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EL PUENTE DEL INCA: HISTORIA Y LEGENDARIO DE UNA MARAVILLA A LA SOMBRA DEL ACONCAGUA (PARTE II)

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El alguna vez célebre Hotel Puente del Inca, hacia 1910, en postal fotográfica.
Coordenadas:  32°49'35.71"S 69°54'39.01"W
(Continuación de la Parte I de este artículo)
PUENTE DEL INCA AL LLEGAR EL SIGLO XIX
La importancia de las termas del Puente del Inca ya eran tema relevante para la comunidad científica de fines del coloniaje. Hay varios informes tempranos sobre análisis de las composición química de sus aguas termales aunque, curiosamente, no todos coinciden exactamente en resultados. En 1807, por ejemplo, el profesor Pedro Arata publicó un estudio de estas aguas estableciendo relaciones de comparación con las de Bad Kissinguen de Alemania. Se creía, ya entonces, que tenían especiales capacidades de mejorar enfermedades como el reumatismo, la artritis o el estrés, y de hecho aún se las recomienda para éstas y otras dolencias.
La ubicación del Puente del Inca como hito y referencia en el tránsito del camino internacional Mendoza-Santiago, además de convertirse en refugio de dicha ruta, lo hizo importante también en los movimientos de los ejércitos patriotas a partir del exilio en la Provincia de Cuyo tras los desastrosos resultados del atrincheramiento en Rancagua, en 1814. En el resto de la guerra independentista, los jefes militares y las fuerzas de la Expedición Libertadora pasaron reiteradamente por allí desde la campaña de 1817 en adelante, como lo recuerda la placa de un monolito conmemorativo dispuesto en el mirador, desde el primer centenario de aquel hecho histórico:
"CENTENARIO DEL EJÉRCITO DE LOS ANDES. POR AQUÍ CRUZARON LA DIVISIÓN DEL CORONEL LAS HERAS Y LA MAESTRANZA A CARGO DEL CAPITÁN FRAY LUIS BELTRÁN. FEBRERO DE 1817".
Cabe comentar que, durante la Guerra Grande argentina, Puente del Inca volvió a verse involucrado en los vientos bélicos, hacia septiembre de 1841, cuando alojó allí lo que quedaba del Ejército al mando del General Gregorio Aráoz de La Madrid recién derrotado por los federalistas, en su camino al exilio en Chile asistido desde acá por Domingo Faustino Sarmiento. Muchos otros personajes históricos argentinos refugiados en nuestro país en aquellos aciagos días, debieron haber pasado por el lugar.
La Expedición Libertadora, en su cruce de la Cordillera de los Andes, también pasó por Puente del Inca con una columna dirigida por don Juan Gregorio de Las Heras.
VISITAS ILUSTRES CON OPINIONES MUY DISTINTAS: DARWIN Y PALLIÈRE
En el diario base para las memorias de Charles Darwin, su conocido "Viaje de un naturalista alrededor del mundo", en tanto, se menciona algunas veces y sin demasiado detalle al Puente del Inca pues, tras acampar allí el 4 de abril de 1835, el inglés consideró ese día y por alguna razón, que no tenía valor ni atractivo:
"Media jornada de marcha hay del río de Las Vacas al puente de los Incas. En este punto hicimos rancho porque hay pastos para los mulos y porque es muy interesante la geología de esta región. Cuando se oye hablar de un puente natural, se imagina una quebrada profunda y estrecha a través de la cual ha venido a caer una roca inmensa, o una gran bóveda tallada como la entrada de una caverna. En lugar de esto, el puente de los Incas consiste en una costra de guijarros estratificados, cimentados por los depósitos de manantiales de agua caliente que brotaban en las inmediaciones. Parece que el torrente se hubiese tallado un canal hacia un lado, dejando detrás de si una parte que se desplomaba, parte que han unido al borde opuesto las tierras y las piedras en su constante desplome. Sin esfuerzo se distingue en este puente una unión oblicua tal como debe producirse en el caso citado. En resumen, el puente de los Incas no es en modo alguno digno de los grandes monarcas cuyo nombre lleva".
Así, pues, sin extenderse demasiado en describir el puente salvo para señalarlo sólo como referencia geográfica de sus rutas, anotaba tmbién el ilustre padre del evolucionismo al referirse a los tambillos cordilleranos que vio por este camino:
"Se han descubierto restos de casas indias en otros muchos sitios donde no parece probable que sirvieran de simple lugar de descanso; sin embargo, los terrenos circundantes son tan impropios para toda clase de cultivo como lo son cerca de Tambillos, o en el Puente del Inca, o en el paso del Portillo, lugares donde también he visto ruinas".
Empero, unos años después en su "Diario de viaje por la América del Sud. 1856-1866", el pintor de origen francés Léon Pallière escribiría una impresión radicalmente diferente, tras alojar allí en Puente del Inca acompañado del duque Guillermo de Macklembourg Schwérin y su ayudante de campo el barón Jorge de Brackenhein, en marzo de 1858:
"Antes de anochecer tomo mi cartón y me voy con el duque a ver el Puente del Inca, maravilla de la naturaleza, como la Gruta Azul de Capri, una de esas cosas que pertenecen a la naturaleza y no se pueden traducir sino débilmente en pintura. Sin embargo, ejecuto rápidamente un apunte (...)
El duque me deja y llegar el barón con su robe de chambre y una toalla en la mano. Encuentra el sendero para descender bajo el puente, y yo le sigo. La temperatura es caliente y húmeda. Son baños de agua tibia que cae espumosa en dos bañaderas naturales bajo el puente, que está cubierto de estalactitas a la mitad de su altura total. Debajo corre el agua helada; 30 ó 40 pies más alto se encuentra el agua tibia, hallándose el puente ocho pies más arriba".
Nada puede reflejar mejor la subjetividad de la apreciación estética, entonces, que la comparación entre los testimonios de Darwin y de Pallière sobre este mismo Puente del Inca.
Una de las muchas viejas postales turísticas que hay del puente.
Vista del hotel y su majestuoso entorno, en postal de 1920.
LOS INTERESES TURÍSTICOS
Hacia 1880, aparece constituida una Sociedad Termal y Minera del Puente del Inca, dedicada a la explotación comercial del lugar. No obstante, a pesar del crecimiento de una aldea, de estar en el paso hacia el inmenso Aconcagua y de la construcción de la estación de ferrocarriles en el lugar, aún faltaba mucho para potenciarlo y darle verdadero sentido de refugio y de hospicio, como se desprende de las palabras del ex diputado y diplomático chileno Abraham König, en "A través de la República Argentina: diario de viaje", de 1890:
"A las tres llegamos al Puente del Inca, fatigados con la marcha a pie y a caballo, sudorosos y sofocados con el calor. El vestido de lana pesaba como si fuera de plomo. La posada es pobrísima, y aunque esta estación es visitada por gran número de enfermos que llegan de ambas repúblicas, estaba casi desprovista de recursos. Un pedazo de carne negra y dura y unos huevos mal fritos era todo lo que había de pronto y de provecho. Me olvido del queso, que ése sí valía la pena, porque era sabroso y con trazas de haber sido fabricado en alguna de nuestras provincias del sur".
A pesar de los sorprendentes paisajes y de su ubicación privilegiada en las rutas transcordilleranas, el principal atractivo explotado del Puente del Inca siguió siendo su agua termal, a la que se le siguió atribuyendo siempre condiciones casi sobrenaturales de sanación de enfermedades por tratarse de un completo caldo de cloruro de sodio, bicarbonatos, alcalinos, sales arsenicales, cálcicas y sulfurosas. De hecho, sus cinco fuentes fueron bautizadas Venus, Marte, Saturno, Mercurio y Champagne, me parece que en el caso de esta última porque brotaba más espumosa que el resto. También se ha explotado la extracción de sal doméstica corriente en la zona.
Así pues, en 1903 la obra "Ciudades, pueblos y colonias de la República Argentina" de Javier Marrazzo, explicaba:
"Esta propiedad característica de las aguas minerales del Puente del Inca, forman de ellas un verdadero tesoro de la salud, pues enfermedades que no han cedido con el uso de las aguas de Vichy, en pocos meses han desaparecido completamente con las de con las de Mendoza".
Por esos mismos años, además, entraba en funcionamiento el primer gran hotel que se construyó en este lugar y que fue creciendo en distintas etapas con el correr del tiempo y la prosperidad.
El hotel en sus buenos años, en postal fotográfica.
DESARROLLO Y MEJORAMIENTOS DEL SIGLO XX
Hacia 1904 y 1905, se destinaron fondos para la construcción de refugios en este camino y algunas mejoras de la ruta, aunque por esos mismos años la localidad y la estación fueron asaltadas en algún par de ocasiones por bandoleros montañeses y pandillas de cuatreros, debiendo ser defendida por sus propios residentes a falta de una vigilancia policial estable en el lugar. El tema era tan delicado que incluso llegó al Senado de la República Argentina en 1906.
Con el mejoramiento de los caminos, la incorporación del ferrocarril eléctrico pasado el Primer Centenario de las Repúblicas, el florecimiento de nuevos hostales y refugios para los días de cierre del paso internacional, además del gran movimiento permanente de personas hacia ambos lados de la cordillera, comenzaron a hacerse mejores inversiones privadas y la riqueza cundió en la zona. Fotografías y postales cercanas al Primer Centenario muestran el esplendor y buen tamaño que ya tenía entonces el Hotel del Puente del Inca, conocido también como el Balneario o los Baños del Puente del Inca. Por él pasaron muchos viajeros, diplomáticos, artistas y héroes montañistas de las conquistas del Aconcagua, el monte más alto de América; pero quizás también algunos mártires de tan audaz desafío.
Los proyectos fueron creciendo: se habían construido las instalaciones de piedras sobre las termas, empotradas al costado del puente, para uso de los miles de visitantes. Y así, por 1925, se ejecuta la más importante ampliación para desarrollo turístico, en el elegante complejo del Hotel Puente del Inca ubicado atrás de la formación rocosa que da nombre al sitio y a un costado de la pequeña Capilla de Nuestra Señora de las Nieves, obra de crucero y muros de piedra que sobrevive en ese terreno, reconstruida a partir del templito colonial que era antes, según cuentan allí. Por algún error, sin embargo, en algunos casos se asegura que la gran hotelería aparece en Puente del Inca sólo en esta fecha, cuando en realidad se remonta a inicios del siglo.
Lugar de bellos salones, pistas de juegos, toboganes, grande y cómodo comedor, patio-solar propio, habitaciones con tina termal en cada una y ciertos cuartos de lujo que fueron visitados por importantes personalidades internacionales, el Hotel Puente del Inca parecía una promesa de éxito y prestigio inagotable, propietado y administrado por la Compañía de Hoteles Sud Americanos con cerca de 80 a 100 personas trabajando allí según la temporada, como empleados, botones, camareros, mucamas, mecánicos, mozos, cocineros, panaderos, estilistas, aseadores, electricistas, etc. Contaba incluso con un túnel hacia el sector de las fuentes termales del puente, para que los visitantes no tuvieran que salir al aire libre cuando quisieran ir hasta ellas.
En este período de gran desarrollo hotelero y turístico, además, se instalaría el Refugio Militar General San Martín de Uspallata, en 1943, dando origen a la Compañía de Esquiadores de Alta Montaña Escuela que comienza a entrar en operaciones cinco años después y que, en 1955, pasó a ser la Compañía de Esquiadores de Alta Montaña “Teniente 1° Ibáñez”, con cuartel cruzando la carretera en el mismo sitio de nuestro interés. Desde 1986, está rebautizada como Compañía de Cazadores de Montaña N° 8.
Vista desde el cuartel militar de Cazadores de Montaña 8, en primer plano. Atrás se ven las instalaciones del hotel y, al fondo, la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, hacia los años cincuenta. Fuente imagen: Gabitos / Culturademontana.com.ar.
LA TRAGEDIA DE LOS AÑOS SESENTA
Creo discutible lo positivo o no que haya sido -a la larga- la intervención y el atractivo turístico de la gran hotelería sobre la conservación del puente natural. Además, los buses, colectivos y vehículos familiares en que llegaban muchos turistas, con frecuencia pasaban directamente sobre el mismo, algo que hoy sería impensable. Existen fotografías y postales que confirman que algunos visitantes, de hecho, detenían sus vehículos sobre el puente, para tomar fotografías o para usarlo de mirador.
El hotel y sus termas, de este modo, eran de enorme atractivo para quienes llegaban al lugar, a pesar de cierto deterioro en la infraestructura que ya se comentaba en los años cincuenta. Se practicaban actividades de esquí, andinismo, hockey de hielo y deportes de invierno. En verano se realizaban grandes cabalgatas y excursiones. Lo relacionado con requerimientos de salud, comercio mayorista, correos y otros servicios se podía conseguir también en el cercano poblado ferroviario de Las Cuevas, que a la sazón había sido inaugurado como Villa Eva Perón, más al poniente.
Sin embargo, aludes de tierra y avalanchas de nieve comenzaron a acosar las instalaciones, de la misma manera que fueron arruinando el tren transandino, efecto que intentó ser reducido con los techados a modo de túneles que aún existen allí. Al deterioro de las instalaciones se sumaron advertencias nunca atendidas, formuladas por la Dirección Nacional de Arquitectura de la República Argentina, advirtiendo de los peligros frente a posibles deslizamientos o aludes.
Así, la desgracia inclemente de la Cordillera de los Andes alcanzó al gran Hotel Puente del Inca el 15 de agosto de 1965, hacia las 14 horas, cuando le cayó encima un formidable alud desde el cerro Banderita Sur, en cuya falda se halla, luego de varios días de nevazón incesante. La avalancha de nieve, rocas y lodo lo tapó y destruyó en su mayor parte, perdonando casi intacto sólo al viejo y rústico templito de Nuestra Señora de las Nieves que aún permanece allí casi siempre cerrado y solitario, aunque el folklore asegura que embestida le abrió sus puertas y arrancó su cruz. Según la misma tradición oral de los residentes de la zona, sólo entre 10 y 20 personas se salvaron de la muerte en el hotel.
Los súbitos aludes se repitieron en todo el sector, sepultando también la villa de Las Cuevas con una avalancha iniciada en el Cerro Santa Elena, no dando tiempo a sus habitantes para escapar. Al final, un total de 40 vidas se llevó en su ferocidad aquel día, y los sobrevivientes de la tragedia fueron albergados en la mencionada iglesia del Puente del Inca, mientras llegaban los rescatistas. Este templo se conserva hoy tal cual y es mantenido por personal militar del cuartel local.
Sello postal argentino con el Puente del Inca.
Cerámica con la costra salina que se consigue en las aguas de Las Cuevas.
LLEGAN LOS "MARCIANITOS VERDES"
Un atractivo adicional para Puente del Inca, además, ha sido cierta fama de lugar misterioso y enigmático, e incluso circula cierta historia relacionando la tragedia de los años sesenta con supuestos avistamientos de ovnis que tendrían lugar allí entre los cerros, en este caso con una bola de fuego que fue vista desplazándose por el valle en dirección hacia Chile el día de los aludes. También se rumoreó de teorías de meteoritos y que los miembros de Gendarmería Nacional habrían cerrado todo el lugar en esos días.
No menos oídas han sido leyendas de pequeños seres parecidos a gnomos o duendes, que se aparecen por el río y el puente en algunas ocasiones, o de almas en pena como suele contarse de todos los sitios que han sido lugares de muertes.
En esta misma línea, existe un caso bastante curioso de Puente del Inca y en su momento muy comentado, sobre un supuesto registro fotográfico de seres extraterrestres, o al menos así se lo definió por entonces. El asunto, difundido por el ufólogo argentino  Victorio Corradi, surge de una fotografía tomada en febrero de 1979 por don Juan Nobital a su familia (esposa, hijos y sobrinos), mientras se hallaban en el Puente del Inca luego de una visita veraniega al Cristo Redentor de los Andes. Cuando reveló la fotografía de su pequeña cámara análoga Kodak, descubrió que en la imagen aparecía, junto al grupo de personas, una figurita antropomorfa y estilizada de pequeño tamaño -un "humanoide" como gustan algunos de llamarlo- con color de fuego y en una actitud de levantar una mano como saludando, mientras que más atrás, se distinguían otras pequeñas imágenes del mismo color con una especie de formación o ronda.
Al principio, Nobital no le dio importancia a la imagen y la guardó, según confesaría; pero más tarde se enteraron los medios de su existencia y cundió el interés atrayendo también a investigadores internacionales a ponerle la lupa a la controvertida fotografía.
La imagen del Dr. Nobital -que incluso fue invitado a la televisión y entrevistado en más de una ocasión- fue todo un suceso para los mendocinos y los amantes de lo paranormal en esos años, aunque en nuestra época más acostumbrada a imágenes espectaculares, poco efecto de impacto podría tener y hasta provoque quizás algo de burla. Como apodaron al pretendido ser como "Marcianito", un periódico de Mendoza tituló incluso "Enanitos verdes en Puente del Inca" o algo parecido. Y aunque el asunto claramente podría haberse tratado de un mero defecto casual en el registro del rollo de película (posibilidad negada por Corradi y otros ufólogos), la leyenda cuenta que incluso fue investigada por la NASA.
Como sea, esta historia que reafirmó la fama de misterioso de este lugar cordillerano, tuvo una consecuencia inesperada en la cultura popular: en esos años, una banda mendocina recién se iniciaba en el pop liderada por Marciano Cantero, quienes siguiendo un consejo de un amigo periodista y haciendo una broma del nombre de su vocalista, se apodaron con el título del diario que daba aviso de la noticia de Puente del Inca... Nacía así el grupo Los Enanitos Verdes.
La fotografía Nobital con los supuestos "marcianitos" del Puente del Inca.
ACECHO DE LA DECADENCIA vs. ENORMES POTENCIALES
Las ruinas del gran hotel se fueron deteriorando y desapareciendo, olvidadas por la historia humana. Hoy resulta casi incomprensible observar en el lugar cómo algunas penosas ruinas y trazos geométricos sobre el terreno son todo lo que queda de lo que alguna vez fuera aquel enorme complejo hotelero. El gran pasado turístico de Puente del Inca había comenzó a desaparecer, así, como el blanco de las nieves de su entorno en cada período estival.
Los regímenes militares de los años 70 y hasta principios de los 80, también hicieron flaco favor al conocimiento y la atracción de público en el Puente del Inca, más aún considerando su condición de paso internacional con Chile en años de irritadas controversias limítrofes y de la propia militarización de la zona.
Pero a pesar de la tragedia del hotel y de la baja en el período señalado, el lugar siguió siendo visitado por hombres y "marcianos", y generando actividades de hostería y alojo, existiendo hasta ahora la idea de rehabilitar y repotenciar el ferrocarril transandino. En 1989, también se trasladó hasta allá una hermosa imagen de la Virgen de las Nieves, considerada la Patrona y Protectora de las Actividades de Montaña como las que tienen lugar allí. No faltan los intereses de empresarios turísticos por recuperar y repotenciar este lugar, con grandes proyectos de hotelería enrollados bajo el brazo, por supuesto.
Otra característica singular del lugar que atrae a los visitantes y genera comercio, es que la alta mineralización de las aguas permite que cualquier objeto sumergido allí, en alrededor de 15 días a un mes y medio, quede totalmente cubierto de una costra de sal azufrada y peróxido de hierro en tonos blanquecinos y ocres, dándole un aspecto y textura únicos, que los locales aprovechan para mineralizar figuras de cerámica y ofrecerlos en exposiciones o en ventas a los viajeros. Hay quienes inmortalizan objetos o recuerdos personales con esta cobertura salina, sólida como el concreto.
Por todo el valor histórico y natural descrito, al que agregaría también el cultural y legendario (mitos antiguos y mitos modernos), el Monumento Natural del Puente del Inca ha sido declarado Área Natural Protegida del Gobierno Provincial. Este propicio enfoque de revalorización del lugar, sin embargo, ha provocado conflictos con proyectos turísticos que han interesado a algunos inversionistas deseosos de recuperar el esplendor que tuvieron complejos como el del Hotel Puente del Inca. Conservar este tesoro fue la misma razón por la que se cerró el paso del puente por Resolución N° 1.119 del 15 de julio de 2005, ante el posible peligro de deterioro y de futuro derrumbe luego de confirmados desmoronamientos, fisuras y filtraciones en su estructura.
Hermosa vista del Puente del Inca y de las ruinas del antiguo complejo termal, tal cual se observan en nuestros días. Fuente imagen: Taringa.
La Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, que sobrevivió a la tragedia de 1965 a pesar de encontrarse más cerca de la ladera del Cerro Banderita Sur, desde donde cayó el alud destruyendo el antiguo hotel.

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