble caballete de concreto reforzado para cada uno. Vistos desde el frente, "El Colérico" está a la derecha y "El Destruidor" a la izquierda. Las inscripciones sobre su solidez, cerca de la boca, llevan el inconfundible y categórico nombre de cada pieza.
Han existido algunas confusiones y nebulosas en el catastro de cañones que Amat y Juniet ordenó fundir y traer a Chile en el siglo XVIII. De hecho, aún no se tenía plena conciencia del valor y la presencia de "El Destruidor" y "El Colérico" cuando fue publicado el artículo "Los cañones coloniales. Una rectificación histórica" del Capitán de Fragata Fernando Pérez Quintas ("Revista de Marina" N° 6, de 1994), en la que se contabilizan sólo seis de estas piezas: los cuatro hermanos de Plaza de Lebu y La Moneda, y los dos de la Escuela Naval, omitiendo a los dos de la Escuela Militar. También se habla de otro par de cañones "perdidos", llamados "El Tronador" y "El Tronante", confundidos a veces con los de La Moneda o los de la Escuela Naval.
No obstante, "El Destruidor" y "El Colérico" de la Escuela Militar están perfectamente visibles allí, elegantemente montados en posición de tenantes y hablándole al tiempo a través de sus propias inscripciones de bronce; hablándole sobre su secular historia, su lejano origen y su longevidad en Chile.

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