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LA MÍTICA DINASTÍA DE VEDETTES DEL CLAN UBILLA

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De izquierda a derecha: Isabel, Elba "Pitica", Carolina y Raquel "Pitica chica", las primeras cuatro hermanas vedettes de la dinastía Ubilla.
Como todas las leyendas con base real, la historia de las Ubilla también tiene inexactitudes, versiones contrapuestas y fantasías varias. Muchos creen, por ejemplo, que todo empezó con la más célebre de las muchachas que sedujeron a las candilejas: la recordada Pitica, pero esto también es un error más entre muchos otros que flotan. También hay quienes confunden las identidades cruzando datos biográficos de las cerca de 15 bailarinas que grabaron al fuego el apellido en aquel medio de noches y espectáculos. Pero nada de esto extraña cuando se habla de las más famosas vedettes que tuvo Chile y su mito propio, en los mejores años de su vodevil y shows revisteriles, como el "Bim Bam Bum", el "Picaresque" y el "Humoresque".
Me arriesgo a afirmar que esta historia (que como muchos, no conocí) es más o menos la que sigue, y se inicia con la esbelta y agraciada Isabel Ubilla Allende, que decidió dedicarse casi accidentalmente al vedettismo en los años cincuenta, cuando esta actividad era considerada sumamente audaz incluso en el ambiente de las frivolidades, días en que la revista chilena comenzaba pasaba quizás su mejor período de existencia y de producción de celebridades. Al contrario de lo que aseguran muchos memorialistas e incluso escritores contemporáneos a su época, ella no era la célebre Pitica, como veremos.
La agraciada y morena chica de entonces 17 años, era miembro de una modesta familia que vivía en una vieja casona y quinta del Barrio Franklin de Santiago, capitaneada por don César Ubilla Briceño, un mueblista que había enviudado al morir su primera esposa Nieves Allende, debiendo sostener su hogar con más de una docena de criaturas, la mayoría de ellas mujeres. Para proveerse de ingresos, Isabel trabajaba como empleada en una empresa textil y desde los 14 años cantaba tonadas y tangos en la Radio Bulnes donde, hacia mediados de 1952 y gracias a la famosa actriz Iris del Valle, supo que en el Teatro Ópera del maestro Buddy Day, en calle Huérfanos, estaban buscando muchachas para los shows del "Bim Bam Bum", según lo recordaría entrevistada para la "Revista Ya" de "El Mercurio", del martes 11 de octubre de 2011 (artículo "Las mujeres del Bim Bam Bum"), donde agregaba:
"Yo tenía 17 años y no supe negarme al consejo de Iris. Llegué allá sin saber a lo que iba. Me encontré con puras argentinas altas y flacas que andaban piluchas. Alguien me pasó un traje de baño. Tiritaba de miedo (...) Con lo que ganaba apenas me alcanzaba para mí. Así que me pareció una buena oportunidad para surgir".
El aviso referido que convocaba a las muchachas, decía: "¿Quiere ser artista? Iníciese en el Bim Bam Bum. Condiciones: estatura mínima 1,70 m. Bonita. Buen Sueldo. Empleada particular. Presentarse a la brevedad posible. Huérfanos N 837". Cumpliendo los requisitos y probando suerte sin saber que iba a iniciarse con ella una dinastía de vedettes reconocidas por muchos como las mejores que haya producido este terruño, Isabel quedó seleccionada por el propio Buddy Day que estaba a cargo del casting, debutado en 1953... Todo a espaldas del conservadurismo de su esforzado padre, secreto que le ocultó por varios años más hasta que éste la descubrió y la castigó severamente, aunque también de manera inútil a esas alturas de su carrera en vías de consagración.
Isabel comenzó atrás del elenco en las tablas, en tercera fila como corista, aprendiendo de las estilizadas argentinas que lideraban adelante estos shows por sus innegables ventajas de experiencia y profesionalismo. Como se recordará, las jóvenes venidas desde el otro lado de la cordillera andina sobresalían por conocer mucho mejor el oficio consolidado ya entonces allá en su tierra, además de provenir  de estratos sociales más altos que las chilenas en general, que tendían a ser de origen más bien modesto en ese entonces. Empero, la escultural Isabel llegaría a ser la primera vedette chilena en alcanzar un papel protagónico tras un arduo año de trabajo y competencia con las demás bailarinas, y así comenzaría a llevar después a otras miembros del clan familiar hasta las tablas, compartiendo con ellas el éxito.
Mas, como el ascenso en las compañías tenía mucho que ver, a veces, con simpatías de los directores más que talentos propiamente dichos, Isabel reconocía que pudo haber sido favorecida por su amistad con doña Marta, la esposa de Buddy Day y encargada de todo lo relativo a las bailarinas en el Teatro Ópera. Contrariamente a lo que repiten algunos porfiados con una majadería casi pasmosa, Isabel nunca fue la famosa Pitica del clan Ubilla, sino su hermana Elba, la segunda en esta misma dinastía y de la que ya veremos más.
Teatro Ópera y "Bim Bam Bum", plataforma de despegue de las primeras musas del clan Ubilla. Fuente: Flickr  SantiagoNostálgico.
Buddy Day, el descubridor de Isabel Ubilla y dueño del Teatro Ópera, en la revista "En Viaje", 1966.
A pesar de sus atributos y virtudes de profesión, las envidias de las vedettes argentinas de la compañía comenzaron a bullir con el ascenso de Isabel y no tardaron en aparecer los codazos y empujones contra ella en plenas presentaciones, al punto de hacerla terminar llorando en el camarín. Los celos de las chicas platenses habían comenzado cuando se le pidió a Isabel reemplazar a Suzy Monterrey mientras ésta estuvo con licencia médica, ocupando así un puesto que era muy apetecido en el equipo. Agobiada por las constantes provocaciones y ninguneos de una de las artistas en especial, terminó clavándole en la cabeza a ésta cinco centímetros del taco aguja de uno de sus zapatos, mandándola así a la posta de urgencia. La cabeza perforada habría sido de Diana Monti, aunque algunos la recuerdan por error como la famosa francesa Xenia Monty, que también fue parte del "Bim Bam Bum".
Elba Ubilla, su hermana, llegó con sus grandes e hipnóticas caderas a las tablas auspiciada y promovida por Isabel, en 1956 y cuando la joven recién pasaba los 15 años. En rigor, era su media hermana, hija del segundo matrimonio de don César Ubilla con doña Tránsito Cadena Molina, aunque muy unidos todos en el clan familiar.
Además de relucir sus equilibradas formas, Elba destacó por una mirada coqueta y una feminidad profunda que, sin necesidad de exageraciones, seducía a los varones presentes hasta hacerles babear, según recuerdan los que la vieron alguna vez. Si bien no era actriz ni cantante como Isabel, la chica tenía estudios de perfeccionamiento de baile en los talleres del Teatro Municipal, por lo que resaltaba bastante en estas artes a pesar de ser más reservada y tímida. Ambas hermanas comenzarían a hacer también presentaciones en el extranjero poco después de su debut, pero claramente Elba fue la segunda en la seguidilla de las Ubilla, a diferencia de lo que algunos también han creído pisando las trampas de la escasa información disponible.
El porqué la acinturada Elba acabó con el conocido apodo de Pitica, que ayudara a hacerla la más popular y recordada del clan, es otra historia con versiones contradictorias. La principal de ellas es comentada por un especial de internet del diario "La Cuarta" titulado "'Pitica' Ubilla es ahora una leyenda" (sección especial de "Santiago de los 50, eterno carnaval"). Dice allí que el clásico humorista nacional Manolo González, muy dado a estos mismos escenarios, le habría colgado el singular sobrenombre; otros, en cambio, aseguran que el creador del mote fue el famoso periodista de espectáculos Osvaldo Muñoz Romero, más recordado como el gran Rakatán. Supuestamente, pues, el apodo de Pitica provendría de cierto parecido que algunos le encontraban a la muchacha con el entonces ya célebre cantante bolerista Lucho Gatica, a quien le decían cariñosamente Pitico desde los tiempos de su niñez en Rancagua. Un chisme dice que la comparación no le gustó a Lucho, cuando se enteró.
Como sea, el motete de Pitica Ubilla facilitó la popularidad de la más famosa del clan de bailarinas, a pesar de que su show era principalmente de baile y de que era la segunda en la secuencia, después de Isabel. Incluso fue objeto de cierto acoso de los medios de prensa, siempre interesados en publicar fotografías suyas y entrevistas, o prenderle supuestos amoríos. Ya en julio de 1957, casi recién aparecida en el ambiente, la revista "En Viaje" la elogiaba de la siguiente manera:
"Elba Ubilla ha llegado a ser, al año de labor, una de las principales figuras del ambiente deslumbrador de las candilejas que además de su interesante carita picarona, posee verdadera destreza y elegancia para sus papeles. ¡Todavía no cumple los 17 años, según dicen! Es parecida a la Leslie Caron; pero mejor que ella. Elba es admirada en el Bim Bam Bum y nos sentimos congratulados por sus crecientes triunfos".
Tenemos a mano un dato interesante: en el verano de 1962, cuando la ya madura actriz Iris del Valle enfermó y no pudo presentarse, el director Eugenio Retes sugirió que la joven corista y vedette Patty Cofré (que usaba entonces el apellido artístico Jofré) la reemplazara. Iris estalló en celos atacando después a la muchacha y exigiendo a Buddy Day sacarla de la revista, quien la habría reemplazado por Pitica Ubilla según informaron los diarios de la época.
Isabel Ubilla, presentando a su hermana Elba en 1956, revista "En Viaje".
Elba Ubilla, la verdadera "Pitica", en revista "En Viaje" de 1957.
Hacia diciembre de 1957, Isabel había presentado en los escenarios también a su también media hermana Carolina Ubilla, de sólo 15 años y que hasta entonces había trabajado como empleada en una confitería. A pesar de no ser de rostro lindo en los cánones más generales de belleza, tenía algo seductor en su aspecto que no pasó inadvertido y el golpe fue rápido, aunque por mucho tiempo debió cargar con el estigma de ser "la hermana de las Ubilla", marca que, a la larga, decidiría su futuro en el país.
Siguió en la cadena de hermanas la inolvidable Raquel Ubilla, que sería conocida como la Pitica chica, lo que ha llevado a muchos a confundirla con la "verdadera"Pitica, que era Elba como hemos dicho. Para debutar a sus tiernos 16 años, decidió abandonar sus estudios en comercio y aprender raudamente las artes escénicas. Su figura no era la más cautivante y quizás haya sido la más bajita de las hermanas, pero sus rasgos juveniles y su atractivo la pusieron con velocidad en la atención de los nocherniegos y asistentes de los espectáculos de revista.
La primera etapa de la carrera revisteril de Raquel fue corta, sin embargo, porque se enamoró perdidamente de Julio Felis, hijo de Buddy Day, contrayendo matrimonio con él y comenzando otros emprendimientos y aventuras por el mundo. Al fracasar intentos de negocios en España, retornó a Chile para tener su hijo y regresó al "Bim Bam Bum" por sugerencia del propio Felis, reiniciando así su carrera.
Así siguieron las otras hermanas arrastradas por el éxito de las fundadoras: las despampanantes y rompecorazones mellizas Angélica y Elizabeth, y la voluptuosa Bibi, apodada la Huracán Ubilla. Hubo también otras chichas del clan (hermanas, primas, sobrinas) que tocaron la fama de los escenarios ya entrando en la siguiente generación de vedettes de la revista chilena, como las otras hermanas Soledad, María Verónica, Nieves, Carmen y Anita, hijas Luis Hojas y de María Antonia Ubilla, la hermana de Isabel y de las demás fundadoras, quienes siguieron usando el apellido materno como propio para extender el luminoso legado. Algunas hijas de Mario Ubilla, otro hermano de las matriarcas, también continuaron perpetuando la luz artística de la familia: Antonia, Nancy y Patricia Ubilla.
Casada con el corredor de automóviles Teobaldo Díaz Retamales, la gran reina Isabel Ubilla comenzó a retirarse hacia la década del 60, gradualmente según recuerdan algunos de sus antiguos admiradores, pues siguió haciendo presentaciones -más recatadas que en sus años de juventud- hasta poco después de cumplir los sesenta años, con un homenaje y despedida de sus colegas. Fundó su propia compañía para presentaciones en el Teatro Cariola, a principios de los 70, y más tarde inició una empresa de taxis. Curiosamente, perdió toda su colección de recuerdos de sus años dorados (incluyendo miles de valiosos regalos de admiradores) en un incendio. Su última presentación "simbólica" fue en agosto del año 2002, con más de setenta años e invitada para la revista "La abuela Francisca" en el Cariola, para celebrar sus 55 años de carrera. En tiempos posteriores, además, inscribió como marca propia el mote de Pitica, a pesar de haberle correspondido a su hermana, acción que causó ciertos conflictos interiores al clan de las Ubilla, según tenemos entendido. También contrajo matrimonio nuevamente con una pareja, un argentino tres décadas menor, en los años 90.
Elba o Pitica, en cambio, después de su arrollador éxito en tierra natal, fue a probar a Perú causando furor en la bohemia limeña, aventura en la que se enamoró de un acaudalado empresario ecuatoriano con el que contrajo matrimonio, estableciéndose en Ecuador y retirándose para siempre de las tablas. Una canción-homenaje del desaparecido grupo musical "TeleRadio Donoso", lleva su nombre artístico desde 2005: "Pitica".
Isabel Ubilla, presentando ahora a su debutante hermana Carolina, hacia fines de 1957, en revista "En Viaje".
Raquel Ubilla, la "Pitica chica", en entrevista al clan de revista "Paloma" de noviembre de 1972. Fuente imagen: blog Folcloreyculturachilena.cl de don Carlos Fernandois.
Carolina, por su parte, no actuó mucho en Chile, pues buena parte de su carrera la hizo en el extranjero, partiendo por México. Se había marchado decepcionada por lo que sentía el poco reconocimiento a su trabajo. Contrajo matrimonio con el venezolano Pedro Sánchez, con quien tuvo un hijo. Aunque su relación terminó en pocos años, siguió viviendo en Caracas y haciendo presentaciones importantes allá, donde combinaba sus talentos de baile con actuación y comedia, volviendo a Chile sólo ocasionalmente. De acuerdo a un testimonio que manejamos, sus rasgos que acá no resultaban tan encantadores, allá fueron tomados por "exóticos" y muy atractivos para el público.
Raquel Ubilla, en tanto, abriría con su esposo en 1989 un centro de shows revisteriles y dramáticos: el Teatro Providencia, usando con autorización de Elba el título de Pitica, pues sabía que había pasado a la historia del espectáculo nacional como la Pitica chica. La tragedia la golpeó al enviudar en traumáticas circunstancias, tras ser asesinado su marido en un extraño asalto armado al teatro, en 1996. Ese mismo año, además, había muerto su hermana María Ubilla, que también brillara en el oficio.
Seguramente, era imposible que la experiencia profesional de las vedettes chilenas superara a las de las célebres argentinas que comenzaron a repletar como nunca antes el ambiente revisteril entre fines de los 60 y comienzos de los 70, empezando por el propio "Bim Bam Bum". Empero, la incipiente caída del género hizo emigrar a muchas de las bailarinas antes aplaudidas y colmadas de admiraciones. Documentos gráficos publicados por esos años, mostraron a alguna de las integrantes del clan Ubilla haciendo desnudos en el cabaret "Mon Bijou", lejos ya del glamour.
La debacle de las salas durante los días de restricciones nocturnas, que ni siquiera logró ser amortiguada con el arribo de las vedettes a la televisión abierta (por la que pasaron Pitica, Raquel y Bibi), acabaría por dejar atrás la época de las Ubilla brillando en plumas, perlas y lentenjuelas sobre los escenarios. Algunas alcanzaron a participar en presentaciones de la "Teletón", además. No es coincidencia que el Teatro Ópera cerrara en esos mismos años, en 1986, poniendo fin a una escuela de la que salieron Rosita Salaberry, Wendy, Taty Segura y la actriz Peggy Cordero, entre otras. Una de las últimas presentaciones de Soledad, Nieves y Anita Ubilla fue en un homenaje para el show "Viva la revista 5", destinado a recaudar fondos para el humorista Carlos Helo, en 2005, y en presentaciones de dobletes en La Florida y Quinta Normal durante el año siguiente, hacia el aniversario de la muerte de su madre.
Muchas leyendas de luz y de sombra se cuentan sobre el ayer envidiado y halagado clan de las Ubilla, hasta nuestro tiempo. El hermetismo que mantienen las sobrevivientes del mismo y muchos de sus descendientes, también ha fertilizado el campo para las fantasías y los errores. Además, los cánones estéticos han cambiado tanto que, en estos días, las Ubilla probablemente ya no serían consideradas como chicas bellas hasta lo "despampanante" como en su tiempo, por el exigente mercado sexista de medios y porque fueron el retrato y referente de una época; de suépoca, la que ayudaron a construir.
Pero, como alguna vez le escuchamos admitir a la veterana showoman Maggie Lay, todas las vedettes chilenas que siguieron a aquella generación estaban inspiradas por las Ubilla, de manera confiesa o secreta... Y es que su recuerdo pertenece ya más al cariz del mito sobreviviente que de la realidad certificada: una memoria mágica y seductora en la historia del espectáculo de la vieja revista chilena.

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