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"EJE SAN DIEGO": LAS NUEVAS CRÓNICAS DE LOS VIEJOS BARRIOS

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Coordenadas:  33°27'37.23"S 70°38'56.72"W (calle San Diego)
Hace tiempo debía un artículo referido al libro titulado "Eje San Diego. Arqueología de una calle mágica", de Ricardo Chamorro, salido de prensa hace justo dos años con sello de La Polla Literaria y presentado en sociedad en diciembre de 2013. Un ejemplar me fue obsequiado gentilmente por su autor, durante el año pasado, pero por hallarme en un retiro de varios meses no pude publicar antes mis impresiones sobre esta obra, sino hasta ahora.
El libro me trae al recuerdo muchos episodios de juventud en este barrio que no es, exactamente, un barrio como tal; por eso la atinada preferencia por definirlo como "eje", explicada por el propio autor en la contratapa. Mis años de estudiante del Liceo Manuel Barros Borgoño y luego de la Universidad Central quedaron en esas calles y, ya en otra casa de estudios, participé de una exposición que describía calle San Diego en una analogía al río Nilo, corriendo en un sentido opuesto a todas las demás calles comerciales de Santiago (como el Nilo en relación a los otros grandes ríos del mundo) y fomentando un gran comercio popular con su "légamo cultural" de historia y prosperidad en las riberas: recreación, espectáculos, bares, cafés, sombrererías, centros de ventas populares, juegos electrónicos, parques de diversiones, cabarets, libros usados, restaurantes, etc.
Creo que la idea desarrollada en "Eje San Diego. Arqueología de una calle mágica" es, básicamente, la misma que acabo de describir: San Diego apreciado como un cauce vital de fluidez, con las huellas a la vista de su voluminoso pasado y también en los umbrales de su futuro.
Chamorro se mueve en estas mismas aguas del "eje" y aún con más involucramiento, como vecino residente, de modo que era esperable un buen resultado. Ex borgoñino como quien escribe ahora, también es autor del blog con el mismo nombre de su publicación: "Eje San Diego" (seguir el link: eje-san-diego.blogspot.cl), al que definía como "el campo de experimentación del libro homónimo". No cuesta advertir que mucho del material de descubrimiento y comprensión del escenario urbano, social y cultural que aparece en su libro, proviene precisamente de su espacio en la internet.
"Mi propia vida ha sido totalmente afectada por estas calles -reconoce en la introducción-. Es posible que todo haya empezado con las caminatas de mi colegio (El Borgoño, en Maule con San Diego) hasta Av. Matta para tomar micro. Los viernes ese recorrido se extendía siempre hacia la Alameda donde las tiendas de electrónica, la Plaza Almagro y las tiendas de música eran la parada obligada. Este recorrido lo hacía con el evangélico Esteban o el negro Cirilo o el flaco Rizzo".
Nos encontraremos por todo este libro, entonces, con una entretenida y múltiple crónica nueva de San Diego, casi como desafío personal del autor; crónica que pasa por el relato en primera persona cuando es requerido y por el aporte de datos históricos cuando la propia navegación por lo descrito lo solicite. Pluma fluida, ligera y veloz, varía en intensidad entre un subtítulo y otro; a veces ingenua y a veces meditabunda, como era esperable de la sinceridad del que escribe desde el yo. Aplaudo este detalle: que desplace su redacción sin las ampulosidades a las que, a veces, se echa mano en temas de cultura o patrimonio en un intento de darle más categoría o autoridad a lo escrito. Chamorro incluso confiesa las limitaciones a las que enfrenta su indagación o las neblinas que persisten sobre algunos detalles de la semblanza barrial que se ha atrevido a abordar de este ameno modo.
Tenemos un viaje a calle San Diego y a sus alrededores en este libro. Un viaje de alguien que, además, sabe viajar, y va revelando aspectos de su propia búsqueda de información o testimonios a lo largo de las mismas crónicas. Sabe ver lo que no salta a la vista en primeras lecturas, sin caer en el vicio de lo rebuscado: los misterios de los monumentos del Parque Almagro, el recuerdo de boliches y picadas, sus días de radio, las clásicas librerías de la calle, estudiantes en toma, músicos callejeros, evangélicos, sopaipilleros, mendigos, prostitutas. Del mismo modo, el que sabe ver también sabe interpretar los símbolos del paisaje cultural, sin tropezar con lirismos forzados ni exageraciones conceptuales: nuestra ilusión de progreso reflejada en el Edificio Reval, nuestro Stonehenge postizo y de enormes piedras monolíticas tras el Monumento al Presidente Aguirre Cerda, la decadencia de antiguas tiendas de la calle, los vestigios de los medios de comunicación que alguna vez funcionaron por acá, los lugares de gula enfrente de los lugares de fe.
Lenguaje irónico y juvenil sin excesos, ausente de la ebriedad del que a veces se esfuerza por amenizar su escrito con sonrisas. Chamorro se pone en el punto de vista cotidiano y convencional, para lograr ver lo inusual pero enfatizando ese mismo ángulo del hombre común y corriente. Nada de su crónica es inalcanzable o arcano, por lo mismo. Pero insisto: la diferencia es que sabe ver, y así viaja en su aventura por encima de las normas conceptuales y perceptivas de lo corriente, describiéndonos una clase de retratos vivenciales con tips de memoria urbana, que es más frecuente ver elaborados respecto de un lugar sólo cuando éste ha sido transformado o, peor, cuando irremediablemente ha desaparecido.
El libro es, de esta manera, un recorrido cultural y anecdotario por el Eje San Diego con un auténtico residente como guía y maestro de ceremonia; una obra memorialista que alcanza desde sus luces de candilejas en el Teatro Esmeralda (una de cuyas caretas en la fachada, hace de portada), hasta sombras miserables como un inmundo episodio de lluvia de ratas muertas en una plaza; o desde el recuerdo cálido de regadas alegrías del bar "Colemono" en la esquina de Santa Isabel (posible lugar de origen del ponche del mismo nombre), hasta las penas de accidentes fatales en la esquina trágica de Nataniel con Diez de Julio. Y sin proponerse ser exhaustivo ni alentar pretensiones historicistas, sin embargo, también hay en el libro parte de la historia de nuestro propio país, al tocar las incidencias de grandes hechos sobre los vecindarios de San Diego: los orígenes de la ciudad (con la calle ya trazada, como continuación al Sur del célebre Camino del Inca), las luchas de la Independencia o el fatídico terremoto del año 2010.
Son más de 80 páginas de colorida crónica moderna, en libro de formato horizontal, fotografías a color y cierta audacia novedosa en la forma de elaborar el diagramado, más parecido quizás al diseño editorial de revistas que a la habitual sobriedad de muchos libros de esta misma clase de contenidos. Puede ser adquirido en la Librería del Centro Cultural GAM en la Alameda, "La Tienda Nacional" de Merced 369, la "Librería Lila" de Monjitas 292, "Metales Pesados" de José Miguel de la Barra 460 y la librería del Fondo de Cultura Económica de Paseo Bulnes 152.
Lamento mucho, sin embargo, que después de publicado este libro, Chamorro haya abandonado la tarea de actualizar el blog que fuera caldo de gestación del mismo proyecto. Lo que ha publicado claramente es la apertura a lo que podrían ser varios trabajos más de una calle o "eje" tan activo y vigente como San Diego, sin considerar también el muchísimo material que el autor seguramente debió apartar para dar coto a su proyecto literario, por cuestiones de tiempo y restricciones técnicas. Los contenidos son inagotables para una sola vida escribiendo en la Tierra.
Es esperable, entonces, que a futuro tanto el blog de "Eje San Diego" como potenciales secuelas o ampliaciones del libro que resultó de aquella experiencia, vuelvan a las responsabilidades de Ricardo Chamorro, pues es su trabajo y su iniciativa lo que ha dado inicio a las nuevas crónicas de esta vieja calle y sus barrios, que siguen y seguirán sumando más capítulos a la ya abultada historia local.

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