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Coordenadas: 33°26'52.44"S 70°40'28.50"W
Este simpático boliche tiene fama de ofrecer uno de los tragos "terremotos" más mareadores y sabrosos de todo el comercio popular de Santiago, además de sus especialidades en comida chilena, colaciones de la tarde y las infaltables cervezas, favoritas de los universitarios. El "cola de mono" también tiene aquí una reputación incomparable. Los cuequeros se reúnen a tocar en estas salas de color verde y abundante decoración costumbrista, golpeando panderos hasta se acaba el pipeño y la borgoña, en esas noches de música y baile. Folkloristas conviven con miembros de tribus urbanas, estudiantes, trabajadores, turistas y chiquillas "mariposas nocturnas". Hasta cuando está más lleno, siempre queda un lugarcito más en algún rincón.
Ubicado en Esperanza 33 esquina Romero, en medio de un vecindario de antiguas casas que ya han comenzado a ser desplazadas por los mismos proyectos inmobiliarios que acosan al Barrio Yungay, los dominios de la "Picá del Huaso Carlos" se han extendido por un territorio principalmente de universitarios, dada la proximidad de casas de estudio alrededor, además de la cercanía al Metro Unión Latino Americana en la Alameda.
El bar-restaurante pertenece a don Carlos Cárdenas, el patronímico y respetado Huaso Carlos, por cuyas mesas y mesones han pasado generaciones de leales clientes alegres, músicos y vecinos del barrio, pues es imposible no volver a esta cantina una vez que ya se la ha visitado. El Huaso la atiende personalmente, y aunque tiene un falso aspecto de hombre adusto, es una persona muy afable y cordial con su gente. También es propietario de algunas salas de pool en el sector de Padre Hurtado, además de un veterano que ha conocido lo bueno y lo malo de la misma historia bohemia que ahora teje más capítulos también en su local.
El patrón, tras su mesón en una tarde de primavera del 2009.
El mítico y afamado "terremoto" del local.
Sus salas son desde antaño un lugar de reunión, charla y encuentro.
Este boliche nació como la "Chichería el Huaso Carlos", algo que se confirma en las boletas y en uno de los cuadros folklóricos que han adornado por décadas el lugar: junto a una pareja huasa bailando cueca dentro de una fonda, hay un barril con el mismo nombre pintado encima. El sitio también tenía desde su origen el estilo de fonda o chingana que ha mantenido hasta nuestros días y que se refuerza en esos cuadros de ingenuo talento artístico. Don Carlos lo fundó hace unos 40 años, según sus cálculos, siempre con este carácter popular y folklórico, además de orientado al cariz de "picada" alternativa. De ahí el nombre que le dieron sus parroquianos, quedando para la posteridad como la "Picá del Huaso Carlos".
El cuartel de pipas está en una de las viejas casonas de un piso de este sector. Se accede al mismo por entre una mampara, con dos grandes barricas custodiando este acceso de los clientes. Al interior, uno se enfrenta a un palacio compactado de chilenidad, con las señaladas obras de pintura, decorados y lámparas colgantes desde el alto techo de madera. También hay algunos gorros típicos y de fantasía prendidos en esos mismos muros colmados de avisos con precios, afiches y otros colocados por los propios visitantes más jóvenes, anunciando tocatas o encuentros de teatro. La barra principal con mostradores y sus repisas con botellas ocupan un enorme espacio al fondo del local, bajo el cual cuelga el más grande de los carteles dando la bienvenida. Como sucedía en el desaparecido "777" de Alameda, algunos comensales tiene la costumbre de hacer anotaciones en los muros verdes, dejando testimonio de alguna noche de farra o celebración.
Los vinos y chichas dulces del "Huaso Carlos" son de fama comprobada. Un antiguo letrero que alguna vez fue luminoso, dentro del local y atornillado en el dintel sobre el acceso de una sala a otra, invita atentamente al cliente: "Pida el rico pipeño". Cada vez que llegan las partidas de agua de la alegría, algún cartel de papel es colocado en los vidrios hacia el exterior anunciando el feliz arribo. Además de los platos de comida típica, hay empanadas, huevos duros y charqui que se ofrecen como bocadillos. Tampoco faltan los completos a la venta.
El "terremoto" de este sitio merece un comentario especial. Alguna vez me referí a él en la primera "Galería de Terremotos" que publiqué hace tres años en este blog. Al pipeño con helado de piña se le agrega acá coñac, fernet, manzanilla, menta y granadina, combinación que lo tiene señalado como uno de los mejores tragos de este tipo disponibles en Santiago. Sin embargo el Huaso Carlos, sin ánimo de entrar en polémicas, asegura que esta receta la ha ofrecido en su local casi desde los inicios, mucho antes del terremoto de 1985 que, según la leyenda, fue el hecho asociado al origen del "terremoto" en la historia de la coctelería popular chilena, particularmente en la célebre cantina de "El Hoyo". Esto abona a mi impresión ya antes expresada en este blog, de que si bien en dicho bar de la Estación Central tuvo lugar el bautizo del trago con el nombre de "terremoto", en 1985, la receta puede tener semejanzas con otras anteriores que mezclan vino o pipeño con helado de piña, como la que se asegura vendida en el "Huaso Carlos" desde los años setenta.
Los cuequeros vienen acá seguido, musicalizando el ambiente de pipas y cuadros polvorientos. Es corriente encontrarlos en las tardes. Alumnos de la USACH y de la cercana Universidad ARCIS también lo frecuentan, haciendo del "Huaso Carlos" un lugar de público ecléctico y variado, a veces bastante colorido y en otras horas del día más conservador. Y es que aquí, pues, todos los clientes son VIP.
El barrio se ha vuelto un tanto complicado en los últimos años, especialmente en las noches. Para la tranquilidad de los visitantes, una caseta de seguridad ciudadana fue instalada en la esquina vecina a la "Picá del Huaso Carlos", así que, como el querido Huaso declara tener energías y ganas para mantener aún el negocio, confiaría en que éste seguirá alegrando por largo tiempo más a nuestra ciudad, con sus jarras de pipeño, sánguchitos de pernil y el sonar de las cuecas urbanas.