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LA MISTERIOSA MALVINITA DEL CEMENTERIO MUNICIPAL DE TOCOPILLA

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Coordenadas: 22° 4'56.19"S 70°11'32.08"W
Es toda una curiosidad la presencia de un gran altar funerario con animita dedicado a Malvinita Araya en el Cementerio Municipal de Tocopilla, al fondo de la calle principal de acceso. Ni siquiera los tocopillanos tienen del todo claro su origen, y algunos discuten aún si se trata sólo de un mausoleo dedicado a la animita o bien si hay alguna persona allí sepultada.
Malvinita es una de las animitas más populares de Chile: correspondería a una niña fallecida en trágicas circunstancias familiares el 15 de octubre de 1965, según comenta Oreste Plath, aunque en ciertas fuentes se indica que habría muerto en realidad el 18 de octubre de 1956, como Raúl Besoaín Armijo en su libro sobre la historia de San Bernardo. Fue una niña pequeña o una adolescente de 14 años, asesinada y quemada por su padre en una modestísima vivienda de calle Juanita Aguirre de aquella comuna de la Región Metropolitana. El nombre real de la fallecida efectivamente fue Malvina Araya, aunque su segundo apellido aparece como Molina o Miranda, según cada fuente.
Aunque la leyenda agrega a veces que fue vejada sexualmente por su progenitor, Besoaín Armijo detalla que el asesino ejecutor del crimen fue, según precisó la investigación policial, un joven de 17 años pero que actuó instigado por el padre de la niña, llamado Custodio Araya, sujeto que trabajaba como empleado en la morgue, dado a la ebriedad y maltratador, que agredía constantemente a su mujer Carmen Miranda, violencia en la que Malvina solía intervenir en favor de su madre hasta que la furia de su padre terminó de descontrolarse y precipitó los hechos. Ciego de ira contra su propia hija, el borracho abusador proveyó al muchacho de un líquido altamente inflamable y usado para disecar cadáveres en su trabajo, exigiéndole que lo empleara para quemar viva a la pobre niña, la que acabó su existencia convertida en una antorcha humana.
Sin embargo, ha existido más de un lugar de veneración de la infortunada Malvinita en la historia de las animitas chilenas: cuenta con un altar en el sector de enterramientos de niños del Cementerio N° 1 de Concepción, donde se recuerda que llegaban devotos y familias especialmente desde entre los mineros del carbón. Sin embargo, el suyo allí es un altar, no un lugar de sepultura: la verdadera tumba milagrosa de Malvinita está en el Cementerio de San Bernardo, en el nicho N° 109, como lo observó Plath hace tiempo. Quedo debiendo un artículo al respecto, entonces.
Aclarado el punto, ¿cómo y por qué llega una Malvinita a Tocopilla? La más antigua de las placas visibles con agradecimientos me parece que data de 1972, y pertenece a una persona llamada Esther Herrera. La cantidad de velas, ofrendas, cuadros, regalos, placas, flores, cuadros, mensajes rayados en los muros e imágenes de santos muy famosos en el Norte Grande como San Expedito o San Lorenzo, además de las infaltables efigies marianas y la de Cristo, demuestran que este conjunto ha sido un tradicional y consolidado atractivo para la fe popular de la ciudad tocopillana, teniéndose a la fallecida por altamente milagrosa y "cumplidora".
Alguien colocó incluso una "Oda a Malvinita", enmarcada y tras un cristal y donde se prioriza otra versión de la leyenda que corre en Tocopilla, que coloca a la muchacha como una mujer de más edad y con un hijo:
Oh, dulce Malvinita
Oh, ángel protector
de tu madre, hija y
hermanitos.
Tú eres benefactora
de los humildes
que recibiste en el cielo
Los poderes del señor
te entrego
en recompensa por tus
sacrificios y desvelos
¡Oh! Milagrosa Malvinita
Te suplico me concedas
lo que te pido de todo corazón
en el nombre del Señor. Amén
Quizás la explicación de su presencia por allá está en que la Malvinita siempre ha estado asociada al folklore minero en general, dada su presencia en el altar de Concepción, tierra de mineros de las carboníferas. Mas, incluso así, sigue llamando la atención que cuente con un sitio de rogativas, peticiones y ofrendas allí en la nortina ciudad de Tocopilla. Sería, en tal caso, otra suerte de "sucursal" de la animita original, como la del cementerio penquista.
En junio de 2011, además, los hermanos Hugo y Juan Peralta donaron al conjunto una estatua de Malvinita que los mismos hermanos le habían hecho para su madre en el año 2005, pues ella había sido una fervorosa seguidora. Tras fallecer, ambos la trasladaron hasta el Cementerio Municipal de Tocopilla, donde quedó instalada como recuerdo de la famosa "santita" popular y en memoria de la madre de los constructores. Sin embargo, esta pieza actualmente no existe allí, por desgracia, y a pesar de que los propios trabajadores del camposanto habían asegurado con cemento para evitar destrozos o robos.
No existiendo existiendo ahora estatuillas de la Malvinita en el altar, sí hay en su interior un cuadro con un rostro que los devotos adjudican a la finada, pero tengo una confusión al respecto: he visto ese mismo retrato en otras célebres tumbas milagrosas del Norte de Chile, como "Las Adrianitas" de Copiapó y la de Elvirita Guillén en Antofagasta. En este último caso, no obstante, se señala que es Malvinita a pesar de estar en un altar ajeno, quizás a causa de la popularidad de esta animita en esas tierras versus la falta de altares dedicados especialmente a ella. Incluso entre las placas de agradecimiento de Romualdito en la Estación Central de Santiago, han aparecido a veces algunas aludiendo a Malvina Araya.
Aunque no han faltado los que han creído también que la Malvinita de Tocopilla es una fallecida local, propia y sin relación con la animita de San Bernardo en Santiago, la identidad que se le adjudica como Malvina Araya, demostraría que se trata de un altar para esta misma muchacha del cementerio sambernardino. De hecho, entre las propias personas que consulté hace poco allá en la ciudad (incluidos trabajadores del cementerio), había severas discrepancias sobre la naturaleza de la instalación funeraria y devocional que allí se levantó en su memoria.
Las principales peticiones que se le formulan a Malvinita en Tocopilla se relacionan con problemas juveniles: estudios, correspondencia de amores, lazos de amistad, relaciones familiares, expectativas generales de vida... Otra razón para verificar el porqué de su popularidad allá en el puerto industrial del Norte Grande y para tener la seguridad de la larga vida que aún le queda a esta animita en la fe popular.

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